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Y
ACCION
Ideas generales
Este enfoque idealista, que divorciaba el estudio del movimiento voluntario humano
de la ciencia, se vio, por lo tanto, prontamente obligado a dar paso al enfoque
opuesto, el cual, aunque por algún tiempo mostró tendencias progresivas,
desembocó en el mismo callejón sin salida en el que había desembocado la idea
voluntaria de “un acto libre de la voluntad” como causa del movimiento voluntario.
A pesar del gran éxito de este esquema, que para toda una generación de
psicólogos (los de la escuela behaviorista, por ejemplo), pareció ser el único
enfoque científico del comportamiento, el concepto de movimiento y acción
voluntarios como reflejo innato o condicionado no fue adoptado por dos
razones:
Era necesario hacer un cambio radical en cuanto a estas ideas básicas sobre
movimientos y acciones voluntarias a fin de conservar los caracteres distintos de
esta forma de actividad conscientes superiores, pero al mismo tiempo era necesario
hacerlos accesibles al análisis realmente científico y determinista.
El primer paso en esta dirección fue dado por Vygotsky (1956, 1960), quien
introdujo psicología al concepto de que la fuente del movimiento y acción voluntarios
no yace ni dentro del organismo ni en la influencia directa, de experiencia pasada,
sino en la historia social del hombre; en esa actividad laboriosa en sociedad que
marca el origen de la historia de la humanidad y en esa comunicación entre niño y
adulto que fue la base ontogénica del movimiento voluntario de la acción
intencionada.
Vygotsky consideraba que cualquier intento de buscar “raíces biológicas” para las
acciones voluntarias estaba condenado al fracaso.
Estructura psicológica
Esto hace que sea absolutamente esencial tener una sucesión plástica y constante
de inervaciones que correspondan a las posiciones cambiantes de las
extremidades y a los estados cambiantes del sistema muscular en cada momento.
Este es el factor que introduce el carácter móvil y variante de las inervaciones
motoras, como condiciones básicas para la realización del resultado constante e
invariable del movimiento.
El acto puede seguir su curso normal solamente en el caso que este sistema de
síntesis aferente exista. Es esencial para la ejecución acertada del último
componente de todo movimiento voluntario una constante llegada de información
aferente: el cotejo de su curso y la corrección de cualquier error que se cometa.
Este cotejo del curso de una acción y corrección de cualquier error que se produzca
se realiza con la ayuda de la comparación constante entre acción a medida que se
lleva a cabo y la intención original, y con la ayuda de un circuito descrito por algunos
investigadores como “feed – black”, y por otros (Anokhin) como el “action acceptor”
(aceptante de la acción), o también (Miller, Pribram y Galenter) como el sistema
T– O – T – E (Test – Operant – Test – Exit).
Organización cerebral
Otras partes del cuerpo que son responsables del aspecto ejecutivo y operativo del
movimiento aportan una contribución diferente a su estructura.
Estas parte del cuerpo son muchas más variadas y una lesión en una de las áreas
perturba el curso normal del movimiento de una forma característica.
Una lesión de estas zonas del cerebro no altera, por tanto, la formación de
intenciones o tareas motoras, la formación de un programa de acción o la
comprobación de su curso o, en otras palabras, no conduce a la desintegración del
sistema de actividad orientada hacia un fin, sino que da lugar a importantes
alteraciones de la estructura de los movimientos en el espacio.
Esta también claro que los pacientes que son incapaces de realizar una acción
elemental que requiere la realización de movimientos dentro de un sistema de
coordenadas espaciales definidas, todavía pueden llevar tipos de movimientos y
acciones que no requieren esta coordinación espacial (tales como llevar el compas)
y son claramente conscientes de sus dificultades en la ejecución de acciones
especialmente organizadas, de su forma que en un intento de compensar su
defectos introducen análisis lógicos, usan esquemas lógicos auxiliares, etc.
No analizaré en detalle todos los métodos por los que tales pacientes intentan
compensar sus defectos en la organización espacial del movimiento, pues ya han
sido examinados en otra ocasión (Luria y Tsvetkova, 1965ª, 1965b; Tsvetkova,
1972). Me limitare a dirigir la atención hacia el carácter altamente específico de los
desórdenes motores que parecen en la base de las alteraciones del aparato central
para el análisis síntesis espaciales.
Solo si llega del sistema motor un flujo constante de impulsos kinestésicos puede
obtenerse información definida sobre la posición de las articulaciones y el estado y
tono de los músculos, de modo que los impulsos eferentes puedan alcanzar su
destino correcto y se puede lograr y mantener el juego requerido de impulsos
motores.
El hecho de que, según la extensión de estas lesiones, la alteración del curso normal
del movimiento de estos pacientes pueden tomar diferentes formas que oscilian de
la ‘’paresia aferente‘’ a la ‘’ataxia y apraxia aferente motora‘’, aunque los desórdenes
motores son del mismo carácter, demuestra convincentemente la contribución de
las zonas corticales que proporcionan para la actividad motora.
La tercera condición del curso normal del movimiento es la regulación constante del
tono muscular, por una parte, y una transición suficientemente fluida y rápida desde
un sistema de inervaciones motoras otro, con la formación de melodías kinestesicas
completas en los estados finales del desarrollo del movimiento dirigido.
Este papel del córtex premotor en la organización del movimiento puede ser
fácilmente apreciado observando las alteraciones del movimiento en pacientes con
lesiones en estas zonas.
En tales casos hay una disociación distintiva de las funciones motoras: la ejecución
de movimientos postulares individuales situando las manos en el espacio en una
cierta posición todavía es posible, la praxis constructiva no está alterada, pero los
movimientos complejos, organizados serialmente, son afectados, pues cada
componente sucesivo de un acto motor complejo requiere su propia inervación
especial y sus propios impulsos denervantes especiales para que la ‘’melodía
kinestésica’’ o movimiento dirigido se desintegre en sus componentes.
Los movimientos humanos muy raramente son realizado con una sola mano. Por
regla general requieren la participación coordinada de ambas manos y esta
coordinación tiene diferente grados de complejidad.
Sin embargo, estos casos tan elementales son relativamente raros y solo ocurren
en actos tales como la natación o durante ejercicios gimnásticos.
En otros casos, la gran mayoría, los movimientos de las dos manos se coordinan
de una forma más compleja, en la que la mano maestra (derecha) realiza la acción
principal y la mano subordinada (izquierda) simplemente proporciona las
condiciones óptimas bajo las cuales puede trabajar la mano derecha, ejerciendo el
papel de suministradora de fondo motor.
Esta forma de coordinación, refiriéndonos al trabajo concertado de ambos
hemisferios, ha sido estudiada estrechamente por varios investigadores (Ananev,
1959).
Finalmente, los tipos más complejos de movimiento de las dos manos son aquellos
que se oponen mutuamente o aquellos de carácter recíprocamente coordinado,
como cuando la flexión de una mano se acompaña de la extensión simultanea de
la otra.
Debido a este papel de las zonas anteriores del cuerpo calloso en la coordinación
del movimiento (y, en particular, en la coordinación recíproca, que requiere un
estricto control cortical), en todos los pacientes que he examinado que tenían una
lesión en la parte interior del cuerpo calloso, los movimientos coordenados de cada
mano aislada estaban intactos, pero la realización fluida de movimientos
mútuamente coordinados de ambas manos estaba afectada y las formas más
complejas de coordinación recíproca eran totalmente imposibles.
Los hechos que he descrito anteriormente muestran, sin ningún género de duda,
que los movimientos voluntarios y las acciones del hombre son sistemas funcionales
complejos, llevados a cabo por una “constelación”´ dinámica igualmente compleja
de zonas del cerebro que trabajan concertadamente, cada una de las cuales aporta
su propia contribución a la estructuras de los movimientos complejos.
Por esta razón, una lesión de estas zonas, al bloquear un componente de este
sistema funcional, altera la normal organización del sistema funcional como un todo
y conduce a la aparición de defectos motores.
Por esta razón no es suficiente señalar simplemente que los movimientos y las
acciones se alteran. En ese lugar, es absolutamente esencial, tanto para el análisis
de la patología del movimiento en lesiones cerebrales locales, como para extraer
conclusiones referentes a la organización cerebral compleja y dinámica de los actos
motores, un cuidadoso estudio de la estructura de su alteración en caso de lesiones
de las diferentes partes del cerebro.
El material descrito anteriormente muestra que el proceso de la percepción visual
es de hecho un sistema funcional complejo basado en el trabajo coordinado de todo
un grupo de zonas corticales, y que cada una de estas formas aporta su propia
contribución a la estructura de la percepción activa.
Bibliografía