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"QUE NO TRAIGAN AL MÉDICO'~ LOS PROFE~IONALES

DE LA SALUD ENTRE LA CRITICA Y LA SATIRA


(CIUDAD DE MÉXICO, SIGLOS XIX-XX)

Claudia Agostoni*

INTRODUCCION

Diversos fueron los periódicos y las revistas que circulaban en la ciu-


dad de México a [mes del siglo XIX en los que la imagen de los profesiona-
les de la salud era motivo de frecuente crítica y descalificación. En versos y
poesías satíricas, o en los llamados refranes populares, se cuestionaban los
más apreciados y cuasi inherentes atributos de los médicos titulados: la hon-
radez, la capacidad y el desinterés.! De acuerdo con el médicoJosé Olvera,
la endeble reputación de los médicos mexicanos derivaba de la difusión que
habían tenido -y que continuaban teniendo- los escritos de Moliere y
Montaigne,2 autores que desde el siglo XVII habían logrado provocar la risa
del público a costa del médico y del boticario.3
Si bien las publicaciones periódicas de la ciudad de México en algu-
nas ocasiones presentaban a los médicos como ignorantes, pedantes, astutos
y codiciosos, esto no derivaba necesariamente de la difusión o del conoci-
miento que el público pudiera tener de obras como El e,yermo imaginario o del
. Médico apalos. La imagen del médico titulado era particularmente ambigua y

.• Instituto de Investigaciones Históricas·UNAM. Agradezco las útiles críticas, observaciones


. y sugerencias que recibí de parte de José Ortiz Monasterio, Pablo Piccato, Cristina Sacristán, Elisa
Speckman y de un dictamillador anónimo, al presentarles una versión anterior de este rma"i'l.
I Agostoni, "Médicos", 1999, pp. 13·31.
2 Olvera, "Expendio", 1897, p. 99.
3 Algunas obras escritas por Juan Bautista Poquelin, conocido como Moliere (1622·1673),
en las que destaca la figura satirizada del médico san El enfmllo imaginario (1673) y El médico a
palos (1666). Sobre los médicos y la sátira, véase Snyder, Pros/Jerb, 1991, p. 98. Sobre la sátira,
véanse ElIiot, ¡¡'wer, 1996; Kiley y Shuttleworth, Satire, 1971; Lozano, reraJ, 1995, pp. 183·
296; Portilla, FC1IomclIo[ogúz, 1984, y Scholberg, Sátira, 1971.

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contradictoria debido a la multiplicidad de actores y de discursos en tomo decir, una opinión pública favorable en tomo a los médicos titulados eraun
al ejercicio de la medicina y al cuidado de la salud, así como por e! hecho de requisito imprescindible para legitimar la presencia y actuación de l~s profe-
que los médicos titulados no poseían una superioridad incontestada sobre sionales de la salud y del Estado porfrriano.
otro género de curadores.~ Sin embargo, y como se verá más adelante, la figura y autoridad dd
, Un ámbito de! espacio público desde dondé se pueden apreciai: las médico titulado no poseía una superioridad incontestada sobre otros discur-
dificultades que enfrentaban los médicos titulados al procurar imponer sus sos y prácticas médicas y la opinión pública no era unánime, sino que estaba
nor~as, discursos y prácticas sobre o'tro gér1ero de curadores y sobre e! púo marcada por la confrontación, la negociación y el debate. Por tanto, el obje-
blico consumidor de servicios médicos, fue la prensa de la época. En artícu- tivo de este ensayo consistirá en explorar la interacción entre política, dis-
los, notas breves, cartas y anuncios publicitarios, es posible apreciar que la curso científico y opinión popular sobre el ejercicio de la medicina durante .
salud, la enfermedad y la heterogeneidad del mercado y del discurso médico las décadas finales del siglo XIX Y la primera del siglo xx, así como a.'1alizar
eran temáticas de amplia reflexión y comentario. Por tanto, la conducta, actua- algunas de las estrategias a las cuales recurrieron el Estado y la elite profesio-
ción y desempeño de los médicos desataban palabras de aceptación, alabanza nal para fortalecer y legitimar la presencia y la práctica de los médicos titula-
y elogio, así como comentarios y opiniones que denotaban la inquietud, in- dos en la sociedad.
certidumbre y desconfianza que el público podía llegar a tener frente a la La primera sección de este ensayo prestará atención a algunos de los
figura y capacidad de los profesionales de la salud. recursos empleados por los médicos titulados y por el Estado para fmjar una
La multiplicidad de médicos -titulados o no- que atendían a un pú- imagen de prestigio sustentada en elementos que no necesariamente deriva-o
blico racial, cultural y socialmente heterogéneo no fue un rasgo distintivo ban del ejercicio de la medicina; Posteriormente, la segunda sección mostrará
del México porfiriano. Pero un aspecto que sí marcó las décadas finales del algunas de las opiniones que aparecían en la prensa que se remitían a la
siglo XIX fue la expansión de las áreas de interés, competencia y presencia figura y desempeño del médico en la sociedad. Para concluir, la última sec-.
del Estado y de los médicos titulados en la sociedad mediante la puesta en ción estudiará de qué manera y con qué intención algunos miembros de la
marcha de una vasta campaña de salud pública, higiene y sanearniento.5 y elite profesional y el público consumidor de servicios médicos reaccionaron.
fue precisamente e! impulso institucional que recibió la salud pública uno frente a la incredulidad y la crítica hacia los galenos en la ciudad de México,
de los elementos que condujo a que algunos médicos titulados -en particu- sede de las más importantes instituciones médicas y científicas de la época.
lar aquellos que pertenecían a la elite médica- así como el Estado, conside-
raran fundamental fortalecer, vigorizar y crear hasta donde fuese posible
una imagen respetable y competente de los profesionales de la salud. 6 Es EL MONTAJE DE UN PRESTIGIO PÚBLICO

EllO de marzo de 1881, la comunidad científica nacional acogió con dolor


I Le Bretan, AlltrojJologia, 1990, pp. 83·97, Las hoy denominadas "medicinas paralelas"
que predominaban en el México decimonónico, poseían una antigua legitimidad social y se la noticia del fallecimiento del doctor Gabino Barreda -socio titular de la
encontraban firmemente arraigadas en las tradiciones de las comunidades que conformaban el Academia de Medicina, miembro de múltiples sociedades científicas del
espacio nacional. Esas prácticas médicas se nutrían de conocimientos y prácticas ajenos a la
cultura médica europea y de algunos elementos de la llamada medicina científica que emergió país, catedrático de patología general de la Escuela de Medicina, destacado
triunfante durante las décadas finales del siglo XIX. Sobre la convivencia y confrontación entre 'positivista y fundador de la Escuela Nacional Preparatoria.7 Durante tres
médicos titulados y otros curadores no reconocidos por el Estado a fines del siglo XIX véanse
Agosloni, "Médicos", 1999, pp, 13·31, Y Carrillo, "Profesiones", 1998, pp. 161·168,
días, el cuerpo inerte de! ilustre médico fue "visitado por multitud de perso-
, Agostoni, "Salud", 2001, pp, 73·81, Y MOllllmentJ, 2003, Cabe señalar que el mayor
interés estatal en las políticas y los programas sanitarios condujo a que emergieran numerosos
conflictos entre los médicos y el Estado, Sobre todo los profesionales de la salud reclamaban al Perkin y Geison, Pr'!ftJJio1lJ, 1984, y Ramsey, "Politics", 1984, pp. 225·305. Un estudio reci;nte
Estado que asumiera la responsabilidad que en 1857 había adquirido para reglamentar el que analiza este tema para el caso argentino es el de González, Curar, 1999. Véase también el
ejercicio de la profesión, mag¡~fico trabajo de Palmer para el caso de Costa Rica, ltJjJlIlar, 2003.
ti Sobre la profesión médica y los debates en tomo a la profesionalización de la medicina , Véase Soriano, "Discurso", 1881, pp. 96·102; Garay, "Gabino", 1884, pp. 217·218, Y
vbnse Fee y Porter, "Public", 1992, pp, 249·275; Friedson, Pr'!ftJión, 1978, Perkin, Rise, 1989; "Homenaje", 1907,1908, pp. 241·272. .
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nas de todos Oos] sexos, y velado constantemente por directores, catedráti- institucional que el Estado otorgó a la elite médica y que amplió las áreas de
cos y alumnos de todas las escuelas nacionales"_8 Posteriormente, el 14 de incumbencia e intervención de los profesionales de la salud. 13
marzo, tuvo lugar la ceremonia fúnebre, a la cual asistieron y en la que Por otra parte, la participación de algunos médicos mexicanos en di-
participaron los más distinguidos miembros de la elite política y científica versos congresos médicos e higiénicos internacionales, la publicación de
de la época. Los oradores aprovecharon la oportunidad para expresar su revistas especializadas en medicina e higiene y las más sólidas y longevas
agradecimiento a Barreda, enaltecieron sus enseñanzas y legado, y con ello asociaciones y sociedades médicas que fomentaban la organización de re-
resaltaron la importancia que la ciencia y la medicina poseían para el progre- uniones científicas y que difundían los intereses de los profesionales de la
so y el futuro nacional. 9 Al término de la ceremonia, el carro fúnebre reco- salud,14 eran elementos presentados como pruebas de que en México -al
rrió las calles de la capital seguido por un séquito de carruajes, mientras que igual que en otras naciones civilizadas- la salud pública era una prioridad
los gendarmes guardaban el orden y abrían paso entre la multitud hasta gubernamental, y que los médicos figuraban entre sus más destacados prota-
llegar al panteón de Dolores. lo gonistas.
El ritual efectuado para honrar a Barreda puede ser visto como una La proximidad y confluencia de intereses que se registró entre los
estratecia empleada por el Estado para fo~ar una imagen de unión y cohe- médicos y el Estado condujo a que algunos lnédicos se presentaran a sí . .;
sión e:rre los médicos, así como para poner de manifiesto que los médicos mismos como individuos que pertenecían a una agrupación profesional de
titulados compartían con el Estado una serie de preocupaciones, objetivos e particular importancia para el progreso nacional, y a que algunos médicos
intereses. De hecho fue a partir de la segunda mitad de la década de 1870 ocuparan cargos de alta rentabilidad política. Asimismo, los profesionales
cuando los lazos entre los profesionales de la salud y el Estado se estrecha- de la salud -y de manera muy particular los médicos-higienistas- se ocupa-
ron. Prueba de lo anterior fue que en 1876 un selecto grupo de médicos, ron de cuestiones de toda índole: de la toma de decisiones políticas al
ingenieros y representantes gubernamentales acudieron a la convocatoria fungir como senadores o diputados, del diseño y supervisión de los pro-
del Primer Congreso Médico. El objetivo del congreso consistió en discutir yectos de saneamiento de ciudades, puertos y fronteras, así como de la re- '.
las medidas requeridas para "disminuir los estragos que la epidemia actual dacción de leyes, códigos y reglamentos sanitarios e higiénicos. Por otra
de tabardillo está causando en la población", así como para deliberar sobre parte, las opiniones y diagnósticos de los galenos eran consideradas por las
qué hacer para sanear a la capital. Il Un año después, la Academia Nacional autoridades como fundamentales para establecer si una pareja podía o no
de Medicina fue reconocida como un "órgano consultivo en todos los asun- contraer matrimonio, y los médicos tenían en sus manos, gracias al secreto
tos científicos" del gobierno federal y comenzó a percibir, por primera vez médico, la muy preciada y celosamente cuidada "honra" de las familias. 15
desde su fundación, una subvención anual para facilitar las tareas de sus La mayor y más estrecha relación que se fo~ó entre los profesionales de
miemhrosP Asimismo, al fmalizar la década de 1870 el Ministerio de Go- la salud y el Estado condujo a que ambos actores consideraran que era nece-
bernación expidió un decreto mediante el cual reorganizó al Consejo Supe- sario vigorizar, sanear y fortalecer la imagen que de los galenos se tenía en la
rior de Salubridad, una disposición que denotó con claridad el impulso sociedad. Una estrategia por medio de la cual se procuró alcanzar lo anterior
fue a través de la escritura de biografías y necrologías de algunos médicos.
8 Soriano, "Discurso", 1881, p. 99. Así, mediante esos géneros literarios se procuró persuadir a la opinión pt'l-
, Los .oradores durante la ceremonia fueron el doctor Mannel Domínguez (por la Escuela
de Medicina),Justo Sierra (en representación de la Escuela Preparatoria), así como los médicos
blica acerca de los logros, virtudes y legado de estos profesionistas. J6
Alberto Escobar (representando al Cuerpo Médico·Militar), Porfirio Parra (por parte de la
Sociedad Metodofilia) y Manuel Soriano, entre otros.
111 Soriano "Discurso", 1881, p. 101. Un arúculo que analiza la importancia que para el
Estado adquirieron los entierros y funerales públicos de mie~bros distinguidos de la elite 13 "Junio 30 de 1879. Circular de la Secretaría de Gobernación. Organización del Consojo
política durante las décadas finales del siglo XIX es el de Esposlto, "Death", 2000, pp. 87·103. Superior de Salubridad" en Dublán y Lozano, Legülació/~ 1879, vol. 13, p. 8G8.
Véase también Esposito, "Memorialiling", 1998. . " Saldaña y Azuela, "Amateurs", 1994, pp. 135·172.
J J "Crónica", 1876, p. 379.
¡; Mendoza, Secreto, 1887. Véase también, Donzelot, lblicillg, 1997.
" Fernández del Castillo, Historia, 1956, pp. 53-54. 16 Fernández dd CastillQ, HistOJia, 1956, p. 42.
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En lo tocante a las biografías, en el libro Biogrqftás de mexicanos dirtingui- paciente o la sala de operaciones. Por ello, el valor y la destreza que algunos
dos, escrito por Francisco Sosa y publicado en 1884; en Los hombres prominentes habían manifestado al enfrentarse a los invasores estadunidenses durante la
de México, editado por Irene o paz y publicado en 1888, o en los estudios ocupación de la capital en 1847 fue particularmente importante para confi-
biográficos que eran responsabilidad de la Comisión de Publicaciones de la gurar una imagen respetable de los galenos;2o En un discurso pronunciado
Academia Nacional de Medicina, se equiparaba la vida y logros de algunos en 1892 por el doctor Maximino Río de la Loza, fueron alabadas las accio-
miembros de la elite médica con las vidas y ejemplos de diversos legislado- nes desempeñadas por MiguelJiménez, Leopoldo Río de la Loza y Francis-
res, militares, poetas y escritores. I7 De acuerdo con Irene o Paz, era esencial co Vértiz. De acuerdo con De la Loza, en 1847 esos médicos crearon la
que el público tuviera conocimiento de las acciones desempeñadas por mé- llamada Compañía Médico Militar, la cual, uniformada y con tambor ba-
dicos como José M. Bandera, Manuel Carmona y Valle, Rafael Lavista, tiente, salió a la plazuela de San Lázaro "no para libertar de la muerte a la
Eduardo Liceaga y Porfirio Parra, entre otros, puesto que sólo así, "el públi- humanidad, sino para dársela, cumpliendo sin embargo con un santo de-
co" tendría "pruebas concluyentes de que en esta república tenemos hoy [...] ber": la defensa de la patria. 21 Otros médicos resucitados del olvido histórico
hombres de gran talla que podrían figurar en cualquier país ".18 Cabe señalar fueronJosé María Barceló y Manuel Andrade y Pastor, distinguidos defen-
que el empleo por parte de Ireneo Paz del término "público" no fue fortuito. sores de la ciudad en 1847. De Andrade y Pastor se decía que su muerte en
El público consumidor de servicios médicos era -y continúa siendo- el 1848 no había sido causada por un balazo al "tratar de libertar la casa del
principal juez de la capacidad, desinterés y profesionalismo de los médicos, señor José Cervantes de la rapacidad de los aventureros americanos", sino
trátese de médicos titulados o no. por una enfermedad que había contraído al otorgar atención médica a una .
a
En lo que se refiere las necrologías, en 1877 la Academia Nacional de familia infestada por la fiebre. 22
Medicina consideró que era esencial tributar un homenaje de reconocimiento Un lugar principal ocupó la vida y obra del médico Rafa~l Lucio. Su
a la memoria de sus socios fallecidos, "porque si muchos no han brillado en necrología -publicada en 1886- destacaba que, además de haber sido el
la sociedad, por su modestia o por su escasa suerte, la Academia ha podido primer médico en recibir una medalla de oro y una medalla con una cruz
apreciar sus virtudes y su laboriosidad y tiene [...] el deber de honrar su por parte del gobierno,23 sus acciones en 1847 habían sido como a continua-
memoria".19 Es decir, puesto que los médicos y sus acciones no figuraban de ción se cita:
manera notable en la memoria colectiva, la escritura de necrologías se trans-
formó en otra estrategia mediante la cual se procuró persuadir y moldear la La ciudad [...] present~ba un aspecto desolador: el terror estliba pintado en
memoria que de estos profesionistas se tenía. A partir de 1877 fue mayor y todos los semblantes [...] Grandes gnipos de gente corrían podas calles
más frecuente la inserción de necrologías de médicos notables y de médicos huyendo del lado sur y occidente, que era por donde se temía que entra-
menores en publicaciones científicas, médicas e higiénicas, en las revistas ran primero los americanos. Un hombre, montado en un níal caballo,
dirigidas al público en general, así como en periódicos de diferentes postu-
ras ideológicas, con o sin subvención gubernamental.
20 Río de la Loza, "Historia", 1892, pp. 48-60.
Las necrologías no sólo enaltecían la vida privada y la trayectoria pú- " Ibid., pp. 51-52.
blica de galenos, también hacían hincapié en el heroísmo, desinterés y per- . " Sosa, Biog,.qfias, 1884, p. 64.
severancia con la cual estos profesionistas se habían conducido en su cons- " Rafael Lucio falleció el 30 de mayo de 1886, pero la velada fúnebre fue programada para
el 15 de sepúembre de ese mismo año. Véase "Velada", 1886, pp. 397420. El número de la Gacela
tante lucha contra la muerte, batalla que no se circunscribía a la cabecera del Médica de Méxim presenta los discursos pronunciadas por el doctor Manuel Domínguez en nombre
de la Academia Nacional de Medicina; el de J. Ramirez de Arellano en nombre de la Sociedad
"Pedro Escobedo", las palabras de Domingo Orvailanos en representación del Consejo de Salubri-
17 Véase Sosa, Biogniflas, 1884, quien consideró indispensable incluir las biografías de los
dad, el discurso de Francisco Patiilo' por la Sociedad de Fannacia, las palabras de Manuel Bores,
siguientes médicos en su obra: ,Francisco Armijo, pp. 69-71; José María Barceló, pp. 126·131; por el Cuerpo Médico Militar, el discurso del médico Adrián de Garay en nombre de la
Manuel Campos, pp. 189-196; Manuel Carpio, pp. 204-207, Y Manuel Andrade, pp. 62-65. Sociedad Filoi,ítrica, el poema escrito por el médico Hilarión Frías y Soto en nombre del Liceo
IR Véase 1a presentación en español, inglés y francés de Paz a la obra Hombres, 1888.
Hidalgo, así como el discurso pronunciado por Manuel María Contreras en nombre de la
'" "Academia", 1876, p. 395. Escuela Naciom¡] Preparatoria, entre otros.

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cruzaba en tanto las calles en sentido contrario, dirigiéndose al rumbo de éstos cesaran de ser víctimas de la incredulidad y menosprecio de la pobla-
Chapultepec, por donde se oía vivísimo e! fuego de fusilería. ción. 26
Era e! doctor Lucio que marchaba al lugar de! combate. Y como Si b~en algunos médicos formaban parte integral de la elite intelectual
cuantos le encontraban le hacían ver que e! enemigo avanzaba triunfante, y profesional, no por ello gozaban de prestigio, reputación o clientela. Parte
él contestaba que era médico [...] y que más que nunca terna que cumplir de la explicación radica en la amplisima diversidad de médicos con y sin
con su deber yendo a curar a los heridos. Y en efecto, llegó al Castillo, título legal para ejercer la profesión, quienes ofrecían sus servicios a un
presenció lo más rudo del combate, y permaneció prestando los servicios público que poseía un acercamiento ecléctico hacia la enfermedad y hacia
de la ciencia a los que caían despedazados por los proyectiles americanos. 24 los medios para restaurar la salud. Y fue precisamente la heterogeneidad uno
de los rasgos distintivos de las opiniones, comentarios y apreciaciones en tor-
Para el Estado y para la elite médica, los profesionales de la salud se no a los médicos que aparecían en los periódicos y revistas de la capital.
dedicaban al honesto e incluso heroico ejercicio de su profesión, fuese en Es importante señalar que si bien el nÚmero de lectores de la ciudad
momentos de calma o en situaciones de guerra. Por ello, cuando el periódi- de México era limitado (en 1910 la población alfabetizada del Distrito Fede-
co El Partido Liberal publicó en 1887 una convocatoria -ideada por Vicente ral equivalía a 38% del número total de habitantes), los temas de la salud y
Riva Palacio y retomada por Francisco Sosa- para que el Paseo de la Refor- de los medios para preservarla o conseguirla eran asuntos de generalizado
ma se transformara en una galería de hombres ilustres, el gobierno del esta- interés. Por lo tanto, en medios impresos Oibros y manuales de medicina
do de Veracmz decidió enviar a la capital una estatua de Rafael Lucio. Así, doméstica; folletos y cartillas; prensa pequeila o de cuartilla, o en la emer-
con Lucio sobre el Paseo de la Reforma se honró a uno de los médicos más gente industria publicitaria), así como en reuniones farlliliares, en la calle,
distinguidos en el ámbito de la ciencia y en el campo de la guerra, y el en el trabajo, la casa o en la escuela, los temas de la salud y de sus apóstoles
gremio médic? en su conjunto ocupó un lugar preponderante en la más -los médicos- generaban comentarios, interés, debate, ambigüedad y con-
importante avenida de la ciudad. 25 tradicción.
La imagen de los médicos que el Estado y que la elite médica deseaba
recrear, consolidar, hacer visible y tangible, era la de un gmpo de indivi-
duos pertenecientes a la cultura universal, ávida de progreso y bienestar. 'Por LA FIGURA DEL MÉDICO EN LA CULTURA ESCRITA
ello, en las necrologías y biografías, al develar estatuas o bustos, durante la
celebración de ceremonias públicas o discursos fúnebres, o al inaugurase Fuese el médico un exitoso profesionista, un inspector de cuartel sin consul-
congresos médicos, científicos o higiénicos, la constante mención del traba- torio, o un médico mral sin clientela, constantemente se evaluaba, comenta-
jo, desinterés y permanente lucha contra la muerte de los profesionales de la ba y criticaba su desempeño y acciones a la cabecera de un paciente o en la
salud buscaba presentar una imagen de cohesión y unión entre los médicos. clínica de un hospital. Esto obedecía a que el ejercicio de la medicina era un
Tanto los médicos titulados como el Estado consideraban que únicamente a acontecer que permeaba todo los ámbitos de la vida social, y que por lo
partir de la transmisión de una imagen de fortaleza, unión y cohesión de los
médicos como verdadera agmpación profesional sería posible lograr que
,. El menosprecio de la población hacia los profesionales de la salud fue una constante
durante el transcurso del siglo XIX. Véase Staples, "Constitución", 1982, p. 94. Desde los
albores del ,iglo XIX El Diario tk México -primer cotidiano de Nueva España- comentó sobre la
" Véase Sosa, "Rafael Lucio" en EJlaluas, 1996, p. 29. ineficacia y dudosa capacidad de los médicos titulados. En 1804 esa publicación .eI1alaba que
" El estado de Veracruz también donó una estatua de Miguel Lerdo de Tejada. Véase Sosa, los habitantes de la ciudad de México teman poca fe en los médicos, que los doctores visitaban
EJlaluas, 1996, y Nash, &eo, 1959. Cabe· ruladir que cuando Porfirio Dlaz colocó <n 1910 la a todos pero que no curaban a nadie, y que la muerte del paciente rico era el mayor de los
primera piedra de la estatua de Louis Pasteur que el gobierno francés donó al pueblo mexicano, desengrulos para cualquier médico. Véase, Wold, Diario, 1970, pp. 113·116. Sobre la incredu·
se conmemoraba con ello a todo el cuerpo médico nacional. Véase "La estatua del sabio Pasteur", lidad hacia la figura del médico durante la época novohisprula véanse Tate, Rral, 1997, pp. 315.
EIllllparcia4 8 de septiembre de 1910, p. 10, Y "El señor presidente de la república colocó la 331 Y Hem:índez, úa17lmg, 1997, pp. 21·61. Para el caso de España durante la ilustración véase
primera piedra del monumento a Pasteur", Ellmparcia4 12 de septiembre de 1910, pp. 1 Y 9. Lafuente, "Profesionales", 1988, pp. 71·92.
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mismo no se circunscribía a la interacción que podía llegar a darse entre un inclinado sobre los misterios de la muerte,,31 había sido conducido como un
médico y su paciente. 27 Es decir, la, enfermedad acechaba todos los ámbitos reo por las calles de la ciudad?
de la. ciudad y las vidas de sus habitantes cada vez que se anunciaba la El arresto y la prisión del doctor Parra sucedieron cuando éste dio de"
llegada o propagación de alguna epidemia. Además, las disposiciones sanita- alta al señor José María Herrera, paciente del hospital Juárez. El médico
rias e higiénicas expedidas por el Estado e implementadas por las autoridades desconocía que el señor Herrera se encontraba a disposición delJuzgado 40
sanitarias afectaban todos los espacios de convivencia y de sociabilidad de Correccional para seguirse en su contra una averiguación correspondiente
los individuos. Precisamente por lo anterior, en las páginas de periódicos por motivo de la caída de unos andamios de una obra en la Alberca Pane.
de posturas e ideologías tan diversas como El T'zempo, El Universal, Diario del Parra, al dar de alta al paciente, simplemente había cumplido con su obliga-
Hogar, El Imparcial y El País,28 o en las de la llamada "prensa pequeña" o ción de no retenerlo en dicho recinto por ser innecesario. No obstante, la
"pren~a de cuartilla", publicaciones satíricas e irreverentes, se cuestionaba justicia lo interpretó como un delito de usurpación de facultades, lo cual
tanto la eficacia de las autoridades sanitarias, como las campañas obligato- condujo a que pasara dos días en la cárcel de la ciudad.
rias de vacunación, o bien, el desempeño, conocimientos y reputación de De acuerdo con el doctor Manuel Soriano, bien pudo "haberse citado
°
los médicos -titulados no- en la sociedad. 29 al doctor Parra para que compareciera ante elJuzgado sin vejar su honra y su
Un acontecimiento que ocupó las páginas de El Monitor Republicano en nombre, y en su persona, como médico, a nuestra sagrada profesión".32 Es
junio de 1881 fue el arresto y la prisión del doctor Porfirio Parra, cuando se que "¿acaso se temía que el médico se fugara?", preguntaba Soriano. Eso no
relató que: "El doctor Parra fue conducido a la cárcel pública por la policía era posible "tratándose de un individuo que por el ejercicio de su misma
y públicamente como si se tratara de un reo cogido infraganti delito, o con profesión tenía que mostrarse en todas partes [públicamente]". El acto de
certeza de que lo hubiese cometido, o con presunciones al menos de que lo evadirse de la acción de la justicia sólo era "común verlo entre nuestro
hubiese ejecutado; todos decían que parecía se había desplegado un lujo de pueblo vulgar [oo.] no entre la clase a la que pertenecemos", añadía_ 33 Para los
ostentación al conducir al doctor Parra por las calles."30 profesionales de la salud, el arresto y la prisión del doctor Parra habían
¿Cómo era posible que ocurriese semejante atropello? Parra, el más des- lastimado la honra de todos los médicos titulados al quedar su nombre re,
tacado discípulo de Barreda, director de la Escuela Nacional Preparatoria y de gistrado en los libros de la alcaldía, alIado del de "un asesino o un saltea-
la Escuela de Altos Estudios, miembro de la Academia Nacional de Medicina dor".34
y diputado frente al Congreso de la Unión, ¿preso? ¿Por qué un "honesto y Para Soriano, como se puede apreciar, los profesionales de la salud
modesto sacerdote de la ciencia" que "gastó su juventud en los arÚlteatros, eran parte integral de la elite profesional de la época, y como tales se habían
visto seriamente afectados por el arresto de su colega. Sin embargo, no todos
los doctores pertenecían a la elite médica. Baste recordar las dificultades y
penurias de Francisco Téllez, personaje principal de la novela Pacotillas, es-
" El tema de la relación médico·paciente ha sido ampliamente analizado. V éanse, entre
muchos otros estudios, los siguientes: Pendelton y Hasler, Dodor-Pahiml, 1975; Shorter, Bedside, crita precisamente por el médico que fue injustamente encarcelado, Porfirio
1985, y "History", 1993, pp". 783·800, Y Porter, Palienls, 1985. Parra.35 La novela de carácter realista y naturalista relata la vida de Francisco
'" El Tiempo (1883-1912), El Universal (1888·1901), Dimio del Hogar (1881-1912), El Impar-
cial (1882-1914) Y El País (1899-1914). Sobre las publicaciones periódicas durante las décadas Téllez -apodado Pacotillas- alumno de la ESClIela de Medicina, quien se ve
finales del siglo XIX y primeras del XX véase, por ejemplo, Ruiz el al., Periodismo, 1980; Ruiz, . en la necesidad de ingresar al mundo del periodismo para ganarse la vida,
Pre1lsa, 1987; Lombardo, Opinión, 1992; Navarrete y Aguilar, Prensa, 1998, y Las Publicado1les,
1994. Un artículo que presenta un panorama general de las principales revistas y semanarios
médicos y científicos del siglo XIX es el de Rodríguez, "Semanarios", 1997, pp. 61-96.
". Sobre la llamada "prensa pequella" o "prensa de cuartilla" véase Díaz, "Satiric", 1990,
pp. 497·526. En lo que se refiere al género satírico y a su empleo durante la época novohispana 31Gimtllo, "Médico", 1884, p. 32.
véanse GonzáIez, "Sátira", 1951, 78-95, Y González y Miranda, Sátira, 1953. " "La prisión", 1881, p. 208.
:lII "La prisión", 1881, p. 207, cursivas en el original. Véase también ':Jurado de responsabi- " Ibid.
lidad celebrado el día 9 de mayo de 1881, contra el C. juez 4° correccional,José María Gamboa, " Ibid., pp. 208-209.
por abuso de autoridad", El MOl/itor Republicano, 11 de junio de 1881, p. 3. 35 Parra. Pacolillas, 1982.

108 LA ESFERA PÚllUCA EN LA CIUDAD DE M~XICO Los PROFESI01,~LES DE LA SALUD ENfRE LA CRtnCA y LA SÁTIRA 10~

convirtiéndose en un redactor de noticias de un periódico liberal. 36 Las IV. m:MONIO


acúvidades desempeñadas por Téllez bien se pueden resumir en las siguien-
tes palabras, publicadas en 1886 por el periódico El Monitor. -iVay,l una cuental iQyé horrorl
...¿Qy" pasa? ¿Por qué te irritas?
QlÍen se mete a periodista, -iVeu te duros diez visitas!
iDios le valga, Dios le asista!, iEI d, monio de! doctor!
él ha de ser director,
-No le enfades. iQyé bobada!
redactor y corrector,
-¿Qy,! hizo él con todo su arte?
regente, editor, cajista,
Tomó :te e! pulso y mandarte
censor, colaborador,
unas píldoras ... de nada
repartidor y cobrador,
corresponsal y maquinista; -iNi liene mala prebenda!
ha de suplir al prensista -¿Pa~ar yo?
y a veces ... hasta allector. 37 -Con ,prende que me salvó
de Ulla congestión tremenda.'
y si de un periodista se esperaba todo lo anterior, el público no espera-
...¿Qy! te había de salvar?
ba mucho menos de un médico. De acuerdo con Mariano Azuela (1873-
iLa q le te ha salvado fue
1952), un médico a fines del siglo XIX tenía que ser sÍmultáneanlente "ciru-
la sal 're que yo recé
jano, partero, oculista [y] ginecólogo", además de amigo y cOIÚesor, "sin más
a la "¡rgen del Pilar!~I
bagaje que el aprendizaje del índice de los libros de patología y terapéutica
con que las escuelas lo arrojan a uno a la calle".38 A cambio, e! médico
El dt sprestigio, deshonor y la desconfianza que la opinión pública
recibía no "más de cuatro pesos diarios como médico de consultorio" de
reflejaba ell torno a los médicos titulados se puede apreciar en las palalJras
alguna bcnefic::encia pública, "y allá, por campanada de vacante, uno que
anteriores, así como por el hecho de que en ocasiones se afirmaba que "e!
atro peso por consulta particular de algún desvelado del rumbo".39 Lo ante-
signo precllfsor de la muerte de un paciente en su domicilio es la llegada de!
rior implicaba que muchos médicos debían poseer una tienda, un rancho o
médico".42 Además, la incredulidad del público hacia la figura de! médico
cuando menos una barbería "para no morirse de hambre".40 Pero fuesen
aumentab, , cuando en la prensa se iIÚormaba de casos de médicos negligen-
médicos ilustres o médicos menores, inspectores sanitarios de cuartel o agentes
tes, aprehtndidos, multados o ellcarce!ados,43 o bien cuando en artículos y
de vacunación, todos eran blanco de burla, crítica, ironía y denuncia, que
en la forma de versos, fábulas, diálogos y anécdotas aparecían en las páginas
de periódicos y revistas. Veamos lo que en ·1886 comentaba e! periódico "Vital ",a, "Las fascs del médico", El Tiempo, 2 de mayo de 1886, p. 3.
católico EIT"zempo sobre los médicos titulados: " "En U'l examen de patología", El Hijo del Ahuúote, 4 de julio de 1897, p. 427. Otras críticas
.y sátiras se 1 ueden apreciar en los siguientes artículos periodísticos: "De todo un poco", El
MOllitor Rcpu/.'iá1Jlf), 1 de mayo de 1881, p. 2; "Palabras, palabras", El MOl/iJar Rep"blicano, 1 de
mayo de 188 , p. 2; "Un médico sin clientes", El MOl/itor Republia1JIf), 12 de junio de 1881, p. 2,
Y "Remitido> Cura prodigiosa", El MOl/itor Republicano, 21 dc junio de 1881, p. 2.
" Los si ;tlientes articulos periodísticos infOlmaron sobre diversas transgresiones realizadas
.lb Sobre esta novela véase cl cstudio de Hcrnando, "Gran", 1952, pp. 517-540. por médicos itulados: "Doctor multado y aprehendido", El Diario del Hogar, 27 de febrcro de
" "El periodista", tomado de LC'mbardo, Opinión, 1992, p. 14. 1886, p. 3; "lloctor acusado de abuso de confianza", El 1l1Iparcia~ 3 de agosto de 1897, p. 2; "Los
'" Azuela, Páginas, 1975, pp. 74 Y 16. . malos médicI's", El Il1!parcia~ 12 de diciembre de 1897, p. 2; "Las enfermedades infccciosas", El
,., !bid., p. 74. 11ltparcia~ 18 "e abril de 1897, p. 1; "Prisión de un doctor", EIII1IJlauial, 11 dc mayo de 1897, p.
·10 !bid., p. 17. 1; "Moralida,' profesioúal. Médicos y delincuentes", El 1l1Ipanicú, 16 de noviembre de 1898, p. 1.

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110 LA ESFERA PÚDUCA EN LA CIUDAD DE MtXICO Los PROFESIOl-- \LES DE LA SALUD ENTItE LA CRrnCA y LA SÁTIRA 111

notas breves se hacía público que algunos médicos y farmacéuticos obtenían por qué los hospitales se encontraban tristes sin la animación "de la muerte",
ganancias con la venta de medicamentos adulterados, falsos o venenos -con la razón P0l" la cual los asilos estaban vacíos, "los consultorios desiertos", y
lo cual ponían en peligro la vida de los pacientes además de violar lo estable- también er¡¡ lo que esclarecía por qué se practicaban "raspas, cortes y cirugías
cido en el capítulo v, artículo 423 del Código Penal de 1872.H Por otra al por may' .r, a precios sin competencia".47
parte, y de acuerdo con La ]mnga. Hf!Ja que Ríe. Sale los Lunes, la única Las CI íticas expresadas por Rodríguez y por El Imparcial estaban clara-
diferencia que existía entre los médicos titulados y los que no, era que los mente dirif2idas hacia la nueva y más joven generaci6n médica, misma que
primeros" despachan a los enfermos con título y Oos] otros sin él".45 Comenta- estaba tom~mdo el lugar, los puestos y la clientela de la elite médica porfiriana.
rios, rumores y noticias como los hasta ahora mencionados manifiestan la La elite ml:dica tal vez se identificaba con los que fueron calificados por
incapacidad de los médicos titulados para imponerse sobre el público y so- Guillermo Prieto como "médicos ecuestres", es decir, como la generación
bre otro género de curadores, y denotan que eran múltiples y muy diversas médica qm fungi6 como puente entre las instituciones médicas coloniales y
las imágenes que circulaban en torno a los profesionales de la salud. La las nacion¡¡les. Para Prieto los "médicos ecuestres" habían sido aquellos que
desconfianza y la ambivalencia popular hacia la figura del médico contrasta- cabalgabaJI "con su frac azul de botón dorado, cuyas visitas podían llegar a .
ba y ponía en entredicho las semblanzas que las biografías y necrologías durar tres horas", y quienes incluso eran llamados "tata por los niños".48 Es
oficiales buscaban recrear en torno a la figura del médico titulado. decir, par¡¡ algunos médicos porfirianos, lo que se requería para que los
Las necrologías y las biografías, así como los rituales públicos profesionales de la salud cesaran de ser.víctimas de: la incredulidad y del
orquestados por el Estado para honrar al cuerpo médico nacional, además ataque por parte del público, radicaba en humanizar el ejercicio de la medi-
de enaltecer la figura pública del médico como se señaló en las páginas cina, en rn,)strar su lado amable, y sobre todo, en evitar las intervenciones
anteriores, buscaban diluir las diferencias generacionales y unificar y armo- quirúrgicas innecesarias, que con tanta frecuencia se realizaban y que se
nizar al gremio médico en su conjunto. Sin embargo, el cambio generacional anunciaban en periódicos y revistas.
sí fue un factor que puso en evidencia las divisiones y diferencias que exis- Las críticas y desca:lificaciones hacia los médicos, fuese por parte de
tían dentro del círculo de los profesionales de la salud. Prueba de ello lo otros médi.:os, por parte de asiduos lectores de los diarios, por parte de articu-
constituye un artículo firmado por el doctor José María Rodríguez y que listas o reporteros que deseaban "hacer noticia" con temas relacionados con
apareció en la revista La Independencia Médica. Este médico señalaba con una la salud, o bien provenientes de pacientes desilusionados o agraviados, con-
implacable ironía que los enfermos echaban de menos a aquella generación dujo a qUf un grupo de médicos tomara la decisión de lanzar una ofensiva
de médicos sobresalientes entre 1830 y 1860 en el campo de la ciencia y en periodístio., como se verá a continuaci6n.
el de la guerra de la siguiente manera: "los enfermos dicen que echan de
menos y lloran por los tiempos de Muñoz, de Jiménez, de V értiz, VIllagrán
y Clement, y gritan hasta aturdir que no los acuchillen los cirujanos".46 En LOS MÉDICOS Y EL PÚBLICO RESPONDEN
este mismo sentido, El Imparcial consideraba que el fallecimiento de un buen
número de médicos sobresalientes antes de 1880 era el motivo que explicaba Frente a h incredulidad del público hacia la figura, capacidad y conoci-
mientos de los profesionales de la salud, un grupo de médicos tomó la deci-
.sión de lanzar una ofensiva periodística en 1880 con la publicación del
H "Guía de forasteros", El Dr. Meroliro. I1m"ódico CharlattÚl, -sin Mel/tiras ni Clientelas que ha de
Sacar Mudw Muela;- C01ll0 Ustedes VertÚl, 14 de diciembre de 1879, p. 3; "Caustico. Consulta", El semanario La Independenaa Médica. El doctor Fernando Malanco, su director
Dr. Merolico. Rriódico Charlatán, -sin Mentiras ni Clientelas que ha de Sacar Muchas Muelas- COTllO y editor, e;tableció lo que sigue en el número inaugural:
Ustedes Verán, 8 de diciembre de 1879, pp. 1·2. "Fraude contra la propiedad", cap. V, art. 423 del
Código RI/al, 1910; "La cruzada contra los curanderos", El Dían'o del Hogar, 27 de febrero de
1886, p. 3; "Las boticas. Gendarme envenenado", El Imparcial, 25 de junio de 1897, p. 2 .
... "Lavativas de agua fuerte", La Jeringa. H,ya que Ríe. Sale los LlI~s, 23 de febrero de 1888,
p. 2, cursivas del original. ., "La n,edicina humorística", El Imparcial, 8 de julio de 1897, p. 2.
.. Rodríguez, "Obstetricia", 1880, p. 90. l8 Prietc•. Memorias, 1985, p. 131.
112 LA ESFERA MUGA EN LA CIUDAD DE MÉXICO Los PROFESIO~, \LES DE LA SALUD EN'rn.E LA CRfnCA y LA SÁTIRA 113

La Illdependena.'l, Médica que viene al estadio de la prensa a luchar por los maldiCiente lengua, pone de intermedio entre su persona y las que ofende,
intereses de la clase médica, procurará aunque con la debida mesura, reve- una di;tancia de, 3 000 leguas.
lar faltas, muchas ya intolerables en algunos del gremio médico mexicano, Debiéramos, acaso, dejar correr e! aludido escrito por e! fangoso
seIÍalará sin envidia el talento y la sabiduría en donde quiera que los halle canalln que circula todo lo sucio y todo lo infame; pero juzgando que aún
hasta en sus detractores [...] y defenderá contra los ataques e invectivas de la dig¡ cidad nacional está comprometida, por verter aquel indigno médico
los necios, la honra, e! decoro y los intereses profesionales. 49 en su escrito expresiones que hieren de rechazo a nuestro gobierno, e!
silenci<J equivaldría a estúpida resignación o a criminal indolencia.
Un rulo después la publicación adoptó el sugerente título de La Voz de Creemos que todos los profesores de la Escuela de Medicina, colec-
HipócrateJy se consolidó como uno de los espacios al que los médicos que se tiva o aisladamente, rechazarán en público e! agravio públicamente i¡úeri-
sentían ultrajados -por la incredulidad del público o por los ataques que do, como lo hacemos nosotros en estas breves líneas, por cuya inserción
recibían de otros médicos- podían recurrir para esclarecer querellas, difama- quedamos a ustedes sumamente agradecidos. 51
ciones, rumores, chismes o comentarios negativos hacia su honor, persona o
desempeño. Malanco y sus colaboradores, así como los directores y editores La in~ erción de cartas testimoniales, de combate y de agradecimiento
de las más de 20 revistas médicas y científicas que se publicaban en la capi- fue una pdctica extendida durante el transcurso del siglo XIX, puesto que,
tal, consideraban que para obtener el aprecio y respeto del público era im- como se ha señalado, el siglo XIX mexicano fue epistolar por excelencia. 52
prescindible reilizar una amplia difusión de su quehacer cotidiano. Por ello, no es de extrañar que la prensa capitalina diera cabida en sus páginas
La prensa también se transformó en la tribuna desde donde el cuerpo a cartas pn ,venientes de los médicos que se sentían ultrajados o agredidos,
médico nacional respondía a las injurias o difamaciones que afectaban la así como a epístolas en las que hombres y mujeres deseaban hacer público su
honra del país. Una nota que causó enojo y que provocó una enérgica res- agradecimi<!nto a los profesionales de la salud. 53
puesta por parte de algunos médicos mexicanos fue un artículo que apareció En ¡;-';97 El Imparcial publicó una carta firmada por el médico francés
en la Revista 0Jinlrgica de París fmnado por el doctor M. Fort, quien lanzó Aníbal Bardé, quien deseaba hacer público su agradecimiento al médico
"injurias sangrientas a eminentes médicos mexicanos" y que fue reproduci- mexicano Regino González. Bardé señalaba que durante tres meses se había
do en diversos periódicos capitalinos.5o El 20 de mayo de 1897, los doctores sometido a cuatro intervenciones quirúrgicas, y que el doctor González -su
Manuel Domínguez, Porfirio Parra y doce médicos más, se dirigieron a la cirujano- "10 mismo en el día que en la noche, lo mismo en mi casa que en
redacción de El Imparcial para solicitar la inmediata inserción de las siguien- su sala médico quirúrgica", se había conducido con profesionalismo, esmero
tes palabras: y amabilid,¡d. 54 Un rasgo notable de la carta es la explicación que Bardé
presentó alerca del porqué de las operaciones. Éstas no habían sido necesa-
El inmundo libelo que ha llegado a México suscrito por M. Fort, libelo en rias para extirpar un tumor o para amputar un miembro, sino para "hacer de
el que se ofende glOseramente al honorable director de nuestra Nacional una parte del cuerpo humano una pieza patológica, para devolverla a su
Escue!a de Medicina, al no menos honorable subdirector y a algún otro de
nuestros más respetables conprofesores, nos obliga a protestar como mexi- " "Las i, jurias del doctor Fort. Una protesta de los profesores de la Escuela de Medicina",
canos y como miembros de! docente cuerpo (de la Escuela), contra e! El ¡'''/!,arcia~
~ I de mayo de 1897, p. 1.
., Staple', "Lectura", 1998, pp. 98·99.
insulto villanamerite l,mzado' a los conspi~os 'repr~sent:aUtes de la Escue!a 53 Véans,·, por ejemplo, las siguientes cartas de agradecimiento: "Carta de José Aristeo

~or un a~~Iitu'rero descortés y de alma tan ruin, que antes de soltar la Ochoa al médico Eduardo Liceaga", El Monitor Republicano, 21 de junio de 1881, p. 2; "Una
curación", caJ,a enviada por el señor José Martlnez Celis al periódico El MOIlitor Rejmblimllo, 28
de junio de H81, p. 4; "TeslÍmonio".;DUuio del Hogar, 25 de diciembre de 1891, p .. 3; "Carta del
señor Juan M Jncada", Diario del Hogar, 31 de diciembre de 1891, p. 3; "Nuevo médico", Diano
del Hogar, 19 ·le agosto de 1891, p. 3; "Notable operación quirúrgica", El Imparcia~ 29 de abril
-I!I Malanco, "'Prospecto", 1880, p. 1. de 1897, p. 2: "La cirujia moderna", El Imparcial, 8 de enero de 1903, p. 2.
'" "Elogios rechazados", El Imparcial, 28 i de mayo de 1897, p. 3. " "SeÍÍOI director de El Imparciaf', El Imparcial, 14 de mayo de 1897, p. 2.

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114 LA ESFERA PÚBUCA EN LA CIUDAD DE Ml!xIco Los PROFESION/\LES DE LA SALUD ENTRE LA CRtnCA y LA SÁTIRA 115

vida habitual, imitando así uno de los hechos más admirables del Supremo reflejo de la le que se tenía en el progreso de las ciencias médicas, así como
Hacedor, que hiere y cura, mata y vivifica".55 Con ese espíritu de experimen- espejo del anhelo gubernamental y del gremio médico por transformar la
tación, Bardé se había negado a tomar cloroformo y con ello tuvo la oportu- imagen de i'lcompetencia, avaricia e incapacidad que de los médicos titula-
nidad de "sentir el experimento del cruel y a un tiempo portentoso cuchillo, dos se tenía en la sociedad.
de los instrumentos varios [...] [y] observar en seguida las evoluciones de la
naturaleza a medida que regeneraba mi organismo [y que] hacía funcionar
mi corazón en emociones de reconocimiento y gratitud al acreedor de mi CONSIDERACIONES FINALES
conservación".56 Bardé en particular alababa la destreza y el dominio de la
ciencia, de la clínica y de la cirugía que poseía González, precisamente los Durante h, décadas finales del siglo XIX. el Estado manifestó un gran inte-
atributos o cualidades distintivos de la llamada medicina científica, e impor- rés por la s;uud pública e intervino decididamente en la reglamentación de
tantes instrumentos mediante los cuales algunos médicos titulados procura- la profesión médica y en la organización sanitaria del país. Los médicos que
ron distanciarse y distinguirse de otro género de curadores. pertenecían a la elite de la profesión ocuparon un lugar destacado en la toma
La importancia que adquirió la clínica, los adelantos científicos y mé- de decisiones políticas, borraban las difusas y frágiles fronteras entre lo pú-
dicos y, claro está, la publicidad que los médicos hacían de su trabajo en blico Ylo privado que circundan a la práctica médica y por ello su presencia
periódicos y revistas, se puede apreciar en otra carta enviada a la redacción y actuación eran motivo de frecuentes comentarios, opiniones y puntos de
de El Imparcial, el diario de mayor circulación de la época. En ella, la señora vista que aparecían en las publicaciones periódicas de la capital. Sin embar-
1'Üda dcJesús Garay sostenía que la invadía el "deber sagrado de hacer go, las percepciones públicas con respecto a los médicos no eran homogé-
público" su agradecimiento al doctor Luis Clement, quien le había salvado· neas. Éstas estaban marcadas por la ambigüedad y la contradicción debido a
la vida "por medio de su ciencia".57 La autora explicaba que había acudido la heterogeneidad de los actores, prácticas y discursos en tomo al ejercicio
con infinidad de médicos, que se había sujetado a "todos los rigores" sin de la medicina -trátese de medicina oficial o no. Es decir, las opiniones
éxito alguno, y que por fortuna un día vio en las páginas de un periódico un acerca de los médicos eran todo menos unánimes, lo cual denota que los
anuncio que daba a conocer las admirables curaciones del doctor Clement. médicos titulados y el Estado eran incapaces de imponer las normas, prácti-
La señora fue a él; le inspiro confianza la figura y sobre todo la "ciencia" del cas y disCl.l rsos de la medicina titulada sobre otros géneros de curadores, o
médico, y después de 17 días en tratamiento quedó completamente restable- de imponerse sobre el público consumidor de servicios médicos.
cida de las ulceraciones intestinales que había padecido.58 En la prensa -uno de los ámbitos del espacio público- se puede apre-
Las cartas de agradecimiento de hombres y mujeres que habían recu- ciar la confrontación, negociación y debate en tomo a la figura del médico en
perado la salud, así como las escritas por algunos médicos para aclarar la sociedad, así como las estrategias y rituales orquestados por el Estado y la
disputas o para responder a difamaciones, fueron importantes herramientas elite médica para enaltecer la imagen de los médicos individualmente y
mediante las cuales se procuró fortalecer la imagen pública de estos profesio- como gremio. Lo anterior tuvo lugar precisamente cuando reinaba entre cier-
nistas. En este género de cartas se recalcaba la competencia terapéutica de tos sectore,; sociales una fe casi ciega en los progresos de la ciencia y de la
los médicos, así como su honorabilidad, amabilidad y conocimientos. Un medicina, ;' cuando los periódicos y las revistas -en pleno proceso de expan-
elemento que otorgaba a los médicos titulados una distintiva pericia o des- ·sión- publicaban críticas y sátiras que despojaban a la figura del médico del
treza terapéutica descansaba precisamente en la confianza implícita que el carácter sagrado que tanto el Estado como la elite médica deseaban transmi-
paciente otorgaba a la idea de la "ciencia". Dicha confianza es además un tir de estos profesionistas.

" lbid.
5" lbid.
57 "Gratitud de la señora doña MaríaJesús de Garay", Ellmpanial, 8 de mayo de 1897, p. 4.
.. lbid.

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116 LA ESFERA PúBUCA EN LA CIUDAD DE Mtxlco Los PROFESIOr-;.\LES DE LA SALUD ElITRE LA cRITICA y LA SÁTIRA 117

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Wold, Ruth, El Diario de México: primer cotidiano de Nueva Espmia, Madrid, Credos, prensa y demás bienes culturales escritos quizá no tuvieron la profusión
1970. inglesa, pero la lectura en voz alta, presente también en Europa aunque no
del todo analizada por Habermas,3 bien funciona como una forma de publi-
cidad que en buena medida sustituye a la privatización directa de los mismos.
Un análisis lo suficientemente detallado de éstas y otras cuestiones
. rebasaría por completo los límites de extensión y los intereses de este texto,

• UAM·Azcapotzalco. Esta investigación forma parte del trabajo de tesis doctoral que la
autora realiza bajo la dirección del doctor Andrés Lira en el Centro de Estudios Históricos de El
Colegio de México.
I Habelmas, HiJloria, 1997, pp. 110·115.
, [bid., pp. 80·92.
, Véase Chartier, Muudo, 1992, pp. 121-144.

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