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EL OBJETO INVADIDO Y CONQUISTADO POR

LA PLÁSTICA DE LA SUBJETIVIDAD.

Capítulo tercero. Héctor Toledo Nickels

Lo i-real: el des-a-juste, la libertad y la justicia.


El Homo erectus, apoyado en la anatomía del australopiteco,
se transformó en “generalista”, y con ello provocó, como se ve, las
más im-portantes consecuencias para el universo. Se constituyó en un
“legislador cósmico” capaz de alterar las leyes del actual Cosmos
objetivo, y orde-narlas en nuevos poderes (evidente en la tecnología)
Pero también puede decretar, por error o intención, la pena de muerte
del orden objetivo, dejando fluir el vacío natural y metafísico, que su
mente contiene, por ser un ser indeterminado en el orden natural.
En el “Paraíso”, el pre-hombre como todo animal, estaba provisto de
todo, no había, pobrezas ni suntuarias, sólo riqueza exacta: Nada faltaba de lo
que necesita y nada necesitaba que no estuviera en el nicho ecológico.
Tampoco sabía hacer nada distinto de lo que tenía que hacer, y no hacía nada
que no estuviera ajustado a las funciones del nicho. El Paraíso era la
funcionalidad cerrada del animal en su entorno necesario, no menos y no
más, sin error y sin desajuste. Porque no puede errar una función predeter-
minada y por eso mismo, está plenamente ajustada a su función.
No hay injusticia, porque en el Mundo pre-humano todo es necesa-
rio-automático-ineluctable; no hay ni puede haber nada que a-justar. Todo
está cerradamente a-justado. Sólo hay problemas de justicia y de injusticia
cuando hay pregunta y libertad, porque la pegunta des-a-justa el marco de
relaciones de donde emerge. Pero en el reino de lo necesario sin pregunta de
la Naturaleza pura, tampoco hay libertad, por tanto no hay alternativas ni
incoherencias des-a-justadas que volver a vincular “en lo justo”.
Era la Naturaleza global la que contenía el paradisíaco saber
in-consciente de la coherencia general en todas sus funciones. Sólo la
Na-turaleza era el ente “generalista” cuando el universo estaba en
estado de paraíso. Por eso el hombre se sintió desnudo, ignorante y
desprovisto cuando su mente lo disparó fuera del presente eterno. Se
sintió llevado por el torbellino de la contingencia del tiempo.
La pregunta lo alejó de los automatismos: Los ¿por qué?; los
¿cómo? y los ¿para qué? Lo obligaban a dar fundamento desde sí
mismo, al universo entero... Y a responsabilizarse de ese sentido...
Pesada responsabilidad: dar fundamento al universo desde sí; cuando él mis-
mo, por simple observación, se ve sin suficiente fundamento, ni siquiera na-

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tural. ¡Menos aún, metafísico!
Las respuestas que siguieron imperativamente a las preguntas
lo emplazaron a decidir sobre opciones y probabilidades. Sobre todo,
la pre-gunta tecnológica del ¿para qué? Porque esa pregunta, incluso
antes de su respuesta, siempre des-a-justa al “mundo”, tanto a nivel
de concepto, como de mecanismo natural dado. Por ejemplo:
En Abril del 2004, sólo con barruntos sobre la vida, la técnica ha hecho
parir a una rata fecundada sin espermatozoide ¡Siglos de polémicas
vendrán para a-justar esta gracia! En Mayo 2010 se habría producido de
materiales inertes, una célula viva.

El hombre, libre ya del circuito cerrado del instinto por el hiato de la


pregunta, reforzó su libertad al explorar las posibilidades del arte: hacer
figuras posibles y anticipadas del mundo. Y, precisamente, por ser libre,
desde ahora y para siempre, quedó herido de precariedad y de in-justicia.

Hiato: incoherencia, vacío discordante.

Por convertirnos en un ser des-a-justado al orden del mundo de


la pre-cultura. Ya no podemos volver al orden paradisíaco anterior a la
cultura, porque, parafraseando el Génesis, míticos ángeles con espadas de
fuego, nos cierran el retorno al Paraíso de la animalidad. Hemos sido
arrojados irreversiblemente, a la aventura de la libertad, de la ciencia y de
la ética. El sueño en vigilia y la pregunta, horadaron el Universo: Ahora
el homo debe “zurcir” el tejido roto natural, con nuevas secuencias
culturales. Y en esa tarea de re-a-juste, está solo. Ningún ser vivo puede
servirnos de maestro, porque el a-justamiento del mundo horadado por la
pregunta, sólo puede serlo en la cámara ingrávida del en-si-mismo. En la
“geografía” de conciencia, que sólo es comarca humana.

Co- marca: marca compartida que circunda un territorio de características


homogéneas. En este caso, la característica homogénea es la
conciencia refleja, que sólo “habita” en humanos.
Ingrávida: No tiene la gravidez de las cosas materiales, sino la presencia sin
peso del concepto, de la imagen y del sentimiento: los constituyentes y
productos de la mente.

Indeterminado, por eso generalista.


Se puede deducir que la vida tiene dos estrategias evolutivas:
1.- El especialista
2.- El generalista.

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A nivel de animales, plantas e insectos, domina el especialista.
El humano existe como tal, porque es generalista.
Por eso el re-ajuste no puede ser la reposición del ajuste del mundo
como era antes que la pregunta hiciera emergencia en la mente humana. Ese
tipo de ajustamiento restaurador (si fuera posible) borraría al hom-bre del
mundo. Este des-ajuste es el eje por el cual somos generalistas. El des-ajuste
nos saca del conjunto de seres especializados (aptos para una sola especie de
conducta) que hasta ahora existían en la Naturaleza. Eso nos hace libres,
seres de acción (mucho más que de conductas) genera-dores de
probabilidades. Generador de probabilidad significa que la univocidad del
especialista se vuelve en nosotros, un abanico multivox; el instinto se
potencia en ciencia, y el protocolo de conductas del ani-mal especialista en
correspondencia exacta con su nicho ecológico, pasa a la esfera moral:
costumbres estabilizadas en instituciones; instituciones manejadas por la
política. Y la política transida y evaluada por un fondo ético: la idea de
humanidad compartida de esa comunidad.
Tiene que ser, por tanto, un a-juste que integre al hombre como
demiurgo del nuevo universo. Un orden que “hace espacio” al dinamismo de
la pregunta y su respuesta: la cultura; que, por su propio ejercicio, esta-rá
siempre y para siempre, cuestionando y des-ajustando el orden general y
particular, de todas las secuencias de la vida natural, heredada del animal. Y
de todas las secuencias de la vida social y reflexiva que nos es propia,
incipiente aún, pero expansiva. Dimensión social-reflexiva tan expansiva,
que hoy ha llegado a hollar la luna, explorar Marte, inclusive arañar trozos de
cometas, con proyectiles de cobre chileno.

El hombre gerente de la nueva coherencia: albur abierto.


El hombre es un giro en la evolución entera del Universo, ya
que en el hombre y por el hombre, todo el orden cósmico centrado
en cau-sas y leyes , son descentradas de su equilibrio y re-ordenadas
en un nuevo cosmos de finalidades y propósitos des-equilibrantes.
Las causas y las leyes naturales, estaban antes del hombre e incluso
constituyen la corporeidad del hombre, pero las finalidades y propósitos,
nacen y se hacen en el hombre y por el hombre. Y hacen emerger un Nuevo
Mundo Cultural siempre en construcción. A diferencia del Viejo Mundo
Natural, cerrado en su circuito de causas. El Nuevo Mundo Cul-tural está
abierto a la imaginación de las finalidades, que son la fragua del futuro. Y el
futuro es la morada preferida del hombre.
Por tanto, la ética, que es la realización del HOMBRE en el
hombre, y de TODO EL HOMBRE en todos los hombres, constitu-ye
su identidad filogenética. Pero la identidad filogenésica es solución a
medias, porque la muerte ontogenésica, deja a la conciencia por siempre,
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frente al misterio abierto ¿Cuál es nuestro valor en el SER?
¿Trascendente o inmanente?
Filogénesis: evolución de la especie; Ontogénesis: formación, vida y
muer- te del individuo.

Sin embargo, la trascendencia no es una certidumbre absoluta


para nadie. Es una pregunta siempre abierta. Las generaciones heredan
apoyos de las precedentes, pero ninguna cerrará jamás el drama ético.
Incluso Je-sús, el hombre que afirmó que Dios es nuestra fuente y
destino, y aseguró que tras la muerte corporal, se realiza la vida plena. Y
rubricó su apuesta de trascendencia con su propia inmolación de hombre
joven. Incluso él, murió exclamando”Abba, abba lama sabactani”:
Padre, padre mío ¿Por qué me has abandonado?
En el Universo pre-humano, como hemos dicho, la coherencia ge-
neral estaba dada en las funciones inconscientes de la Naturaleza, ahora hay
que hacerse cargo de ella. Hacerse cargo es cargar con ella. Pero la Tierra
“en brazos del hombre” queda expuesta a la contingencia del futuro, ya que
este soporte y guía barrunta apenas, el perfil de su propio sentido. Es decir,
del futuro que alumbrará. Lo que es lo mismo: de la ética que realizará.

Barruntar: prever, o presentir a partir de algún indicio.

Antes del hombre, todo viviente era cargado en brazos, “casi dormi-
do”, por la Naturaleza: nunca la depredación de algún animal podía ir tan allá
como para destruir su propio nicho paradisíaco, menos aún para des-truir al
paraíso entero. La Naturaleza tenía capacidad para reparar cualquier dis-
función macro, porque ella estaba a cargo de las funciones particulares y
globales de la vida. Hoy el hombre es el encargado, pero su sentido de lo ge-
neral, es aún borroso, y por eso ha eliminado muchas formas de vida y ame-
naza a todos los hábitats animales y botánicos: Más aún, amenaza hasta la
base física de todo el universo. Desde hace cincuenta años como lo informara
John Kennedy, el hombre tenía ya en los años ’60, suficiente fuerza nuclear
para pulverizar varias veces la tierra. La que ausente como centro gravitacio-
nal, provocaría sin duda, una hecatombe en el Sistema Solar completo.
¿Pero a quién le importaría si ya no habría vegetal para
sentirlo, ojo animal para verlo, ni cerebro humano para decirlo?
Pero el hombre, ahora no sólo está a cargo por acción sobre el
universo, también lo está por omisión: Si en Oriente y Occidente hoy, los
hombres se durmieran un día al mismo tiempo, y nadie vigilara las
bombas automáticas, los dispositivos sistémicos de alerta y sus continui-
dades defensivas-agresivas robotizadas. Si nadie controlara los vehículos
armados en tierra, en sub terra, en mar y en sub mar, en el aire y en el
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espacio. Lo mismo para las armas biológicas y climatológicas. Entonces,
lo más probable es que, después de un solo día de sueño universal, des-
pertaríamos para asistir a nuestra agonía final, total, pronta e inevitable.
Literalmente, la sobrevivencia de la tierra hoy depende de la vo-
luntad humana, que sólo se activa cuando la conciencia está en vigilia.
Podemos estar seguros que el veneno del sueño que contiene la mosca
Tsé-tsé, puede ser el verdugo de la humanidad toda. Y no cabe duda que
ese veneno onírico, ya está sintetizado como arma biológica.

La Naturaleza como “generalista” sigue aún hoy, haciendo sus


ta-reas, las mareas; los vientos; la mecánica térmica; la humedad
aérea: con-densándose en las alturas; la licuación del hielo en ríos; la
oxigenación del aire etc Pero esto es inercia, ya que los poderes de
este nuevo “generalista” están englobando a la naturaleza. Y ésta ha
declinado su supremacía fun-cional, frente a este creador in res.
La Naturaleza ha pasado a ser un subsistema bajo el mando de
este nuevo sistematizador universal: el sapiens-sapiens.

in = adentro; res = realidad. Creador desde dentro de la realidad.

El hombre: arco natural y flecha de historia.


El hombre, ser natural con masa, materia y gravidez del mundo dado
y necesario, encontró un pasaje secreto hacia la ingravidez de los mun-dos
posibles, que habitan y se plastifican en su subjetividad. Y desde ahí, con ese
imago mundi en mano, cual plano de arquitecto, regresa con voluntad de
señorío sobre los objetos, para modelarlos al perfil de sus sueños.

Plastikos (griego): que tiene el poder de adquirir y dar formas.

El hombre entonces, puede escapar en parte, a la funcionalidad


cerrada de los objetos, y desde un diseño interior, modelar los procesos y
materiales de la naturaleza en función de sus sueños, para generar un fun-
cionamiento del mundo, distinto del que había perdurado desde hacía 16 mil
millones de años: Vervi gracia: el viento en las velas de una embarcación:
El viento, el tronco flotante, un ramaje como superficie que resiste al viento,
son ejercicios eternos en la funcionalidad de la naturaleza, miles de millones
de años antes del hombre. Pero gracias, a su mirada descentradora de causas
y reorganizadora por finalidades, el hombre convirtió al ramaje en vela
adosada a un mástil, clavado este a un tronco flotante. Y así el viento quedó
domesti-cado en motor, el agua en deslizante y el tronco en embarcación. Y
por estas combinaciones subjetivas, superó sus límites objetivos. Y de
pesado terrícola, devino navegante acuático que respira aire, sentado sobre
abismos líquidos que, en estado natural-objetivo, lo habrían ahogado.

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Y esto es así, porque este hijo de la tierra, mitad barro natural y mitad
soplo de Dios, se escurrió de la funcionalidad cerrada y de sus secuencias
materiales, hacia la ingravidez del en-si-mismo. Y allí en la ausencia de lo
urgente y de lo necesario; en la amplia esfera de lo posible, encontró e
inventó un remanso plástico donde los registros y archivos de ¿qué son? Y
¿cómo funcionan los hechos? se pueden transmutar en imágenes. Y en tanto
imágenes, se “materializan” plásticos (con capacidad de adquirir y dar nuevas
formas) Lo que significa clavar una imagen en el corazón de los hechos y
cosas, como elucidación de su esencia. Una vez los hechos “liberados de su
pesadez fáctica” en la cámara ingrávida de la con-ciencia, “salen” mutados en
imagen y concepto. La “cosa” lleva clavada en su entraña como un marcador
radioactivo: el concepto que lo representa, y dejará a la cosa para siempre,
amarrada centrípetamente al eje reflexivo de la cultura humana, y con ellos:
(los conceptos clavados en la esencia de las cosas) la subjetividad creciente
producirá nuevos hechos por acción his-tórica, (no por función natural) Pero
modelados estos hechos, para servir a los propósitos de un nuevo dios: un
creador in res, distinto del primer Dios: creador ex nihil.

Reiteración: El creador in res, crea desde dentro de la realidad (res). El


Dios bíblico, creó la realidad de la nada: ex nihil. El hombre es un creador
relati- vo. Dios es creador absoluto.

El lenguaje nace de la complejidad social y multiplica la cooperación.


“El esqueleto y el vestido” de estas imágenes de qué, por qué y
cómo son los hechos, se “tejen” con lenguaje aún mas plástico, que las
propias imágenes. El lenguaje es también puente pedagógico para
suscitar en otras mentes las fantasías propias y aunar deseos y voluntades
que ha-rán fluir acciones materializando nuevas “cosas” en el universo.
El lenguaje además, es siempre multidireccional, donde la imagen se
potencia en la interlocución, reforzando el tejido de una nueva esfera
pensante sobre la tierra. La esfera de los reflejos eidéticos, que es el
espejo subjetivo y co-munitario de la conciencia, irradia sobre el mundo.
Y que tiene por tarea primera, reflejar la imagen y el lugar del hombre, en
la vida: la ética: la idea del HOMBRE en el hombre. Y de TODO EL
HOMBRE en todos los hombres.
La verdadera fuerza de sobrevivencia de nuestra especie fue la
ma-yor cooperación en sociedades más amplias y complejas, y no el
egoísmo universal de sus individuos, como lo postula absurdamente
hasta hoy, la Teoría económica liberal. Y para eso fue fundamental la
comunicación compleja: el lenguaje.
Hay entre el lenguaje, la complejidad social-política y la comple-

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jidad neuronal una relación sistémica de mutua potenciación. De lo que se
derivan matrices de costumbres (moral) que sólo pueden potenciarse por la
cooperación. Y alcanzar su máxima sinergia cuando la cooperación se
potencia en solidaridad: cuando los socios se elevan a nivel de prójimo.
La complejidad social se estabiliza en “instituciones”, que son con-
juntos de pautas de comportamiento acumuladas en la memoria y actualiza-
das en el lenguaje, lo que requiere miles de millones de neuronas para crear
instituciones, enseñarlas, aprenderlas, interpretarlas, aplicarlas, vivirlas, ad-
ministrarlas y transformarlas. Pero la comunicación electro-química de las
sinapsis es sólo el hardware de la comunicación humana. El software: O sea
el sentido de la comunicación, es la cooperación. Y esta cooperación debe ser
cultivada, enseñada y comprendida a través de un lenguaje rico y multi-
valente. Lo que a su vez, vuelve a potenciar la convivencia y la colaboración,
cada vez más conscientes, en estas “grandes hordas de generalistas” que, de
otro modo, habrían fracasado en el caos político.
A diferencia de lo que dice la Teoría económica, no se debe al vector
del egoísmo lucrativo y competitivo el desarrollo de la humanización sobre la
animalidad. Sino la consolidación de una solidaridad tosca y a veces bru-tal,
pero progresiva en su diseño de costumbres (moral) Lo que fue confir-mando
al hombre como Señor del Mundo. Cuando predominó el egoísmo liberal, el
progreso se estancó o se cayó en debilitamientos involutivos.
La biología-lo social-lo cultural, es en el hombre, un sistema in-
disoluble. Por ejemplo, la mayoría de los mamíferos nacen con la laringe
alta, pero en el humano baja con el crecimiento. Justo cuando a los dos
años, el cerebro alcanza su esbozo fundamental, y entonces se
desarrollan huesos y músculos “articuladores de sonidos diferenciados”,
produciendo el habla humana, la que su vez, estimula y enriquece a la
mente, modela al cerebro, a los afectos, a la complejidad social, a la
política y a la ciencia. Todo está en relación holística.

Reiteración del concepto: Holístico: que El Todo tiene lógica propia, distin-
ta y superior de los subsistemas que lo componen. En este caso, el
Hombre es más que sus partes y antecedentes evolutivos, aunque guarde de
ellos una herencia activa en su constitución presente.

La indeterminación : válvula de la libertad


La complejidad neuronal y la cerebralización evidente en el hom-
bre, deviene el soporte biótico de la en-soñación, la que a su vez, es
matriz de mundos probables, a través del arte y de las preguntas. De las
preguntas de diagnóstico y de propuesta. (Como ya vimos, de
diagnóstico: ¿qué? ¿por qué? ¿cómo?. Y de propuesta: ¿para qué?). En
dos y medio millón de años el cerebro se triplicó, de ½ kilo, a kilo y ½.

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Del momento que emerge la pregunta en el universo, el flujo
de-terminista de sus funciones y conductas, es rajado por la espada
de la nada. Esta, la pregunta, escinde, de arriba abajo, al SER
plenamente integrado y cerrado de la naturaleza. La pregunta
introduce un hiato de nada en la coherencia del todo.
Cfr: L’ Être et le Néant: Jean Paul Sartre.
Recordemos que el de-ter-minismo es ese orden de funciones ce-
rradas, donde todo está en relación con todo, de manera entera y
necesaria en todas sus partes. Los hechos se dan en condiciones tales que
la ocu-rrencia de un fenómeno está determinado y fijado absolutamente
de tal forma, que estando unas condiciones presentes, ese fenómeno
preciso – y no otro – debe inevitablemente, producirse. Por ejemplo: Si
hay nubes, temperatura y altitud dada, inevitablemente: llueve.
A esa funcionalidad cerrada. A ese determinismo, es a lo que la
pregunta pone entre paréntesis. La pregunta suspende la secuencia de-
terminista inevitable de lo objetivo. Y en la plástica de la subjetividad, en
la fragua del en-si-mismo, diseña un moldaje alternativo, e intenta
“vaciar” la realidad en otro perfil, en el de la historia, de la filosofíade la,
ciencia, del arte y de la tecnología, donde la naturaleza es sólo subsistema
constitutivo, pero ya no es rectora del sentido del sistema que, además, la
re-ordena. La humaniza, la subjetiviza.
El arte-facto, es la dimensión fáctica, es la materialización del arte. Pero
el arte como facultad, es el poder de bosquejar Mundos, a partir de la
pura plasticidad de la imaginación y del sentir humano, sin sujeción a lo
objetivo, e incluso, rompiendo las conexiones empíricas del orden de los
objetos. Y hasta del oden social.

La naturaleza por “plastificación humana”, es subordinada a


una tele-o-logía cultural, y a la tele-nomía de la Acción por encima
de las funciones automáticas. La tele-nomía (la Administración) la
encaja en un nuevo universo. En el universo de la subjetividad de la
conciencia: La sube al carril de la Historia.
Teleo y logos ciencia que explica el comportamiento como una articulación
consciente, producida deliberadamente por el sentido anticipado de la finali-
dad buscada. Lo contrario, es la explicación por causalidad, ya que las causas
son precedentes a la conducta, acaecen, no son producidas por el hombre, por
tanto, no son conscientes ni deliberadas. Un avión no es un ente causado por
la naturaleza, sino por la intención humana que se ha fijado la finalidad de
volar. Y para ello, ha investigado causas (¿por qué y cómo?) de unos
materiales, de unas formas y de unas fuerzas, que al ser re-ordenadas harían
posible la finalidad de volar. La teleología no anula la causalidad material
inconsciente. Pero sí la reordena a servir a la finalidad consciente.
Tele-nomía, normatividad del presente plastificado desde los fines humanos

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del futuro. Es la mejor definición del arte de la Administración, a través
de la cual el hombre crea arte-factos conductuales, institucionales y
tecnológicos, para potenciar la vida. (O para debilitarla si queda bajo la
orientación de la actual “ciencia” económica)

Al momento que emerge la pregunta aparece en el universo entero la


in–de-ter-minación. La etimología de esta palabra esclarecerá la cuestión:

In : significa aquí, negación, lo contrario.


De: significa alrededor.
Ter: significa límite.
Minus: menor, significa estricto hasta la mas estrecha pequeñez,
sólo necesaria a la esencia del ente.

De manera que, lo contrario: de-ter-minación, significa aquello


que está cercado sin margen de lasitud, y que es absolutamente cerrado y
necesario en su estructura y funciones. In-determinación entonces, es lo
contrario de esa cerrazón necesaria, es alguna realidad donde es posible
el error y la creatividad, donde las consecuencias de una causa son más
de una, donde la necesidad unívoca se abre al abanico de la posibilidad.
Y por eso, el mundo cerrado de la naturaleza se ranura por la “libertad” y
fluye la historia, lo que es lo mismo que el desarrollo humano. Porque
esa alguna realidad, es la acción del hombre en el espacio-tiempo.

Unívoca: unus – vox, que tiene un solo sentido; que guarda una rígida co-
rrespondencia con su efecto único.

El hombre, hijo de la tierra, casi igual al chimpancé, apenas


dife-rente por una pequeña distancia porcentual en el genoma, resultó
ser un hijo “incompleto”. Y por esa incompletud, sin funciones
precisas en el determinismo general del universo, el Hombre es un in-
de- finido. Sin fin, sin límite, en posibilidad abierta a devenir –como
especie- un ser in-fini-to. Posibilidad abierta de hacer y adquirir
formas de existencia, más allá de los límites de lo objetivo.
Cfr: Martin Heidegger, Emanuel Mounnier,Ortega y Gasset, Peter Drucker
Esta indefinición en que lo dejó la Naturaleza, lo condenaba a pe-
recer, porque nada en Natura puede perdurar fuera de sus ciclos cerrados:
El hombre entonces, abrió y está abriendo todos los ciclos, pero luego
debe re-de-fin-irlos, para tener un lugar en la Realidad. En este proceso
de nueva definición comenzó por creerse lobo, águila, agua, viento etc.
Aunque prehistórico, ya el hombre era estructuralmente estructurante del
mundo. Al asumir en su conciencia, perfiles de animales y elementos, se
metamorfoseaba a si mismo, pero también le daba nueva forma al uni-

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verso entero. Si bien en sus humildes comienzos pareciera insignificante
su capacidad de re-modelador del mundo. Ya poseía, más que mímica, la
empatía mental para penetrar la esencia y la lógica de todas las cosas.
Como lo dice el filósofo matemático Alfred North Whitehead:

“Los animales se benefician de la estructura. Construyen nidos y barreras.


Pueden seguir el rastro de un olor en la selva...El hombre entiende la estruc-
tura. Abstrae su principio dominante del montón de los detalles. Construye
objetivos distantes. Puede comparar una diversidad de resultados (...) Pero la
esencia de este control, humano de los fines depende de la comprensión de la
estructura, en su variedad de aplicaciones.”

Aristóteles analiza a coetáneos civilizados, pero esa capacidad


ya estaba en el Erectus y el Neandertal:
“...Y no se trata en verdad de los objetos, porque no es la piedra la que
está en la mente, y sí sólo su forma. Así pues, la mente es como la mano,
si la mano es el instrumento de los instrumentos, la inteligencia es la
forma de las formas; y la sensación es la forma de las cosas sensibles”.

Y hasta hoy, sigue el hombre buscando una huidiza identidad.


Condenado como Sísifo. Pero al mismo tiempo, va densificando su
bio-grafía. Y con ello, va abriendo escenarios a la libertad, dándose
nue-vas cargas de responsabilidad, y nuevas cuestiones éticas que a-
justar. Re-haciendo siempre el perfil del HOMBRE en el hombre, y
TODO el HOMBRE en todos los hombres.

Sísifo: Rey legendario de Corintio, ingenioso y astuto que engañaba hasta


a los dioses del Olimpo, quienes después de su muerte, lo condenaron a empujar
cuesta arriba, eternamente, una roca que antes de llegar a la cima volvía a
rodar cuesta abajo.

La mente subjetiva y comunitaria


Precisión de lo que entendemos por objeto y sujeto: En la histo-ria
de la filosofía del conocimiento estas dos palabras se usan con sentidos
múltiples, lo que las hace muy confusas, porque dependen en exceso, en mi
opinión, del contexto; especialmente en Aristóteles y en la Escolástica (Ver
Dicc. Filosófico Ferrater Mora objeto y objetivo págs 260, 261, 262. Y
subjetivo en pág. 338. Y en Dicc. De Filosofía de Nicola Abbagnano, Gio-
vanni Fornero sujeto: pp 997, 998,999; y objetividad, objetivo , objeto
pp 773, 774, 775,776,777) Nosotros entenderemos por objeto la cosa que
tiene masa y ocupa un espacio-presente. Y entenderemos por subje-tivo
la mente y sus estados de conocer, de querer y sus productos: saber,
afectos, voluntad, valores que tienen temporalidad, pero no espacialidad;

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e incluso, productos que no tienen ni espacialidad ni temporalidad:
Por ejemplo, el número 2, no está en el espacio, no está ni en Puerto
Varas ni en Québec, ¿Cuándo comenzó el número 2, y cuándo
terminará? Tam-poco tiene tiempo.
En el lenguaje popular se dice que las matemáticas son “objetivas”
queriendo significar que son exactas y universales. Y lo “subjetivo”, para este
nivel de hablante, sería sinónimo de capricho y vaguedad. Sin embargo, las
matemáticas son universales y exactas porque son una realidad mental sub-jetiva,
y no un objeto, que es siempre material-espacial-temporal-particular. Si fueran
objetivas no podrían ser universales, ni generales ni exactas, porque todo objeto
es particular y no general. Si algún objeto fuera general sería un concepto, y de
ninguna manera un objeto. Tampoco, ningún objeto encar-na, ni menos puede
generar, una exactitud absoluta, porque esa condición sólo es atributo de lo
abstracto. Y la abstracción es sólo mental subjetiva, por tanto propia, exclusiva
del sujeto. Y excluyente de todo otro ente.
Respecto de la realidad (res) hay tres niveles:
1.- La realidad dura, la de las cosas con alojo espacio-presente. Natura,
sin mente humana.
2.- La mente como realidad en-si-misma, que radica en una Persona
quién está en el aquí-ahora, pero su dinámica se define por el
pasado y es ani-mada por el futuro, dimensiones subjetivas que
apuntan por encima del aquí-ahora: del espacio-presente.
3.- La realidad de la historia, que son las cosas objetivas, organizadas
te-le-o-lógicamente y tele-nómicamente por la subjetividad: El
Mundo, como síntesis de la mente y de las cosas, concretadas por la
acción hu-mana en artefactos e instituciones.

Objeto y subjetividad.
La subjetividad es la realidad terrestre más ubicua. Salvo su punto
de anclaje en el cerebro, su presencia va mucho más allá del domicilio
craneal. La subjetividad vive en “lares irreales” como en la mitología, en
la ciencia, en lo infinito, en la nada teórica, en el cero absoluto, en el
pasado, en el futuro, más allá de la muerte. Todas dimensiones
simbólicas que sólo existen porque la subjetividad humana las produce,
las aloja y las actualiza. (No son objetos ni están entre ellos) Más aún, “el
espacio” de la subjetividad puede estar en lo que no es.
Porque lo que no sé, no es para mi conciencia. Sin embargo, la aprehensión
de lo que hoy desconozco puede ser el espacio y perfil verdadero, definitivo y
total de mi conciencia. Por ejemplo, Saulo de Tarso (San Pablo) era un
fanático fariseo, instigador homicida del primer mártir cristiano (Esteban) Su
conver-sión se produce camino a Damasco, adonde Saulo se dirigía a
continuar el exterminio de los cristianos. Luego, después de Jesús, será el más
importante teórico y “productor” universal del cristianismo.

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La subjetividad de la persona es, no sólo sus procesos
productivos de intangibles, sino que su “materia” es también esos
intangibles mismos. Vive en el lenguaje de los hablantes efectivos y
también en los hablantes en silencio, pero en potencia de diálogo.
Además, la latencia de la subjetividad sobrepasa la ecuación
de hierro aquí-ahora del espacio-tiempo de los objetos. Cuando un
fósil y su entorno nos “cuenta” de su vida prehistórica, es porque está
el objeto de sus restos aquí-ahora, con su presencia evidente. Pero esa
presencia de-safía lo que el sujeto sabe y desconoce desde su cultura,
acerca del objeto. Esa mirada de saber parcial e ignorancia parcial
suscita interrogaciones que “envuelven” al objeto en una malla de
hipótesis, que producen el diálogo de la mente con lo inerte.
Cuando Champollion descifró la Piedra de Rosetta, e hizo
inte-ligible el alma egipcia para el occidental contemporáneo,
“envolvió” a la piedra muda en una malla de hipótesis. Y esa “malla”
era posible porque Champollion sabía muchas cosas de lo que la
piedra contenía, y desco-nocía muchas otras, que su capacidad de
interrogación fue dilucidando durante años de trabajo. Y así en ese
diálogo mente-objeto; sujeto-cosa, el pasado de Egipto se convirtió en
conocimiento revivido en el presente de la elite culta de Europa.
La Piedra de Rosetta habría seguido siendo un presente mudo, si Jean
Francois Champollion hubiera sido un hombre del siglo X, cuando no existía
ningún interés en Europa por el Egipto antiguo, ni por la arqueolo-gía. Sin el
pasado entretejido de simbolismos, ideas, conocimientos parciales e
ignorancias desafiantes que heredó Champollion de pensadores anteriores y
del clima cultural de la Europa del siglo XIX, la Piedra de Rosetta sólo habría
sido un objeto inerte y mudo en el presente, y todo Egipto sería aún, una
presencia pétrea sin significado histórico, para todos nosotros.

Intangible: que no cae bajo la captación de los sentidos, que sólo es men-
tal. No está en un lugar físico.

Por ser subjetivo el hombre, mentalmente, casi como Dios,


puede estar, desde el en-si-mismo, “en el cielo, en la tierra y en todo
lugar” a la velocidad neuro-eléctrica de su imaginación.
El objeto, por definición no es ubicuo; la subjetividad lo es por esencia. El
espacio es el punto de cruce del ancho-alto-largo-presente, es la actualidad-
cúbica donde acaece el evento, y donde está el objeto. La sub-jetividad en
cambio, es el sentido abstracto del evento. Ese sentido está sólo en la mente,
se corporiza y se traslada por el lenguaje, se re-crea en la mente del oyente,
puede mutar y traslapar su paradigma a otras materias.
Por ejemplo:

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Dos profesores universitarios, un biólogo y un físico que no se conocían,
de-bieron compartir mesa en un almuerzo, el biólogo conversó de sus
investi-gaciones sobre el envejecimiento. El físico que investigaba el
reiterado corte después de un tiempo, de las alas en aviones de guerra,
captó el paradigma de envejecimiento biológico y los traslapó a las alas
de los aviones. De ahí nació la teoría de la” fatiga de los materiales”
(Citado de memoria de “Macroscope” de Joel de Rosnay)

Es evidente que el hombre como cuerpo y centro de acciones


prác-ticas, está adentro del espacio-tiempo, pero lo trasciende desde
la subje-tividad. Ya que el hombre puede vivir y morir por razones
alojadas en el pasado o en el futuro, dimensiones “temporales”
totalmente inexistentes en la realidad de los objetos.
Porque la realidad objetiva es siempre acto. Y no existe el
“acto pasado”, lo que existe es su recuerdo y sus efectos; tampoco
existe “el acto futuro”, sólo existe su proyecto, su intención en el
presente. Ya que el acto sólo puede ser presente, y en tanto actual, no
hay futuro ni pasado. Pero el hombre no es ubicable desde si mismo,
ni como persona ni como comu-nidad, sin pasado ni futuro.
Paradojalmente, al igual que todos los animales, el hombre en
tanto objeto (cuerpo) está aquí-ahora, pero si careciera de pasado y de
futuro, no tendría ninguna significación como humano ni tampoco como
animal, ya que carece de toda coherencia zoológica. No tendría como
ordenar sus acciones, lo que lo llevaría a la ineficacia vital, por tanto, a
su inmediata extinción. La realidad humana entonces -en lo específico
humano- es más que acto corporal. Es sobre todo sentido subjetivo del
acto. Es más que objeto, es principalmente subjetividad.
Grafiquemos la cuestión, con un problema central, incluso
polé-mico, de nuestra civilización greco-judeo-cristiana:
Jesús fue muerto en el Monte Calvario en una cruz, en un espacio y tiempo
preciso, Y en ese mismo acto muta a Cristo dueño de todos los espacios y
tiempos, absolutamente ubicuo: Pero la subjetividad perfecta de Cristo ya
estaba potencialmente en el Jesús, sometido a lugar en el espacio, y a momen-
to en el tiempo. Quien, por subjetividad de Fé, era ya en potencia, ubicuo
trascendente. Este sentido de la superación del espacio-tiempo, con diferentes
formulaciones, la comparten judíos, budistas, cristianos católicos y evangéli-
cos, ortodoxos, musulmanes, Sócrates y los chamanes. Los
agnósticos, no comparten este sentido de trascendencia.

Transcendencia: trans, mas allá; ascendere, subir. Va más allá de la


cima de lo real dado.

Estos mismos hechos espacio-temporales son interpretados en un


sentido inmanente por los agnósticos. Y en un sentido trascendente por
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la mayoría de la humanidad.

Inmanente: in, al interior, manere que reside dentro de unos límites de


algo, límites insuperables intransitables, que no pueden ser sobre
pasados. Que se con-tienen (tienen dentro) en lo real dado. Principio:
“todo está al interior de todo”. ( Dicc. Petit Robert Aphabétique et
Analogique y Dicc. Fi- losófico Ferrater Mora. Dicc. De Filosofía
Nicola Abbagnano. FCE 600-601)

Está claro que los significados contrarios de 1.- del espacio-tiempo como
límite que agota la realidad. 2.- Al contrario, la verdadera realidad está antes
y más allá del espacio-tiempo. No son notas “objetivas” de los hechos en si
mis-mos, sino del sentido que la conciencia humana les asigna. Hay hechos
que sólo acaecen, como el rayo y el fuego, pero cuando la subjetividad los
atrapa en símbolos y los reordena en tecnología, esos hechos no sólo acaecen
“natu-ralmente” sino que también son constituidos y producidos por la
conciencia, Con lo cual pasan a ser eventos tanto físicos como culturales.

Para distinguir las líneas maestras de la arquitectura humana,


ha-bía que ver como se ha ido diseñando a lo largo de su millonaria
cronolo-gía bio-cultural. Itinerario sin el cual es incomprensible todo
lo atingente a su conducta, incluida la conducta generadora de
eficiencia y de eficacia: la Administración, que es el objeto central de
nuestra reflexión en este libro. En el capítulo siguiente abordaremos
las estructuras y dinámicas de la mente.

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