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A LOS ROMANOS
Comentario por
ANDERS NYGREN
J. l:'\TRODUCCIOJ\:
l. La Epístofa a lrn, Romanos. "El E, angelio 111,ís puro'' O
2. C,ir.kLer gencrnl de Ja l:phtola 11
3. La idea fundamental de la Epístola: la Juslici.t que
proviene de lJios J5
-1 . Los dos eones !?O
5. La linea del pensamien 10 de la Epístola. a lo~
Romanos
PRIMERA P.-\RTE
5
2. EL NUE\'O EO~ - LA JUSTJUA DE DIOS - 3:21 .•1:25 l:!5
La jmtic-in ele Dim rcvclnda por Ciisto 3:21-31 12ft
a) La jt1.~tida de Dios no es por la ley 12fi
b) La justicia de Dios es la justkia poi la fe l:!9
c) ~Cómo se manifestó la justicia que es por la fe? 134
d) La justicia por la. fe exclU)C toda jactancia 139
2 L.i justici:t de Dios <1testig11acl.i por la le) ) In~
profews - 1: 1-25 1-13
a) La justicia de .Ahraham fue justificada ¡ ; la fe 143
b) Abraham no llegó a ser justo por la circuncisión 14i
cJ .Alm1l1run no fue justifiC'lclo por la ley 149
d) Ahraham, d prototipo del "justo por la fe" 152
SEGU?\DA. P.-\RTE
(i
CUXl .E~ ll/0
TERCERA PARTE
i
J.\ F:r1qo1.A A l.OS RO;\IA:"\OS
Cl.1.-\RT:\ P.-\RTE
s
I I INTRODUCCION
}' que ese material primario fue recogido después por Pablo }' uti-
lizado por él en una forma que no responde a su real significado.
De esta manera, de los sencillos relatos evangélicos acerca de Jesús,
habría surgido la fe en él como el Cristo, Hijo de Dios. Si esto fuera
realmente asf, tendríamos que admitir que el evangelio más claro
se encuentra en los sinópticos, y que Pablo lo ha oscurecido. Sin
embargo, todo este concepto no es más que una construcción con-
traria a la ,·erdad históric~~<}~!:,!-~ ~~~<:-1~.~-en ~ri~t~_.!;SL ~an!~
para los E\·angelios com~..E.~f!.._~?-El.?i.Yn_a_J?E~~~~~i5!ó? ~~-sic~·- De
no haber existido esa fe, no tendríamos E\ angelios. Los E\'angefu,s
no son relatos descripth-os escritos con un interés histórico: son testi-
.mq¡i íos de Cristo, naciqos de la fe en él. y. destinados a evocar en
ruro~ la misma fe: "Pero éstas (cosas) se han escrito para que creáis
que Jesús es el Cristo (6 XptoT6c;), el Hijo de Dios, y para que
creyendo, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31).
Lo mismo vale para los demás Evangelios. La diferencia entre
Pablo y los E,·angelios sinópticos consiste tan sólo en que Pablo ha
fijado con mayor claridad y más categóricamente el contenido de
esa fe. Es el mismo evangelio, pero en los sinópticos puede sufrir
alteraciones con mayor facilidad. Quien quiera aprehenderlo con
manos profanas, puede hacerlo. Tal proceso ha ido tan lejos que
nació la idea de construir -desprendiéndola de los Enngelios- una
"vida de Jesús" puramente histórica, independiente de la fe. En
otras palabras: se extrajo el evangelio de los E\·angelios. Para tale~
tentativas el evangelio de Pablo es una piedra de tropiezo. El e\'an-
gelio que está encerrado en los Evangelios y les ha dado su nombre,
fue descubierto por Pablo y puesto en primer plano con evidencia
tal que no deja Jugar a malentendidos. La historia de 1a Iglesia Cris-
tiana es testigo de que la carta a los Romanos ha podido promo,·er
la renovación del cristianismo de un modo muy ~pedal. Cada Yez
que se corrió el peligro de alejarse del cristianismo, el estudio pro-
fundo de la carta a los Romanos ayudó a reencontrar lo perdido.
Basta con recordar cuánto significó en este sentido para Agustín o
los hombres de la Reforma. Por esta razón un examen detenido debe
conducirnos a admitir, también desde un punto de \'ista puramente
objetivo, que Lutero estu,·o acertado en su juicio. Má.~ gue. en nin-
gun\_otra p~rt~-~el ~u«:_v2,.'I,:~.t~l!,~~n.~9..,_e!1 la ;pí~t?~ª--3: lps_Jloman~s
~e awende 9ué es lo gu~ es-~ ~yan_g_~lio,_ ~~~l es_!-1.~<?~~~~id_~ ..d~ la _
fe cristiana. La Epístola a los Romanos nos brinda el evangelio en
JO
Jr-:TROl.>UCCION
l1
LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
-~bjclivo.
¿Cu:íl puede haber siclo el moli\'o para que Pablo escribiera
esta carta larga, plena ele contenido, a una congregacilm hasta enton-
ceb desconocida? El mismo nos ha dado ciertas insinuaciones sobre ello.
En la introduccicín de la carla dice que l~ada mucho que ansiaba
trasladarse a Roma para trabar un conocimiento más íntimo con la
congregación cristiana residente en esa ciudad. Admite que por lo
g-eneral aplica la regla de "predicar el evangelio, no donde Cristo ya
hubiese sido nombrado" (15:20), pero que en cuanto a Roma, las
cosas cambian. Aunque allí, en la capital del mundo, ~e había f01-
maclo una congregación cristiana sin su in ten ención -tal vez antes
ele que él hubiera iniciado su trabajo misionero- esta ci,cunstancia
no constituía un inconveniente para él. El había sido llamado poi
Dios para ser el apóstol ele los gentiles, los paganos; de modo que
debía ir al punto céntrico del mundo pagano, donde confluían todos
los pueblos y lenguas. A ello se agregaba otra circunstancia: al es-
cribí, Pablo desde Corinto su carta a los cristianos ele Roma, se
hallaba en el apogeo de su obra. Acababa ele realizar su tercer viaje
misio11e10 y con ello consideraba concluida su acti,)clad en el 01 ie11-
te. Ahora intentaba desplazar su campo de accibn a Espaíia. De p;iso
c'umplirfa por fin su pro)CCto de visitar a la congregacicín romana:
y contaba con ser "encaminado para el viaje"' a España (15:21). Al
parecer Roma estaba de~tinada a ser la hase de su nueva ac1h-itlad
misionera, así como Antioguía lo había ~ido para la obra realiz:ula
hasta entonces. Una sola cosa Je restaba hacer: viajar a .Jerusalén . ---;,
"a ministrar a los santos", entregándoles una colecta recogida e1~/ -
Macedonia ) ,.\Ca)a (15:25 ss.). Envía ahora esta ephtola para
anunciar su llegada ,1 la cong;1 eg-acic',n I omana. Aün 110 sospe< haba,
l:!
ll',;TROI>UCCION
13
I.A :EPJSTOLA A LOS ROMANOS
14
l!\'TRODUCCIO!'II
1:,
LA l::l'ISl OLA A I.OS ROMANOS
(Le. 4:21). Que 1:l era Aquel que "'había de wnir" se \'e en que ya
cs1aban p1e!IClltei, J;¡s seiialcs mcsi.íni<as: "Los ciegos ,en, los cojos
andan, los leprosfü wn limpiados, los sordos oyen, los muertos son
iesucitadoi., } :1 los pobr<:s es :munciado el e\'angelio" {ML 11 :5).
Aunque uno pueda hablar del 1eino cle los cielos como algo que
debe ,·enir } se est.i acercando, 1ambién al mismo 1iempo es una
realidad presente: las fuerzas del reino celestial )ª cslán obrando.
El reino de Dios no viene por la intenención humana sino por la
maravillosa intenención ele Dios. Viene como un don ,le Dios. Es
)JOI esto que .Je!>th puede Jlamal biena\'enturade>s a SIIS cli~CÍJ>UlOs
"porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt. 5:3; JO). Ellos 1iene11
dc,echo de ciucladani:1 en el nuc,·o eón. No tienen 1xu <pu: teme,,
po1que al Padre le ha JJlacido darles el reino (Le. !~:;\~).
· lrrnmpe el 1eino de Dios. J\Jas con ello también se da una
nueva justicia: la justicia que viene de Dios. Los <li~dpulos de .Jesús
"tienen hambre ) sed <le justicia" (:\ft. 5:6); ellos no creen como Jo,
!ariscos que poseen 1a justicia con qué mantenerse frente a Dios.
Pe1 o .Jesús lo~ llama biena,·enturados "poi que ellos serán saciados"'.
El reino de Dios se aproxima ) en él recibirán como don de Dios
la justicia clidna. Porque así como el I eino de Dios no puede ,·enir
~ino por su podero,a inten·ención, así también la justicia ele Dios
~<ílo puede llegar a ser posesión del hombre si la re(ibe como clo11
de Dios. Jesú!. no nieg:.t en_!nodo alguno gue___ tam!>ienJ.Ll<.l~<>
p~:ie1 ta iu~ticia -)LY._~c:2.t_a.e_a))iona por la l~.Lf!..e .Píos)_ !~~ta
de reali,ar )a , oluntad diYina <:11 tocias las situaciones de ~u , ida-
pero esa ju~l icia no (¿ l.;_1_yue ('(); r~~po-ncle al reino ele Dios. pc)¡·-e;lO
i'en1 l\It. 5:20; "'Pmque os digo que si vueSlra justicia no fue1c
111:l)Or que la ele los e~cribas, no entra1éis en el reino de los cielo~."
Tan indisoluble es el lazo entre el nue,o reino y la nue,a justicia.
En )It. G:33, ,emos cómo .Jes1ís los rei'me a ambo\ en la ad\'ertell(ia:
"'.\las buscad prime1 amente el reino de Dios y su justicia."
Ahora bien: ¿cuál es el sentido de esa "jrutinn dr Dios··, t:in en-
uai'íab)emente ligada al reino de Dios? Este es el p1oblema de Pablo.
Sobre tocio, en la Epístola a los Romanos.
~a~it más capacitado que él para resolver este problema. La
mayoría de los clem;ís discípulos de Jesús provenía de cí1 culos c¡ue
en algún sentido al menos observaban una actitud crítica frente a la
piedad farisaica. Para empezar, no tenían ninguna justicia pi opia
en la cual apo~arse. Pa1a ellos. el acepta1 la justicia d1_> Dio~ tal
Jfi
1;,,; 1 kOl>l '(;CION
como le~ era ofrecida por.Jesús, sig;nifi< aba algo a,í como un desa1 ro-
llo tle su antigua piedad, rnyo rasgo m:ís significativ\> e1a la hu-
mildad delante de Dios. El haberse unido a Jesús, pues, no hada
necesario una rupt l1I a total con toda su \'ida cspirit'ual antetic>1.
Pero precisamente por ello lo mlf\'o no 1esuhaba tan absolutamente
nue,o, sino que contenía cierLa continuidad. Para Pablo, en cambio.
la situación e1a distinta. El pro\'enia directamente del campo de lo~
ach·ersarios, del campo de los fariseos. Durante su período prect íi.-
t iano la jmticia habfa rnmtituiclo la g,an pasión de su ,·icla. En i.11
se1 \'icio para e~tablec er ht justicia por la ley había peTseguido a la
comunidad cristiana. Pero cuando cerca ele Damasco recibió la re, e-
lación del Seíior, ese ene ue11 t1 o signific<'1 el den umbamicnto 101al
ele todo cmmto hasta ese entonces había sido la meta <le su trabajo.
Si .Jesús e1a el l\fesías, el reino de Dios ya estaba presente. Había
comenzado el nue, o eón. !~·o entonces, la justicia gue había ron-
,·ertido a Pablo en perseguidor de la comunidad cristiana, era una
jmtida falsa. Dios mismo la había condenado como pecado, y en
lugar ele ella ofrecía ahora \lila justicia totalmente nue\'a en el reino
divino gue se había iniciado: la justicia de Dios. Desde este pu111<1
de , ista resulta fácil rnmp1ender cuán extraordinaria era la tare-a
que le in< umbia a Pablo en la historia de la cristiandad. Tan Sf 1lo 0
1111 hombre como Pablo, que había tomado poi el carilino oput-sto
lle salvacic'm -el camino de ]~ justicia por la ley- estaba en con<li·
dones de clesp<·jar pa1 a la cristiandad el nue, o ramino de sah aci<'>n
que Dios había abierto en Cristo, ) de expone1 la justicia di, ina en
su total no\'edacl.
J>ablo conocía ambo~ caminos de sal\'aci<'.m: de su 'vida ante1 ior
~(?~l_(?!:Í_~_ 1a.1n!.)~T;-J~1~1 ·.-g~~e~. ~IÍ:t_ ~~-~--éa.ii~.< ~~~-·yrotl ucir; en Sil
_experiencia actu;il conoci~~~~g~~~ CO!l)c_>_ j?,~<~e_r ~~e Dios par.,
~1ci2!!_ EL~<?[~/2.3B~ .9!.1.e __c_~1:: .D..~.. !.~~lC? 9..uy poclía confronta1
ambos c:iminos pm p1opia experiencia. Empero no era un comeno
común, de aquello~ que después de su conversión sc'ilo saben pintar
s11 , ida anterior rnn colores <hcuros. Como cristiano, Pablo contem-
pla su Yida precristiana ron equidad. J~?ldda que tambié1.~n-
tonces oseía una especie de ·usticia, a saber, aquella justicia que
¡:~!'~!. ele la e,. En esta conexió~ es preciso citar sob1 e todo
Fil. 3:4-9, cloncle dice: "Si alguno piensa que tiene ele qué confiar
en la carne, ) o más: ... , en cuando a la ley. fariseo: en cuan to celo,
pe1sl.'g11idor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es e_!1J~!Y•
....
17
1 \ 1-:PISTOJ.A A !.OS RO).í ·\NOS
eia ca10 paia ganar en (ambio a C:1isto y ser hallado en él. Cuando
Pablo exclama: '"Cristo Jesús, mi Selior, por amor ele! cual lo he •
perdido todo" resalta de inmediato cu:'111 difícil le era abandonar
la justicia tan clifícilmcnte lograda.
Naclie ha , i~to con 1.111ta claridad como Pablo lo nue\'o del cris- 1
lle la justicia por la (1· , b j11s1icia poi las obras (la le)), como si
IX1 U.OIH. (:(.JO:-
hubie1a c¡11e1ido dc.:lil <¡ut: c:I hon1b1c no puede hacerse justo ante
Dios por medio de ~m ob1as, pero que en cambio, se JtLS.!iii!=~_por
s_u wndici<'m ime1io1, por su Ít.'. Pmque también en este úllimo e.aso
se trataría siempre de la justicia p1opia del hombre. Por el contrario:
el rnntraste al tpie Pablo aspira es mucho más radical. En ultimo aná-
lü,is esJa antÍlc)i) S.!1'-.!.t!...S..~ 1.?.!.'.!Et<d.'.!.sJiria.x lª j1!st~c1°ft f!e Di.o,. Había
tratado de rnmtruir su ¡,10¡,ia jmticia por el camino de la ley; pero
Dio~ la abatiti) e11g11·, una nue,a ju:-.iicia al en\'iar a Cristo. La nueva ..
ju~ti( ia no es ju:.ti<.ia <1ue: prm it·nt: de nosotros, sino que sólo puede
M:r d<:nomi11.1da (011 el té1 mino '·¡u~IÍ<1a que p1o'Oic11e de Dios".
Debe lt'lll'J .,e e11 ( uen1a <u.in e1101me es la 1evolución religiosa
tonti:nit!a 'en la~ ¡,alalll.i~ .. 111-1ic lit que ¡,10,·iene de Dio~". En casi
todo Jo que ~e dt:~igna rnn el nomb1 e lle religión nos en con tramos
con la ten1ati,a del ho111b1e dt: logr:11 su propia justicia, de hacerse
\'aler ame Dio, wn ella ~ ga11a1~c su bencphícito. El cristianismo
pone fin a todo e~Lo al hablar en lugar de ello de la "justicia de
Dios" o de la ··j11~1ic;ia que pro\"iene de Dios" .• \qui ha aparecido
una 101 ma e1lte1 amente nue, a e.le comu11iún con Dios; ,µna comunión
<ll}O centro no es el hombre } su~ ob1as, 5ino Dios y su obra. Aquí
no se u aw de un pem,amie1110 clahm ado especulatiYamcnte, sino
de !i~...E~.~.l!E....il.h.!1.!. d~- D~,. ~uamlo contrariamente a los esfuerzos
del .!J9mb1e J::!Ia au1 iri.e _camino hacia él. él _mismo en Cristo esta-
blcc.i,í 1111 camino J>ara la hum:rni<lad, ,. abrió un nue\'o camino ba-
cia 1:1 con~~mi<'m con h 1-:~1a· 1eorienta~i6n tota.l <le la rela~ión reli-
gio~a t:~ la que fayl<;>_lo11n11!:t con tan ddiniti,a claridad en el citado
j,asaJe ·,1e ·_r¡J1j,eme~: ''110 111i inopia j11stii-10; que es de la ley, sino
la jusi icia fJ 111' C!_ t(l' 'Pi.~s." .. . . . .. . ..
_Esta ·expre,i<'>•.L.::;:'..'.,1,a jmticia que e~ lle Dios"---~.:1:!:~1~a. ~-1 ~:er-
da1lt:w pemamic.:1110 l11nda111e111al de la fJ>Ístola a los Romanos. El
mhmo Pablo Jo de~tac1 al i11dita1 el Íe;n.~ ele su carta
en el capítulo
l: 1i. Lo ha,e con l:as siguielllel> palab1 as: "Porque en el evangelio
la justicia de Dios M! re\ ela por f1 ) para fe, como estA escrito: •Mas
el jw,to por J;1 le: \ Í\ ido." '\ a ·continuacibn la epístola entera no es
ou a cosa gue una i11lt·1 ¡,1 c1:1d1'1n de e~a "justicia que es de Dios"
y de las conseu1encias c¡11e se cle1 i, a11 para la vida crisliana de esa
justicia de Dios reH·la,la en C:ri~io. ~ CJllC es compa1 tida por aquel
que e ree· en O.
Con ma~or daridatl que nadie, Lute10 ,io que en la Epístola
a lo~ Romano,; lo m.í~ ,·ita! e~ r-e contra~te entre la c.omunión con
19
l.,\ 1-:r1s1 OL,\ A 1 (1), l<O'.\l,\:'\OS
20
1:,,.-TROIH c;cm:,.
21
LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
22
1:,.;1 ROI>UCCION
23
LA EPJSTOLA A LOS RO::lf..\:\O~
mente que Cristo ocupa una posición que le ha siclo dada por Dios.
Pablo piensa en c·uues. Aquí se confrontan dos reinos. l]no es
el poder soberano de la muerte sobre todo l<Llll!~_se llama-hombre,
por medio de Adán. El otro es el eoder ~<?.'?~~no ~e l ~ d ~ r
mediQ de C.rw..o. ¿Qué es lo que ha acontecido a(í);bérsenos tlatlo a
Cristo? Esta es Ja pregunta que Pablo desea contestar aquí. Y su
respuesta es clara: se ha iniciado el nuevo eón, el eón de la vida.
Con esto todos los que están con Cristo y creen en él, han sido libe-
rndos del poder de la muerte que pesa sobre la estirpe de Adán, o
para expresarlo con palabras de la :Epístola a los Colosenses: Dio\
"nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino
de s1,1 amado Hijo" (1:13). Esta es la significación uni1Jersal de
Cristo. Podríamos decir la significación cósmica si la palabra no
estuviera tan sobrecargada de otros significados -el mismo Pablo
emplea la palabra "cosmos", el mundo, en esta conexión. Y es preri·
samente esta interpretación universal y cósmica de Cristo y de su
acción la que Pablo quiere destacar mediante la comparación con
Adán. Cuando Adán se apartó de Dios, este hecho no le afectó tan
sólo personal e individualmente, sino que con él, el pecado y la
muerte se adueñaron del poder en el cosmos, en el mundo, en la
humanidad en su aspecto total. De la misma manera unhersal, dice
Pablo ahora, y en forma ma,or toda\'ía, por medio de Cristo la i,ir/11
ha alcanzado el poder en la humanidad.
En relación con esto se ha hablado del concepto histórico <le
Pablo. En realidad, se trata <le mucho más que de una filosofía de
la historia. Es una perspecti,·a mucho más grandiosa que todo cuanto
el examen histórico o la filosofía histórica podrían ofrecer. Cuando
en el sentido corriente hablamos de un concepto de la historia o
del desarrollo histórico, nos mo\'emos completamente dentro de lo
que Pablo 1lama el eón antiguo, el eón de la muerte. Aun las per~-
pectivas histórico-filosóficas más completas no , an más allá de esa
área. Tampoco pueden comparan.e los dos eones o edades de Pablo
con la diYisión tradicional de la historia unh-ersal en la era de ante!,.
y la de después de Cristo. Por cierto, e.sta di\'isión tiene su funda-
mento en el sentir de que la venida de Cristo tuvo una importancia
decisin para la humanidad: de que la humanidad des/més de él no
es la mism.t humanidad de antes de él. Y sin embargo, es1a cli\·isión
es una manera secula, iz;ida de considerar a la humanidad. \'e la
historia, tanto antes como después de Cristo. como la hi<,1oria de los
1:\-rRODl 'CCI0:'1.
26
INTROllUCCION
29
LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
30
1;-.;TRODUCCJON
!1
LA J.::rlSTOLA A LOS ROMANOS
Y ahora un bre, e eomen tario sobre cada uno tle estos capítulos:
En el capítulo 5 hallamos el punto culminante. La nueva vida
se describe según su contenido gracia, paz y la esperanza de la
gloria de Dios; )' su base, el amor de Dios. Sobre todo en la muerte
en la cruz. de Cristo ,.E; re\'elado Pablo el milagro del amor divino.
Rasgo particular de e~c amor es que se le brinda, no a quien en
alguna forma Jo ha merecido, sino precisamente a aquellos que
merelen la ira de Dio~; se dispensa a los pecadores y los débiles, a
los impíos, los enemig<?s de Dios. Pern -prosigue Pablo- si siendo
sus enemigos ,Dios no~ mostró tal amor por Cristo "mucho más,
estando ya justificados ·en su sangre, por él seremos salvos de la ira",
!_a ira de Dios ha siclo guitada de los que están en Crist<_?. Luego
sigue lo que todo el tiempo estuvo oculto en el fondo, constitu)endo
la presuposición de todo lo que antecede: el pasaje de los dos eones,
de .Adán y Cristo, tlel dominio soberano de la muerte en este mundo
y !!el dominio soberano ele la ,·ida que irrumpió en Cristo.
Después de demo5.u·ar, en los últimos ,ers!culos del capítulo 5,
que la ley pertenece al antiguo eón, a lo q~e g1·acias a Cristo perte-
nece al pasado, se pregunta Pablo: ¿Significa esto que hemos de
permanecer en el peqclo? De esto es tle lo que trata el capítulo 6.
!,-a ley ~-el ..EQ.c!!;.Lll!:!~ se ºP2!1.!.~! pecado. Si_ la_ l.ey_~_i:el~ada_ ~
~~- f!10desto lu!@L~e!.ªE-~!_Ja sal~!fté.i:!, 1~Lr~su.Ita9q __n<? es.Ji-
b~ar al _pecado ele su res_~ric~i_~!l? ¡De ninguna manera!, contesta
Pablo, se1falando que. en el bautismo somos incorporados a Cristo,
somos hechos uno con él. "Porque en cuanto muriú, al pecado murió
una \'ez. por todas; mas en cuanto vi\'e, para Dios vive. Así también
,·osotros consideraos ~uertos al pecado, pero vh·os para Dios en
Cristo Jesús, Sefior nuestro". (6: 10-11). Aquí estamos de nuevo fren-
te al viejo contraste entre muerte y ,·ida, pero aplicado directamente
al pecado. El pecado forma parte del antiguo ecín, del cual nos hemos
apartado mediante Ci-isto. La ley· trataba de poner coto al pecado,
mas no lo conseguía, pues ella también pertenece al eón antiguo.
Cristo nos ha liberado <le la esclavitud del pecado y nos ha puesto
al servicio de la justicia. En consecuencia, en el último versículO-:-
Pablo puede establecer la oposición absoluta entre el pecado y la¡
,·ida en Cristo, con lh f1 ase siguiente: "Porque la paga del pecado
es muerte, mas la dád1n1 de Dios es , ida e1erna en Cristo Jesús Señor
nuestro" (6:23). !
LA El'IS101.A A LOS ROMANOS
34
Pero en todo esto ali:amamos una victoria maravillosa por Jesucristo,
nuestro Señor. ;
Con ello Pablo:ba llegado al final de la segunda sección de la
epístola. El círculo .se ha cerrado; de nuevo ha alcanzado el punto
de partida del capítulo 5 con su confrontación del poder de ·la
muene y el de la vicI!a. Ha demostrado lo que significa vivir en Cristo.
Quien vive en Crist'o ha pasado del dominio de la muerte al de la
vida. Con ello parei.ería agotado el tema ":El justo por la fe viviri".
Sin embargo, PablO: no ha terminado aún; le quedan por agrega1
dos partes extensas.· ·
. 3) Duran te n~.!_i,e~Eº. ~e..l~._CO}l~lll~ra4v~t5-'.ª.PJ~.~~19s. ~-11_
.J;.2!!!2.-1!!1 J~!.~!LE.ª~.!H.~sj~~ !,qs estudiosos realizaron grandes esfuerzos
para explicar cómo ihizo Pablo para desviarse de su argumentación
principal, a esta línea lateral. Pero la verdad es que estos capítulos
no son un paréntesis o una digresión, son un desarrollo consecuente
de la misma idea principal.
Pablo anuncia que la promesa de Dios se ha cumplido en Jesu-
cristo. El nuevo eón es e] tiempo del cumplimiento. La promesa
había sido dada a Israel. "De los cuales son la adopción, la glorit;
el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas (9:4),
Pero ahora se enfrenta ~n el misterio de que, al parecer, Dios qu~
branta su promesa precisamente en el momento en que tendría que,
cumplirla. Porque fa llegada de Cristo no trajo como consecuencia¡
la restauración de ~srael, sino su reprobación. ¿Es pues, la justicia
por la fe, contraria' a las promesas de Dios? ¿Retira Dios con su
nueva revelación lo, q'u'e antes había prometido? Pablq rechaza este
pensamiento: ":No que la palabra de Dios haya fallado" (~l:6). No,
la justicia por la fe concuerda mara"illosamente con las promesas
c11ando éstas son interpretadas correctamente. En esta conexión. Pa-
.blo pres~.i~.!.~-.!~~ . ~-a_n~es_ argumentos. que guardan una estrecha
relación y se confirman mutuamente. I. Es erróneo alegar las pro-
mesas de Dios en cq11t1a de Dios que las ha dado, ya que es precisa-
mente en las. prom<Fs. donde se revela la soberanía de Dios. En. su
soberanía, Dios dete)"mmó, al dar la promesa, que les serfa cumplida
a quienes creyeran en Cristo. Unicamente éstos son los "hijos de la~
promesa". 2. Ahora bien: si Dios ha determinado que la justicia se
alcanza por el camino de-la fe, y a pesar de ello Israel busca la
justicia por el camino de la ley, la culpa es de Israel si es reprobado
35
LA El'lSTOLA A LOS ROMANOS
más aún, )'a ha com~nzado. Este hecho debe imponer su sello tam-
bién a nuestra conducta: "Andemos como de día, honestamente"
(13:13). Si creemos ,en Cristo y en la llegada del nuevo reino de
Dios por medio de ~l, también nuestra vida debe ser transformad.a
en armonía con él. Por esto Pablo amonesta: "Vestíos del Sefior
Jesucristo" {lS:14} •.
La circunstancial de que aun las admoniciones de Pablo ajus1en
perfectamente dentro del marco del pensamiento anterio~ente pre-
sentado, es quid la mejor prueba de la total coherencia que carac,
teriza esta epístola desde el principio hasta el fin:
A fin de demarcar una vez más y con toda exactüud el cuno
del pensamiento de' Pablo y tenerlo más presente, agregamos un
bosquejo esquemático del contenido de la epístola, acompañado por
un esquema paralelo' utilizando los términos característicos de Pablo.
Si
ESQUEMA DE LA EPISTOLA
38
ESQUEMA PARALELO
39
ESQUEMA PE LA D'lSTOLA
IV. La... conducta de aquellos que son justos por la fe 12:1 - 15:13
1. Conforme al nuevo eón 12:l - 13:14
(1) En Cristo (como miembros del cuerpo
de Cristo) 12:3 - 12:8
(2) En amor 12:9 - 12:2]
(3) Aun en el presente siglo con sus ins-
tituciones 13:l - 13:7
(4) El amor, cumplimiento de la ley 13:8 - 13:10
(5) "Vestidos del Señor Jesucristo" 13:11 - 13:14
2. La realización concreta: los débiles y ]os
fuertes 14:1 - 15:3
Conclusión 15:H - 16:27
40
UQl'E:'\V. J'AR.AU:LO
Conclusión.
41
INTRODUCCION A LA EPISTOLA
II La obligación de Pablo de predicar
el eYangeHo en Roma.
1: 1-15
43
1.1-15 LA EPJSl OLA A LOS ROMANOS
44
JNl RODUCCJO:.: A l.A J::l'JSTOLA 1:1-15
45
1: 1-15 LA l::l'ISTOLA A LOS R.OMA:0-0S
46
J!',;TRODLJCCJON A LA EPJSTOLA 1:1-15
47
l:l-15 LA :EJ•JSTOLA A LOS RO:\!ANOS
4R
11\TROUt.;C,"(;J(l:,.; A LA El'ISTOLA l:1.15
~on poder. Sin embargo, tal como Jo dice, Pablo piensa también en
la "resun. ección de los muenos'' en· el sentido común del término.
Que pueda referirse tanto a lo uno como a Jo otro se explica por
el hecho <le que para él Ja resurrección <le Cristo y la <le los muertos
no son dos cosas distintas. En último análisis ambas son una misma
realiclacl. La 1csmrruió11 de Cristo cs_J!!!.rn Pablo el fOmiem.o de la_J
resuneccidn de los muertos. Con Cristo ha comenzado la era de la
resurrección. Quien cree en el Hijo de Dios, "l1a pasado de mue1 te
a vida" Quan 5:24), habría podido decir también Pablo. También
en este punto podemos encontrar una explicación en el pasaje de
la epístola a los Efesios que acabamos de citar. Inmediatamente
después de esta cita, según la cual Dios resucitó a Cristo de los
muertos )' lo puso sobre todo nombre, no sólo en este mundo sino
también en el venidero, sigue la declaración de que Cristo es cabern
de la Iglesia, y ésta es -su--merpo (Ef. l :22,2..!I). Lo que aconteci6 con
la cabe.za sucederá también con el cuerpo. En Cristo somos hijos t
de la resurrección. Aquí alcanza sú cabal significación la compara-
ción entre Cristo )' Adán. Así como la muerte de Adán significó la
muerte para toda Sil descendencia, así también la resurrección ele
Cristo significa la resurrección para aquellos que por él han llegaclo
a ser miembros de la nueva era. Por tanto la resurrección ya ha co-
menzado, aunque todavía esté limitada a Aquel qu(' es la cabeza; no
obstante, es realmente dlida y ~ig11ific:a1h·a también p::ira los que
49
1:1-15 LA J·:l'JS"J 01.,\ A L05 ROMANOS
!,O
ll'iTJHll>UCGION A LA EPISTOLA l:l-15
51
1:1-15 LA J::l'JSTOLA A l.OS ROMANOS
52
11'TRODUCCIOJI: J\ LA EPJSTOLA
53
l :1-15 L•\ J.:l'lSTOLA A LÍ.>S RO'.\IAXOS
5i
11\"TRODllCCJON A 1.,\ El'lSTOL,\ J;J.]5
55
1:1-15 LA El'ISTOLA A LOS RO:'.IA:-:O!-
5G
1:-.TRODUCCION A LA EPJSTOLA 1:1-15
57
J: 1-15 LA F.PISTOLA A LOS ROMANOS
58
~TROl>UCCION A LA El'ISTOLA 1: 1-15
uyas: "Después que haya estado allí -en Jerusalén- me será nece-
..;ario también "er a Roma"; 'A:lgo ..de ese "me. s~_i:á_necesario" resalta
también en Romanos. ¿Por qué tiene Pablo tanto empeño en insistir
en su disposición de ir a Roma? ¿Por qué tanto afán por destacar
que no por su propia voluntad ha dejado de hacerlo? Se ha conje-
turado que sus enemigos (¿los judaizantes?) habían aprovechado la
situación para presentarlo ante la comunidad romana bajo una luz
desfavorable, afirmando, que no quería ir con su evangelio a Roma
- o que no se atrevía a hacerlo. La razón del celo de Pablo se expli·
caría entonces por el deseo de defenderse contra los ataques de los
ad,·ers.arios. Se pod..ria ,·er una e,·idencia de esto en l: 16: "No me
avergüenzo del evangelio de Cristo". Sin embargo no sabernos nada
cierto al respecto. Lo que sí sabemos es que Pablo quería preparar
con esta carta su llegada a Roma )' que tenía interés en que la con·
gregación no interpretase como señal de indiferencia el hecho de
que no hubiera ido antes.
Pablo aclara también que el motivo del ,•iaje proyectado es algo
más que su deseo. La razón fundamental es la conciencia de un deber
ineludible. Sálo cuando ha señalado esto da por terminada su intro-
clucción. A ello tiende todo cuanto antecede. El hablar de la obliga-
ción tiene un trasfondo imponente en lo que Pablo sostiene acerca
ele Jesucristo como el Señor )' de sí mismo como siervo suyo. Jesu-
cristo lo obliga; el eYangelio Jo obliga; su propio ministerio de após-
tol lo obliga. Por ello termiña su introducción afirmando: "A griegos
y no griegos, a sabios }' no sabios soy deudor. Así que en cuanto a
mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que
estáis en Roma", Algunos han preguntado en qué grupo incluye el
apóstol a los romanos: en el de los griegos o el de los bárbaros; de los
sabios o ele los no sabios. Esta pregunta se superflua. Evidentemente
Pablo no tiene intención de ser\'Írse de esos términos para diYidir a
a la humanidad en diferentes categorías con el fin de ubicar a la
comunidad romana en una de ellas. Por lo contrario, se trata de un
intento de señalar la universalidad de s.u obligación. Nadie queda
excluido: ya sean griegos o bárbaros, personas cultas o ignorantes:
a todos ellos Pablo se siente obligado. Cuando Cristo Jo llamó a ser
apóstol, encomendándole el mundo de los gentiles como campo de
acción, también los romanos estaban incluidos en ese cometido. En
,·irtud de ese llami:tdo y de esa obligación, les escribe ahora para
prepararlos parn su "isita.
59
1:1-15 LA :EPJSTOLA A LOS ROMANOS
(j(I
TEMA DE LA EPISTOLA:
III
"El justo por la fe vivirá"
1:16-17
61
J:16-17 LA lil'JSTOLA A LOS ROMANOS
i
para toda clase de adornos psicológicos sin fundamento. Se ha su-
puesto que Pablo se sentiría inhibido de ir con su sencillo Evangelio
a un centro de tan bi-ilJante cullura como era Roma; y para deste-
rrar la sensación de inseguridad así originada, se habría recordado a
sí mismo y a: la comunidad 1omana que el e\'angelio, pese a su
aspecto modesto encerraba el poder de Dios y no era algo de Jo que
uno tu\'Íera que a\"ergonzarse. Pero 1al cons1rucció11 no tiene apoyo
en el texto. Nada indica que el apó~tol tu\'iera moLi\'os tan munda-
nos para predicar el evangelio. Con razón ·obsen·a Schlatter: "Moti·
vos para reflexionar si debía avergonzarse del e,·angelio que le fuera
confiado, se Je presentaban en la más pobre de las sinagogas judías
no menos que: en el foro de Roma. Pro,•enían del contenido de su
mensaje, de Io 1que él llamaba la locura de la predicación".
El evangelio: de esto es de Jo que Pablo quiere hablar en su
~ - Record~mos que ya en la introducción ha caracterizado su·
contenido y su: forma. Trata del hijo de Dios, el cual por la resurrec-
ción ha llegado a ser "Hijo de Dios con poder" ui.oc; 0Eoü tv óo·
vá¡.i.Et, y del 1~ue,·o eón que nos ha sido dado por Dios. Por ello
Pablo puede denominar también el evangelio "poder de Dios para
salvación" &úJcx¡.i.Lc; 0e.o0 ele; oc.,n¡p(cxv. Los dos términos: "Hijo
de Dios con pJder" .)' "poder de Dios para sah·ación" (el e\'angelio)
están relaciona.dos entre sí. El ~·angelio recibe su fuerza de Cristo }'
de la acción 9e poder que Dios ha realizado por medio de él. Sin
embargo, para entender la palabra en todo su alcance hay que tomar
en cuenta que Eara Pab!o_e_l _ev~g_elio ~arc!a .s}«;_myre un~ relac!ón.
ineludible con. la ley. AJ]{ donde está el evangelio está siempre -si
bien en el trasfondo- también la ley. Vimos esto en la Introducción
Pablo, que se l1abía apartado a sí mismo para la ley, fue apartado por
Dios para el e,·angelio. Ahora cuando habla del poder del evangelio,
está en el fondo la idea de la impotencia y la incapacidad de la ley.
"Lo que era imposible para la Ley" ('ro o:oúvcxw,· ,:oü v6¡.iou) lo
llevó a cabo Dios enviando a su Hijo" (8:3). El intervino con su
poder para obrar nuestra salvación. Es éste el mensaje que nos trae
el evangelio. Pero no sólo trata. del poder de Dios, sino que es el
poder de Dios, es d) 11omis divina. Cada ,·ez que se anuncia el evan-
1
62
TJ:J\IA l>E LA El'ISTOLA l: 16-17
63
i:16-17 L,\ J::l'IS1 OLA A LOS ROMANOS
ción parecida :1\'anza Kíihl gt!ien habla del "logro de la fe" como la
condición ele panc del hombre par-a la justificación. y. O'..-~~e2s.is-
tiene que en este pasaje Pablo quiere insistir en que "no se exige
otra condición: que la fe". En ou·as palabras, la cuestión es la "sufi-
ciencia de la fe; para la salvación".
Todo este i coro de voces se muestra unánime en la interpreta-
ción de la intepción de Pablo al insertar en este contexto la palabra
fe. Según ellos, habría siclo su propc'>sito destacar lo que por parte
del hombi e es' indispensable como p1 errequisito y condición para
ser redimido. En contra de tal teo1 ía debe insistirse con todo énfasis
en que nada e~tab3c. }P.~,tiQs. ~l~)a.ITie11~! .d~ Pag!Q il!Je ~sto ..~u
él la fe_!!!!...~S ~o gu_e el _hombre ofrece como condición ¡iara S\I jus-
tificación. No les necesario ahondar mucho para ver la diferencia
entre las palabl'as del apóstol y la interpretación que se ]es ha dado.
Mientras Pabld afirma positivamente que el evangelio es poder de
Dios para la sa!Yaciém de todo aquel que cree, en todas estas inter-
pretaciones y fdrmulaciones asoma algo negativo: sin fe, el evangelio
no puede com·ertirse en poder sah-ador; el hombre es redimido tan
sólo a condició1,1 de tener fe, etc. Y la situ:)ción no es mucho mejor
cuando se trata de fo1·mulaciones aparentemente más posith·as acer-
ca de la "suficiencia de la fe para •la salYación"; pues también en ese
caso se trasluce el sentido negath·o: "no se exige otra cosa que la
fe".
Podría parecernos que sólo ha habido un desplazamiento de
acento, de poc~ importancia. Pablo afirma que el evangelio es un
poder sah·ador para todo aquel que cree. ¿Es acaso una modificación
tan grande decir en cambio: "sólo para aquel que cree, el e\'angelio
1esulta un poder salYador"? ¿No tenemos derecho a afirmar que la_
fe es la condiciim que se exige al hombre para su salrnción? La di-
ferencia puede parecer sutil. Sin embargo entraña una tergiversación
funesta de toda la posición paulina. De ese modo se consigue que
las palabras <le! apcístol afirmen lo contrario de lo que él quiso
decir.
Cuando se habla de la "suficiencia de la fe para la salvación" se
quiere expresar. claramente lo que Lutero denominó "sola fide", "por
la sola fe". La justificación .2.tlJ.12~!>!~~ s~, ef.eftú~_ Eºl !a .fe, _no J2;Q!',
las obras de la ley. En cuanto a esto est,ín en perfecta consonancia
con Pablo. Sin e:mbargo, en esta expÍ·esión hay algo totalmente ajeno
al pensamiento ele Pablo y <le Lutero. El sen.ili!s?~a eXJlresi211
64
1'.1·.l\fA DE LA El'ISTOLA l :16.17
65
1: 16-17 LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
66
1 J,;J\fA l>E LA El'IS·1 OLA 1:16-1 i
67
1:16-17 LA J::l'ISIOLA A LOS ROl\lANOS
tanto empeiío en exponer la pmic icin ele los judíos, y guc parezca
concederles cierta· preferencia al emplear la expre~ión "primeramen-
te". La explicación está en el celo con que Pablo insiste en la unidad
del camino de la salvación. Quiere hacer imposible que alguien
piense que el ev~ngelio es solamente para los gentiles y que los
judíos poseen en ,fa ley otro camino de sal\'ación. Pablo niega que
la ley tenga "poder para la sah·ación". Ni siquiera A.,b1aham fue
justificado por la Jey (cap. 4). Ahora que la promesa se ha cumplido
en Cristo, se aplica '"primeramente" a los judíos; pero ello no quiere
decir que tenga menos validez para los gentiles. Debido a que el pen-
samiento de Pablo abarca así a judíos y gentiles, es que dice al mismo
tiempo npihov y ,:s.. Ka(, que parecen anularse mutuamente. La
intención de Pablo es declarar lo mismo acerca de ambos. Los judíos
son llamados "primeramente" por las promesas a recibir la nueva jus-
ticia que Dios no& ofrece por medio de Cristo. Pero los gentiles están
igualmente llamados. Ninguno tiene preferencia sobre el otro.
Con ello ha llegado Pablo al punto en que puede introducir su
concepto principal: Hla justicia de Dios". La justicia es siempre la
cuestión central en la relación entre Dios y los hombres. Así era en
los tiempos del a'ntiguo pacto. :t;n su centro estaba la ley. y lo que
ésta exige al' l1ombre es· precisamente la justicia. Sólo cuando el hom-
b1 e cum¡)le g>n la voluntad y los postulados de Dios, su relación
con él es recta. Pero también ahora, desde que ha venido Cristo }'
ha comenzado el inuevo eón, todo gira en torno a la justicia. Crec¡r
gue el el'.angelfo_.fmi.ste menos que la ley en la justicia es. una inteJ-
m:e.tación errónea\ Todo lo contrario. En el evangelio no se trata de
otra cosa que de la justicia. Así lo sugieren la~ palabras de Jesús
dirigidas a sus discípulos: "Si vuestra justicia no fuere mayor que la
de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos". Sin
embargo, aquí se¡ trata de otra clase de justicia distinta: "la justicia
por la ley". Es la justicia del reino de los cielos que en cuanto tal
corresponde a la hue\·a era; no es la de los hombres, sino "la justicia
de Dios". No es una justicia que proviene de nosotros y se realiza por
medio <le nuestras acciones )' nuestro cumplimiento de la ley, sino
que es ~na justicia que Dios nos ha preparado por su acción en Cris·
to. En resumen: no es una justicia nuestra sino una "justicia que pro-
viene de Dios". i
1:.1 mismo Pa1Jlo aportó la mejor contribución a la interpretación
de este concepto j·Ja justicia que es de Dios", cemr:il para él, con las
68
1 .EMA DE LA EPJSTOLA l: )6.} i
6!)
1:IG-17 LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
.
,Uer. 23:5-G; conip,iresc 33:15-16). Ahora esta promesa se ha cmnpli-
do en Jesucristo.' En él Dios ha re,·elaclo su justicia. El mismo en su
propia persona es "el Señor, justicia nuestra", o como Pablo lo ex-
presa en l Cor. 1:30: "el cual nos ha sido hecho por Dios .. . justifi-
cación". Y la mela de su acción reconciliadora la seiiala Pablo de
fa siguiente man'cra: "para que nosotros fuésemos hechos justicia de
Dios en él".
Aquí Pablo' habla de la justicia de Dios en este sentido. Resu-
miendo podemos decir:_ la "just_icia de Dios" .J!Ll!!'.!i!,...jys_tici;i i;ute
p.!Q}~!l-~ <:!~ Dio~; g~e lJa si~o p1:~arad~ I?.2t él, !e,:_elada en e~ e''.ª!l"
~i~. r~e _all~ ~':~os. of!·ece. -~s la justicia de la nueva era. Ha ,·eni-
~!1!>.~_t!.~~ t;!l -~ri~t<?, _y _q~ien le pertef!ece .P~! 13: fe la ~ee
como .H!Yª; si_ ~i'.eE _110 en el sentido de una justicia alcanzada por él
1:1is!l:!~.!.. ~!n_o p_~efisamente -éomo ·una ''.Justicia q_~e e~-I'.Hos'". Pero con
ello el conceptq "el justo" ha adquirido un contenido totalmente
nuevo. En esta aceptación, ,"justo" no es aquel que g;_h~- m~ado
-~~-~~~~ J.?i~_p~--~l_cun:i.E!j_I_I_lJ~n_!?._~e; l~)~y._ ~i~_o el gue ~ l_a_fe
pert~~~..!..9"i;'.!.~ .l..ª-9.!~e_s~~~_:·':=!.1 Cr!sto'~ exis_te _]a n_ueva era__co_n
~l!_ju~~i_cia. ~ºr 110 tanto el justo es "el justo por la fe". "La justicia
que es de Dios'( es la "justicia por la fe"; la OtKa:tooúvr¡ Swü es
lo mismo que ~a OtKCX'LOOÚl'l'¡ lK TIÍO't'E.c.)c;;.
Al principio del versículo 17 Pablo combina cuatro conceptos de
extraordinaria imponanci~: evangelio, justicia de Dios, revelación
y fe. "En el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe".
Resulta extraño obs.en·ar cómo una concepción intelectualista y es-
tática puede confundir estos términos, cambiarlos y dar a cada uno
por sí solo y a 1todos juntos un sentido completamente distinto del,
que tienen para, Pablo. Así se ha interpretado el evangelio como "doc-
trina" o anuncio de ,·erdades religiosas intemporales; la justicia de
Dios como una propiedad inherente al ser divino; la revelación como
comunicación teórica de hechos e ideas antes ocultos, y la fe como
la aceptación de esa doctrina como cierta, como asentimiento a ideas
religiosas unh-ersales. Si se pretende entender a Pablo se debe arran-
car de raíz est~ concepción estática e intelectualista. El evangelio
-como ya hem'.os tenido oportunidad de sei'íalarlo- no es tan sólo
una enunciación de ideas, sino un acto del poder divino, una dy-
namis de Dios ,mediante la cual arrebata a su soberano las víctimas
del pecado )' 9e la muerte y las coloca en la nueva relación de la
justicia )' la vil)a. La justicia de Dios no es una propiedad residente
iO
Tl-J\IA DE LA El'ISTOLA 1: 16-17
71
l: ]6.17 LA J::l'ISTOLA A LOS ROJ\1/\NOS
jusucia p1 opia,, alcanzada por la ley o por las obras, de toda fn-
l<CXLOOÚVT'] Él< vó¡10u o té. fpyc.,v. Con todo, la historia de la iglesia
presenta muchos ejemplos de que es posible creer en la justificación
por la fe ele manera que todavía quede lugar para la justificaci6n
por las obras. Por ejemplo, cuando se recurre al argumento de que
la intención de Dios, al en\'iar a Cristo, fue facilitamos el cumpli·
miento ele la ley. Se razona como sigue: por naturaleza el hombre
carece de facul~ades y fuerza para cumplir la ley de Dios; de modo
que no hay posibilidad alguna ele que puecla justificarse por sus pro,
pias obras. La: únic:i csper:mza reside en fa "sola fe", en el pleno
~cnticlo de estas palabras. Por medio de la fe recibe la fuerza de
que antes carecía; entonces es justificado mediante el cumplimiento
de la ley hechó posible por ese poder. Aunque se afirme la justifi-
cación por la fe, el resultado será una manifiesta justicia por las
obras. El cum¡1limiento de la ley se convierte en la meta; la fe es
degradada a la categoría de medio para alcanzarla. Esta posición
queda excluida por la declaración de Pablo de que la justicia de
Dios se re\'ela )no sólo "por fe", sino también "para fe"; a El< ,r(·
otEc.:>c; se añade Etc; TCtOTl\', Gracias a esta combinación el último
,·estigio de la justicia por las obras es extirpado ele raíz. Porque esta
combinación evidencia que la fe, es el fin, no meramente el medio.
El magnífico y .mara,·illoso don de Dios en Cristo no consiste en que
por él nos sea: concédida la posibilidad de cumplir con la ley; lo
asombroso está 'precisamente en que Dios nos dio a Cristo y que por
la fe somos suyos y participamos de la justicia por él revelada.
¿Con qué palabra del· texto precedente debe enlazarse esta ex-
presión "por fe para fe"? A primera vista la respuesta no está clara.
En un ~entido. netamente lingüístico sería natural relacionarla con
el verbo inme4iatamente precedente. Su función sería entonces de-
terminar con ma)Or exactitud la forma en que se efectúa la re,·ela-
ción de la justicia de Dios: que aquello que estaba oculto, se revela
"por fe para f1"· Sin embargo cabe preguntarse si es indispensable
1 elacionar el tqrmino con una palabra del texto antecedente. Como
·)a demostramos arriba, la palabra "fe" cobra un énfasis especial
por el hecho dé que se repite con preposiciones distintas. A ello debe
agregarse que t'oda la frase "por fe para fe" tiene cieno pe!>o, desta-
c;indose como j algo relath'amente independiente. Pollría escribirse
así: (En el e\'angelio) jmticia ele Dios o saber, "poi fe y ¡mm fe".
Puesto que en: lo antecedente el acento recae sobre el concepto
1 l:.l\l,\ llt: LA EPlSTOLA l : l (i_) i
73
1:16-17 LA EJ>lSTOLA A LOS RO?\IANUS
palabra del profeta se esconde otra ~poca más antigua aún. Opinan
que el profeta ha citado un proverbio corriente cuyo contenido se
podría caracterizar como sigue: la soberbia precede a la cafda, pero
la justicia salva· de la muene; si nos consagramos humilde y fiel-
mente a la justicia, tenemos la promesa de la vida. Aquf este dicho
se aplica al caso concreto del invasor altanero y violento. Sea como
fuere, tal como' se la usa en Hab. 2:4 la expresión se aplica a la
nación judía teocr.ítica: mientras la soberbia humana conduce al
pueblo a la perdición, la fiel consagración a Dios y sus mandamien-
tos conduce a la Yida y la seguridad.
75
l:IG-17 LA EPISTOLA A LOS RO::\IA~OS
íG
'fl::l\lA DE LA El'ISTOLA 1: 16~17
77
l:IG-17 LA J-:t•J~TOI.A A LOS l(UJIIANOS
78
'll:.MA DE LA lcl'lSlOLA 1: 16-17
79
l:lG-17 LA El'JS1 OLA A LOS ROMANOS
80
TE.MA DE LA El'JS10LA 1: 16-17
81
PRIMERA PARTE
EL)USTO POR LA FE
1: 18-4 :25
La primera parte de la epístola trata ctel "u1sto por 1a fe". "Quién
es, puev_!t~j~sto,.,E.or la fe? _fs aquel ..9,;~1:, E!rl}CiJ?ª d~ }a ''.ju_stida
de Dios", de le,justif1~~e_ P2~oyi_ene ~e Dios, la que es _re\'_e~ada po~·
Cristo. Esta es en su esencia misma la "justicia de la fe".
No obstante, parecería que Pablo hablara en este lugar de algo
compl(tamente distinto. Lo primero con que tropezamos en l: 18 es
su afirmación acerca de la ira de Dios )' de la impiedad e injusticia
de los hombres. Aquí queda confirmada nuestra obser\'ación anterio1
de que con el término "el justo por la fe" se insinúa una antinomia.
Se trataba entonces de la oposición entre "la justicia de la fe" )' "la
justicia de la ley y las obras". Pero como justicia de Dios, ella se
opone a todo cuanto el hombre pueda realizar; no sólo a sus intentos
de producir una justicia propia, sino también a toda su injusticia.
Frente a "la justicia de Dios" que Pablo anuncia, están por Jo tanto:
l, la injusticia, y 2, la justicia de la ley. Con ello queda establecido
el esquema del curso de pensamientos de Pablo. Primero expone la
vida humana, tanto en su carencia de toda justicia, su injusticia,
como también en cuanto a su confianza en la propia justicia ele la
ley. Luego sobre este fondo, destaca la nuen "justicia de Dios".
Aquí debemos notar el punto de vista característico de Pablo.
De acuerdo con lo expuesto se esperaría que al querer presentar la
justicia de Dios, Jo hiciera contrastándola con el carácter del hombre
tal como se manifiesta, tanto en su injusticia como en la justicia de
la ley. Tendríamos entonces el siguiente esquema del curso de sm
pensamientos:
(a) su injusticia
l. Del hombre
(b) la justicia <le la ley
2. La justicia de Dios.
Pero en la ilación ele sus pensamientos Pablo observa un esque-
ma un tanto diferente. En el fondo, aun tratando de la injusticia
de los hombres y su justicia por las obras, habla siempre de Dios.
A la justicia ele Dios no se le opone esto o aquello en el hombre,
sino <pre con la j~ia de lJio.~ se ~nf1 enla la ~1~ Dios. Este es el
85
1:18 • 4:25 L,\ .El'JS'J OLA A LOS ROMANOS
80
EL ANTIGUO EON
1 BAJO LA IRA DE DIOS
l: 18-3:20
87
]:18 - 8:20 LA EPISTOLA A LOS ROl\lA!l:OS
se agrega otra cosa' aun: así como la "Justicia ele Dios" o la "justicia
que es ele Dios" Sfiiala la situación existente allí donde el hombre
est,i en recta relación con Dios, así también la ira de Dios caracte-
riza un estac.lo total, a saber, la situación e.le perdición en que se
encuentra el homlire cuando se ha apartado de Dios. Entonces toda
su existencia se caracteriza por el hecho de estar bajo la ira de Dios.
\' esta perspectiYa se amplía hasta abarcar a toda la hmnanidad.
Toda la antigua humaniclacl sumida en el pecallo está bajo la ira
de Dios. De este modo Pablo puede usar eí término ira de Dios
hasta como denominación y característica de todo el orden cósmico,
es decir, el viejo eón. Vivir en esta era y sus ci1 cunst;mcias es estar
bajo la ira de Dios. Esto vale para todos sin excepción. En lo qu~
sigue Pablo dístiI1gue claramente entre la injusticia de los gentiles
y la justicia legal )de los judíos. Pero en último análisis, frente a lo
verdaderamente decisivo, no existe diferencia alguna entre ambos
Ambos están bajo :1a ira divina y reciben el mismo ofrecimiento <le
idéntica redención de )a ira de Dios por la justicia de Dios, re,·elad~
en Cristo.
<le una rc,·elación intelectual, ele que Dios está enfadado por el
pecado, sino de una aclil'a intcn·ención divina. También la ira es
una d)'namis de Dio~. un poder divino, pero no para redención sino
para perdición . •
¿Cuándo )' cómo se realiza la revelación de la ira ele Dios?
¿Piensa Pablo en la revelación ele la ira aquí en el tiempo? ¿O tiene
significación escatológica, aquí lo mismo que en 2:5? ¿Es una cólera
que le toca al injusto ahora, durante esta vida, o es un furor que
lo alcanzará en el "día <le la ira"? Respecto a esto los intérpretes
han emhido opiniones divergentes. Por una parle se ha insistido en
que aquí se habla en la forma <lel presente acerca de la revelación
de la ira. Esto, lo mismo que el paralelismo con el versículo 17 -ya
que éste habla de una re,·elación que se efectúa ahora en el evan-
gelio- nos prohíbe interpretar el \'ersfculo 18 en otra forma que
en una revelación de la ira de Dios que se realiza en el presente.
Por otro lado, se insiste con igual firmeza en que indudablemente
la ira de Dios es para Pablo un concepto escatológico, }' que el para-
lelismo con ]o que sigue -el ,•ersículo 2:5 da un claro testimonio de
ello- hace imposible cualquier otra concepción.
No cabe duda de que el problema así planteado es artificial )'
carece de base en el texto. Pablo no da motivo para establecer tal
alternativa entre la ira de Dios como realidad presente y como un
acontecimiento escatológico. Aquí no se trata de una cosa o de la
otra, sino de un "tanto esto como aquello". La mejor prueba de
ello es precisamente el paralelo del \'ersículo 17. Así como la "justicia
que es de Dios" constitu)e tanto una realidad f1rescnte en este nues-
tro mundo como a la vez algo que aguarda su plena realización
en la eternidad, lo mismo sucede con la ira de Dios. La cólera divina
se revela ya en esta época contra toda jnjusticia humana, tal como
dice Pablo más explícitamente al continuar este capítulo. Pero la
revelaciém clefiniti\'a de la ira no tendrá lugar hasta el "día de la
ira". No existe motivo para limitar la significación ele esta expresión
en un sentido u otrq. Precisamente porque Pablo la emplea para
sefialar la situación d;feon antiguo, stísignificación trasciende la
antítesis entre presente y futuro.
Las dimensiones cósmicas de la ira di\'ina se destacan con nitidez
aún mayor al agregar Pablo que se revela "desde el cielo". De esa
manera manifiesta para todos los que tengan ojos para ver, inter-
viene Dios en forma inevi1;1blc, niando los hombres lo menosprecian
8!)
1: 18-32 LA E.PISTOLA A LOS ROMANOS
91
1:18-32 LA .EPISTOLA A LOS RUMA:SOS
93
I: 18-32 LA J::t>IS10LA A LOS ROMANOS
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~l, ANTIGUO JmN - llAJO LA JRA DE l>IOS 1:18.32
------- 95
1:18-32 LA l::1'151 OLA A LOS ROMANOS
96
EL ANTIGUO EON - JlAJO l.A IRA DE l>JOS I: 18-32
9¡
l: 18-32 LA l::PJSTOLA A LOS ROMANOS
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Y.I. ANTIGUO JWN - IIAJO LA IRA DE DIOS l:)8.32
99
2:1-3:20 LA D'lSTOLA A LOS ROMANOS
'
2. La ira de Dios contra la justicia por la ley
2:1-3:20
IOO
EL ANTICUO EO!',; - IIAJO LA IR.A lJE DIOS 2:1-3:20
10)
2:1.3:20 LA El'ISTOLA A LOS ROMAJl:05
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11. A!..;TIGUO 1::0:,,.: - BAJO LA IRA DE mos 2:}.3:20
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:.!: 1-8:20 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
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}:L ANTIGUO EON - BAJO LA lR.A DE DIOS 2:l-!l:20
105
2:l-3:20 LA EP1S1 OLA A LOS llOMASOS
)O(j
J;L AJ\TICUO EON - l\AJO LA IR.A DE DIOS 2:1-3:20
perecerán, y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán
juzgados" (\'. 12). Dios no es injusto; no condenarla a quienes no
conocen la ley como si la hubiesen conocido. Pero los judíos conocen
la ley y no obstante han pecado. Por ello serán juzgados por la ley.
Lejos de sah•arse por su conocimiento de la ley, ésta se convertirá en
juicio para ellos. La ley en que confiaban resulta ser el poder que
los condena y los entrega a la ira de Dios. Su conocimiento de la ley
los pri\'ará de toda excusa en el juicio. La ley no puede sal\'arlos
de 1a perdición. "Porque no son los oidores de la ley los justos ante
Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados" (\'. 13).
En último análisis, pues, en el juicio no hay diferencia funda·
mental entre gentiles )' judíos. Básicamente están en la misma situa-
ción. ¿Les será imputado a los gentiles el hecho de no tener la ley?
Más bien podríamos preguntarnos: ¿No los protegerá la circunstancia
de no tener la ley? No, contesta Pablo, no tienen excusa. Es cierto
que no se les puede condenar conforme a la ley; no obstante, red·
birán su merecido por sus delitos. Quien peca careciendo de la ley
perecerá sin ella. Los judíos, en cambio, que pecan aunque conocen
la ley ¿quedarán sin castigo? ¿Les sen•irá la ley de protección? No,
serán juzgados por ella. Así, la ley será su· acusadora, su perdición.
La ventaja del judío es que tiene la ley, mientras que el pagano
no la tiene. Pablo no niega esta diferencia. Habla del que pecó con
la ley y del que pecó sin ella. Pero reduce esta distinción a su justa
medida. El hecho de que los ~miles no tengan la ley, no significa
que carezcan de todo conocimiento de la voluntad divina. La conocen
hasta el grado de saber que no tienen excusa, cuando obran mal.
Ya en 1:20 ss. Pablo ha demostrado que es así. Ahora vuelve a en-
focar la cuestión considerando en especial el problema que se acaba
de tratar: el de la posición distinta de gentiles y judíos frente a la
ley. No sólo los judíos son capaces de distinguir entre el bien y el
mal. También los gentiles conocen esta diferencia y la aplican en
su \'ida diaria. Acerca ele este particular manifiesta Pablo: "Porque
cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que
es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
mostrando la obra de la .Jey escrita en sus corazones, dando testi-
monio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamien-
tos (vs. 14-15) .
Sin embargo, en este punto es de suma importancia prestar
la máxima atención a lo c¡ue Pablo .dice y a lo que no dice. Aquí se
lOi
2: J-3:20 LA EPJSTOLA A LOS ROMANOS
]09
2:1-3:20 LA l:l'ISlOl.A A LOS ROJ\IA1'0S
l JO
U, ANTIGUO EON - llAJO LA IRA DE DIOS 2:1-3:20
111
2:J.3:20 LA lil'lSl"ULA A LOS ROMANOS
cimiento de Ja concepción paulilla'. Para_ ra!>IQ _lª Í!; .n~ es_ Ull w~re:
cimiento que se le exige al hombre en Juga1 ele ]as obras. Pensar de
esta mane.ra ~s estar aón- dentro de la mentalídau Jegii1, sii'&stituyendo
un mérito por otro. Pablo puede hablar sin ,·acilar de un juicio de
las obras de los hombres, por la senciJla razón de que esta palabra
no está en loco justificationis, para emplear el término de Lutero.
Pero entonces se desprende de ello con toda nitidez que el pensa-
miento del a¡>óstol no puede circunscribirse como Jo hace P. Althaus
al establecer la fórmula: "Todo proviene de la fe, pero¡¡]'i'vezioao
depende de las obras". Esta es la posición d.s.._Agusdn 1 no la de P!hlQ.,.~
I.l apóstol jamás podría decir con Agustín que la ley nos fue dada
para que buscáramos la gracia y que ésta a su vez fue ofrecida para
que se cumpliera la ley. Pablo no combina !!..~J'....eJ. ~.!~&e!i<.? .<!~.
tal modo qu~ la ley co11te_ng__~ 1!1_ ye_r~a_dera voluntad de Dios gl)e, sin
e~bargo, 1101 podría,!ll«?s.. c~~ll_i_!";. p2r ~o ~ua_l nos ha ~fado el e\'an-
gelio a fin_~~ .9,~e 1:~n ~ ?.)'Uda ~p]iéramos_ la _le)'., siendo justifi-
~dos al f!~ !as obr._a~ realizadas con esta 1!,yuda. J.ªgi.ás el !PÓstol
considera ]a fe en Cristo como un mero medio para ~lguna otra cosa,
ªe la cual en~füm~:J~s.,!_a~~i~ ·_t_?~o. h~p!á de depender. Para él la
fe es tanto princit1io como (in. La fe es todo cuanto importa; de
ella depende todo. La mejor expr~sión de ello la dio el mismo Pablo,
EK n(OtEQc; Eic; nJonv, "por fe y para fe". Creer en Cristo, Yivir
"en Cristo", 'y participar por él del nuevo eón es en sí y por sí 4
plena justifi~ación. Esto ya es por sí solo la "justicia de Dios"; no
llega meramente a serlo en virtud de obras realizadas por medio de
ella.. Para Pablo todo depende efectiYamente de este "estar en Cristo".
Pero de ello no habla aún en este contexto, y tiene sus razones para
no hacerlo. Desde todo punto de ,ista habría sido má.s oportuno
que los intérpretes hubiesen seguido el ejemplo del apóstol, e\'itando
introducir aq~í la cuestión de Ja jmtificación por la fe. Lamentable-
mente se ha con\'ertido en tradición oponer la idea que Pablo tiene
del juicio al anuncio de la justificación por la fe, basándose en este
texto. A consecuencia de ello se fue debilitando la idea del juicio o
la doctrina de la justificación, y hasta ambas. Para pre\'enir en Jo
posible semejante embotamiento nos hemos visto obligados a tocar
esta cuestión.
Si echamos una mirada retrospectin a los ,•erskulos 12-16, po-
demos comprobar que en ellos luchan entre sf dos tendencias dife-
rentes. Este es el moti\'o por el cual desde un punto de \'Ísta las
112
1::1. ANTICUO EON - BAJO LA IRA DE DIOS 2:1.S:20
JJS
2:1-3:20 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
114
1:1 ANTIGUO :EON - BAJO LA IRA DE DIOS 2:1-3:20
gran ventaja. Razón tenía para dar gracias a Dios por ello. Su error
consistía en conformarse con el conocimiento de la le)'· Su falta era
que ponía su confianza en la ley. No es en la ley en lo que hay que
confiar, pues a pesar de ella existe la realidad del pecado. "Tú, pues,
que enseñas a otro ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que
no se ha de hurta1· ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar
¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos <cometes sacrilegio?"
Esta es la gran desproporción en la ,•ida de los judíos: por un lado,
envanecerse de la ley y "gloriarse de Dios"; pero por el otro "tú con
infracción de la ley deshonras a Dios". A esto Pablo le aplica las pa·
labras de la E.scrJtura: "El nombre de Dios es blasfemado entre los
gentiles por causa de ,·osotros". Cuanto más se jacta el judío de
su relación con Dios, a la vez que desobedece su voluntad, tanto
más menospreciarán a ese Dios aquellos que no Jo conocen. ¿Cómo
no ha de alcanzarlos la ira de Dios?
ns
2:1-3:20 LA Ji:PISTOLA A LOS ROMANOS
116
EL ANTIGUO EON - BAJO LA IRA DE DIOS 2: 1-!l:20
que aquí la idea está fuera de lugar. Pero, por otro lado no es menos
inexacto decir que este concepto está totalmente fuera del pensa-
miento de Pablo. Aquí se trata de que a los judíos que juzgan a los
gentiles y a diferencia de ellos se creen protegidos de la ira de Dios
merced a que tienen la ley y la circuncisión, se les ha de decir que
el gentil que guarda la ley los condenará. Ahora bien: si en lugar
de "gentil" ponemos "el gentil convertido a Cristo", se pierde el
efecto de contraste que se intenta lograr. A esto debemos agregar en
tercer lugar que Pablo (pese a Fil. 3:S) no podría decir de los cris-
tianos qu.e Dios los considera como circuncisos. La dedaración de que
el incircunciso será considerado como circunciso ante Dios sólo tiene
sentido en la situación del eón antiguo. Pues en Cristo, en la situa-
ción de] nue,•o eón, la cuestión de circunciso o incircunciso ha per-
dido toda significación (Gál. 5:6).
"El hombre ve lo que está a la vista, pero el Sefior mira el
corazón". Pablo aplica este principio a la circuncisión. "No es judío
e] que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exte-
riormente en la carne, sino que es judío el que lo es en el interior,
y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra" (vrs.
28-29) • En verdad Pablo no dice nada esencialmente nuevo. En el
Antiguo Testamento encontramos· varias afirmaciones de este carác-
ter; por ej., Deut. 10: 16; 30; Jer. 4:4; 9:25-2~. Lo que hace ~s
recordar a los judíos ~.«:.
~e .ªP~?yan en 1~ _c~~c~_!!.9~ió_n~ BE': segón ef
P-roruo teJdmo~io. de l~ Escri!~r~ n~_es !a ~t.«:!1~.n~i~ _exterior al
puebl~_pJ:~~!!!~~<!~ Di~s I~- 9~e im~r_!._3:. -~~ando distingue asCentre
los judíos que con justicia son llamados así y los que sólo exterior-
mente pertenecen al pueblo elegido, muestra con máxima daridad
cuán lejos está de él toda ironía. También para él el nombre de
judío es un título de honor que Dios acuerda sólo a aquel que tiene
circuncidado y purificado el corazón. De él se dice: "La alabanza
del cual no viene de los hombres, sino de Dios".
La transición del segundo capítulo al tercero no s.efiala línea
divisoria alguna en el curso de ideas. El hecho de que aquí se haya
trazado el límite del capítulo conduce más bien a dificultar la com-
prensión. Es absolutamente_ ~onnal que eL lector, al pasar a un
capítulo nuevo, espere haJJarse ante un nuevo tema. Sin embargo
esto no sucede aquí. El capítulo 3:1-20 forma una unidad con el
capítulo 2 y se limita a seguir el razonamiento iniciado. La línea
divisoria decisiva no esta marcada sino en 3:21.
117
2:1-3:20 LA !:PISTOLA A LOS ROMA!-OS
118
t-:1 ANTICUO .EON - BAJO LA IRA DE DIOS 2:1-3:20
J Hl
2:1.3:20 ' LA EPJSTOLA A LOS ROMANOS
~~l_l~_!~i:~... l'. !'!_ ~im:iei:_t~ _~n )~__ 9,!:!~__ i:._e.i.h:~'!e_J!te !S: _un _!lle!!tiroso, un
_ pecador.__Esta__ es para Pablo una idea tan central que no cabe duda
de que expresa su verdadera opinión al decir: "Que todo hombre
sea mentiroso". '
No es a pesar de la mentira del hombre, sino precisamente a
causa de ella que es ensalzada la \'eracidad de Dios. Esta idea puede ...
parecer extraña;¡ mas Pablo sabe que es un hecho y que también
]a Escritura da t,estimonio de ello. Piensa ante todo en el Salmo 51,
el gran salmo de penitencia, la confesión de pecados de David, cuando
el profeta Natán le había hecho ver su depravación. Después de
confesar David: ,"Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo
malo ante tus ~jos". añade inmediatamente: "para que seas reco
noddo justo en tu palabra y tenido por puro en tus juicios" (Sal.
51:4). Por tanto la intención de Dios al permitir que cayera en el
pecado había sid,o la de poner de manifiesto la justicia divina. Pablo
no cita todo el' pasaje, pues está seguro de que una leve alusión
basta para que todo lector comprenda de inmediato la relación con
este salmo tan c;onocido. Sólo da la última parte, tal como está en
la Septuaginta: "Para que seas justificado en tus palabras y venzas
cuando fueres juzgado". Aunque el pecado humano signifique rebe-
lión contra la voluntad de Dios, después de todo debe servir a la
glorificación de ;la verdad y la justicia divinas.
Pero de ello surgen dos problemas nue\'os. Primero: si realmente
es cierto que el, pecado del hombre puede contribuir a la glorifica-
ción de Dios, 1!11º es una injusticia por parte de Dios castigarlo con
su ira? Segundo: ¿no tendríamos que pecar más para contribuir aún
más a la glorificación de Dios? Pablo formula estas dos preguntas
con el único fin de rechazarlas en forma terminante. Considera inne-
cesario ocuparse con mayor detención de ninguna d.e ellas.
Pablo ofrece dos versiones de la primera preE?:unta. Comienza
por referirse a nuestra injusticia y la justicia divina: "Y si nuestra
injusticia hace ,resaltar la justicia de Díos ¿qué diremos? ¿Será in-
justo Dios que: da castigo?" Ya antes de contestar esta pregunta
Pablo quiere h.icer comprender al lector cuán insubstancial y hueca
resulta para él. :ror ello a11ade en paréntesis: "Hablo como hombre",
KCXTCX avGpc.:>nb,· "M.yc.:>. También es posible que quiera atenuar
la impresión bl~sfema de que se hable de injusticia en relación con
Dios. Sea comq fuere, Pablo llama la atención del lector sobre el
hecho de que esta cuestión encierra al¡:{o humano, demasiado huma-
120
EL ANTIGUO EON - BAJO LA IR.A DE DIOS 2:l-!1:20
~----
"Justamente son condenados".
121
2:).3:20 LA .EPJSTOLA A LOS ROMANOS
122
lL A1'11GUO EON - BAJO LA JIU DE DIOS .2: J.3:20
l) Jel10Yá miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, /
Para "er si había algún entendido, / Que buscara a Dios. / To-
dos se desviaron, a una se han corrompido; / No hay quien
haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (SaL 14:2-3}.
2) Sepulcro abierto es su garganta, / Con su lengua hablan lison-
jas (Sal. 5: 9) • · ·
3) Veneno de áspid hay debajo de sus labios (Sal. 140:3) •
.f) ~lena estll. su boca de maldición, / y de engaños y fraude (Sal.
10:7). .
5) Sus pies -corren al mal, se apresuran para derramar la sangre
inocente.. . destrucción y quebrantamiento hay en sus cami-
nos. / No conocieron camino de paz (Is. 59:7-8) •
6) No hay temor de Dios delante de sus ojos (Sal. i6:1).
123
2:1-5:20 LA !:PISTOLA A LOS ROMANOS
mal Jo que ésta significa. La ley, como dice Pablo, fue dada ''para
que toda bod. se cierre", Pero -preguntan los judíos- "ai la ley no
nos ayuda a alcanzar la justicia ~para qué sirve?" Pablo cont1!1Ci.1"para.
revelar el pec,ad~ndudr a su_ conocimiento. Y no se trata sola-
mente de la re"elac.ión de los pecados singulares cometidos por los
hombres. No ~e refiere al pecado en un sentido moralista, sino que
piensa ante todo en el pecado como un poder, como l:>úvcxµu:;. En
el eón antigu~ el pecado predomina con poder ilimitado, y &61o me-
diante 1a ley comprenden los hombres que el pecado es el poder
fundamental que rige su ,·ida. Esto es lo que Pablo quiere decir
cuando expresa: "Porque por medio de la ley es el conocimiento del
pecado". La ley le enseña al hombre a comprender que es pecador.
Se sobrentiende que ]os gentiles "que no tienen la ley" son
pecadores y en: consecuencia incurren en la ira de Dios. Ya que ahora
se les tapa la ~oca también a los que tienen la ley y tienen que con-
fesar sin amb;i.ges que son pecadores, el resultado está claro: "que
todo el mundo quede bajo el juicio de Dios''¡ todos sin.,.!:~~~-
han incurrido' en la ira de Dios.
124
EL NUEVO EON
2 LA JUSTICIA DE DIOS
3:21-4:25
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3:21-31 LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
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EL NUEVO EON - LA JUSTICIA I>E DIOS 3:21.31
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1!I 1
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J::L NUJ::\'O :EON - LA Jl'STICIA DJ:: mos 3:21-31
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3:2).31 LA Er1S10LA A LOS ROlllAXOS
134
EL 1'UE\'O EO:-: - LA JIJSTICIA DE DIOS 3:21-31
ficulLael ele saber a ciencia ciena qué quiso expresar Pablo con esta
palabra, aumenta por el hecho ele que figura pocas veces en el Nue,·o
Testamento. Aparte de este versículo -el único en que Pablo mismo
la usa- figura una sola ,·ez en el Nue\'o Testamento, a saber, en
Heb. 9:5. Algunas traelucciones ele la Biblia sugieren que Pablo em-
plea Ja ,·oz I>..cxoT~ptov en un significado general y abstracto. Dios
nos ha dado a Cristo como "propiciación" -medio de expiación-. 1
Otra interpretación, que aparece en otras ,·.ersiones, se basa en los
Padres griegos (p. ei, Orígenes) , y fue aceptada por Lutero, afirma
que. Pablo emplea el término en su significación concreta de propi·
ciatorio o "asiento de la mis.ericorelia". Razol}es convincentes apoyan
esta última ....La Septuaginta emplea I>..cxon¡ptov como término téc-
nico para designar el propiciatorio o "asiento de la misericordia", la
cubierta del arca del pacto que estaba detrás del ''!!lo en el lugar
santísimo. En este sentido concreto se usa también en Heb. 9:5. Se
impone la idea de que Pablo la ha empleado aquí con esa significa-
ción. Se adapta particularmente bien a este contexto y por su concre-
ción concuerda mucho mejor con el modo de pensar y de expresarse
de Pablo que el otro sentido que tan poco refleja su vigor caracte-
rístico.
La 1·azón principal por la cual los exegetas se mantienen en una
posición dubitati,·a con respecto a este sentido más natural y concreto
del término es que han considerado chocante que Cristo fuera compa-
raelo con un utensilio de culto como es el propiciatorio. Se ha opinad·o,
además, que el \'erbo "puso" está claramente en contra de esta inter-
pretación. El propiciatorio no se exponía a la \'ista pública sino que
era ocultado a las miradas del pueblo en el lugar santísimo. Pe10
éstas y otras dificultades son de poco peso cuando prestamos aten-
ción a lo que constituye el punto principal en las palabras de Pablo.
Y cuando se propone -ya que en todo caso la situación es dudosa-
que lo más seguro sería usar el término general "medio de expiación"
y dej~r que el contexto seiiale su significación {LietzmanE), debe
objetarse que precisamente el contexto muestra que Pablo quiso
decir "propiciatorio". En efecto, Pablo se mue\'e aquí todo el tiempo
dentro de un círculo de ideas que se agrupan alrededor de ese pen-
l Así Reina \'alera, e Hisp. Amér. La \'. Moderna dice: "expiación por
el pecado". (?\ota de los traduc101t's).
135
S:21-31 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
136
EL NUE\'O EON - l.A JUSTICIA DE J>IOS ll:21-31
13i
3:21-31 l.A El'JSTOLA ,\ LOS :ROlllAI\OS
bién esto entrafia' un peligro. Pues p~dría parecer que Dios realmente
no tomó en serio su juicio sobre el pecado, y que por lo tanto no es
\'erdaderamente justo. .Era necesario, pues, que alguna vez "mostrara
su justicia". Esto lo hizo ,al presentar a Cristo como medio de expia-
ciói:t. Con la mUS[lLl'!R_Íatoria-9~ J;;ris_t9!~~~~~ª.E~11i.t_!va1Ee!1~~
~stableddo que qi efecto Dios juzga_~!~.?:ds>_ Y, sil! ~b'!.!J;C:,, .fil!.~d~
~-donar sin sa~rificar su j~icia. "Con ello se logran dos cosas a
un mismo tiempo: Dios se muestra como el Justo y a la vez atribuye
justicia al peca~or que cree en Cristo" (AÜhaus). Por medio de
Jesucristo, Dios ha justificado su acción }' no ha dejado duda alguna
en cuanto a su j~sticia. Aunque su moderación )' clemencia pudieran
hacer suponer lo contrario, ahora con la muerte de Cristo ha de·
mostrado "que e~ justo".
Hay en este¡ razonamiento un sentido claro y armónico. Hasta
se podría aplica~ el nihil ,·ationabilius de Anselmo. Es una demos·
tración lógica de/la necesidad de la muerte reconciliatoria de Cristo,
a partir de la justicia puniti\'a de Dios. Pero contiene dos errores:
no tiene apoyo en el teixto y por su contenido no corresponde al pen-
samiento de Pabio. Este no está tratando de dar una prueba racional
de la necesidad de la muerte de- Cristo. Habla de lo que Dios ha
hecho, no de Jo que tenía que hacer. No habla de algo que Dios haya
hecho para justi,ficarsé a sf mismo, sino de lo que ha hecho para
justificai::nos a nosotros. Se ha pretendido ver en estas palabras de
Pablo una "teodicea", una defensa de la acción de Dios para con
la humanidad antes de Cristo. Pero Pablo no conoce teodicea alguna,
ni siquiera en ]os caps. 9-I l y menos aun en este lugar. El texto no
.dice que D~os _quisiera demostrar que es justo sino que presentó a-
Cristo como propida!Qr~r-ª...Qfrecersu iusticia.~tc; Ev6uf,t,• tiic;
Ól1<aioaú"r¡c; o:u.100). La justicia de que aquí se trata (,·. 25) no
es otra que la nJendonada en el , •. 21, la misma que encontramos
por todas partes' en Romanos. Se trata siempre de la "justicia ,le
Dios" con todo Jo que elJa implica. Y cuando en el v. 26 Pab]o
resume el propósito de Dios al presentamos a Cristo como propicia-
torio, no dice "para que Dios sea hallado justo" sino que simplemente
dice: para que de ese modo "Dios sea el justo, y el que justifica al
que es de la fe de Jesús". L, justicia que Dios re,·ela por Cristo es
su propia justicia. El mismo es justo, y esa su justicia la participa
ahora mediante Cristo a tocio aquel "que se encuentra dentro de la
'
EL Xt:E\'O :EON - LA Jl'STJCIA DE DIOS 3:21-!H
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3:21-31 LA ErlSTOLA A LOS ROMANOS
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J::L NUEVO EON - LA JUSTICIA DE l>IOS 3:21-31
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3:21-!l l I.A EPJS1 OLA A J.OS ROM ANOS
qué se ha objelauo el "por la sola fe"? Para llar lugar a la "íe for.
mada por la caridad", a la fidcs cm ita te [qnnatp,_ Y ¿por qué tanto
afán por introduór en esta relación también la "carillad" mientras
que Pablo sólo h'abla de la "fe"? Porque "la cariuad es el cumpli-
miento de la le)f'. Los hombres no se han conformado con pres-
a
cindir de la ley, pesar de las repetidas declaraciones de Pablo en
el sentido de quq Dios, al re\'e)ar su justicia, lo hizo sin la colabo-
rnción de la ley (xc.>pl<; vóµou, , .. 21; xc.,ptc; €pyc.:,,, vóµou, , .. 28).
No han podido sentir que la fe en Cristo es la justicia completa y
1
142
EL NUJ::\'O F.ON - LA JUSTICIA 1>.E IIJOS 4: 1-25
143
4:1-25 LA t:l'ISTOLA A LOS RO)IIANOS
lH
::L NUEVO EON - LA JUSTICIA DE DIOS 4:1-25
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4:).25 LA J::l'IS1 OLA A LOS ROMANOS 1
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EL NUE\'O J::ON - LA Jt:STJCIA 1>1:: UJOS 4: 1-25
147
4: 1-25 1.A EPJSTOI.A A I.OS RO:'\IANOS
con las palabra~ <le que Abraham creyó a Dios y "le fue contado por
justicia"; sólo en el capítulo 17 encontramos el relato de la instítu-
ción del signo de la circuncisión; entre ambas oportunidades media
un lapso bastante considerable. Está claro, pues, que no fue hecho
por la circuncisión. Aconteció cuando aún se encontraba en la inci1-
cuncisión, ante~ de c¡ue pmliera im·ocar su circuncisión o estu\'iera
ligado a la ley• por ella. La fe X la justicia J.>Or la fe an1e,·edieron.
Después si~uió la circuncisión "como señal, como sello de la justlda
0
9
~!!...E.Je ' ueiln·o_ ~tan<!_~_~ú-~J•~circu~c~so":. _ - - --
Aquí podemos hacer una observación interesante acerca de la po-
sición de Pablo freme a la circuncisión. No la recha.za en principio
como se podría opinar. Hay cierto paralelismo entre su concepro d~
la circuncisión y su concepción de la 1~. Así como_la le:u bien ~nten-
dida, .!1º se opon~-1~ justici~:p_~ ~a_Je _si~o _q~e __d~_H:~ti~onio _~e-
éfia, tampoco la circuncisión, rectamente interpretaCia, es naaa con-
. trari!4_~j~~t~~~ª. E<>r 1~ fe, si?o q_~1e es precisamente Un "sello ele
la iusticia de }a fe", tal como se dice aquí. Pero para ello debe
concebfrselá- en forma ,·e1-dadframente correcta. Porque también
existe un modd de concebir )' \'alorar la circuncisión que la pone en
irreconciliable ;oposici<'.m a la justicia por la fe.
Pablo no intenta pri\'ar a los judíos de su circuncisión. Pero
deben usarla como si no tm·ieran necesidad de ella. De otro modo
entra en conflicto con la fe. Si los judíos quieren imponer por Ja
fuerza la circu~cisión a los gentiles, demuestran con ello que la usan
de manera incorrecta. Confían en la circuncisión, en lugar de con- •
fiar en Dios y en Cristo. De este modo quedan afuera, mientras que
Abraham con su fe y los gentiles con la suya forman una unidad.
Si los judíos dfcen que hay un solo camino para hacerse partíc:pes
de la bencliciór¡ de Abraham y de su justicia, a saber, la circuncisión.
}' así en consecuencia exigen de los gentiles que se circunciden antes
de poder pertenecer al pueblo de Dios, Pablo contesta: sí~ existe sólr) •
-~1~- ~~min~ -.=-eL1'.1~~~? 1~a1:a los judí~s y l?s _ge~!i!~- pero ese caminr>
es el de la fe.
· -· Los ji1cíi'os se jactan de ser hijos de Abraham y sostienen que él
es padre sólo .de los circuncisos. Las Escrituras, en cambio, dicen
que el mismo Abraham no estaba circuncidado a la hora en que Ja
fe le fue contada por justicia. Es decir, lo colocan en la misma posi-
ción que los gentiles que creen. Mas con ello se amplía la perspec-
1 iYa. La promésa acerca de la "descendencia" de Abraham es muc:ho
148
EL NUEVO EON - J.A Jt:STICJA DE DIOS 4:1-25
149
4:1.25 LA :EPISTOLA A LOS ROMANOS
150
J NUEVO EON - LA J lJSTICIA DE l>IOS 4:1-25
151
4:1-25 LA El'JSTOLA A LOS R0!\1.-\:>¡0S
152
EL NL'E\'O EON - LA jl15TICIA DE. DIOS 4: 1-25
. ]53
-1: 1-2:> LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
151
l:L l'\lJE\'O :E01' • LA JUSTICIA DE DIOS 1: 1-25
155
4:1 2.5 LA EPISTOLA A LOS llOMAJl:OS
l 5Ci
SEGUNDA PARTE
159
.5: J -8:59 LA F.PIS101.A A 1.05 11,0).IANOS
1 , 11
LIBRES DE LA IRA DE DIOS
5: 1-21
161
5:J.}} LA J::l'ISTOLA A LOS ROMANOS
]62
UIIRES l>E LA IRA l>E l>IOS 5:1-11
163
5:1-11 LA El'IS1"ULA A 1.os ROMANO~
que afirma, sólo tiene valor "en Cristo" y por medio de él. Sin
Cristo estaríamos aún presos bajo los poderes de este mundo. Pero
si Jesucristo se ha con\'enido en nuestro Sefior, termina de una vu
por todas el dominio de los poderes de la perdición; p no estamos
bajo su potestad. Cuando Cristo es nuestro KúpLO<;, Seiior, ya no
queda lugar para otro KUpt6i:r¡c;. Son derribados todos los antiguos
tiranos -la ira. el pecado, la ley y la muerte- y somos de Cristo y
vivimos en su reino, sir\'iémlole en perpetua justicia. Hemos sido
liberados de los.-po~eres de la p~rdLc;ión; estamos libres de la fra,
el poder funesto que preo,cupa particularmente a Pablo en este
capitulo.
Tener paz para con Dios significa también que por medio de
Cristo tenemos acceso a la gracia divina.. Grada y paz forman para
Pablo una unidad indisoluble. Ya antes hemos dado con esta unión,
a saber, en el saludo de paz que Pablo dirigiera a la iglesia de Roma
(1:7); también allí gracia y paz forman una unidad indisoluble.
"Estar en la gracia" de Dios es contrario de estar bajo su ira., Pablo
lleva el contraste hasta sus últimas consecuencias cuando habla de
la "gloria de Dios", ~ 66~0: ,:oü 0EOO. Esto es lo má.s grande )'
sublime que puede decirse de la vida cristiana: que es una partici-
pación en la "gloria de Dios". La gloria, 66E,a, es de la propia esen-
cia de la vida divina, y nosotros hemos logrado tener partidpación
en ella por medio de Jesucristo. Si anteriormente, en el tiempo del
antiguo eón, podía decirse "todos pecaron y están destituidos de la
gloria dt: Dios" (3:23), ahora, desde que ha venido Cristo y con él
el nuevo eón, puede decirse: nos gloriamos de la glo,·ia de Dios. El
gran hecho positivo que Cristo nos ha múdo es el de hacernos
partícipes de la propia vida eterna de Dios. Sin embargo -añade
Pablo- la tenemos toda\'fa sólo "en esperanza". Porque Jo caracte-
rístico de la nue\'a ,•ida reside en que es algo a la ,·ez presente y
futuro; algo ya existente y a la vez algo que espera su perfección
futura. Con Cristo esta nueva era entró en nuestro mundo como
una realidad; con la resurrección de Cristo ha comenzado el eón de
la resurrección. Pero como una cualidad esencial de éste es "la glo-
ria", no ha alcanzado aún su perfección. Hacia ese fin tiende la es-
peranza cristiana, no como a algo incierto, sino como a algo seguro
y cierto de lo cual ya ahora se puede "gloriar".
"Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribula-
ciones" -añade Pablo-. La ,·Ida en Cristo tiende hacia la perfec-
164
UBRES llE LA IRA llE DIOS 5:1-11
ción y la "gloria". Pero esto no significa que huy~ del mundo. Tam-
bién Ja vida presente es transformada por la esperanza cristiana.
Quien ,·ive su ,·ida sólo en e$ta época )' para quien este mundo es
el todo, sólo puede \'er algo negath·o en las aflicciones que Je sobre-
vienen. Para el cristiano en éambio, el sufrimiento es precisamente
el punto en el cual se hace xpás evidente la fuerza de la esperanza .
.El sabe "que las aflicciones de] tiempo presente, no son comparables
con la gloria venidera que er;i nosotros ha de manifestarse" (8: 18).
E.l padecimiento adquiere un sentido nuevo; se conviert~ en un me-
dio en la mano de Dios para conducimos a la perfección. Cuando •
Dios coloca al hombre bajo l~ opresión de] sufrimiento, lo hace pára
ejercitarlo en la paciencia y en la constancia. Es precisamente la
congoja la que hace que el cristiano ponga con mayor ardor aún su
b) El amor de Dios .
165
!5:].] l LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
166
LlllRES I>E LA IRA DE IJIOS . 5: 1-11
]6i
5:1-11 L.A E.l'IS1 OL.A A L.OS ROM Ato.OS
para Pablo una realiclacl tan grandiosa que por Jo general se cuida
de emplear ese término para denominar nuestro amor hacia Dios.
Ya es una señal de una tergiversación qu~ Agustín }' la tradición
que le siguen pongan su "infuso" en lugar del "derramado" (lKXÉEtV)
del texto. Pablo-·tiene un doble -motivo para hablar aquí de un
"derramamiento" del amor. Por 1111a parte esta palabra aparece con
frecuencia cuando se trata de la ira de Dios. De la misma manera
en que en el antiguo eón Dios derramaba su cólera sobre sus enemi-
gos, ha derramado ahora su amor por medio de Cristo. Por ot1·n
pa1·tc es el término técnico para "el derramamiento del Espíritu
Santo". Que Pablo tenía presente esta circunstancia es evidente por
el hecho de que con el término "derramar el amor". relaciona inme-
diatamente la explicación de que eso sucedió "por el Espíritu Santo
que nos fue dado" .
.En Cristo, el amor de Dios rebosó )' se derramó sobre nosotros.
Manó del corazón de Dios y buscó el camino hacia nuestros cora-
zones, de acuerdo con la propia índole del amor. El amor de Dios
tiene ahora un representante en nuestros corazones: "el Espíritu
Santo que nos fue dado". Pues }a función del Espíritu Santo es según
Pablo, ser en nuestros corazones la garantía ("arras", Cor. I :21-22)
de que pertenecemos a Cristo y estamos "en él". Cuando el amor de
Dios está presente en noso,!ros como una realidad inamo\'ible, es
por obra del Espíritu Santo. .
Pero Pablo no lie detiene en esta p1esencia acth·a del amor di-
\'ino en nosotros. Vueh-e nuestra atención hacia atrás, hacia la po-
derosa acción de Dios por la cual su amor se abrió camino hacia
nosotros. Si preguntamos qué es el amor de Dios, el agapc divino,
Pablo responde señalando a Cristo y su muerte por nosotros. En
ninguna otra parte hay una revelación del amor divino comparable
con la muerte de Cristo en la cruz. Allí y sólo allí hemos conocido
el amor de Dios en su sentido más profundo. Pablo dice aquí lo
mismo que se expresa en Juan 3: 16: "En esto hemos conocido el
amor, en que él puso su Yida por nosotros". Si no hubiéramos en-
contrado"el amor revelado en la cruz de Crfsio no sabríamos qué
.~apc. Sabríamos ~~ es el amor en general, pero ignoraríamos
gu~ es el amor divino.
La índole del amor de Dios se revela con suma claridad si
reparamos en la condición de aquellos a quienes Dios brindó su
amor por medio de la muerte de Cristo. Pablo dice: "Cristo cuando
](ji,
LIURES DE LA IRA l>I: DIOS 5: 1.11
aún éramos débiles, a su tiempo (el pre, isto por Dio~) murió por
los impíos" ("· 6). t:uando Cristo se ofreci6 por nosotros éramos
débiles e impíos. En esto resalta con máxima nitidez que el amor
divino es de índole completa.mente distinta del amor humano. "Cier-
tamente apenas morirá alguno. por un justo; con todo, pudiera ser
que alguno osara morir por el bueno" (v. 7). Pablo no pretei:.1de
negar que el amor humano ,ambién puede impeler a alguien a sacri-
ficarse por otro. Pero en tal caso debe existir una fuerte moth·ación.
Uno no sac:1 ifica su vida por un ser cualquiera; apenas tal ve.z por
un hombre justo, aunque su \'alor personal justifique .tal sacrificio.
Es más fácil que lo haga por ;un pariente cercano o por un benefactor.
¿Pero por quién sacrificó Cristo su vida? No por benefactores, sino
por sus enemigos; no por justos, sino por pecadores e impíos. Este
es en verdad el amor "inmbtivado". Desde luego, en última instan- •
cia, tampoco este amor carece de motivos. Hay algo que lo pone
en acción. No obstante, se lo puede llamar "inmotivado", ya que su
objeto no ofrece nada que pudiera servir para explicar tal amor.
La enemistad del hombre para con Dios, su pecado y su impiedad,
ciertamente no le hacen digno del amor de Dios.
Pablo tiene interés en; destacar este carácter "inmoti\'ado" del
amor divino. Para ello acumula expresamente términos negath·os
con el fin de indicar cuán indignos eran 'aquéllos por los cuales
Cristo fue a la muerte. Los llam~ débiles e impíos (\', 6) , pecadores
(Y. 8) y c11emigos de Dios (\'. 10). Lutero halló una expresión sobre-
manera acertada para est~blecer la diferencia que aquí se intenta
expresar entre el amor dfr¡no y el humano. Denomina al amor hu-
mano "amor ganado", y al amor diYino espontáneo o "amor sur-·
gent('. El amor de Dios syrg:e es.eontáneamen}e de su eroeia fuente
.Y no es mot~vado por nirguna buena cualidad o propiedad del
, hombre a 9men se lo da.'
En lo que antecede hemos hablado en forma intercambiable
del amor ele Cristo y el d¿ Dios. Esto ha sido posible debido a que
en Pablo ambos son expl·esión de una misma realidad. El amor,
re,·elado en la muerte de: Cristo no es un hecho independiente de
Dios, sino que él mismo :es sujeto de este amor. No se trata sola-
mente de que Cristo demostrara su amor por el hecho de ir a la
muerte por nosotros. Pablo dice: "Dios muestra su amor para con
nosotros en que Cristo ihurió por nosotros" (\', 8). La obra de
Cristo es obra de Dios. El .1mor de Crislo es amor de Dios. Cuando
l(j!)
b:l-11 LA 1:PlSTOLA A LOS ROMANOS
lill
LlllRES 1>1: LA IRA l>E l)IOS 5: 1.11
171
5:1-11 LA :ErlSTOLA A LOS ROMANOS
172
LI 111u:s IJ.I:: LA IRA l>t n10s 5:12-21
173
5:12-21 LA EPJSTOLA A LOS ROMANOS
174
J.JIIRES DE LA IRA DE DIOS 5: 12-21
sayo interp1 etati\'o aseYera que P;ablo aceptó aquí '1a harto conocida
noción helenística del "11ombre primigenio". Sea cual fuere la inter-
pretación que uno acepte, lo que Pablo dice aquí acerca de Adán y
Cristo se considera con una des\'iación del pensamiento característi-
camente paulino y bíblico. De modo que se ha llegado a dejar de
lado todo el pasaje. ·
Si el pensamiento de Pablo tuvo ciertos impulsos del pensa-
miento judaico o del helenfsticp es en extremo difícil de decidfr.
No hemos de olvidar que )"a en las primeras páginas de la Biblia
había leido acerca de Adán, por lo cual no es necesario buscar
fuentes más remotas para su pensamiento. Sea como fuere es obvio
que su pensamiento acerca de Adán y Cristo difiere totalmente
-tanto por su contenido como, por su estructura- de las concep-
ciones judaicas o helenísticas usuales. Más bien es lo opuesto. Poi-
ejemplo, el concepto helenístico: del "hombre primigenio" esperaba
que éste reapareciera en los últjmos tiempos. Pablo, en cambio, no
considera a Cristo como un Ac¡lán redivivo. Yuxtapone a Adán y
Crísto, no para afirmar su ide~údad sino para demostrar lo con-
trario, para señalar el contraste entre ellos. Cuando uno llega a
comprender lo que esto signifit:a para Pablo,, descubre inmediata-
.1:nente que este ~je n o ~ earéntesis ..2._una digresión en el
E~~miento del apóst~ sino ue más bien 11emos llegado aquí al
fUlltO culminante de carta. 1 Ste es e] punto en que COn\'etgen
todas las líneas de su pensamTei;ito, tanto de ]os capítulos anteriores
como de lO!l que siguen.
Debido a la importancia d~ este pasaje para la comprensi<'>n de
toda la epístola, es que lo hemos usado en la introducción como la
clave de nuestra exposició~. De esta manera ha podido arrojar luz
sobre los capítulos precedentes. Debido a ello podemos referirnos en
un sentido general a nuestra e,xposición anterior ú>, 16-26) en lo
que a la idea central respecta. Pero quedan at'm nrios puntos por
discutir, para entender claramente.
, Ya las palabras iniciales ofrecen problemas. El p,írrafo comienza
con un "por tanto", Z>ux TOÜTo. Luego uno se pregunta, iª qué
se refiere Pablo, de lo que antecede, con esta frase? ¿Qué ha dicho
antes que pueda moti\'ar la combinación de Ad.in y Cristo que sigue
ahora? Algunos intérpretes l1an pensado en lo que le precede inme-
diatamente; otros, en to,do el p~saje de 5: 1-11; otros en todo cuanto
se ha dicho a partir de S:21. El sentido sería entonces que puesto
175
5:12-21 l.A l::l'JST<JLA A LOS IWJI.IANOS
lí6
I r IU:'.S l>l:: LA IKA 1).1:: l>JOS 5:12-21
l. solo hombre, Cristo, llegó al múndo la justicia de, Dios )' con
•• a la vida. Este es el contenido principal de la segunda parte del
capítulo cinco. Un pensamiento retenido largo tiempo, ahora irrum-
f. vigorosamente -en parte sin intención. Porque esta idea de
.Ján y Cristo no forma parte orgánica de la exposición de la liber-
tad de la ira de Dios que da la justifia. Por otra parte, sin embargo,
mpoco está fuera ae lugar pues: no hace más que ampliar la
1,-.!rspectiva de lo· que antedece. Se podría preguntar, por lo demás,
dónde hubiera encuadrado mejor ~ste pensamiento que donde lrn
1 do Podría
introducido. 1
opinarse que quedaría! mejor al principio del primer
·
177
5:12-21 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
JiB
UBRES DE LA IRA DE DIOS 5: 12.21
común. Sólo en esta relación Adán cobra importancia para él. Adán
no es tan sólo un indil'iduo panicular que existió alguna \'ez en los
tiempos primitivos, sino que¡ es ame todo la cabeza de la "vieja"
humanidad, cabeza del presente eón (6 cxl@v oótoc;) . Lo que le suce-
dió a la cabeza vale también !para el cuerpo. En Adán se decidió la
suerte de 1a humanidad. Pof este solo hombre ,·ino el pecado al
mundo y por él la muerte Jdquirió poder sobre todo lo humano.
A partir de Adán el destino de nuestro género ha sido el de ser
esda,·os bajo los poderes de I la pe1 didón. Cuando el l~ombre Yive
en el pecado, se engaíia creye¡nclo tener poder y libertad para elegir
en un momento el pecado, t¡n el otro el bien; pero en J"ealidad el
pecado que comete e\'idenda :que el pecado es el dueño y el hombre
• 1
su escla,•o. Lo mismo sucede ¡con la muerte. El hombre desea salvar
su vida; siempre está buscanC.,o lo suyo; pero en Yerdad, todo cuanto
hace está al servicio de la muerte. Ella es señora absoluta de toda
su existencia. .Es el destino cob1ún de la humanidad a parúr de Adán.
Cuando Pablo expone cómo entraron el pecado y la muerte en
el "cosmos", adquiriendo un,poder ilimitado en todo el reino de lo
humano, emplea dos verbos que debemos tener en cuenta, sobre
todo porque ,·oh·eremos a ocuparnos de ellos al final del capítulo.
Del pecado )' por tanto de la muerte dice: Eioip,0Ev, "entró", hizo
su entrada en el mundo. Y a continuación añade en cuanto a la
muerte: &tijM~EV, "pasé,", "se propagó" a todos los hombres, y ]os
dominó por completo,
Las palabras finales del v. 12 nos confrontan con un pi-oblema
más. ¿Qué significa: te¡,' c1> 'ltfX\l"CEt; f¡µcxpwv? Nadie puede contestar
decish'ameme. Hay dos posipilidades. Des.de Orígenes ~ solfa disol·
on.
,·er la expresión E(¡>' c1> en E'Tft -roúte¡., Nuestra Biblia se atiene a
esta interpretación y traduce: "J>or cuanto todos pecaron". De acuer-
do con la otra interpretación -tal vez más probable- el contenido
de estas palabras puede circunscribirse de la siguiente manera: "Y
fue bajo estas circunstancias; bajo estos auspicios, que todos pecaron".
Cualquiera se~ la interpretación que se elija, la idea principal de
.Pablo está completamente clara e inequfroca: por un solo hombre,
Adán, todos los hombres son pecadores y están sujetos a la muerte.
Aun cuando se elija Ja primera interpretación, el significado no es
que el pecado de Adán tu\',iera por consecuencia el someterlo a él
mismo a la muerte, y que después, también todos Jos demás hombres
tueron sometidos a ella, pu~sto gue todos ellos pecaron. En tal caso
179
5.12-21 LA l::l'ISTOLA A LOS kOMANOS
180
LlllRES DE LA IRA DE DIOS ¡ 5:12-21
!
cuendas tuvic1 on dimensioneJ eúsmicos. La acc10n de Atlán afectó
•al "cosmos", como Pablo lo expresa, es decir, a toda la humanidad.
Lo que aconteció en él tu,·o consecuencias decisivas par.a el destino
de todos los que per1enecen q. su estirpe. Cuando Pablo yuxtapone
aquí ambos poderes hay que I tener presente que en esta conexión
está pensando primordialmentf en la muerte )' su poder, La muerte
es "el postrer enemigo" (t:ox~oc; txep6c;, I Cor. 15:26). tt..a gran
. oposición de 1a gue Pablo u;ata en toda la eeístola es ·la muerte.
bajo cuyo poder estamos par .naturaleza, y la vida 9ue nos es dada
.ror la fe en Cristo: "El justo1 por la fe vivirá". Lo que aquí ocupa
a Pablo es la cuestión de cómo fue que la muerte llegó a dominar
a la humanidad. Esto aconteció por intermedio del pecado. El pecado
es el ,·a.sallo que precede y ,prepara el camino a la soberana. la
muerte. Cuando por un hombre entró el pecado en el mundo; la
muerte alcanzó su dominio. El pecado es "el aguijón de la muerte"
(to K{v-rpov toü Bcxvá-rou, I Cor. 15:56), es el arma e instrumento
por medio de los cuales la muerte ha sometido bajo su poder a la
humanidad. Por el pecado la muerte ha \'encielo a la humanidad }'
ahora es en realidad su due~a. La muerte as,;:endió al trono aquí,
en este mundo, y ejerce su terrible gobierno con ilimitado poder
en toda nuestra existencia. En este ·capítulo Pablo repite una y otra
,·ez, con creciente precisión, que la muerte adquirió poder de rey en
nuestro mundo (lJkxo(AEUO~V 6 0ávcx-roc;. cf. los "ers. 14, 17, 21).
De lo que antecede resu.lta que para Pablo la muerte no es
sólo un acontecimiento que imerviene en la vida y le pone fin. La •
muerte es un poder, un soberano. Algo parecido puede decirse tam-
bién de. los demás poderes malignos a los que con mayor o menor
extensión se hace referencia en este capítulo: ira, ley, pecado. La ira
no es tan sólo un estado anf¡11ico o una expresión de desagrado de
parte de Dios; es un poder destructivo; es el estado de depraYación
absoluta que sobreviene cuando Dios alcanza eficazmente al pecador
con su santa indignación. Y· el pecado no es sólo -como piensa el
moralismo- los actos malos que uno comete, sino el objeti\'o poder
pernicioso al cual el homb,:e, enemigo de Dios, está sometido, de
modo que todo el hombre es pecamino~o. La Ir.y no es solamente la
.expresión conjunta de la ,·dluntad de Dios, sino que es un poder
. objetivo que juzga }' condena al hombre.
Así como Adán es la cabeza del antiguo eón (ó o:iC::,v oÓToc;),
181
5: 12.21 LA EPJSTOLA A LOS RO::\fANOS
r
Cristo es la cabeza del nue\'o eón (ó cxlC:,v 6 µ01.Aúlv). Es para
I
yuxtaponerlos que Pablo ha empezado aquí a ocuparse de Ja cues-
tión de Adán y de su posición dentro de la humanidad. Para él,
Adán cuenta exclush.unente como "figura del que había de venir"
1
,:únoc; ,:oü ¡.,.é.Movcoc;,- (,·. 14). La expresión "que había de venir"
(6 ¡.,.O,Xc..,v o 6 lpxóµEvoc;) es una. denominación corriente para de- 1
signar al Mesías esperado. "¿Eres tú aquel que había de \'enir?" le
pregunta a Jesús Juan el Bautista por medio de sus discípulos. Y la
con~stación que señala que ya existen los signos mesiánicos (Mat.
11 :S-4) demuestra que Jesús interpreta las palabras en su sentido
1
mesiánico. Cuando Pablo habla del eón nuevo, no suele emplear
la expresión el "eón ,·enidero" (6 atC:,v ó µi.XA.c.,v). Aqul, sin em·
bargo, Ja designación de Cristo como el "que había de venir" señala
I
en esta dirección, puesto que como 6 µé.},.1'.Ct)V, es la cabeza de 6
o:tC:,v 6 IJ.ÉAA(.,)V.
En Adán y Cristo los dos eones están en nítida oposición. Así
1
como el antiguo eón es el pode,· de la muerte (~ f3cxotAdcx TOÜ &ex·
,·á:,:ou, d. lf3cxa(.AEuoev 6 96:,•o:,:oc;, vers. 14, 17, 21), el nUC\'O eón ...
es el poder de la ,,ida (~ f3o:otXElo: i:fic; l;Ct)iic;, d. tv ~ú)ñ f3o:oL·
r
AEúoouoLv, , .. 17). Ve.remos ahora cómo Pablo confronta eSLas dos
palabras en lo que sigue. 1
b) Los reinos de fo m 11crle )' de In t,idn. r
Adán es el >rototi Jo de Cristo. O hablando con más
. ~u antitipo. Adán es "el tigo" de Cristo y éste es e. anuupo e
aquél. La jdea "tipo-antitipo" expresa dos cosas. Por un lado, se /
sugiere de una correspondencia; y por el otro, de un contraste. En
cierto modo Adán y Cristo forman una unidad )' no obstante, son
diametralmente opuestos el uno al otro. Lo que ,•ale para Adán es 1
válido también para Cristo; pero en un sentido directamente opues·
to. Adán es 1a cabeza de la humanidad. Exactamente lo mismo se
puede decir de Cristo. Adlin es Ja cabeza de Ja humanidad en el 1
sentido de que la humanidad se perdic'> con él. Cristo es su cabe1.a
en el sentido contrario: la humanidad fue redimida en él. Adán es
la cabeza de la humanidad, cabeza de la cual el contagio del pecado 1
y de la muerte se transmite a todos Jos miembros. Cristo, en cambio,
es Ja cabeza de la humanidad, ele la cual la justicia y la Yida se co-
1
182
L
LlllR.ES l>E LA IR.A DE DI OS 5:J 2.21
1
• 1
munican a todos los miem1.>1,os. El razonamiento de Pablo es muy
semejante al que consta en 11 Cor. 15:21-22: "Porque por cuanto
la muerte entró por un hon)bre, también por un hombre la resu-
rrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren,
también en Cristo todos serári vi\'ificados". La caída de Adán fue el
comienzo de la era de la muerte; la resurrección de Cristo es el •
principio ele la resurrección de los muertos (cf. l :4), del nue\'o eón
c.1e la resurrección, c.1e la era de la \'ida. "En Adán" estamos bajo el
poder absoluto de la muerte;, "en Cristo" balo la potestad ilimitada
de la vida.
Pero si este concepto de "tipo-antitipo" re\'ela una tan compli-
cada combinación de cosas correspondientes y contrarias, el cuadro
resulta aún más complicado cuando se observa que el paralelo entre
Adán y Cristo no puede ser sostenido siquiera allí donde estaba
destinado a aplicarse. La causa de ello no está en que Pablo haya
elegido un ejemplo inadecuado, sino en la naturaleza misma del
caso. Es ine\'Ítable que toda :comparación humana con Cristo falle.
En último análisis no hay absolutamente nada que pueda colocarse
en la misma categoría que él.,Ha}' uno solo que puede ser comparado
con Cristo en significación uni\'ersal, a saber: Adán; y precisamente •
a él lo ha elegido Pablo para su comparación; aunque tampoco basta
como ejemplo, ya que C1·isto· es inmensamente más grande. Sólo hay
una cosa que pueda compaiarse con la bendición pro\'eniente de
Cristo, a saber, la maldición; que se debe a Adán; empero también
esta comparación resulta in~uficiente, puesto que la bendició11 de-
bida a Cristo es incomparablcme11te mayor. Esto da origen a una
nuern duplicidad: por una parte ha de tratarse de un paralelo; por
la otra. no, ya que la contrl\figura no alcanza en sentido alguno a
aquel para quien habría de' servir como prototipo. Adán se deno-
mina 'tÚnoc;, un patrón o m9clelo parn Cristo; pero éste rompe todos
los modelos. No hay nada qlie se le iguale.
Bajo tales circunstancia~ no es extraño que esta exposición de
Pablo haya causado dificultades especiales. Apenas pronunciado su
wonEp "como" en el , .. 1~. ya se "e obligado a interrumpir la
comparación. Y cuando luego, al final del v. 14, vuelve a la compa-
ración señalando a Adán como "figura" de Cristo, la interrumpe
de nuevo para en apariencia voh'er a retirarla por completo. Es
cierto que el \'ersículo 15 contiene una comparación. Pero ésta es
por su contenido ronuaria a lo que podríamos esperar en \'irtud de
183
5:12-21 LA :El'ISlOLA A LOS ROMANOS
J R·l
LlllRES nr. LA IRA m: DIOS 5:12-21
185
5:12-21 LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
)8(i
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L.lnRES DE LA IRA l>E DIOS 5: 12-21
· e) La i11tcrve1tció11 de la l,c)'.
IS'i
5:12-21 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
]88
1.1111u:s UE l.A lltA l)E DIOS 5:12-21
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5:12.21 I.A l::PIS1 OLA A LOS RU:'\I ANOS
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LI !IR.ES I>l:: LA IRA 1>1-: l>IOS 5: J 2-21
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6:}.}4 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
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UBRES llEL J'ECADO 6:1-14
195
ú:).}4 LA l:l'IS1'0LA A LOS ROMANOS
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UBRES DEL l'ECADO 6:1-14
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C:1-14 LA I.l'ISTOLA A LOS ROMANOS
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(\: 1.14 LA J::PISTOLA A LOS ROMAr.:os
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UBRES DEL PECADO 6:1.14
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j
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LJBR.ES DEL PECADO 6:1-14
203
(i:J-14 LA :EPJSTOLA A LOS ROMANOS
aquel que hacJ pecaclo, esclavo es del pecado", es óoD1'.o~ ,:~e; áµap-
T[ac;:. Estas pa:labras de Juan 8:34 expresan con exacutud la con-
cepción paulirla de la relación entre el hombre pecador }' el pecado.
El hombre es el sier\'o; el pecado es el amo. Y cuando mis adelante
se trata de cói¡no según Pablo el hombre puede ser liberado de esta
sen·idumbre, podemos referirnos sin titubeos a ]a continuación de
este pasaje de Juan: "Así que, si el Hijo (?S libertare, seréis ,•erda-
dcramente libres" (tl1.EÓ0Epot fornBE). Cristo, siendo el más po-
de.roso, venció al fuerte y le arrebató el botín. El pecado ya no tiene
autoridad ni dominio sobre aquellos que han muerto y resucitan
con Cristo, siendo así "libertados del pecado" (t.AEÚ0Epot &:no 'ti'¡<;
ó:µaptfoc;, !AEU9Epc.:>9ÉvrE<; cnco -óic; a¡.icxpi:lm;, vs. 18, 22). Por el
divino juicio justificador, que es a la vez un acto de justificación,
han sido libertados de su posición de subordinación al pecado. Han
sido justamente desligados del servicio del pecado y }'a no se hallan
bajo el poder,de ese tirano.
Este es e~ significado de la expresión fü,ótKcx[c.,'l'C:n a-reo ,:~e;
áµo:pt(ac;, que a primera vista parece extraña. No se trata aquí
de una ''roca errática", casual )' .ajena a lo que la rodea, sino que
precisamente afirma lo que Pablo quiere aseverar en este lugar. Ex-
presa que el que ha muerto con Cristo ha sido libertado de la obli-
gación de servir al ~ñor, el pecado. Por lo demás, al principio del
capítulo 7 encontramos una expresión donde Pablo manifiesta que
por Cristo mo,rimos a la ley. Cuando, atendiendo al contexto en que
se halla una presunta "roca errática" se puede mostrar que la de-
claración en ~uestión es parte integral del curso de ideas de Pablo,
este hecho es en cierta medida una evidencia de que nuestra interpre-
tación es correcta.
La expresión que estamos considerando es también de especial
interés porqu~ muestra cuán cercanas están para Pablo la justifica-
ción y la rédención. Todo el curso de ideas de los capítulos 1-8 po-
dría resumirs~ de la siguiente manera,:. Jus,illi~~~·~EP~,J~2E.. ~~ fe,
Jiemos quedé!._1_~.!i~~~ ~~l~ i!a, del _ee,~ad~! <!_e ~l! J~1'. )' d~ la ?1UCrte.,
Las palabras· "justificados, pues, por la fe'' resumen los capítulos
J-4 (cf. cómo emplea Pablo en esta forma estas palabras en 5:1).
Las palabras ."libres de la ira, del pecado, de 1a ley y de la muerte"
resumen los capítulos 5-8. Pero esto no significa que la justificación
sea una cosa y la redencicín de estos poderes de perdición otra cosa;
por el contrári.2.,_ la justificaci<'m es a la \'e7. la Jihcracic'm de esws
1 ------------- -
204
UJSRES l>J::L l'J::CAl>O 6:1-H
205
6:1-14 LA EPJSTOLA A LOS ROMANOS
1 '
tación de 1 aquellos que c1een poder observar una tensión entre la
predicación paulina de que el cristiano es "libre del pecado" y sus
amonestaciones a luchar contra el pecado. ¿Cómo podría el hombre
luchar contra el pecado mientras es siervo del pecado y está obligado
a servirle?:Sólo cu3!!_~~-1la.!!d~.I~.~!!11!Eº ..e.o.r. <:;::i.st_o ~e s~--~~}!~:i:.i2.
~CE~ ~e! incor.P-2!1!.do al ejército cuya meta es la lucha contra el;
P-eca.do,
El cristiano ,·h-e uen Cristo Jesús" (tv Xp101:é¡> 'I r¡ooO, v. 11).
Por ello ~a llegado a colocarse al lado ·de Dios en la lud1a. Esti
"vivo para Dios" como se dice en el v. 11. .En su propia persona re-
presenta una fracción de la realidad que !ue ganada para Dios arran·
cándola a ,a jurisdicción del pecado y de la muerte. Entonces resulta
una consC?1encia evidente -tan evidente que apenas si es preciso
sefialarJa...: que "el pecado no debe reinar en nuestro cuerpo mortal".
No obstari~e, Pablo considera necesario decirlo y tiene· sus motivos
para ello. Si la vida del cristiano pudiera ser determinada exclusi-
\'amente por el hecho de que ,·ive "en Cristo", la exhortación resul-
taría superflua. Pero la situación es más complicada. Es cierto que
vive "en Cristo" y como miembro del "cuerpo de Cristo", pero a
la vez vive "en la carne" (Gál. 2:20) , como miembro de Adán, del
cuerpo de ~a ,•ieja humanidad a.ida. Aquí el pec~go tiene aún !!Cc:n:
diente sobre él; y trata de recum;r?.!_~~minio _~d_~<!~- X so~eter
.~ pombre, a su poder:. Por cieno no está de más dirigir a los cristia-
nos la exhortación: "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo
mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias".
Pablo ¡muestra en otra forma cuán realista es su modo de ver las
condicione~ presentes de la vida cristiana. Es c.ierto que afirma que
la vida nue\'a está "escondida con Cristo en Dios (Col. .3:3). Empero
esto no lo :induce a apartar la vista de la realidad mundana, como
si ella no ,tuviera nada que ver con nuestra vida con Dios. Por el '
contrario, el combate ha de ser librado precisameme en el mundo,
en nuestro cuerpo monal. Son nuestros "miembros" los que antes(,
estaban.al sen-ido del pecado y podían ser usados por él como armas '.
de la injusticia (OTCAO'. &fHKCac;) }' que ahora han de ser puestos
al sen•icio de Dios como armas de la justicia (onAcx fü1<mooÚVTJt;). •
En Pablo no hay nada del espiritualismo, tan usual por lo demás;
ningún ex~so de espiritualidad. Sostiene enfáticamente que esta ,•ida
terrenal es el lugar donde debemos servir a Dios. Aquí es donde el
pecado arr~mete rontra nosotros, y aquí es donde debe ser rombatf.
206
LlllRES DEL PECADO ó:15-211
20i
··------·-·
6:15-23 LA EPJSTOLA A LOS ROM ANOS '
209
6:l5-2!J LA EJ>JSTOLA A LOS ROMANOS
¡
puesto q~e el fango no puede dañar el oro, así también ellos ase•
guran que no pueden sufrir daño alguno ni perder su existenci~
espiritual; cualesquiera sean las acciones que ejecuten. Por esto aun-
los más perfectos entre ellos practican sin temor todo cuanto está
prohibido" _(Ireneo, Co11l1JLl.!.'!!J,r~s.JA._~ap. VI, 2). De este modo el
gnóstico puede deducir conclusiones de carácter libertino precisa,
mente de su doctrina de la libertad del pecado.
Aquí) Pablo se protege de tales tergiversaciones e interpretacio-
nes erróneas de su predicación de que el cristiano está "libre del
pecado".- ~Se -
ve-forzado a hacerlo p_or dos razones -~-,..~,--
- ............ ~. "-·~--#· - - -~--- -·
distintas. Pues ha
de comba;tir en dos frentes, cosa que a menudo le sucede. Por una
parte, tiene que resistir a aquellos que creían en serio poder deducir
tales conclusiones de su anuncio del evangelio, )' aprovechar de esl!
libertad para sus propios fines. Tenía que refutar a semejantes pre•
suntos di$dpulos que, si bien se adherían a su predicación de la
gracia, lo hadan con el único fin de "con\'ertir la gracia en licencia".
Pero por ;otra parte, tiene que dirigirse también contra sus verda-
deros adversarios, que tergi\'ersan su posición para poder mantener
mejor su legalismo. Aquí los que se atenían a la ley celebran su gran
triunfo (ot lK vó¡wu). Podían señalar las palabras de Pablo refe-
rentes a la liber~ad del cristiano de la ley diciendo que, según Pablo.
no imporla cómo vh·a el hombre, pues eso sólo interesa a la ley; pero
él ha abqlido la ley, de modo que lo único que interesa es vi\'ir
bajo la gracia, puesto que así el hombre tiene la garantía de que
sus pecados no le serán imputados como tales, sino que le serán per·
donados por Dios.
¿Qué puede oponer Pablo a esto? Aquí, como al comienzo de
este capítulo, rechaza esa posición con un µ"i¡ ytvoero. "En ninguna
manera". Pero ahora ya no puede limitarse a señalar que el cristia-
no "es libre del pecado", porque el concepto de "libertad," de" es
demasiado negativo para tal fin. Para no dar moth-o a interpreta'. .
~
ciones erróneas de la índole que Pablo ~stá ,por refutar, se hace necet
sario un tomplemento positivo. Y esto Pablo lo da ahora al manr·
{estar que el cristiano es "libre del pecado para semir a la justicia".
Sólo gracias a este aditamento que Jo complementa positiva'.
mente, la frase "libre del pecado" adquiere un sentido claro e inequf,
voco, categóricamente diferenciado de una "li&ertad" que deja cam-
po de acción al pecado~lo sabe !J.Ue el_ hombre nunca_Eodrá sel'
. libre _en un sentido absoluto. Sabeq_ue_ el hombre, aun cuando se
210
LUIRES DEL J•ECADO 6:15-23
2ll
(i: 15-23 LA l:'.PJSTOJ..A A LOS ROMASOS
212 1
1
LIBRES DEL PECADO 6: 15-23
213
6: 15-28 LA J:l'ISl(ILA A LOS RO::'\IAl'>OS
21-1
LJIIRES DEL l'EC.:AIIO 6:15-23
215
6:15-23 LA E.l'lSTOLA A LOS ROMANOS
vida ete~~a,. -~anto el pai alelo como los llmiLes de su validez quedan
claramente expresados en las palabras de Pablo "Porque cuando
erais esda"os del pecado, erais libres acerca de la justicia. ,Pe~o qué
fruto tenlai~ de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?
Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libera-
dos del peddo y hechos sier\'os de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación~ y como fin, la \'ida eterna". _
Para terminar, algunas palabras sobre cómo se relaciona este
capítulo cor¡ él resto de la carta. Con frecuencia se han quejado de
que le falta unidad de ideas. "Desde el ,,. 6 al 23· no se puede de&C\1·
brir ningún' razonamiento continuo" dice H. Lietzmann. Más enér·
gicamente aún expresa A. Jülicher su descontento: 11En nmguna otra
parte de Romanos hallamos tantas palabras sobre un mismo asunto
y un avance tan poco claro del pensamiento como en el capítulo 6:
todo ello ~ sefial de cierta confusión. En la cúspide que alcanzó
en 5:12-21, /que no conoce transición, ni mediación alguna entre lo
anterior y lo actual, Pablo no pudo hallar la palabra de solución:
que al hombre le está permitido el tiempo de su "ida terrenal para
la ren°'•ación moi·al; y que la diferencia entre lo que era antes )'
lo que es ahora no es "puro pecado" y "pura justicia" sino que
antes era un "pénetrar cada ,·ez más en el pecado"; y ahora "un
estar cada lve1. más libre del pecado, para entrar en cambio en la
justicia plena". En su esfueno por conservar la posición incondício-
1
nal, emplea dos conceptos a los cuales, con más verdad que conse·
cuenda retuerce de manera que en Jugar de constituir una prueba
de la presencia real de la nue\'a justicia en los cristianos, se limita
a apelar a, su orgullo, a su sentimiento de honor por su energía
moral. .. ~o hace falta que ,·ol\'amos a insistir en la debilidad de la
argumenta~ión en el capítulo 6; Pablo no ha comprobado, como era
de esperar/ según 5: 12-21, que el pecado haya dejado de existir en .
el hombre jnuevo, y que los justificados estén libres del mismo; sólo :-
ha s.osteniqo que así debería ser. :El planteo del problema en los ver-
sículos 1 ~l 15 es tan favorable para esto que la deficiencia lógica
queda fácilmente oculta".
A sen\ejante resultado se llega forzosamente si se parte de la
suposición/ de que en este Jugar el cometido de Pablo es afirmar que.
el cristianp no tiene pecado, en el sentido moralista. Entonces sus
palabras a~ei·ca de la libertad del pecado aparecen como una exage-
ración entiusiasta; )' sus imperativos no como una consecuencia 16-
216
LIHRJ::S DEL l'~CAllO 6:15-23
218
1.1 mu:s IJtL J'ECAl>O 6: 15-23
vista especial, el del pecado. Por esta razón declara Pablo: "La
paga del pecado es muerte; ma.s la dádiva de Dios es vida. eterna"
(~G.)11 cxt<Z,vLoc;; la vida del eón que comienza aquf, mas que alcanza
su plenitucl sólo en la "gloria".)
Cuando se trata del pecado, Pablo habla <lel salario o la paga.
La paga deJ pecado a sus servidores y combatientes consiste en en-
tregarlos a la muerte; con ello reciben la recompensa merecida de sus
acciones. :En cambio, cuando·se trata de Dios, Pablo evita el término
paga, ya que Dios no se limita a dar a sus sen·idores una paga}' el ,
saJario ganado, sino que les concede un don gratuito que excluye
toda idea de mérito y recompensa. No por nuestro esfuerzo ni por 1
nuestros méritos sino por medio de Cristo, somos "libres del pecado"
y partícipes de la Yida eterna. Esto es nuestro sólo "en Cristo'' )' ,
porque él es "nuestro señor". Por ello Pablo termina este capítulo ,
como los demás que pertenecen a la segunda parte de la epístola con
las palabras: "en Cristo Jesus, Señor nuestro".
219
LIBRES DE LA LEY
3 7: 1-25
'
"Para libertad Cristo nos libertó". Estas palabras de Gál. 5:1 (Vers.
H.A) podrían figurar corrio título de la segunda parle de Romanos,
capítulos 5-8. Antes de la ~·enida de Cristo, toda la humanidad vivía
en sen·idumbre bajo los pbderes· de perdición. A causa de su pecado
y su alejamiento de Dios, b1 hombre había caído bajo la ira de Dios.
El pecado reinaba sobre ~l y la ley sólo contribuía a aumentarlo
convirtiéndolo en \'erdadera transgresión. De modo que la ley llegó 1
221
7:1-25 LA fü'ISTOLA A X.OS ROJ\.lANOS
222
LIIIIU::s m: U\ u:,· 7: J.(i
1
1
1
l. "Muertos a la le)"' por medio de Cristo
1
! 7: 1-6
Así como en 6: 1 Pablo usa el término, áµo:p-r(o: (pecado) que
más adelante será el concepto dominante de todo este capítulo, aquí
en 7: 1 coloca la voz vóµo<; ·(la ley), casi al principio, indicando
así que es Jo que será ti-atado a continuación.
Por consiguiente, para la recta comprensión del sentido del ca-
pítulo 7 es necesario fijarse en el continuo paralelismo que existe
entre ambos capítulos. He aquí la yuxtaposición de algunos de los
paralelos más notables: \
CAP. 6 CAP. 7
v. ~ áµo:p-r[o: v. 1 ó v6µoc;
(el pecado) . , (la ley).
\', 2 d:1u(:)écvoµEV 'tfj áµo:p't(CX \', 4 leo:vo:,C:,Gr¡u -r<';, vóµ'!)
(hemos muerto al pecado) . (habéis muerto a la ley).
223
7:1.6 LA 1-:1•1s l"OLA ,\ l.OS RO:IIA:-..:os
CAP. 6 CAP. 7
,.. 7 6 án:060:l'Ci>V ÓEOlKO:(- \', 6 KCX'tl')pyi¡0r¡¡..tEV Ó:1tO
c.:>To:l arco ,;:¡e; dt¡..texp- .oü v6µou, d:1to0o:vóv-
TÍ.at;
·m; tv G:> KCXTElXÓ¡.tE0a
(pero ahora estamos li·
(el que ha muerto, ha bres de la ley por haber
sido justificado del pe· mueno para aquella en
cado). que estábamos sujetos).
224
1 11:10.\ 1>1: J.A U l i: J.(j
..,.~-
__ :,
7:J.6 LA EPJSTOLA A LOS IW!>IA1"0S
226
LIIIRJ::S l>I:: LA LJ::\' 7: J-6
22i
7:J.6 LA l:l'IS101.A A 1.os ROMANOS
228
LIIIRl::S J>E LA LI::\" 7:1-6
230
LlllllES lll: LA LI:\' 7:7-13
¡
y superflua. Sin embargo, para Pablo no est.\ de más. A fin de
comprender cuán natural lresultaba para él y cuán necesario su plan-
teamiento, nos basta con )>ensar en cómo antes ha puesto el pecado
y ]a ley lado a lado como poderes de perdición estrechamente rela-
cionados. Una }' otra \'ez, ¡ey y pecado se presentan como aliados que
obran para un fin común. Cuando aparece la ley, el resultado es que
se vuelva mayor el poder ~el pecado (5:20). Al lado de la sentencia
de que el cristiano es "Jib1;e del pecado", ha puesto Pablo la otra, que
también es "libre de la le(; y en cierto lugar llegó a afinnar que el
ser libre de la ley signific:\ a la ,·ez ser libre del pecado; pues en 6: 14
dice: ".El pecado no se enseñoreará de "osotros; pues no estáis bajo
la ley". ¿No significa estolque el que está bajo la ley queda con ello
a merced del pecado? Y así como en 6: 11 Pablo asegura que sólo
puede ,·ivir para Dios qu~en "ha muerto al pecado"; puede afirmar
también en 7:4 que solamente puede llevar fruto para Dios el que
ha "muerto a la ley".
¿Qué significa todo esto? ¿No parecería que Pablo habla aquí
de cosas idénticas? ¿No están la ley y el pecado de tal manera entre-
lazados que se puede decir que prácticamente los dos son uno? Por
consiguiente no es necesario recurrir a la i4ea de que intérpretes
malintencionados hayan obJigado a Pablo a ocuparse de esta cues-
tión. La presencia de esta cuestión está bastante clara en lo que ante-
cede. El hecho de que Pa:I,lo la enfrente aquí con entera sinceridad
)' comience a exponerla ~ fondo, es señal de lo mucho que le im-
porta no dejar sin aclarar ninguna cuestión esencial.
"¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado?" Pablo contesta: "En
ninguna manera". Por el contrario, la ley es el poder que quisiera
ofrecer resistencia al pecado. Sin embargo, existe una relación íntima
entre la ley y el pecado. El pecado no sería lo que e.s, si no existiese
la Jey. Pablo empieza la e:xplicación de esta relación diciendo: "Pero
yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera
la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás".
En este lugar ad\'ertimos en seguida una característica extraña
de la exposición. Aparte de la nota personal de la introducción, esta
es la primera vez que en esta carta Pablo habla en primera persona
del singular, y continúa h:aciéndolo durante todo el capítulo 7. ¿Qué
moti\'O tendrá? Por supuerto no ha sido intención de Pablo imprimir
á la exposición siguiente. el sello de una confesión subjeth·a que
sólo tiene validez para ?l, mas no una \'alidez humana general.
231
7:7-13 LA Ef'ISl"OLA A LOS ROMASOS
232
l.JllllES l>E LA LEY i:7-15
233
7:7-l.~ LA J:J•JSlOLA A I.OS IWJIIAJ,;oS
2!11
1,1111\ES 111. LA LL\' i:7-13
236
Lll\Rf.S 111. I.A U:\· 7:14-25
i
cliato se presenta una tlificultatl objcti\a: ¿Es posible que Pablo
hable con tanto despreci1o de su vida como cristiano? ¿Puede tener
un concepto tan bajo de la potestad de Cristo para vencer el pecado en
la "ida nue,·a del hombre? ¿Y cómo se puede reconciliar el cuadro del
hombre que presenta en 'i: 14-25 con las descripciones que de costum-
bre hace Pablo ele la vicia cristiana? En esta relación se ha confron·
tado frecuentemente el capítulo 7 con el capítulo 8. Es evidente que
en el capítulo 8 Pablo habla de los cristianos, pero -se ha dicho-
allí reina un clima distinto al del capítulo 7: no la debilidad de la
carne sino la fortaleza del espíritu. En el capítulo 7 no se menciona
para nada el espíritu, el. p11euma. Sin embargo, lo característico del
cristiano es precisamente que ha recibido el espíritu, y de esto se
habla mucho en el capilulo 8. ¿Es posible que ambos capítulos traten
de un mismo hombre y d:e una misma época de su \'ida? ¿No debería
ti-azarse una lfnea diviso;ria diciendo: en el capítulo 7 se trata del
hombre precristiano, en el capítulo 8 del hombre cristiano?
Pero si bajo la impresión de estos argumentos se acepta la imer-
pretación mencionada en último término, concibiéndose por tanto
este párrafo en el sentido de que se trata de la vida precristiana de
Pablo, de su vivir farisaico bajo la ley, se t,ropieza con dificultades
no menores. Pues entonces se puede preguntar si este cuadro, que
debería referirse al horribre sin Cristo, puede reconciliarse con la
imagen que comúnmente. traza Pablo .del mismo hombre. Basta com-
parar este pasaje con 1:1,8-3:20. Tampoco concuerda lo que dice en
7: 14-25, con lo que dice en otras partes acerca de su \'ida farisaica.
Basta recordar Fil. 3:6 donde afirma de sí mismo que era irrepren-
sible en cuanto a la justicia, es decir, la justicia que es resultado
de la ley. Cualquier rumpo que se tome, el resultado siempre parece
ser que este pasaje es i'ncompatible con la posición expresada en
1
otros.
A fin de lograr mejor conconlancia entre los diferentes puntos
de ,·ista, últimamente muchos han sugerido la siguiente solución: sin
Jugar a duda Pablo habla aquí del hombre bajo la ley, es decir, antes
de Cristo y sin él; pero no es así como el hombre mismo se ve, sino
como lo ,·e la fe. De modo que Pablo mira con ojos cristianos su
situación anterior y descub1e la falta de armonía que es realmente
exhtente, pero que él no advenía. Sin embargo, tampoco con esta
interpretación el asunto mejora mucho. ¿Considera Pablo realmente
su Yitla sin Cristo de tal modo que de ella pueda decir como reza
237
7:14.25 L.\ El'ISTOLA A LOS ROMANOS
el versículo 20: "ya no Jo hago yo, sino el pecado que mora en mí",
o como se afirma en el \'ersículo 25: "Así que, }º mismo con la mente
sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado''? Ha)'
otra pregunta importante que dentro de esta interpretación no pode·
mos pasar por alto: ¿puede alguien creer realmente que Pablo fuera
capaz de proferir una exclamación tan teatral -pues no tenemos otro
término para caracterizarle si es que se refiere a algo definiti\'a-
mente pasado- como la de 7:24: "¡Miserable de mil ¿Quién me
librará de este cuerpo de muerte"?.
Pese a estas dificultades, la exégesis moderna ha aceptado con
bastante unanimidad esta posición, la cual puede caracterizarse como
una ~·ariación de la opinión pietista arriba mencionada. De acuerdo
con eUa, Pablo habla aquí del "hombre no renacido", el hombre
sujeto a la ley, pero tal como lo ve la fe. En esta interpretación coin-
ciden recientes ensayos sobre este--apítulo.1 Podemos formarnos
una idea de cómo se ha impuesto esta interpretación recordando
que un exegeta de la talla de Bullmann, quien en lo demás muestra
escasa simpatía por la concepción general del pietismo, y puede de-
clarar respecto a la significación del capítulo 7 de Romanos: ''Me
parece que esta cuestión se ha discutido bastante y que referente a
la respuesta ya no puede caber duda: lo que aquí se caracteriza es
la situación del hombre que está bajo la ley, la cual se contempla a
través de los ojos del hombre libertado de la ley por Cristo". Esta
sentencia es tan_ categórica que podría parecer que la cuestión ahora
está definitivamente aclarada y concluida. Pero no es asf. Quedan
en pie las dificultades arriba señaladas. Una investigaciém m:l.s dete-
nida muestra que 1a interpretación que Bultmann presenta como
única posible, acusa tantas y tan grandes dificultades que no puede
ser sostenida. Sin embargo, en vista de que se ha generalizado tanto,
no estará fuera de lugar presentar algunos argumentos que demues-
tren que es insostenible.
E11 contra de esta foterpretación habla por de p10nto el contex-
to en el cual se ha insenado este curso de ideas. En los capítulos 5-8
se trata casi sin excepción del contenido de In 11ida n istinnn. La pre-
238
.i
LUIRES DE LA L:E'I.' 7:11-25 ¡
1
gunta que Pablo desea contestar aquí es: ¿qu'é significa "vivir en
Cristo"? Su respuesta es cuádruple: significa ser libre de la ira, del
pecado, ele 1a ley y de la muene.
El pasaje que estamos examinando es la parte final de Ja ter-
cera afirmación, que habla de la libertad del cristiano de la le)'· Y
no podemos menos que preguntar espont:\neameme cómo es que
Pablo se entrega repentinamente, en este contexto, a la descripción 1
de.! desgarramiento y 1a disonancia del estado anímico que caracte•
rizan al hombre bajo la ley. Es muy significativo que, aceptando esta
¡
interpretación, nos \'Camos obligadoi. a considerar -en términos ge-
nerales- el capítulo 7 co1110 un gran paréntesis. No encuadra en el 1
margen del tema que Pa9Jo est,í considerando. Dkese que luego de 1
esta digresión Pablo "regresa", en el capítulo 8, a su tema verdade- 1
ro. Muy instructh·a es la formulación que emplea E. Brunner al co-
mienzo de la exposición del capitulo 8: "El tema no es otro -dice-
que el que se ha estado desarrollando desde el capítulo 5, desde luego
.l
con la gran it1terrnpció11 del capítulo 7: la vida nue\'a, la l'ida de y
en la justicia de Dios, por la fe en la redención de Jesucristo. Con
un vuelco brusco Pablo se aparta de la consideración del hombre
bajo la ley. Otra nz hallamos un "ahora" como señal del nuevo,
o más bien del reanudapo curso del pensimiento". Brunner ha
1
expuesto el contenido de, los ca.pitulos 5-8 con perfecta conección.
1
El hecho de que en este c;ontexto no halle lugar para el capítulo 7,
:1
~ino que deba hablar de l:,t "gran interrupción del capítulo 7", tiene
su causa en que en este c~pítulo sólo ,·e una descripción de la ,•ida
precristiana bajo la ley. dm tal concepto resulta absolutamente im- 1
posible ver una línea un'.iforme de pensamiento. El capítulo 7 se t-
convierte ine,·itablemente en una "roca enática". Esta debe ser juz.
gada como una objeción de extraordinaria imponancia a esa inte1·-
pretación. i
También de esta interpretación habla la circunstancia ya men-
~·j ··:
1
cionada de que Pablo, después de emplear consecuentemente el pre-
térito, en los vers. 7-U, pasa con el versículo 14 al tiempo presente,
y Jo mantiene con la misma consecuencia hasta el final del capítulo.
A esto se agrega que en los versículos inmediatamente antecedentes
ha hablado de lo que éramos a11tes (v. 5) }' de lo que somos nlw1n.
(,·. 6). Parecería que con ello hab1ía dado el esquema para los dos
1
párrafos siguientes: Por consiguiente si el lector, sin opinion precon-
cebida, lee el texto tal corno lo encuentra, difícilmente se le ocurrir:!
239
7:H-25 l.A l~l'IS I OI.A A l.OS lW!\IA:,0:0S
2m
rllRJ::S l>E l.A U:\' 7:14-25
l. 241
7:14.25 LA EPJSTOLA A LOS ROMANOS
242
l.llllU::S lll·: l.A LF.Y 7:14.2r,
' .
referente a la división y falta de armonía de la vida cristiana, debe-
mos apresurarnos a agregar. que esa posición ha tenido la vislumbre
de cierta verdad, aunque n'.o la ha captado cabalmente. Porque no
cabe duda de que Pablo tiene en mente cierta dualidad en la vida
cristiana. Pero, no piensa en una voluntad dh·icHda o en una dis-
cordia del alma, sino de la 'tensión existente en fa \'ida del cristiano
entre ,•oluntad )' acción, entre intención )' realización. Con este dua-
lismo en la vida cristiana Pablo está bien familiarizado, ya que es
una expresión de la doble posición del cristiano participante en el
nuevo eón mientras, al mismo tiempo, está en el antiguo eón. Hemos
visto antes -en el capitulo' 6- 'lue esta doble posición influye en la
relación del cristiano con frl pecado. "En Cristo" está "libre del pe-
cado'', pero no por ello el,pecado ha desaparecido de su vida. Aún
vive "en la carne" y en ésta el pecado tiene su punto de contacto.
El cristiano no es sólo un miembro "en Cristo" sino que sigue siendo
también un miembrn "en Adán"; por tanto su vida es una lucha con-
tinua contra el pecado. La:situación es la misma aquí, cuando Pablo
piensa en la posición del e¡:ristiano frente a la le)', donde se observa
el mismo dualismo. Cuando finalmente el nue,·o eón exista en toda
su perfección no habrá más tensión entre el quc1er y el obrar. Pe10
mientras el cristiano viva no sólo "en Cristo", sino simultáneamente
"en la carne", subsistirá esa tensión. Aun cuanuo esté latente en él
la ,·oluntad de hacer Jo bueno, siempre fracasará en cuanto a la reali-
zación. Es ansia y oración. del cristiano que se haga la \'oluntad de
Dios. "Así en la tierra como en el cielo". Pero en todo su quehacer
experimenta que la voluntad de Dios no se hace aquí en la tierra.
"En el espíritu" consiente con la voluntad divina, mas a 1a \'ez
ad\•ierte lo que significa seguir ,•iviendo "en la carne". "La carne"
ejerce su efecto haciendo que la voluntad no se transforme en la
acción correspondiente. "Porque no hago el bien que quiero, sino
el mal que no quiero, e~ hago" (v. 19).
Algunos han reaccionado contra la idea de que en la vida cris-
tiana la carne siga teniendo tamaño poder como para impedir que
la voluntad se traduzca en la correspondiente acción. Este es uno
ele los motivos que explican por qué muchos han preferido interpre-
tar estas palabras de Pab.lo con referencia a la vida prec1 istiana en
lugar de la cristiana. Se acepta como indudable que el no o·eyente
carece de fuerza para r~alizar el bien que desea; pero es impo-
243
7:14-25 LA EJ>JSTOLA A LOS RO!,IANOS
sible que Pablo haya querido decir que en el caso del cristiano -que
ha recibido "el Espíritu"- la "carne" pueda ser un estorbo para su
\'Oluntad de hacer el bien. Tal ase\'eración no hace más que demos-
trar cuán lejos está tal concepto del pensamiento de) apóstol. Pues
precis.amente es esto lo que afirma del cristiano y no sólo en este
lugar, sino también, por ejemplo, en Gál. 5:17, donde sin eluda se
refiere al cristiano. Dice allf: "Porque el deseo de la carne es con-
tra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; )' éstos se oponen
ClltlC sí, para que no hagáis lo que quisiereis" Si Pablo habla asf
del cristiano en la epístola a los Gálatas, ¿por qué no puede decir
lo mismo en Rom. 7:14-25?
J>ero aun algunos que se han dado cuenta de que aquí se trata
en efecto del cristiano, a menudo han creído que Pablo recurre :1
tintes demasiado sombríos. Por esto se ha afirmado que lo que Pablo
dice aquí no vale para la verdadera vida cristiana, ya que en ella el
poder del Espíritu es mucho mayor. Aun cuando Pablo habla aquí
de la vida cristiana, objetan, debe haberlo hecho "prescindiendo del
Espíritu de Dios como fuerza de liberación sobrenatural a la cual
tiene acceso el renacido en su comunidad vital con Cristo. En otras
palabras: al describir al renacido, lo hace tan sólo considerando la
posición del mismo en forma meramente subjeth·a, es decir, se re-
fiere al hecho de que ha recibido una nueva dirección para encau-
zar la voluntad; l!na dirección que concuerda con la ley. . . EI após-,
tol se detiene en lo que el cristiano es y puede hacer con su nue,•a
voluntad, como si, por decirlo así, estuviera librado a sí mismo, aisla-
do de la influencia del Espíritu y puesto bajo las exigencias de la
ley." (S. Odland). Luego, según esta con~pción Pablo ha procedido
a hacer una abstracción, no considerando al cristiano dentro de su
situación real; ha prescindido de lo que es característico para el cris-
tiano, a saber, del hecho de que ha recibido el Espíritu. Se pretende:
que ha descrito al cristiano "como si, por decirlo asf, estm·iera Ji.
brado a sí mismo", Sin embargo, lo característico del cristiano es
precisamente el-ri.o_e~tar "librado a sí mismo" y 110 estar "aislado de
la influencia del Espíritu".
No, no es Pablo, sino sus intérpretes los que han intentado una
abstracción, al partir de una presuposición sobre el significado de
la ,•ida cristiana. Partiento del hecho de que el cristiano ha recibido
el Espíritu, llegan a la conclusión de que "la carne" ya no tiene
244
LIBRES DE LA LEY i: 14-25
245
'i:14-25 LA El'JSTOLA A LOS ROMANOS
24G
I•
24i
7:14-25 LA J::l'lSl OLA A LOS ROMANOS
248
LIBRES Dl:: LA LEY 7:14-25
24!1
7:14-25 LA EPlSTOLA A LOS ROMANOS
250
LIBRES DE LA LE\' 7:14-25
Hablar así de.1 poder del cristiano para 'cumplir la ley y ser justo
ante Dios, no significa otra cosa que ,·ol\'er a introducir por una
puerta trasera a la ley como medio de salvación. Aquí el pasaje de
7: 14-25 tiene la tarea importante de demostrar que en ninguna cir-
cunstancia la ley puede ser una vfa salvífica, ni a1111 para el cristiano.
Si fuera juzgado por la ley, estarla perdido. "Porque por las obras
de la ley ninguna carne se justifica ante él". Por la ley no llega a
ser justo hombre alguno; tampoco el cristiano. "La justicia que tiene
en su vida nueva no es, la justicia de la ley". Sólo cuando entendemos
esto vemos en qué sentido fundamental el cristiano es libre de la
ley. Cristo es nuestra justicia, no en el sentido de que nos dé fuerza
para guardar la ley a ,fin de que poi el hecho de guardarla, llegue-
mos a ser justos. Si así fuera, no habría ninguna diferencia funda-
mental entre la justicia de la ley y la de la fe., entre 6LKo:toaú,'1')
lK v6µou y 6tKo:toc,ú.¡'l'} lK TCLO'TEc.>c;. Este pasaje de 7: 14-25 excluye
cualquier idea de esta 'índole. Las obras del cristiano en este eón no
representan una base ,para su justicia. Pero esto precisamente hace
resallar más la imponente grande.za del evangelio. El evangelio no
es tan sólo un medio para establecer la ju~ticia de la ley. E.l evangelio
de Cristo es la justicia. misma de Dios. "Estar en Cristo" es justicia
plena y completa; es decir ser justificados sin la ley, estar sin reservas
"libres de la ley".
251
LIBRES DE LA MUERTE
4 8: 1-39
·.
...
-~"--
253
8: l-S9 LA El'IS1 OLA A LOS ROMANOS
254
LIUR.ES DE LA MUER.TE 8:1.39
255
LA I l'J';J 01.,\ A I O'\ H0:\1.\:'I.OS
25/i
, m¡,, , tJI. 1.,, :,.11 un;. c:1.11
,,__...,,-
8: ).]) LA Ji:PISTOLA A LOS ROMANOS
2:,8
1..11m.1::s l>l-: l..A Ml.'ERTE 8: 1-11
259
8·1-11 l..A 1:.Pl!iTOI.A A LOS RO'.\! ANOS
.
uniendo genitivo cqn geniti\'o )' añadiendo además a1ributivamente
el término "en Cristo Jesús". De ese modo logra ·una formula-
ción difícil de trad'ucir directamente, pero que en su forma griega
tiene un efecto singularísimo precisamente por la acumulación de
determinativos: 6 v6¡.ioc; -roO 'ltVEúµcxwc; Tf¡C: l,;Cul)C: tv Xptot4'
'I r¡ooü.
"me ha librado de ,a
Este nue\'O or~en ha reemplazado ahora al antiguo )' por tanto
ley, del pecado )' de la muerte" (Y. 2). Acerca
de la libertad del pecado }' de la ley, Pablo ha dicho suficiente en
Jo que antecede. Lo nuevo en esta relación es el término "libre de la
muerte" !>..túfü:poc; d:no 'tOÜ 0cxvá:Tou. Este seri,í el tema del
capítulo 8.
En el capítulo, 7 hemos oído hablar tanto del poder como de la
impotencia de la ley. Tiene poder de matar, pero no de vivificar.
Su poder es el d¿ perdición y consiste en provocar el pecado, en
aumentar su fuerza y convertirlo en algo extremadamente pecami·
naso. Su impotencia se re\'ela, en cambio, cuando se trata de superar
el pecado y de originar el bien. Cuando Pablo vuelve ahora a refe-
rirse a la ley, no piensa ya en su poder, sino en su impotencia. Habla
de TO o:MvCXTOY -ioü '1>µ00. Ahora bien: por lo que antecede sabe-
mos cuál es la ca~sa de su debilidad e impotencia. Si bien la ley es
espiritual, el hompre a quien se dirige es de naturaleza camal. Esto
se aplica a todo ló que es humano. Por cierto, existe una diferencia
decish·a entre el hombre natural, de mentalidad carnal (ocxpKLK6c;)
y el cristiano que tiene mentalidad espiritual. Pero esta diferencia
carece de import~ncia en esta relación, puesto que también el cris-
tiano es hijo de Adán, de naturaleza carnal, aunque no de sentimien-
tos carnales, 06:pktvoc;, pero no oapKLKÓ<;.
Luego la Jey1 queda totalmente descartada ruando se trata de
superar el peqdo'. Esto se realizó xc..:,plc; v6µou, "sin la ley" (3:21),
por la inten•enci&n de Dios. "Porque Jo que era imposible para la
ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, en\'iando a su Hijo en
semejanza de ca~ne de pecado, )' a causa del pecado, condenó al
pecado en Ja carne" (v. S). Por tanto Dios ya no se comunica aquí
con la humanidád a tra,•és de la Jey, sino por medio de su propio
Hijo. Pablo emplea una expresión muy peculiar para describir el
em·fo del Hijo al mundo. J?ice que Dios lo en\'ió "en semejanza de
carne de pecado". Esta frase es por cieno extraña, pero bien funda-
260
LllJRES Dl: LA M l)ERTE 8: 1-)]
261
8:1-11 • LA El'JSTOLA A LOS ROMANOS
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LlllRES DE LA MUERTE 8: 1.11
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,:1.11 LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
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l.JllRF.S DE LA Mllf.RTE 8: 1-11
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8: 1-11 LA :El'lSTOLA A LOS ROMANOS
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l:l:).lJ LA :t:l'ISTOLJ\ J\ I.OS ROMJ\l':OS
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Lrn1u:s 1>1-: 1.A J\ll :E1rn: 8:]2.Ji
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8:12-17 LA I-:l'IS1 OLA A l.OS ROMANOS
2i0
LIHRl::S DE LA ML'ERTE 8:12-17
2;1
8:12-17 LA lcJ>ISTOl.A A l.OS ROMANOS
1 •
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no
son engendrados 'de sangre ni de ,·oluntacl de carne, ni de ,·oluntad
de nrón, sino df Dios" Quan 1:12-13). En forma semejante Pablo
vincula aquí la ¡recepción del Espíritu con la condición de hijos.
"Porque todos lo's que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios". domo hijos podemos acercamos a Dios como a nues·
tro Padre, sin te~or y con plena confianza, puesto que "el Espíritu
mismo da testi1m}nio a nuestro espíritu, de qu.e somos hijos de Dios".
Con ello, to,)o está dado ya que como hijos ele Dios somos tam-
bién herederos. ~on Jos términos: "hijos-herederos", Pablo ha des-
crito en forma extraordinaria la vida cristiana en sus dos aspectos:
presente y futw:o. "Somos hijos de Dios", somos herederos; la he-
rencia ya nos pertenece. Pero al mismo tiempo mira hacia el futuro.
"Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser" (1 Juan 3:2). To-
davía no hemos recibido la herencia. Cristo ya la recibió en calidad
de primicia y entró en el eón de la resurrección. Con ello también
ha sido ganado algo real para nosotros; todo cuanto vale para Cristo,
\'aldrá también ~ara nosotros que Je pertenecemos por la fe. Somos
"herederos de Dios )" coherederos con Cristo··. Es preciso poner aten-
ción en 1a partícula ·ou,• repetida tres veces en el versículo 17. En
primer lugar el 'apósrol destaca que somos "coherederos" (auyK°ATJ·
pov6µot) con Cristo. Y luego pasa a otras dos palabras compuestas
con ouv: "padecemos juntamente con él" (auµm:xoxoµEl') y "junta-
mente con él somos glorificados" (ouv5of,ao0&µtv). Aquí se expre-
sa el énfasis de· Pablo en que la relación con Cristo es tanto pre-
sente como futura. En esta Yída es de importancia primordial que
participemos eri1 sus sufrimientos; pero en la \'ida futura nos será
concedido parti,cipar en su gloria; sólo entonces recibiremos la he-
rencia que nos' ha sido asegurada.
1
La meta ~o es padecimiento sino glorificación. Pero para el
cristiano al igu,al que para Cristo mismo el camino de la glorifica·
ción-de la pa~ticipaci6n en la 66f,a de Dios- pasa por el sufri-
miento. Por el ;hecho de que el sufrimiento es un sufrir ton Cristo,
ha llegado a formar parte imprescindible de la vida cristiana. Míen·
tras dure este eón, dura también el dolor; en el eón venidero nos
espera la glori~. De ello trata la sección siguiente.
2..,_.,
l.lllkt:S 1'1:: LA MlJEkTE 8:18-30
2i3
8:18.30 LA EPJSTOLA A LOS ROJ\IANOS
a) El gemir de la creación.
1 •
Por el pecado del hombre entró la muerte en el mundo y adqui-
rió aquf su domin/io. Esto se refiere primordialmente a 1a l1Uma11idad,
pero no sólo el 1,ombre está sometido a la J11uerte, sino también el
mundo en que ,,h;e. La Tierra está maldita por su causa (Gén. 3:t;).
Toda la existencia en que estamos colocados ha sido puesta bajo la
servidumbre de la corrupción. Pero hay esperanza también para
eJla. Por el hecho mismo de estar sometida a corrupción por causa
del hombre, existe la esperanza de que alguna vez, junto al hombre,
sea redimida de ~sa condición. Por la injusticia del hombre fue mal-
decido el mundq antiguo. Ahora bien: si por Cristo nos ha sido
revelada "la justicia que es de Dios", esto significa a la \'ez la pro-
1
mesa de un mu1ndo nuevo. "Pero nosotros esperamos, según sus
promesas cielos nluevos )' derra nue\'a, en los cuales mora la justicia"
se dice en 2 Pe4ro S:13 (el l. 65:17; Ap. 21:1). Esta opinión es
compartida por J¡>ablo. Existe un ,·inculo entre el hombre y la crea-
ción como lo sabemos por nuestra experiencia común en el eón anti-
guo; y la humanidad nueYa tiene su contraparte en la nue,·a creación
tal como será rev~Iada cuando llegue el nue\'o eón en su gloria y per-
fección. '
Esto es lo que Pablo tiene en mente al decir: "Porque e] anhelo
ardiente de la c1!eación es e] aguardar la manifestación de los hijos
de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
\'Oluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque
también la creación misma sen'1 libertada de Ja esdaYitud de corrup-
ción, a la libertafl gloriosa de los hijos de Dios. Porque s.1bemos que
toda la creadónf ime a una, y a una está con dolores de parto hasta
ahora" (ns. l 9-' 2) •
Según Pabl el curso del mundo se dirige hacia una meta per·
fectamcnte detci'minada, a s:iber, la Jibertad que corresponde a la
gloria de los hijbs de Dios (~ EAW9Ep[a -r~c; óóE,r¡c; 'tl3V 'tlKvc.w
1:0Ü Owü) . Esa ~loria y esa libertad no han sido manifestadas toda-
,·ía. Es cierto qtje Cristo )'a ha entrado en la gloria )' es bien cierto
que los que creen en él y \'Íven "en Cristo" est,in libres por él de
2i4
LIIIRJ::S l>J:: LA MlJF..RTJ:: 8:18-30
2i5
8:18-30 l.A l::l'ISTOLA A 1.0S ROMANOS
¿Qué falta, pues, para que nuestra filiación sea completa? Pa·
blo contesta: falta' "la redención de nuestro cuerpo". Esta frase se ha
interpretado con ~recuencia como si Pablo quisiera expresar con eUa
su ansia de liberación completa del cuerpo, de la corporalidad en sí.
Pero no es así. Pablo no anhela la liberación del cuerpo en cuanto
tal, sino la Iiber3:ción de este cuerpo de muerte en. el que vivimos
aquf. Por ello die~ expresamente en 7:24: "¿Quién me librará de este
cuerpo de muerte?" Por tanto ansía la liberación de Ja sen·iclumbre
bajo la cual está colocado nuestro hombre exterior mientras dure el
antiguo eón. Sólq cuando "el cuerpo de muerte" haya sido reem-
plazado por el nuevo cuerpo espiritual de la resurrección; sólo cuan-
do "esto corruptible se haya ,•estido de incorrupción, y esto mortal
se haya vestido d~ inmortalidad" (l Coc. 15:54), se podrá hablar de
veras de "la manifestación de los hijos de Dios".
Lo que antecede demuestra con cuánto realismo Pablo contem·
pla la vida cristiana. A veces se ha comparado los capítulos 7 y 8,
con la idea de que el primero trata exclusivamente de la "debilidad
de la carne", y el ¡segundo, con idéqtica exclusividad, del "poder del
espíritu". Pero l<:> que dice Pablo acerca del gemir del cristiano
basta para privar 'de base a esa concepción. Pablo no nos ha pintado
un cuadro entusiastamente exagerado del poder de la vida cristiana
presente. Sabe muy bien dentro de qué límites ha de desarrollarse la
existencia aquí ep la Tierra. Sabe distinguir entre lo que ya está
dado en la vida crJstiana y lo que espera aun su cumplimiento. En
pocas palabras: c4noce la diferencia entre el presente y el futum de
la vida cristiana. El cristiano está ya redimido. Sería erróneo hablai
de la redención tjomo de algo solamente venidero, pero sería igua:
mente equivocado hablar de ella como de algo exclusivamente ligado
al presente. Pabló combina ambos aspectos cuando dice: "En espe-
ranza salvos". "Puimos salvos ... " éste es el presente de vida cris-
tiana; quien "está en Cristo" ha recibido ya aquí el don de la
redención, Por otra parte, empero, aquí sólo poseemos esta reden-
ción "en esperanza" -éste es el futuro de la vida cristiana. Perte-
nece a la esencia ~e la esperanza el que su objeto se encuentre siem-
pre en el futuro., "La esperanza que se ,·e, no es esperanza".
El objeto de\ la esperanza cristiana se halla en el eón venidero,
mas no en calicliid de algo que ha comenzado )'ª aquí, sino como
algo que todavía espera su re\'elación. La vida cristiana en esta tierra
2ili
LJIJRES DE LA J\ll 1ERTE 8:18-30
2ii
8:18-30 LA :EI'ISTOLA A LOS ROMANOS
2i!J
{\: 18-30 L,\ EJ'ISTOL\ A 1.05 RO:;\!,\:-;os
a bien" nos enfrenta aún con otro problema: ¿En qué basa el cris-
tiano su certeza de que todo lo que le sucede habrá de "ayudarlo a
bien"? ¿Querrá decir Pablo que el cristiano ha de depositar su con-
fianza en sí mismo en su amor a Dios? Esto entraría en conflicto
' afirmado hasta aquí. El mismo parece ad,·ertir
con todo lo que ·ha
que esta sentencia se presta a interpretaciones erróneas. Por ello
agrega otra expresión que excluye definitivamente toda interpreta·
ción falsa en el sentido mencionado. Al lado de la frase: "Los que
aman a Dios" pone a modo de explicación las palabras "los que
conforme a su propósito son llamados". Por tanto la situaci<in es la
1
280
LIDRES DE LA Ml'ERTE 8: J8-30
2$1
8:18-30 LA F.rJSlOLA A l.OS RO;\L\:,iOS
282
l.lURES DE LA JIWERTE 8:18-30
podría esperarse que Pablo pasara aquí al futuro diciendo "los que
justificó, a éstos glorif icard también en la eternidad. Pero no dice
esto. También de lo mencionado en último lugar habla como de
algo que ha acontecido ya y concluye Ja serie con las palabras si-
guientes: "A los que justificó, a éstos tambiétz glorificó". En lugar
del futuro que esperábamos, figura d aoristo t66E,aot:v.
Por esta razón algunos intérpretes han llegado a la convicción
ele que aquí no se trata del "glorificar" ni de la "gloria" (o6f;o:},
como meta final de la vida cristiana que no se revelará en su ple,
nitud sino en la ,eternidad. Según ellos Pablo se refiere con estas
palabras al proceso de transformación interna que se realiza en el
cristiano y es perceptible para él, resultado del hecho de que en él
habita el Espíritu y que en cierto modo podría denominarse "glori-
ficación" (Zalm: habla de "la renovación causada por el recibi·
miento del Espíritu"; y JiUiclter: dice que "el proceso de glorifica-
ción ya ha comenzado en nuestro ser íntimo") . Sin embargo, hay
bastante evidencia de que ésta es una interpretación errónea. A partir
del ,•ersiculo 18 Pablo ha opuesto "los sufrimientos de este tiempo"
a "la gloria l'enidera". El razonamiento empezado allí culmina ahora
en la afirmación: "A los que justificó, a éstos también glorificó". No
cabe duda de que aquí con la palabra ..glorificar" Pablo se refiere
realmente a la "gloria veni_dera" ~ (lÉAAouoo: o6E,cx.
Asimismo se puede decir que también se equivocan otros exe-
getas cuando afirman que Pablo hace aquí una "anticipación triun-
fadora" que habla del futuro como si ya hubiera sucedido. Pablo
no usa jamás semejante "como si" ficticio. Habla de una realidad
que ha sucedido pero que va a suceder. Pero ¿cómo debe entenderse
esta extraña duplicidad? La explicación está en la relación mutua de
ambos eones i en la forma peculiar en la que se enlazan. En lo que
antecede hemos tenido repetidas oportunidades (pág. 272) de hablar
del presente y el futuro ele la vida cristiana )' de señalar que ambos
forman una unidad indisoluble. Por ejemplo, Pablo los reúne en una
sola expresión al decir, en el capítulo 8:24: "En esperanza ya fui-
t11os salvos". La sah·aci<'m )'ª existe como una realidad indubitable y
presente; nos fue dada por Cristo, y sin embargo, la esperanza se
dirige hacia ella en el futuro, como algo que sólo alcanzará su per-
fección en la eternidad. Pero hay un paralelo más estrecho aún con
el pasaje aquí tratado cuando en 5:2 Pablo declara que podemos
283
8:18-30 LA El'ISl.OLA A LOS ROMANOS
281
LIJIRES 111:: J.A MUERTE 8:18-30
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8:31.39 1.A J:l'JSTOI.A A 1.05 ROMANO!
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LI 111u,:s m:: LA M LIERTE 8:31.3!1
aman a Dfos, todas las cosas Je~ ayudan a bien; en todo lograremos
una victoria avasalladora gracias a Aquel que nos amó.
Pablo sigue preguntando: "¿Quién acusará a los escogidos de
Dios?". El acusar a los escogidos de Dios es una empresa condenada
al fracaso. El que la emprende lucha contra Dios mismo. No se nos
opone a nosotros sino al propósito eterno de Dios, 0EO<; l, l>L·
xcnéZ>v, "Dios es el que justifica": y cuando Dios se dispone a ejecutar
su propósito eterno ¿quién puede impedirlo? El hecho de que todo
cuanto Je acontece al cristiano aquí en este mundo tenga su causa
en la eterna voluntad de elección de Dios, trasmite una sensación
de seguridad in(jnita.
Otra pregunta: "¿Quién es el que condenará?''. Para los que
están en Cristo no hay condenación. Todo lo que Cristo hizo tuvo
el propósito de liberarnos <le la condenación. Su muerte tu\'o ese
propqsíto, y más aun su resurrección (d 5: 10). Y ese mismo Cristo
que nos defendió mientras vivió aquí en la tierra; el mismo Cristo
que cargó con nuestro pecado y estuvo sujeto a nuestra maldición,
ahora está en lugar nuestro ante Dios: "Está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros".
Y finalmente una cuarta pregunta: "¿Quién nos separará del
amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada?". Una vez más Pablo remonta. sus
pensamientos a "]as aflicciones del tiempo presente". Tan lejos es-
tán éstas de poder separarnos de nuestra comunión con CrísLo que
ésta encuentra su expresión precisamente en eUas. J>orque el cristia·
no está incorporado con Cristo en la participación en el sufrimiento
)' la muerte. Por esta razón Pablo puede aplicar al cristiano las pa-
labras del salmo: "Pero po,· causa de ti nos matan cada día" (Salmo
44:22). Si se trata de un sufrimiento "por Cristo" y ''con Cristo",
sólo puede contribuir a aumentar nuestra comunión con él.
En toda la incertidumbre que caracteriza a esta vida terrena,
hay aJgo que es absolutamente firme y seguro, a saber, la elección
por parte de Dios y el amor de Cristo, Ambas cosas son igualmente
eternas e inalterables. En esta segunda parte de la epístola Pablo
ha hablado e[ush·amente acerca de. los poderes, los óuváµEu;, que go-
biernan en este mundo, y de la libertad del cristiano !rente a los
mismos. Cuando para terminar ecl_ia ahora una mirada retrospectiva
a esos poderes, Jo hace tan sólo para séfialar c11,l11 avasalladora es la
287
8: 3 J.!l!l L.,\ J;J•J~IOI.A ,\ I.OS lH>l',IANOS
victoria sobre e~os poderes que Dios 110s ha dado en Cristo. Una vez
,·cnclda la mue1rte, "el último enenligo", el dominio de los poderes
de perdición CJ}H'da definitirnmente derrocado. Ningún poder, nin-
gún dominio ;(f>uvá¡..tEL<;, &pxo:() ni este mundo ni el mundo
venidero, ni na~a creado -sea Jo que fuere- p,1eden separamos del
amor de Dios c;n Cristo Jesús, Seiior nuestro.
"En Cristo Jesús Señor nuestro" -con estas palabras concluye
el capítulo octa\"o, lo mismo que los ll'es capítulos anteriores-. Por el
hecho de que El ha llegado a ser nuestro Sciior, lodos los demás
poderes han perdido su dominio. "En El" nos ha sido dada la vida,
1a "ida del m,e,·o eón.
288
TERCERA PARTE
LA JUSTICIA DE LA FE NO ESTA
CONTRA LA PROMESA DE DIOS
9: 1-11 :36
1
Parecería que en las primeras dos partes de la eplstola Pablo hubiera
agotado por completo el,tema que empezó en 1:17: "El justo por la
fe vivirá". En los primeros cuatro capítulos traza la imagen del que
es "justo por la fe", )' en los cuatro capítulos siguientes muestra lo
que significa decir que éste "vivirá". El curso del pensamiento se ha
clesarrnllado con m:íximo rigor )' aparentemente no habría lugar en
este contexto para más preguntas. Por tanto podría esperarse que
Pablo terminara la carta 1en la forma usual: con exhortaciones. Pero
no es así. En lugar de ello introduce una nueva parte principal que
en tres amplios capítulos,: 9-11, trata de la reprobación de Israel.
¿Qué lugar ocupa es~.a parte en la unidad de la epístola? ¿Trá-
tase tan sólo de un excurso o de un apéndice agregado sin relación
directa con el tema sobre el que versa la carta? ¿O tiene alguna fun-
ción determinada dentro .del contexto general?
Ha habido mucha incertidumbre acerca de este punto. Por lo
general se ha creído que motivos más personales que objetivos fueron
los que indujeron a Pablo a emprender la di:;cusión del problema del
rechazo de Israel. Se cree: que, aparte del tema que acaba de tratar,
había otra cosa que preo~upaba a Pablo de manera especial, y que
no podía reprimir por más ti'empo. Para Pablo, judío cristiano, la
idea de la reprobación ~e su propio pueblo serfa un pensamiento
insoportable, )' ahora, un~ vez tratado su tema principal, no puede
evitar el enfrentar este nt1evo tema. Para él, personalmente, ese pro-
blema debe haber sido in~ludible, pero en verdad nada tiene que ve.r
con el tema ptincipal de la carta. En apoyo de esta hipótesis se han
señalado las palabras mu}' personales con que introduce esta parte
(9: 1-3) . Pablo mismo d~clara que esa pregunta le había causado
"gran tristeza y continuo dolor" y que basta deseaba ser separado de
Cristo por sm hermanos ~egím la carne.
Además de la dificultad de ubicar esta parte en el contexto del
conjunto se presentaba la' 'Complicación de definir con exactitud su
contenido. ¿Qué quiere enseñarnos el apóstol en los capítulos 9-11?
Bastará con recordar aquí tres conocidas respuestas a esta pregunta.
l) Se afirma que en estos capítulos Pablo expone su doctrina de la
fm:dcsti11aci6n. Algunos han llamado a esta parte de la epístola sim-
plemente el lorns rlassicits de. f,racdcstinationc. 2) Se afirma que
291
!1: 1-ll-36 LA l::l'JSTOLA A LOS ROMANOS
292
LA JUS11CIA DE LA FE NO ESTA CONTRA LA PROMESA 9:l-l 1:36
1
2!13
fl:l-ll-3G LA El'ISTOLA A LOS ROMANOS
294
LA JUSTlCJA D:t LA FZ: Nq ES1'A C0="1TRA LA PROMESA 9:1-11:~6
295
!I: l-ll-3G I.A 1'i'IS1ULA A LOS P.OJIIANOS
por él. Cuando dio sus promesas, DioJ decidió que fuera para quie-
nes creyeran en Cristo. 2) Cuando Israel, contraviniendo esta reso-
lución, busca la justicia por el camino de las obras, causa con ello
su propia reprobación. 3) Sin embargo, esta reprobación no es final
y definith•a. Precisamente mediante esta reprobación Dios es.tablece
las presuposiciones para la redención definitiva de Israel.
De acuerdo con esta línea de pensamiento la exposición se
divide en tres partes: 1) Las promesas pertenecen solamente a los
que creen (9:6-29) . 2) El recbazq de Israel se debe a. su propia
·culpa (9:30-10:2)). 3) El rechazo es el camino que conduce a la
redendQll ddiniti\'a de Israel (11:1-36).
LA PROMESA
1 SOLO PAJµ LOS CREYENTES
9:6-29
Dos cosa.s son inconmovibles para Pablo: I) Que Dios ha dado sus
promesas a Israel y jamás las quebranta: y 2) que esas promesas de
Dios se han cumplido. ahora en Jesucristo.
Ahora bien: ¿cómo concuerdan estas dos cosas con el hecho evi-
dente de que lsrael como pueblo rechazó a Cristo y por esta razón
ha sido recha.zada por Dios? ¿No equivale casi a que Dios hubiera
revocado sus promesas,' al menos en cuanto a Israel? Y mientras habla
de las grandes ventajas con que Dios había bendecido a Israel, Pablo
se ve obligado al mismo tiempo a expresar sus sentimientos de "gran
tristeza y continuo dolor" por la suerte acwal de Israel, 1:No equi-
vale esto a un reconoc;imiento de que Dios ha revocado su promesa
a Israel? Pero él rechaza en~rgicamente todo pensamiento ele esta
índole: "No que la paiabra de Dios haya fallado". El no quiere que
se interpreten así sus palabras. Sería un error. Las promesas dadas
a Israel son por ciert~ inamovibles. Pero, afirma Pablo, "no todos
los que descienden de¡ Israel son israelitas". Es preciso distinguir el
"Israel según la carne"i del "Israel según el espíritu". Sólo al último,
al Israel espiritual, Je'. han siclo clacla~ las prom~ Pero ahora el
2')7
9:6-15 LA ErJSTOLA A LOS RO;\IAN<>S
• 298
1
LA J'JH>MJ:SA SOLO J'Al,U l.OS CREYEN11:S !l: 14-29
' .
tras que Ismael era "f1ijo de una sien·a". Pero al pasar Pablo ahora
a la elección de Jacob; en lugar de Esaú no se puede aplicar tal idea.
Vemos cómo se emp~iia Pablo por eliminar cualquier factor que
pudiera ser\'Ír de Iu1~damen10 a la elección. Los dos niíios tenían
el mismo padre y la mimia ma<lre; eran mellizos; su posición era la
misma en todo sentido, de modo que nada puede aducirse para fun-
damentar una diferencia ent.re ellos. Además la palabra divina que
determinarla su destino fue pronunciada cuando "no habían aún
nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal". Pero a pesar de las
condiciones de iguald,ad el resultado fue tan distinto que la Escri-
tura dice: "A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí" (cf. Mal. 1:2 sigtes.).
¿Por qué esta desigualdad? Pablo responde: "Para que el propósito
de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino
por el que llama" ("· 11).
Resumiendo, pod.emos decir que Dios es soberano en sus pro-
mesas; las da a quien; quiere sin permitir que nadie le prescriba re-
glas para ello. Así pues, en ejercicio de esa soberanía, aun antes de
dar la promesa, la reservó para el Israel espiritual, el Israel Ka-ro:
'ITVe.üµa. Con otras p~labras, la promesa, estaba destinada a ]os cre-
yentes. Fe y promesa· son inseparables; esto ya Pablo lo ha dicho
antes. En 4: 16 dice: "Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a
fin de que la promesa sea firme" (cf. antes, pág. 150 sigte.). F.n con-
secuencia, la justicia de la fe, lejos de ser contraria a la promesa, es
precisamente la presuposición necesaria sobre la cual se basa la ·
promesa. Pues sólo la justicia de la fe es la que lo basa todo en la
libre misericordia de Dios. La fe es el atenerse a la promesa. de
Dios; por ello, sólo aquel que cree es "hijo según la promesa", 'tÉK·
VOV 'T~<; btayyE\[ac;;
29H
f1: l 4-2U LA :El'ISTOI.A A 1.05 ROMANOS
300
LA l'R.OMl-:SA SOLO l'Alt,\ LOS Ckl:.\".ENl"ES
i
9: 14-29
i
Pablo procede de, un modo completamente tlistinto. Al ,·erse
confrontado con el pro,blema de la justicia p injusticia del proceder
ele Dios no se aviene a discutir al ni\'el de la pregunta. Simplemenre
la rechaza. Pero luego, demucst,-a que aquello que nos escandaliza
está en un todo conforme a la manera en que Dios ha procedido
siempre. La Escritura lo atestigua porque Dios dice a. Moisés: "Ten-
dré misericordia c,lel q~e tendré misericordia" (d. Ex. 33: 19). Dios
es absolutamente libre )' soberano en su misericordia. Nadie puede
exigirla, ni es capaz 4e adquirirla mediante sus obras. Sólo se la
puede recibir como un don de Dios voluntariamente otorgado. Si la
misericordia de Dios se basara en el carácter del hombre no serla
realmente misericordia, "Asf que no depende del que quiere, ni
tlel que corre, sino de: Dios que tiene misericordia. La misericordia
de Dios, depende de ~a misericordia de Dios, es decir, para expli-
carla no puede indicarse otra causa que no sea ésta: Dios quiere ser
misericordioso. Para el amor de Dios no hay otra explicación que la
de que él ama.)' que "él mismo es amor".
Pero si Dios en su: misericordia es soberano, de modo que la da
a quien quiere dársela,: ello implica por otra parte, que tai.p.bién pue-
de negarla. De no ser asf, el amor )' la misericordia de Dios no se-
1 fan libres. Serían otorgados al hombre por tlecirlo así, por una nece-
sidad natural, como s\ Dios no pudiera proceder de otra manera.
El hecho de que "Dios tendrá misericordia del que tenga misericor-
dia" es sólo un lado pel asunto; no se puede separarlo del lado:
''Al que quiere endur~cer, endurece" (v. 18). También respecto a
esto la Escritura dice ~l Faraón: "Para esto mismo te he levantado,
para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunc:iado
por toda la tierra" (d. Ex. 9: 16). Cuando los hombres se levantan
como adversarios de Dios, creen obrar por su propia autonomía }' con
ella limitar el poder de Dios )' desbaratar sus planes. Pero en todo
esto Dios los tiene erl sus manos omnipotentes. Los endurece tal
como hizo con Faraón. Porque aun en esa situación no pueden hacer.
otra cosa que desemp~iíar el papel que Dios les ha asignado en su
plan del mundo. Porque allí no hay lugar no sólo para los ",•asos
de misericordia" que él por su propia elección ha preparado para
su gloria, sino tambié~1 para los "vasos de ira" preparados para la
condenación. Todos ti~nen que sen•ir a su propósito, de una manera
u otra. Dios tiene servidores de las más distintas clases; algunos Je
SOi
!>:14-29 LA J::l'ISTOLA A LOS ROMANOS
302
LA J>JlO!IIF.SA SOLO PARA U>S CRE\'EJ\,U 9:H-2'J
con el hombre. Por lo ta,nlo, todo intento de -dar una respuesta teó-
1ica a esas preguntas contiene a la ,·ez un ataque a la divinidad de
Dios. No es nada extraño pues, que Pablo se niegue a contestarlas.
Su única respuesta consisle en colocar a Dios en el plano divino )' al
hombre en el terreno. "Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para
que alteiques con Dios? ,Dira el vaso de barro al que Jo formó: ¿Por
qué me has hecho asf? c!O no tiene potestad el alfarero sobre el
barro, para hacer de la misma masa un nso para honra y otro para
deshonra? ·
Por naturaleza hay algo incongruente en el intento del hombre
de enfrentar a Dios )' Jlainarlo a juicio. ¡El hombre contra su Crea-
dor! ¡El hombre que en ~s manos de Dios es como el barro en las
del alfarero! Pablo Je recuerda al hombre quién es 11 y quién es
Dios, y con ello le enseña que el intento de altercar con Dios es tan
insensato como el de def~derlo. No queda lugar para ninguna idea
de teodicea. Esta idea queda desvirtuada con sólo señalar la inescru-
table elección de Dios. U.na teodicea supone que el hombre está en
el centro. La predestinación muestra que esto es erróneo. La signi-
ficación principal del concepto de predestinación es que coloca a
Dios en el centro, como cprresponde. '
El concepto de pretffstina~ón es la idea más teocéntrica que
existe. Cuando se ,•e claramente que la redención del hombre no de-
pende de sus propias obras o sus esfuerzos, sino única y exclusiva-
mente del hecho de que a Dios Je ha placido sacarlo de esta era de
muerte y colocarlo con Cristo en la nueva era de la vida de la
resurrección, entonces se'. hace e,oidente que en realidad todo se
debe a la libre gracia de Dios. Con ello todas las pretensiones huma-
nas quedan rechazadas. No se trata de lo que el hombre es o hace,
sino de lo que Dios hace con él.
Pero también esta idea, que expresa mejor que ninguna otra,
la soberanía de Dios, pu~e ser tergiversada en un sentido egocén-
trico. Esto ocurre cuando dirigimos nuestra atención más al hombre
y su suerte que a la obral de Dios; cuando interpretamos la predes-
finación desde abajo, por !así decirlo. Esto es darle un sentido com-
pletamente distinto del qye Pablo le da. Es convertirla en una teo-
ría especulati\'a acerca de' cómo unos son redimidos y otros conde-
nados. Lo cual significa transformarla diametralmente en lo con-
trario. En Jugar de renunáar a toda especulación de esa índole, dado
¡
303
!J: 14-2!1 1.A El'IS101.A A LOS ROMAJl:OS
304
L,\ l'kO:'\U:SA SOL<> l'AI(,\' LOS c:.1u:Y1-:Nn.;s 9: 14-2!1
305
!l: 14-29 LA El•JS10LA A LOS ROMANOS
30G
LA l'ROJ\11::SA SOLO l'ARA l.OS CRE\"l::NT.1::S 9:14-29
aceptado, junto con los gentiles, como pueblo ,de Dios? Por el contra-
rio ¿no es precisamente eso lo que pretendió la promesa? Los judíos
se indignan porgue sean. llamados los gentiles. Insisten en q_ue Israel
-y sólo Israel- es el pi,ieblo de Dios. ¿Pero qué dice la Escriturar
"Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada,
amada. y en el lugar donde se les dijo: "\'osotros no sois pueblo mfo,
allí serán llamados hijos ,del Dios viYiente" (d. Os. 2:23; 1: 10). Para
el profeta estas palabra, se refieren a los judíos; pero debido a su
insistencia en <Jlle ellos i,ertenedan al pueblo peculiar de Dios, han
perdido el derecho de ijwocar esta promesa que ahora corresponde
a los gentiles. Los jmlíos pretenden que Israel debe ser redimido en
su totalidad. ¿Pero qué dice la Escritura? "También lsafas clama to-
cante a Jsrael: "Si fuere el m'1mero de los hijos de Israel como la
arena del mar, tan sólo el remanente será salvo". ¿Acaso no se ha
cumplido ahora precisamente esto? El 1"ema11cnte, ,:o Ún:ÓAEl¡..L¡..LCX,
se refiere a Pablo mismq y a aquellos de entre sus connacionales que
con él han creído en Cristo. Y ni siquiera esto, el hecho de que un
remanente será salvo, es algo que lsrael pueda pretender por sí mis-
mo. Todas las pretensiones humanas quedan aquí definitivamente
excluidas. Dios lo ha ordenado de manera que no dependa de las
obras del indh'iduo (9: 112), ~ino únicamente de la gracia de Aquel
que llama, }' el JJamac.lp e.le Dios no tiene otra razón que la libre
misericordia dil'ina. Ell hecho de que quede algún remanente de-
pende íntegramente del la misericordia de Dios, puesto que "si el
Seíior de los ejérdtos nb nos hubiera dejado descendencia, como So-
doma habríamos \'Cnido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes".
¿Cómo habría podido Dios cumplir más ampliamente sus pro-
mesas que por medio d~ Cristo y el pueblo de Dios congregado alre-
cleclor de él, compuest4 por un remanente de Israel junto con los
gentiles llegados a )a fe: en C1 isto?
307
ISRAEL RECHAZADO
2 POR SU PROPIA CULPA
9:30-10:21
30!1
!J:30-10:21 LA Er1s1 OLA A LOS ROMANOS
3)0
ISRAEL RECHAZAllO l'OR SU l'ROJ"lA GULt'A 9:30-10:21
..
ella, ya que la busca por el camino de la le)'. Si Dios ha prometido
dar su justicia en el este y ellos empujan con todas sus fuerzas hacia
el oeste, todo su esfuerzo los aleja cada ,•ez más de la justicia. Luego
la reprobación de Israel se debe a su propia culpa.
Lo que en el momento actual sucede con Israel y los gentiles
da moth•o a Pablo para hablar -citando al profeta Isafas- de la
piedra angular que se convirtió en piedra de tropiezo y de la piedra
de tropezadero que se hizo piedra angular. Pablo combina aquf
dos manif~stadones diferentes, a saber, lsaías 8: 14 donde se habla
de la roca que serla un "tropezadero para caer" para Israel, y 28:16
donde se dice que" el Señor ha colocado en Sión una piedra angular
preciosa sobre la cual su comunidad creyente ha de edificar. Desde
antiguo esto se ha interpretado como una re!erencia al Mesías. Ahora
la combinación de las dos manifestaciones se convierte para Pablo
y no sólo para él, )'ª que se trata de una idea corriente del cristia-
nismo primitivo (cf. I Pedro 2:6-8) en un testimonio de la doble
consecuencia que tuvo la venida de Cristo al mundo para caída y
para Je,·antamiento (cf. Luc. 2:34). Simultáneamente son un testi-
monio c:ontrn la justicia por la ley y a favor de la justicia de la fe.
Para los que recorren su camino confiados en su propia fuerza )' sus
propias obras, es decir, para ol EK v6µou. Cristo se com•ierte en una
piedra en la cual tropiezan l'. caen; para los que creen, oi tK nlot"EC..,<;,
es Ja piedra angular puesta por Dios, sobre la cual pueden edificar
sin temor a ser avergonzados. Es así cómo los gentiles que no podían
invocar justicia alguna, llegaron a ser "vasos de misericordia.", OKEÚTJ
t;\fouc;., mientras que los judíos que corrían tras la justicia trope-
zaron con Cristo )' se convirtierun en "\'asos de ira", oKEÚT) ópyf\c;.
Así como no ha procurado iluminar el cuadro de la situación
de ]os gentiles cuando se traLaba de su aceptación, a.hora no habla
despecti\'amentc de los judíos al tratar de su rechazo. Por el contra-
rio comienza el capítulo 10 con algunas calurosas palabras personales
que muestran sus íntimos sentimientos para con ellos: "Hermanos,
ciertamente el anhelo de mi corazón, )' mi oración a Dios por Israel,
es para salvación". Y adcm;ís, les da también el mejor testimonio
desde el punto de vista humano. "Yo Jes doy testimonio de que
tienen celo de Dios". Pablo no niega que los judíos tomen muy en
serio su religión. Está muy lejos de tildarla como hipocresía. Al con-
Sil
!!·30-10:21 l.A lsl'ISl 01.A A LOS ROMANOS
312
l!-RAEL RECJIA1.Al>O POR SU J'JU>PJA C\ILPA 9:30-10:21
Con toda confianza Pablo puede decir que por Cristo la le)' ha
terminado. puesto que lo que ella perseguía sin poder realizarlo,
es ahora una realidad por la fe. En S:Sl Pablo pregunta: ".!Luego
por la (e im-alidamos la ley? Y contesta: "En ninguna manera. sino
que confirmamos la ley" (d. antes pág. 142) . Y tampoco aquí se
la in\'alida. Pues la ley úene una doble función: 1) Tapar toda
boca y destrnir toda jactancia, lo cual precisamente se ha realizado
en la fe.. puesto que ella excluye toda pretensión humana; y 2)
exigir justicia; y precisamente en la fe posee el hombre la justicia
verdadera, la "justicia que es de Dios". En un momento dado de la
historia de la humanidad Dios emió a Cristo. Ese fue el comienzo
de algo nuC'\·o. Pero también señaló el fin de lo viejo; la época de
la ley ha pasado. Cristo es el término de la ley, su punto final, su
'tÉAoc;. Pero esto no debe interpretarse como un juicio histórico
común, como si a parúr de cierto momento la ley hubiera dejado
de tener validez. La declaración sobre el "telas" de Ja ley rige sola-
mente para aquellos que por la fe en Cristo participan de la justicia
de Dios. Por lo demás, fuera del ámbito de la fe sigue rigiendo la
ley.
Pablo ,·e confirmada por las palabras de la Escritura la existen·
cia de un contraste absoluto entre la justicia de la ley y la de la
fe. De la justicia por la l~·> la bLKaLOOÚVT) EK "6µou, se dice en
Le\•. 18:5 que el hombre que la practique Yi\'irá por ella. En la
justicia de la ley todo depende de las obras del hombre. Mas la
jwticia por la fe> ft lK 1tlouc.x; füKatOOÚVT), habla en forma
totalmente diíerente. También para esto Pablo puede referirse a las
palabras de la Escritura, por ejemplo a Deut. !JO:ll-14 (y Sal. IOi:
26). En Deuteronomio leemos: "Este mandamiento que yo te ordeno
hoy no es demasiado difíól para ti, ni está lejos. No está en el
cielo, para que digas: .!Quién subirá por nosotros al cielo )' nos Jo
traerá y· nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado
del mar, para que digas: lQuién pasará por nosotros el mar, para que
nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy
cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón para que la
cumplas". Si uno se pregunta por el sentido literal de este pasaje de la
.Escritura no puede haber duda de que se refiere al mandamiento.
Esro resalta con toda el'idencia 1anto en las palabras inióales como
313
H:30-10:21 . LA J::l'ISTOLA A LOS RO:'.\fANOS
314
JMUEL RECIIA7.Al>O l'OR Sll J'ROl'JA CULPA 9:SU-J0:21
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U:30.I0:21 !-A :El'ISl OLA A LOS ROMANOS
316
ISRAEL RECJIAZAl>O POR SU PROPIA CULPA 9:30.J0:21
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!1:30. JO::! l LA J,l'JS 101.A A LOS l{OJ\IANOS
318
IS,KAl::L IU:CJl,\7.1\110 l'Olt SIi l'KOl'IA (:l 'l.l'A U:30- I0:2 l
319
EL RECHAZÓ DE ISRAEL
3 NO ES DEFINITIVO
1
ll:l-36
321
l l:1-10 LA EPJSTOLA A LOS ROll!ANOS
gar? Que 'Israel estaría reprobado sin remedio; ese sería el propósito
de Dios e Israel lo merecería. Pero no es esto lo que Pablo ha que-
rido decir. La reprobación actual de Israel es un hecho indiscutible,
una consecuencia inevitable porque ha rechazado a su Mesías. Pablo
parte de este hecho como de algo que no se puede dejar de ver;
m.as no sólo por un interés teórico. No lo acepta como un hecho
irre\'ocable, sobre el cual nada puede hacerse, y que sólo sir\'e para
ser encuadrado denti-o de una concepción teológica. Por el contrario,
tal como hemos \'Ísto, en ciertas circunstancias, podría trastornar y
destruir nuestra concepción teológica general -en el caso de que
significara que Dios quebranta sus promesas. Hasta aquf Pablo ha
destacado dos cosas esenciales que se oponen a esta conclusic,n: 1) Dios
nunca dio sus promesas al Israel según la carne, sino a los que
creen (ot f K TClouc..:,c;) ; 2) Israel mismo obró contra el mandato
de Dios. No se puede pretender que Dios haya faltado a su promesa
al repudiar al Israel según la carne. Sin embargo, to,da\'1a nos con-
fronta una oscuridad peculiar, ¿qué fin tendría todo este proceder
de Dios con su pueblo particular si a su tiempo simplemente sería
reprobado? E.s una pregunta que requiere una contestación; Pablo
la confronta en el capítulo 11: "¡Ha desechado Dios a su p11eblo1".
La respuesta es un inequívoco no. El rechazo de Israel no es ·defi-
nith•o, puesto q_ue l) aun ahora ha)' un rema11e11te de Js,ael que
no ha sido desechado (vers. 1: 10) ; 2) la caída de lsrnel ha sido la
.salvación de los ge11tiles, )' ya en esto hay un indicio de la promesa
de su aceptación final ("ers. 11-24); y 3) al final se \'erá que pre-
cisamente el n:chazo es el ram ino para la salvación de Israel; es el
medio que Dios, en su insondable sabiduría, ha elegido para salva.r
a Israel (vers. 25-36) .
322
J::L RJ::CHAZO m: ISKAl::L NO ES Dl::FINITl\'0 ]]:).)O
325
11:J.JO 1.A l::l'ISTOl,A A 1.0S kOMANOS
324
1:1. RF..GIIA70 r,¡: JSRAEL NO 1 ~ lllTl'-111\'0 Jl:JJ.24
•
existencia atestigua que Dios no ha desechado a su pueblo. Ahora
fija su mirada en el "Israel según la carne" que ha sido desechado.
"¿Han tropezado para que cayesen?". ¿Es la caída y la reprobación
la intención cleliniti\'a de Dios para con lsrael? Pablo responde:
"En ninguna manera, pero por su transgresión ,·ino la salvación a
los gentiles, para provocarles a celos" (v. l 1).
El primer resultado de la cafcla de los judíos, fue que la salva-
ción l'iniera a los gentiles. Cuando los judíos rechazaban la predica-
ción de Pablo, cuando éste les testificaba que Jesús era el Cristo, él
podía "'tlecirles: "Desde ahora me iré a los gentiles" (Hech. 18:6).
E.se fue el resultado real de la cafcla de Js.rael. Pero en este momento
a Pablo no le preocupa tanto el prm·echo que recibieron los genti-
les por la c-afda de Israel, como lo que la conversación ,de los gen-
tiles significaría para Israel. Y este sentido, está con"encido de que
ha de moyer a en\'idia a Israel. Cuando los judíos ,•ean que su
propio Mesías es reconocido por los gentiles, este hecho los obligará
a meditar. Si todo hubiese quedado reducido a que los judíos no
querían reconocer a Jes'ús como Mesías, el asunto podría habene
olvidado pronto. Ahora, en cambio, tendrán siempre elefante un
recordatorio, cuando los gentiles muestren que el Mesías esperado
por los judíos ya ha \'enido y que elios, los gentiles, confiesan ser
su pueblo. Cuando los gentiles convertidos a Cristo se llamaron
''cristianos" (Xf)lOT1cn•o(, Hech. l 1:26), usaron un nombre basado
en el nombre del Mesías ,•etcro1estamentario. El nombre "los cristia-
nos" significa simplemente "la congregación mesiánica", "el pueblo
mesiánico". Pero precisamente los judfos esperaban la era mesiánica.
Es la esperanza de ls1acl la que se ha cumplido en los cristianos. Es
en el Dios de lsmcl en quien los gentiles han llegado a creer. Son
las promesas primiti\'amente dadas a Israel las que ahora son here·
dadas por los paganos. ¿Cómo podrían \'er todo esto los que perte-
necían a Israel sin sentir un dolor agudo en el corazón? Pablo da
expresión a éstos-y otros pensamientos semejantes diciendo que los
judíos serán pro\'OCados a celos por el hecho de que la sal\'acié111 ha)'a
,·enido a los gentiles.
En el momento actual lsrael, como pueblo de Dios, es represen·
lado por ,:o>..e.i:µµa, "el remanente". Pero ésta no es la situa-
ción normal para Pablo. Anticipa una época en la cual lsrael vendrá
a la fe en Cristo )' piensa con júbilo en la bendidón que prO\·endrá
326
EL JlECJIA7.0 lll JSH,\l"l !\'() 1 ~ J>l l J:,;111\fl ll·ll.21
327
lJ:11.24 l,A E.P1S1'0LA A LOS ROMA~O~
328
EJ. RECHAZO DE: lSllAEL NO U DÉFINITIVO ll:11-2-1
No tooas las ramas han sido cortadas, pero sf una gran pane. En
lugar de Jas ramas desgajadas se injertaron otras de un olivo sih·estre
-una ilwtración de )a aceptación de )os gentiles cre)'entes en el
pueblo de Dios. ·
Esta figura adquiere u~ interés especial por re-.-eJar eJ concep-
to de Pablo acerca de la relación de Israel con Ja iglesia cristiana.
Podrlamos haber esperado otra imagen, a saber, que Dios hubiera
talado eJ 41 bol estéril }' plantado otro en su lugar por medio de
Cristo. Mas no es ésta la opinión de Pablo. EJ árbol queda en pie;
es un árbol santo )' noble. Sólo ha ocurrido que han sido cortadas
algunas ramas insen·ibles para injertar otras ramas en su lugar. Se
ha obsen'lldo con razón que esto no coincide con Ja técnica corriente
de injertar. Pero a Pablo eso no lo preocupa. No es la obsen-ación
de) proceso natural lo que lo ha llendo a su concepción de) punto
que está presentando. Ni usa la ilustración para tratar de probar
que eJ proceder de Dios 5'i justifica. La ,-ealidad que aquf trata
supera por completo a la ilustración. Israel es eJ árbol: es e) pueblo
de Dios. En este ~ l son introducidos e injertados los gentiles que
acceden a la fe en Cristo }' ·son salvados. La sah-ación consiste pre-
cisamente en eJ hecho de ser así injertados. No es su fe la que sos-
tiene al pueblo de Dios, sino eJ pueblo de Dios el que los sostiene
a ellos. Según Pablo, la igl~a cristiana tiene sus raíces en el An-
tiguo Testamento, en la dhina elección de )os paclres. Por esta elec-
ción fue santificada la rafL P;or ella se formó un pueblo de Dios que
subsistirá por todos los ti~pos. A pesar del alejamiento de Israel,
Dios nunca ha arrancado la! rafz, º porque es una rafz santa. Cuando
se cumplió el tiempo, Dios ¡hizo retoiiar de esa noble rafz a Cristo
como su V.6stago (Is. 11:1): Cuando los gentiles son incorporados
a Cristo por el bautismo, ello significa a la ,·ez que son injertados
como ramas en el Israel espiritual. Desde este punto de ,·ista, pues,
los cristianos no son una estirpe nuen: m.65 bien son la continuación
legítima, la continuación d~I pueblo de Dios del Antiguo Tesla-
mento.
1
La iglesia cristiana es el Israel verdadero. Ha brotado de la
santa rafz de Jsrael y comprende tanto el "remanente" de lsrael
(las ramas naturales que no fueron desgajadas) como Jos gentiles
que accedieron a la fe en Cristo. (las ramas injertadas). Para los
gentiles que no eran e] puel)]o de Dios (9:25) pe10 que ahora han
S2!l
11:ll.24 LA ErJSTOLA A LOS ROMANOS
sido aceptados por la gracia di\'ina como miembros del mismo, del
lsrael espiritual, csw drctms1;ii1cia deberfa constituir un moti\'o de
humilde gratitud. No poseen \'entajas a qué apelar; proceden de
un olh'o silvestre y fueron injenados al laclo de las ramas naturales.
Todo lo que tienen Jo han recibido de esta nue,·a comunidad; o,
para usar la figura que usa Pablo: Con ellas (con las ramas natu-
rales) "han sido hechos participantes de la raíz y de la rica savia 1lel
olivo". ¿No debiera bastar esto para c,xduir tocia arrogante jaclancia
sobre las ramas naturales? "Si te jactas, sabe que no sustentas 11·1 a
1~ raíz, s.ino la raíz a ti" (v. 18). No obstante, el peligro de la pre-
sunción es cosa muy natural. Pablo continúa su aclaración sobre
los cristianos-gentiles. "Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para
que yo fuese injertado" (,•. 19) . En cier10 modo esto es cierto. Pablo
mismo ha afirmado que por la caída de Israel ,•ino la sal\'ación a
los gentiles (,·. 11). ¿Pero qué fue lo que ocasionó la caída de Israel?
Su Ítlct"edulidad; Israel cayó por confiar en sus propias cualidades
y no querer recibirlo todo de la libre gracia de Dios. "Por su incre-
dulidad fueron desgajado~; pero t1í por. Ja. .fe. estás en pie. No te
ensoberbezcas, sino teme". Pablo sabe que la misma tentación que
produjo la caída de Israel acecha t.ambién a los cristianos )' consti-
tuye un serio peligro para ellos. Los judíos dicen: "Pertenecemos al
pueblo de Dios". Confían en la circunchión y en las promesas dadas
a los padres; }' en su complacencia se niegan a creer. Pero en forro,\
exactamente igual los cristianos se ven tentados a decir: "Pertenece·
mos al Israel espiritual''. Se ,·en tentados a confiar en su propia fe,
en su cristianismo.
Parece que Pablo hubiera previsto a qué perturbaciones iba a
,·erse expuesla la cristiandad por el tema mismo de la fe; y que la
fe misma, que es precisamente Jo contrn,rio del orgullo y la auto-su-
fidencia sería puesta al servicio de Ja complacencia humana En
principio, no hay gran diferencia entre confiar en pertenecer al
Israel escogido por Dios o en que se pertenece a la cristiandad, entre
confiar en las obras o en la fe. En ambos casos uno descansa en sí
mismo }' en la superioridad de su posición. Lo único en que puede
confiar el cristiano es en la bondad de Dios, en su libre gracia, en la
soberana voluntad de su amor, en su inmerecida misericordia. Pero
todo se pierde si el cristiano piensa que puede basarse en su fe, como
si ésta fuera garantía de alguna superioridad en él. Llama la aten·
330
1'.I, kY.CIIAZII Jm l!IR.\t:L NO Ell llhl'INITl\'O ll: 11-2·1
dón que en esu, 1 clachin · Pablo c,·ile emplc:11· el término Ce. Con
1 cfcrenda a los judíos us:t la frase "permanecer en incredulida11'',
en el \'erslculo 25. Nada hubiese sido más natural que hablar -a
modo de confrontación- de c111c el cristiano "permanece en la Ce".
Sin embargo, e\'it.a esta exi~resié111 )' en su lup;ar dice que el c1·lsti11110
"permanece en la bondad de Dios". A los gentiles con\'ersos les dic:e:
"Mira, pues, la bondad )' la se\'trldad c.le Dios; la se\'eridad ciena·
mente para con los que cayeron, pero la bondad pai-a contigo, si
pc,-,na11ercs en esa bo11dnd; pues de ou·a manera ti.\ también serás
cortado. \' aun ellos, si r'io permanecieren en incredulidad, ser:in
injertados" (,•ers. 22, 25). Orgullo y arrogancia .on incredulidad;
significa que uno confía ~n si mismo, como si los méritos propios
fuesen la causa de la aceptación por parte e.le Dios. :En tal caso se ·
invierte la relación entre el árbol }' las ramas, entre la rafz y las
ramas, como si las ramas ~ustentasen a la raíz y no al re\'és. De esa
manera no se edifica sob~e la pieclra angular que es Cristo, sino
sobre uno mismo; }' entonces Cristo se torna en piedra de tropiezo
que nos hace caer. ,
1
Sólo se puede "permanecer en la bondad de Dios" cuando se
,•l\'e en el temor ("· 20), Existe una relaci<)n entre la fe y el temor.
Por otra parte existe en algunos, una "certeza de sal\'ación" que no
es otra cosa que el estar ,uno seguro de si mismo. Pero. . . si uno
coníla de este modo en d ¡ mismo, tropieza contra Cristo y cae. Tal
había sido el destino de lo~ judíos. Pero, puede suceder exactamente
lo mismo con el crlstianof y habnl. de sucederle si se ensoberbece.
Si pone su confianza r.n su propia excelencia como cristiano, él tam·
bién será cortado. "Porque si Dios no ¡>erdonó a las ramas naturales,
a ti tampoco te perdonará" ("· 21). Asf como por su incredulidad
los judíos han tenido que· hacer lugar para los gentiles, los papeles
pueden \'oh·er a im•ertjrse¡ si los cristianos en su premoción conUan
en otra cosa que no sea la 1gracia inmerecida de Dios.
Pablo ha pres.entado l'a calda de Israel como ejemplo alecciona-
dor para los cristianos. Pero su última palabra en esta relación es
una palabra de esperanza para Israel: Poderoso es Dios para ,•oh•erlos
a injertar. "Porque si ti.\ ,fuiste cortado del que por naturaleza es
oli\'o sll\'estre, y c:onua na!uraleza fuiste injertado en el buen olh•o,
¿cuánto más éstos, que s~n las ramas naturales, serán injertados
SSI
l l:25-3G LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
332
l:L. JU;CIIAZO l>J:: JSRAl:L NO l:S l>EF!Nll l\'O J J :25-3li
.3.!1.3
11:25-36
.
L,\ l:l'IS"IOLA A LOlt ROMANOS
3!14
l~kAJ·:I. kECIIA7Al>O l'Olt SIi J:kOJ'IA COLPA 1 1:25-36
misericordia". Eso po;lría estar bien para los gentiles que no tenían
otra cosa que in\'ocar. Misericordia e ira son las dos formas bajo las
cuales Dios ,·a al encuentio de los hombres. Quien no acepta la
misericordia de Dios cae b~jo su ira. Son las dos posibilidades -no
exi~te una tercera. Pero Israel quería una tercera, diferente de las
otras dos. Si Israel hubiese aceptado solamente la misericordia.. di-
,·ína, sin pretensiones y sin 1pensar en méritos, se habría convertido
inmcdintamcntc e.n un "ns6 de misericordia", al igual que los gen-
tiles. Por pane de Dios el rodeo es innecesario. Pero· Jsrael tiene
tanto en que con Ciar: "Son' israelitas, de los cuales son la adopción,
la gloria, el pacto, la prom\flgación de la ley, el culto y las promesas;
de quienes son los patriarbs" (9:4-5). Esta Yentaja de Israel, en
verdad nada despreciable, ~e conYirtió en su perdición, puesto que
depositó su confianza en el.a creyendo que no era preciso descender
al mismo plano primitivo de los gentiles como si no tuviera ninguna
verdadera ventaja que im•ocar. Y así rehusó con\'ertirse en "\'aso de
misericordia" dependiente sola y únicamente de la piedad divina.
Las consecuencias no se hic¡'eron esperar; se convirtió en un "vaso de
ira"; fue desechado.
J\fas esto que desde elipunto de vista humano constitu)e a la
\'ez In culpa y la tragedia cie Israel, para Dios es el camino de .sal-
vación de Israel. No hay otro cámino. Primero Israel tenia que ser
derrocado de su auto-suficiencia. Tenía que ,·er a los gentiles entrar
en grandes multitudes al reino de Dios, mientras él, que se jactaba
de ser mejor que los genti1d¡5, no participaba en él. Tenia que expe-
rimentar algo de lo que Jesús exp1esó con las palabras: "Vendrán
füuchos del oriente y del Qecidente, y se sentarán con Abraham e
Jsaac )' Jacob en el reino dé los cielos; mas los hijos del 1eino serán
echados a las tinieblas ele af111era" (Mal. 8: I 1-12). Pero cuando Israel,
despeliado del pedestal, yazga en el polvo; cuando ante Dios no sea
otra cosa que un "\'aso de 1 ira", entonces será finalmente maduro
para la acción de Dios por la cual hará de él un ",·aso de misericor-
dia". El Israel orgulloso no! quería misericordia, al menos la misma
misericordia que reciben loi gentiles. Ahora Dios Jo ha entregado a
la desobediencia y pronuncir su sentencia sobre ellos "para que por
la misericordia concedida a vosotros los gentiles ellos también al-
cancen misericordia" (v. 31).
De este modo se ha bori-ado la diferencia entre judíos )' gentiles.
335
11:25-36 LA l::l'JSTULA A LOS ROMANOS
336
CUARTA PARTE
12:1-15:13
Con el capítulo 12 Pablo pasa a las amonestaciones. La primera pa·
labra con que nos encontramos aquí, napax<XAé3, "amonesto", (os
ruego), figura por asf decirlo, como tftulo de toda la parte siguiente
e indica que ahora llegamos a una nuC\1l sección de la carta. Esto
no significa que Pablo aborda ahora un tema completamente nuevo,
sin reladón alguna con Jo precedente. Por el contrario, permanece
en Ja misma esfera que antes. Aquello que hasta aquí ha sido tema
de la eplstola -"el ju.•to por Ja fe ,·iviri."- P. iambién tema de las
exhortaciones. Este es un ejemplo de la incomparable lógica que
impera en el pensamiento paulino.
Este hecho debe ser subrayado tanto más cuanto que se ha afir.
mado con frecuencia que las cuestiones que Pablo aborda aquí guar-
dan una relación extremadamente superficial y débil con lo expuesto
hasta ahora. Además, a menudo se ha asegurado que el contenido
de esta sección no tiene una relación lógica entre si; que es una
serie desordenada de amonestaciones que Pablo habfa anotado segón
se le iban ocurriendo y que tanto la coherencia exterior en relación
con el resto de la carta, como la interior, son por consiguiente bas-
tante débiles. Pero de estas dos afirmaciones hay que decir que están
en manifiesta contradicción éon la realidad. En la exposición si-
guiente se verá que en esta parte final de la carta Pablo no haa:
más que sacar las consecuencias de Jo aducido en su e.posición an-
terior. Además quedará comprobado que en cuanto a su construcción
interior también esta parte de la epístola está estructurada de acuerdo
con un plan arquitectónico de rigur05a uniformidad.
La dificultad en pcrcibii la consistencia aquí existente puede ser
debida, al menos hasta cierto punto, a que durante los últimos siglos
se ha acostumbrado trazar una recta lfnea divisoria entre "doctrina"
y "vida". Pero tal diferenciación es completamente ajena a Pablo.
Una doctrina, un evangelio que no tiene consecuencias para la vida
y la conducta del hombre, no es un evangelio ,·erdadero; y una
,·ida }' una conducta que no se basen en lo que recibimos del evan-
gelio, no pueden Jlamarse "ida cristiana o conducta cristiana.
El examen de los primeros dos ,•ersfculos del capítulo 12 nos
brindará la oponunidad de dilucidar la íntima relación entre la
559
12:).15:13 LA J-:PJSTC>l.A A LOS ROMANOS
340
1 1 LA CONDUCTA
EN EL l\TUEVO EON
12:1-13:14
3ll
12: J.2 LA D'ISl OLA A LOS ROMANOS
342
l.A CONIJUCTA E.N EL NUE.\'O E.ON 12:J.2
!H!l
l 2: 1-2 LA EP1Sl0LA A LOS ROMANO!'>
344
LA CONDUCTA EN EL NUU'O :EON 12:3-8
2. Andar en Cristo
12:3-8
315
12:3.8 LA El'JSTOLA A LOS ROlllANOS
346
LA COJ\"DUCJºA EN EL NUEVO .EON 12:3-8
34;
J2:9-2) LA El'IS10LA A LOS ROMANOS
ha sido dado y contribuyan ele ese modo al crecimiento del todo. Natlic
debe tener un concepto más alto de sí mismo que de otro, puesto
que todos son necesarios. La iglesia, que es el cuerpo de Cristo, no
puede existir o crecer sin profecía, sin servidores de la congregación,
sin ministerio. sin gobierno, etc. (cf. la exposición paralela y más
explícita en J Cor. 12). Cada cual ha de ser\'ir con su don y en la
forma específica que corresponde al mismo; sin ol\'idar jamás que
su don es sólo unó entre otros igualmente necesarios. Por tanto debe
emplearlo de acuerdo con hi medida dada por la fe. En la fe se da
la unidad "en Cristo": en esta unidad todo don especial )' todo
servicio partícula( debe ocupar su lugar }' i·ecibir su legitimación.
Por consiguiente cada miembro, )' cada coyuntura, tiene su contri-
bución que hacer para la gran finalidad -la edificación del cuerpo
de Cristo. El resultado es que "todo el cuerpo unido entre sí por
todas lás coyuntu~as que se ayudan mutuamente" ... , crece en todo,
"en Aquel, que es' la cabeza, esto es, Cristo" (Ef. 4: 15, 16).
3. Andar' en nmor
12:9-21
318
LA CONl.lUCIA EN EL NUEVO EON 12:9-21
cir paralelamente en Col. 3:12, 14: "Vestíos de amor". :En Col 2:6
eixhona: "Andad en él" (en Cristo), en .Ef. 5:2 (d. Rom. 14: 15)
emplea la otra formulación: "andad en amor". Mientras de los que
han recibido al Seiior Cristo Jesús dice en Col. 2:7: "Arraipdos )'
sobreedificados en él (= en Cristo)", en Ef. 3:17 dice "Arraigados
y cimentados en amor". Asf como Cristo es la unidad en la cual son
fusionados los muchos en un cuerpo, e1 amor es "el \'fnculo perfecto"
(Col 3: 14). Podemos recordar también, en el capftulo 15 del evan-
gelio según Juan, el capitulo de la ,·id y ]os piilmpanos. AJlf Jesús
dice ahemath-amentc: "Permaneced en mf' (,-rs. 4-7) y "Permane-
ced en mi amor·,:. (,-rs. 9-1 O) • El amor es, por decirlo asl, la circula-
ción de la sangre en el cuerpo de Cristo, por la cual todas sus panes
y miembros están en comunicación inmediata entre sí y ligados en
una unidad. El amor ]os hace participar en su mutuo destino, llC\-ar
las cargas los unos de los otros y companir sus alegrías. El amor
fluye del uno al otro; pero prO\·iene en úhima instancia de Cristo
mismo.
Bajo tales circunstancias es muy natural que. de su exposición
acerca de cómo el justo por 1a fe vive en Cristo, pase Pablo a de-
clarar que ,ive "en amor". La nue\•a sección comienza con el tér-
mino "amor", dyán:n. Ya que andar en amor es la expresión exterior
de 1a vida escondida "en Cristo", existe siempre e1 peligro de que los
hombres se re\'Ístan exteriormente de amor sin que haya en ellos
amor verdadero. Por ello la primera admonición de Pablo es: "El
amor sea sin fingimiento".
No es por casualidad que Pablo menciona e1 amor en primer
término. Siempre hace Jo mismo. Cuando, por ejemplo, en Gil. 5:22
habla del "fruto del Espíritu", meuciona en primer término el amor.
Sin embargo el hecho de que se Je asigne este Jugar al amor no
significa que ocupe el primer Jugar en una sei ie de cosas de igual
categoría, sino que incluye todo Jo demás. Si el amor es sin fingi-
miento, sun:derá todo aquello hacia Jo cual Pablo procede a exhonar
a la iglesia.
Asf como la sección inmediatamente anterior tiene su contraparte
en 1 Cor. 12, ésta la tiene en 1 Cor. U. La mejor interpretación de
c:ste párrafo se obtiene Jey~~do junio con él -"~l _himno del amor"
de l Cor. 13. Basta con poner-en Rom. 12:9-21 "el amor" como SU·
jeto permanente para ver cuán estrecho es el parentesco del conte·
34!1
i 3: 1-7 1.,\ fü'ISIOI.A A LOS RUJ\IANOS
350
l.A CONl>UC'I A l~N l•l. Nlll::\'O 1-:oN 15:J.7
natural tal \'ez fuera ésta: Es cierto que el cristiano ha sido librado 1
cho de que las autoridades lia11 .siclo establecidas por Dios. "Porque ,
no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han
sido establecidas". Esto no significa que todo cuanto haga la auto·
ridad esté en consonancia con la ,•oluntad de Dios. Existen auto-
ridades buenas )' malas; gobiernos temerosos de Dios y gobiernos
ateos. Ha)' algunas autoridades que emplean su poder conforme a
!151
15:1-7 LA l::l'ISIULA A WS llUMANOS
353
13:8-]0 LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
codicia haciéndola crecer (cf. antes, pág. 231). Pero lo que la ley
quería y no p~dla hacer, Jo hizo Dios; por Cristo Dios lo ha reali-
zado entre nofotros (cf. pág, 262). El f>lKcxlc.>µcx de la ley ha si<lo
cumplido no :porque nosotros hayamos recibido nue,·as fuerzas con
356
LA CONllUCTA EN J::L 1'UE\'O J::ON 13:)).11
35;
J3:J l-14 LA :t:l'LnULA A LOS JlO~IANOS
S5S
LA CO:WUCTA EN EL NUEVO EON U:Jl-14
359
13:11-14 L,\ 1::r1s1 OLA A LOS ROMANOS
!l(il
2 1 LOS DEBILES
Y LOS FUERTES
J.l:J-15:13
363
H:1-15:13 LA J::l'JS1 OI.A A LOS ROJ\tANOS
.567
H:1-15:U LA E.PISTOLA A LOS ROMANOS
3i0
LOS l>EtHLES y LOS Ft:i::in:s 14:1-15:I!I
los débiles y los fuertes. \' ahora am¡,Ua la perspectiva. Todo lo que
en parte, anteriores de su epístola ha dicho acerca del evangelio
como "poder de Dios ¡iara todo aquél que cree; al judfo primera-
mente y también al g1,iego", se convierte ahora en ilustración del
hecho de que Cristo ha .reunido de los confine.s del mundo, de judlos
} gentiles, lm pueblo tinifit-atlo que unánime y a una voz glorifica
a Dios. "Cristo Jesús vino a ser siervo de la c.ircuncisión para mos-
trar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hedu1s a los
padres". En Cristo toda.s las promesas se han cumplido. A través de
Dios T.lillO ,a sel' ve,111 ~n sus promesas (o es.oc; Ó:AT)&f)c;. 3:4). Así
10$ judlos pueden alab~ a Dios por su ,·eraddad, y Jo, gentiles glo-
rificar "a Dios por su misericordia", porque de ellos, que eran "vasos
ele la ira", hizo "vasos d~ la misericordia" y los que habían sido ramos
de un olivo silvestre fueron injertados en el olivo bueno {11:17, 24).
Ahora los gentiles pue~len alegrarse junto con su pueblo Israel (v.
10) . Dios hizo brotar ~e la raíz de lsaf a Cristo como \'Qtago. Con
ello ha s.ido dada una 'nueva esperanza no solame.nte a Israe.1, sino
tambifo a los gentiles: ¡"Los gentiles esperarán en él" (v. 12).
3il
CONCLUSION
15: 14-16:27
.ns
l.A l:l'ISIOL,\ A l.l7S IUlMA:,ilr.'
1
esa iglesia poseen un g1 ar.lo tal de entendimiento cristiano que "pue-'
den amonestarse los unos a los otros". Debe observarse que Pablo, al
hablar de la posible superfluidad de sus amone•staciones, no la mo-
tiva con el estado de perfección de la congregación. Mientras la
comt1nidad c:ristiana ,h:i en esta era, no puede p1escindir de amones,
taciones, }' advertencias mutuas. Ahora bien: si Pablo ha escrito a la·
cong~egación romana "en parte con atrevimiento", ha hecho en vir•
tud '3el mandato especial recibido de Dios: del mandato de ser el
após~ol de los gentiles (d. 1:5-6). ")linistrando el e,·angelio de Dios"
habría de desempeñar el ministerio de Cristo entre los gentiles para
que (ueran un sacrifido ag1adable a Dios. Era una obra de una ex-
1ensir>n grandiosa que Pablo pudo realizar en eSle servicio. Sin pre¡.
sunción puede hablar de ello, puesto que todo había sido reali.zado
"en Cristo". Pablo no habla de lo que él mismo ha hecho, sin de lo
que F,risto ha hecho por medio de él.
F.l apostolado confiado a Pablo comprende tanto la im1'versc1-
liciaJ de su ohra como su limitación. Su mandato es "para la obe-
diencia de los gentiles" (de; U'ltO::KOTJV tev(I),•, \', 18; d. cómo Pablo
cara~teriza su ministerio en l: 15 Ó'ltOO'tOA.Tj Etc; Ó'ltO::KOT)V 'lt(on.CJc;
h 1téxolV -rote; @'.0vean·) . Es una obra universal. \'a ha realizado
parte de ella dentro de una región que se extendía desde Jernsalé1~
hasta Illrica; había pereg1 inado anunciando por tocias partes el evan¡.
gelio, }' Irmdado congregaciones. Ahora que había concluido su pr~
mera tarea } "no tenia más campo en estas regiones", dirige la mi-
rada; hacia el oeste. Allí se extiende ante él un inmenso campo de
acción. En España ailn no ha sido anunciado el nombre de Cristo.
A ella Pablo quiere trasladar su acción futura, y en el camino Yisitar
Roma.
¿Pero cómo puede Pablo cree, que ha terminado el anuncio del
e, angelio en el Este? Todo lo que había ocurrido hasta entonce,
era que había predicado la Palabra en una serie de ciudades y Cun:
dadq congregaciones. Pero esas iglesias se hallaban todavía en lo<
comienzo·s de su desarrollo; además, estaban dispersas )' aislada'I:
¿Cómo puede asi;\erar entonces que ya nada tiene que hacer en aque,
llas regiones? Por el contrario, tendrfamos razones para creer que
en ellas había lugar para mud1os e ininterrumpido trabajo, }' que el
cuidado de esas comunidades le darían más que suficiente que hacer,
de modo c¡11c no era ncfcsario c¡11e buscara un nuc:,·n campo de acti-
~
3i~
U>NCLl'SIOS 15: 1-1-3!1
!175
i•,. J ::¡ J \ JJ•f,Jllf.\ \ ('; l-11\J\',II
~: !J. ~ilt ( t11b.11¡,:,,, \ pe'-'-' .t 1¡i1:.. el 1!1: .. :·~~, !'.:!,!., Jt,,t t:. · ...~:·:1 1,, J11ttr!1H
a 1,1\r,f tic t:'1,t ul11a, la ¡,.1111< il'.1fi•111 rle i.1> ron:;it:: ,~.,,:,e:, ,le ,\l.,
ltdvni~} .\t:,~;r J1., ,ir!n C"P,'J111.1nea. l.;1 i1: 11d.t a\i :, 1. !a -l'JL:,,
la lla11a. Ko1vwd,:::, "to111111111l.1d - '"' ltni;i <,11,,tLr ·-~ limo•n¡¡,
L:11 tqn~1<:1.t:Hio11c, la Hm,ide1al,a11 rn;h l,icn tom<J ,m 1:dY:r cJ,:
gra1i1ud. "Porc¡iu: ~¡ lo\ ~elllilc\ h:in ,iilfl hu l1,h p:in1n¡nn:cs <le su,
!,lene\ 1e~piri111alc,, del,en Utmbien el!,,, n11ni~:rarlc, d~ ;'>i m.11~1i:i
lt,', .\ho1a c,1a nf1e111l;i hct ,i,ln 1cco!c·11adJ ~ l'ul,!o e-ta ¡,n1 ir a
fpru,a~n ¡,a1a t·ri:r~::~ila. ~.11,e tn,in J,'t:mrh:,- ~on I<,, ¡,e:;::-101 ll111'
)q arw.:n:u:111 cu e,1e \laje. l',n ello exhorta a l .. n,111unit!~d 10111.111:1
;1 ro~;1f µor él.
36S
LOS llEHILES \' LOS l'l¡ERTES 14:1-15:13
!
1
.36!)
H:1-15:1! LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
3i0
LOS bEIUUS \" LOS Ft.:dTES 14:1-15:15
los débiles y los fuenes: \' ahora amplia la perspectiva. Todo lo que
en parles anteriores de su epístola ha dicho acerca del evangelio
como "poder de Dios J>ara todo aq~l que cree; al judJo primera-
mente y también al Rriego", se conviene ahora en ilusuadón del
hecho de que Crino ha reunido de los confines del mundo, de judlos
y gentiles, un pueblo unili<atlo que unánime y a una ,·oz glorifica
a Dios. "Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mos-
uar la ,·erdad de Di~. para confirmar las promesas hechas a los
padres". :En Cristo todas las promesas se han cumplido. A través de
Dios vi110 q, ser ve1nz ~n sus promesas (6 8aoc; ciX1')81]~ 5:4). As(
los jud(os pueden :ala~r :a Dios por su ,-eracidad, y los gentiles glo-
rificar "a Dios por su ~isericordia", porque de ellos, que eran Nvasos
de la iraº, hizo "vasos de la misericordia" y los que hablan sido ramos
de un olivo silvestre fueron injenados en el olivo bueno (11:17, 24).
Ahora los gentiles pueden alegrarse junto con su pueblo Israel (v.
10). Dios hizo brotar de la ralz de Isa( a Cristo como vástago. Con
ello ha sido dada un- nue,-a esperanza no solamente a Israel, sino
1ambién a los gentiles: "Los gentiles esperar4n en él" (v. 12).
Sil