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PRESENTACIÓN DE ¿QUÉ PASA CON ESPAÑA?

Con profunda gratitud hacia los miles de hombres y mujeres de todo el mundo que,
agrupados en las Brigadas Internacionales, dieron lo mejor de sí para tratar de evitar que
España cayera en las garras del nazifascismo, os presentamos la traducción de ¿Qué pasa
con España?, opúsculo escrito entre 1945 y 1946 por el brigadista británico Lon Elliott.

Elliott (1911-1983) fue un librero inglés que, como tantos otros miles de comunistas, no
dudó en arriesgar su vida en defensa de la República española. Entre sus hechos de armas
en la Guerra Civil se cuenta su participación en las batallas del Jarama y Brunete. Tras el
triunfo del fascismo en España, Elliott siguió siendo un activo militante por la democracia
en nuestro país. Como miembro de la International Brigade Association, escribió diversos
artículos y panfletos de denuncia del régimen terrorista de Franco, abogando por una acción
conjunta de la comunidad internacional que permitiese acabar con él, ya que, como bien
señala, “el terror en España no desaparecerá hasta que el fascismo no sea derrotado”.

En ¿Qué pasa con España? se subraya el íntimo vínculo de clase, genético, cabría decir,
entre el franquismo y el nacionalsocialismo alemán:
“Los grandes terratenientes españoles apoyaron al fascismo del mismo modo que los Thyssen y Krupp
respaldaron a Hitler. Los latifundistas contaron con la eficaz colaboración de los cabecillas del Ejército, de la
alta jerarquía de la Iglesia Católica y de muchos financieros e industriales”.

Y como en la Alemania nazi, en la España de finales de los años 30, el presupuesto esencial
del programa político de las clases dominantes burguesa y semifeudal era la más amplia
aniquilación física de toda forma de oposición progresiva. Las palabras del capitoste fascista
Emilio Mola no dejan lugar a dudas:
“Si hay diez millones de republicanos en España que se oponen al régimen de Franco, Franco exterminará
hasta el último de ellos tras su victoria”.

Recién concluida la II Guerra Mundial, el final de la barbarie franquista pasaba, para Elliott,
por perseverar en la misma estrategia que permitió la liquidación de Hitler, es decir, apoyo
“incondicional” a la oposición democrática española, en especial a la resistencia guerrillera
en el interior del país, así como al gobierno republicano en el exilio, y unidad de los aliados
contra Franco, que debía materializarse en la ruptura de las relaciones diplomáticas y el
bloqueo económico. Dicho planteamiento da pie a Elliott para rendir homenaje a los
guerrilleros antifascistas que, pistola en mano, seguían defendiendo la democracia y el
socialismo, ahora desde la clandestinidad, al igual que para denunciar la salvaje represión
en los campos de concentración y en las cárceles franquistas. En el plano internacional, no
obstante, Elliott detecta ya los primeros signos de complacencia hacia Franco por parte de
los gobiernos capitalistas occidentales y advierte, lúcidamente, de que

“No sería nada de extrañar que algunas empresas que han estado haciendo lucrativos negocios en España –
donde, gracias al fascismo, los costes laborales son muy bajos– terminen diciendo: “¡A Franco ni tocarlo, que
nuestro dinero está invertido allí!”. Una política exterior democrática no debería prestar oídos a estos
exponentes de la “libre empresa”, sino que establecería un bloqueo económico contra Franco y la Falange”.
El capítulo más extraordinario, quizá, de ¿Qué pasa con España? es el que lleva por título
“Intrigas en tierra de nadie”. El lector actual quedará sorprendido, incluso confuso, al toparse
en unas páginas escritas nada menos que treinta años antes de la muerte de Franco con… la
Transición. ¡Sí, la tan cacareada y “modélica” Transición del 78!

Lon Elliott describe así el marco político y el objetivo central de ese “gobierno de
transición”:
“Ante la perspectiva de que Franco desaparezca de la escena, estas personas –se refiere Elliott a los diversos
sectores de la clase dominante– han comenzado a buscar un sustituto que les asegure sus riquezas y privilegios,
y les garantice que nunca se verán obligados a rendir cuentas por sus actividades fascistas. Lo que quieren es
un gobierno que preserve el poder de la reacción en España, aunque con una apariencia lo bastante democrática
como para colarse, de tapadillo, en el seno de las Naciones Unidas”.

¿Y quién podría ser ese “sustituto”?


“Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, (…) ferviente fascista cuando la sección española del Partido nazi
estaba apenas echando a andar. Tenía el carnet nº 5 de la Falange”.

Que Elliott no adivinara, por una generación, la identidad del futuro jefe del Estado –
designado, por cierto, en julio de 1969 por el cabecilla golpista del 36– no significa que no
acertara de lleno con el propósito transicional de la clase dominante a la que sirvió el tirano:
“Con el restablecimiento de un rey en el trono español, esperan poder nimbar de respetabilidad sus actividades
a los ojos del extranjero”.
(…)
“Un “gobierno de transición” (…) les daría a los dirigentes fascistas, en concreto, una oportunidad inmejorable
de salvar no sólo el pellejo, sino también el botín”.

Si nuestro autor tenía completa razón en que “el fascismo no se convierte en democracia por
la mera añadidura de un rey fascistoide”, lo que nunca pudo imaginar en el año 46 es que
para transitar del franquismo al régimen borbónico, entre los imprescindibles muñidores –
“personajes sospechosos que no son ni republicanos ni monárquicos, ni auténticos
demócratas ni fascistas de verdad”– iba a haber sujetos que, como Carrillo o Pasionaria,
habían compartido trinchera con él.

***
Concluyamos aquí esta breve presentación de la mejor manera posible, con unos versos del
propio Lon Elliott que son su más bello homenaje a los antifascistas muertos en la guerra de
España.

The rifles you will never hold again


In others hands still speak against the night.
Brothers have filled your places in the ranks
Who will remember how you died for right.
The day you took those rifles up, defied
The power of ages, and victorious died.

Comrades, sleep now, for all you loved shall be.


You did not seek for death, but finding it
–And such a death– better than shameful life,
Rest now content, a flame of hope is lit.
The flag of freedom floats again unfurled
And all you loved lives richlier in the world.

Los fusiles que nunca más empuñaréis


En otras manos alzan aún su voz frente a la noche.
En las filas vuestros puestos ya los han ocupado otros hermanos
Que recordarán cómo caísteis en defensa de lo justo,
El día que tomasteis las armas, desafiasteis el poder
De los siglos, y moristeis victoriosos.

Camaradas, descansad ahora, porque todo lo que amasteis será.


No buscasteis la muerte, pero al encontrarla,
Y más una muerte así, mejor que una vida de ignominia,
Podéis descansar ya satisfechos: Se ha encendido una llama de esperanza.
La bandera de la libertad tremola de nuevo desplegada
Y todo lo que amasteis vive más fructuoso en este mundo.

***
¿QUÉ PASA CON ESPAÑA?

I. Lo primero, luchar
II. El Buchenwald español
III. Donde el hambre es amo y señor
IV. La esvástica camuflada
V. La voz de su amo
VI. El Movimiento de Resistencia
VII. Los guerrilleros
VIII. El gobierno republicano
IX. Intrigas en tierra de nadie
X. Refugio nazi
XI. Lo que podemos hacer

¿QUÉ PASA CON ESPAÑA?

I. Lo primero, luchar

Dos republicanos españoles, Santiago Álvarez y Sebastián Zapiráin, fueron detenidos en


Madrid hace algunas semanas1 en el transcurso de una gran operación fascista en la que la
policía de Franco detuvo a cientos de españoles, a menudo por la mera sospecha de tener
simpatías democráticas.

Como es habitual en estos casos en la España de Franco, Santiago Álvarez y Zapiráin fueron
sometidos a terribles torturas y, si las cosas hubieran seguido su curso normal, su ejecución
se habría producido poco después.

Pero, por una vez, los acontecimientos no se sucedieron como es habitual. Los hombres del
Movimiento de Resistencia Español comunicaron la noticia a Francia, donde más de 100.000
demócratas españoles esperan el día en que puedan retornar a su país.

Al cabo de unas pocas horas, una avalancha de protestas se abatió sobre Madrid desde todos
los rincones del mundo. Los gobiernos británico, francés, argentino y cubano se dirigieron a
las autoridades franquistas por medio de sus representantes en España. En los Estados
Unidos se organizaron piquetes ante la embajada española. En Cuba los trabajadores
organizaron un paro general de cinco minutos.

La noticia de las detenciones llegó a este país el dieciocho de septiembre y, en apenas algo
más de una semana, ya había tomado forma una gran campaña contra el reino del terror de
Franco.

1
Los hechos relatados se remontan a agosto de 1945. [Nota de los traductores]
Personalidades destacadas de todos los ámbitos sociales cablegrafiaron sus protestas a
Madrid. Entre ellos había más de cien diputados.

La primera manifestación política que recorrió las calles de Londres tras el levantamiento
de la prohibición vigente en los días de la guerra fue para protestar ante la embajada de
Franco en Belgrave Square.

Por carta dirigida a la International Brigade Association, el ministro de Exteriores, Ernest


Bevin, anunciaba que se habían dado instrucciones al embajador británico en Madrid para
que investigase las mencionadas detenciones y “si las circunstancias lo aconsejaban,
realizase las gestiones oportunas ante el gobierno español”. La carta de Bevin seguía así: “Se
ha instruido al embajador para que advierta al gobierno español de la desfavorable impresión
que produciría, de llevarse a cabo, la ejecución por motivos políticos de estos dos hombres”.

El comité ejecutivo del mayor sindicato británico, el Transport and General Workers, exigió
la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con la España de Franco,
exigencia que, asimismo, transmitió por radio el presidente del Partido Laborista, Harold
Laski, a una gran reunión en Nueva York.

El encargado de negocios soviético en Estados Unidos, [Nikolai] Novikov, pronunció en esa


misma reunión de Nueva York palabras del siguiente tenor:
“Franco, mercenario de Hitler y Mussolini, debería ser procesado como criminal de guerra”. “Por sus actos
agresivos contra la Unión Soviética, Franco se puso al mismo nivel que Hitler y Mussolini”. “Los pueblos de
la Unión Soviética esperan que reciba su merecido y que su dictadura fascista sea abolida”.

Dean Acheson, subsecretario de estado de los Estados Unidos, manifestó con total claridad
que no cabe esperar acuerdos satisfactorios entre los gobiernos de los Estados Unidos y la
España de Franco.

Santiago Álvarez y Sebastián Zapiráin habían vuelto a España desde el exilio para
incorporarse al Movimiento de Liberación contra Franco. A pesar de su brillante trayectoria
en el Ejército Republicano, sus nombres eran prácticamente desconocidos salvo para los
españoles. Tras su detención, no obstante, se han convertido al punto en símbolos de todo el
pueblo español y de su lucha contra la dictadura fascista.

La clase obrera y decenas de miles de hombres y mujeres progresistas en el Reino Unido no


han olvidado ni un instante cómo, a pesar de todos sus esfuerzos –las grandes
manifestaciones, los barcos cargados de alimentos, las colectas interminables en calles y
fábricas o las innumerables resoluciones aprobadas–, el gobierno británico de Neville
Chamberlain fue capaz de vender la España republicana a Hitler y Mussolini.

Ni tampoco han olvidado que las primeras víctimas británicas en la lucha contra la Alemania
nazi fueron quinientos treinta y dos hombres y una mujer –Felicia Browne–que murieron
combatiendo en defensa de la democracia española. Aunque Neville Chamberlain y su
gobierno jamás honraron su memoria, ni aquellos de sus camaradas que quedaron inválidos
permanentes recibieron nunca pensiones oficiales, los miembros del Batallón británico de
las Brigadas Internacionales lucharon contra el mismo Hitler que combatieron los soldados
en Dunkerque, El Alamein y Arnhem.
Son ya historia los días en que [Anthony] Eden y otros ministros tories negaban la evidencia
de la intervención germano-italiana en España, y no es ya necesario recordar lo sucedido a
lo largo de los tres años de una guerra, de 1936 a 1939, que permitió a Hitler y Mussolini
establecer el fascismo en España.

La lección de aquellos años y el historial posterior de Franco se resumen en la declaración


que acordaron los Tres Grandes en Potsdam, por la que se comprometían a no respaldar
ninguna solicitud de ingreso en las Naciones Unidas presentada por el gobierno de Franco
“el cual, habiendo sido fundado con el apoyo de las potencias del Eje y en vista de
su origen, naturaleza, historial y asociación íntima con los Estados agresores, no posee las
cualidades necesarias para justificar tal ingreso”.

Algo más de un año antes, el 28 de junio de 1944, el National Council of Labour, que
representa al Partido Laborista y a los movimientos sindical y cooperativo, hizo pública una
declaración en la que se recordaban
“aquellos trágicos años en que el pueblo español entabló una lucha sangrienta en defensa de sus derechos y
libertades constitucionales contra los militares rebeldes encabezados por el general Franco, quien, con ayuda
de los dictadores alemán e italiano, sumió al pueblo español en la servidumbre física, intelectual y política”.

El National Council of Labour proseguía expresando su esperanza de que


“el heroísmo de los republicanos españoles se vea pronto recompensado con un gran acto que conduzca a su
propia liberación democrática y haga de España un miembro de la comunidad de pueblos libres y amantes de
la paz, reforzando así los vínculos de amistad en paz y prosperidad entre los pueblos español y británico”.

A pesar de la declaración de Potsdam realizada por los Tres Grandes y de la victoria del
Partido Laborista en las elecciones generales británicas, el Reino Unido y los Estados Unidos
siguen reconociendo a Franco como jefe de Estado español. A sus ministros fascistas se les
sigue considerando como miembros de un gobierno y no como criminales de guerra.

La sublevación de Franco contra el gobierno republicano costó la vida a un millón de


españoles sobre una población total de unos 26. Desde entonces muchos miles de demócratas
españoles han muerto ante los pelotones de fusilamiento franquistas, en los campos de
exterminio nazis, en las filas de los Movimientos de Resistencia y de los ejércitos de países
miembros de las Naciones Unidas.

Sin embargo, a pesar de este sacrificio, el pueblo español sigue gobernado por una dictadura
fascista que emplea todos los archiconocidos métodos nazis de violencia, tortura y completa
supresión de los más elementales derechos democráticos. Detrás de sus insinceras promesas
de reforma, Franco sigue haciendo todo lo posible por eliminar cualquier rastro de oposición
democrática por el sencillo medio del exterminio físico.

Los hechos expuestos en este panfleto no son sino una pequeña muestra del total de cargos
que se pueden y deben presentar contra Franco y el fascismo en España, pero creemos que
son más que suficientes para mostrar que “el problema de España” exige una acción urgente
y decisiva por parte de las Naciones Unidas en general y de Gran Bretaña en particular.
II. El Buchenwald español

Más que cualquier otra cosa en cinco años de guerra, más que las listas de víctimas, más que
la guerra relámpago, que las bombas volantes y los cohetes, los campos de la muerte de
Buchenwald y Belsen nos hicieron ver el horror y la degradación absolutos de la Alemania
nazi.

No obstante, si un periodista llegado de Marte a nuestro planeta recorriera toda Europa y, al


cabo de su periplo, se sentase a escribir un informe titulado “Los campos de la muerte nazis
y la opinión pública británica”, es probable que se quedase totalmente desconcertado. Por
una parte constataría el horror general y la indignación que el Reino Unido sintió al conocer
las revelaciones de los campos nazis. Por otra –suponiendo que a este visitante de Marte no
se le hubiese puesto impedimento alguno–, habría visto que siguen existiendo cárceles,
campos de concentración, batallones de trabajos forzados, que no difieren en nada
fundamental de lo que inventaron los nazis. Tales cosas las habría visto en España, un país
con el que Gran Bretaña mantiene relaciones comerciales y diplomáticas normales.

El General Mola, uno de los capitostes de la rebelión fascista en España, dijo en cierta
ocasión a un corresponsal norteamericano: “Si hay diez millones de republicanos en España
que se oponen al régimen de Franco, Franco exterminará hasta el último de ellos tras su
victoria”2.

En 1938 Franco pronunció un discurso en Burgos en el que esbozó su política para España.
Dijo:
“Tenemos un censo aún incompleto con los nombres de más de dos millones de rojos. No hay sitio para esta
gente en España”3.

En julio de 1939 el fiscal de Sevilla dijo durante la celebración de un juicio:


“En el siglo XV, España poseía un imperio y contaba con tan sólo 12 millones de habitantes. ¿Qué más da si
exterminamos hoy a la mitad de la población, si con 12 millones nos basta para reconquistar nuestro imperio
perdido?”4.

En agosto de 1939, [Eliseo] Álvarez Arenas, general franquista, en una conferencia


pronunciada ante los estudiantes de la escuela militar de Granada, dijo:
“¡Exterminad a todo el que se oponga a la política del Caudillo por el medio que sea!”5.

Franco ha incumplido la mayoría de sus promesas pero, sin duda alguna, ha hecho todo lo
posible por exterminar a sus oponentes.

No ha habido tropas aliadas que hayan liberado los campos de concentración españoles y
ninguna comisión de encuesta ha investigado los crímenes de guerra cometidos por los

2
Probable retraducción. [N. de los t.]
3
Retraducción. [N. de los t.]
4
Retraducción. [N. de los t.]
5
Retraducción. [N. de los t.]
iguales de la Bestia de Belsen6. No es fácil obtener datos sobre el terror fascista en España.
Pero existen pruebas suficientes para quienes se toman la molestia de buscarlas, del mismo
modo que existían pruebas de los campos de concentración nazis mucho antes de 1939.

Mavis Bacca, católica, es una música inglesa. Fue a España en 1939 y todos sus contactos
previos la habían predispuesto en favor de Franco. Su experiencia en la “nueva España” le
abrió los ojos. El desencanto fue completo tras pasar ocho meses en la cárcel de mujeres de
Les Corts por el “delito” de ayudar a algunos de nuestros aliados a escapar a través de España
de la Europa ocupada por Alemania. Su experiencia está recogida en un libro actualmente
en prensa y en un artículo publicado en Reynolds News el 8 de julio.

En las siguientes líneas se puede vislumbrar, siquiera de pasada, la infernal crueldad que
encontró en las cárceles del “valiente caballero cristiano”7:
“Había una mujer acurrucada encima de su colchón. Lloraba en silencio, tapándose la cara con las manos. Su
actitud era de una desesperación tal, que no me parecía oportuno interrumpirla. Sin embargo, finalmente, la
toqué en el hombro y le dije con suavidad: “¿Te puedo ayudar en algo?” “¿Ayudar?”, repitió mecánicamente,
levantando sus ojos hacia mí. Entonces murmuró con voz ronca: “Han fusilado a mi hijo. Han asesinado a mi
niño. Tenía 22 años…”
“Mis compañeras de prisión me contaron que al muchacho le habían condenado a muerte dos años atrás por
actividades rojas durante la guerra civil. Cuando ésta comenzó sólo tenía 16 o 17 años…”
“… Una joven fue encarcelada, acusada de haber pasado correspondencia a un antiguo republicano cerca de la
frontera de Figueras. Tras detenerla, la llevaron a un cuartel de la policía y, ante veinte hombres, la desnudaron
y le quemaron el pecho con cigarrillos encendidos. Esto no son habladurías, yo misma vi las cicatrices…”

En Les Corts, Mavis Bacca se encontró con mujeres que languidecían en prisión condenadas
a penas que iban de los seis a los treinta años por “delitos políticos”, a menudo sin
especificar, y a quienes no había procesado tribunal alguno. La comida era más que
insuficiente y la higiene inexistente por completo.

Pero algo admirable sí que descubrió en las cárceles franquistas, a saber:


“La fe inquebrantable en el amanecer de un nuevo orden social, en una España regenerada, que era la principal
fuente de energía que alimentaba el valor y la coherencia de la amplia masa de los [presos] “políticos”,
representativa de la vieja tradición republicana española”.

José Vitini [Flórez] formaba parte de esa tradición republicana española. Con decenas de
miles de republicanos se vio obligado a buscar refugio en Francia al final de la guerra de
España. Cuando llegó el momento, se unió al maquis francés. Sus cualidades personales y
su experiencia militar le permitieron alcanzar el grado de coronel. Él y los españoles a su
mando combatieron en la guerra de liberación de Francia y expulsaron a los alemanes de la
bellísima ciudad medieval de Albi y de muchos otros lugares del sudoeste francés.

Una vez liberada Francia, todo el empeño de Vitini se volcó en el trabajo que aún quedaba
por hacer en casa. Cruzó los Pirineos y se unió al Movimiento de Resistencia Español. Se
produjo un contratiempo y las autoridades franquistas lo detuvieron. Lo sometieron al típico

6
Apodo dado por los internos del campo de concentración de Belsen a Josef Kramer (1906-1945), oficial de
las SS durante la Segunda Guerra Mundial y comandante de los campos de concentración de Struthof-
Natzweiler, Birkenau y el ya mencionado Bergen-Belsen. [N. de los t.]
7
Francisco Franco, en palabras del miembro del Partido Conservador británico Henry Page Croft,
pronunciadas el 23 de marzo de 1938 en un mitin filofascista celebrado en Londres. [N. de los t.]
juicio farsa que organiza Franco cuando se digna juzgar a sus víctimas: el fiscal despotricó
durante horas y un abogado defensor falangista formuló las alegaciones de rigor y pidió
clemencia para sus defendidos, dando fríamente por sentado que eran culpables de todos los
cargos de terrorismo que se les imputaban. Vitini y sus diez camaradas fueron condenados
a muerte y ejecutados el día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial.

El hombre que confirmó la sentencia contra el héroe de las Fuerzas Francesas del Interior
(FFI) fue el criminal de guerra Muñoz Grandes, capitán general de Madrid y antiguo
comandante de la División Azul que luchó contra los soviéticos. La Unión Soviética
pretende juzgar a Muñoz Grandes por sus acciones en el frente oriental, entre ellas la
destrucción de las iglesias de Novgorod.

A Franco le convenía anunciar la ejecución de Vitini y de sus camaradas, pero por cada
ejecución a la que se da publicidad en España, se asesina a cientos de hombres y mujeres en
secreto.

La Junta Suprema de Unión Nacional, máximo órgano de dirección de la oposición


democrática a Franco en el interior de España, ha publicado listas de las víctimas del
franquismo en las que figuran los miembros de cada una de las organizaciones democráticas.

La Convención de Ayuda al Pueblo Español, que se reunió en México este año, declaró que
“durante los últimos seis meses de 1944, se produjeron 1.136 ejecuciones en diez ciudades
españolas: 576 en Madrid, 39 en Gijón, 16 en Jaén, 230 en León, 104 en Ocaña, 23 en Ciudad
Real, 30 en Bilbao, 40 en Málaga, 35 en Santander, 43 en Guadalajara”. Muchos de esos
fusilamientos se llevan a cabo siguiendo la práctica nazi de la represalia. Se ejecuta a
prisioneros por las acciones de resistencia de otros.

Puede que la industria y la agricultura españolas estén subdesarrolladas, pero los métodos
de los torturadores franquistas están totalmente al día. Emplean las más recientes
aportaciones de la Gestapo en la materia: electrodos, drogas, etc. Han dejado a Torquemada
y a la Inquisición a años luz.

La prisión de Ocaña es una de las peores. En ella están encarcelados los presos “más
rebeldes”. En Ocaña se les encierra en celdas de aislamiento que son como tumbas en las
que apenas pueden moverse. La comida se reduce a pan y agua. Las palizas son constantes
y las ejecuciones se producen sin mediar causa, juicio o condena alguna.

Los cálculos varían en cuanto al número de prisioneros en las cárceles franquistas, pero la
cifra mínima que parece más fiable es la que dio la Convención mexicana, a saber, 200.000
personas. Tales cálculos se basan en la capacidad conocida de los centros penitenciarios
españoles y en el hecho, también conocido, de que todas las cárceles están llenas hasta los
topes. Esta cifra, sin embargo, no tiene en cuenta las decenas y decenas de edificios
requisados por todas partes y convertidos en prisiones. El periódico norteamericano PM
eleva la cifra total por encima de los 400.000 reclusos.

Lord Templewood, antiguo embajador británico en Madrid, que, en su día, no se distinguió


por su enemistad contra Franco, consideró oportuno denunciar las inhumanas condiciones
carcelarias que existen en España en un discurso pronunciado el 21 de marzo:
“A mi parecer, las condiciones penales en España atentan en casi todos los sentidos contra los principios
básicos de respeto a la personalidad humana”.

A quienes están en las cárceles hay que añadir, igualmente, los miles de españoles
aherrojados en batallones de trabajos forzados. Hasta hace poco unos seiscientos de entre
ellos trabajaban en un monumento que está construyendo el franquismo cerca de Madrid en
memoria de los fascistas muertos en la guerra de España. Otros trescientos trabajaban en las
minas de mercurio de Almadén, donde, según se dice, hay capital británico invertido.
Trabajan de 10 a 14 horas diarias y reciben por ello el valor de un chelín, aproximadamente.
No se les proporcionan mantas y la comida es el mismo rancho miserable que se sirve en las
prisiones españolas. Franco llama a esto “redención por el trabajo”. En realidad, no es más
que otro método de exterminio de republicanos.

El terror en España no desaparecerá hasta que el fascismo no sea derrotado, pero sí es posible
hacer algo ahora mismo: el deber ineludible del gobierno británico y de sus representantes
diplomáticos es condenar públicamente los crímenes de Franco del mismo modo que
condenaron los crímenes de los nazis.

III. Donde el hambre es amo y señor

Franco prometió a los españoles el sol, la luna y las estrellas, y toda suerte de riquezas. Lo
que les ha dado es un sistema de racionamiento que no funciona y un inmenso mercado
negro que ha servido para que algunos funcionarios fascistas hayan hecho fortunas
considerables. Ni que decir tiene que los beneficios de este mercado negro están reservados
para quienes pueden permitirse holgadamente el lujo de pagar sus precios exorbitantes.

Desde 1936 el coste de la vida en España ha aumentado dos veces y media, de acuerdo con
los indicadores oficiales. No obstante, dichos indicadores se basan en los precios regulados,
a los que sólo raras veces se pueden comprar los productos. Si nos guiamos por los precios
del mercado negro, la realidad es que el coste de la vida se ha elevado al menos cinco o seis
veces.

Los salarios, sin embargo, van muy a la zaga. El trabajador medio no cualificado cobra
alrededor de 5 chelines diarios, mientras que el cualificado no suele ganar más de 10. El
régimen ha dedicado muchas de sus energías a neutralizar los esfuerzos de la clase obrera y
de los campesinos por conseguir mejores condiciones de vida. Los llamados “sindicatos”
organizados por los fascistas no son más que parte de la maquinaria destinada a mantener
los bajos salarios y las largas jornadas laborales.
“Hombre y mujeres hambrientos, niños pidiendo, casas misérrimas, fábricas en ruinas… Sabedor de los
terribles apuros por los que está pasando el pueblo español bajo Franco y de que las condiciones de vida serían
muy malas, estaba totalmente preparado para ver todo eso. Pero nunca imaginé que las cosas estuvieran tan
mal como estaban. En las ciudades que visité nunca vi al hijo de un obrero con zapatos ni tampoco a un
trabajador medianamente bien vestido”.

Ésta es la impresión que dejó España en un funcionario británico y es la que confirman todos
aquellos que no se limitan en sus observaciones a describir los barrios lujosos de las grandes
ciudades.
El Marqués de Donegall, que visitó España este año, se refirió en el Sunday Dispatch a la
“lamentable desigualdad” entre las condiciones de vida de los ricos y de los pobres. En su
artículo, por cierto, expresaba su sospecha de que “el 90% de los funcionarios del partido –
La Falange– están metidos en algún negocio turbio, grande o pequeño”.

Alrededor del 70% de la población española vive de la tierra, lo que hace que sea imposible
un progreso auténtico del país en su conjunto si el sector agrícola no prospera.

El campesino español necesita tierras, obras de irrigación, maquinaria agrícola moderna,


fertilizantes, etc. La República, en la medida de sus posibilidades, se lo dio, pero Franco se
lo ha quitado. La tierra ha vuelto a manos de los grandes latifundistas: de hecho, la mitad de
la superficie agraria está de nuevo en poder del 1% de la población. A los campesinos se les
explota sin piedad. Los precios a los que se les obliga a vender sus cosechas son
completamente insuficientes, mientras los intermediarios de la Falange han hecho fortunas.
La respuesta a los intentos de retener una parte de la producción han sido la confiscación,
las multas o la cárcel. Hasta la derrota de los nazis, gran parte de la producción agrícola
española se destinaba a Alemania, por lo que se convirtió en un deber patriótico ocultar las
cosechas o destruirlas.

Los resultados de la política fascista están a la vista en la desastrosa situación actual de la


agricultura española.

Uno de los pilares de la economía española, la cosecha de aceituna, se ha malogrado. El mal


tiempo ha sido en parte responsable, pero, como señala el Economist, “hubo escasez de
energía eléctrica y de combustible, necesarios para el funcionamiento de las almazaras. Las
malas infraestructuras del transporte siguen impidiendo la óptima utilización de la cosecha
y los bajos salarios, sin duda, han disminuido el rendimiento de campesinos y obreros”.

La cosecha de remolacha azucarera se encuentra en situación parecida y la cerealista ha caído


por debajo de lo normal.

En cuanto a la industria, el Economist afirma: “Durante 1944, la actividad general de la


industria, que aún no ha alcanzado el nivel de los años previos a la guerra civil, no pudo
mantenerse totalmente”.

En un llamamiento hecho público desde Madrid, los dirigentes de la Resistencia Española


han pedido a los diplomáticos de las potencias aliadas que comprueben por sí mismos el
alcance de la miseria en España: “Si quieren ver la España real –dicen–, vayan a las minas
y a los talleres. Hablen con los campesinos y los obreros, sumidos en la desesperación.
Reparen en el problema creciente de la prostitución, en los miles y miles de enfermos de
tuberculosis que esperan la llegada de la muerte sin siquiera poder acceder a la cama de un
hospital. Hablen con los intelectuales, muchos de los cuales, para no morir de hambre,
trabajan pico y pala en mano en la construcción de una nueva sede de Falange o de una nueva
cárcel para Franco”8.

8
Probable retraducción. [N. de los t.]
Además de un desierto económico, Franco ha creado un desierto cultural. A los mejores
artistas, científicos y escritores españoles o los han asesinado, como a García Lorca, o andan
desperdigados en el exilio. Hombres como Casals, Picasso y Rafael Alberti no pueden pisar
España. El país en el que los soldados republicanos mostraban su avidez de conocimientos
aprendiendo a leer y escribir en las trincheras se ha convertido en una ciénaga de
analfabetismo e ignorancia.

IV. La esvástica camuflada

En otro tiempo Franco fanfarroneaba orgulloso de su amistad imperecedera con Hitler y


Mussolini, así como de su contribución al “gran” movimiento fascista. Ahora se desvive por
demostrar que él es, en realidad, un apóstol de la democracia. Sabedor de que su marchamo
de democracia resulta un tanto singular para los observadores extranjeros, Franco insiste en
que se trata de un producto netamente español. Lo llama “democracia orgánica” y no para
en su afán de introducirle todo tipo de mejoras.

Hasta el examen más superficial de esta “democracia orgánica” revela que es lisa y
llanamente fascismo que trata por todos los medios de parecer otra cosa.

Los partidos políticos no están permitidos en España excepto la Falange, movimiento


fascista que dirige el propio Franco.

Los sindicatos democráticos han sido destruidos o bien empujados a la clandestinidad. En


su lugar se han formado los sindicatos verticales9, remedo del Frente del Trabajo de Hitler
y de las Corporaciones de Mussolini. Por medio de estos “sindicatos” fascistas la Falange
controla toda la industria y la agricultura.

Hoy, más de seis años después de la guerra civil, hay una rígida censura interna. Aun así, si
la censura se aboliera oficialmente apenas se notaría, puesto que la Falange controla todos
los periódicos legales. La misma censura se aplica a los libros y las películas, y a menudo
llega a extremos insospechados.

A juzgar por las restricciones impuestas a los desplazamientos internos, toda España es zona
militar. Un español que desee viajar de una ciudad a otra tiene que explicar los motivos a la
policía y obtener un permiso.

Además de todas estas manifestaciones de “democracia orgánica”, existe un ente ciertamente


singular, las “Cortes”, es decir, el parlamento de Franco. Las integran 13 ministros, todos
ellos nombrados por Franco; 103 miembros del Consejo Nacional fascista; 102 alcaldes y
representantes provinciales nombrados directa o indirectamente por Franco; 27 miembros
de las organizaciones profesionales fascistas, todos ellos designados; 50 miembros
nombrados por Franco personalmente; y 142 “electos” de los distintos “sindicatos”.

Las elecciones “sindicales” se controlan escrupulosamente. No existe el voto secreto y se


indica con toda claridad a quién deben votar los miembros de los “sindicatos”. Si alguien se
equivoca, la policía franquista está ahí para recordárselo puntualmente.

9
En español en el original. [N. de los t.]
El 13 de julio estas “Cortes” sui géneris aprobaron un documento titulado “El Fuero de los
españoles”10, que se anunció como un nuevo gran paso en el camino hacia la democracia.

El artículo 6 de este documento declara: “Nadie será molestado por sus creencias religiosas
ni el ejercicio privado de su culto. No se permitirán otras ceremonias ni manifestaciones
externas que las de la Religión Católica”. La consecuencia directa es que si uno tiene la
desgracia de ser español protestante, para casarse tendrá que irse a Portugal.

El artículo 12 dice: “Todo español podrá expresar libremente sus ideas mientras no atenten
a los principios fundamentales del Estado”11.

El artículo 16 señala: “Los españoles podrán reunirse y asociarse libremente para fines
lícitos y de acuerdo con lo establecido por las Leyes”12.

Del “Fuero de los españoles” en su conjunto dice el corresponsal del Observer: “El
documento en cuestión es la constitución más reaccionaria aprobada nunca a lo largo de la
historia del constitucionalismo español”. En cualquier caso, el artículo 35 autoriza al
gobierno a suspender la mayoría de dichos privilegios cuando lo estime necesario.

En la misma sesión de las “Cortes” en que se adoptó esta Declaración de derechos, se aprobó
también la normativa aplicable para la celebración de elecciones municipales
“democráticas”. La democracia, de nuevo, es de tipo “orgánico”. En las ciudades con más
de 10.000 habitantes, el gobierno nombra al alcalde. En las ciudades y pueblos más pequeños
es el gobernador civil –él mismo designado por el gobierno– quien lo nombra. Los alcaldes
nombran a un tercio de los concejales y a los dos tercios restantes se les elige de entre los
integrantes de listas presentadas por organizaciones “autorizadas”, es decir, fascistas.
Franco, si tiene oportunidad, seguirá sin duda desarrollando esta curiosa forma de
democracia, incorporando con toda probabilidad a un rey fascista a este sistema.

V. La voz de su amo

La actuación de Franco como apóstol de la paz es equiparable a todos sus afanes de pionero
de la democracia. Después de haber ayudado a Hitler a lo largo de la guerra, se presenta
ahora como ideal componedor de tratados. En San Francisco y Potsdam ya quedó bien claro
que los aliados no necesitaban la ayuda de Franco ni en ésta ni en ninguna otra calidad. Sin
embargo, Franco sigue aferrado a su única esperanza –la misma que movía a Hitler, a
Goebbles o al almirante Doenitz–, la esperanza de poder destruir la alianza de las Naciones
Unidas. Franco está dispuesto a hacer todo lo posible, como dictador desacreditado que es,
por lograr ese objetivo.

Que ése es su propósito se desprende con toda claridad de innumerables programas de radio,
artículos aparecidos en la prensa controlada por la Falange, etc., si bien el empeño más
ambicioso de Franco, de los conocidos hasta la fecha, fue su carta a Winston Churchill en el
otoño de 1944.
10
“Rights of the Spaniards”, en el original. [N. de los t.]
11
La cursiva es del autor. [N. de los t.]
12
La cursiva es del autor. [N. de los t.]
“Destruida Alemania –decía Franco– y consolidada por Rusia su posición preponderante en Europa y Asia, así
como consolidada en el Atlántico y en el Pacífico la de Norteamérica, como nación más poderosa del Universo,
los intereses europeos, ante una Europa quebrantada, padecerían la más grave y peligrosa de las crisis”.

“Comprendo muy bien –proseguía Franco– que razones militares inmediatas no permitirán a los ingleses
responsables comentar este aspecto de la contienda universal pero la realidad existe y la amenaza queda
pendiente”. En la guerra, tres naciones se han destacado como “fuertes y viriles: Inglaterra, Alemania y España;
mas destruida Alemania, sólo queda a Inglaterra otro pueblo en el Continente a que volver sus ojos: España”.

Lo que Franco proponía era de hecho una cruzada antisoviética. Ésta es la piedra angular de
su política exterior, que cuenta, no obstante, con otras líneas complementarias, tales como
diversificar sus relaciones con los países de Iberoamérica y los EEUU, obtener réditos de las
dificultades francesas en el Mundo Árabe, introducir agentes en Francia para provocar
incidentes en el exilio español, etc.

Detrás de todas las tramas que pretenden establecer regímenes fascistas en los países
iberoamericanos, hay agentes franquistas que, gozando con frecuencia de inmunidad
diplomática, trabajan hombro con hombro con huidos nazis.

Casi a diario se puede escuchar al espectro del difunto Dr. Goebbels por los micrófonos de
la radio franquista.

No sólo los rusos provocan la irritación de Franco. El 1 de julio, en el transcurso de un


programa de radio emitido para Iberoamérica, se afirmaba que la BBC seguía “insultando”
a España. El “oro rojo” era la explicación que se daba, al tiempo que se planteaba la
simpática propuesta de que “la BBC ponga precio para parar esto y ya veremos si se puede
hacer algo”. Desgraciadamente, en las últimas semanas la BBC ha dejado de darle motivos
a Franco para sentirse ofendido.

Apenas sorprende que la embajada de los EEUU en Madrid considerase necesario acusar en
su publicación oficial a aquellos que en España “bajo la apariencia de “noticias” continúan
en el extranjero el trabajo del Dr. Goebbels”: son los mismos que “dieron con júbilo la
bienvenida al “Nuevo Orden” y proclamaron su simpatía por las ideas del
nacionalsocialismo”. Estas personas, decía la publicación estadounidense, a día de hoy “se
dedican a preparar” una nueva conflagración, que “esperan con la mayor desvergüenza” y
“desean se produzca entre Rusia y los angloamericanos”.

VI. El Movimiento de Resistencia

Cuando la mayoría de los gobiernos europeos cedía ante las amenazas fascistas, fue el pueblo
español quien dio a la democracia su gran grito de combate: “No pasarán”. Fue una española
quien dijo: “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”, y fue un presidente del gobierno
español, el Dr. Negrín, quien afirmó: “Resistir es vencer”.

Hoy, sin embargo, algunos “entendidos” en política internacional pretenden hacernos creer
que ese mismo pueblo español se ha convertido en una especie de masa pasiva que quizá
odie a Franco, sí, pero que, a su vez, está totalmente paralizado por el terror que le produce
la idea de una nueva guerra civil.
Por supuesto que el pueblo español no quiere una guerra civil. Lo que quiere es recuperar su
libertad, acabar con el reino del hambre, la humillación y el terror, así como reemprender la
marcha hacia ese horizonte de progreso y justicia social que le ofrecía la República antes de
la rebelión franquista.

Los demócratas españoles saben demasiado bien que no se trata tanto de evitar una nueva
guerra civil cuanto de poner fin a la guerra civil en curso que Franco declaró contra la
mayoría de los españoles hace diez años.

En 1944 se produjeron más de 260 enfrentamientos armados entre las guerrillas españolas y
las fuerzas franquistas. El alcance e intensidad de los choques armados ha aumentado de
modo considerable desde la derrota alemana. Personas dignas de confianza que mantienen
contactos con el Movimiento de Resistencia afirman que su capacidad es perfectamente
comparable, en estos momentos, a la del maquis francés antes del Día D.

Quienes condenan la lucha del Movimiento de Resistencia Español deben condenar, en


buena lógica, la lucha conjunta de las Naciones Unidas contra Hitler y Japón.

En diciembre de 1942, cuando se decidía el futuro de la humanidad en Stalingrado, Franco


pronunció un discurso en Sevilla en el que hizo una promesa solemne a Hitler: “Mantenemos
nuestra política tradicional, nuestra adhesión a los pueblos que compartieron nuestras
angustias. Si algún día Berlín estuviera en peligro, España, para defenderlo de las hordas
rojas, enviaría un millón de hombres si preciso fuera”.

Con la mejor voluntad del mundo, Franco nunca logró enviar a combatir del lado del Eje a
más de entre cincuenta y cien mil hombres. Y si no pudo enviar al millón prometido se lo
debemos agradecer, sobre todo, a las fuerzas antifranquistas.

Años y años de pacientes sabotajes, voladuras de fábricas, descarrilamientos de trenes,


destrucción u ocultación de cosechas destinadas a Alemania o ejecuciones de nazis,
falangistas y “héroes” de la División Azul, mermaron la capacidad de Franco en apoyo de
sus amos alemanes.

La actividad republicana en España no ha cesado ni un instante. Desde el mismo momento


en que se produjo la victoria militar franquista, algunas organizaciones republicanas
emprendieron la lucha clandestina, que, por otra parte, se había desarrollado durante toda la
guerra en la zona fascista. El pueblo había sufrido una gran derrota y la lucha de los
combatientes de la Resistencia era sumamente complicada y costosa. Algunos dirigentes
políticos retornaron del exilio para sumarse a la lucha. Isidoro Diéguez, comunista
madrileño, y el dirigente vasco [Jesús] Larrañaga fueron algunos de quienes volvieron a
España. Ambos fueron detenidos por los falangistas, torturados y fusilados.

Quienes comparan las condiciones de la España de Franco con las de la Alemania nazi
olvidan con frecuencia una diferencia crucial. Franco nunca ha conseguido ganarse a la
mayoría de la población. Nunca ha dispuesto de un ejército gigantesco de partidarios
incondicionales, con decenas de miles de espías y propagandistas voluntarios en cada
esquina. Los luchadores de la Resistencia han gozado siempre de la simpatía del pueblo, que
les brinda un apoyo cada día más activo.
Otoño de 1943 fue un punto de inflexión en la lucha. Representantes de los partidos
republicanos y de las organizaciones sindicales en España se reunieron en secreto en Madrid,
zanjaron sus diferencias y se unieron en torno a un programa de lucha contra Franco y la
Falange. Se creó la Junta Suprema de Unión Nacional para dirigir la Resistencia.

Antes de finales de 1944, la Junta Suprema incluía representantes de los socialistas,


comunistas, republicanos, católicos del Partido Popular, miembros de las dos organizaciones
sindicales (UGT y CNT), de los sindicatos agrarios católicos, de los nacionalistas vascos y
catalanes, y, por último, de los masones españoles.

El programa político de la Junta se puede resumir así: “Derrocamiento del régimen de Franco
por medio de la lucha del pueblo español y establecimiento de un gobierno de unidad
nacional legalmente constituido en el que estarán representadas todas las tendencias
políticas, con excepción de aquellas sometidas a un poder extranjero”, es decir, los
falangistas.

VII. Los guerrilleros

No hace mucho, en la provincia española de Cáceres, las calles aparecieron empapeladas


con el siguiente cartel oficial. Llevaba la firma del teniente coronel [Manuel] Gómez Cantos,
de la Guardia Civil.
“AVISO A LOS ESPAÑOLES DE LA SIERRA DE CÁCERES Y DE LA ZONA FRONTERIZA DE
TOLEDO

El teniente coronel Gómez Cantos, jefe de las fuerzas de seguridad, LES INVITA a presentarse, en el plazo de
20 días, ante mi autoridad, para obtener el perdón, ya disfrutado por otros, sin ir a la cárcel ni un solo día.

Les ofrezco una reunión donde Ustedes indiquen, desarmados y sin ningún tipo de escolta, con todo su grupo
o con quienes designen, en la ciudad, en un pueblo, en campo abierto, en una choza solitaria o en los montes.
Una vez que este encuentro se haya producido a solas conmigo y con otra persona que me servirá de ayudante,
estoy seguro de que me acompañarán a sus hogares y emprenderán un trabajo honesto como buenos españoles.

Sus familias disfrutarán de entera libertad y, desde ese momento, garantizaré la seguridad de sus hogares con
hombres armados que evitarán cualquier represalia contra ellos. Quedo a la espera de Ustedes. Pueden
escribirme a cualquier puesto de la Guardia Civil para fijar fecha y hora del encuentro. Cumpliré de inmediato
lo que acabo de decirles. ¡Españoles, vuelvan a sus casas o campos, sean buenos campesinos y estense con sus
hijos!...”13.

Las fuerzas guerrilleras que operan en la región, al poco tiempo de ver estos carteles,
respondieron a la invitación del teniente coronel con otra proclama que apareció colgada en
las paredes y circuló de mano en mano.
…“Es fácil decir ahora –respondieron los guerrilleros– ‘Queridos españoles, nada ha sucedido. Vengan,
abracémonos. Sigamos asesinándolos, saqueándolos, esclavizándolos. Les salvaremos del comunismo’”.

Lo que no es tan fácil, sin embargo, es convencer a los españoles de que se sigan muriendo de miedo al agitar
el manido espantajo del “lobo comunista”.

13
Retraducción. [N. de los t.]
La experiencia y la lección de nuestros pueblos hermanos de Europa que fueron traicionados como nosotros
mismos, nos han enseñado el camino hacia la salvación de nuestro país: la Unión Nacional de todos los
españoles, cualesquiera que sean sus tendencias políticas o clase social, para luchar, bajo la dirección de la
Junta Suprema de Unión Nacional, contra Franco y su Falange Española.

Usted y las fuerzas bajo su mando (…) todavía pueden reconquistar un puesto de honor en la vanguardia de
las apretadas filas de la Unión Nacional”14.

Lo que acabamos de relatar es apenas un incidente más de la lucha que se está librando a lo
largo y ancho de España, pero sirve para ilustrar los objetivos de las fuerzas guerrilleras
antifranquistas y las triquiñuelas a que se ven obligadas a recurrir las autoridades en sus
esfuerzos por hacerse con el control de la situación.

Un informe sobre la lucha guerrillera en España elaborado por el Movimiento de Resistencia


llegó recientemente al Hogar Español15, nombre del centro republicano español en Gran
Bretaña. Según se desprende de dicho informe, en su desarrollo, el movimiento ha superado
con creces la fase de grupos aislados que luchan a diario con objetivos puramente locales.
El movimiento guerrillero está ahora bajo control de un mando central y en la mayoría de
las zonas ya está organizado en unidades militares regulares.

El mando central del movimiento guerrillero español ha establecido con claridad cuál es su
objetivo fundamental. Su meta es conseguir que todos los cimientos del régimen fascista
sean insostenibles, al obligar a Franco a mantener permanentemente a todo su ejército y
fuerzas policiales en pie de guerra. Las fuerzas armadas de Franco están integradas por más
de 700.000 hombres. En ese sentido, el esfuerzo necesario para mantener una máquina de
guerra tan colosal en un país tan pequeño debe de ser, en cualquier caso, enorme.

“Al mejorar rápidamente la coordinación de todo el movimiento guerrillero –declara su


mando central–, lograremos indefectiblemente la insurrección nacional victoriosa, cuya
fuerza motriz principal debe ser la actividad constante de las guerrillas y una capacidad
creciente hasta su transformación en el Ejército de Liberación Nacional”16.

VIII. El gobierno republicano

El 3 de septiembre de este año se formó un gobierno de la República española en el exilio


en Ciudad de México. El nuevo primer ministro es José Giral.

Desde hace muchos meses los republicanos españoles venían exigiendo la formación de un
gobierno capaz de representar a la democracia española a los ojos del mundo. Cuando, tras
muchas demoras, dicho gobierno finalmente se formó, lo hizo con arreglo al procedimiento
constitucional más riguroso. No cabe duda de que el gobierno de Giral se asienta sobre una
base legal mucho más firme que la de algunos gobiernos en el exilio reconocidos por las
Naciones Unidas durante la guerra.

No obstante, cuando se dio a conocer la composición de este gobierno largamente esperado,


los españoles sintieron una decepción considerable. En la lista de ministros de Giral faltaban

14
Retraducción. [N. de los t.]
15
En castellano en el original. [N. de los t.]
16
Retraducción. [N. de los t.]
muchos nombres conocidos. Sin embargo, aún más importante que eso es la ausencia de
algunos de los principales partidos y organizaciones republicanos, precisamente los que han
cargado con el peso de la resistencia a Franco.

No hay representantes acreditados de ninguna de las dos grandes organizaciones sindicales,


la UGT y la CNT. No hay comunistas ni representantes de los importantes partidos vasco y
catalán. Aunque hay dos socialistas en el gabinete, el Partido Socialista no está oficialmente
representado.

Al margen de sus méritos pasados, los partidos y sindicatos excluidos del gobierno son los
que actualmente constituyen el principal baluarte del Movimiento de Liberación en el
interior de España.

Sectores destacados del republicanismo español se han pronunciado ya a favor de la urgente


constitución de un gobierno mucho más amplio, que estaría en condiciones de ofrecer una
dirección real a la democracia española. El hecho de que los republicanos catalanes hayan
logrado la formación de un gobierno para Cataluña indica que es perfectamente posible hacer
lo propio para España en su conjunto.

Es bien sabido que el exilio es terreno fértil en el que afloran las facciones y divisiones, pero
no hay razón para temer que los republicanos españoles en el exterior no consigan superar
sus dificultades y desacuerdos. Decenas de miles de ellos en Francia han estado en primera
línea de la lucha contra la Alemania nazi y han desempeñado un papel admirable en la
Resistencia francesa. Estos hombres y mujeres, ciertamente, no permitirán que las disputas
entre partidos y las enemistades personales les descaminen de la tarea principal de expulsar
al fascismo de España.

IX. Intrigas en tierra de nadie


El general Franco no creó el fascismo español sin ayuda. Para llegar a ser el Führer español
fueron necesarios toda una serie de proyectos y combinaciones políticos, así como que el
principal candidato para el puesto, el general Sanjurjo, muriera oportunamente en un
accidente aéreo.

Los grandes terratenientes españoles apoyaron al fascismo del mismo modo que los Thyssen
y Krupp respaldaron a Hitler. Los latifundistas contaron con la eficaz colaboración de los
cabecillas del Ejército, de la alta jerarquía de la Iglesia Católica y de muchos financieros e
industriales, aunque no de todos.

Ante la perspectiva de que Franco desaparezca de la escena, estas personas han comenzado
a buscar un sustituto que les asegure sus riquezas y privilegios, y les garantice que nunca se
verán obligados a rendir cuentas por sus actividades fascistas. Lo que quieren es un gobierno
que preserve el poder de la reacción en España, aunque con una apariencia lo bastante
democrática como para colarse, de tapadillo, en el seno de las Naciones Unidas.

En la ensalada que están aderezando, la monarquía es un ingrediente importante. Con el


restablecimiento de un rey en el trono español, esperan poder nimbar de respetabilidad sus
actividades a los ojos del extranjero.
En España, la monarquía es una institución desacreditada sobremanera. En 1931, se
celebraron unas elecciones municipales en las que se decidía, de hecho, entre monarquía o
república. Los republicanos lograron una victoria tan abrumadora, que Alfonso XIII huyó al
instante. Ninguna de las elecciones celebradas después de esa fecha indicó que los españoles
hubieran cambiado de opinión. En 1933, de los 472 diputados, sólo 32 eran monárquicos, y
en 1936 eran aún menos: 21 de 473.

El candidato actual al trono no es particularmente atractivo. Don Juan de Borbón, hijo de


Alfonso XIII, era un ferviente fascista cuando la sección española del Partido nazi estaba
apenas echando a andar. Tenía el carnet nº 5 de la Falange. En cierto momento, según su
biógrafo oficial, “puso hora a hora su entusiasmo delirante y su fe ciega en ese movimiento”,
el fascista. Sus actividades pasadas y su vida actual en Suiza no dan motivos para creer que
alguna vez vaya a ser un monarca democrático y constitucional.

Juan de Borbón describió a los diputados españoles elegidos en 1936, y a la democracia


española en general, como “una chusma vulgar y despreciable”. Según su biógrafo,
considera que el “absolutismo personal”17 es la única solución para España.

Hay uno o dos posibles pretendientes más, pero tan poco recomendables como el propio Don
Juan, candidato principal con el que, durante algún tiempo, Franco ha estado tratando de
llegar a un acuerdo. Se supone, sin embargo, que el pretendiente es lo bastante inteligente
como para darse cuenta de que la corona descansaría con mayor sosiego sobre su frente si
no fuera Franco quien la colocase allí. Don Juan quiere mantener las apariencias. Se diría
que está esperando a que un grupo de generales urda una revuelta palaciega o a cualquier
otra oportunidad favorable. No obstante, todo indica que se dan las circunstancias para un
acuerdo amistoso entre monárquicos y fascistas, tanto más fácil de alcanzar cuanto que
algunos fascistas son monárquicos y muchísimos monárquicos son fascistas.

En la tierra de nadie de la lucha política española hay bastantes personajes sospechosos que
no son ni republicanos ni monárquicos, ni auténticos demócratas ni fascistas de verdad.

Tras la declaración de Potsdam y la victoria del laborismo en Gran Bretaña, Franco y sus
amigos se mostraron más dispuestos que nunca a negociar con políticos españoles de esa
calaña. Un “gobierno de transición” como el que formarían les daría a los dirigentes
fascistas, en concreto, una oportunidad inmejorable de salvar no sólo el pellejo, sino también
el botín.

Han corrido rumores sobre cambios inminentes en el régimen. Se ha informado de que se


iban a realizar todo tipo de reformas en cualquier momento. Cada reunión del gabinete de
Franco era motivo de nuevas especulaciones. Mientras tanto, Franco observaba la situación
internacional y ganaba tiempo.

Cuando se convenció de que el gobierno laborista asumía de facto las grandes líneas de la
política de Churchill hacia España, y cuando el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores,
en su primera reunión, concluyó con importantes desacuerdos, Franco cobró ánimo. Una vez

17
Retraducción. [N. de los t.]
más debió de tener la impresión de que las democracias, al menos hasta la fecha, no pasaban
de las palabras a los hechos. Franco nombró de inmediato en puestos importantes a varios
falangistas declarados. Su gobierno hizo público un comunicado en el que afirmaba haber
tomado nota de la “violenta e inusual campaña orquestada en el extranjero contra la España
de Franco” 18 y declaraba que dicha campaña estaba alentada por “el comunismo
internacional”, a pesar de lo cual el gobierno de Franco se reafirmaba en los principios
políticos que lo habían inspirado con ocasión de su levantamiento contra la República en
1936 y lo inspiraban desde entonces.

En cuanto las democracias adopten una posición más firme y la situación internacional
parezca menos favorable a Franco, los rumores y las conversaciones con esos turbios
personajes comenzarán de nuevo.

Estos tejemanejes han engañado a algunas personas que no son hostiles a la España
republicana. Se han tragado la propaganda de Franco sobre el peligro de una guerra civil y
miran con buenos ojos la propuesta de “un gobierno de transición” integrado por
personalidades “aceptables para ambas partes”. No se dan cuenta de que a Franco hay que
aplicarle la misma política de rendición incondicional que se aplicó a Hitler, y que un
“gobierno de transición”, si llegara a constituirse, sería un juguete de la reacción española y
extranjera.

Ni que decir tiene que, por atractiva que resulte para algunos círculos conservadores de Gran
Bretaña y los Estados Unidos una componenda de este estilo, su fruto no podría ser, en gran
medida, más que un gobierno sostenido por falangistas y con cierto apoyo exterior, y
rechazado por lo mejor de la democracia española.

Como resumen de la situación que existía antes de la formación del gobierno laborista en
Gran Bretaña y del gobierno republicano español de Giral en México, Santiago Carrillo dijo:
“Convencidos de que la posición de Franco y la Falange es insostenible, la reacción fascista
española, con ayuda de sus compinches británicos y estadounidenses, está preparando una
combinación política diseñada para escamotear al pueblo su República y su libertad, y
mantener en el poder a los mismos perros políticos, pero con distintos collares”19.

Más recientemente, Pasionaria, en nombre de los comunistas españoles, dirigió la siguiente


advertencia a los intrigantes: “En cuanto a quienes quieren encontrar una salida a la situación
actual a espaldas de los españoles con el pretexto de evitar el derramamiento de sangre, les
decimos que cualquier solución de ese tipo en contra de los deseos del pueblo no evitará la
lucha, sino que la hará más sangrienta”20.

Los españoles quieren decidir sobre sus propios asuntos y, en particular, no quieren que la
marioneta de Hitler en España sea reemplazada por un títere de la City de Londres o de Wall
Street.

Quienes en Gran Bretaña deseamos de veras que la democracia se restablezca en España no


debemos discutir sobre si este partido o aquél tiene uno o dos ministerios en el gobierno.

18
Retraducción. [N. de los t.]
19
Retraducción. [N. de los t.]
20
Retraducción. [N. de los t.]
Debemos hacer todo lo posible por privar a Franco de cualquier reconocimiento y ayuda, y
brindar todo nuestro apoyo a la democracia española de manera incondicional.

X. Refugio nazi

Sólo los muy inocentes pueden creer que con el juicio y la liquidación de los Goering, Hess
y Cía. hemos asistido al final del fascismo alemán. En realidad, los nazis no han abandonado
toda esperanza de resurgir. Lo que no lograron con la blitzkrieg, lo quieren conseguir ahora
por otros métodos. Y así han convertido a la España de Franco en el nuevo cuartel general
de la Internacional Fascista.

Existen numerosas pruebas de que los dirigentes nazis, desde hace mucho tiempo, venían
realizando minuciosos preparativos con el fin de proteger a los cuadros fascistas, así como
de salvaguardar sus fortunas, planes que se llevarían a efecto en caso de una derrota militar.
En ese sentido, la España de Franco es, precisamente, la base principal desde la que se están
desarrollando dichos planes. Mucho antes de que Franco llegara al poder, los alemanes
habían organizado una gran red de espionaje en ese país y habían logrado afianzarse
sólidamente en la economía española. En los últimos años, todo ese proceso se ha acelerado
enormemente con el apoyo activo del propio Franco.

El capital alemán ejerce actualmente un control férreo de la economía española. Pravda


afirma que de 5.000 empresas registradas en España en 1944, la mitad estaban bajo control
alemán directo o indirecto.

Los nazis están en España por todas partes, y no sólo nazis del tres al cuarto, sino también
agentes especialmente adiestrados en la tarea de preservar el fascismo y allanar el camino a
la Tercera Guerra Mundial.

En enero de 1944, después de una visita del vice Führer [Martin] Bormann, Franco
promulgó un decreto que permitía otorgar la nacionalidad española a los extranjeros que
hubiesen ayudado a su “movimiento”. Existen noticias de que, cuando se produjo el
hundimiento alemán, Franco, deprisa y corriendo, otorgó la ciudadanía española a unos
30.000 alemanes, la mayoría de los cuales nunca había estado en España durante la guerra
civil. Se cree que el número total de estos españoles ersatz21 ronda los 50.000, incluidos
empresarios, políticos veteranos, saboteadores e, indudablemente, algunos científicos nazis,
expertos en bombas atómicas, etc.

Hasta los nazis más conocidos que se encuentran en España, hombres cuyas actividades no
dejan lugar a dudas, siguen viviendo lujosamente, ya sea en completa libertad o bajo arresto
simulado. El New York Times informa de que de los 300 espías nazis identificados por los
aliados y pendientes de extradición, unos 50 se mudaron a chalets en una zona de veraneo y
a otros 25 se les dijo que “se recluyeran voluntariamente”.

Herr Lazar, quien como agregado de prensa alemán fue representante directo de Goebbels
en España, no tiene intención, naturalmente, de abandonar este país durante un tiempo. De
hecho, se está construyendo una piscina en su casa. Los exagregados militar, naval y aéreo

21
‘de reemplazo’, en alemán. [N. de los t.]
alemanes no han sido detenidos. Herr Albrecht, representante del poderoso trust alemán
AEG, se mueve con entera libertad y organiza a su antojo campañas de propaganda contra
las Naciones Unidas. Los nazis “desempleados” reciben con regularidad subsidios de los
fondos del Partido Nazi.

Franco nunca entregará a los nazis por voluntad propia. Hemos visto cómo ha protegido a
colaboracionistas como Laval y Degrelle. Al cabo, se vio obligado a deshacerse de Laval,
pero es relativamente fácil negar cualquier responsabilidad cuando se trata de nazis más o
menos desconocidos.

Tampoco es fácil detectar el capital alemán en España. El pasado 28 de mayo el corresponsal


del Times en Madrid escribía lo siguiente: “La impresión general en los círculos
empresariales es que para cuando las propiedades enemigas en España se hayan investigado
por completo, una parte considerable estará ya oculta”.

Algo que confirmaba un corresponsal de Reuter el 11 de septiembre. “El proceso de


investigación de estos activos avanza lentamente –decía– y se ve, además, dificultado por
los obstáculos y maniobras alemanes, y por la renuencia de las autoridades españolas”22.

“Las solicitudes de información que formulan las embajadas aliadas sobre empresas
alemanas a menudo quedan sin respuesta durante meses, tiempo en el que, sin embargo, no
cesa el proceso de ocultación del rastro alemán. Los aliados, hasta la fecha, no se han
incautado prácticamente de ningún activo que pueda engrosar el fondo de reparaciones”.

“Los negocios alemanes se han convertido en empresas españolas dirigidas por directores
españoles, en las que los cerebros alemanes ocupan puestos aparentemente irrelevantes, pero
en realidad cardinales”.

Un ejemplo paradigmático lo constituye “Unicolor”, filial española de la corporación I.G.


Farben. Ahora es una empresa española y, con arreglo a la legislación española, los aliados
no pueden tocarla. No obstante, he aquí su consejo de administración: Esther Asselman,
Ernst Von Steindorf, Dr. Walter Fischbach, Juan Santigosa, Ernst Fischer, Erich Fischer,
Gustav Zabel, Josef Mayer-Speiss, José Planella, Salvador Mayolas, Juan S. Pitlier, Felix
Koetgen, Tomás Casanovas y Juan Llorens.

Sin embargo, el auténtico cerebro en la sombra de esta empresa es Herr Ferdinand Birk-
Crecelius23, que figura emboscado en un puesto administrativo carente de importancia. La
conclusión que extrae el corresponsal de Reuter es la siguiente: “Las empresas permanecen,
los alemanes permanecen, y siguen actuando con plena protección de la ley española y de
las autoridades españolas”.

22
La cursiva es del autor. [N. de los t.]
23
La cursiva es del autor. [N. de los t.]
XI. Lo que podemos hacer

¿Cómo puede, pues, Europa deshacerse de Franco y de la Falange? Para comenzar, se puede
afirmar categóricamente que la liberación de España no tiene por qué costar la vida de un
solo soldado británico. Una intervención armada de las Naciones Unidas no será ni necesaria
ni deseable.

Hasta la fecha, Gran Bretaña y los Estados Unidos no se han resuelto a dar el paso decisivo
de retirar el reconocimiento diplomático al régimen de Franco. La Unión Soviética y China,
por otro lado, nunca lo han reconocido. Si Gran Bretaña y los Estados Unidos se unieran a
ellas, tal decisión contribuiría a que los fascistas españoles se diesen cuenta de que su causa
está irremediablemente perdida.

Al mismo tiempo, debe quedarles bien claro a los falangistas que las Naciones Unidas no
aceptarán en España un fascismo disfrazado, por muchos cambalaches que hagan de
personalidades o etiquetas. El fascismo no se convierte en democracia por la mera añadidura
de un rey fascistoide. Sólo cuando los partidos democráticos y los sindicatos de los españoles
puedan volver a funcionar libremente, España podrá ocupar su lugar en el concierto de las
naciones.

Curiosa anomalía es que Gran Bretaña mantenga todavía a un embajador en Madrid y, sin
embargo, amenace a un gobierno antifascista en Bulgaria con no reconocerlo si las
elecciones no se celebran de determinada manera. Puede que los británicos no tengan un
conocimiento preciso de los acontecimientos políticos en Bulgaria, pero sí saben que Franco
es un fascista que ayudó a Hitler, y cualquier medida contra él contará con su apoyo
incondicional.

Para que una ruptura diplomática con Franco sea plenamente efectiva, debe ir acompañada
de un bloqueo comercial. Mientras sus gobiernos se dedicaban a hacer desplantes
diplomáticos al régimen de Franco, las empresas británicas, francesas y estadounidenses se
lanzaban a una peligrosa carrera en busca de contratos en España. En algunos casos,
lamentablemente, los propios gobiernos han concluido acuerdos muy importantes.

Ya conocemos la ética del “aquí no ha pasado nada” de aquellos banqueros e industriales


británicos y estadounidenses que ayudaron a armar a Alemania y Japón. No sería nada de
extrañar que algunas empresas que han estado haciendo lucrativos negocios en España –
donde, gracias al fascismo, los costes laborales son muy bajos– terminen diciendo: “¡A
Franco ni tocarlo, que nuestro dinero está invertido allí!”. Una política exterior democrática
no debería prestar oídos a estos exponentes de la “libre empresa”, sino que establecería un
bloqueo económico contra Franco y la Falange.

Si los gobiernos actúan con lentitud, cabe dentro de lo posible que los pueblos tomen la
iniciativa en su lugar. Si los trabajadores de los puertos de Gran Bretaña y los Estados Unidos
decidieran no cargar ni descargar barco alguno con destino a España o procedente de ella,
se podría decir sin miedo a equivocarse que los días del fascismo en España estaban
contados. Y a la objeción de que tal acción privaría a Gran Bretaña de alimentos ciertamente
necesarios, respondemos que una España democrática también suministraría esos productos,
sin mezclar bombas con naranjas.
Las medidas contra Franco deben ir acompañadas de un apoyo incondicional a los
demócratas españoles, a quienes debe tratarse como a los espléndidos aliados que son. Serán
las circunstancias concretas las que determinen la mejor forma que habrá de adoptar dicha
ayuda. No obstante, parece evidente que los pasos inmediatos deban ser el reconocimiento
del gobierno republicano, la ayuda financiera y la cesión de instalaciones y medios de
radiodifusión.

La necesidad más urgente es la acción conjunta de las Naciones Unidas para detener las
ejecuciones, las torturas y el encarcelamiento masivo de demócratas en España. A Franco y
a la Falange se les debe dejar claro, en términos que no admitan ambigüedad alguna, que
serán considerados responsables de todos los crímenes cometidos bajo su autoridad. Además
deberíamos asegurarnos de que el pueblo español sepa que se les ha hecho tal advertencia.

Si Gran Bretaña cumple su papel en la ayuda a la democracia española, habremos ganado


otro país europeo para la causa de la libertad y el progreso. Pero si fallamos, como fallamos
en los días de la guerra española, nos veremos viviendo cerca de un centro de conspiración
fascista que, en última instancia, puede llegar a poner en peligro toda la estructura de la paz
mundial. La responsabilidad recaería no sólo sobre el gobierno británico, sino sobre cada
organización progresista de este país.

José Stalin dijo una vez que “la liberación de España del yugo de los reaccionarios fascistas
no es sólo de la incumbencia de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad
progresista”. Esas palabras son tan ciertas ahora como lo fueron en los días de la guerra
española. La diferencia es que ahora hay muchos millones más de personas que son
conscientes de ello.

***

ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE


Los refugiados españoles que viven en Francia han sufrido nueve años de guerra contra Hitler, de 1936 a 1939.
Necesitan ayuda con mayor urgencia que otros pueblos de Europa porque han padecido más.

Los servicios de ayuda han indicado que en muchos casos los combatientes españoles de la Fuerzas Francesas
del Interior (FFI), sus viudas e hijos se están muriendo literalmente por falta de alimentación adecuada y de
medicinas. Puedes ayudar a salvarlos enviando una donación a

INTERNATIONAL BRIGADE ASSOCIATION

14 Red Lion Square · London ·WC1

Necesitan tu ayuda inmediata

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