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REMEDIOS PARA EL IMPERIO: de las creencias locales al conocimiento

ilustrado en la botánica del siglo XVIII

Mauricio Nieto Olarte

Publicado en el libro “Culturas Científicas y Saberes Locales”, Diana Obregón (Ed.), U. Nacional de
Colombia, CES, Bogotá, 2000, pp. 89-102 [Disponible en Biblioteca de la U Nacional].

Toda ciencia es necesariamente local; el conocimiento, en cualquiera de sus expresiones, tiene su


origen y adquiere credibilidad, dentro de grupos sociales, lugares geográficos y momentos
históricos específicos.

La historia y la sociología de la ciencia deben dar cuenta de los procesos que hicieron posible que
ciertas formas de conocimiento perdieran su localidad y adquirieran la categoría de universales. La
idea de "ciencia moderna", que con tanto entusiasmo se convirtió en la bandera de la Ilustración
europea, tiene un carácter global y uno de sus más destacados atributos es el de no pertenecer a
ningún lugar en particular, lo cual le dio al conocimiento un sentido político sin precedentes en
la historia de Occidente. La Ilustración es un período en el cual los europeos viven un creciente
sentimiento de poder sobre la naturaleza y sobre otros seres humanos. El éxito de la física
newtoniana se convierte en una convincente muestra del triunfo de la razón sobre la naturaleza,
que parecía dejar claros los criterios de demarcación entre conocimiento y creencia.

La historia natural y los sistemas de clasificación del siglo XVIII, como es el caso de la taxonomía
linneana, pretenden ser la expresión del único orden posible en la naturaleza y, por lo tanto, se
convierten en la expresión de una empresa política de control global. La historia natural durante el
siglo XVIII fue una empresa política con la cual los europeos buscaron apropiarse del mundo
entero. El propósito de los viajeros naturalistas durante la Ilustración era entonces el de poder
reconocer, nombrar, clasificar y, en la medida de lo posible, transportar a Europa, cada uno de
los objetos naturales sobre el planeta. La historia natural es un conjunto de prácticas cuyo fin es
hacer familiar, domesticar y estar en control de todo lo que parece extraño y ajeno.

Las expediciones científicas de la Ilustración europea fueron, a su vez, parte de un proyecto


económico en el que los imperios europeos competían por el monopolio de la comercialización de
plantas útiles. Carlos III y sus ministros parecían coincidir en que la solución a los problemas
económicos de España estaba en una explotación más eficiente de los recursos naturales de
América, pero ya no solamente del oro y la plata, sino de la riqueza vegetal del Nuevo Mundo.
Su mayor interés estaba en las virtudes medicinales que parecían tener numerosas plantas
americanas1.

Hipólito Ruiz fue uno de los viajeros españoles a cargo de la Real Expedición al Nuevo Reino del
Perú y Chile. Fue uno de los pocos españoles que logró publicar sus trabajos sobre plantas
medicinales, los cuales nos servirán de guía para examinar la relación entre los saberes locales y la
ciencia ilustrada.

1 Mauricio Nieto, "Políticas imperiales en la Ilustración europea: historia natural y la apropiación del Nuevo
Mundo", en Historia Crítica, N° 11, 1995, pp. 39- 51
Como lo veremos con algunos ejemplos, las investigaciones de los naturalistas españoles tenían
como prioridad aquellas plantas que podían substituir productos que llegaban a Europa del
Oriente y que España se veía obligada a comprar. El interés español por las especies americanas es
el reflejo de una política económica de substitución de productos importados, los cuales,
eventualmente, España estaría en capacidad de exportar. Algunos ejemplos importantes son
los estudios sobre la canela, el té, el bejuco de la estrella, la raíz china u otras plantas que se
suponía podrían cultivarse en América para acabar con el monopolio de ingleses y holandeses
sobre éstos y otros productos importados de colonias orientales.

El papel central que tiene la medicina dentro de las empresas científicas españolas durante el
reinado de Carlos III debe ser entendido como parte de un proyecto político que pretende
recobrarla salud del imperio.

Mostraremos aquí cómo el "descubrimiento" de nuevas especies o de plantas medicinales debe


ser explicado como un proceso de traducción de saberes locales propios de los habitantes de
América a la ciencia de la Ilustración europea. Para entender este proceso de traducción por
medio del cual los viajeros se hacen portavoces y se proclaman descubridores y dueños de la
naturaleza, de las plantas y sus virtudes medicinales, debemos abandonar la romántica idea del
explorador que en medio de la selva encuentra, "descubre", una nueva medicina por primera vez.
Los logros de los naturalistas serán explicados en términos de un proceso de traducción
de conocimientos locales y testimonios populares a un lenguaje que pretende perder su localidad
y ser presentado como universal. La taxonomía linneana y la medicina de la Ilustración europea
son claros ejemplos de dicho proceso. Como es obvio, los exploradores no estaban en capacidad
de probar las virtudes medicinales, culinarias o industriales de cada una de las especies
americanas, y su primera fuente de información no era, como repetidamente se afirma, la
observación directa de la naturaleza. El conocimiento de las virtudes medicinales de las plantas
americanas generalmente depende de tradiciones locales.

El gobierno español había promovido la incorporación de remedios americanos mucho antes del
siglo XVIII. Desde 1570, cuando Felipe II nombró los Protomédicos para las Indias, éstos tenían
como una de sus principales funciones recopilar información sobre la medicina local y el
conocimiento de hierbateros en América, y tomar nota de cada hierba, árbol, raíz o semilla que
pudiera tener alguna utilidad médica. Una cédula real firmada por Felipe II en 1570 muestra el
interés del Estado en las plantas medicinales de América: "... todas las hierbas, árboles, plantas
o semillas que puedan hallarse en aquellos lugares y que tengan alguna utilidad médica deben ser
enviadas a este reino..."2.

Cuatro años más tarde aparecería otra cédula real en la cual se ordena la recolección y traducción
de todos los reportes sobre las prácticas medicinales de los nativos. Buena parte de éstos se
publicaron en 1577 bajo el título: Instrucciones y memorias de la descripción de las Indias que
su majestad manda hazer para el buen gobierno y para el enoblecimiento de ellas.

2
Francés María del Carmen Causape, "Estudio de la especialidad farmacéutica en España", en Boletín de la
Sociedad Española de Farmacia, 94 (1973), p. 49.
Además de estos reportes, antes del siglo XVIII aparecerían otras publicaciones sobre plantas
medicinales que alimentaron las expectativas sobre el poder curativo de las plantas americanas.
Tenemos por ejemplo el trabajo de Nicolás Bautista Monardes, Dos libros, el uno que trata de
todas las cosas que traen de nuestras Indias Occidentales que sirven al uso de la medicina...
traducido y publicado en varios idiomas en 1572; la Historia natural de las Indias... del padre José
de Acosta, publicada en 1590; los escritos de Garcilaso de la Vega y Bernardo Cobo; el trabajo del
francés Louis Feuille, Historia de las plantas medicinales más usadas en los reinos del Perú y Chile
en la América meridional... de 1714.

Todos estos autores coinciden en suponer que América es un enorme jardín de plantas
medicinales y que muchas de ellas han sido usadas con éxito por los nativos americanos. Sin
embargo, las culturas americanas y sus conocimientos son descritos como salvajes, irracionales y
supersticiosos. El sacerdote jesuita Bernardo Cobo escribe:[...] los tratamientos médicos de estos
indios del Perú están acompañados de magia y superstición... son bárbaros con poco
conocimiento... y su ignorancia es tal que ninguno de ellos sabe cómo informar a un doctor sobre
sus dolencias ni cual podría serla causa de éstas. Sin embargo... poseen numerosas hierbas para
curar sus enfermedades y entre ellos encontramos hierbateros, de ellos nosotros hemos aprendido
sobre el poder curativo de muchas de las hierbas usadas hoy en la medicina3.

Se resalta también la falta de conocimiento entre los nativos de los principios básicos de una
medicina racional, como es la teoría hipocrática de los cuatro humores.

Las fuentes que existen para investigar las prácticas médicas delos nativos americanos son escasas
y en su mayoría se limitan a testimonios de cronistas europeos, quienes coinciden en suponer que
hay mucho que aprender de los indígenas, pero que sus conocimientos no tienen ninguna
justificación racional y, por lo tanto, es necesario que estas plantas sean incorporadas a los
sistemas de clasificación europeos y que sus virtudes terapéuticas sean interpretadas a la luz de
las doctrinas de la medicina tradicional europea.

Los diarios, correspondencia y reportes de los exploradores españoles en América contienen


cientos de referencias sobre plantas medicinales que llamaron la atención de los viajeros por sus
similitudes botánicas con otras plantas útiles ya conocidas o porque eran utilizadas por los
nativos. En la Relación histórica del viaje a los reinos del Perú y Chile, de Hipólito Ruiz, se presenta
un índice de nombres populares y científicos de 170 plantas. La gran mayoría de éstas son
remedios para enfermedades venéreas o tienen propiedades febrífugas, las enfermedades con
mayor impacto sobre la población del Imperio español.

Dentro de los programas para el fortalecimiento de la Corona y centralización del gobierno,


los ministros de Carlos III buscaron un control más efectivo sobre la farmacia y la medicina a través
del protomedicato. Uno de los resultados de estas políticas se puede ver en las publicaciones de
las distintas ediciones de la Pharmacopeia, que se publican en España entre 1739 y 1860. La
Pharmacopeia no son más que listas de drogas que tienen un reconocimiento legal y que pueden
ser comercializadas con el permiso y el control de la Corona española. Desde su primera edición ya
aparecen remedios extraídos de plantas americanas como la quina, pero uno de los propósitos de

3
Bernardo Cobo, Inca Religion and Customs, trad. Ronald Hamilton, Austin: University of Texas Press, 1979,
pp. 220-222.
las Reales Expediciones Botánicas del siglo XVIII, tal y como lo expresa su principal organizador,
Casimiro Gómez Ortega, era el fortalecimiento de la industria farmacéutica española, que se haría
conocer en Europa a través de dichas publicaciones4.

DE CREENCIAS NATIVAS A CONOCIMIENTO CIENTÍFICO


Parece obvio suponer que las civilizaciones del Nuevo Mundo dependieron en buena medida del
conocimiento, cultivo y recolección de plantas útiles, y como lo podemos corroborar en múltiples
casos, las prácticas de los nativos se convirtieron en la principal fuente del conocimiento
médico y botánico de los europeos ilustrados. Sin embargo, los diarios de los viajeros europeos
dejan ver una pobre opinión de las culturas y creencias de los nativos americanos. Es común
encontrar referencias sobre los nativos americanos como gente "perezosa", "malvada", "rateros",
"belicosos", "supersticiosos" y "declarados enemigos de los europeos".

Debemos tener claro que los exploradores científicos no pudieron haber descubierto una nueva
droga en las selvas americanas. Las tareas de los expedicionarios son parte de un proceso de
traducción y apropiación de las prácticas locales a una ciencia ilustrada. Su función consistió en
desplazar objetos naturales y hacer públicos sus usos medicinales y su valor comercial, pero
pensar en los viajeros naturalistas como autores de descubrimientos específicos, por ejemplo,
decir que Mutis descubrió la Cinchona officinalis, o que Ruiz descubrió las propiedades curativas
de la raíz de yallhoy, contribuye a crear una visión incorrecta de los viajes de exploración científica.

Todos los casos que discutiremos enseguida presentan patrones similares, y todos ellos nos
permiten reconocer la importancia de los saberes nativos y muestran la función que tiene la
taxonomía como un mecanismo de traducción y apropiación de plantas medicinales, al igual que
nos permiten ver que el estudio de la naturaleza es inseparable del comercio y de la política. La
planta americana de mayor importancia para los científicos viajeros del siglo XVIII es el árbol de
la quina, cuya historia está llena de leyendas sobre su descubrimiento y sobre los diferentes usos
que les daban los indígenas americanos5.

Calaguala
La Pharmacopeia Matritensis de 1762, mucho antes de que Hipólito Ruiz partiera para América en
1777, incluía la calaguala como descoagulante y sudorífico. Aparece también en la Instrucción
sobre el modo más seguro y económico de transportar plantas vivas, de Casimiro Gómez Ortega,
como una de las plantas para ser estudiada por los naturalistas españoles.

En 1796 Ruiz publica su Memoria sobre la legítima calaguala y otras raíces que con el mismo
nombre nos vienen de la América meridional. Éste, como muchos otros de los escritos sobre
plantas delos viajeros españoles, era un intento por establecer las diferencias y reconocer una
única y genuina especie dentro de un grupo de plantas que se vendían bajo el mismo nombre.
Entre los traficantes, droguistas y profesores de la medicinase conocen baxo el mismo nombre de
Calaguala las tres especies de raíces que nos vienen del Perú, pero los indios y naturales de aquel

4
Casimiro Gómez Ortega, Instrucción sobre el método más seguro y económico de transportar plantas
vivas, Biblioteca de Clásicos de la Farmacia Española, pp. 1-12
5
Ver por ejemplo Jaime Jaramillo Arango, "A Critical Review of The Basic Facts in The History of
Cinchona", en: Journal of the Linnaean Society, N° 53, 1949, pp. 272-311.
reyno distinguen estas tres especies con nombres muy diferentes derivados con bastante propiedad
de las mismas plantas. A la primera y legítima Calaguala la llaman Ccallahuala, a la segunda
Puntu-puntu y a la tercera Huacsaro6.

De manera similar, Mutis, en su trabajo sobre quinas, presenta cuatro especies distintas, las cuales
corresponden a criterios de los recolectores americanos.

Ruiz es enfático en que el propósito de su escrito es hacer claridad para el reconocimiento de la


especie genuina. Pero, ¿cuáles son los criterios y fundamentos de sus conclusiones? La especie
genuina es la originalmente usada por los indios, la cual, según él, era conocida por los habitantes
de estas regiones mucho antes de la llegada de los europeos. En cuanto a los usos de la planta,
también busca respaldo en la experiencia de los nativos:

Los indios y demás naturales del Perú creen que las virtudes descoagulante, anti-reumática,
sudorífica, antivenérea y febrífuga de esta raíz son reales y verdaderas, y disputárselo parecería
temeridad cuando la experiencia de tantos años se las tiene comprobados7.

Ruiz explica las diferencias taxonómicas linneanas de las tres plantas que pertenecen al género
Polipodium, y que son en su concepto tres especies distintas. También se incluye, como es común
para cualquier descripción botánica, un dibujo de la planta que permita apreciar sus caracteres
específicos para una clasificación acorde con el sistema linneano.

A pesar de que el argumento principal que nos presenta Ruiz a favor de las virtudes de la
calaguala, al igual que para el adecuado reconocimiento de la especie, se basa en las costumbres
y tradiciones locales, que son presentadas como antiguas y confiables, éste parece presentarse
más tarde como mera anécdota. La legitimidad de sus descubrimientos no podía sustentarse sobre
las creencias de salvajes que suelen ser vistos como supersticiosos e inútiles.

Los nativos americanos no compartían con los europeos del siglo XVIII categorías linneanas
como género o especie, ni tampoco conceptos propios de la medicina europea, como
antirreumático, sudorífico, descoagulante, antivenérea o febrífuga.

Se requiere entonces un proceso de traducción en el cual el expedicionario español, como


botánico y médico de la Ilustración europea, sea el verdadero portavoz y autor de dichos
descubrimientos.

Un principio importante, que se repite en los escritos sobre plantas medicinales, es la idea de que
especies emparentadas taxonómicamente deberían presentar virtudes similares, de manera que
se proclaman descubrimientos de especies nuevas que por su familiaridad podrían reemplazar a
otras plantas con un comercio ya establecido. Ruiz señala las múltiples propiedades medicinales
de otras plantas de la familia de los helechos, citadas por Linneo en su Materia médica, los cuales
además crecen en condiciones similares alas de la calaguala.

6
Hipólito Ruiz, Disertaciones sobre la raíz de la ratánhia, de la calaguala y de la china ya cerca de la yerba
llamada cachalagua, Biblioteca de Clásicos de la Farmacia Española, pp. 20-21.
7
Hipólito Ruiz, Ibid., p. 31.
La traducción de costumbres y creencias populares a un conocimiento ilustrado requiere de una
serie de acciones: referirse a la planta con un nombre en latín, lo que le da a ésta un lugar en el
sistema de clasificación linneano; elaborar una representación gráfica adecuada, en la cual se
hagan visibles los caracteres necesarios para su reconocimiento botánico; explicar sus efectos
curativos en términos de enfermedades europeas e indicar formas de preparación de los
remedios utilizando métodos familiares en la farmacia del siglo XVIII.

Ratánhia
En su memoria sobre la ratánhia, Ruiz explica:
En todos los tiempos el hombre para el alivio de sus enfermedades ha procurado indagar los usos y
virtudes, tanto de las plantas y de sus partes, como las de las demás producciones naturales. Las
naciones bárbaras y las gentes menos cultas, como dice Brunn, han sido seguramente las que han
dado mayor aumento en esta parte de la medicina. Los chimicos y físicos han puesto su mayor
atención y conato en realizar y adelantar los descubrimientos, hechos por aquellas naciones
y gentes poco o nada civilizadas... Son muy pocos los profesores de medicina que se han dedicado
al descubrimiento de las virtudes de algún producto natural; pero muchos los que se han ocupado
de propagarlos... Las primeras virtudes y usos de las raíz de la ratánhia deben también contarse
entre los descubrimientos hechos por naciones bárbaras y gentes poco cultas, pues que los indios
del Perú usaban desde tiempo inmemorial de esta raíz como un remedio y un específico poderoso
para afirmar la dentadura... 8.

La raíz de la ratánhia fue uno de los pocos remedios que se incorporaron en la Pharmacopea
hispánica como resultado de las investigaciones de las Reales Expediciones Botánicas. Fue incluida
en la cuarta edición de 1817 como astringente.

En 1799 Ruiz publica en Madrid su trabajo Disertación de la ratánhia, específico singular contra los
fluxos de sangre... Ruiz explica que él no tenía conocimiento de las propiedades de esta raíz hasta
no haber visto a una mujer cepillándose los dientes con un trozo de la raíz de la misma ratánhia,
Krameria triandra, que él había descubierto en 1780. Ruiz cuenta cómo el sabor ácido y austero de
la raíz lo hizo suponer que, al igual que otras substancias de similar sabor, podría tener
propiedades astringentes. Ruiz se refiere a algunos incidentes en los cuales la medicina fue
utilizada con éxito como antihemorrágico: la hemorragia nasal de un herrero, la menstruación
prolongada de una esclava y otros episodios en que él había sido testigo o había escuchado de su
eficacia.

Yallhoy
Otra de las publicaciones de Hipólito Ruiz sobre plantas medicinales es su Memoria sobre las
virtudes y usos de la raíz de la planta llamada "Yallhoy" en Perú..., donde una vez más se cuenta
cómo el primer indicio que tienen los doctores españoles de sus virtudes proviene de costumbres
de los nativos americanos. Ruiz nos cuenta cómo en la provincia de Huanuco los doctores lograron
controlar una epidemia de disentería gracias a un remedio preparado con la corteza de la raíz de
una planta llamada yallhoy, la cual era usada entre los nativos para limpiarse los intestinos cuando
sufrían de diarrea.

8
Hipólito Ruiz, ibid., pp. 9-10.
Todos los escritos de Ruiz sobre plantas medicinales están acompañados por una detallada
descripción botánica que incorpora la planta dentro del sistema linneano de clasificación,
determinando los nombres latinos de su clase, género y especie: Octandria, Monninapolystachya.
De igual manera, no puede faltar una elaborada ilustración.

En ocasiones, se hacen referencias a análisis químicos y a recetas con cantidades específicas para
preparar los remedios, infusiones, píldoras, polvos o lavados.

Podríamos extendernos con muchos otros ejemplos similares, como es el caso de la planta
conocida como bejuco de la estrella, sobre la cual Ruiz afirma que el gran aprecio del que goza
dicha planta entre los indios despertó en él interés por conocerla, planta que más tarde será
considerada por Ruiz como una poderosa droga contra la disentería, las fiebres inflamatorias, los
resfriados, los dolores reumáticos y varias enfermedades causadas por la fatiga.

CONCLUSIONES
Las publicaciones, manuscritos y diarios de los viajeros españoles que durante el siglo XVIII
viajaron a América en busca de plantas útiles sugieren patrones comunes en la introducción y
certificación de los nuevos remedios.

En primer lugar, es evidente que los botánicos españoles desarrollan sus investigaciones dentro de
un proyecto de fortalecimiento económico y político del imperio. Con algunas excepciones, todas
las plantas que llamaron la atención de los naturalistas ibéricos eran, o se asumía que podrían ser,
especies que podrían remplazar medicamentos ya conocidos. Los botánicos asumían que especies
emparentadas taxonómicamente deberían tener propiedades similares, de manera que la
taxonomía y en particular el sistema linneano de clasificación se convirtieron en una herramienta
fundamental de legitimación.

También es evidente que las prácticas médicas y el uso de plantas medicinales entre los nativos
americanos tuvieron un impacto importante sobre las investigaciones de los expedicionarios
españoles. El conocimiento médico de los americanos nunca fue reconocido como tal, y fue, por el
contrario, visto como una serie de creencias irracionales y, sin embargo, podemos ver que dichas
creencias eran reinterpretadas y traducidas a un lenguaje y a un estilo más acorde con
los intereses y las creencias de la Ilustración europea. Se trata de un proceso de traducción en el
cual no sólo los viajeros toman parte: en Europa, farmaceutas, químicos y médicos cumplen con la
suya.

Para la percepción del europeo las creencias de los nativos parecen ser útiles, pero no tienen
ninguna credibilidad; la credibilidad está en la forma como se presentan estas creencias, no en su
contenido. El lenguaje utilizado para describir las virtudes de las plantas, términos como
"astringente", "diurético", "febrífugo", o la referencia a órganos específicos en la anatomía
humana, hacen de los doctores europeos portavoces y les dan control sobre los nuevos remedios
que ya parecen logros y propiedad de la medicina ilustrada.

Traducir es desplazar, transferir, remover de una persona, lugar o condición a otro; es también
expresar en nuestra propia lengua, en nuestros propios términos, lo que otro dice o hace. El
resultado de este proceso, diría Callón, es una situación en la cual unas personas adquieren
control sobre otras9.

Hay un desplazamiento de los bosques americanos a los laboratorios del Palacio Real en Madrid.
En el Real Jardín Botánico de Madrid, en el gabinete de historia natural o en los laboratorios de
la Real Botica es donde los europeos ganan total control sobre la vegetación americana. Es dentro
de las paredes de estos edificios en el centro de Madrid donde la complejidad, variedad y
exotismo del mundo natural de América es domesticado.

Para resumir, podríamos identificar tres fases en el proceso de traducción. Una primera en
la cual los viajeros reportan conocimientos de tradiciones locales, y en la cual se recrean historias
de descubrimiento. Con esto no sólo se despierta el interés y la curiosidad de la comunidad
científica, los comerciantes y el público en general, sino que se le da cierta credibilidad a los
hallazgos de los expedicionarios. En una segunda fase los botánicos elaboran una identificación
taxonómica dentro de un orden ya familiar a los europeos, el cual, en el caso de plantas
medicinales, es una práctica indispensable para la certificación de una especie genuina.
Finalmente, podemos ver una tercera etapa en la cual las plantas no solamente son incorporadas
en un sistema de clasificación, sino que reciben un nombre binario y en latín que denota el género
y la especie, son dibujadas y disecadas y en ocasiones reducidas y analizadas en sus componentes
químicos.

El resultado de las prácticas descritas es que el conocimiento médico, las drogas y su


comercialización se convierten en propiedad exclusiva de una comunidad cuyos intereses están
centralizados en Europa.

Los intereses comerciales y científicos de la Corona española estaban a su vez atrapados en una
red de poder político, económico y científico sobre la cual España no tenía control. El
conocimiento y el comercio parecían estar, cada vez más, bajo el control de otras naciones y los
remedios americanos no curaron los males del Imperio español.

9
Michael Callón, "Some Elements of a Sociology of Translation: Domestication of The Scallops and
Fishermen of St. Brieuc Bay", en John Law (ed.), Power Action and Belief, London: Routledge and Kegan
Paul, 1986, pp. 196-233.

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