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Tema: Nº 5
(León Tolstoi)
INTRODUCCIÓN.
Los operadores del comercio exterior saben que existen temas de particular importancia que
gravitan en la determinación de los costos de sus transacciones y, por ende, en su
competitividad.
En cuanto al valor en aduana de las mercancías, digamos que una de las funciones principales
de las aduanas es la función fiscal o recaudatoria. En este marco, cuando los derechos de
aduana se perciben ad valorem (Esto es, que recaen sobre el valor, por ejemplo, el 10 % del
valor de la mercancía importada), la incidencia real del gravamen arancelario depende de la
manera como la administración de aduanas determina el valor imponible.
Otra de las funciones aduaneras que guarda relación igualmente con el tema del valor
aduanero, es la función de fiscalización puesto que estudios especializados realizados por el
Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) han estimado que la defraudación aduanera en
Bolivia alcanza a 154 millones de dólares anuales, aún cuando podría ser incluso mayor. Gran
parte de esas maniobras fraudulentas utilizan como medio de realización la subfacturasción o
subvaluación de las mercancías, lo cual pone de manifiesto una vez más la importancia del
valor en aduana de las mercancías.
En virtud del Acuerdo sobre Valoración en Aduana (Código de Valoración del GATT/OMC), la
administración de aduanas debe determinar el valor sobre la base del precio pagado o por
pagar por el importador en la transacción objeto de valoración. Así también la administración
de aduanas puede rechazar el valor de transacción (contenido en la factura o contrato de
compraventa), que corresponde el primer método de valoración del Acuerdo sobre Valoración
en Aduana, cuando tiene motivos para dudar de la veracidad o exactitud de la cuantía
declarada por el importador o de los documentos presentados por él. A fin de proteger a los
importadores en tales situaciones, las administraciones de aduanas tienen la obligación de
darles la oportunidad de justificar el precio declarado. Cuando la administración de aduanas no
se conforma con las justificaciones dadas, debe comunicar al importador, por escrito, sus
motivos para no aceptar el valor de transacción que éste ha declarado y aplicar,
sucesivamente, alguno de los otros cinco métodos para determinar el valor imponible. Al
aplicar esos métodos, las administraciones de aduanas deben consultar a los importadores y
tener en cuenta sus pareceres.
Por lo demás no se debe ignorar que tema tan importante como el del valor aduanero, apareja
cuestiones de mucha importancia, tales como un despacho expeditivo o demorado, sobre
costos de despacho por multas y gastos legales y hasta penas de inhabilitación para ejercer el
comercio y hasta privativas de libertad si se cometen delitos aduaneros.
La mayor parte de los países del planeta utilizan actualmente sistemas de valoración basados
en el Código de Valoración del GATT/OMC que establece normas para este problema central
de las aduanas: el valor en aduana de las mercancías y al cual se dedica el presente tema.
Contrariamente a lo dicho en sentido de que los primeros derechos ad valorem tuvieron lugar
en Roma, la realidad es que hasta el siglo XVII no se percibió la necesidad de lograr una
definición de valor de las mercancías, así sea ésta elemental o precaria. Hasta este período, las
mercancías sometidas a los derechos arancelarios conformaban una gama reducida y eran de
naturaleza muy simple, mientras que, de otra parte, los entonces recaudadores de impuestos,
al contar con poderes casi absolutos, no tenían más dificultad que la de confeccionar una lista
de bienes, a los que, arbitrariamente les atribuían unos determinados valores y sobre ellos
aplicaban los derechos señalados, con la misma simplicidad que si se tratara de un derecho
específico. Se da por descontado que en ese período no se veía la necesidad de una normativa
para la valoración aduanera.
Han sido tantas como diversas, las causas que han contribuido a través de los años a un
perfeccionamiento de la técnica de valoración. Como ya se dijo, uno de los motivos
importantes fue el cambio de carácter de los derechos arancelarios, que mientras tuvieron un
matiz puramente recaudador o fiscal, resultaban más apropiados y de más sencilla aplicación
los específicos que recaían en las unidades físicas de las mercancías importadas, o sus
equivalentes ad valorem, liquidados sobre unos valores tipo, previamente señalados por la
Administración Aduanera; pero el desarrollo industrial y el paulatino establecimiento de
derechos proteccionistas, con un propósito claramente económico, hicieron ver las ventajas de
la imposición ad valorem, que se fue generalizando en los distintos países, con tipos bastante
elevados.
Aún así, con el transcurso del tiempo, y sin embargo de la existencia de normas que, en el
texto, resultaban equitativas, se desvirtuó el espíritu de las mismas, surgiendo el llamado
“proteccionismo administrativo” tan cuestionado hasta hoy en día. El origen de esta
“desviación” está en el carácter protector de los derechos, que pueden establecerse
esencialmente en dos niveles: en el primero, sólo hay que gravar las mercancías importadas
con el derecho indispensable para compensar la diferencia de precio con las de producción
nacional; en el segundo nivel, se trata de proteger de forma absoluta la producción nacional,
erigiendo una fuerte barrera arancelaria, a cuyo amparo puede desarrollarse sin temor a la
competencia exterior. Ciertamente que para conseguir este segundo propósito bastaría con
establecer unos derechos suficientemente elevados, pero los tipos altos de derechos se
prestan fácilmente a la crítica y constituyen un punto vulnerable en los escenarios
internacionales en pos del libre comercio, por lo que se tendía a establecer tarifas
relativamente bajas y aplicar unos métodos de supervaloración de mercancías, que
disimulaban durante algún tiempo la verdadera incidencia del derecho. Para aplicar estos
métodos de “proteccionismo Administrativo, algunos países recurrieron a la utilización de
valores arbitrarios o ficticios o a la adopción de criterios artificiales, que se separaban
totalmente de las condiciones usuales en las que se desenvuelve el comercio internacional,
con el consiguiente perjuicio para éste. Semejantes medidas provocaron numerosas quejas,
por el entorpecimiento que suponían para el desarrollo del comercio entre los países y, para
eliminarlas, se acentuaron las gestiones y contactos internacionales, con el fin de adoptar un
Código de ámbito mundial en materia de valoración.
Cualquier importador tiene sus motivos para intentar el despacho de las mercancías por el más
bajo valor posible. Sin duda, existe el deseo generalizado de obtener un beneficio pecuniario a
costa del erario nacional y es imposible desterrar esta idea de su mentalidad; pero esto no
constituye un peligro de mayor gravedad que la que puedan tener otros fraudes o
contravenciones, con tal de que se cuente con un dispositivo eficaz de represión. La actitud
vigilante y la severidad de las sanciones pueden convencer a muchos para no intentar la
defraudación, calculando que el riesgo de verse descubiertos no está compensado con la
inmediata ventaja económica que pudieran obtener. A este respecto, está demostrado que la
publicidad que se dé a los casos de maniobras fraudulentas descubiertas y a las penalidades
impuestas proporciona constituye un elemento de desincentivo.
El importador de artículos en los que existe una fuerte competencia procura vender más
barato que los demás, a costa de una reducción de los derechos, y para ello aprovecha
cualquier fallo o resquicio que puede ofrecer la legislación de su país. Los importadores que
apelan a este tipo de subterfugios son, probablemente, los que más han influido en la actitud
de desconfianza que caracteriza a los órganos ejecutivos de las Administraciones. Sin
embargo, representa mayor gravedad el caso del importador que actúa en un mercado con
gran protección arancelaria y se ve en la necesidad absoluta de salvar de alguna forma este
obstáculo, para vender sus productos. Cuando se plantea la elección entre en fraude y la
bancarrota, se idean y ponen en práctica todos los medios que permitan reducir el importe de
los derechos, y, como consecuencia, el coste de las mercancías. Uno de los sistemas que más
se ha utilizado –y de hecho se sigue utilizando- es el de las “firmas asociadas”, cuya razón de
existencia radica –aparte de razones de tributación interna- en que cuando un exportador
extranjero teme perder su mercado, como consecuencia de una fuerte protección arancelaria,
crea una filial en el país de importación, a la que envía las mercancías a un precio convenido –
prix de transfert, transfert price- que puede ser, incluso, un simple valor “contable”,
obteniendo así la filial importantes beneficios, de los cuales, naturalmente, podrá disponer el
exportador extranjero. Cuando estos precios reducidos no bastan para desplazar a la
competencia .o cuando las autoridades aduaneras descubren la defraudación o fraude-, el
exportador recurre a otro procedimiento, que consiste en mandar a la filial los artículos
parcialmente manufacturados para terminarlos en el país de importación. De esta forma, tales
artículos disfrutan de un tipo de derecho más bajo que el producto terminado y, además, es
susceptible de declararse un valor inferior al real, que, dado el carácter poco usual de las
mercancías, corre escaso riesgo de ser descubierto. Finalmente, aún se puede llegar más lejos
por este camino, hasta realizar toda la fabricación en el país de importación, desapareciendo
los derechos, salvo quizá, los reducidos de las materias primas que hayan de utilizarse. Desde
este punto de vista a la producción de la industria nacional, estos sistemas, ni duda cabe, son
perfectamente legales; pero en la práctica, se prestan a que se enmascare la realidad, para
hacer que la Aduana acepte indebidamente unos valores muy por bajo de los reales.
Los fraudes intentados por estos u otros métodos desembocaron en el resultado, bien
lamentablemente –aunque lógico-, de crearse un prejuicio contra los importadores por parte
de las Administraciones, que condujo a que no fueran siempre respetados los principios de
equidad y de justicia y a que se llegara en algunos países, por estas causas, unidas a las de un
excesivo afán protector- al que no fueron ajenos los fabricantes nacionales- al denominado
“proteccionismo administrativo”, ya referido, que culminó en basar la liquidación de derechos
sobre unos valores totalmente ficticios.
Retomando la década entre los años 1920 y 1930, diremos que fue en ellas que se hicieron
cada vez más frecuentes las protestas contra la actuación de la Administraciones, a las que se
acusaba de extremado rigor en los métodos de valoración, de arbitrariedad en los
reglamentos y de retrasos inverosímiles en los despachos. En este aspecto, se mostró
especialmente activa la Cámara Internacional de Comercio, que abogó porque imperara la
buena voluntad en las relaciones comerciales entre las naciones, y este deseo, que con el
tiempo llegó a ser parcialmente una realidad, constituía en la época mencionada una mera
ilusión.
La ocasión para ejercer una acción efectiva no se presentó hasta la creación de las Naciones
Unidas. Mientras tanto, las organizaciones comerciales nacionales e internacionales habían
proseguido sus trabajos y pudieron probar documentadamente los graves perjuicios que se
inferían al comercio internacional, como consecuencia de la aplicación de ciertos métodos de
valoración. Por su parte, los gobiernos, conscientes del obstáculo que representaba para sus
exportaciones la utilización de estos métodos y de que era posible falsear el alcance de las
negociaciones arancelarias, modificando las bases de la valoración, tomaron medidas en la
Carta de las Naciones Unidas de 1945, para asegurar una cierta fiscalización de las prácticas
seguidas en materia de valoración, y merced al Artículo 55 de aquella quedaron abiertas las
puertas para las discusiones internacionales en este campo.
Así, la Conferencia sobre Comercio y Empleo, convocada por mandato del Consejo Económico
y Social de las Naciones Unidas y celebrada en Ginebra en 1947, condujo, por primera vez, a un
acuerdo sobre una política internacional en esta materia. Las conclusiones formuladas en esta
conferencia, revisadas y perfeccionadas en la de La Habana en 1947-48, están contenidas en el
artículo 35 de la Carta de La Habana, de 24 de marzo de 1948, documento que no llegó a
entrar en vigor, debido a la falta de ratificación por un cierto número de países de los
cincuenta y tres que firmaron el Acta Final de la Conferencia.
Sin embargo, el Acuerdo General sobre Aranceles de Aduanas y Comercio (GATT), firmado en
Ginebra el 30 de octubre de 1947 por veintitrés países, recogió en su Artículo VII idénticas
disposiciones a las contenidas en el Artículo 35 de la referida Carta de La Habana. Ese mismo
año de 1947, se conforma el Grupo de Estudios para la Unión Aduanera Europea, en el que se
aborda la temática de la valoración aduanera.
Más adelante, entre 1950 y 1953 , de desarrolla la denominada Definición del Valor de
Bruselas, que se asentada en la noción teórica del valor aduanero como se verá más adelante.
El año 1981 se suscribe el Acuerdo sobre Valoración en Aduana del GATT, con el cual se
inicia un proceso de sustitución de los sistemas que tenían incorporados en sus legislaciones,
entre ellos el más importante conocido como la “Definición del Valor de Bruselas, por un
sistema único derivado del acuerdo relativo a la aplicación del Artículo VII del GATT,
denominado también Código de Valoración del GATT.
Podría definirse la valoración, en su sentido más amplio, como el juicio que permite apreciar
una cosa en función de otra. Esta “otra cosa”, desde hace siglos y salvo casos de excepción, es
la moneda o el dinero; con su utilización, se introdujo la idea del precio expresado en dinero:
tanta moneda por tal cantidad de mercancía. Sin embargo, este precio puede variar de una
transacción a otra, habida cuenta de lo que el comprador estime que podrá obtener con las
mercancías y de lo que el vendedor crea que puede procurarse con el dinero. Por tanto, el
precio de transacción no constituye el valor comercial más que para la operación a que se
refiere este precio. Cualquier importador, sea cual fuere el escalón que ocupe en el mercado –
fabricante, mayorista, minorista, usuario- y, en general, todos los individuos tiene su particular
concepto del valor de las mercancías, que suelen identificar con el precio pagado de su
adquisición; es decir, que para una misma mercancía podrán existir tantos precios como
posiciones comerciales hayan.
Tal norma constituye la definición del valor en Aduana y debe ser susceptible de aplicarse en
todas las transacciones, cualquiera que sean las partes que intervengan en ella y las
condiciones de las operaciones.
Quizá podrían servir estas consideraciones para explicar a muchos comerciantes que solo se
interesan por su propia transacción y que no conciben porqué las Administraciones tienen que
someter a una norma común todos los casos, las causas que obligan a la actuación de las
Aduanas.
Ahora bien, una definición del valor, cuyos pilares deben ser la misma equidad y uniformidad,
tiene que ofrecer suficientes garantías a la Administración contra las tentativas de fraude y
proteger al comerciante de buena fe de la competencia desleal y de la arbitrariedad
administrativa. Si a estas condiciones se suman la simplificación de trámites, las facilidades de
orden administrativo y los recursos legales, se puede forman un juicio de la extremada
dificultad que existe para hallar una definición que satisfaga todas esas condiciones.
Tributos aduaneros. Los tributos aduaneros son impuestos indirectos. Como tales tienen un
hecho imponible (que grava la importación), una obligación aduanera (cuando ingresan
mercancías a territorio aduanero boliviano –importación–, tipos impositivos (G.A., I.V.A. a las
Importaciones, I.C.E., I.E.H.D.), materia gravable (las mercancías) y base imponible.
Despacho Aduanero. Los trámites aduaneros se denominan despacho aduanero, que consiste
en el cumplimiento de las obligaciones formales (presentación de declaraciones y documentos
aduaneros) y el pago de los impuestos a la importación.
Tipos Impositivos. A los tipos impositivos se les denomina derechos de importación, y los
clasificamos en:
Base imponible.
Como dispone el Art. 42 de la Ley 2492 (CTB), la base Imponible o gravable es la unidad de
medida, valor o magnitud, obtenidos de acuerdo a las normas legales respectivas, sobre la cual
se aplica la alícuota para determinar el tributo a pagar.
Tratándose de valor en aduana de las mercancías estamos ante la aplicación de los derechos
ad valorem, esto es, el cálculo de la alícuota sobre la base imponible o el valor en aduana.
El valor en aduana viene definido en el artículo VII del Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio (GATT) como: “valor real de la mercancía importada a la que se aplica el derecho o el
de una mercancía similar”. Se entiende por valor real el precio al que son vendidas las
mercancías importadas en condiciones de libre competencia (no existe relación entre
comprador y vendedor, son independientes). Si no existe independencia entre comprador y
vendedor, se acude al valor real de una mercancía similar.
El código de valoración del GATT (Hoy Organización Mundial de Comercio OMC) establece
unas normas de valoración que están recogidas en la legislación aduanera de la Comunidad
Andina y la Ley General de Aduanas (Arts. 143 a 146) y en su Reglamento (Arts. 248 a 265),
que son las que la Aduana Nacional de Bolivia (ANB) utiliza para valorar mercancías pedidas a
despacho de importación a consumo.
La mayoría de los ajustes dependen de las condiciones de entrega pactadas por comprador y
vendedor (INCOTERMS)
CIF V = P CIF
La definición del valor en aduana del artículo VII del GATT, puede tomar dos nociones del
valor: la noción positiva y la noción teórica, que cumplen los requisitos del GATT (están
basadas en el valor real y la libre competencia)
Noción positiva: precio al que se venden las mercancías importadas en condiciones de libre
competencia. Si hay vinculación entre comprador y vendedor, el precio de la mercancía
importada sería el precio al que se vende una mercancía similar.
• La protección de la industria
En virtud del Acuerdo se establece este Comité compuesto de representantes de cada uno de
los Países Miembros, para darles la oportunidad de consultar sobre cuestiones relacionadas
con la administración del sistema de valoración en Aduana por cualquiera de los Miembros o
con la consecución de los objetivos del Acuerdo. Su sede está en Ginebra, Suiza y emite
Decisiones que resuelven las consultas planteadas.
El Acuerdo también establece este Comité, bajo los auspicios de la OMA, con el objeto de
asegurar, a nivel técnico, la uniformidad de la interpretación y aplicación del Acuerdo. Es una
función del Comité Técnico suministrar asesoramiento sobre cuestiones técnicas concretas, si
así lo solicitan los miembros o un grupo especial en el marco de una diferencia. Su sede en
Bélgica, Bruselas y emite los siguientes documentos:
2. Comentarios. Que son exposiciones de una serie de observaciones sobre una parte del
Acuerdo para aclarar una situación.
3. Notas Explicativas. Que dilucidan los puntos de vista del Comité Técnico sobre una
cuestión de carácter general que se plantea en relación con una o varias disposiciones del
Acuerdo
5. Estudios. Que son los que presentan las conclusiones de un examen detallado de
alguna cuestión sometida al Comité que no esté cubierta por los instrumentos citados.
En cumplimiento de los compromisos asumidos por Bolivia ante la Organización Mundial del
Comercio (OMC) y la Comunidad Andina y como parte del proceso de reforma aduanera, la
Aduana Nacional de Bolivia (ANB) inició la aplicación del Acuerdo sobre Valoración de la OMC a
partir del 18 de enero del 2002, con la aplicación del cese gradual de prestación de servicios de
las empresas de inspección previa a la expedición que iniciara con las reformas estructurales
del gobierno de 1985.
A partir del 1 de julio de 2003 la Aduana Nacional asumió de manera integral el sistema de
valoración de las mercancías importadas, aplicando para tal efecto la metodología
contemplada en el Acuerdo sobre Valoración de la OMC.
La Comisión de la CAN resuelve entre sus Disposiciones Finales de la Decisión 571 – Valor en
Aduana de las Mercancías Importadas - derogar las Decisiones 378 sobre Valoración Aduanera
y 521 sobre modificación de la Decisión 378. A su vez, mediante Resolución 846 del Acuerdo
de Cartagena, se emite en fecha 19 de agosto de 2004, el "Reglamento Comunitario de la
Decisión 571 - Valor en Aduana de las Mercancías Importadas".
Para una correcta aplicación del Acuerdo sobre Valoración de la OMC, es necesario contar con
información suficiente que permita conocer los elementos relativos a la transacción comercial
de las mercancías importadas. Por esto es que la LGA dispone, en su Art. 87, que el
importador, mediante Despachante o Agencia Despachante de Aduana, está obligado a
presentar, junto a la Declaración de Mercancías de Importación, el formulario de la
Declaración Jurada del Valor en Aduanas o, en su caso, el formulario de la Declaración Andina
del Valor adoptado por la Decisión 379 de la Comunidad Andina o los que las sustituyan,
además de la documentación exigible según Reglamento. El importador suscribirá dicha
declaración asumiendo plena responsabilidad de su contenido.
El artículo 78 de la ley 2492 (Código Tributario Boliviano), establece que las declaraciones
juradas son la manifestación de hechos, actos y datos comunicados a la Administración
Tributaria en la forma, medios, plazos y lugares establecidos por las reglamentaciones que ésta
emita, se presumen fiel reflejo de la verdad y comprometen la responsabilidad de quienes las
suscriben en los términos señalados.
La nueva metodología de valoración OMC requiere que tanto los importadores como las
aduanas se comprometan activamente en el acto de la valoración. Ahora es el importador
quien debe declarar el valor de transacción de las mercancías que está nacionalizando en
aplicación del primer método contemplado en el Acuerdo: el método del valor de transacción.
Ese valor es el precio realmente pagado o por pagar, que representa el pago total que por las
mercancías importadas haya hecho o vaya a hacer el comprador directamente al vendedor o
en beneficio de éste. El instrumento que permite conocer todos los elementos relativos a la
transacción comercial efectuada es la Declaración Andina del Valor (DAV).
Para procesar una DAV se debe acceder a la página web de la ANB, en el menú de aplicaciones:
a) Importaciones cuyo valor FOB no supere un monto que será determinado por la Aduana
Nacional, el mismo que no podrá ser mayor a cinco mil dólares estadounidenses (US$. 5.000.-);
excepto:
f) Donaciones e importaciones efectuadas por entidades sin fines de lucro, públicas o privadas,
destinadas a cubrir servicios de salud, alimentación, asistencia técnica, beneficencia,
educación, investigación científica y cultura;
g) Donaciones e importaciones efectuadas por entidades públicas o privadas, destinadas a
atender catástrofes y casos similares de emergencia nacional;
l) Objetos de arte;
CARGA DE LA PRUEBA.
Como se ha visto, la norma fundamental del Acuerdo es que el valor en aduana debe basarse
en el precio realmente pagado o por pagar cuando las mercancías se venden para su
exportación al país de importación (por ejemplo, el precio facturado), ajustado, según
convenga, mediante la adición de ciertas cantidades pagadas por el comprador.
Ésta era una de las razones por las que muchos países en desarrollo eran reacios a adherirse al
Acuerdo en la época anterior a la creación de la OMC.
La Decisión relativa a los casos en que las administraciones de aduanas tengan motivos para
dudar de la veracidad o exactitud del valor declarado (también llamada Decisión sobre la Carga
de la Prueba, entendida ésta como la obligación de aportar los elementos de convicción
respecto de algún asunto que se encuentra en controversia o contención), adoptada a raíz de
una iniciativa de los países en desarrollo en la Ronda Uruguay, subsana esa laguna. En el
Acuerdo de la Ronda de Tokio, la carga de la prueba recaía en la administración de aduanas
que rechazaba el valor de transacción declarado por el importador.
Para que en tales casos la Administración de Aduanas se base en criterios objetivos al rechazar
el valor de transacción, el Acuerdo sobre Valoración en Aduana dispone que la legislación
nacional debe conferir ciertos derechos al importador. En primer lugar, cuando la
administración de aduanas manifiesta dudas respecto de la veracidad o exactitud del valor
declarado, el importador tiene derecho a presentar una justificación, en particular
documentos u otros datos para probar que el valor declarado por él refleja el valor exacto de
las mercancías importadas. En segundo lugar, cuando la administración de aduanas no está
conforme con las explicaciones dadas, el importador tiene derecho a pedirle que le comunique
por escrito las razones que tiene para dudar de la veracidad o exactitud del valor declarado.
Esta disposición está destinada a proteger los intereses del importador, reconociéndole el
derecho a apelar de la decisión ante instancias superiores y, de ser necesario, ante un tribunal
u otro órgano independiente, dentro de la administración de aduanas
El Acuerdo Relativo a la Aplicación del Artículo VII del GATT-OMC, que establece un sistema
positivo de valoración en la ANB basado en el precio real de las mercancías importadas,
dispone seis métodos de valoración que deben aplicarse en el orden de prioridad de manera
sucesiva.
VA: Valor en Aduana: En el que se establece a los efectos fiscales aduaneros para el pago
de derechos de importación ad valorem.
VT: Es el que se ha establecido libremente entre un comprador-importador y vendedor-
exportador de determinada mercancía y que podrá esta pagado o por pagarse en el momento
de aceptación del valor en Aduana.
Se ha definido como "mercancías idénticas" las que sean iguales en todo, incluidas sus
características físicas, calidad y prestigio comercial. Las pequeñas diferencias de aspecto no
impedirán que se consideren como idénticas las mercancías que en todo lo demás se ajusten a
la definición.
Se ha definido como "mercancías similares" las que, aunque no sean iguales en todo, tienen
características y composición semejantes, lo que les permite cumplir las mismas funciones y
ser comercialmente intercambiables. Para determinar si las mercancías son similares habrán
de considerarse, entre otros factores, su calidad, su prestigio comercial y la existencia de una
marca comercial.
• Los gastos habituales de transporte y de seguro, así como los gastos conexos en que se
incurra en el país importador
Método de Valor Reconstruido que determina el valor de las mercancías importadas mediante
la suma de los siguientes elementos:
• Una cantidad por concepto de beneficios y gastos generales igual a la que suele
añadirse tratándose de ventas de mercancías efectuadas por productores del país de
exportación en operaciones de exportación al país de importación.
• El costo o valor de todos los demás gastos que deban tenerse en cuenta para aplicar la
opción de valoración elegida por el Miembro (costos de transporte, carga, descarga y
manipulación de las mercancías importadas hasta el puerto o lugar de importación, y costo de
seguro)
Método de Último Recurso se utiliza cuando no se puede determinar el valor en aduana de las
mercancías importadas por los métodos anteriores, con este Método se determinará el valor
según criterios razonables, compatibles con los principios y las disposiciones generales del
Artículo VII del Acuerdo del GATT-1994, sobre la base de los datos disponibles en el país de
importación.
• Un sistema que prevea la aceptación, a efectos de valoración en aduana, del más alto
de dos valores posibles;
DUDA RAZONABLE.
El Art. 257 del Reglamento de la LGA dispone que la Aduana Nacional, en aplicación del
artículo 17 del Acuerdo del Valor del GATT de 1994, podrá establecer la duda razonable sobre
el valor declarado por el importador, con base a datos objetivos obtenidos según las normas
de los métodos de valoración a los que se refiere el artículo 250° del mismo reglamento.
En cumplimiento del “principio de la buena fe” establecido en la Ley 1990 la Aduana pone
mayor énfasis en el “control posterior” a través de estudios técnicos, antes que entrabar la
importación legal con las exigencias de fiscalización. Por esta razón los ajustes al valor
aduanero o la fiscalización del valor en aduana de las mercancías se produce con posterioridad
al despacho aduanero.
Una vez que la se ha procedido al levante de las mercancías y que el importador dispone de
ellas en su depósito, recién comienza la acción fiscalizadora de la aduana en dos etapas: el
control diferido (dentro del año del despacho) y la fiscalización ex post (desde el momento del
levante de las mercancías hasta el término de la prescripción de la acción fiscalizadora).
Es aconsejable la lectura cuidadosa de los artículos 248 y siguientes del reglamento de la Ley
General de Aduanas para la comprensión del procedimiento de la materia.
INTERPRETACIÓN Y APLICACIÓN.
LOS AJUSTES DEL VALOR ADUANERO. Como ya se ha visto, sólo si la Aduana tiene razones
fundamentadas en datos objetivos y cuantificables para dudar del valor declarado por el
importador, podrá rechazarlo y comenzará a aplicar sucesivamente uno de los otros 5 métodos
contemplados por el Acuerdo sobre Valoración de la OMC.
Para que la implementación del Acuerdo sobre Valoración de la OMC sea eficiente, la ANB ha
previsto las instancias y mecanismos necesarios para que los operadores de comercio exterior
gocen de todos los beneficios de esta nueva metodología, que se enmarca plenamente dentro
de los principios de buena fe, transparencia y facilitación del comercio que inspiran la reforma
aduanera. Por ello es que, normalmente debería aplicarse el primer método de valoración y
sólo excepcionalmente aplicarse alguno de los siguientes ajustes:
De carácter obligatorio:
• prestaciones
• producto de la reventa
De carácter facultativo
Derechos del importador: Por su parte el importador tiene los siguientes derechos:
• la confidencialidad de su información
Facultades de la Administración Aduanera: Por otra parte las Aduanas tienen las facultades de:
• realizar investigaciones con objeto de comprobar si los elementos del valor declarado
o presentados son completos y exactos, teniendo el derecho de contar con la plena
cooperación de los importadores en esas investigaciones.
SUFIJOS DE VALOR.
El artículo 143 de La Ley General de Aduanas No.1990 del 28 de julio de 1999 y su decreto
reglamentario D.S. N° 25870 de 11 de agosto de 2000, Reglamento de la Ley General de
Aduanas en su artículo 250, establecen que la Valoración Aduanera de las Mercancías se regirá
por lo dispuesto en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT-1994) o
Acuerdo sobre Valoración de la OMC.
El Sistema de Control del Valor desarrollado por la Aduana Nacional de Bolivia, tiene como uno
de los mecanismos previstos para el efecto, la comparación del valor declarado con un valor de
referencia obtenido de la base de datos propia de la Aduana (BIPRE Base Informática de
Precios referenciales), la cual deberá contar con un sólido soporte informático además de
datos actualizados y procesados, de acuerdo con las características particulares del comercio
exterior boliviano. Para lograr una base de datos sólida que permita una aplicación eficiente y
plena del Acuerdo sobre Valoración OMC, es importante incluir un sistema de sufijos de valor
en el entorno Sidunea++ cuyo principal objetivo es lograr que la información que se almacena
cuente con todas las características de valor de las mercancías importadas.
Asimismo el sistema de Sufijos de Valor permite como beneficio adicional el contar con una
estadística de detalle para mercancías importadas, apropiada para funciones de control del
comercio internacional y de gestión.
Una función auxiliar pero también importante del sistema de sufijos de valor es el hecho que
genera la posibilidad de ejercer control sobre ciertas mercancías especiales sin afectar a toda
la subpartida arancelaria, como por ejemplo en casos de dumping o en casos restricciones que
Bolivia necesite aplicar a ciertas mercancías específicas.
BIBLIOGRAFIA Y RECURSOS.
COMUNIDAD ANDINA. 1982. Código de Valoración GATT y sus normas de aplicación. s/e.
HERRERA YDÁÑEZ, Rafael. 1985. Valor en Aduana de las mercancías según el Código del GATT.
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