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René Descartes

Para otros usos de este término, véase Descartes (desambiguación).


René Descartes,1 también llamado Renatus Cartesius (en escritura latina) (La Haye en
Touraine, Turena, 31 de marzode 1596-Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650), fue
un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y
de la filosofía moderna, así como uno de los epígonos con luz propia en el umbral de
la revolución científica.2

Índice
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Generalidades
Es también conocido como Cartesius, que era la forma latinizada en la que escribía su
nombre, onomástico del que se deriva el adjetivo cartesiano usado en el contexto de la
matemática: plano cartesiano, por ejemplo.
Hizo famoso el célebre principio cogito ergo sum (‘pienso, luego existo’), elemento esencial
del racionalismo occidental, y formuló el conocido como «método cartesiano», pero
del cogito ya existían formulaciones anteriores, alguna tan exacta a la suya como la de Gómez
Pereira3 en 1554, y del Método consta la formulación previa que del mismo hizo Francisco
Sánchez en 1576.4 Todo ello con antecedentes en Agustín de Hipona5 y Avicena,6 por lo que
ya en su siglo fue acusado de plagio, entre otros por Pierre Daniel Huet.7

Estatua de René Descartes en La Haye-Descartes.

Escribió una parte de sus obras en latín, que era la lengua franca de los expertos; y, la otra
parte de su producción, en su idioma nativo. En física está considerado como el creador
del mecanicismo, y en matemática, de la geometría analítica. Se le asocia con los ejes
cartesianos en geometría, con la iatromecánica y la fisiología mecanicista en medicina, con el
principio de inercia en física, con el dualismo filosófico mente/cuerpo y el dualismo metafísico
materia/espíritu. No obstante, parte de sus teorías han sido rebatidas —teoría del animal-
máquina— o incluso abandonadas —teoría de los vórtices—. Su pensamiento pudo
aproximarse a la pintura de Poussin8 por su estilo claro y ordenado.
Su método filosófico y científico, que expone en Reglas para la dirección de la mente(1628) y
más explícitamente en su Discurso del método (1637), establece una clara ruptura con
la escolástica que se enseñaba en las universidades. Está caracterizado por su simplicidad —
en su Discurso del método únicamente propone cuatro normas— y pretende romper con los
interminables razonamientos escolásticos. Toma como modelo el método matemático, en un
intento de acabar con el silogismo aristotélicoempleado durante toda la Edad Media.
Consciente de las penalidades de Galileo por su apoyo al copernicanismo, intentó sortear la
censura, disimulando de modo parcial la novedad de las ideas sobre el hombre y el mundo
que exponen sus planteamientos metafísicos, unas ideas que supondrán una revolución para
la filosofía y la teología. La influencia cartesiana estará presente durante todo el siglo XVII: los
más importantes pensadores posteriores desarrollaron sistemas filosóficos basados en el
suyo; no obstante, mientras hubo quien asumió sus teorías —Malebranche o Arnauld— otros
las rechazaron —Hobbes, Spinoza, Leibniz o Pascal—.
Establece un dualismo sustancial entre alma —res cogitans, el pensamiento— y cuerpo —res
extensa, la extensión—.9 Radicalizó su posición al rechazar considerar al animal, al que
concibe como una «máquina»,10 como un cuerpo desprovisto de alma. Esta teoría será
criticada durante la Ilustración, especialmente por Diderot, Rousseau y Voltaire.

Biografía
Durante la Edad Moderna era también conocido por su nombre latino Renatus Cartesius.
Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en la Turena, en La Haye en Touraine, hoy en día
llamada Descartes en su honor, después de que su madre abandonara la ciudad de Rennes,
donde se había declarado una epidemia de peste bubónica. Pertenecía a una familia de baja
nobleza; su padre fue Joachim Descartes, consejero en el Parlamento de Bretaña. Era el
tercero de los descendientes del matrimonio entre Joachim Descartes, parlamentario de
Rennes, y Jeanne Brochard, por lo que, por vía materna, era nieto del alcalde de Nantes.
Infancia y adolescencia
Después de la temprana desaparición de su madre, Jeanne Brochard, a pocos meses
después de su nacimiento, quedó al cuidado y crianza de su abuela, su padre y su nodriza.
Fue criado por la atención de una nodriza, a quien permanecerá ligado toda su vida, en casa
de su abuela materna. Su madre muere el 13 de mayo de 1597, a los trece meses siguientes
de haber alumbrado a René y pocos días, luego del nacimiento de un niño que no sobrevive.

Registro de graduación de Descartes en el Collège Royal Henry-Le-Grand, La Flèche, 1616.

Su padre comenzó a llamarle su «pequeño filósofo» porque el pequeño René se pasaba el día
planteando preguntas.11
Con once años entra en el Collège Henri IV de La Flèche, un centro de enseñanza jesuita en
el que impartía clase el padre François Fournet —doctor en filosofía por la Universidad de
Douai12— y el padre Jean François (matemático) —que le enseñará matemáticas durante un
año— en el que permanecerá hasta 1614.13 Estaba eximido de acudir a clase por la mañana
debido a su débil salud14 y era muy valorado por los educadores a causa de sus precoces
dotes intelectuales.15 Aprendió física y filosofía escolástica, y mostró un notable interés por las
matemáticas; no obstante, no cesará de repetir en su Discurso del método que en su opinión
este sistema educativo no era bueno para un adecuado desarrollo de la razón. De este
periodo no conservamos más que una carta de dudosa autenticidad —puede ser de uno de
sus hermanos— que en teoría Descartes escribió a su abuela.
Educación
La educación que recibió en La Flèche hasta los dieciséis años de edad (1604-1612) le
proporcionó, durante los cinco primeros años de cursos, una sólida introducción a la cultura
clásica, habiendo aprendido latín y griego en la lectura de autores
como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y Homero, Píndaro y Platón, por el otro. El resto
de la enseñanza estaba basada principalmente en textos filosóficos
de Aristóteles (Órganon, Metafísica, Ética a Nicómaco), acompañados por comentarios de
jesuitas (Suárez, Fonseca, Toledo, quizá Vitoria) y otros autores españoles (Cayetano).
Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el estudio, tanto de
la física, como de la biología. El plan de estudios incluía también una introducción a las
matemáticas (Clavius), tanto puras como aplicadas: astronomía, música, arquitectura.
Siguiendo una extendida práctica medieval y clásica, en esta escuela los estudiantes se
ejercitaban constantemente en la discusión (Cfr. Gaukroger, quien toma en cuenta la Ratio
studiorum: el plan de estudios que aplicaban las instituciones jesuíticas).
Juventud
René Descartes en su escritorio.

A los 18 años de edad, Descartes ingresó en la Universidad de Poitiers para estudiar derecho
y medicina. Para 1616 cuenta con los grados de bachiller y licenciado en Derecho.
A los veintidós años parte hacia los Países Bajos, donde observa los preparativos del ejército
de Mauricio de Nassau para la inminente Guerra de los Treinta Años. En 1618 y 1619 reside
en Holanda. Allí conocerá a un joven científico, Isaac Beeckman, con quien durante varios
años mantiene una intensa y estrecha amistad. Para él escribe pequeños trabajos de física,
como «Sobre la presión del agua en un vaso» y «Sobre la caída de una piedra en el vacío»,
así como un compendio de música. En 1619 se enrola en las filas del duque Maximiliano de
Baviera. Acuartelado cerca de Baviera durante el invierno de 1619, pasa su tiempo en una
habitación calentada por una estufa, donde tiene tres sueños sucesivos que interpreta como
un mensaje del Cielo para consagrarse a su misión de investigador. De esa época
posiblemente data su concepción de una matemática universal y su invento de la geometría
analítica.
Renuncia a la vida militar en 1619. Abandona Holanda, vive una temporada en Dinamarca y
luego en Alemania, asistiendo a la coronación del emperador Fernando en Fráncfort . Viaja por
Alemania y regresa a Francia en 1622, estancia que aprovecha para vender sus posesiones y
así asegurarse una vida independiente. Pasa una temporada en Italia (1623-1625), donde
sigue de cerca el itinerario que décadas antes había hecho Michel de Montaigne.
Etapa investigadora
En noviembre de 161816 conoció en Breda a Isaac Beeckman, quien intentaba desarrollar una
teoría física corpuscularista, muy basada en conceptos matemáticos. El contacto con
Beeckman estimuló en gran medida el interés de Descartes por la matemática y la física. Pese
a los constantes viajes que realizó en esta época, Descartes no dejó de formarse y en 1620
conoció en Ulm al entonces famoso maestro calculista alemán Johann Faulhaber. Él mismo
refiere que, inspirado por una serie de sueños, en esta época vislumbró la posibilidad de
desarrollar una «ciencia maravillosa».17 El hecho es que, probablemente estimulado por estos
contactos, Descartes descubre el teorema denominado de Euler sobre los poliedros.
Descartes en la Corte de la reina Cristina de Suecia (detalle), Pierre Louis Dumesnil. Museo Nacional de
Versailles.

A pesar de discurrir sobre los temas anteriores, Descartes no publicó entonces ninguno de
estos resultados. Durante su estancia más larga en París, Descartes reafirma relaciones que
había establecido a partir de 1622 con otros intelectuales, como Marin Mersenne y Guez de
Balzac, así como con un círculo conocido como «Los libertinos». En esta época sus amigos
propagan su reputación, hasta el punto de que su casa se convirtió entonces en un punto de
reunión para quienes gustaban intercambiar ideas y discutir. Con todo ello su vida parece
haber sido algo agitada, pues en 1628 se bate en duelo, tras el cual comentó que «no he
hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la de la verdad».
El año siguiente, con la intención de dedicarse por completo al estudio, se traslada
definitivamente a los Países Bajos, donde llevaría una vida modesta y tranquila, aunque
cambiando de residencia constantemente para mantener oculto su paradero. Descartes
permanece allí hasta 1649, viajando, sin embargo, en una ocasión a Dinamarca y en tres a
Francia.
La preferencia de Descartes por Holanda parece haber sido bastante acertada, pues mientras
en Francia muchas cosas podrían distraerlo y había escasa tolerancia, las ciudades
holandesas estaban en paz, florecían gracias al comercio y grupos de burguesespotenciaban
las ciencias fundándose la academia de Ámsterdam en 1632. Entre tanto, el centro de Europa
se desgarraba en la Guerra de los Treinta Años, que terminaría en 1648.
Fallecimiento

La tumba de Descartes (en el centro), con vista detallada de la inscripción, en la iglesia de Saint-
Germain-des-Prés, París.
En septiembre de 1649, la reina Cristina de Suecia llamó a Descartes a Estocolmo. Allí murió
de una neumonía el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad. Actualmente se pone en
duda si la causa de su muerte fue la neumonía. En 1980, el historiador y médico alemán Eike
Pies halló en la Universidad de Leiden una carta secreta del médico de la corte que atendió a
Descartes, el holandés Johan Van Wullen, en la que describía al detalle su agonía.
Curiosamente, los síntomas presentados —náuseas, vómitos, escalofríos— no eran propios
de una neumonía. Tras consultar a varios patólogos, Pies concluyó en su libro El homicidio de
Descartes, documentos, indicios, pruebas, que la muerte se debía a envenenamiento por
arsénico. La carta secreta fue enviada a un antepasado del escritor, el holandés Willem Pies.
En el año de 1676 se exhumaron los restos de Descartes; colocados en un ataúd de cobre se
trasladaron a París para ser sepultados en la iglesia de Sainte-Geneviève-du-Mont. Movidos
nuevamente durante el transcurso de la Revolución francesa, los restos fueron colocados en
el Panthéon, la basílica dedicada a los grandes hombres de la nación francesa. Nuevamente,
en 1819, los restos de René Descartes cambiaron de sitio de reposo y fueron llevados esta
vez a la Abadía de Saint-Germain-des-Prés, donde se encuentran en la actualidad, a
excepción de su cráneo que se conserva en el Museo del Hombre en París.
En 1935 se llamó, en su honor, «Descartes» a un cráter lunar.18 Su ciudad natal también fue
bautizada como "Descartes".

Filosofía
El padre de la filosofía moderna
Al menos desde que Hegel escribió sus Lecciones de historia de la filosofía, en general se
considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna, independientemente de sus muy
relevantes aportes a las matemáticas y la física. Este juicio se justifica, principalmente, por su
decisión de rechazar las verdades recibidas, p. ej., de la escolástica, combatiendo
activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema del
conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor
importancia intrínseca: la moral, la medicina y la mecánica. En esta prioridad que concede a
los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales sucesores. Por otro lado, los
principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para
desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso
de Pascal, Spinoza, Newton, Leibniz, Malebranche, Locke, Hume y Kant, cuando menos. Sin
embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar el conocimiento y los estrechos
vínculos que este autor mantiene con los filósofos clásicos, principalmente
con Platón y Aristóteles, pero también Cicerón y Sexto Empírico.19 Descartes aspira a
«establecer algo firme y duradero en las ciencias». Con ese objeto, según la parte tercera
del Discurso, por un lado él cree que en general conviene proponerse metas realistas y actuar
resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea provisionalmente, tendrá que adaptarse
a su entorno, sin lo cual su vida se llenará de conflictos que lo privarán de las condiciones
mínimas para investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un caminante extraviado,
y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le conviene seguir un rumbo
determinado. Esto implica atenerse a una regla relativamente fija, un método, sin abandonarla
«por razones débiles»...
Las reglas del método
Artículo principal: Discurso del método
Busto de Descartes en el palacio de Versalles.

Los principiantes deberían abordar la filosofía cartesiana a través del famoso Discurso del
método, aunque para ahondar en el contenido sustantivo de su parte IV habrá que referirse a
las antes referidas Meditaciones metafísicas. En sus primeras partes el Discurso resulta
ejemplarmente ameno y fluido, a pesar de tratar temas fundamentales y darnos una buena
idea del proyecto filosófico general del autor.20 Ante todo, Descartes explica en esta obra qué
lo llevó a desarrollar una investigación independiente. La razón es que, aunque él atribuye al
conocimiento un enorme valor práctico —lo cree indispensable para conducirse en la vida,
pues «basta pensar bien para actuar bien»— su paso por la escuela lo ha dejado frustrado.
Por ejemplo, comenta que la lectura de los buenos textos antiguos ayuda a formar el espíritu,
aunque solo a condición de leerse con prudencia (característica de un espíritu ya bien
formado); reconoce el papel de las matemáticas, a través de sus aplicaciones mecánicas,
para disminuir el trabajo de los hombres, y declara su admiración por su exactitud, aunque le
parece que sobre ellas no se ha montado un saber lo suficientemente elevado.
De igual modo, juzgaba que las ciencias expuestas en los libros, al menos aquellas compuestas y
progresivamente engrosadas con las opiniones de muchas y diversas personas, no están tan cerca de
la verdad como los simples razonamientos que un hombre de buen sentido puede naturalmente realizar
en relación con aquellas cosas que puedan estar tan carentes de prejuicios o que puedan ser tan
sólidos como lo hubieran sido si desde nuestro nacimiento hubiésemos estado en posesión del uso
completo de nuestra razón y nos hubiéramos guiado exclusivamente por ella, pues como todos hemos
sido niños antes de llegar a ser hombres, ha sido preciso que fuéramos gobernados durante años por
nuestros apetitos y preceptores, cuando con frecuencia los unos eran contrarios a los otros y,
probablemente, ni los unos ni los otros nos aconsejaban lo mejor.
Discurso del método. Segunda parte. Trad. G. Quintás. Ed. Alfaguara, Madrid, 1981.

Y eso es así porque la Razón es única pues es la luz que hace posible el conocimiento que
produce la ciencia, como sabiduría.
Todas las diversas ciencias no son otra cosa que la sabiduría humana, la cual permanece una e
idéntica, aun cuando se aplique a objetos diversos, y no recibe de ellos más distinción que la que la luz
del sol recibe de los diversos objetos que ilumina.
Regulae ad directionem ingenii.

Confiado en esa luz de la razón, Descartes pone en cuestión todos los fundamentos de la
educación recibida a través de sus estudios.
Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la filosofía; de las
matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que debían contribuir en
algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, me percaté que en relación con la lógica, sus
silogismos y la mayor parte de sus reglas sirven más para explicar a otro cuestiones ya conocidas o,
también, como sucede con el arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran, más que
para llegar a conocerlas.../... Todo esto fue la causa por la que pensaba que era preciso indagar otro
método, que asimilando las ventajas de estos tres, estuviera exento de sus defectos. Y como la
multiplicidad de leyes frecuentemente sirve para los vicios de tal forma que un Estado está mejor regido
cuando no existen más que unas pocas leyes que son minuciosamente observadas, de la misma forma,
en lugar del gran número de preceptos del cual está compuesta la lógica, estimé que tendría suficiente
con los cuatro siguientes con tal de que tomase la firme y constante resolución de no incumplir ni una
sola vez su observancia.
El primero consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido
evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención,
«admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi
espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda».
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como fuera
posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples y más
fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más
complejos, suponiendo un orden entre aquellos que no preceden naturalmente los unos a los otros.
Según el último de estos preceptos debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan amplias
que pudiese estar seguro de no omitir nada.
Discurso del método. Segunda parte. Trad. G. Quintás. 1981. Madrid. Alfaguara.

Dice que los libros de los moralistas paganos «contienen muchas enseñanzas y exhortaciones
a la virtud que son muy útiles», aunque en realidad no nos ayudan mucho a identificar cuál es
la verdadera virtud, pues los casos concretos que citan parecen ejemplos de «parricidio y
orgullo»; añade «que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y
hacerse admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia y la medicina dan honores y
riquezas a los que las cultivan» aunque claro, aquí se echa de menos toda mención de algún
interés por la verdad, la salud o la justicia.
Descartes anuncia que empleará su método para probar la existencia de Dios y del alma,
aunque es preciso preguntar cómo podrían él, o sus lectores, cerciorarse de que los
razonamientos que ofrece para ello tienen genuino valor probatorio. Desarrollar una prueba
genuina es algo muy problemático, especialmente en lo tocante a cuestiones fundamentales,
según habían señalado ya autores como Aristóteles y Sexto Empírico. Veremos que en este
punto, las teorías cartesianas pueden considerarse como un desarrollo de la filosofía griega.
Propósito literario
No obstante su fluidez ejemplar, la escritura cartesiana puede considerarse como
intencionalmente críptica. El resultado es algo semejante a un acertijo, para el que solo se nos
entregan numerosas claves, de modo que la comprensión de sus obras exige la participación
activa del lector. Por ejemplo, algunas cosas no aparecen en los textos en el orden más
natural, como cuando el método se presenta antes de que Descartes explique por qué cree
conveniente adoptar una regla, sea esta la que fuere. Mejor aún, un par de enigmas, que
abajo intentamos resolver y para los que no hay otra solución conocida, muestran el carácter
críptico de su escritura: el filósofo nunca explica por qué razón eligió originalmente su método,
aunque sí dice que más valdría tomar uno al azar que no seguir ninguno. Y tampoco dice por
qué, tanto en las Meditaciones metafísicas como en los Principios..., desarrolla lo que
visiblemente son tres pruebas distintas de la existencia de Dios, al contrario, en la «Carta a los
Decanos y Doctores...» que precede a las Meditaciones, da a entender que la multiplicidad de
pruebas es innecesaria, e incluso dificulta su apreciación. Siendo estas dos de las principales
cuestiones que Descartes deja sin aclarar en sus textos, hay muchas más. Por ello es muy
posible que el autor, que en la Flèche había estudiado la emblemática y otras formas de
comunicación indirecta, según Gaukroger, haya querido dejarle una tarea al "lector atento"
para quien escribe. Si esto es cierto, habría que ver sus textos, en parte, como criptogramas
que a sus lectores les corresponde descifrar, aunque para ello, obviamente, pueden apoyarse
en las claves que el mismo filósofo proporciona.
La duda metódica
En aplicación de la primera regla del método, en busca de una evidencia indubitable,
Descartes pensaba que, en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a
todo aquello de lo que pudiera dudarse racionalmente y estableció tres niveles principales de
duda:

 En el primero, citando errores típicos de percepción de los que cualquiera ha sido


víctima, Descartes cuestiona cierta clase de percepciones sensoriales, especialmente las
que se refieren a objetos lejanos o las que se producen en condiciones desfavorables.

 En el segundo se señala la similitud entre la vigilia y el sueño, y la falta de criterios


claros para discernir entre ellos; de este modo se plantea una duda general sobre las
percepciones, aparentemente, empíricas, que acaso con igual derecho podrían imputarse
al sueño.

 Por último, al final de la Meditación I, Descartes concibe que podría haber un ser
superior, específicamente un genio maligno extremadamente poderoso y capaz de
manipular nuestras creencias. Dicho "genio maligno" no es más que una metáfora que
significa: ¿y si nuestra naturaleza es defectuosa?, de manera que incluso creyendo que
estamos en la verdad podríamos equivocarnos, pues seríamos defectuosos
intelectualmente. Siendo este el más célebre de sus argumentos escépticos, no hay que
olvidar cómo Descartes considera también allí mismo la hipótesis de un azar desfavorable
o la de un orden causal adverso (el orden de las cosas), capaz de inducirnos a un error
masivo que afectara también a ideas no tomadas de los sentidos o la imaginación (vg., las
ideas racionales).21
El propósito de estos argumentos escépticos, y en particular los más extremos (los dos últimos
niveles), no es provocar la sensación de que hay un peligro inminente para las personas en su
vida cotidiana; es por ello que Descartes separa las reglas del método de la moral provisional.
Antes bien, solo al servicio del método hay que admitir estas posibilidades abstractas, cuya
finalidad es exclusivamente servir a la investigación, en forma semejante a como lo hace un
microscopio en el laboratorio. En realidad los argumentos escépticos radicales deben
considerarse como vehículos que permiten plantear con claridad y en toda su generalidad el
problema filosófico que para Descartes es central, ¿hay conocimiento genuino? y ¿cómo
reconocerlo?.
Soluciones propuestas
Por un lado, en la «Carta-prefacio a la traducción francesa de los Principios» Descartes se
refiere a Platón y Aristóteles como los principales autores que han investigado la existencia de
principios o fundamentos (válidos) del conocimiento. Aunque Descartes no lo menciona,
ambos filósofos piensan que la dialéctica o controversia, donde cada uno de los participantes
procura convencer o refutar a su antagonista, es el único tipo de argumentación capaz de
responder esta pregunta; y en especial, es muy digna de atención la explicación que
da Aristóteles (Met. Γ, 4) de por qué hay que acudir a este tipo de argumento para alcanzar
una prueba de los «principios». Perfectamente pudo Descartes ver aquí una buena razón para
elegir la dialéctica como procedimiento para indagar la validez de los fundamentos.
Esto es lo que insinúa la primera regla metódica, si el lector, en lugar de atribuirle en su
fórmula el papel principal a la noción general de evidencia, se lo concede a la (más específica)
de indubitabilidad racional: las ideas tendrán la clase relevante de evidencia solo en la medida
en que sean apropiadamente indudables, pero es obvio que no serán indudables mientras
haya «ocasión» de ponerlas en duda, y habrá ocasión de dudar siempre que
haya argumentos escépticos vigentes. Ahora bien, bajo un argumento como el del genio
maligno, p. ej., siempre puede plantearse una duda que afecte, en términos generales, incluso
a las ideas más evidentes: perfectamente puede pensarse que acaso las ideas evidentes son
falsas. De este modo, si se concede prioridad a la noción de indubitabilidad, advertimos que la
primera regla del método sugiere un camino para superar la duda: refutar el argumento
escéptico como primera tarea, lo que una vez conseguido, permitiría dejar a salvo de la
duda razonada (y por ende, admitir como verdaderas, de acuerdo con el método) las ideas
que solo ese mismo argumento permitía cuestionar.
Por otro lado, vimos que Descartes acepta tres razones para plantear la duda más extrema:
esencialmente son las hipótesis del genio maligno, la de un azar desafortunado y la de una
causalidad natural adversa. Así, si suponemos que Descartes argumenta para enfrentar al
crítico radical, el escéptico, se entiende fácilmente el desarrollo de tres pruebas (a lo largo de
las Meditaciones III y V) que solo aparentemente se encaminan a establecer la existencia
divina; pues en realidad, a cada una de estas pruebas puede asignársele el propósito de
refutar una de las hipótesis escépticas. De este modo, Descartes no habría buscado
«demostrar», en primer término, la existencia de Dios: en cambio habría intentado vencer
dialécticamente a su antagonista en la controversia, dando un argumento para rechazar cada
razón específica entre las admitidas para plantear la duda más extrema. Para lograrlo, le
habría bastado mostrar que las razones para aceptar la existencia divina son, en todo caso,
más sólidas que las que pueden darse para implantar las dudas radicales. Si Descartes
alcanza este objetivo, las dudas más extremas quedarían sin fundamento. Esto, a su vez,
autorizaría al investigador a aceptar ciertas proposiciones como válidas o verdaderas, por ser
racionalmente indudables, al menos, a la luz de los argumentos escépticos conocidos. Pero
Descartes habría dejado en la sombra, sin declarar francamente, este aspecto negativo de su
procedimiento.
Por ello la «demostración de la existencia de Dios» (uno de cuyos componentes es una nueva
forma del argumento ontológico de san Anselmo), en realidad forma parte de la triple serie de
refutaciones. Esta serie es la clave en la superación de la duda metódica. En un momento
posterior, esto conduce a la afirmación de la necesidad de las ideas innatas punto
fundamental en el desarrollo de su pensamiento.
A continuación, reflexionando sobre que yo dudaba y que, en consecuencia, mi ser no era omniperfecto
pues claramente comprendía que era una perfección mayor el conocer que el dudar, comencé a indagar
de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más perfecta de lo que yo era; conocí con evidencia
que debía ser en virtud de alguna naturaleza que realmente fuese más perfecta. En relación con los
pensamientos que poseía de seres que existen fuera de mí, tales como el cielo, la tierra, la luz, el calor y
otros mil, no encontraba dificultad alguna en conocer de dónde provenían pues no constatando nada en
tales pensamientos que me pareciera hacerlos superiores a mí, podía estimar que si eran verdaderos,
fueran dependientes de mi naturaleza, en tanto que posee alguna perfección; si no lo eran, que
procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había defecto en mí. Pero no podía opinar lo mismo
acerca de la idea de un ser más perfecto que el mío, pues que procediese de la nada era algo
manifiestamente imposible y puesto que no hay una repugnancia menor en que lo más perfecto sea una
consecuencia y esté en dependencia de lo menos perfecto, que la existencia en que algo proceda de la
nada, concluí que tal idea no podía provenir de mi mismo. De forma que únicamente restaba la
alternativa de que hubiese sido inducida en mí por una naturaleza que realmente fuese más perfecta de
lo que era la mía y, también, que tuviese en sí todas las perfecciones de las cuales yo podía tener
alguna idea, es decir, para explicarlo con una palabra que fuese Dios.
Discurso del método. Cuarta parte. Trad. de G. Quintás. 1981. Madrid. Alfaguara.
La metafísica
Otra postura que Descartes sostiene es la evidencia de la libertad. Pero más que discutir la
realidad o no del libre albedrío, Descartes parece partir de la hipótesis de que él
mismo es libre para poner esta libertad en práctica: ya la investigación, en su caso, resulta de
una determinación voluntaria y libre. Además, la epistemología cartesiana, vg., su
investigación sobre las condiciones de validez del conocimiento, hace un aporte tácito, pero
fundamental, al campo de la filosofía práctica: la responsabilidad no es ilusoria, pues si hay
conocimiento legítimo, y éste versa en parte sobre algunas relaciones causales, hemos de
tomar nuestras decisiones sin dar oídos sordos a las consecuencias previsibles de nuestros
actos.
Sin embargo, parece que Descartes nunca intentó demostrar la corrección de la citada
hipótesis sobre el libre albedrío, como no fuera poniéndola a prueba indirectamente, acaso
examinando su capacidad de producir resultados favorables. Descartes compara el cuerpo de
los conocimientos a un árbol cuyas raíces son de tipo metafísico, el tronco equivale a la física,
y las ramas principales son las artes mecánicas, cuya importancia está en que permiten
disminuir el trabajo de los hombres, la medicina y la moral. La metafísica es fundamental, pero
añade que los frutos de un árbol no se cogen de las raíces, sino de las ramas.
Teoría de las dos sustancias
La sustancia es aquello que existe por sí mismo sin necesidad de otra cosa, es decir, es
aquello autosubsistente.22
Partiendo del cogito, pensamiento, Descartes sostiene que él mismo es solo una sustancia
pensante, dado que ni siquiera el escéptico radical puede negar la existencia del pensamiento,
su negación sería un pensamiento más, mientras sí puede mantenerse una duda sobre el
cuerpo.9
Este razonamiento es sospechoso, dado que una idea tan evidente como el
propio cogito puede ponerse en duda en términos generales (es inteligible la frase: «las ideas
más evidentes son dudosas, acaso están equivocadas»), y esta clase de duda solo queda
claramente superada cuando se refutan las razones más radicales para dudar que ha admitido
la investigación. Además, solo estas mismas razones habían permitido poner en duda las más
elementales de las ideas sensibles, Cfr. el argumento escéptico del sueño y sus secuelas
inmediatas, tanto en el Discurso IV, como en la Meditación I. Ahora bien, entre estas ideas
simples se encuentran la extensión, la figura, etc.23 que Descartes acepta sin más como
indudables y constitutivas de la sustancia corpórea, sometida por tanto al espacio y a medidas
espaciales de igual forma que el tiempo.24
En cualquier caso, la teoría de las dos sustancias nos invita a un mundo dualista. Para llegar
de una realidad a otra, del cuerpo al alma (en la percepción sensorial), o viceversa, como en
el movimiento voluntario, Descartes menciona que hay una glándula en el cerebro humano,
la pineal, donde se encuentra el punto de contacto entre ambas sustancias. Por supuesto,
Descartes nunca pudo verificar esta afirmación.
Por otro lado Descartes afirma que hay dos tipos de sustancia, la infinita y la finita. La
sustancia infinita es Dios, que es un ser perfecto o infinito. Estas dos nociones parecen
equivalentes, tal como Descartes las empleó. Tradicionalmente, se considera que Descartes
introduce a Dios en su metafísica como garantía de la verdad, pero esto da lugar al profundo
problema de la circularidad, que Descartes mismo señala en la «Carta a los Decanos y
Doctores...» que antecede a las Meditaciones.
Por Dios entiendo una substancia infinita eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente,
que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen, si es que existe alguna. Pues
bien, eso que entiendo por Dios es tan grande y eminente, que cuanto más atentamente lo considero
menos convencido estoy de que una idea así pueda proceder sólo de mí. Y, por consiguiente, hay que
concluir necesariamente, según lo antedicho. que Dios existe. Pues aunque yo tenga la idea de
substancia en virtud de ser yo una substancia, no podría tener la idea de una substancia infinita, siendo
yo finito, si no la hubiera puesto en mí una substancia que verdaderamente fuera infinita...
Meditaciones metafísicas. 1978. Madrid. Alfaguara

El problema del círculo


Este problema consiste en cómo saber que existe Dios, dado que frente a un escéptico que
está dispuesto a poner en duda la evidencia, no bastaría siquiera dar un alegato
completamente evidente. Recuérdese cómo Descartes mismo advierte que para refutar a los
ateos no basta invocar un texto sagrado ("Carta a los Decanos y Doctores..." que precede a
las Meditaciones), dado que este procedimiento es viciosamente circular. Este es un tema que
ha sido incansablemente discutido por los comentaristas, pero dos respuestas básicas pueden
darse al problema: o no lo sabemos en absoluto, pues el círculo es real y Descartes es un
ingenuo que comete faltas indignas de un principiante, o bien se evita el círculo, pero a costa
de atribuirle a Descartes posiciones extremadamente dogmáticas. O alternativamente,
Descartes escapa al círculo al desarrollar una prueba dialéctica.
Según la última línea interpretativa, Descartes no habría intentado demostrar la existencia de
Dios, sino ante todo, refutar la hipótesis en la que se funda la duda. Esto se conseguiría
mostrando: 1) que un argumento incompatible con la hipótesis del genio, o del azar adverso,
etc., es comparativamente 'más sólido que' la respectiva hipótesis escéptica; y 2), que ni ese
argumento, ni el juicio que lo considera superior al alegato opuesto, merecen ser juzgados
circulares.
Atendiendo al último punto: la refutación de la hipótesis del genio sería circular si enfrentado al
argumento refutatorio, el escéptico aún pudiera sugerir que «acaso el propio genio le haya
sugerido a Descartes este alegato». Así, la «prueba» de que no hay genio sucumbiría a la
misma duda que aspira a superar, círculo. Pero esta réplica es ilegítima bajo el método
cartesiano, puesto que para ofrecerla, el escéptico necesita apoyarse en una idea —la del
genio maligno— que, una vez expuesta la refutación, tendríamos razones para poner en duda
(V. gr., las razones en que estriba la misma refutación); ahora bien, el método pide no
considerar verdadera, ni momentáneamente, una idea de la que tenemos razones para dudar.
Por otro lado, la refutación solo habrá podido prosperar si parte de premisas que el propio
escéptico ha introducido, al ofrecer las razones para dudar.
Por otro lado, por supuesto, el camino mencionado solo sería promisorio, si no suponemos de
entrada que la duda radical planteada por el escéptico y admitida en la investigación, es
universal (pues, siendo universal, a priori toda respuesta a esa duda sería ella misma dudosa
de antemano y por ende, estaría condenada a la circularidad). Entonces, habrá que
preguntarse dos cosas: 1) ¿Es posible plantear una duda sistemática y amplísima, que afecte
incluso a las ideas evidentes, pero que no sea universal? Una posibilidad, desde luego, es
imaginar que la duda no se formula con ayuda del cuantificador «todo...» (V. gr., todo
pensamiento es falso), sino del cuantificador plurativo: «la mayoría de...» Y 2), ¿hay razones
que legítimamente permitan desechar la duda universal, pero que no se reduzcan a señalar el
fracaso al que estaríamos condenados, si hubiésemos de enfrentar esta clase de
escepticismo? Esta última es, digamos, una pregunta abierta.
La filosofía moral
Descartes hizo sus escritos sobre moral o ética en la última parte de su vida, no obstante
antes, en su obra Discurso del método (1637) adoptó tres máximas que le permitieran actuar,
al mismo tiempo que ponía en duda todas sus ideas. Estas máximas se conocen como
su "moral provisional". A las tres máximas se le suma una cuarta que las enlaza con el
método: juzgar bien para actuar bien.
En su obra posterior Descartes construye su filosofía moral sobre tres bases: la Metafísica,
la Razón, y la Tradición Estoica. Para él la moral era una ciencia, la más alta y perfecta, y sus
raíces se encuentran en la Metafísica, al igual que para las demás ciencias. 25 Así pues nos
habla de la existencia de Dios, del lugar del hombre en la naturaleza, formula la teoría del
dualismo mente-cuerpo, y defiende el libre albedrío. Por otra parte afirma su racionalismo
cuando nos dice que la razón es suficiente al hombre para la búsqueda de los bienes que
debe perseguir, y también cuando afirma que la virtud consiste en el «razonamiento correcto»
que debería guiar nuestras acciones.
La calidad del razonamiento depende de los conocimientos, ya que una mente bien informada
se encuentra en mejores condiciones para tomar buenas decisiones. Las condiciones
mentales también influirán en el proceso de razonamiento y por esto Descartes afirma que
una filosofía moral completa debe incluir el estudio del funcionamiento del organismo humano.
El discutió estos temas en su correspondencia con la Princesa Isabel de Bohemia y como
resultado decidió escribir su tratado «Las Pasiones del Alma», que contiene un estudio de los
procesos y reacciones psicosomáticos en el hombre, con un énfasis en
las emociones y pasiones.26
El hombre debería buscar el «bien supremo», que Descartes, siguiendo a Zenón, identifica
con la virtud, que nos produce una felicidad sólida o placer espiritual, que supera el placer
físico. También habla de Aristóteles, para quien la felicidad dependía de los bienes de fortuna,
que Descartes no desprecia, en cuanto contribuyen a la felicidad, pero nos señala que en
buena parte se encuentran fuera de nuestro control, en tanto que sí que podemos controlar
nuestra mente.26

Descartes científico

Principia philosophiae, 1685.

En lo relativo al conocimiento de la Naturaleza por medio de la experiencia, Descartes es


heredero y continuador de toda la revolución renacentista, de la crítica a la física aristotélica,
del heliocentrismo propuesto por Copérnico y, de manera especial, del atomismo propuesto
por Gassendi y está al corriente de todas las investigaciones en el terreno matemático y físico
que se están llevando a cabo; su correspondencia muestra el contacto que tiene con todos los
estudiosos de su época.
Galileo y Descartes consideran el carácter matemático del espacio. Galileo lo hace reduciendo
el movimiento de caída a fórmulas matemáticas y Descartes con su contribución a la
geometría.27
La filosofía está escrita en este gran libro continuamente abierto ante nuestros ojos, me refiero al
universo, pero no se puede comprender si antes no se ha aprendido su lenguaje y nos hemos
familiarizado con los caracteres en los que está escrito. Está escrito en lenguaje matemático, y los
caracteres son triángulos, círculos y demás figuras geométricas, sin los cuales es humanamente
imposible entender ni una sola palabra; sin ellos se da vueltas en vano por un oscuro laberinto.
Galileo. Il sagiattore.

El fundamento del espacio Descartes lo encuentra en una idea clara y evidente: la extensión.
Los cuerpos se identifican con la extensión, pues de ellos podemos abstraer todas las demás
propiedades sensibles menos esta. Por ello afirma:
El espacio o el lugar interior y el cuerpo que está comprendido en este espacio no son diferentes sino
por nuestro pensamiento. Pues, en efecto, la misma extensión en longitud, anchura y profundidad que
constituye el espacio, constituye el cuerpo.
Principios de filosofía.

Por ello niega el vacío27 que será únicamente comprendido bajo la extrapolación de la idea de
la "falta de algo". Según la física de Descartes la extensión llena el espacio de forma continua,
donde unos vórtices, remolinos materiales, generan el movimiento continuo de los astros.
El espacio-mundo es indefinido pues no puede ser infinito, pues la infinitud es un atributo
solo de Dios. Por ello el carácter de lugar es relativo.
Las palabras lugar y espacio no significan nada que difiera verdaderamente del cuerpo del que decimos
que está en algún lugar, y, nos indican solamente su magnitud, su figura y cómo está situado entre los
otros cuerpos. Pues es necesario para determinar esta situación dar constancia de algunos otros que
consideramos como inmóviles; pero según cuales sean los que así consideremos, podemos decir que
una misma cosa cambia de lugar o que no cambia.
Principios de filosofía

Es evidente que Descartes conoce perfectamente la obra de Galileo y la invariancia galileana.


De esta forma se "espacializa" el universo y el mundo se concibe con un inmenso mecanismo.

Obras
Aunque se conservan algunos apuntes de su juventud, la primera obra de Descartes
fue Reglas para la dirección del espíritu, escrita en 1628, aunque quedó inconclusa, y que se
publicó póstumamente en 1701. Luego Descartes escribió El mundo o tratado de la luz y El
hombre, que retiró de la imprenta al enterarse de la condena de la Inquisición a Galileo en
1633, y que más tarde se publicaron a instancias de Gottfried Leibniz. En 1637 publicó
el Discurso del método para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias, seguido de
tres ensayos científicos: La Geometría, Dióptrica y Los meteoros. Con estas obras, escritas en
francés, Descartes acaba por presentarse ante el mundo erudito, aunque inicialmente intentó
conservar el anonimato.
En 1641 publicó las Meditaciones metafísicas, acompañadas de un conjunto de Objeciones y
respuestas que amplió y volvió a publicar en 1642. Hacia 1642 puede fecharse también el
diálogo, obra póstuma, La búsqueda de la verdad mediante la razón natural.
En 1644 aparecen los Principios de filosofía, que Descartes idealmente habría planeado para
la enseñanza. En 1648 Descartes le concede una entrevista a Frans Burman, un joven
estudiante de teología, quien le hace interesantes preguntas sobre sus textos filosóficos.
Burman registra detalladamente las respuestas de Descartes, y estas usualmente se
consideran genuinas. En 1649 publicó un último tratado, Las pasiones del alma. Sin embargo,
aún pudo diseñar para Cristina de Suecia el reglamento de una sociedad científica, cuyo único
artículo es que el turno de la palabra corresponda rotativamente a cada uno de los miembros,
en un orden arbitrario y fijo.
De Descartes también se conserva una copiosa correspondencia, que en gran parte
canalizaba a través de su amigo Mersenne, así como algunos esbozos y opúsculos que dejó
inéditos.
Edición canónica
La edición de referencia o canónica de sus obras es la que prepararon Charles Adam y Paul
Tannery a fines del siglo XIX e inicios del XX, y a la que los comentaristas usualmente se
refieren como AT, por las iniciales de los apellidos de estos investigadores.

Martin Heidegger
(1889/09/26 - 1976/05/26)

Martin Heidegger
Filósofo alemán

Nació el 26 de septiembre de 1889


en Messkirch, Baden (Alemania).

Hijo de un maestro tonelero católico.

Con viente años ingresó en el seminario de los jesuitas en


Friburgo, pero a las dos semanas se le pidió que
abandonara la congregación, según parece a causa de su
endeble salud. Ingresó posteriormente al seminario
diocesano de la misma ciudad.

Cursó estudios de teología católica durante dos años, y


desde 1911 filosofía occidental en la Universidad de
Friburgo, donde fue alumno de Edmund Husserl, el fundador
de la fenomenología.

Durante la I Guerra Mundial se ofreció como voluntario,


pero nuevamente por problemas de salud, no fue enviado al
frente siendo asignado a la censura de la correspondencia.

Entre 1919 y 1923 fue asistente de Husserl con quien se


inició en el método fenomenológico, que luego haría suyo.
Tras impartir clases en Marburgo, y después de retirarse de
la Cátedra de Filosofía de la Universidad de Friburgo,
Husserl le recomendó para el cargo y éste asumió así la
titularidad en 1928.
Casado con Elfride Petri el 21 de marzo de 1917, en una
ceremonia católica oficiada por su amigo Engelbert Krebs,
y una semana más tarde en una ceremonia protestante.
Fue padre de Hermann y Jörg Heidegger. Conoció a Hannah
Arendt, y la relación amorosa no tardó en surgir, pero
Heidegger era católico, estaba casado, tenía dos hijos y,
sobre todo, una reputación social que no estaba dispuesto
a echar por la borda. Mantuvieron la relación con altibajos,
pero la intelectual se mantuvo siempre. El motivo
fundamental de la ruptura, fue la afiliación del autor de «El
ser y el tiempo» al partido nazi y la inevitable huida de
Alemania de Arendt por su condición de judía. También
mantuvo relaciones con otra estudiante: Elisabeth
Blochmann, de padre judío y a la que ayudó a emigrar antes
de la Segunda Guerra Mundial, reanudó el contacto
después de la guerra.

Hitler tomó el poder en Alemania en 1933 y su gobierno le


nombró Rector de la Universidad de Friburgo y éste aceptó
el cargo y se afilia al Partido Nacionalsocialista (NSDAP)
manifestando su adhesión al régimen en el discurso que
pronunció en la toma de posesión. Heidegger tuvo alguna
complacencia hacia el régimen de Hitler, cuyo orden
externo elogió en los meses iniciales del III Reich.
Desconcertado por la evolución posterior del sistema y por
la guerra, renuncia al rectorado por discrepancias con el
gobierno y deja de ocuparse de política. La renuncia no
evitó que fuera destituido como docente en Friburgo, tras
la ocupación de Alemania por los aliados. Al cabo de seis
años, regresaría a su cátedra como profesor honorario. Si
bien su actividad académica fue ya mucho menos
constante. Recibió de algunos de sus discípulos,
como Marcuse, la sugerencia insistente de que se
retractara públicamente de su discurso de 1933, él nunca
quiso dar explicaciones.

Considerado como uno de los filósofos más complejos e


importantes del siglo XX, una de las máximas figuras de la
filosofía moderna. Muy influenciado por los presocráticos,
por Kierkegaard, y por Nietzsche, en su obra más
destacada, Ser y tiempo (1927), se interesa de lo que
consideraba la cuestión filosófica esencial: ¿Qué es ser?.
Desde entonces, su producción científica y ensayística fue
muy extensa.

Sostenía que el individuo está en peligro de ser sumergido


en el mundo de los objetos, la rutina diaria, y en el
convencional y superficial comportamiento de la multitud.
El sentimiento de temor (Angst) lleva al individuo a una
confrontación con la muerte y el último sin sentido de la
vida, aunque sólo por este enfrentamiento puede adquirirse
un auténtico sentido del ser y de la libertad. La idea del sin
sentido de la existencia humana lo hizo ser considerado
como parte de la corriente existencialista, precursora en
gran medida de las ideas de filósofos como Jean Paul
Sartre. A esta obra la siguieron otras como Introducción a
la Metafísica (1953). Opinaba que la sociedad tecnológica
moderna ha favorecido una actitud elemental y
manipuladora que ha privado de sentido al ser y a la vida
humana, un estado que llamaba nihilismo.

Desde 1952 se retira a su aldea natal, y a finales de 1974 se


iniciaron los preparativos para la edición de sus obras
completas, que se compondrán de 70 volúmenes.

Martin Heidegger falleció en Messkirch el 26 de mayo de


1976, en la misma aldea de la Selva Negra en la que nació.
A petición suya, fue enterrado según el rito de la Iglesia
Católica junto al campanario de la iglesia de su ciudad
natal. Uno de sus sobrinos, sacerdote, presidió el oficio.

Friedrich
Nietzsche (1844/10/15 -
1900/0

Friedrich Nietzsche
Fiedrich Wilhelm Nietzsche

Filósofo, poeta y filólogo alemán

¿Por qué la persona afligida está más inclinada a


abandonarse ciegamente a los placeres de los sentidos?
¿Es el aturdimiento que producen lo que ella apetece? ¿O
una necesidad de emoción a cualquier precio? -Sancho
Panza dice «Si los hombres sienten demasiado las
tristezas, se vuelven bestias»
Friedrich Nietzsche.
Nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, región
de Turingia. Perteneciente al reino de Sajonia fue
anexionada en 1815 a Prusia.

Nacido con una severa miopía, fue el primogénito del


pastor luterano Karl Ludwig, también hijo de pastor, quien
se había casado con Francisca Oehler en 1843. Cuando
tenía dos años nació su hermana, y un año más tarde, un
hermano.

En 1847, le diagnosticaron a su progenitor una enfermedad


cerebral terminal. Su padre fue preceptor en la corte de
Altemburg y falleció cuando él tenía cinco años. Tras la
muerte del padre en 1849 y el hermano pequeño en 1850,
se trasladó con su madre y su hermana a Naumburg, donde
vivió con la abuela materna y las hermanas solteras del
padre bajo la vigilancia de un magistrado local, Bemhard
Dächsel. Se dice que su infancia fue la época más feliz de
su vida.

Comienza a escribir un diario, así como a pasar las


vacaciones con sus tíos en Pobles. Muere la abuela
materna en abril de 1856. Se traslada a otra casa, sin la tía
Rosalie. Comienzan su dolores de cabeza y de ojos. Recibe
vacaciones especiales por este motivo.

En 1854, comenzó a asistir al Dongymnasium en Naumburg,


pero habiendo demostrado un talento especial para la
música y el lenguaje fue admitido en la reconocida
Schulpforta, donde continuó sus estudios desde 1858 hasta
1864. Siendo joven sufrió de una gran tristeza y dolor, en el
colegio se burlaban de él debido a su seriedad. Desde la
niñez buscaba la soledad.

Después de su graduación, en 1864, Nietzsche comenzó


sus estudios en Teología y Filología Clásica en la
Universidad de Bonn con la idea de convertirse en pastor
igual que su padre. Por un corto período de tiempo fue un
miembro del Burschenschaft Frankonia. Tras un semestre,
para disgusto de su madre, abandonó sus estudios de
Teología y comenzó los de filología clásica con el
profesor Friedrich Wilhelm Ritschl. Al año siguiente siguió a
éste a la Universidad de Leipzig. Se cree que contrajo la
sífilis en su época de estudiante.

En 1867 realizó un año de servicio militar voluntario con la


división de artillería prusiana de Naumburg. En marzo de
1868 sufrió un accidente ecuestre que le dejó inútil para el
servicio. Después de trasladarse a Basilea,
Nietzsche renunció a su ciudadanía alemana,
manteniéndose durante el resto de su vida oficialmente sin
estado. Sin embargo sirvió en el bando prusiano durante
la Guerra Franco-Prusiana como médico camillero. Su paso
por la milicia fue corto, pero vivió múltiples experiencias.
Allí fue testigo de los efectos traumáticos de la batalla.
Contrajo la difteria y la disentería.

En 1869, fue nombrado profesor de Filología Griega en la


Universidad de Basilea. Nietzsche se convirtió en profesor
a los 24 años; sin embargo, se vio obligado a retirarse a los
35. Sus ideas sobre el cristianismo y sobre Dios lo hacían
impresentable ante las autoridades del Ministerio de
Educación. Quiso abandonar la filosofía para dedicarse a la
jardinería, pero finalmente desistió. Su trabajo sobre las
fuentes de Diógenes Laercio recibe el premio de la
Universidad. El estudio sobre Teognis aparece en el
"Rheinisches Museum", XXII, nueva serie. Estudia
a Homero, Demócrito y a Kant a través del libro de Kuno
Fischer.

Nietzsche recibió influencias de la cultura helénica, en


particular de las filosofías
de Sócrates, Platón y Aristóteles, también estuvo
influenciado por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer,
por la teoría de la evolución y por su amistad con el
compositor alemán Richard Wagner.

Desde los 30 años Nietzsche era un inválido parcial y se


refiere a sí mismo como un enfermo pero no explica nunca
de qué patología padece. Conducido por su enfermedad a
encontrar climas más compatibles, Nietzsche viajó
frecuentemente y vivió hasta 1889 como un autor
independiente en diferentes ciudades. Dejó de ser
pesimista en los años en que su vitalidad era más baja, se
prohibió una filosofía de la pobreza y el desaliento y dedicó
su voluntad a la salud, a la vida, a la voluntad de poder.
Pasó muchos veranos en Sils Maria, cerca de St. Moritz,
en Suiza, y muchos otoños en las ciudades italianas
de Génova, Rapallo y Turín, y la ciudad francesa de Niza. En
1882 conoce en Roma a Lou von Salome, el único amor
romántico de su vida y a la que propone matrimonio siendo
rechazado.
En 1872, Nietzsche publica su primer libro, El nacimiento
de la tragedia en el espíritu de la música. Autor de obras
como: Así habló Zaratustra (1883-1885), Más allá del bien y
del mal (1886), La genealogía de la moral (1887), El
crepúsculo de los dioses (1888), El Anticristo (1888), Ecce
Homo(1889) y La voluntad de poder (1901).

Creía que los valores tradicionales habían perdido su poder


en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo
pasivo. Lo expresó en su proclamación "Dios ha muerto".
Convencido que los valores tradicionales representaban
una "moralidad esclava", una moralidad creada por
personas débiles y resentidas que fomentaban
comportamientos como la sumisión y el conformismo
porque los valores implícitos en tales conductas servían a
sus intereses. Proclamó el imperativo ético de crear
valores nuevos que debían reemplazar los tradicionales, y
su discusión sobre esta posibilidad evolucionó hasta
configurar su retrato del hombre por venir, el 'superhombre'
(übermensch). Las masas (a quien denominaba "rebaño" o
"muchedumbre") se adaptan a la tradición, mientras su
superhombre utópico es seguro, independiente y muy
individualista. El superhombre siente con intensidad, pero
sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón.
Centrándose en el mundo real, más que en las
recompensas del mundo futuro prometidas por las
religiones en general, el superhombre afirma la vida,
incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia
humana. Su superhombre es un creador de valores, un
ejemplo activo de "eticidad maestra" que refleja la fuerza e
independencia de alguien que está emancipado de las
ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad
cristiana, excepto de aquellas que él juzga vitales. Sostenía
que todo acto o proyecto humano está motivado por la
"voluntad de poder". No tan sólo el poder sobre otros, sino
el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la
creatividad. Al concepto de superhombre se le reprochó ser
el fruto de un intelectual que se desenvuelve en una
sociedad de amos y esclavos y ha sido identificado con las
filosofías autoritarias.

Ejerció mucha influencia sobre la literatura europea y la


teología. Sus conceptos han sido discutidos y ampliados
por personalidades como los filósofos alemanes Karl
Jaspers,Martin Heidegger y Peter Sloterdijk, el filósofo
judío Martin Buber, el teólogo germano-
estadounidense Paul Tillich, y los escritores
franceses Albert Camus y Jean-Paul Sartre. La proclama de
Nietzsche "Dios ha muerto" fue utilizada por teólogos
radicales posteriores a la II Guerra Mundial en sus intentos
por adecuar el cristianismo a las décadas de 1960 y
posteriores.

En su 44 cumpleaños, Nietzsche tuvo un colapso mental.


Ese día fue detenido tras, al parecer, haber provocado
algún tipo de desorden público, perdida ya la razón, por las
calles de Turín. Lo que pasó exactamente es desconocido
aún hoy en día. La versión más extendida sobre lo sucedido
dice que Nietzsche vio como maltrataban a un caballo en la
otra parte de la Piazza Carlo Alberto, corrió hacia él y lanzó
sus brazos rodeando el cuello del animal para protegerlo,
desvaneciéndose acto seguido contra el suelo. En los días
siguientes, escribió breves cartas para algunos amigos,
incluidos Cósima Wagner y Jacob Burckhardt, en las que
mostraba signos de demencia y megalomanía.

Su delicada salud le obligó a retirarse en 1889. Nietzsche


llega a Basilea para ser ingresado en un manicomio, el
diagnostico: "parálisis progresiva". La madre lo recoge y lo
lleva consigo a Jena a la Clínica Psiquiátrica de la
Universidad de Binswanger. Tan sólo le permiten que lo
visite a mediados de mayo.

Friedrich Nietzsche falleció en Weimar el 25 de agosto de


1900 después de contraer neumonía. Fue incinerado como
su padre en la iglesia de Röcken.

"El amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a


costa de todos los demás. También el amor a Dios".
Friedrich Nietzsche

Karl Marx
(1818/05/05 - 1883/03/14)
Carlos Marx - Karl Heinrich Marx

Filósofo, sociólogo y economista alemán


 Campos: Política, economía, filosofía, historia

 Pensamiento: La plusvalía, Teoría del valor trabajo,


Lucha de clases, Explotación del trabajador, La
concepción materialista de la historia

 Obras: Manifiesto del Partido Comunista, El capital, El


dieciocho Brumario de Luis Bonaparte

"En la sociedad comunista, en la que nadie tiene una


esfera exclusiva de actividad, sino que cada uno puede
realizarse en el campo que desee, la sociedad regula la
producción general, haciendo a cada uno posible el hacer
hoy una cosa y mañana otra distinta: Cazar por la mañana,
pescar después de comer, criar ganado al atardecer y
criticar a la hora de la cena; todo según sus propios deseos
y sin necesidad de convertirse nunca ni en cazador, ni en
pescador, ni en pastor, ni en crítico"
Karl Marx.

Nació el 5 de mayo de 1818, en el 664 Brückergasse


de Tréveris (Trier), ciudad que entonces formaba parte del
Reino de Prusia (hoy Alemania).

Fue el tercero de los nueve hijos de Henrietta Pressburg y


Heinrich Marx, un abogado judío liberal, que se convirtió al
protestantismo junto con toda la familia para eludir las
limitaciones de una legislación antisemita.

Karl fue bautizado en una iglesia luterana en agosto de


1824. Su abuelo materno fue un rabino holandés, mientras
que por línea paterna hubo rabinos en Tréveris desde 1723.

Karl se convirtió en ateo y materialista, rechazando tanto


la religión cristiana como judía. Fue él propio Marx quien
acuñó el aforismo "La religión es el opio del pueblo". Su
progenitor fue el primero en recibir una educación laica; se
convirtió en abogado y fue relativamente rico.

Recibió clases de su progenitor hasta 1830, cuando entró


en el gimnasio jesuita de Trier, cuyo director, Hugo
Wyttenbach, era amigo de su padre. Fue excusado del
servicio militar cuando cumplió 18 y cursó estudios en las
universidades de Bonn, Berlín y Jena. Marx era bajo y
fornido, tenía mucho pelo y la piel morena, por lo que su
familia y amigos lo llamaban Mohr en alemán, Moro en
Español.

En 1836 se comprometió con Jenny von Westphalen, una


baronesa perteneciente a la clase dirigente prusiana
hermana del ministro de Interior prusiano, a la que conocía
desde la infancia. Su compromiso fue socialmente
controvertido debido a las diferencias étnicas y de clase.
Marx hizo amistad con el padre de la joven (un aristócrata
liberal), y le dedicó su tesis doctoral. Siete años después
de su compromiso, el 19 de junio de 1843, se casaron en
una iglesia protestante en Kreuznach, tras la muerte de los
padres de ella, que se oponían a la relación.

En el año 1842 se publicó un artículo suyo en la Rheinische


Zeitung de Colonia, convirtiéndose tiempo después en jefe
de redacción. Tuvo problemas con las autoridades por las
críticas que realizó sobre las condiciones sociales y
políticas, en sus artículos periodísticos y fue obligado a
dejar su puesto en el rotativo en 1843.

Se traslada a París de donde es expulsado y se establece


en Bruselas donde traba una amistad que dura toda la vida
con Federico Engels. Intercambiaron pensamientos y
opiniones, llegando a la conclusión de que ambos tenían la
misma concepción sobre la naturaleza de los
problemas revolucionarios. Trabajaron juntos en
el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la
organización de un movimiento internacional de
trabajadores dedicado a la difusión de aquéllos.
Escriben La Sagrada Familia (1845) y La Ideología
Alemana (1845-1846) contra Feuerbach y los hegelianos de
izquierda por idealistas.

Organiza y dirige una red de grupos llamados Comités de


Correspondencia Comunista, establecidos en varias
ciudades europeas. Dos años después, Marx y
Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración
de principios que sirviera para unificar todas estas
asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (Liga
Comunista), así nació el Manifiesto Comunista.

Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por


Marx, constituyen la concepción del materialismo
histórico, concepción formulada más adelante en la Crítica
de la economía política(1859). En estas tesis, se presenta
el sistema económico dominante en cada época histórica,
por el cual se satisfacen las necesidades vitales de los
individuos. Ésta determina la estructura social y la
superestructura política e intelectual de cada periodo. Así,
la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre
los explotadores y los explotados.

Tras la publicación del Manifiesto, estallaron procesos


revolucionarios (las revoluciones de 1848) en Francia,
Alemania y el Imperio Austriaco y fue expulsado de
Bélgica. Regresó a París y después a Renania. Fundó y
editó en Colonia una publicación comunista, la Neue
Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), y colaboró en
actividades organizadoras de agrupaciones obreras. En
1849 fue arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a
la rebelión armada. Fue absuelto, pero le expulsaron de
Alemania y se cerró la revista. Algún tiempo después las
autoridades francesas también le obligaron a abandonar el
país y se trasladó a Londres, donde permaneció el resto de
sus días.

Elaboró varias obras que fueron constituyendo la base


doctrinal de la teoría comunista, entre ellas se encuentra
su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867;
volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a título
póstumo en 1885 y 1894, respectivamente), un análisis
histórico y detallado de la economía del sistema
capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase
trabajadora es explotada por la clase capitalista al
apropiarse ésta del 'valor excedente' (plusvalía) producido
por aquélla. Su segunda obra, La guerra civil en
Francia (1871), analizaba la experiencia del gobierno
revolucionario francés (la Comuna de París), establecida en
esta ciudad durante la Guerra Franco-prusiana. Interpretó
su creación y existencia como una confirmación histórica
de la necesidad de que los trabajadores tomen el poder
mediante una insurrección armada y destruyan al Estado
capitalista.

Desarrolló la teoría en Crítica del programa de Gotha (1875)


en los siguientes términos: "Entre los sistemas capitalista
y comunista se encuentra el periodo de transformación
revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a un
periodo de transición, cuyo estado no puede ser otro que la
dictadura revolucionaria del proletariado". Además escribió
crónicas sobre acontecimientos sociales y políticos para
periódicos de Europa y Estados Unidos, entre ellos varios
artículos sobre las 'revoluciones liberales' en España y en
la América hispana.

Trabajó como corresponsal del New York Tribune desde


1852 hasta 1861 y escribió varios artículos para la New
American Cyclopedia. En 1852 se disolvió la Liga
Comunista y contactó con cientos de revolucionarios a fin
de crear otra organización de la misma ideología. Sus
esfuerzos y los de sus colaboradores culminaron en 1864
con la fundación en Londres de la I Internacional.
Pronunció el discurso inaugural, escribió sus estatutos y
posteriormente dirigió la labor de su Consejo
General(órgano directivo), superando las críticas del grupo
seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Cuando
se eliminó la Comuna parisina, en la que habían participado
miembros de la I Internacional, la influencia de esta
organización disminuyó y recomendó trasladar su sede
a Estados Unidos.

Marx y Jenny von Westphalen tuvieron siete hijos, pero


debido a las malas condiciones en las que vivieron en
Londres, sólo tres de ellos sobrevivieron hasta la edad
adulta. Eleonora Marx formó parte del movimiento
feminista; Laura Marx, se casó con el dirigente socialista
francés Paul Lafargue, y se suicidó con él en 1911. También
se dice que Marx engendró otro hijo, Freddy, fuera del
matrimonio con su ama de llaves, Helene Demuth.

Durante las dos últimas décadas de su vida luchó contra


las dolencias físicas que le impedían trabajar en sus obras
políticas y literarias. Sufrió de trastorno hepático; brotes
de ántrax, forúnculos en el cuello, el pecho, la espalda y
nalgas (a menudo no podía sentarse); dolores de muelas;
inflamaciones oculares; abscesos pulmonares;
hemorroides; pleuresía; dolores de cabeza persistentes y
tos, que le hacían imposible dormir sin drogas.

Tras la muerte de su esposa a causa de cáncer el 2 de


diciembre de 1881, Marx desarrolló un catarro que le
provocó mala salud durante sus últimos 15 meses, derivó
en bronquitis y después sufrió una pleuresía que finalmente
acabaría con su vida el 14 de marzo 1883 en Londres,
cuando contaba 64 años. Murió como apátrida y su cuerpo
fue enterrado en el cementerio de Highgate, Londres, el 17
de marzo de 1883.

Jean Paul Sartre - Jean-Paul


Sartre
(1905/06/21 - 1980/04/15)

Jean-Paul Sartre

Filósofo, dramaturgo, novelista francés


"Incluso el pasado puede modificarse: los historiadores no
paran de demostrarlo".

Nació el 21 de junio de 1905 en París.

Hijo de Jean-Baptiste Sartre, un oficial naval, y de Anne-


Marie Schweitzer, hermana de Albert Schweitzer, teólogo,
filósofo, musicólogo y médico misionero alemán. Su padre
murió cuando él tenía pocos meses y pasó su infancia bajo
la tutela de sus abuelos.

Cursó estudios en el Liceo Enrique IV, en la Escuela Normal


Superior, en la Universidad de Friburgo (Suiza) y en el
Instituto Francés de Berlín (Alemania).

Es profesor de filosofía en varios liceos desde 1929 hasta


el comienzo de la II Guerra Mundial, cuando se incorporó al
Ejército.

Adoptó su principio básico de que la existencia precede a


la esencia en su primera novela, La náusea, de 1938.

Los alemanes le hicieron prisionero durante una año (1940-


1941) y cuando fue liberado dio clases en Neuilly y algún
tiempo después en París. Participó en la Resistencia
francesa. Las autoridades alemanas, desconocedoras de
sus actividades secretas, permitieron la representación de
su obra de teatro antiautoritaria Las moscas (1943) y la
publicación de su trabajo filosófico más célebre El ser y la
nada (1943).
En 1945 abandonó la enseñanza y creó junto a Simone de
Beauvoir entre otros, la revista política y literaria Les temps
modernes, de la que fue editor jefe.

Considerado socialista independiente activo después de


1947, crítico tanto con la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS) como con Estados Unidos en los años de
la Guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década
de 1950 aparecen cuestiones políticas, incluidas sus
denuncias sobre la actitud represora y violenta del Ejército
francés en Argelia. En 1964 le concedieron el
Premio Nobel de Literatura, el cual rechazó.

Habiendo partido de la fenomenología de Edmund Husserl,


Jean Paul Sartre se forma definitivamente con Martin
Heidegger, por aquel entonces indiscutida autoridad del
existencialismo alemán. Sin embargo, las lecturas
de Hegel y Marx lo llevaron a una postura que en un
principio se condensaría en El existencialismo es un
humanismo, obra primera en la que ya marca sus
diferencias con el existencialismo de origen cristiano que
se representaría en la figura de Karl Jaspers. Su lógica lo
llevó a cuestionarse un axioma clave para su teoría: "Dado
que el universo no se puede medir ni determinarse,
nosotros, el hombre, tiene la posibilidad de elegir algún
camino del cual es absolutamente responsable. Y dada la
soledad y el desamparo con que se elige este camino
individual puede, y a menudo sucede, transformarse en un
proyecto desalentador, pero al mismo tiempo es liberador
de toda coerción determinante". Sostuvo que la existencia
precede a la esencia, que el infierno son los otros y que el
hombre es una pasión inútil. Su teoría del psicoanálisis
existencial afirmaba la responsabilidad de todos los
individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del
reconocimiento de una absoluta libertad de elección la
condición necesaria de la auténtica existencia humana.

En su última obra filosófica, Critique de la raison


dialectique (Crítica de la razón dialéctica, 1960), deja el
énfasis puesto en la libertad existencialista por el
determinismo social marxista. Sostenía que la influencia
de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande
que produce la serialización, que interpreta como pérdida
de identidad. Criticó las intervenciones militares soviéticas
en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968). Se le
considera uno de los padres espirituales del mayo
francés del 68. Trató de fundar un partido político y a pesar
de su apoyo crítico al stalinismo siempre defendió con
ahínco la libertad y la responsabilidad individual. Sus
últimos años lo encontrará considerando al maoísmo como
más revolucionario dentro del espectro mundial. Esto le
valió no pocos insultos como el que le propinara Lucien
Goldmann de ser "un talmudista extraviado en el
maoísmo".

Entre sus obras destacan las novelas La Náusea (1938) y la


serie narrativa inacabada Los caminos de la libertad, que
comprenden La edad de la razón (1945), El
aplazamiento (1945) y La muerte en el alma (1949); una
biografía del escritor francés Jean Genet, San Genet,
comediante y mártir(1952); las obras teatrales A puerta
cerrada (1944), La puta respetuosa (1946) y Los
secuestradores de Altona (1959); su autobiografía, Las
palabras (1964) y una biografía del autor francés Gustave
Flaubert, El idiota de la familia (1971-1972) entre otros
muchos títulos.

Jean-Paul Sartre falleció el 15 de abril de 1980 en París.

David Hume
David Hume

Información personal

Nacimiento 7 de mayo de 1711


Edimburgo, Reino de Gran Bretaña

Fallecimiento 25 de agosto de 1776 (65 años)


Edimburgo, Reino de Gran Bretaña

Nacionalidad Escocesa
Religión Agnosticismo

Educación

Alma máter
Universidad de Edimburgo

Información profesional

Ocupación Filósofo, economista, bibliotecario, historiador,


ensayista y escritor

Obras notables
Investigación sobre el entendimiento
humano

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David Hume (Edimburgo, 7 de mayo de 1711 – ibídem, 25 de agosto de 1776)1 fue


un filósofo, economista, sociólogo e historiador escocés, constituye una de las figuras más
importantes de la filosofía occidental y de la Ilustración escocesa.
Hume afirma que todo conocimiento deriva, en última instancia, de la experiencia sensible.
Sus obras principales son: Tratado de la naturaleza humana (1739) e Investigación sobre el
entendimiento humano (1748).
Hume estuvo fuertemente influido por los empiristas John Locke y George Berkeley, así como
por varios escritores franceses como Pierre Bayle, y algunas figuras del panorama
intelectual anglófono como Isaac Newton, Samuel Clarke, Francis Hutcheson y Joseph Butler.
Los historiadores consideran que la filosofía de Hume no es válida como una profundización
en el escepticismo, aunque esta visión ha sido discutida argumentando que
el naturalismo tiene un peso comparable en su pensamiento. El estudio de Hume ha oscilado
entre los que enfatizan la vertiente escéptica de Hume (como es el caso del positivismo
lógico), y los que, en cambio, consideran más importante la vertiente naturalista (como Don
Gartner, Norman Kemp Smith, Kerry Skinner, Barry Stroud y Galen Strawson).[cita requerida]

Índice
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Biografía[editar]
Se puede dividir la vida de Hume en tres periodos. 2 Aunque este género de división puede
parecer algo arbitrario, es un medio mnemotécnico útil y pertinente si se apoya sobre su
producción literaria y la vida misma que la provoca:

 Un periodo de estudios y de primeros trabajos que se extiende hasta 1740;

 Un periodo activo de viajes y de resultados, de 1740 a 1769;

 Un periodo de retraimiento de 1769 a 1776.


Aunque el pensamiento de Hume permaneció bastante homogéneo durante toda su vida la
manera según la cual éste lo desarrolló estuvo lejos de ser siempre la misma. Así, el primer
periodo es el de la redacción del Tratado de la naturaleza humana, libro-faro en que su
pensamiento se encuentra ya casi enteramente concentrado; en el segundo los ensayos y los
libros se suceden, pero por la ruta y objetivos fijados en el Tratado en numerosos temas; ya en
el tercero Hume se consagra más a la relectura y mejora de los escritos precedentes y a la
redacción de libros póstumos como los Diálogos sobre la religión natural.
Nacido en Edimburgo de una familia perteneciente a la pequeña nobleza de la frontera con
Inglaterra, David Hume fue el más pequeño entre tres hermanos. Su padre, abogado, falleció
en 1714 cuando David era aún pequeño. Su madre se fue entonces a vivir a Ninewells y crio a
sus hijos con su cuñado. En 1722 entró en el Colegio de Edimburgo, donde tuvo por
profesores a discípulos de Newton y leyó a los poetas latinos y a los escritores ingleses. Su
familia lo destinaba a hacer la carrera de Derecho.
Sin embargo, en 1734 atravesó un periodo de crisis que evoca en una carta a John Arbuthnot.3
Le atacaba una «insuperable aversión hacia toda cosa, salvo los estudios de filosofía y el
saber en general». Rehusando ser abogado, sufrió una crisis de exaltación y marchó
a Bristol para intentar ganarse la vida con el comercio antes de decidirse a viajar a Francia y
permanecer allí casi tres años, quedándose primero en Reims y luego en La
Flèche (actual Sarthe) entre 1735 et 1737. Fue allí, ya con 26 años, cuando acabó de redactar
su Tratado de la naturaleza humana. De vuelta a Londres en 1737, publica los dos primeros
libros de esta obra en enero de 1739 de forma anónima. Y fue un fracaso de público. En
su Autobiografía dirá de este primer trabajo que «nació muerto a causa de la prensa». 4 En
realidad le hicieron varias reseñas, aunque ninguna comprendió las tesis de Hume ni la
amplitud de sus propósitos.5 Después el filósofo daría una gran importancia a ser comprendido
por su público y reformularía el Tratado; también las siguientes investigaciones que practicó en
otros libros y ensayos tuvieron el propósito de aclarar sus ideas. Hume rehusó que
el Tratado formara parte de sus Obras completas, pero esta renuncia no impidió que este libro
sea hoy una de las obras más importantes de toda la filosofía occidental.
Tras el fracaso del Tratado, Hume volvió con su familia a Escocia en 1739; conoció a Henry
Home y comenzó una relación epistolar con Francis Hutcheson. Publicó en 1740 un Resumen
del Tratado de la naturaleza humana y luego, en otoño, se animó a publicar también el libro III
del Tratado así como un Apéndice. En ese mismo año conoció también al famoso
economista Adam Smith, en quien tanto habían de calar sus ideas. Publicó la primera parte de
sus Ensayos morales y políticos (compuesto de 15 textos) en 1741 en Edimburgo y la obra fue
un éxito, siendo objeto de una segunda edición en 1742 aumentada con 12 textos nuevos.
En 1744 su candidatura a la cátedra de moral y filosofía pneumática de la Universidad de
Edimburgo fue rechazada a causa de los enemigos que su pensamiento radical le había
granjeado. Sobre todo fue por el presunto ateísmo que contendrían las tesis del Tratado. El
filósofo respondió con una Carta de un caballero a su amigo de Edimburgo en la que se niega
a sí mismo cualquier rechazo de la idea de Dios.
Ese mismo año devino preceptor del marqués de Annandale, cuya salud se degradaba poco a
poco; en 1746 se convirtió en secretario del general Saint-Clair y viajó a Viena y a Turín.
Publicó entonces sus Investigaciones sobre el entendimiento humano (más tarde
bautizadas Encuesta sobre el entendimiento humano), sin suscitar apenas interés.
Volvió a Escocia en 1749; escribió sus Discursos políticos y sus Investigaciones sobre los
principios de la moral (más tarde rebautizados Encuesta sobre los principios de la moral). Este
último rehacía parcialmente y reformulaba ciertos puntos ya abordados en el Tratado de la
naturaleza humana. Su reputación de filósofo comenzaba entonces a expandirse. En 1751
volvió a Edimburgo y publicó en 1752 sus Discursos políticos, que fueron bien acogidos. Sin
embargo, la acogida londinense de sus Investigaciones sobre los principios de la moral se
hizo en el seno de una cierta indiferencia.
En 1752 tomó el oficio de bibliotecario del cuerpo de abogados de Edimburgo. Esta situación
le inspiró el proyecto de una Historia de Inglaterra. El primer volumen, consagrado a
los Estuardo, fue sin embargo viva y unánimemente criticado. En 1757 publicó en Londres
su Historia natural de la religión. El segundo volumen de su Historia de Inglaterra salió en
1756, consagrado al periodo allende la muerte de Carlos I de Inglaterra hasta la revolución;
luego en 1759, el consagrado a los Tudor. La serie concluyó en 1761 con los dos últimos
volúmenes, encontrando en conjunto un éxito limitado. Se retiró entonces al campo, soñando
con un retiro apacible.
Aceptó sin embargo un puesto de secretario en la Embajada de Francia que le propuso en
1763 el Conde de Hertford y lo condujo a París. En 1767, se convirtió en encargado de
negocios. Por entonces frecuentó a los philosophes de la Ilustración francesa y el salón
de Madame d'Épinay (1726-1783), a quien le pareció un hombre eminente pero soso y sin
conversación, al menos con las damas.6 Abandonó esta función en 1766 para ser nombrado
subsecretario de Estado en Londres. Volvió a Inglaterra en compañía de Jean-Jacques
Rousseau, a quien admiraba pero con quien convivió difícilmente a causa de su paranoia:
estos desencuentros fueron seguidos por toda la Europa ilustrada.7 Hume volvió a Edimburgo
en 1769.
A partir de 1775, comienza a sentir los efectos de un tumor intestinal que lo llevó a la muerte
un año más tarde a la edad de sesenta y cinco años.
Hume escribió una corta noticia autobiográfica poco antes de su deceso (My own life).
Esforzándose por guardar un tono objetivo, describe en especial cómo incrementó
progresivamente su patrimonio y pasó de una relativa pobreza a una cierta opulencia. Termina
con un análisis de su carácter: «Dulce, dueño de sí mismo, de un humor alegre y social, capaz
de amistad pero muy poco inclinado al odio, y harto moderado en todas mis pasiones.»
Primeras obras[editar]
En 1734, tras unos meses en Bristol, dejó el estudio autodidacta y se trasladó a La
Flèche (Anjou, Francia). Durante los cuatro años que permaneció allí, diseñó su plan de vida,
como escribiría en De mi propia vida (1776), decidiendo «hacer que una estricta frugalidad
supla mi falta de fortuna, para mantener mi independencia intacta, y para considerar todas las
cosas prescindibles excepto la mejoría de mi talento para la literatura».
En La Flèche completó el Tratado de la naturaleza humana (1739) a la edad de veintiséis
años. Aunque hoy en día se considera al Tratado el trabajo más importante de Hume y uno de
los libros más relevantes de la historia de la filosofía, el público británico le dispensó una fría
acogida. El mismo Hume describió la falta de reacción popular ante la publicación de
su Tratado en 1739–40 al escribir del libro que «Nació muerto desde la imprenta, sin ni
siquiera alcanzar la distinción necesaria para levantar un murmullo entre los fanáticos. Pero,
siendo de temperamento alegre y optimista, me recuperé pronto de la decepción y proseguí
con ardor mis estudios». Entonces escribiría un resumen de un libro publicado recientemente
titulado Tratado de la naturaleza humana, donde el argumento central del libro se ilustra y
explica. Sin revelar su autoría, intentó hacer su trabajo más inteligible acortándolo, pero
incluso esta labor publicitaria erró en su propósito de despertar el interés en el Tratado.
Tras la publicación de Ensayos de moral y política en 1744 solicitó una cátedra de ética y
pneumática (psicología) en la Universidad de Edimburgo, pero fue rechazado. Durante
la Rebelión Jacobita de 1745 fue tutor del Marqués de Annandale. Fue entonces cuando
comenzó su gran trabajo histórico, la Historia de Inglaterra, obra publicada en seis volúmenes
entre 1754 y 1762 que alcanzaría un éxito considerable, a diferencia de lo que ocurrió con
el Tratado.
Hume fue acusado de herejía, pero sus amigos le defendieron alegando que al
ser ateo estaba fuera de la jurisdicción de la Iglesia de Escocia. A pesar de resultar absuelto y
posiblemente debido a la oposición de Thomas Reid de Aberdeen, que durante ese año criticó
su metafísica desde el cristianismo, le fue denegada la cátedra de filosofía en la Universidad
de Glasgow. En 1752, como relata en De mi propia vida, «La facultad de derecho me eligió
como bibliotecario, un empleo por el que recibía escasos o nulos emolumentos, pero que puso
bajo mi mando una gran biblioteca». Esta biblioteca le proporcionó las fuentes que le
permitieron continuar con las investigaciones históricas necesarias para la escritura de
su Historia de Inglaterra.
Reconocimiento de su obra[editar]
Hume se granjeó notoriedad como ensayista e historiador. Los seis volúmenes de su Historia
de Inglaterra abarcan desde los reinos sajones hasta la Revolución Gloriosade 1688; se
vendió mucho en su época. En ella, Hume presentaba al hombre como una criatura de
costumbres, predispuesto a someterse en silencio al gobierno establecido a menos que se
enfrente a la incertidumbre. Según él, sólo las diferencias religiosas podían desviar al hombre
de sus vidas cotidianas para hacerle pensar en política.

Tumba de David Hume en Edimburgo.

El ensayo de Hume De la superstición y la religión estableció las bases del pensamiento laico.
Los críticos con la religión de la época de Hume tenían que expresarse con cautela. Apenas
15 años antes del nacimiento de Hume, un estudiante de dieciocho años, Thomas
Aikenhead fue juzgado por decir públicamente que el cristianismo era un
sinsentido, blasfemia por la que sería ahorcado. Hume siguió la práctica habitual de expresar
sus puntos de vista indirectamente, a través de personajes que dialogaban en su obra.
Además, no reclamó la autoría del Tratado hasta el año de su muerte, en 1776. Sus
ensayos Del suicidio, y De la inmortalidad del alma y sus Diálogos sobre la religión no se
publicarían hasta después de su muerte, y aun así Hume no figuraba en ellos en los nombres
del autor ni del editor. Hume fue tan hábil camuflando sus ideas que a día de hoy todavía se
discute si en realidad era deísta o ateo. A pesar de ello, se le denegaron muchos cargos por
declararse ateo.
Hay un relato (probablemente falso) sobre David Hume y su supuesto ateísmo. En él, Hume
cae de su caballo en un barrizal y se empieza a hundir. Entonces pasa por allí una anciana y
pía dama. Cuando ve al célebre ateo agitando sus brazos en un intento de salvar su vida se
acerca al borde y le mira. Hume le suplica a la dama que le acerque una rama para poder
escapar, pero ella responde que se niega a menos que proclame su devoción
a Dios Todopoderoso. Hume finalmente hace lo que le pide y la dama le ayuda a salir.
De 1763 a 1765 Hume ejerció como secretario de Lord Hertford en París, donde se ganó la
admiración de Voltaire y fue agasajado por las damas de la alta sociedad. Allí trabó una
amistad con Rousseau que más tarde se estropearía. Escribió sobre su estancia en París «A
menudo añoré la tosquedad de The Poker Club de Edimburgo... para corregir y rectificar tanta
exquisitez». En 1768 se estableció en Edimburgo. En 1770, el filósofo alemán Immanuel
Kant avivó el interés por los trabajos filosóficos de Hume al declarar que le habían despertado
de «sueños dogmáticos» (circa) y desde entonces gozó del reconocimiento que había
perseguido durante toda su vida.
James Boswell visitó a Hume pocas semanas antes de su muerte. Hume le dijo que
sinceramente veía la vida después de la muerte como «el capricho más irracional». Hume
escribió su propio epitafio: «Nacido en 1711, Muerto en 1776. Dejando a la posteridad que
añada el resto» que está grabado conjuntamente con el año de su fallecimiento en la «sencilla
tumba romana» que dejó escrito que prefería y que está situada, como deseaba, en la ladera
este de Calton Hill, desde la que se ve su casa, en el número 1 de St David Street del New
Town de Edimburgo.

Legado[editar]
Aunque Hume escribió sus obras en el siglo XVIII, su trabajo sigue siendo relevante en las
disputas filosóficas de la actualidad, lo que contrasta con las aportaciones de muchos de sus
contemporáneos. A continuación se ofrece un sumario de sus trabajos filosóficos más
influyentes:
Ideas e impresiones[editar]
Hume cree que todo el conocimiento humano proviene de los sentidos. Nuestras
percepciones, como él las llamaba, pueden dividirse en dos categorías: ideas e impresiones.
Así define estos términos en Investigación sobre el entendimiento humano:
«Con el término impresión me refiero a nuestras percepciones, cuando oímos, o vemos, o
sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas,
que son impresiones menos vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos
sobre alguna de las sensaciones anteriormente mencionadas».
Más adelante precisa el concepto de las ideas, al decir:
«Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son
nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible
pensar en nada que no hayamos sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos
externos o internos».
Esto constituye un aspecto importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir
que no podemos tener la certeza de que una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos
que podamos señalar la impresión de la cual, esa idea, se deriva.
Problema de la causalidad[editar]
Cuando un acontecimiento sucede tras otro, podemos llegar a pensar que una conexión entre
ambos acontecimientos hace que el segundo suceda al primero (post hoc ergo propter hoc).
Hume desafió a esta creencia en su primer libro Tratado de la naturaleza humana y más tarde
en su Investigación sobre el entendimiento humano. Se dio cuenta de que aunque percibimos
que un elemento suceda al otro, no percibimos ninguna condición necesaria y suficiente entre
los dos. Y, de acuerdo con su epistemología escéptica, sólo podemos confiar en el
conocimiento que adquirimos a través de nuestras percepciones. Hume declaró que nuestra
idea de causalidadconsiste en poco más que la esperanza de que ciertos acontecimientos se
den tras otros que los preceden.
«No tenemos otra noción de causa y efecto, excepto que ciertos objetos siempre han
coincidido, y que en sus apariciones pasadas se han mostrado inseparables. No podemos
penetrar en la razón de la conjunción. Sólo observamos la cosa en sí misma, y siempre se da
que la constante conjunción de los objetos adquiere la unión en la imaginación» 8
En realidad no podemos decir que un acontecimiento causó al otro. Todo lo que sabemos con
seguridad es que un acontecimiento está correlacionado con el otro. Para describir esto,
acuñó el término conjunción constante, que consiste en que cuando vemos cómo un
acontecimiento siempre causa otro lo que en realidad estamos viendo es que un
acontecimiento ha estado siempre en conjunción constante con el otro (costumbre). En
consecuencia, no tenemos ninguna razón para creer que el primero causó al segundo, o que
continuarán apareciendo siempre en conjunción constante en el futuro9. La razón por la que
presentamos este comportamiento no es que la causa-efecto sea el comportamiento de la
naturaleza, sino los hábitos de la psicología humana10.
A esto se le añade el hecho de que Hume, al observar que solo somos capaces de tener
constancia de las características concretas de lo que hay en nosotros y a nuestro alrededor en
un momento determinado, no existen sustancias, sino propiedades que luego atribuimos a
hipotéticas sustancias. Esto constituye su "bundle theory", o teoría del haz, según la cual los
objetos solo lo son en tanto que conjuntos de propiedades concretas e individuales 11.
Esta concepción le quita toda la fuerza a la causación, y otros humeanos posteriores,
como Bertrand Russell, han desechado la misma noción de causación aduciendo que es un
tipo de superstición. Pero esto desafía al sentido común, creando el problema de la causación
—¿Qué justifica nuestra confianza en la existencia de una conexión causal y de qué clase de
conexión podemos saber?— un problema para el que no se ha encontrado solución. Hume
sostuvo que tanto nosotros como otros animales tenemos una tendencia instintiva a creer en
la causación debido al desarrollo de hábitos de nuestro sistema nervioso, una creencia que no
podemos eliminar, pero que no podemos probar mediante ningún
argumento, deductivo o inductivo.
Problema de la inducción[editar]
En Investigación sobre el entendimiento humano (EHU), §4.1.20-27, §4.2.28-33.12, Hume
articuló su tesis de que todo el razonamiento humano pertenece a dos clases, Relaciones de
ideas y Hechos. Mientras que las primeras involucran conceptos abstractos como las
matemáticas y están gobernadas por las certezas deductivas, los segundos comportan la
experiencia empírica donde todos los razonamientos son inductivos. Dado que de acuerdo
con Hume no podemos conocer nada de la naturaleza con anterioridad a la experimentación,
incluso un hombre racional sin experiencia «no podría haber inferido de la transparencia y la
fluidez del agua que sofocaría su sed, o a partir de la luz y el calor del fuego que le
consumiría» (EHU, 4.1.6). Así que todo lo que podemos decir, pensar o predecir de la
naturaleza debe venir de la experiencia previa, lo que lleva a la necesidad de la inducción.
La inferencia o razonamiento inductivo presupone que se puede confiar en los actos pasados
como regla a partir de la cual se puede predecir el futuro. Por ejemplo, si en el pasado ha
llovido el 60% del tiempo cuando se dan unas condiciones atmosféricas determinadas,
entonces en el futuro probablemente lloverá un 60% del tiempo si se dan las mismas
condiciones. Pero aún queda el problema de cómo justificar tal inferencia, conocida como
el principio de inducción. Hume sugirió dos posibles justificaciones, que sin embargo
rechazó:

1. La primera justificación descansa en la suposición, tomada como una necesidad


lógica, de que el futuro debe parecerse al pasado. Pero Hume puntualiza que
podemos concebir un mundo caótico y errante en el que el futuro no tiene nada que
ver con el pasado; o un mundo como el nuestro hasta el presente, que llegado a un
punto cambia totalmente. Así que nada hace que el principio de inducción sea una
necesidad lógica.

2. La segunda justificación, más modesta, apela a los éxitos anteriores de la inducción:


en el pasado ha funcionado en la mayoría de las ocasiones, así que probablemente
seguirá haciéndolo en el futuro. Pero, como Hume comenta, esta justificación hace
uso del razonamiento circular en un intento de justificar la inducción mediante la
reiteración, lo que nos devuelve al punto de partida.
El notable filósofo del siglo XX Bertrand Russell confirmó y elaboró el análisis de Hume del
problema en su trabajo Los problemas de la filosofía, capítulo 6.13
A pesar de la crítica de Hume a la inducción, sostuvo que era superior a la deducción en el
reino del pensamiento empírico. Tal y como declara:
«esta operación de la mente, por la que podemos inferir los efectos de las causas y viceversa,
es esencial para la subsistencia de todas las criaturas humanas, es probable que pueda
confiarse más en ella que en las falacias de la deducción de nuestra razón, que es lenta en
sus operaciones; no aparece en los primeros años de la infancia; y como mucho es, en
cualquier edad y periodo de la vida humana, extremadamente proclive al error». (EHU, 5.2.22)

Razón práctica: instrumentalismo y nihilismo[editar]


La mayoría de las personas consideran algunas conductas más razonables que otras. Por
ejemplo, comer papel de aluminio parece irracional. Pero Hume negó que la razón tuviera un
papel importante cara a motivar o desalentar la conducta. Según él, la razón no es más que
una calculadora de conceptos y experiencia. Lo que en definitiva importa es como nos
sentimos respecto a la conducta. Su trabajo se asocia con la doctrina del instrumentalismo,
que dice que una acción es razonable si y sólo sí sirve para alcanzar los propios deseos, sean
los que sean. La razón puede participar solamente informando acerca de las acciones que
serán más útiles para alcanzar las metas y deseos, pero nunca dirá qué metas y deseos se
deben de tener. Así que si alguien quiere ingerir papel de aluminio la razón dirá dónde
encontrarlo, y no hay nada irracional en el hecho de comerlo o en querer hacerlo (a menos
que se tenga un deseo más fuerte de conservar la salud). Hoy en día, sin embargo, se aduce
que Hume fue un paso más allá adentrándose en el nihilismo, pues dijo que no había nada
irracional en frustrar los propios deseos y metas. Tal conducta sería anormal, pero no sería
contraria a la razón.
Ética[editar]
David Hume trató la ética por primera vez en el segundo y tercer libro del Tratado de la
naturaleza humana (1739). Varios años después, extrajo y extrapoló las ideas allí propuestas
en un ensayo más corto titulado Investigación sobre los principios de la moral (1751). La
aproximación de Hume a los problemas morales es fundamentalmente empírica. En lugar de
decir cómo debería de operar la moral, expone cómo realizamos los juicios morales. Tras
proporcionar varios ejemplos llega a la conclusión de que la mayoría (si no todas) de las
conductas que aprobamos tienen en común que buscan incrementar la utilidad y el bienestar
público. Al contrario que el también empirista Thomas Hobbes, Hume declara que no sólo
realizamos juicios morales teniendo en cuenta nuestro propio interés, sino también el de
nuestros conciudadanos. Hume defiende esta teoría de la moral al asegurar que nunca
podemos realizar juicios morales basándonos únicamente en la razón. Nuestra razón trata con
hechos y extrae conclusiones a partir de ellos, pero no nos puede llevar a elegir una opción
sobre otra; sólo los sentimientos pueden hacerlo. Este argumento contra la moral
fundamentada en la razón forma parte hoy en día de los argumentos antirrealistas.
Por tanto, Hume niega la existencia de una "razón práctica" y la posibilidad de una
fundamentación racional de la ética. El objeto de la moral (pasiones, voliciones y acciones) no
es susceptible de ese acuerdo o desacuerdo entre las ideas sobre las que se basan lo
verdadero y lo falso. Si la razón no puede ser la fuente del juicio de valor, habrá que buscarlo
en el sentimiento, que surge espontáneo en nosotros ante acciones susceptibles de lo que
consideramos valoración moral. El análisis de este sentimiento revela que es una forma de
placer o de "gusto". Ello le lleva a excluir de la moral todo rastro de austero moralismo o de
mortificación del alma o del cuerpo, porque el fin de la moral es la felicidad y el gozo de vivir
del mayor número de hombres posible.
Igualmente duro se muestra Hume ante el problema religioso. Menoscaba la pretensión de las
pruebas de la existencia de Dios, y niega su existencia apelando al problema del mal en el
mundo. La religión tiene su origen en el sentimiento de miedo de la gente y en la ignorancia de
las causas de los eventos terribles de la naturaleza. En su libro Historia natural de la religión,
defiende una evolución a partir del politeísmo, hasta llegar a la idea abstracta de la divinidad
propia de las religiones monoteístas.
Determinismo y libre albedrío[editar]
Muchos han advertido el conflicto aparente entre el libre albedrío y el determinismo. Si las
acciones que se realizan estaban predeterminadas desde hace miles de millones de años,
entonces ¿cómo es que podemos decidir? Pero Hume advirtió otro conflicto, al ver el
problema desde la perspectiva contraria: el libre albedrío es incompatible con el
indeterminismo. Si las acciones realizadas no están determinadas por acontecimientos
anteriores entonces las acciones son completamente aleatorias. Además, y de más
importancia para la filosofía humana, no están determinadas por el carácter o la personalidad
–los deseos, las preferencias, los valores, etc.–; pero, ¿cómo podría ser alguien responsable
de una acción que no es consecuencia de su carácter, sino que ocurre de forma aleatoria? El
libre albedrío parece necesitar del determinismo, porque de lo contrario el agente y la acción
no estarían conectados. Así que, mientras que el libre albedrío parece contradecir al
determinismo, al mismo tiempo necesita del determinismo. La concepción de Hume de la
conducta humana tiene causas, y por lo tanto al hacer a las personas responsables por sus
acciones se debería intentar recompensarlas o castigarlas de tal forma que intentaran hacer lo
que es moralmente deseable e intentaran evitar hacer lo que es moralmente indeseable.
Problema del ser y el deber ser[editar]
Artículo principal: Problema del ser y el deber ser

Hume se percató de que muchos escritores hablaban sobre lo que debería ser partiendo de la
base de lo que es; pero hay una gran diferencia entre las proposiciones descriptivas (lo que
es) y las prescriptivas (lo que debe ser) (ver libro III, parte I, sección I del Tratado de la
naturaleza humana). Hume pide a los escritores que se pongan en guardia ante estos
cambios sin aportar explicaciones acerca de cómo se supone que las proposiciones
prescriptivas deben de seguirse de las declarativas. La cuestión de ¿con qué exactitud se
puede derivar el 'deber' del 'ser'? ha llegado a ser una de las cuestiones centrales de la teoría
ética, y a Hume se le adjudica normalmente la opinión de que tal derivación es imposible
(otros interpretan que Hume no dijo que una aserción fáctica no puede devenir en una
aserción ética, sino que no podía hacerse sin prestar atención a los sentimientos humanos).
Hume es probablemente uno de los primeros escritores que realizó una distinción entre lo
normativo (lo que debería ser) y lo positivo (lo que es). G. E. Moore defendió una posición
similar con su argumento de la pregunta abierta, en un intento de refutar cualquier
identificación entre las propiedades morales y las naturales, la llamada falacia naturalista.
Utilitarismo[editar]

Estatua erigida en honor a David Hume en Edimburgo. Obra del escultor Alexander Stoddart.

Hume, junto con los demás miembros de la ilustración escocesa, fue probablemente el
primero en proponer que la razón de los principios morales puede buscarse en la utilidad que
tratan de promover. El papel de Hume, sin embargo, no debe sobreestimarse; fue Francis
Hutcheson el que acuñó el lema del utilitarismo: «la mayor felicidad para el mayor número».
Pero fue tras leer el Tratado de Hume cuando Jeremy Bentham sintió por primera vez la fuerza
del sistema utilitario. Sin embargo, el proto-utilitarismo de Hume es peculiar. No cree que la
adición de unidades de utilidad proporcione la forma de llegar a la verdad moral. Al contrario,
Hume era un sentimentalista moral y, como tal, pensaba que los principios morales no podían
justificarse intelectualmente. Algunos principios simplemente nos parecen mejores que otros; y
la razón de por qué los principios utilitarios nos parecen mejores es porque favorecen nuestros
intereses y los de nuestros coetáneos, con los que simpatizamos. Los seres humanos están
fuertemente predispuestos a aprobar normas que promuevan la utilidad pública de la
sociedad. Hume usó esta idea para explicar cómo evaluamos un amplio abanico de
fenómenos, desde las instituciones sociales y políticas gubernamentales a los rasgos de la
personalidad.
Problema de los milagros[editar]
Para Hume, el único apoyo de la religión más allá del estricto fideísmo son los milagros, dando
argumentos a partir de la concepción de milagro como una violación de las leyes de la
naturaleza. Su definición exacta de milagro se puede encontrar en su Investigación sobre el
entendimiento humano, donde dice que los milagros son violaciones de las leyes naturales y
por tanto son muy improbables. Se ha criticado esta idea mediante el contraargumento de que
tal dictado asume el carácter de los milagros y las leyes de la naturaleza antes de examinar
los milagros, lo que es una sutil forma de dar por sentada la conclusión. También
puntualizaron que este razonamiento apela a la inferencia inductiva, problemática en la
filosofía humana, pues nadie ha observado todos los acontecimientos de la naturaleza ni
examinado todos los posibles milagros (por ejemplo, los que no han sucedido todavía). Otra
oposición a este argumento parte de que el testimonio humano nunca puede ser
suficientemente digno de confianza para contradecir la evidencia de las leyes de la naturaleza.
Este punto de vista se ha aplicado a la cuestión de la resurrección de Jesús, respecto a la que
Hume no dudó en preguntar, «¿Qué es más probable – que un hombre ascienda de entre los
muertos o que el testimonio esté, de alguna forma, errado?». Esta pregunta es similar a
la navaja de Occam. Este argumento es la espina dorsal del movimiento escéptico y todavía
constituye un problema para los historiadores de la religión.
Argumento del diseñador[editar]
Uno de los argumentos más antiguos y utilizados para demostrar la existencia de Dios es
el argumento teleológico: que todo el orden y el propósito es un indicio de su origen divino.
Hume hizo la crítica clásica a este argumento en Diálogos sobre religión y en Investigación
sobre el entendimiento humano y, aunque el asunto está lejos de estar resuelto, muchos creen
que Hume refutó el argumento con éxito. Su argumentación se sostiene en que:

1. Para que el argumento sea cierto, debe ser verdadero que el orden y el propósito se
observen cuando resulten de un diseño. Pero se puede observar el orden con
frecuencia en procesos carentes de planificación como la cristalización. El diseño sólo
es causante de una minúscula parte de nuestra experiencia.

2. Además, el argumento del diseñador se basa en una analogía incompleta: dada


nuestra experiencia con los objetos, podemos reconocer los diseñados por el hombre,
comparando por ejemplo un montón de piedra con una pared. Pero para reconocer un
universo diseñado necesitamos conocer una variedad de universos diferentes. Como
sólo podemos conocer uno, la analogía no puede aplicarse.

3. Incluso si el argumento fuera perfectamente válido, no podría establecer un teísmo


robusto; pues se puede llegar fácilmente a la conclusión de que la configuración del
universo es el resultado de un agente o agentes no inteligentes cuyos métodos sólo
tienen una remota similitud con el diseño humano.

4. Si un mundo natural ordenado necesita de un diseñador, entonces la mente de Dios


(que es ordenada) también necesita un diseñador. Entonces, este diseñador necesita
de otro diseñador, y así ad infinitum. Se podría responder apelando a una inexplicable
mente divina auto-ordenada; pero entonces ¿por qué no contentarse con un
inexplicable mundo auto-ordenado?

5. A menudo, cuando se trata del propósito, cuando parece que el objeto X tiene la
característica C para poder lograr la recompensa O, se puede explicar mejor mediante
un filtrado: es decir, el objeto X no existiría si no tuviese la característica C, y la
recompensa O sólo es una proyección de las metas humanas en la naturaleza. Esta
explicación de la teleología anticipó la idea de selección natural.
Conservadurismo y teoría política[editar]
Muchos ven a David Hume como un conservador, y en ocasiones se le llama el primer filósofo
conservador. Expresó su desconfianza por los intentos de reformar la sociedad para llevarla
lejos de la costumbre establecida, y aconsejó a los pueblos que no se rebelasen contra sus
gobernantes, excepto en casos de tiranía flagrante. Sin embargo, se resistió a tomar parte por
ninguno de los partidos políticos británicos, los Whigs y los Tories, y creía que se debe
equilibrar el anhelo de libertad con la necesidad de una autoridad poderosa, sin sacrificar
ninguna de las dos. Apoyó la libertad de prensa y se mostró simpatizante de la democracia,
aunque con restricciones. Se ha dicho que fue una gran inspiración para James Madison, en
particular para el libro Federalista Nº 10. También se mostró optimista respecto al progreso
social, pues creía que gracias al desarrollo económico que resulta de la expansión del
comercio las sociedades progresaban desde la barbarie a la civilización. Según él, las
sociedades civilizadas son abiertas, pacíficas y sociables, y sus ciudadanos son, en
consecuencia, mucho más felices.
Aunque fuertemente pragmático, Hume produjo un ensayo titulado Idea de la mancomunidad
perfecta14, donde detallaba qué reformas se deberían acometer, que incluían la separación de
poderes, descentralización, extender el sufragio a todo el que tuviera propiedades de valor y
limitar el poder de la iglesia. Propuso el sistema del ejército Suizo como la mejor forma de
protección. Las elecciones deberían de tener lugar anualmente y los representantes del
pueblo no deberían cobrar emolumentos.
Contribuciones al pensamiento económico[editar]
En el transcurso de sus argumentaciones políticas, Hume desarrolló muchas ideas que gozan
de prevalencia en la economía, principalmente acerca de la propiedad intelectual, la inflación y
el comercio exterior.
Para Hume la propiedad privada no es un derecho natural, pero se justifica debido a la
existencia de bienes limitados. Si todos los bienes fueran ilimitados y estuvieran disponibles,
entonces la propiedad privada no tendría sentido. Hume creía en la distribución desigual de la
propiedad, dado que la igualdad perfecta destruiría las ideas de industria y el ahorro, lo que
llevaría al empobrecimiento.
Hume se cuenta entre los primeros que desarrollaron la teoría llamada mecanismo de flujo
especie-dinero, una idea que contrasta con el mercantilismo. Expuesto de una forma
simplificada, en un sistema de patrón oro, cuando un país tiene una balanza comercial positiva
(es exportador neto), incrementa sus flujos entrantes de oro. Esto resulta en una inflación de
su nivel general de precios, que en último término erosionará la ventaja competitiva del país y
reducirá sus exportaciones. De este modo, el patrón oro permitiría restaurar automáticamente
el equilibrio en la balanza de pagos de un país.
Hume también propuso una teoría de la inflación beneficiosa. Creía que incrementar el
suministro de dinero avivaría la producción a corto plazo. Este fenómeno estaría ocasionado
por un margen entre el incremento del suministro de dinero y los precios. El resultado es que
los precios no se elevarían a corto plazo y puede que no lo hicieran nunca. Esta teoría se
desarrolló más tarde por John Maynard Keynes.
Racismo[editar]
Esta controvertida nota al pie aparece en el original del ensayo De los caracteres nacionales:
Sospecho que los negros y en general todas las otras especies de hombres (de las
que hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca
hubo una nación civilizada que no tuviera la tez blanca, ni individuos eminentes en la
acción o la especulación. No han creado ingeniosas manufacturas, ni artes, ni
ciencias. Por otra parte, entre los blancos más rudos y bárbaros, como los antiguos
alemanes o los tártaros de la actualidad, hay algunos eminentes, ya sea en su valor,
forma de gobierno o alguna otra particularidad. Tal diferencia uniforme y constante no
podría ocurrir en tantos países y edades si la naturaleza no hubiese hecho una
distinción original entre estas clases de hombre, y esto por no mencionar nuestras
colonias, donde hay esclavos negros dispersados por toda Europa, de los cuales no se
ha descubierto ningún síntoma de ingenio; mientras que la gente pobre, sin educación,
se establece entre nosotros y se distinguen en todas las profesiones. En Jamaica, sin
embargo, se habla de un negro que toma parte en el aprendizaje, pero seguramente
se le admira por logros exiguos, como un loro que ha aprendido a decir varias
palabras.
Debe tenerse en cuenta que esta forma de racismo era habitual en la cultura europea de
la época de Hume. Podría haber sido un 'hijo de su época' en ese aspecto, o incluso, por
la forma especulativa en que esta nota está escrita, podría haber aplicado un ejemplo de
una de sus propias reflexiones sobre la causalidad, tratada más arriba: una "conjunción
constante" entre las personas de otras razas que conocía y los logros de las mismas.

Obras[editar]
 Historia amable de mi vida (1734) Biblioteca Nacional de Escocia
Una carta a un médico en la que se pide consejo acerca de la "Enfermedad de lo
aprendido" que le aflige. En esta obra declara que a los dieciocho años de
edad «pareció abrirse ante mí una nueva área del pensamiento..» que le
hizo «abandonar otro placer u ocupación» y le condujo a la búsqueda de la erudición.

 Tratado sobre la naturaleza humana: Un intento de introducir el método de


razonamiento experimental en las cuestiones morales. (1739–1740)

 Libro 1: "Del entendimiento" Tratado que comprende desde el origen de las


ideas a su división.

 Libro 2: "De las pasiones" Tratado de las emociones.

 Libro 3: "De la moral" Ideas morales, justicia, obligaciones, benevolencia.


Hume esperó a ver si el Tratado alcanzaba el éxito, y de ser así lo completaría con
libros dedicados a la política y a la crítica. Sin embargo, no lo logró, así que nunca lo
completaría.

 Resumen de un libro recientemente publicado: Titulado Tratado sobre la


naturaleza humana (1740)
En ocasiones atribuido a Adam Smith, en la actualidad se cree que fue un intento de
Hume de popularizar su Tratado.

 Ensayos sobre moral y política (primera edición: 1741–1742)

John Locke
(1632/08/29 - 1704/10/28)
Filósofo inglés
 Obras: Carta sobre la tolerancia, Dos tratados sobre el
gobierno civil, Ensayo sobre el entendimiento humano...

 Materias: Metafísica, epistemología, educación...

 Partido político: Whig

Nació el 29 de agosto de 1632 en Wrington, Somerset. Fue


bautizado en ese mismo día.

Hijo de los puritanos Agnes Keene y John Locke, un


abogado.

Cursó estudios en la Universidad de Oxford, donde


fue profesor de griego, retórica y filosofía moral desde
1661 hasta 1664.

Amigo de Robert Boyle, Thomas Sydenham, e Isaac


Newton. En el año 1667 comenzó su relación con el
estadista Anthony Ashley Cooper, primer conde de
Shaftesbury, de quien fue amigo y médico.
En 1675, después de que Shaftesbury hubiera perdido el
favor de la corona, Locke se radicó en Francia. Desde 1683
hasta 1688 reside en Holanda, y tras la llamada Revolución
gloriosa de 1688 y la restauración del protestantismo,
regresó a Inglaterra.

El rey Guillermo III de Orange le nombró para que


desempeñara el ministerio de Comercio en 1696, cargo del
que dimitió en 1700 a causa de una enfermedad.

Considerado como uno de los


primeros empiristas británicos, contribuyó a la teoría
del contrato social. Sus escritos influyeron en muchos
pensadores así como en los revolucionarios
estadounidenses. Sus contribuciones repercutieron en la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos y en
la Declaración de Derechos de 1689.

Sostenía que la mente de una persona en el momento del


nacimiento es una hoja en blanco sobre la que la
experiencia imprime el conocimiento. Criticó en sus
dos Tratados sobre el gobierno civil(1690) la teoría del
derecho divino de los reyes. Afirmó que la soberanía no
reside en el Estado sino en la gente, y que el Estado es
supremo pero solo si respeta la ley civil y la que él llamó
ley "natural". Creía en la libertad religiosa y en la
separación de la Iglesia y el Estado.

John Locke falleció el 28 de octubre de 1704 en Oates,


Essex.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
(1770/08/27 - 1831/11/14)

Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Filósofo alemán

"El hombre que no es capaz de luchar por la libertad, no es


un hombre, es un siervo"
Hegel

Nació el 27 de agosto de 1770 en Stuttgart.

Hijo de Maria Magdalena Louisa Fromm y Georg Ludwig, un


funcionario de la hacienda pública, (secretario de la
delegación de hacienda). Su madre murió cuando Hegel
tenía trece años. Tuvo una hermana, Christiane Luise, y un
hermano, Georg Ludwig.

Cursó estudios de los clásicos griegos y latinos en el


gymnasium de Stuttgart. Su padre deseaba que se
convirtiera en pastor protestante, por lo que ingresó en el
seminario de la Universidad de Tubinga en 1788 donde se
hizo amigo del poeta Friedrich Hölderlin y del filósofo Friedrich
Wilhelm Joseph von Schelling.

Fue preceptor en Berna (Suiza) en el año 1793. Dos años


más tarde falleció su padre, dejándole una herencia que le
permitió abandonar su trabajo como tutor. En 1801 entra en
la Universidad de Jena. Allí concluyó La fenomenología del
espíritu (1807), uno de sus trabajos más importantes.

Considerado como el último de los grandes metafísicos,


Hegel realizó contribuciones fundamentales en una gran
variedad de campos de la reflexión humana, que abarcan la
filosofía de la historia, la estética y la ética social. En
cuanto a la historia, sus dos categorías explicativas claves
son la razón y la libertad. Entre las obras presentadas bajo
el título genérico de Lecciones, se encuentran Filosofía de
las Bellas Artes (1835-1838), Lecciones de la historia de la
filosofía (1833-1836), Lecciones de filosofía de la
religión (1832) y Lecciones sobre la filosofía de la
historia(1837). Permaneció en Jena hasta octubre de 1806,
cuando la ciudad fue ocupada por los franceses y se vio
obligado a escapar.
Cuando agotó los recursos de su herencia, trabajó
como redactor en el periódico Bamberger Zeitung de
Baviera, más adelante se trasladó a Nuremberg donde fue
director de un gymnasium durante ocho años. Durante su
estancia en Nuremberg, se casó con Marie von Tucher, de
quien tuvo tres hijos: una niña, que murió al poco de nacer,
y dos varones, Karl e Immanuel. Antes de su matrimonio,
tuvo un hijo ilegítimo, Ludwig, que acabaría viviendo con
ellos.

Publicó después de siete años de trabajo Ciencia de la


Lógica (1812, 1813, 1816). En 1816 ocupó la cátedra de
Filosofía en la Universidad de Heidelberg y publicó sus
pensamientos filosóficos en su obra Enciclopedia de las
ciencias filosóficas (1817). En el año 1818 se trasladó a
la Universidad de Berlín, donde permaneció hasta su
muerte, el 14 de noviembre de 1831 víctima de una
epidemia de cólera.

Su última obra publicada fue La filosofía del


Derecho (1821), aunque algunas notas de sus conferencias,
junto con apuntes de sus alumnos, fueron también
publicadas después de su muerte.

Obras seleccionadas

Fenomenología del espíritu (Phänomenologie des Geistes,


1807)
Ciencia de la lógica (Wissenschaft der Logik, 1812–1816)
Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Enzyklopaedie der
philosophischen Wissenschaften, 1817)
Elementos de la filosofía del derecho (Grundlinien der
Philosophie des Rechts, 1821)

Santo Tomás de Aquino


(Unknown - 1274/03/07)

Santo Tomás de Aquino

Filósofo y teólogo italiano

"En esta vida es mejor conocer que amar las cosas


inferiores a nosotros, pero es mejor amar las cosas que son
superiores. Respecto de Dios es mejor amarlo que
conocerlo, porque el conocimiento hace que las cosas
vengan a nosotros y se adapten a nuestra manera de ser;
pero el amor, que es la caridad, nos hace salir de nosotros
y nos lanza hacia el objeto amado"
Tomás de Aquino.

Nació en el seno de una familia noble


en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia).

Amplió sus estudios en el monasterio benedictino de Monte


Cassino y en la Universidad de Nápoles.

Cuando aún no se había graduado, en 1243, ingresó en la


orden de los dominicos. Su madre, que se oponía a la
entrada de Tomás en una orden mendicante, le raptó y le
mantuvo bajo custodia en el castillo familiar durante más
de un año en un vano intento de hacerle abandonar el
camino que había elegido. Cuando fue puesto en libertad
en 1245, viajó a París para completar su formación.

Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno,


siguiéndole a Colonia en 1248. Por fin se ordenó sacerdote
en 1250 y empezó a impartir clases en la Universidad de
París en 1252. Dos años después aparecían sus primeros
escritos.

Principal representante de la tradición escolástica;


fundador de la escuela tomista; conocido como "Doctor
Angélico" , "Doctor Común" o " Doctor Universal". Como
primera obra importante destaca Scripta super libros
Sententiarum (c. 1256), que consiste en comentarios sobre
una obra influyente relacionada con los sacramentos de la
Iglesia, conocida como el Sententiarum libri quatuor, del
teólogo italiano Pedro Lombardo. Su trabajo más conocido
es la Suma Teológica, tratado en el cual expone la doctrina
católica. En 1256 le otorgaron un doctorado en teología,
además de ser nombrado profesor de filosofía en la
Universidad de París. El papa Alejandro IV, que ocupó la
silla pontificia desde 1254 hasta 1261, le llamó a Roma en
1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia
papal. En 1268 volvió a París, donde se implicó en una
controversia con el filósofo francés Siger de Brabant y
otros seguidores del filósofo islámico Averroes.

Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental


había estado dominado por la filosofía de San Agustín, gran
Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV
y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se
debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios
del siglo XIII las principales obras
de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción
latina de la escuela de traductores de Toledo,
acompañadas por los comentarios de Averroes y otros
eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las
enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el
conocimiento empírico, lo que originó la formación de una
escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el
liderazgo de Siger de Brabant, los averroístas afirmaban
que la filosofía era independiente de la revelación. Esta
postura amenazaba la integridad y supremacía de la
doctrina católica, apostólica romana y llenó de
preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a
Aristóteles, tal como lo hacían los averroístas, era
imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que
ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos
habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con
poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez. Primero
sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus
contra averroistas(1270). Esta obra volvió la tendencia
contra sus oponentes, quienes fueron censurados por la
Iglesia.

Deja París en 1272, para pasar a vivir en Nápoles, donde


organizó una nueva escuela dominica. En marzo de 1274,
mientras viajaba para asistir al Concilio de Lyon, al que
había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo.
Falleció el 7 de marzo en el monasterio cisterciense
de Fossanova.

Fue canonizado medio siglo después de su muerte por el


papa Juan XXII y proclamado Doctor de la Iglesia por el
papa Pío V en 1567. Su festividad se celebra el 28 de enero.

*buscabiografias.com

Hola amigos, espero que estén bien, en esta ocasión les traigo
20 datos curiosos y importantes de San Agustín espero que les
guste y no olviden dejarme un comentario.

1. Agustín nació en Tagaste (Souk-Ahras, Argelia) en el año 354.


2. Hijo de Patricio (pequeño propietario pagano) y de Mónica
(cristiana piadosa).

3. Estudió en Madura y Cartago, especializándose en gramática


y retórica.

4. Pasa de una escuela filosófica a otra sin encontrar respuestas


a sus inquietudes.

5. Desde muy joven vive con una mujer con la que tiene un hijo
llamado Adeodato (en latín “dado por Dios”).

6. En su autobiografía habla de la época de su juventud con


amargura y se avergüenza de su comportamiento.

7. A los 32 años comienza una nueva etapa la cual narra el


encuentro con el obispo Ambrosio en Milán, empieza a asistir
como catecúmeno a celebraciones litúrgicas de Ambrosio, de las
cuales queda admirado.

8. En el año 387 se convierte al cristianismo y a los 33 años es


bautizado junto a su hijo Adeodato.

9. Luego de su viaje de regreso a África, Mónica muere, luego


este llega a Tagaste para vender todos sus bienes y repartirlos
entre los pobres.

10. En el 391 viaja a Hipona. Es ordenado sacerdote y funda un


monasterio.

11. En el año 396 es consagrado obispo de Hipona, a partir de


ese momento se dedica plenamente a la acción pastoral.

12. Este dedicó 34 años de su vida al servicio de obispo.

13. En el año 398 escribe su obra Las Confesiones; luego


comienza el Tratado sobre la Trinidad y en el 413 inicia La ciudad de
Dios.
14. Combatió algunas herejías de su tiempo como el donatismo
y el pelagianismo con su predicación y sus escritos.

15. Agustín muere en el año 430, en esta fecha los vándalos


estaban a punto de entrar a Hipona.

16. En su búsqueda por la verdad encontró a Jesucristo, “la


verdad absoluta” y la verdadera felicidad.

17. Un dato curiosos es que Agustín tuvo una «intuición genial»


acerca de la relación espacio-tiempo, adelantándose 1500 años
a Albert Einstein y a la teroría de la relatividad cuando Agustín
afirma que el universo no nació en el tiempo, sino con el tiempo,
que el tiempo y el universo surgieron a la vez.

18. San Agustín de Hipona fue enterrado en San Pietro in Ciel


d’Oro, Pavía, Italia.

19. Con él se lega a la posteridad el pensamiento filosófico-


teológico más influyente de la historia.

20. San Agustín es venerado en la Iglesia católica, la Iglesia


ortodoxa, las Iglesias orientales y las Iglesias protestantes.

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