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FUENTES DE MAQUIAVELO

MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. 1532.

Dedicatoria

“[…] no he encontrado entre mis cosas nada más querido ni más estimado que mis conocimientos
sobre las acciones de los grandes hombres, adquiridos a través de una amplia experiencia de las
cosas modernas y una repetida lectura de las antiguas; habiéndolas examinado y considerado con
gran diligencia durante mucho tiempo, las he resumido ahora en un pequeño volumen, que envío a
Vuestra Magnificencia.
Y aunque considero que esta obra es indigna de seros presentada, confío no obstante en que por
Vuestra benevolencia la aceptaréis, dado que no podría haceros mejor regalo que el de ofreceros la
posibilidad de aprender, en poquísimo tiempo, lo que a mí me ha costado tantos años y tantas
dificultades y peligros llegar a conocer […]
No quiero que se mire como presunción el que un hombre de humilde cuna se atreva a examinar y
criticar el gobierno de los príncipes. Porque así como aquellos que dibujan un paisaje se colocan en
el llano para apreciar mejor los montes y los lugares altos, y para apreciar mejor el llano escalan los
montes, así para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe, y para conocer la
de los príncipes hay que pertenecer al pueblo.”1

Capítulo IX: “El principado civil”

“Pero, volviendo al otro caso, es decir, cuando un privado ciudadano se convierte en príncipe de su
patria, no mediante el delito u otras intolerables violencias, sino con el apoyo de los demás
ciudadanos (lo que podríamos definir como principado civil; y para llegar a él no hace falta sólo
talento o sólo fortuna, sino más bien una astucia afortunada), digo que este principado se puede
alcanzar bien con el favor del pueblo o bien con el favor de los poderosos. Porque en todas las
ciudades existen estas dos facciones distintas, y se debe al hecho de que el pueblo no quiere ser
sometido ni oprimido por los poderosos, y los poderosos quieren someter y oprimir al pueblo; de
estas tendencias opuestas nace en las ciudades uno de estos tres efectos: principado, libertad o
desorden. […]

1 MAQUIAVELO, Nicolás; El Príncipe. Op. Cit. Págs. 35 – 36.


Pero el que llega al principado con el favor popular se encuentra solo, y no hay nadie o casi nadie a
su alrededor que no esté dispuesto a obedecerle. Aparte de esto, no se puede dar satisfacción a los
poderosos de una forma digna y sin ofender a nadie, pero sí se puede satisfacer así al pueblo;
porque la intención del pueblo es más noble que la de los poderosos, puesto que éstos desean
oprimir, y aquél no ser oprimido. […] Y también es necesario que el príncipe viva siempre con ese
mismo pueblo, pero que no tenga siempre a los mismos poderosos, pudiendo crearlos o destruirlos
y darles o quitarles prestigio, a su gusto, cada día. […]

Porque un príncipe semejante no puede fiarse de lo que ve en los tiempos de paz, cuando los
ciudadanos necesitan al estado, porque entonces, cuando la muerte está lejos, todos se apresuran,
prometen y quieren morir por él. En cambio, en los tiempos duros, cuando es el estado el que
necesita a los ciudadanos, es difícil encontrarlos.”2

Capítulo XV: “Cualidades por las que los hombres, y especialmente los príncipes, son loados o
criticados”

“[…] siendo mi intención escribir una cosa útil para quien esté en grado de entenderla, me ha
parecido más conveniente perseguir la realidad factual antes que la imagen artificial. Muchos han
imaginado repúblicas y principados que nunca han sido vistos ni conocidos en la realidad, y es que
hay tanta diferencia entre cómo se vive y cómo habría que vivir, que el que no se ocupa de lo que
se hace para preocuparse de lo que habría que hacer, aprende antes a fracasar que a sobrevivir.
Porque es inevitable que un hombre que quiera hacer en todas partes profesión de bueno se hunda
entre tantos que no lo son. Por eso es necesario que un príncipe que se quiera mantener aprenda a
no ser bueno, y a utilizar esa capacidad según la necesidad […]”3

“[…] Y sé que todos afirmarán que sería enormemente loable que en un príncipe se encontrara, de
todas las cualidades que hemos mencionado arriba, las que se consideran buenas; pero puesto que
no se puede tenerlas todas ni observarlas en su totalidad, porque la condición humana no lo
consiente, es necesario que el príncipe sepa evitar con su prudencia la infamia de aquellos vicios
que le quitarían el estado, y sepa guardarse, en lo posible, de los que no se lo quitarían; no
obstante, si no es capaz, puede dejarse llevar por ellos sin demasiado temor. Y además no debe

2 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Págs. 83-87.


3 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Págs. 115-116.
preocuparse de incurrir en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvar el
estado […]”4

Capítulo XVI: “Liberalidad y parsimonia”

“Por consiguiente, puesto que no puede practicar la virtud de la liberalidad sin perjudicarse a sí
mismo, a un príncipe no debe preocuparle, si es inteligente, tener fama de mísero. Porque si actúa
con parsimonia sus entradas le bastan, pueden defenderse de quien le hace la guerra y puede
emprender campañas sin gravar a los pueblos, de modo que viene a ser liberal con todos a los que
no quita, que son muchos, y tacaño con todos a los que no da, que son pocos. […]
Por tanto, un príncipe, para no tener que robar a sus súbditos, para poder defenderse, para no verse
pobre y despreciado, para no verse obligado a convertirse en ladrón, no debería preocuparse
demasiado de incurrir en la fama de mísero, porque es uno de los vicios que le hacen reinar. […]
Por consiguiente, es más sensato quedarse la fama de tacaño, que genera una mala fama sin odio,
que, por buscar la reputación de liberal, tener que ganarse la fama de ladrón, que genera mala fama
y odio a la vez.”5

Capítulo XVII: “Crueldad y humanidad: ¿es mejor ser amado que ser temido, o viceversa?”

“Pasando a las otras cualidades que antes mencioné, digo que todo príncipe debe desear que le
consideren piadoso y no cruel; sin embargo, tiene que procurar no usar mal la piedad. A César
Borgia se le consideraba cruel, pero su crueldad había reorganizado la Romaña, la había unido y le
había devuelto la paz y la lealtad. Bien considerado, se verá que aquél resultó ser mucho más
piadoso que el pueblo florentino, que, para evitarse el nombre de cruel, dejó que Pistoya fuera
destruida. Por tanto, un príncipe no debe preocuparse de tener fama de cruel por mantener a sus
súbditos unidos y fieles, porque, con muy pocos ejemplos, será más piadosos que aquellos que por
ser demasiado humanos dejan que sigan los desórdenes, de los que nacen asesinatos y robos;
porque éstos suelen perjudicar a la entera sociedad, mientras que las ejecuciones que decreta el
príncipe sólo ofenden a individuos concretos. […]

Esto da pie para una discusión: si es mejor ser amado que temido, o viceversa. La respuesta es que
ambas cosas son deseables, pero puesto que son difíciles de conciliar, en el caso de que haya que

4 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Pág. 116.


5 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Págs. 117-119.
prescindir de una de las dos, es más seguro ser temido que amado […] a los hombres les da menos
miedo atacar a uno que se hace amar que a uno que se hace temer […]”6

Capítulo XVIII: “De qué forma tiene que mantener su palabra el príncipe”.

“Cualquiera puede comprender lo loable que resulta en un príncipe mantener la palabra dada y vivir
con integridad y no con astucia; no obstante, la experiencia de nuestros tiempos demuestra que los
príncipes que han hecho grandes cosas son los que han dado poca importancia a su palabra y han
sabido embaucar la mente de los hombres con su astucia, y al final han superado a los que han
actuado con lealtad.”7

“Digamos primero que hay dos maneras de combatir: una, con las leyes; otra, con la fuerza. La
primera es distintiva del hombre; la segunda, de la bestia. Pero como a menudo la primera no basta,
es forzoso recurrir a la segunda. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como
hombre. Esto es lo que los antiguos escritores enseñaron a los príncipes de un modo velado cuando
dijeron que Aquiles y muchos otros de los príncipes antiguos fueron confiados al centauro Quirón
para que los criara y educase. Lo cual significa que, como el preceptor es mitad bestia y mitad
hombre, un príncipe debe saber emplear las cualidades de ambas naturalezas, y que una no puede
durar mucho tiempo sin la otra.
De manera que, ya que se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe se
transforma en zorro y en león, porque el león no sabe protegerse de las trampas ni el zorro
protegerse de los lobos. Hay, pues, que ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a
los lobos. Los que sólo se sirven de las cualidades del león demuestran poca experiencia. Por lo
tanto, un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en
contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer. Si los
hombres fuesen todos buenos, este precepto no sería bueno; pero como son perversos, y no la
observarían contigo, tampoco tú debes observarla con ellos. Nunca faltaron a un príncipe razones
legitimas para disfrazar la inobservancia. Se podrían citar innumerables ejemplos modernos de
tratados de paz y promesas vueltos inútiles por la infidelidad de los príncipes. Que el que mejor ha
sabido ser zorro, ése ha triunfado. Pero hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y en

6 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Pág. 122.


7 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Pág. 125.
disimular. Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento,
que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar.
Así pues, no es necesario que un príncipe posea de verdad todas esas cualidades, pero sí es muy
necesario que parezca que las posee. Es más, me atrevería incluso a decir que poseerlas y
observarlas siempre es perjudicial, mientras que fingir que se poseen es útil […] No separarse del
bien, si se puede, pero saber entrar en el mal, si es necesario.”8

Capítulo XXV: “Cuál es el poder de la Fortuna en las cosas humanas y cómo hacerle frente”

“No desconozco que muchos han pensado y piensan que las cosas del mundo están gobernadas
tan profundamente por la fortuna y por Dios que los hombres no pueden enderezarlas con su saber,
o más aún, que no pueden solucionarlas en absoluto. No obstante, para no anular completamente
nuestro libre albedrío, considero que tal vez sea cierto que la fortuna gobierna la mitad de nuestras
acciones, pero que aun así nos deja gobernar aproximadamente la otra mitad.”9

“[…] comparo a la suerte con uno de esos ríos impetuosos que, cuando se enfurecen, inundan las
llanuras, arrasan los árboles y las casas, quitan tierra de un sitio y la colocan en otro, y todos huyen
frente a ellos, todos ceden ante su ímpetu sin poderlos frenar de ninguna manera. Y aunque esa
sea su naturaleza, nada impide que los hombres, en los días tranquilos, tomen precauciones y
construyan defensas y diques, para que luego, cuando los ríos crezcan, fluyan por un canal o, por lo
menos, su ímpetu no sea tan desenfrenado y tan dañino. Lo mismo ocurre con la suerte, que
demuestra su poder allí donde no hay ninguna virtud preparada para hacerle frente, y dirige sus
embestidas a donde sabe que no hay diques ni defensas para contenerla.”10

“[…] el príncipe que se confía por completo a la suerte fracasa en cuanto la suerte cambia. También
creo que triunfa aquel que adapta su forma de proceder a la naturaleza de los tiempos que corren,
de la misma forma que fracasa aquel cuyo proceder no armoniza con su época. […] ningún hombre
puede apartarse de aquello hacia lo que la naturaleza le inclina, y en parte también porque, al haber
prosperado siguiendo siempre el mismo camino, le cuesta desviarse de él […]”11

8 MAQUIAVELO, Nicolás: El Príncipe. Op. Cit. Pág. 127.


9 MAQUIAVELO, Nicolás; El Príncipe. Op. Cit. Pág. 163.
10 MAQUIAVELO, Nicolás; El Príncipe. Op. Cit. Págs. 163 - 164.
11 MAQUIAVELO. El Príncipe. Op. Cit. Pág. 164.
“[…] estoy convencido de lo siguiente: es mejor ser impetuoso que prudente, porque puesto que la
suerte es como una mujer, para someterla hay que pegarla y maltratarla. Y se puede ver que se
deja vencer más fácilmente por los que actúan así que por los que proceden fríamente, y por eso,
como mujer que es, siempre es amiga de los jóvenes, porque son menos cautelosos, más fieros y la
gobiernan con más audacia.”12

MAQUIAVELO, Nicolás: Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Gredos, Madrid,
España, 2011.

Prólogo al Libro I

“Os envío un regalo que, si no corresponde a mis obligaciones con vosotros, es el mejor que puede
haceros Nicolás Maquiavelo, pues en él ha expresado cuanto sé y aprendí en larga práctica y
continua enseñanza de las cosas del mundo.”13

“Si la pobreza de mi ingenio, mi escasa experiencia de las cosas presentes y las incompletas
noticias de las antiguas […]”14

“[…] como si el cielo, el sol, los elementos, los hombres, no tuvieran hoy el mismo orden,
movimiento y poder que en la Antigüedad.”15

“Las repúblicas tienen más vida y mejor, y más duradera fortuna que las monarquías, pues pueden
acomodarse, a causa de la variedad de genios de sus ciudadanos, a la diversidad de los tiempos,
cosa imposible para un príncipe; porque un hombre acostumbrado a proceder de cierto modo, no
cambia de costumbres, según he dicho, y, cuando los tiempos varían en sentido contrario a sus
procedimientos, por necesidad sucumbe.”16

“[…] cuando es absolutamente un asunto de la seguridad del país de uno, no debe haber
consideración de lo justo o lo injusto, de lo misericordioso o cruel, de lo laudable o vergonzoso; en

12 Ibídem. Pág. 166.


13 MAQUIAVELO, Nicolás: “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”. Pág. 247.
14 MAQUIAVELO, Nicolás: “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”. Op. Cit. Pág. 249.
15 MAQUIAVELO, Nicolás: “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”. Pág. 251
16 MAQUIAVELO, Nicolás; Discursos sobre Tito Livio Op. Cit. Pág. 316.
lugar de ello, poniendo a un lado todo escrúpulo debe uno seguir hasta lo último todo plan que salve
su vida y conserve su libertad.”17

“[…] Ningún hombre sabio censurará el empleo de algún procedimiento extraordinario para fundar
un reino u organizar una república; pero conviene al fundador que, cuando el hecho le acuse, el
resultado le excuse […]”18

CARTAS

“[…] porque, de un tiempo hasta ahora, yo no digo aquello que creo, ni creo más de lo que digo, y si
alguna vez he dicho lo verdadero, lo he escondido tras tanta mentira, que es difícil reconocerlo.” 19
Nicolás Maquiavelo a Francesco Guicciardini,
17 de mayo de 1521

“[…] y cuál es mi vida, os lo diré: me levanto a la mañana con el sol, y me voy a un bosque mío que
hice talar, donde permanezco dos horas para ver las obras del día anterior y para pasar el tiempo
con esos leñadores, que siempre se traen alguna desgracia entre manos, o entre ellos, o con los
vecinos, […]
Al alejarme del bosque, me voy a una fuente, y de aquí a un coto de caza que es mío. Debajo tengo
un libro, o Dante o Petrarca, o uno de estos poetas menores como Tibulo, Ovidio y otros por el
estilo: leo sus amorosas pasiones, y sus amores me recuerdan los míos: disfruto por un rato de
estos pensamientos. Voy luego por la calle, a la hostería: hablo con aquellos que pasan, pregunto
nuevas noticias de sus comarcas; escucho diversas cosas, y descubro variados gustos y diferentes
fantasías de los hombres.”20
Nicolás Maquiavelo a Francesco Vettori
10 de diciembre de 1513

17 MAQUIAVELO, Nicolás: Discursos. Pág. 390.


18 MAQUIAVELO, Nicolás: “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”. Op. Cit.
19 Original italiano: “[…] perché, da un tempo in qua, io non dico mai quello che io credo, né credo mai quel che io dico, e

se pure e’ mi bien detto qualche volta il vero, io lo nascondo fra tante bugie, che è difficile a ritrovarlo.” MACHIAVELLI,
Niccolò: Opere. II. Lettere. Legazioni e Commissarie. Editorial Giulio Einaudi, Turín, Italia, 1999. Pág. 373
20 AROCENA, Luis; Cartas privadas de Nicolás Maquiavelo. Eudeba, Buenos Aires, Argentina, 1979.

P. 78.

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