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DE BUENOS AIRES A PARÍS:

LOS CUENTOS DE JULIO CORTÁZAR


Y LA REFORMULACIÓN DE SU IDENTIDAD CULTURAL

Cynthia Schmidt-Cruz
UNIVERSIDAD DE DELAWARE

El escritor argentino Julio Cortázar viajó a París por primera vez en 1948, cuan-
do tenía 33 años, con una beca del gobierno francés.1 Tres años más tarde volvió
a esa ciudad que sería su hogar hasta su muerte en 1984 y el lugar de su descan-
so eterno -su tumba está en el cementerio parisino de Montparnasse. El hecho
de que Cortázar, una de las figuras principales del denominado «boom» de la
literatura latinoamericana, optara por vivir en Francia hasta el punto de adoptar
la nacionalidad francesa en 1981, y el hecho de que al principio de su carrera se
le considerara un elitista que se distanció de la política, le situó en el centro de
debates, a veces virulentos, sobre la identidad cultural latinoamericana y el pa-
pel del escritor en su formulación. La «huida» de Cortázar en 1951 del provin-
cianismo sofocante de Buenos Aires a un París atractivo por su cosmopolitismo,
pareció confirmar el continuado eurocentrismo de los intelectuales argentinos,
fascinados especialmente con la cultura francesa a la que consideraban para-
digma de civilización, en contraposición con el barbarismo de su cultura nacio-
nal simbolizada por el gaucho y las pampas.2 La idealización de París como la
meca de la cultura fue sintomática de una mentalidad colonializada que contem-
plaba el modelo europeo como superior y trataba de imitarlo. La huida de Cor-
tázar de la Argentina le hizo vulnerable a un cuestionamiento frecuente de su
lealdad nacional por parte de los que se quedaron en la patria. Nuestro escritor
se quejaba de que en casi todas las entrevistas se le preguntara la razón por la
que no quería vivir en su país.3 Algunos de sus compatriotas se refirieron a él

1
Saúl Yurkievich, Julio Cortázar mundos y modos, Madrid: Anaya & Mario Muchnik, 1994, pág.
278.
2
Varios críticos discuten dicho fenómeno del rechazo de Argentina y la atracción de Europa en re-
ferencia al caso concreto de Cortázar. Ver Saúl Yurkievich, op. cit. págs. 233-248; Fernando
Aínsa, «América y Europa: Las dos orillas de identidad en la obra de J.C. Significados del viaje
inciático», Inti Revista de Literatura Hispánica 22-23 (1985-86), págs. 41-54; José Vázquez
Amaral, «Julio Cortázar's Hopscotch and Argentinian Spiritual Alienation», The Contemporary
Latín American Narrative, New York: Las Americas Publishing Co., 1970, págs. 157-65.
Entrevista con Ernesto González Bermejo, Conversaciones con Cortázar, México: Hermes, 1978,
pág. 14.
411
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maliciosamente como un «escritor franco-argentino» o «escritor afrancesado».4


Pero a pesar de su seducción por París, la vida en Argentina, y más tarde, en to-
da Latinoamérica, nunca dejó de ser central en sus escritos y sus preocupaciones
personales. Aún diría más, esta condición de situarse entre dos culturas y no
pertenecer a ninguna creó en Cortázar un sentido de desplazamiento y búsqueda
de identidad que ha generado algunas de sus obras más entrañables.
En el transcurso del tiempo, los impactantes cambios políticos en América
Latina, empezando con la revolución cubana en 1956, la revolución sandinista
en los años setenta y finalmente la instalación de dictadores militares en los paí-
ses del Cono Sur durante las décadas de los setenta y el comienzo de los ochen-
ta, conmovieron profundamente a Cortázar hasta el punto de provocar un cam-
bio profundo en su ideología y su concepto de identidad personal. Después de
una visita a Cuba en 1962,5 se convirtió en un ferviente defensor de la revolu-
ción socialista como la solución para el futuro de América Latina. En los años
setenta, cuando la junta militar en Argentina prohibiera algunas de sus obras, ya
no se consideró un expatriado voluntario, sino un exiliado político,6 y se identi-
ficó o por lo menos simpatizó plenamente con las víctimas del abuso de los de-
rechos humanos en toda Latinoamérica. Aunque Cortázar siempre defendió con
celo el valor estético de la obra literaria, deplorando la literatura meramente
propagandística, el tema político se hizo cada vez más frecuente en sus es-
critos.
La conversión personal de Cortázar, de una postura alienada y elitista a un
profundo compromiso político con el pueblo oprimido de su continente, coinci-
dió aproximadamente con el devenir de la atmósfera intelectual y política que
desembocaría en el posmodernismo cultural. El posmodernismo sentenciaría el
declive del eurocentrismo modernista que enfatizaba el protagonismo hegemó-
nico de los modelos europeos. Dichos modelos serían substituidos por el efecto
de un movimiento hacia las fronteras de la culturas centrales, que invitaría a las
subculturas de la periferia a ser parte esencial de una nueva modulación anti-
autoritaria de la significación cultural.7 En el presente ensayo, tomando el ejem-
plo del papel cambiante de París en la obra de Cortázar, me gustaría sugerir que
nuestro escritor, a lo largo de su vida y su obra literaria, participa, aunque sea
involuntariamente, en esta reformulación de las categorías geopolíticas de legi-
timación cultural. Aunque me referiré brevemente a algunas de sus novelas que
vienen al caso de este debate, voy a trazar la cambiante imagen de la ciudad de
París centrándome en la trayectoria de su obra cuentistica. Soy de la opinión de
4
/W¿,pág. 13.
5
Por ejemplo, habla del efecto de su visita a Cuba en la entrevista con Bermejo, Ibid, pág. 120.
6
Cortázar hace esta declaración en su discurso «América Latina: exilio y literatura,» Obra crítica/3,
Madrid: Alfaguara, 1994, pág. 164.
7
Nelly Richard, «Cultural Peripheries: Latin American and Postmodern De-centering,» en The
Postmodernism Debate in Latin America, John Beverly, José Oviedo y Michael Aronna, eds.
Durham: Duke University Press, 1995, pág. 219.
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que este segmento de la obra literaria de Cortázar, que se extiende a lo largo de


su carrera, proporciona una más completa perspectiva de la representación cam-
biante de la Ciudad de la Luz que a su vez refleja la evolución de su ideología
personal y su sentido de identidad cultural. A través del espacio imaginativo del
texto literario, París se convirtió en el vértice de los esfuerzos de Cortázar, pri-
mero por reconciliar su identidad dividida, y más tarde, para expresar su reen-
cuentro con el compromiso político de la causas revolucionarias en Latinoamé-
rica.
Al explicar las razones iniciales por el abandono de su patria, Cortázar dice
que se marchó de la Argentina porque «me ahogaba dentro de un peronismo que
era incapaz de comprender».8 Saúl Yurkievich, amigo y crítico de Cortázar, nos
brinda una perspectiva mas detallada de las razones últimas de este exilio al re-
ferirse a la cerrada mentalidad burguesa que nuestro escritor encontraba tan
opresiva: «Cortázar», escribe Yurkievich, «asocia Buenos Aires con todas las
facetas del miedo, con prescindencia, con medias tintas,... mojigatería. ...Ese
Buenos Aires discreto y bien vestido, que presume de culto es para Cortázar
el reino de la claudicación y del escamoteo».9 Por consiguiente, resultaba
previsible que el novel escritor, siendo profesor de literatura francesa, des-
viara su mirada hacia París.
En efecto, la primera colección de cuentos que Cortázar publicara, Bestiario
(1951), refleja de manera simbólica el ambiente sofocante que nuestro autor ex-
perimentara en la Argentina.10 Particularmente portentoso es el cuento «Carta a
una señorita en París» que, a pesar del carácter derrotista y suicida de su prota-
gonista, ofrece un atisbo de la solución que Cortázar intentaría adoptar para
resolver su dilema existencial. El cuento consiste en una carta escrita por un tra-
ductor sin domicilio estable a su amiga Andrée, en cuyo apartamento bonaeren-
se se aloja mientras ella está en París. El propósito de la carta es explicar a su
amiga el daño irreparable que han hecho en su apartamento unos conejitos ca-
prichosos que él vomita de vez en cuando. Por fin, al verse incapaz de tolerar
los prolíficos mamíferos, transforma la carta en el mensaje de un suicida. Claro
que el acto de vomitar conejos es un síntoma fantástico, una respuesta subversi-
va y patológica al ambiente cerrado y sofocante de la sociedad porteña. Andrée,
es descrita por el narrador como «alguien que vive bellamente»,11 está en París,
una zona de existencia más bella y luminosa. La presencia de Andrée en París

Julio Cortázar, «Carta a Saúl Sosnowski (a propósito de una entrevista a David Viñas)», Obra crí-
tica, 3, Saúl Sosnowski, ed. Madrid: Alfaguara, 1994, pág. 58.
9
Saúl Yurkievich, op. cit., págs. 244-45.
10
Para una discusión del efecto del peronismo en los cuentos de Bestiario, véanse Rodolfo A. Bo-
rello, El peronismo (1943-1955) en la narrativa argentina, Ottawa: Ottawa Hispanic Studies,
1991, págs. 151-58; Rob Rix, «Visions of Blighted Youth: Buenos Aires Remembered in the
Tales of Julio Cortázar», en A Face Not Turnea, to the Wall, C.A. Longhurst ed., Leeds: Univ.
of Leeds, 1987, págs. 260-62.
" Julio Cortázar, Cuentos completos, 1, Madrid: Alfaguara, 1994, pág. 112.
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marca la inversión de términos en lo que concierne al narrador -es donde él no


está, pero, al parecer, añora estar. En «Carta a una señorita en París» aparece por
primera vez la Ciudad de la luz en los cuentos de Cortázar, y el narrador, un tra-
ductor como Cortázar, redacta su suspiro de desesperación a alguien que está en
la ciudad de sus sueños. Es una visión desde dentro de un Buenos Aires opri-
mente mirando hacia afuera, hacia París, la ciudad que representa el punto
culminante de la civilización europea.
Sin embargo, una vez que Cortázar logra marcharse de Buenos Aires en bus-
ca de una nueva libertad en París, su obra literaria revela un conflicto perma-
nente para reconciliar su sensación de desarraigo. La colección Armas secretas
(1959) contiene una serie de cuentos que transmiten los problemas y crisis de
los primeros años de Cortázar en París.12 El cuento «Cartas de mamá» es una
explicación detallada «del sentido de culpabilidad asociado con la expatriación
voluntaria y la ruptura de lazos con el pasado».13 Luis, el protagonista, ha vivido
en París durante dos años, pero cada carta de mamá le devuelve al pasado, es de-
cir, a Buenos Aires «como un duro rebote de pelota».14 Él y Laura, su nueva es-
posa, abandonaron Buenos Aires súbitamente para instalarse en París después
de que Nico, el hermano de Luis, muriera de tuberculosis. Laura era primero la
novia de Nico, y la huida de Nico es, en parte, un intento de liberarse del corro-
sivo sentido de culpabilidad por haber traicionado a su hermano enfermizo. En-
contrándose repentinamente sin sus dos hijos, mamá tiene que resignarse a una
existencia solitaria en la enorme casa familiar, y sus aburridas cartas semanales
son un recuerdo constante para Luis del brusco abandono de su patria y obliga-
ciones familiares. Aunque París se caracteriza por su belleza e interesante oferta
cultural, («el departamento bonito, películas excelentes»)15 también proyecta
una sensación de melancolía para la pareja de argentinos desplazados («el aire
gris»)16 y se aprecia un sentido de falsedad en esa vida nueva que Luis ha cons-
truido tan cuidadosamente («ese simulacro de sonrisas y de cine francés»).17 En-
tonces, en «Cartas de mamá», la sensación de culpabilidad por haber abandona-
do la Argentina del recién expatriado se expresa a través del sentido de culpabi-
lidad por la traición a su hermano y el abandono de su madre.
En el contexto de la representación de París, sería una omisión imperdonable
no mencionar Rayuela (1963). El protagonista, Horacio Oliviera, es un argenti-
no que vive en París, y se ve obligado a regresar a Argentina. Allí se da cuenta
de que ya no se identifica con sus compatriotas y tiene que adaptarse de nuevo a
la vida en su patria. La novela expresa un «deseo de reconciliar los dos lados:

12
Rob Rix, art. cit., pág. 263.
13
Ibid., pág. 265. Todas las trads. de artículos citados cuyos títulos vienen en inglés son mías.
14
Cortázar, op. cit., pág. 179.
15
Ibid., pág. 180.
16
/«d., pág. 182.
17
Ibid., pág. 188.
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Buenos Aires / París, y establecer una nueva unidad bajo la discontinuidad de la


existencia».18
El tema de la yuxtaposición de París y Buenos Aires continúa en el cuento
«El otro cielo» (1966).19 El protagonista innominado puede deambular libre-
mente entre su vida rutinaria y mundana de Buenos Aires en los años cuarenta, y
una vida bohemia, secreta, intensa y emocionante en el París del Segundo Impe-
rio. Su vida en Buenos Aires se centra en su madre e Irma, su insulsa novia por
quien él parece no sentir pasión, pero con quien está destinado a casarse. En-
cuentra su paraíso secreto en los cafés y galerías cubiertas de París, y traba una
amistad con una joven prostituta llamada Josiane. Una razón importante por la
cual le atrae la relación con su «querida francesa» es porque no siente ninguna
ligazón u obligación para con ella, y ella sabe gozar de la vida. Sin embargo, al
final del cuento, el narrador ha cedido a las preocupaciones de su madre de tener
un trabajo bien renumerado y un futuro respetable, de manera que termina ca-
sándose con Irma. La imagen final lo representa soñando con sus idolatradas
galerías parisenses y con Josiane, pero estancado en una vida burguesa porteña,
tomando mate, mirando a su esposa embarazada y las plantas en el patio. Así
pues, este relato, al construir un pasaje mágico conectando las dos ciudades, las
representa como polos opuestos -París promete una vida libre, llena de intensi-
dad y sensaciones fuertes, mientras que Buenos Aires significa la enervante ru-
tina de las obligaciones familiares y la superficial y tediosa respetabilidad bur-
guesa. Una nota biográfica del amigo de Cortázar, Yurkievich, reitera esta
fascinación con París, al revelar una afinidad entre Cortázar y el protagonista de
este cuento: «Pocos amantes quisieron a París como Julio. La conoció hasta en
sus más recónditos vericuetos; gustó de su fauna diurna y nocturna, de sus ex-
presiones, de sus mitos, de sus costumbres. (...) La adoptó como el lugar más
apto para aquerenciarse, a la vez encrucijada de casi todos los caminos y mundo
placentero».20 Sin duda, «El otro cielo» constituye un claro testimonio de la
atracción que París ejerció sobre Cortázar junto con su imposibilidad de recon-
ciliar sus dos lealtades.
Pero entre tanto, en su vida personal, Cortázar estaba experimentado un
cambio ideológico que le marcaría para el resto de su vida. En 1962 viajó a Cu-
ba y su contacto con la revolución cubana despertó su conciencia política y so-
cial hasta el extremo de declarar públicamente su compromiso con «la lucha por
un futuro socialista de América Latina»21 o reivindicar «nuestra plena identidad

18
Steven Boldy, «Julio Cortázar: Rayuela», en Landmarks in Modern Latin American Fiction, Phi-
lip Swanson, ed., London y New York: Routledge, 1990, pág. 123.
19
Para un análisis detallado del tema de la identidad dividida de «El otro cielo», vid. Richard A.
Young, «El contexto americano de un cuento de Cortázar ('El otro cielo')», Explicación de
textos literarios 16.1 (1987-88), págs. 8-17; Dieter Reichardt, «La lectura nacional de 'El otro
cielo' y Libro de Manuel», lnti Revista de Literatura Hispánica 22-23 (1985-86), págs. 205-15.
20
Saúl Yurkievich, op. cit., pág. 278.
21
Cortázar, «El intelectual y la política en Hispanoamérica», Obra critica /3, ed. Saúl Sosnowski,
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latinoamericana(...) un futuro más justo y más bello para todos mis hermanos de
América Latina y del mundo».22 Su solidaridad con la revolución socialista y
con los oprimidos de América Latina representó un cambio decisivo respecto de
su antigua postura elitista y antipopular. Según Cortázar, este cambio ideológico
no habría sido posible si no hubiera vivido en París. «París fue un poco mi ca­
mino de Damasco,» explica en una entrevista, «la gran sacudida existencial».23
«Si yo me hubiera quedado en Argentina probablemente no habría llegado a
entender nunca lo que pasaba en mi propio país. Puse un océano de por medio y
luego llegó la Revolución Cubana. (...) lo que me despertó a mí a la realidad la­
tinoamericana fue Cuba. (...) [A]llí descubrí todo un pueblo que ha recuperado
la dignidad (...) Eso fue para mí algo catártico; fue una experiencia que me sa­
cudió lo más profundo».24
El fenómeno que describe Cortázar -que sólo por su residencia en París pu­
do «descubrir» la revolución socialista y experimentar un sentido de solidaridad
con otros latinoamericanos- evoca la noción de Deleuze y Guattari de «hacerse
menor», que se refiere a la huida de muchos euroamericanos de los peores exce­
sos del capitalismo a lugares de escape o descolonización para el colonizador. 25
«Hacerse menor tiene sentido solo para quien se sitúa en el centro, en una posi­
ción de poder(...) [y] se refiere a la geopolítica del centro-periferia de la moder­
nidad».26 Este concepto nos ayuda a comprender como se realizó la evolución
ideológica de Cortázar. A través de su adopción de una mentalidad europea e
identificación con el «colonizador», o la hegemonía cultural centrada en Europa,
Cortázar volvió su mirada hacia las culturas marginadas, descolonizadas y cele­
bró sus esfuerzos de lucha por su soberanía nacional.
En el cuento «Reunión,» inspirado en pasajes del libro de Che Guevara,
Cortázar rompió con la su tradicional dicotomía París-Buenos Aires para intro­
ducir un tercer término: la Cuba revolucionaria.27 No obstante, París continuó
siendo su hogar, de manera que observa los conflictos latinoamericanos y habla
en favor de los derechos humanos desde su ventajosa perspectiva parisiense.
Esta relación espacial se transmite claramente en los últimos dos cuentos a
que quiero referirme hoy -«Apocalipsis de Solentiname» (1976) y «Recortes de
prensa» (1980). En el primer cuento, que parece ser autobiográfico en gran me­
dida, un narrador que se parece a Cortázar viaja a América Central, y en Nicara­
gua visita Solentiname, la comunidad cristiana de Ernesto Cardenal que más tar-

pág. 121.
22
/bid., pág. 130.
23
Entrevista con Bermejo, op. cit., pág. 12.
24
/bid., pág. 120.
25 Caren Kaplan, Questions of Travel. Postmodem Discourses of Displacement, Durham: Duke
University Press, 1996, pág. 88.
26
/bid., págs. 88-89.
27 Peter Standish sitúa «Reunión» dentro del contexto de la actividad política de Cortázar. Vid.
Standish, «Los compromisos de Julio Cortázar», Hispania, 80.3 (1997), pág. 467.

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Actas XIII Congreso AIH (Tomo 111). SCHMIDT-CRUZ, Cynthia. De Buenos Aires a Par...

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DE BUENOS AIRES A PARÍS: LOS CUENTOS DE... 417

de destruirían las tropas del dictador nicaragüense, Anastasio Somoza. El visi-


tante queda tan impresionado por las pinturas «naíf» que han creado los miem-
bros de la comunidad que saca fotos de todas ellas, cuidadosamente, una por
una. «Contrabandista de imágenes, ladrón de cuadros», protesta Ernesto Carde-
nal de broma cuando descubre lo que ha hecho el narrador. «Sí», contesta el na-
rrador, «me los llevo todos, allá [en París] los proyectaré en mi pantalla y serán
más grandes y más brillantes que éstos, jodete».28 Una vez de vuelta en París, a
su «vida de reloj de pulsera y merci monsieur, bonjour madame, los comités, los
cines, el vino tinto y Claudine, los cuartetos de Mozart»,29 el narrador hace re-
velar sus diapositivas, y se sienta con un vaso de ron con hielo para disfrutar de
las imágenes y recordar su viaje. Empieza con el rollo que incluye las pinturas
«naíf» pero en vez de ver cuadros de colores brillantes de pescados que se ríen y
niños jugando entre las palmeras, ve imágenes de tortura y matanza en la panta-
lla. Desde el confort de su butaca en París, el narrador estaba tratando de «apro-
piarse» de la «alteridad» de la gente sencilla del Solentiname periférico, pero la
periferia invadió y desplazó al centro, perturbando su aislamiento autosuficiente
con imágenes de la trágica realidad de Nicaragua.30
Finalmente, «Recortes de prensa» (1980) va más allá en la ruptura del límite
entre culturas centrales y periféricas, al hacer más borrosa la distinción entre
opresor, sus víctimas, y los que los observarían desde la distancia.31 La protago-
nista, Naomi, una escritora argentina que vive en París, recibe un pedido de otro
exiliado argentino, un escultor, para escribir un texto para acompañar un libro
de reproducciones de su obra. Ella quiere ver las esculturas antes de compro-
meterse, y va a su departamento para examinar la serie que representa formas de
violencia. El escultor comenta sobre los terribles recuerdos, y Noemi, para se-
gundar el comentario, le da un recorte de prensa que ella acababa de recibir de
un amigo. Es el reporte hecho por una mujer argentina de la horrenda tortura su-
frida por su familia en manos de los militares. El escultor experimenta «un sen-
tido de culpabilidad de estar lejos»,32 al decir «esto sucedió en otro espacio, otro

Cortázar, Cuentos completos, 2, Madrid: Alfaguara, 1994, pág. 157.


29
lbid.
30
Para análisis detallados del mensaje político en «Apocalipsis de Solentiname,» véanse Maurice
Hemingway y Frank McQuade, «The Writer and Politics in Four Stories by Julio Cortázar»,
Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 13.1 (1988), págs. 49-63; Janice A. Jaffe, «Apo-
calypse Then and Now: Las Casas' Brevísima relación and Cortázar's 'Apocalipsis de Solenti-
name'», Chasqui, 23.1 (1994), págs. 18-28; Jonathan Tittler, «Los dos solentinames de Julio
Cortázar», en Los ochenta mundos de Cortázar: Ensayos, Fernando Burgos ed., Madrid: Edi-6,
1987, págs. 85-91; Lois Parkinson Zamora, «Deciphering the Wounds: The Politics of Torture
and Julio Cortázar's Literature of Embodiment», en Literature and the Bible, David Bevan ed.,
Amsterdam: Rodopi, 1993, págs. 179-206.
Los estudios de Hemingway y Zamora, mencionados arriba, también analizan el significado polí-
tico de «Recortes de prensa».
32
Cortázar, op. cit., pág. 363.
418 C. SCHMIDT-CRUZ

tiempo. Nunca estuvimos ni estaremos allí».33 Naomi se compromete a escribir


el texto para las esculturas y, al salir a la calle muy tarde por la noche, se sor-
prende de ver a una nena sentada en un portal. Cuando Naomi le pregunta por
qué llora, la niña le conduce a un cuarto donde un hombre está quemando con
un cigarillo a una mujer que está atada y amordazada. Naomi agarra un taburete
y le da al hombre en la cabeza. Mientras éste queda inconsciente, desata a la
otra mujer, y las dos mujeres le atan y se ponen a torturarle. Al día siguiente,
Naomi redacta lo que le ha pasado, y entonces llama al escultor y le relata la
historia, lo que será el texto para acompañar sus esculturas. Dos o tres días des-
pués, ella recibe del escultor un recorte de prensa del France-Soir que recuenta
un crimen idéntico, excepto que tuvo lugar en Marseilles en vez de París. Naomi
se da cuenta de que ha sido «cómplice en un crimen que anteriormente pensaba
sólo otros serían capaces de cometer»:34 «también yo aunque yo me creyera al
buen lado... yo ahí del otro lado».35 La implicación es que la perpetración de
violencia y tortura no solo ocurre en lugares periféricos, distanciados tanto por
su política como por su localización geográfica, sino que es una cualidad huma-
na universal.36 Francia ya no se representa como un espacio privilegiado que
posee un modelo cultural superior, sino como una zona capaz de contener atro-
cidades humanas parecidas a aquellas perpetradas por la dictadura militar ar-
gentina. En esta visión, ninguna cultura o sociedad, ningún lugar es superior, la
polarización entre civilización y barbarie se deshace, y la periferia y el centro se
juntan en una continuidad.
En conclusión, centrándonos en la representación cambiante de París que
aparece en los cuentos de Cortázar y que resulta paralela a su crisis de identidad
personal, podemos observar la evolución experimentada por este escritor en su
orientación geopolítica. Al imaginar París no como el lugar privilegiado para
escapar del ambiente sofocante y provinciano de Buenos Aires, sino como una
zona en la que también repercuten las tragedias del abuso de los derechos hu-
manos de América Latina, el concepto de culturas céntricas y periféricas se va-
cía de contenido. En suma, la vida y la obra de Cortázar nos proporcionan un
valioso ejemplo de como la sustitución de la noción moderna de superioridad
cultural por el relativismo posmoderno está, en buena medida, ligada a la
manera en la que percibimos e imaginamos nuestros espacios geográficos
personales.

33
/ « ¿ , pág. 364.
34
Hemingway, art. cit., pág. 62.
35
Cortázar, op. cit., pág. 368.
36
Hemingway, art. cit., pág. 62.
DE BUENOS AIRES A PARÍS: LOS CUENTOS DE... 419

OBRAS CITADAS:

Aínsa, Fernando, «América y Europa: Las dos orillas de identidad en la obra de J. C. Sig-
nificados del viaje inciático», Inti Revista de Literatura Hispánica, 22-23 (1985-86),
págs. 41-54.
Bermejo, Ernesto González, Conversaciones con Cortázar, México: Editorial Hermes, 1978.
Boldy, Steven, «Julio Cortázar: Rayuela», en Landmarks in Modern Latín American Fiction,
Philip Swanson, ed. London y New York: Routledge, 1990, págs. 118-40.
Borello, Rodolfo A., El peronsimo en la narrativa argentina, Ottawa: Ottawa Hispanic Stu-
dies, 1991.
Cortázar, Julio, «Carta a Saúl Sosnowski (a propósito de una entrevista a David Viñas)»,
Obra crítica/3, ed. Saúl Sosnowski, Madrid: Alfaguara, 1994, págs. 55-62.
—, Cuentos completos, 1 y 2, Madrid: Alfaguara, 1994.
—, «El intelectual y la política en Hispanoamérica», Obra crítica, 3, ed. Saúl Sosnowski,
Madrid: Alfaguara, 1994, págs. 113-30.
Hemingway, Maurice y Frank McQuade, «The Writer and Politics in Four Stories by Julio
Cortázar», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 13.1 (1988), págs. 49-63.
Jaffe, Janice A., «Apocalypse Then and Now: Las Casas' Brevísima relación and Cortázar's
'Apocalipsis de Solentiname'», Chasqui, 23.1 (1994), págs. 18-28.
Kaplan, Caren, Questions ofTravel. Postmodern Discourses of Displacement, Durham: Duke
University Press, 1996.
Reichardt, Dieter, «La lectura nacional de «'El otro cielo' y Libro de Manuel», Inti Revista de
Literatura Hispánica, 22-23 (1985-86), págs. 205-15.
Richard, Nelly, «Cultural Peripheries: Latin American and Postmodern De-centering», The
Postmodernism Debate in Latin America, John Beverly, José Oviedo y Michael Aronna,
eds. Durham: Duke University Press, 1995, págs. 217-22.
Rix, Rob, «Visions of Blighted Youth: Buenos Aires Remembered in the Tales of Julio Cor-
tázar», A Face Not Turned to the Wall, C. A. Longhurst, ed. Leeds: Univ. of Leeds, 1987,
págs. 257-76.
Standish, Peter, «Los compromisos de Julio Cortázar», Hispania, 80.3 (1997), págs. 465-72.
Tittler, Jonathan, «Los dos solentinames de Julio Cortázar», en Los ochenta mundos de Cor-
tázar: Ensayos, Fernando Burgos, ed. Madrid: Edi-6, 1987, págs. 85-91.
Vázquez Amaral, José, The Contemporary Latin American Narrative, New York: Las Ameri-
cas Publishing Co., 1970.
Young, Richard A., «El contexto americano de un cuento de Cortázar ('El otro cielo')», Ex-
plicación de Textos Literarios, 16.1 (1987-88), págs. 8-17.
Yurkievich, Saúl, Julio Cortázar: mundos y modos, Madrid: Anaya & Mario Muchnik, 1994.
Zamora, Lois Parkinson, «Deciphering the Wounds: The Politics of Torture and Julio Cortá-
zar's Literature of Embodiment», en Literature and the Bible, David Bevan, ed. Amster-
dam: Rodopi, 1993, págs. 179-206.

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