Si alguien escribiera la historia de mi vida el título del libro sería
mala suerte, en otras palabras, si mi vida fuera una taza de café digamos que a alguien se le fue la mano con la mala suerte, no dejando ni una sola pizca en el bote. Que por qué lo digo, porque mi vida no ha estado llena de éxitos, aventuras emocionantes o situaciones divertidas, sino de momentos que parece que hubiesen sido escritos para una comedia donde el protagonista tiene su nube gris privada encima que le llueve y le lanza rayos a cada momento, pero en este caso la historia que os voy a contar no se puede describir solamente con las palabras mala suerte, sino que esta cruza el limite entre mala suerte y una maldición; si no me creéis seguid leyendo y veréis como no exagero. Todo empezó una tarde, una de esas donde te estás muriendo de asco simplemente por el hecho de estar vivo. Salía de clase con mis auriculares puestos, la bufanda calada hasta las orejas y el gorro puesto de modo que la única franja de mi cara visible eran mis ojos, mientras andaba pensé que sería buena idea comprarme una bebida caliente en una de esas maquinas expendedoras que estaban por todos lados. La idea de la bebida caliente pareció increíblemente buena cuando sonó la canción de Perfect Day, una de esas canciones que te hacen querer estar envuelta en una manta en tu sillón mientras bebes una taza de chocolate caliente. Me paré frente a la primera máquina que vi, situada al final de un paso subterráneo, con una molesta luz que parpadeaba pidiendo a gritos que le cambiasen una bombilla. Lo primero que me fije al ver la máquina fue que un liquido rojo y un tanto espeso caía desde la parte superior, dejando un rastro a lo largo de todo el cristal, pero no le di importancia ya que quería irme a casa lo antes posible, pero no antes sin mi bebida. Metí la mano en el bolsillo a ver si conseguía encontrar monedas suficientes para pagar la bebida y como era de esperar, al sacarlas se me cae una de ellas al suelo, con la mala suerte de que rodó hasta la parte trasera de la máquina. En un primer intento traté de alcanzarla desde abajo, acostándome en el suelo y metiendo el brazo por debajo del aparato, pero estaba demasiado lejos como para que llegase, seguramente os preguntareis que por qué no busqué más monedas en mi bolsillo, y la respuesta es que simplemente no se me ocurrió, así que sí, podéis decir que todo esto me lo busqué yo solita por empeñarme en coger una moneda de detrás de una máquina. Mientras estaba en el suelo realizando mis mejores estiramientos y posturas para llegar a la moneda, con el irónico título de Close to you sonando por los auriculares, noté una sombra sobre mí y puesto que mi postura no era muy favorecedora, rápidamente me incorporé tratando de recuperar un poco de orgullo tras mi elegante postura de culo en pompa. Sabéis cuando veis algo increíble y sin que os deis cuenta se os abre la boca de modo que se os ve la campanilla, pues esa fue mi reacción cuando miré arriba y vi sobre mí al dueño de la sombra, habrá mil palabras para definirle en el diccionario, mil expresiones que decir para describirle, pero en ese momento solo se me ocurrió una, “¡Wow!”. No se si fue el ángulo desde el que le miraba, la luz de la triste bombilla o la sangre que me bajaba de la cabeza que me pareció tan guapo que me entro un pequeño mareo. En lo que intentaba cerrar la boca, él se quitó las gafas de sol, se bajó la bufanda y me sonrió, fue justo durante esa sonrisa cuando sonó esta vez en mi cabeza la frase de Take a Walk to the Wild side. Me recompuse lo más rápido que pude a la vez que me quitaba los auriculares con mi mano llena de pelusas para poder oír lo que decía, pero demasiado tarde como para escuchar la frase entera, entendiendo únicamente la palabra ayuda. - ¿Necesitas ayuda? -repitió con voz clara, aunque con un ligero tono burlón, posiblemente ocasionado por mi postura de culo en pompa. - La verdad es que sí -respondí lo más digna posible – Se me cayó una moneda detrás de la maquina y no logro alcanzarla.
Para mi alegría y más bien como excusa, a él tampoco se le ocurrió
buscar una moneda en su bolsillo o proponerme que buscara otra, sino que se levanto las mangas y rodó la máquina lo justo para que yo pudiese pasar por el hueco que apareció entre la pared metálica del túnel y la máquina expendedora. - ¿Tienes hueco suficiente? – me preguntó manteniendo su tono burlón pero con amabilidad - Sí creo que sí – le respondí dándome cuenta de que toda mi elocuencia se había caído junto con la moneda a un lugar recóndito lejos de mi alcance. Cuando ya tan solo faltaban escasos centímetros para que llegase a tocar la moneda, advertí de nuevo ese líquido rojo que anterior mente había visto en la parte delantera de la máquina, pero en este caso rozó mi mano dejándome una poco agradable mancha roja en el dorso de esta y parte del antebrazo, lo que logró que mi cara se convirtiera en una mueca de puro asco y que me arrepintiese de haber querido una bebida caliente. Justo cuando me recomponía de mi mueca vi justo detrás de la moneda algo que no había visto segundos antes y que jamás pensé que vería. No fue tanto la impresión de ver el cuerpo sin vida de alguien, ahí detrás aguantado entre la maquina y la pared, como la visión de el cuello seccionado que dejaba entrever la tráquea, venas y arterias de las que aun salía sangre a borbotones. Durante esos segundos en los que vi esa grotesca imagen por sorprendente que sea, no pensé en nada, no grite ni salí corriendo, solamente me quede ahí mirando con la mente en blanco hasta que un pestañeo me devolvió a la realidad y casi que involuntariamente mi cuerpo se movió hasta donde estaba él, haciéndome caer al suelo del impulso. No me di cuenta de cuanto tiempo pasó ni de cuantas palabras me dijo hasta que fui capaz de apartar la mirada del cadáver y le miré a los ojos donde vi los míos propios reflejados mostrando una mirada de pánico que jamás vi antes en mí. Fue en ese momento, en ese extraño momento cuando realmente me fije en él, tal vez fuera que la primera vez que le vi la vergüenza me impidió apreciar sus rasgos, pero ahora parecía como si no pudiese apartar la mirada de él, o más bien no quisiera hacerlo. En esos momentos no había nada más a mi alrededor que su pelo grisáceo y brillante, su mentón anguloso y sus labios carnosos, pero sobre todo me llamó la atención sus ojos brillantes y marrones, tan profundos como el océano, plasmados en unas facciones simétricamente colocadas a la perfección, unas facciones que, si en el momento de encontrarnos mostraban una sonrisa vacilante, ahora estaban cargadas de preocupación y miedo. Cuando salí de nuevo de mi ensoñación le oí decir con voz preocupada algo, pero de nuevo no acabé de entender lo que me decía, parecía como si mi cerebro hubiese reducido al mínimo las funciones que estaba dispuesto a realizar, excluyendo entre otras la comprensión del lenguaje hablado. De pronto empecé a temblar como si hubiese alguien dentro de mí con un taladro que con cada vibración sacudía cada musculo de mi cuerpo, que solo consiguió acentuar la cara de preocupación de este chico con el que solamente había intercambiado escasas palabras y ni si quiera sabía su nombre. Reuní todas las fuerzas que me quedaban y torpemente conseguí pronunciar una palabra. - C….Cu…Cuerpo. - ¿Estás bien? ¿Qué es lo que pasa?, no entiendo lo que estás diciendo. - Ahí, ahí hay algo -dije con voz temblorosa. - ¿Dónde? ¿Qué es lo que hay? – dijo él cada vez más asustado. - Vi algo, justo detrás de la máquina, hay un…. – justo cuando iba a pronunciar la palabra cadáver sentí como si mi lengua se hubiese quedado congelada resistiéndose a pronunciarla en voz alta, pero no fue necesario que la dijera porque acto seguido él se giro para ver lo que yo le indicaba y lo que para mí fueron segundos más tarde, su cuerpo reaccionó contrayendo todos sus músculos y chocando violentamente con la máquina, provocando que esta se tambalease y dejase caer algo al suelo que anteriormente estuvo oculto en la parte superior.
Ya estaba lo suficientemente oscuro como para que me costase ver
cosas situadas a más de dos metros de mí, lo que me dificultaba el ver que era aquello que había caído al suelo, y aquella lámpara que anteriormente parpadeaba, finalmente se había apagado dejándonos únicamente a la luz que salía de la máquina expendedora. Ambos estábamos demasiado impactados por la situación como para darnos cuenta de que era realmente aquello que había caído al suelo, y no lo hicimos hasta que al salir corriendo tropecé con ello. -Tenemos que llamar a la policía, no podemos dejar esto así e irnos -Tienes razón -respondí intentando ocultar que estaba a punto de llorar – pero te has fijado en la sangre, sigue fresca, ¿Y si el que lo hizo sigue por aquí? -No había pensado en eso, deberíamos escondernos por si acaso. Tras decir esto se levantó del suelo, se colocó frente a mí y me ofreció su mano para ayudarme a levantarme. A pesar de su amable oferta tenía demasiado miedo como para mover un solo músculo de mi cuerpo, pero fue su cálida sonrisa la que me convenció que con él estaría a salvo, que junto a él podría ser lo suficientemente valiente como para superar cualquier cosa, así que cogí su mano y dejé que me levantara del suelo suavemente. A pesar de la situación, a pesar de que hubiese un cadáver a escasos metros de nosotros, ahora ya no tenía miedo y comprendí que podía confiar en él. Al levantarme nuestras caras quedaron a escasos centímetros y nuestras miradas se cruzaron durante unos eternos segundos en los que sentí una sensación extraña, una que nunca antes había sentido, mi respiración se había vuelto pesada y sentía como si mi estómago estuviese bailando rumba y mi corazón hubiera decidido hacer subir y bajar el Everest corriendo, nunca pensé que podría sentirme así, como si necesitara gritar, reír, correr y llorar al mismo tiempo, todo solo por la simple mirada de este chico. Era un instante perfecto, solo faltaba una cámara lenta y un poco de viento que ondease mi pelo como el de una actriz de Hollywood, pero entonces un ruido a lo lejos nos despertó de nuestra ensoñación y entonces fue cuando volví a la realidad, había una persona decapitada detrás nuestro y posiblemente aquel que lo hubiese hecho seguiría por la zona y no dudaría en volver a hacerlo con tal de que nadie desvelase su secreto. Ahora mi corazón estaba desbocado, pero no por la presencia de él sino por la repentina sensación de que una presencia que antes no estaba ahí había aparecido tras nosotros, y él también la notó puesto que tensó sus músculos, apretó mi mano (la cual aun tenia cogida) y echó a correr tan rápido como pudo llevándome con él tras de sí. Tan solo habíamos avanzado un paso cuando tropecé con algo y caí al suelo, pero conseguí girar en el aire y vez de caer de bruces caí sobre mi espalda y justo en ese momento vi con lo que había tropezado, una cabeza con parte de la cara desfigurada por una increíble cantidad de golpes que ningún ser vivo habría soportado. La mueca de dolor y horror de aquella cara resaltada por la luz de la máquina dio lugar a la visión de la persona que posiblemente en los próximos segundos habría arrebatado mi vida, si en el momento preciso en el que el cuchillo volaba hacia mí, él no me hubiese levantado salvándome la vida. Después de eso solamente se que corrimos, corrimos sin que yo fuese consciente de cómo se movían mis piernas, si quiera de como conseguía respirar ya que lo único que lograba sentir en ese momento era su mano apretando la mía como si soltarme significara el fin, y tal vez esto fuese cierto, ya que ahora mismo yo era la única que podía comprender su miedo y lo que significa correr para salvar tu vida, pero sobre todo porque posiblemente yo fuese la última persona que habría conocido. Mientras corríamos podía sentir detrás de nosotros los pesados pasos de nuestro perseguidor y cuanto más avanzábamos menos posibilidades teníamos de escapar, puesto que el paso subterráneo estaba llegando a su fin y al final de este había unas largas escaleras que jamás seríamos capaces de subir lo suficientemente rápido como para escapar y pedir ayuda, por eso traté de buscar un modo de ganar tiempo, aunque solo fuesen unos segundos y ahí fue tuve la idea. Durante todo este rato había tenido la bufanda enrollada en el cuello y ahora esa bufanda se había convertido en nuestra mejor y única baza para conseguir escapar; la desenrollé lo más rápido que pude y sin pensármelo dos veces se la tiré a la cara con la esperanza de frenarle el tiempo suficiente como para intentar colarnos por una de las puertas laterales del paso que conducían a los baños, lugar que ahora parecía un escondite ideal. Por primera vez en mi vida tuve suerte y la bufanda dio en el blanco, frenando y cegándo a nuestro perseguidor el tiempo justo como para que esta vez fuera yo quien tirase de él hacia una puerta que con toda mi alma esperaba que estuviese abierta porque sino únicamente habría conseguido matarnos a los dos. Afortunadamente escogí de las tres puertas que había, la que estaba abierta y la cerré tras nosotros lo más rápido que pude y de nuevo el destino me sonrió ya que en el marco de la puerta vi algo plateado que resultaron ser unas llaves, las llaves que cerraban dicha puerta. Ahora estábamos a encerrados los dos solos y a oscuras en lo que parecía ser un cuarto de la limpieza, pero al menos estábamos a salvo.
¿Alguna vez habéis estado a solas con un chico en un armario a
oscuras? Algunos podréis pensar que es una situación muy romántica e intima y mucho mejor si nos atrae, mientras que otros podrían sentir cierta amenaza a su seguridad, ya que, al fin y al cabo, estás encerrada con un desconocido. Bueno yo en esta ocasión no estoy dentro de ninguno de los dos grupos ya que este momento no tiene nada de normal. - ¿Estás bien? Por un segundo realmente pensé que no lo conseguiríamos, que suerte hemos tenido al haber encontrado esta puerta abierta - Lo sé, yo también pensaba que no conseguiríamos escapar (aún seguía sorprendida de que la puerta estuviera abierta) A pesar de la total oscuridad que nos rodeaba sentí como su mirada se paraba sobre sobre mí, para luego pasar a mirar a la puerta como si estuviese esperando que de un momento a otro se abriese y pasara lo peor. En la oscuridad dio un paso adelante y se colocó frente a mí, y permanecimos en silencio unos largos segundos hasta que de repente, pasó sus brazos alrededor de mi cintura y me acercó a él estrechándome tan fuerte que me costaba respirar. - Realmente me alegro de que estés bien, no se que habría hecho si te hubiese pasado algo -dijo a la vez que las lagrimas caían por su cara, mojando mi cachete y parte de mi cuello. - Tranquilo, no te dejaré solo – le dije tratando de consolarle un poco. - Por cierto, aun no te he dicho mi nombre, me llamo Jimin, con todo lo que ha pasado no pude llegar a presentarme como es debido. - Con todo lo que ha pasado no se como mi corazón sigue latiendo – Dije intentando hacer una broma, pero noté por su reacción que no le hizo gracia. - Estás temblando, ¿Tienes frío? Con la carrera había perdido mi gorro y la bufanda por lo que ahora solo tenía mi triste chaqueta llena de pelusas y sangre. Lentamente se quitó su chaqueta y me la puso encima llenándome de una agradable sensación de calor, a pesar de que por fuera no pareciese muy cómoda realmente se sentía como si me estuviese envolviendo en una manta, tras esto volvió a abrazarme como intentando aplacar por completo mi temblor que más bien se había convertido en espasmo, porque todas las emociones que no había tenido tiempo de sentir antes me sobrevinieron de golpe y a pesar de tratar de evitarlo las lagrimas salieron solas de mis ojos. Entre lágrimas y espasmos, lentamente, como si yo fuera de cristal y pudiera romperme en cualquier instante, acercó sus manos a mi cara y posó su frente en la mía mientras me susurraba cariñosamente que todo iría bien, entonces con todo su amor me dio un beso en la frente y se fue en busca del interruptor de la luz. Nunca en mi vida odie tanto a un interruptor, y muchos menos pensé que me podría poner celosa de uno. En las películas estos momentos tan íntimos y esa cercanía no suelen acabar con el chico dejándote con cara de boba para buscar un interruptor, pero también es verdad que en las películas cuando sus vidas están en peligro siempre aparece alguien que les salva, pero esto es la vida real y esas cosas no pasan, y al pensar eso recordé que aun no habíamos hecho la única cosa que realmente nos podría salvar la vida, llamar a la policía. Busqué mi móvil en todos los bolsillos, pero no conseguí encontrarlo, seguramente junto con el resto de mis pertenencias se habría caído durante la huida. - Oye Jimin, ¿Me podrías prestar tu teléfono? - Apenas sabes mi nombre y ya me quieres dar tu número, si que vas rápido eh. – dijo mientras se reía como si de repente la situación fuese completamente normal. - Es para llamar a la policía, no podemos quedarnos encerrados toda la vida en este armario. - A mí no me importaría ¿Y a ti? – dijo con una sonrisa que le robaría el corazón a cualquiera. En qué momento esto se había convertido en una práctica de ligue y por qué me resultaba tan divertido. Recuerdo que una vez leí un artículo que decía que en situaciones de peligro muchas veces confundíamos la adrenalina con amor, y que solíamos ver mucho más atractiva a la persona que estuviera con nosotros en ese momento, sería por esto por lo que se me alteraba tan fácil el corazón con cada mirada suya, ¿Le pasaría a él lo mismo conmigo? en todo caso, si le pasaba lo conseguía disimularlo mucho mejor que yo, que solamente cerrar la boca y volver a pestañear me suponía un esfuerzo titánico. - ¿Entonces no me vas a dar el móvil? - Si tranquila, que por mucho que quiera quedarme aquí contigo, no me hace gracia que haya un loco ahí fuera buscándonos, toma. – Ese fue el primero de los muchos infartos que me dieron esa noche. Al coger el móvil vi que tenía de fondo de pantalla una foto de un niño sonriente junto a él, ambos sonreían de un modo muy cariñoso como si realmente estuviesen contentos de estar juntos. Me quede embobada mirando su sonrisa, como sus tiernos labios se tornaban en una curva perfecta que transmitía calma y tranquilidad a la vez que sus ojos brillaban divertidos, y ahí me di cuenta de que, si ese iba a ser mi último día, el mejor modo de pasarlo era junto a él, pero ahora no podía perder el tiempo en eso, necesitaba llamar a la policía porque a pesar de lo mucho que me gustase Jimin realmente no quería que ese fuese mi último día.
- Llegarán lo más rápido posible, mientras tanto, no os mováis
de ahí y haced el menor ruido posible – dijo la telefonista de emergencias. - De acuerdo. Tras esto le devolví el móvil, pero no sin hacer referencia a la foto del fondo de pantalla. - ¿Qué dijeron? - Llegarán lo más rápido posible y muy bonita la foto, por cierto. Pero qué me estaba pasando, por qué ahora no podía parar de pensar en esa foto y en su sonrisa como si me la estuviese dedicando a mí, cómo se debe sentir el tener a alguien que te sonría así todos los días, cuanto me gustaría poder verle todas las mañanas y que me dedicase una sonrisa tan esperanzadora, seguro que los días serían mucho mejores con él. - ¿Qué foto? Ahh la de fondo de pantalla, sí mi hermano sale muy bien, aunque la gente nunca se cree que lo sea porque no nos parecemos en nada. Lo dijo con un tono tan cariñoso que no pude evitar imaginarle jugando con su hermano, cuidándole y protegiéndole. ¿Haría lo mismo conmigo? ¿Cómo sería tener una cita con él? Podríamos pasear un rato y hablar de infinidad de cosas, pero, de que le gustará hablar, cuáles serán sus hobbies. - Tienes una cara rara, como si te doliese la cabeza ¿Te encuentras bien? - Sí, solo que a veces mi cerebro piensa demasiado rápido. - ¿A qué te refieres? Tranquila que si ese tipo logra entrar evitaré por todos los medios que te haga daño. - No, no es por eso, solo me imaginaba como te comportarías con tu hermano. - Nos llevamos bastante bien así que es casi como estar con un amigo, solo que a veces es un poco rebelde, sobre todo a la hora de ducharse, parece que el único modo de que se duche es haciéndolo juntos – Dijo levantando una ceja y sonriendo. Yo no quería, prometo que yo no quería, de verdad que yo no soy ese tipo de chicas que piensa en esas cosas o que se pasa el día imaginando a chicos guapos sin camisa, pero no pude evitarlo, esta vez mi imaginación fue demasiado rápida como para si quiera darme cuenta de lo que estaba imaginando, hasta que ya era demasiado tarde. Si antes mi corazón había dejado de latir por un segundo al oír que le encantaría quedarse conmigo, al imaginarle en la ducha se paró durante horas, notaba como toda la sangre se iba condensando en mis cachetes y ahora no había oscuridad que me escondiera, ya que Jimin había logrado encontrar el interruptor de la luz que encendía una cutre bombilla. La única idea que me pareció adecuada para esconder mi rubor por aquellos pensamientos fue agacharme y hacer como si me estuviese atando la liga del zapato, pero me había puesto tan nerviosa que sin querer la desaté, lo que me puso aún mas nerviosa. Llegados a este nivel de nervios no tardó mucho en llegar esa risa floja que una vez empieza no para, por eso trate de aguantarla, pero del esfuerzo, o ya más bien de risa, me empezaron a temblar las manos siéndome imposible atarme las ligas de nuevo. - Veo que no llegaste a aprender muy bien como atarte los zapatos, deja que te ayude. Se arrodilló quedándose a mi altura y con sus manos cogió las mías, ahora sí que estaba realmente nerviosa, lo suficiente como necesitar sentarme ya que hasta ahora había estado apoyada en una rodilla. Una vez sentada y con mi nueva y usual cara de boba observé como me ataba las ligas del zapato, realmente me sentía estúpida, pero al menos ya no estaba roja ni temblaba. Al acabar de hacer el nudo me miró y me sonrió con esa maravillosa sonrisa suya y por primera vez fui capaz de devolvérsela y entonces, como si mi sonrisa le hubiese servido de confirmación se inclinó hacia mí y me besó.
No era mi primer beso, he besado a muchas otras personas antes y
en muchas situaciones diferentes, pero ninguno se sintió como este. Al principio no fue mas que un mero y sutil roce, tan ligero que tuve que esforzarme en sentir sus labios, pero poco a poco se fue acercando mas hasta que pude sentir sus labios carnosos y húmedos, pero sobre todo suaves, los labios mas suaves que nunca antes hube besado. A pesar de que el beso duró a penas unos segundos, duró lo suficiente como para que me replantease toda mi vida, todo lo que había hecho hasta ahora y cual había sido mi ultima comida. Cuando se separó sentí como si se hubiese llevado con el una parte de mi cordura puesto que ya no podía pensar en nada mas a parte de él ni en la sensación de mareo que me había dejado, porque si en los libros describían esa sensación como mariposas, alguien se había confundido conmigo y me había metido un tigre dentro por error. - Perdón creo que he sido un poco impulsivo al hacer eso - No no, no te preocupes, es solo que me has pillado por sorpresa, pero tranquilo no eres el primer chico al que beso, es decir, no eres mi primera vez, que tampoco es que me la pase besando a chicos, mejor lo dejo estar – Tras decir esto Jimin se empezó a reír como su supiese a ciencia cierta que mi nerviosismo y confusión los hubiese causado su beso. ¿Qué me estaba pasando? Yo suelo mantener la calma en todo momento y por supuesto que no me pongo nervioso por un simple beso, así que, qué es lo que está mal en mí. - Oye Jimin una pregunta. ¿Sueles ir besando a la gente así de repente? Ni siquiera sabes mi nombre y ya me estas besando – Le dije devolviéndole la anterior broma y provocando que se sonrojase. - No bueno, no es que lo haga siempre es solo que… Bueno es culpa tuya por no presentarte, yo ya te he dicho mi nombre. - Mmm ahí tienes razón, pero no se si mereces saber mi nombre aun – Por fin mi personalidad real había vuelto y pude responderle una pequeña broma para empezar a vengarme por toda esa tensión y nerviosismo que me había hecho sentir hasta ahora. - ¿Por qué no iba a merecerlo? Te recuerdo que te he salvado la vida. - Bueno gracias a mí estas aquí dentro y no me has dado nada a cambio por salvarte a ti la vida – Tras decir esto me di cuenta de que había hablado demasiado rápido. - ¿Es que acaso quieres más? – Dijo con una sonrisa burlona y demasiado sexy que me causo otro pequeño infarto que a duras penas pude disimular. - Mi nombre es Min Yoongi, pero mis amigos me llaman Suga, aunque no sé muy bien por qué. - Será por el carácter tan dulce que tienes – Con ese comentario supe que debía de tener cuidado con este chico, ya que por muy dulce que parezca no le faltaba una pizca de astucia. Cansado de la conversación y un poco humillado por mi gran fallo anterior decidí sentarme junto a la pared del fondo para tratar de calmarme y volver a poner mi cerebro en marcha, porque si no quería parecer un bobo enamoradizo necesitaba toda mi astucia a disposición, pero solo bastó que él se sentase a mi lado y me pasara un brazo por los hombros para que me volviese de gelatina, cuanto odiaba ser tan sensible con alguien que acababa de conocer, pero bueno también es verdad que la situación de por si había dejado a mis nervios un poco tocados y tal vez fuera por eso, por la necesidad inconsciente de sentir un poco de calma que sin darme cuenta apoye mi cabeza en su hombro y cerré los ojos tratando de sentirle, como apretaba su abrazo para estrecharme contra él, su perfume dulce, su respiración calmada y su aparente tranquilidad. Parecía que hubiese encontrado el paraíso, para muchos este sería una isla exótica de aguas cristalinas y arena blanca, pero para mi el paraíso era ese cuartucho mal iluminado y con olor a lejía. Al parecer el también debía de sentirse bastante a gusto porque nada más unos minutos después de apoyarme en su hombro el apoyó su cabeza en la mía y se durmió como si llevase días sin dormir. Aprovechando la ocasión decidí bajar mis defensas y volver a recordar aquel beso, tan solo con pensarlo sentí como el tigre de mi interior se despertaba y empezaba a dar vueltas nervioso, me sentiré así cada vez que le bese, pero, por qué estoy imaginando en besarle de nuevo, vale es hora de parar, pero justo cuando pensé eso como si me hubiese estado leyendo la mente, colocó su mano en mi cara y me miro a los ojos y justo cuando se estaba acercando a mi un ruido que nos heló la sangre sonó al otro lado de la puerta.