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Las relaciones interpersonales son muchas y muy variadas, pudiendo una persona
conocer diferentes tipos de ellas o algunos pocos. Entre los más comunes
debemos mencionar a las relaciones familiares (las primeras que una persona
establece y las que lo marcan de por vida), las relaciones de amistad, de pareja,
laborales, etc. Todas estas relaciones nutren a la persona ya que cada una de
ellas aporta elementos que van determinando el carácter y la personalidad del
individuo.
Empatía: entiende que cada persona es una huella digital, única e irrepetible, no
puedes esperar que los demás piensen y sientan como tú; aceptar la diversidad es
un elemento clave para relacionarte con otros. Ponte en los zapatos del otro y
sumérgete en la aventura de intentar entender y comprender cómo se siente, y
que piensa, no dejarás de fascinarte en esta aventura si te atreves a disfrutar de
esa diversidad; cada cabeza es un mundo.
Respeto: respetar es aceptar ideas que son distintas a las tuyas, al fin y al cabo
¿alguien es poseedor de la verdad? Respetar entonces es no juzgar, cada quien
tiene su historia, sus vivencias que es muy probable que no coincidan con las
tuyas o por lo menos no es todos los puntos. Es dar lo que queremos recibir, si las
diferencias son muy amplias esto no quiere decir que estés obligado (a) a ser
amigo (a) de esa persona, pero si a respetar sus creencias sin pretender
cambiarlas o demostrarle que las tuyas son mejores. Lo ideal es enfocarte en los
puntos de encuentro y desarrollar la relación del tipo que sea desde una
perspectiva positiva.
Respeto del espacio: Y cuando hablamos del espacio no sólo nos referimos al
espacio físico, a generar una proximidad “cómoda” que le haga sentir a la otra
persona que no invades su zona de confort personal, sino el respeto de su espacio
de vida. Acosar, atormentar a la otra persona para que te preste atención, no sólo
es un profundo acto de egoísmo sino que representa una violación de su espacio
personal
La calidad y profundidad de las relaciones suele tener mucho que ver con la
medida en que podamos identificarnos con la otra persona, con la coherencia de
aspectos claves como son los valores y las creencias de vida y, cuando estas
coincidencias están presentes solemos entrar en relaciones más profundas de
vinculación, no cabe duda; ahora bien, esto no quiere decir que se establezcan
relaciones de otro nivel con personas diferentes porque las relaciones como lo
comenté en un inicio son claves para el éxito y bienestar de la vida.
Importancia de las relaciones interpersonales
Las relaciones interpersonales juegan un papel fundamental en el desarrollo integral de la
persona. A través de ellas, el individuo obtiene importantes refuerzos sociales del entorno más
inmediato que favorecen su adaptación al mismo. En contrapartida, la carencia de estas
habilidades puede provocar rechazo, aislamiento y, en definitiva, limitar la calidad de vida.
Esta sección va dirigida tanto a padres como a educadores en general. En ella se puede
encontrar información sencilla en torno a dieciséis preguntas básicas que, de manera
espontánea, pueden asaltarle a un padre o una madre preocupado/a por las relaciones
sociales de su hijo/a, a un profesor que pretende mejorar el clima social de su aula o a un
monitor de un club de ocio que quiere favorecer las relaciones entre los participantes del
mismo.
En qué contextos se muestra ansioso (colegio, en una fiesta, en los medios de transporte,
en el trabajo, en su grupo de amigos, etc.)
Ante qué personas muestra dicha ansiedad (con desconocidos, con gente de su edad,
con personas de otro sexo, con personas de cierta autoridad, con los compañeros de
trabajo, con el supervisor, etc.)
Qué reacciones tiene la persona en dichas situaciones (se pone rojo, agresivo, retraído,
se evade de la situación, se siente mal, siente ganas de llorar, etc.)
Qué pensamientos le acompañan ante dicha situación (soy aburrido, soy torpe, no gusto
a la gente, no sé hablar con los demás, no me expreso bien, etc.)
Una vez tengamos delimitadas estas situaciones, resulta eficaz comenzar a abordar
aquellas que pueden resultar más sencillas y manejables para la persona, y enseñarle
qué conducta debe realizar a la vez que intentamos mantener a la persona en una
situación relajada y tranquila, transmitiéndole pensamientos positivos sobre sí mismo y su
capacidad para afrontar con éxito esta situación. Reforzar cualquier mejora en la
conducta ayudará a incrementar el sentimiento de competencia y anticipar futuros éxitos
en situaciones similares. Si la ansiedad bloquea seriamente a la persona, resultará
necesario contrastar estas situaciones con un profesional, quien determinará la
necesidad de poner en marcha técnicas más sistemáticas para el control de la ansiedad
(desensibilización sistemática, técnicas de relajación, reentrenamiento atribucional, etc.)
¿SE PUEDEN MEJORAR LAS HABILIDADES SOCIALES?
Por supuesto, como ya hemos comentado, las habilidades sociales son conductas concretas
que se aprenden si se dan las condiciones adecuadas para dicho aprendizaje. Existen
numerosos programas de entrenamiento específicos para enseñar a una persona a ser
socialmente habilidoso. En ocasiones, es útil comentar con algún profesional de confianza
la posibilidad de ayudarse de alguno de estos programas más estructurados, sobre todo, si la
persona con síndrome de Down manifiesta dificultades en diversos ámbitos de su vida (con
los amigos, en la escuela, en el trabajo, etc.) o si estas dificultades le provocan un malestar
significativo en su vida cotidiana (tristeza por no tener amigos, problemas en el trabajo,
conflictos con los hermanos, etc.). En estos casos, el profesional junto con los familiares
podrá delimitar con precisión qué dificultades concretas manifiesta la persona y qué
habilidades se deben entrenar, partiendo de las más sencillas para ir abordando
progresivamente otras más complejas.
Ahora bien, en muchos casos, el aprendizaje por observación y el modelado en los
contextos naturales suelen ser vías muy eficaces y sencillas para ayudar a que un niño,
joven o adulto con síndrome de Down incorpore nuevas habilidades sociales en su
repertorio o competencia social. Mostrar explícitamente, cada vez que se dé la ocasión,
cómo pedir un favor o cómo rechazar una invitación o propuesta que nos desagrada suele
ser una manera natural y espontánea de ir modelando su competencia social. Es importante,
en estos casos, que las personas más allegadas estén alertas a estas situaciones y
aprovechen la mínima oportunidad para hacer consciente a la persona con síndrome de
Down de cuál es la habilidad o conducta social específica más óptima en dicha situación.
Una sencilla explicación verbal acompañada de una muestra real de cuál es la conducta
adecuada facilita el aprendizaje de la misma por imitación. Asimismo, se le podrá solicitar
a la persona con síndrome de Down que repita la conducta mostrada varias veces y en
distintas situaciones, hasta conseguir su automatización, esto es, su ejecución espontánea.
En definitiva, las habilidades sociales, al igual que muchas otras conductas, se aprenden
observando a los demás, poniéndolas en práctica y normalmente no requieren de una
instrucción mediada. Ahora bien, en ocasiones mostrar explícitamente unas pautas
concretas, sencillas y adecuadas a su edad y capacidad, puede favorecer y optimizar el
aprendizaje de dichas habilidades. Si las limitaciones o dificultades son importantes y
preocupan a los familiares lo oportuno es contrastar esta inquietud con algún profesional,
quien determinará si se precisan de pautas más específicas para abordar esta situación.
OTRAS TÉCNICAS
La reestructuración cognitiva consiste en un conjunto de estrategias que ayudan al
individuo a percibir e interpretar el mundo que le rodea de una manera más adaptada. Se
intenta que la persona sea consciente de los errores y distorsiones cognitivas que comete
(personalización, victimización, magnificar detalles irrelevantes, etc.) para controlar sus
autoverbalizaciones y pensamientos negativos.
Asimismo, cuando la ansiedad o temor a las situaciones sociales es la principal causa de las
dificultades de relación es imprescindible que la persona aprenda a relajarse en las mismas.
Para ello, técnicas como la relajación progresiva o el entrenamiento autógeno serán muy
útiles. En la medida en que sea capaz de reducir la ansiedad y, por tanto, controlar la
activación fisiológica que la acompaña, estará en disposición de modificar sus
pensamientos y de afrontar nuevas conductas. La relajación puede además ser muy útil para
controlar respuestas asociadas a emociones negativas fuertes como la ira y la agresividad.
Cuando las dificultades son de carácter perceptivo-cognitivo, es aconsejable que la persona
participe en algún programa de entrenamiento enfocado a potenciar las siguientes
habilidades cognitivas implicadas en la resolución de conflictos interpersonales:
Pensamiento alternativo o habilidad para elaborar diversas soluciones ante un problema
interpersonal
Pensamiento causal o capacidad para establecer una relación causa-efecto entre la propia
conducta y los efectos que produce
Pensamiento consecuencial o capacidad para evaluar las soluciones planteadas en función
de sus efectos positivos y negativos
Pensamiento medio-fines o capacidad para planificar los pasos necesarios para lograr una
meta interpersonal
http://www.down21.org/desarrollo-personal/120-relaciones-interpersonales/875-
importancia-de-las-relaciones-interpersonales.html?showall=1&limitstart=
Fuente: http://quesignificado.com/relaciones-interpersonales/