Professional Documents
Culture Documents
Se aprobó en 1994.
“Debido en cierto modo al altísimo costo fiscal de la reforma, cuyo cálculo fue
subestimado en 50% del costo actual (Mesa Lago, 2004), el efecto favorable sobre el ahorro
nacional debe ser asumido como un artículo de fe, cuya revelación última y afortunada
requerirá décadas. Finalmente, la crisis económica que estalló a fines de 2001, y en cuyo
componente de desequilibrio fiscal y endeudamiento público el efecto de la reforma fiscal
tuvo fuerte incidencia, demostró que los sistemas de capitalización no eran inmunes al
riesgo político, cuando el Estado entró en cesación de pagos y devaluó” (154).
Soldano, Daniela y Andrenacci, Luciano (2006). “Aproximación a las teorías de la
política social a partir del caso argentino”, en Andrenacci, Luciano. [comp]. Problemas de
política social argentina. Buenos Aires, Prometeo-UNGS, pp. 21-90.
“En la Argentina, el valor fundante del sistema de política social construido a partir
de los años cuarenta fue la solidaridad entre sectores trabajadores, que originariamente se
pensó como base de una organización con capacidad de expandirse en el mediano plazo
hasta un sistema de protección universal. La orientación particularista que finalmente
predominó, consecuencia de una puja política en torno a los recursos manejados por el
Estado por parte de los grupos involucrados en cada área de política, significó el predominio
de la solidaridad grupal y su consecuencia más negativa: la conformación de un sistema
estratificado de beneficios en función de contribuciones diferentes según los esquemas
diferenciales de salario. Ni el seguro de desempleo ni las políticas activas de empleo
formaron parte del sistema de políticas sociales” (228).
En 1991 se creó la ANSES “que tonó a su cargo la administración y control de la
recaudación de todos los aportes y las contribuciones calculados sobre la nómina salarial,
incluyendo los destinados al régimen de asignaciones familiares. El porcentaje
correspondiente a la financiación de las prestaciones de atención médica fue derivado luego
a las respectivas obras sociales” (236)
“La ley 24.241 de octubre de 1993 sancionó la creación del Sistema Integrado de
Jubilaciones y Pensiones, que no incorpora los regímenes específicos de las Fuerzas
Armadas y de seguridad. EL nuevo SIJP es obligatorio y mixto. Combina prestaciones de
capitalización y de reparto que birndan anetes privados y públicos. El componente de
reparto (Prestación Básica Universal) está a cargo del sector público, al igual que la
Prestación Compensatoria, que corresponde a quienes hicieron aportes al sistema
jubilatorio antiguo, con independencia del régimen que elijan para el futuro” (239)
“El aspecto más crítico del nuevo sistema radicaría sin embargo en los compromisos
asumidos por el Estado, que permitían prever, en el mismo momento de su sanción, su
inviabilidad financiera en el corto plazo y la necesidad de financiamiento adicional para
enfrentarlos. (…) Mientras tanto, no ha verificado la ampliación de la población aportante,
que en el momento de sanción de la reforma se proyectaba como consecuencia de una
mayor confianza generada por el régimen de administración privado” (240).
“En los ochenta cobró fuerza la propuesta de focalización, cuando organismos como
el Banco Mundial defendieron una concentración del gasto social en los grupos más
vulnerables, mediante programas focalizados que supuestamente permitirían reducir la
pobreza más efectivamente y con un menor costo. Este tipo de estrategias se identifica
como políticas compensatorias, en oposición a las de orientación universalistas” (256-257).
“En los noventa el énfasis de los debates sobre pobreza se colocó en muy diferentes
planos. Para esta presentación se han priorizado tres: la relación entre concetración de la
riqueza y crecimiento, la heterogeneidad de las situaciones de pobreza y la incidencia
negativa de las transformaciones producidas en el mercado de trabajo” (257)
“El debate sobre las nuevas políticas sociales ha llegado de modo muy limitado al
nivel de decisión estatal en la Argentina. Las políticas puestas en marcha en las últimas dos
décadas se inscriben en el paradigma focalizador, reciben importantes aportes de los
organismos internacionales de crédito, carecen en general de una evaluación de las
necesidades por cubrir y un diagnóstico que permita utilizar los instrumentos más
adecuados para hacerlo, y en general se implementan al calor de la coyuntura y la
movilización de diferentes grupos afectados por las políticas de ajuste” (261).
(12)
Es un dato sobre la relación entre aportes y gastos.
“Tras la reforma aprobada por la Ley 24.241, el SIJP es un sistema de dos pilares.
El primero de ellos es de “reparto”, administrado por el Estado y otorga una prestación muy
similar para cada uno de los jubilados, denominada Prestación Básica Universal (PBU). El
segundo pilar otorga a los trabajadores la posibilidad de optar entre dos regímenes:
(i) de reparto con beneficios definidos administrado por el Estado que otorga una
prestación denominada Prestación Adicional por Permanencia (PAP); o
(ii) de capitalización individual, con contribución definida, gestionado por empresas
denominadas Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) creadas con
esa única y específica finalidad” (13).
“El sistema previsional argentino fue diseñado para ofrecer protección a los adultos
mayores que participan en el mercado formal de empleo. Sin embargo, el creciente
financiamiento de los beneficios con recursos provenientes de rentas generales y la
creciente informalidad laboral (que generó beneficiarios cada vez más selectos)
constituyeron un problema muy importante. La reforma aprobada en 1993 tenía, como uno
de sus objetivos, profundizar la relación entre los aportes realizados y los beneficios por
percibir, como mecanismo de promoción de la formalización. Un argumento similar fue
utilizado al implementar las rebajas de las contribuciones patronales, pero el efecto de estos
incentivos fue menor al esperado. La recesión desde 1998 y la crisis de 2001/02
profundizaron este problema, al incrementarse la desocupación, reducirse el nivel de
cumplimiento con las obligaciones previsionales y deteriorarse la capacidad adquisitiva de
los adultos mayores con o sin ingresos formales” (18).
Pensiones no contributivas
“Este programa se desarrolla en un contexto de la política social que presenta una
importante fragmentación tanto entre niveles de gobierno (nación, provincias y municipios),
como entre instituciones del gobierno nacional. Al reformarse el sistema previsional en
1994, las PNC fueron separadas de los programas contributivos, los que continuaron en el
ámbito del Ministerio de Trabajo reorganizados en el SIJP. A partir de enero de 1996, el
programa de PNC pasó a ser administrado por la Secretaría de Desarrollo Social, que hasta
1999 dependió de la Presidencia de la Nación y, desde entonces, del Ministerio de
Desarrollo Social.
El programa de PNC otorga siete tipos de beneficios:
(i) por vejez;
(ii) por invalidez,
(iii) a madres de siete o más hijos,
(iv) “graciables” otorgados por el Congreso de la Nación
(v) a ex-combatientes de la guerra de Malvinas
(vi) a familiares de desaparecidos durante el gobierno militar,
(vii) otros por leyes especiales.
Los tres primeros programas son también denominados "pensiones asistenciales" y
los dos últimos también se presentan agregados en publicaciones oficiales.
Las condiciones de adquisición para los beneficios asistenciales contemplan
algunos de los siguientes factores (dependiendo del tipo de pensión): falta de cobertura
previsional alternativa, ausencia de subsidios de cualquier tipo, falta de ingresos laborales,
riesgo médico-social, vejez, soledad, ausencia del progenitor o desempleo de éste para las
madres de familia numerosa, desempleo, presencia y cantidad de hijos menores,
incapacidad permanente y desamparo institucional” (25).
“La población activa está compuesta por los “ocupados” y los “desocupados” y la
población inactiva, por su parte, se compone de jubilados y pensionados, rentistas,
estudiantes, amas de casa, discapacitados y menores” (63).
“A grandes rasgos podemos reconocer dos etapas que coinciden con coyunturas
político-económicas diferentes, y que presentan tendencias contrapuestas. La primera de
ellas comprende los años 1991-2002 y la segunda 2003-2010. La primera de estas etapas
se caracteriza por el casi sistemático aumento de los desocupados (con excepción de los
años 1997 y 1998) y la oscilación entre tasas de crecimiento del empleo negativas con tasas
significativamente bajas. (…) Por su parte, el período que se extiende entre los años 2003
y 2010 presenta un crecimiento constante del empleo, aunque con intensidades variadas
que muestran un paulatino descenso: en el año 2003 se registra una tasa de crecimiento
interanual del 11%, mientras que en los años posteriores las tasas oscilan entre el 2 y el
6%” (66-67).
“Por su parte, el sistema de aseguramiento social en salud para los adultos mayores
se encuentra a cargo del INSSJyP-PAMI, que otorga cobertura a la población jubilada y
pensionada. El financiamiento de este sistema es mayoritariamente contributivo y proviene
de los aportes de los trabajadores en actividad, equivalente al 5% del salario (3% de aporte
personal y 2% de contribución patronal) y de los aportes de los pasivos, que varían entre
6% y 3% de sus ingresos, según estos superen o no el haber mínimo. Además el sistema
financia sus desequilibrios con contribuciones del tesoro nacional” (82).
“Este proceso de los últimos años fue acompañado por un importante aumento de
las pensiones no contributivas, que a su vez venían creciendo paulatinamente durante todo
el período bajo análisis. El programa de pensiones no contributivas (PNC) otorga siete tipos
de benefcios: i) por vejez; ii) por invalidez, iii) a madres de siete o más hijos, iv) graciables
otorgadas por el Congreso Nacional; v) a ex-combatientes de la guerra de Malvinas, vi) a
familiares de desaparecidos durante el gobierno militar y, vii) otros por leyes especiales.
Los tres primeros programas son también denominados “pensiones asistenciales”. Las
condiciones de acceso para los benefcios asistenciales contemplan algunos de los
siguientes factores dependiendo del tipo de pensión: falta de cobertura previsional
alternativa, ausencia de subsidios de cualquier tipo, falta de ingresos laborales, riesgo
médico-social, vejez, soledad, ausencia del progenitor o desempleo de éste para las
madres de familia numerosa, desempleo, presencia y cantidad de hijos menores,
incapacidad permanente y desamparo institucional” (90).