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“Ponencia preparada para el X Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado

por la Sociedad Argentina de Análisis Político y la Universidad Católica de


Córdoba, Córdoba, 27 al 30 de julio de 2011”

Título:
“¿Es posible construir agendas entre los/as ciudadanos/as jóvenes y el Estado?

Nombre/s y Apellido/s de/l los autores:


Lic. Claudia Cristina Laub (claudiacristina.laub@gmail.com)
Ab. Maria Silvia del Valle Corbalán (mariascorbalan@yahoo.com.ar)

Institución
Asociación Civil El Ágora (www.elagora.org.ar)

Resumen:
Recogiendo la consigna de producir análisis que interrelacionen la indagación en las
prácticas políticas juveniles y el impacto de las políticas públicas y de las acciones de
las organizaciones de la sociedad civil en los sujetos jóvenes, la Asociacion Civil El
Ágora se interroga sobre la viabilidad de espacios de deliberación en el nivel local a
partir de diversas experiencias de participación de estudiantes secundarios en la
provincia de Córdoba.
El trabajo examina además las vinculaciones de estas experiencias de participación
juvenil con los marcos institucionales y normativos en los que se asientan las políticas
públicas orientadas a la participación, vigentes a nivel provincial.
1. Algunas referencias sobre las experiencias en las que trabajamos desde El Ágora

Recogiendo la consigna de producir análisis que interrelacionen la indagación en


las prácticas políticas juveniles y el impacto de las políticas públicas y de las acciones
organizaciones de la sociedad civil en los sujetos jóvenes, desde la Asociación Civil El
Ágora nos interrogamos acerca de la viabilidad de espacios de deliberación en el nivel
local, a partir de diversas experiencias de participación de estudiantes secundarios de la
provincia de Córdoba.
Si bien El Ágora desde hace tiempo trabaja con la población juvenil, las
experiencias que se toman como insumo para las reflexiones apuntadas en este trabajo
son dos que, además de ser las más recientes en el tiempo, se desarrollaron en
Localidades del interior de la provincia. Se trata de la campaña “Jóvenes Ciudadanos
Movilizados por el Agua en Traslasierra”1 llevada adelante por estudiantes secundarios
del IPEM Nº 285 de Mina Clavero, y de los Colegios Tránsito de María y Cristo Obrero
de Villa Cura Brochero. La propuesta consistió en espacios de formación (talleres sobre
diversos temas: ciudadanía, problemática del agua, acceso a y construcción de la
información, fotografía, realización audiovisual); espacios de observación e
intervención (relevamiento de información sobre la situación del agua en la Región
mediante entrevistas y recopilación de datos, sistematización y análisis crítico sobre la
misma, elaboración y producción de una propuesta comunicativa en distintos formatos);
y un espacio de exposición y deliberación pública (lanzamiento público de la campaña:
afiches, spots televisivos y radiales, y un foro deliberativo con funcionarios de nivel
municipal)2.
La otra iniciativa base de este trabajo lo constituye el proceso de conformación y
posterior fortalecimiento de la Red Ciudadana por la Niñez y Adolescencia3, un espacio
de acción colectiva, plural, no partidario y autónomo en relación con los gobiernos,
conformado por ciudadanos adultos y adolescentes (estudiantes secundarios, docentes
del IPEM Nº 108 C.G. de Rezzano, IPEM Nº 156 J.M. Estrada, Instituto San L.
Gonzaga e IPEM Nº 243 E. Olivera, y organizaciones de la sociedad civil integradas

1
 Ver Anexo 1: afiches que forman parte de la Campaña. 
2
 Ver cobertura de medios de comunicación locales 
 http://noticiarioserrano.blogspot.com/2010/07/ipem‐285‐alumnos‐disertan‐con.html 
http://noticiarioinfantil.blogspot.com/2010/06/campana‐de‐concientizacion‐del‐uso‐del.html 
3
 Ver http://www.elagora.org.ar/site/construyendo‐agendas/rio‐segundo.html 
Para mayor información consultar la Cuenta de Facebook: Red Ciudadana por la Niñez y Adolescencia de 
Río II‐Pilar 
por distintos profesionales) que busca incidir en políticas públicas en materia de niñez,
adolescencia y juventud, y promover una cultura social respetuosa de los derechos de la
infancia en las Localidades de de Río Segundo y Pilar.
Desde 2009, en el marco del acompañamiento técnico requerido por las
impulsoras de la iniciativa, El Ágora realizó Talleres de capacitación desde el enfoque
de derechos humanos sobre protección integral, seguridad humana, participación de
jóvenes en los medios de comunicación, entre otros. Los/as adolescentes miembros de
la Red encuestaron a más de 900 jóvenes sobre sus necesidades, inquietudes y
preocupaciones, y luego participaron de una Sesión del Concejo Deliberante de Pilar a
fin de dar a conocer la investigación sobre Seguridad que llevaron adelante. En un
evento sin precedentes en la Localidad, los/as adolescentes lograron deliberar con
funcionarios de nivel provincial y municipal y efectuarle propuestas concretas de
intervención, en el marco de un Foro organizado por ellos, con el acompañamiento de
los adultos miembros de la Red4. En la actualidad, adolescentes y adultos de la Red se
encuentran abocados a la ejecución del Proyecto “La Plaza de los Jóvenes” (premiado
por la Secretaría Provincial de Niñez, Adolescencia y Familia5) en virtud del cual
buscan construir un espacio de encuentro, recreación y participación para adolescentes y
jóvenes de ambas Localidades, donde poder compartir actividades artísticas, culturales y
sociales, a partir de la refuncionalización de un espacio público: la Plaza David Bustos
Zambrano ubicada en las calles San Martín y Sarmiento de Río Segundo.
Las dos experiencias que brevemente consignamos, se enmarcan en el
“Programa Construyendo Agendas entre los Ciudadanos y el Estado ¿Es Posible?” que
El Ágora desarrolla desde mayo de 2008, cuyo objetivo es contribuir a la generación de
condiciones para la participación política y la deliberación pública, entendiendo que
ambas se sustentan en la idea de que “ser –parte” de una sociedad incluye también la
posibilidad de todos los ciudadanos de participar en los procesos y definiciones básicas
sobre los que se deciden las políticas públicas y se construye el devenir colectivo
(Cáceres, 2009).
Los interrogantes y las reflexiones que se van ensayando en este trabajo,
procuran recoger las vivencias y percepciones de los/as jóvenes y los/as adultos que son
parte de las experiencias abordadas, y hacerlas dialogar con el marco teórico e

4
Ver Anexo 2: registros fotográficos de Eventos y Talleres organizados por la Red.  
5
Ver página institucional de la SeNAF Córdoba 
 http://senaf.cba.gov.ar/index.php/organizaciones‐en‐accion‐por‐la‐infancia‐2/index.html 
ideológico que sustenta las prácticas profesionales del equipo de El Ágora, desde un
posicionamiento que ratifica el gran potencial identificado en la participación de los
jóvenes y su involucramiento en los temas públicos.
2. Con quiénes trabajamos

2.1 Una aproximación a la “condición juvenil”

Teniendo en consideración la condición de los sujetos con los que trabajamos,


nos interesa explicitar que consideramos insuficientes los parámetros biológicos para
dar cuenta de lo que significa ser joven.
Si bien es cierto que la edad constituye un dato que no podemos desconocer –en
particular respecto a los/as adolescentes con los que trabajamos- no representa más que
un plano de recorte, no necesariamente preponderante sobre diferencias económicas,
culturales, geográficas, etc. Esto es, no existe una única juventud, sino que las
juventudes son múltiples y varían en relación a las características de clase, género,
lugar donde viven, modelo familiar en el que han sido criados, generación a la que
pertenecen, marcos institucionales existentes, entre otras variables.
Según expresa Bourdieu (2002:163) “la edad es un dato biológico socialmente
manipulado y manipulable [...] el hecho de hablar de los jóvenes como de una unidad
social, de un grupo constituido, que posee intereses comunes, y de referir estos intereses
a una edad definida biológicamente, constituye en sí una manipulación evidente”. Y
concluye este autor en que sólo con un abuso tremendo del lenguaje se puede colocar
bajo el mismo concepto universos sociales que no tienen casi nada en común.
En el mismo sentido, compartimos la idea de Reguillo (2000: 7/8) de que la
juventud es una categoría construida y, en cuanto tal, no es neutra. Las categorías no
aluden a esencias; son productivas, hacen cosas, dan cuenta de la manera en que
diversas sociedades perciben y valoran el mundo y, con ello, a ciertos actores sociales.
Los jóvenes no constituyen una categoría homogénea –continúa diciendo-, no
comparten los modos de inserción en la estructura social, lo que implica una cuestión de
fondo: sus esquemas de representación configuran campos de acción diferenciados y
desiguales.
Precisamente porque no hay una declaración universal que identifique qué es ser
joven, sino en cada lugar, en cada contexto, el modo de serlo se presenta de manera
distinta, es que desde El Ágora procuramos tener claro cuál es el perfil del grupo con el
que queremos trabajar, para recién definir nuestra estrategia de intervención. En el caso
de los sujetos que hacen parte de las experiencias que aquí analizan, se trata de
adolescentes de entre 15 y 18 años que tienen acceso a la educación y a una serie de
bienes materiales y simbólicos (vivienda, salud, esparcimiento, oportunidades de
intervenir en su comunidad) que claramente delimitan el lugar desde donde miran el
mundo; ello sin desconocer la multiplicidad diacrónica y sincrónica en los "modos" de
ser joven que señala la autora antes mencionada.

2.2 Jóvenes y ciudadanos/as, en simultáneo

“nuestra experiencia es que tanta más igualdad hay que


inventar, abstracta, cuanta menos concreta y real haya”
(A. Valcárcel)
 
Así como la juventud no es una categoría neutra, es claro que la ciudadanía
tampoco lo es. Las pretensiones de presentarla como un status universal, que refleja la
pertenencia a una comunidad política, con derechos y obligaciones ligados a ese
vinculo, y una igualdad que le es intrínseca, se desvanecen con facilidad al comprobar,
en el análisis de su ejercicio, que se trata de una construcción profundamente
ideológica y parcial, cuyo sujeto originario fue varón, blanco, adulto y propietario.
Como precisa Baratta (1999:10) el contrato social fue bien distinto de su
proyectado impacto universal, extendido a todos los sujetos humanos considerados
como iguales en su ciudadanía potencial. Se trató más que nada de un pactum ad
excudendum, de un pacto para excluir, de un pacto entre una minoría de iguales que
excluyó de la ciudadanía a todos los que eran diferentes. Un pacto de propietarios,
blancos, hombres y adultos para excluir y dominar a individuos pertenecientes a otras
etnias, mujeres, pobres y, sobre todo, “niños”.
Pero afortunadamente, la ciudadanía es también dinámica, con lo cual se
restringe, cede ante determinados contextos, pero también puede ampliarse. Ser
ciudadano/a implica “desarrollar identidades y sentimientos de pertenencia e implicarse
en la esfera pública a través de diferentes tipos de prácticas” (Benedicto y Morán, 2003:
47) que son precisamente las que darán cuenta de la extensión de la ciudadanía en la
situación concreta.
En la temática que nos ocupa, es fundamental poner en evidencia que el modelo
clásico de ciudadanía gira sobre la identificación del status social de adulto con la
condición de ciudadano (ídem: 42), lo cual significa, por un lado, negar la posibilidad
de ser joven y al mismo tiempo ciudadano; y por otro, dar por sentado que la adultez
implica ejercitar la ciudadanía, alternativas que se distancian del sustento ideológico que
ampara nuestras prácticas. Ambas alternativas que no compartimos.
Durante el desarrollo de las experiencias que narramos, pudimos comprobar que
la mayor parte del tiempo se piensa a los/as jóvenes como algo a medio hacer, como un
proyecto que se va a concretar en un futuro. Si bien se los habilita para algunas
acciones, para otras se piensa que “todavía no están listos”. Desde El Ágora no
consideramos adecuado mantenernos en esta idea de los/as adolescentes como tránsito
hacia otra cosa. Si fuera así, también ellos/as podrían decir: “Esperen un poco que ya
vendremos… en el futuro”. Juzgamos preocupante esa tendencia en los adultos que se
relacionan con jóvenes, a considerarlos como ciudadanos del futuro. Nosotros
construimos nuestras prácticas desde una mirada que los ve situados en el presente
y en su condición de sujetos de derechos. Es decir, no estamos trabajando con
alguien que va a ser en el futuro, sino con un igual, que ya es hoy.
La ciudadanía en la adolescencia no es una promesa, sino una realidad que debe
ser alimentada, ejercitada, aprendida, problematizada, puesta a prueba en la
cotidianeidad, en los espacios privados y en la esfera pública. Y ese proceso tienen
responsabilidades tanto los/as adolescentes como los/as adultos, como señalaremos más
adelante.

3. La ciudadanía en la adolescencia: analizando los componentes de la ciudadanía


que ejercen los sujetos con los que trabajamos

Si además de las características antes mencionadas, asumimos que la ciudadanía


es multidimensional, es posible ordenar sus componentes, como sugieren Benedicto y
Morán (ídem) en tres niveles: a) formal o institucional: compuesto por el marco de
derechos y deberes; b) ideológico y cultural: tiene que ver con la construcción de las
identidades ciudadanas; y c) práxico: engloba las prácticas sociopolíticas que llevan a
cabo los gobiernos y ciudadanos, dentro del marco institucional y de las culturas
ciudadanas que configuran la esfera pública.
Al enmarcar en esta distinción teórica las dinámicas cotidianas de ejercicio de la
ciudadanía por parte de los jóvenes protagonistas de las experiencias relevadas, se
advierte que:

a) Nivel formal o institucional:


a.1 El plexo jurídico que habilita la ciudadanía de estos adolescentes está
conformado por la Convención Internacional de los Derechos del Niño (UN,
20/11/1989), la ley Nº 23.849 (22/10/1990) que incorpora aquélla al ordenamiento
normativo argentino, y la ley Nº 26.061 (26/10/2005) que define la política de
protección integral de derechos como una concertación articulada de acciones de la
Nación, las Provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los Municipios. En
Córdoba, la ley Nº 9944 de reciente publicación (04/05/2011), constituye el marco
normativo a ser aplicado.
a.2 En el orden institucional, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia desde
2008 fue dando distintos pasos a fin de poner en marcha el Sistema Provincial de
Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a través del
Organismo de Protección de Derechos (OPD) y sus Unidades de Desarrollo Regional
(UDER), instituidos mediante Decreto Nº 1153/09. Durante 2011 se han ido
conformando y poniendo en ejercicio también Áreas Locales de Niñez y Adolescencia
(en la nueva ley denominados Servicios Locales de Promoción y Protección de
Derechos), que se presentan como los últimos y esenciales eslabones del mencionado
sistema, en cuanto dispositivos enclavados en el entorno más inmediato a los sujetos
cuyos derechos la ley y la institucionalidad buscan amparar.
Como se ve, existen marcos normativos e institucionales que pueden ser
invocados en orden al reconocimiento de la ciudadanía del colectivo juvenil. Ello
nos inclina a pensar que las principales restricciones aparecen en los otros dos
niveles:

b) Nivel Ideológico y cultural:

En este nivel consideramos que es ineludible el rol de los adultos en la


generación de condiciones para que los/as adolescentes se asuman como sujetos de
derechos y ejerzan esa titularidad que se les reconoce. La condición de ciudadanos
“no solo modifica la situación de la niñez sino que obliga a la reubicación del
mundo adulto y sus instituciones. El reconocimiento y el ejercicio de la
participación y los derechos asociados a ella habilitan descentramientos,
modificaciones y rupturas llamadas a cambiar radicalmente el lugar asignado a los
niños y niñas en nuestras culturas” (IIN, 2010:17), y de los adultos, agregamos
nosotros.
En este aspecto, las experiencias que llevamos adelante dan cuenta de ciertas
limitaciones en los/as adultos que interactúan con los adolescentes para reconocerlos
como sujetos con competencias e iniciativas propias, y para advertir que estos procesos
también suman a sus propias trayectorias ciudadanas. “Las experiencias participativas
no se agotan en ellas mismas sino que constituyen aprendizajes para los niños y niñas,
pero también para los adultos que asumen roles promotores o facilitadores, y para la
comunidad en general en tanto descubre las potencialidades de los niños cuando se les
da un lugar como personas” (IIN, 2010: 43).
Ahora bien, es justo decir que no en todos los supuestos las intervenciones de los
adultos que buscan conducir o dirigir a los/as adolescentes en algunas instancias, se
asientan en una desconsideración hacia ellos y sus potencialidades o respondan
exclusivamente a su negativa a distribuir las cuotas de poder inherentes a estos espacios,
sino que en muchos casos responden al temor de que los/as chicos no puedan hacerlo
por sí solos.
Si bien hay que admitir los/as adolescentes se encuentran ante la oportunidad de
ejercitar derechos cuyo goce y ejercicio les estuvieron históricamente vedados, y por la
misma razón carecen de experiencias previas que les confieran herramientas para su
mejor disfrute, creemos que esta circunstancia no tiene que mover al mundo adulto
hacia actitudes de sobreprotección (que culminen en expresiones de participación
digitadas), sino, por el contrario, inspirar actitudes de confianza en los aportes que
los/as jóvenes pueden hacer, de comprensión hacia los tiempos que ello pueda
demandar y de respeto por las propuestas que finalmente se generen. En especial,
en aquellas situaciones en que los puntos de vista de los adolescentes difieren de los
suyos, los adultos “deben ser capaces de poner sus certezas entre paréntesis para
habilitar una auténtica interacción democrática” (ídem: 49).
Por otro lado, para habilitar espacios genuinos de participación, es necesario
desestructurar una serie de representaciones y prácticas tradicionales que están
presentes no sólo en los adultos sino también en los adolescentes, quienes incorporan
en su experiencia de vida elementos que inhiben y distorsionan sus potencialidades para
participar (ídem: 48). Así, en uno de los casos relevados, la necesidad de pautar y
escribir cada una de sus intervenciones, de realizar varios “ensayos” con vistas al Foro
Deliberativo con funcionarios, de incluso grabar videos en los que pudieran representar
sus roles en ese espacio, dan cuenta de que aún cuando se trata de jóvenes que están
comprometidos en ejercer su ciudadanía, necesitan reaseguros que fortalezcan la
conciencia sobre sus posibilidades, cuyo “formato” responde más a las previsiones de
un adulto que a la espontaneidad que pudiera esperarse de un adolescente.
En este mismo plano pueden ubicarse algunas instancias en que fue necesario
profundizar algunas líneas de nuestra propuesta teórica (tal fue el caso de la Jornada de
capacitación sobre Seguridad Humana y su contraste con la doctrina de la seguridad
ciudadana) hasta lograr que los/as adolescentes pudieran hablar por su propia voz y no
reproducir el discurso dominante de los adultos de su entorno más inmediato y,
fundamentalmente, en los medios de comunicación.

c) Nivel Práxico:

Si analizamos las prácticas sociopolíticas que llevan a cabo los gobiernos y los
ciudadanos (en este caso, jóvenes ciudadanos) en el marco institucional y cultural
precedentemente descripto, nos vamos aproximando a esbozar alguna respuesta a la
pregunta que motiva el título de este trabajo, es decir, si es posible construir agendas
entre el Estado y el colectivo juvenil.
Desde ya, nos interesa explicitar nuestra postura en este aspecto: creemos que es
posible que los ciudadanos jóvenes construyan agendas con el Estado, siempre que
se den algunas condiciones mínimas. Respecto de los primeros: que se preparen, es
decir, se informen, puedan expresarse, construir un posicionamiento y tomar
decisiones. En cuanto a los funcionarios que representan al Estado, que habiliten y
respalden espacios para la participación de estos ciudadanos y, en el marco de tales
espacios, sean capaces de ejercer una escucha activa que no subestime las
capacidades de estos sujetos.
En lo relativo al primer punto que le cabe al Estado, un relevamiento de las
políticas públicas orientadas a la participación adolescente en Córdoba, nos indica que
desde la Subsecretaría de la Niñez y Adolescencia se promueve la conformación de
Foros de participación adolescente6 en sus comunidades. Si bien desde la página
institucional se informa sobre la modalidad de funcionamiento de estos espacios y la

6
 http://senaf.cba.gov.ar/index.php/2010/08/14/foros‐de‐ninez‐y‐adolescencia/index.html 
capacitación que se brinda a referentes, no se conoce que estas experiencias hayan
podido sostenerse en el tiempo y que se hayan convertido en verdaderos canales
participativos para los/as adolescentes.
Vale recordar que “como vivimos en sociedades con fuertes antecedentes de
autoritarismo y desconocimiento de las opiniones de los otros la promoción de la
participación no puede limitarse a abrir espacios donde los niños, niñas y adolescentes
participen espontáneamente” (IIN, 2010: 48). Y ello porque puede resultar hasta
perjudicial promover la conformación de estos espacios, si no se prevén al mismo
tiempo equipos técnicos que los acompañen, cuyo trabajo permita crear un ambiente
auténticamente democrático y genuino de participación.
Es decir, generar espacios para la participación no significa que el Estado deje a
los adolescentes abandonados a sí mismos, sino que las obligaciones que tiene para con
ellos se refieren -entre otras- a la creación de condiciones que les permitan hacer uso de
sus derechos por sí mismos, pero en ningún caso los habilita a desprenderse de las
responsabilidades que les caben en cuanto decisores de políticas públicas.
Pero incluso antes que la responsabilidad de dotar de los recursos técnicos para
sostener los espacios que se abren, nos preguntamos si hubo de parte de los agentes
públicos un diagnóstico sobre cuáles eran las necesidades o demandas de los/as
adolescentes en este aspecto. Más concretamente: ¿se les preguntó a los/as jóvenes con
qué espacios de participación les interesaría contar? ¿se efectuó un mapeo de las redes
ya conformadas en las comunidades para fortalecerlas o reactivarlas? Al menos en las
Localidades en las que trabajamos no se dieron estas instancias de consulta por parte del
Ejecutivo (provincial ni municipal). Por el contrario, fueron los propios jóvenes quienes
buscaron conocer cuáles eran las inquietudes, intereses y preocupaciones de sus pares,
utilizando un formato de encuesta que fue diseñada de manera participativa con los
adultos.
En relación al segundo punto requerido, es decir, la necesaria escucha activa por
parte de los funcionarios públicos hacia las diferentes modalidades de participación de
los/as jóvenes, en nuestras experiencias las actitudes de los agentes públicos en los
Foros ha sido, cuanto menos, irregular. Si pudiéramos apelar a una metáfora en la que la
deliberación se presentara como una partida de ajedrez, podríamos decir que los/as
jóvenes ganaron la partida, superando cabalmente a los adultos. En uno de los Foros,
por ejemplo, los/as adolescentes tenían una argumentación de mucho nivel, con datos
respaldados en encuestas, con estadísticas proporcionadas por el PNUD (Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo), con presentaciones en power point
minuciosamente elaboradas. Por el contrario, las respuestas de los funcionarios – y
aquello que evitaron responder – no estuvieron a su altura, no había una escucha hacia
lo que los/as estudiantes planteaban, sino la reproducción de discursos prefabricados.
Los chicos y las chicas se animaron, incluso, a repreguntar, pero los decisores no
pudieron superar el tradicional alegato sobre lo que venían haciendo, ni menos
responder a los interrogantes planteados por los jóvenes.
Para concluir, los jóvenes habían preparado una sesión de música (que incluía
cantantes que representaban a cada Escuela, guitarras eléctricas, baterías y bajo) con una
canción tenía un texto importante, y ahí también, los adultos miraron para otro lado. Fue
un poco penoso ver que se estaban moviendo, que hablaban entre ellos, en definitiva
que no escuchaban a los jóvenes. Si, como señala Baratta (1998: 18) “el derecho del niño
[en este caso, de los adolescentes] de hacerse un juicio propio y de expresarse conlleva
el deber simétrico de los adultos (de todos, no solamente de los que tienen alguna
responsabilidad con el niño) a escucharlo”, en estos espacios no se logró esa
retroalimentación que el ejercicio de la ciudadanía juvenil requiere.
La propuesta de conformación de foros en sí misma no es desdeñable, por el
contrario representa una de las tantas modalidades en que los/as adolescentes pueden
participar. Sí creemos que es necesario evaluar la efectividad de estas iniciativas y la
apropiación que de ellas hagan sus destinatarios de manera constante, toda vez que el
“proceso de reordenamiento de las sociedades en el planeta aumenta la dualidad al
interior de los países y plantea un gran desafío en la concepción de las políticas y
programas de juventud. Se hace necesario reconocer la situación de los jóvenes, la
heterogeneidad de los grupos. En estas condiciones la homogeneidad resta equidad y se
requieren políticas diversificadas” (Krauskopf, 1999: 120).
Por tanto, sería auspicioso que las ofertas estatales de participación procuraran
atender a los distintos modos en que las juventudes se despliegan. Un primer paso en
esta dirección sería consultar a esos ciudadanos sobre sus deseos, las necesidades que
priorizan, las preocupaciones que expresan. En fin, preguntar a los concretos
destinatarios de esas políticas cuáles son los canales de participación que los seducen,
qué los motiva a ser parte de algo.

5. Algunas reflexiones finales


 
Dice Agustín J. Valle: “la juventud como efecto institucional es hoy una
dispersión de restos. La juventud como rol vincular, una contingencia conflictiva. La
juventud como ilusión de permanencia, un mandato del mercado, igual que la juventud
como modelo de salud. Pero sí podemos pensar la cualidad juvenil de habitar el
presente (es decir, indeterminar lo obsoleto) de manera que su potencia proyecte un
futuro. No se trata de “tener” un futuro, sino de que el futuro exista porque hay
proyectos que lo proyectan”.
El trabajo que llevamos adelante desde El Ágora busca contribuir a que los/as
adolescentes con los que interactuamos sean capaces de generar y sostener proyectos
que proyecten su futuro, intercambiando saberes, lenguajes, pareceres, opiniones,
decisiones, que los ayuden a potenciar sus competencias. En las experiencias que
transitamos junto a los/as jóvenes procuramos evitar el lugar de adultos que guardan
certezas, y ser receptivos a las devoluciones que aquéllos realizan, poniendo en crisis
permanentemente nuestras prácticas, pues tenemos claro que “los jóvenes deslegitiman
una intervención adulta que no esté basada en una comunicación clara y sincera que
permita la apertura” (Krauskopf, 1999: 124).
Además, tenemos claro los/as adolescentes no permanecen en ese estado por
largo tiempo, por lo cual resulta importante procurar marcar ese tiempo con
experiencias de organización que dieron buenos resultados, para recuperar esos
recorridos cuando adultos.
Por último, somos conscientes de que la promoción de los derechos y el respeto
a la ciudadanía de niñas, niños y adolescentes exige trabajar permanentemente con el
mundo adulto. Si bien no sólo el Estado sino también la sociedad civil, la comunidad,
las familias y en especial los propios adolescentes se ven interpelados por este nuevo
modelo que propone (y obliga a desarrollar, en tanto es ley) esta forma de pensarlos,
considerarlos y tratarlos como titulares de derechos ciudadanos, nuestro empeño se
dirige fundamentalmente a generar espacios de deliberación entre los ciudadanos
adolescentes y el Estado, entendiéndolos como “aprendizajes dialógicos donde niños,
niñas y adolescentes aprenden junto a los adultos que interactúan con ellos, y a
otros niños y adultos que participan indirectamente de estas experiencias
descubriendo que otras formas de relacionamiento intergeneracional son posibles”
(IIN, 2010: 48).
Y ello porque –como señalamos más arriba- consideramos que la ciudadanía
más que un status individual es una forma colectiva de pertenencia a una
comunidad, y la construcción de agendas con el Estado constituye una de las variadas
formas de ciudadanía activa que propiciamos.  

Bibliografía

Baratta, Alessandro (1999): “La Niñez como arqueología del futuro”, en Justicia y
Derechos del Niño, UNICEF - Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia,
Santiago, Chile.
Cáceres, Pamela (2009): “Introducción” en Construyendo Agendas entre los
Ciudadanos y el Estado ¿Es posible?, Ed. El Ágora, Córdoba, Argentina.
Benedicto, Jorge y Morán, Maria Luz (2003): “Los Jóvenes, ¿ciudadanos en proyecto?”
en Aprendiendo a ser ciudadanos. Experiencias sociales y construcción de la
ciudadanía entre los jóvenes, Ed. Instituto de la Juventud, Madrid, España.
Bourdieu, Pierre (2002): “La "juventud" no es más que una palabra”, en Sociología y
Cultura (pp. 163-173), Grijalbo, Conaculta, México.
Instituto Interamericano del Niño (2010): La participación de niñas, niños y
adolescentes en las Américas, Organización de Estados Americanos,
Montevideo, Uruguay.
Krauskopf, Dina (1999): “Dimensiones críticas en la participación social de las
juventudes”, mimeo.
Liebel, Manfred (2006): "Entre Protección y Emancipación- Derechos de la Infancia y
Políticas Sociales" en Las Monografías del Experto-Serie Teoría, Experto en
Políticas Sociales de Infancia, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología,
UCM, España.
Reguillo, Rossana (2000): Pensar los jóvenes. Un debate necesario en Emergencia de
culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Ed. Grupo editorial Norma,
Colombia
Valcárcel, Amelia (2002): Ética para un mundo global, Ed. Temas de Hoy S.A.,
Madrid, España.
Valle, Agustín J.: Juventud, ¿qué presencia?
Disponible en http://es.scribd.com/doc/36521047/JUVENTUD

Instrumentos jurídicos
Convención sobre los derechos del Niño
Ley Nacional Nº 26.061
Decreto Nacional Nº 415/2006
Ley Provincial Nº 9396 Córdoba
Decreto Provincial Nº 1153 Córdoba
Ley Provincial Nº 9944 Córdoba

Anexo 1
Campaña “Jóvenes ciudadanos movilizados por el Agua en Traslasierra”
Anexo 2
Red Ciudadana por la Niñez y Adolescencia de Río Segundo y Pilar- Registros
Gráficos
Presentación del documento Base sobre la
situación de la Niñez y Adolescencia

Septiembre del 2009


Foro: La participación ciudadana de chicos y chicas
a 20 años de la Convención de los derechos del niño

Se realizó en la Escuela Álvarez Condarco, en Noviembre de 2009

Taller de Sistematización de las Encuestas

Abril 2010

Taller: Jóvenes y Medios de Comunicación

Octubre 2010
Reuniones preparativas para el Foro
deliberativo con funcionarios públicos +
elaboración de video-clips

Junio – Julio 2010

Foro: “Los jóvenes deliberan en torno a sus


derechos”

Agosto 2010

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