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Consejería en

Situación de Crisis
Ing. Gumersindo Martínez
Consejería en Situaciones de
Crisis

CONSEJERÍA EN SITUACIONES DE CRISIS


Introducción
Muy pocos navegan por la vida sin experimentar fracasos, desafíos a los que no nos
sentimos capaces de enfrentar y temores internos de que “no somos lo
suficientemente buenos” para realizar una tarea. La mayoría de nosotros hemos
experimentado ansiedades y crisis que nos han detenido momentáneamente en
nuestro progreso. Sin embargo, nos hemos sobrepuesto a estas situaciones y
seguimos adelante.

Definimos crisis como un punto crucial o decisivo que no puede ser evitado. Una
situación de crisis puede ser esperada o inesperada, real o imaginada, actual (la
muerte de un ser querido) o potencial (la posibilidad de muerte de un ser querido)
Tradicionalmente se refiere que la palabra china para “crisis” es un ideograma que
significa tanto “peligro” como “oportunidad”.

Las crisis contienen peligro porque resultan en una disrupción de la vida y


amenazan con sobrecargar a las personas afectadas. A medida que progresamos a
la vida adulta, cada uno de nosotros desarrolla un repertorio de mecanismos para
resolver los problemas, basados en nuestras experiencias pasadas, entrenamiento y
características de nuestra personalidad. Aprendemos a enfrentarnos a los desafíos y
vencer nuestras inseguridades, aun cuando experimentemos distintos estados
emocionales. Sabemos que a menudo aparecerán circunstancias que requieran un
esfuerzo extraordinario de nuestra parte. Pero a veces surgen situaciones
especialmente demandantes o severas. Puede haber la pérdida de algo o alguien
que sea significativo para uno, el cambio súbito en el estatus o rol en la sociedad, o
la aparición de personas o eventos amenazadores. Siendo el suceso tan inesperado,
intenso y particular, nuestra manera acostumbrada de manejar el estrés y resolver
los problemas no son suficientes ni efectivos. A menudo nos conducen a confusión,
ansiedad, ineficiencia, desánimo, ira, duelo o culpa. Este estado emocional e
intelectual alterado puede ser temporal, pero a menudo se instala por varias
semanas o meses.

Pero las crisis presentan a las personas la oportunidad para cambiar, crecer y
desarrollar mejores técnicas de adaptación a las circunstancias. Cuando la gente
enfrenta una crisis está más propensa a recibir ayuda, en especial la que proviene

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Crisis

de Dios y del consejero. No obstante la consejería, algunas personas tratan de


ignorar y evadir las crisis, retrayéndose a fantasías irracionales, abandonándose al
desánimo o responder en maneras sociales inaceptables. Sin embargo otros
reaccionan más saludablemente. Reevalúan la situación y buscan adaptarse a ella de
una manera creativa, aceptable, basados en la realidad. Wilbur E. Morley, en un
artículo sobre la teoría de la intervención en tiempo de crisis, presenta un concepto
con un diagrama que ayuda a ver la situación que enfrentan las personas que están
en crisis y cuáles son los resultados de ésta. Cuando las cosas están marchando bien
en la vida de uno, su mundo puede ser comparado con un triángulo, el cual
descansa sobre su base con cierto grado de estabilidad.

ESTABILIDAD

Uno está moviéndose firmemente en la dirección de una salud emocional mejor o un


malestar mayor, dependiendo de muchos factores diferentes que funcionan en la
vida. Pero, cuando una crisis se desarrolla, inmediatamente el triángulo es movido a
una de sus puntas o ángulos. Esto significa que la vida de la persona ha llegado a
ser inestable momentáneamente y el resultado final podría ser una persona con
menos estabilidad emocional.

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Crisis

CRISIS (inestabilidad)

Podría también resultar en una persona que tiene mayor estabilidad emocional y
espiritual. La dirección que toma su vida en este momento de crisis es determinada
por la severidad de la crisis, sus mecanismos de defensa y las contribuciones de
personas significativas que lo rodean en este momento difícil. El apoyo de los
amigos, de los parientes y del pastor es decisivo para la salud futura y bienestar. En
el momento de una crisis la persona tiende a ser influida más fácilmente que cuando
las cosas están normales. Por eso algunos acuden al alcohol o a las drogas en una
crisis, mientras que otros se vuelven a Dios por ayuda espiritual. Mucho depende del
sentido de valores de las personas que tienen contacto con aquellos que están
experimentando la crisis.

La Biblia y los Tipos de Crisis


Las crisis ocupan un lugar principal en el relato bíblico. Adán, Eva, Caín, Noé,
Abraham, Isaac, José, Moisés, Sansón, Jefté, Saúl, David, Elías, Daniel y otros tantos
se enfrentaron a crisis de distintos tipos que el Antiguo Testamento nos relata en
detalle. Jesús atravesó por crisis al momento de la crucifixión, al igual que sus
discípulos, el apóstol Pablo y muchos cristianos del primer siglo. Varias de las
epístolas se escribieron para ayudar a las iglesias, y a sus miembros, a enfrentarse a
las crisis. Hebreos 11 nos presenta con crisis que tienen un “final feliz” y otras que
resultaron en sufrimiento, tortura y muerte.

Podemos dividir a las crisis en tres tipos principales:

Crisis Accidentales o Fortuitas


Esta clase de crisis ocurre cuando hay una amenaza súbita, un evento intensamente
disruptivo o una pérdida inesperada. La muerte de un ser querido, el descubrimiento
de una enfermedad incurable, sufrir una violación u otra forma de violencia, un
embarazo fuera del matrimonio, guerra u otra crisis social, la pérdida del trabajo o
los ahorros, la pérdida súbita del respeto o estatus social son situaciones críticas que
afectan al individuo y su familia.

Se ha observado que los eventos estresantes que ocurren fuera de la familia


(desastres naturales, persecución, prejuicio racial, por ejemplo) tienden a solidificar

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Crisis

a la familia, puesto que hace que los miembros se unan aún más para superar la
contingencia. Cuando la situación de estrés proviene de adentro del núcleo familiar
(intento de suicidio, infidelidad, abuso de menores, alcoholismo) tiene a destruir los
lazos y deshacer la familia. Más desequilibrantes son las crisis que se suceden unas
a otras. A menudo la persona acude a la consulta de consejería debido a la última
en una larga serie de situaciones críticas. Esta fue la experiencia de Job, en la Biblia,
quien perdió consecutivamente sus bienes, su familia, su salud y su estatus social.
Su matrimonio sufrió conflictos, sus amigos lo vieron confundido y lleno de ira, y él
mismo no podía llegar a términos con un Dios que permitía que cosas malas
sucedan a gente buena.

Crisis de Desarrollo
Estas son las crisis que acontecen en el curso normal del desarrollo humano.
Comenzar la escuela, ir a la universidad, ajustarse a la vida de matrimonio o a la
paternidad, enfrentarse al retiro laboral y al envejecimiento, adaptarse a la salida de
los hijos del hogar o a la muerte de los amigos de uno son algunos ejemplos de
crisis del desarrollo. La Biblia nos propone el ejemplo de Abraham y Sara, quienes
tuvieron que adaptarse a la salida del hogar y ciudad paternas, a moverse de un
lado a otro, a la vida sin hijos, a recibir críticas, y finalmente al comando divino de
ofrecer en sacrificio al único hijo. Nos preguntamos también cómo una pareja
anciana, Zacarías y Elizabet, pudieron adaptarse a un hijo tan particular como Juan
el Bautista.

Crisis Existenciales
Este tipo de crisis se sobrepone a veces a las otras dos. Hay momentos donde la
persona se enfrenta a verdades acerca de sí misma;

• Soy un fracaso
• No sé que voy a hacer cuando me gradúe
• Nunca voy a tener éxito en mi empresa
• No obtuve el ascenso que esperaba
• Estoy solo
• Mi vida no tiene propósito

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Crisis

• Mi matrimonio acabó en divorcio


• Mi enfermedad es incurable
• Me siento atrapado en esta ciudad
• No tengo nada en qué creer
• Soy rechazado debido a mi condición económica / color de piel / condición de
soltero
• Soy muy viejo para alcanzar las metas que me propuse

Estos conceptos toman tiempo y esfuerzo para ser asimilados. La percepción de uno
mismo como persona está en constante evolución, pero hay eventos que fuerzan
una súbita adaptación a una nueva imagen propia. Después de una gran victoria,
Elías fue perseguido por Jezabel y tuvo que escapar al desierto donde llegó a pensar
que su vida fue un fracaso.

Cuando la gente nos pregunta el por qué de sus crisis, es difícil dar una respuesta
definitiva. Aunque la Biblia nos da numerosos ejemplos de estos tipos de crisis que
hemos citado, no nos propone una explicación para la razón de ellas o las causas del
sufrimiento humano. Aunque podemos creer que Dios puede tener un propósito
último para nuestras vidas y que nuestro futuro está en sus manos, es posible que
en esta vida no obtengamos la respuesta a estos interrogantes. Nuestro objetivo,
entonces, será ayudar a nuestros pacientes a adaptarse a la situación, enfrentarse a
ella de la manera más saludable, y aprender lecciones que se pueden aplicar en el
futuro.

Intervención en Situaciones de Crisis


La intervención en las situaciones de crisis está dirigida a proveer a la víctima de un
trauma psicológico o físico de primeros auxilios, y esa ayuda será inmediata,
temporal y emocional. El consejero debe intervenir rápida y efectivamente para
tratar con actitudes a menudo desorganizadas, confusas y potencialmente nocivas.
Ya que surgen espontánea y súbitamente, y son limitadas en duración, es mejor
tratar con las crisis tan pronto como se presenten. Las metas del consejero serán:

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Crisis

• Ayudar a la persona a adaptarse efectivamente a la situación de crisis y


retornar cuanto antes a su nivel usual de funcionamiento.
• Disminuir la ansiedad e inseguridad que acompañan a la crisis y que tienden
a perpetuarse aun cuando el evento ha quedado atrás.
• Enseñar técnicas de manejo de las crisis a la persona para que esté mejor
preparada en el futuro para anticiparse a las crisis y responder a ellas.
• Considerar las enseñanzas bíblicas que tienen que ver con la respuesta del
cristiano a las crisis, para que esta resulte en un crecimiento espiritual.

Los consejeros no pueden tratar a todas las personas o familias que atraviesen por
situaciones críticas de la misma manera. Procusto, personaje de la mitología griega,
andaba siempre con un lecho a cuestas. Cuando podía atrapar a una persona, la
acostaba sobre su lecho. Si la persona resultaba ser más grande que el lecho, le
cortaba lo que le sobraba; si más pequeña, la estiraba para ajustarla exactamente al
tamaño del lecho; y siempre las mataba. El consejero tiene que adaptar la técnica al
paciente, y no al revés. Existen diferencias individuales de flexibilidad, cultura,
hábitos de respuesta, fortaleza física y psíquica y niveles emocionales y espirituales
que hacen que las personas respondan de manera diferente al mismo evento.
Algunos tienden a ser optimistas, incluso en medio de la peor de las circunstancias.
Otros son pesimistas y se desaniman fácilmente. Algunos son capaces de discutir sus
crisis y analizar sus implicaciones. A otros se les hace difícil comportarse
racionalmente o pensar con claridad.

Teniendo estas diferencias en mente, el consejero puede intervenir de distintas


maneras en las situaciones de crisis.

1. Establecer Contacto
Las personas que están en crisis no siempre acuden al consejero por ayuda. A
menudo somos nosotros los que tenemos que aproximarnos al paciente para
mostrarle calidez, comprensión e interés genuino. Hay que escuchar con mucha
atención para descubrir las preocupaciones principales del paciente y sus puntos de
vista antes de emitir algún consejo. Si la persona fantasea acerca de su situación,
hay que hacerla regresar a la realidad con mucho tacto y suavidad. El contacto
visual es importante, demostrando nuestro profundo interés por su situación.
También el toque, especialmente en situaciones donde las palabras no son

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Crisis

suficientes para expresar el consuelo que queremos transmitir. Hay que tener
cuidado con las diferencias culturales, puesto que en algunas sociedades existen
tabúes acerca del contacto físico entre personas no relacionadas por lazos familiares.
Cuando se sabe utilizar, el toque es terapéutico y alentador.

2. Reducir la Ansiedad
La personalidad sosegada y serena del consejero es esencial para transmitir
tranquilidad y calma al paciente, especialmente cuando va acompañada de palabras
de seguridad y aliento.

• Escuche paciente y atentamente mientras el aconsejado describe su situación.


Anime a que comparta sus inseguridades y otros sentimientos que
acompañan a las crisis.
• Provea seguridad al paciente (“Hay maneras de tratar con esta crisis” o “He
visto a otras personas que han experimentado crisis similares, y han salido
triunfantes de ellas”)
• Indique aprobación cuando algo es hecho bien (“Esa decisión fue apropiada y
demuestra que va por buen camino”)
• Con gentileza ofrezca otras interpretaciones si el punto de vista del
aconsejado aparece distorsionado o pesimista (“Quizás pueda sugerirle otra
manera de mirar esta situación”)
• Si es posible, ofrezca una predicción acerca de lo que sucederá (“Yo sé que
ahora es difícil, pero creo que usted es capaz de manejar esto”)
• Trate de contestar a las preguntas con honestidad, pero sin elevar
innecesariamente el nivel de ansiedad del paciente. Si una persona se
accidentó gravemente, se le puede decir: “No sé la extensión de sus heridas
todavía, pero usted está bajo el cuidado de profesionales muy competentes.
Ellos están revisándolo y estoy seguro que harán todo lo necesario para que
usted se recupere.”
• Si es necesario, en ciertos casos habrá que considerar remover al paciente,
aunque sea temporalmente, del ambiente estresante en que se encuentra. Es
apropiado, por ejemplo, remover a un familiar de la sala de emergencias a
una sala adyacente y ofrecerle una taza de café. A menudo es bueno salir
brevemente a caminar con el aconsejado, y animarle a compartir sus

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sentimientos lejos del foco de su estrés. El efecto calmante de ciertos


versículos bíblicos (1 Corintios 10:13, por ejemplo) puede ser de ayuda.

3. Concéntrese en lo Más Importante


En los momentos de crisis es fácil sobresaturarse de información, problemas
potenciales y decisiones que se tienen que tomar. Como tercero, el consejero está
en una situación “neutral” que le permite ser objetivo para ayudar al paciente a
decidir qué asuntos tratar primero y qué problemas dejar para después. Trate de
enfocarse en la situación presente en lugar de discutir el pasado o preocuparse por
lo que sucederá mañana.

En ciertas circunstancias, el consejero tendrá que tomar decisiones por el paciente.


“Vamos a consultar a otro médico” o “Usted debe tomar un avión y estar allí
mañana mismo” son consejos directivos que a menudo tenemos que dar. A veces
esto provee al paciente de una sensación de que algo definido se está haciendo
respecto de su problema. Con todo, hay que tener cuidado de no ser manipulador.

4. Evalúe los Recursos


Una de las tentaciones del consejero es mostrarse como el superhéroe que viene al
rescate del paciente. El aconsejado cuenta con recursos que pueden ser
identificados y movilizados para ayudar a la presente situación.

a. Recursos Espirituales
El consejero cristiano no debe perder de vista a la presencia y guía del Espíritu
Santo, junto a las palabras de aliento y promesa de las Escrituras. Estas pueden ser
fuente de fortaleza y dirección en tiempos de crisis. Algunos consejeros utilizan las
Escrituras como herramienta para empujar o manipular al paciente para que haga lo
que ellos desean que él haga. Esto no es ético ni efectivo. La Biblia debe ser
presentada como una verdad que el Espíritu Santo puede emplear para producir un
cambio, si así lo desea.

b. Recursos personales

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A veces el paciente se torna muy dependiente del consejero en los tiempos difíciles.
Puede ser que sea necesario por algún tiempo, pero es bueno destacar
tempranamente las fortalezas con las que cuenta el aconsejado. La mayoría de la
gente tiene capacidades intelectuales y físicas, habilidades, actitudes productivas o
motivaciones que pueden ayudarles a crecer durante las crisis. Al señalarlas, hay
que ser realistas. Recordemos que el solo hecho de listar los puntos fuertes, y
recordar los éxitos pasados, puede ser de gran ayuda al paciente para adaptarse a
la situación actual.

c. Recursos interpersonales
A veces la persona que está en crisis tiene una red de personas que tiene que
activar. Familiares, amigos, iglesia, socios y personas de la comunidad ayudarían con
gusto si tan sólo supieran de la situación. A la gente se le puede pedir que ore, que
haga donativos o provean de ayuda práctica durante la crisis. Si no conoce las
personas a las que se puede recurrir, pregunte al paciente o a un familiar del
mismo.
En ocasiones el paciente no desea pedir ayuda o prefiere que nadie conozca de su
problema. Si este es el caso, hay que convencerle de la satisfacción que los amigos
experimentan cuando ayudan, y de la necesidad de interdependencia en la sociedad.
Hay que ser sensibles a la pena que les da a algunos el pedir ayuda, al sentimiento
de amenaza al contar a otros sus problemas o al enojo que puede dirigir el paciente
contra el consejero que sugiere involucrar a otros en la solución de la crisis. Es
importante discutir esto con el paciente y alentarle a que pida, por sí mismo si es
posible, ayuda. Es bueno recordarle que habrá oportunidad para hacer por otros lo
que otro está haciendo por él. Solidaridad es un valor que se puede sembrar y
cosechar.

Si la persona en crisis carece de una red de amigos a la que acudir, hay que
ayudarle a desarrollar una. Con todo, hay que evitar que la persona se transforme
en dependiente de otros, actitud que le impediría crecer. Hay que alentar al grupo
de ayuda a que colaboren sin limitar el crecimiento del paciente.

d. Recursos Adicionales
Toda comunidad tiene recursos médicos, financieros, legales, psicológicos o
financieros que pueden ser movilizados para ayudar a la crisis presente. A veces el
paciente necesita dinero, un lugar donde vivir temporalmente, alguien que cuide a

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sus niños mientras trabaja, comida u otros recursos tangibles. Hay que ayudarle a
encontrar esos recursos, que a menudo se hallan en la iglesia local.

5. Plan de Intervención
Luego de evaluar el problema y considerar los recursos disponibles, es conveniente
decidir por un curso de acción que responda a la pregunta: “Específicamente, ¿qué
haremos ahora?” Juntos, el consejero y su paciente examinarán los hechos y harán
una lista de las probables respuestas a la crisis. Hay que responder: “¿Cuán realistas
son estas propuestas?” y “¿Qué haremos primero, segundo y subsecuentemente?”
Algunas personas tienen dificultad para arribar a una decisión. No queremos ejercer
sobre el aconsejado más presión que la que ya tiene, pero tampoco queremos
generar dependencia o una actitud de dejar que otro resuelva sus problemas.
Amablemente, pero con firmeza, el consejero puede ayudar al paciente a hacer
planes o a encontrar una mejor alternativa cuando el plan primero no funcionó.

Raymond Vath, un psiquiatra, estableció la “regla de oro” para la intervención en


crisis: “Debemos hacer por otros lo que ellos no pueden hacer por sí mismos, pero
no debemos hacer por ellos lo que no harían por sí mismos. El problema es
encontrar la sabiduría necesaria para hacer la distinción.”

6. Animar a la Acción
Algunas personas van a arribar a un plan de acción, pero se verán impotentes para
llevarlo a cabo, o se sentirán ansiosos de ponerse en marcha. Tomar una acción
involucra un riesgo de fracaso, especialmente si la acción demanda moverse a otra
ciudad o cambiar trabajo. El consejero tiene que animar a su paciente a actuar, a
evaluar el progreso y, cuando necesario, modificar los planes para tomar otras
acciones.

Es conveniente tener en mente lo siguiente:

• Escuchar y aprender lo más posible acerca del problema


• Hacer un listado (mental o escrito) de los cursos alternativos de acción
• Decidir sobre un curso de acción

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Crisis

• Actuar
• Evaluar los resultados de la acción tomada
• Basados en la evaluación, continuar con la acción elegida o corregir siguiendo
esta lista desde el principio

En algunas instancias las crisis no serán resueltas completamente, incluso con la


acción elegida. Cuando alguno pierde a un ser querido, descubre la existencia de
una enfermedad incurable o no logra obtener el ascenso deseado, la crisis trae un
cambio permanente. El paciente tiene que aprender a adaptarse a la nueva situación
con honestidad, reconociendo los sentimientos que surjan y aprendiendo a
expresarlos, reajustar su estilo de vida, planear el futuro con realismo y encontrar
reposo en saber que Dios, en su soberanía, conoce nuestro dolor y se interesa por
nosotros. También es importante en esas situaciones de cambio permanente recurrir
a la red de amigos y familiares que estén dispuestos a orar, acompañar,
solidarizarse y colaborar cuando y en la manera en que se los necesite.

7. Dar Esperanzas
La sesión de consejería tiene más chance de éxito si se le da al paciente un sentido
de esperanza realista en el futuro. La esperanza trae alivio al sufrimiento actual
porque está basada en la creencia en que las cosas mejorarán. La esperanza nos
ayuda a evitar el desánimo y libera energía mental y espiritual para afrontar la crisis.
El consejero cristiano transmite esperanza utilizando:

a. La Palabra de Dios. Romanos 10 nos dice que la fe viene por el oír la


Palabra de Dios. De esta manera estamos estimulando en el paciente su fe en
un Dios que no cambia, no importa cuánto nuestro mundo interior o exterior
haya cambiado.

b. La modificación de creencias. Debemos ayudar al paciente a modificar


creencias que sostiene como verdaderas acerca de sí mismo y de la situación
que está atravesando. Ideas tales como “Nunca mejoraré”, o “Nada puede
ser peor que esto” pueden integrarse al sistema de valores de la persona en
los tiempos de crisis. Estos conceptos tienen que ser desafiados
amablemente. “¿En qué te basas para decir que nunca mejorarás?” es una
confrontación apropiada.

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Consejería en Situaciones de
Crisis

c. Al lograr que el paciente se ponga en movimiento y haga algo al respecto de


su situación estamos haciendo que deje de verse desahuciado e impotente y
se vea tomando otra vez las riendas de su destino. Esto genera esperanza, en
especial si la actividad produce algún resultado positivo.

8. Seguimiento
La consejería en situaciones de crisis es usualmente breve. Luego de una o dos
sesiones, el aconsejado regresa a su rutina diaria de vida y puede que no regrese a
otra sesión. ¿Aprendió algo positivo? ¿Manejará más apropiadamente la próxima
crisis? Esto concierne al consejero, quien intentará mantener el contacto con una
visita personal o una llamada telefónica. A veces ayuda hacer contacto en ocasiones
especiales, por ejemplo el aniversario del fallecimiento de un ser querido, o la
primera Navidad que un divorciado pasa solo. Incluso cuando no se requiera una
sesión de consejería, tal contacto recuerda al paciente que no está solo y que hay
alguien que se preocupa por él.

Consejería en Crisis Particulares


Duelo
La crisis más grande en la vida es la muerte. El duelo, escribe Billy Graham, es una
certeza, algo que cada uno de nosotros experimentará durante su vida. El duelo es
universal, pero el método de manejar el duelo es único y particular para cada
persona. La muerte hace algo que Dios no permite que ningún hombre lo haga:
separación. La muerte rompe la unidad en el matrimonio, la familia o los amigos, y
deja al otro como un mero fragmento de una persona. Esta experiencia de
fragmentación es lo que llamamos aflicción.

Duelo es una respuesta normal a la pérdida de una persona, objeto u oportunidad


significativos. Es una experiencia de de privación y ansiedad que afecta la conducta,
emociones, pensamiento, fisiología, relaciones interpersonales y espiritualidad de
uno. Toda pérdida puede traer consigo duelo. La muerte es la más terrible y
concluyente de las pérdidas, pero puede aparecer duelo en el divorcio, retiro del

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Crisis

trabajo, amputación, partida de los hijos del hogar paterno o de un pastor a otra
iglesia, la venta de un carro favorito o la pérdida de una casa por el fuego.

La Biblia y el Duelo
La Biblia describe la muerte y el duelo de muchas personas. Leemos en el Antiguo
Testamento a Jacob llorando la pérdida de José y rehusando ser confortado, David
llorando la muerte de su hijo Absalón y Jeremías lamentando la muerte del rey
Josías. Los Salmos nos aseguran la presencia de Dios al atravesar el “valle de
sombra de muerte”. Isaías nos presenta al Mesías como un “varón de dolores,
experimentado en quebranto”. Los pasajes del Nuevo Testamento que tratan con la
aflicción de la pérdida pueden agruparse en dos secciones:

a. Cristo cambió el significado del duelo. Para muchos la muerte es la


pérdida permanente y absoluta de una relación. No es así para el cristiano.

1 Tesalonicenses 4:14,18 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó,


así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con él... Por lo tanto,
alentaos los unos a otros con estas palabras.

1 Corintios 15:51-55 51 5 He aquí, os digo un misterio: no todos


dormiremos, pero todos seremos transformados 52
d 5 en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los
a
muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53
m 5
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto
mortal se vista de inmortalidad. 54 5 Pero cuando esto corruptible se haya
vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra que está escrita: DEVORADA HA SIDO LA MUERTE en
5 ¿DONDE ESTA, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DONDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJON
victoria. 55 A ?

Para el cristiano la muerte no es el fin de la existencia. Es el comienzo de la vida en


la eternidad. El que cree en Cristo cree también que los cristianos estarán para
siempre con el Señor. Por su muerte y resurrección, Cristo Jesús derrotó a la muerte
y prometió que todo aquel que vive y cree en él “no morirá jamás”. Este
conocimiento consuela, pero no elimina la realidad del dolor y la necesidad de
consuelo.

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Crisis

b. Cristo demostró la necesidad de consolación . En el Sermón del Monte, el


Señor Jesús habló del duelo. “Bienaventurados son los que lloran, porque serán
consolados”. Cuando murió Lázaro, Jesús fue conmovido profundamente. Aceptó,
sin ningún comentario, la aparente ira de María, la hermana del fallecido. También
lloró junto a los que lamentaban, aun sabiendo que lo levantaría de los muertos.
Incluso para el cristiano el duelo es saludable y normal.

Causas del Duelo


El duelo surge cuando algo o alguien de valor para la persona se ha perdido, y el
doliente se enfrenta al vacío y a la necesidad de ajustarse a la nueva vida. El
afectado tiene cuatro tareas difíciles y prolongadas que realizar:
• Aceptar la realidad de la pérdida
• Sentir y admitir conscientemente el dolor de la pérdida, y soltar los lazos que
le atan al ausente
• Ajustarse a un ambiente donde se siente la ausencia del fallecido
• Formar nuevas relaciones

Nadie puede decir cuánto tiempo dura el duelo. Para algunos es tan sólo unas pocas
semanas o meses. Los estudios hechos en viudos indican que la mayoría necesita
tres a cuatro años para reestablecer sus vidas. Incluso entonces la vida no retorna
nunca a la normalidad como era antes. Y todo esto involucra esfuerzo.

No existe una serie ordenada de eventos que caractericen al duelo normal. Involucra
a menudo intensa pena, dolor, soledad, enojo, depresión, síntomas físicos y cambios
en las relaciones interpersonales. Frecuentemente aparecen negación, fantasía,
inquietud, desorganización, ineficiencia, irritabilidad, necesidad de hablar
excesivamente acerca del fallecido, adopción inconsciente de las maneras del
ausente, y un sentimiento de que la vida ya no tiene sentido. En la presentación de
estos síntomas hay una gran variedad dependiendo de las características personales
de cada uno, trasfondo cultural y religioso, relación con la persona muerta y grado
de intimidad y dependencia de la misma. Aunque el doliente nunca se recupere
completamente de su pérdida, la mayoría eventualmente retornan a un estado de

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Consejería en Situaciones de
Crisis

productividad y de restauración de sus facultades mentales y físicas. A esto se le


llama “duelo no complicado”.

A veces el proceso de duelo es anormal, patológico y complicado. El dolor es


intenso, retardado, prolongado, negado o desviado de las expresiones normales de
aflicción. Es un duelo que mantiene al doliente atado a la persona ausente y le
previene de adaptarse y avanzar con su vida. A menudo no hay síntomas propios de
un duelo patológico. Los observados en el duelo normal aparecen exacerbados en
intensidad y duración. Pueden aparecer sentimientos profundos de angustia, falta de
interés por el mundo exterior, capacidad disminuida de amar, aislamiento y baja
autoestima. En algunos se observa hiperactividad, actitudes de abandono y
depresión, intensa culpa, autocondenación, aislamiento social extremo, impulsividad,
conducta antisocial, aumento del consumo de alcohol o drogas y amenazas, a
menudo veladas, de autodestrucción que pueden seguir con intentos de suicidio.

¿Cómo poder pronosticar cuáles personas desarrollarán un duelo normal y cuáles


uno patológico? Algunos datos que nos pueden ayudar son:

a. Anticipación de la pérdida. Hay evidencia de que el duelo es más difícil


cuando la pérdida es más inesperada, absurda (cuando alguien muere en la
juventud), traumática (un accidente) o súbita. Se sabe que un período de
anticipación o preparación previa permiten una evolución del duelo más coherente,
especialmente si la persona a morir y sus familiares cercanos han tenido la
oportunidad de absorber gradualmente la realidad de la muerte cercana, pudieron
expresar sus sentimientos de dolor, tuvieron la oportunidad de arreglar sus asuntos
(pedirse perdón, por ejemplo), tuvieron la posibilidad de despedirse y hacer planes
para el futuro.

b. Tipo de pérdida. Cada tipo de pérdida parece traer su propia clase de reacción
y duelo. Cuando uno es adulto, la muerte de sus padres aparece de alguna manera
anticipada y fácil de asimilar. La muerte del cónyuge trae otro tipo de carga
emocional, y mucho más difícil es aceptar la muerte de un hijo. Los padres a
menudo se sienten culpables, enojados, deprimidos, condenados e incompetentes
por haber fallado en proteger a su hijo de la muerte, aunque no hubiera nada que
pudiesen haber hecho al respecto. Es axiomático que “la intensidad del duelo es
proporcional a la intensidad del amor”.

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Consejería en Situaciones de
Crisis

c. Creencias Religiosas. Muchos que han experimentado terribles pérdidas


refieren la ayuda que proviene de creencias religiosas profundamente establecidas.
Puede haber períodos de confusión, duda e incluso enojo contra Dios. Pero con el
correr del tiempo el poder consolador de la fe se hace evidente. La religión provee
de apoyo, significado y esperanza para el futuro. Los cristianos creen, además, que
el Espíritu Santo que habita en cada creyente les da consuelo y paz sobrenaturales
en tiempos de aflicción. Cuando la persona no sostiene ninguna creencia religiosa o
rehúsa considerar alguna fe en especial, el proceso de duelo se torna más difícil y
hay un potencial mayor para desarrollar una patología del duelo.

e. Trasfondo personal. Podríamos esta de acuerdo que “el mejor indicador de la


conducta futura es la conducta pasada”. Si investigamos como nuestro paciente ha
reaccionado a las pérdidas en el pasado podremos anticiparnos a una desviación de
la normalidad en la crisis actual. El proceso de duelo también será complicado en
aquellas personas que son inseguras, dependientes, ansiosas, incapaces de controlar
o expresar sus sentimientos, inclinados a la depresión o que viven bajo estrés
permanente. Incluso pueden aparecer personas que prefieran alargar el proceso de
duelo porque disfrutan de la atención de los demás, obteniendo con el tiempo el
resultado opuesto, debido a las actitudes de evitación de sus familiares y amigos.

f. Trasfondo social. La mayoría de las culturas tienen maneras de expresar el


duelo que son propias. Estas conductas sociales giran alrededor de las creencias
religiosas y la cultura étnica propia de los dolientes. Hay grupos culturales que miran
con aprensión toda expresión emocional de dolor. Cada cultura tiene sus maneras
de llevar a cabo el funeral y el sepelio y la visitación a los familiares del difunto.

g. Circunstancias de la pérdida . La cercanía con el extinto, lo súbito o


inesperado de la muerte, y la edad del difunto influencian en el proceso de duelo.
Éste puede ser más prolongado y difícil si:
• La muerte es inesperada (la muerte de un joven o adulto exitoso)
• El modo de la muerte es considerado incomprensible, sin sentido, o trágico
(suicidio, accidente de tráfico, asesinato)

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 17


Consejería en Situaciones de
Crisis

• El sobreviviente tiene un sentimiento de culpa por haber participado de


alguna manera en el evento que ocasionó la muerte (el conductor del
automóvil involucrado en el accidente)
• Hay dependencia extrema en la persona que falleció de tal manera que el
sobreviviente tiene poca identidad propia, autoconfianza o propósito de vida.
• Había una relación tan íntima y estrecha con el ausente que no existían otros
para el sobreviviente.
• La persona que falleció hizo prometer al sobreviviente que no lamentaría,
estaría tristes, se casaría otra vez o se mudaría a vivir a otra ciudad.
• Hay un excesivo apego y proximidad a las posesiones del difunto, permitiendo
que el doliente pretenda que todavía está presente.
• Hay un regreso prematuro a las actividades cotidianas, sin un tiempo
apropiado para la adaptación.
• La persona cree, contrariamente a lo que las Escrituras enseñan, que los
cristianos no deben estar tristes nunca, y “gozarse en el Señor” siempre. Esto
es un signo de inmadurez espiritual

Los efectos del duelo


El duelo a menudo comienza con un período de choque, negación, intenso lloro y a
veces colapso. Sigue luego con un tiempo prolongado de dolor, inquietud, apatía,
memorias del pasado, soledad y alteraciones del sueño. Después los síntomas
disminuyen gradualmente y la vida resume sus características normales. El duelo
causa efectos en diferentes áreas de la persona.

1. Efectos físicos
El duelo puede afectar la salud. El sistema inmune del organismo está impedido, por
lo que la persona es más susceptible a las infecciones, especialmente en los seis
primeros meses de duelo. La tasa de mortalidad aumenta en los primeros años de
viudez, con un incremento significativo de la insuficiencia cardiaca congestiva,
hipertensión arterial, accidentes cerebro – vasculares y cáncer. El estrés de la
pérdida lleva al agotamiento físico, debilidad, cefaleas, indigestión, pérdida del
apetito e inhabilidad para conciliar el sueño.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 18


Consejería en Situaciones de
Crisis

2. Efectos emocionales y cognitivos


El duelo afecta cómo la persona siente y piensa. Es común la depresión luego de la
muerte de un ser amado, junto a sentimientos de ansiedad, vacío interior, culpa,
enojo, irritabilidad, aislamiento de los demás, dificultad para recordar cosas o
eventos, desinterés por el sexo u otras actividades placenteras, sueños acerca del
fallecido, pesadillas, errores en el juicio y sentimientos de soledad. Para muchos hay
una pérdida de la motivación para hacer las cosas de todos los días, de tal manera
que las tareas más sencillas y rutinarias demandan un esfuerzo especial.

Algunos de los dolientes adoptan costumbres y manerismos del fallecido. La mayoría


reacciona de manera especial en los aniversarios: Navidad, cumpleaños, aniversarios
de bodas, y aniversarios de la muerte del ser querido. Estas reacciones continúan
por varios años, volviendo a experimentar las sensaciones de pérdida y duelo.

3. Efectos sociales
La muerte de un ser amado es una disrupción social de magnitud. Cuando muere un
cónyuge, el otro tiene que adaptarse a la vida de soltero y tiene que aprender a
relacionarse con los otros de nuevo. Para evitar las tensiones sociales, muchos en
etapa de duelo se aíslan de los demás, se ocupan excesivamente para no
enfrentarse a la realidad, o comienzan a viajar. Nada de esto es dañino, pero puede
volverse un recurso para negar la realidad de un cambio en el estatus social de de la
persona.

4. Efectos patológicos
Las reacciones de duelo patológico aparecen cuando se niega, se retrasa, se
prolonga o se distorsiona el duelo, de manera tal que hay intenso temor, culpa,
sensación de desamparo, aislamiento u otros síntomas anormales. Especialmente
ocurre cuando la muerte fue súbita o inesperada, el doliente era excesivamente
dependiente del fallecido, existía una relación ambivalente (amor mezclado con
odio), quedaron asuntos sin resolver entre el fallecido y sus sobrevivientes
(hermanos que no se hablaban por años, conflictos matrimoniales no resueltos,
etc.), la causa de muerte fue accidental o violenta y la muerte dejó al sobreviviente
con tareas difíciles tales como criar niños pequeños o tomar decisiones financieras.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 19


Consejería en Situaciones de
Crisis

Cuando el duelo es patológico, el sobreviviente muestra algunas de las siguientes


actitudes:

• Resistencia a hablar del fallecido, acompañada con una intensa tristeza cada
vez que se lo nombra.
• Tendencia a hablar del difunto en tiempo presente (“No le gusta que haga
esto”)
• Amenazas abiertas o veladas de autodestrucción.
• Depresión profunda y persistente, a menudo acompañada de culpa y baja
autoestima.
• Conductas antisociales.
• Hostilidad excesiva, cambios en el estado de ánimo súbitos o culpa.
• Consumo excesivo de alcohol o drogas.
• Aislamiento y rechazo hacia los demás.
• Impulsividad.
• Enfermedades psicosomáticas persistentes.
• Veneración excesiva de objetos que recuerdan al desaparecido.
• Oposición a cambiar la habitación del difunto o a deshacerse de sus
pertenencias.
• Resistencia a las ofertas de ayuda y consejería por parte de otros.
• Estoica oposición a demostrar algún tipo de emoción relacionada con la
pérdida
• Actitud eufórica, casi feliz, que se explica a veces como “el gozo del Señor”.
• Hiperactividad.

Consejería en Situaciones de Duelo


1. Consejería en el Duelo Normal
El duelo normal es un proceso largo y difícil. Usualmente no necesita mucha ayuda y
tiende a resolverse por sí mismo. Con todo, el consejero puede:

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 20


Consejería en Situaciones de
Crisis

• Animar a las conversaciones acerca de la muerte antes de que ocurra.


• Estar presentes y disponibles. No necesariamente para hablar con el
doliente, quién posiblemente no desee hablar con nadie. La presencia de la
gente es importante, aunque hablen entre ellas, especialmente después del
funeral. Si es un amigo, es importante llamarle periódicamente para ver que
esté bien, estar alerta ante problemas que surjan en el duelo, y ofrecer ayuda
en los aniversarios especiales.
• Hacer saber que está bien expresar las emociones, sin presionar al
doliente a que llore o muestre sentimientos.
• No sorprenderse ante el lloro, frustración o ira del doliente. Hacerle saber
que uno está disponible y abierto al diálogo.
• Escuchar atentamente. La persona puede, en su propio tiempo, necesitar
hablar sobre sus sentimientos o síntomas que está experimentando, los
detalles de la muerte o el funeral, de contactos pasados con el difunto, y las
razones de la muerte o los planes para el futuro. La culpa, ira, confusión o
desánimo pueden ser expresados en cualquier momento. El consejero no
tiene que condenar tales expresiones, ni escandalizarse o tratar de
explicarlas. El doliente sólo está buscando quien le escuche.
• No forzar. Hay que estar disponible, dispuesto a escuchar y responder
cuando el paciente desee hablar, pero también a hacer un paso atrás si la
persona desea estar sola por un tiempo o hablar de otra cosa.
• Ayudar a tomar decisiones y desanimar amablemente a que el doliente
tome decisiones mayores y drásticas en el período de duelo.
• Desafiar amablemente las conclusiones irracionales o patológicas
que pueda el doliente asumir (“Murió por mi culpa”) dándole la oportunidad
de responder y discutir estos asuntos.
• Proveer ayuda práctica, como el cuidado de niños o preparación de
comidas.
• No desanimar los rituales del duelo, como funerales, velorios, servicios
recordatorios, o rituales religiosos que permitan asimilar la realidad de la
muerte.
• Orar por los dolientes y confortarlos con las Escrituras que proveen
esperanza, pero sin predicar o utilizar clichés religiosos.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 21


Consejería en Situaciones de
Crisis

2. Consejería en el Duelo Patológico


Se llama a los consejeros más frecuentemente para trabajar con personas que están
mostrando síntomas de duelo patológico. A menudo estas personas resisten a la
ayuda, siendo el trabajo del consejero transformar el duelo patológico en uno
normal. Hay varias tareas involucradas en este proceso:

• Animar a la discusión de la relación con el fallecido. Puede involucrar


una exploración detallada del pasado, incluyendo los puntos altos y bajos de
la relación y los eventos que llevaron a la muerte. Se puede mostrar interés
en la persona del difunto, a veces facilitando el proceso mirando fotografías u
otras posesiones del ausente.
• Animar a la expresión de sentimientos y actitudes. Hay que evitar
clichés, exhortaciones o la cita insensitiva de versículos bíblicos. Cuando el
doliente está confundido por la presencia, duración o intensidad del dolor, ira,
culpa u otros sentimientos, hay que estimular a la discusión de estas
emociones, explicando que es natural sentir tales cosas dadas las
circunstancias.
• Ayudar al doliente a entender el proceso del duelo. A veces ayuda la
lectura de libros, o poner a la persona en contacto con otros que han
experimentado pérdidas semejantes.
• Alentar a hablar del futuro, desafiando amablemente pensamientos
irracionales o planes que son irreales o apresurados. Buscar oportunidades
para discutir asuntos particulares, como la crianza de los niños, las
necesidades financieras o la vida en soledad. La meta es ayudar al doliente a
salir de la negación y enfrentarse a la realidad de la pérdida.
• Sanar memorias del pasado. A menudo es necesario explorar el pasado por
eventos, actitudes o sentimientos que no han sido resueltos entre el difunto y
el sobreviviente. Amablemente se puede traer a memoria estos hechos y, con
la ayuda del Espíritu Santo y la Palabra de Dios, ayudar a la persona a buscar
el perdón divino y la sanidad interior.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 22


Consejería en Situaciones de
Crisis

3. El Luto en los Niños


A veces los adultos tratan, en medio de una pérdida, de proteger a los niños de la
realidad y tristeza de la muerte. Debemos recordar que los niños también necesitan
pasar por el proceso de duelo. Para poder entender la muerte, un niño tiene que ser
capaz de hacer la distinción entre él y otros, lo vivo y lo inanimado, pensamiento y
realidad, pasado, presente y futuro. Sea que el niño tenga este entendimiento o no,
debe ser ayudado a entender la finalidad de la muerte, expresar emoción y hacer
preguntas. Es importante asegurar al niño, a través de palabras o acciones, que son
amados y serán cuidados. Los niños a veces malinterpretan la muerte,
especialmente la de un padre, tomándola como una manera de rechazo. Cuando
muere un hermano, aparece a menudo culpa, confusión, sentimientos de
aislamiento y temor de que “yo seré el próximo”. Los niños son sensibles a las
muestras de inseguridad de los adultos, y necesitan saber que se les cuidará y
protegerá. Los niños deben estar presentes en el funeral y otros rituales del duelo,
al igual que los adultos.

Consejería al Suicida
¿Quiénes están en riesgo de suicidarse?
Los estudios muestran que hay ciertas condiciones que viven las personas, que
hacen que los intentos de suicidio sean más frecuentes. Mencionamos algunas de
estas condiciones con el fin de que el consejero esté alerta a las cosas que
representan señales de alarma.

a. Aquellos que han experimentado el duelo recientemente


Las estadísticas muestran que hay un número mayor de intentos de suicidio entre
aquellos que han perdido un padre o un cónyuge dentro de los dos años anteriores,
que entre la población en general. Los estudios también indican que hay cinco veces
más intentos de suicidio entre aquellos que experimentan el dolor que entre la
población en general. Una de las razones para esta situación parece ser la falta de
sistemas de apoyo para ayudar a aquellos que han experimentado una muerte.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 23


Consejería en Situaciones de
Crisis

b. Aquellos cuyos padres se han divorciado


El suicidio entre los adolescentes es la segunda causa más frecuente de muerte
violenta en los Estados Unidos, después de accidentes automovilísticos y de
motocicletas. Los estudios muestran que una de las causas más frecuentes de
intentos de suicidio entre los jóvenes es el divorcio de los padres. El doctor Perry
Gross, un cirujano en una gran ciudad, declara que los jóvenes pueden ser lo
suficiente inteligentes para lograr entrar en universidades privadas, pero no pueden
entender todo lo que está en juego cuando sus padres les informan que están
considerando el divorcio. Esto crea tanta turbación en algunos de ellos, que creen
que no hay razón para continuar viviendo.

c. Los que tienen ciertas tendencias de la personalidad


Hay ciertas características de la personalidad que parecen indicar una gran
tendencia al intento de suicidio:

1. La personalidad obsesiva es una cuyo mundo tiene que funcionar en una


manera muy rígida y organizada. Si no lo hace, tiende a ser incapaz de adaptarse.
No tolera incertidumbre y flexibilidad.

2. La persona con un historial de depresión frecuentemente intenta el suicidio.


Esta persona vive bajo una nube oscura donde quiera que vaya. Algún día puede
actuar de acuerdo con sus emociones e intentar ponerle fin a su vida.

3. Otros intentan el suicidio debido a un sentimiento extremo de amor u odio


hacia otro. Leemos frecuentemente en los periódicos la cantidad de damas jóvenes
que se suicidan porque su enamorado las rechaza por otra. Se ha dicho que el
suicidio es el último acto de la cólera y la venganza.

Verdades y falsedades acerca del suicidio


E. S. Shneidman y N. L. Farberow han realizado investigaciones extensas con
personas que amenazan con el suicidio, y escribieron un libro definitivo sobre el
tema, titulado The Cry for Help (El Grito de Ayuda). Ellos registraron un número de
verdades y de falsedades de las personas que consideran intentar quitarse la vida.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 24


Consejería en Situaciones de
Crisis

1. Hay una común creencia que quienes hablan de matarse nunca lo harán. Los
hechos muestran que ocho de diez personas que se suicidan previamente han dado
pistas y advertencias acerca de sus planes. Por lo tanto, toda amenaza de suicidio,
por velada que sea, debe ser tomada seriamente.

2. La persona que amenaza con el suicidio está jugando con la muerte, con la
esperanza de que alguien escuchará su grito de ayuda. Realmente, ellos no quieren
matarse.

3. Las personas en crisis pasan por una entapa en que piensan en suicidarse.
Cuando la crisis ha pasado, tienden a adaptarse de nuevo y encaminarse en la vida
con un propósito. Por lo tanto, nuestra tarea es ayudarles a pasar la crisis inmediata
que están enfrentando.

4. El suicidio no es más frecuente entre los ricos que entre los pobres. Los estudios
muestran que personas de todos los niveles socioeconómicos intentan quitarse la
vida.
No es la enfermedad del hombre rico ni la maldición del hombre pobre.

5. La tendencia a contemplar el suicidio no es heredada, como algunos pretenden


creer. Hay casos en los cuales varios miembros de una familia han intentado el
suicidio, pero no significa que sea una enfermedad o algo heredado dentro de la
familia.

6. La persona que intenta suicidarse no es necesariamente un enfermo mental. Los


estudios de casos de suicidio indican que la mayoría de las personas que intentan
suicidarse se sienten infelices, pero no quiere decir que están enfermas
mentalmente.

Consejería al Suicida
1. Estar alerta a las señales. Al realizar su tarea entre los que sufren,
deprimidos o personas en crisis, el consejero tiene que estar alerta para captar

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 25


Consejería en Situaciones de
Crisis

cualquier señal que indique que la persona esté quizás contemplando quitarse la
vida. Sorprenderá descubrir que la persona está dispuesta a compartir su problema
interior y que espera que alguien intervenga para impedir su intento. Es apropiado
abrir el tema del suicidio y, en forma franca y amable, preguntar directamente sobre
las intenciones del paciente. La pregunta no “plantará la idea” en la mente del
suicida sino que, al contrario, permitirá al consejero desactivar los patrones de
pensamiento que llevarán a la persona a herirse a sí misma.

2. Ofrezca ayuda. Las personas usualmente hablan de manera franca sobre las
frustraciones que los fuerzan a contemplar el suicidio. Si el consejero responde de
manera abierta, sin escandalizarse, la persona se sentirá en libertad de compartir
sus inquietudes y ventilar sus sentimientos. Si el consejero reacciona mostrando que
el pensamiento del suicidio es escandaloso o un pecado grave, el paciente entonces
probablemente ocultará los detalles de sus planes. Cuando la persona resuelve
suicidarse es porque no puede ver otra opción a la vida. La oferta realista de ayuda
a problemas concretos (enfermedad, falta de trabajo, problemas financieros) quita la
presión actual sobre el paciente y le provee de una esperanza de que las cosas
puedan cambiar.

3. Provea de aliento realista. No es bueno ofrecer esperanzas basadas en


promesas que no pueden ser cumplidas. Esto puede, a la larga, sumir al paciente en
una depresión mayor. Es recomendable activar tempranamente la red familiar y
social a la que pertenece el paciente. Cuantas más personas conozcan de la
situación particular de la persona, aunque no se enteren de los detalles, más
posibilidad existe de encontrar soluciones concretas a los problemas particulares.
También se acercarán más al paciente para ofrecer apoyo moral y espiritual, lo que
resolverá la situación de aislamiento en la que este se encuentra inmerso.

4. Derivar cuando sea necesario. A veces es necesario remitir a nuestro


paciente a un psiquiatra o personal especializado, o a una agencia de salud mental.
Demorarse en hacerlo puede ser fatal para el paciente. Si los familiares no están
disponibles para hacerlo, el consejero tiene que tomar la iniciativa y, si necesario,
acompañar al paciente a la consulta. Luego de superada la crisis le tocará al
consejero trabajar con el paciente en la resolución de los problemas que lo llevaron
a la instancia crítica.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 26


Consejería en Situaciones de
Crisis

Violencia y Abuso
Violencia y abuso, especialmente en el hogar, parecen estar incrementándose. Los
medios de comunicación y organizaciones del gobierno y otras no gubernamentales
(ONG) están llamando la atención sobre el maltrato de niños, violaciones, violencia
intrafamiliar, abandono o abuso de niños y maltrato de ancianos. No solamente
estos problemas están ganando atención, sino que parece que se están
empeorando.
El abuso es difícil de definir. El abuso infantil involucra el daño físico o mental,
abuso sexual o explotación, tratamiento negligente o maltrato de niños menores de
18 años, causado por una persona que es responsable por el bienestar del menor. El
abuso doméstico, en la gran mayoría de los casos, presenta a la esposa como
víctima, e incluye asalto físico deliberado, amenazas de violencia, abuso emocional
(ridiculización, comportamiento ofensivo o abandono) y participación forzada en
actos sexuales degradantes. El abuso al anciano comprende el maltrato a las
personas de la tercera edad con conductas tales como manejo rudo, golpes,
negligencia, abuso verbal y condenatorio, negación de alimentos o medicación,
explotación financiera, maltrato sexual o despreocupación de las necesidades de
confort o contacto humano.

El abuso sexual se presenta en los casos anteriores, e involucra exhibicionismo,


coito forzado u otra conducta sexual que la víctima resiste, el manoseo de los
órganos genitales de un menor u otra persona que es incapaz de resistirse. Incluye
también el uso de niños en la producción de pornografía. Aquí se puede agregar
también violación, violencia criminal, asalto físico de un estudiante por su maestro,
la explotación sexual de un paciente por el profesional de la salud o consejero, la
agresión sexual de menores por pandillas, la explotación física o psicológica de un
empleado por el empleador, o cualquier conducta en que un ser humano cause dolor
físico o emocional deliberadamente a otro ser humano que es indefenso o incapaz
de oponerse.

Es difícil obtener datos ciertos en los países latinoamericanos. Un estudio mostró que
en los Estados Unidos, durante el período de un año 1.7 millones de personas se
enfrentaron a un cónyuge que amenazaba con un cuchillo o pistola. De acuerdo con
el FBI, entre 50 y 200 mil violaciones ocurren cada año. Se estima que la violencia
intrafamiliar ocurre en 3 a 6 millones de familias, de 12 a 15 millones de mujeres
son víctimas de incesto, entre 2 y 4 mil niños mueren anualmente a causa del abuso
infantil o abandono, unos 1.5 millones de niños son víctimas de negligencia en su

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 27


Consejería en Situaciones de
Crisis

cuidado y entre 100 y 200 mil niños son abusados. 4% de los ancianos (alrededor
de 1 millón) son víctimas de abuso, y sólo 1 de cada 6 se reporta a las autoridades.

Causas del Abuso


¿Por qué un ser humano infligiría abuso físico o psicológico a otro? La respuesta más
fácil es: “Por causa del pecado del hombre”. Pero esto no explica por qué algunas
personas actúan abusivamente mientras que otras no. El abuso es difícil de explicar
o de encontrar una causa común. Pero sí es importante esclarecer una falacia que la
víctima y su familia a veces creen. No está bien asumir que la víctima de abuso
invita a ser abusada dando sutiles señales que indican que le gustaría ser
maltratada. Es cruel concluir, por ejemplo, que la víctima de violación quería ser
violada y que podía, si así lo deseara, haber evitado el abuso. La violación es un
ataque violento a la mujer donde el sexo es usado como arma. Es violencia, no sexo.
La víctima de abuso sexual, como cualquier víctima de violencia, no invitó el abuso
ni disfrutó secretamente de la experiencia.

Factores que influyen en el abuso


1. Estrés ambiental
Cuando la gente está verdaderamente frustrada tiende a reaccionar canalizando esa
frustración verbal o físicamente en forma de abuso a otros. El jugador de tenis que
arroja violentamente su raqueta al suelo es un ejemplo. Es fácil para un padre
frustrarse cuando el niño llora desconsoladamente, o para una persona que tiene
que atender a su familiar anciano que se vuelve más y más dependiente e incapaz
de cuidarse por sí mismo. A veces un evento trivial, como un niño que llora
interrumpiendo la relación sexual de sus padres, puede desencadenar abuso. El
estrés en la vida del abusador, por supuesto, no excusa la conducta abusiva, pero
puede darnos una idea de por qué algunas personas son abusivas. La violencia
inducida por el estrés ocurre en tres etapas:

a. La tensión se acumula, y los mecanismos de adaptación se vuelven cada vez más


inefectivos.

b. La violencia hace erupción, siendo generalmente irracional, con la necesidad de


controlar físicamente al abusador.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 28


Consejería en Situaciones de
Crisis

c. El remordimiento sigue al abuso. La persona se disculpa profusamente, expresa


remordimiento, promete que nunca volverá a suceder, y a veces inunda de regalos y
afecto a la víctima. Esto da a la persona abusada la esperanza de que la violencia no
se volverá a repetir, y permanece en la relación. Pero cuando el estrés aparece otra
vez, el ciclo de violencia se reinicia.

2. Abuso aprendido
Los niños que son abusados u observan actitudes violentas en sus padres se vuelven
a menudo abusadores en la edad adulta. Un estudio sobre el abuso de ancianos
demuestra que 1 en 400 niños que son educados sin violencia atacan a sus padres
en la edad adulta, comparado con 1 de cada 2 que han sido abusados por sus
padres. Cuando los niños crecen en familias donde las peleas y agresiones físicas
son comunes, aprenden a comunicarse violentamente. La conducta abusiva y
delincuencial puede ser aprendida y pasada de una generación a otra.

3. Inseguridad personal
Hay estudios que prueban que los abusadores a menudo son personas que se
sienten inseguras y amenazadas, con bajo concepto de sí mismos. A veces el
abusador de su esposa se siente celoso, posesivo e intimidado por su esposa, y trata
de ocultar su elevar su autoestima siendo “macho”. Hay estudios hechos sobre
violadores que muestran que a menudo son hombres violentos que canalizan su ira
y sentimientos de inadecuación sexual atacando mujeres y usando el sexo como un
arma. El incesto, en contraste, es menos violento, pero se ve frecuentemente en
hombres que buscan cariño y comprensión en sus hijas. A menudo obtienen
gratificación sexual con otras parejas, pero se sienten incapaces de lograr el grado
de intimidad emocional que alcanzan en la relación incestuosa. Otros hombres
simplemente se aprovechan de sus hijos que son demasiado indefensos para
protestar o defenderse.

Los efectos del abuso


El abuso afecta profundamente a sus víctimas, y sus marcas perduran por toda la
vida. En una encuesta a nivel nacional conducida por el periódico Los Ángeles Times,
de una muestra de 2,627 adultos encuestados, el 98 % de los que habían sufrido

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 29


Consejería en Situaciones de
Crisis

abuso sexual cuando niños sentían que el daño era permanente. El 83% decía que
el daño causado era sobre todo emocional.

El abuso afecta a las personas de distintas maneras, dependiendo de la edad,


personalidad, sexo o experiencias pasadas de la víctima. Cuando se las compara a
otros, las víctimas de incesto están más inclinadas a mostrar inhabilidad para confiar
en otros, baja autoestima, conflictos de identidad sexual, sentimientos de culpa o
vergüenza y aislamiento de otros. Algunos autores refieren un Síndrome Post-abuso
Sexual, caracterizado por ansiedad, trastornos del sueño, ira, disfunción sexual,
adicción a substancias y tendencias autodestructivas. Un estudio de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Carolina del Sur encontró que los adultos que fueron
víctimas en su infancia de abuso sexual tendían a tener sobrepeso, depresión y
ansiedad crónica. Muchos presentaban pesadillas, casi todos tenían problemas
sexuales y la mayoría tenía problemas para establecer relaciones estables con otros.
La mujer abusada, como es de esperarse, se siente temerosa, enojada, deprimida,
con autoestima disminuida e indefensa. Las víctimas de violación tienden a sufrir de
ansiedad, depresión, dificultades sexuales, tensiones familiares, falta de adaptación
social y laboral, aislamiento de los demás, autocondenación, apatía e inercia. Los
ancianos víctimas de abuso o negligencia se sienten confundidos e indefensos, pero
la mayoría no lo reporta, incluso cuando pueden hacerlo. A veces la razón es el
miedo a ser abandonados, colocados en alguna institución, aislados socialmente o
castigados.

Los efectos generales del abuso pueden ser agrupados en tres amplias categorías:

a. Sentimientos
La víctima de abuso se siente enojada, temerosa, avergonzada, culpable, confundida
e indigna. Muchas víctimas reportan sentirse sucias, violadas, vulnerables e
incapaces de confiar en otros. La depresión y la autolástima son frecuentes.

b. Pensamiento
Personas abusadas tienen conceptos de sí mismas muy disminuidos, y se consideran
incompetentes, inadecuados, inatractivos, dependientes y no deseados por otros. A
menudo las víctimas tienen su moral muy baja y presentan dificultad para
concentrarse. Se culpan a sí mismas del abuso recibido y creen que habrán hecho
algo para merecerlo.

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 30


Consejería en Situaciones de
Crisis

c. Acciones
El abuso a veces lleva a la víctima a desarrollar actitudes antisociales, problemas de
aprendizaje, tensiones interpersonales, ineficiencia en el trabajo y la tendencia a
volverse ella misma abusiva y violenta. A menudo las víctimas se recluyen del
mundo exterior, o comienzan a beber alcohol o aislarse a un mundo de fantasías
mentales.

Consejería en casos de abuso


Es difícil tratar a la víctima de abuso, como así también al abusador. Cada caso es
distinto, y cada víctima es particular. Pero a pesar de esto, podemos considerar la
recuperación del abuso como un proceso de cuatro etapas:

a. Impacto
Dura de pocas horas a varios días, y es caracterizada por un estado de choque,
incredulidad, ansiedad y temor. La víctima está confundida y no sabe si reportar o
no el abuso, y hay miedo que el abuso se repita. A veces se agrava porque se siente
sobresaturada con personal médico o policial que hace preguntas. En esta etapa el
consejero puede ser de gran ayuda dando apoyo, ayudando a tomar decisiones o
encontrando ayuda médica adecuada y un lugar seguro donde estar.

b. Negación
Para poder adaptarse al estrés, la víctima trata de empujar a un lado el trauma del
abuso y retornar a un nivel de funcionamiento precrisis. La víctima necesita sentirse
segura, organizada y en control. Para los demás, y aun para la víctima, parece que
todo ha vuelto a la normalidad, pero el dolor persiste todavía y necesita ser tratado
para que ocurra sanidad completa. La etapa de negación puede persistir unos pocos
días o establecerse por varios años.

c. Procesamiento
Comienza cuando la experiencia traumática no puede ser suprimida por más tiempo.
A veces una crisis o un evento emocional desencadenan la cascada de viejos
sentimientos, y la víctima no puede detener la inundación de emociones, ansiedad,

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 31


Consejería en Situaciones de
Crisis

depresión, pesadillas, “flashbacks”, y un pensamiento constante acerca del asalto.


En este período la persona necesita hablar, expresar sus sentimientos, luchar contra
la ira y la culpa, y sentir el apoyo del consejero. Muchos encuentran ayuda y
consuelo al integrarse a grupos de víctimas de abuso, o a iglesias que ministran a
este tipo de crisis, dando apoyo emocional, comprensión e información.

d. Integración
Esta etapa se inicia cuando la víctima no se siente más controlada o dominada por
los efectos del o los ataques o abusos. Esta experiencia es vista como un evento
significativo y doloroso, pero perteneciente al pasado. La persona ha crecido en
madurez psicológica y espiritual y puede seguir adelante con su vida.

Ayudando a víctimas de abuso infantil


Aquella persona que intente ayudar a niños abusados sexualmente se enfrenta a un
camino cuesta arriba, y debe estar preparado para luchar contra la incredulidad,
hostilidad, y agresiones veladas o abiertas. Peor todavía, el defensor de los niños
abusados corre el riesgo de ser vivificado por la sociedad o de enfrentarse a la
indiferencia o la conspiración del silencio. La presión de la familia o comunidad para
minimizar u ocultar la situación puede ser extrema.

Los niños raramente reportan el abuso sexual o físico, sea porque no saben a quien
recurrir, o porque han sido amenazados con sufrir más daño si lo hacen. Podemos
sospechar abuso o negligencia si observamos que el niño:

• Es sospechosamente temeroso, especialmente de los padres


• Tiene un aspecto descuidado o está vestido inapropiadamente para el clima
• Aparece mal nutrido o mal alimentado
• Tiene lesiones o enfermedades que han sido tratadas inadecuadamente
• Es retraído, deprimido, hiperactivo o agresivo
• Aparece desinteresado, incapaz de concentrarse, inclinado a aferrarse a
adultos que no son sus padres o con dificultad para relacionarse con otros
niños

Pasión por Dios, compasión por las almas Página 32


Consejería en Situaciones de
Crisis

• Tiene padres que son rígidos, demandantes y propensos a castigar


físicamente con dureza
• Tiene padres que están experimentando crisis múltiples, como discordia
matrimonial, divorcio, deudas, mudanzas, pérdida del trabajo u otras
presiones.

Para el observador casual, quizás no haya evidencia de abuso. Hay pocas marcas y
el niño luce por demás saludable. Pero a veces la única indicación será un
comportamiento inapropiado como agresión, patrones de sueño alterado o
conductas sexuales extrañas o precoces. Es verdad que los niños tienen una
imaginación muy vívida y a veces crean historias, pero los niños pequeños son
incapaces de fantasear acerca de algo que no han experimentado antes. Muchos
niños han sido amenazados para que guarden el secreto del evento. Incluso se
retractan de lo que hayan manifestado en privado cuando el secreto sale a luz.

Los niños mayores o adolescentes se dan cuenta que es difícil creer que un adulto
aparentemente normal, especialmente un padre, sea capaz de molestar
repetidamente a su hijo o hija. Las víctimas se enfrentan a una audiencia incrédula
cuando se quejan de incesto, y corren el riesgo de ser no creídos, humillados,
criticados e incluso castigados. El abuso de niños, y especialmente el incesto,
involucra a toda la familia. La víctima es la que más sufre, pero toda la familia
necesita ser tratada.

Ayudando a adultos víctimas de incesto y abuso


No es sorpresa que las víctimas de abuso en la infancia acarrean consigo a la edad
adulta el dolor y no lo comparten con nadie. Es posible que entre 20 y 30% de las
mujeres jóvenes hayan sido victimizadas sexualmente en algún momento de sus
vidas. Si el consejero sospecha un antecedente de abuso en su paciente, debe
gentilmente abrir el tema, mencionando que el problema es común, que la víctima
no mereció el abuso y que puede superar la vergüenza y el dolor del trauma. A
veces el cuidado amable, compasivo y desprovisto de condenación es lo que la
víctima necesita para quebrar el pacto de secreto que estableció consigo misma y

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Consejería en Situaciones de
Crisis

tratar finalmente con la ira, la baja autoestima, la inseguridad y los miedos que le
han estado persiguiendo por tanto tiempo.

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Consejería en Situaciones de
Crisis

Ayudando a las víctimas de violación sexual


Las víctimas de violación sexual han sido clasificadas en tres grupos, dependiendo
en la respuesta que presenten al ataque.

1. Síndrome Post - violación


Es sufrido por la mayoría de las víctimas. Comienza con un estrés agudo inmediato
al ataque. Puede haber temor, ira, ansiedad, estado de choque, autocondenación,
incredulidad que se expresa en llanto, gemidos, tensión nerviosa o inquietud, a
menudo oculta tras una imagen de calma. En este punto la persona se siente
inundada por sentimientos de angustia y terror, preocupación por su seguridad y
culpabilidad por no haberse opuesto al ataque más. Algunas mujeres se preguntan si
es verdad el mito de que ciertas mujeres atraen a los violadores.

Es en este punto en que la víctima será sensible a un consejero que la escuche, la


acepte y crea en ella, especialmente si se está enfrentando al descreimiento de su
familia, amigos, policía o personal médico. El consejero puede alentar a la expresión
de sentimientos, ayudar a la mujer a encontrar ayuda médica y legal competente,
darle apoyo cuando se encuentre con criticismo, y puede ayudar a ella y a sus
amigos a reconocer los mitos acerca de la violación, animando a la víctima a
enfrentar sus temores con respecto a su seguridad.

Dos o tres semanas después del ataque, muchas mujeres experimentan pesadillas,
temores irracionales e inquietud ansiosa. A menudo se toma la decisión de moverse
a otra ciudad, cambiar el número telefónico, permanecer todo el tiempo en la casa o
buscar la compañía permanente de un amigo. La víctima está en proceso de
reorganizar su vida luego de la horripilante experiencia de ser atacada sexualmente.
Algunas mujeres necesitan apoyo, libertad para expresar los sentimientos,
aceptación, la oportunidad de hablar con alguien que las consideren normales y guía
al tomar las decisiones. Algunas querrán discutir la pregunta: “¿Por qué yo?” y
necesitarán la afirmación del amor y cuidado continuo de Dios.

Es bueno que el consejero tome la iniciativa en estos aspectos en lugar de esperar a


que la víctima busque la consulta. También es necesaria la ayuda a la familia y

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Crisis

cónyuge que también son, de una u otra manera, víctimas del ataque y cuyas vidas
también están alteradas como resultado.

2. Reacción compuesta
Aquellas víctimas que han tenido dificultades físicas, psicológicas o sociales previas
al ataque a veces desarrollan una serie de síntomas más intensos, tales como
depresión, conducta psicóticas o intentos de suicidio, desórdenes psicosomáticos,
abuso de sustancias, alcoholismo o “acting out” sexual. Frecuentemente estas
pacientes necesitarán ser derivadas para un tratamiento más profundo que la
consejería.

3. Reacción silente
Estas mujeres, incluyendo las que han sido abusadas en la niñez o adolescencia, no
han contado a nadie del evento, nunca expresaron sus sentimientos, y han estado
llevando una pesada carga psicológica. Luego en la vida estas mujeres desarrollan
ansiedad, temor a los hombres, conductas sexuales de evitación, temores
irracionales a estar solas o salir de la casa, pesadillas y pérdida de la autoestima. Si
estas personas son nuevamente abusadas, a menudo ocupan tiempo en la
consejería hablando más de la primera violación que del último ataque.

Ayudando a las víctimas de violencia familiar


La mayoría de la violencia en el seno familiar involucra el maltrato físico o
psicológico de la esposa por parte de su marido. Es más raro la situación de abuso
del marido por parte de su esposo. Los hombres son físicamente más fuertes y
pueden herir seriamente a sus esposas, aunque cuando ellas atacan lo hacen con
otras armas que sus manos.
En ambos casos la víctima sufre en su autoestima y, en el caso de la mujer víctima,
puede haber el concepto distorsionado de que el rol del marido como cabeza del
hogar le da derecho a tiranizar a la familia. A veces la abusada cree que es ella la
razón de la violencia intrafamiliar. En muchos casos, el abusador es amable y
proveedor para su familia, excepto en los accesos súbitos de violencia e ira. En estos
casos también hay una reluctancia a reportar el abuso. Hay un temor realista de que
el cónyuge pueda explotar en más violencia si descubre que la agresión fue
reportada. Una mujer que depende para su subsistencia de un esposo abusivo tiene

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Consejería en Situaciones de
Crisis

una razón poderosa para ocultar el abuso. Algunas mujeres creen que la conducta
cristiana apropiada es someterse a su esposo abusivo. Los consejeros, por lo tanto,
tienen que estar alerta a los signos de abuso matrimonial que se puedan presentar:

• Historia de abortos espontáneos


• Visitas frecuentes a la sala de emergencia del hospital para tratamiento por
“caídas” u otras lesiones
• Señales de estrés tales como cefaleas, problemas gastrointestinales, quejas
de “no sentirse bien” o uso excesivo de tranquilizantes o alcohol
• Aislamiento de los amigos, iglesia o familia
• Conducta lábil, impredecible, depresiva o pesimista, a veces acompañada por
intentos de suicidio
• Ausencias frecuentes al lugar de trabajo
• Reportes de otros, incluyendo los vecinos o hijos, sobre conflictos en el hogar
• Referencias a abusos o violencia previa en el hogar

Si se sospecha abuso, el consejero no debe dudar en discutir el asunto. La


intervención es más exitosa si la familia ve a la violencia como una situación de
crisis. Hay que aprender lo que más se pueda sobre la vida familiar para poder
evaluar la posibilidad de futura violencia o peligro. Especialmente en la etapa inicial,
muchas víctimas necesitan apoyo y el efecto calmo de un consejero compasivo que
ayude en tomar decisiones prácticas. El consejero cristiano desea en última instancia
mantener unido el matrimonio, pero cuando hay riesgo de futura violencia es sabio
buscar la forma de retirar, aunque sea temporalmente, a la esposa o niños para
asegurarles seguridad. Como muchos consejeros no tienen experiencia en esta clase
de intervención social, que involucra a la policía, las organizaciones
gubernamentales y ONG’s, es de ayuda conocer qué tipo de asistencia está
disponible en la comunidad.
Una vez que el peligro inmediato ha sido superado, la consejería se basará en las
áreas de sentimiento de culpabilidad, baja autoestima, la posición bíblica en cuanto
a la relación esposo – esposa, la importancia de perdonar, la ira, depresión e
inseguridad con respecto al futuro. Luego el consejero puede involucrarse en ayudar
al matrimonio en los aspectos comunicativos, la resolución de conflictos, el ajuste

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Consejería en Situaciones de
Crisis

sexual, los roles en el matrimonio, confianza mutua y otros aspectos de la vida en


matrimonio.

Ayudando al abusador
Las víctimas de abuso suelen recibir ayuda de varias fuentes. El abusador, en
cambio, es condenado, ignorado y encarcelado sin ningún tipo de tratamiento. Los
abusadores necesitan consejería también. Entre el 35 y 80 % de los abusadores que
no son tratados repiten los ataques.

Cuando son confrontados, muchos abusadores niegan lo que han hecho, excusan
sus acciones o tratan de desviar la culpa hacia la víctima u otra persona. No es
sorpresa que la recurrencia en el abuso es disminuida significativamente cuando el
agresor es arrestado. La realidad de las multas, prisión y desgracia social hace que
la negación no sea posible y fuerce al abusador, especialmente al que recién se
inicia, a buscar ayuda. Aconsejar al abusador es un proceso a largo plazo que tiene
que ver con el tratamiento de la ira, baja autoestima, y pérdida de control del
abusador. Muchos no pueden comunicarse satisfactoriamente, no saben resolver
problemas, solucionar conflictos o manejar su estrés. Siendo que muchos
abusadores fueron a su vez víctimas de abuso, es importante tratar con las
inseguridades y actitudes que se han instaurado durante muchos años. Muchos
abusadores nunca han aprendido como expresar sus sentimientos de una manera no
violenta y aceptable socialmente. Algunos tienen conceptos rígidos con respecto al
papel del marido en la relación matrimonial. Otros conservan conceptos erróneos,
como el mito de que la mujer abusada disfruta del abuso, que la víctima “atrae” al
abuso o que la violencia es una manera “macho” de ejercitar la autoridad. Estas
actitudes tienen que ser desafiadas y cambiadas para que el abuso cese.

La terapia de grupo es de especial valor en el tratamiento del abusador. Al reunirse


con otros abusadores, la persona puede encontrar apoyo de gente que le entiende
por tener el mismo problema. Al interactuar en el grupo, aprenden a expresar
sentimientos, a desarrollar la comunicación, a manejar el estrés y aprender técnicas
de socialización. A las reuniones se invitan a víctimas de abuso para que expresen
qué se siente ser abusadas, así los agresores pueden ver las consecuencias de sus
actos.

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Consejería en Situaciones de
Crisis

Los abusadores tienen también que aprender a perdonar, especialmente perdonarse


a sí mismos. Tienen que ver que abusar a otros no es un pecado imperdonable. El
mismo Dios que perdona puede ayudar a que el abusador cambie a una vida que no
hiera a otros.

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