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Jorge Bucay
Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años
había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia.
A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y
lleno de recuerdos.
Don Roque toco la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia.
- ¡Hola papá!
- ¡Que milagro que vienes por aquí!
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además
estoy cansado y viejo.
- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes
que esta es tu casa.
- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo.
Entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? . ¡Me
siento tan solo!
- ¿Quedarte a vivir aquí?, si..... claro...... pero no se si estarías a gusto, tú
sabes, la casa es pequeña, mi esposa es muy especial..... y luego los
niños….
- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí,
alguien me tenderá la mano.
- No padre no es eso, solo que.... no se me ocurre donde podrías dormir.
No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían.... a
no ser que no te moleste dormir en el patio…
- Dormir en el patio está bien.
- Dime papá.
- Mira tu abuelo se quedara a vivir con nosotros. Tráele una manta para
que se tape en la noche.
- Si con gusto..... y ¿dónde va a dormir?
- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.
- Luis subió por la manta, tomó unas tijeras y la cortó en dos.
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En ese momento llegó su padre.
- ¿Que haces Luis? ¿Por qué cortas la manta de tu abuelo?
- Sabes papá, estaba pensando….
- Pensando ¿en qué?
- En guardar la mitad de la manta para cuando tú seas viejo y vayas a vivir
a mi casa…
Él le dice:
- Bueno, los camellos son bastantes bobos, en realidad, no son muy lúcidos,
así que ves al lado del camello que falta y haz como que lo atas. Él se va a
creer que lo estás atando y se va a quedar quieto .
Todos los camellos avanzan en fila hacia la ciudad, todos menos uno que
queda ahí.
Seguir llorando aquello que no tengo me impide disfrutar esto que tengo
ahora.
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Aprender a enfrentarse con el tema de la pérdida es aceptar vivir el duelo,
saber que aquello que era es aquello que era y que ya no es más o por lo menos que
ya no es lo mismo que era.
De hecho nunca es lo mismo.
¿Te amo a ti, o amo la comodidad de que estés al lado mío? ¿estoy
relacionado contigo, individuo, persona? , o ¿estoy relacionado con mi idea de que
ya te encontré y no quiero salir a buscar más a nadie?
Basta que uno de los dos sienta que se terminó, que ya no quiere más, que no
tiene emoción, que se acabó el deseo, basta que uno sostenga que agotó todos los
recursos pero no le pasa nada, basta eso para saber que no hay mucho para
rescatar.
Si hay deseo, si se quieren, si se aman, si les importa cada uno del otro, si
creen que hay algo que se pueda hacer, aunque no sepan qué, los problemas se
pueden resolver (mejor dicho se pueden intentar).
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Y entonces habrá que decirle al que ama: Tengo malas noticias para vos. Lo
siento, se terminó…
Cuando uno de los miembros de la pareja deja de amar y decide alejarse hay una
persona que siente un gran dolor, y que siente el peso de la pérdida de una manera
diferente.
Esta persona es la que sigue amando, la que no puede comprender o, que si bien
comprende lo que sucede no lo entiende o se niega.
Es ahí cuando empezamos a comprender que a veces no podemos tener todo lo que
queremos, y que la vida, o el mundo no era como lo imaginamos.
Amar implica correr ese riesgo, y cuando se ama de verdad se sufre. Ante la
pérdida debemos tratar de elaborar el duelo, y poco a poco lograr separarnos de lo que ya
no está.
Cuesta soltar aquello que amamos, duele sentir que ya no somos amados pero en ese
dolor estamos creciendo y madurando y si aprendemos a soltar estamos dejando atrás una
parte de nuestra historia y empezamos a abrirnos a lo diferente, a lo desconocido.
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"A mi me parece que la vivencia normal de una pérdida tiene que ver justamente con
animarse a vivir los duelos, con permitirse padecer el dolor como parte del camino. Y digo
dolor y no el sufrimiento, porque sufrir es resignarse a quedarse amorosamente apegado a
la pena…
Quiero poder abrir la mano y soltar lo que hoy ya no está, lo que hoy ya no sirve, lo
que hoy no es para mí, lo que hoy no me pertenece. No quiero retenerte, no quiero que te
quedes conmigo porque yo no te dejo ir.
No quiero que hagas nada para quedarte más allá de lo que quieras. Mientras yo
deje la puerta abierta voy a saber que estás acá porque te queres quedar, porque si te
quisieras ir ya te habrías ido…”
Martín había vivido gran parte de su vida con intensidad y gozo. De alguna
manera su intuición lo había guiado cuando su inteligencia fallaba en mostrarle el
mejor camino.
Quizás debía irse. Partir. Dejar lo que tenía en manos de los otros. Repartir
lo cosechado y dejarlo de legado para aunque sea en ausencia ser en los demás un
buen recuerdo.
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En otro país, en otro pueblo, en otro lugar, con otra gente, podría empezar
de nuevo. Una vida diferente, una vida de servicio a los demás, una vida solidaria.
Le habían contado del silencio de la cima y de cómo la vista del valle fértil
ayudaba a poner en orden los pensamientos de quien hasta allí llegaba.
En el punto más alto del monte giró para mirar su ciudad quizás por última
vez. Atardecía y el poblado se veía hermoso desde allí.
Era la voz de un viejo que apareció desde la nada con un pequeño telescopio
plegable entre sus manos y que ahora le ofrecía con una mano mientras con la otra
tendida hacia arriba reclamaba su moneda.
Martín separo sus ojos del lente, parpadeó algunas veces y volvió a mirar. El
punto dorado seguía allí.
- Qué raro - exclamó Martín sin darse cuenta de que hablaba en voz alta.
- ¿Qué es lo raro?, preguntó el viejo.
- El punto brillante, dijo Martín, ahí en el patio de la escuela, siguió,
alcanzándole al viejo el telescopio para que viera lo que él veía.
- Son huellas, dijo el anciano.
- ¿Qué huellas?, preguntó Martín.
- Te acuerdas de aquel día... debías tener siete años; tu amigo de la
infancia, Javier, lloraba desconsolado en ese patio de la escuela. Su
madre le había dado unas monedas para comprar un lápiz para el primer
día de clases. Él había perdido el dinero y lloraba a mares, contestó el
viejo. Y después de una pausa siguió, ¿Te acuerdas de lo que hiciste?.
Tenías un lápiz nuevecito que ibas a estrenar ese día. Te arrimaste al
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portón de entrada y cortaste el lápiz en dos partes iguales, sacaste
punta a la mitad cortada y le diste el nuevo lápiz a Javier.
- No me acordaba, dijo Martín, Pero eso ¿qué tiene que ver con el punto
brillante?
- Javier nunca olvidó ese gesto y ese recuerdo se volvió importante en su
vida.
- ¿Y?
- Hay acciones en la vida de uno que dejan huellas en la vida de otros,
explicó el viejo, las acciones que contribuyen al desarrollo de los demás
quedan marcadas como huellas doradas…
Buda peregrinaba por el mundo para encontrarse con aquellos que se decían
sus discípulos y hablarles acerca de la Verdad.
A su paso, la gente que creía en sus enseñanzas venía por cientos para
escuchar su palabra, tocarlo o verlo, seguramente por única vez en sus vidas.
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Uno de ellos conocía menos la ruta a Vaali y seguía a los otros en el camino.
Después de tres días de marcha, una gran tormenta los sorprendió. Los
monjes apuraron el paso y llegaron al pueblo, donde buscaron refugio hasta que
pasara la tormenta.
Así pasaron tres días, tras los cuales se puso en camino a paso redoblado,
para tratar de alcanzar a sus compañeros.
Siguiendo las huellas de los demás, paró en una granja a reponer su provisión
de agua.
Una mujer le indicó dónde estaba el pozo y se disculpó por no ayudarlo, pero
debía seguir con la cosecha... mientras el monje abrevaba sus mulas y cargaba sus
odres con agua, la mujer le contó que tras la muerte de su marido, era difícil para
ella y sus pequeños hijos llegar a recoger la cosecha antes de que se pudriera.
Lo veré algunos días después, pensó, sabiendo que Buda se quedaría unas
semanas en Vaali.
Podría haber llegado aunque más no fuera para verlo, pero en el camino tuvo
que salvar una pareja de ancianos que eran arrastrados corriente abajo y no
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hubieran podido escapar de una muerte segura. Sólo cuando los ancianos estuvieron
recuperados, se animó a continuar su marcha sabiendo que Buda seguía su camino...
...Veinte años pasaron con el monje siguiendo el camino de Buda... y cada vez
que se acercaba, algo sucedía que retrasaba su andar. Siempre alguien que
necesitaba de él, evitaba, sin saberlo, que el monje llegara a tiempo.
Esta vez, dijo para sí, es la última oportunidad. Si no quiero morirme sin
haber visto a Buda, no puedo distraer mi camino. Nada es más importante ahora
que ver a Buda antes de que muera. Ya habrá tiempo para ayudar a los demás,
después.
Alguien debería quedarse con él, pensó, para que yo pueda seguir mi camino.
Con mucha ternura acomodó al animal contra unas rocas para seguir su
marcha, le dejó agua y cómoda al alcance del hocico y se levantó para irse.
Sólo llegó a hacer dos pasos, inmediatamente se dio cuenta de que no podría
presentarse ante Buda, sabiendo en lo profundo de su corazón que había dejado
solo a un indefenso moribundo...
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El monje giró y vio cómo el ciervo se llenaba de luz y tomaba la redondeada
forma de Buda.
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Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo
bastante sabio como para encontrar la respuesta:
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad...
condicionados por el recuerdo de "no puedo"…
Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento
todo tu corazón…
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La historia cuenta que se habían enoviado con la complicidad de todo el
pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y él veintitrés, el pueblo
entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran.
Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera
trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de
todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había ayudado en esa relación.
Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar
por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada que fuera
tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semanas antes,
había ido guardando de los vueltos de las compras pensando que se acercaba la
fecha del aniversario.
Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro
expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que él
adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro
que su abuelo le había regalado antes de morir. Desde chico, él guardaba ese reloj
en un estuche de gamuza, que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches
abría la mesita de luz, sacaba del sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba
un poquito de cuerda, se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba,
lo volvía a lustrar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.
Ella pensó: "Que maravilloso regalo sería esta cadena de oro para aquel
reloj”.
Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por
sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que
ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para
poder comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto.
Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para conseguir el dinero
necesario para esto. Entonces pensó en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y
pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un
cartel que decía: "Se compra pelo natural". Y como ella tenía ese pelo rubio, que no
se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.
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El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y todavía
sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No dudó. Le dijo a la
peluquera:
El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de
costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo.
- Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes
obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a
caminar, teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
- Pero yo no sé volar - contestó el hijo.
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- Es verdad... - dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo
en la montaña.
- Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a
tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás.
El hijo dudó.
- ¿Y si me caigo?
- Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más
fuerte para el siguiente intento - contestó el padre.
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los
que había caminado toda su vida.
- ¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado... ¿Qué vas a buscar
volando? ¿Por qué no te dejas de tonterías? ¿Quién necesita volar?
- ¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡mira el golpe que me di! No soy
como tú. Mis alas sólo son de adorno.
- Hijo mío - dijo el padre - Para volar, hay que crear el espacio de aire
libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como para tirarse en
un paracaídas, necesitas cierta altura antes de saltar.
Para volar hay que empezar corriendo riesgos. Si no quieres, quizás lo mejor
sea resignarse y seguir caminando para siempre.
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En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los
colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban
permanentemente.
La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se
baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua…
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia,
ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien,
encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz
de la furia, en realidad… está escondida la tristeza.
Mi primo, mucho más chico que yo, tenía tres años. Yo tenía uno doce…
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Estábamos en el comedor de la casa de mi abuela. Mi primito vino corriendo
y se llevó la mesa pequeña por delante. Cayó sentado de culo en el piso llorando.
Tuve que recorrer un largo trecho para apartarme de los mensajes de las
tías del mundo.
Tengo que darme cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hago. Para
que las cosas que me pasan me pasen, yo tengo que hacer lo que hago. Y no digo que
puedo manejar todo lo que me pasa sino que soy responsable de lo que me pasa
porque en algo, aunque sea pequeño, he colaborado para que suceda. Yo no puedo
controlar la actitud de todos a mí alrededor pero puedo controlar la mía. Puedo
actuar libremente con lo que hago. Tendré que decidir qué hago. Con mis
limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con
todo eso, tendré que decidir cuál es la mejor manera de actuar. Y tendré que
actuar de esa mejor manera. Tendré que conocerme más para saber cuáles son mis
recursos.
Tendré que quererme tanto como para privilegiarme y saber que esta es mi
decisión. Y tendré, entonces, algo que viene con la autonomía y que es la otra cara
de la libertad: el coraje. Tendré el coraje de actuar como mi conciencia me dicta y
de pagar el precio. Tendré que ser libre aunque a tí no te guste. Y si no vas a
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quererme así como soy; y si te vas a ir de mi lado, así como soy; y si en la noche más
larga y más fría del invierno me vas a dejar solo y te vas a ir... cierra la puerta,
¿eh? porque entra viento. Cierra la puerta. Si esa es tu decisión, cierra la puerta.
No voy a pedirte que te quedes un minuto más de lo que tú quieras. Te digo: cierra
la puerta porque yo me quedo y hace frío. Y esta va a ser mi decisión. Esto me
transforma en una especie de ser inmanejable. Porque los independientes son
inmanejables. Porque a un independiente solamente lo manejas si él quiere. Esto
significa un paso muy importante en tu historia y en tu desarrollo, una manera
diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco
más a quien está a tu lado.
En otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles hacíamos el amor
invariablemente… Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor
igualmente… Por último los domingos hacíamos el amor religiosamente…
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no
iba a poder y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir y no sentía, o bien
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estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el
orgasmo.
O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío Esteban le
trajo de Wisconsin que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina,
y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos con sus sillas vienesas
y sus macetas de rosas esperando la eclosión de las cuatro de la tarde… así era
como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras
viejos recuerdos.
Y sobre todo, y por la simple razón de que yo lo quería así y ella también
hacíamos el amor voluntariamente.
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se
estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
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Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la
Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces
encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes
marchitarte en tu propia condena…
Galletitas-Jorge Bucay
A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la
ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente
una hora en llegar a la estación.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del
andén.
Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin
decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después
de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente.
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La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a
hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y
saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales
de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha
suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece
media a la señora.
El tren llega. Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al
arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y
piensa: " Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y
se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ¡Intacto!
En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después.
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Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son
los sueños secretos.
Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en
cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y
en los placeres, en los triunfos y en los fracasos.
Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las
semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas
que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo con un solo trazo nuestro
pasado y nuestro futuro.
Nada hay que temer,....una sabiduría interior nos acompaña... porque cada
semilla sabe.... cómo llegar a ser árbol.
- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas
para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy
torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro?. ¿Qué puedo
hacer para que me valoren más?
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yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda
ayudar.
- E... encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez
eradesvalorizado y sus necesidades postergadas-
- Bien -asintió el maestro-. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo
pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: Toma el
caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender
este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la
mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete
y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los
mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que
pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían,
otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la
molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a
cambio de un anillo.
¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría
habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir
entonces su consejo y su ayuda.
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- Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él
cerca de 70 monedas, pero no se… si la venta es urgente…
El zar era caprichoso, autoritario y cruel (como todos los que se enmarañan
por demasiado tiempo den el poder), así que, furioso por la ausencia del botón
mandó a buscar al sastre y ordenó que a la mañana siguiente fuera decapitado por
el hacha del verdugo.
Nadie contradecía al emperador de todas las Rusias, así que la guardia fue
hasta la casa del sastre y arrancándolo de entre los brazos de su familia lo llevó a
la mazmorra del palacio para esperar allí a su muerte.
- Pobre Zar.
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- ¡¡Los diamantes!! –creyó adivinar el carcelero-.
- ¿Qué es lo que más le importa al Zar en el mundo?
- ¡¡Ya sé!! Su oso.
- Eso, su oso.
- ¿Y?
- Mañana, cuando el verdugo termine conmigo, el zar perderá su única
oportunidad para conseguir que su oso hable.
- ¿Tú eres entrenador de osos?
- Un viejo secreto familiar… -dijo el sastre-. Pobre del Zar…
Deseoso de ganarse los favores del zar, el pobre guardia corrió a contarle al
soberano su descubrimiento: ¡¡El sastre sabía enseñar a hablar a los osos!!
- Bien, tu pena será suspendida por dos años, mientras tú entrenas al oso.
¡Mañana empezarás!
- Alteza - dijo el sastre - Si tú mandas al verdugo a ocuparse de mi
cabeza, mañana estaré muerto, y mi familia se las ingeniará para
sobrevivir. Pero si me conmutas la pena, ya no tendré tiempo para
dedicarme a tu oso... deberé trabajar de sastre para mantener a mi
familia…
- Eso no es problema - dijo el zar - A partir de hoy y durante dos años tú
y tu familia estarán bajo protección real. Serán vestidos alimentados y
educados con el dinero del zar y nada que necesiten o deseen les será
negado... Pero, eso sí... Si dentro de dos años el oso no habla... te
arrepentirás de haber pensado en esta propuesta... Rogarás haber sido
muerto por el verdugo... ¿Entiendes, verdad?
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- Si, alteza.
- Bien... Guardias!! - gritó el zar - Que lleven al sastre a su casa en el
carruaje de la corte, denle dos bolsas de oro, comida y regalos para sus
niños. ¡¡Ya!!, ¡¡fuera!!
... Cuando todos en la casa lloraban por la pérdida del padre de familia, el
sastre apareció en la casa en el carruaje del zar, sonriente, eufórico y con regalos
para todos.
- Estás LOCO - chilló la mujer - enseñar a hablar al oso del zar. Tú, que ni
siquiera has visto un oso de cerca. Estás loco. Enseñar a hablar a un oso…
Loco, estás loco…
- Calma mujer, calma. Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al
amanecer, ahora tengo dos años… en dos años pueden pasar tantas
cosas…
- En dos años... - siguió el sastre - se puede morir el zar... me puedo morir
yo... y lo más importante… ¡¡igual el oso empieza a hablar!!
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La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:
- No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin
embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último
aliento. No quisiera morir un segundo antes de que me llegue mi hora.
Horas y horas!
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote.
Había una vez una pata que había puesto cuatro huevos...
Mientras los empollaba, un zorro atacó el nido y la mató. Por alguna razón no
llegó a comerse los huevos antes de huir, pero estos quedaron abandonados en el
nido.
Una gallina clueca que pasó por allí, encontró el nido sin cuidados y su
instinto la hizo sentarse sobre los huevos para empollarlos.
Poco después nacieron los patitos y, como era lógico, tomaron a la gallina
como su madre y caminaron en fila tras ella.
Todas las mañanas después del canto del gallo, mamá gallina rascaba el pico
y los patos se esforzaban por imitarla. Cuando los patitos no conseguían arrancar
de la tierra un mísero gusano, la mamá sacaba para todos sus polluelos, partía cada
lombriz en pedazos y alimentaba a sus hijos en sus propios picos.
Un día, como otros, la gallina salió a pasear con su nidada por los
alrededores de la granja. Sus pollitos, disciplinadamente, la seguían en fila.
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Pero de pronto, al llegar al lago, los patitos de un salto se zambulleron con
naturalidad en la laguna, mientras la gallina cacareaba desesperada pidiéndoles que
salieran del agua.
Uno de los patitos que escuchó al gallo, se acercó a la orilla y les dijo:
Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con
inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio.
Al portero, le dijo:
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- A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar
una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran
día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y
qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa
planilla con los comentarios que usted crea convenientes.
No lo dejó terminar.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos
clavos oxidados y una tenaza mellada.
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¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.
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Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba
lo que necesitaban sus clientes.
Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una
vidriera, el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo.
Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego
fueron los clavos y los tornillos…
Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se
transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas.
El empresario más poderoso de la región.
Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases,
decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de lectoescritura,
las artes y loas oficios más prácticos de la época.
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Pobres ovejas – Jorge Bucay
Había una vez una familia de pastores. Tenían todas las ovejas juntas en su
solo corral. Las alimentaban, las cuidaban y las paseaban.
En general, esto bastaba para frenar los "aires de libertad" de las ovejas.
Un día nació una oveja diferente, digamos una oveja negra. Tenía espíritu
rebelde y animaba a sus compañeras a huir hacia la libertad de la pradera.
Las visitas del viejo pastor para convencer a las ovejas de los peligros
exteriores, debieron hacerse cada vez más frecuentes. No obstante, las ovejas
estaban inquietas y cada vez que se las sacaba del corral, daba más trabajo
reunirlas.
Los pastores no notaron nada hasta el amanecer, allí vieron el corral roto y
vacío.
Hubo una vez un rey a quien la vanidad había vuelto loco (la vanidad siempre
termina por volver loca a la gente).
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Ese rey mandó construir, en los jardines de su palacio, un templo y dentro
del templo hizo poner una gran estatua de sí mismo en posición de loto.
Un día decidió que una religión que tuviera un solo seguidor no era una gran
religión, así que pensó que debía tener más adoradores.
El intelectual dijo:
El sacerdote dijo:
Y se arrodilló.
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- Majestad, yo no me debo al pueblo, que en realidad la mayor parte de las
veces me corre a patadas de los umbrales de sus casas. Tampoco soy el
elegido de nadie, salvo de los pocos piojos que sobreviven en mi cabeza.
Yo no sé juzgar a nadie ni puedo santificar ninguna imagen; y en cuanto a
mi vida, no creo que sea un bien tan preciado como para hacer
ridiculeces para conservarla... Por lo tanto, señor, no encuentro ninguna
razón valedera para arrodillarme aquí...
Dicen que la respuesta del mendigo conmovió tanto al rey, que este se
iluminó y comenzó a revisar sus propias posturas.
Sólo por ello, cuenta la leyenda, el rey se curó y mandó reemplazar el templo
por una fuente y la estatua por enormes canteros con flores
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy
feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando
y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su
distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
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prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de
la mañana
- ¿Porqué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del círculo.
- ¿Fuera del círculo?
- Así es.
- ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
- ¿Y cómo salió?
- Nunca entró.
- ¿Qué círculo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará
solito.
- ¿Solito? ¿Pero el no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta.
- ¡Entonces no entrará!
- No lo podrá evitar.
- ¿Dices que el se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en
ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual Majestad; ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para
poder entender la estructura del círculo?
- Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa
de cuero con 99 monedas de oro, ni una mas ni una menos.
- ¡99! ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche…
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron
hasta los patios del palacio y se ocultaron, junto a la casa del paje
34
tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como
lo encontraste”.
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban, para ver lo que sucedía. El
sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar sonido metálico se
estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la
puerta.
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus
bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como
burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99
monedas de oro... sólo 99
35
un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si
trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce
años juntaría lo necesario.
Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno,
para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de
sacrificios llegaría a su moneda cien.
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le
ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las
puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
- Periodista: ¿De qué cosas tiene que hacerse cargo el hombre y de cuáles
la mujer?
- J.Bucay: Creo que hay que hacerse cargo de uno mismo. Si usted y yo
fuésemos pareja, yo tengo que hacerme cargo de mí, y quizás un ratito
de mi pareja, pero jamás de usted. Y usted tiene que hacerse cargo de
usted y quizás de nuestra pareja, pero nunca de mí. El día que
entendamos esto vamos a entender aquella vieja historia que dice así:
Una vez un guerrero indígena muy respetado y la hija de una mujer que
había sido matrona de la tribu, se enamoraron y se amaban profundamente, y
habían pensado en casarse, para lo cual tenían el permiso del cacique de la tribu.
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Pero antes de formalizar el casamiento fueron a ver al Brujo, un hombre
muy sabio y muy poderoso, que tenía elixires, y conjuros, y hierbas increíbles, para
saber si los astros estaban a su favor, si los Dioses los iban a proteger.
El brujo, les dijo que ellos eran buenos muchachos, jóvenes y que no había
ninguna razón para que los dioses se opongan.
Entonces ellos le dijeron que querían hacer algún conjuro que les diera la
formula para ser felices siempre…
Cuatro días después volvieron con el ave que se les había encomendado, y le
preguntaron al brujo:
37
El brujo preguntó a ambos:
Había una vez, un gurú que vivía con sus seguidores en Ashram en la India.
Una vez por día, al caer el sol, el gurú se reunía con sus discípulos y
predicaba.
Por eso, un día, el maestro tomó la decisión de que cinco minutos antes de
empezar cada charla, ataran al gato para que no interrumpiera.
El nuevo gurú mandó que consiguieran otro gato para poder atarlo.
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Lo que sucede es que, como siempre, de una pauta realmente útil en ciertas
circunstancias, se ha hecho una generalización absurda…
Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba
mucho sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él
necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como la
madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba
mirarse a un espejo que le dijera lo poderoso que era.
- Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que
nadie posee: Él conoce el futuro. (en aquel tiempo, alquimistas, filósofos,
pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente "magos").
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de
ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo
admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era
justo, ni ecuánime, ni mucho menos bondadoso.
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Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: La primera, deshacerse de
su enemigo para siempre; La segunda, demostrar que el mago no había podido
adelantarse al futuro, ya que se había equivocado en su predicción. Se acabaría, en
una noche, el mago y el mito de sus poderes…
- ¿Qué pasa mago? - dijo el rey sonriente - ¿No lo sabes?... ¿no es cierto
que puedes ver el futuro?
- No es eso - dijo el mago – pero aunque lo sé, no me animo a decírtelo.
- ¿Cómo que no te animas? - dijo el rey -... Yo soy tu soberano y te ordeno
que me lo digas. Debes darte cuenta que es muy importante para el reino
saber cuando perderemos a sus personajes más eminentes... Contéstame
pues, ¿Cuando morirá el mago del reino?
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en las adivinaciones,
pero lo cierto es que no se animó a matar al mago.
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Su odio había sido su peor consejero.
El mago era astuto, le había dado única respuesta que evitaría su muerte.
¿Habría leído su mente?
Estaba aturdido…
- Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta
noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre algunas
decisiones reales.
- ¡Majestad! Será un gran honor... - dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago
hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y custodiasen su puerta para que
nada pasara…
Y el mago, que era sabio, le dijo una respuesta correcta, creativa y justa.
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El mago - que gozaba de la libertad que solo conquistan los iluminados –
aceptó…
Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta
las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía para una nueva
consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de que los
consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi sin notarlo,
teniéndolos en cuenta en cada una de sus decisiones.
Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve al que no sabe, más sabio.
Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más justo. Ya no era
despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso, seguramente por
ello dejo de necesitar demostrar su poder.
El rey ya no iba a ver al mago investigando por su salud, iba realmente para
aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar.
Hasta que un día, a más de cuatro años de aquella cena, sin motivo el rey
recordó.
Recordó que este hombre a quien ahora consideraba su mejor amigo, había
sido su más odiado enemigo.
Y se dio cuenta de que no podía seguir manteniendo ese secreto sin sentirse
un hipócrita.
El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago. Golpeó la puerta y
apenas entró le dijo:
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- Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte,
yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte frente
a cualquier cosa que me dijeras, quería que tu muerte desmitificara tu
fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy tan
avergonzado... El rey suspiró profundamente y siguió.
- Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más
que amigos, hermanos, me aterra pensar lo que hubiese perdido si lo
hubiera hecho. Hoy he sentido que no puedo seguir ocultando mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies,
pero sin ocultamientos.
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No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del
mago a despegarse hasta de su permanencia en este mundo.
¿Qué coincidencia extraña había hecho que el rey le pudiera contar esto al
mago justo la noche anterior a su muerte?
Tal vez de alguna manera desconocida el mago había hecho que él pudiera
decirle esto para poder quitarle su fantasía de morirse un día después.
Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín,
bajo su ventana, una tumba para su amigo el mago.
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Quiero que me animes, sin empujarme.
Sin condiciones.
Sé que no fui perfecto contigo, pero fue mi vida, lo que me fue posible, por
eso quiero despedirte sin quedarme con culpas del pasado.
Sé que no fuiste perfecto, pero no te culpo por nada; fue tu vida, lo que te
fue posible, y no quiero vivir reprochándote culpas que ya no sientes.
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Me siento con ¡derecho! Y con ¡obligación! de seguir mi vida.
Mientras te digo todo esto, me parece imposible que te hayas ido y busco
inútilmente explicaciones.
Por ende, no hay que olvidar que un camino no es más que eso.
Todos los caminos son iguales, no llevan a ningún lado. Atraviesan la maleza,
se internan o van por debajo de ella.
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Situaciones críticas
Por supuesto que hay que ser cuidadosos en el tiempo de la carne viva. No
vaya a ocurrir que las heridas que se produzcan sean tan profundas que no puedan
cicatrizar.
Me respondió: "Primero hay que pararse, luego dar un paso hacia adelante...".
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Le dije: "Ibas a incluir todas las formas posibles, pero cometiste una
omisión, una importante omisión. Normalmente yo empiezo por dar el siguiente
ejemplo: 'Si quiero pasar de este cuarto a aquel otro, salgo por la puerta, tomo un
taxi hasta el aeropuerto, compro un pasaje a Chicago, Nueva York, Londres, Roma,
Atenas, Hong Kong, Honolulú, San Francisco, Chicago, Dallas, Phoenix, vuelo en una
limosina y entro por el patio de atrás, paso la puerta trasera, y de la habitación del
fondo paso a ese otro cuarto.' ¡Y tú sólo pensaste en ir hacia adelante! No se te
ocurrió ir hacia atrás, ¿no es cierto? Tampoco se te ocurrió gatear”.
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- Cada cual va a recibir una semilla. La plantará y la cuidará con su propia
mano en la tierra de su pueblo natal, y cuando venga la primavera, nos
reuniremos de nuevo aquí, cada cual con su planta crecida en una
maceta. Quien tenga la planta con la flor más hermosa, será quien ocupe
el Trono.
Muchachos y muchachas formaron filas ante cada integrante del Consejo,
que fue repartiendo a cada cual la semilla que tenía que plantar. Isabel tomó su
semilla y con mucho cuidado se la guardó y emprendió el camino de vuelta a casa.
Una vez en su pueblo, Isabel plantó la semilla en una maceta con la mejor
tierra de sus montañas y la regó. Los días pasaban, pero en esa maceta nada
aparecía. La regó y esperó, pero los meses pasaban y nada sucedía allí. Añadió
nueva tierra, la abonó y regó, la cambió de lugar, le cantó y animó, pero nada. No
brotaba nada. Isabel ya no sabía qué más hacer, y la semilla no respondía.
Cuando por fin llegó la primavera, ella sabía que era hora de realizar de
nuevo el largo viaje hacia el palacio real. Pero también sabía que no valía la pena ir,
porque de su maceta no había brotado ni una sola flor. Por una parte, se alegraba,
porque ella no tenía deseos de cambiar su vida sencilla por la de una Emperatriz.
Pero estaba a la vez con pena porque temía dejar en mal lugar a su pueblo natal.
Decidió consultar a su pueblo, mostrándole su maceta:
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¡Qué maravillosa escena había cuando llegó al gran Salón del Trono! Los
muchachos y muchachas estaban otra vez allí, frente al Consejo del Reino, pero
ahora con sus macetas repletas de hermosas flores. Si una flor era bella, la otra
aún lo era más.
El Consejo se desplazó por el salón para examinar las macetas, una a una, y
tomar su decisión. Cada integrante iba alabando a los muchachos y muchachas que
saludaba, por las hermosas flores de sus macetas. Así pasaron horas y horas en ese
gran salón resplandeciente de flores y de la emoción de los corazones juveniles con
la expectativa del trono.
Isabel levantó la vista para ver a quién habían elegido y vio que el Consejo
en pleno la rodeaba a ella, y en sus rostros brillaban sonrisas de afecto y dicha.
José María García Ríos del cuento "El emperador y las semillas de las flores"
Son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de si misma.
50
Vienen por medio de vosotros, pero no de vosotros y aunque vivan con
vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, más no vuestros pensamientos, pues ellos tienen
sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos mas no sus almas, Porque sus almas moran en la
casa del mañana, que ni aun en sueños os es dado visitar.
Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis hacerlos como
vosotros.
Vosotros sois el arco por medio del cual vuestros hijos son disparados como
flechas vivas.
Que el hecho pues de estar doblados en manos del arquero sea para vuestra
dicha, por que así como Él ama la flecha que dispara, ama también el arco que
permanece firma; por eso vosotros tuvisteis la oportunidad de vivir vuestra vida
y la libertad de amar y hacer tu vida.
Deja que tus hijos vuelen solos del nido cuando llegue la hora y no los
reclames para que vuelvan, ellos te querrán por siempre y tendrán también su nido
del cual algún día ellos solos quedaran, pero fue su nido y su vida, déjalos libres,
ámalos con libertad, no apagues su fuego de su hogar vive y deja vivir y ellos
siempre te querrán.
Cierto día, un cachorro, buscando refugio del sol, logró meterse por un
agujero en el portón de la residencia. Subió lentamente las viejas escaleras de
madera hasta que se topó con una puerta semi-abierta: y se adentró en el cuarto,
cautelosamente.
51
Con gran sorpresa, se dio cuenta que dentro de esa habitación había mil
perritos más observándolo tan fijamente como él a ellos, y vio asombrado que
todos los cachorros comenzaron a mover la cola, exactamente en el momento en
que él manifestó alegría.
Luego ladró festivamente a uno de ellos y el conjunto de canes le respondió
de manera orquestada, idéntica. Todos sonreían y ladraban como él.
Empezó a gruñir; y vio, maravillado, como los otros mil perritos hacían lo
mismo que él.
Cuando salió del cuarto pensó: "Que lugar tan horrible es este. Nunca
regresaré”.
Los rostros que observamos del mundo son espejos. Tu mirada es todo lo
que consigues obtener de la realidad. Cada percepción demuestra las posibilidades
de proyección y de captación que nos permitimos.
Sobre la pareja
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Nacisteis juntos, y juntos habréis de estar para siempre.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis que el amor sea una ligadura: dejad más
bien que sea cual un mar que se mueve entre las orillas de vuestras almas.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero dejad que cada uno se sienta
aparte, así como las cuerdas de un laúd se hallan separadas aunque vibren con la
misma música.
Entregaos el corazón, pero sin que por ellos dejéis de vigilarlo pues sólo la
mano de la Vida puede contener vuestros corazones.
Y estad unidos, aunque no demasiado juntos: porque las columnas del templo
se halla separadas, y el roble y el ciprés no crecen uno bajo la sombra del otro.
- ¿De dónde vienes que estás tan lúcido? ¿Qué comes para estar de tan
buen ánimo? Yo, que soy más fuerte, me muero de hambre.
- Igual fortuna tendrías que yo -respondió el perro simplemente-, si
quisieras prestar a mi amo los mismos servicios que yo le presto.
- ¿Qué servicios son estos? - pregunto el lobo.
- Guardar su puerta y defender de noche su casa contra los ladrones.
- Bien! estoy dispuesto; ahora sufro las lluvias y las nieves en los bosques
arrastrando una vida miserable. Cuánto más fácil me sería vivir bajo
techo y saciarme tranquilo con abundante comida!.
53
- Pues bien, -dijo el perro- ven conmigo.
Mientras caminaban, vio el lobo el cuello pelado del perro por causa de la
cadena.
- Dime, amigo - le dijo- ¿De dónde viene eso?
- No es nada.
- Dímelo, sin embargo, te lo suplico.
- Como les parezco demasiado inquieto -repuso el perro- me atan de día
para que duerma cuando hay luz y vigile cuando llega la noche. Al caer el
crepúsculo ando errante por donde me parece. Me traen el pan sin que yo
lo pida; el amo me da los huesos de su propia mesa; los criados me dan
los restos y las salsas que ya nadie quiere. De modo que, sin trabajo, se
llena mi barriga.
- Pero si deseas salir y marcharte donde quieras, ¿te lo permiten?
- No, eso no - dijo el perro.
- Pues entonces - contesto el lobo- goza tu de esos bienes, oh! perro;
porque yo no quisiera ser rey a condición de no ser libre.
El amor
El amor no es dependencia.
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Cuando el ojo está limpio, el resultado es la visión. Cuando el corazón está
limpio, el resultado es el amor.
Hablamos de lo que el amor no es y llegamos a la conclusión de que no
puede ser dicho lo que el amor es. No se puede decir.
El amor no es una relación. Es un estado del ser. El amor existía antes que
cualquier ser humano. Antes de que existieses, el amor ya existía.
Amar es como oír una sinfonía. Ser sensible a toda esa sinfonía significa
tener un corazón sensible a todos y a todo. ¿Puedes imaginar que una persona oiga
una sinfonía y sólo escuche los tambores? ¿Dar tanto valor a los tambores que los
otros instrumentos queden casi apagados? Un buen músico, que ama la música,
escucharía cada uno de aquellos instrumentos; él puede tener su instrumento
favorito, pero los escucha a todos.
Aprendizaje-Paulo Coelho
El padre la tomó en brazos, fue con ella hasta la orilla del mar y sin ningún
aviso la tiró dentro del agua.
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- Está buena- respondió.
- Entonces, de aquí en adelante, cuando quieras saber alguna cosa,
zambúllete en ella.
Ya vendieron el piano-Poldy Bird
Los vi desde la ventanilla del tren y saqué medio cuerpo fuera para
llamarlos. Papá tomó a mamá por un brazo y prácticamente la arrastró hasta llegar
frente a mí. Yo miraba, asombrado, cómo había aumentado el volumen de su vientre
desde que me marchara un mes atrás y Margarita, mi prima, que se había peinado
unas veinte veces durante el viaje, me tiró de la camisa gritándome que le ayudara
con el bolso.
Mamá dijo todo esto, casi sin respirar, y Margarita le contestó de un tirón
que yo me porté como un hombrecito, la tía Carmen encantada de tenerme allá, el
tío Miguel todavía en cama y tenía para rato porque el médico le había ordenado
reposo absoluto durante un mes más por lo menos.
56
No me contestaron y no repetí la pregunta. Nadie comió esa noche.
Me daba rabia ver cómo te iban sacando de la casa que era tuya, que tú
mismo mandaste construir; que se llenaba con tus rezongos cuando ponían alto el
televisor y cuando te negabas a tomar los remedios que te recetó el médico, y
cuando peleabas con mamá porque a ella le daba nauseas el olor del tabaco de tu
pipa (ella la tiró a la basura, pero yo la recogí y la tengo guardada en la caja de los
soldados de plástico).
Te extraño, abuelo. Aunque me tirabas del pelo cuando hacía ruido para
tomar la sopa y te quedabas dormido mientras jugábamos a las cartas.
Tengo ganas de verte, pero no sé dónde. Aquí en casa no, abuelo. Mejor no
porque si vinieras sería un verdadero problema, no sabrían dónde meterte. No hay
lugar para tí en casa. Se armaría un lío. Además, ya vendieron el piano.
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- ¿A qué animal dio el cielo los dones que me ha dado? Soy de agua, tierra
y aire; cuando de andar me canso, si se me antoja, vuelo; si se me antoja,
nado.
- No hay que ser tan arrogante señor pato, pues ni anda como el ciervo, ni
vuela como el halcón, ni nada como el pez; y así tenga sabido que lo
importante y raro no es entender de todo, sino ser diestro en algo.
Y cerró los ojos para siempre. Durante muchos meses, Hitoshi evitó
aproximarse a otras mujeres, pero el destino continuó irónico, y él descubrió un
nuevo amor.
Hitoshi ya no podía dormir, así que fue a buscar al maestro zen Bashó.
58
- ¡Ella sabe todo, hasta los menores detalles! Y ya está acabando con mi
noviazgo, porque no consigo dormir y en los momentos de intimidad con
mi amada me siento muy inhibido.
- Vamos a alejar este fantasma - garantizó Bashó.
- Eres un fantasma tan sabio, que haremos un trato. Como me vigilas todo
el tiempo, te voy a preguntar algo que hice hoy: si aciertas abandono a mi
novia y nunca más tendré mujer. Si te equivocas, has de prometer que no
volverás a aparecer, so pena de ser condenado por los dioses a vagar
para siempre en la oscuridad.
- De acuerdo - respondió el fantasma, confiada.
- Esta tarde estaba en el almacén y en un determinado momento cogí un
puñado de granos de trigo de dentro de un saco.
- Sí, lo vi - dijo el fantasma.
- La pregunta es la siguiente: ¿cuántos granos de trigo tenía en mi mano?
Dos días después Hitoshi fue hasta la casa del maestro zen.
"En primer lugar, aquel espíritu volvía siempre porque tenías miedo. Si
quieres alejar una maldición, no le des la menor importancia”.
"Y, finalmente: nadie que realmente te amara te obligaría a hacer ese tipo
de promesa. Si quieres entender el amor, aprende la libertad”.
Arreglar el mundo
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la interrupción, intentó hacer que el hijo fuera a jugar a otro sitio. Viendo que
sería imposible sacarlo de allí, el padre procuró algo para darle al hijo, con el
objetivo de distraer su atención... De repente tomó un mapa del mundo de una
revista, y, con una tijera, recortó el mapa país por país a modo de puzzle en varios
pedazos. Cogió también un rollo de cinta adhesiva, y se lo entregó todo al hijo
diciendo:
- -¿A ti te gustan los rompecabezas?. Entonces voy a darte algo para que
te entretengas, aquí tienes el mundo todo roto. A ver si puedes
arreglarlo bien, pero hazlo tu solito.
Calculó que al niño le llevaría días para recomponer el mapa. Algunas horas
después, oyó la voz del hijo que le llamaba calmamente:
- Papá, papá, ya lo he hecho. He conseguido terminar todo.
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del hijo. Sería imposible a
su edad haber conseguido recomponer un mapa que jamás había visto. Entonces, el
científico levantó los ojos de sus anotaciones, seguro que vería un trabajo digno de
un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en sus sitios. ¿Cómo sería posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
El Amor y la Locura
Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades del
hombre.
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El entusiasmo bailó secundado por la euforia y la alegría dio tantos saltos
que terminó de convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le
interesaba nada.
Pero solo el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de
cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas, y cuando
se iba a dar por vencida divisó un rosal, tomó una horquilla y comenzó a mover las
61
ramas, cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido
los ojos del amor. La locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó,
imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
La llave de la felicidad
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El ser humano juega al escondite consigo mismo y no se decide investigar en
su naturaleza interior. Busca la felicidad en el exterior, donde todo es fortuito, y
nada permanece estable. En la vida cotidiana se alternan lo agradable y lo
desagradable, el placer y el dolor, pero no puede encontrarse felicidad permanente
en lo que es transitorio e inestable. La felicidad como un estado más permanente
solo puede encontrarse en uno mismo y representa un estado de sosiego, contento,
ecuanimidad y visión esclarecida.
El buscador
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- No ningún familiar - dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué
cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos
enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre
esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?.
- Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí
tenemos una vieja costumbre.
- Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una
libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición
entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta
intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que
fue lo disfrutado., a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. Conoció a
su novia y se enamoró de ella, ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y
el placer de conocerla?. ¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?. Y
después. la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio
del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? . ¿Y el embarazo o el nacimiento del
primer hijo?, ¿Y el casamiento de los amigos.?, ¿Y el viaje más deseado.?,
¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano.?¿Cuánto
duró el disfrutar de estas situaciones?. ¿horas?, ¿días?
- Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se
muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo
disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para
nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.
Al principio de la Creación, los hombres y las mujeres no eran como son hoy;
había un solo ser, que era bajo, con un cuerpo y un cuello pero cuya cabeza tenía
dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen
pegadas por la espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas y cuatro brazos
Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos, y vieron que una criatura que
tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuestas estaban siempre vigilantes
y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigían tanto esfuerzo para
permanecer de pie o andar durante largos períodos. Y lo que era más peligroso: la
criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir
reproduciéndose en la tierra.
Entonces dijo Zeus, el supremo señor del Olimpo: “Tengo un plan para que
estos mortales pierdan su fuerza”.
64
Y, con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creó al hombre y a la mujer.
Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó
a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida,
abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de
evitar la traición, la resistencia para andar largos períodos y soportar el trabajo
agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo
llamamos sexo.
Que en esa unión, el hombre sea mujer, que la mujer sea hombre, que el
orgasmo no sea el final en si mismo, sino el principio de dicha unión, que sean uno
sólo.
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Me levanto una mañana, salgo de mi casa, hay un pozo en la vereda, no lo veo,
y me caigo en él.
Quinto día, salgo de mi casa, recuerdo que tengo que tener presente el pozo
en la vereda y camino mirando el piso, y lo veo, y a pesar de verlo caigo en él.
Séptimo día, salgo de mi casa, veo el pozo, tomo carrera, salto, rozo con las
puntas de mis pies el borde del otro lado, pero no es suficiente y, caigo en él.
Octavo día, salgo de mi casa, veo el pozo, tomo carrerilla, salto, ¡llego al otro
lado!. Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido, que lo festejo dando saltos de
alegría... Y al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.
Noveno día, salgo de mi casa, veo el pozo, tomo carrera, salto, y sigo mi
camino.
Décimo día, me doy cuenta recién hoy, que es más cómodo caminar por la
vereda de enfrente.
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exclusivamente para mi, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento,
la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más, entonces
miro por la ventana y veo el “paisaje”: por un lado el frente de mi casa, por el otro
el frente de la casa de mi vecino... y digo: “Que fantástico este regalo, que bien que
lindo...” y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.
De eso ando quejándome en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice,
como adivinándome:
Yo pongo cara de ¿qué le falta? mientras miro las alfombras y los tapizados.
- ¡¡Eaaaaa!!
Son los caballos que me conducen por caminos terribles; cogen todos los
baches, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.
Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy
peligroso.
En ese momento, veo a mi vecino que pasa por allí cerca, en su coche. Lo
insulto y él me grita:
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- ¡Te falta el cochero!
- ¡Ah! digo yo.
Con gran dificultad y con su ayuda, freno los caballos y decido contratar a
un cochero. A los pocos días asume las funciones.
Hay que saber que cada uno de nosotros es por lo menos los tres personajes
que intervienen allí.
68
La armonía deberás construirla con todas estas partes, cuidando de no
dejar de ocuparte de ninguno de estos tres protagonistas.
Dejar que tu cuerpo sea llevado solo por tus impulsos, tus afectos o tus
pasiones puede ser y es sumamente peligroso, es decir: necesitas de tu cabeza
para ejercer cierto orden en tu vida.
Recién cuando puedo incorporar esto, cuando sé que soy mi cuerpo, mi dolor
de cabeza y mi sensación de apetito, que soy mis ganas y mis deseos y mis
instintos; que soy además mis reflexiones y mi mente pensante y mis
experiencias... recién es ese momento estoy en condiciones de empezar, equipado,
este camino, que es el que hoy decido para mi.
En la selva vivían tres leones. Un día el mono, el representante electo por los
animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión:
- Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero hay
una gran duda en la selva: existen tres leones y los tres son muy fuertes.
- ¿A cual de ellos debemos rendir obediencia?. ¿Cuál de ellos deberá ser
nuestro rey?
69
- Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que
Uds. tres van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima
será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la mas alta de toda
la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para
asistir la gran escalada.
El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado.
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De Jorge Bucal, Libro: “El Camino De La Autodependencia”
La Ventana
El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que
su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades, colores del
mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes
jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes
enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris.
Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista
de la línea de la ciudad.
Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado
a la cama al lado de la ventana.
71
El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su
compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.
La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni
la pared, y le indicó: “Quizás sólo quería animarle a usted”.
Epilogo:
Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la
propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad cuando
se comparte, es doble. Si quiere sentirse rico, sólo cuente las cosas que tiene y que
el dinero no puede comprar.
La aguja
Encorvada, daba vueltas de aquí para allá, explorando en el suelo. Era noche
avanzada y un hombre pasaba por allí de vuelta a su casa. Vio a la mujer que había
empezado a llorar desconsoladamente.
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Un cuento árabe sobre la amistad
El anciano le pregunta:
Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al
anciano, preguntó:
- “Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no
encontró nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar
otra cosa aquí”
- Aquél que encontró amigos allá, podrá encontrar amigos acá.
73
El tallador de lápidas
Un hombre que cortaba y tallaba rocas para hacer lápidas, se sentía infeliz
con su trabajo y pensaba que le gustaría ser otra persona y tener una posición
social distinta.
Para gran sorpresa suya, el deseo le fue concedido y de este modo se halló
pronto convertido en un poderoso comerciante, disponiendo de más lujo y más
poder de los que nunca había podido soñar. Al mismo tiempo era también envidiado
y despreciado por los pobres y tenía igualmente más enemigos de los que nunca
soñó.
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Pero aunque el viento podía arrancar árboles de raíz y destruir pueblos
enteros, nada podía contra una gran roca que había allí cerca. La roca se levantaba
imponente, resistiendo inmóvil y tranquila a la fuerza del viento. “¡Que potente es
esa roca!” –pensó- “¡como me gustaría ser tan poderosa como ella!
El secreto de la felicidad
Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para
que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven que anduvo cuarenta días por el
desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía
el sabio que buscaba.
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¿Qué tal? – preguntó el sabio-. ¿Vistes los tapices de Persia que hay en mi
comedor?, ¿vistes el jardín que el Maestro de los jardineros tardó diez años en
crear?, ¿reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?.
- Pero donde están las dos gotas de aceite que te confié –preguntó el
sabio-.
- Pues este es el único consejo que puedo darte –le dijo el más sabio de los
sabios:
- El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo,
pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.
El florero de porcelana
El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la
honra de trabajar directamente a su lado.
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Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los
diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.
¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma.
Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el
"problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los
alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
No huyas de él... No lo escondas ... ¡ Acaba con él.!. Porque corres el riesgo
de permanecer con él, el resto de tu vida.
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te hiere y te impide tomar un curso diferente en tu vida. El pasado sirve como
lección, como experiencia, como referencia. El pasado sirve para ser recordado y
no para ser revivido. Usa las experiencias del pasado en el presente, para
construir tu futuro. Necesariamente en ese orden!
El barquero inculto
Pasados unos minutos, la barca se deslizo junto a unas exóticas plantas que
flotaban en las aguas del río. El joven pregunto al barquero:
- Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas.
¿Sabes por cierto, algo de la naturaleza del agua?
- No señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.
- -¡Oh, amigo! exclamó el joven-. De verdad que has perdido las tres
cuartas partes de tu vida.
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El perro vagabundo
Era un perro vagabundo que se encontró con un hueso muy viejo, pelado y
totalmente seco. Entusiasmado comenzó a roerlo y entonces una de las esquirlas le
hizo una herida en la boca, de la que comenzó a manar abundante sangre. El perro
degustando su propia sangre, se creía que era un hueso reciente y que le estaba
sacando una provechosa sustancia. Roía y roía el hueso, sintiéndose muy feliz por el
revitalizante y sabroso jugo que estaba extrayendo del hueso y pensando que se
estaba nutriendo convenientemente.
La excursión
- Está todo tan oscuro que me resulta imposible saber si ha salido el Sol.
- ¡Pero serás estúpido! –protestó el otro hombre-. ¿Es que no puedes
encender la linterna para ver si ha salido o no?
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Las tres rejas
- Vamos a ver- dijo el monarca-. Quiero que cada uno me hagáis saber en
qué sois los mejores expertos. Tú mismo –agregó dirigiéndose a uno de
los hombres-, ¿por qué destacas?
- Nada especial- dijo el joven, humildemente- sucede tan solo que cuando
se pierde algo, puedo intuir dónde encontrarlo. Poca cosa, majestad.
- ¿Y tú? –preguntó el monarca a otro de los hombres.
- Mirando despectivamente al joven que ya había expresado su capacidad,
dijo con arrogancia: Soy un arquero fabuloso. El mejor arquero, señor,
porque puedo apuntar a cualquier cosa, por lejana que esté, y mi flecha
se clavará certeramente en ella.
- ¿Y tú? – preguntó el monarca al tercer hombre.
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- Yo tengo una capacidad muy especial, majestad, muy especial –dijo muy
ufano de si mismo-, y no es que pretenda subestimar las cualidades de
mis compañeros. Soy un escultor tan perfecto que puedo tallar caballos
en madera y lograr que cobren vida y puedan galopar hacia cualquier
sitio.
- ¡OH, padre, no sé! Déjame que lo piense esta noche y mañana te daré mi
decisión.
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- Estos tres hombres me han salvado la vida. Uno ha sabido donde estaba
secuestrada; otro ha dado vida a un rápido corcel para llegar al reino de
los espíritus, y el otro, con su excepcional habilidad de arquero, ha
matado al monarca de los espíritus. Los tres tienen gran mérito, pero
hay uno de ellos que tiene un mérito extra y es con quien me desposaré.
Elijo al joven que intuye dónde están las cosas que se pierden.
- ¿Por qué?- preguntaron casi al unísono el monarca y los otros dos
pretendientes intrigados.
- Porque el hombre que elijo para marido, padre –repuso la princesa-, tiene
el mérito extra de ser humilde.
A menudo las mejores habilidades del ser humano quedan mancilladas por el
exceso de ego y vanidad. Una persona con talento y humilde de corazón, tiene
doble talento y, además, no es sierva de su codicioso, arrogante e ilimitado ego.
- ¿Qué quieres
El emperador le respondió:
Y el mendigo le dijo:
- Te daré cualquier cosa que pidas. Soy una persona muy poderosa, y
extremadamente rica... ¿qué puedes tú desear que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo:
- Es un deseo muy simple... ¿ves esta bolsa que llevo conmigo?... ¿puedes
llenarla con algo valioso?
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- Por supuesto - dijo el emperador-.
Diamantes, perlas, esmeraldas... uno a uno los tesoros del emperador iban
ingresando en la bolsa, la cual no parecía tener fondo.
- Has ganado tú, pero antes que te vayas, satisface mi curiosidad: ¿cuál es
el secreto de tu bolsa?
El mendigo le dijo:
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El coche está en el garaje, pero ya no excita de la misma manera. Lo que
excitaba era conseguirlo... o lo que es lo mismo, emborracharse con el deseo hasta
olvidarse que el vacío se sitúa en el interior de uno.
De nuevo se siente ese vacío. Y se tiene que crear un nuevo deseo para
escapar de esa sensación, esa ansiedad, ese vacío.
Se cuenta que una vez en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de
visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de esas tiendas era una en
donde vendían vajillas antiguas.
- “¿Me permite ver esa taza?” Preguntó la señora, “¡nunca he visto nada
tan fino como eso!”
En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar.
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detente...” le gritaba yo a mi amo; pero él solo movía la cabeza haciendo
un gesto negativo y decía: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...”
- Al fin mi amo dejó de pintarme; pero, esta vez me tomó y me metió
nuevamente en otro horno... No era un horno como el primero; sino que
era mucho más caliente.
- Ahora sí estaba segura que me sofocaría... Le rogué, y le imploré a mi
amo que me sacara... Grité, lloré; pero mi creador sólo me miraba
diciendo “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.
- En ese momento me di cuenta que no había esperanza... Nunca lograría
sobrevivir a ese horno... Justo cuando estaba a punto de darme por
vencida se abrió la puerta y mi amo me tomó cariñosamente y me puso en
una repisa que era aun más alta que la primera. Allí me dejó un momento
para que me refrescara.
- Después de una hora de haber salido del segundo horno, mi amo me dio
un espejo y me dijo: “Mírate” “¡Esta eres tú!”.
- ¡Yo no podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo! Lo que veía era hermoso. Mi
amo nuevamente me dijo:
- “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos; pero
si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado. Sé que te causó
mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto
allí, seguramente te hubieras estrellado”.
- “También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias,
pero de no haberte pintado tu vida no tendría color. Y si no te hubiera
puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo,
porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras”.
- ¡”Ahora tú eres un producto terminado!” “¡Eres lo que imaginé cuando te
comencé a formar”.
Decidió presentarse:
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El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado
escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
- ¿Qué es esto?
- Un corcho señor… -gritaron los alumnos sorprendidos.
- Bien, ¿De dónde sale el corcho?
- De la botella señor. Lo coloca una máquina…, del alcornoque, de un árbol
…. de la madera…, - respondían animosos los niños-.
- ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el docente-.
- Sillas…, una mesa…, un barco…
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja?, ¿quién hace un mapa en la
pizarra y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito?. Escriban
a qué provincia española pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más
cercano?, ¿a qué país corresponde?, ¿qué poeta conocen que allí nació?,
¿qué produce esta región?, ¿alguien recuerda una canción de este lugar?.
Todos somos alumnos en esta gran escuela que es la vida, y sin embargo
usamos poco la imaginación, entonces vivimos a medias, buscando estímulos en
cosas o lugares que solo nos ayudan a perder el tiempo pero que pocas veces nos
hacen crecer o nos iluminan…
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Debemos darle paso a nuestra creatividad y dejar que nuestra imaginación
despierte y nos dé las respuestas… Imaginar… Imaginar… es algo así como soñar
despierto, es transformar con la mente todo aquello que nos parece que no puede
modificarse…
La vida nos regala todos los días pequeños instantes en donde somos sus
grandes artistas, sin embargo muchos solo se quejan, se aburren, o solo esperan
que otros den sentido a sus días…
En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las
personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara, y escucha a los demás,
incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia. Esquiva a las
personas ruidosas y agresivas, pues son un fastidio para el espíritu. Si te comparas
con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas mas
grandes y mas pequeñas que tu. Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes.
Acata dócilmente el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas
de la juventud. Cultiva la firmeza del espíritu, para que te proteja en las
adversidades repentinas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Sobre
una sana disciplina, se benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo, no menos que las plantas y las estrellas,
tienes derecho a existir, y sea que te resulte claro o no, indudablemente el
universo marcha como debiera. Por eso, debes estar en paz con Dios, cualquiera que
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sea tu idea de El, y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz
con tu alma, en la bulliciosa confusión de la vida.
Experimento científico
2. Cuelgas una banana del techo y pones una escalera para poder alcanzarla,
asegurándote que no exista ningún otro modo de alcanzar la banana que no
sea subiendo por la escalera.
3. Instalas un sistema que haga caer una lluvia de agua helada en toda la
habitación desde el techo cuando uno empiece a subir la escalera.
6. Reemplazar ahora uno de los viejos monos por otro nuevo. Entonces será
molido a palos también y el mono introducido justo antes que este será el
que más fuerte le pegue.
8. Ahora ninguno intentará subir la escalera, y más aún, si por cualquier razón
a alguno se le ocurre pensarlo, este será masacrado por el resto de los
monos. Y lo peor es que ninguno de los monos tendrá la menor idea del
porqué de la cosa.
El tren de la vida
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La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y
desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos
embarques, y profundas tristezas en otros.
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las
cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres.
Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son tan queridos se
acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga hacer el
trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje,
recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos, pero
lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona
ocupando el asiento.
Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia. Creo que sí.
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Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso.
Dejar que mis hijos sigan solitos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de
que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de
verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera
y se hiciera valioso.
Hagamos que nuestra estancia en este tren sea tranquila, que haya valido la
pena.
Nada existe
- “Si nada existe -inquirió Dokuon- ¿de donde viene esa furia?”
Siempre te criticarán
Había una vez, hace muchos años, un matrimonio con un hijo de doce años y
un burro. Decidieron viajar, trabajar, y conocer mundo. Así, se fueron los tres con
su burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba.
- ¡Mira ese chico mal educado!. ¡Él encima del burro y los pobres padres,
ya mayores, llevándolo a las riendas!
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El esposo, bajó al niño del burro y se subió él.
- ¡Mira que sinvergüenza ese tipo! ¡Deja que la criatura y la pobre mujer
tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima!
- ¡Son unas bestias, más bestias que el burro que les lleva, van a partirle la
columna!
Pero al pasar por el pueblo siguiente, no podían creer lo que las voces decían
sonrientes:
- Mira a esos tres idiotas, caminan cuando tienen un burro que podría
llevarlos.
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le
resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se
daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un
problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las
tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la
última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó
impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
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A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las
colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el
café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo:
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que
estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de
sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella
sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua
hirviendo, habían cambiado al agua.
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Si abrigas un bello pensamiento no te quedes con él, manifiéstalo.
¡Sé sincero!
¡Sé bondadoso!
y...
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Para labios atractivos: habla con palabras amables.
Para un cabello hermoso: deja que un niño pase sus dedos a través de ellos
una vez al día.
Para el porte: camina con el conocimiento de que nunca caminarás sola. las
personas, aun más que las cosas, tienen que ser reafirmadas, renovadas,
revitalizadas, reclamadas, y redimidas; nunca pases por encima de nadie.
A medida que envejeces, descubrirás que tienes dos manos, una para
ayudarte, la otra para ayudar a los demás.
La belleza de una mujer no está en las ropas que usa, la figura que ella tiene,
o la forma que peina su pelo.
La belleza de una mujer debe verse en el interior de sus ojos, porque esa es
la puerta al corazón, el lugar donde habita el amor.
Es el cuidado que amorosamente da, la pasión que ella muestra, ¡la belleza de
una mujer solo crece con el pasar de los años!
Cachorros en venta
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atrás. El niño inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba y preguntó
que le pasaba.
Sonrió y dijo: "Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos
cachorritos tenga un dueño como tú".
Tenemos más títulos pero menos sentido común; más conocimiento, pero
menos criterio; más expertos pero más problemas. Hemos multiplicado nuestras
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posesiones, pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos mucho, amamos poco,
odiamos demasiado.
Son días de casas más lindas pero hogares rotos. No guardes nada para una
ocasión especial. Cada día, es una ocasión especial.
Piensa que "un día de estos…" puede estar muy lejano o puede no llegar
nunca. Trabaja como si no necesitaras el dinero. Ama como si nunca te hubieran
herido. Baila como si nadie te estuviera mirando.
Incongruencia
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Todas las preguntas que se suscitaron aquel día en la reunión pública
estaban referidas a la vida más allá de la muerte.
Cuando, más tarde, los discípulos le preguntaron por qué se había mostrado
tan evasivo, él replicó:
- "¿No habéis observado que los que no saben qué hacer con esta vida son
precisamente los que más desean otra vida que dure eternamente?”.
- "Pero ¿hay vida después de la muerte o no la hay?" - insistió un discípulo.
- "¿Hay vida antes de la muerte? ¡Esta es la cuestión!"- Replico
enigmáticamente el Maestro.
Volviéndose hacia mi, dijo: "'No guardes nada para una ocasión especial,
cada día que vives es una ocasión especial". Todavía estoy pensando en esas
palabras... y han cambiado mi vida. Ahora estoy leyendo más y limpiando menos. Me
siento en la terraza y admiro la vista sin fijarme en las malas hierbas del jardín.
Paso más tiempo con mi familia y amigos y menos tiempo en el trabajo.
Ya no guardo nada. Uso mis copas de cristal todos los días. Me pongo mi
abrigo nuevo para ir al supermercado, si así lo decido y me da la gana.
Ya no guardo mi mejor perfume para fiestas especiales, lo uso cada vez que
me apetece hacerlo.
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No estoy seguro de lo que habría hecho la esposa de mi amigo si hubiera
sabido que no estaría aquí para el mañana que todos tomamos tan a la ligera.
Son esas pequeñas cosas que he dejado sin hacer las que me harían enojar si
supiera que mis horas están limitadas. Enojado porque dejé de ver a buenos amigos
con quienes me iba a poner en contacto "algún día". Enojado porque no escribí
ciertas cartas que pensaba escribir "uno de estos días". Enojado y triste porque no
le dije a mis hermanos y a mis hijos con suficiente frecuencia, cuanto los amo.
El Carpintero
- "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted
requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser
de ayuda en eso".
- "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted. Mire
al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho
es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera
entre nosotros y el tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para
que quedara entre nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para
enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de
desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca,
una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más”.
98
El carpintero le dijo:
El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No
había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente -¡un puente que unía
las dos granjas a través del arroyo!- Era una fina pieza de arte, con todo y
pasamanos.
- "¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de
lo que he hecho y dicho!".
El juicio
En una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes envidiaban
porque poseía un hermoso caballo blanco.
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Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el
pueblo se reunió diciendo:
La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco
loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado,
se había escapado. Y no solo eso sino que trajo consigo una docena de caballos
salvajes.
- "Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte.".
- "De nuevo estáis yendo demasiado lejos" - dijo el viejo- Decid solo que el
caballo ha vuelto... ¿quien sabe si es una suerte o no? Es sólo un
fragmento. Estáis leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo
podéis juzgar el libro entero?".
Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero por dentro sabían que
estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos…
El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más
tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y
a juzgar:
- "De nuevo tuviste razón" – dijeron -. “Era una desgracia. Tu único hijo ha
perdido el uso de sus piernas y a tu edad el era tu único sostén. Ahora
estás más pobre que nunca”.
- "Estáis obsesionados con juzgar" - dijo el viejo". “No vayáis tan lejos,
sólo decid que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una
desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos y nunca se nos da
más que esto”.
Sucedió que pocas semanas después el país entró en guerra y todos los
jóvenes del pueblo eran llevados por la fuerza al ejército. Sólo se salvó el hijo del
viejo porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una
guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían.
- "Tenías razón viejo era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está
contigo. Los nuestros se han ido para siempre".
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- "Seguís juzgando- dijo el viejo. Nadie sabe. Sólo decid que vuestros
hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido
obligado. Solo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda".
Empuja la vaquita
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y
tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas sin calzado.
- "amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de
leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos
por otros alimentos en la ciudad vecina y con la otra parte producimos
queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos
sobreviviendo."
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Así que empujo la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena
quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un bello día el joven agobiado por la culpa resolvió abandonar todo lo que
había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón
y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy
bonito, con árboles floridos, todo habitado, con un carro en el garaje de tremenda
casa y algunos niños jugando en el jardín.
El joven preguntó por la familia que vivía allí hacía unos cuatro años. El señor
respondió que seguían viviendo allí. Espantado el joven entró corriendo a la casa y
confirmo que era la misma familia que visitó hacía algunos años con el maestro.
Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaquita):
- "nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió; de ahí
en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar
otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito
que usted está viendo ahora."
Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica
para nuestra supervivencia la cual es una convivencia con la rutina. Nos hace
dependientes y el mundo se reduce a lo que la vaquita nos brinda.
Uno de los viajes que más recordaba era su corta visita al País de las
Cucharas Largas. Había llegado a la frontera por casualidad: en el camino de
Uvilandia a Parais, había un pequeño desvío hacia el mencionado país; y explorador
como era, tomó el desvío. El sinuoso camino terminaba en una sola casa enorme. Al
acercarse, notó que la mansión parecía dividida en dos pabellones: un ala Oeste y un
ala Este. Aparcó el coche y se acercó a la casa. En la puerta, un cartel anunciaba:
102
“PAÍS DE LAS CUCHARAS LARGAS”. “ESTE PEQUEÑO PAÍS CONSTA
SÓLO DE DOS HABITACIONES LLAMADAS NEGRA Y BLANCA. PARA
RECORRERLO, DEBE AVANZAR POR EL PASILLO HASTA QUE ESTE SE DIVIDE
Y DOBLAR A LA DERECHA SI QUIERE VISITAR LA HABITACION NEGRA, O A
LA IZQUIERDA SI LO QUE QUIERE ES VISITAR LA HABITACION BLANCA”.
103
- Empleado: Así es. Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?.
- Cliente: Estuve revisando mi equipo y encontré un sistema que se llama
AMOR pero no funciona. ¿Me puedes ayudar con eso?.
- Empleado: Claro que sí. Pero yo no puedo instalárselo; tendrá que
instalarlo usted mismo, yo lo oriento por teléfono, ¿le parece?.
- Cliente: Sí, puedo intentarlo. No sé mucho de estas cosas, pero creo que
estoy listo para instalarlo ahora. ¿Por dónde empiezo?.
- Empleado: El primer paso es abrir tu CORAZON. ¿Ya lo localizaste?.
- Cliente: Sí, ya. Pero hay varios programas ejecutándose en este momento
¿No hay problema para instalar mientras siguen ejecutándose?.
- Empleado: ¿Cuáles son esos programas?.
- Cliente: Déjame ver... Tengo DOLORPASADO.EXE, BAJAESTIMA.EXE,
CORAJE.EXE y RESENTIMIENTO.COM ejecutándose en este momento.
- Empleado: No hay problema. AMOR borrará automáticamente
DOLORPASADO.EXE de tu sistema operativo actual. Puede que se quede
grabado en tu memoria permanente, pero ya no afectará otros
programas. AMOR eventualmente reemplazará BAJAESTIMA.EXE con
un módulo propietario del sistema llamado ALTAESTIMA.EXE. Sin
embargo, tienes que apagar completamente los programas CORAJE.EXE
y RESENTIMIENTO.COM. Estos programas evitan que AMOR se instale
adecuadamente. ¿Los puedes apagar?
- Cliente: No se cómo apagarlos. ¿Me puedes decir cómo?
- Empleado: Con gusto. Ve al menú INICIO e invoca PERDON.EXE.
Ejecútalo tantas veces como sea necesario hasta que CORAJE.EXE y
RESENTIMIENTO.COM hayan sido borrados completamente.
- Cliente: Ok... listo. AMOR ha empezado a instalarse automáticamente.
¿Es esto normal?.
- Empleado: Si. En breve recibirás un mensaje que dice que AMOR estará
activo mientras CORAZON esté vigente. ¿Puedes ver ese mensaje?
- Cliente: Si, si lo veo. ¿Ya se terminó la instalación?
- Empleado: Si, pero recuerda que sólo tienes el programa base. Necesitas
empezar a conectarte con otros CORAZONES para poder recibir
actualizaciones.
- Cliente: Oh, oh... Ya me apareció un mensaje de error. ¿Qué hago?
- Empleado: ¿Qué dice el mensaje de error?
- Cliente: Dice "ERROR 412 - PROGRAMA NO ACTIVO EN
COMPONENTES INTERNOS". ¿Qué significa eso?
- Empleado: No te preocupes, ese es un problema común. Significa que
AMOR está configurado para ejecutarse en CORAZONES externos,
pero no ha sido ejecutado en tu CORAZON. Es una de esas cosas
técnicas complicadas de la programación, pero en términos no técnicos
significa que tienes que "AMAR" tu propio equipo antes de poder
"AMAR" a otros.
- Cliente: Entonces, ¿qué hago?
104
- Empleado: ¿Puedes localizar el directorio llamado
AUTOACEPTACION"?.
- Cliente: Si, aquí lo tengo.
- Empleado: Excelente, aprendes rápido.
- Cliente: Gracias.
- Empleado: De nada. Haz "click" en los siguientes archivos para copiarlos
al directorio MICORAZON: AUTOPERDON.DOC, AUTOESTIMA.TXT,
VALOR.INF y REALIZACION.HTM. El sistema reemplazará cualquier
archivo que haga conflicto y entrará en un modo de reparación para
cualquier programa dañado. También, debes eliminar
AUTOCRITICA.EXE de todos los directorios, y después borrar todos
Los archivos temporales y la papelera de reciclaje, para asegurar que se
borre completamente y nunca se active.
- Cliente: Entendido. ¡Hey! Mi CORAZON se está llenando con unos
archivos muy bonitos. SONRISA.MPG se está desplegando en mi monitor
e indica que CALOR.COM, PAZ.EXE y FELICIDAD.COM se está
replicando en todo mi CORAZON.
- Empleado: Eso indica que AMOR está instalado y ejecutándose. Ya lo
puedes manejar de aquí. Una cosa más antes de irme…
- Cliente: ¿Si?
- Empleado: AMOR es un software sin costo. Asegúrate de dárselo, junto
con sus diferentes módulos, a todos los que conozcas y te encuentres.
Ito Ittosai se dirigió pues a un templo con el fin de descubrir el secreto del
arte del sable. Durante 7 días y 7 noches estuvo consagrado a la meditación.
Después de salir del templo tomó una carretera rodeada de árboles. Cuando
apenas había dado unos pasos, sintió de pronto una presencia amenazante detrás
de él y sin reflexionar se volvió al mismo tiempo que desenvainaba el sable.
105
Entonces se dio cuenta que su gesto espontáneo acababa de salvarle la vida. Un
bandido yacía a sus pies con un sable en la mano.
Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida.
Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr por una ruta
distinta a la anterior. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se
encontró en su camino con un ancho río. La liebre no sabía nadar, y mientras se
106
preguntaba "¿Qué hago ahora...?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su
paso lento pero constante y terminó la carrera en primer lugar.
Para finalizar…
107
Obstáculos
Este texto que reproduzco aquí, no es en realidad un cuento, sino más bien
una meditación guiada, diseñada en forma de ensueño dirigido, para explorar las
verdaderas razones de algunos de nuestros fracasos. Me permito sugerirte que lo
leas lentamente, intentando detenerte unos instantes en cada frase,
visualizándote en cada situación.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo
lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis
sueños están en esta ciudad.
Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello
a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello
que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar
hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco,
pero no me importa.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y
también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende
un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo.
108
Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un
gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Pasados unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones
estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía: no se había movido
de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.
109
A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines.
El rey le preguntó:
¿A que estás agarrado que te impide volar? ¿De qué no te puedes soltar?
El Juez justo
Cuando Lien-tzu murió, su esposa Zumi, su hijo mayor Ling y sus dos niños
pequeños, quedaron en la más absoluta pobreza.
El grueso de su paga era en arroz y sólo recibía unas pocas monedas, que
apenas alcanzaban para las mínimas necesidades de la familia, a la cabeza de las
cuales estaba el pago de los maestros y los cuadernos de estudio para Ling y sus
hermanos.
Camino a la plantación escuchó los gritos de auxilio que daba un anciano, que
era arrastrado por las caudalosas aguas del río.
110
Miró a su alrededor, pero nadie transitaba el camino a esa hora... y correr a
buscar ayuda, le llevaría más de media hora…
Los cuerpos sin vida de ambos aparecieron abrazados en el remanso del río,
algunos kilómetros abajo...
Tal vez porque de alguna manera los hijos del anciano quisieron hacer
responsables a Lien—tzu de la muerte de su padre, quizás porque el pequeño Ling
era demasiado joven para el trabajo, o quizás porque como dijeron, no había tanto
trabajo en los arrozales, pero el caso es que los hijos del muerto se negaron a
concederle a Ling el derecho de conservar el trabajo de su padre.
Primero les dijo que con sus trece años él ya era bastante grande para el
trabajo, después les dijo que ese trabajo lo había heredado de su padre, después
habló sobre su capacidad de trabajo y sobre su habilidad manual y cuando todo
esto no sirvió, Ling les rogó el trabajo argumentando la necesidad económica de su
familia.
Un día, como todos los días, Ling iba a la plantación a pedir trabajo, y como
todos los días le decían que no había nada para él…
111
De repente pateó algo y sintió un ruido diferente, buscó con la mirada lo que
había pateado…
No era una piedra, era una bolsita de cuero cerrada con un cordel y cubierta
de tierra.
Ling siguió pateando la bolsita durante horas y horas, disfrutando del sonido
que hacía...
Y eran de él.
Ahora por fin su madre podría dejar de trabajar, sus hermanos volverían a
estudiar y todos podrían comer lo que quisieran... todos los días.
Después de la cena, Ling repartió los regalos y cuando los niños, cansados de
jugar, se fueron a dormir, Zumi hizo señas a Ling para que se sentara a su lado.
112
- No creerás que lo robé –dijo Ling.
- Nadie te regalaría todo esto por nada... –dijo su madre.
- No, nadie regala –asintió Ling—. Lo compré. Yo lo compré.
- ¿Y de dónde sacaste el dinero, Ling?
Otra vez con la cabeza baja, esta vez saliendo de su casa, Ling se lamentaba
de su destino.
Al rato, el hijo mayor del anciano y actual dueño del arrozal salió a su
encuentro.
113
El muchacho se anticipó:
Le prometió que ella hablaría con ese hombre para arreglar el asunto.Sin
embargo, al día siguiente un emisario del juez llegó con una citación para Zumi y
para Ling por el robo de diecisiete monedas de una bolsa. ¡Diecisiete!
Ante el juez, el hijo del anciano declaró bajo juramento que le había
desaparecido de su escritorio una bolsa de cuero.
- Fue el mismo día que Ling estuvo a pedir trabajo – declaró Cheng— ... y al
día siguiente, apareció este ladronzuelo diciendo que había “encontrado”
esa bolsa y preguntando “si alguien la había perdido”. ¡Qué descaro!
- Continúe señor Cheng –dijo el juez.
- Por supuesto que le dije que la bolsa era mía y cuando me la devolvió de
inmediato revisé el contenido y confirmé lo que sospechaba: faltaban
monedas. ¡Diecisiete monedas de plata!.
- ¿Qué tienes para decir, Ling? La acusación que aquí se te hace es muy
seria –preguntó el juez.
- Señor juez, yo no robé nada. Encontré esa bolsa en la calle. Yo no sabía
que el dueño era el señor Cheng. Es cierto que abrí la bolsa y es cierto
también que gasté parte de ellas en comida y juguetes para mis
hermanos, pero fueron sólo dos las monedas y no diecisiete –el joven
sollozaba—. ¿Cómo podría haber tomado diecisiete monedas de la bolsa
si no tenía más que quince cuando la encontré? Yo tomé sólo dos
monedas, señor juez, sólo dos.
- Veamos –dijo el juez— ¿Cuántas monedas tenía la bolsa cuando el joven
la devolvió?.
114
- Trece –contestó el demandante.
- Trece —asintió Ling.
- ¿Y cuántas monedas tenía la bolsa cuando te faltó? –preguntó el juez.
- Treinta, Su Señoría –contestó el hombre.
- No. No –interrumpió Ling—. Sólo tenía quince monedas. Lo juro. Lo juro…
- ¿Jurarías tú –interrogó al dueño del arrozal— que la bolsa tenía treinta
monedas de plata cuando estaba en tu escritorio?
- Claro, señor juez –confirmó—, ¡lo juro!
Zumi levantó su mano tímidamente y el juez le hizo señas para que hablara.
El juez hizo una seña a su ayudante para que hiciera sonar el gong. Esto
quería decir que el juez iba a dar su veredicto.
- Sin embargo, el joven Ling asegura haber encontrado una bolsa con
quince monedas –siguió el juez— y tampoco tengo razón para dudar de su
palabra...
115
- Sí, Señoría –balbuceó el joven—. Me doy cuenta de mi responsabilidad y
estoy dispuesto a pagar mi error.
- ¡Cállate!... En cuanto a la bolsa de las quince monedas, decía, debo admitir
que nadie ha reclamado todavía y que dadas las circunstancias –dijo,
mirando de reojo al señor Cheng— creo que es poco probable que alguien
la reclame... Por lo tanto, entiendo que la bolsa podría ser declarada
propiedad de quien la encontrara. ¡Y ya que tú la encontraste... Es tuya!
- Pero, Señoría... –empezó a decir Cheng.
- Señoría... –intentó empezar Ling.
- Señor juez... –quiso decir Zumi.
- ¡Silencio! –ordenó el juez— ¡Cosa juzgada! Fuera todos...
Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo. Buscó la casa del zapatero y
le dijo: “Hermano, soy muy pobre, no tengo ni una moneda en la bolsa, estas son mis
únicas sandalias y están rotas, si me hicieras el favor...”.
El Señor le dijo: “Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de
algo”.
116
El Señor le dijo: “Bueno, entonces puedo darte mil millones de monedas a
cambio de tus ojos”.
El libro de arena
Cuenta una historia que dos amigos iban caminando por el desierto. En algún
punto del viaje comenzaron a discutir, y un amigo le dio una bofetada al otro.
Lastimado, pero sin decir nada, escribió en la arena: "Mi mejor amigo me dio
hoy una bofetada”.
117
Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había
trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían
dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.
Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se
le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos
varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados
con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por
semana.
El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez
menos. No quieren estar conmigo ahora – se decía- porque tienen miedo de que yo
me convierta en una pesada carga.
Se pasó una noche en vela, pensando que sería de él y al fin trazó un plan.
¡Oh! Nada respondió el anciano tan solo algunas cosillas que he ahorrado.
Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron
un tintineo.
Debe estar lleno con el oro que ahorraron a lo largo de los años- susurraron.
118
- ¡Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad hacia
sus hijos!
- Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-.
Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos
descuidado hasta el final de sus días.
- Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a
nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el
mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños.
- Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a
nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el
mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños.
Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún
objeto valioso entre los vidrios. Desparramó los cristales en el suelo hasta vaciar el
cofre.
El pescador
119
a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador, o incluso abrir
tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la
distribución. Deberías salir de este mísero pueblo e irte a la Capital, donde
manejarías tu empresa en expansión".
El pescador preguntó:
Cuento Zen
120
Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda,
pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo
entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su
adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque,
que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje.
Posesividad
Muy suavemente la levantó y comenzó a caminar con ella en brazos, hacia las
afueras de la ciudad.
121
Allí, bajo el sol de la tarde, la colocó con cuidado en el pasto y se sentó a
contemplarla.
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás
ciudades del planeta. Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero
pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban
excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el
exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de
metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres,
con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún
pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie
debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo
superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban
de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de
electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron
llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas.
Los pozos no eran todos iguales así que, si bien algunos se conformaron,
hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su
interior.
122
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le
ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos
gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio
en su interior.
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra
posibilidad, lo hizo.
Un día, inesperadamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa:
adentro, muy adentro, y muy en el fondo ¡¡¡encontró agua!!!
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era
bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua,
empezó a despertar.
123
quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desecharon la idea cuando se dieron
cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas…
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del
vacío... Y también empezó a profundizar... Y también llegó al agua…
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua
que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...Que el mismo río
subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían
comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que
la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto.
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el
coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen
para dar...
Voy paseando por un camino solitario, disfruto del aire, del sol, de los
pájaros y del placer de que mis pies me lleven por donde ellos quieran.
Me pregunto…
124
- ¿Debo despertarlo y mostrarle que sólo es un sueño, y que sepa que
sigue siendo un esclavo?
- ¿O debo dejarlo dormir todo el tiempo que pueda, disfrutando aunque
sea en sueños, de su realidad fantaseada?
- ¿Cuál es la respuesta correcta?...
Cada uno debe encontrar la propia respuesta, y no hay lugar afuera donde
buscarla.
El plato de lentejas
Dicho de otra manera, comer guiso de lentejas era demostrar que se era
muy pobre.
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Todos necesitamos la aprobación de otros. Pero si el precio es dejar de ser
nosotros mismos, no sólo es caro sino que se vuelve una búsqueda incoherente.
En eso que ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda carrera. Al ver
que la pantera se lo va a comer, piensa rápido que hacer.
Un mono que andaba trepado en un árbol cercano y que había visto y oído la
escena sale corriendo tras la pantera para contarle como la engañó el perrito:
- “Como puedes ser tan estúpida. Esos huesos ya estaban ahí, además es
un simple perro”.
126
- “¡Este mono hijo de puta!, hace media hora que lo mandé a traerme
otra pantera y todavía no aparece”.
La olla embarazada
Un señor le pidió una tarde a su vecino una olla prestada. El dueño de la olla
no era demasiado solidario, pero se sintió obligado a prestarla.
A los cuatro días, la olla no había sido devuelta, así que, con la excusa de
necesitarla fue a pedirle a su vecino que se la devolviera.
- Casualmente, iba para su casa a devolverla... ¡el parto fue tan difícil!
- ¿Qué parto?
- El de la olla.
- ¿Qué?
- Ah, ¿usted no sabía? La olla estaba embarazada.
- ¿Embarazada?
- Sí, y esa misma noche tuvo familia, así que debió hacer reposo pero ya
está recuperada.
- ¿Reposo?
- Sí. Un segundo por favor –y entrando en su casa trajo la olla, un jarrito
y una sartén.
- Esto no es mío, sólo la olla.
- No, es suyo, esta es la cría de la olla. Si la olla es suya, la cría también
es suya.
- “Este está realmente loco”, pensó, “pero mejor que le siga la
corriente”.
- Bueno, gracias.
- De nada, adiós.
- Adiós, adiós. Y el hombre marchó a su casa con el jarrito, la sartén y la
olla.
Esa tarde, el vecino otra vez le tocó el timbre.
- Sí, claro.
127
Pasó casi una semana y cuando ya planeaba ir a recuperar sus cosas, el
vecino le tocó la puerta.
- He notado –le dijo— el otro día, cuando le traje la pinza, que usted
tiene sobre su mesa una hermosa ánfora de oro. ¿No sería tan gentil
de prestármela por una noche?
128
Tú puedes elegir lo que quieras, pero no puedes ser independiente para lo
que es más fácil, y no serlo en lo que es más costoso.
En nuestro refranero se diría que hay que estar para las duras y para las
maduras.
Verá Ud. Sr. juez: Tuve la desgracia de casarme con una viuda, ésta tenía
una hija, de haberlo sabido, nunca lo hubiera hecho.
Mi padre, para mayor desgracia era viudo, se enamoró y se casó con la hija
de mi mujer, de manera que mi mujer era suegra de su suegro, mi hijastra se
convirtió en mi madre y mi padre al mismo tiempo era mi yerno.
Con el correr del tiempo mi mujer trajo al mundo un varón que, como era
hermano de mi madre, era cuñado de mi padre, y tío de sus hijos. Mi mujer era
suegra de su hija, yo soy, en cambio padre de mi madre, y mi padre y su mujer son
mis hijos; además, yo soy mi propio abuelo.
Fdo: El cadáver.
129
Esa mañana, como todas, se levantó a las seis y media para ver salir el sol.
No obstante, no llegó al lago. En el camino, a unos 200 metros de su casa, casi
tropezó con el cuerpo herido y maltrecho de un joven.
Joaquín fue a buscar y trajo una carretilla, sobre la que cargó al joven. Al
llegar a la casa tendió el cuerpo sobre su cama, cortó las raídas ropas y lo higienizó
cuidadosamente con agua, jabón y alcohol.
Durante los siguientes dos días, toda la vida de Joaquín se centró en la salud
de su obligado huésped: curó y vendó las heridas, entablilló su pierna y alimentó al
joven de a pequeñas cucharadas con caldo de pollo... Cuando el joven despertó,
Joaquín estaba a su lado mirándolo con ternura y ansiedad.
Bien comido, bien dormido y sin beber alcohol, Manuel, que así se llamaba el
joven, se fortaleció enseguida.
Joaquín intentaba enseñarle el oficio y Manuel intentaba rehuir el trabajo
todo lo que podía. Una y otra vez Joaquín inculcaba en aquella cabeza deteriorada
por la vida transcurrida, las ventajas del buen trabajo, del buen nombre y de la
vida buena. Una y otra vez, Manuel parecía entender y dos horas o dos días
después, volvía a quedarse dormido o se olvidaba de cumplir con la tarea que
Joaquín le había encomendado.
Pasaron meses. Manuel estaba curado. Joaquín había destinado para Manuel
la habitación principal, una participación en el negocio y el primer turno del baño, a
cambio de la promesa del joven, de dedicación al trabajo.
130
Una noche, mientras Joaquín dormía, Manuel decidió que seis meses de
abstinencia eran bastante y creyó que una copa en el pueblo no le haría daño. Por si
Joaquín se despertaba en la noche, cerró la puerta de su habitación desde adentro
y salió por la ventana dejando la vela encendida para dar la impresión de que se
encontraba allí.
Cantaba con sus compañeros de trago, cuando pasaron los bomberos por la
puerta del bar haciendo sonar la sirena.
Sólo alguna pared, las máquinas y unas pocas herramientas se salvaron del
incendio. Todo lo demás quedó destruido por el fuego. De Joaquín sólo se
encontraron cuatro o cinco huesos chamuscados, que enterraron en el cementerio
bajo una lápida donde Manuel hizo escribir:
Él era vago, pero hábil y lo que aprendió de Joaquín alcanzó para llevar
adelante el negocio.
Siempre sentía que, desde algún lugar, Joaquín lo miraba y alentaba. Manuel
lo recordaba en cada logro: su boda, el nacimiento de su primer hijo, la compra de
su primer auto...
Su nueva carpintería era un poco más modesta que la anterior, pero ya era
conocida en el pueblo... se llamaba...
CARPINTERÍA “EL 8”
131
Esto no es un “deber moral” ni nada que se le parezca, esta es una elección de vida
que cada uno puede hacer a su tiempo y en la dirección que desee.
Mi experiencia personal vivencial y observatoria me hace creer que el ser humano
libre y encontrado consigo mismo es generoso, solidario, amable y capaz de
disfrutar por igual del dar y del recibir. Por lo tanto, cada vez que te encuentres
con aquellos que viven mirándose al ombligo, no los odies; ya bastante deben tener
con ellos mismos. Cada vez que te descubras en actitudes mezquinas, ruines o
pequeñas, aprovecha para preguntarte qué te está pasando. Te garantizo que en
algún lugar erraste el rumbo.
Sabiduría indígena
Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos
acerca de la vida.
Él les dijo:
- "¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos!”.
- "Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia,
arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo,
egolatría, competencia, superioridad”.
- "El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad,
Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía,
Verdad, Compasión y Fe”.
- Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros y dentro de
todos los seres de la tierra.
Había una vez un gatito que vivía en una cueva del bosque. Un buen día,
recibió una carta de un pariente suyo que residía en la ciudad; en ella, le anunciaba
132
su próxima visita. Muy contento de poder ver a dicho pariente, empezó a buscar
comida, con el fin de agradar a su visitante. Sus amiguitos le ayudaron a
encontrarla.
Ya en la ciudad, el gatito del bosque se las vio y se las deseó para encontrar
el domicilio de su pariente. Ruidos, sobresaltos, pisotones de la gente, amenazas
continuas de los coches... todo esto le puso muy nervioso.
¿Día o noche?
133
Otro dijo:
El leñador esforzado
Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde
tratando de talar su segundo árbol.
134
Inquieto por la opinión que pudiera tener el capataz, el leñador se acercó a
contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite
de desfallecer.
El capataz le preguntó:
El aviador les hizo la advertencia que, por el tamaño de los ciervos, avioneta
solo podría transportar una sola pieza.
135
Su amigo le respondió…
La profesora había dado a sus niños una tarea: les pedía que escribieran qué
animal o qué cosa les gustaría ser y ...por qué. Un niño de apenas ocho años
respondió que a él le gustaría ser un televisor.
136
¿Cómo va a ser tu día hoy?
Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer
antes de que el reloj marque la medianoche.
Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso, o puedo dar gracias a Dios
porque las plantas están siendo regadas gratis.
Hoy me puedo sentir triste porque no tengo más dinero, o puedo estar
contento de que mis finanzas me empujan a planear mis compras con inteligencia.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas, o puedo celebrar que las
espinas tienen rosas.
Hoy el día se presenta ante mí, esperando a que yo le dé forma y aquí estoy,
el escultor que tiene que darle forma.
Lo que suceda hoy depende de mí, yo debo escoger qué tipo de día voy a
tener.
137
Es muy cierto este pensamiento, todo depende de uno mismo, y para
lograrlo hay que tener fe, confianza y valor, siempre pensar positivamente y sobre
todo saber que uno es importante en la vida.
138
Esto es la proyección, cada vez que vemos algo que nos molesta en otra
persona, sería bueno recordar que eso que vemos, por lo menos (¡por lo menos!)
también es mío.
Seguramente esto era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la
mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, pero el nombre…
Yo nunca olvide esa lección. También aprendí que su nombre era Amelia.
Auxilio en la lluvia
Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afro-americana, de edad avanzada
estaba parada en el arcén de una autopista de Alabama, tratando de soportar una
fuerte tormenta. Su coche se había estropeado y ella necesitaba
desesperadamente que la llevaran. Toda mojada, ella decidió detener el próximo
coche. Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todos los conflictos que
habían ocurrido durante los 60.
139
Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia
anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted.
En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró
en un establecimiento y se sentó en una mesa. La camarera puso un vaso de agua
enfrente de él. ¿Cuánto cuesta un helado con chocolate y sirope?, preguntó el niño.
El niño volvió a contar las monedas. Quiero el helado solo dijo el niño. La
camarera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue. El niño terminó el
helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la camarera volvió, ella empezó a limpiar la
mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente
junto al plato vacío, había veinticinco centavos... su propina.
Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.
140
Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse
a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado
del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su
carga de vegetales, vio una bolsa en el suelo, justo donde había estado la roca. La
bolsa contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey. El campesino
aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo representa una
oportunidad para mejorar la condición de uno.
Donando sangre
A pesar de todos sus intentos nunca logró el resultado esperado, más bien al
contrario; cada vez era mayor su confusión y frustración. Hasta que un día,
resignado ya, decidió rendirse y renunciar a toda búsqueda.
141
Abatido por lo que él sentía como el abrumador peso de la derrota, fue
dando tumbos, sin ocupación ni meta. Pero, un día, alcanzó a oír lo que un grupo de
jóvenes con el entusiasmo propio de su juventud comentaban.
- Pues si, dicen de él que es no solo un gran maestro, sino que, además es
el mejor, el más sublime, el primero, el más grande.
- Si, -añadió otro- tanto es así que aseguran algunos que con su sola
presencia han alcanzado el conocimiento, la iluminación.
- Es cierto -comentó otro- pero seguro que debe ser poco menos que
inaccesible. Además vive en un país tan remoto.
- ¿No recuerdas que hace mucho tiempo también vino uno preguntando por
ese supuesto maestro?
- Si, y creo que se refiere a Kabir... he oído rumores al respecto.
142
- Pues si es a él al que buscas -añadió un tercero- estás de suerte pues
vamos a una fiesta a la que sabemos que él también está invitado. Si
quieres acompáñanos y te lo mostraremos.
- ¿Como? ¿A una fiesta? -pensó- ¿Como puede ser esto... un gran maestro
en una fiesta? Seguro que hay un mal entendido... Pero gracias a que yo
he hecho yoga, zen, conozco el budismo, el sintoísmo... lo veo bien claro
¿como va a ir a una fiesta un maestro? Pero, ya que he llegado hasta
aquí, veamos quien es este tal Kabir.
- ¡Ah! si, perdona, ...espera a ver... ¡Si! ¿Ves aquel joven que está apoyado
en aquella columna?... Si, aquella junto a la ventana…
- ¿Como? ¿Aquel que está besándose con aquella chica?
Pero ¿como podía alguien creer que el tal Kabir fuera un maestro?
Afortunadamente, él que había hecho zen, yoga, meditado, etc, etc... tenía
sus ideas bien claras respecto a lo que debía ser un maestro. Y por supuesto, el tal
Kabir... ¿en una fiesta de una lujosa mansión y besándose con aquella mujer? ¡Ni por
aproximación!
- A ver, ¿no sabríais de alguien que... no sé,... que se haya ido a vivir
retirado, que haya dejado todo...?
- Bueno, -interrumpió uno de ellos- ahora que lo dices... recuerdo que mi
padre una vez me comentó que siendo aún joven, un amigo suyo se había
ido a vivir solo en lo más alto de aquella montaña... Si, aquella que se ve al
fondo, por esta ventana. Parece ser que era medio místico o algo
parecido…
- ¡Al fin! -exclamó- ¡Este es el que busco!
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majestuosamente sentado en una perfecta posición del loto ante la entrada de una
pequeña gruta, estaba sumido en profunda meditación. Con una profunda sensación
de sobrecogimiento, respetuosamente se sentó procurando no perturbarle, en
actitud de reverente espera a pesar de su impaciencia que, iba en aumento a
medida que transcurría el tiempo.
Pero, al fin, aquel anciano al que mil surcos en su rostro y una larga y blanca
barba le conferían un aspecto solemne y venerable, lentamente abrió los ojos.
Más, otros afirman que esta era la risa espontánea, desinhibida, arrolladora
y visceral de aquél que por fin ha comprendido…
El sembrador de dátiles
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- Que tal anciano? La paz sea contigo.
- Contigo- contesto Eliahu sin dejar su tarea.
- Que haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
- Siembro- contesto el viejo.
- ¿Qué siembras aquí, Eliahu?
- Dátiles -respondió mientras señalaba a su alrededor el palmeral.
- ¡¡¡Dátiles!!! -repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha
la mayor estupidez.
- El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y
vamos a la tienda a beber una copa de licor.
- No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos…
- Dime, amigo: Cuantos años tienes?
- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso que
importa?
- Mira amigo, las datileras tardan mas de 50 años en crecer y sólo cuando
son palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy
deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tú
sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy
siembras. Deja eso y ven conmigo.
- Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó
con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer
mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel
desconocido, vale la pena terminar mi tarea..
- Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa
de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, Hakim le
puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
- Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me
pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto
y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una
bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
- Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que
me das hoy y es quizás más importante que la primera. déjame pues que
pague esta lección con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos
bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de
sembrar ya coseche no solo una, sino dos veces.
- Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo
miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto
de cinco años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a
la cama del lado de su papá, y tirando de las mantas le despertó.
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- ¿Cuánto ganas, papá? –le preguntó.
- Ehhh… ¿cómo? –preguntó el padre entre sueños.
- Que cuánto ganas en el trabajo.
- Hijo, son las doce de la noche, vete a dormir.
- Sí papi, ya me voy, pero tú ¿cuánto ganas en tu trabajo?
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con
Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento por
arreglarlo, en la cena el padre decidió contestar al hijo:
Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de sus padres.
Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.
- Así que éste era el tema por el cual estás preguntando tanto sobre
dinero, mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama antes de
que te dé con la zapatilla… Fuera de aquí… A tu cama. Vamos.
Una vez más, lloriqueando, Ernesto arrastró los pies hacia la puerta.
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Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la
mediación de la madre o simplemente porque la culpa no le dejaba dormir, el padre
fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta le escuchó llorar casi en silencio.
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- Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que
crecían en el jardín-.
- Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen
del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no
permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
- Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que
los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y
no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse... Ejercita
pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y
perfuma la vida de los demás haciendo el bien.
- Esto, es vivir como las flores.
¡Ojalá! Y algún día podamos amar también como las flores., ellas expelen su
fragancia, no solo para los buenos, sino para todo el mundo por igual, sin hacer
ningún tipo de distinción.
Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito oscuro, grande,
nervioso, que con mucha avidez se comió todo el alimento que encontró a su
alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo entusiasmado:
- Bueno, ahora vamos a volar.
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- Vamos, muchachos ¡a volar!
Muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra y otras están
cerradas porque nadie las abre.
Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar
su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras,
ninguna se atrevía a entrar en el río la primera.
- ¡No nos dejes hermana, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin
peligro!
Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno, y tratando de ocultar su
cercana muerte, contestó:
- Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo.
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No, contesté. Sin embargo, comencé a pensar…
En lugar de desear que terminasen de una buena vez los nueve meses de
embarazo, disfrutaría cada momento y entendería que la maravilla que crece
dentro de mí es mi única oportunidad en la vida para ayudar a Dios a realizar un
milagro.
Si mis hijos me besaran impetuosamente nunca les diría: “Más tarde, ahora
lávense las manos para la cena”. Diría más a menudo “te amo” y “lo siento”. Pero más
que cualquier otra cosa, le daría otra oportunidad a la vida, capturaría cada
minuto... no sólo lo vería, sino que realmente lo miraría... lo viviría, y nunca lo
devolvería…
La carpintería
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una
reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la
presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía
demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el
tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
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En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el
martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se
convirtió en un lindo mueble.
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te
dañe.
La tienda de la verdad
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en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto
frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco, intrigado se acercó a
la vidriera y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro
escaparate... en el interior, solamente se veía un atril que sostenía un cartelito
escrito a mano que anunciaba:
TIENDA DE LA VERDAD
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible,
llegar a un lugar y llevarse la verdad, era maravilloso.
- El señor lo va a atender.
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el
precio fuera tan grande.
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Se dio vuelta y salió del negocio mirando al suelo.
Es válido que cada uno decida qué precio quiere pagar a cambio de lo que
recibe, y es lógico que cada uno elija el momento para recibir lo que el mundo le
ofrece, sea la verdad o cualquier otro “beneficio”..
- Perdone, ¡pero usted es terco!. ¿No entiende que cada vez que intente
sacarlo del agua le picará?
El maestro respondió:
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La rosa y el sapo
Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Le encantaba saber que
era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía
de lejos.
Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y
oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo
descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente
dijo:
Poco tiempo después el sapo paso por donde estaba la rosa y se sorprendió
al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
La rosa contestó:
- Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y no he
vuelto a ser la misma.
- Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso
siempre eras la más bella del jardín.
Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos,
mas bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada. Nadie sobra en este
mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o
algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona
nos haga un bien del cual ni siquiera somos conscientes.
La campana de plata
Se cuenta de un rey que hizo colocar una campana de plata en una torre muy
alta de su palacio, al comenzar su reinado. Él anunció que haría sonar la campana
cada vez que estuviera feliz, para que sus súbditos supieran de su alegría.
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El rey envejeció y finalmente yacía en su lecho de muerte en el palacio. A
medida que algunos de sus llorosos súbditos llegaban para acompañarlo, él
descubrió que su gente realmente le había amado todos estos años.
Piensa en esto "toda una vida de infelicidad, porque él no sabia que era muy
querido y aceptado por sus leales súbditos".
Hay muchas personas que pasan por la vida sin saber que son queridas y
apreciadas por los demás. Quizás son aquellos que están cerca de ti los que
necesitan el calor de saber que alguien piensa en ellos.
Un zorro que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el
cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos.
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El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol.
Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió
volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era
excesivo matar a su enemigo pero que si le daría una paliza memorable para que
nunca se olvidara de la ofensa.
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie
del árbol, diciéndole: "Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía
decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tu mismo”.
Mamerto Menapace
El pato y la serpiente
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- No hay que ser tan arrogante señor pato, pues ni anda como el ciervo, ni
vuela como el halcón, ni nada como el pez; y así tenga sabido que lo
importante y raro no es entender de todo, sino ser diestro en algo.
Tomás de Iriarte
El ratón y la ratonera
El ratón fue hasta el cordero y le dijo: "Hay una ratonera en la casa, una
ratonera!".
- Discúlpeme Sr. Ratón, más no hay nada que yo pueda hacer, solamente
pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.
Todo el mundo sabe que para alimentar alguien con fiebre, nada mejor que
una sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la
gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a
visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y
acabó muriendo.
El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del
funeral.
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La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que
como no es tuyo, no le tienes que prestar atención..........piénsalo dos veces.
El roble y la hiedra
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Mientras tanto el roble reflexionaba:
Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar
altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros.
Torneo de cantos
Una vez llegó a la selva un búho que había estado en cautiverio, le contaba a
todos acerca de las costumbres de los humanos.
Contaba, por ejemplo, que en las ciudades los hombres calificaban a los
artistas por su competencia, a fin de decidir quiénes eran los mejores en cada
disciplina, pintura, dibujo, escultura, canto... La idea de adoptar costumbres
humanas prendió con fuerza entre los animales y quizás por ello se organizó de
inmediato un concurso de canto, en el cual se anotaron rápidamente casi todos los
presentes, desde el jilguero al rinoceronte.
Así fue. Todos los animales incluido el hombre pasaron al estrado y cantaron
recibiendo el más o menos intenso aplauso de la audiencia. Luego anotaron su voto
en un papelito y lo colocaron doblado en una gran urna que sostenía el búho.
Uno de los ancianos sacó el primer voto y el búho, ante la emoción general,
gritó:
- ¡El primer voto, hermanos, es para nuestro amigo el burro!
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Todos sabían que no había peor canto que el desastroso rebuzno del equino.
Sin embargo, uno tras otro, los votos lo elegían como el mejor de los cantores.
La votación fue casi unánime. Sólo dos votos no fueron para el burro: el del
propio burro que nada tenía para perder y votó sinceramente por la calandria y el
del hombre que (cómo no), votó por sí mismo.
Estas son las cosas que hace la mezquindad en nuestra sociedad. Cuando nos
sentimos tan necesitados que no hay espacio para otros, cuando nos creemos tan
merecedores que no podemos ver más lejos de nuestro ombligo, cuando nos
imaginamos tan maravillosos que no concebimos otra posibilidad que no sea poseer
lo deseado, entonces muchas veces la vanidad, la miseria, la estupidez, nos vuelve
mezquinos. No egoístas, sino mezquinos... MEZ-QUI-NOS.
J. Bucay
La paz perfecta
Un Rey ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una
pintura la paz perfecta.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto
donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se
encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta
pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.
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torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el Rey
observó cuidadosamente, él miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en
una grieta de la roca.
El Rey escogió la segunda. ¿Sabes por qué? "Porque," explicaba el Rey, "Paz
no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor.
Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos
calmados dentro de nuestro corazón”.
Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de
la puerta. Llego el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día.
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El príncipe chino
Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la antigua China, un príncipe de la
región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la
ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competición entre las
muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente,
el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las
pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los
comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su
joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa
y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la
celebración.
- ¿Hija mía, que vas a hacer allí? Todas las muchachas más bellas y ricas
de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que
debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.
- No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que
jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por
algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz.
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más
bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más
determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío.
- Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más
bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura
emperatriz de China.
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En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras
pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas
formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.
- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en
emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué
eran estériles.
Érase una vez una muchacha de nombre Nadia cuya belleza atraía a todos
los hombres que la conocían. A pesar de ello, Nadia se sentía sola. Tras la alegría
del primer encuentro con sus pretendientes, les encontraba defectos. Entonces,
sentía que su amor se marchitaba y seguía anhelando su ideal de pareja perfecta.
Un día, Nadia oyó hablar de un sabio que a todos conmovía con sus palabras.
Aquella noche, decidió consultarle su problema. "Tal vez,-se decía- me pondrá en el
camino de ese hombre ideal que sueño". A la mañana siguiente, llegó hasta él y, tras
exponerle su mala suerte le dijo:
Aquel anciano, mirando a Nadia con brillo intenso en sus ojos, le dijo:
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- Porque al parecer -le dijo el anciano con un gran brillo en sus ojos - ella
buscaba la pareja perfecta.
Había una vez una carrera.... ¡de sapos!; el objetivo era llegar a lo alto de una
gran torre.
Y los sapitos estaban dándose por vencidos, salvo por aquel sapito que
seguía y seguía tranquilo y ahora cada vez con más y más fuerza.
Los otros querían saber cómo había hecho para concluir la prueba y un
sapito fue a preguntárselo.
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¡Hola! Me llamo Pablo, tengo un año y medio de edad, aunque no sé que
significa eso. Lo que sí sé es lo que siento cuando se me cae el sonajero, cuando
entre las sábanas se me pierde mi osito de peluche. Es tal mi desesperación que
lloro y grito muy fuerte para que mis padres me oigan y acudan en mi auxilio. ¡Qué
angustia! Esos sí son problemas delicados.
¡Hola! Soy Pablo, tengo siete años y me gusta jugar al fútbol. El mes pasado
saqué un 10 en matemáticas y adivinen que me compraron: un balón de reglamento.
Yo era el niño más feliz del mundo. Todo era felicidad hasta hoy, porque mi balón
se ha roto y mi madre me ha dicho que no va a volver a comprarme otro porque no
sé cuidarlo. ¡Qué angustia! Esos sí son problemas complicados.
¡Hola!, ¿qué tal? tengo 14 años, me llamo Pablo Sierra. Alguna vez se han
parado a pensar “¿quien soy yo?”, “¿por qué nací aquí?”, “¿qué será de mi futuro?”,
“¿Porqué soy yo y no tú?”. En realidad me doy cuenta que con tantas cosas en que
pensar, la vida se va haciendo más difícil y de que francamente es imposible
descifrar los enigmas de la vida. ¡Qué angustia!, estos si son problemas
complicados.
Mucho gusto, soy Pablo Sierra Rivas, Doctor en Derecho. Soy padre de
familia. No es fácil serlo, aunque de mis hijos no me puedo quejar. A la que no
soporto es a mi esposa. No es la misma que conocí hace 18 años. ¡Bendita edad! Se
construyen castillos en el aire, se sueña con ser millonario, famoso, o con triunfar
en una carrera profesional. Ahora todo es diferente; la vida es más dura de lo que
parece en realidad y estoy sintiendo una gran angustia al no poder hacer nada por
cambiarla. Definitivamente, estos sí son problemas complicados.
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¡Ya soy abuelo! Mi nieto se llama Pablo, como yo. Gracias a Dios nació
saludable. ¡Qué suerte tendría si pudiera disfrutarlo con salud! Si yo la tuviera,
sería el hombre más feliz del mundo, haría tantas cosas que no puedo hacer...
Caminaría por el parque de la mano de esa bendita mujer que tengo desde hace más
de 40 años, jugaría con mi nieto a la pelota, viajaría de vez en cuando con el dinero
que logré ahorrar y que ahora se me va en medicinas. ¡Qué lástima que la vida sea
tan angustiosa y esté llena de problemas!
¿Qué pasa? No sé donde estoy. Sólo veo una luz, el resto es oscuridad. Hace
un tiempo dejé de vivir, pero sigo existiendo. Tarde me di cuenta de que la vida es
más sencilla de lo que parece, de que en realidad estuve muerto en vida,
quejándome de todo, sintiendo que la vida era sufrimiento. No entiendo porque me
preocupaba por un sonajero o por una pelota rota. ¡Qué importaba que suspendiera
cuatro asignaturas o todas las materias! ¿Por qué le tenía miedo a esa chica que
llegó a ser mi esposa y que sólo de viejo supe valorar? ¿A quién diablos le importa
el costo de la vida o el gobierno? ¿Por qué me preocupaba tanto por mi salud
cuando en realidad podía haber disfrutado de muchas cosas de todos modos?
Lo más importante era que estaba vivo, tenía sueños y esperanzas. Yo mismo me
impuse el peor castigo: No vivir la vida. Tarde me di cuenta de que en realidad no
existen los problemas complicados; tarde me di cuenta de que el secreto de una
vida plena es vivir intensamente cada momento; tarde me di cuenta de que el
secreto es aprovechar cada día y ser feliz con lo que se tiene.
Ese hombre se pasó la vida esperando que los milagros prometidos llegasen,
pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llego a las puertas
del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó: "me prometiste
riqueza, una buena posición social y una bella esposa. ¡Me he pasado la vida
esperando en vano!
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“¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo
al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica?” El hombre asintió con un
gesto. “Al no decidirte unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no
permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en practica, recordarás que se
convirtió en uno de los hombres más ricos del reino”.
El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas,
“si, amigo mío, ella podría haber sido tu esposa" dijo el ángel ". Y con ella se te
hubiera otorgado la bendición de tener sanos y hermosos hijos y multiplicar la
felicidad en tu vida”.
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