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DR. JOSÉ BARÓN FERNANDEZ

VESALIO
Y EL HUMANISMO r
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•UBLICACIONES MEDICAS BIOHORM. - SECCIÓN: MEDICINA E HISTORIA | N.° R.: B. 1023-63 | D. L : B. 27541-63 | EDITORIAL ROCAS. - DIRECTOR: DR. MANUEL
lARRERAS. COLABORAN: DR. AGUSTÍN ALBARRACIN - DR. DELFÍN ABELLA - PROF. P. LAIN ENTRALGO - PROF. J, LÓPEZ. IBOR - DR. A. MARTÍN DE PRADOS - DOC-
OR CHRISTIAN DÉ NOGALES - DR. ESTEBAN PADROS - DR. SILVERIO PALAFOX -PROF. J. ROF CARBALLO - PROF. RAMÓN SARRO - PROF. MANUEL USANDIZAGA -
>ROF. LUIS S. GRANJEL - PROF. JOSÉ M. 8 LÓPEZ PINERO - DR. JUAN RIERA - SECRETARIO DE REDACCIÓN: DR. FELIPE CID - DIRECCIÓN GRÁFICA: pLA-NARBONA
De esta edición se han separado cien ejemplares
numerados y firmados por el autor.

Ejemplar n.° tf ^M K^

C/O
!

DR. JOSÉ BARÓN FERNANDEZ

VESALIO
Y EL HUMANISMO
SUMARIO.

I. El Humanismo y los humanistas.


II. Formación humanística de Vesalio.
III. Venecia.
IV. Padua.
V. Pisa.
VI. Médico del Emperador.
VIL Bibliografía.
Andrés Vesalio, por J. S. Calcar.
1542,
^íNDRE^íB PESyfLII.

I. El Humanismo y los humanistas.

Con ser muy extensa la bibliografía acerca de Ves^Ho, es muy limitada la contribución relativa a esta faceta
, de su personalidad. Y no porque los investigadores igioren esta condición del ilustre anatomista bruselense.
Las alusiones, limitadas a una frase, o como máximo, a un par de líneas, son frecuentes, pero muy escasos
los trabajos que, con carácter exclusivo, analicen la personalidad de Vesalio como humanista. Sin embargo,
esta manquedad y la condición fragmentaria de lo conocido, son suficiente estímulo para llevar a cabo y justificar
este trabajo. El estudio de la circunstancia vesaliana —siquiera brevemente— será necesaria para intuir lo que
él quiso hacer y decir, lo cual, asimismo, exige que tracemos un bosquejo del mundo histórico-social de la época,
su presente y su pasado inmediato.
• El Humanismo fue un movimiento, que provocó la rupiura con las ideas dominantes en la Edad Media y su
sustitución por una nueva concepción del arte, de la ciencia y del modo de vivir del hombre, en un intento
de que éste alcanzase la misma dimensión humana que había poseído en la Antigüedad clásica. Con ello se
establecieron los cimientos de la civilización moderna. Para su realización se precisaba una pauta que sería
dada por Grecia y Roma. De esta forma surgiría una nueva época —el Renacimiento— que penetrada del espí-
ritu de la Antigüedad, conduciría •a un florecimiento de las ciencias y las artes, sacudiéndolas del letargo en
que se habían sumido durante la negra noche gótica.
IvQ6 hombres que a partir del siglo xiv se consagraron al estudio de las obras de autores correspondientes
a la. Antigüedad griega y romana —para lo cual era indispensable el conocimiento del griego y del latín—
y que, además, estaban identificados con los principios del Humanismo, recibieron el nombre de humanis-
tas. Esta imagen del humanista pretende englobar —por algunas condiciones comunes a todos— a los erudi-
tos embarcados en el empeño de imitar cuanto la Antigüedad fascinante de Grecia y Roma poseían, con el desig-
nio de lograr un tipo ideal de humanidad, en sus aspectos artístico, social, literario y de la cultura. Pero sería
erróneo pensar que analizados los conceptos de los humanistas, podrían' ofrecer estos eruditos idéntica fisono-
mía en sus particularidades. Un movimiento que se desarrolló a través de dos siglos cumplidos había de
mostrar variadas vertientes y múltiples matices, como un efecto de la pluralidad de Estados, con sus pecu-
liaries características culturales, políticas, religiosas e incluso raciales. Hasta tal punto nos parece esto
cierto que creemos el que, Vesalio, desde el punto de vista humanístico^ no posee un homotipo. Ahora bien, como
no entra dentro de los planes de este trabajo el estudio de las modalidades que adquirió el Humanismo a tra-
vés de su desarrollo, nos limitaremos a señalar, a lo largo de este artículo, las características humanísticas
de Vesalio, deducidas de su vida y de su obra.
Se acepta corrientemente que el Humanismo surgió con Petrarca (1304-1374). El gran poeta evocó la Anti-
güedad clásica y cantó sus glorias, al propio tiempo que hizo la predicción de un mundo ideal, de una Humanidad-
mejor, inspirada en el canon o'frecido por la cultura helénica y romana. Petrarca, limitado por sus conoci-
mientos a la cultura latina, sólo conoció la helénica a través del filtro de los árabes, con todas las deficiencias
que ello .implica. Y precisamente una de las tareas y de las características del humanista consistió en la ad-
quisición de manuscritos latinos y griegos, originales, a fin de lograr copias de los mismos y llevar a cabo ver-
siones latinas, purgadas de los errores que los sucesivos malos traductores habían acumulado.' En este pro-
ceso, asimismo, Dante, precursor de Petrarca, actuó como un fermento al valorar el papel de la Antigüedad en
•el desarrollo de la vida cultural.
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II. Formación humanística de Vesalio.

Durante cinco generaciones, los antepasados de Vesalio, como médicos de familia, prestaron sus servicios
a la Casa de Hapsburgo ; una cooperación sin antecedente ni consecuente en la historia del servicio médico a las
Casas reinantes de Europa. El abuelo Everardo fue la imagen que sirvió de ejemplo a Vesalio. En 1461 ya
era Doctor en Medicina, en un momento en que el flamante título sólo era privativo de contados profesiona-
les. Fue en 1450 cuando.se creó el título de Doctor como una réplicaj inspirada por el naciente Humanismo,
contra las tinieblas de la Edad Media. Destaquemos a los efectos de este trabajo que, Everardo Van Vesele,
abuelo de Vesalio, escribió un comentario sobre los libros del famoso médico árabe Rhazes, así como un estudio
sobre los cuatro primeros aforismos de Hipócrates, labor esta última dentro del camino que se habían trazado
los humanistas en relación con los textos griegos. Dejaremos para el momento oportuno el comentario acerca
de la repercusión que esto tuvo en la orientación humanística de Vesalio. Por otra parte, la madre de Vesalio,
amorosamente conservó un tratado que, sobre un libro de Avicena, había hecho Pedro Van Vesele, tatarabuelo
de nuestro anatomista, quien además también llevó a cabo transcripciones de obras antiguas. Ello tiene impor-
tancia, pues creemos que en este clima intelectual se fue gestando la formación del joven bruselense.
La enseñanza elemental fue cursada por Vesalio en Bruselas, en las escuelas regidas por los «Hermanos de
la vida común». A los 16 años —en 1530— su padre le envía a Lovaina, ingresando en el «College du Chá-
teau», una institución que, por sus conceptos, ceñidos al uso tradicional, representaba una tendencia poco afín
al Renacimiento y al aire renovador que se irradiaba por Italia. En concordancia con el espíritu del colegio, Vesalio
aprendió rudimentos de latín, pero nada de griego 1 ..Su escolaridad en este centro quedó limitada a un curso
y la huella que marcó sobre el estilo y la personalidad de nuestro anatomista fue nula, no sólo por lo efímero
de su asistencia sino por la discrepancia con sus conceptos.
El año de 1531 reviste, para Vesalio, una gran trascendencia no sólo para su formación intelectual sino que
también para marcar su estilo en cuanto al tema que nos ocupa. Repudia el «College du Cháteau» e ingresa
en el aCollegium trilingües, también en Lovaina. Esta institución nació bajo la inspiración de Erasmo y fue
fundada por Busleiden, amigo del gran pensador de Rotterdam. Al estar imbuida de la inspiración erasmiana se
" subordina al signo de las nuevas tendencias representadas por el Humanismo. La denominación del colegio,
al definir sus propósitos es, por sí sola, una declaración de fe humanística.
La institución tenía como finalidad la formación del trilinguis homo; es decir, de un escolar que llegase a do-
minar el griego, el latín y el hebreo. De esta forma, este colegio pretendía que sus alumnos, terminados sus
estudios, pudieran afrontar con éxito la noble tarea asignada a los humanistas, de ilegar al conocimiento de
los antiguos, directamente o a través de las traducciones latinas del griego. Durante tres años (1531, 1532
y parte del 1533) sigue Vesalio sus estudios, en este centro, que le permitirían adquirir conocimientos fun-
damentales sobre latín y griego, pero rudimentarios acerca del hebreo. Esta última limitación no permitió el que
se convirtiera, plenariamente, en un .trilinguis homo. El Collegium trilingüe significó su primer encuentro con
el movimiento humanista. El poder de seducción que en su ánimo determinó fue extraordinario, a juzgar por
la fidelidad que mostró hacia él. Con su sello marcó el estilo vesaliano de por. vida, modelando.su actitud
con la plasticidad que ofrecen los años juveniles. Además, para un joven ambicioso como Vesalio que aspiraba,
por lo menos, a emular las glorias de sus antepasados médicos, el hechizo del Humanismo tenía que cauti-
varle. Sabía, también, que. quien se preciase de ser un médico de prestigio, tenía que adornarse con las galas
que peraltaban al médico humanista sobre el común de los físicos : las facetas lingüística, filológica, termino-
lógica y —como algo privativamente suyo— el empleo de la observación y la experimentación que permite ele-
var el simple conocimiento a conocimiento cierto, base del rango científico.
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La siguiente etapa en la formación de Vesalio es París. Nicolás Florenas, médico del Emperador y amigo del
padre de nuestro humanista, es el autor del consejo. La sugerencia fue beneficiosa en su conjunto, aun-
que no en el detalle. Es indudable que las razones que movieron a Florenas el proponer la Escuela de París, fueron
las calidades que adornaban a los maestros parisienses, singularmente las figuras de Jacobo Dubois —más
conocido por Sylvio de Amiens— y Juan Guenther de Andernach, ambos humanistas. Sylvio poseía grandes co-
nocimientos lingüísticos, pues, además del francés, conocía el griego, el latín y el hebreo, con lo cual ocupaba
un lugar destacado, en un momento en que estaban en auge las versiones latinas de los textos médicos griegos,
debido a que la exégesis humanística de la Medicina siguió un ritmo diferido en comparación con el de la poesía
o la historiografía. El magisterio de Sylvio fue muy valioso ya que, gracias a sus conocimientos filológicos y
lingüísticos, se convirtió en un creador de la nueva nomenclatura anatómica. Todavía hoy se perpetúan nume-
rosos nombres dados por él, tales como mesentérica, iliaca, intercostal, etc. La brillantez de su pluma y el
método que siguió en las descripciones, completaban su valía. E indudablemente en la valoración de estos me-
recimientos fundamentó Florenas su consejo de que el joven Vesalio se trasladase a París. La otra vertiente de
Sylvio está representada por el carácter libresco de sus enseñanzas, muchas veces sin la menor analogía con
la información que la observación directa del cadáver pudiera ofrecer. Y su sectarismo e intransigencia en ad-
mitir las innovaciones, si éstas estaban en discrepancia con Galeno. Sylvio ha pasado a la Historia de la Medi-
cina como el pontífice del galenismo o para usar la gráfica frase de Streeter 2 : «temible vicario de Galeno en
la Tierra». Andando el tiempo y 'pese a las concomitancias humanísticas de maestro y discípulo, Sylvio se
convertiría en el irreconciliable enemigo de Vesalio. Ello constituye una muestra de los matices que distinguían
a unos humanistas de otros. En este caso la discrepancia se fundamentaba en que mientras Sylvio adoptaba una
postura dogmática en cuanto a Galeno, pretendiendo justificar sus errores y explicarlos como una degeneración
de la especie humana, Vesalio, aunque galenista, era un espíritu abierto a la observación y a la experimen-
tación, dispuesto a rectificar a Galeno cuando sus ojos y el cuchillo disector le enmendasen. Las ilustraciones
también constituyeron un motivo de divergencia con Sylvio, pese a que fue una conquista del Renacimiento. Pero
de ello trataremos al hablar de la Fabrica.
Guenther de Andernach, maestro de Vesalio en París, estaba más vinculado que Sylvio a la tarea de los
humanistas. Poseía un gran conocimiento de las lenguas clásicas y una profunda preparación filológica que le
encauzó, por afición y aptitud, más al camino de la lexicología que al de la Anatomía. Su personalidad, en
contraste con la de Sylvio, era poco inclinada a la disputa, lo cual se tradujo en que las relaciones de maestro
y discípulo careciesen del encono polémico. Pese a sus divergencias en cuestiones fundamentales —Guenther •
era protestante de nuevo cuño y galenista dogmático— su inclinación mutua fue siempre cordial. El maestro in-
tentó atraerse al discípulo, lo cual pone de manifiesto su intuición para valorar la calidad de sus alumnos.
Vesalio no sólo poseía una gran preparación lingüística sino una portentosa aptitud para la disección, cuali-
dad, esta última, ausente en Guenther. De esta forma y mediante una aportación mutua, maduraron una
tarea todavía eli agraz : la acción solidaria del examen de los textos antiguos con el cotejo de lo que los ojos y
el cuchillo disector podían ofrecer.
Guenther había contribuido, muy ampliamente, á la versión de gran número de obras de Oribaso, Aegineta y
Galeno. Dos años antes de llegar Vesalio a París ya había traducido la obra de Galeno, De Anatomicis admi-
nistrationibus, la cual, como señala O'Malley 3, debió de ser de gran utilidad para Vesalio. Este recibió de
-Guenther la iniciación y el adiestramiento en la tarea humanística de purificar, mediante traducciones di-
rectas, los textos clásicos. En este aspecto, tan trascendental en la época, hay que interpretar su magisterio.
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• i •

Guenther, además, fue el primero en hacer una cita pública del joven bruselense, precisamente en la primera
edición de las Institutiones. En ella puso de manifiesto no sólo que fue su discípulo quien descubrió los vasos
seminíferos, sino que independientemente de su extraordinaria aptitud para lia disección, poseía también grandes
conocimientos filológicos. La cita significó el espaldarazo de Vesalio en las tareas humanísticas, abriéndole las
puertas, gracias al resguardo de Guenther, para más adelante, en los años paduanos, colaborar en l^as versiones
de las obras de Galeno.
En Lovaina, .en febrero de 1537, fecha Vesalio la primera edición de su tesis doctoral, cuyo grado alcan-
zaría más tarde, no en su patria sino en Padua, La titula: «Paraphrasis in nonum librum Rhazae». Es
decir, el desarrollo, la interpretación o explicación del libro noveno de la obra de este conocido médico árabe.
No elige, como hoy un .candidato al doctorado probablemente preferiría, la flamante descripción de los vasos
seminíferos recién descubiertos por él, sino que opta, con una postura muy humanista, por la versión de un
texto clásico. El mismo explica las razones de sti proceder en la carta dedicatoria dirigida a Nicolás Florenas,
médico del César y ya conocido nuestro. Glosándola, en forma resumida, diremos que nuestro anatomista juzga
conveniente el comparar los trabajos de los árabes con los de los griegos, a quienes «Ud. —Florenas— por razón de
su excelente juicio siempre suele preferir». Afirma que ha cotejado cuidadosamente los escritos de Rhazes, pa-
ralelamente con los de los griegos a manera de la piedra de los lidíanos (es decir la piedra de toque). Seguida-
mente una afirmación de fe humanística del más puro estilo : «... he comenzado a revisar la traducción de Rha-
zes, tanto con objeto de liberar a otros candidatos de Medicina de este trabajo, como para el propio autor encontrar
en el futuro los nombres de los medicamentos limpios de todo barbarismo, hasta ahora en un latín no recono-
cible para los oídos latinos, cambiando su forma de expresión, de manera que aquello que fue basto y excesi-
vamente oscuro, sea, pulido hasta el máximo...» Finaliza la.carta dedicatoria con la observación de que ha
preferido usar de la paráfrasis que recurrir & la traducción, palabra por palabra. De esta forma Vesalio no
sólo nos explica el título dé su tesis doctoral sitio que con su aportación surge en el horizonte humanístico,
tío secundando a sus maestros sino como una figura autónoma.
Vesalio insinúa,, en el prólogo de su aParaphrasis», que sabe árabe. Synger 4 ha demostrado que la tesis doc-
toral de nuestro anatomista, contiene la suggestio falsi de que conociese dicha-lengua.
Ya dijimos que, en 1536, Guenther publicó en Basilea la primera edición de su versión de.la obra de Galeno,
Institutiones anatomicae. Vesalio, pese a este antecedente y no obstante corresponder la primera versión a su
antiguo maestro, publica en Venecia, en 1538, una nueva edición corregida y aumentada de la clásica otara de Ga-
leno. De esta forma el joven anatomista no sólo ha irrumpido en el campo de los médicos humanistas con sus
aportaciones anteriores, sino que, en este caso, su determinación le lleva al atrevimiento de medir sus fuerzas
—apenas cumplidos sus 23 años— con un filólogo de la talla de Guenther. Él mismo justifica, en el prólogo, su
osadía.
III. Venecia.
Venecia siempre ejerció un poder de seducción. La ciudad siempre ha estado envuelta por el nimbo del misterio,
-debido a lo singular de su asiento y la razón de su fundación, en la que la lucha contra los bar (Daros —andando
el tiempo una tarea humanística— fue el pretexto para echar sus cimientos. La Señoría, no siguió, sin em-
bargo, el mismo ritmo de incorporación a la cultura que caracterizó a otros Estados italianos. Toscana sobre
todo —Florencia y Pisa por ende— ocupaba un lugar de primacía. En una concurrencia singular, el artístico
Tabula V. Esqueleto humano, """"* v
vista lateral. Dlbu|o de J. S. Calcar. ÍLATERALIS SKEAETOY F I G V R * DESIG.

genio creador del pueblo florentino y el mecenazgo de los Médicis crean un Estado moderno sin precedente, en
el que los principios que informan al Humanismo merecieron la máxima veneración. Venecia, más ocupada en
desarrollar su poderío económico, comercial y marítimo, tardó en incorporarse a las corrientes que volvían la
vista hacia la Antigüedad clásica. No fue sino hasta 1459 cuando Jorge de Trebisonda —un erudito griego
fugitivo de los turcos—• presentó al dux la traducción del libro de Platón, sobre las Leyes5.
Poco a poco, la rivalidad de los distintos Estados italianos por superarse en aquella atmósfera de protección
a las ciencias y a las artes, elevó el nivel veneciano y acortó la distancia que le separaba de Florencia. Con
la poderosa palanca de su pujanza económica, la Señoría se convierte lenta, pero sólidamente, no sólo en el
eje político, comercial y económico, sino en el cultural y artístico. Cuando Vesalio llegó a Venecia, en 1537,
la incorporación de la República a las modernas corrientes del Renacimiento estaba en su apogeo. La devoción
por los libros había tenido su expresión pública hacía muchos años, cuando Petrarca, el más distinguido de
los helenistas italianos, legó su biblioteca a la ciudad de Venecia, agradecido a su hospitalidad, lo que consti-
tuyó la base de la que más adelante sería la biblioteca de San Marcos, que se incrementó con el donativo que
hizo de sus libros el cardenal Bessarión, en 1468. En la carta de cesión, este cardenal griego —exiliado en
Venecia— justifica su "legado en las virtudes que adornan al país veneciano, entre las que destaca la sabiduría,
estar regido por la equidad, gobernado con integridad, etc. Finaliza afirmando que: «... no puede elegir un
lugar más conveniente a sus compatriotas, pues a Venecia acuden la mayor parte de las naciones del mundo
y concurren muchos griegos, porque Venecia es otra Bizancio» 6.
Numerosas familias patricias venecianas siguieron el ejemplo de Bessarión. Un año antes de llegar Vesalio
a Venecia, el famoso arquitecto Sansovino, había comenzado el edificio destinado a la biblioteca.
No es extraño el que, Vesalio, tan vinculado al movimiento del Humanismo, eligiese Venecia —que ofrecía
una afinidad tan grande con su pensamiento— para desarrollar sus proyectos y completar su formación. El propio
Vesalio dice más adelante en el prólogo de la Fabrica (1543) : «... fui encargado durante cinco años de la ense-
ñanza de la medicina quirúrgica por el ilustrísimo Senado de Venecia, el cual es, en alto grado, el más generoso
y liberal en la dotación de las ramas superiores de la ciencia».
Vesalio se trasladó de Bruselas a Venecia, pasando por Basilea. No fue directamente a Padua pese a que esta
ciudad, con su universidad, era el foco de donde irradiaba la ciencia veneciana, tanto por la calidad de sus
médicos como por la de sus juristas. La sede del gobierno de la Señoría era el mejor observatorio para
calibrar la's distintas oportunidades y adoptar una resolución. Se relacionó en Venecia no sólo con familias
patricias, entre las que destacaban los Contarini, cuyo prestigio fue tal que ya en el siglo xiv fue nombrado
un dux de esta estirpe y en el siglo xvu dos, sino con los medios artísticos venecianos,' que vivían el momen-
to de su esplendor con Tiziano en el apogeo de su gloria. Como veremos más adelante, estos vínculos reper-
cutieron poderosamente sobre las ilustraciones de la Fabrica, lo que constituyó una manifestación gráfica de
la tarea de los humanistas.

IV. Padua.

Vesalio se trasladó a Padua, posiblemente informado, por sus amigos venecianos, de la existencia de una vacante
de profesor en su universidad. El prestigio de esta Escuela, fundada en 1222 por Federico II, debió de ejercer
un gran poder de seducción sobre nuestro joven anatomista. Le ofrecía, además, la coyuntura de disponer
—desde 1525— de un anfiteatro anatómico construido por Benedetti 7.
En aquella conmoción que significó el Renacimiento, los humanistas eran solicitados y disputados por las dis-
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tintas ciudades. Y en su afán de superación en la carrera de la cultura y del arte, los profesores eran retenidos
gracias a pingües sueldos y formales compromisos. Bolonia dedicaba, ya en el siglo xiv, la mitad del presu-
puesto al mantenimiento de su Estudio.
Durante los días 1,3 y 5 de diciembre de 1537, se celebraron, en Padua, los ejercicios necesarios para alcanzar
el grado de Doctor, título que logró Vesalio el último de estos días. Al siguiente, previa la práctica de una
disección, fue nombrado profesor de Cirugía. Ya está consagrado oficialmente como un maestro ; al figurar en
el Rotulus-'de la famosa universidad, automáticamente se ha incorporado al escalafón de los humanistas pa-
duanos, entre los que figuraban nombres tan prestigiosos como los de Odus de Odis, Franciscus Frizimelega,
Octavianus Thomasinus y Alphonsus Luchanus.
Vesalio —una prueba más de su afinidad con los humanistas—cultivó, en Padua, la amistad del famoso médico
inglés Gaius. Poseía éste un profundo conocimiento del griego y del latín, lo cual le franqueó las puertas para
incorporarse a la labor filológica que le alinearía junto a los más prestigiosos médicos humanistas de la época.
Con base en estos merecimientos, al año de llegar a Pajiua (1540) ya figura en el Rotulus —cuya fotocopia po-
seemos— si bien con un puesto secundario, ya que hasta 1541 no recibiría el grado de Doctor, condición sine
qua non para ejercer el cargo de profesor con pleno derecho. La afinidad mutua les llevó a la convivencia —-ini-
cialmente— ocupando, el inglés y el bruselense, el mismo alojamiento en Padua. Su vida en común es apun-
tada por Caius 8 con estas palabras : «Andreas Vesalius, que vivió conmigo durante ocho meses en la misma
casa en Padua, esto es en la Casa de gli valli o como dicen los paduanos Ca valle..., en cuyo tiempo él escribió
e «ilustró» sus libros De humani corporis fabrica.» Durante su convivencia, Vesalio, independientemente de es-
cribir la Fabrica, estuvo dedicado, al igual que Caius, a la genuina tarea, esencialmente humanística, de re-
visar los textos galénicos.
La labor concreta que realizó nuestro anatomista se refiere a su contribución a la Opera omnia, de Galeno.
Entre los monumentos editoriales más netamente ligados a la tarea de'los médicos humanistas, siempre figu-
rará esta ambiciosa empresa de la famosa dinastía de editores e impresores Giunta. Ya hacía muchos años que
existían ediciones de las obras de Galeno, editadas por esta misma casa. Pero Lucantonió Giunta, la perso-
nalidad más relevante de la familia, decidió no hacer una reimpresión, como hasta entonces, sino lograr la
colaboración de los médicos humanistas mejor preparados, tanto en el campo de la Filología como de la Medi-
cina, revisar nuevamente las traducciones precedentes y verificar la incorporación de nuevos textos mediante recien-
tes adquisiciones. No era tarea fácil, en 1540, el hallazgo de libros antiguos. El Renacimiento ofreció, como uno
de sus lógicos matices, el acopio de libros antiguos, que al estar alentado por los poderosos, rápidamente ago-
taba las existencias ; el papa Nicolás V figura entre los más conspicuos en cuanto a estas aficiones ; y sobre
todo el florentino Niccoló Niccoli 9 dentro del ambiente que rodeaba a Cosme de Médicis el Viejo.
.Volviendo a los Giunta, estos pretendían lanzar un nueva edición pulida y expurgada de los errores cometidos
por los anteriores traductores. Como jefe del equipo figuraría el famoso médico Juan Bautista Montanus, de
Verona, profesor en Padua, que aparece en los Rotulus de 1540 y 1541, como encargado de la disciplina, «Prác-
tica ordinaria de la Medicina». La revisión terminal y la corrección de pruebas estaban a cargo del erudito
Agustinus Gadaldinus, que además de pertenecer por tradición a una familia de editores era uno de los médicos
humanistas de más prestigio. En el prólogo de la Opera- omnia de Galeno, editada por los Giunta y escrito
por Montanus, se relatan los esfuerzos realizados por la adquisición de los manuscritos más antiguos ; las
traducciones —en muchos casos rehechas— y la incorporación de nuevas obras sin regatear los desembolsos,
subrayan el empeño. Como una cooperación sin precedente, aquellos eruditos humanistas, colaboraron con los
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Giunta, también inmersos en el estilo de la época, subordinados a la veneración del libro, al realizar su tarea
no pensando en retribuciones o recompensas sino con la adhesión afectiva hacia una obra trascendente. El propio
Gadaldinus, en la epístola explicatoria que precede al texto, alude a la grave enfermedad nerviosa contraída
por él, como resultado del enorme esfuerzo realizado a fin de apresurar la terminación de la obra. En la refe-
rencia final, acerca de los colaboradores, Gadaldinus dice refiriéndose a Vesalio : «este celebrado y notable
profesor de disección, ha aportado tres colaboraciones». En efecto, en el tomo II aparece la participación de
Vesalio : Nervorum dissectione, Venarum arteriarumque dissectiones (en colaboración con Fortolo) y Anatomi-
cis administrationibus (con la cooperación de Guenther . Vemos, pues, a Vesalio, a los 27 años, al lado de
Guenth'er, Linacre, Fortolo, Montanus, Gadaldinus y Syl'/io. Recibe así el refrendo público como versado en
Filología, al figurar al lado de los más expertos de la época, en un momento en el que la dual faz de anato-
mista y filólogo se exigía como requisito para alinearse junto a los médicos de prestigio.
Otro aspecto vesaliano, ligado a la influencia del Renacimiento sobre sus conceptos y formación, está encarnado
por la representación gráfica de la Anatomía. Los antecedentes no sólo son exiguos sino sobre todo corresponden
a ilustraciones anatómicas en las que, además de lo tosco e imperfecto del dibujo, se agrega la inexactitud.
Carentes de la menor fidelidad anatómica, por haber tenido origen no en «anatomías» humanas sino, como en
el caso de Berengario, en los ungulados, los errores son mayúsculos. La misma condición caracteriza a las
obras de Mondino dei Luzzi, Juan de Ketham, Peyligk y Reisch, este último con su famosa obra —plagada
de yerros— Margaritha Philosophica. Sólo existe-una excepción en la época prevesaliana; de representación grá-
fica del organismo humano, con fidelidad aproximada : la de Leonardo. Fue su genio quien con las dotes de
observación —que eran la mayor gala de sus facultades— y la maestría del trazo de su dibujo, ilustró el
núcleo de una Anatomía que no vio la luz hasta cerca de 400 años más tarde. Resultó, por lo tanto, ineficaz
en cuanto a su influencia sobre los escritores médicos de la época y no existe constancia de que Vesalio co-
nociese la obra de Leonardo. ¡
La primera contribución vesaliana a la representación gráfica de la Anatomía tuvo su manifestación con la pu-
blicación de las Tabulae sex, impresas en Venecia en 1538. Las tres primeras tablas fueron dibujadas por el
propio Vesalio y las restantes por Calcar. La descripción gráfica de la estructura del organismo humano no
sólo significaba la aportación didáctica de los conceptos de Vesalio puestos de manifiesto en sus libros, sino
que traducía, también, el interés de los artistas por el cuerpo humano y, asimismo, la nueva valoración artís-
tica que se concedió al desnudo, con lo que en armonía con el Humanismo de la época se volvía al modelo ofre-'
cido por el arte antiguo.
Leonardo, como precursor entonces ignorado, y Vesalio, independientemente, pero con manifestación pública,
escalan un peldaño más y dejando la superficie penetran en el interior del micrqcosmo, para usar el término
•de la época, hasta'representar gráficamente sus estructuras. Las Tabulae sex son las primeras descripciones grá-
ficas publicadas que se ciñen con fidelidad a la realidad anatómica, especialmente en lo que se refiere al es-
queleto. Ello constituye una de las vertientes del humanismo vesaliano, caracterizado por arrancar el conoci-
miento anatómico de lo que sus ojos veían —en este caso solidariamente con los de Calcar-— partiendo no de los
simios como sus predecesores, sino del cuerpo humano, a la maniera greca, en concordancia con el concepto
helenístico del culto al microcosmo.
La aspiración de los humanistas, de que a cada unidad anatómica correspondiese un nombre en la nueva termi-
nología, se llevó a cabo por Vesalio y tuvo ocasión de manifestarse depurada de los barbarismos "de la Edad Me-
11
t

-día. Fue una de las tareas que se propuso, como ya nos lo hizo saber en la dedicatoria de la Paraphrasis y que,
ahora, en el clima renovador del Renacimiento italiano, tenía la oportunidad de desarrollar». De humani cor-
poris fabrica, la obra capital de Vesalio, fue terminada en agosto de 1542. Salió a la luz, de las prensas de
Oporinus, en Basilea, el junio de 1543. Y constituye uno de los más imponentes monumentos que, traducien-
do la labor del humanista Vesalio, nos ofrece el Renacimiento.
Es lógico que el texto fundamental de Vesalio nos brinde, reflejada, la significación cié su autor en el campo del
Humanismo. La Fabrica vierte las ideas humanísticas de la época con todos los matices que puede ofrecer la
obra de un estudioso vinculado a estos conceptos, con devoción. La Fabrica, en su conjunto, es una manifesta-
ción del nuevo estilo injertado con la veneración a las glorias médicas de la Antigüedad. Justifica este criterio el
carácter didáctico de la obra, el valor artístico de la edición, en la que vacilaría uno por establecer una gradación,
entre las calidades del alarde tipográfico, la fidelidad de la representación gráfica, el arte de las ilustraciones
y la nueva versión de la estructura del cuerpo humc.no que, además, no es una persistencia de la inconmovible
imagen anatómica mantenida durante doce siglos, ante el noli me tangere representado por los conceptos galé-
nicos. Esta nueva percepción tenía como base el conocimiento directo de las estructuras anatómicas, derivadas de
la observación en el cadáver, en contraposición a la cultura libresca impartida hasta entonces:
El prólogo de la Fabrica es el documento más importante que nos ha legado Vesalio para poder juzgar
acerca de sus conceptos y la imagen que él se había forjado respecto a la Medicina. Los juicios hasta ahora
expuestos han sido una labor antológica de los hallazgos que hemos ido espigando entre los hechos conocidos
de su vida o las aportaciones de su obra. Pero el prólogo de la Fabrica nos ofrece, en un sólo documento, la
confirmación de lo ligado que se encontraba Vesalio al Humanismo. Del principio al fin constituye una pro-
clamación de fe humanista.
Analizando el relato vemos que se encabeza con la dedicatoria a Carlos V, pero el ofrecimiento no lo hace en
términos sencillos sino con el carácter típico de adulación y ditirambo que caracterizó a los humanistas de
la época. La lisonja exorbitada hacia los príncipes era habitual entre los italianos afectos a esta doctrina.
Muchas veces —aunque no en el caso de Vesalio— incitada por el propio soberano que recibía el elogio. Sin
embargo, era frecuente olvidar, en el encomio, que el orador o el literato humanista conociese la miseria. Ve-
salio llama, a nuestro César, divino, grande, invicto y agrega que sobrepasa a todos los mortales no sólo por
la dignidad de su vida y los triunfos a que le condujeron sus hazañas, sino que por sus merecimientos es
considerado, por sus contemporáneos, como un ser divino y supremo. Y finaliza el elogio pidiendo a los dioses, para
bien dé los estudiosos y del Universo entero, que mantengan esta situación para provecho de nuestra salud y
felicidad.
El ser un buen latinista era una condición primordial para quien se considerase un fiel seguidor del Huma-
mismo. La Fabrica está escrita no sólo en latín sino en un latín especial. En Italia, sobre todo, al desempeñar,
los humanistas, los puestos de secretarios de los Estados, tenían a su cargo el escribir los discursos públicos
y la redacción epistolar de los Príncipes, e incluso de los Papas. El latín era la lingua franca de los eruditos,
no sólo por la fidelidad a los conceptos de la época, sino porque, los dialectos, especialmente en Italia, por su
variedad, no podían constituir el instrumento verbal adecuado para la difusión de la cultura. Cuando vSe inició
el Humanismo con Petrarca, el latín empleado carecía de afectación : su estilo era sencillo. Andando el tiem-
po, se fue modificando la latinidad y adaptándola, cada vez con criterio más riguroso al estilo antiguo, hasta tomar
como modelcj el período latino ciceroniano. Como señala Burckhardt 10, en el siglo xv, aparecieron una serie
-de normas acerca del arte de escribir cartas en latín. Se analizaban las epístolas de Cicerón y Plinio. El rigor
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•exigido por los humanistas era tal que se rechazaban aquellos términos que no tuviesen un antecedente
verificable en un texto ciceroniano. La contribución más importante, en este sentido, procede de Lorenzo Valla.
Una prosa tan forzada, al tener que ceñirse a normas tan estrictas, condujo a un latín farragoso, que desem-
bocó en la pedantería. Esta situación tuvo su expresión pública en la polémica entre Erasmo y Escalígero el Vie-
jo ; en los escritos, además, había que demostrar erudición, pues ello es lo que hacía resaltar, como hecho
diferencial, al humanista del que no lo era. Las citas de la Antigüedad clásica —griega y romana— tenían que
ir esmaltando el texto latino.
Cuando nosotros examinamos la prosa vesaliana y muy especialmente la del prólogo de la Fabrica a que nos esta-
mos refiriendo, sorprende, en forma viva, la coincidencia total con todas y cada una de estas características se- •
ñaladas como peculiares del latín de los humanistas. Vesalio intentó vestir su estilo literario con el ropaje del
latín de Cicerón ; en la primera parte del proemio abundan las expresiones y vocablos utilizados por los hu-
manistas, tales como Gottharum iüvviem, con lo cual se hacía referencia a la invasión de los bárbaros, o al diluvio
gótico, o a las citas de las glorias del período helenístico tales como la Escuela de Alejandría. Agrega que si
la teoría y la práctica están divorciadas no se llegará a ninguna conclusión o resultado que valga la pena. Esto,
como ha remarcado Edelstein 11, no era una tesis nueva, Cicerón y Celso habían hecho patente dicha opi-
nión. A lo largo del prólogo y como un ritornello que le impregna como motivo, se va repitiendo el elogio
de la ciencia de la Antigüedad y la necesidad de revivir la Medicina, elevándola a la misma altura con que
brilló en aquella época. Con puro estilo humanista, las citas griegas son frecuentes : habla de Hornero, de
Podalirios y Macaón —hijos de Esculapio—, de Hipócrates y Herófilo e incluso dedica un recuerdo al arte de
Apeles y Lysipo.
Nuestros famosos médicos Dionisio Daza Chacón y Juan de Valverde hicieron alusión al latín de Vesalio. El
primero, cuando relata la asistencia del anatomista bruselense a Enrique II de Francia, dice así : «llegado el
turno a Vesalio dixo su parecer con aquel latín y con aquella facilidad, que en muchas juntas (que con él
tuve) vi... 12». Valverde, por su parte, apunta como justificación para escribir su obra: «visto el daño que se
sigue, parte por saber poco latín y parte por haber escrito Vesalio tan oscuramente que con dificultad puede
ser entendido... 13». Sus propios contemporáneos ponen de manifiesto, como vemos, que escribía un latín dife-
rente, lleno de dificultades ; ello explica el que no se haya traducido la Fabrica a ningún idioma occidental,
pese a que la empresa se ha intentado reiteradamente. La integridad con que el ilustre bruselense'se adhirió
al latín de los humanistas, significó una dificultad, en la eficacia práctica de su obra, lo cual justifica la frase
de Cushing 14 cuando dice : «como libro, la Fabrica ha sido el más admirado y menos leído que ninguna otra
publicación en la historia de la ciencia».
Vesalio, además, mediante una declaración muy ambiciosa, proclama que, para no defraudar la memoria de sus
antepasados —todos médicos prestigiosos— y espoleado por su recuerdo, decide sacar de las tinieblas a la Ana-
tomía, con lo cual asume en sus manos la bandera del renacimiento anatómico y la disección.
Las láminas, como auxiliares de la enseñanza, son defendidas por Vesalio en el prólogo, como un medio de coo-
peración con el estudio, pero aconsejando siempre a los estudiantes el emplear sus propias manos. El tema fue
motivo de polémica en la época y confiere a Vesalio, por su defensa, un lugar de primacía en esta manifesta-
ción artística que el Renacimiento supo poner al servicio de la Anatomía.
'''•": •'•:''-:V:'^¥t^0:éM§^S0W<ü'--^'-:íí^'í-",7;;7 El hombre muscular. Fabrica,

Las ilustraciones de la Fabrica, independientemente de su calidad artística, poseen el carácter científico de


partir no de la fantasía del artista, como Hasta entonces se había hecho, sino de la auténtica raíz que la obser-
vación del organismo humano ofrecía sometido al trabajo disector de Vesalio. Desde otra vertiente, la ar-
tística, también están impregnadas del espíritu humanístico de la época. Laín Entralgo 15 ha publica-
do un magnífico estudio acerca de la anatomía de Vesalio y el arte del Renacimiento. Las ilustraciones de
la Fábrica tienen como fondo de sus lejanías, no el paisaje corriente de la campiña italiana, sino las ruinas de los
monumentos romanos que existen en las colinas Euganeas, peraltadas en el horizonte paduano (fig. 3).
Esta veneración hacia las ruinas romanas entraba plenamente dentro del carácter del Humanismo. Ya Petrarca
—como cita Burckhardt 16— acompañado de Giovanni Colonna ascendía por las colosales bóvedas de las ter-
mas de Diocleciano, junto a la vía Salaria, y contemplando el paisaje romano conversaban sobre Historia ; esta
devoción condujo a que si en el latín el modelo era Cicerón, en la arquitectura lo fue Vitrubio, el famoso ar-
quitecto romano.
El frontispicio de la Fabrica es un documento histórico y traduce los conceptos vesalianos. No corresponde
realmente al anfiteatro paduano en donde Vesalio echó los cimientos de la nueva Anatomía. Si bien, en su
veneración hacia la Antigüedad, nos ofrece aquel al que aspiraría : un fondo arquitectónico, rodeado de una
serie de columnas de orden corintio, con la influencia que Faladio imprimió a su arquitectura, inspirada en los
monumentos griegos o romanos. Los personajes, además, corresponden a los más famosos humanistas de la
época : el erudito editor de la Fabrica y profesor de griego en Basilea, Oporinus, Fuchs, Servet, Sylvio,
Guenther, Falopio, Rondelet, Comerarius e incluso Tiziano.

V. Pisa.

Florencia era el modelo para todas las capitales italianas que rivalizaban por incorporar a los más eruditos hu-
manistas a sus Estados. La capital de Toscana era el medio adecuado en donde fructificaron los genios más
-diversos : Brunelleschi en la arquitectura, Miguel Ángel y Donatello en la escultura y Giotto y Botticelli en la
pintura.
Cosme I de Médicis (1519-1574), el mecenas de los artistas y sabios, pugnaba por mantener en Toscana el pres-
tigio alcanzado por sus antepasados. Entre sus proyectos estaba en convertir el Estudio de Pisa en el más impor-
tante de Europa. No es extraño el que, con este pensamiento, pusiese los ojos en Vesalio —que explicaba a la
sazón en la vecina Padua— y cuya fama se había extendido a toda Europa. Vesalio llegó a Pisa en enero
de 1544, para practicar la «funzione della anatomía púbblica», como dicen los documentos de la época. Cosme I
aprovechó la coyuntura para intentar persuadir a Vesalio de que permaneciese en Pisa, desempeñando la cáte-
dra de Anatomía y ofreciéndole la retribución de 800 coronas anuales. Vesalio no aceptó la oferta, probablemente
porque ya en esta época se había comprometido con Carlos V como médico de familia. De todas formas, el
estilo que como humanista poseía el bruselense acusó, con su gratitud, la conducta que tuvo con él, el más
grande protector de las ciencias y las artes. Dos años más tarde cuando escribió la Radicis Chinae vsvs, toda-
vía se refiere a ello y califica el proceder de Cosme I como el verdadero mecenazgo. Y la carta nuncupatoria, fir-
mada por Francisco,. hermano de Vesalio, colma de elogios al Duque.
14

VI. Médico del Emperador.

Poco es lo que se puede espigar, acerca de Vesalio el humanista, a partir del momento en que, abandonando
el auténtico laboratorio de la investigación —el cadáver humano—, lo troca por el ejercicio profesional privado
y las atenciones palatinas.
En la primera etapa se advierte un síntoma común a los humanistas de la época : los ataques y las críticas de
que fue objeto a raíz de la publicación de la Fabrica, cuando la grandeza de esta obra haría presumir lo contra-
rio. Desde el inicio del siglo xvi se había acentuado la crítica contra los humanistas, principalmente en Ita-
lia, no sólo por parte del pueblo sino de sus propios colegas. Ello fue el primer síntoma de su decadencia, que
condujo a la pérdida de sus posiciones a mediados del siglo xvi.
Un destello en este período de la vida de Vesalio está representado por la publicación en Basilea, en la ofici-
na de Oporinus, de la maravillosa tercera edición de la Fabrica —segunda en folio— en la que la calidad edito-
rial (papel, alarde tipográfico, nueva portada, etc.) es una de las muestras de lo que este equipo del Renacimiento
era capaz de hacer.
La personalidad de Vesalio como humanista no se puede juzgar comparativamente con todos los demás, pues
no se puede englobar a todos ellos, con base en unas características comunes como pretende Mexia, el contem-
poráneo de Vesalio. Los había católicos y protestantes, erasmianos y enemigos del humanista de Rotterdam,
galenistas que aceptaban el rectificar á Galeno y galenistas dogmáticos, herejes y ateos, etc., Vesalio se di-
ferencia, esencialmente de otros médicos humanistas, en que mientras los demás estiman que los conocimien-
tos antiguos no se podían superar, cifrando sus aspiraciones en la mera imitación, lo cual se habría traducido
en la paralización del progreso científico, él revisa las obras de Galeno y las coteja con la observación directa
del cadáver. No asigna a las obras de la Antigüedad el carácter dogmático que la mayor parte de los médicos
de la época les concedieron, sino que proclama los errores —pese a su devoción por la Hélade y Roma— con lo
•que injerta un nuevo estilo que hace progresar la ciencia. Sylvio, Guenther, Caius y. sus epígonos son los re-
presentantes de los humanistas dogmáticos que no aceptaban la enmienda aunque los hechos visibles demostra-
sen lo contrario. Uno tras otro todos los recursos de la dialéctica, del fulgor de su pluma y de la cultura
libresca estuvieron del lado de Sylvio y sus seguidores, mientras que la realidad objetiva, palpable y visible es-
tuvieron al lado de Vesalio. _
Cuando en 1564, al regresar de su viaje a Tierra Santa, fallece Vesalio en Zante, lejos de su Brabante natal, el
destino repara la tragedia de su existencia. La angustia de su vida se compensa con una dual manifestación,
por cierto muy humanista : un entierro greco-romano. Griego porque, Zante, a la sazón la veneciana Fior di Levan-
te, no es-otra que la griega Zacynthos. Y romano por el hecho verdaderamente asombroso de haber sido enterrado
en la misma iglesia que Cicerón. Sorprende, todavía más, la circunstancia, de que pese a haber transcurrido
entre sus muertes respectivas 1607 años, sólo mediaron veinte entre sus entierros. El artífice de la lengua del
Lacio será escoltado, sepulcralmente, por uno de sus mayores seguidores.
15

VIL BIBLIOGRAFÍA.

1. SYNGER y RABIN : Prelude to modern sciencie. Cambridge, 1946. II. pág. XIII.
2. STREETER, B. C. : Vesalius at Paris. Yale J. Bio. Med. Jul. 1961, 16, p. 121.
3. O'MAIXEY, C. D. : The inception of anatomical stndies in the University of Paris. Bul!. His. Med. 1959, 33,
pág. 442.
4. SYNGER Y R A B I N : Obra cit., pág. LXXVII.
5. BURCKHARDT, J. : La cultura ¿ei Renacimiento en Italia. Barcelona, 1946, p. 325.
6. GALIBERT, M. : Histoire de la République de Venis'e. París, 1847, pá-g- 325.
7. CHAIGNEAU, G. : LHllustration anatomique dans l'oeuvre • d'André Y ¿sale. Tesis de París, 1935, pág. 16.
8. CAIUS, J. : De libris propiis, citado por O'Malley en The relations of Caius with Vesalius, etc. J. Hist.
Hed. 1955, 10,
páginas 149 y 150.
9. BURCKHARDT • Obra cit., pág. 168.
10. Id. id., pág. 200.
11. BDELSTEIN, L. : A. Vesalius the hwmanist. Bull. His. Med. 1943, 14, 547-61.
12. DAZA CHACÓN, D. : Practica y theorica de cirugía, etc. T. I, pág. 205, Valladolid, 1582.
13. VAI/VERDE DE HAMUSCO, J. : / . Historia de la composición del cuerpo humano. Dedicatoria. Roma, 1566.
14. CUSHING, H. : A bio-bibliography of A. Vesalius. New Hamden, 1962, pág. 81.
15. LAIN BNTRALGO, P. : La anatomía del Vesalio y el arte del Renacimiento* Bol. Cult. Consj. Col. Med. Bspaña, 1958, pá-
ginas 37-40, L . .
.16. BURCKHAÉDT, J. : Obra cit., pág. 159.

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