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Control del virus

Los virus son patógenos infecciosos demasiado pequeños para ser vistos en el
microscopio de luz, pero que a pesar de su tamaño son capaces de causar un caos. Las
formas más simples de virus están compuestas por una pequeña porción de ácido
nucleico rodeado de una cubierta proteica (o envoltura proteica o cápside). Como en el
caso de otros organismos, los virus portan información genética en sus ácidos nucleicos,
los cuales típicamente codifican tres o más proteínas. Todos los virus son parásitos
obligados que dependen de la maquinaria celular de sus hospedantes para reproducirse
(Rose C. Gergerich)

A pesar de que prácticamente no existen compuestos antivirales capaces de curar las


enfermedades virales en las plantas, las medidas de control eficientes pueden mitigar o
prevenir sustancialmente su ocurrencia. El primer paso requerido para el manejo de
enfermedades virales es la identificación del virus. La estrategia de manejo subsiguiente
dependerá de la forma por la cual un determinado virus ingresa al cultivo, de cómo el
virus es transmitido entre las plantas de un mismo cultivo, y de cómo el virus sobrevive
en ausencia del cultivo. Medidas preventivas incluyen el uso de semillas u órganos
vegetativos certificados libres de virus, la eliminación de los posibles reservorios del
virus en la vegetación silvestre circundante, y la modificación de prácticas de siembra y
cosecha. Si el virus tiene un vector de transmisión conocido, el control o exclusión del
vector es sumamente importante. Por ejemplo, los nematodos, insectos y hongos
vectores pueden controlarse con nematicidas, insecticidas y fungicidas,
respectivamente. (Haddidi et al. 1998).

Una de las estrategias más utilizadas es el uso de insecticidas u otros productos


químicos para controlar los insectos que transmiten a los virus de una planta a otra.

Una estrategia alternativa para el control de virus es la utilización de resistencia a la


infección viral, sea natural o modificada por ingeniería genética. Si existen, los genes
naturales de resistencia viral pueden introducirse a las variedades de un cultivo por
técnicas de mejoramiento convencional. Frecuentemente, estos genes naturales de
resistencia se encuentran en los distintos cultivares disponibles de un cultivo
determinado (Gonsalves et al. 2004).

El despistaje de las enfermedades virósicas, tanto para las pruebas a nivel de campo
como laboratorio, requiere de la investigación de personas especializadas.

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