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Sancho Panza

en la ínsula Barataria
Texto de Alejandro Casona
basado en la obre de Miguel de Cervantes

Adaptado por Juan Torralba


(octubre 2012)

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Escena 1

Sala del Palacio de Justicia. En el centro un sillón


sobre un estrado. Detrás una gran inscripción: "Hoy tomó
posesión de esta ínsula de Barataria el Señor don Sancho
Panza, que muchos años la goce".

El Cronista asomado a la ventana, contemplando la


Personajes
plaza, donde se oyen vítores y tambores.
Sancho...........................
El Mayordomo.............. Entra el Mayordomo.
El Doctor.......................
El Cronista.................... MAYORDOMO: ¿Viene ya el señor Gobernador?
El Sastre........................
CRONISTA: En este momento entra en la laza. El pueblo
El Labrador...................
El Viejo con Báculo...... le aclama.
El viejo sin Báculo........ MAYORDOMO: ¡Qué bonita estampa hace subido a su
El Gracioso.................... borrico!
La Buscona.................... CRONISTA: ¿Pero es que es verdad? ¿Es posible que
El Ganadero................... nuestros señores Duques hayan elegido para Gobernador a
Soldado 1.......................
semejante botarate, con pinta de labrador y barba de dos
Soldado 2.......................
Paje 3............................. semanas?
Paje 4............................. MAYORDOMO: Sí, pero habéis de saber que todo no es
más que una burla. Este Gobernador no es otro que el gran
Sancho Panza, hombre rústico y medio bobo.

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CRONISTA: ¿El escudero de ese loco que llaman don El MAYORDOMO se acerca y, de rodillas le ofrece una
Quijote de la Mancha? gran llave.
MAYORDOMO: El mismo. Nuestros señores lo envían
para dejarle que gobierne unos días para ver hasta donde MAYORDOMO: Estas son las llaves de nuestra ciudad,
llega su simpleza, pasando de criar cerdos a administrar señor.
justicia. SANCHO: Luego, ¿ya soy gobernador?
CRONISTA: Ver para creer. MAYORDOMO: Estamos todos deseosos de obedeceros.
MAYORDOMO: Vos tratadle con cortesía y anotad los SANCHO: ¿Quién sois vos?
hechos para comunicárselos a la duquesa, que se quiere MAYORDOMO: Mayordomo de este palacio, señor.
morir de risa. SANCHO: Pues os mando en primer lugar cuidar de mi
CRONISTA: Silencio. Aquí llega. rucio, que me ha traído aquí como si fuera mi hermano.
MAYORDOMO: ¡Cómo decís!
SANCHO: Mi borrico, mis asno, mi pollino. Cuidad de
Escena 2 él.
MAYORDOMO: ¿Os parezco hombre que cuida
Entran dos soldados. borricos?
SANCHO: Paso a paso, señor Mayordomo. ¿Si estuviera
SOLDADOS: ¡Salve al Gobernador de la ínsula de aquí mi mujer, Teresa Panza, qué tratamiento le daríais?
Barataria! MAYORDOMO: Tratamiento de señora, por supuesto.
SANCHO: ¿Y si estuviese mi hija Sanchica?
Entra Sancho, vestido de rústico, seguido por el MAYORDOMO: De señora también, por supuesto.
Doctor y pajes. Cronista y Mayordomo se hincan de SANCHO: Pues sabed que ese rucio me ha tratado mejor
rodillas. que mi mujer y mi hija juntas, ¡así que hacedle los honores
que merece!
MAYORDOMO Y CRONISTA: ¡Salve! MAYORDOMO: Como mandéis, señor. (Al Doctor)
¡Atiéndase al rucio del señor gobernador!

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DOCTOR: (Al Cronista) ¡Atiéndase al rucio del señor SANCHO: Pues quedaos con vuestra ciencia y dejadme
gobernador! a mí con mis refranes, que son toda mi hacienda. Y ahora,
CRONISTA: (A un Paje) ¡Atiéndase al rucio del señor (da dos palmadas) preparad la comida al Gobernador que
gobernador! llevo siete leguas que no he probado bocado.
PAJE: (Al otro paje) ¡Atiéndase al rucio del señor MAYORDOMO: Perdón, señor. Antes tenéis que
gobernador! administrar justicia. Hay unos pleiteantes aguardando.
PAJE: (Hacia afuera) ¡Atiéndase al rucio del señor SANCHO: ¿Son muchos?
gobernador! MAYORDOMO: De momento, tres o cuatro.
SANCHO: Bah, sabrán esperar.
La orden se repite fuera del escenario hasta que se DOCTOR: Perdón, señor. No es sano trabajar con el
pierde. estómago lleno.
SANCHO: Ni vacío tampoco, ya lo sé. Bien. Hágalos
SANCHO: Buena organización, sí señor. (Al Cronista) pasar.
¿Y vos quién sois? MAYORDOMO: Señor, aquí tenéis la vara de la justicia.
CRONISTA: Cronista de esta ínsula. Pero antes... debéis cumplir con una costumbre en nuestra
SANCHO: ¿Sabéis leer y escribir? tierra.
CRONISTA: (Risueño) Cómo no, siendo cronista. SANCHO: Veamos qué es ello.
SANCHO: Menos risas, que yo soy más que vos y no sé CRONISTA: Todo el que viene a tomar posesión de esta
ni lo uno ni lo otro. Y mientras dormimos, todos somos ínsula está obligado primero a responder a una pregunta
iguales. Y después de muertos, el labrador y el obispo algo... intrincada.
caben en un palmo de tierra lo mismo y... SANCHO: Bien.
DOCTOR: Muy bien señor, pero no parece bien en un DOCTOR: Por la respuesta el pueblo toma pulso del
gobernador ensartar tantos refranes. ingenio del Gobernador.
SANCHO: ¿Y quién sois vos, hombre sabio? SANCHO: Pues venga esa pregunta
DOCTOR: Doctor soy a vuestras órdenes, graduado en MAYORDOMO: Es el caso, señor, que a la entrada de la
la Universidad de Osuna. villa hay un puente y en mitad del puente, una horca. A

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todo el que quiere pasar se le pregunta a dónde va. Si SANCHO: Está muy claro. Ni condenándole ni
contesta la verdad, se le deja pasar, pero si contesta la perdonándole puede cumplirse la ley, ¿no es así?
mentira, se le ahorca ahí mismo. MAYORDOMO: Así es.
SANCHO: Aja... SANCHO: Entonces lo que sobra es la ley. Perdónese a
CRONISTA: Pues bien, esta mañana llegó al puente un ese hombre, que si se debe torcer la vara de la justicia, más
hombre y al preguntársele dónde iba contestó: "Voy a vale que se doble hacia la misericordia que no hacia el
morir a esa horca". castigo. Esta es mi sentencia.
MAYORDOMO: Y ahí está lo grave. No hay manera de
cumplir la ley. Murmullo de admiración.
CRONISTA: Si se le deja ir, resultará que ha dicho la
mentira. MAYORDOMO: Tome, pues, la vara de la Justicia. Si
MAYORDOMO: Y si se le ahorca, se le ahorcará cuando todas las sentencias son como esta, estamos seguros en sus
ha dicho la verdad. manos.
SANCHO: Oh... SANCHO: Bien, vayamos a comer.
DOCTOR: ¿Cuál es vuestra sentencia? CRONISTA: Señor, los pleiteantes aguardan.
SANCHO: Maldita costumbre de trabajar a la hora de
Sancho se rasca la cabeza, resoplando. comer. En fin, que entren los primeros.

SANCHO: Vamos despacio. (Murmurando) La verdad, Sale el Mayordomo y los pajes. El Cronista se sienta
¿eh?... Y claro..., la horca... la mentira... a ver, a ver... (De en su mesa llena de papeles.
pronto se para en seco y se vuelve) ¡Lo tengo!

Murmullo de admiración
Escena 3
MAYORDOMO: ¿Señor?
Entran los soldados.

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SASTRE: Yo dije que sí. Como los sastres tenemos la
SOLDADOS: ¡Un labrador y un sastre! maldita fama de quedarnos con la tela que sobra, el
hombre volvió a preguntar:
Entran el labrador y el sastre, vestidos al uso. LABRADOR: ¿Y no habrá bastante para hacer dos?
SASTRE: Yo ya le entendí la intención, y respondí que
SOLDADOS: ¡Salve al Gobernador! también. Él hombre se fue animando y siguió:
TODOS: ¡Salve! LABRADOR: ¿Y para tres?
SASTRE: ¿Quién es aquí el Gobernador? SASTRE: Por supuesto.
SANCHO: ¿Quién va a ser? ¿No ves la vara? LABRADOR: ¿Y cuatro?
SASTRE: (Arrodillándose) ¡Señor, señor! ¡Imploro SASTRE: No faltaba más.
justicia! LABRADOR: Quiero cinco
SANCHO: ¿Qué negocio es el vuestro? SASTRE: Pues serán cinco. Con esto ya le pareció
SASTRE: ¡Justicia contra ese acusador embustero! bastante y así quedamos. Ahora, al entregárselas, pone el
LABRADOR: ¡Justicia contra ese ladrón de sastre! grito en el cielo y no me quiere pagar.
SASTRE: ¿Ladrón yo? SANCHO: A ver los cinco gorros.
LABRADOR: ¿Embustero yo? LABRADOR: ¡Mírelos aquí! (Saca la mano oculta con
SANCHO: ¡Silencio los dos! (Se miran desafiantes) Que un gorrito en cada dedo) ¿No es una vergüenza, señor
hable el acusado. gobernador?
SASTRE: Yo soy el acusado. SASTRE: Él no me dijo nada del tamaño. ¿Qué podía
SANCHO: Hable. hacer yo con esa birria de tela? No ha sobrado ni un hilo.
SASTRE: Yo, señor, soy sastre. Estando ayer en mi SANCHO: Basta ya. El pleito está bien claro. Ninguno
tienda, llegó este labrador. Me entregó dos palmos de tela de los dos tiene razón porque ambos habéis obrado de
y preguntó: mala fe. Por tanto, que el labrador pierda la tela y que el
LABRADOR: ¿Hay suficiente para hacer un gorro? sastre pierda el trabajo.

Murmullo de admiración.

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SANCHO: ¿Tenéis pruebas, buen viejo?
SANCHO: Y largo que no está la hora para perder el VIEJO SIN BÁCULO: No, señor. Como lo tenía por
tiempo en miserias de tramposos. honrado, entregué el dinero sin firma ni testigos.
SANCHO: (Al mayordomo): ¿Es este hombre conocido
Salen el Labrador y el Sastre a patadas de los en la isla como hombre honrado?
soldados. MAYORDOMO: Los dos lo son, señor. Ninguno ha
faltado nunca a su palabra.
SANCHO: ¿Qué queréis que haga yo entonces,
Escena 4 hermano? El se empeña en que sí, vos en que no...
VIEJO SIN BÁCULO: Solo pido a vuestra señoría que le
Entran los soldados. tome juramento público y solemne. No le creo capaz de
jurar falso testimonio.
SOLDADOS: ¡Dos ancianos! SANCHO: (Al Viejo Sin Báculo) ¿Estáis dispuesto a
jurar delante de la Santa Cruz?
Entran dos ancianos vestidos al uso. VIEJO CON BÁCULO: Dispuesto estoy.
SANCHO: Sea.
SOLDADOS: ¡Salve al Gobernador!
TODOS: ¡Salve! Sancho pide con la mano la cruz. Uno de los Pajes se
MAYORDOMO: Estos dos ancianos traen un pleito con la alcanza. Se levanta y se acerca al Viejo Con Báculo y se
dineros. la entrega. Pesa.
SANCHO: Que hable el demandante.
VIEJO SIN BÁCULO: Es el caso, señor, que este vecino VIEJO CON BÁCULO: (Al Viejo Sin Báculo) Vecino, me
mío me pidió prestados hace tiempo diez escudos. Díselos sujetáis el báculo. (Lo toma) Yo confieso ante Dios que
con la mejor voluntad, pero ahora que los necesito me este buen amigo me prestó los diez escudos de oro. Y juro
niega la deuda diciendo que ya me los devolvió. Y yo de por la salvación de mi alma que se los he devuelto,
eso no me acuerdo. poniéndolos con mi propia mano en su propia mano,

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solemne y públicamente. ¡Que el cielo me condene si Por fin, desenrosca al puño y saca los diez escudos.
miento! Murmullo de admiración.

Tras un momento de silencio, el Viejo devuelve la cruz SANCHO: Tomad vuestros escudos, buen hombre. Y
a Sancho, que se la da al Paje, y toma el báculo de su condénese al otro por falsedad pública. Quien dice solo la
vecino. mitad de la verdad es igual que el que miente.

SANCHO: Hecho está el juramento. (Al Viejo Sin Lo soldados se llevan al condenado. El otro sale.
báculo) ¿Puedo hacer algo más por vos?
VIEJO SIN BÁCULO: Nada, señor. Lo conozco, es TODOS: ¡Viva nuestro gobernador!
cristiano viejo y no va a condenar su alma por diez SANCHO: (Conciliador) Mirad, si queréis que viva, ¿no
escudos. Él tiene razón. Quede saldada la deuda para aquí podemos ir a comer ya, por favor? ¿Queda alguien?
y delante de Dios.
VIEJO CON BÁCULO: Así sea. ¿Puedo retirarme, señor?
SANCHO: Aguarda un poco. (Silencio) Así que se los Escena 5
habéis devuelto, ¿eh? Con vuestra propia mano en su
propia mano... Salen los soldados.
VIEJO CON BÁCULO: Así fue, señor.
SANCHO: Con juramento solemne... SOLDADOS: ¡Un mancebo!
VIEJO CON BÁCULO: Sí, señor. SANCHO: (Sentándose resignado) Madre mía...
SANCHO: A ver acá ese báculo.
VIEJO CON BÁCULO: (Asustado) ¡¿Señor?! Entra el mancebo.
SANCHO: Quítenselo.
SOLDADOS: ¡Salve al Gobernador!
Ofrece algo de resistencia pero los soldados se lo TODOS: ¡Salve!
quitan. Se lo dan a Sancho, que lo mira por todos lados. SANCHO: ¿Qué pleito trae ese mozo?

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CRONISTA: Nada sabemos. Según me dicen, tropezó en SANCHO: ¿Que no tengo yo el poder para prenderte?
esta callejuela con la ronda y nada más verla echó a correr ¡Guardias!
como a un gamo. Si huía de la justicia, señal que es un MANCEBO: Para prenderme sí, pero le apuesto a que
delincuente. para que duerma en el calabozo no.
SANCHO: Suéltenlo. Veamos. ¿Qué delito es el tuyo, SANCHO: (Furioso) Pero, ¿es que tienes algún ángel
mancebo? que te libre de los grilletes que te pienso poner?
MANCEBO: Ninguno, señor. MANCEBO: Cálmese, señor Gobernador. Vos sois
SANCHO: ¿Por qué corrías, entonces? poderoso para meterme en un calabozo con grillos y
MANCEBO: Para evitar preguntas. cadenas, pero si yo me empeño en no dormir, ¿podréis
SANCHO: ¿Cómo te llamas? hacer que yo lo haga?
MANCEBO: No me llamo. Me llaman. SANCHO: No está mal. Eres listo, mancebo. Anda con
SANCHO: ¡Ah! ¿Sois graciosillo? Pues cuidado Dios, que no quiero yo quitarte el sueño. Pero para otra
conmigo que no tengo el estómago para bromas. ¿A dónde vez no te burles de la justicia. Guarda tu ingenio para
ibas cuando te topaste con la justicia? cuando te haga falta y no lo gastes inútilmente.
MANCEBO: A tomar el aire. MANCEBO: (Haciendo una reverencia) Bésoos las
SANCHO: Muy bien. ¿Y dónde se toma el aire en esta manos, señor.
ínsula?
MANCEBO: Donde sopla. Sale silbando con las manos en los bolsillos.
SANCHO: ¿Bromas a mí? Pues hazte a la idea que el
aire soy yo y que de un soplido te mando a dormir al
calabozo. Escena 6
MANCEBO: Eso sí que no lo haré yo. Usted no es nadie
para mandarme dormir a mí en calabozo ninguno. SANCHO: Bueno. (Frotándose la barriga) Y ahora sí
que...
Murmullo de admiración.

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Se oyen fuera gritos de mujer y de soldados. Entran los mañana llegué al lugar a vender cuatro cochinos. Al volver
soldados intentando sujetar a la Buscona mujer y entra el a mi aldea topé de paso a esta mujer. Yo... mozo..., ella...
Ganadero por su propio pie. sabrosa..., el camino... sin gente...
SANCHO: Ya, que el hombre es fuego y la mujer estopa,
SOLDADOS: (Sobre los gritos de la mujer) ¡Una mujer y y viene el diablo y sopla.
un ganadero! GANADERO: En efecto. La mire, me miró y... (Aúlla
BUSCONA: ¡Justicia! ¡Justicia, señor Gobernador! ¡Si como un lobo) Pasó lo que tenía que pasar. Pero juro por
no la hallo en la tierra, tendré que pedirla en el cielo! mi alma que yo no hice fuerza ninguna. Todo fue de buena
¡Justicia contra este infame! voluntad.
SANCHO: (Con calma) Justicia habrá para todos, pero BUSCONA: ¡Habrase visto desvergüenza! ¡Injuria sobre
hablad más bajo, que si no, no oigo. injuria! ¿Qué será de nosotras si la vara de la justicia no
BUSCONA: ¡Ay, señor Gobernador de mi alma! ¡Ay, nos socorre?
desdichada de mí! ¿Cuándo se vio en esta ínsula semejante SANCHO: ¡Silencio! (Queda meditando)
injuria a una doncella? CRONISTA: ¿Cuál es vuestra sentencia, señor?
SANCHO: Paso a paso, señora. Que no es más fuerte la SANCHO: Difícil asunto. Veamos. Buen hombre,
razón por decirla a gritos. ¿Cuál es vuestra queja? ¿lleváis dinero encima?
BUSCONA: Mire, señor. Yo soy honesta doncella, limpia GANADERO: Veinte ducados de plata en esta bolsa,
de sangre y dura con los galanes como una piedra. Este señor. Son toda mi fortuna.
mal hombre topó conmigo a solas en mitad del bosque y
abusando de mi desamparo se aprovechó de mi cuerpo
como de un trapo perdido. Me deshonró, señor SANCHO: Traed acá. ¿Y vos, buena mujer, os
Gobernador. (En llanto) ¡Me deshonró para siempre! conformáis con estos veinte ducados como pago de lo que
SANCHO: ¿Habéis terminado? Veamos. (Al Ganadero) este hombre os ha hecho?
¿Qué tenéis vos que decir?
GANADERO: Digo, señor, que en una parte es verdad y Murmullo de admiración.
en otra es mentira. Yo soy un pobre criador de cerdos. Esta

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BUSCONA: (Radiante) ¡Veinte ducados de plata! ¡Oh, Se vuelve a oír la voz de la mujer gritando. Entran
gracias, señor Gobernador! Dios os premie la justicia que Ganadero y Buscona peleando aún por la bolsa. Ninguno
me hacéis. Gracias y mil gracias, señor. la suelta.

Sale haciendo mil reverencias. BUSCONA: ¡Socorro, señor, que me quieren quitar lo
que es mío! ¡Al ladrón, al ladrón!
MAYORDOMO: Me parece, señor, que esta vez os ha SANCHO: Pero, ¿os la ha quitado?
temblado el pulso. Pronto os ablandan lágrimas de mujer. BUSCONA: ¿Quitarme? Primero me dejaría quitar la
SANCHO: Callad. (Al Ganadero) Buen hombre, ¿habéis vida. Antes me sacan el alma de mis carnes que esta bolsa
oído mi sentencia? de mis dedos.
GANADERO: Para mi mal la oí, señor. Esa bolsa era SANCHO: ¡Así se habla, valiente mujer! (A los
toda mi riqueza. Mi familia morirá de hambre. soldados) Quitadle la bolsa.
SANCHO: Bien. Corred entonces a por ella y quitádsela BUSCONA: Pero...
a la mujer. SANCHO: ¿De dónde habéis sacado tantas fuerzas,
GANADERO: ¿Quitarle la bolsa? hermana? Si la mitad de genio que habéis mostrado para
SANCHO: Ya mismo. defender la bolsa lo hubieseis mostrado para defender
GANADERO: ¡Ya voy! ¡Alto! ¡Alto en nombre de la ley! vuestra honra seguiríais tan doncella como antes. Andad,
andad enhoramala y no paréis hasta salir de esta isla bajo
Sale corriendo. pena de doscientos azotes.

MAYORDOMO: Pero ¿cómo, señor? ¿Ahora os volvéis Los soldados se la llevan


atrás?
SANCHO: Callad. GANADERO: Dios os lo premie, señor gobernador.

Sale.

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Escena última SANCHO: Pues abrid ese pliego y veamos de qué se trata.
CRONISTA: (Leyendo) “A mi noticia ha llegado, señor
SANCHO: Sí me lo premiará. Con un buen banquete. Sancho Panza, que los eternos enemigos de esta ínsula
piensan darle un ataque furioso una noche de estas. Estad
Suena una larga trompeta o cuerno de alarma. alerta, no os fiéis de nadie, no comáis cosa alguna que
pueda estar envenenada. Confío en vuestro valor para
SANCHO: (Con miedo) ¿Qué ha sido eso? salvar la ínsula. Vuestro amigo, el Duque.
CRONISTA: Una de dos. O son noticias importantes o se MAYORDOMO: Graves noticias son.
han avistado barcos piratas.
MAYORDOMO: Aquí, en la ínsula, siempre vivimos con Pausa larga en que Sancho medita y todos miran
el miedo al ataque de esos asesinos. suspensos.
SANCHO: Pues lo que me faltaba para terminar la
digestión. Y dígame, en caso de ataque, ¿cuál es el papel SANCHO: Digo señores, que si este es el oficio de
del Gobernador? gobernar, el hijo de mi madre no nació para esto. Si he de
CRONISTA: Sencillo. Salir al frente de las tropas. Será mandar ejércitos, sentenciar pleitos que a nadie dejan
para vos toda la gloria del triunfo. contento, no comer ni beber por miedo a mis enemigos…
SANCHO: ¿Y si no hay triunfo? quédense aquí mis llaves, (Va desprendiéndose de todas
MAYORDOMO: Seréis el primero en morir, sus insignias) mis galas y mi vara de justicia. A mi trabajo
naturalmente. y a mi tierra me vuelvo. Tráiganme mi rucio, mi único
amigo fiel, que me lleve a comerme un pan y medio queso
Sancho cae medio desmayado en la silla. Aparece un bajo una encina, que allí estaré mejor que en un palacio.
paje con una carta. Adiós señores.

PAJE: Un correo urgente del Duque, señor. Todos hincan la rodilla en señal de reverencia.
SANCHO: Vos, Cronista, ¿no sabías leer y escribir?
CRONISTA: Como un maestro, señor. TELÓN

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