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Paula Andrea Córdoba

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Puerto Rico luego de María

La temporada de huracanes de 2017 rompió records. Durante el mes de septiembre los


nombres de 10 tormentas que alcanzaron la categoría de huracán se volvieron sinónimo de
devastación para los habitantes del atlántico. Hoy, se aleja de los titulares mientras lo que
parece ser parte del pasado regional se convierte en el motor de la crisis en lugares como
Puerto Rico. Más específicamente, Irma, María e Igor se tomaron las islas del caribe
dejando fuerte destrucción a su paso, cuyos impactos se sintieron hasta la península de
Florida y Centroamérica. Antes de su paso, ya “Harvey”, de categoría cuatro, había
inundado Houston, Texas. Al mismo tiempo, José golpeaba a México con la misma
intensidad. Este, fue el balance de la temporada, durante ese mes el mundo se enfocó en el
desastre que amenazaba con destruir las playas caribeñas.

Meses después la recuperación no fue homogénea. La vida en la isla se convirtió en una


batalla de desesperación y residencia. Incluso los números de muertes son inciertos.
Mientras los datos oficiales mantienen la cifra en 58 personas. No obstante, estas cifras son
retadas por investigación la Universidad Estatal de Pensilvania, y del Departamento de
Defensa de Estados Unidos, cuya versión indica que más de 518 personas murieron en la
isla tras el paso de María. En total la crisis alcanzó diferentes escalas que van desde lo
económico, la infraestructura y por supuesto se ven directamente permeadas por un
inhóspito ambiente internacional.

Para empezar, uno de los mayores retos afrontados es hacer cálculos del daño tras las 16
horas que paso el huracán. El escenario se ve agravado por la destrucción de las plantas de
energía que sistemáticamente dejaron sin energía a la mitad de la isla. Con lo anterior, más
del 80% de la población sin electricidad cuatro semanas después del paso del huracán y un
40% sin agua corriente. Por supuesto, el territorio tiene una agravada dependencia a los
combustibles fósiles y derivados como fuente eléctrica. Tres meses después de la tragedia
ya las gasolineras han recuperado su operabilidad casi por completo, más los habitantes en
su mayoría deben llevar el combustible cruzando barreras impuestas por los destrozos del
huracán.

Por consiguiente, la vida en la isla se ha vuelto un reto para sus propios habitantes. Debido
a los daños estructurales, aún están en funcionamiento 92 refugios abiertos que albergan a
4,246 damnificados. Pero, esta no es la realidad de todos los perjudicados, pues mientras
algunos luchan por sobrevivir hay una agravada voluntad de salir de Puerto Rico. Mientras
el panorama empeora, hay un factor que se hace recurrente: Estados Unidos. La
históricamente fuerte relación entre ambos estados parece haber sufrido bastante este
acontecimiento climático.

Si bien la constitución de Puerto Rico como un estado de la unión no sobrepasa a una


disputa de opiniones. Este factor se hace determinante para comprender el proceso de
recuperación de la isla y el papel del gobierno norteamericano. De este modo, luego de la
tragedia el número de migrantes hacia EEUU aumentó esporádicamente. Según fuentes del
periódico El País unos veintisiete mil boricuas habían emigrado para las primeras 3
semanas de octubre. Ciertamente, se convirtió en una situación de difícil contingencia.
Alrededor de la visita diplomática luego de la tragedia por parte del gobierno
estadounidense, se marcó una controversial crítica ante la actitud de la cabeza del gobierno.

Sin embargo, la cuestión debe ir más allá de la crítica ante como se hace la entrega de la
ayuda humanitaria por parte del presidente Donald Trump. Por el contrario, una de las
temáticas que encabezan la crisis es como debe el gobierno de la isla afrontar la
recuperación y paralelamente continuar pagando la deuda externa que mantienen Estados
Unidos. Lo anterior, parece ser el punto prioritario en la agenda de este último. Además, no
solo asediados por la deuda externa, Puerto Rico hoy está a puerta de una reforma tributaria
que podría sepultar la industria manufacturera de exportación.

Es necesario aclarar que el huracán no es el causante de la crisis, es en cambio un factor


agravante de la misma. En otras palabras, la situación financiera ya era urgente antes de que
María golpeara. La economía de la isla se ha estado contrayendo durante una década; en
mayo de este año ya había alcanzado los niveles de desaceleración más altos que ha tenido
bajo la jurisdicción de Estados Unidos.

En suma, el balance no es mayormente positivo para la isla. El éxodo de sus habitantes que
hoy lucha por obtener derechos de salud en otros países se suma a el martirio que viven
aquellos que se quedaron. El proceso de restauración de los recursos básicos no parece
agilizarse, mientras los trabajadores en el terreno lidian con problemas más tangibles: no
tienen material y están reciclando cómo pueden los restos de la destrucción. Paralelamente,
fuera la isla de los grupos humanitarios que aún hacen presión en Estados Unidos el tema se
aleja del espectro político de interés y con ellos parecen hacerlo los boricuas que lo viven.

Referencias:
TIME.com. (2017). A Land They No Longer Recognize. [online] Available at: http://time.com/a-land-they-no-
longer-recognize/ [Accessed 4 Dec. 2017].
Elnuevoherald. (2017). María los obligó a salir de Puerto Rico, pero ahora no pueden recibir servicios médicos
en EEUU. [online] Available at: http://www.elnuevoherald.com/noticias/estados-unidos/article187817243.html
[Accessed 4 Dec. 2017].
Rico, E. (2017). El huracán María intensifica la crisis económica de Puerto Rico | ELESPECTADOR.COM.
[online] ELESPECTADOR.COM. Available at: https://www.elespectador.com/economia/el-huracan-maria-
intensifica-la-crisis-economica-de-puerto-rico-articulo-714385 [Accessed 5 Dec. 2017].

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