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Exactamente. Nº 6. 1996.
ESTELA CARLOTTO
EN BUSCA DE LA IDENTIDAD
RICARDO CABRERA∗ Y ARMANDO DORIA∗∗
∗
Secretario Adjunto de Extensión Universitaria (FCEyN)
∗∗
Coordinador General de EXACTAmente.
PAULA
Paula Eva Logares desapareció junto con sus padres, Claudio Logares y
Mónica Grispon, el 18 de mayo de 1978 en Montevideo, cuando tenía sólo 23
meses. “Ellos desaparecieron en Uruguay y yo me quedé todo junio -como nos
quedamos tantos el primer mes- esperando que aparecieran, que volvieran”,
cuenta Elsa Pavón, madre de Mónica.
Elsa no sabía lo que había pasado, pero instintivamente se empeñó en en-
contrar a su familia. Buscando a su nieta, recorrió colegios, amas de cría,
institutos de Minoridad, distintas instituciones. En un juzgado de La Plata
conoció a las Abuelas de Plaza de Mayo y empezó a trabajar con ellas.
“Buscábamos a los tres juntos -relata Elsa-. En el Uruguay anduvimos por
iglesias, cuarteles, campos de detención. Pero llegó un momento en que cuando
yo preguntaba por los adultos hasta hubo curas que me insultaron. Entonces
empecé a separar: cuando hablaba de los adultos no hablaba de la nena y a la
inversa. Suponía que si encontraba a Paula encontraría a los padres. Hasta el
año ‘80 creía que la nena seguía con su madre. Para mí fue catastrófico
entender que estaban separadas”.
En 1980, en un viaje de Abuelas a Brasil, el reverendo Jaime Wright de la
institución brasileña CLAMOR (Comité para la Defensa de los Derechos Humanos
en el Cono Sur, dependiente del Arzobispado de San Pablo), entregó a Chicha
Mariani, presidenta de Abuelas, una foto que había llegado con una denuncia.
Aquellos que la enviaban suponían que la niña era hija de desaparecidos,
aunque figuraba como hija propia de un funcionario de la policía argentina.
Chicha no dudó cuando vio la foto. Tuvo la seguridad de que esa chiquita era
Paula Logares.
La denuncia decía que el nombre de la niña era Paola o Paula Lavallén o
Luivallén y que vivía con un matrimonio en la calle Malabia al 3500, en la Capital
Federal.
“Un día logré coincidir con la nena que volvía del jardín de infantes. Llegué
justo a la puerta de la casa cuando una mujer la levantaba en brazos. La vi de
atrás, pero la reconocí”, cuenta Elsa emocionada.
Al poco tiempo, el matrimonio se mudó y las Abuelas volvieron a perderle el
rastro a Paula. Igualmente, la búsqueda siguió adelante. En 1983 ya se podían
fijar afiches en las calles con las fotos de los niños buscados. Algunas revistas y
diarios publicaron esas mismas fotos. Un hombre que vivía en la misma casa de
departamentos donde se habían mudado los captores de Paula, la reconoció a la
niña en una de las imágenes que reprodujo la prensa. Llamó a todos los Logares
de la guía y finalmente consiguió comunicarse con el abuelo de Paula. Las
Abuelas se pusieron otra vez a trabajar sobre la pista.
“Un día la volví a ver descendiendo del micro escolar con una muñequita en
brazos y un guardapolvo rosa. Tuve un shock. La nena es muy parecida a su
mamá y era como ver de nuevo a Mónica chiquita, parada ahí en la vereda. Al
mismo tiempo quedé desorientada: Paula ya tenía siete años, ¿qué hacía todavía
en un jardín de infantes? Tenía que estar en segundo grado, yo no entendía
nada. Más tarde supe que los Lavallén la habían anotado como recién nacida en
el momento del secuestro. Paula vivía como si tuviera dos años menos”, relata
Elsa.
escritorio. ‘Esto no es verdad -dijo- porque son demasiado nuevas para ser de la
época en que vos decís’. Le pedí disculpas y le expliqué que había hecho ampliar
las fotos para que viese mejor la cara de sus padres -las fotos viejas estaban en
casa para que ellas las examinara-. Miró una de las últimas que teníamos de
cuando ella estaba con nosotros y dijo: ‘Sí. Aquí estoy bastante parecida a una
que hay en casa’. Calculé que sería una fotografía que le tomaron al poco tiempo
de secuestrarla. Se quedó mirando la foto de su madre y no decía nada. Miraba
la foto del padre y lloraba, lloraba, no paraba de llorar. Entonces le dije: ‘¿Sabés
cómo le decías a papá?’, ‘no’, me contestó. ‘Le decías Calio’. Cuando se lo dije
me miró, y repitió muy bajito con el mismo tono con el que de chiquita le había
dicho a Claudio, su papá: ‘Calio, Calio’. Ahí se largó a llorar a los gritos y la
hicieron salir, porque según dicen los psicólogos es como el momento en que
volvió a nacer”.
Aquella tarde de la restitución Paula salió del juzgado de la mano del doctor
D’Alessio. No lloraba más. Al llegar a la casa de sus abuelos, pareció reconocer
algunos lugares. Se dirigió sola hasta el cuarto del fondo donde había dormido
tantas veces. Cuando quiso ir al baño, no preguntó dónde quedaba; se
encaminó hacia allí directamente. Estaba nuevamente en el mismo lugar en el
que había vivido su primer año de vida.
Al año, la cámara ordenó un encuentro de Paula con los Lavallén. La
medida fue muy cuestionada por las Abuelas. “Era necesario completar la
historia. Paula había sido Logares, luego Lavallén y nuevamente Logares. Debía
entender que ella había recuperado a su familia, peso los Lavallén existían y
habían formado parte de su pasado”, argumenta D’Alessio en favor de la
medida.
El encuentro se produjo. Paula ingresó al juzgado
y no saludó a los Lavallén. Rubén le preguntó: “¿No nos
vas a saludar?”. La respuesta de Paula dejó atónitos a
todos los presentes: “Si querés que te salude, decime
dónde están mis papás”.
Paula tiene hoy 20 años, trabaja en la oficina de su
abuelo paterno y vive con su abuela Elsa en el barrio de Villa del Parque.
Ping - Pong
Carlos Menem:
Es la impunidad. Respeto su investidura porque es un gobernante elegido
por el pueblo, pero gracias a su política estamos viviendo épocas muy
peligrosas, que traen como consecuencia la delincuencia y la impunidad.
Eduardo Duhalde:
Está haciendo buena letra, porque pretende ser presidente en el ‘99, pero
nosotros seguimos leyendo “El otro”.
Raúl Alfonsín:
Fue primero la esperanza y luego la defraudación.
Fernando de la Rúa:
Le deseamos mucha suerte.
Chacho Álvarez:
Es una buena persona.
Graciela Fernández Meijide:
Es una excelente persona, creo que honra al género femenino y que es lo
más honesto que tenemos en política en este momento.
Alfredo Bravo:
Un compañero, un maestro. Muy buena persona, muy sano.
Hebe de Bonafini:
Una madre sufriente.
Adolfo Pérez Esquivel:
Un amigazo que nos abrió muchos caminos cuando las Abuelas no éramos
conocidas.