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Para una mejor educación sin acoso escolar

Eduardo Abraham Díaz Pérez

El bullying o acoso escolar se define como “el conjunto de comportamientos intencionales,

hostiles y poco éticos que de manera frecuente y prolongada se dirigen hacia otra persona

valiéndose de un poder real o ficticio con el fin de provocar daño” (Romero y Plata, 2015. p.

267). Este comportamiento, en la educación básica, suele manifestarse a través de agresiones

físicas; sin embargo, en el nivel superior es más difícil de identificar, pues es mucho más

sutil, la victima no es expuesta, sino minimizada, se desgasta lentamente, es un acoso

psicológico en el que en la convivencia cotidiana no hay respeto y sí hay discriminación.

Pero el hostigamiento a nivel universitario suele invisibilizarse porque pareciera que es una

práctica cotidiana y común que a nadie afecta. (Romero y Plata, 2015).

El acoso escolar en el nivel universitario suele causar problemas con la eficiencia

educativa, pues en un ambiente hostil, el alumno que padece dicho hostigamiento no puede

desarrollar sus capacidades cognitivas de manera óptima, porque siempre existirá alguien

que, por ello, lo moleste; lo anterior puede causar inhibición al momento de desempeñarse

por miedo al rechazo y a la exclusión del grupo social, lo que es mucho más dañino en

adolescentes, pero sigue siendo un factor determinante en los jóvenes universitarios, quienes

muchas veces prefieren las relaciones sociales antes que el desempeño académico. A largo

plazo, el acoso escolar no sólo afectará a la víctima que lo padece, sino a la calidad de la

educación en general y, sobre todo, a las relaciones interpersonales, pues el individuo se

acostumbra a vivir este tipo de violencia, la normaliza y, posteriormente, la justifica y la

reproduce inconscientemente.

Para tener una convivencia sana con los compañeros de la escuela es necesario

erradicar el acoso. Sin embargo, para lograrlo, es importante atender tanto a la víctima como
al victimario. Éste representa la mayor dificultad al momento de plantear el problema de

hostigamiento escolar debido a dos factores: el primero, como bien mencionan Romero y

Plata, consiste en que el acosador suele tener grandes problemas de convivencia, que se

generan desde casa (Romero y Plata, 2015), en otras palabras, el victimario requiere la misma

o mayor atención psicológica, pues su hostigamiento se debe a carencias afectivas y falta de

autoestima; la segunda es que el victimario culturalmente ha interiorizado ya el acoso como

algo normal, con lo que no sólo piensa que sus actos son inocuos, sino que además considera

que está haciendo un bien a su victima ya sea porque lo vuelve “más fuerte” o lo ayuda a

“integrarse”.

Por todo lo anterior es importante hacer consciencia en todos los estudiantes

universitarios sobre el problema del acoso escolar, no invisibilizar los pequeños factores de

hostigamiento que parece inocuos, no normalizarlos y no apoyarlos. Además es necesario

promover convivencias más sanas de apoyo, participación, compañerismo y amistad no

violenta dentro de las instituciones de educación superior.

Bibliografía

Romero Palencia, Angélica y Plata Santander, Juana Vianey (2015). “Acoso escolar en

universidades” en Enseñanza e investigación en psicología. Consejo Nacional para la

Enseñanza en Investigación en Psicología A. C.: México.

Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29242800003 (31 de enero de 2018)

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