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En una disciplina relativamente joven como lo es la sociología, las presiones tanto externas
a esta como internas para ponerse “al nivel” de las más recorridas, han tenido efectos no
siempre favorables para la investigación y teoría sociológica. Presiones que el mismo
Merton, hablando de las teorías de alcance intermedio, en la introducción de este libro, ya
señalaba: presiones exteriores presentadas por individuos o grupos al servicio de los cuales
parecen estar los profesionales de la sociología (podríamos decir que los empleadores,
principalmente los públicos –Estado-), y que han llegado a creer (casi) ciegamente que la
sociología, o más ampliamente las ciencias sociales, se presentan como una solución absoluta
y definitiva a los problemas sociales contemporáneos. Sin embargo, parece que esta presión
exterior, esta creencia, ha logrado legitimarse a tal punto que el mismo profesional de la
sociología no sólo obedece a sus demandas, sino que las lleva a cabo como una tarea que
debe realizar con suma urgencia, pasando por alto el hecho señalado en la primera línea de
este párrafo: la sociología es una disciplina cuyo recorrido dista mucho del desarrollo de otras
disciplinas o ciencias; lo que implica que, aunque se hayan dado grandes avances gracias a
los “préstamos” que otras disciplinas de mayor antigüedad han hecho a la sociología, la
misma especificidad de la sociología exige sus propios métodos, sus propios datos, sus
propios conceptos y teorías, que no siempre están ya desarrolladas, maduradas, consolidadas
e incluso formuladas o siquiera pensadas.
Ignorar esta realidad resulta (y también como consecuencia de estas presiones) en un afán
por responder a necesidades, que si bien son urgentes e importantes, no siempre están al
alcance del desarrollo teórico e investigativo de la sociología en la actualidad. A su vez, esta
prisa parece desembocar en dos enfoques que muchas veces se ignoran mutuamente,
desaprovechando las grandes potencialidades que puede brindar su interacción, su
complementariedad mutua: la investigación empírica y la teoría.
Para este autor, la apuesta de los teóricos de la sociología es la de generalizar: proponen leyes
sociológicas que abarcan el grueso de la sociedad, o al menos grandes sectores de esta, sin
detenerse en los detalles, en los asuntos más puntuales que se presentan en el interior de la
sociedad. Para estos sociólogos, según Merton, lo importante es la relevancia de sus
planteamientos más que la veracidad o el cumplimiento de sus formulaciones, o más bien, la
comprobación de estas.
Sin embargo, para el autor de Teoría y Estructura Sociales, existe una dificultad en la
formulación teórica de la sociología, la cual radica precisamente en la relativa inmadurez de
esta ciencia, y es que, debido a ello, el grado de abstracción que puede permitirse la sociología
no se puede equiparar, actualmente, al que otras ciencias más antiguas se permiten. En este
punto cabría preguntar: ¿Acaso la sociología, o incluso las demás ciencias sociales, deben
buscar equipararse a otras ciencias –teniendo en cuenta, sobre todo, que su punto de contraste
son ciencias como la física y la biología-? ¿La sociología debe recorrer el mismo camino que
la física y la biología para desarrollarse plenamente? ¿No dice ya algo el hecho mismo de
que la sociología sea un producto de la modernidad acerca del camino propio que debe
recorrer esta ciencia? Podría decirse que, en la medida en que la sociología es una ciencia,
debe cumplir (como en efecto se busca en las investigaciones de este campo) ciertos
requisitos, pero el hecho de que sea una ciencia social, de que nazca en la modernidad, de
que su objeto de estudio no sea de hecho un objeto (a pesar de la proposición que nos hace
Durkheim de tratar a los hechos sociales como cosas), maleable, perfectamente cuantificable
o resumible por medio de fórmulas matemáticas, químicas o físicas nos pone de manifiesto
que estas comparaciones deben limitarse y ser más prudentes; también resulta importante
señalar que, aunque indiscutiblemente existan fuertes limitantes para una ciencia joven como
la sociología, la creatividad es una característica que no hay que desdeñar, que contiene un
gran valor en la medida en que propicia la intrepidez necesaria para crear, descubrir,
modificar o avanzar en aspectos en los que sería difícil hacerlo de limitarse a las “capacidades
actuales” de la sociología como propone Merton.
Al tiempo que Merton señala este tipo de dificultades, también expone 6 clases de actividades
o trabajos que incluyen teoría sociológica: la metodología, las orientaciones sociológicas
generales, el análisis de conceptos sociológicos, las interpretaciones post-factum,
generalizaciones empíricas en sociología y la teoría sociológica.
i) Metodología
Es de suma importancia tener en cuenta que los problemas metodológicos trascienden a los
que hay de por sí en cualquier disciplina, grupos de disciplinas o a la investigación científica
misma. Son problemas que no están ligados necesariamente a los problemas sociológicos. Es
por ello que Merton exhorta a una prudencia metodológica, la cual se presenta como
necesaria para cualquier investigación: “Los sociólogos (…) deben conocer la finalidad de la
investigación, el carácter de la inferencia, los requisitos de un sistema teórico” (pg. 96).
Aquí, el sociólogo estadounidense nos muestra que la teoría sociológica sirve como una base
importante para el desarrollo de la investigación, puesto que brinda un contexto general y
ponen de manifiesto algunas variables relevantes con las que el investigador podrá
encontrarse en el curso de su trabajo. Pero, como se hace evidente, esta contextualización no
permite ahondar en el detalle, se “limita” a la estructura, y aunque de allí pueda abrirse paso
para la formulación de hipótesis, no brinda exactamente los elementos necesarios para las
hipótesis específicas.
El trabajo teórico sociológico, entonces, brinda una suerte de guía para el proceder
investigativo, no a la manera de un manual, sino más bien a manera de una “luz al final del
camino” (o al principio) que impide que se avance a tientas y que ayuda a hacerse una idea
general, un panorama del campo que se va a explorar.
Sin negar la importancia de los otros cinco campos de aportaciones, el análisis de conceptos
sociológicos tiene una relevancia especial. Y es que sin las palabras, sin los conceptos, sin
acuerdos, sin convenciones sobre los significados, no sólo el desarrollo de una investigación
se hace difícil, si no imposible, sino que la exposición, la presentación del mismo se
encontrará igualmente truncada.
Como bien lo expone aquí Robert Merton, un trabajo de aclaración conceptual es clave tanto
en el inicio como en el transcurso de un trabajo de investigación: “los conceptos, pues,
constituyen las definiciones (o las prescripciones) de lo que debe observarse; son las variables
entre las cuales hay que buscar relaciones empíricas” (pg. 99). De lo que podemos entender
que, si no se delimita, se define rigurosamente lo que un concepto abarca, con facilidad
pueden colarse o escaparse datos, observaciones, variables que son pertinentes, importantes
para una fructífera investigación.
Este autor sin embargo, se propondrá a demostrar que la investigación empírica juega un
papel que va más allá de estar “al servicio” de las solicitudes de la teoría y que también en
un proceso más activo, “propositivo” genera aportes de gran importancia a la construcción
teórica: inicia, formula de nuevo, desvía y clarifica la teoría.
En primer lugar, Merton nos expone el caso del tipo “Serendipity”. Este tipo explica el
“descubrimiento, por casualidad o por sagacidad de resultados válidos que no se buscaban”
(pg. 113), lo cual empuja a la indagación por estos datos y al desarrollo de nuevas formas
más generales de conocimiento que permitan entenderlos y explicarlos. Este tipo de
resultados se presentan de manera inesperada, pero con la frecuencia e importancia suficiente
como para que no puedan pasar inadvertidos y necesiten ser estudiados y desarrollados;
también, la observación de estos datos es anómala, bien sea porque no concuerda con la teoría
que presta la base para el estudio, o bien porque parece incompatible con otros hechos. Un
tercer aspecto que lleva a este fin del inicio de una teoría gracias al elemento “serendipity”
de la investigación, es que este dato sea estratégico, que en él, el investigador vea o ponga
una atención estratégica, bien para una nueva teoría, bien para la ampliación de una ya
existente, para lo cual, según R. Merton, “se requiere un observador teóricamente
sensibilizado al descubrimiento de lo universal en lo particular” (pg. 114).
De otro lado, hay un caso adicional que también permite evidenciar los aportes de la
investigación empírica para la teoría. Aparte de la anomalía como incitadora para nuevas
teorías o ampliaciones de teorías, la “repetida observación de hechos hasta entonces
ignorados” (pg. 117) sirven para este fin. Es así como lo que hasta un momento no se ha
tenido en cuenta para formar parte de una teoría, puede llegar a reclamar su puesto, con la
importancia que merece, a tal punto de presionar para una nueva formulación, dentro de la
cual se incluyan otras variables más pertinentes a las nuevas condiciones.
Aunque Merton escribe este texto a mediados de los años 60 del siglo pasado, y dice que “el
cliché del teórico social elevado al empíreo de las ideas puras (…) se está quedando
rápidamente no menos anticuado que el cliché del investigador equipado con un cuestionario
y un lápiz y entregado con pasión a las caza de estadísticas aisladas e insignificantes”
(pg.112), parece más bien que, al menos en Colombia, en la Universidad Nacional, este cliché
no se ha desvanecido del todo, al ver que, entre cotilleos y recomendaciones, se evidencia la
existencia de docentes y estudiantes que aún permiten, por medio de su práctica, la
continuidad la escinción entre teoría e investigación empírica.
Así, se hace importante prestar atención a este llamado conciliador de Merton, a su invitación
a no sólo conciliar teoría e investigación, sino incluso metodologías que parecen a veces tan
distantes como las cualitativas y las cuantitativas, ya que como señala en la última parte de
este capítulo, “lo que frecuentemente aparece como una tendencia en la investigación hacia
la cuantificación mediante la confección de escalas, puede considerarse, pues, como un caso
especial de intento de aclarar los conceptos lo suficiente para la realización de investigaciones
empíricas” (pg. 125).
Como bien lo expuso este autor, ambos enfoques tienen aportes valiosos que hacerse
mutuamente, en vista de lo cual, un trabajo estrecho entre ellos no sólo se debe limitar al
desarrollo de la sociología simplemente, sino, en más grueso, puede aportar enormemente al
desarrollo de la teoría social y de la investigación empírica social.