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Valeria Pepino
2015
INTRODUCCIÓN
1
Cf. PANNENBERG, W., Cuestiones fundamentales de teología sistemática (Salamanca 1976), 182.
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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2015
2
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 613.
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W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 613.
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W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 614.
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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decir, con su ser abierto que caracteriza constitutivamente a la naturaleza humana, y que
significa en último término una apertura que excede del mundo, de modo que su sentido
propio está mejor expresado como apertura a Dios que hace posible la consideración del
mundo como un todo, ya que al trascender toda experiencia o representación de objetos
perceptibles, el hombre permanece todavía “abierto”, referido a algo distinto de él
mismo: “Debería hablarse de una apertura más allá de todo lo finito, que trasciende
también el horizonte del mundo, pues precisamente sólo en la percepción de lo infinito
puede formarse la idea del mundo como compendio de todo lo finito”5. Así, el ser
humano es capaz de trascender su inmediatez, y su excentricidad, su salir fuera de sí y
abrirse a la realidad externa a él, que lo va configurando, a la vez que él mismo
configura y determina también esa realidad externa; lo que impide concebir la historia
únicamente como historia de cada individuo o como historia de cada pueblo. En
consecuencia afirmamos que todo ser humano es excéntrico, y ese salir fuera de sí,
común a todos, genera un espacio: el de la historia universal.
Si, para Hegel, la historia es la autorrealización activa del espíritu, que va adquiriendo
distintas determinaciones en el largo y trágico proceso de reencuentro consigo mismo
como espíritu absoluto, Pannenberg nota que en el gran filósofo alemán la historia no es
el absoluto. En el pensamiento de Hegel, la historia es el espíritu de cada pueblo que
5
Pannenberg, Teología sistemática, vol. II, p. 249
6
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 615.
7
Cf. ibid.
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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, la historicidad del Dasein es previa a toda experiencia histórica concreta (el Dasein se
muestra como un ser con posibilidades en la historia ya antes de que éstas se realicen),
para Pannenberg, por el contrario, no se da la historia como una posibilidad más
derivada del hecho de que el “ser-ahí” del hombre posea una historicidad, sino que el
“ser-ahí” del hombre se da ya, de por sí, en la historia, y en ningún momento aparece
como algo independiente o previo a ella.
8
Op. cit., 616
9
Op. cit., 617
10
Op. cit., 618
11
Op. cit., 619
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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En el pueblo de Israel se habría dado una conciencia clara del valor de la historia,
seguramente con mayor fuerza que en otras culturas próximo-orientales. Para Israel,
Dios es señor de la historia, y la idea de Dios pasa a depender más de la comprensión de
la historia que de la estabilidad del orden cósmico. Dios no es simplemente el garante
del orden creado, a modo de señor de las estaciones y de los procesos naturales, sino el
señor de la historia. El discurso sobre Dios no es cosmocéntrico, sino en todo caso
antropocéntrico, ya que el ser humano descubre que, a diferencia de las demás criaturas
de la naturaleza, posee una historia, y refiere la acción divina más a la historia (como su
escenario más propio) que a la naturaleza. Este enraizamiento de lo divino en la historia
le permite a Israel concebir la historia con un principio y una meta, con un plan o
economía. La historia tiene así unos objetivos fijados por Dios, e incluso los fracasos
son medios para su realización. Es así que, de acuerdo con Pannenberg, la concepción
del hombre como historia es de origen judío13.
En el cristianismo, según Pannenberg, lo que existe no es tanto una naturaleza humana
pre-establecida que se despliega en la historia, sino un ser humano caminando en la
historia hacia su fin último, y “no es que la historia salvífica se añada al concepto de
hombre, sino que lo reemplaza”14. En la cosmovisión cristiana, la historia no es una de
las posibilidades de la naturaleza humana: la historia configura la naturaleza humana.
La prioridad de la historia sobre la naturaleza es radical y, para Pannenberg, la fisis
griega se transforma en historización de lo humano a la luz de la historia de la
salvación. En el movimiento que se produce del primer al segundo Adán se efectúa
12
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 624
13
Cf. W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 626-631).
14
Op. cit., 630
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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Cf. W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 631. Pannenberg advierte que las teorías
relativas a un estado originario y al esquema neoplatónico del exitus-reditus han hecho un flaco favor a la
historia y a la reflexión filosófica sobre la historia: “la historicidad de la concepción cristiana del hombre
sólo salía a plena vigencia allí donde la doctrina acerca del estado original era desmontada” (op. cit., 632).
La idea de un estado originario es, de por sí, contraria al concepto de realización de la esencia propia del
hombre en la historia. Dicha esencia habría sido ya dada en el origen, como algo arquetípico y supra-
histórico. Sin embargo, con el advenimiento de la exégesis romántica Pannenberg cree que se forjó un
entendimiento de ese estado natural como algo tendente a la realización futura, especialmente en las obras
de Herder y de Eichhorn (1753-1827), las cuales estarían más en consonancia con la visión cristiana del
ser humano y de la historia que las filosofías neoplatónica y medieval. Para una introducción al
pensamiento de J.G. Herder, cf. Obra Selecta. De J.G. Eichhorn, cf. Allgemeine Geschichte der Kultur
und Literatur des neuern Europa.
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Cf. W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 632ss.
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M. Fraijó, El Sen
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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504). Para la diferenciación entre el concepto de anticipación en Pannenberg y el que ofrece Heidegger,
cf. W. Pannenberg, “Sein und Zeit”, en Metaphysik und Gottesgedanke, 62.
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W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 634.
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W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 637.
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Cf. ibid. El rechazo de una lógica “lineal” o mecanicista, que atribuya el proceder de la historia a la
acción humana racionalmente planificada como única causa, entronca, en realidad, con la crítica de
Pannenberg a una visión del conocimiento que lo restringa únicamente a aquello que la razón es capaz de
aportar. Como escribe M. Fraijó, para Pannenberg “el sujeto del conocimiento no es una facultad humana
determinada, sino el hombre entero” (El Sentido de la Historia. Introducción al Pensamiento de W.
Pannenberg, 46). Esto se ve en su idea, de raigambre diltheyano, de “Sinnzusammenhänge”, de nexos de
significación previos a la acción del sujeto, y en cómo, a su juicio, el lenguaje siempre va más allá de sí
mismo, por lo que no toda experiencia de sentido puede reducirse a una argumentación “lineal”. Cf.
“Wahrheit, Gewissheit und Glaube”, en Grundfragen systematischer Theologie, vol. II, 226-264.
25
Frente a los ideales iluministas, Pannenberg piensa que hoy se ha perdido la esperanza en que el ser
humano pueda controlar totalmente el resultado de sus acciones. Como señala Pannenberg, la
desconfianza en el progreso y en la existencia de avances efectivos en la historia viene dada porque “todo
nuevo progreso va acompañado de secuelas imprevistas” (W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva
Teológica, 638), frente a quienes confían en poder someter la historia a la planificación, soñando con un
triunfo de la razón sobre las arbitrariedades del individuo.
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Op. cit., 638
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W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 644.
28
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 649
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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479 W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 646.
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La influencia de Dilthey en la idea de “nexos de significación” es clara, y le sirve para sostener que “la
unidad de la vida individual sólo puede ser aprehendida por el individuo a partir de la experiencia de
nexos significativos que la envuelven y abarcan, y que se constituye para él como unidad de conciencia
[Bewusstseinseinheit]” (op. cit., 647). Sobre el concepto de Wirkungszusammenhang en Dilthey, cf. la
sección “Die geistige Welt als Wirkungszusammenhang”, en Der Aufbau der geschichtlichen Welt in den
Geisteswissenschaften, en Gesammelte Schriften, vol. VII, 185-196.
31
Cf. W. Pannenberg, “Sinnerfahrung, Religion und Gottesfrage”, en Beiträge zur systematischen
Theologie, vol. I, 105. La importancia de la idea de la prioridad de la experiencia de sentido, en la que la
inspiración por parte de la filosofía de Dilthey es de gran importancia, cubre, como podemos comprobar,
un amplio espectro cronológico en el seno de la producción pannenbergiana: la Antropología en
Perspectiva Teológica es del año 1983, y el primer volumen de los Beiträge zur systematischen
Theologie, que acabamos de citar, fue publicado en 1999.
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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un todo32. No obstante, Pannenberg considera que Dilthey reduce este todo al ámbito de
la vida individual, problema que también encuentra en Heidegger, mientras que, a su
juicio, la experiencia individual siempre apela a una realidad extra-individual, a un “más
arriba y más allá [Darüberhinaus]”33 que necesariamente trasciende el límite impuesto
por lo individual. Pannenberg y Dilthey coinciden, eso sí, en que la subjetividad
humana no se agota en la acción34.
Pannenberg reconoce su deuda con la idea de que el significado de un acontecimiento
no lo ponen los seres humanos, sino que emana de su inserción en una totalidad (el
contexto vital), que Pannenberg extiende a la consideración de la historia: los
acontecimientos históricos tienen ellos mismos sentido y significado [Sinn und
Bedeutung] en virtud de su contribución al todo del “contexto vital
[Lebenszusammenhang]” al que pertenecen35. Y, siguiendo a Dilthey, sólo desde el final
de la historia podríamos comprender de forma completa el significado inherente a los
acontecimientos históricos36.
La introducción de la idea de nexos de sentido tiene como finalidad la de permitir
ofrecer una justificación de la unidad de la historia. Los nexos de sentido superan la
escisión entre la actividad del sujeto singular, caracterizado aisladamente, y la
configuración de un escenario histórico que trasciende la individualidad del sujeto. Los
nexos de sentido pueden verse como los contextos vitales y sociales que van más allá de
la singularidad del sujeto, y que se manifiestan, preferentemente, en los procesos de
tradición y de recepción, sin los cuales el sujeto no se constituye como tal. De esta
32
482 Cf. Cf. W. Pannenberg, “Sinnerfahrung, Religion und Gottesfrage”, en Beiträge zur systematischen
Theologie, vol. I, 106. Esta consideración aparece también en “Eschatologie und Sinnerfahrung”, en
Grundfragen systematischer Theologie, vol. II, 76 (de 1980): lo individual se experimenta “como la
manifestación de una totalidad de significado [als Manifestation der Sinntotalität]”, aunque Pannenberg
le atribuye un sentido teocéntrico: lo que se experimenta es la unidad de una realidad divina [Einheit einer
göttlichen Wirklichkeit], y no una mera totalidad de significado cósmico
33
Cf. ibid.
34
Cf. W. Pannenberg, “Bewusstsein und Subjektivität”, en Metaphysik und Gottesgedanke, 50.
35
485 Cf. op. cit., 109.
36
486 Cf. W. Dilthey, Der Aufbau der geschichtlichen Welt in den Geisteswissenschaften, en Gesammelte
Schriften, vol. VII, 237. No podemos olvidar, sin embargo, que la perspectiva que atribuye a lo singular
un significado en cuanto que integrado en un proceso global de mayor envergadura, en una “totalidad”
más amplia, se encuentra también en la filosofía hegeliana de la historia, que concibe a individuos,
pueblos y épocas como determinaciones del espíritu en el contexto de una dinámica más general: la del
espíritu en su encaminamiento hacia el saber absoluto. Es, con todo, la importancia que Pannenberg,
siguiendo a Dilthey, atribuye a la experiencia individual del sentido (en lugar de partir del “sentido en sí”
que comparece en el dinamismo del espíritu, más allá de cómo éste sea vivenciado por los individuos),
una diferencia significativa con respecto al planteamiento de Hegel.
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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manera puede sostener Pannenberg que “es sólo atravesándolos y participando en ellos
como las historias poseen unidad temática”37.
La contingencia de la existencia individual limita, ciertamente, la posibilidad de acción,
pues al sujeto le advienen acontecimientos, realidades diversas, que no son fruto de su
acción propia. La presencia de condiciones externas que influyen sobre la acción
individual, prefigurándola con independencia de su iniciativa, parecen impedir el
desarrollo pleno del sujeto en todas sus potencialidades. Sin embargo, es preciso
advertir, de acuerdo con Pannenberg, que si la historia respondiera exclusiva y
directamente a las acciones de los individuos, a los acontecimientos que surgen como
fruto inmediato de su subjetividad y de su planificación, no habría lugar para Dios. Dios
sería superfluo en la historia, porque todo podría reducirse a los mecanismos de la
praxis humana. En cambio, la aleatoriedad y la contingencia que exhibe la historia
hacen posible vislumbrar la acción de Dios. El sentido de la historia, de acuerdo con
Pannenberg, no se debe a “la acción del hombre, ni al establecimiento o posición de
sentido por parte del hombre, sino que, a la inversa, está ya en el fundamento de la
constitución de la subjetividad humana y de toda humana interpretación de sentido”38.
Inevitablemente, el observador no teísta considerará la introducción de la acción divina
en la historia, a través de las vetas que abre la contingencia de los procesos históricos,
como algo ilegítimo e incluso deshonesto: aprovecharse de la imposibilidad de entender
el rumbo de la historia para aludir a Dios. Dios sería sinónimo de nuestra ignorancia o
de nuestra incapacidad de entender el significado de la historia, cuestión análoga a la
que tantos debates ha suscitado en el ámbito de la discusión sobre la relación entre
ciencia y religión39. Pero, a la inversa, difícilmente podrá renunciar el teólogo cristiano
a interpretar la contingencia y la aleatoriedad de la historia a su favor. Que el ser
humano no pueda consumar su destino por su sola acción, dadas la aleatoriedad y la
contingencia de la historia, supone, para Pannenberg, que sólo la providencia divina
puede llevar a la humanidad a su plenitud40.
37
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 648.
38
Op. cit., 657
39
Sumamente interesante es, a estos efectos, el libro The God Delusion, de R. Dawkins, en el que critica
severamente todo intento de introducir el factor divino en la configuración de una imagen racional del
mundo. Sobre este aspecto, cf. también J. Polkinghorne, Ciencia y Teología: Una Introducción, 16-21.
40
Ver Para Pannenberg, la providencia divina no anula la libertad de acción del ser humano, sino que es
precisamente mediante la aceptación de que existe una providencia divina que no deja a la historia al
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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acaso como se puede alcanzar la humanidad plena. La providencia no excluye la libertad, porque es
posible “adelantar” los estados finales de la identidad humana mediante la anticipación de la muerte y
del sentido último de la historia (W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 648).
41
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 651.
42
Op. cit., 658.
43
Cf. W. Pannenberg, “Das Problem des Absoluten”, en Metaphysik und Gottesgedanke, 32; cf. también
Antropología en Perspectiva Teológica, 656. Cf., sobre esta temática, W. Pannenberg, “Der Geist und
sein Anders”, en D. Heinrich – R.P. Horstmann (eds.), Hegels Logik der Philosophie. Religion und
Philosophie in der Theorie des absoluten Geistes, 151-159.
44
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 659.
45
Op. cit., 656.
46
En otros lugares, Pannenberg ha llegado a identificar el concepto de “espíritu” con la noción física de
“campo [Feld]”, aunque no sin problemas, porque para muchos constituiría una extrapolación, un salto
ilegítimo del ámbito de las ciencias naturales al de la reflexión teológico-filosófica. Sobre esta
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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identificación, cf. W. Pannenberg, “Geist als Feld –nur eine Metaphor”, en Beiträge zur systematischen
Theologie, vol. II, 64-68; cf. también “Der Geist des Lebens”, en Glaube und Wirklichkeit: kleine
Beiträge zur christlichen Denken, 31-56; Teología Sistemática, vol. II, 85-90. En “Geist als Feld –nur eine
Metaphor”, escrito de 1996, el espíritu aparece como el “campo” en el que viven las criaturas y como la
fuerza que las eleva más allá de su ambiente particular y las orienta hacia el futuro. En cualquier caso,
la relación entre el espíritu y la física se encuentra en escritos anteriores, como “Geist und Energie. Zur
Phänomenologie Teilhards de Chardin”, en Beiträge zur systematischen Theologie, vol. II, 55-63, de
1971. Como escribe J.A. Martínez Camino, “la identificación del Espíritu con la energía del futuro que
impulsa la evolución de la vida y del proceso entero del cosmos se inspira en Teilhard” (Recibir la
Libertad. Dos Propuestas de Fundamentación de la Teología en la Modernidad: W. Pannenberg y E.
Jüngel, 107). Dicha identificación se enmarca, por tanto, dentro del intento de elaborar una ontología
del futuro, pero el problema es que dicho futuro es de naturaleza escatológica. Lo que Pannenberg
busca es una ontología escatológica, que encuentra en el concepto físico de “campo de energía” un
elemento de diálogo con las ciencias naturales (cf. ibid.). Pannenberg toma el campo como paradigma
de la acción del espíritu en el mundo: el campo señala la prioridad del todo sobre las partes, siendo Dios
el fundamento que unifica todo el universo. La idea de “campo” permite, así, tematizar teológicamente,
para Pannenberg, la presencia de Dios en cada fenómeno inteligible. En cualquier caso, el propio
Pannenberg es consciente de que ni Dios ni el Espíritu Santo pueden concebirse como “campos” en
sentido físico. Cf. W. Pannenberg, “The Doctrine of Creation and Modern Science”, 12-13.
47
W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 652.
48
498 La primera vía de acceso a esa totalidad, explica Pannenberg, es el sentimiento: en lo singular se
capta, sentimentalmente, una totalidad. El sentimiento permite al individuo reconocer la totalidad en la
particularidad. El sentimiento de pertenencia del individuo a una esfera de realidad que trasciende su
inmediatez y su contingencia se relaciona con una experiencia de sentido, cuyos “orígenes preceden a la
separación entre lo subjetivo y lo objetivo” (op. cit., 655). El sentimiento de unidad entre lo subjetivo y
lo objetivo es una especie de intuición atemática de la totalidad, y de la pertenencia del sujeto a ella. No
se puede tematizar, dotar de un contenido concreto, y consiste básicamente en intuición, previa a todo
razonamiento discursivo, que se presenta directamente a la conciencia. La experiencia, sin embargo,
desdice de esa intuición, al descubrir las numerosas fracturas que se dan en la realidad, y la difícil
reconciliación de particularidad y universalidad. La historia está repleta de contradicciones, por mucho
que el sentimiento intuya una unidad y una reconciliación. Con todo, y pese al elenco de contradicciones
que inundan la vida y la historia, permanece en nosotros lo que Pannenberg llama un “hambre de
realidad” (W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva Teológica, 653), un ansia de lo perdurable y
definitivo. Nótese la similitud entre esta idea pannenbergiana y “el hambre de inmortalidad personal”
del que hablara Unamuno (Del Sentimiento Trágico de la Vida en los Hombres y en los Pueblos, 51).
49
Esa perspectiva de totalidad parece representar una convicción de quien observa la historia.
Difícilmente será susceptible de una rigurosa y apodíctica demostración racional. En todo caso, el que
semejante afirmación se presente más como un postulado o un axioma hermenéutico que como una
proposición deducida de las evidencias no significa que no sea razonable y que no se pueda justificar,
Pannenberg: Antropología en perspectiva teológica.
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aun imperfectamente. La necesidad de buscar una unidad de sentido en la historia traduce al plano
filosófico una exigencia ya presente en las ciencias de la naturaleza. Pannenberg ve en la racionalización
moderna de la naturaleza, el gran éxito del método científico que comenzó a imponerse en la mente
occidental en el siglo XVII, la expresión máxima de la necesidad de operar con un concepto de unidad
de sentido. Las ciencias modernas han racionalizado la naturaleza considerando que existe un principio
de inteligibilidad, codificable a través del lenguaje matemático y aplicable a toda la realidad material. Las
ciencias de la naturaleza parten del presupuesto de inteligibilidad del cosmos. La materia, en todas las
situaciones y circunstancias, es susceptible de un análisis racional, empírico y matemático. Es
interesante advertir que el indudable triunfo de la lectura matemática de la realidad desde Galileo no
deja de sorprender a los filósofos de la ciencia y a los propios científicos. Podría ser una feliz
coincidencia el que podamos acercarnos a la realidad con el prisma de las matemáticas, reflexión ésta
que fue desarrollada ampliamente por el físico E. Wigner en “The Unreasonable Effectiveness of
Mathematics in the Natural Sciences”, de 1960. Si las ciencias naturales necesitan una perspectiva
racionalizadora y unificadora en su aproximación al estudio de la realidad, ¿cómo racionalizar las
ciencias sociales y, en particular, la historia? La perspectiva que se adopte no puede prescindir de la
historia como entidad abierta e inconclusa, ya que las contradicciones presentes siempre supondrán un
importante desafío a toda tentativa de racionalización de los procesos históricos. Pannenberg es
contundente en este punto: “la unidad del mundo natural y del mundo social como suelo para la
formación de la identidad del individuo únicamente puede representarse, si es que se puede, como
resultado de una historia que todavía está abierta” (W. Pannenberg, Antropología en Perspectiva
Teológica, 653).