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“Supermassivo” concierto de Muse

Pachu M. Torres

Verdaderamente sensacional. Esa fue la impresión generalizada de


los más de 25.000 espectadores que se dieron cita anoche para ver a
la banda de Bellamy en lo alto del Monte do Gozo. Muse demostraron
por qué las entradas se agotaron cuando todavía sólo ellos estaban
confirmados en este festival Xacobeo ’10: son una banda que suena
mejor en directo de lo que ya lo hacen en las grabaciones de estudio,
y ayer se pudo confirmar este hecho durante la escasa hora y media
exacta que duró el directo. Un espectáculo arrollador y sin
concesiones que comenzó a las 22:30 ante los gritos enloquecedores
de la multitud al ver salir a Matt Bellamy, Dominic Howard y
Christopher Wolstenholme. El grupo inglés arrancó su actuación con
ganas, sonando muy fuerte; el iniciático “New Born” sonó atronador
con una batería que mostraba la fiereza y brutalidad propia de ese
rock que tantos se empeñan algunos en decir que está muerto y con
una guitarra muy alta que en ocasiones fue capaz de tapar la
percusión y voz de los temas. Para este arranque el escenario hizo
gala de un gran despliegue de medios luminotécnicos, con multitud
de juegos de luces, láseres verdes que inundaban el anfiteatro,
paneles hexagonales y sendas pantallas de vídeo que ofrecían juegos
visuales del grupo y las letras del estribillo a modo de himno. Lejos de
hacer un concierto autocomplaciente, Muse se ciñó al escaso tiempo
de actuación y ofrecieron todos sus grandes éxitos sin apenas hacer
concesiones al público (Bellamy dio un saludo a la ciudad
compostelana al finalizar la segunda canción y después todo fueron
secuencias prácticamente encadenadas de riffs y estridencias
sonoras): himnos como “Plug in Baby”, “Uprising”, “Hysteria”,
“Resistance”, “Map of the problematiqué” o “Knights of Cydonia”
sonaron arrolladores y el público lo agradeció con grandes ovaciones
y cánticos corales que ocultaban en más de una ocasión la voz del
cantante, quien en algunas partes del evento me recordó
sobremanera a Freddie Mercury, no tanto en la puesta en escena
(más bien glam al estilo Bowie y su extraterrestre Stardust) sino por
esa potente voz capaz de alcanzar unos registros altísimos.
Fascinante fueron también las ráfagas ametralladoras salidas de los
bombos y platillos de Dominic Howard, un batería que bien podría
tocar con cualquier vaca sagrada del Heavy Metal y dar una lección
de lo que es intensidad y contundencia. La devastadora orgía de
sonido increscendo de Muse dejó un par de momentos lentos,
ralentizados con melodías de piano tocado por el propio Bellamy (al
estilo Axl Rose) o con canciones de corte electrónica que me dieron la
impresión de que fue un error tocarlas. La noche sirvió también para
ver un gran despliegue instrumental, desde los cuatro bajos que lució
y Christopher Wolstenholme hasta la guitarra de doble mástil que
rasgueó Bellamy, pasando por el piano, la batería eléctrica o la
guitarra-teclado de Morgan Nicholls (normalmente arrinconado en el
escenario con sus samplers y teclados). En síntesis la noche supuso
una auténtica “hysteria” colectiva y todo un triunfo de Muse, que han
estado a la altura de las circunstancias en este Xacobeo a pesar de
que el cartel de esta edición era manifiestamente mejorable.

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