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3. Estándares para intervenciones ambientales


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3.1  Efluentes líquidos/ aguas residuales


3.2 Contaminación térmica
3.3 Emisión de sustancias gaseosas y polvos
3.4 Residuos sólidos
3.5 Agentes químicos
3.6 Cambios de uso del suelo
3.7 Denudación del terreno
3.8 Intervención en el régimen hídrico
3.9 Intervención en el relieve
3.10 Emisión de ruidos

3.1  Efluentes líquidos/ aguas residuales


3.1.1 Generalidades
3.1.2 Actividades en los proyectos

3.1.1 Generalidades

Se designa con el nombre de efluentes líquidos/aguas residuales a las aguas que ingresan a la red cloacal, ya se
trate de aguas cuyas características han sido modificadas como consecuencia de su uso domiciliario o industrial,
o del agua de lluvia que escurre por superficies consolidadas o pavimentadas. Además, también se denomina
"aguas residuales" a las aguas contaminadas por haber sido usadas en actividades agropecuarias y al agua que
escurre de áreas de disposición de residuos sólidos.

La toxicidad de las aguas residuales está determinada por las propiedades que (individualmente y en conjunto)
pueden modificar la calidad de un cuerpo de agua. Para ello se considera:

- el contenido de determinadas sustancias en el agua (concentración)


- la cantidad de tóxicos vertidos durante un período determinado (carga de contaminantes)
- ciertas propiedades y efectos de las aguas residuales (por ejemplo, consumo de oxígeno)

El vertido de aguas residuales en cuerpos de agua superficiales puede afectar la calidad de estos, es decir, puede
contaminar o producir otras modificaciones negativas de las propiedades físicas, químicas y biológicas de sus
aguas. Los estándares para efluentes líquidos sirven para el monitoreo de las aguas residuales en las bocas de
descarga y tienen por objeto no sólo conservar la calidad del agua para diferentes usos sino también proteger la
vida en el medio acuático.

Los estándares existentes que se refieren a sustancias contenidas en las aguas residuales, rigen para:

- efluentes vertidos en redes cloacales, previo paso por instalaciones de clarificación y/o
- efluentes vertidos en cuerpos de agua o en redes cloacales, sin haber pasado por instalaciones de
clarificación.

Los estándares para efluentes tienen por objeto, básicamente, lograr que se efectúe el tratamiento previo de las
aguas residuales o minimizar su carga de tóxicos antes de que ingresen a los cuerpos de agua.

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Las reglamentaciones sobre vertido de aguas residuales, que en general están establecidas en las leyes nacionales
para la protección del agua, se apoyan en criterios o condiciones mínimas que deben satisfacer las aguas
residuales para su vertido en cuerpos de agua superficiales. Como regla general se exige un tratamiento previo
cuando las aguas residuales no tratadas superan con frecuencia y substancialmente un valor de control
determinado en la boca de descarga.

A esto se contrapone la limitada exigibilidad y factibilidad de implementar medidas para clarificar los efluentes
industriales y las aguas residuales domésticas considerando, por ejemplo, el grado de utilización de las
instalaciones de clarificación instaladas, la distancia de conexión con las mismas, la frecuencia de muestreo, etc.

Las reglamentaciones que rigen la composición de las  aguas residuales exigen que no se excedan las
concentraciones máximas (mg/l, µg/m3, mmol/m3). En los países industrializados, la definición de estándares se
basa en las "reglas de la práctica ingenieril generalmente reconocidas", que se apoyan en determinados
procedimientos de clarificación de las aguas residuales y no en las condiciones locales imperantes, es decir,
volumen de aguas residuales producidas o capacidad de autodepuración del cuerpo de agua receptor.

Los estándares para efluentes pueden verse modificadas por:

- la finalidad para la cual se usa predominantemente el cuerpo de agua en cuestión,


- la relación volumétrica entre el caudal vertido y caudal del cuerpo de agua receptor,
- las ordenanzas emanadas de las autoridades locales.

Con los procedimientos de medición para determinar los caudales de las aguas residuales y sus contenidos, se
registran las sustancias que afectan la calidad de las aguas, ya sea por el volumen de carga de contaminantes o
por su toxicidad específica. Además de limitar la suma total de sustancias a través de parámetros acumulativos
(sustancias degradables, DBO5 o demanda biológica de oxígeno, DQO o demanda química de oxígeno, toxicidad
para peces), también deben registrarse separadamente aquellas sustancias o grupos de sustancias especialmente
tóxicas (como, por ejemplo, metales disueltos, compuestos orgánicos halogenados, compuestos fosforados o
compuestos del estaño,  sustancias carcinógenas, etc.). Fundamentalmente, debe hacerse una clara distinción
entre los estándares cualitativos generales (prohibiciones o limitaciones para el vertido) y los estándares referidos
a parámetros.

3.1.2 Actividades en los proyectos

1. Producción agropecuaria

En la producción agropecuaria se generan aguas residuales como consecuencia de la producción de forraje, carne
y leche. Las aguas residuales específicamente agropecuarias comprenden:

-  abonos líquidos (licuame),


-  agua escurrida de silos,
-  suero lácteo,
- residuos provenientes de la  cría de animales,
- efluentes de áreas regadas.

2. Transporte

Como focos emisores más importantes de  aguas residuales de este grupo de causantes, se pueden mencionar los
vertidos directos, resultantes de la construcción y operación de las distintas vías de tránsito, así como las
sustancias contaminantes arrastradas por las aguas pluviales.

3. Aguas residuales domiciliarias

Bajo este nombre se agrupan las aguas servidas provenientes de conjuntos habitacionales, comunas y ciudades,
que son recolectadas y evacuadas en forma conjunta a través de redes de cloacas o canales. Estos efluentes
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provienen básicamente de:

- casas de familia
- viviendas colectivas (edificios de departamentos), hoteles, hospitales/sanatorios, oficinas
administrativas, etc.
- instalaciones para la incineración de residuos
- pequeñas industrias
- escurrimiento superficial
- rellenos sanitarios

y pueden llegar al cuerpo de agua receptor directamente o después de haber sido sometidos a un tratamiento.

Las  aguas residuales domiciliarias se caracterizan no sólo por las considerables fluctuaciones de caudal y
composición (aguas fecales, del lavado de ropa, de la higiene personal, del lavado de vajilla), sino también por
fluctuaciones temporales (momentos en que se vierte el agua servida). Las aguas residuales domiciliarias están
cargadas de sustancias enturbiantes, partículas en suspensión y lodos, coloides y otras sustancias disueltas como
orina, sales y detergentes. Estas sustancias contienen partículas consumidoras de oxígeno, que se descomponen
con mucha facilidad y por tal motivo, cuando falta el oxígeno, entran fácilmente en putrefacción.

La evacuación de las aguas servidas comunales puede efectuarse a través de redes independientes o mixtas.
Cuando las redes son independientes, las aguas residuales y el escurrimiento pluvial fluyen por diferentes canales
mientras que en el sistema mixto, ambos flujos se mezclan y se evacuan en forma conjunta. Según la frecuencia,
duración y caudal de agua caída, puede ocurrir que durante las precipitaciones, al aumentar el escurrimiento, una
parte de las aguas residuales llegue a los cuerpos de agua sin haber pasado previamente por las instalaciones de
clarificación. Las sustancias que durante la época de estiaje se habían depositado en las tuberías y canales,
vuelven a movilizarse como consecuencia de la mayor fuerza de arrastre de los grandes caudales y pueden
alcanzar así concentraciones muy superiores a la concentración inicial. Los sistemas independientes también
pueden llevar al cuerpo de agua receptor considerables cargas de tóxicos arrastrados por el agua pluvial.

El análisis de estándares muestra que en muchos países la descarga directa de las aguas servidas domiciliarias a
cuerpos de agua está prohibida o sólo puede efectuarse con autorización previa. Tales estándares cualitativos
rigen, predominantemente, en la mayoría de los países que han sancionado leyes para la protección de sus aguas.
A modo de ejemplo, puede recurrirse a las directivas de la CE, (remítase el lector a la sección correspondiente
del presente Catálogo).

4. Suministro de  energía eléctrica

En el caso de efluentes de las  usinas eléctricas, nos referiremos, esencialmente, al agua de refrigeración
contaminada con biocidas. Estas sustancias se utilizan para destruir las algas y crustáceos contenidas en el agua
que circula por los circuitos de refrigeración. Los principales biocidas son el cloro y los compuestos clorados
(Ver Fichero de Sustancias)

5. Industrias

Pertenecen a los efluentes industriales las  aguas contaminadas que han sido utilizadas como materia prima,
disolvente, medio de transporte, para limpieza y fines sanitarios.

Los efluentes industriales

- tienen a menudo una composición determinada en la que predominan ciertos grupos de sustancias
químicas;

- contienen sustancias inhibidoras, tóxicas o no degradables;

- sufren fuertes fluctuaciones en lo que respecta a su composición y concentración;

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- contienen sustancias que pueden ser (por la actividad bacteriana, por ejemplo) fuentes primarias o
secundarias de emanaciones fétidas.

A raíz de las propiedades mencionadas, se suele clasificar a los  efluentes industriales en:

- efluentes que pueden ser vertidos en la red cloacal o en el cuerpo de agua sin rebajar y sin
tratamiento previo;

- efluentes que solo pueden ser vertidos en la red cloacal o en el cuerpo de agua después de haber
sido previamente rebajados y/o tratados;

- efluentes que no deben ser vertidos (ni en la red cloacal ni en cuerpos de agua).

Los estándares para el vertido de aguas industriales se indican directamente o deberán ser derivados
indirectamente a partir de las condiciones locales, de otros estándares dados para la rama industrial específica o
para otra rama industrial.

6. Minería/recuperación de materia prima

Los aguas residuales típicas de la minería son, principalmente, las aguas de infiltración contaminadas y los
efluentes resultantes de la extracción o recuperación de materias primas (el procesamiento posterior, está
comprendido en el título "Industrias"). El carácter nocivo de tales aguas se debe, sobre todo, a las altas
concentraciones de sustancias específicas (por ejemplo, arsénico, plomo, cinc, mercurio).

3.2 Contaminación térmica


La  contaminación térmica de cuerpos de agua superficiales se origina, fundamentalmente, por el vertido de
aguas a alta temperatura provenientes de circuitos de refrigeración y de procesos de plantas industriales y usinas
eléctricas.

El vertido de aguas a altas temperaturas perturba las condiciones térmicas naturales de los cuerpos de agua y
afecta adversamente la calidad del agua y las condiciones de vida de la fauna y flora acuáticas. Las
consecuencias del incremento de la temperatura alrededor de las bocas de descarga son, entre otras, las
siguientes:

- disminuye el contenido de oxígeno disuelto (ya que la solubilidad del oxígeno se reduce a medida
que aumenta la temperatura y la demanda de oxígeno aumenta a raíz de una mayor actividad
metabólica de los organismos);

- se perjudican algunos organismos y se desplaza el rango de especies;

- disminuye la capacidad de autodepuración del cuerpo de agua superficial, es decir, se corre el


riesgo de menoscabar este proceso.

La observancia de los estándares para el vertido de aguas térmicamente contaminadas a cuerpos de agua no es,
por lo general, legalmente exigible; pero estos estándares pueden ser la base para la tramitación de
autorizaciones (como ocurre en Alemania).

Entre los principales estándares relacionadas con la contaminación térmica específica para ciertas industrias, se
cuentan los siguientes:

- valores límite para la temperatura de las aguas que se van a verter en los cuerpos de agua (en °C);

- valores límite para el rango máximo de calentamiento, las pérdidas por evaporación, la cantidad
máxima de oxígeno disuelto;

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- valores límite para la temperatura del cuerpo de agua superficial.

En estos últimos, se trata de valores de inmisión o estándares de calidad ambiental (ver Capítulo 4). El aumento
de temperatura permisible para un cuerpo de agua indica si en él aún pueden permitirse vertidos adicionales de
aguas térmicamente contaminadas. Los parámetros que se refieren al vertido de aguas calientes, generalmente
están contenidos en los criterios relacionados con el agua (Ver fichero de Convenios ambientales de la CE).

Para poder evaluar los perjuicios que sufre un cuerpo de agua por incorporación de calor y traducirlos a valores
en los efluentes, es necesario tomar e interrelacionar una serie de datos como los siguientes:

- volumen y temperatura del agua de refrigeración descargada;

- temperatura natural del cuerpo de agua y temperatura en el momento de la medición (como valor
orientativo puede utilizarse el promedio de temperaturas máximas de varios años o, en su defecto, el
valor anual más desfavorable (valor de verano) según las condiciones meteorológicas y de
escurrimiento locales);

- caudal durante el año hidrológico;

- DBO / DQO;

- presencia de flora y fauna acuáticas; función del biotopo.

Mediante cálculos es posible hacer pronósticos de temperatura en el cuerpo de agua receptor para diferentes
caudales, distintas épocas del año, condiciones meteorológicas y descargas de agua caliente. De esta manera se
puede determinar la capacidad en su conjunto de absorción de calor de un cuerpo de agua receptor en su
conjunto o la de ciertos tramos/sectores del mismo (plan de carga térmica). Hacer un cálculo del perfil de
temperaturas es una tarea sumamente laboriosa. No se dispone aún de estándares para las distintas actividades
específicas de los proyectos.

3.3 Emisión de sustancias gaseosas y polvos


3.3.1 Generalidades
3.3.2 Actividades en los proyectos

3.3.1 Generalidades

Las emisiones de sustancias gaseosas y polvos son generados directa o indirectamente por casi todas las
actividades humanas. Debe distinguirse entre:

- emisiones concentradas,
- emisiones difusas,
- polos levantados por el viento y
- emisiones accidentales.

Los proyectos relacionados con fábricas e industrias pueden generar considerables cantidades de emisiones,
según el tipo de material que se trabaja, los métodos de procesamiento elegidos y las medidas implementadas
para reducir las emisiones. También deben considerarse las emisiones que afectan a las personas en el lugar de
trabajo.

En las actividades agropecuarias, por ejemplo, se originan emisiones de gases y/o polvos por el uso de abonos o
durante el laboreo del suelo. Las instalaciones de infraestructura ya generan considerables cantidades de
emisiones durante la etapa de levantamiento de las obras por las actividades constructivas mismas; y durante la
fase de explotación, por la utilización de las instalaciones. En el caso de proyectos de minería y extracción de
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materia prima, se generan polvos predominantemente por beneficio a cielo abierto, pero también por la carga y
descarga de los productos intermedios o por acción del viento que levanta polvillo de los vaciaderos de
escombros. Finalmente debe tenerse en cuenta que los asentamientos urbanos, las actividades domésticas y las
pequeñas empresas suelen ser, muy a menudo, fuentes de emisión primarias.

Cuando existen estándares de emisión, éstos en general no son definidos en función de la necesidad de proteger
al medio ambiente o a la naturaleza, sino según la factibilidad técnica (práctica ingenieril generalmente
reconocida, estado de evolución de la técnica) y de las posibilidades de exigir su observancia por parte del sector
económico o industrial involucrado (situación económica). Constituyen, por lo tanto, compromisos a nivel
político y técnico.

La medición de las emisiones es un proceso complejo que depende de muchas condiciones complementarias. Las
principales dificultades residen en el hecho de que la mayoría de las emisiones son de naturaleza difusa y pueden
provenir de equipos no encapsulados en talleres y fábricas, de polvo levantado por el viento en los vaciaderos de
escombros, etc. Cuando es posible concentrar las emisiones atrapándolas bajo cubiertas, con sistemas de
extractores o chimeneas, se facilita la tarea de medición como ocurre, por ejemplo, en las instalaciones blindadas
de las fábricas de aluminio o en las chimeneas de los sistemas de calefacción. Las emisiones son de muy distinta
naturaleza y por este motivo el trabajo de medición se incrementa en proporción directa con el número de
contaminantes a determinar. Cuando se miden los valores de emisión, es fundamental tener en cuenta el estado
de las instalaciones y las condiciones ambientales (temperatura, condiciones del viento).

Las técnicas de medición mismas son laboriosas y se están perfeccionando día a día. Las condiciones para la
toma de muestras y ciertas influencias perturbadoras afectan considerablemente los resultados de la medición.
Las técnicas de medición y los procedimientos recomendados para captar las emisiones de gases y polvos pueden
consultarse en diferentes fuentes: cada una describe los procedimientos de medición y los instrumentos de
medición a utilizar (Lineamientos Técnicos Aire de la RFA y directivas de la CE). En las publicaciones de la
OMS (1990) hallará el lector resúmenes de los métodos que se aplican a nivel internacional.

El nexo entre la emisión y inmisión (deposición) es el cálculo de la difusión y permite determinar/pronosticar


cuantitativamente la probable inmisión (deposición), en base a la relación causal existente, desde la emisión
hasta la inmisión (deposición) o a partir del modelado de estos fenómenos. Existen diferentes métodos para
efectuar el cálculo de la difusión, los que a su vez se basan en diferentes modelos matemáticos. Entre las
condiciones complementarias que deben tenerse en cuenta e incorporar a los modelos, se encuentran las
siguientes:

- distribución física (espacial) de los focos de emisión,


- cambios temporales de la cantidad y composición de las emisiones,
- condiciones de difusión, así como sus variaciones espaciales y temporales,
- procesos físico-químicos en la atmósfera,
- efectos de deposición, (tamaño de partículas, precipitación).

Las especificaciones para los programas de medición de las emisiones/inmisiones, los instrumentos a utilizar con
ese fin y los métodos a aplicar en el procesamiento de los datos son muy estrictos e incluso pueden llegar a
recomendar los instrumentos apropiados. En determinados tipos de plantas se exige un monitoreo continuo de las
emisiones. En ciertos casos, especialmente en el marco de tramitaciones de autorización, se imponen exigencias
más severas aún.

Las emisiones de gases y polvos se reconocen como generadoras de impactos ambientales y, en consecuencia, se
están redoblando los esfuerzos para reducirlas. El primer paso consiste, en principio, en la elaboración de
criterios que establezcan estándares de emisión para aquellos focos que han sido reconocidos como fuentes
primarias de emisión.

Generalmente se establece un plazo para la observancia de estos criterios, transcurrido el cual las autoridades
responsables del control y vigilancia pueden exigir su cumplimiento a través de medidas coercitivas.

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Las ramas industriales afectadas pueden ajustarse a estos criterios ya sea modificando sus técnicas de
procesamiento o aplicando medidas para reducir las emisiones. La industria que desarrolla equipos para el
control de emisiones se basa en los recursos técnicos disponibles y en las normas legales en vigencia y puede
ofrecer soluciones adecuadas en la mayoría de los casos.

La evolución de las tecnologías para la reducción de emisiones es permanente y se va adaptando continuamente


a los nuevos conocimientos. En la medida en que las técnicas lo permiten y resulta deseable, se combinan las
medidas de control de las emanaciones con recuperación del material y de la  energía. Los valores límite de
emisión se fijan, en la mayoría de los casos, para sustancias o grupos de sustancias individuales que emanan de
plantas o emplazamientos determinados.

Los estándares para emisiones se indican como valores límite de masa (mg/m3) para  emisiones gaseosas, como
expulsión de  gases tóxicos por unidad de tiempo (kg/h o g/h), o como factores de emisión en función de la masa
de los productos fabricados o procesados (kg/t o g/t). No se deben enrarecer las emisiones gaseosas por
incorporación de cantidades suplementarias de aire con el objeto de cumplir con los estándares establecidos. En
casos aislados, también se dan los estándares de emisión en forma graduada como concentraciones de masa (por
ejemplo, 75 mg/m3 a razón de 3 kg/h o más), según el flujo masivo de la sustancia en cuestión.

No se tienen en cuenta las condiciones geoecológicas cuando se definen los valores límite para emisiones; éstos
se fijan, por el contrario, según las posibilidades que brindan las técnicas de producción imperantes y el estado de
evolución de la tecnología (reglas técnicas comúnmente reconocidas). Sólo en las propuestas para futuros
estándares, se consideran posibles mejoras para los procesos de fabricación. Algunos estados consideran las
condiciones geoecológicas y meteorológicas así como los niveles de contaminación preexistentes, y lo hacen a
través de la creación de zonas protegidas, es decir, zonas de contaminación controlada, en las que deberán regir,
por ejemplo, valores límite más bajos cuando se presentan condiciones especiales. Para la instalación de nuevos
emprendimientos, la mayoría de los países fija límites más severos (sin reglamentos de transición) que para los
antiguos.

La puesta en vigor de estándares para las emisiones también se refleja en la economía; por ejemplo, puede
afectar el resultado técnico-económico de toda una rama de la industria o fomentar el surgimiento de un mercado
totalmente nuevo de productos para la protección del medio ambiente. Por regla general, cuando los legisladores
formulan nuevos estándares, tienen en cuenta si es posible exigir su observancia desde el punto de vista
económico-comercial (para toda una rama de la industria, no para una fábrica en particular). En aquellos países
en los que no funcionan los órganos de monitoreo y control, puede ocurrir que se instituyan valores límite de
prevención y en algunos casos, que se formulen estándares de emisión inadecuados copiados de otros países. Los
efectos acumulativos de las emisiones y las condiciones geoecológicas dadas se utilizan para la formulación de
valores límite para conservar la pureza del aire o como límites de inmisión, para exigir su cumplimiento.

3.3.2 Actividades en los proyectos

En el ámbito agropecuario se originan emisiones como resultado del laboreo mecánico del suelo (polvo), la
aplicación de abonos, plaguicidas y materia fecal animal (amoníaco).

Por otra parte, la cría de ganado y los arrozales anegados generan metano. Prácticas como la quema de
vegetación produce la emisión de óxido nitroso, entre otros. La aplicación de abonos y materia fecal se limita,
por la fisiología vegetal, a determinados períodos del año. Lo mismo ocurre con el uso de plaguicidas de los que
también pueden emanar gases o desprenderse partículas.

Si bien todas las prácticas mencionadas así como las cantidades de producto a emplear han sido objeto de
distintas recomendaciones, no existen restricciones en forma de valores límite para las emisiones.

Otras medidas, como por ejemplo la quema de malezas en los campos o en los taludes se limitan, en algunos
países, a determinadas épocas del año; en otros países están absolutamente prohibidas. Esto se hace no sólo para
no producir emisiones sino, fundamentalmente, para proteger a la fauna menor.

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La cría de ganado, en especial la cría intensiva, es particularmente propensa a producir emanaciones de olor
desagradable. No se han fijado valores máximos para estas emisiones, pero se exige guardar una distancia
mínima entre los establos y las propiedades vecinas para proteger a los habitantes de los malos olores. Se permite
el almacenamiento de licuame o de estiércol líquido, siempre que se guarden en contenedores cerrados o en
excavaciones hechas a tal fin. El estiércol sólido, en cambio, se deja por lo general, a cielo abierto.

Las emisiones provenientes de la explotación agropecuaria, generalmente son mezclas de diferentes sustancias
que por sus características escapan, en su mayoría a los alcances de los instrumentos de medición.

1. Transporte (vial, ferroviario, por agua, por aire)

Cuando se analizan las emisiones producidas por las redes viales, debe distinguirse entre la fase constructiva y la
de uso.

En la etapa de construcción se producen cantidades considerables de emisiones de gas o polvo por acción de las
pesadas máquinas y vehículos así como por el necesario movimiento de tierra. En las grandes obras también se
producen emisiones por el movimiento (depósito y retiro) de los materiales que se van utilizando. No existen
estándares para las emisiones en este ámbito.

Los estándares se refieren más bien a los medios de transporte propiamente dichos (vehículos, aeronaves, etc.) y
su observancia puede estar contemplada en la autorización general para su operación bajo ciertas condiciones
atmosféricas (por ejemplo, autorización para viajar cuando hay smog, ordenanzas con respecto al smog).

Los valores límite relacionados con los vehículos son objeto de debate permanente en los países industrializados
(países fabricantes de vehículos) y las más diversas organizaciones (por ejemplo: los fabricantes de automóviles,
la industria petrolera, las asociaciones para la protección del medio ambiente, los gobiernos) intentan hacer valer
sus influencias cuando se trata de definir estándares y los plazos de puesta en vigencia de los mismos. El
resultado es, finalmente, un compromiso entre la factibilidad técnica y la exigibilidad económica. La observancia
de los valores límite para vehículos que transitan por las rutas se cumple parcialmente en los países
industrializados gracias al control al que se someten regularmente los vehículos. Los procedimientos de
medición desarrollados a tal fin están normalizados, en algunos casos, a nivel internacional y son relativamente
sencillos y rápidos de ejecutar.

2. Disposición municipal de residuos sólidos y de aguas residuales

Durante el proceso de disposición de desechos sólidos y evacuación de las  aguas residuales urbanas,
especialmente cuando las cantidades a eliminar son grandes, pueden generarse emisiones de gas y de polvo.
Tanto los residuos domiciliarios como los industriales contribuyen a la generación de emisiones. Los focos de
emisión más importantes son los rellenos sanitarios (depósitos de desechos), los incineradores de residuos, las
instalaciones para la producción de compost y las plantas de tratamiento de para la clarificación de las aguas
(digestores).

Cuando la disposición de residuos está instrumentada de manera organizada, generalmente se utilizan los
residuos sólidos para hacer rellenos sanitarios o se los quema, aprovechando a veces el calor que produce esta
combustión. En los rellenos sanitarios se suelen presentar problemas de emanaciones fétidas, parte de los
desechos son dispersados por acción del viento y se genera "gas de los basurales". Si existen sistemas de
recolección, tratamiento y eliminación de las aguas residuales, también pueden surgir problemas por
emanaciones fétidas, especialmente durante las etapas de tratamiento químico/biológico de los líquidos
cloacales.

Respecto de la emisión de sustancias gaseosas y polvos, sólo existen en los países industrializados valores límite
para los incineradores de residuos. Estos valores límite se basan en la composición extremadamente heterogénea
de los residuos sólidos y en los tóxicos relacionados que son expulsados por las chimeneas. La gama de valores
límite prefijados se va ampliando permanentemente, a medida que evolucionan las posibilidades de detección y
los descubrimientos científicos sobre los impactos que ejercen determinadas sustancias o grupos de sustancias
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sobre el medio ambiente. A esto se suma que, debido al mismo proceso de pirólisis, pueden generarse nuevas
sustancias o grupos de sustancias. La formulación de valores límite se guía por el estado de evolución
tecnológica para la reducción de emisiones, que progresa constantemente. Otros esfuerzos tienden a evitar el
ingreso de ciertas sustancias a los rellenos sanitarios e incineradores de residuos.

3. Suministro de energía eléctrica

Las instalaciones para el suministro de energía eléctrica son las usinas, que transforman combustible sólido,
líquido o gaseoso en calor y/o fluido eléctrico. La composición de las emisiones que son lanzadas a la atmósfera
por las usinas depende, en gran medida, del tipo y composición del combustible utilizado. Además de los
principales productos de la combustión, como lo son el CO2 y el H2O, también aparecen como contaminantes
atmosféricos los siguientes: CO, SO2, NO, NO2, metales pesados e hidrocarburos residuales por combustión
incompleta, entre otros. Los  combustibles  sólidos y líquidos generan, adicionalmente, partículas muy finas de
hollín, compuestos halogenados y SO2. Sin embargo, el tipo de combustible no es el único factor que influye
sobre la cantidad y tipo de emisiones resultantes: el tipo de construcción y el modo de operación de las
instalaciones también ejercen su efecto y por este motivo se fijan los estándares para las emisiones según el
estado de las instalaciones y la capacidad.

La magnitud absoluta de los valores límite se basa en el contenido de sustancias tóxicas de los combustibles y en
el estado de evolución de la tecnología de control de emisiones y de combustión. Los valores límite de las
emisiones pueden estar graduados, además, de acuerdo con la capacidad térmica de las usinas. Las emisiones
también pueden reducirse a través de un cambio de combustible, utilizando combustibles pobres en sustancias
tóxicas o sometiéndolos a un procesamiento previo. Otra posibilidad consiste en optimizar la conducción de los
procesos en el establecimiento y reducir así la emisión de gases producto de la incineración. Entre las medidas de
reducción más importantes se destacan los tratamientos para capturar los polvos, desulfuración de los gases de
combustión y la eliminación del nitrógeno. Como bases fundamentales para los estándares, pueden analizarse las
sustancias que figuran en los Lineamientos Técnicos Aire de la RFA (ver Fichero de Sustancias).

4. Industrias/fábricas

El campo de actividades de las fábricas e industrias es sumamente amplio. Por este motivo, tanto la cantidad
como la composición de las emisiones de gases y polvos que estas actividades generan dependen en forma
directa de las técnicas de procesamiento aplicadas y de la materia prima y sustancias auxiliares utilizadas.

En diferentes países se han introducido en particular estándares para SO2 ó NOx y para componentes que
contienen polvo o compuestos ácidos. En el caso de los polvos, estos valores se refieren especialmente a los
polvos que contienen metales pesados y metales no ferrosos. Además, también se han fijado valores límite para
la emisión de diversas sustancias nocivas y de olor desagradable.

Las emisiones se originan fundamentalmente durante el procesamiento mecánico expuesto y en las


transformaciones termoquímicas realizadas en recipientes abiertos. Los estándares se orientan hacia el estado de
evolución de las tecnologías de procesamiento, producción y reducción de emisiones. En Alemania se aplican las
normas de la Asociación Alemana de Ingenieros (VDI) y DIN. Se sabe que en algunos países existe una brecha
muy grande entre los estándares estipulados y la medida en que éstos se cumplen. También en las fábricas e
industrias pueden adoptarse los criterios para las sustancias contempladas en los Lineamientos Técnicos Aire de
la RFA (ver Fichero de Sustancias), donde figuran las sustancias más importantes relacionadas con emisiones
industriales.

5. Minería/extracción de materia prima

Las emisiones potenciales de polvo y gas que pueden afectar al medio ambiente, son producidas por:

- explotación (polvos, liberación de gases),


- transporte,

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- preparación, procesamiento y preprocesamiento,


- depósitos de materiales y escombros (polvos arrastrados por efecto del viento, emanaciones
gaseosas).

Las etapas primarias en la minería y extracción de materia prima no están, en general, reglamentadas por valores
límite. Las regulaciones existentes se refieren a medidas de protección para evitar accidentes de trabajo y a la
seguridad laboral en las instalaciones. En la medida en que existen estándares, éstos se refieren a las emisiones
resultantes de las etapas de procesamiento subsiguientes y a los métodos de transporte o movimiento de material.
Se orientan por el estado de la técnica de despolvoramiento y blindaje, así como en la concentración del gas
natural. Como estándares cualitativos importantes se pueden mencionar las coberturas en general, con las que se
procura limitar, por ejemplo, el desprendimiento de polvo por acción del viento durante el transporte y
movimiento de material en las escombreras, o las medidas tendientes a recuperar o recultivar la cubierta vegetal.

3.4 Residuos sólidos


Los  residuos sólidos se pueden clasificar como "sustancias o grupos de sustancias químicas" como así también,
en gran parte, como "sustancias no específicas", nombre con el que se designan a aquellas sustancias, grupos de
sustancias, productos, ingredientes activos y desechos que no pueden ser inequívocamente identificados. En los
Lineamientos Técnicos sobre Residuos Sólidos de la RFA (del 10.04.90) se presenta información sobre
disposición para más de 300 residuos que requieren una supervisión especial. En este contexto, se remite al
lector especialmente a los convenios internacionales que se refieren a la disposición y transporte de desechos. El
análisis de estándares revela que en ninguna de las actividades de los proyectos (fundamentalmente, las que se
relacionan con la explotación agropecuaria, disposición de residuos urbanos, provisión de  energía eléctrica,
industrias/fábricas, minería/extracción de materia prima) se reglamenta, mediante estándares cuantitativos, el
volumen de los desechos que se "generan". Se trata, más bien, de reducir el volumen de residuos a través de
ciertas medidas para su aprovechamiento como, por ejemplo, reciclado obligatorio, sistemas de depósito
reembolsable, compromiso de reaceptación por parte de los fabricantes de los productos al terminar su vida útil,
etc. Estrictos controles durante la producción, acopio, utilización, transporte y disposición de residuos tienen por
objeto prevenir riesgos potenciales para la salud, especialmente en el caso de sustancias o materiales de  desecho
peligrosos, asegurando al mismo tiempo la protección del medio ambiente de impactos negativos.

En lo que se refiere a las actividades en los proyectos, merecen destacarse especialmente las ordenanzas o
valores orientativos, que se refieren a:

a) Actividades agropecuarias

- almacenamiento de estiércol y licuame,


- disposición de desechos resultantes de la cría masiva de animales,
- diseminación de fangos de clarificación en áreas cultivadas,
- distribución de estiércol y licuame sobre tierras de cultivo.

b) Residuos sólidos urbanos

- frecuencia y tipo de recolección, recolección obligatoria (disposición comunal y municipal con


fuerza de ley),
- ordenanzas sobre procedimientos (criterios para la disposición en forma de rellenos sanitarios),
- ordenanzas sobre reciclado obligatorio,
- disposición discriminada de residuos de variado tipo.

c) Industrias/fábricas

- obligación de llevar registros de determinados tipos de desechos sólidos y de desechos


provenientes de ciertas instalaciones (en Alemania: Ley sobre desechos y ordenanzas
administrativas)
- diversos reciclados obligatorios.
http://wgbis.ces.iisc.ernet.in/energy/HC270799/HDL/ENV/envsp/Vol303.htm 10/12
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3.5 Agentes químicos


Se designa con el nombre de agentes químicos a productos químicos tales como plaguicidas, abonos, reguladores
del crecimiento, sales antihielo y otros, que se incorporan al medio ambiente con fines específicos, especialmente
en la agricultura y silvicultura para mejorar o modificar las condiciones de crecimiento y desarrollo de las plantas
y luchar contra las plagas. En el ámbito vial, se utilizan herbicidas para eliminar la vegetación al borde de los
caminos y rutas, y a lo largo de las vías.

Para la protección química de las plantas se recurre a sustancias activas con el fin de eliminar, entre otros, a
parásitos de las plantas de cultivo y optimizar así sus condiciones de crecimiento y desarrollo; sin embargo, el
uso de tales sustancias para fines distintos a los de su campo de aplicación específico, puede dar por resultado
efectos adversos sobre las aguas superficiales y subterráneas, los animales y plantas así como la calidad del
suelo. Cabe destacar el rol particularmente significativo que juega la gran persistencia de numerosas sustancias
tanto en el suelo como en el agua, así como los efectos tóxicos aún desconocidos, que pueden originarse por
procesos aditivos y sinergéticos.

Existen estándares cuantitativos para  plaguicidas, abonos y reguladores de crecimiento, en forma de


recomendaciones y reglamentos que contemplan los siguientes aspectos:

- ámbito de aplicación (cultivos, plagas),


- forma de aplicación (gránulos, emulsión, polvos),
- ocasión en que se aplica (por ejemplo, a partir de un determinado umbral económico),
- tiempo de espera (antes de su cosecha o consumo).

Los fabricantes indican las restricciones correspondientes, en general para sustancias específicas (ver Fichero de
Sustancias), cumpliendo instrucciones de las autoridades (por ejemplo: del Centro Federal de Investigaciones
Biológicas para Agricultura y Silvicultura, en la República Federal de Alemania o de la Secretaría de Salud y
Bienestar Social, en México).

Las recomendaciones de uso para los abonos dependen, fundamentalmente, de los factores que determinan la
producción. Si bien no se asigna importancia a la necesidad de adecuar dichos productos a las condiciones
geoecológicas dadas, comienzan a vislumbrarse algunos esfuerzos en ese sentido. En los climas tropicales, por
ejemplo, incluso incrementando la utilización de abonos se dan factores limitantes que fijan, forzosamente, la
posible producción agrícola a un nivel considerablemente más bajo que el de áreas de cultivo similares en zonas
subtropicales.

Las recomendaciones sobre reglas de aplicación de plaguicidas y tiempo de espera una vez aplicados estos
productos se basan en aspectos toxicológicos de las cantidades residuales máximas legalmente permitidas. Sin
embargo, este tipo de exigencia sólo se aplica a alimentos de origen vegetal destinados al consumo humano y no
a forrajes. En algunos casos, se han producido perjuicios parcialmente irreparables por efectos combinados (no
considerados) de numerosas sustancias, que sólo pueden ser sometidas a una recalificación gradual.

La posibilidad de hacer observar las reglas de aplicación se ve limitada por diversos factores:

- problemas lingüísticos (de interpretación),


- aspectos financieros,
- problemas de aceptación,
- problemas de capacitación,
- posibilidades de monitoreo.

El Código de Conducta de la FAO (como un ejemplo de estándares de comportamiento) trata de mejorar esta
situación.

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http://wgbis.ces.iisc.ernet.in/energy/HC270799/HDL/ENV/envsp/Vol303.htm 12/12

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