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ORIENTACIONES TECNICAS ESPECÍFICAS

MODALIDAD RESIDENCIAS DE PROTECCIÓN PARA LACTANTES O


PREESCOLARES CON MADRES INTERNAS EN COMUNIDADES
TERAPEUTICAS
Orientaciones Técnicas Específicas. Modalidad Residencias de Protección Lactantes o Preescolares
con madres internas en comunidades terapéuticas

INDICE

1. Introducción

2. Definición de la residencia

3. Objetivos

4. Resultados esperados

5. Descripción del proceso general de trabajo

6. Orientaciones técnicas a garantizar en la ejecución


Orientaciones Técnicas Específicas. Modalidad Residencias de Protección Lactantes o Preescolares
con madres internas en comunidades terapéuticas

1. INTRODUCCION

El Sexto Estudio Nacional de Drogas en la Población General de Chile realizado por el CONACE en el
año 2004 respondió, al igual que los cinco estudios anteriores, al compromiso de observar las tendencias en
el uso de drogas en el país, a través de un estudio sistemático, metodológicamente consistente y en escala
nacional.

La encuesta de 2004 se aplicó en forma aleatoria, a una muestra total de 16.366 personas, que habitaban 87
comunas del país y ciudades de 30.000 o más habitantes urbanos, representando a un universo de 8.715.567
personas. Sus resultados confirman que la droga ilícita de mayor consumo en nuestro país sigue siendo la
marihuana, indicando además que el aumento de la participación femenina en el consumo de ésta es un dato
característico de toda la década. La diferencia de 1:4 (por cada 4 hombres había una mujer que consumía
marihuana) se ha ido cerrando hasta llegar a 1:3 según los resultados del año 2004.

No ocurre lo mismo con el uso de cocaína, donde las mujeres obtienen la prevalencia más baja de toda la
serie (0,13%), mientras los hombres mantienen una tasa constante de 1,3% con una razón de 1:10 (por cada
diez hombres que consumen cocaína hay una mujer que lo hace).

Según el Quinto Estudio Nacional de Drogas en población general, realizado por CONACE en el año
2002 las mujeres chilenas consumen drogas ilícitas en una proporción de 1 es a 5 para la cocaína y 1 es a 10
para la pasta base, en relación a los varones.

De acuerdo a esta encuesta, el uso de drogas ilícitas es siempre mayor en los hombres, en todas las edades
y poblaciones estudiadas. Sin embargo, las tasas de dependencia de cocaína y pasta base son más altas
entre las mujeres.

La población escolar femenina ya mostraba una tendencia a la baja en el uso de cocaína y pasta base según
el estudio en población escolar realizado por CONACE en el 2001. Sin embargo, las mujeres de 12 a 18 años
de edad, han aumentado el uso de alcohol, teniendo en el año 2002, tasas de prevalencia similares a los
hombres. Mientras que los hombres, entre12 y 18 años de edad, aumentaron en tres puntos porcentuales la
tasa de uso de alcohol, las mujeres aumentaron en seis puntos porcentuales en el último bienio.

Las cifras anteriores indican que la precocidad del consumo en mujeres ha aumentado en forma notable
en la última generación, tanto para alcohol como para drogas ilícitas, al punto que la proporción de mujeres
que usan precozmente alcohol y marihuana, en la actual generación (1981-1988), es prácticamente la misma
que la de varones.

Queda en evidencia que las mujeres consumen proporcionalmente menos que los varones, pero la
observación clínica indica que, una vez que ellas han iniciado el consumo, la vulnerabilidad y la
disfuncionalidad asociada, es mayor que en los varones.

Las Orientaciones Técnicas para la Incorporación de la Variable Género en el Tratamiento y


Rehabilitación de Mujeres con Problemas de Drogas, diseñadas por el Área Técnica en Tratamiento y
Rehabilitación del CONACE en Noviembre del 2004 con los aportes de otros equipos técnicos que manejan
este tema en el país, mencionan que en Chile, la intervención en drogas ha tenido un escaso desarrollo de
conocimientos y estrategias, respecto a las diferencias que se manifiestan en el consumo problemático de
drogas en hombres y en mujeres.

Tradicionalmente, los programas de tratamiento y rehabilitación para adictos han sido diseñados por y para
varones, y las necesidades específicas de las mujeres no han sido lo suficientemente consideradas.

Esto puede deberse a que el consumo de drogas en las mujeres, generalmente se ha considerado un
fenómeno menos prevalente que en los hombres, y por eso las prácticas de intervención tienden a
homogeneizar tratamientos para hombres y mujeres como si unos y otras tuvieran las mismas necesidades,
sin tomar en cuenta que tanto los patrones de consumo, como sus causas y consecuencias, les afectan de
manera diferente.

Es evidente que ser mujer y presentar un consumo problemático de drogas, constituye un desafío a los
estereotipos sociales y culturales de una sociedad sexista. Algunos autores plantean que, en relación con los
hombres, las mujeres con problemas de drogas tienen la tendencia a experimentar un estigma que es más

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estresante y más destructivo que el que sufren ellos. Así, además del estigma asociado a ser “mujer adicta”,
desde su espacio privado, ésta es mal juzgada en el ejercicio de su rol materno “no brinda el cuidado
socialmente esperado a sus hijos/as” y, desde lo público, es vista como alguien que no es capaz de controlar
su situación familiar, por tanto, alguien en quien no se puede confiar desde otros ámbitos, como el laboral, por
ejemplo.

Muchas veces, para una mujer con consumo problemático de drogas, algunos temas, tales como las
tensiones al interior del hogar, la violencia en la familia, la no valoración de su aporte social, la tendencia a
ubicarse en un lugar secundario y/o postergado –conflictos, en su mayoría, derivados de su rol sexual-, son
temas que adquieren una importancia central en el proceso de su dependencia y, generalmente, no son
considerados en su proceso de tratamiento.

Por otra parte, las mujeres normalmente no cuentan con la misma comprensión, oferta de ayuda y
acompañamiento familiar que los hombres, incluso, en algunos casos hay minimización de la problemática o
una oposición explícita de sus familiares y/o pareja para que reciba algún tipo de atención. Ello se ve
reforzado por el hecho de que las mujeres con dependencia están mucho más expuestas a ser sancionadas y
criticadas socialmente, porque, de acuerdo con la socialización sexista, consumir drogas, alcohol y otras
conductas transgresoras y/o disruptivas, está más asociado con lo masculino. Lo anterior agrava el
aislamiento de las mujeres, quienes, para evitar ser estigmatizadas, tienden a ocultar su problema, a no pedir
ayuda o a postergar la petición.

Otra diferencia observada, es la forma de respuesta del otro/a en la relación de pareja. Habitualmente,
cuando el consumidor es hombre, la mujer a menudo permanece a su lado, haciéndose cargo de los/as
hijos/as e, incluso, participando en su proceso de rehabilitación. En cambio una mujer que consume drogas,
frecuentemente es abandonada por su pareja y los/as hijos/as quedan al cuidado de terceros.

La presencia de patologías en la familia, ruptura de lazos, pérdidas, separaciones, conflictos matrimoniales


entre los padres, historias de alcoholismo y/o drogadicción y altos índices de violencia y abuso sexual, son
situaciones frecuentemente vividas por las mujeres consumidoras de drogas.

Similarmente, parece existir una predisposición mayor a las dependencias en las mujeres con trastornos
afectivos de índole depresiva con componentes de trastorno de pánico, que la observada para otros
problemas emocionales o estrés.

El uso y abuso de psicofármacos prescritos con receta, en el caso de las mujeres, ha sido asociado con
estados de tensión y problemas de salud mental. El hombre busca con más facilidad este alivio en el alcohol,
pero el ingreso de la mujer en el mundo de la competencia, el estrés y los medios sociales que permiten el
consumo del mismo, han hecho que estas diferencias sean cada vez menores.

Por su peso corporal, las mujeres necesitan menores cantidades de sustancia para llegar al mismo grado de
intoxicación que los hombres, ya que tienen menos agua y más tejido graso, además de diferencias
metabólicas.

Por otra parte se han descrito factores de riesgo asociados al uso de alcohol y drogas en la mujer, tales como:

• Crisis de identidad que aparece cuando los/as hijos/as se independizan.


• Insatisfacción en sus relaciones sexuales y afectivas.
• Aislamiento de actividades sociales y recreativas sanas, utilización inadecuada del tiempo libre.
• Falta de oportunidades para capacitarse y desarrollarse.
• Realizar actividades frustrantes y de escaso prestigio.
• Sensación de soledad y vacío.
• Temor a ser rechazada por compañeros de trabajo o amigos que consumen y abusan frecuentemente de
otras drogas.
• Amistad con personas que trafican drogas.
• Desconocimiento acerca de los daños que el licor y otras drogas producen en el organismo.

A partir de lo anterior, entonces, se pueden evidenciar diferencias entre hombres y mujeres consumidores/as
en lo que se refiere a la manera de vivir la experiencia, las razones para usar las drogas, sus problemas
psicosociales y sus necesidades de respuesta.

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INTERVENCION EN MUJERES CONSUMIDORAS DE DROGAS

La dependencia o el consumo adictivo en mujeres debe ser entendido desde una mirada amplia, que integre
la historia familiar y las vivencias de la infancia. En algunos casos, las mujeres que han entrado en un
consumo problemático de drogas han tenido como vivencia el abandono del hogar a temprana edad. El abuso
físico, sexual y psicológico, son algunos de los motivos más importantes para abandonar el hogar que
presentan las niñas y adolescentes. Para algunas de ellas, el vivir fuera del hogar o en la calle, trae consigo
una serie de riesgos y vivencias de abuso. En ocasiones, las niñas de la calle son reclutadas en el comercio
sexual o son llevadas a instituciones de protección.

Cuando se desea intervenir en drogas, es importante entonces, entender a la familia y/o su entorno como una
sola unidad, cuyos miembros, en los casos de dependencia, han perdido o no han desarrollado, vínculos
seguros que permitan desplegar sentimientos de satisfacción mutua. Lo que se ha observado, es que el
vínculo aparece inseguro, con quiebres que requieren ser transformados en redes contenedoras y de sostén,
para favorecer la recuperación a nivel individual y colectivo. También es conocida la alta recurrencia en la
transgeneracionalidad de la violencia en una familia, que alude a repetición y rigidez, por sobre la evolución y
desarrollo.

El aislamiento social en el quedan inmersas las mujeres que consumen drogas, sirve de alimento para nuevas
y mayores relaciones de abuso, contribuyendo a perpetuarlas. Evitar el aislamiento es reducir el círculo
vicioso, el silenciamiento y la tolerancia de las mujeres a no respetar sus necesidades y permitir que otros no
las respeten. Por lo que una intervención integral, necesariamente debe incorporar a la mujer y su entorno
familiar y social.

En este sentido, el trabajo en redes cobra relevancia, dado que este modo de intervención vela por cada una
de las etapas en la recuperación. Sin trabajo en la red social, no sería posible la detección, pesquisa y llegada
de muchas mujeres a la atención.

Ahora bien, si se analiza a las mujeres, en tanto grupo social, éstas presentan una gran heterogeneidad. Por
tanto el desafío para la intervención es poder considerar la diversidad de edades, condiciones socio
económicas, estado civil y estatus, entre otras situaciones, al momento de diseñar e implementar estrategias
interventivas. Por otra parte, la marginación y feminización de la pobreza son otros elementos relevantes a
contemplar en el tratamiento; las mujeres marginadas se encuentran a menudo en peores condiciones
respecto de otras mujeres en la sociedad: menor acceso a educación, capacitación técnica, salud, entre otras.

También es importante considerar las diferentes etapas del ciclo de vida de las mujeres, a saber, niñas,
adolescentes, jóvenes, embarazadas, madres, adultas.

MUJERES CON PROBLEMAS DE DROGAS Y MATERNIDAD

Producto de los antecedentes proporcionados, el consumo de drogas en mujeres es un fenómeno


particularmente complejo, que no sólo acarrea el deterioro físico y psicológico para las consumidoras, sino
que cuando además la mujer es madre, los hijos/as son expuestos a situaciones de alto riesgo para su
integridad vulnerando gravemente sus derechos.

Este camino de vulneración puede iniciarse muy tempranamente para estos niños y niñas. Así, durante el
proceso de gestación ya pueden apreciarse negligencias u omisiones, en los cuidados que afectan tanto la
salud de la futura madre como al niño/a que está por nacer. Por tanto el uso y abuso de drogas y alcohol, así
como el rechazo o la ambivalencia emocional hacia el hijo/a no nacido/a, potencia nacimientos de hijos
prematuros, de bajo peso y/o sin atención médica.

Por otra parte, un elemento importante a considerar, es el cambio que puede producir el embarazo en algunas
mujeres con dependencia, en tanto dejan de consumir por cuidar al bebé, o bajan el nivel de consumo.

No obstante lo anterior, las mujeres embarazadas se encuentran con dificultades anexas a nivel de la red
institucional y/o comunitaria, que muchas veces agravan su situación; entre ellas están la falta de
infraestructura para su adecuada detección y atención, la falta de capacitación del personal de las
instituciones de salud, que se transforma en una tendencia a enjuiciar o cuestionar la conducta de
dependencia más que acoger y apoyar, lo que genera en las mujeres consumidoras, una tendencia a ocultar

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su problemática, terminando con una casi nula detección y un menor acceso a orientación y apoyo para que
ésta reciba la atención que necesita.

Lo anterior es un reto en tanto generar condiciones que permitan, por un lado, conocer y abordar las
potencialidades de esa etapa de la mujer en el tratamiento y, por otro, fortalecer la detección precoz del
consumo, incorporándolo como una acción en los Programas de Control del Embarazo y en los Programas de
Salud, a fin de que entreguen asistencia y acompañamiento en los primeros años de la maternidad.

Respecto a las consecuencias que el consumo de diversas sustancias adictivas produce en la mujer, si está
embarazada, se ha constatado por ejemplo, que al ingerir cualquier bebida alcohólica, ésta traspasará la
barrera placentaria a través del cordón umbilical, alcanzando al feto. Por otra parte, el alcohol proporciona
calorías al organismo, por lo que habitualmente disminuye la ingesta de alimentos, llevando a un deterioro en
la cantidad de nutrientes requeridos para el desarrollo saludable del feto.

Cuando una mujer embarazada consume alcohol, el período de mayor riesgo se encuentra en los tres
primeros meses de gestación, pudiendo generarse malformaciones por efecto del consumo. En los meses
restantes, el consumo de alcohol puede provocar abortos, nacimientos prematuros, recién nacidos con bajo
peso o portadores del Síndrome Alcohólico Fetal.

En el caso de la mujer embarazada, consumidora de sulfato de cocaína o pasta base, se ha observado que
puede tener abortos espontáneos y/o nacimientos prematuros.

Aunque la marihuana pareciera causar menos daño al niño o niña en desarrollo que otras drogas, fumar
demasiado sí causa daños. Los recién nacidos pueden sufrir de bajo peso, pueden tener el tamaño de la
cabeza más reducido y presentar poca respuesta a los estímulos visuales.

Los/as hijos/as de mujeres que consumen tranquilizantes, pueden nacer con dependencia a los mismos, y/o
sufrir de problemas respiratorios. El abuso de tranquilizantes durante el embarazo, puede provocar
deformaciones en la cara y anomalías cerebrales. Los rasgos faciales pueden parecerse a aquellos que
presentan los recién nacidos con síndrome alcohólico fetal.

El período del embarazo suele ser un momento en que la mayoría de las mujeres abandona en forma
espontánea el consumo, aunque lo retome una vez que el/la hijo/a ha nacido. Al parecer, existe un
mecanismo interno de orden biológico y psicológico que permite que la mujer en este momento centre su
atención en el embarazo, siendo una oportunidad muy ventajosa para la intervención de un programa que
motive al abandono del consumo.

Ser madre para las mujeres consumidoras de drogas, es una responsabilidad para la cual no se sienten
capaces. Si bien es cierto que el contactarse con su maternidad las hace sentirse importantes, el no poder
cumplir con esta función, las hace sentir “malas madres”. Se observa que, así como no han recibido
contención y sostén de su propia madre, ellas tampoco pueden contener y sostener al/la hijo/a.

Para las mujeres con problemas de consumo de drogas, la idea de tener un/a hijo/a, generalmente se
asocia a motivaciones conscientes e inconscientes tales como:

• Posibilidad de encontrar una “pseudo” identidad. Existo en la medida en que me relaciono con un otro (“la
madre de...”).
• Puerta de escape de una realidad familiar dolorosa. Un/a hijo/a viene a suplir carencias, la “saca” de sus
problemas.
• Concreción de un deseo íntimo, como tener algo propio, una forma idealizada de pertenencia cuando se
ha carecido durante la temprana infancia de afectos seguros.
• El/la hijo/a representa en la fantasía un medio de retención del otro/pareja.
• Una forma de afiatar una relación, “consolidar” un compromiso.
• Medio para obtener protección afectiva y económica.
• Y en esta sociedad, donde madre es sinónimo de ser mujer, la maternidad posiciona a la mujer en un
estatus de reconocimiento y admiración.

Se observa en la gran mayoría de las mujeres dependientes a drogas, el profundo temor de dañar al hijo o
hija que viene, o que va a venir, por su historia adictiva, así las que presentan más temores, llegan incluso a

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suspender el consumo durante el embarazo, algunas continúan abstinentes, pero la mayoría reincide una vez
que el/la hijo/a ha nacido.

Al parecer, durante los primeros meses del bebé, logran establecer vínculos de apego, atendiéndolos y
cuidándolos, pero en el momento en que la guagua comienza a demandar más atención, las mujeres
desarrollan conductas de desapego, los dejan llorar, no respetan los horarios, etc. El agobio las lleva de
nuevo al consumo, llegando inclusive a utilizar a ese/ a hijo/a para obtener droga.

Finalmente, se produce un franco abandono, tanto físico como afectivo, dejándolos al cuidado de parientes,
vecinas o cediéndolos a instituciones, trastocando con esto el desarrollo de una relación de apego seguro y
estable tan importante en esta etapa del desarrollo infantil, puesto que los bebés y niños/as pequeños/as
requieren de la protección, cuidado y estimulación temprana para la formación y desarrollo de la inteligencia,
la personalidad, el comportamiento social y la afectividad que van a desplegar.

Según investigaciones realizadas por la Dra. Mónica Kimelman1, con mujeres poli dependientes embarazadas
y su relación de apego con el recién nacido, el tipo de relación vincular y apego que se observa en estas
mujeres corresponde al denominado apego desorganizado, donde se observa una madre con conductas
temerosas o atemorizantes, con descoordinación afectiva, incapacidad para mentalizar la conducta del bebé y
conductas impredecibles, con la percepción de un bebé “objeto”.

Ello genera en el bebé la imposibilidad de extraer una estrategia coherente de apego, con un modelo
desorganizado mental y una inseguridad afectiva.

En el proceso de tratamiento, es bastante frecuente observar el fuerte sentimiento de culpa de estas mujeres,
la urgente necesidad de reparar el daño, el deseo de hacer propósitos de vida con los/as hijos/as y el temor a
no poder hacerlo. Al contactarse con el/la hijo/a, es posible trabajar el vínculo con la progenitora y, con ello,
resignificar la experiencia y otorgarle a ella y al hijo o hija una posibilidad de apego seguro.

Por ello, la importancia que reviste el ofrecer un espacio residencial para mujeres dependientes de drogas en
el que puedan permanecer junto a sus hijos lactantes y preescolares, es que permite por un lado generar un
espacio protegido para facilitar el desarrollo del apego entre ambos, y por otro, aumentar la motivación de la
mujer para comprometerse en su rehabilitación y obtener éxito terapéutico en la reinserción social.

El favorecer el mejoramiento de las habilidades maternas y el fortalecimiento del apego entre la díada madre -
hijo/a, reporta beneficios en dos niveles: el primero en términos de reparar el daño sufrido o los déficits que
presentan los niños/as y prevenir con esto, la reproducción transgeneracional de las problemáticas
psicosociales. El segundo nivel apunta al mejoramiento de la autoestima de las mujeres internas y al
reconocimiento de sus capacidades no sólo para ejercer la crianza y cuidado de sus hijos/as sino para
proyectarse en otros ámbitos de su desarrollo personal. Esto potencia los procesos de rehabilitación o
tratamiento, en que se busca que las personas se tornen autónomas y responsables de sus vidas.

Por otra parte, el trabajo en red de estos profesionales, es una condición fundamental para el éxito en las
intervenciones. La función de los equipos multiprofesionales es crear un “nido” alrededor de la familia, y hacer
una “red verdaderamente habitada”. Esto implica crear un nuevo espíritu, una ética interprofesional, para que
los equipos de trabajo se sientan apoyados en su quehacer. (Dra. Francoise Molénat, IV Seminario
Internacional de Salud Mental Perinatal: “Nacer en la adversidad, apego y parentalidad”, Chile, julio 2005).

En el trabajo con mujeres embarazadas con adicción a drogas, cuando se crean nuevas condiciones en su
atención, se observa que controlan sus embarazos adecuadamente, van creando un vínculo con su futuro
hijo/a, tienen partos en mejores condiciones y crean un mejor apego con sus bebés, una vez que nacen.
(Unidad de Salud Neo y Perinatal, Montpellier, Francia, Françoise Molénat)

Entre las condiciones de atención que han resultado más relevantes para obtener estos logros están:

• Establecer una relación de confianza con estas las mujeres embarazadas, dando espacios para que sean
escuchadas.
• Que perciban una mirada benevolente, positiva sobre ellas; que sean vistas como mujeres y madres,
antes que como adictas.

1Kimelman, Mónica y colbs. “Interacción madre - bebé polidependiente. Proyecto Conace 2004, Hospital Barros Luco, Facultad de
Medicina Sur, Universidad de Chile

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• Que los diversos profesionales que trabajan con ellas, informen a los demás sobre los datos relevantes
obtenidos desde su experticia y que se desempeñen siempre “teniendo en mente” al resto del equipo.

Estos hallazgos respecto al trabajo con embarazadas adictas son obviamente válidos y aplicables al trabajo
que se realice con mujeres que están en residencias de rehabilitación por consumo de drogas, en que se
quiera potenciar un vínculo de apego con su hijo/a.
Las residencias de protección, deben propender a una interacción positiva, acogedora, de apoyo, respeto y
validación de las capacidades y potencialidades que la mujer y familiares tienen, lo que permitirá que
incrementen significativamente sus competencias. Por lo tanto, la calidad de la interacción entre los/las
funcionarias/os y beneficiarios participantes, es una dimensión crucial, especialmente si se pretende promover
acciones que apunten a mejorar aspectos psicosociales de la relación madre-hijo/a o del ambiente familiar, lo
que redunda en mejores niveles de desarrollo para el niño/a y hace decrecer las posibilidades de
comportamientos desadaptativos, violentos y adictivos en su vida futura.

LOS NIÑOS/AS BENEFICIARIOS DEL PROGRAMA

Los hijos/as de las mujeres que están en rehabilitación, que se integran a este programa, son niños en riesgo
social, que junto a la mayor vulnerabilidad física y afectiva, por la adicción de su madre, suman la condición
de pobreza la cual, se sabe, tiene un impacto negativo desde muy temprana edad, debido a que las
condiciones de precariedad en que a los niños les toca vivir, no favorece el desarrollo integral armónico,
puesto que tanto en los aspectos de salud, nutrición y experiencias de aprendizaje, se ven limitados en
cantidad, calidad y oportunidad.
La pobreza en sí, favorece las condiciones de desigualdad desde muy temprana edad. A corto plazo se han
descrito consecuencias en el desarrollo del lenguaje y a largo plazo, la presencia de fenómenos como la
repitencia escolar, lo que comúnmente lleva a la deserción temprana de la escuela y un bajo desarrollo de
habilidades sociales.
Las experiencias de educación temprana, han demostrado que se convierten en un elemento de protección
para los niños/as que se encuentran en circunstancias especialmente difíciles. Numerosas investigaciones
han constatado, que gracias a esta intervención se reducen posteriormente los comportamientos antisociales
y tóxico dependientes, más aún cuando la modalidad de atención es de carácter familiar y comunitario
(“Consejo Nacional para la Superación de la Pobreza (1996): “Informe la pobreza en Chile: Un desafío de
equidad e integración social”, Santiago, Chile.)
Por otra parte La Conferencia Mundial de Educación para todos de Jomtien llevada a cabo en 1990 en
Tailandia, reivindica también la educación inicial al manifestar: “El aprendizaje comienza con el nacimiento.
Ello exige el cuidado temprano y la educación inicial en la infancia, lo que puede conseguirse mediante
medidas destinadas a la familia, la comunidad o las instituciones según convenga”.
Es así, que el brindarle a los/las niños/as cuyas madres se encuentran en una comunidad terapéutica, la
oportunidad de cuidado y estimulación acorde a su etapa de desarrollo y que brinde una educación inicial, les
proporciona herramientas que contribuirán a la igualdad de oportunidades en su inserción a la educación
escolar, y a remover los obstáculos iniciales de la pobreza de un entorno social y cultural desfavorecido.
En razón de lo anterior y tomando como punto de partida esencial para ampliar las oportunidades de
desarrollo, la aceptación del niño y la niña como seres humanos integrales, en continuo perfeccionamiento,
siempre capaces de aprender (Batallán; Varas: 2002) la nueva concepción de la educación que se va
instalando a nivel mundial, lleva consigo lineamientos en torno a las características que deben tener los
espacios educativos así como las personas a cargo de los niños/as, entre las cuales figuran el ser capaces de
entregar retroalimentación afectiva a éstos, usar frecuentemente los refuerzos positivos, constituirse en
buenos modelos de comportamiento, brindar a los niños y niñas actitudes de confianza, y la posibilidad de
asumir responsabilidades acordes a sus capacidades entre los más relevantes. De este modo, los niños y
niñas podrán desarrollar su capacidad de resiliencia, y mitigar o anular la aparición de problemas emocionales
o conductuales que pudieran interferir en sus procesos de aprendizaje.

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2. DEFINICIÓN DE LA RESIDENCIA

Corresponden a dependencias ubicadas al interior de comunidades terapéuticas, destinadas a la


rehabilitación del consumo abusivo de drogas de mujeres, que cuentan con espacios especialmente
habilitados para la permanencia de lactantes y preescolares con sus madres, así como espacios destinados
para que se les brinde una educación temprana.

Estas dependencias están concebidas como una instancia de protección, que provee a niños y niñas
principalmente entre 0 hasta los 6 años de edad, un contexto residencial que facilite condiciones para
mantener el contacto entre mujeres en tratamiento y sus hijos/as, teniendo presente que es una relación
afectiva fundamental para el desarrollo de los niños/as durante la primera infancia.

Se debe contemplar un programa de intervención con dos niveles de acción. El primero dirigido a asegurar
buenas condiciones de vida para los niños/as durante su permanencia y el segundo nivel de acción busca
fomentar el desarrollo de las habilidades y recursos asociados al ser madre y mujer.

En consideración al factor edad citado en el reglamento de la Ley Nº 20.032 en su artículo 41, este factor
estará referido al rango etáreo de niños, niñas sujetos de atención del respectivo proyecto.

Se distinguirán entonces para estas residencias de protección las siguientes categorías:

• Lactantes: Atiende a niños y niñas desde su nacimiento y menores de 2 años de edad.

• Preescolares: Atiende niños y niñas desde su nacimiento y menores de 6 años de edad.

3. OBJETIVOS
3.1 Objetivo General
Promover y proteger el desarrollo físico, mental, social y emocional de los niños y niñas, que permanecen
junto a sus madres en comunidades terapéuticas, a objeto de potenciar su vínculo afectivo y habilitarlas en su
rol protector, revirtiendo los factores de vulneración de derechos a los que sus hijos/as pueden estar
expuestos/as.

3.2 Objetivos Específicos

• Asegurar a los niños y niñas una adecuada calidad de vida y satisfacción de sus derechos y necesidades
de alimentación, salud, estimulación, recreación y vestuario en un contexto de afecto y respeto.

• Fortalecer y potenciar las capacidades de las mujeres internas, mediante una intervención técnica
especializada, que contribuya al fortalecimiento de una relación de apego entre éstas y sus hijos/as y el
desarrollo de un comportamiento protector y de preocupación por el bienestar integral de ellos/as.

• Generar estrategias y acciones de intervención familiar que permitan que los niños/as puedan contar con
un contexto de vida protector y normalizador fuera de la Comunidad Terapéutica y preparatorio para su
integración socio - comunitaria.

• Proveer a los niños/as una educación preescolar de calidad que estimule todas las áreas de desarrollo,
así como aspectos afectivos y sociales, convirtiéndose en un factor protector que permita preparar a los
niños y niñas para una incorporación al mundo escolar y a su comunidad en igualdad de oportunidades.

4. RESULTADOS ESPERADOS

Los resultados esperados, serán evaluados periódicamente mediante la supervisión técnica semestral y
anual, a partir de la cual se emitirán los informes correspondientes con los logros alcanzados por el proyecto.

• 100% de niños/as ingresados/as, cuenten con necesidades de provisión cubiertas.


• 100% de niños/as ingresados/as, cuenten con Plan de Intervención dirigido a sus progenitoras para la
habilitación de funciones de cuidado y protección.

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• 100% de niños y niñas sean integrados a actividades recreativas y educativas conforme a su edad,
tanto en el centro como en la comunidad.
• 100% de las progenitoras participen junto al equipo técnico en la decisión de proyectar el egreso junto a
sus hijos/as, evaluando la mejor alternativa de reinserción en términos de garantizar la protección de los
derechos de éstos/as.

5. DESCRIPCIÓN DEL PROCESO GENERAL DE TRABAJO (5 etapas)

Ingreso: Los niño/as no ingresan necesariamente en forma simultánea con sus madres, pudiendo integrarse
a la residencia durante el transcurso de su proceso de rehabilitación. En esta etapa, el equipo psico social de
la residencia, estudia y analiza la demanda de la mujer, que solicita que su hijo/a ingrese en ésta para
identificar y evaluar los factores motivacionales y sociales que influyen en dicha solicitud.

Tal análisis se debe enmarcar dentro de la evaluación psico social de la mujer, que permita conocer sus
recursos y competencias para cuidar de su hijo/a, motivaciones, redes sociales y familiares, y disponibilidad
para participar de las acciones del programa, que permita establecer la conveniencia y viabilidad de que el
niño/a ingrese y permanezca en el establecimiento. Es importante señalar, que cuando no existen redes y la
mujer no tiene la motivación o capacidades mentales apropiadas para asumir el cuidado de su hijo/a el equipo
psicosocial debe buscar otras alternativas que resguarden su derecho a vivir en familia.

Con el ingreso del niño o niña, se debe proveer a la mujer de los elementos fundamentales para la
satisfacción de necesidades básicas de su hijo/a como, vestuario adecuado a la estación del año,
alimentación, elementos de aseo, entre otros, acordes al ciclo evolutivo del niño/a.

La mujer debe estar informada, que el ingreso del niño/a al programa residencial la involucra también a ella,
lo que conlleva una serie de responsabilidades que debe asumir tanto en la crianza y educación directa de su
hijo/a como en la participación en las intervenciones que se realizarán con ella.

Evaluación: Corresponde a la elaboración de un diagnóstico psicosocial que de cuenta de las capacidades y


recursos personales que tiene la mujer para asumir la crianza de su hijo/a en el contexto terapéutico, así
como realizar una evaluación preliminar de los recursos familiares y sociales con los que cuenta para su
futuro egreso junto a su hijo/a.

Por otra parte se debe contar con una evaluación integral del niño/a que de cuenta de su estado de salud,
desarrollo psicomotor, habilidades cognitivas, recursos emocionales y otros aspectos que se consideren
relevantes.

Plan de trabajo: De acuerdo a la evaluación efectuada se deberá elaborar un plan de intervención integral
considerando a la mujer, a su hijo/a, desde un punto de vista social, psicoeducativo y de trabajo con la red
comunitaria. El programa contempla básicamente dos niveles de acción: el primero está dirigido a asegurar
buenas condiciones de vida para los niños/as que se encuentran en la residencia, través de un ambiente
físico y emocional seguro, de calidad y apto para su desarrollo socioafectivo, brindando a la vez una
estimulación integral a todas sus áreas de desarrollo, que facilite su incorporación al sistema educacional, en
igualdad de condiciones.

El segundo nivel de acción, se enmarca dentro de un programa para las mujeres y sus hijos o hijas, en el que
se inserta una intervención de carácter psico-social que busca fomentar el desarrollo de las habilidades y
recursos personales, a objeto que las mujeres que están en rehabilitación, independiente de esa condición,
puedan mantener su rol de madres y participar activamente en la crianza y desarrollo de sus hijos,
considerando que el compromiso de la figura materna es un factor fundamental para el crecimiento y
bienestar de éstos/as.

Otro aspecto relevante en este nivel, es la intervención que se realice con la progenitora y su sistema
sociofamiliar, integrando, en la medida de lo posible, al padre de su/s hijo/s, hija/as, a su familia de origen y
red social lo que junto con favorecer y acelerar la rehabilitación, asegura la protección del niño/a al establecer
condiciones adecuadas para el egreso y reintegración al medio familiar y comunitario. Tomando en cuenta, la

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probabilidad de que las mujeres reincidan en el consumo de drogas, es importante asegurar una red
protectora para el niño o niña.

A.- PRIMER NIVEL DE ACCION

Los cuidados maternos y paternos que recibe un niño/a no sólo garantizan su supervivencia, especialmente
durante el primer año, sino que también tienen mucha importancia porque estar con sus padres en un
ambiente adecuado le permite tener experiencias que fomentan su desarrollo motor, sensorial, social y
emocional.

Por tanto, en el contexto de Comunidad Terapéutica Femenina, los cuidados de la progenitora pueden ser
considerados como ocasiones privilegiadas de estar juntos, donde ésta puede transmitirle a través de
acciones tan simples como vestirlo, alimentarlo, mudarlo, acurrucarlo, entre otras conductas, su aprecio y
aceptación, todo lo cual potencia su crecimiento mental y emocional.

Sin duda, estas experiencias pueden ser positivas para el niño/a, sólo si los adultos que lo rodean
comprenden que el niño/a por muy pequeño que sea, es un ser humano activo, inteligente capaz de
interactuar desde que nace y que las bases de su personalidad dependen de los cuidados que reciba durante
sus primeros años de vida.

1. Cuidados básicos del niño/a

1.1 Alimentación

La alimentación durante la infancia es fundamental para un desarrollo y crecimiento físico y cerebral


saludable. Un niño/a necesita una alimentación que incluya una dieta rica, variada y adecuada a las distintas
necesidades nutricionales dependiendo de su edad.
La lactancia materna debe ser estimulada (no forzada), para que se desarrolle en las mejores condiciones
posibles, puesto que además de aportar todos los elementos nutritivos que necesitan los niños/as durante los
primeros seis meses, entrega anticuerpos que fortalecen el aparato inmunológico de los niños/as.

La lactancia materna (natural o artificial), es además una oportunidad para desarrollar una relación íntima y
estrecha entre el niño/a y su progenitora. Durante la lactancia, el niño/a puede experimentar la satisfacción de
una necesidad básica como es el alimentarse y al mismo tiempo sentir la protección y el amor de su madre, lo
que facilita el vínculo afectivo entre ambos, que es fundamental para el desarrollo emocional sano del niño/a.

Desde otro punto de vista, el vínculo afectivo que se establece entre ambos, puede ser un elemento de
gratificación y protección para la mujer y su hijo/a.

De esta manera, la lactancia materna o la alimentación artificial entregada con dedicación y afecto, es un
hecho cotidiano pero de gran importancia, puesto que el niño/a experimenta y aprende modos de relacionarse
positivos porque implican amor, aceptación y respeto.

Para asegurar una alimentación de calidad, es importante que la residencia disponga de un/a profesional que
asesore la planificación de las minutas y de la mecánica de preparación de las leches y comidas destinadas
para los niños/as, considerando que la higiene, frescura y composición de la dieta es relevante para la salud
de éstos/as.

Ejemplo de minuta de niños/as sanos y eutróficos

Recién Nacido/a 7 x 7 NAN 13 %


3 meses 6 x 150 NAN 13 %
5 meses 5 x 230 NAN 13 %
6 meses 5 x 200 L1
½ sopa mixta + 1 colación
7 meses 4 x 200 L2
1 sopa mixta + 1 postre + 1 colación
12 meses 3 x 250 L2
2 sopa mixta + 2 postre + 1 colación
24 meses Régimen preescolar

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Los niños y niñas que sistemáticamente requieran de una dieta especial por razones de salud, deben recibirla
de acuerdo a lo indicado por su médico.

1.2. Aseo e Higiene

El manejo o contacto corporal, principalmente con las manos - cuando se toca al niño/a, para cambiarlo,
vestirlo y bañarlo, es otra forma de estar juntos, lo cual puede ser estimulante para ambos, dependiendo de
cómo la mujer interactúe con su hijo/a. En estas acciones de aseo, generalmente el niño/a está en una
superficie frente a la progenitora, por lo que se puede convertir en un momento de conocimiento mutuo,
ambos pueden mirarse y comunicarse.

Muchos padres y adultos aún no comprenden la importancia de esto y manejan al niño/a con el sólo objetivo
de realizar lo más rápido posible, las tareas físicas más obvias: cambiar, vestir, bañar, etc. Los padres y
adultos, pueden ser eficientes, pero normalmente están preparados para usar ese tiempo para tener un
encuentro con el niño/a, de reunión y expresión de sentimientos, en ese sentido las acciones se transforman
en rutinas carentes de emoción.

Al manipular o manejar al niño/a, se tiende a evitar los movimientos en lugar de repetirlos para permitir que el
niño/a trate de comprender lo que pasa. Nombrarle las distintas partes de su cuerpo, señalarle lo que se está
haciendo, pedirle su colaboración no sólo estimula su capacidad de aprendizaje y lenguaje, sino que el ser
tomado en cuenta como alguien activo que puede ayudar y participar en estas acciones alimenta su
autoestima.

La residencia debe disponer de condiciones físicas e higiénicas adecuadas para que las mujeres puedan
ejercer las funciones de aseo y cuidado con sus hijos/as por la importancia que tiene esto para su salud,
como se ha mencionado anteriormente. De esta manera, la infraestructura y recursos deben permitir realizar
el aseo diario de los niños/as permitiendo que puedan ser bañados con agua caliente, a lo menos día por
medio.

Los elementos necesarios para su higiene; jabón, shampoo, toallas, pañales desechables entre otros, deben
estar disponibles constantemente. Como también es importante, organizar un sistema que permita que los
niños/as cuenten diariamente con ropa limpia y adecuada a las condiciones ambientales.

La residencia debe contar con lavadora y lugares para secar la ropa, éstos últimos deben ser espacios
distintos a los dormitorios u otros donde los niños/as permanezcan largo tiempo.

Por último, las dependencias (dormitorios, baños, sala cuna), donde los niños/as interactúan con sus
progenitoras deben estar en condiciones higiénicas adecuadas, lo que también implica que estos lugares
deben estar bien ventilados y con temperaturas adecuadas a las condiciones estacionales.

1.3. Salud

Como se ha señalado anteriormente los niños/as tienen necesidades físicas y requerimientos que tienen
relación con el desarrollo de su inteligencia, emocionalidad y capacidad de interacción social. Desde esta
perspectiva, la salud del niño/a, engloba tanto su salud física como su salud mental y por ende, se deben
proporcionar condiciones que la protejan en forma integral.

Existe una estrecha relación entre cuidado físico y cuidado psicológico, un niño/a que es atendido con afecto
y en forma pertinente a sus necesidades, es un niño/a que tiene más posibilidades de tener un desarrollo
sano y positivo.

Por lo tanto, los niños/as que se encuentran en esta residencia, deben gozar de un contexto de cuidados que
incluya ambos elementos, esto es, la posibilidad de ser atendidos por sus madres en el marco de un vínculo
afectivo estable y bajo condiciones que garanticen su bienestar físico.

De esta manera, es importante que los niños/as puedan recibir controles pediátricos regulares en los
consultorios correspondientes, contando con los exámenes que se solicitan habitualmente como las
radiografías de caderas y por supuesto contar con las vacunas contempladas por el Ministerio de Salud u

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otras adicionales, si es que el médico lo indica. Idealmente los niños/as debieran ser acompañados por sus
progenitoras, quienes debieran participar en estas instancias.

En caso de urgencia, los niños/as deben ser llevados en forma inmediata al servicio de salud
correspondiente. También es importante que la residencia realice las gestiones necesarias cuando algún
niño/a necesite atención médica especializada.

Finalmente, cuando se indiquen tratamientos medicamentosos o se den otro tipo de indicaciones


complementarias la residencia debe facilitar la ejecución de estas medidas.

Todo niño/a que permanece en un centro residencial de la red SENAME debe contar con credencial de
FONASA en atención al convenio SENAME- FONASA que garantiza que todo niño, niña y adolescente
integrados a la red SENAME, sean asimilados como beneficiarios de la Ley Nº 18.469 en tramo “A” en calidad
de carentes de recursos: ^Para la obtención de esta credencial, es la propia residencia la que debe realizar
las gestiones pertinentes.

2. Desarrollo socio-emocional del niño/a:

2.1. Estimulación temprana:

Contrario a lo que se pensaba tiempo atrás, el recién nacido y niño/a pequeño/a es considerado actualmente
como un ser complejo, activo, que tiene muchas capacidades para relacionarse con el mundo de los
estímulos.

Muchas de las capacidades que tienen los bebés para establecer contacto social y sensorial están dadas por
el desarrollo cerebral que poseen al nacer. Se sabe que el proceso de desarrollo cerebral comienza a los
pocos días de la concepción, contando con una gran cantidad de neuronas en el momento del parto. Sin
embargo, este desarrollo está inconcluso, ya que la mayoría de las neuronas no están conectadas, lo que es
fundamental porque esto determina la forma como aprendemos, pensamos y actuamos durante la adultez.

Las experiencias tempranas de estimulación afectiva y cognitiva durante los primeros tres años de vida son
cruciales en el desarrollo cerebral de un niño/a. Si el ambiente en que vive, no brinda las condiciones
óptimas para su desarrollo (nutrición, estimulación sensorial, salud de la madre, vínculos de apego
madre/hijo), no se refuerza ni la cantidad ni calidad de conexiones neuronales, lo que perjudica el desarrollo
saludable del niño/a y es más, se sabe que se pierden conexiones si éstas no son estimuladas.

Se sabe que la experiencia ambiental más fundamental en la vida de un niño/a especialmente en sus
primeros meses de vida es la calidad del vínculo con su madre, padre o cuidador/a, quienes son la
principal fuente de satisfacción de necesidades y mediadores de su desarrollo global.

Resulta altamente deseable que la residencia disponga de una estructura física adecuada para la
estimulación motora, cognitiva y socioemocional de los niños/as, sin embargo, un elemento infaltable, son las
condiciones que faciliten la participación de la progenitora en las actividades educativas y de juego con los
niños/as, puesto que los resultados pueden ser mucho mejores.

Físicamente, dentro de las posibilidades del establecimiento se debe contar con una sala de estimulación a la
que puedan acceder los niños/as y sus madres, con espejos, juguetes, colchonetas, equipos de música e
implementos. El material debe ser variado, para satisfacer los distintos intereses y capacidades que tienen los
niños/as de distintas edades.

Las salas, deben contar con personal capacitado en el cuidado y estimulación de bebés y niños/as, que
además puedan incluir y orientar de manera adecuada a las madres en las actividades que se realicen con
ellos/as.

2.2. Contacto con la comunidad y actividades de recreación

Es importante fomentar una institucionalización abierta, en el sentido de favorecer el contacto de los niños/as
con el medio externo y la comunidad, puesto que son experiencias cotidianas necesarias para un desarrollo

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social y emocional sano, considerando además que es el medio natural de los niños/as al que se reintegrarán
en un determinado momento.

Bajo esta perspectiva, la residencia debe facilitar salidas de tipo recreacional para los niños/as, en las que
puedan tener posibilidades de conocer distintos lugares adecuados a sus características e intereses. Es
importante, fomentar en la medida de lo posible, salidas de los niños/as con sus madres y/o padres, familiares
los fines de semana, festivos o durante los períodos de vacaciones.

2.3. Asistencia a sala cuna y/o jardín infantil

La integración de los niños/as a la sala de cuna y el jardín infantil no debe reemplazar funciones y tareas que
debe asumir la progenitora en la Comunidad Terapéutica, sino complementar y apoyar la estimulación social
y cognitiva de los niños/as, orientando a las mujeres en su rol protagónico en el desarrollo de sus hijos/as.

También se entiende como un apoyo a la mujer, tomando en cuenta que al estar involucradas en un proceso
de rehabilitación en drogas, requieren contar con espacios y tiempos para su proceso personal de tratamiento
y de desarrollo integral como mujer y a la vez estar tranquilas de tener a sus hijos/as bien atendidos en estas
instancias de apoyo.

3. Otros aspectos importantes a considerar para el desarrollo del niño/a:

3.1. Identificación y acceso a servicios básicos

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, consigna en su Art. 7, el Derecho a la Identidad:
“El niño/a será registrado/a inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho a un nombre, a
adquirir nacionalidad y, en la medida de los posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos”.

En este sentido, todos los niños/as que se encuentren en la residencia, contarán con su certificado de
nacimiento y en caso de ser extranjero, la autoridad competente deberá realizar a la brevedad, todas las
gestiones necesarias ante el consulado respectivo, para proporcionar su identidad.

3.2. Infraestructura, mobiliario y seguridad

Todos los niños/as que se encuentren en esta residencia, deben tener un espacio que cuente con la
infraestructura adecuada para su atención, así como condiciones ambientales que les permitan una
permanencia cómoda y segura.

En términos generales, cada niño/a debe contar con una cuna o cama individual y adecuada al tamaño de
éste/a, con sábanas y frazadas limpias y en buen estado, las que deben ser cambiadas regularmente. El
lugar donde permanecen los niño/as y sus progenitoras debe tener el equipamiento necesario para asearlos
(mudadores, bañeras, agua caliente) y alimentarlos en un lugar y horario adecuado.

Todo espacio que sea ocupado por niños/as debe cumplir con aspectos básicos, como estar limpios y
ventilados para prevenir enfermedades infectocontagiosas; tener la amplitud suficiente como para que los
niños/as pueden moverse, acceso a espacios abiertos, lo que se hace especialmente importante en
temporada de verano.

La residencia debe realizar todos los esfuerzos para garantizar las condiciones físicas y de seguridad
adecuadas para la permanencia de los niños/as, es así como, debe contar con un sistema de prevención de
incendios, conforme a la normativa vigente, las redes de servicio y artefactos deben estar en buen estado,
los pisos, muros y cielos deben presentar condiciones higiénicas adecuadas que no comprometan la salud y
seguridad de los niños/as. Se debe evitar la contaminación interior, por la emanación de gases y humo de
cigarros.

Se debe resguardar en todo momento la integridad física y emocional de los niños/as, brindando una
protección que asegure que no estarán expuestos/as a ningún tipo de vulneración. Asimismo, resulta
indispensable que la residencia cuente con patio de juegos o espacios al aire libre, acondicionados para la
realización de actividades recreativas y de estimulación.

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B. SEGUNDO NIVEL DE ACCION

Este nivel contempla un conjunto de intervenciones psicológicas, familiares, y sociales, dirigidas a las
mujeres en rehabilitación, que garanticen la protección y bienestar de sus hijos/as. En este sentido, el interés
superior del niño/a es prioritario a cualquier otro, por lo tanto, todas las acciones estarán orientadas hacia ese
fin.

1. Intervención psicosocial con la madre: Busca abordar aspectos relevantes tales como:

• Fortalecer los recursos y capacidades de la madre para que pueda ejercer su rol en forma competente,
activa y efectiva, dado que los cuidados que reciba el niño/a como la calidad de la relación que
establece con ésta son determinantes para su desarrollo inmediato y futuro. Para esto, el programa debe
contar una intervención a nivel individual que le permita a las mujeres reflexionar acerca de su rol,
responsabilidades y funciones como madres y por otro lado participar de talleres grupales, en los cuales
se les entreguen herramientas atingentes para criar y educar a sus hijos de acuerdo a las necesidades y
características de éstos/as y les permita apoyarse entre ellas para encarar las complejidades de la
maternidad y contactarse con su propia historia.

• La reintegración futura de la mujer junto a su hijo/a a su medio sociofamiliar, por lo que las condiciones
de egreso de ambos deben ser trabajadas conjuntamente con la mujer lo más temprano posible,
buscando en las redes familiares o sociales alternativas que aseguren especialmente a sus hijos/as un
contexto real de protección y seguridad cuando egresen de la residencia.

• Reintegración social-familiar y comunitaria de la mujer: Es importante, realizar un trabajo individual con


cada mujer, que permita motivarlas hacia un proyecto de vida futuro positivo como madres junto a sus
hijos, fuera del establecimiento adaptado a su realidad y a sus propias carencias. En este nivel, la mujer
debe ser apoyada en cómo retomar las relaciones familiares y en cómo volver a reintegrase al medio
social y comunitario, por lo que se le deben dar a conocer todos los recursos existentes en la red que la
apoyen en el proceso de adaptación y que faciliten el ejercicio de su rol materno y proveedor asi como
lograr la autonomía necesaria para desplegar sus potencialeidades en forma lo más integral posible. En
aquellas situaciones en que la familia está sustentada por una mujer jefa de hogar, cobra especial
relevancia la gestión de coordinación que el centro pueda realizar con instancias de la red local como
oficinas para la mujer u otras, a objeto de colaborar en su desarrollo integral como mujer.

2. Intervención educativa con la madre: Busca realizar acciones educativas con las mujeres que les
permitan incorporar herramientas y conocimientos que les ayuden a ejercer la maternidad en función de las
necesidades particulares de sus hijos/as, tales como:

2.1. Estimulación Temprana

Se trata de fomentar el desarrollo cognitivo y socio-emocional de los niños/as a través de la estimulación de


diversas funciones y canales sensoriales, a partir de diversas experiencias intencionadas y adecuadas a la
edad de los niños/as. Así también actividades cotidianas como el cantar, jugar, bañar, mudar, alimentar,
pueden transformarse en oportunidades de encuentro afectivo y estimulación, todo lo cual fortalece la salud
física y mental de éstos/as.

2.2. Pautas de Crianza

En esta área se persigue entrenar a las mujeres para que puedan ser más eficaces en la interacción con sus
hijos/as con la finalidad de encontrar soluciones adecuadas a las tareas y dificultades con las que puedan
encontrarse:

Tareas propias de la crianza

• Desarrollo de la Independencia y Autonomía en el niño/a. Esto tiene que ver con ofrecer las
oportunidades para que el niño/a realice por sí solo/a aquellas actividades para lo cual está preparado
física y psicológicamente, en este sentido es importante no coartar las iniciativas y decisiones que tome
el niño/a cuando éstas no implican riesgo para él/ella.

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• Normas de disciplina. Los niños/as necesitan que sus padres y adultos significativos, puedan
establecer límites y normas de conductas adecuadas y coherentes, las que deben ser aplicadas con
firmeza y congruencia.

• Hábitos de sueño. Esto tiene relación con mantener rutinas flexibles y condiciones ambientales
adecuadas que aseguren una cantidad de horas adecuadas de sueño y descanso para los niños/as. En
esto también es importante revisar las estrategias utilizadas por los padres y por los propios niños para
conciliar el sueño.

• Hábitos de alimentación. Este aspecto incluye tanto el tipo y calidad de alimentación que necesitan los
niños en sus diferentes edades y la forma de entregar el alimento.

• Control de esfínteres. El niño/a debe recibir un entrenamiento adecuado a sus capacidades físicas y
neurológicas. Es un proceso gradual que demanda atención y paciencia en los adultos a cargo de los
niños/as, excluyendo los castigos físicos y verbales, que puedan interferir la adquisición de este
aprendizaje.

• Desarrollo moral. Este contexto puede transformarse en una posibilidad donde no sólo los niños/as
puedan aprender valores básicos sino que también en una instancia para que las madres puedan
reflexionar y evaluar su propio comportamiento.

Manejo en Situaciones Difíciles

Todos los niños/as presentan comportamientos que pueden considerarse “inadecuados”, sin embargo, están
en una etapa de formación y aprendizaje donde los adultos son los responsables de encauzar tales
conductas. Es importante ofrecer a las madres herramientas que les permitan manejar situaciones difíciles
como una manera de prevenir situaciones de maltrato físico y/o psicológico.

Es importante que los equipos encargados de esta intervención puedan transmitir a las madres que el poner
límites y corregir conductas inadecuadas es una forma de amar y proteger a los niños/as entregándoles
herramientas para poder vivir y convivir en el mundo que los rodea.

De alguna manera todos los aspectos abordados en la intervención educativa, tienen que ver con el
desarrollo de niños/as con habilidades básicas para desenvolverse en la vida y poder enfrentar las
dificultades que surjan en el futuro, tomando en cuenta que son niños/as más vulnerables, dado los
problemas de adicción de sus madres.

2.3. Salud y Prevención

Es importante entregar contenidos a las madres de los cuidados que necesita un niño/a desde su gestación y
de otros aspectos básicos como nutrición, higiene, vacunas, prevención y manejo de enfermedades
frecuentes en la infancia.

3. Intervención psicosocial con el niño/a

3.1. Ingreso del niño/a a la residencia

Todos los niños/as deben ingresar con sus antecedentes médicos, certificado de nacimiento y orden de
tribunal. Si no es posible contar con estos antecedentes al momento del ingreso, dicha situación se debe
regularizar a la brevedad.

Todo niño/a que ingrese a esta residencia debe contar con identificación civil, de no ser así, se deben realizar
las gestiones para su inscripción.

Cuando el niño/a entra, debe ser incluido/a en una nómina general de niños/as atendidos/as. También se
debe llenar una ficha de ingreso junto a la madre que recoja antecedentes de salud, familiares y de
desarrollo, los que deben ser adjuntados en una ficha individual, la que irá incorporando las otras
intervenciones y evaluaciones que se realicen con el niño/a.

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En términos generales, la ficha individual de cada niño/a debe contar con:

• Anamnesis: Los antecedentes de la madre, del embarazo y de las patologías perinatales es información
relevante, para detectar factores que ponen en riesgo el desarrollo de los niños/as.
• Cuadro de vacunas, indicando las fecha de administración
• Cuadro de control de niño/a sano/a del consultorio
• Exámenes médicos habituales y específicos
• Evaluaciones de Desarrollo Psicomotor y las indicaciones o sugerencias para intervenciones, cuando
sea necesario.

3.2. Evaluación del Desarrollo Psicomotor

El desarrollo psicomotor en el niño y niña, es la manifestación externa de la maduración del Sistema Nervioso
Central (SNC) y corresponde a un proceso continuo, a lo largo del cual el niño/a adquiere progresivamente
las habilidades que le permitirán una plena interacción con su entorno.

El recién nacido tiene en sus genes toda la información necesaria para dirigir su desarrollo, pero el proceso
es largo y delicado, y para que llegue a buen término, no sólo es preciso que todos los órganos y
estructuras implicados funcionen correctamente, sino que también deben recibir la estimulación
adecuada. La detección precoz de un retraso en el desarrollo psicomotor es de enorme importancia, por eso
conviene que además del control que hace el pediatra en los controles periódicos, la madre debe conocer el
calendario de progresos normales de éstos/as.

Los niños sanos siguen un patrón de desarrollo o de adquisición de habilidades. Este patrón es claro y se han
definido hitos básicos, fáciles de medir, que nos permiten saber cuándo un niño o niña va progresando
adecuadamente.

Se han elaborado pruebas objetivas de evaluación del desarrollo psicomotor, considerando cuatro áreas:
motricidad gruesa, motricidad fina, maduración social- emocional y maduración del área cognitiva y lenguaje.
Estas pruebas son, entre otras: el Test de Denver (USA) y la Escala de Evaluación del Desarrollo Psicomotor
(EEDP) de Soledad Rodríguez y colaboradores, Chile, ampliamente utilizados en nuestro país.

Se estima conveniente que las evaluaciones de desarrollo psicomotor en los niños/as de las residencias,
sean trimestrales, realizadas por psicólogos/as o educadoras de la residencia o que puedan realizar además,
una intervención educativa personalizada y dirigida a las madres, en la cual se les enseñe sobre la manera
en cómo estimular las distintas áreas del desarrollo, registrando los progresos y las logros, como también
realizar las recomendaciones pertinentes, a través de tareas y ejercicios concretos con los que puedan
apoyar a sus hijos/as.

3.3 . Actividades de estimulación y contacto con la familia

En este contexto, los niños/as deberán participar de las actividades diarias que se programan en la sala
cunas, pero también debe existir continuidad y coherencia con lo que hacen las madres en el contacto
cotidiano con éstos/as, para lo cual éstas deben recibir apoyo y orientaciones claras de cómo ayudar y educar
a sus hijos/as.

Por otra parte, el niño/a necesita establecer vínculos afectivos con su familia, lo que le permite tener una red
de apoyo disponible, más aún debe egresar del establecimiento junto a su madre en algún momento y
reintegrase a un grupo familiar.

El contacto del niño/a con su familia debiera ser fomentado lo más tempranamente posible, lo que no sólo es
favorable para el niño/a principalmente para su egreso, sino que también permite generar un compromiso
afectivo más fuerte en las personas a las que se integrará fuera del establecimiento. En este sentido, el
equipo psico-social, debe explorar con anticipación las redes familiares disponibles y trabajar en conjunto con
la madre un plan de acciones que permitan una vinculación gradual y regular entre el niño/a y sus familiares.

Otro nivel de acción tiene que ver con brindarles educación inicial a nivel de sala cuna y jardín infantil que les
entregue herramientas, aún considerando el breve periodo en que los niños/as se incorporan en este
programa, para su futura incorporación al sistema escolar, siendo a la vez, un factor protector y potenciador
de resiliencia.

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4. Egreso

Etapa donde se evalúa el proceso de intervención realizado con la mujer en su condición de madre y con el
niño/a, y que culmina con una propuesta de reinserción de la diada, a su medio familiar u otro que debe ser el
resultado de un trabajo conjunto entre ella y el equipo psicosocial, proceso que va directamente asociado a
los tiempos, etapas y requerimientos del trabajo terapéutico de la mujer en su problemática de drogas.

Al momento del egreso se efectúa una derivación del niño/a a la red de jardines infantiles, sala cuna o
sistema escolar, instituciones de salud u otras según corresponda.

Dado que esta etapa de la intervención, tiene que ver con la reintegración al medio familiar, social y
comunitario, es importante generar condiciones, en las que tanto el niño/a como la mujer puedan reestablecer
un contacto regular y positivo con la familia o adultos significativos. La intervención psico-social dirigida al
egreso, también debe considerar el trabajo en redes, en el sentido de orientar y apoyar a la familia respecto a
conocer y usar los recursos comunitarios existentes (consultorio, jardín infantil, etc.) que les permitan asumir
la crianza del niño/a en mejores condiciones, por lo tanto, la continuidad en el medio externo del apoyo social
a la madre y el niño /a como una manera de facilitar una buena reintegración, implica que la residencia realice
las coordinaciones pertinentes con los recursos existentes en la red comunitaria, como por ejemplo las
Oficinas de Protección de Derechos (OPD), oficinas para la mujer, entre otras, para proseguir con el apoyo
necesario.

5. Seguimiento

Proceso destinado a evaluar la integración de la madre y su hijo/a a su red familiar y/o social, a través de la
observación de los avances o dificultades que se presenten en este proceso de reinserción, así como evaluar
el contexto socio-familiar en aspectos de cuidado y protección del niño/a, prestando asesoría, cuando se
estime necesario.
El proceso de seguimiento deberá considerar la evaluación entre otros, de los siguientes factores protectores:

• Satisfacción de necesidades básicas: Se refiere a evaluar si los adultos a cargo del niño/a, ofrecen
alimentación y vestuario adecuados. Si tienen acceso a atención de salud, de tal manera que el niño/a
pueda ser controlado o atendido en el consultorio y/o hospital correspondiente.

• Cuidado diario del niño/a: Evaluar y verificar las condiciones en que es cuidado/a el niño/a,
averiguando cual es su rutina diaria, quien lo alimenta, cómo y con quien duerme, manejo de situaciones
difíciles, normas de disciplina, etc.

• Educación: Si el niño/a tiene una edad adecuada para ingresar a sistema de sala cuna o jardín infantil o
si las condiciones familiares lo requieren, es preciso apoyar a la familia para que accedan a los
establecimientos disponibles dentro de la red comunitaria que les corresponda.

• Derivación a redes de apoyo: Si en algunos casos la mujer o su hijo/a requieren de apoyo profesional
especializado, se debe realizar las derivaciones pertinentes.

6. ORIENTACIONES TÉCNICAS A GARANTIZAR EN LA EJECUCIÓN

Ámbitos Requisitos técnicos básicos


Sujeto de atención Niños y niñas, recién nacidos hasta 6 años de edad, hijos/as de mujeres con
problemáticas de drogas, las cuales se encuentran en proceso de
rehabilitación en comunidades terapéuticas.
Vía de ingreso Los niños/as ingresan a petición de la madre que requiere permanecer junto a
su hijo/a en la residencia, petición que se deberá formalizar a través de la
instancia judicial pertinente.

Tiempos de permanencia Los niños/as pueden permanecer junto a sus madres durante el período que
dure su proceso de rehabilitación en modalidad residencial, lo cual considera
un plazo de aproximadamente de 8 a 10 meses.

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Criterios de Intervención • Provisión de servicios. Garantizar la cobertura de necesidades físicas


en los niños/as tales como vestuario, alimentación acorde a sus
necesidades, acceso a la salud y al sistema de sala cuna y jardín
infantil, cumplimiento de normas de higiene en el personal,
especialmente quienes tienen trato directo y estable con ellos/ellas y
promover una cultura de autocuidado físico en los niños/as desde
temprana edad.

• Consideración de la salud mental. Garantizar la cobertura de


necesidades emocionales y cognitivas propias de la primera infancia,
asegurando que todos los niños y niñas ingresados reciban el contacto
afectivo, la estimulación necesaria para un desarrollo óptimo,
favoreciendo el vínculo con la madre para asegurar un buen proceso de
apego, además de brindarles atención psicoterapéutica cuando lo
requieran.

• Reunificación e integración. Garantizar el fomento de la interacción


positiva entre madre – hijo/a, a objeto de potenciar vínculos sanos y
estables entre ellos y facilitar el proceso de reinserción de la mujer y su
hijo/a a nivel familiar y social.

• Acceso a la integración y participación. Potenciar el desarrollo de


actividades socioeducativas, a través de una “institucionalización
abierta”, tendiente a favorecer una vida normalizadora a través del
contacto de los niños/as con el medio externo y la comunidad, puesto
que son experiencias cotidianas necesarias para un desarrollo social y
emocional sano, considerando además que es éste el medio al cual los
niños/as se reintegrarán en un determinado momento. Se debe
estimular por ejemplo, el desarrollo de actividades motoras al aire libre,
el ingreso a salas cunas o jardines infantiles internos o externos al
centro, salidas con familia extendida u otras actividades a nivel
comunitario.
Articulaciones Se consideran relevantes las articulaciones institucionales con instancias de
territoriales salud, educación y recreación, u otras instancias de la red local que favorezca
en los niños/as, una vida normalizadora a nivel de la comunidad,
respondiendo de esta manera a sus diversas necesidades.
Es conveniente que la residencia desarrolle redes de trabajo con Fundación
Integra, JUNJI, Hospitales, Consultorios, Municipios u otros organismos de la
comunidad, conforme a sus requerimientos.
Enfoque de género Se entenderá por género, el conjunto de características y expectativas que
un grupo social atribuye a otros/as en función de su sexo. El género es una
construcción socio – cultural, y por lo tanto varía de una sociedad a otra, a
diferencia del sexo que viene dado desde el momento de nacer.

Se entenderá por enfoque de género, el tomar en cuenta tanto en la


formulación de un proyecto, como en el trabajo a desarrollar, las diferencias
que se producen entre hombres, mujeres, niños y niñas y su forma de
relacionarse en la sociedad, promoviendo la igualdad en las medidas y
acciones que se desarrollen, a objeto de favorecer hacia niñas y niños.

En relación al enfoque de género, los proponentes deben consignar en todas


las propuestas la información desagregada por sexo. Al mismo tiempo, deben
plantear algún objetivo o meta tendiente a reflexionar y trabajar el tema de
género con las mujeres y/o niños/as atendidos/as. De igual manera, deben
considerar la incorporación de este enfoque en los informes de avance e
incluir, en el informe de evaluación anual, un análisis de género sobre la base
del trabajo desarrollado a lo largo de un año, lo que permita dar cuenta de la
relación entre el tipo de derecho vulnerado, la gravedad del daño y el sexo de
las personas afectadas, así como evidenciar los diversos cambios
experimentados.

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Orientaciones Técnicas Específicas. Modalidad Residencias de Protección Lactantes o Preescolares
con madres internas en comunidades terapéuticas

En el punto 6 del formulario de proyectos, se debe consignar, de manera


resumida, la o las estrategias y/o metodologías de trabajo para la intervención
desde el enfoque de género.

Incentivar y facilitar la participación igualitaria de adultos significativos, de


ambos sexos, integrantes de la familia extensa, que asistan a la Comunidad
Terapéutica y participen en las diversas actividades que se realicen en la
residencia (entrevistas, talleres u otras), siempre y cuando esto no afecte el
interés superior del niño/a. Esta consideración, responde a que,
empíricamente quienes se han involucrado mayoritariamente en la gestión de
los establecimientos han sido las mujeres, (abuelas, tías, madres y otras)
resultando vital la inclusión por ejemplo de las figuras paternas cuando este
recurso esté disponible. En aquellas situaciones en que se pronostica que
será la mujer en rehabilitación la que ocupará funciones de jefa de hogar al
egresar de la Comunidad Terapéutica, cobra especial relevancia la gestión de
coordinación que la residencia pueda realizar con instancias de la red local
como oficinas para la mujer u otras, a objeto de colaborar en su desarrollo
integral y adaptación sociocomunitaria.

Considerar la posibilidad de contar con profesionales que tengan alguna


formación en género, ya sea por su propia experiencia, o por estudios
acreditados.

Recursos Humanos El equipo básico de este tipo de residencia debe estar conformado por un/a
directora de preferencia del área de las ciencias sociales, educadora de
párvulos, psicólogo y asistente social. Asimismo se debe disponer de
auxiliares de párvulos según necesidades y manipuladora de alimentos.

Es indispensable que este personal sea seleccionado en un proceso que


permita asegurar su idoneidad. En términos generales, las personas
seleccionadas para un cargo, deberán acreditar logros curriculares y un
manejo óptimo de las relaciones interpersonales y de trabajo en equipo.

Director/a de la residencia
De preferencia, profesional de las ciencias sociales y con experiencia en
trabajo con infancia, en dirección y administración de recursos humanos y
materiales, con habilidades para la resolución de conflictos e intervenciones
en situaciones de crisis, con capacidad de liderazgo y trabajo en equipo.

Profesionales
Los equipos incluyen psicólogo/a, asistente social y educadora de párvulos,
nutricionista u otros, con formación y/o experiencia en primera infancia,
familia y alta vocación de servicio.
Las horas profesionales a contratar, deberán satisfacer las demandas
técnicas de la residencia así como garantizar el cumplimiento de objetivos y
metas del proyecto.

Manipuladora de alimentos
Estudios básicos completos como requisito mínimo y conocimiento de
manipulación de alimentos, con experiencia y motivación para trabajar con
lactantes, preescolares y mujeres.

Auxiliar Estafeta
Estudios básicos completos, experiencia en limpieza, aseo, reparaciones y
estafeta, motivación para desempeñar su actividad, capacidad de contacto
interpersonal adecuado, sociabilidad, buenas relaciones personales y
capacidad para acatar normas o reglas.

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Orientaciones Técnicas Específicas. Modalidad Residencias de Protección Lactantes o Preescolares
con madres internas en comunidades terapéuticas

Recursos materiales Respecto de la infraestructura


mínimos • La infraestructura debe garantizar la habilitación de dependencias para el
uso exclusivo de las madres y sus hijos/as.
• Se deben garantizar las condiciones de seguridad y protección de los
niños/as para su adecuado desarrollo en todas sus áreas.
• La residencia debe reunir además, condiciones de salubridad,
ventilación, iluminación, calefacción y equipamiento, las que deben ser
constatadas por instancias especializadas y avaladas por el informe
técnico pertinente.
• Deberá contar con un número de habitaciones y baños, pertinentes a la
cobertura del proyecto.
• Número de oficinas o salas adecuados para la atención.
• Condiciones de seguridad para el personal y público, tales como salidas de
emergencia, certificaciones de instalaciones eléctricas, extintores y
procedimientos frente a situaciones de contingencia conforme a normativa
vigente.

Respecto del Equipamiento


• Se requerirá como mínimo un computador con las siguientes condiciones:
procesador Pentium IV 2.8 MGS o equivalentes, disco duro no inferior a 20
GB, memoria mínimo 512 MB RAM u otro, unidades de disco de 3 ½
pulgada de alta densidad y unidades lecto – grabador (opciones de
multimedia son necesarias por las características de software actual),
impresora, tarjeta fax-módem, conexión con Internet que permita correo
electrónico. Sistema operativo Windows 2000 o superior, programas Office
2000 con Access incluido. Navegador Internet Explorer 6.0 o superior. Un
ADSL mínima de 512
• Teléfono, fax y correo electrónico.

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