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La incidencia de asma se ha duplicado desde 1980. De hecho, se acepta que asma y alergias son producto de nuestra
"civilización". Sentados delante del televisor en locales cerrados, ajenos al contacto con la Naturaleza, los niños están
expuestos al polvo de alfombras y muebles, factores precipitantes de asma. Otra causa del aumento podría ser la menor
incidencia de infecciones en la infancia, circunstancia que genera una respuesta inmune que podría suprimir reacciones
alérgicas posteriores. Así, los sujetos expuestos al bacilo tuberculoso o al virus de la hepatitis A padecen menos alergias;
por otra parte, se ha demostrado que las células inmunes procedentes de fetos prematuros o a término, que carecen de
"experiencia inmune" previa, se multiplican cuando se exponen a polvo de ácaros. En los EE.UU. hay 14 millones de
asmáticos, mueren 5.000 cada año y la tendencia es a aumentar; es un problema cuyo crecimiento hay que atajar con
nuevas ideas farmacoterápicas.
El asma no es más que un cuadro inflamatorio broncopulmonar. Los alergenos que lo precipitan proceden de ácaros,
cucarachas, polen, pelo de animales; y los factores precipitantes pueden ser aire frío, viriasis, ejercicio, estrés. Los
alérgenos activan la secreción de hasta una docena de citoquinas en los linfocitos T, que atraen células inflamatorias hacia
vías áreas. Los eosinófilos secretan histamina y leucotrienos, que favorecen la extravasación de líquido, provocando
edema pulmonar, broncoconstricción, aumento de moco y obstrucción de vías áreas, con la consiguiente dificultad
respiratoria.
A pesar de ingentes esfuerzos para comprender la etiopatogenia del asma, sólo disponemos de tratamientos sintomáticos,
que actúan en etapas finales de la cascada inflamatoria. Así, los broncodilatadores despejan las vías áreas, y los
antihistamínicos y corticosteroides reducen la inflamación. Aun cuando los leucotrienos se habían asociado al asma hace
más de 50 años, sólo ahora se han logrado fármacos para evitar la activación de células inflamatorias, así como la
inflamación y la broncoconstricción. Hace unos meses, la FDA (oficina gubernamental para el control de medicamentos en
los EE.UU.) ha aprobado el uso clínico de Zileuton, un fármaco que inhibe la síntesis de leucotrienos, y de Zafirleukast,
que bloquea los receptores para leucotrienos en el músculo liso. Estos fármacos yugulan de forma radical las crisis de
asma, si bien sólo son eficaces en la mitad de los pacientes incluidos en los ensayos clínicos. Los fármacos anti-PAF
(Factor Activador de Plaquetas) despertaron ilusiones que no han cristalizado en la clínica.
Pero los buscadores de fármacos anti-asma acuden ahora a dianas en el origen de la cascada inflamatoria, con la
razonable hipótesis de que cuanto antes se ataje la reacción inflamatoria, más eficaz va a ser la terapia. Por ejemplo, en
etapas tempranas de la crisis asmática están superactivados los linfocitos TH2, hecho que se traduce en una elevación de
los niveles de IgE. Si se logra interceptar la interleuquina-5, secretada por los linfocitos TH2, que es responsable de la
migración de los eosinófilos, se podría prevenir la respuesta inflamatoria, como se ha comprobado en animales. Los
anticuerpos anti-interleuquina-5 previenen tanto la inflamación eosinofílica como la broncoconstricción inducidas en
animales de experimentación; dados estos buenos resultados, están en vías de realizarse algunos ensayos clínicos con
este anticuerpo en pacientes asmáticos. La otra estrategia se dirige a un dominio específico de la IgE, el que se une al
mastocito; se trata de fabricar anticuerpos específicos contra ese sitio, para prevenir la unión de la IgE al mastocito y su
consiguiente actividad secretora de mediadores inflamatorios. Los resultados de un ensayo clínico en 400 pacientes de
asma verán la luz a finales del verano; entonces podremos calibrar la eficacia de esta nueva medicación. Otra curiosa
estrategia inmunoterápica consiste en provocar la activación del subtipo de linfocitos TH1 que, a su vez, suprimirían la
activación de los TH2.
Tratar el asma con un fármaco que actúe en vías distales de la cascada inflamatoria, como lo hacemos ahora, es un
abordaje simplista. La idea de neutralizar algún paso más próximo al inicio de la cadena inflamatoria podría ser más eficaz.
Estas nuevas opciones farmacoterápicas para el asma (anti-leucotrienos, anticuerpos anti-interleuquina-5) se ven con gran
esperanza, sobre todo por los médicos, los pacientes y sus familiares que todavía ven morir a niños en plena crisis de
asma, sin que los fármacos hoy disponibles puedan evitar tan dramático desenlace. He vivido recientemente un caso así,
en un niño de 12 años de Guadarrama, y no podía creer que ni los potentes agonistas beta-2 ni los corticosteroides
pudieran contener el cuadro de bronconstricción, edema pulmonar y asfixia que acabó tan prematuramente con la vida de
mi joven vecino.
Antonio G. García
Hepatotoxicidad por antibióticos
Carmen IBAÑEZ RUIZ.
*: Relación causal valorando la secuencia temporal y las posibles causas alternativas. Una relación causal se considera
definitiva cuando hay reexposición positiva y/o la frecuencia es mayor que la tasa de lesión hepática idiopática, probable
cuando hay acúmulo de casos bien documentados y posible cuando hay pocos casos publicados a pesar de una amplia
utilización del fármaco. #= La DDD (Dosis Diaria Definida) utilizada para cada fármaco es la dosis media de mantenimiento
para las indicaciones más frecuentes y está expresada por 1000 habitantes y día. Refleja la proporción de población que
puede recibir el tratamiento de un fármaco dado.
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