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#AdoptaUnaAutora: 12 recomendaciones para 2018

El inicio de año se aproxima y es común buscar recomendaciones literarias novedosas que


nos sacudan un poco la rutina. Así que un poco empalagada de los mismos autores, y de
comprobar que existe otra mirada hacia la literatura escrita por mujeres de la que no se
habla mucho, en la que las autoras son poco reconocidas y leídas, me dediqué a la gustosa
tarea de hacer una lista de doce autoras que les comparto con una breve reseña, algunas
escritas por mí y otras de colaboraciones diversas, con la finalidad de dar difusión a la
riqueza literaria escrita por mujeres.

Espero que disfruten la selección:

1. Blanca Ansoleaga (México, 1948), Contigo mar.

En Contigo mar (2016, Textofilia Ediciones), de Blanca Ansoleaga, la historia de tres


mujeres se entrelaza porque coinciden cerca del mar, eligieron vivir junto a él y algunas se
conocen de años atrás. Todas ellas deben enfrentar sus miedos para poder vivir la vida que
merecen, aunque no siempre podrán lograrlo: algunas terminarán hundiéndose bajo las olas,
cansadas de luchar por mantenerse a flote. Mientras que otras podrán encontrar el coraje
suficiente para seguir nadando y llegar a la orilla que las mantendrá a salvo del abismo

2. Jamila Medina (Cuba, 1981), Ratas en la alta montaña.

Ratas en la alta noche exige su lugar como referente literario y erótico contemporáneo al
(de)mostrar que el sexo no debe vulgarizarse como la música “actual” y, como incentivo,
nos invita a no cristalizar el lenguaje; a desentrañarlo y disfrutar de sus ilimitados usos,
como si nos halláramos frente a un amante en una reconfortante alcoba.

3. Maritza M. Buendía (México, 1974), Tangos para Barbie y Ken.

Para iniciar el año con sensualidad, erotismo y perversidad, Textofilia Ediciones nos
trae Tangos para Barbie y Ken, de Maritza M. Buendía. Libro que, si bien nos puede atraer
por su llamativa portada rosa, termina arrastrando y mostrándonos el lado oscuro de las
relaciones humanas. Un baile, un tango que poco a poco nos provoca más, la sensualidad va
aumentando hasta llegar al punto en que se quiebra y da paso a la perversidad. Las
relaciones se trastocan y los que antes parecían amantes del baile, de la vida, se convierten
en sus esclavos.

4. Julia Piastro (México, 1989), Pies en la tierra.

Julia Piastro, en Pies en la tierra, publicado por Proyecto Literal, nos hace visible lo
invisible; agranda las pequeñas cosas “sin importancia” y nos las pone enfrente. Hace que
veamos desde dentro, desde otro lado, como si se tratara de un juego de reflejos.

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5. Gilma Luque (México, 1977), Los días de Ema.

La sensación de soledad, el ambiente familiar opresivo y la incomprensión de sus


compañeros en la escuela acentúa en Ema esa subjetiva y, a menudo, sesgada percepción de
ser “rara”, de estar al margen y no cumplir con los estándares de belleza que los demás
buscan y aprueban. Pero independientemente de que esa sensación tenga una justificación
externa, lo interesante de la novela es cómo se plantea esa rarefacción en una joven
incipiente. Gilma Luque nos acerca a tópicos que parecen nimios, incluso, superados; pero
que no han dejado de asolar a generaciones de jóvenes que no están seguros de sí mismos,
afectados por lo que los otros opinan y critican en ellos: la ropa, el vocabulario, la
apariencia física, el peso o las posibilidades económicas…

6. Ana García Bergua (México, 1960), La tormenta hindú y otras historias.

La pluma de Ana García Bergua es versátil. No sólo porque puede saltar de un género a
otro con un esfuerzo similar al de quien da vuelta a una hoja, también porque tiene la
habilidad de dotar a cada texto de una identidad propia sin dejar de lado su estilo. Los
veintidós cuentos de la autora, que Textofilia —en coedición con el extinto Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes— reúne en La tormenta hindú y otras historias (2015),
son el mejor ejemplo de ello. A través de la construcción de personajes tan disímiles —que
van desde la pareja de ancianos empeñados en practicar todos los ejercicios de un libro
similar al Kamasutra, hasta la pareja de niños obcecados en desentrañar la rareza de su
vecino—, esta compilación erige, a fuerza de humor y atmósfera, la obsesión como su
centro de gravedad.

7. Tanya Huntington (Estados Unidos, 1969), A dozen sonnets for different lovers.

Es una escritora comprometida con el mundo en que vivimos, con el medio editorial, con la
lengua (inglés o español, da lo mismo) y con el arte. No es casual que A Dozen Sonnets for
Different Lovers (Ediciones Acapulco, 2015) sea al mismo tiempo un poemario muy formal
y una pieza visual que podría ser considerado el soneto número trece de este libro.

8. Rosario Castellanos (México, 1925), Albúm de familia.

Lo novedoso de uno de sus cuentos, “Lección de cocina”, para la década en que se publicó,
es que, mediante la escritura, Rosario Castellanos rescata el tema de lo femenino en
aquellos lugares que le son asignados socialmente a las mujeres: la cocina, el hogar. En este
cuento se adelanta en el tema y la experiencia del trabajo doméstico y de cuidados no
remunerados, asignados socialmente a las mujeres y que forma parte de los actuales ejes
fundamentales del movimiento feminista, dando inicio a una literatura que se escribe con
tinta violeta, que rompe con el androcentrismo literario que invisibiliza la experiencia de las
mujeres en la narrativa.

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9. Vivian Abenshushan (México, 1972), El clan de los insomnes.

Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2002 por El clan de los
insomnes, un breve compilado de seis cuentos que giran en torno al insomnio de los
personajes: “Homenaje al Doctor Zorasky”, “Kuboa”, “Ningún rapto es pasajero”, “La
esposa despierta”, “La conjura de los peatones” y “La cama de Lukin”, este último con un
enfoque novedoso sobre la utopía de la emancipación masculina.

10. Marcela Serrano (Chile, 1951), Dulce enemiga mía.

El relato de la vida íntima de cada una de las protagonistas de los 20 cuentos compilados
en Dulce enemiga mía, desnuda la soledad, la vulnerabilidad del cuerpo, el miedo al
cambio, el aburrimiento en el matrimonio o la desesperanza de una vida precaria. Mujeres
casadas, madres solteras, viajeras, jóvenes y amas de casa son personajes que han podido
adaptarse a nuevas condiciones, renunciar y buscar un cambio radical en la vida que, sin
aviso, las sacudió.

11. Simone de Beauvoir (Francia, 1908), La mujer rota.

El mito del amor romántico, nos conduce, sin aviso, a la desilusión amarga del desencanto
amoroso. En los cuentos de Simone, la promesa de amor eterno es puesta en cuestión, ya
que el matrimonio no garantiza la unión eterna porque siempre aparece lo inesperado: el
engaño, la infidelidad, los estragos del avance de la edad. La partida de los hijos. Todo
cambia inevitablemente en la vida de las protagonistas, no sin la insufrible huella del
recuerdo.

12. Mayra Santos Febres (Puerto Rico, 1966), Sirena Selena vestida de pena.

En Sirena Selena vestida de pena, libro publicado en el año 2000, Santos Febres nos
presenta a Leocadio (Sirena Selena), protagonista de la novela, un joven gay huérfano que
acaba de perder a su abuela. Luego del inesperado asesinato de Valentina, su “hermana”, se
dedica a la recolección de latas y a la prostitución. Mientras recolecta, canta un bolero que
le recuerda a su abuela, entonces Miss Martha Divine la escucha fascinada y decide
invitarla a dar un show en su bar. Comienza su alianza y lo que para sus clientes significa
transgresión, para ellas es supervivencia ante la precariedad: entre leotardos plateados,
coreografías en filo de tacones y luces intermitentes, se abre paso Sirena Selena
conmoviendo con su voz al auditorio de un bar gay.

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Brenda Pichardo (Ciudad de México). Escribo reseñas de escritoras en mi columna literaria
#TintaVioleta en colaboración con Liebre de Fuego.

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