Professional Documents
Culture Documents
Fase preliminar.
La importancia de la fase preliminar, también conocida como fase de orientación o
fase preasistencial, radica en que establece el tono del resto de la relación.
Durante este primer encuentro, paciente y enfermera se observan mutuamente de
forma minuciosa y juzgan la conducta del otro. Las tres etapas de la fase preliminar
son: entablar una relación, clarificar el problema, y estructurar y formular un
contrato (Brammer 1988). Otras tareas importantes de la fase preliminar son
conocerse y alcanzar un cierto grado de confianza.
Después de las presentaciones, la enfermera puede comenzar una conversación
de tipo social para que el paciente se relaje. Un ejemplo sería comentar el día tan
bueno que hace y hablar de lo que les gustaría hacer en caso de estar en casa.
Es posible que al principio de la fase preliminar el paciente muestre ciertas
conductas defensivas. Las conductas defensivas son aquellas que inhiben la
participación, la colaboración o el cambio. Su origen puede deberse a la dificultad
para admitir que se necesita ayuda y, por tanto, que se desempeña un rol
dependiente; en el temor a exponer y afrontar los sentimientos; en la ansiedad por
el malestar que implica cambiar los hábitos; de conducta que causan problemas; y
en el temor o ansiedad en respuesta al planteamiento hecho por la enfermera, el
cual podría ser inapropiado en opinión del paciente.
Las conductas defensivas se vencen transmitiendo una actitud afectuosa, un
interés sincero por el paciente y una sensación de aptitud. La enfermera que se
comporta de este modo facilita además la confianza en la relación. La confianza se
describe como la seguridad indudable e incuestionable que alguien nos inspira, o
la convicción de que esa persona es capaz de ayudar en los momentos difíciles y
de que lo hará con toda probabilidad. La confianza en alguien entraña un riesgo;
los pacientes se vuelven vulnerables cuando comparten ideas, sentimientos y
actitudes con el profesional de enfermería. A pesar de ello, la confianza permite al
paciente expresar con franqueza sus pensamientos y sentimientos.
Al final de la fase preliminar, los pacientes deben empezar a:
Tener confianza en el profesional de enfermería.
Ver a la enfermera como una profesional competente y capaz de ayudarles.
Ver a la enfermera como alguien sincero, franco y que se preocupa por su
bienestar.
Creer que la enfermera intentará comprender y respetar sus valores y
creencias culturales.
Creer que la enfermera respetará la confidencialidad del paciente.
Sentirse cómodos al hablar con la enfermera acerca de sus sentimientos y
otros temas delicados.
Comprender el propósito de la relación y los roles a desempeñar.
Sentirse partícipes activos en la elaboración de un plan de cuidados de mutuo
acuerdo.
Fase de trabajo.
Durante la fase de trabajo de una relación de ayuda, la enfermera y el paciente
comienzan a verse el uno al otro como individuos únicos. Ambos empiezan a
valorar esta singularidad y a sentir un afecto mutuo. El afecto consiste en compartir
un interés profundo y auténtico por el bienestar de la otra persona. Una vez
alcanzado el afecto, aumenta la posibilidad de que surja la empatía.
La fase de trabajo consta de dos etapas principales: explorar y comprender las
ideas y sentimientos, y facilitar la acción. La enfermera ayuda al paciente a analizar
las ideas, los sentimientos y las acciones, así como a elaborar un plan de acción
para lograr los objetivos preestablecidos.
Fase de terminación.
La fase de terminación de la relación se prevé a menudo difícil y llena de
ambivalencias. A pesar de ello, cuando las fases anteriores transcurren de manera
eficaz, el paciente tiene, por lo general, una perspectiva positiva y se siente capaz
de afrontar los problemas de una forma independiente. Sin embargo, el afecto que
se ha alcanzado hace natural esperar que haya sentimientos de pérdida, y cada
persona tiene que encontrar un modo de despedirse.
Para terminar una relación pueden emplearse diversos métodos. Hacer un
resumen o un repaso del proceso aporta una sensación de logro. Una manera de
hacerlo consiste en recordar juntos cómo eran las cosas al principio de la relación,
y compararlas con cómo son ahora. También resulta útil, tanto para la enfermera
como para el paciente, expresar de forma abierta y sincera sus sentimientos
acerca del final de la relación. Así pues, hay que empezar a hablar de la
terminación de la relación antes de la entrevista final. Así se da al paciente tiempo
para adaptarse a la independencia. En algunos casos es necesario derivar al
paciente a otros profesionales, o conviene ofrecerle un encuentro ocasional para
ayudarle en lo que necesite. Otras intervenciones que facilitan la transición del
paciente hacia su independencia son las llamadas telefónicas y los correos
electrónicos de seguimiento.
Escucha activa.
A diferencia de la escucha pasiva, en la que únicamente participa el oído, la
escucha activa consiste en oír activamente, utilizando para ello todos los sentidos.
Probablemente sea la técnica más importante en enfermería, y es esencial para el
resto de las técnicas. La escucha activa es un proceso dinámico que exige energía
y concentración. Consiste en prestar atención la totalidad del mensaje, tanto verbal
como no verbal, y observar si la comunicación es congruente. La escucha activa
significa absorber el contenido y el sentimiento que transmite la persona, sin hacer
selecciones. El receptor no escoge ni escucha solamente lo que quiere oír; la
enfermera se concentra no en sus propias necesidades sino en las del paciente.
La escucha activa transmite una actitud de afecto e interés, lo cual anima al
paciente a expresarse.
La escucha activa también abarca escuchar los temas claves de la comunicación.
El profesional de enfermería tiene que tener cuidado de no reaccionar rápidamente
al mensaje. No se debe interrumpir al orador, y la enfermera (quien responde)
necesita tomarse un tiempo para meditar el mensaje antes de responder. Como
receptor, además, deberá formular preguntas para obtener más información o para
clarificar el mensaje que ha recibido.
Los profesionales de enfermería tienen que ser conscientes de sus propios
prejuicios. No se debe desacreditar un mensaje que refleje valores o convicciones
diferentes. Según Rondeau (1992), el emisor del mensaje (es decir, el paciente) ha
de decidir cuándo finaliza la conversación. Si es la enfermera quien cierra la
conversación, el paciente puede interpretar que no ha dado importancia al
mensaje.
En resumen, la escucha activa es una técnica muy compleja, pero
afortunadamente se puede aprender con la práctica. Existen varias maneras de
transmitir una actitud de atención al escuchar a los pacientes. Las respuestas más
frecuentes son mover la cabeza, decir «uh huh» o «mmm», repetir las palabras
que ha empleado el paciente, o decir «Entiendo lo que quiere expresar». Cada
enfermera tiene un modo característico de responder, y debe tener cuidado de no
parecer poco sincero o falso.
Atención física.
Egan (1998) destacó cinco modos concretos de prestar atención física, algo que él
define como la manera de estar presente para otra persona, o de estar con ella. En
su marco de referencia, lo que una persona hace cuando está presente es
escuchar.
Las técnicas de comunicación terapéutica facilitan la comunicación y se centran en
los problemas del paciente.