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Diego de
Sa ave(Ira
Fajardo
Empresas políticas
Edición, introducción y notas de
Francisco Javier Diez de Revenga
7. «Nec quisquam tibi fidelior militum fuit, dum amari meruísti; odisse
coepi, postquam parricida matris, et uxoris, auriga, histrió et incendiarius
extitisti.» (TAC, lib. 15, Ann.)
8. MAR., Hist. Hisp., I. 10, c, 15.
9. Id., ib., 1. 20, c. 8.
10. «Claritudine paucos inter senum regum, si perinde amorem inter po-
pulares, quam metum apud hostes quaesivisset.» (TAC, lib. 11, Ann.)
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grandeza la ferocidad, como se vio en Bardano, rey de
Persia, a quien las glorias hicieron más feroz y más insu-
frible a los subditos. 11 Pero, cuando no por el peligro, por
la gratitud no debe el príncipe hacerse temer de los que
le dan el ser de príncipe. Y así, fue indigna voz de empe-
rador la de Caligula Oderint, dum metuant, como si es-
tuviera la seguridad del imperio en el miedo. Antes, nin-
guno puede durar si lo combate el miedo. Y aunque dijo
Séneca, Odia, qui nimium timet, regnaré nescit; regna
custodií metus, es voz tirana, o la debemos entender de
aquel temor vano que suelen tener los príncipes en el man-
dar aun lo que conviene, por no ofender a otros. El cual
es dañoso y contra su autoridad y poder. No sabrá reinar
quien no fuere constante y fuerte en despreciar el ser abo-
rrecido de los malos, por conservar los buenos. No se mo-
dera la sentencia de Caligula con lo que le quitó y añadió
el emperador Tiberio Oderint, dum probant, porque nin-
guna acción se aprueba de quien es aborrecido. Todo lo
culpa e interpreta siniestramente el odio. En siendo el
príncipe aborrecido, aun sus acciones buenas se tienen
por malas, Al tirano le parece forzoso el mantener los
subditos con el miedo, porque su imperio es violento, y
no puede durar sin medios violentos faltando en sus va-
sallos aquellos dos vínculos de naturaleza y vasallaje, que,
como dijo el rey don Alonso el Sabio: «Son los mayores
debdos que orne puede aver con su señor. Ca la natura-
leza le tiene siempre atado para amarlo, e no ir contra él,
e el vasallage para servirle lealmente.»12 Y como sin estos
lazos no puede esperar el tirano que entre él y el subdito
pueda haber amor verdadero, procura con la fuerza que
obra el temor lo que naturalmente había de obrar el afec-
to. Y como la conciencia perturbada teme contra sí cruel-
dades," las exercita en otros. Pero los exemples funestos
de todos los tiranos testifican cuan poco dura este miedo.
Y, si bien vemos por largo espacio conservado con el te-
mor el imperio del turco, el de los moscovitas y tártaros,
no se deben traer en comparación aquellas naciones bár-
baras, de tan rudas costumbres, que ya su naturaleza no
14. «Timoré princeps aciem auctoritatis suae non patitur hebescere.» (Cíe,,
1, Cat.)
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con el temor. Por lo cual es conveniente que el príncipe
dome a los subditos como se doma un potro (cuerpo desta
Empresa), a quien la misma mano que le halaga y peina
el copete, amenaza con la vara levantada. En el arca del
tabernáculo estaban juntos la vara y el maná, significando
que han de estar acompañadas en el príncipe la severidad
y la benignidad. David se consolaba con la vara y el bácu-
lo de Dios, porque, si el uno le castigaba, le sustentaba el
otro.15 Cuando Dios en el monte Sinai dio la ley al pueblo,
le amenazó con truenos y rayos, y le halagó con músicas
y armonías celestiales. Uno y otro es menester para que
los subditos conserven el respeto y el amor. Y así, estudie
el príncipe en hacerse amar y temer juntamente. Procure
que le amen como a conservador de todos, que le teman
como a alma de la ley, de quien pende la vida y hacienda
de todos; que le amen porque premia, que le teman por-
que castiga; que le amen porque no oye lisonjas, que le
teman porque no sufre libertades; que le amen por su be-
nignidad, que le teman por su autoridad; que le amen
porque procura la paz, y que le teman porque está dis-
puesto a la guerra. De suerte que, amando los buenos al
príncipe, hallen qué temer en él. Y, temiéndole los malos,
hallen qué amar en él. Este temor es tan necesario para
la conservación del ceptro, como nocivo y peligroso aquel
que nace de la soberbia, injusticia y tiranía del príncipe,
porque induce a la desesperación. 16 El uno procura librarse
con la ruina del príncipe, rompiendo Dios la vara de los
que dominan ásperamente. 17 El otro presérvase de su in-
dignación y del castigo, ajustándose a razón. Así lo dijo
el rey don Alonso: «Otrosí, lo deben temer como vasallos
a su señor, haviendo miedo de fazer tal yerro, que ayan a
perder su amor, e caer en pena, que es manera de servi-
dumbre,» 18 Este temor nace de un mismo parto con el
amor, no pudiendo haber amor sin temor de perder el
objeto amado, atento a conservarse en su gracia. Pero,
porque no está en manos del príncipe que le amen, como
está que le teman, es mejor fundar su seguridad en este
15. «Virga tua et baculus tuus, ipsa me consoîata sunt.» (Psat., 22, 4.)
16. «Ita agere in subjectis, ut magis vereantur severitatem, quam ut saevi-
tiam ejus detestentur.» (COLUM.)
17. «Contrivit Dominus baculum impiorum, virgam dominantium eaeden-
tem populos in indignatione.» (IsAi, 14, 5.)
18. L, 15, tít. 13, p. II.
Además de esta, es recomendable la ed. de Sagrario López Poza, Madrid, Cátedra, 1999, con más amplia
introducción y anotación del texto.