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BRASIL.

Miles de brasileños toman las calles contra la


corrupción y ponen en alerta al Gobierno Temer
Los mismos movimientos que pidieron la destitución de Rousseff exigen ahora más poder
para el judiciario y estrechar así el cerco a los corruptos.

María Martín. Río de Janeiro 5 DIC 2016

Un manifestante sostiene una figura del juez Sergio Moro, en la protesta de Río.

Los brasileños que salieron a la calle para pedir la destitución de la expresidenta Dilma
Rousseff están de vuelta. Miles de personas, convencidas de su poder, se han manifestado
este domingo en varias capitales brasileñas contra la corrupción y las maniobras de los
diputados para minar al poder judicial en su afán de estrechar el cerco a los corruptos.
No ha sido una marcha contra el presidente, Michel Temer, pero las protestas preocupan en su
entorno. Los manifestantes entonaron soflamas contra sus colegas de partido y aliados
políticos en el Congreso, del que Temer, con una popularidad del 14%, depende para aprobar
un ajuste fiscal que considera crucial para superar la crisis económica que vive Brasil.

En Río de Janeiro, donde se concentró una de las marchas más numerosas, se reunieron desde
activistas contrarios al aborto a partidarios de una intervención militar, integrados en una
multitud que coreaba eufórica el nombre de Sergio Moro, el juez responsable de la Operación
Lava Jato, que reveló la enorme trama de corrupción enraizado en la Petrobras. Las
investigaciones dirigidas por Moro, elevado por muchos a ídolo nacional, han salpicado a las
cúpulas de casi todos los partidos brasileños, especialmente del Partido de los Trabajadores,
del expresidente Lula, del PMDB, del actual presidente Temer, y del PP, un partido
conservador aliado de ambos.

“Queremos más justicia. El mayor problema de Brasil es la impunidad. El Congreso tiene que
aprobar las medidas propuestas contra la corrupción. Las leyes nunca serán perfectas, pero es
importante que sean más rígidas para limpiar lo que tenemos. Si empezamos a discutirlas,
vamos a pasarnos cinco años debatiendo y esto es urgente”, explica el comerciante de 46 años
Diniz Tellini, que fue con su suegra a la manifestación.

Hubo también críticas a Temer, aunque el presidente no fuese el blanco principal de los
manifestantes. “Cuando fui a la calle a protestar en otras manifestaciones no fue para quitar a
Dilma y poner a Temer, yo quería una nueva elección. Esto es como cambiar un corrupto por
otro”, lamentaba la funcionaria Marcia Bilheiro, representando el sentimiento de otros
muchos manifestantes entrevistados por este periódico. En sus seis primeros meses de
Gobierno, Temer ha tenido que prescindir de seis de sus ministros, la mayoría de ellos
investigados en casos de corrupción.

Votación de madrugada

La convocatoria de las protestas de este domingo fue alimentada por la más reciente polémica
en un Brasil harto de turbulencias políticas. En la madrugada del miércoles, mientras el país se
sumía en el luto por la pérdida de 71 vidas en el accidente de avión que transportaba a la
delegación del Chapecoense, el Congreso de los Diputados decidía mantener su actividad y
desvirtuar con un puñado de enmiendas un conjunto de diez propuestas legislativas
redactadas por la Fiscalía con el objetivo de endurecer la ley contra los corruptos.

Aunque las medidas, apoyadas por dos millones de firmas, han sido poco discutidas y provocan
recelos en los sectores progresistas, temerosos de otorgar más poder al judiciario y fragilizar
así al Estado de Derecho, la actuación sibilina de los diputados, decenas de ellos investigados
por casos de corrupción, fue interpretada como una estrategia en beneficio propio para limitar
el alcance de las investigaciones.

Los manifestantes también protestaron contra la decisión del Congreso de aprobar, esa misma
madrugada, el concepto de “abuso de autoridad” que permitirá juzgar a jueces y fiscales bajo
el criterio de actuar bajo “conducta incompatible con el cargo”. “Ya existe ese control del
poder judicial. El problema es intentar ejercer ese control intimidando a jueces y fiscales,
usando conceptos vagos”, criticaba en Río de Janeiro Claudio Henrique Viana, procurador del
Ministerio Público de Río.
El conflicto entre el poder judicial y el legislativo se hizo más evidente tras la votación, cuando
el equipo de investigadores de la Operación Lava Jato, gran impulsor del paquete de las diez
medidas anti-corrupción, amenazó el miércoles con renunciar en bloque si el presidente
Michel Temer sancionaba las propuestas de los congresistas. La respuesta del presidente del
Senado, Renan Calheiros, aliado de Temer e investigado en más de una decena de casos de
corrupción, fue entonces acelerar una segunda votación de las medidas para avanzar en su
aprobación. El gesto le salió caro. Además de ver frustrada su estrategia por el voto contrario
de buena parte de sus colegas, los manifestantes cambiaron rápidamente el grito de “¡Fuera
Dilma!”, entonado en las manifestaciones contra el anterior Gobierno, por el de “¡Fuera
Renan!

La manifestación más esperada era la de São Paulo, que concentró las mayores protestas de la
democracia brasileña en la campaña contra Rousseff. La convocatoria, esta vez, no fue tan
abrumadora –200.000 participantes, según los organizadores, y 15.000 según la policía–, pero
una multitud en la principal avenida de la ciudad es suficiente, sin embargo, para poner a
Brasilia, sede del poder, en alerta. A las protestas callejeras se suma la inquietud de la clase
política que aguarda la divulgación en las próximas semanas de la llamada “confesión del fin
del mundo” en la que 77 ejecutivos de la constructora Odebrecht rebajarán la pena que les
corresponda a cambio de contar lo que saben del caso Petrobras. Con las investigaciones, la
mayor constructora de América Latina se ha perfilado como el corazón de la trama corrupta y
amenaza con involucrar aún más políticos en el mayor escándalo de corrupción que se
recuerda en Brasil.

Precio del pétroleo

PETROLEO. El barril de petróleo alcanza su precio


máximo de 16 meses
El barril de 'brent' toca los 55 dólares y el de referencia en la OPEP supera los 50 dólares.

Ivert Bloomber. Madrid 5 DIC 2016


Pozos petrolíferos de Gudong, China.

El petróleo parece haberse decantado definitivamente por las subidas de precios. El barril sube
con fuerza y consolida la senda alcista que abrazó la semana pasada, cuando los productores
del cartel de la OPEP llegaron a un acuerdo perseguido desde hace meses para rebajar la
oferta por primera vez en ocho años. El petróleo brent, de referencia en Europa, ha tocado los
55 dólares, su precio máximo desde finales de julio de 2015. En el caso del West Texas, de
referencia en los mercados americanos, supera los 52 dólares, también su máximo en más de
16 meses.

Algunos analistas mostraron sus dudas la semana pasada sobre que el acuerdo de recorte de
producción en la OPEP pueda darse ya por zanjado. Sin embargo, el cartel parece dar pasos
hacia su consolidación: los productores han invitado el próximo sábado a Viena a 14 países que
no forman parte del grupo y que en conjunto bombean cerca de una quinta parte del petróleo
del mundo para tratar de llegar también a un pacto con ellos, según Bloomberg.
Cotización del petróleo 'brent' los últimos 12 meses

En concreto, han sido invitados a la reunión Rusia, México, Kazajstán, Omán, Bahrein,
Colombia, Congo, Egipto, Trinidad y Tobago, Turkmenistán, Azerbaiyán, Uzbekistán, Bolivia y
Brunei. Falta por ver cuántos están dispuestos a reducir o congelar su bombeo. México y
Kazajstán ya han señalado anteriormente su oposición a reducir la producción (en el caso de
México, lo deja en manos de las empresas). Omán, por el momento, sí se ha comprometido a
igualar el recorte de producción del grupo. Brasil, por su parte, aún no ha cerrado su posición,
según explicó el ministro de Minas y Energía, Fernando Coelho Filho, en una conferencia en
Nueva Delhi.

Ante la cada vez más fuerte presión del cartel para reducir la oferta e impulsar los precios, el
barril de crudo ha enlazado ya cuatro jornadas en verde. Si se compara el precio del brent con
el de hace justo un mes, ha subido 10 dólares en solo cuatro semanas, con varias sesiones de
fuertes escaladas, en especial, la vivida el pasado miércoles, cuando se confirmó el acuerdo de
la OPEP y se registró un alza de más del 8% de golpe. Los 55 dólares actuales suponen
acercarse poco a poco al precio de 60 dólares que los analistas estiman que rondará de media
el barril a lo largo de 2017. El West Texas, de referencia en los mercados americanos, superó
los 52 dólares, también máximo en más de 16 meses.

En cuanto al crudo del cartel petrolero, también se ha revalorizado ya con fuerza: el barril de
referencia de la OPEP cotizó el pasado viernes a 50,49 dólares, superando así la barrera de los
50 dólares por primera vez desde julio de 2015, según informó en Viena el grupo petrolero.

El crudo de referencia de la OPEP se ha encarecido así casi un 13% desde que el grupo
anunciara el pasado miércoles que recortará su producción en 1,2 millones de barriles a partir
de enero, para reducir el exceso de oferta que ha mantenido los precios a la baja en los dos
últimos años.

Recorte de producción

Cuando anunció ese recorte, el primero desde 2008, la OPEP aseguró ya que varios grandes
productores, entre ellos Rusia, se sumarán a esa estrategia retirando del mercado otros
600.000 barriles diarios. Eso es lo que, previsiblemente, tiene que confirmarse el próximo
sábado, si seducen a alguno de los 14 países ajenos a la OPEP invitados a Viena.

El valor del barril de la OPEP no había roto la barrera de los 50 dólares desde el 31 de julio del
año pasado y ha estado sometido a fuertes presiones a la baja que le llevaron a tocar mínimos
de 22 dólares a principios de este año. Para países como España, el acuerdo de menor
producción que haga subir los precios puede ser un lastre para la economía. Ante la enorme
dependencia energética que le obliga a importar el crudo, gracias el hundimiento del precio,
entre 2015 y 2016 España pudo ahorrarse unos 43.000 millones de euros sobre sus previsiones
—unos 16.000 millones en 2015 y otros 27.000 millones en 2016—.

En los planes presupuestarios que el Gobierno envió a Bruselas, el Ejecutivo calculó que para
2017 el valor del barril se situaría en 50,2 dólares, una cifra que se quedará corta si el acuerdo
de la OPEP cristaliza.

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