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Pronostico De Probabilidades.
Introducción
‘’El termino cultura tiene varias acepciones conceptuales desde diferentes disciplinas y
dentro de cada una de ellas desde diferentes enfoques teóricos. Desde el punto de vista
antropológico de manera general se entiende por cultura las prácticas materiales y de
significación, al mismo tiempo, de continua producción, reproducción y transformación de
las estructuras materiales y de significación que organizan la acción humana. La acción
social o práctica, se entiende como acciones y productos provistos de sentido, y participes
de la producción, reproducción y transformación de los sistemas de significación
(Bourdieu, 1990. Geertz, 1989). La cultura es un sistema de interrelaciones entre los
procesos individuales ontogenéticos, los sociales e históricos del comportamiento colectivo
en un corte de tiempo y los antropológicos e históricos que hacen posible los productos
culturales, incluyendo a las manifestaciones artísticas, cotidianas, científicas, tecnológicas
y las de tipo folklórico’’
Esta definición puede resultar algo seca pero en términos generales adecuada
para el entendimiento de lo que cultura, el concepto en sí, puede abarcar; sin
embargo, existe un debate continuo respecto a aquello que es cultura en lo que
respecta a varios niveles; global, internacional, nacional, local, etc.; más a fondo,
existe controversia en la definición de cultura que cada país se asigna a sí mismo
como identidad cultural propia, y que en el caso de México no presenta solo el
choque de ideas común en la academia, sino que por encima del mismo posee
una noción tan vaga y general de lo que podría abarcar su cultura que los mismo
académicos tienen dificultades en atacar a sus contrincantes por la misma
fragilidad de sus conceptos; esta vaguedad, la explica Bajar Navarro (2015):
‘’La tesis del mestizaje cultural sostiene que existen una identidad y una cultura mexicana
propias, con sus diferentes particularidades en cada región, las cuales serían el resultado de
una síntesis de distintos elementos culturales provenientes de las sociedades indígenas,
europeas y africanas. El encuentro de estos grupos crea una síntesis cultural mestiza que
representaría una nueva sensibilidad y actitud ante el mundo, el mestizaje supone un
proyecto nuevo de cultura, en el cual bajo la batuta de los ideales provenientes de la
ilustración, convergen el carácter de los pueblos precolombinos, la cultura hispánica y
católica, la fuerza y el ritmo del África negra. ’’ (Bajar Navarro, 2015)
Advierte así Valenzuela Arce en respecto a la dificultad de definir una sola cultura
en un país de gran diversidad y tocado por tantas culturas foráneas:
‘’es interesante hacer notar que el debate sobre la definición de la cultura nacional se ha
centrado más en la pluralidad cultural de las regiones que en las diferencias de clase;
basándose en la diversidad de grupos étnicos que caracterizan el espectro cultual de
México; frente a esta diversidad indiscutible, la definición de cultura suele convertirse en
actos de autoridad que se imponen sobre la multitud de etnias y sobre el derecho que estas
tienen de ser consideradas como auténticamente mexicanas como cualquiera que se quiera
erigir como representativa de la nación en su conjunto. (Valenzuela Arce 2015)
Planteamiento
Si se toma en cuenta que México coexiste con varias culturas externas de manera
natural –una de las mayores y más previsivas la de su vecino geográfico Estados
Unidos de América, además de ciertas facciones del sector sud-americano, como
Colombia, Brasil, etc.- desde la misma emergencia de la nación, relaciones cuyos
efectos continúan presentes si se analiza la historia en el sector educativo,
religioso, arquitectónico, gastronómico, artístico, y en resumen gran parte de los
componentes culturales de la región, los cuales hasta este día poseen
antecedentes, en primer lugar europeos –franceses, españoles, normandos,
gaélicos, etc.- y más recientemente estadounidenses –inicialmente a través de la
interacción comercial y exploratoria entre grupos nativo-americanos de México y lo
que ahora se conoce como Estados Unidos de América, y posteriormente tras la
colonización de EUA por la corona británica lo cual introdujo a México colonial a
sus vecinos bajo una identidad cultural distinta tanto a la nativo americana como a
la europea- se puede entender que la cultura Mexicana por si misma siempre se
ha visto influenciada por varios fenómenos culturales que en la actualidad han sido
identificados y descritos más adecuadamente, y en los que se ahondara más
adelante.
En adicción a este precedente natural en vista de las características geográficas
de México como un conector entre el sector Norte y Sur del continente Americano,
otro factor bien conocido se introduce en la década de los 90s, cuyo impacto ha
resonado en todos los continentes del plano global, y cuyos efectos emergen con
una velocidad inusitada de aquella con la que las pautas y tendencias suelen
esparcirse a través de las culturas –algo que el autor Rick Riordan observa como
la ‘llama de la civilización del Este’, un fenómeno que fluye desde los centros de
prosperidad e influencia en las civilizaciones y que esparce las costumbres, ideas
y tendencias de estas hacia aquellas a su alrededor; este patrón es un efecto
común del avance humano, y puede ser identificado a través de la historia al
analizar los componentes culturales de un periodo en particular, rastreando el
origen de las tendencias hacia su área de origen original, la cual es caracterizada
por su afluencia, vanguardismo, capacidad militar y erudición, -siendo un flujo en
el cual se identifica la época de la cultura Griega, la Romana, la Alemana –o la de
la región de la actual Alemania-, la Francesa, Española, y eventualmente la de
Gran Bretaña, hasta el periodo de 1850s en la cual Estados Unidos de América se
volvió el centro de tendencias hasta recientemente- este factor es, por supuesto, la
globalización.
Así pues, cabe la necesidad de asentar unos cuantos términos base de factores o
fenómenos de interacción cultural cuyos efectos influyen en la cultura tradicional
de un sistema social local.
Costumbres y creencias del México colonial, cuya presencia podría ser trazada
hacia puntos prehispánicos, han desaparecido a lo largo de los siglos de manera
natural o forzada; no obstante, uno difícilmente puede argumentar que el México
industrial se veía desprovisto de una riqueza cultural nacida de la integración de la
ascendencia nativa con tradiciones post-coloniales; aún más, para poder entender
la ‘perdida’ o ‘continuación’ del aparato cultural, debe caerse en cuenta de la
naturaleza procesal de la cultural, es decir, que esta funciona como un proceso
evolutivo, en constante reciclaje, asimilación e integración, por lo cual si se
pretendiera argumentar la perdida un cierto de rasgo cultural específico, habría
necesidad de trazar el origen mismo de este objeto en particular, a manera de
explicar su introducción, adopción y continuidad dentro de la cultura mexicana
para así poder excusar si esta es verdaderamente natural a la misma.
Un ejemplo claro de esto puede llevarse a las natividades; siendo que México no
es un territorio católico por naturaleza, sino convertido como parte del proceso de
colonización por una nación con fuerte conexión al cristianismo, el argumento
hipotético de la perdida de costumbres mexicanas en relación al decline en
familias que sigan la tradición de ‘pedir posada’ debido a la disminución de
población rigurosamente católica, podría de hecho entrar en conflicto si se
sostiene una parcialidad a la influencia nativa en la cuestión de la identidad
cultural de México.
Este ensayo, por supuesto, no favorece la idea de que cualquier práctica por su
misma popularidad tiene el derecho de ser integrada en aquello que es Cultura
para México, sino que busca esclarecer: 1) la elefante de aquello que es
‘intrínsecamente mexicano’, 2) la dificultad de asentar lo mismo en respecto a la
fluidez de interacción cultural que México ha tenido y continua teniendo en su
evolución como nación, y que, incluso si 1 y 2 han sido asentados bajo ‘de este
periodo a este, de esta comunidad a esta, eso es cultura mexicana’, 3) toda
medida de definición de cultura es fuertemente susceptible al tiempo.
Aquí podemos rastrear otro buen ejemplo de flujo intercultural, pero más
importante aún, de asimilación cultural; si el deporte es un componente de la
cultura de un país, el futbol es entonces una parte integral de la cultura mexicana,
hasta el punto en que es definido como el ‘deporte nacional’; más allá de las
implicaciones de ‘Camino al Dorado’ (DreamWorks, 2000), el futbol, pasión
nacional, no es nativo a América prehispánica; ni siquiera es un obsequio
importado a México por ancestros españoles, sino que es un fenómeno
ciertamente reciente, aproximadamente del siglo XIX, introducido por grupos de
ingleses llegados para asesorar la explotación de minas en México. Incluso con su
relativa juventud, al ser un deporte practicado de manera local por solo dos siglos,
el que se le considere un deporte nacional es entonces otro punto de contención
en la dificultad de apuntar un cierto valor de exactitud a la cultura; si se hubiera de
preguntar a la población general mexicana que deporte prehispánico se practica
aun en México, muchos apuntarían al futbol, bajo la simple idea de que un deporte
tan intrínsecamente entrelazado con su sistema cultural debe ser, por lo menos,
un antecedente; si se les preguntara por otro deporte, pocos podrían responder,
porque pocos o casi ningún deporte original a la zona sobresalta por encima de los
otros favoritos nacionales, como lo son el béisbol, el basquetbol, el karate, judo,
etc.
Hoja de Datos
‘’Nuevos cómos y por qués han surgido en nuestro país, los cuales obligan a
replantear y a dar nuevas respuestas a lo que ha sido el trabajo cultural tradicional
del Estado mexicano. Tenemos un país con nuevas necesidades sociales y políticas
en las que la participación social toma otra dimensión, para que los bienes y
servicios culturales lleguen a todo el país.’’ (Tovar, 2013)
Así pues, dejando entendida la titánica tarea del sector académico en llegar a
‘que, como, en qué condiciones’, las practicas específicas que el INEGI puede con
certeza mencionar como cultura mexicana –si bien inexactas y muy
probablemente incompletas- permiten hacer una observación de las tendencias de
aquellas cuestiones del aparato cultural mexicano que, si no bien definidas en un
‘porque’ bajo el cual se permita una clarificación de otras cuestiones obtusas, por
lo menos se entiende que de una manera u otra se les reconoce como intrínsecas
a la cultura mexicana, en lo que respecta al consumo o nivel de atención que la
ciudadanía y el Estado le otorgan a lo largo de los años . ¿Cómo medimos con
precisión la amplia variedad de prácticas culturales que existen alrededor del
mundo? ¿Cómo ha afectado la era digital a la participación cultural de la
sociedad? ¿Con qué frecuencia la población de un país específico asiste a un
festival de música o va al cine? ¿Cómo interactúan las comunidades
culturalmente?
Una de las herramientas que pueden utilizarse para avistar en términos generales
el elefante de la cultura en México es la Encuesta Nacional de hábitos, prácticas y
consumo culturales realizada por Conaculta; aunque no toma en cuenta ciertos
aspectos de los componentes culturales de manera directa –tales como deportes
cuya relevancia sea específica a México, gastronomía nacional, la cual es un
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (UNESCO, 2010)-, pautas culturales, o
festividades categorizadas de acuerdo a las costumbres de la región que podrían
determinar su verdadera interacción con la cultura mexicana, etc.-, la encuesta ha
permitido marcar las tendencias de influencia cultural en la vida cotidiana de los
mexicanos. La encuesta más reciente fue elaborada en el 2010, con la intención
de presentar resultados de una nueva encuesta en el 2018 (INEC, 2016); en el
aspecto de literatura, solo el 28.5% a leído, por lo menos, un libro en el año,
la asistencia a espacios de recreación cultural cotidiana presentan
Bibliotecas 54.9%, Librerías 43.2% Museos 54.3% Zonas arqueológicas
43.5% Presentaciones de música 53.8%, y Presentaciones de música clase
un diminuto 9.3%, con presentaciones de danza 32.7%, cine 75.2 (el cual
parece prometedor, con la excepción de que la mayoría del contenido
cinematográfico actual consiste en películas extranjeras), teatros 31.3%,
artes plásticas 12.2% y artes visuales 12.9%. De igual forma, la encuesta
actual presenta que sólo 62% de la población acude a eventos o a sitios
considerados como prestadores de servicios culturales, es decir, sitios y
eventos culturales seleccionados, fiestas tradicionales, ferias y festivales
artísticos.
El INEGI hace uso de esta para analizar la medición del sector de la cultura en
México definido en cuestión del Producto Interno Bruto generado por actividades
de Mercado fuertemente relacionadas con este sector, -tanto por ámbito comercial
empresarial como la producción cultural que crean los hogares y la gestión pública
en cultura por el Estado. Este, a diferencia de la Encuesta Nacional de hábitos,
prácticas y consumo culturales realizada por Conaculta, tiene mayor frecuencia,
con datos actuales de hasta el 2015; el 2015 presento un Producto Interno Bruto
(PIB) de las actividades vinculadas con el sector de la cultura con un 2.9% del PIB
del país. Un análisis más exacto observa
‘’A su interior, esta cifra se conformó con 2.1 puntos del valor de los bienes y
servicios producidos para el mercado, y 0.7 puntos de las actividades no de
mercado relacionadas con la cultura. Al desagregar el PIB de la cultura por
actividades económicas, se observó la siguiente distribución: en las actividades de
producción manufacturera de bienes culturales (como por ejemplo, las artesanías o
el equipo de audio y video) se generó el 23.5%; en el comercio el 16.7%; la
generación de información en medios masivos 15.6%; los servicios profesionales,
científicos y técnicos 8.5%; los servicios de esparcimiento, culturales, deportivos y
otros servicios recreativos 7.7%; los servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes
muebles e intangibles 2.5%; en los servicios educativos, y en otros servicios
excepto actividades de gobierno 0.2%, en cada caso. Además, se consideró el valor
aportado por las actividades no de mercado, como los denominados “Otros bienes
y servicios” (integrado por la producción cultural de los hogares) que
contribuyeron con el 21.5% del PIB de la cultura; y las actividades legislativas,
gubernamentales y organismos internacionales que participaron con el 3.6%
restante (ver diagrama siguiente). ’’ (INEGI, 2016)
Debe destacarse, sobre todo en relación a los datos anteriores de los bajos
niveles de educación cultural, que del total de las personas que acuden a cursos y
talleres culturales solo 30% son niñas y niños de 6-11; 22.4% adolescentes de 12-
17 años; 19.5% jóvenes de 18-29 años; y el resto se esparce entre los grupos de
30 a 49 años (17.8%) y 50+ (10.26%).
Desarrollo
Conclusiones
Las interpretaciones de los datos presentadas con anterioridad son en relación a
una tendencia pronunciada hacia la disminución de los niveles de participación
poblacional e el aspecto cultural; más exactamente, si se correlaciona la
interpretación de los datos de participación poblacional en lo que respecta a
formas de interacción cultural cotidiana, bajos las cuales se exhibe una reducción
del interés general de la población hacia la cultura local combinada con una
atracción hacia la imagen proyectada de culturas externas, es fácil entender que el
grado de relación entre esta y el nivel de población con estudios o en estudio de
aspectos culturales no es solo elevado, sino que muestra tendencias cíclicas; la
falta de educación en el ámbito cultual significa que la población no está
adecuadamente expuesta a los ámbitos más atractivos de la cultura local, por lo
cual buscan entretenimiento en el ámbito más popular, -el del cine- pero el cual al
estar sujeto a culturas externas que, al ser ajenas, no hacen uso de la oportunidad
de presentar información con la cual se eduque a la población de estas
cualidades; la población, continuamente ignorante de las mismas y expuesta a
otras culturas bajo perspectivas llamativas, no tienen interés en ahondar el estudio
de la cultura local, completando el ciclo.