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Traductorado en Francés
I.E.S. en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”
HETEROGENEIDAD(ES) ENUNCIATIVA(S)
1 Lingüística de la enunciación, pragmática, análisis del discurso, teoría del signo, descripción de textos o de
géneros literarios, etc.
2 En este conjunto, distingo las formas marcadas que señalan el lugar del otro con una marca unívoca
(discurso directo, comillas, bastardillas, incisas de glosa) y las formas no marcadas de lo mostrado, donde se
da a conocer al otro sin marcación unívoca (discurso indirecto libre, ironía, pastiche, imitación, etc.).
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de poder trabajar en ese campo sin participar en la “operación de salvataje del sujeto” que
denunciaba P. Kuentz (1972) hace diez años '.
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Ante la pretensión -espontánea o sustentada teóricam ente- del sujeto de ser fuente
autónoma de un sentido que comunica por medio de la lengua, diversos enfoques teóricos
revelaron que toda habla está determinada más allá de la voluntad de un sujeto, y que este,
“más que hablar, es hablado”
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1.1. Como es sabido, el “dialogismo” del círculo Bajtín no se centra en el cara a cara
conversacional del diálogo, sino que constituye una teoría de la dialogización interna del
discurso, a través de una reflexión multiforme, semiótica y literaria. Inevitablemente, las
palabras son siempre “las palabras de los otros”: esta intuición recorre los análisis del
plurilingüismo y de los juegos de fronteras constitutivos de las “hablas sociales”, de las
formas lingüísticas y discursivas de la hibridación, y de la bivocalidad, cada uno de los
cuales permite la representación en discurso del discurso de otro, de los géneros literarios
que manifiestan una “conciencia galileana del lenguaje”, risa carnavalesca, novela
polifónica4
“Solo el Adán mítico que abordó con su primera palabra un mundo aún no
cuestionado5, hubiese podido producir un discurso sustraído de lo ya dicho del habla de
otro. Ninguna palabra es ‘neutra’, sino que se encuentra inevitablemente ‘cargada’,
‘ocupada’, ‘habitada’, ‘atravesada’ por los discursos en los que ‘vivió su existencia
socialmente determinada’.” Lo que Bajtín designa como “saturación del lenguaje”
constituye una teoría de la producción del sentido y el discurso: considera el “ámbito” de
los otros discursos, no como un entorno susceptible de liberar halos connotativos alrededor
de un núcleo de sentido, sino como un exterior constitutivo, el de lo ya dicho, del que
inevitablemente está hecho el tejido mismo del discurso.
El estatuto del sujeto del discurso, tal como aparece a través de las nociones de
“intención” u “orientación de un discurso sobre un objeto”, no se plantea de manera central
y continua siendo problemático6: es uno de los puntos que obstaculiza, a pesar de
coincidencias innegables, un acercamiento demasiado sistemático de las perspectivas
dialógicas y “estructuralistas” en el enfoque del discurso.
1.2. Con lo anterior, hago referencia a la problemática del discurso como producto
del interdiscurso, tal como se desarrolló en un conjunto de trabajos dedicados al discurso y
el análisis del discurso7 Apoyándose tanto en la reflexión de Foucault como en la de
Althusser, esta perspectiva postula un funcionamiento regulado que, desde el afuera del
interdiscurso, da cuenta de la producción del discurso, maquinaría estructural ignorada por
el sujeto que, ilusoriamente, se cree fuente de su discurso cuando, en realidad, no es más
que el soporte y el efecto.
4 Sobre estos puntos, ver. en la misma óptica. Authier-Revuz (1982), pp. 101-123, y una presentación general
en Todorov (1981).
5 Bajtín (1975).
6 Cf. Kristeva (1970), “El trabajo de Bajtín nos coloca cu los límites de una teoría de la significación que
necesitaría una teoría del sujeto."
7 Por. ej. Pecheux (1975a) (1975b). lleury (1977). Marandin (1979). Coiuline (1981), Couein et alii (1981).
8 Pecheux (1975b). p. 147 -subrayado m ío-.
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enemigos en el desconocimiento del inconsciente freudiano, y del sujeto descentrado que
este último estructura-.
En efecto, Freud plantea que no hay centro para el sujeto más allá de la ilusión y del
fantasma, pero que la función de esa instancia del sujeto que es el yo es lo que porta esta
ilusión necesaria.
E1 punto de vista según el cual “el centro es un ‘hecho fabricado’ para el sujeto y, al
mismo tiempo, el objeto de las ciencias humanas [en nuestro campo, el objeto de las teorías
de la enunciación], ignorando su carácter imaginario” 17, remite precisamente a la función
de desconocimiento del yo. Esta función reconstruye, en el imaginario del sujeto dividido,
la imagen del sujeto autónomo borrando la división (evidentemente irreconciliable con
todas las variantes de las concepciones del sujeto que lo reducen al yo o lo centran en él).
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2.1. En cuanto al conjunto de las formas marcadas, que me interesan en este trabajo, lo que
estas indican es que, en el hilo del discurso, un fragmento tiene un estatuto diferente, que
proviene de la autonimia19
16 Más allá de la diferencia de su relación explícita con Freud. ya que Laing recusa el psicoanálisis para
apoyarse en las filosofías existenciales allí donde las teorías del yo autónomo se presentan como
“apuntalamientes“’ de las concepciones freudianas.
17 Roudinesco (1977). p. 42.
18 Clément C. (1972).
19 Remito a Rey-Debove (1978) para estas nociones que utilicé en la descripción de las formas del discurso
referido y de las “palabras a distancia”, entrecomilladas (Authier. 1978-1981).
:o Aquí retomo la oposición mención/uso clásica en la tradición lógica; el dominio instrumental del sujeto
sobre la lengua supuesta por estos términos y que se opone a los puntos de vista desarrollados en 1. debe
relacionarse con el nivel de la representación que el sujeto da de su actividad enunciativa.
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sintáctica. El fragmento citado en el marco de un discurso referido directo21 o introducido
por un término metalingüistico (la palabra, el término, la expresión, la fórmula “X”),
claramente delimitado en el hilo del discurso, se presenta como objeto; es extraído del hilo
enunciativo normal y remitido a un afuera: el afuera de otro acto de enunciación (Z dijo:
“X", la expresión de Z, “X >\ etc.) o, en un gesto metalingüistico en sentido estricto, el
afuera de la lengua {la palabra, el término “X ”)"".
21 En contraste con el discurso indirecto que es un modo homogeneizante de restitución de otro acto de
enunciación.
- Entre estos dos polos, remisión del fragmento a un acto de enunciación individual vs. remisión a la lengua
(la frase de De Gaulle, "la intendencia seguirá ”, p a só a la p o steridad vs. la palabra “caballo ” tiene tres
sílabas) en realidad existe un continuum que proviene del orden del discurso.
23 (I) el “chcck-in” se realiza a las quince horas. (2) el check-in... (3) el “check-in”. como se dice en los
hoteles... (4) el check-in. como se dice en los hoteles... La incisa puede glosar una mención ya marcada de
otra manera (3). o conferir ella misma el estatuto “mencionado" a un fragmento (4); en este caso, los
eventuales problemas de incidencia sintáctico-scmántica de la incisa plantean problemas de delimitación del
fragmento mencionado.
24 Evidentemente, también se encuentran fonnas autonímicas, no explicadas a través de un término
metalingüistico (“caballo” tiene tres sílabas), y pueden crear ambigüedades en el oral (decime “por qué”/
decime por qué).
Cf. el estudio de los valores de palabras entre comillas en Authier (1981).
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no con comillas o bastardillas25), es que especifican los parámetros, ángulos, puntos de
vista, con respecto a los cuales un discurso plantea explícitamente una alteridad con
respecto a él mismo.
otra lengua21,
- otro registro discursivo, familiar, pedante, joven, grosero, etc.28;
otro discurso, técnico, feminista, marxista, jacobino, integrista, etc.29, que solo
puede caracterizarse como el discurso de los otros, discurso usual si se quiere, de
algunos otros, de otro particular'10;
otra modalidad de adquisición de sentido para una palabra, recurriendo
explícitamente al afuera de otro discurso especificado31, o al de la lengua como
lugar de polisemia, homonimia, metáfora, etc., descartadas o, al contrario, incluidas
para constituir el sentido de la palabra’2 En ambos casos, en lugar de que el sentido
se dé como evidente, un sentido se constituye para una palabra en referencia a uno o
varios sentidos producidos en el afuera del interdiscurso o de la lengua;
- otra palabra, potencial o explícita en las figuras de la reserva (X, en fin X, si se
quiere; X, si se puede decir de alguna manera, supongamos...) de la duda y de la
rectificación (X, o mejor dicho Y; X, debería haber dicho Y; X, ¿qué estoy
diciendo?; X, iba a decir Y) de la confirmación (X, es el momento de decirlo; X, es
justamente X lo que quiero decir) variante, inversa, de las anteriores;
otro, el interlocutor, diferente del locutor y, en consecuencia, susceptible de no
entender, o de no admitir (si ves lo que quiero decir, si me permiten la expresión,
perdónenme este término, si querés...), operaciones implícitamente admitidas como
evidentes, por otra parte en el discurso, que provienen de un interlocutor-engranaje
en el funcionamiento “normal” de la comunicación.
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2.4.2. Al mismo tiempo que plantean un exterior con respecto al cual se constituye el
discurso, esas fórmulas postulan otra exterioridad, la del enunciador capaz de colocarse en
todo momento a distancia de su lengua, de su discurso, es decir, de ocupar, frente a ellos,
considerados localmente como objeto, una posición exterior de observador. Toda forma
marcada de distancia remite a esta figura de enunciador, utilizador y amo de su
pensamiento, pero esta figura está presente sobre todo en las glosas de rectificación,
reserva, etc., que la precisan como juez, comentador, etc. de su propio decir.
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33 Kl discurso de Faurisson (cf. “Memoria cu defensa". La Vieille Taupe, estudiado por G. Authier-Revuz y L.
Romeu. artículo que aparecerá a i Alais. u° 8. 1984) que se basa, por completo, eu la denuucia del discurso
“mítico" (comillas mías) sobre las “cámaras de gas” (comillas de Faurisson) es un caso sorprendente. En este
breve artículo, no puedo analizar textos que presenten estos diversos tipos de relaciones con el otro; cf.
elementos esquemáticos en Authier (1981).
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31 A mi entender, es lo que realiza H. Fouquier (1981) en su estudio de las formas de la distancia, cuando
plantea una relación de “homología” entre el “comportamiento discursivo” de distanciación y la división del
sujeto. A pesar de las referencias a Frcud y Lacan. esta correspondencia es incompatible con la concepción
psicoanalítica de un sujeto descentrado, efecto de lenguaje; en cambio, puede concordar efectivamente con las
concepciones -opuestas- del sujeto reducido al yo (cf. 1 en el presente trabajo), escindido, alienado, atrapado
en las redes de la mala fe y del teatro, de Laing, Sartrc, GofTman. que utilizan la lengua en el marco de sus
relaciones con el otro. Por lo tanto, esta relación encuentra, de manera indirecta, al locutor “pleno’' de la
pragmática y una psicología de la enunciación, sorda a la heterogeneidad constitutiva del inconsciente y del
orden del discurso.
35 Con respecto al vocabulario utilizado para dar cuenta de uno y otro plano, se observan coincidencias de
palabras pertinentes aun en su engaño: la división del sujeto psicoanalítico vs. la división del sujeto hablante
en figuras de enunciador, locutor, etc.; la heterogeneidad que constituye un discurso en el sentido de que su
tejido está hecho de ella vs. la heterogeneidad manifiesta que constituye un discurso en el sentido de que, en
relación con un exterior, ella le asigna una forma propia; la polifonía de todo discurso que no puede “no
alinearse en todos los pentagramas de una partitura” vs. los “efectos” de polifonía permitidos por ciertas
formas de la heterogeneidad mostrada. Si bien es indispensable no confundirlos, este parentesco, que no es
fortuito, puede entenderse como el signo de la solidaridad que existe de hecho entre los dos planos en una
relación de determinación asimétrica.
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Para el sujeto dividido, el papel, indispensable, del Yo, es el de una instancia que,
en lo imaginario, se ocupa de reconstruir la imagen de un sujeto autónomo, que anula, en el
desconocimiento, el descentramiento real.
Las formas marcadas de la heterogeneidad mostrada representan una negociación
con las formas centrífugas, de desagregación, de la heterogeneidad constitutiva: construyen,
en el desconocimiento de esta, una representación de la enunciación, que, por ilusoria, es
una protección necesaria para que se pueda mantener un discurso36.
Por lo tanto, esta representación de la enunciación también es “constitutiva”, en otro
sentido: más allá del “yo” que se presenta como sujeto de su discurso, “por ese acto
individual de apropiación que introduce al hablante en su habla” ’7, las formas marcadas de
la heterogeneidad mostrada refuerzan, confirman, aseguran ese “yo” a través de una
especificación de identidad, dándole cuerpo al discurso -p o r la forma, el contomo, los
bordes, los límites que le trazan- y dándole fig u ra al sujeto enunciador -p o r la posición y
la actividad metalingüística que ponen en escena-.
36 Es necesario señalar que si estas formas de representación se prestan fácilmente a los ardides, cálculos,
estrategias intrincadas de la comedia interaccional. estos juegos de máscaras para con el otro, no deben
ocultar que fundamentalmente el señuelo, el engaño es ante todo para el sujeto, en una estrategia protectora
para él y su discurso, enfrentado a la amenaza íntima e ineludible de la heterogeneidad constitutiva.
37 Benvcniste (1970).
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3.2.3. Las diversas formas de la heterogeneidad mostrada, en su relación con la
heterogeneidad constitutiva, afectan el cuerpo del discurso y la identidad del sujeto:
defendidos, protegidos en la denegación por las formas marcadas, son expuestos, por el
contrario, al riesgo de un juego incierto por las formas no marcadas, y condenados a la
ruina, en ausencia de toda heterogeneidad mostrada, abandonados a la heterogeneidad
constitutiva.
En efecto, las formas no marcadas de la heterogeneidad mostrada -discurso
indirecto libre, ironía, por un lado; metáforas, juegos de palabras, por el otro- representan
la incertidumbre que caracteriza la localización del otro en el continuum del discurso, oirá
form a de negociación con la heterogeneidad constitutiva: una forma más arriesgada, ya
que estas formas juegan con la dilución, la disolución del otro en uno, del que este último
puede salir enfáticamente confirmado, pero donde también puede perderse.
Por lo tanto, estas formas no marcadas conducen, sin ruptura, a los discursos que,
muy cerca de la heterogeneidad constitutiva, renuncian a toda protección frente a esta,
haciendo lo imposible para “hacerla hablar”, en la vertiginosa desaparición del enunciador
atravesado por el “ello habla” del interdiscurso o del significante, tal como lo esbozan,
absolutos míticos, el Libro “enteramente recopiado” de Flaubert, cuyo Diccionario de las
ideas recibidas y B o u va rd y Pécuchet eran elementos o bocetos, y el Libro “que se escribe
solo”, “sin voz de autor”, producido por un “álgebra” del significante, de Mallarmé, cuyo
Juego de dados era una aproximación.
3.3. Así, en este campo de la enunciación, juegan de manera solidaria estos dos
planos distintos -pero no distinguidos- de las condiciones reales de existencia de un
discurso y de la representación de las mismas que este ofrece.
La circunscripción del campo por describir a uno de los dos planos es, por cierto,
legítima; pero plantear este plano como un todo autónomo, cerrado a ese exterior pertinente
que constituye el otro plano, es fuente, a mi entender, inevitable, de engaño y de mutilación
para el terreno elegido.
Con esto quiero decir que no habría que basarse meramente en la alternativa con la
que O. Ducrot concluyó su discusión con P. Henry: interesarse en la manera en la que el
locutor puede “representarse un sentido de sus palabras”, o bien, “desinteresarse de estas
representaciones del sentido para X o para Y”, por considerar como “una ilusión la
eventualidad de que el locutor sea sujeto” '
En lo que se refiere a la pragmática, tener en cuenta la realidad del interdiscurso y
del inconsciente que atraviesa la lengua no recusaría la descripción lingüística de las formas
de la representación; solo la invalida en la medida en que, según una inclinación muy
general, esta descripción tiende a hacerse pasar por el todo de la realidad enunciativa,
reproduciendo en su teoría de la enunciación'9 el gesto denegatorio del locutor en cuanto a
ese Otro que lo atraviesa. La manera en la que O. Ducrot intenta protegerse de este escollo
con un sistema de defensas teóricas alrededor de la autonomía de su objeto -llevada al
límite en el concepto de que la enunciación “ni siguiera implica la hipótesis de que el
enunciado es producido por un sujeto hablante” - me parece desembocar , por la
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Ahora bien, aun en este caso, esta eliminación de uno de los planos incide en la
descripción del otro: las formas de la heterogeneidad mostrada, que traducen la ilusión del
sujeto en su habla, también revelan, ya lo vimos, la falla, la brecha en el dominio, por el
mismo gesto que intenta cerrarlas. Es decir que la ilusión que se manifiesta en el discurso
no desdibuja radicalmente lo que trata de rechazar; no es ese señuelo perfecto producido
por un determinismo sin falla, completamente ignorado por el sujeto, que las teorías de “la
interpelación ideológica” produjeron, durante un tiempo, en los trabajos sobre el discurso44.
De este modo, la atención a las formas concretas de la representación de la
enunciación, que son, entre otras, las formas de la heterogeneidad mostrada, puede
contribuir, en el marco del análisis del discurso, a mantener la distinción entre el yo pleno y
el sujeto que tropieza, y a evitar denunciar el dominio, como ilusión del sujeto, para
colocarlo nuevamente en el nivel de los mecanismos productores de esta ilusión.
11 Independientemente de los problemas que. a mi entender, a veces plantean las interpretaciones propuestas
en cuanto a la asepsia de la descripción frente a lo extralingüístico.
42 Cf. las reflexiones de C. Fuchs (1981) sobre “el papel del sujeto” en las teorías de la enunciación, que
subravan la “paradoja” de “abrir” la lingüística a la enunciación para luego volver a encerrarla en sí misma,
pp. 50-52.
43 Mesa redonda en Conein et alii (1981).
MCf. por ejemplo Pécheux (1975); y la clara evolución marcada en este punto, por ejemplo, en Henry (1977).
el apéndice crítico de la edición inglesa de Pécheux (1975) (“Langage semantics and ideology”, MacMillan,
1982. pp. 2 1 1-220) y Conein ct alii (1981).
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Referencias bibliográficas
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