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EL DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN COMO SIGNIFICANTE:

EXPLORACIONES SOBRE EL SENTIDO (i)

Juan Besse (ii)

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Este trabajo quiere desbrozar algunos sentidos del término diseño con el fin de reducir
problemas semánticos que se presentan en la docencia al yuxtaponerse, al menos, dos
acepciones básicas que remiten a diferentes operaciones discursivas y prácticas del
proceso de investigación. Como señala Lacan (1984) el sentido es un recipiente
agujereado. Este trabajo no se propone detener la pérdida o el deslizamiento de sentido
mediante un parche al recipiente, o su normalización, que es casi lo mismo; sin esa
pérdida de sentido sería imposible pensar los propios procesos de investigación. Sin
embargo, ponerse de acuerdo en un seminario de investigación sobre qué decimos
cuando decimos diseño no está demás. Ayuda a reflexionar sobre el proceso de
investigación al poner en palabras el modo en que pretendemos recortar lo real, obtener
información y finalmente a través de la construcción de los datos en relación a una
problemática, construir un objeto de investigación.

De qué se habla cuando se dice diseño

Una acepción madre aplica el sustantivo diseño a un "estado" del proceso de diseñar una
investigación. Llevar a cabo una práctica de diseño sería entonces propiamente investigar.
Las prácticas de diseño quedan asociadas a lo que efectivamente hacen los investigadores
en el proceso de investigación.

El uso del término lleva hacia otros deslizamientos semánticos. A esos deslizamientos de
sentido voy a denominarlos acepciones no excluyentes de un significante que a fuerza de
ser usado cobija el secreto de la coexistencia pacífica.

En una punta de ese arco de acepciones, una definición amplia que refiere al bosquejo del
conjunto de los componentes (tema, problema, objetivos etc.) que le permiten al
investigador anticipar - mediante una representación organizada del punto de partida - el
inicio de la construcción del objeto en el proceso de investigación. De este modo, la
noción de diseño es asimilada o se confunde con la de proyecto de investigación, sin que
el proyecto quede necesariamente circunscripto a una fase inicial del proceso de
investigación. En la otra punta del arco, una acepción restringida que define al diseño
como la opción técnica adecuada a un determinado tipo de problema de investigación(1) y
que entiende al diseño como un dispositivo exclusivamente técnico.

Ahora bien, cuando diseñar reemplaza como verbo a investigar no lo hace como sinónimo.
El uso del verbo diseñar está poniendo énfasis en la dimensión estratégica del proceso de
investigación. Desde el punto de vista etimológico, diseño significa plan, programa o hace
referencia a algún tipo de anticipación de aquello que se pretende "conseguir": la
construcción de un objeto. Morin (1995) recupera la etimología común que tienen los
términos diseño y designio, lo cual hace pensar en la tensión que estructura el sentido de
lo que se quiere comunicar cuando se habla de diseñar una investigación. Por un lado, un
plan de investigación, es decir hacia donde se apunta, qué se quiere recortar de lo real,
pero también con qué instrumentos; y entonces lo que se resalta es el componente
técnico del diseñar. No sólo persigo un objetivo, sino que armo los instrumentos que
permitirán perseguirlo. Y es esa combinatoria de componentes tácticos y estratégicos lo
que se quiere significar cuando en términos más modernos (unas dos décadas) se habla
de una estrategia teórico-metodológica.

Bajo el rótulo estrategia teórico-metodológica se describe una particular puesta en


relación de la teoría, el método y la técnica en el proceso de captura de lo real, como nos
dice Ibañez (1996: 61) "la investigación es una operación de la caza. Investigar viene de
'üestigo' (seguir las huellas que deja una presa en el camino). Los dispositivos de
investigación son dispositivos de predación: son capturados los cuerpos (en la selección
de la muestra, o en la reunión del grupo, o en la elección de una institución) y son
capturadas las almas -las hablas-(en la entrevista, en la discusión, en la asamblea)".

La asimilación entre diseño y técnica en el discurso metodológico "clásico"

El término diseño de investigación está asociado al cuerpo de las discusiones que hicieron
de la metodología un dominio con aspiraciones disciplinarias. Las diversas clasificaciones
sobre los tipos de diseño asocian al concepto de diseño con la dimensión técnica del
proceso de investigación y, a su vez, esta asociación entre diseño y técnica se vincula a
determinadas concepciones de la investigación empírica. Así las cosas, la metodología se
fue constituyendo como un discurso en torno de las operaciones técnicas involucradas en
la producción de conocimientos en el seno de aquello que comenzaba a actuar "los sueños
de física social -de las leyes de alcance universal, de la ciencia unificada" (Geertz,1994 :36)
: las ciencias sociales.

Hacia mediados de siglo las ciencias sociales compartamentalizadas en torno a


competencias recortadas por objetos, hallaban su lugar de encuentro en el terreno del
método. Allí, el patrimonialismo de objeto, una de cuyas derivaciones es el empirismo
ingenuo que confunde objetividad y objetualidad (Bourdieu et al, 1993), encontró un
abalizamiento en la creencia de que la verdad se deriva del método (Cf. Rudner: 1979), lo
cual constituyó a la metodología de la investigación social en una transdisciplina que al
amparo de la epistemología (neo) positivista podía albergar las inquietudes de los mas
diversos investigadores y construir tecnologías que hicieran de la Babel una torre; sólida y
mítica construcción, a la que, como a una ciudadela sagrada, pudieran dirigir las miradas
los hombres azorados para predicar la verdad(2).

En El oficio de sociólogo, Bourdieu, Chamboredon y Passeron titulan a la introducción del


libro, Epistemología y metodología, poniendo a desnudo los vínculos estrechos entre
ambos significantes. En esa introducción, todavía hoy insuperable, con mordacidad
volteriana recurren para desautorizar las disociaciones entre el método y la práctica de
investigación, propias del metodologismo, al mismísimo Comte. Allí los autores, en una
nota al pie, señalan que "todo intento de volver a insertar las operaciones técnicas en la
jerarquía de los actos epistemológicos será casi inevitablemente interpretada como un
ataque dirigido contra la técnica y los técnicos; pese a que reconocemos la contribución
capital que los metodólogos, y en particular Paul F. Lazarsfeld, han aportado a la
racionalización de la práctica sociológica"(Bourdieu y otros, 1993: 13).

Entiendo que mediante ese reconocimiento con nombre y apellido lo que se intenta es
recuperar contribuciones, como las técnicas de operacionalización de conceptos, que la
furia -o el furor religioso- de los críticos enrolados en el cualitativismo fundamentalista
logró desdibujar(3). La construcción de estereotipos sobre las técnicas cuantitativas y los
procesos de operacionalización(4) ha impedido su adecuado conocimiento y por lo tanto
dificultado la ponderación de las potencialidades que dichas opciones técnicas ofrecen
para ciertos tipos de investigaciones empíricas. Y esto es central, las conversiones
religiosas en el terreno de las opciones teóricas, metódicas y técnicas lleva a la
investigación hacia los rituales de procedimiento que entrañan en el mismo acto de la
repetición el riesgo del desplazamiento de la vigilancia epistemológica (Bourdieu y otros,
1993: 23).

Los rituales de procedimiento de cualquier signo no pueden sostenerse si no es a través


de la construcción de una cosmovisión(5) de molde religioso. Freud (1986: 155) señala
que las religiones se constituyeron disputando entre sí la posesión de la verdad y que -
desde una concepción de la verdad como correspondencia - considera lícito "tener por
nulo el contenido de verdad de la religión. Esta es un intento de dominar el mundo
sensorial en que estamos inmersos por medio del mundo del deseo que hemos
desarrollado en nuestro interior", juicio que me permite abordar los discursos del método
como estrategias de control social, activo y reactivo a la vez , en el campo de las prácticas
profesionales de producción de conocimientos.

Tomo esta concepción de control social activo y reactivo de la teorización de Melossi


(1992). Resulta sugestivo comparar el desarrollo que hace Melossi de las teorías del
control social, sobre todo a partir de su ingreso en el ámbito de la reflexión sociológica
estadounidense, en sus versiones funcionalista (Parsons) e interaccionista crítica (entre
otros Wright Mills), con el proceso de estructuración del campo disciplinario de la
metodología de la investigación, ya que es precisamente Mills, con su concepto de
imaginación sociológica, quién encarna emblemáticamente la crítica teórica y
metodológica a la arrolladora escuela de Parsons. Y es precisamente a partir de esa crítica,
que se da en el interior del campo académico norteamericano, que comienza el proceso
de dura coexistencia de perspectivas de investigación en las ciencias sociales
norteamericanas(6).

Para explicar lo antedicho voy a realizar una analogía entre dos espacios nocionales que,
en principio, puede resultar grosera. Estos espacios se constituyen en torno a los términos
estado y ciencia, los cuales pertenecen al conjunto de los significantes que han sido arena
de luchas conceptuales prolongadas.

En un manual interesante, Cerroni (1992:45) hace referencia a estado y sociedad como


"viejos conceptos 'metafísicos'", e interpreto a esa "metafisicidad" como el ariete que me
habilita a analogarlos en lo que tienen de Leviatán hobbesiano(7). En esta línea, Melossi
(1990: 211), desarrollando la "teoría del etiquetamiento fundamentada", señala "que 'el
estado' bien puede ser que aparezca en la [una] cadena de etiquetamiento discursivo
fundamentado. Aparecerá (...) no como la persona actuante que haya designado el analista
social, sino como uno de los recursos discursivos en los que se apropian los propios
actores con el fin de dar una explicación acerca de lo que hacen (...) quienes estudian el
control social no pueden tratar al "estado" como una variable independiente. No obstante
el analista social, está interesado en describir aquel efecto particular del control social que
consiste en la orientación de los miembros de la sociedad hacia el estado (...) El estado no
es más que un poderoso mecanismo retórico, una variable conceptual dependiente, como
muy adecuadamente lo ha llamado P. Nettl (1968); dependiente de la interpretación social
del significado -o mejor, diríamos, del control social del significado".

Más allá de si rubriquemos o no esta perspectiva de análisis del estado, su utilización en


el estudio de las prácticas científicas y su relación con los procesos de institucionalización
de la actividad científica en ámbitos académicos, me parece estimulante. Donde dice
estado bien podría decir ciencia y donde dice analista social estudioso de la actividad
científica. Y en este sentido, la función ejercida por las epistemologías normativas, en la
construcción de una imagen de la ciencia como operador de síntesis, como dominio del
cual prediscursivamente y providencialmente se predicaría la verdad (Foucault, 1992) es
innegable. La ciencia como cosmovisión de naturaleza religiosa, por recuperar la imagen
de Freud, y los discursos del método que oficiaron de soporte de las representaciones de
unidad, ha devenido un obstáculo epistemológico, ya que en muchos sentidos produce
diversos tipos de desplazamiento de la vigilancia epistemológica, entre ellos la producción
de visiones disociantes de la relación entre teoría, método y técnica en el proceso de
investigación.

Sería una bobera no reconocer que la formalización de la escena científica a través de las
estrategias policiales (por lo que tiene de política toda práctica de control social reactivo)
del normativismo epistemológico, ha producido un efecto de subjetivación extraordinario
que llevó y lleva a la flexibilización de las reglas de producción de los discursos que
construyen los investigadores sociales. Sin embargo, y esto no es bueno o malo,
conveniente o inconveniente en sí mismo, sino que me parece que debe ser objeto de
atención -práctica de prevención contra un cierto idealismo discursivo que interpreta los
actos de habla, y peor aun, los de escritura como meros actos volitivos- los investigadores
aprendemos a comunicar, hablar y escribir en el marco de la socialización universitaria, y
somos más allá de nuestras destrezas personales y nuestro capital cultural, aprendices de
formas estandarizadas de hablar y escribir, las cuales no son independientes de los
objetos que producimos(8).

Así, en el contexto de la elevada formalización que adquirió la metodología de la


investigación construida en estrecha relación a los supuestos del funcionalismo primero
parsoniano y luego mertoniano, el concepto de diseño asoció método y técnica en una
imagen arquitectónica, pero de naturaleza ingenieril que dominó las discusiones sobre el
proceso de investigación en el mundo sociológico y luego se legitimó a través de las
denominadas revoluciones cuantitativistas que caracterizaron a las disciplinas sociales en
los años sesenta, incluso a las más impermeables por tradición metodológica como la
antropología y la historia.

Las tríadas que distinguen al pensamiento del indo-occidente hicieron su aparición en el


discurso de los diseños de investigación. Explorar, describir y explicar, se constituyeron
en un continuum de funciones que asumieron la noción de fases de un proceso con
carácter de creciente complejidad en el conocimiento de la realidad. A la tríada se le
reconoce un cuarta categoría, predecir. Diseños exploratorios, descriptivos, explicativos y
predictivos pueden utilizarse por separado o en conjunto según las decisiones que tome
el analista en relación a los problemas que se proponga estudiar(9).

Ahora bien, la constitución de esa perspectiva metodológica monista en la inmediata


posguerra se vió atravesada por el debate entre cuantitativistas y cualitativistas (Plummer,
1989; Conde, 1994) cuya cristalización en conjuntos excluyentes y jerárquicamente
definidos tuvo como resultado una redefinición de los papeles de las técnicas en el
proceso de investigación que terminó por instaurar la imagen de la existencia de un solo
modo correcto de investigar. Modo que quedó subsumido en la hegémonica trivialización
metodológica de no tan triviales disputas epistemológicas: una miscelánea entre el
denominado método inductivo-probabilístico y el método hipotético deductivo en los
términos que, a fuerza de efectuar una generalización, quedaron asociados a las
perspectivas epistemológicas denominadas por Hacking, como la Concepción
Heredada(10).

Como señalé, hacia los años cincuenta la, ahora con mayúscula y lógicamente
normalizada, Metodología de la Investigación emergía como un territorio pleno de
certezas en el cual podían encontrarse, en su vocación de institucionalización como
dominios científicos, las diferentes disciplinas sociales con la consecuente pérdida de una
blandura indeseable. Y fue sobre la base de la sobrestimación de las técnicas cuantitativas
y el relegamiento de las cualitativas al papel de técnicas exploratorias con incapacidad
para verificar, comprobar, corroborar o confirmar hipótesis, que los diseños más allá de
los objetivos para los cuales se los elaboraba (explorar, describir, explicar) quedaron
asociados a la representación de modelos técnico-metodológicos de producción de datos,
donde los datos eran un aspecto de la realidad descubierto mediante la puesta en marcha
del diseño y no la trabajosa construcción de un complejo proceso de intelección que
permite construirlos como datos en el interjuego de las relaciones entre teoría, método y
técnica.

Los conceptos de diseño no pueden ser definidos independientemente de las perspectivas


que se tengan sobre la práctica de investigación

Parto de la idea que sostiene a la reflexión epistemológica como la intervención de la


política en la práctica científica (Escolar, 1998), y en tal sentido considero que la
caracterización de las relaciones entre el diseño de investigación y las perspectivas de la
investigación social realizada por Jesús Ibañez , hace poco más de diez años, constituye
una síntesis de suma utilidad(11). Ya que a través de su contenido sincrético permite
establecer nuevos ejes para ponderar los diseños de investigación en su acepción
estrictamente técnica. Y lo hace mediante la vinculación de los diseños con el conjunto de
la construcción del objeto, lo cual sitúa al diseño no como un dispositivo técnico de
producción de verdad en si mismo, sino como un componente indisociable de la
problemática y los objetivos de la investigación. Por lo tanto, abre la puerta para (ir a
jugar) admitir, en principio, las dos acepciones básicas al principio mencionadas.

Una vez más al aislar los extremos me enfrento a clasificaciones sobre el proceso de
investigación. Ibañez (1996: 70 y ss) nos dice que los procesos pueden ser abiertos o
cerrados a la información, "es cerrado cuando el proceso de investigación sólo produce las
informaciones previstas en el diseño (previamente programadas). Es abierto en la medida
que en que puede producir informaciones no previstas en el diseño".

Para Ibañez las perspectivas de la investigación social marcan modos de concebir y


organizar los diseños. La asunción consciente de una perspectiva invita a posicionarse
frente a lo real que no por imposible dejará de ser encontrado en cada intento de
apropiación, cada vez que el sujeto se encuentre con su vocación de ser deseante o
deseado.

La perspectiva distributiva entiende que el diseño o programa de la investigación tiene


que ser "explícito: se puede enseñar a investigar, decir a un investigador cómo se deben
diseñar las investigaciones". Se trata entonces de una perspectiva normativa de la
investigación. En la perspectiva estructural, y en mayor grado en la perspectiva dialéctica
la investigación está planteada como un proceso abierto donde el diseño no puede ser
escindido del proceso de investigación , es decir del "proceso del sujeto de la
investigación en el proceso de investigación: no se puede enseñar a investigar, no se
puede decir a priori a un investigador cómo se deben diseñar las investigaciones" (Ibañez,
1996: 74).

Al hablar de procesos de investigación abiertos y cerrados a la información


inevitablemente caemos en las polémicas entre cuantitativistas y cualitativistas. En este
punto diversas perspectivas epistemológicas encontraron un terreno de confrontaciones
en el plano de las opciones metodológicas y técnicas (Conde 1994), en el marco de las
cuales se constituyeron los rasgos básicos, cuando no los estereotipos, de los diseños
cuantitativos y cualitativos: diseños tácticos versus diseños estratégicos, rígidos versus
flexibles, cerrados vs. abiertos.

El delineado de los enfoques cuantitativos y cualitativos colaboró en la organización de las


representaciones sobre el proceso de investigación como una práctica que debe reconocer
un comienzo, al menos una posición inicial en el proceso de intervención en la realidad
mediante las técnicas (cuan o cual) de obtención de información.

Ibañez señala que las diferencias entre ambos tipos de perspectivas pueden ser
entendidas cómo diferencias entre técnicas y artes, por lo tanto las perspectivas conllevan
modalidades pedagógicas específicas de enseñanza y aprendizaje(12) que permiten
distintos abordajes desde lo ritual, ya sea como analogía con la función ritual de la
performación de la realidad o como metáfora de un universo de prácticas altamente
codificadas, o por utilizar un término caro al discurso de la perspectiva distributiva,
altamente protocolizadas. La enseñanza de la técnica (por favor, lea la nota 12) al
enfatizar el nivel del contenido puede inscribirse en un discurso escrito, tal como el que
nos presentan los manuales de metodología. Ese tipo de discurso al proponerse enseñar a
utilizar instrumentos y llevar a cabo procedimientos ha sido denominado discurso
procedural (Silvestri, 1995).

Sin embargo no sería adecuado inferir una diferencia sustancial entre ambos tipos de
diseños, algo así como diseños técnicos y diseños artísticos y caer en una romantización
de lo cualitativo por asociación con el dominio del arte, frente a los gélidos y
deshumanizados diseños cuantitativos propios del mundo de la técnica (en su versión
romántico-conservadora(13)). Ya ciertas líneas del feminismo mujerista introdujeron una
ontología de lo cálido y lo frío en la conceptualización de los métodos tan profundamente
moralista que arrastró a los métodos cuantitativos a las mismas puertas del averno.

Lo cierto es que como señala Bourdieu parafraseando a Kant (1995: 116) la investigación
sin teoría es ciega y lo mismo a la inversa. En el mismo sentido un diseño sin perspectiva
de investigación no puede constituirse en estrategia, renunciando de este modo a su
eficacia en la producción de información y la construcción de datos.

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Notas

i El presente trabajo es una fragmento adaptado del trabajo Prácticas de escritura y


diseños de investigación, Fichas de Cátedra de Epistemología y Metodología, Dpto. de
Geografía, FFyL, UBA.
ii Docente del Area de Metodología y Epistemología, Dpto. de Geografía/Investigador del
Proyecto UBACyT TF 44, Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

1. Alvira (1996: 87) sostiene que "un diseño de investigación se define como el plan global
de investigación que (...) intenta dar de una manera clara y no ambigua respuestas a las
preguntas planteadas en la misma".

2. Uno de los supuestos que permitió la territorialización disciplinaria de la metodología


en consonancia con la concepción de unidad de la ciencia en torno a la razón fue, como
sostiene Davila (1994:78), la idea de que "el método (...) siempre prima sobre el objeto,
refugio éste de los especialistas en métodos acerca de los cuales lo importante 'no es que
sean especialistas, sino el hecho de que uno de los resultados de su especialización es
impulsar el proceso de especialización dentro de las Ciencias Sociales en su conjunto(...)
(siendo ésta) una especialización que se funda únicamente en el uso del método,
independientemente del contenido, del problema y del campo de estudios' (C. Wright
Mills, 1979)" (los destacados en bastardilla son míos).

3. Al hacer referencia a un fundamentalismo cualitativista lo que quiero señalar es la


supresión total en ciertas estrategias de investigación, de técnicas de cuantificación. En
otro sentido coincido con la crítica que ha recibido el "imperialismo cuantitativista", por
ejemplo la crítica a la teoría de los indicadores que, como señala Davila (1994: 81) "ya ha
recibido críticas internas y externas; pero ante todo ha de resaltarse que los indicadores
neutralizan técnicamente (es decir, políticamente) cualquier campo sobre el que se orienta
su aplicación, de manera que dicho campo aparezca como 'desprovisto de analizadores';
esto es, se proclama la no existencia de aquellos elementos de una situación que,
negando de una forma u otra lo instituido, le fuerza a hablar (bien expresando, bien
ocultando) a éste último. La teoría de los indicadores supone una total adhesión a lo
instituido -forma estatal, centralismo... : tanto la estandarización como la codificación o la
uniformización, etc. son formas vinculadas a su propio ejercicio pues la producción de
información a partir de procedimientos codificados, sistematizados sobre el conjunto de
una población y de un territorio es impensable por fuera de la administración (...)
centralizada con todas las cuestiones que en ella se congregan - ; así pues, la
característica principal de la teoría de los indicadores consiste en que está imposibilitada
para tratar con toda categoría que escape a todo un aparato de integración estadística que
ha de preexistirle".

4. La operacionalización al quedar asociada al cuantitativismo corrió su misma suerte.


Ciertas perspectivas teóricas pos modernas al enrolar los métodos de análisis en la línea
de la crítica textual perdieron de vista la distinción entre método y técnica y por lo tanto el
rigor en el proceso que va del diseño a la obtención de información en el campo y de allí a
su procesamiento y análisis para la construcción de los datos.

5. En una conferencia publicada en 1932, Freud analiza las relaciones entre ciencia y
religión. Allí entiende "que una cosmovisión es una construcción intelectual que soluciona
de manera unitaria todos los problemas de nuestra existencia a partir de una hipótesis
suprema; dentro de ella ninguna cuestión permanece abierta y todo lo que recaba nuestro
interés halla su lugar preciso. Es fácilmente comprensible que poseer una cosmovisión así
se cuente entre los deseos de los hombres. Creyendo en ella uno puede sentirse más
seguro en la vida, saber lo que debe procurar ..." (Freud, 1986: 146).

6. Un análisis que aborda la constitución del campo profesional de las ciencias sociales en
la Argentina durante los años cincuenta y sesenta puede verse en Neiburg (1998). En el
trabajo se establecen conexiones entre la estructuración del campo político y el campo
académico que constituyen un buen marco de referencia para analizar los discursos y las
prácticas de los actores que impulsaron, según los paradigmas dominantes en la
sociología científica, la constitución de los primeros ámbitos de reflexión metodológica en
la Argentina.

7. La trama entre metafísica y animismo sigue siendo en plena modernidad un lugar de


producción goyesca, por aquello de que "el sueño de la razón produce monstruos".

8. Foucault (1992: 38) en El orden del discurso en clave trágica aborda los
"procedimientos de sumisión del discurso. ¿Qué es, después de todo, un sistema de
enseñanza, sino una ritualización del habla; sino una cualificación y una fijación de las
funciones para los sujetos que hablan; sino la constitución de un grupo doctrinal cuando
menos difuso; sino una distribución y una adecuación del discurso con sus poderes y sus
saberes ?¿Qué es la "escritura"...".

9. Hyman (1993 :80) uno de los metodólogos inspiradores de esta concepción señala que
"el analista decide qué tipo de diseño escogerá y lo ejecutará en función de los recursos
disponibles y del tipo de problema que vaya a estudiar. El análisis parte habitualmente del
diseño y sigue hasta que las propiedades establecidas en la etapa de planeamiento
aseguren el éxito".

10. Según Hacking (Lamo de Espinosa y otros, 1994), Kuhn impactó tanto sobre la
Concepción Heredada (CH) como sobre el falsacionismo popperiano que por entonces
constituía la punta crítica contra los presupuestos del neopositivismo lógico. Las
coincidencias entre los autores de la CH y el Popper de aquellos años sesenta, momento
en que el pensamiento de Kuhn hiciera su irrupción, hablan de fuertes líneas de
continuidad. Las principales características de la Concepción Heredada (Lamo de Espinosa
y otros, 1994) son: realismo ; la postulación de estrictos criterios de demarcación entre
ciencia y sentido común y ciencia e ideología ; una noción del progreso científico basada
en la acumulatividad ; un presupuesto que distingue tajantemente entre observación y
teoría ; el presupuesto de que sólo la observación y la experimentación sirven de
fundamento a las hipótesis y teorías ; la postulación de la estructura deductiva de las
teorías y el hecho de que las pruebas de las teorías se siguen a partir de los informes de
observación ; énfasis en la precisión e invarianza de los conceptos y términos que se
emplean en el quehacer científico ; la distinción entre el contexto de descubrimiento y el
contexto de justificación o validación y la creencia en la unidad de la ciencia. Lo que dice
Hacking es que estas son, a grandes trazos, las imágenes prevalentes en la filosofía en la
historia y en la sociología de la ciencia antes de la aparición de la concepción kuhniana,
específicamente antes de la aparición de la ERC, aún cuando otros autores antes ya
planteaban críticas a la Concepción Heredada.

11. Ibañez reconoce tres perspectivas de la investigación social "la distributiva, la


estructural y la dialéctica, [las cuales] puntúan de modo diferente estos niveles: la
perspectiva distributiva puntúa sobre todo el nivel tecnológico (es empirista), la
perspectiva estructural puntúa sobre todo el nivel metodológico (articula empirismo y
formalismo), la perspectiva dialéctica puntúa sobre todo el nivel epistemológico (articula
empirismo, formalismo e intuicionismo)" (1986: 51).

12. Para Ibañez (1996: 74) "una técnica se puede transmitir a nivel de contenido (...) cómo
cocinar un plato (o cómo realizar una encuesta). Un arte sólo se puede transmitir
mediante una comunicación a nivel relacional: así cómo pintar un cuadro o cómo operar
una úlcera (o cómo realizar un grupo de discusión). En este caso se puede aprender
mediante una relación interpersonal prolongada con uno que sabe: el pintor, el cirujano o
el sociólogo que trabaja con grupos suelen estar muchos años al lado de un 'maestro'
(también pueden aprender, emborronando telas, matando enfermos o mareando a la
gente)".
13. Una curiosa y bucólica versión romántica del cualitativismo que, incluso, parece
anterior al romance entre técnica y cultura que propugnaron las versiones modernistas
reaccionarias en el período de entre guerras (Herf, 1993).

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