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RESIDENCIA DE TRADUCCIÓN

Traductorado en Francés
I.E.S. en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”

Cátedra solicitante: Instituto de Lingüística - UBA


Profesor: María Marta García Negroni
Residente: Marcela Constenla
Tutora de residencia: Patricia WiLIson
Texto: Authier-Revuz, J. “Hétérogénéité(s) énonciative(s)”,
Langages n° 73, marzo 1984.______________ _____________

HETEROGENEIDAD(ES) ENUNCIATIVA(S)

La “complejidad enunciativa” está de moda: distanciación, grados de apropiación,


desniveles o desfases enunciativos, polifonía, desdoblamiento o división del sujeto
enunciador... gran cantidad de nociones que -en marcos teóricos diferentes1- dan cuenta de
formas lingüísticas, discursivas o textuales que alteran la imagen de un mensaje monódico.
En los últimos años, son ejemplos de este fenómeno numerosos trabajos sobre discursos
referidos (directo, indirecto, indirecto libre), comillas, bastardillas, citas, alusiones, ironía,
pastiche, estereotipia, presuposición, preconstruido, enunciado dividido, palabras
“argumentativas”, etc.

En este trabajo me propongo analizar, con respecto a un conjunto de formas que ¡


llamo formas de “la heterogeneidad mostrada”, dado que inscriben al “otro” en el hilo del
discurso -discurso directo, comillas, formas del retoque o !a glosa, discurso indirecto libre,
ironía2- , el estatuto de las nociones enunciativas (“distancia”, etc.) evocadas anteriormente,
estatuto en buena medida problemático, a pesar o a causa de su carácter “natural”,
“intuitivamente hablando” .

Me parece que estas nociones están, de hecho, necesariamente ancladas en lo


exterior de la lingüística, en la medida en que este exterior produce -d e manera ingenua o
teórica- concepciones del sujeto y de su relación con el lenguaje; y que, como la lingüística
no expliciía su relación con este exterior, y sean cuales fueren las precauciones que
pudieran tomarse para delimitar un campo autónomamente lingüístico, es inevitable que el
extenor vuelva implícitamente, en un terreno como el de la enunciación, en el interior de la
descripción, bajo la forma “natural” de la reproducción, en el análisis, de las evidencias
experimentadas por los sujetos hablantes en lo que se refiere a su actividad de lenguaje. Por
lo tanto, recurriré explícitamente a enfoques que, desde el exterior de la lingüística,
vulneraron de manera irreversible las evidencias narcisísticas del sujeto fuente y dueño de
su decir, así como a un exterior pertinente para el campo lingüístico de la enunciación, a fin

1 Lingüística de la enunciación, pragmática, análisis del discurso, teoría del signo, descripción de textos o de
géneros literarios, etc.
2 En este conjunto, distingo las formas marcadas que señalan el lugar del otro con una marca unívoca
(discurso directo, comillas, bastardillas, incisas de glosa) y las formas no marcadas de lo mostrado, donde se
da a conocer al otro sin marcación unívoca (discurso indirecto libre, ironía, pastiche, imitación, etc.).

1
t

de poder trabajar en ese campo sin participar en la “operación de salvataje del sujeto” que
denunciaba P. Kuentz (1972) hace diez años '.

Para plantear lo que llamo la heterogeneidad constitutiva del sujeto y su discurso,


me basaré, por un lado, en los trabajos que plantean el discurso como producto del
interdiscurso y, extendiendo el horizonte, en la problemática del dialogismo de Bajtín; y,
por otro lado, en el enfoque del sujeto y su relación con el lenguaje a partir de Freud y la
relectura de Lacan.

En relación con este exterior de la lingüística -e s decir, teniéndolo en cuenta sin


confundirla con él, y con la intención de plantear la irreductibilidad y la articulación de los
dos planos-, propondré una descripción de la heterogeneidad mostrada, como formas
lingüísticas que representan modos diversos de negociación del sujeto hablante con la
heterogeneidad constitutiva de su discurso. En el marco de este artículo, me circunscribiré
tan solo a las formas marcadas de la heterogeneidad mostrada, que expresan, en el modo de
la denegación, un desconocimiento protector de la heterogeneidad constitutiva, y me
reservaré para otra ocasión el tratamiento, desde la misma óptica, de una negociación
diferente, más riesgosa, constituida por las formas no marcadas.

- 1 -

Ante la pretensión -espontánea o sustentada teóricam ente- del sujeto de ser fuente
autónoma de un sentido que comunica por medio de la lengua, diversos enfoques teóricos
revelaron que toda habla está determinada más allá de la voluntad de un sujeto, y que este,
“más que hablar, es hablado”

Este “más allá” no es lo que encontraría inevitablemente el sujeto portador de


sentido, ni aquello en función de lo cual se determinarían las formas concretas de su
existencia y de la de su discurso; es lo exterior en el sujeto, en el discurso, como condición
constitutiva de existencia.

No se trata aquí de presentar, ni siquiera en forma esquemática, cada uno de esos


enfoques en su coherencia -m enos aún, pretender “articularlos” -: me contento con evocar,
de modo fragmentario, los puntos a los que remite específicamente lo que llamo la
heterogeneidad constitutiva del sujeto y su discurso.

3 El locutor intencional de la pragmática, que calcula estrategias en el marco de la interacción comunicación al


-cf. Cinmig (1979)-. tiene un estatuto a menudo ambiguo con respecto a esta cuestión de la relación explícita
en el exterior de la lingüística: es claro que implica ciertas concepciones filosóficas, psicológicas,
sociológicas del sujeto y las relaciones interindividuaies. pero como estas van en el sentido de las evidencias
experimentadas por los sujetos hablantes, pueden integrarse fácilmente a las descripciones lingüísticas sin
tener necesariamente que simular lo que son -elecciones teóricas extralingüísticas-, pero bajo la apariencia de
neutralidad teórica propia del buen sentido. Por el contrario, toda referencia a teorías no subjetivas del sujeto
y el habla, necesariamente explícitas en el sentido en que estas van - “provocaciones teóricas - contra las
evidencias narcisistas de los sujetos hablantes, se la acusará fácilmente de ahogar o destruir el objeto
lingüístico en lo no lingüístico.

2
1.1. Como es sabido, el “dialogismo” del círculo Bajtín no se centra en el cara a cara
conversacional del diálogo, sino que constituye una teoría de la dialogización interna del
discurso, a través de una reflexión multiforme, semiótica y literaria. Inevitablemente, las
palabras son siempre “las palabras de los otros”: esta intuición recorre los análisis del
plurilingüismo y de los juegos de fronteras constitutivos de las “hablas sociales”, de las
formas lingüísticas y discursivas de la hibridación, y de la bivocalidad, cada uno de los
cuales permite la representación en discurso del discurso de otro, de los géneros literarios
que manifiestan una “conciencia galileana del lenguaje”, risa carnavalesca, novela
polifónica4

“Solo el Adán mítico que abordó con su primera palabra un mundo aún no
cuestionado5, hubiese podido producir un discurso sustraído de lo ya dicho del habla de
otro. Ninguna palabra es ‘neutra’, sino que se encuentra inevitablemente ‘cargada’,
‘ocupada’, ‘habitada’, ‘atravesada’ por los discursos en los que ‘vivió su existencia
socialmente determinada’.” Lo que Bajtín designa como “saturación del lenguaje”
constituye una teoría de la producción del sentido y el discurso: considera el “ámbito” de
los otros discursos, no como un entorno susceptible de liberar halos connotativos alrededor
de un núcleo de sentido, sino como un exterior constitutivo, el de lo ya dicho, del que
inevitablemente está hecho el tejido mismo del discurso.

El estatuto del sujeto del discurso, tal como aparece a través de las nociones de
“intención” u “orientación de un discurso sobre un objeto”, no se plantea de manera central
y continua siendo problemático6: es uno de los puntos que obstaculiza, a pesar de
coincidencias innegables, un acercamiento demasiado sistemático de las perspectivas
dialógicas y “estructuralistas” en el enfoque del discurso.

1.2. Con lo anterior, hago referencia a la problemática del discurso como producto
del interdiscurso, tal como se desarrolló en un conjunto de trabajos dedicados al discurso y
el análisis del discurso7 Apoyándose tanto en la reflexión de Foucault como en la de
Althusser, esta perspectiva postula un funcionamiento regulado que, desde el afuera del
interdiscurso, da cuenta de la producción del discurso, maquinaría estructural ignorada por
el sujeto que, ilusoriamente, se cree fuente de su discurso cuando, en realidad, no es más
que el soporte y el efecto.

“Lo propio de toda formación discursiva es disimular en la transparencia del sentido


que se forma en ella, la objetividad material contradictoria del interdiscurso que
determina esta formación discursiva como tal, objetividad material que reside en el
hecho de que ‘ello habla’ siempre, ‘antes, en otra parte e independientemente'*

4 Sobre estos puntos, ver. en la misma óptica. Authier-Revuz (1982), pp. 101-123, y una presentación general
en Todorov (1981).
5 Bajtín (1975).
6 Cf. Kristeva (1970), “El trabajo de Bajtín nos coloca cu los límites de una teoría de la significación que
necesitaría una teoría del sujeto."
7 Por. ej. Pecheux (1975a) (1975b). lleury (1977). Marandin (1979). Coiuline (1981), Couein et alii (1981).
8 Pecheux (1975b). p. 147 -subrayado m ío-.

3
\

Por ejemplo, la noción de preconstruido, marca del interdiscurso en el intradiscurso


-es decir, observable en el hilo del discurso-, es característica de esta problemática por
oponerse a la presuposición como acto de lenguaje.

En efecto, la demostración de los procesos reales que determinan el sentido y el


discurso es indisociable de una teoría de la ilusión subjetiva del habla9 y de un
cuestionamiento de las teorías lingüísticas de la enunciación, en la medida en que corren el
riesgo de reflejar ‘“ la ilusión necesaria que constituye al sujeto’, ‘contentándose’ con
reproducir en el nivel teórico esta ilusión del sujeto a través de la idea de un sujeto
enunciador portador de elecciones, intenciones, decisiones”10.

1.3. Desde otro ángulo -e l de la teoría de su objeto propio, el inconsciente-, el


psicoanálisis, tal como se explica a sí mismo, apoyándose en la teoría de Saussure a través
de la lectura lacaniana de Freud11, produce la doble concepción de un habla
fundam entalm ente heterogénea y de un sujeto dividido12.

Bajo las palabras, siempre se dicen “otras palabras” : la estructura material de la


lengua permite que, en la linealidad de una cadena, se oiga la polifonía no intencional de
todo discurso, a través de la cual el análisis puede intentar descubrir las marcas de “la
puntuación del inconsciente”.

Esta concepción del discurso atravesado por el inconsciente se articula con la de un


sujeto que no es una entidad homogénea exterior al lenguaje, sino el resultado de una
estructura compleja, efecto del lenguaje: sujeto descentrado, dividido, escindido, barrado,...
poco importa el término, a condición de que, lejos del desdoblamiento del su jeto '' o de la
división como efecto sobre el sujeto de su encuentro con el mundo exterior-división que se
podría tender a borrar con un trabajo de restauración de la unidad de la persona-, se
mantenga el carácter estructural, constitutivo del clivaje para el sujeto.

Allí reside el carácter de “herida narcisista” que Freud reconocía con el


descubrimiento del inconsciente para el sujeto que “ya no es amo en su propia casa”, y allí
se encuentra lo que, a partir de este hecho, siempre está a punto de ser ocultado. De este
modo, se puede considerar que, a través de tendencias políticas enfrentadas -la
antipsiquiatría de Laing, por ejemplo, que denuncia el carácter alienante del entorno social,
causa del “divided s e lf,14, y la psicología adaptati va del yo, que se esfuerza por edificar un
“yo fuerte” autónomo, que habría “desalojado al ello” 15- se unen16 como hermanos

9 La de la “interpelación” de los individuos como sujetos hablantes fuente de su discurso.


10 M. Pócheux y C. Fuchs en Pécheux (1975a), p. 19.
11 Referencia que .de hecho, se observa en numerosos trabajos sobre el discurso citados anteriormente; cf. en
particular Ilcm y (1977), Concin et alii (1981).
2 Por razones editoriales de último momento, el resumen que sigue reemplazó el desarrollo inicialmente
redactado. Para una presentación más detallada, en la misma óptica, cf. Authier-Revuz (1982).
13 Cf. las descripciones prefreudianas (Janet, Ureuer) de segunda personalidad ligada a una “debilidad de la
síntesis psicológica". (Cf., por ejemplo. “Escisión del yo” y “Subconsciente” en Laplanchc y Pontalis (1968)).
11 Laing (1960).
15 Cf. Anna Freud y. sobre todo, II. Hartraann. Cf. Clément (72).

4
enemigos en el desconocimiento del inconsciente freudiano, y del sujeto descentrado que
este último estructura-.

En efecto, Freud plantea que no hay centro para el sujeto más allá de la ilusión y del
fantasma, pero que la función de esa instancia del sujeto que es el yo es lo que porta esta
ilusión necesaria.

E1 punto de vista según el cual “el centro es un ‘hecho fabricado’ para el sujeto y, al
mismo tiempo, el objeto de las ciencias humanas [en nuestro campo, el objeto de las teorías
de la enunciación], ignorando su carácter imaginario” 17, remite precisamente a la función
de desconocimiento del yo. Esta función reconstruye, en el imaginario del sujeto dividido,
la imagen del sujeto autónomo borrando la división (evidentemente irreconciliable con
todas las variantes de las concepciones del sujeto que lo reducen al yo o lo centran en él).

1.4. En ruptura con el yo, fundamento de la subjetividad clásica concebida como un


interior frente a la exterioridad del mundo, el fundamento del sujeto se encuentra aquí
desplazado, desalojado “en un lugar múltiple, fundamentalmente heterónomo, donde la
exterioridad está en el interior del sujeto”18 Estas concepciones del discurso, la ideología y
el inconsciente se unen en la afirmación de que, constitutivamente, en el sujeto, en su
discurso, hay Otro, afirmación que las teorías de la enunciación no pueden eludir sin riesgo
para la lingüística.

- 2 -

Muy diferente es el punto de vista lingüístico de la descripción de las formas de la


heterogeneidad mostrada en el discurso, formas a través de las cuales se altera la unicidad
aparente del hilo del discurso, ya que inscriben a l otro (según modalidades diferentes, con
o sin marcas unívocas de localización).

2.1. En cuanto al conjunto de las formas marcadas, que me interesan en este trabajo, lo que
estas indican es que, en el hilo del discurso, un fragmento tiene un estatuto diferente, que
proviene de la autonimia19

En la autonimia simple, la heterogeneidad constituida por un fragmento


r * • -)Q ^
mencionado, entre elementos lingüísticos utilizados" , se acompaña de una ruptura

16 Más allá de la diferencia de su relación explícita con Freud. ya que Laing recusa el psicoanálisis para
apoyarse en las filosofías existenciales allí donde las teorías del yo autónomo se presentan como
“apuntalamientes“’ de las concepciones freudianas.
17 Roudinesco (1977). p. 42.
18 Clément C. (1972).
19 Remito a Rey-Debove (1978) para estas nociones que utilicé en la descripción de las formas del discurso
referido y de las “palabras a distancia”, entrecomilladas (Authier. 1978-1981).
:o Aquí retomo la oposición mención/uso clásica en la tradición lógica; el dominio instrumental del sujeto
sobre la lengua supuesta por estos términos y que se opone a los puntos de vista desarrollados en 1. debe
relacionarse con el nivel de la representación que el sujeto da de su actividad enunciativa.

5
sintáctica. El fragmento citado en el marco de un discurso referido directo21 o introducido
por un término metalingüistico (la palabra, el término, la expresión, la fórmula “X”),
claramente delimitado en el hilo del discurso, se presenta como objeto; es extraído del hilo
enunciativo normal y remitido a un afuera: el afuera de otro acto de enunciación (Z dijo:
“X", la expresión de Z, “X >\ etc.) o, en un gesto metalingüistico en sentido estricto, el
afuera de la lengua {la palabra, el término “X ”)"".

En el caso de la connotación autonímica, a la que me dedico aquí en particular, el


fragmento mencionado es, al mismo tiempo, un fragmento utilizado: es el caso del
elemento entre comillas, en bastardilla o (a veces y) glosado por una incisa23.
Contrariamente al caso anterior, el fragmento designado como otro se integra en el hilo del
discurso, sin ruptura sintáctica: de estatuto complejo, el elemento mencionado se inscribe
en la continuidad sintáctica del discurso, al mismo tiempo que, por medio de marcas que,
en este caso, no son redundantes, es enviado al exterior del discurso.

De este modo, las formas de la heterogeneidad mostrada operan una doble


designación: la de un lugar para un fragmento de estatuto diferente en la linealidad de la
cadena y la de una alteridad a la que remite el fragmento.

2.2. La naturaleza de esta alteridad está especificada o no lo está en el contexto del


fragmento mencionado. En las formas de la autonimia evocadas anteriormente, la alteridad
está explícitamente especificada, y remite a otro acto de enunciación o a la lengua como a
exteriores del discurso que se está enunciando"4.

Por el contrario, la alteridad está implícita en la comilla y la bastardilla no glosadas;


es decir que toda comprensión o interpretación de estas marcas pasa por una especificación
de la alteridad a la que remiten, en función de su entorno discursivo: por ejemplo, otra
25
lengua, variedad de lengua, otro discurso diferente, enemigo, etc. .

Frente a lo anterior, en la misma estructura de connotación autonímica, el interés


particular que veo en las formas innumerables -e n el sentido literal de conjunto infinito de
expresiones- de glosas, retoques, comentarios sobre un fragmento de cadena (señalados o

21 En contraste con el discurso indirecto que es un modo homogeneizante de restitución de otro acto de
enunciación.
- Entre estos dos polos, remisión del fragmento a un acto de enunciación individual vs. remisión a la lengua
(la frase de De Gaulle, "la intendencia seguirá ”, p a só a la p o steridad vs. la palabra “caballo ” tiene tres
sílabas) en realidad existe un continuum que proviene del orden del discurso.
23 (I) el “chcck-in” se realiza a las quince horas. (2) el check-in... (3) el “check-in”. como se dice en los
hoteles... (4) el check-in. como se dice en los hoteles... La incisa puede glosar una mención ya marcada de
otra manera (3). o conferir ella misma el estatuto “mencionado" a un fragmento (4); en este caso, los
eventuales problemas de incidencia sintáctico-scmántica de la incisa plantean problemas de delimitación del
fragmento mencionado.
24 Evidentemente, también se encuentran fonnas autonímicas, no explicadas a través de un término
metalingüistico (“caballo” tiene tres sílabas), y pueden crear ambigüedades en el oral (decime “por qué”/
decime por qué).
Cf. el estudio de los valores de palabras entre comillas en Authier (1981).

6
no con comillas o bastardillas25), es que especifican los parámetros, ángulos, puntos de
vista, con respecto a los cuales un discurso plantea explícitamente una alteridad con
respecto a él mismo.

De este modo, se designan como “afuera” con respecto al discurso e interfieren en él


bajo la forma de un punto de heterogeneidad:

otra lengua21,
- otro registro discursivo, familiar, pedante, joven, grosero, etc.28;
otro discurso, técnico, feminista, marxista, jacobino, integrista, etc.29, que solo
puede caracterizarse como el discurso de los otros, discurso usual si se quiere, de
algunos otros, de otro particular'10;
otra modalidad de adquisición de sentido para una palabra, recurriendo
explícitamente al afuera de otro discurso especificado31, o al de la lengua como
lugar de polisemia, homonimia, metáfora, etc., descartadas o, al contrario, incluidas
para constituir el sentido de la palabra’2 En ambos casos, en lugar de que el sentido
se dé como evidente, un sentido se constituye para una palabra en referencia a uno o
varios sentidos producidos en el afuera del interdiscurso o de la lengua;
- otra palabra, potencial o explícita en las figuras de la reserva (X, en fin X, si se
quiere; X, si se puede decir de alguna manera, supongamos...) de la duda y de la
rectificación (X, o mejor dicho Y; X, debería haber dicho Y; X, ¿qué estoy
diciendo?; X, iba a decir Y) de la confirmación (X, es el momento de decirlo; X, es
justamente X lo que quiero decir) variante, inversa, de las anteriores;
otro, el interlocutor, diferente del locutor y, en consecuencia, susceptible de no
entender, o de no admitir (si ves lo que quiero decir, si me permiten la expresión,
perdónenme este término, si querés...), operaciones implícitamente admitidas como
evidentes, por otra parte en el discurso, que provienen de un interlocutor-engranaje
en el funcionamiento “normal” de la comunicación.

^ Sobre estas formas de glosa, cf. Authier-Revuz ( 1982). pp. 92-96.


'7 Ej.: al dente como dicen los italianos.
28 Ej.: para retomar una expresión de la generación joven, los ricos “la pasan bomba”.
- la “dialéctica” para ser pedante.
29 Kj.: el socialismo existente, como persiste en decir el partido comunista. O: el lenguaje (natural, como
sienten necesidad de decir los lógicos).
30 Ej.: lo que se denomina “ciencias humanas”. O: eso no quiere decir en algún lado (como dicen
actualmente)... O: es necesario, me disculpo por esta expresión que puede parecer un estereotipo, hacer
trabajar un concepto. O: arrastrar el ala. como decía mi abuela.
31 Ej. : una contradicción, en el sentido materialista del término. O: el destino, en el sentido de los griegos. O:
“lugares románticos'', en el sentido que se le da en ese momento. La especificación por otro discurso,
“materialista”, “griego”, etc. parece prevenir el riesgo de atracción de la palabra, en el campo de fuerzas del
interdiscurso, por otro “otro-diseurso” aquí, discurso lógico para la contradicción, discurso cristiano para el
destino.
32 Cf. todos los “X en sentido propio”, “X, metafóricamente”, etc. Ej.: la lengua tiene juego, como se dice de
un ensamblaje.
o: lleno de duplicidad, en los dos sentidos de la palabra;
o: jóvenes encerradas -sin metáfora- por los empresarios de la seda:
o: esta noche, presenciamos un acontecimiento, un felb. acontecimiento, si me permiten la expresión: la
publicación, este año. de un conjunto de trabajos.

7
\

2.4.1. La doble designación de un fragmento diferente y de la alteridad a la que este


remite constituye, p o r diferencia, una doble afirmación de lo uno

En el nivel del hilo del discurso, localizar un punto de heterogeneidad significa


circunscribirla, es decir, por diferencia, plantear la homogeneidad o la unicidad de la
lengua, el discurso, el sentido, etc., para el resto de la cadena; cuerpo extraño delimitado, el
fragmento marcado recibe claramente a través de las glosas de corrección, reserva, duda,
etc., un carácter de particularidad accidental, de defecto local. Al mismo tiempo, la
referencia a un afuera, a un exterior explícitamente especificado o por especificar,
detemiina automáticamente, por diferencia, un interior, el del discurso; es decir que la
designación de un exterior específico es, a través de cada marca de distancia, una operación
de constitución de identidad para el discurso. Por lo tanto, la zona de “contacto” entre
exterior(es) e interior, delimitada por las marcas de distancia en un discurso, es
profundamente reveladora de este, por un lado, a causa de los puntos en los que el discurso
elige plantear explícitamente fronteras, bordes, demarcaciones -e s decir, de qué otro hay
que defenderse, a qué otro hay que recurrir para constituirse-; por otro lado, a causa del
tipo de relación con ese otro que actúa allí, relación, también en este caso, explicitada por
las glosas o interpretable en función del contexto: hay diferenciaciones que provienen del
galanteo cómplice de un discurso con su(s) exteriores); del esfuerzo de un discurso,
teórico, por ejemplo, para “desprenderse” del tejido del discurso preexistente en el que se
encuentra y en el que se hace; de la marcación de “posición” del enfrentamiento polémico;
e incluso, de una “lucha por la vida”, cuando lo que se juega en la zona de contacto no es
del orden de la discusión, por violenta que fuere, sino del derecho a la existencia solamente
para uno de los dos, caso extremo de la solidaridad constitutiva de un discurso con su
otro''.
En resumen, las distinciones operadas por las formas marcadas de la heterogeneidad
mostrada provienen de una relación de uno a l otro, inscripta en lo comparable, lo
conmensurable, la pluralidad.

2.4.2. Al mismo tiempo que plantean un exterior con respecto al cual se constituye el
discurso, esas fórmulas postulan otra exterioridad, la del enunciador capaz de colocarse en
todo momento a distancia de su lengua, de su discurso, es decir, de ocupar, frente a ellos,
considerados localmente como objeto, una posición exterior de observador. Toda forma
marcada de distancia remite a esta figura de enunciador, utilizador y amo de su
pensamiento, pero esta figura está presente sobre todo en las glosas de rectificación,
reserva, etc., que la precisan como juez, comentador, etc. de su propio decir.

-3 -

33 Kl discurso de Faurisson (cf. “Memoria cu defensa". La Vieille Taupe, estudiado por G. Authier-Revuz y L.
Romeu. artículo que aparecerá a i Alais. u° 8. 1984) que se basa, por completo, eu la denuucia del discurso
“mítico" (comillas mías) sobre las “cámaras de gas” (comillas de Faurisson) es un caso sorprendente. En este
breve artículo, no puedo analizar textos que presenten estos diversos tipos de relaciones con el otro; cf.
elementos esquemáticos en Authier (1981).

8
t

3.1. Heterogeneidad constitutiva del discurso y heterogeneidad mostrada en el


discurso representan dos órdenes de realidad diferentes: el de los procesos reales de
constitución de un discurso y el de los procesos, no menos reales, de representación, en un
discurso, de su constitución.
No se trata de asimilar uno al otro, ni de imaginar una relación simple, de imagen,
traducción, proyección de una en la otra; esta correspondencia directa está prohibida -
además de que supondría una transparencia del decir respecto de sus condiciones reales de
existencia—por la irreductibilidad manifiesta de las dos heterogeneidades.
La representación, en el discurso, de las diferenciaciones, disyunciones, fronteras
interior/exterior a través de las cuales uno -sujeto, discurso- se delimita en la pluralidad de
los otros y, al mismo tiempo, afirma la figura de un enunciador exterior a su discurso, se
opone a una heterogeneidad radical, en exterioridad interna al sujeto y al discurso, y por lo
tanto no localizable y no representable en un discurso que ella constituye, la del Otro del
discurso- donde actúan el interdiscurso y el inconsciente.
Frente al “ello habla” de la heterogeneidad constitutiva, responde, a través de los
“como dice el otro” y los “si puedo decir” de la heterogeneidad mostrada, un “sé lo que
digo”, es decir, sé quién habla, yo u otro, y sé cómo hablo, cómo utilizo las palabras.
Toda relación simple de estos dos planos comporta inevitablemente una asimilación
reductora de uno a otro34; sin embargo, basándose en su irreductibilidad, no se debe admitir
encerrarse en la descripción de uno de los dos planos, con el riesgo permanente de hacer de
él, explícitamente o no, la realidad enunciativa, rechazando todo derecho de legitimidad al
otro plano, con mayor prudencia, postulando la independencia, la autonomía de los dos
planos, es decir, la no pertinencia de uno en la consideración del otro -pasos que, de
manera más general, me parecen ser los de la pragmática por un lado y los de los enfoques
teóricos de la heterogeneidad constitutiva del discurso por el otro-. Creo que es
indispensable reconocer que estos dos órdenes de realidad son irreductibles, pero
articulables e incluso necesariamente solidarios>5.

3.2.1. La paradoja del término “heterogeneidad constitutiva” dice que aquello de lo


que el sujeto, el discurso, está hecho amenaza, en todo momento, con deshacerlo; que
aquello en lo que se constituye también es aquello que, heterogéneo, le escapa.

31 A mi entender, es lo que realiza H. Fouquier (1981) en su estudio de las formas de la distancia, cuando
plantea una relación de “homología” entre el “comportamiento discursivo” de distanciación y la división del
sujeto. A pesar de las referencias a Frcud y Lacan. esta correspondencia es incompatible con la concepción
psicoanalítica de un sujeto descentrado, efecto de lenguaje; en cambio, puede concordar efectivamente con las
concepciones -opuestas- del sujeto reducido al yo (cf. 1 en el presente trabajo), escindido, alienado, atrapado
en las redes de la mala fe y del teatro, de Laing, Sartrc, GofTman. que utilizan la lengua en el marco de sus
relaciones con el otro. Por lo tanto, esta relación encuentra, de manera indirecta, al locutor “pleno’' de la
pragmática y una psicología de la enunciación, sorda a la heterogeneidad constitutiva del inconsciente y del
orden del discurso.
35 Con respecto al vocabulario utilizado para dar cuenta de uno y otro plano, se observan coincidencias de
palabras pertinentes aun en su engaño: la división del sujeto psicoanalítico vs. la división del sujeto hablante
en figuras de enunciador, locutor, etc.; la heterogeneidad que constituye un discurso en el sentido de que su
tejido está hecho de ella vs. la heterogeneidad manifiesta que constituye un discurso en el sentido de que, en
relación con un exterior, ella le asigna una forma propia; la polifonía de todo discurso que no puede “no
alinearse en todos los pentagramas de una partitura” vs. los “efectos” de polifonía permitidos por ciertas
formas de la heterogeneidad mostrada. Si bien es indispensable no confundirlos, este parentesco, que no es
fortuito, puede entenderse como el signo de la solidaridad que existe de hecho entre los dos planos en una
relación de determinación asimétrica.

9
k

Para el sujeto dividido, el papel, indispensable, del Yo, es el de una instancia que,
en lo imaginario, se ocupa de reconstruir la imagen de un sujeto autónomo, que anula, en el
desconocimiento, el descentramiento real.
Las formas marcadas de la heterogeneidad mostrada representan una negociación
con las formas centrífugas, de desagregación, de la heterogeneidad constitutiva: construyen,
en el desconocimiento de esta, una representación de la enunciación, que, por ilusoria, es
una protección necesaria para que se pueda mantener un discurso36.
Por lo tanto, esta representación de la enunciación también es “constitutiva”, en otro
sentido: más allá del “yo” que se presenta como sujeto de su discurso, “por ese acto
individual de apropiación que introduce al hablante en su habla” ’7, las formas marcadas de
la heterogeneidad mostrada refuerzan, confirman, aseguran ese “yo” a través de una
especificación de identidad, dándole cuerpo al discurso -p o r la forma, el contomo, los
bordes, los límites que le trazan- y dándole fig u ra al sujeto enunciador -p o r la posición y
la actividad metalingüística que ponen en escena-.

3.2.2. Lo que caracteriza las formas marcadas de la heterogeneidad mostrada como


formas del desconocimiento de la heterogeneidad constitutiva es que estas se realizan en el
modo de la denegación. Por una suerte de compromiso precario que concede un espacio a
lo heterogéneo y por ello lo reconoce, solo para negar mejor su omnipresencia, estas formas
manifiestan la realidad de lo heterogéneo, hasta en los lugares donde se esfuerzan por
disimularlo.

La presencia del Otro emerge, efectivamente, en puntos donde su insistencia rasga


la continuidad, la homogeneidad del discurso, hace vacilar el dominio del sujeto, pero
invirtiendo el peso permanente del Otro como marca local de otro, convirtiendo la amenaza
del Otro -n o verbalizable- en el juego reparador del “narcisismo de las pequeñas
diferencias” dichas, que realizan un refuerzo, un fortalecimiento del dominio del sujeto, de
la autonomía del discurso, precisamente en los lugares donde estas dos últimas
características se pierden.
El lapsus no es la única forma de surgimiento tangible del Otro en el discurso; las
formas marcadas de heterogeneidad mostrada también lo son, pero bajo la forma
desplazada del dominio dicho: en conflicto solidario con la heterogeneidad constitutiva,
estas formas son simultáneamente, con respecto a esta última, un síntoma y una defensa;
allí donde el lapsus, surgimiento brutal, hace “agujero” en el discurso, ellas dan la imagen
de un agujero, un desgarro, subrayado por la sutura que lo anula.
Al conjunto de los quiebres, junturas, que juegan, como costuras ocultas bajo la
unidad aparente de un discurso, y que el análisis -análisis del discurso, descripción de los
textos literarios y poéticos, psicoanálisis- puede revelar, en parte, como marcas del
interdiscurso o del juego del significante, las formas marcadas de la heterogeneidad
mostrada oponen la retórica de la falla manifiesta, de la “costura visible”.

36 Es necesario señalar que si estas formas de representación se prestan fácilmente a los ardides, cálculos,
estrategias intrincadas de la comedia interaccional. estos juegos de máscaras para con el otro, no deben
ocultar que fundamentalmente el señuelo, el engaño es ante todo para el sujeto, en una estrategia protectora
para él y su discurso, enfrentado a la amenaza íntima e ineludible de la heterogeneidad constitutiva.
37 Benvcniste (1970).

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3.2.3. Las diversas formas de la heterogeneidad mostrada, en su relación con la
heterogeneidad constitutiva, afectan el cuerpo del discurso y la identidad del sujeto:
defendidos, protegidos en la denegación por las formas marcadas, son expuestos, por el
contrario, al riesgo de un juego incierto por las formas no marcadas, y condenados a la
ruina, en ausencia de toda heterogeneidad mostrada, abandonados a la heterogeneidad
constitutiva.
En efecto, las formas no marcadas de la heterogeneidad mostrada -discurso
indirecto libre, ironía, por un lado; metáforas, juegos de palabras, por el otro- representan
la incertidumbre que caracteriza la localización del otro en el continuum del discurso, oirá
form a de negociación con la heterogeneidad constitutiva: una forma más arriesgada, ya
que estas formas juegan con la dilución, la disolución del otro en uno, del que este último
puede salir enfáticamente confirmado, pero donde también puede perderse.
Por lo tanto, estas formas no marcadas conducen, sin ruptura, a los discursos que,
muy cerca de la heterogeneidad constitutiva, renuncian a toda protección frente a esta,
haciendo lo imposible para “hacerla hablar”, en la vertiginosa desaparición del enunciador
atravesado por el “ello habla” del interdiscurso o del significante, tal como lo esbozan,
absolutos míticos, el Libro “enteramente recopiado” de Flaubert, cuyo Diccionario de las
ideas recibidas y B o u va rd y Pécuchet eran elementos o bocetos, y el Libro “que se escribe
solo”, “sin voz de autor”, producido por un “álgebra” del significante, de Mallarmé, cuyo
Juego de dados era una aproximación.

3.3. Así, en este campo de la enunciación, juegan de manera solidaria estos dos
planos distintos -pero no distinguidos- de las condiciones reales de existencia de un
discurso y de la representación de las mismas que este ofrece.
La circunscripción del campo por describir a uno de los dos planos es, por cierto,
legítima; pero plantear este plano como un todo autónomo, cerrado a ese exterior pertinente
que constituye el otro plano, es fuente, a mi entender, inevitable, de engaño y de mutilación
para el terreno elegido.
Con esto quiero decir que no habría que basarse meramente en la alternativa con la
que O. Ducrot concluyó su discusión con P. Henry: interesarse en la manera en la que el
locutor puede “representarse un sentido de sus palabras”, o bien, “desinteresarse de estas
representaciones del sentido para X o para Y”, por considerar como “una ilusión la
eventualidad de que el locutor sea sujeto” '
En lo que se refiere a la pragmática, tener en cuenta la realidad del interdiscurso y
del inconsciente que atraviesa la lengua no recusaría la descripción lingüística de las formas
de la representación; solo la invalida en la medida en que, según una inclinación muy
general, esta descripción tiende a hacerse pasar por el todo de la realidad enunciativa,
reproduciendo en su teoría de la enunciación'9 el gesto denegatorio del locutor en cuanto a
ese Otro que lo atraviesa. La manera en la que O. Ducrot intenta protegerse de este escollo
con un sistema de defensas teóricas alrededor de la autonomía de su objeto -llevada al
límite en el concepto de que la enunciación “ni siguiera implica la hipótesis de que el
enunciado es producido por un sujeto hablante” - me parece desembocar , por la

?s Ducrot (1977). pp. 202-203.


•9 Cf. Gninig (1979).
40 Ducrot (1980a). pp. 33-34

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“representación de la enunciación” estrictamente encerrada en sí misma que alli se propone,


en una suerte de “fuera de lugar” -teatral- habitado por “seres de habla” que, fuera de todo
lazo explícito con el sujeto hablante y su realidad de ser de habla, aparecen como
“suspendidos”, “desanclados”.

Para la lingüística de la enunciación, reconocer y tener en cuenta a ese Otro que le


escapa no implica hundirse o ahogarse, sino descentrarse fuera de un lugar ilusorio y/o
otorgarse un anclaje real, pero fuera de sí misma42
Por el contrario, en el marco de las teorías no subjetivas del habla, la consideración
de las formas lingüísticas marcadas de la heterogeneidad mostrada representaría un paso
hacia la descripción de las formas prácticas, en lengua y en discurso, según las cuales
funciona la ilusión del sujeto.
El principio según el cual “lo no afirmado precede y domina la aserción” pudo
funcionar en los trabajos de análisis del discurso como garantía teórica del desinterés por
las formas concretas de la aserción. Como lo señala A. Culioli43:

“A medida que enunciamos, construimos un espacio enunciativo, es decir, al mismo


tiempo estamos planteando las reglas de juego. [...] Me parece que los especialistas
en análisis del discurso suelen pasar por alto justamente esta materialidad propia de
la actividad enunciativa.”

Ahora bien, aun en este caso, esta eliminación de uno de los planos incide en la
descripción del otro: las formas de la heterogeneidad mostrada, que traducen la ilusión del
sujeto en su habla, también revelan, ya lo vimos, la falla, la brecha en el dominio, por el
mismo gesto que intenta cerrarlas. Es decir que la ilusión que se manifiesta en el discurso
no desdibuja radicalmente lo que trata de rechazar; no es ese señuelo perfecto producido
por un determinismo sin falla, completamente ignorado por el sujeto, que las teorías de “la
interpelación ideológica” produjeron, durante un tiempo, en los trabajos sobre el discurso44.
De este modo, la atención a las formas concretas de la representación de la
enunciación, que son, entre otras, las formas de la heterogeneidad mostrada, puede
contribuir, en el marco del análisis del discurso, a mantener la distinción entre el yo pleno y
el sujeto que tropieza, y a evitar denunciar el dominio, como ilusión del sujeto, para
colocarlo nuevamente en el nivel de los mecanismos productores de esta ilusión.

11 Independientemente de los problemas que. a mi entender, a veces plantean las interpretaciones propuestas
en cuanto a la asepsia de la descripción frente a lo extralingüístico.
42 Cf. las reflexiones de C. Fuchs (1981) sobre “el papel del sujeto” en las teorías de la enunciación, que
subravan la “paradoja” de “abrir” la lingüística a la enunciación para luego volver a encerrarla en sí misma,
pp. 50-52.
43 Mesa redonda en Conein et alii (1981).
MCf. por ejemplo Pécheux (1975); y la clara evolución marcada en este punto, por ejemplo, en Henry (1977).
el apéndice crítico de la edición inglesa de Pécheux (1975) (“Langage semantics and ideology”, MacMillan,
1982. pp. 2 1 1-220) y Conein ct alii (1981).

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