Professional Documents
Culture Documents
ALUMNA:
DOCENTE:
XXXXXX
INTRODUCCIÓN
El Derecho Internacional Privado es una disciplina que tiene poca historia, o para ser más
precisos, una historia breve. Se puede encontrar un remoto antecedente en el Ius Gentium de los
romanos como un derecho romano aplicable a los extranjeros, que tiene cierta, aunque mínima
similitud, con lo que hoy conocemos como Derecho Internacional Privado. Un antecedente
importante es la Glosa de Acursio, del año 1200 aproximadamente, donde un Juez de Módena
aplica el derecho boloñés, siendo el primer caso conocido en el cual un juez aplica un derecho que
no es el propio.
En 1228, Acursio redacta su Glosa al primer título del primer libro del Codex, que contenía
una constitución "Cunctos Populos" de los emperadores Valentiano, Teodosio y Graciano, que
somete a los pueblos gobernados por el emperador, a la religión católica.
Acursio plantea el caso del boloñés como hipótesis e infiere de la ley "Cunctos Populos",
que en una entidad política, la ley sola se aplica a sus súbditos y por ello la ley de Módena no se
aplica al boloñés (se trata de un boloñés que debía ser juzgado en Módena). No se dice que se
debe aplicar el derecho boloñés, pero ha sido interpretado así, descartando las otras dos
posibilidades: declaración de incompetencia o aplicación del derecho romano subsidiario.
Por esta razón se constituyó en Italia la primera escuela que se ocupó de resolver estos
conflictos legales entre pueblos diferentes. La escuela de los glosadores emitió a través de una
Glosa Magna, la Glosa de Acursio, la aplicación del derecho fuera de su propio territorio. Así, decía
Acursio, que si un boloñés se trasladara a Módena no deberá ser juzgado por los estatutos de
Módena, sino por la ley romana, aludiendo al edicto Cunctos Populus que en realidad se refería a
que la religión católica sería oficial para todos los pueblos del imperio. La idea era luchar contra las
autonomías feudales.
CAPITULO I
En Grecia la idea central de la comunidad convive con otra de carácter más general,
fundada en el sentimiento de un marco más amplio homogeneizado por elementos de carácter
religioso, militar y étnico. Esta idea va a generar un desdoblamiento en el ámbito de las relaciones
exteriores. Así podremos apreciar un Derecho Internacional regional operativo para las relaciones
entre las entidades soberanas de la Grecia de las ciudades, y, de otro, un Derecho Internacional.
No cabe duda de que la mayor parte de las ramas del Derecho occidental son tributarias, en
mayor o menor medida, del Derecho Romano y que el Derecho internacional privado, proveniente
del Derecho “natural y de gentes”.
El Derecho Privado, en la antigua Roma, estaba dividido en las Instituciones, en tres partes:
Derecho Natural (Ius Naturale), Derecho de Gentes (Ius Gentium) y Derecho Civil (Ius Civile).
En las Institutas de Gayo, se establece la distinción entre el Ius Civile y el Ius Gentium. Así, en
dichas Institutas se define el Derecho Civil como el derecho propio de la ciudad, el derecho que
cada pueblo establece para sí. En cambio, el derecho común de todos los hombres, el derecho que
usan todas las naciones, por tanto, aplicable a ciudadanos y extranjeros, se llama, Derecho de
Gentes, Ius Gentium.
El Ius Gentium, tuvo génesis en el Derecho Romano vigente en Roma, desde sus orígenes
hasta comienzos del siglo VI de nuestra era, es decir, la compilación de leyes y jurisprudencia
El Derecho de Gentes, que en latín se concibe, Ius Gentium, es el derecho que va desde la
segunda guerra púnica hasta Alejandro Severo. Es la época de las grandes conquistas, y por tanto,
de relaciones comerciales muchos más vastas.
Si bien muchos autores consideran al ius gentium romano como antecedente del Derecho
Internacional Privado, éste no era un derecho supranacional sino un derecho romano aplicable a
los extranjeros.
Resulta evidente que si situamos nuestro punto cronológico de análisis a partir del Edicto
de Caracalla, el estudió de la reglamentación jurídica de los supuestos en los que interviene al
menos un peregrino, se encuadra mejor dentro del ámbito del derecho “interlocal” o “intersocial”
que dentro del Derecho internacional privado.
La fundación de Roma como civitas, con sus simbólicos mundus y pomerium, abrió paso a
un proceso expansivo que tuvo a su vez dos consecuencias transcendentales: de un lado, la
“territorialización” del concepto civitas y, de otro, la necesidad de articular estructuras de poder
adaptadas a una realidad política mucho más amplia.
Las relaciones con las unidades del entorno que le era propio fueron mucho más
integradas que las que existieron en la Grecia de las ciudades. La incorporación, la conquista o la
federación mediante pactos constituyeron fórmulas cimentadas sobre una serie de acuerdos que
ordenaban esas relaciones y aunque no fuese de un modo uniforme se consiguió vertebrarlas en
torno a un eje único: el de Roma. Se conformó así un mosaico imperial en que las distintas piezas
se incardinaban armónicamente en el ámbito del poder romano.
Las unidades políticas que componía el marco exterior romano eran percibidas por Roma
como un módulo único, habitado por barbari, gente hostil a quienes no podía reconocerse ninguna
aptitud jurídica; en parte, porque lo primitivo de sus organizaciones, de sus religiones y de sus
derechos.
Entre las figuras que permitían el acceso de los peregrinos a la jurisdicción romana se
encuentra la conocida como la stipulatio. De acuerdo con Gayo resultaba operativa para los
peregrinos y se refería a los supuestos en los que la acción u omisión del promitente pudiese tener
una traducción patrimonial.
El norte de la actual Italia estaba ocupada por pequeños estados con legislación propia
(estatutos) y diferente de la ley del Imperio Romano, relacionados entre sí en virtud principalmente
del comercio, y que en sus relaciones, muchas veces entraban en conflicto siendo dudoso cual
estatuto era el aplicable al caso. Existieron dos soluciones. La primera proponía que se aplicare el
estatuto del lugar donde había ocurrido el conflicto, aplicando la territorialidad de la ley. El otro
exigía la aplicación del estatuto más justo (equitativo) para el caso concreto.
Por esta razón se constituyó en Italia la primera escuela que se ocupó de resolver estos
conflictos legales entre pueblos diferentes. La escuela de los glosadores emitió a través de una
Glosa Magna, la Glosa de Acursio, la aplicación del derecho fuera de su propio territorio. Así, decía
Acursio, que si un boloñés se trasladara a Módena no deberá ser juzgado por los estatutos de
Módena, sino por la ley romana, aludiendo al edicto Cunctos Populus que en realidad se refería a
que la religión católica sería oficial para todos los pueblos del imperio. La idea era luchar contra las
autonomías feudales.
Más tarde, se abandona la glosa y se elaboran comentarios y estudios independientes por parte de
los comentaristas o posglosadores. Éstos, ante el conflicto de Estatutos, comenzaron a reflexionar
acerca del ámbito de aplicación de la ley en el espacio. Así, estudiarán si la aplicación de la ley
debe ser meramente territorial o si cabe una aplicación extraterritorial de la ley. Los territoriales son
los que imponían condiciones más desfavorables y los extraterritoriales eran los que otorgaban
mayores facultades o concesiones.
Se admite por primera vez, entonces, una aplicación extraterritorial. Un juez milanés
podría, por ejemplo, aplicar en determinados casos el Estatuto de Módena. Esta solución resultaba
revolucionaria para la época, y aunque los autores trataron de fundamentarla en el Corpus Iuris
En realidad, Accursio sólo se refería a la capacidad para contratar, la cual debía juzgar el
juez de Módena pero con arreglo a la ley boloñesa. Por consiguiente, ya hay separación entre los
problemas del juez competente (el modetano) y de la ley aplicable (la boloñesa).
Los conflictos que tratan los autores de la escuela estatutaria no son propiamente
conflictos internacionales, sino internos. Las ciudades italianas de la época estaban englobadas en
una unidad política superior: el Sacro Imperio o el Papado. Posteriormente, estas reglas
elaboradas para conflictos internos sí fueron trasladadas por los autores y los tribunales al ámbito
internacional (y así, la capacidad del inglés en Módena se regiría por la ley inglesa).
4.- POSTGLOSADORES:
Dice Goldschmidt que aquí asoma por primera vez el chauvinismo jurídico que solo se
justificaba al amparo de entidades en formación.
La escuela francesa del siglo XVI, trató de luchar contra las autonomías regionales. Los
estatutos regían según esta escuela del siguiente modo: la ley local se aplicaba a la forma de los
actos, mientras que la “lex fori” a la forma del proceso.
Las leyes del estado reinan en los límites del mismo, mas allá no tiene fuerza
alguna; y para todos los súbditos
Los jefes de estado por cortesía obran de suerte que una ley de otro Estado, luego
de producir sus efectos en su pueblo, los conserve en los demás Estados. Esto
siempre y cuando no resulte perjudicial para su poder y derechos o para sus
súbditos.
La escuela holandesa, no admitía otra aplicación que la del Derecho del lugar y, cuando
excepcionalmente se aplicaba una norma extranjera, no tenía ello otra justificación que la cortesía
internacional (comitas gentium).
Froland sostenía que los bienes están al servicio de las personas, por eso, la mayoría de
los estatutos son personales y la excepción, los reales. En la relación jurídica se debe privilegiar al
sujeto. Se debe proteger a la persona donde vaya, no puede limitarse una capacidad adquirida en
otro Estado.
Bouhier señalaba que en caso de duda, debe calificarse un estatuto como personal.
A principios del s. XIX aparecen las obras de los grandes racionalizadores del D.I.P.: Story, Savigny
y Mancini.
STORY: Acuñó la denominación con q aún hoy conocemos a nuestra disciplina. Su construcción
parte d la territorialidad para aceptar la recepción del Dº Extranjero sobre una base utilitarista; se
trata d hacer justicia para q nos la hagan.
MANCINI: Elabora una obra q gira en torno a la aplicación del principio de la nacionalidad del
Derecho Internacional Privado. Es uno de los grandes impulsores de la codificación internacional,
por vía convencional, del Derecho Internacional Privado.
SAVIGNY fue el alemán (1779-1861) el que sentó las bases del Derecho Internacional actual,
considerando que no afecta la soberanía de un estado la aplicación de la ley extranjera a las
relaciones entre particulares, por lo cual nada obsta a la creación de normas de Derecho
Internacional que prevalezcan sobre las normas de cada Estado para solucionar conflictos que
trasciendan el ámbito de un solo Estado, salvo que contraríe principios de orden público.
Considera que los países conviven en una comunidad internacional, que la aplicación del
derecho extranjero no es una regla de cortesía sino como una obligación, la cual surge de la
existencia de un mínimo de equivalencia entre las diversas instituciones jurídicas de los estados.
Cuando ese mínimo peligra por instituciones desconocidas o violatorias, surgen las leyes positivas
rigurosamente obligatorias, con lo que se bautiza el orden público.
códigos y tratados modernos, incorporando a la legislación positiva una serie de conceptos que
enriquecen de forma muy importante nuestro Derecho Internacional Privado.
El Libro X está dividido en cuatro títulos, el primero referido a las disposiciones generales,
que contiene normas relativas a la igualdad de peruanos y extranjeros, las fuentes del derecho
internacional privado, el reenvío, el orden público internacional, los derechos adquiridos en países
extranjeros y la forma como debe aplicarse el derecho extranjero competente.
El tercer título, el más extenso del libro, está dedicado a la ley aplicable, y contiene las
normas de conflicto propiamente dichas, estableciendo las distintas categorías y los factores de
conexión atribuidos a cada una de ellas.
El cuarto y último título contiene Las normas que regulan el reconocimiento y ejecución de
sentencias y fallos arbitrales extranjeros.
Fue recién a partir de 1930, que bajo el influjo de las corrientes nacionalistas se comienzan
a restringir los derechos a los extranjeros en lo que respecta a ciertas actividades económicas
consideradas estratégicas, como fueron por ejemplo, el petróleo y el transporte marítimo de
cabotaje. Este planteamiento alcanza su consagración constitucional en el artículo 114 de la
Constitución de 1979, cuyo tenor es el siguiente: "Por causa de interés social o seguridad nacional;
la ley puede reservar para el Estado actividades productivas o de servicios. Por iguales causas
puede también el Estado establecer reserva de dichas actividades a favor de los peruanos".
En el Perú, como en todo el mundo, en la década del 90, la corriente ideológica neoliberal,
que se expresa en el llamado "Consenso de Washington", dominó la política económica occidental,
plasmándose en nuestro país en la Constitución de 1993, cuyo artículo 63 establece que la
inversión extranjera está sujeta a las mismas condiciones que la inversión nacional. Después de
más de una década de aplicación, los países del sur no han salido de subdesarrollo. Stiglits
-Premio Nobel de Economía 2001 y vicepresidente del Banco Mundial- en su obra "El malestar en
la globalización" afirma enfáticamente que este proceso orientado por el Fondo Monetario
Internacional ha causado un sufrimiento excesivo a los países en desarrollo. Los gobiernos deben
y pueden adoptar políticas que orienten el crecimiento de los países de modo equitativo. Somos
una comunidad global y para convivir debemos cumplir unas reglas equitativas y justas que
atiendan tanto a los países pobres como a los poderosos y reflejen un sentimiento básico de
decencia y justicia social.
En el primer párrafo del artículo 71 se expresa que los extranjeros no pueden invocar en
caso alguno "excepción, ni protección diplomática". La inversión extranjera, que a tenor del artículo
63 de la Constitución está sujeta a las mismas condiciones que la inversión nacional, no goza de
las inmunidades que tienen los representantes extranjeros acreditados ante el Estado peruano,
pues viene en ejercicio de actividades económicas y no como representante oficial de otro Estado.
En consecuencia, los conflictos que se generen entre el inversionista o propietario extranjero en el
país están sometidos a las normas de jurisdicción establecidas en las leyes o en los actos jurídicos
en uso de la autonomía de la voluntad que la ley concede a las partes, salvo que se trate de
competencia exclusiva nacional establecida en los artículos 2058 del Código Civil y 63 de la
Constitución.
El artículo 26 de la Constitución de 1979 tenía un primer párrafo que se establecía que: "La
propiedad se rige exclusivamente por las leyes de la República", el cual no aparece en el artículo
71 de la Constitución vigente. Desconocemos la razón de esta exclusión y consideramos que es
necesaria su inclusión en el texto constitucional.
El segundo párrafo del artículo 71 limita el acceso a los extranjeros a los recursos naturales
ubicados dentro de los cincuenta kilómetros de las fronteras nacionales, sancionado su
incumplimiento con la pérdida del derecho en beneficio del Estado. Sin embargo, el Poder
Ejecutivo en caso de necesidad pública expresamente declarada por decreto supremo aprobado
por el Consejo de Ministros puede autorizar la excepción, que en el caso del artículo 126 de la
Constitución de 1979 debía ser hecha por ley expresa del Congreso.
La prohibición del artículo 71 que comentamos no está solo referida a las personas
naturales sino que también incluye a las personas jurídicas extranjeras. Strictu sensu esto no
significa reconocer nacionalidad a las personas jurídicas, atributo que desde nuestro punto de vista
solo corresponde a las personas naturales, sino la extensión de la prohibición a las personas
jurídicas constituidas en el extranjero. Utilizando el criterio de la Decisión 24 del Acuerdo de
Cartagena y sus modificatorias, también debe considerarse empresa extranjera a la constituida en
el Perú, en la que los inversionistas nacionales participan con menos de 80% en su accionariado y
en sus cuerpos directivos.
condiciones de trabajo saludables y libres de peligros, a salarios justos y a igual remuneración por
trabajo de igual valor sin distinción de ningún género.
CAPITULO II
El derecho internacional privado regula las relaciones jurídicas privadas ente particulares
no excluyendo al Estado cuando actúa despojado de su ius imperií, en una relación paritaria frente
a un particular- donde se aprecian además elementos de intensificación que la vinculan con
ordenamientos jurídicos extranjeros.
Siendo ello así es necesario no perder de vista que las fuentes del Derecho Internacional
Privado aplicables a partir de la relación jurídica privada internacional se sustentan por su modo de
producción de sistemas de Derecho Internacional Privado de carácter interno; de carácter
internacional, comunitario o supra estatal Las fuentes son fuerzas sociales que dan origen al
derecho.
Algunos autores enuncian entre las fuentes del Derecho Internacional Privado a la costumbre,
a la jurisprudencia, a los principios generales del Derecho Internacional Privado, al tratado, a la
doctrina y a la ley correspondiendo resolver las relaciones que se tejen entre las mismas
atendiendo a su origen nacional o internacional, basados en dos teorías:
Las normas internacionales no influyen sobre el valor obligatorio de las normas internas y
viceversa. No existe posibilidad de conflicto en sentido propio, entre ambos derechos. En
consecuencia se admite sin dificultad el valor jurídico del derecho interno contrario al
internacional. El tratado tiene vigencia, entra en vigor por una ley que la recepciona y la
introduce al derecho interno, antes que esto el tratado es solo un compromiso. (Así como
puede incorporarse también puede denegarse).
A la luz de nuestra Constitución Política vigente, los tratados tienen rango legal, aunque
técnicamente no son ley. De ahí que, en caso de conflictos entre el tratado y la ley, el tema de su
igualdad jurídica deberá ser resuelto a favor del primero por el criterio de resistencia y especialidad
del tratado respecto a la ley, teniendo en cuenta, asimismo, el principio de reserva por el cual los
Estados tienen la obligación jurídica de no promulgar leyes o dictar normas cuya aplicación viole o
contradiga las disposiciones del Derecho Internacional (reserva de las estipulaciones
convencionales), como lo recomienda la doctrina contemporánea (BIOCCA-CÁRDENAS-BASZ).
En cambio, cuando un tratado internacional contiene una estipulación que afecta una disposición
constitucional, debe ser aprobado siguiendo el procedimiento de reforma de la Constitución (aprobación por
mayoría absoluta del número legal de miembros del Congreso y ratificación por referéndum), antes de su
ratificación por el Presidente de la República.
El artículo bajo comentario les confiere el carácter de fuente supletoria. A partir de lo cual se podría
entender que estos deberían operar en un determinado momento de la actividad jurídica, cuando
existen vacíos o lagunas en el Derecho escrito, máxime cuando las normas de Derecho
Internacional Privado son escasas y presentan algunas veces defectos técnicos.
En esa perspectiva, los principios serían una especie de suplentes jerárquicamente subordinados a
los tratados y normas de Derecho Internacional Privado. En otras palabras, una fuente directa de
tercer grado.
3. La Doctrina
Debido a las lagunas del Derecho positivo, la doctrina del Derecho Internacional Privado contribuye
a mantener vivos y actualizados los textos legales, permitiendo que se pueda sustentar la
interpretación más apropiada para determinada norma jurídica.
4.- Jurisprudencia
CONCLUSIONES
En los orígenes históricos de esta disciplina, la extranjería constituyó la técnica principal (por no
decir exclusiva) en la reglamentación del tráfico externo. En los sistemas antiguos el extranjero
carecía de todo derecho en una comunidad que no fuese la suya propia. Epicuro explicaba esta
situación de vacío inicial sobre la base de la existencia de un pacto ciudadano. El extranjero, al ser
un tercero con respecto al acuerdo originario, no era susceptible de ser perjudicado o beneficiado
por ninguna de las normas de un sistema que le era ajeno. Partiendo de esta base, las únicas
posibilidades de romper el círculo vicioso y proveer de una regulación al “tráfico externo”
consistían, o bien en extender al extranjero las normas y acciones propias de los ciudadanos en
algunas materias, o bien en crear un núcleo de preceptos especiales para regular las situaciones o
relaciones que llegasen a protagonizar.
BIBLIOGRAFIA
http://derecho.laguia2000.com/derecho-
internacional/historia-del-derecho-internacional-privado
http://eprints.ucm.es/6880/1/TRATADAMCOM98Bpdemigu
PAGINAS WEB el.pdf