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ACTIVIDAD 2

Redacción de un resumen sobre los cambios socio-económicos en los diferentes escenarios y


colgarlo en la plataforma.
No podría afirmarse que el proceso de transición asociado a la liberación de mercados y a la adaptación de los mercados
globalizados se haya finiquitado. Hay avances de consideración que, junto a la estabilización macroeconómica y la
reforma estructural de los sectores productivos, han creado las condiciones de un auge alto y sostenido que ya se
prolonga una década; pero también existen reformas incompletas e incluso algunas que no se han emprendido, como las
necesarias en los campos institucional y social.
La República Dominicana ha logrado una doble transformación. En primer lugar, cambiar el centro de gravitación del
sector externo: de las exportaciones de productos básicos con pocas perspectivas de mercado a los servicios, si en ellos
cabe el turismo y la maquila en un sentido funcional que no de clasificación estadística; eso mismo ha permitido rebasar
la etapa del desarrollo centrada en la industrialización sustitutiva y facilitar la inserción del país en el nuevo orden
económico internacional, sin mengua de los ritmos de desarrollo.
Entre 1990 y 1999, el producto crece a razón del 6% anual promedio, la inversión bruta fija al 10% y las exportaciones de
bienes y servicios lo hacen al 18%. La inflación se reduce del 80% en 1990 a un dígito en el resto del decenio, mientras
se mantienen prácticamente en equilibrio las finanzas del gobierno central. Hacia el futuro las cuestiones medulares se
relacionan con la posibilidad de imprimir continuidad al crecimiento y de
alcanzar un desarrollo más equitativo, más integrador en términos sociales y
sostenibles en términos ambientales.
En ese terreno surgen interrogantes y disyuntivas complejas que no será fácil
despejar en el futuro inmediato y donde es necesario incorporar el desarrollo
regional a la agenda de desarrollo sostenible. Para la República Dominicana
esto va más allá de una simple conservación de su base de recursos
naturales, y más bien se refiere a un conjunto de acciones dirigidas hacia la
realización de inversiones en sectores productivos dinámicos con un alto
coeficiente de tecnologías limpias o tecnologías ecológicamente racionales,
de tal manera que la competitividad se logre por la acumulación de capital humano, físico y natural.

Son distintos los escenarios en que podrían bifurcarse los posibles futuros económicos de la República Dominicana. Uno
consistiría en proseguir con el objetivo casi único y fundamental de completar en profundidad las reformas adaptativas a
la economía global.
Seguramente el modelo económico tiene que ser enmendado de distintas maneras para calzarlo a las realidades de la
globalización y del cambio tecnológico. En ese sentido, habría que liberar plenamente el comercio, unificar el tipo de
cambio, instrumentar la reforma fiscal, completar la liberación financiera y dotar de plena autonomía al Banco Central.
Además, mucho tendría que seguirse cambiando y consolidando de la estructura legal e institucional del país, a fin de
adecuar bien las conductas de los agentes económicos al nuevo entorno.

Las consecuencias inmediatas de esa estrategia llevarían a centrar los costos del ajuste en la economía real. Con alta
probabilidad se acentuaría el desplazamiento de los productores nacionales por la influencia de abastos más baratos del
exterior. Paralelamente, las autoridades seguramente se verían obligadas a aplicar medidas restrictivas para reducir la
avalancha de importaciones provocada por la apertura y las posibles presiones inflacionarias asociadas al alza de los
impuestos internos. Eso mismo reduciría la capacidad de la economía de crear empleos y combatir la pobreza; y también
quedarían acotados transitoriamente los márgenes gubernamentales de maniobra para atender otras demandas sociales
y fomentar el cambio productivo.

En el sector privado, la intensificación de la competencia externa se transformaría en acicate a la productividad de los


ganadores en la concurrencia, mientras el adelgazamiento del sector público llevaría a una mejor distribución de las
prioridades y la asignación del gasto.

El otro escenario estratégico se sintetiza en el empeño de llevar a cabo una doble y difícil política de cambio estructural,
preservando a la par los beneficios de la estabilización. El desmantelamiento del proteccionismo comercial y financiero
se acometería gradualmente, tanto como las reformas fiscal y cambiaria. El propósito consistiría en sostener el
crecimiento de la economía y facilitar, en ese sentido, la absorción de los impactos desfavorables. En contraste, frente al
agotamiento dinámico de las transformaciones anteriores de la base productiva, se intentaría revitalizar y diversificar
deliberadamente el sector exportador de bienes y servicios, acompañado de acciones integradoras de las actividades
rezagadas a los nuevos polos dinámicos de la economía nacional. Las ventajas de la disyuntiva esbozada son obvias: se
abrirían nuevos canales de desarrollo y se distribuirían en el tiempo, en vez de quedar agolpados los costos de las
reformas pendientes, creándose así menores tensiones políticas.

Desde 1998 hay una iniciativa de liberalización tarifaria puesta a consideración del poder legislativo. Ahí, habiendo
acuerdo en las ventajas del comercio sin fronteras, han surgido puntos de vista distintos en cuanto a la tributación
compensatoria. Quizás el característico pragmatismo dominicano, conduzca a llevar adelante cambios graduales que
tengan la virtud de constreñir los costos del ajuste en el fisco, la balanza de pagos y entre los productores nacionales.

Existen, desde luego, algunos márgenes de maniobra asociados al mejoramiento de la eficiencia fiscal, al uso de
impuestos selectivos, al aumento prudente de las tasas de los gravámenes a la renta o a la contratación también
prudente de deuda interna o externa. Los coeficientes de endeudamiento foráneo son bajos (21% del producto) conforme
a estándares internacionales y será viable elevarlos sin correr los riesgos desestabilizadores de los préstamos de corto
plazo.

La otra vertiente fiscal se refiere a los destinos del gasto público. En el caso de diferirse la reforma impositiva, cabría
examinar, en particular, una serie de problemas en torno al patrón de asignaciones, sin perjuicio de suprimir
desperdicios, ganar eficiencia y mejorar estratégicamente los programas de acción gubernamental.

Al parecer, la República Dominicana encara la reconstrucción del exitoso pacto económico de comienzos de los años
noventa. La simple continuidad de las políticas vigentes no bastaría: quizás haya que atender transformaciones de la
doble naturaleza ya explicada y, además, resguardar la equidad social, sustento real de toda democracia. No se pueden
echar atrás los logros en materia de estabilidad macroeconómica, como tampoco anular la dinámica del crecimiento que
ha permitido armonizar progreso con reducción de las brechas sociales.

Un componente esencial de la renovación del pacto social sería la formación de alianzas con las principales fuerzas
nacionales, nuevas y viejas, y la creación de instituciones que faciliten la formación de consensos en el doble sentido de
convenir decisiones y aceptar responsabilidades compartidas. Ello sería ingrediente indispensable para una viva
concertación nacional que legitime las decisiones, que institucionalice la solución de los conflictos.

Al comienzo del milenio, el país se encuentra de nuevo en un punto de inflexión. El desarrollo siempre es una tarea
inconclusa, como también lo es la adaptación a los paradigmas universales que cambian de tiempo en tiempo. Hay
riesgos, vulnerabilidades, acumulación de necesidades insatisfechas propias de un país subdesarrollado, insular
pequeño, sujeto a las vicisitudes y cambios de la economía internacional. Hay impaciencia del electorado en ver
transformado el crecimiento económico en cura inmediata de rezagos ancestrales.

Pese a todo, la historia reciente del país arroja un saldo optimista y una lección para América Latina. La democracia, el
crecimiento y la equidad dominicanos han seguido caminos menos divorciados de los que caracterizan a la experiencia
dominante en la región. Y lo han hecho, por medio del uso juicioso de limitados márgenes de maniobra, de hacer a un
lado presiones de las ortodoxias, de cuidar de la adaptación de las estrategias a las especificidades nacionales y
singularmente armonizando las demandas de la economía con las de la política.
Elaboración de un mapa semántico sobre el neoliberalismo y sus principales características
(colgarlo en la plataforma).

Disminucuion de la intervencion
estatal en la economia

Liberacion de la produccion y de los


intercambios comerciales
Se basa en

Reduccion de los gastos sociales

Neoliberalismo
Desregulacion del mercado laboral

Para la actividad industrial

-Reduccion de la produccion.
-Innovaviones tecnologicas.
-Se rducen los gastos de
produccion.
-Se modifica la estructura
laboral.

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