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MUY BUEN TRABAJO Angélica. Una historia muy bonita


Nota: A
Angélica Paredes
Prof. Oliva
SPAN 303
4 de febrero de 2017
Mi maestro de la infancia

La facilidad que tenía para identificarse con los estudiantes era una cualidad que lo

caracterizaba. Su nombre es Adalberto Gonzales Redrujo. Su labor como maestro era admirable

ya que él era un maestro rural. Para empezar, un Maestro rural iba a los ranchos donde no había

escuelas ni maestros y él se quedaba a vivir en ese rancho durante el año escolar. Solo visitaba a

su familia en raras ocasiones. Los fines de semana los compartía con los estudiantes y sus

familias.

Además, en el rancho que yo vivía solo habíamos[ había] menos de veinte estudiantes

de todos los niveles de grado. Así que el maestro tenía la responsabilidad de enseñar a todos los

estudiantes indiscriminadamente. En un momento estaba enseñando a niños de primero y al

siguiente estaba dando una lección para los estudiantes de sexto. Por lo general, los maestros

dedicados inspiran a los estudiantes a obtener una educación superior y el maestro Redrujo me

inspiró a estudiar hasta donde mis posibilidades me lo permitieran. De hecho, el maestro Redrujo

creyó en mis habilidades como estudiante al punto de sentir una admiración hacia mí y eso me

motivó a seguir aprendiendo aún más.

Aún recuerdo claramente una anécdota, en mi rancho no teníamos un párroco pero

teníamos a un señor que se dedicaba a leer la biblia y él conducía una especie de presentación
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religiosa. Esta persona me pidió que le ayudara a leer la biblia y yo me sentí halagada por la

propuesta así que acepté. A mí me gustaba leer y, aunque me daba un poco de pena leer en

público, disfrutaba hacerlo. En una ocasión, el maestro asistió a una de estas presentaciones

junto con personas del rancho y ranchos vecinos. Llegó la hora de leer la biblia y yo como

siempre tomé la biblia y leí la lectura que tocaba para esa ocasión. Cuando yo leía me gustaba

transmitir lo que estaba leyendo al público. Entonces yo leía y al mismo tiempo hacia contacto

visual con las personas de la audiencia. Después de la lectura, el maestro me comentó que en sus

años de docencia no había conocido a nadie con mis capacidades académicas. Así que se dedicó

a hacer lo que estaba en sus posibilidades para explotar mi potencial. Tanto creyó en mí que me

inscribió en una competencia académica y todas las noches le suplicaba a mi padre que me diera

la oportunidad de estudiar más allá de la primaria. Sin embargo, no logró convencerlo.

A pesar de los años y la distancia, aún recuerdo su empeño y admiración. Tanto fue el

impacto que él hizo en mi vida que en estos momentos estoy estudiando en la universidad solo

porque él creyó en mí. Por consecuencia, él me hizo creer en mí misma. Si no fuera por su

empeño y dedicación, yo no estaría estudiando. Desgraciadamente, perdimos contacto pero aun

así, le guardo un gran cariño y agradecimiento por haber sementado [cimentado/ consolidado] la

importancia de la educación en mi vida.

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