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COMO RUGIDO DE LEÓN

(Apocalipsis 10)

El león es fuerza y belleza; y su voz es rugido que hace temblar. Pareciera un rey
hablando a su pueblo e imponiendo obediencia. Algo así es el símbolo de Apocalipsis
10 sobre el llamado de Dios a obedecer el evangelio en todas las naciones.

Hay que saber que esta visión del león que ruge y los truenos impresionantes no tiene
como finalidad llevar el miedo al mundo. Es todo lo contrario. El Apocalipsis, entre
otras cosas, es la revelación en la que el triunfo eterno de todo lo justo y puro se mezcla
con las alegrías y esperanzas de una humanidad creyente y redimida por la muerte y
resurrección de Jesucristo. Es un mensaje de esperanza para aquel que se pregunta sobre
cuál será su propio paradero al dejar este mundo y entrar en la eternidad. ¿Qué será de
mí? ¿Qué será de mi familia? ¿Nos volveremos a ver en algún punto de la eternidad?
¿Desaparecerá por completo el universo material y quedará sólo existencia inmaterial?
Generalmente, quien razona en estos términos buscará el conocimiento de las Escrituras
y concluirá dándole más valor a la vida y acogiéndose a una esperanza segura.

No obstante, sentir temor por algo en la vida no es tan malo. Más bien, hay temores
que ayudan a la gente. Yo mantengo la idea de que el temor no existe para hacernos
cobardes, sino para advertirnos del peligro que debemos enfrentar. Quizá usted haya
notado que aquellos que dijeron no temer nada, fueron objeto de muchos dolores, y que
si hubieran tenido algún temor, habrían evitado mucho sufrimiento. Pero dejemos esto y
expliquemos ya la visión.

1. Como la luz del sol (ver. 1). Este ángel cubierto de luz representa a Jesucristo. Sin
Jesucristo la gente vive a oscuras. Déjeme decirle esto. La ruta a la eternidad necesita
luz, pero sólo se alumbra con la luz de Cristo. Sin él, sólo andaríamos a tientas; y cuanto
más avancemos, más nos tragará el abismo. Yo le voy a dar para su estudio personal
unas cuantas Escrituras (Mateo 4.16; 17.2; Juan 1.9; 5.14; 8.12). Una de ellas dice que
en cierta ocasión, el rostro de Jesucristo brilló como el sol; y en otra, Jesús se presenta
como la luz del mundo.

2. El arco iris en su mejor postura (ver. 1). Este ángel fuerte, brillante como el sol,
como columnas de fuego y envuelto en una nube, lleva también el arco iris sobre su
cabeza. Este elemento visual, manejado con gran delicadeza literaria, está lleno de
significado. ¡A quién no le gustan los colores del arco iris! Pero casi nadie pregunta
sobre su origen. Por la Biblia sabemos que no ha existido siempre. Apareció en día del
diluvio universal. Fue obra directa de Dios. El lo puso en las nubes como señal de
promesa a Noé y a sus hijos (Génesis 9.13-17). Le recomiendo leer esta porción bíblica,
le resultará bastante interesante; es probable que una vez leída, quiera leerle dos o tres
veces más. Yo la leo a menudo y concluyo dándole gloria a Dios.

La falta de esperanza genera tristeza. ¿Cómo explicarnos que en esta visión, el arco
iris sobre la cabeza de este ángel significa que Cristo es la única y última señal de
esperanza que Dios ha dado a este mundo? Sabemos que el mundo siempre ha estado
lleno de gente sin esperanza. No esperan nada ni a nadie. Casi siempre la personalidad
de los que son así, tiene que someterse al dominio de la amargura, la indiferencia, la
frustración y a severas depresiones. Una Escritura del Nuevo Testamento enseña
claramente que la falta de esperanza genera tristeza. No ha nacido esperanza en ellos
porque no conocen a Cristo, no saben que Cristo derrotó a la muerte al resucitar; y que
Dios ha señalado un día, a fin de que todos los que hoy esperan en Cristo, resuciten para
vivir con él eternamente en el cielo. Le recomiendo leer detenidamente estas Escrituras:
1 Tesalonicenses 4.13-18 y 1 Corintios 15.52-58. Y otra Escritura que no podía faltar en
relación con este aspecto es la que declara que Dios: "según su grande misericordia
nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada
en los cielos para vosotros" (1 Pedro 1.3-5).

3. Como rugido de león y tronazón espantosa (ver. 3). Esta llamada de atención había
de ser más efectiva que el sonido de mil trompetas juntas. Nadie quedaría sin oír el
anuncio que, como rugido de león y tronazón espantosa, llegaría hasta los cuatro
extremos de la tierra. De esta manera, el cielo, por medio de envolventes emisiones
luminosas y sonoras, nos pone a la expectativa. Se trata de un asunto importante para
todo individuo, toda familia, toda nación. Tiene que ver con la dicha o el dolor mientras
vivamos en este mundo; la salvación o la condenación, cuando entremos en la eternidad.
Este es el preámbulo celestial. Ya podrá entrar el ángel con el librito abierto en su mano,
mientras pone bajo sus pies la tierra y el mar; podrá clamar a gran voz para anunciar que
todo lo escrito se cumplirá.

4. ¿Qué representa el librito abierto? (ver. 2). Dígame lo que piensa usted sobre este
librito que lleva el ángel en su mano. Piense. Por ahora le diré lo que yo creo. Este
librito abierto representa el Nuevo Testamento, cuyas enseñanzas deben ser predicadas
en todas las naciones (Mateo 28.19,20; Marcos 16.15,16).

Déjeme acentuar esta idea. Como profesional de literatura, he tenido que leer muchos
libros, de todos los movimientos literarios y de todos los géneros. Y jamás he leído un
libro tan pequeño que enseñe tanto en cuanto a la vida, y que inspire tanta confianza en
lo que dice, como el pequeño Nuevo Testamento. Tan pequeño es, que cabe en la bolsa
de mi camisa. Aunque fue escrito en el siglo primero por hombres que Dios escogió e
inspiró, todavía sigue siendo tan actual que en nuestro mundo contemporáneo, millones
de personas han encontrado en su lectura, destrezas suficientes para la conquista de una
vida mejor. Como manual formativo del carácter de la familia, todavía sigue sin
subtítulo. Por eso el énfasis que esta visión le da.

El librito abierto es, pues, el Nuevo Testamento, el cual contiene en su totalidad la


doctrina de Cristo; y nadie podrá cerrarlo porque Dios ha determinado que se mantenga
abierto hasta el fin del mundo, para que todas las personas en todas las naciones
aprendan de él. Anteriormente Jesús había anunciado: "El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24.35).

5. Dulce y amargo (ver. 9). La visión dice que Juan tomó el librito y lo comió; y le fue
dulce en su boca, pero amargo en su vientre. Lo dulce del evangelio es para todos los
que oyen la palabra y se convierten a Cristo. Pero a veces ocurre que algunos tienen que
sufrir lo amargo, que son las persecuciones y aun la muerte. Usted sabe que la historia
está llena de esto.
La persecución contemporánea. No hay duda de que usted ya ha podido observar que
nuestro mundo contemporáneo ha venido desarrollando una nueva manera de
persecución que conspira sobre todo contra la juventud cristiana; ideas que como plaga
infernal, vuelan de nación en nación, confundiendo el pensamiento del joven para
sumirlo en la desesperación y finalmente, atraparlo en algún refugio de iniquidad, como
podrían ser, entre otros, los cultos extraños, enemigos de la familia y la verdad del
Señor; pandillas y comandos entregados a la droga, narcotráfico, secuestro y muerte,
prostitución, homosexualismo, cuya inmoralidad amparada por la ley y hasta por
algunos sectores de la religión, como son los casamientos entre parejas homosexuales,
jamás fue vista ni siquiera en Sodoma y Gomorra; comunidades corruptas ya hundidas
en la sensualidad y en otras prácticas abominables a los ojos del Señor.

Los tiempos son malos y está escrito que la persecución apartará a muchos de la fe. Así
lo hizo ver Jesús en su parábola del sembrador: "Los que fueron sembrados en
pedregales... no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando
viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan"
(Marcos 4.16,17).

6. El fin vendrá (ver. 6). La visión dice que "el tiempo no sería más"; y que debido a
ello se hace necesario llevar su palabra a muchos pueblos y naciones. Recordemos que
ya Jesús, antes de volver al cielo, anunció el fin del mundo cuando hizo ver que él
estaría envuelto en la predicación "hasta el fin del mundo" (Mateo 28.19,20). Pedro
dijo que este acontecimiento será espantoso, ya que un gran estruendo acompañará la
enorme conflagración o incendio del mundo. Hace ver que así como el primer mundo en
días de Noé fue destruido por agua, el universo físico, en el que ahora vivimos, será
destruido por fuego. Estas son sus palabras: "Pero los cielos y la tierra que existen
ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del
juicio y de la perdición de los hombres impíos... Pero el día del Señor vendrá como
ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los
elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán
quemadas" (2 Pedro 3.7,10).

El juicio del fin. Por esta Escritura, usted comprenderá que el juicio de Dios sobre el
hombre impío estará presidido por esta conflagración cósmica. Aquí debemos incluir
además el juicio declarativo que pronunciará Jesucristo para el fin del mundo: "E irán
éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" (Mateo 25.46).

Sólo quedará lo inmaterial. La total disolución del universo físico, usted podrá
explicársela en base de que se trata de algo material; por lo tanto, temporal y no eterno
creado por Dios para servir a un propósito, y disolverlo cuando el propósito se haya
cumplido. El Nuevo Testamento, al explicar la eternidad del reino del Señor (el reino
del Señor incluye todos los convertidos a Cristo que resucitarán con cuerpos
incorruptibles para vivir eternamente en el cielo inconmovible), asegura que es
propósito de Dios, remover al final "las cosas movibles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles" (Hebreos 12.27).

Pedro y la era atómica. Conviene observar que la época del apóstol Pedro ha quedado
separada de la era atómica por unos dos mil años; no obstante, por inspiración predice
este incendio del fin. Y un posible incendio como éste, es lo que actualmente el mundo
teme, y lo que ha generado en el campo de la astronomía, teorías que significan la
destrucción de la tierra por causa de fuegos atómicos. Científicamente no hay nada,
pues, que nos dé la idea de que la tierra sea eterna.

Como cristianos, debemos acentuar que las palabras de Pedro no constituyen una
teoría sobre un posible cataclismo que hará volar en pedazos el universo material hasta
dejarlo disuelto y a obscuras. No se trata, pues, de una teoría; más bien, sus palabras
forman parte de una de las principales doctrinas del librito abierto o Nuevo Testamento;
Jesucristo vendrá para el fin del mundo y juzgará a todos.

Para que pueda ampliar este estudio en sus momentos devocionales, déjeme darle
otros textos bíblicos; notará que tratan distintos aspectos del mismo asunto: 2 Pedro 3.1-
14; Apocalipsis 20.11-15; 2 Tesalonicenses 1.7-10; Hebreos 12.26-29; Mateo 24.29-39;
25.31-46.

Ahora permítame concluir. Por la lectura de este trabajo, usted podrá inferir que todas
las ideas que he podido combinar aquí, convergen en un asunto bastante serio: Usted
debe oír el evangelio y ponerle mucha atención y obediencia a las últimas palabras
pronunciadas por Jesucristo cuando dio la gran comisión al volver al cielo, y que ahora
reitera en esta visión apocalíptica del ángel con el librito abierto en su mano. Estas son
sus palabras. Las pondré juntas. Compárelas:

"Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28.18-20). "Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos
16.15,16). "Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes" (Apocalipsis 10.11).

El Señor le ha hablado. Quisiera asegurarle que Jesucristo representado, pues, por el


ángel del librito abierto de Apocalipsis 10, le ha hablado a usted por medio de este
artículo. Si así lo considera usted también, no deje de compartirlo con su familia y
amigos en general. Si usted enseñara en alguna iglesia, predique su contenido y
distribuya por lo menos uno a cada persona de su auditorio.

- Efraín Valverde A.

La Voz Eterna, Marzo-Abril 2004

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