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Traducción de M. Iglesias, Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego (Maior
124; Madrid: BAC, 2017).
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Cf. De Fraine, Adam et son lignage, 203-204.
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Son, Corporate Elements, 109.
140
Son, Corporate Elements, 111.
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De Fraine, Adam et son lignage, 215-216. Cf. ibid. (n. 96) las explicaciones de Lucien Cerfaux y de
Pierre Benoit.
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Traducción: Iglesias, Nuevo Testamento.
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Cf. Son, Corporate Elements, 95.
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Por lo demás, esta participación real del cuerpo de Cristo hace que los fieles
participen ya desde ahora en la resurrección corporal de Cristo144:
Col 3,1-2: Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde
Cristo está sentado a la derecha de Dios; 2 aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Esta enseñanza paulina está en la base de su doctrina moral: “En consecuencia,
dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la
pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría” (Col 3,5). En efecto, es
propio del cristiano incorporado a Cristo “aprender a Cristo” (Ef 4,20), lo cual
consiste en despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo:
Ef 4,20-24: Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, 21 si es que lo habéis
oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús, 22 a despojaros
del hombre viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras; 23 y a
renovaros en la mente y en el espíritu 24 y revestiros del hombre nuevo creado según Dios, en
justicia y santidad verdaderas.
Así este pasaje se prolonga en una larga exhortación acerca del modo en que han
de comportarse los cristianos (Ef 4,25–6,20). Quienes han sido incorporados al
único cuerpo de Cristo por el bautismo y han bebido de su único Espíritu están
llamados a actuar concordemente entre sí y con Cristo, a quien han de
“aprender” (cf. Mt 11,29).
La visión de la Iglesia por Pablo como cuerpo de Cristo, en fin, viene a
completar la visión corporativa del hombre que ya hemos comprobado en los
apartados anteriores. A modo de síntesis:
El nuevo Israel, en el pensamiento del Nuevo Testamento, es ‘en Cristo’, como los judíos fueron
en Abraham, o como la humanidad fue en Adán. El Mesías, Cristo, es, a la vez, una persona
individual –Jesús de Nazaret– y es más aún: en tanto que persona representativa y, por así decir,
constitutiva del nuevo Israel, lo incluye potencialmente, es uno con este nuevo Israel145.
La antropología paulina aparece, así, inseparable de la personalidad corporativa:
Esta comprensión de la designación por Pablo de la Iglesia como el cuerpo de Cristo es
significativa porque implica:
(1) Que Cristo es no sólo un individuo sino también una persona corporativa;
(2) Que la Iglesia es el cuerpo de Cristo en un sentido real; y, aún más importante,
(3) Que los creyentes existen en una solidaridad corporativa con Cristo y con los otros
creyentes.
Por una parte, los creyentes son individuos distintos, pero por otra son el cuerpo corporativo de
Cristo. Pablo sostiene que en este cuerpo corporativo no hay judío ni griego, no hay esclavo ni
libre, no hay macho y hembra, porque todos son uno en Cristo Jesús. Esto demuestra claramente
la concepción paulina del hombre no sólo como un individuo sino también como un ser
corporativo146.
144
“In other words, they are already corporately in the resurrection mode of existence”: Son, Corporate
Elements, 105.
145
A. E. J. Rawlinson, citado en De Fraine, Adam et son lignage, 216-217.
146
Son, Corporate Elements, 111.
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