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El fútbol Infantil es de los chicos y para los chicos.

Un pequeño análisis de porque llegamos a nuestra realidad…


Lic. Pablo Diaz.
Fecha: 23/1/2018
Hoy en el mundo deportivo nos debemos algunos debates y análisis sobre las
funciones y roles que ocupa en nuestra sociedad. En este caso, abrimos el juego
al rol social del futbol infantil, el principal deporte de nuestro país y el más popular
del mundo. Un futbol que quedó en “offside” con nuestros niños, al igual que el
lugar que cumple hoy la institución social con principal intervención desde el
deporte que es el club social y deportivo.
Fabián De Marziani (2008) “Hasta hace unos veinte años, la cosa era mucho más
sencilla. El club de barrio cumplía una función social. Hoy, tras sucesivas crisis
económicas, ideológicas y morales, ese espacio se fue perdiendo. Y no hubo
reemplazo. Los que tienen más de 25, 30 años lo saben muy bien. El club era el
lugar del encuentro, de la participación. Uno sentía que ese era un lugar de
pertenencia, un espacio simbólico y de contención social. Era el lugar donde se
compartía con los pares y eso permitía afianzar la identidad. Algo vital para la
edad en que una persona está creciendo. Allí, en esos clubes, el fútbol era la
excusa, organizarse era sencillo: un padre se hacía cargo de una categoría, otro
tomaba otra y así hasta abarcar todas las edades, sin mucha teoría pero con
mucho amor. La cuota social no importaba y la merienda acercaba a más de uno.”
Eran tiempos donde no importaba tanto el contenido de la enseñanza, sino como
lo hacía… El trato, la forma, la manera. El amor por la enseñanza y sobre todo el
respeto por la edad de los chicos… ¿y…Lo específicamente futbolístico? Estaba
en el potrero, en la espontaneidad, creatividad y resolución de problemas en
equipo e individualmente que los chicos adquirían jugando en el barrio, con sus
amigos de la misma edad, más grandes y más chicos… Para Ron (2011) las
instituciones deportivas son una forma de manifestación y de cristalización de la
sociedad pensándose a sí mismas y apostando a sí mismas. “No sólo son un
producto de ellas, sino también son el resultado de una forma más provechosa,
como instrumento idóneo, para alcanzar los objetivos que la sociedad se plantea
para sí y con relación al deporte.” Señala este autor, que la institución deportiva es
el producto de necesidades de la sociedad, y especialmente, en tanto lógica de
retro-alimentación, vinculadas con formas de fomento, de desarrollo, de
legitimación y de prácticas específicas por ella misma construidas, significadas y
requeridas. Por lo que éstas adquieren la denominación o el carácter de
deportivas en tanto se orientan hacia ellas, o se valen de ellas para alcanzar e
involucrar a la sociedad. Y es aquí donde vale el análisis de las prácticas y las
enseñanzas deportivas dentro de la institución club.
En los primeros tiempos de la aparición de las etapas formativas en el futbol
federado (por la década del 80) la intervención de las corrientes del paradigma
positivista no intervenía directamente al juego lúdico del futbol en edades
tempranas ya que quienes estaban al frente de los “equipos” lejos pasaban de los
procesos pedagógicos. A la biomecánica y fisiología las tenían ocupadas todavía
el profesionalismo (en niveles de elite o semi), los estudios y análisis tácticos eran
casi inexistentes y a pesar de las insistentes prácticas que buscaban reproducir
entrenamientos de adultos en niños, y conocimientos puramente empíricos,
todavía en la sociedad reinaba una gran cuota de sentido común dejando jugar a
los chicos en los potreros por un largo tiempo.
Y si bien, en una busca inexacta de intentar “sistematizar” la enseñanza del futbol
por parte de los padres, ex jugadores, Profes de EF que oficiaban de técnicos o
entrenadores, se copiaban metodologías o ejercicios para un contexto y un mundo
muy lejano al que podemos encontrar en un club de barrio, pueblo o bien a una
liga del interior del país, todos esos errores se enmendaban con un montón de
horas de potrero y juegos libres con los amigos, donde la riqueza motora y el
desarrollo de una cantidad de habilidades psicomotrices básicas, específicas y
complejas estaban por demás garantizadas.

En nuestro fútbol infantil se entiende a las concepciones de éxitos y fracasos como


consecuentes de ganar y perder. La idea de competencia, triunfo y fracaso, no es
la misma en los adultos que en los niños. En el momento del juego, las cosas se
mezclan. En ese cóctel, los más pequeños suelen ser los más perjudicados. El
espíritu de jugar a muerte lo ponen los padres, no los niños. Cuando gana el
equipo contrario los adultos en su afán competitivo empiezan a echarle la culpa al
referí, al técnico y hasta a algún compañero y no se fijan que los que ganaron
también son niños, ni siquiera tomarse el tiempo en preguntarle al niño como se
sintió, cuanto disfrutó, que piensa del partido, etc. En general, los padres pierden
el control emocional por completo. Los técnicos y profes pierden el control
emocional por el resultado. Los dirigentes pierden control emocional con la imagen
exitista de club. Y el mundo del futbol ya no es de los chicos, sino de los adultos, y
el futbol infantil se convierte otra vez en un futbol pensado para grandes
practicado por chicos, atravesado por una mercantilización tan propia de nuestro
sistema, donde todos los actores del mundo futbol están involucrados.
“Actores que inciden categóricamente en el futbol infantil suelen aseverar que el
espíritu del deporte infantil debe ser el juego, pero, mostrando una profunda
contradicción adecuan y modifican las reglas de juego, los procesos de
enseñanza, los sentidos de la competencia y un sinfín de variables, asemejando
las condiciones a las presentes en el deporte de los mayores, lo que no hace más
que demostrar que el deporte en este momento de la vida -la infancia- es
considerado el primer eslabón de una serie de pasos secuenciales, pre
determinados para garantizar, a futuro, la producción y reproducción del deporte
de los adultos, del deporte de elite. De esta forma, se desdibuja la figura del niño
ante la figura de un modelo de deportista hiper-especializado que ratifica y
consolida las lógicas establecidas.
Los técnicos no quedan afuera. Por lo tanto, su grado de idoneidad ante la tarea
de dirigir un grupo de niños no puede ser amateur, aunque el nivel de
competencia o recreación si lo sea. Hay gente que ha encontrado en el fútbol
infantil su medio de vida, o una importante salida o ayuda económica. Cuando se
le pregunta dónde estudiaron, dicen: no, “-yo miro todos los domingos fútbol de
primera” “-yo jugué toda la vida” “-Hice inferiores / jugué en aquél club de primera”
-“¿Vos dónde jugaste?” Creen que con eso alcanza para dirigir un equipo. Pero
además, como cobran tienen que ganar. Si no los echan del equipo. Adquieren
prestigio ganando campeonatos. Mientras tanto, frustran niños pero ganan
campeonatos. Que uno entienda de fútbol no significa que entienda como
enseñarlo. Que uno entienda de fútbol tampoco quiere decir que también entienda
lo que pasa por la cabeza de un niño de 7,8 0 12 años. Sus procesos madurativos,
su corporeidad, su historia personal. Tampoco garantiza la idoneidad para trabajar
con grandes grupos y tantas realidades. Ni hablemos de la interacción desde el
lenguaje y la comunicación no lingüística con los niños.
Y si a esto le sumamos los conocimientos necesarios para la enseñanza deportiva
que es acompañada con el desarrollo madurativo psico-físico, la sistematización y
planificación del entrenamiento mediante actividades lúdicas, la participación
activa y significativa del aprendizaje y los conocimientos sobre las corrientes
pedagógicas existentes para poder basar nuestra metodología de aprendizaje…
(A los vigentes estudios de la intervención de las neurociencias y educación
emocional en la enseñanza deportiva ni la menciono mejor… ¿no?)
Y siendo más terrenal y pragmático además de ser también específico me
pregunto… ¿alcanzará solamente con saber de futbol? ¿O por lo menos creer que
se sabe por mirar muchas horas de partidos? ¿Es suficiente saber detectar y
elegir a un buen jugador? “Pep, a los buenos jugadores los vemos vos, yo y la
mayoría de la gente. Pasa lo mismo con los jugadores malos. El mérito está en
advertir y saber que el jugador normal va a ser bueno. Marcelo Bielsa
¿Será suficiente contar a los niños experiencias personales deportivas y de
vestuarios? ¿Repetir y copiar ejercicios vivenciados en esas experiencias? ¿Son
aplicables y fundamentadas las actividades extraídas directamente desde un
portal de internet sin tomarnos siquiera el tiempo de contextualizarlos pensando en
nuestros niños…?
NO! Definitivamente NO alcanza. Apoyarnos y quedarnos solamente en la
repetición de tantas “verdades” supuestas, naturalizadas y no fundadas es
encaminarnos en un sendero que conduce solamente a la frustración de
muchísimos chichos que abandonan hoy la actividad deportiva y especialmente el
futbol (Hoy tenemos datos alarmantes en edades infantiles y juveniles de cantidad
de chicos y chicas que practican distintas actividades en nuestra población),
culpando después a las nuevas tecnologías como únicas responsables de tal
efecto.
Y en este juego de retrospección, actualidad y prospección del fútbol infantil es
donde me formulo un montón de preguntas como: ¿Cuánto de todo esto sigue
existiendo en nuestro fútbol infantil? O mejor dicho aún ¿Cuánto ha cambiado?
¿En qué medida y profundidad hemos evolucionado con nuestro futbol? ¿Se ha
adaptado el futbol con todos sus actores y componentes al contexto y realidad
socio-cultural y económica de nuestra actualidad? ¿Existe la proyección de
políticas a corto y largo plazo de intervención socio-deportiva? ¿Tenemos planes
de capacitar, y establecer cierto control en las prácticas de enseñanza de futbol en
nuestra comunidad? ¿Podemos seguir aceptando y permitiendo que la experiencia
sea la principal herramienta para estar a cargo del desarrollo de nuestros niños?
Y las preguntas se me hacen cada vez más directas y terrenales… ¿Cuántos
profesionales idóneos y capacitados en futbol infanto-Juvenil hay trabajando hoy
en nuestras ligas? ¿Cuántos de todos ellos están formados y capacitados en la
enseñanza y entrenamiento de los chicos? ¿Qué porcentaje de actores
involucrados directamente en el futbol se actualizan, estudian, y presencian
cursos, capacitaciones, talleres y exposiciones presenciales o virtuales para
mejorar su profesión?
Y pensando en las instituciones deportivas… ¿Cuántas de ellas tienen proyectos
deportivos a largo plazo? ¿Alguna tiene una identidad deportiva y social con fines
y metas? ¿Se escucha y da lugar a los profesionales capacitados en las distintas
áreas para poder llevar a cabo los proyectos? ¿Se le da la prioridad económica
necesaria para que los recursos intangibles tengan lugar dentro de la institución?
¿Cuál es el principal criterio que utilizan las instituciones en seleccionar quien
estará a cargo de los chicos?
¿Y el formato de las ligas?… Bueno, dejémoslo para otra ocasión…
“¿Cómo evitar que todo esto ocurra? No es fácil encontrar la solución. Siempre y
cuando el optimismo nos permita creer que es posible encontrar una. Quizás lo
máximo a lo que se puede aspirar sea a empezar a cuidar a los chicos, a estar
más cerca, pero no detrás de un alambrado gritando un gol sino allí donde ellos
verdaderamente les hace falta. En sus dudas, sus miedos y también en sus
pequeñas alegrías. Lo ideal sería actuar con ellos como lo que son: chicos. Tan
obvio y tan simple como eso. Tan complicado como eso.”
Para lograrlo es necesario que todas las partes entiendan al entrenamiento como
un juego no como un trabajo, adecuado a sus contextos y posibilidades. Donde la
principal premisa de todo club o escuela de futbol debe ser el cuidado del niño, el
respeto por los procesos de desarrollo, un proyecto fundado con conocimiento,
con gente idónea y capacitada para estar al frente. Las consecuencias de una
mala decisión no se verán con inmediatez en su físico ni en su nivel de juego, se
verán mucho más adelante nutriendo muchísimas actitudes y decisiones que su
hijo tome en la adolescencia o quizás en su vida adulta. Alimentando
frustraciones, debilidades, inseguridades…
Existirá un momento en la vida deportiva de su niño donde las capacidades
adquiridas y desarrolladas, el talento y la habilidad deportiva serán determinantes
para poder decidir si podrá jugar en un nivel competitivo o no, y tendrá que
aceptarlo y decidir por seguir practicando del deporte más popular del mundo en
otro nivel, de forma recreativa o quizás elegir por otra actividad… pero CRÉAME, y
con seguridad se lo digo… ESE MOMENTO NO ES DE LOS NIÑOS, NO ES EN
EL FUTBOL INFANTIL...
Es nuestra responsabilidad que todos ellos participen, se diviertan y disfruten del
futbol como un juego, sin el mundo complicado y hostil que nosotros los adultos
les enseñamos a diario.
Es momento de poder dejarles algo que es de ellos… el juego. Y el fútbol es un
juego, el más lindo que existe!

Aclaración: En este artículo se utilizan términos genéricos, sin referenciar directamente a un género
específico salvo que así se indique. También el mismo puede aplicarse en parte a la práctica de los
distintos deportes, especialmente en aquellos deportes de equipos.

Bibliografía consultada:
- De Marziani, F.: Fútbol infantil: ¿Trabajo o diversión? ¿Esfuerzo o placer? ¿Competencia
o juego? ¿Pena o gloria? Revista de Educación Física y Ciencia. Nº 10. Año 2008. Con
referato. Universidad Nacional de La plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación.
- De Marziani, F. A. (2014). Fútbol infantil: Conflictos, tensiones e intereses de una
práctica institucionalizada. El caso de la liga LISFI de la ciudad de La Plata [en línea].
Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1052/te.1052.pdf
- Benítez, C. - Comisso, S. (2000): La infancia hecha pelota. Editorial: Grupo Editor
Altamira. Buenos Aires. Pág 70 y 71.
Ron, Osvaldo (2011) “La institución deportiva”; texto elaborado como colaboración al
Proyecto de Investigación: Primer Diccionario Crítico de la Educación Física Académica
en Argentina (11H493), 2008-2011. Dirigido por el Prof. Mg. Carlos G. Carballo y Co-
dirigido por el Prof. Carlos A. Parenti, Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación, Universidad Nacional de La Plata, pág. 1, inédito.

Lic. Pablo Díaz

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