tú, que eres el Padre Espiritual de nuestra familia religiosa del Verbo Encarnado, alcánzanos la gracia que te pedimos en esta novena. Confiados te pedimos llegar a ser Santos Sacerdotes, según el corazón de Cristo: que abreven su espíritu en la Palabra de Dios, solidarios con todo necesitado, abandonados a la Divina Providencia, predicadores incansables, "caudalosos de espíritu", “con una lengua, labios y sabiduría a los que no puedan resistir los enemigos de la verdad”, confesores misericordiosos, de ubérrima fecundidad apostólica y vocacional1, no esquivos a la aventura misionera, siempre alegres incluso en las dificultades, amantes de la Cruz y verdaderos devotos da la Virgen María. Te pedimos ser siempre fieles a Dios, cumpliendo en cada momento Su Santa Voluntad y perseverar hasta la muerte en esta familia religiosa. Que la Virgen Santísima, Madre de los Sacerdotes, a quien tú tanto amaste y de quien nos profesamos ser sus esclavos de amor, nos proteja desde lo alto contra todo peligro, tentación y cualquier ataque del demonio, para alcanzar un día el Cielo junto a todas aquellas almas que nos han sido confiadas durante todo nuestro ministerio. Amén. Pater, Ave y Gloria. San Juan Pablo II, ruega por nosotros (3 veces)