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Trabajo Monográfico: Costumbres Asháninkas

Integrantes:
Lady Verónica Santa Cruz CH.
Diana Chumacero Sánchez
Carolina Chumbe Pizango
Alexandra Pérez Ayala
Noemi Chugo Rivera

Abril 2018.

Universidad Peruana de Los Andes.


Facultas de Humanidades.
Escuela de Educación Inicial

Curso Taller de Ashaninka


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Dedicatoria

Dedicamos este trabajo a los distintos pueblos indígenas del Perú. Por su valentía, para
enfrentar los grandes retos que en la actualidad deben superar para lograr mantener su
forma de vida y, en la esperanza de que alcancen la justicia social que merecen.

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Agradecimientos

Gracias a todos los profesores que han participado en nuestra formación


universitaria, por su dedicación y constancia para impulsarnos a ser mejores.

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Tabla de Contenidos

Introducción Costumbres, tradiciones, identidad y sentido de pertenencia ....................... 5


Capítulo I: Cosmovisión Asháninka ................................................................................... 7
Ilustración 1- “Los Mundos y sus espacios” ................................................................... 8
......................................................................................................................................... 9
Ilustración 2 – “La tierra y sus espacios”........................................................................ 9
......................................................................................................................................... 9
Ilustración 3 – “El Agua y sus espacios” ........................................................................ 9
Tradiciones antiguas: .................................................................................................... 10
El relato sobre el Sol ................................................................................................. 10
“El relato sobre la Luna”........................................................................................... 10
“La formación del Mundo y los primeros Asháninkas” ........................................... 11
“El Sheripiari” .......................................................................................................... 12
“El Antiaviri, El Matsi, El Alma” ............................................................................. 13
“Las plantas mágicas” ............................................................................................... 14
Ilustración 4-"Principales enfermedades" ................................................................. 15
Narraciones actuales de pobladores de la comunidad nativa de Mariscal Cáceres: ..... 16
“Los antiguos adoraban la candela” .......................................................................... 16
“Mi abuelo Manuel Michari” .................................................................................... 16
“En el cerro hay una campana”................................................................................. 16
“Había un horno” ...................................................................................................... 17
Capítulo II: Identidad “Ser asháninka en la actualidad” ................................................... 18
La lengua asháninka ...................................................................................................... 21
El pueblo asháninka ...................................................................................................... 21
Breve historia de los pueblos asháninka en el territorio peruano ................................. 21
Los antiguos .............................................................................................................. 22
La relación con las sociedades andinas..................................................................... 22
Los pueblos asháninkas en la actualidad ...................................................................... 23
Viviendo en la ciudad ................................................................................................... 24
Conclusiones ..................................................................................................................... 25
Bibliografía ....................................................................................................................... 26

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Introducción
Costumbres, tradiciones, identidad y sentido de pertenencia

Hablar de costumbres asháninka es referirse a todas aquellas acciones, prácticas y


actividades que son parte de la tradición de esta comunidad y que están profundamente
relacionadas con su identidad, con su carácter único y con su historia.

Aunque las costumbres de una sociedad son especiales, la cercanía territorial puede
hacer que algunos elementos de las mismas sean comunes. Este es el caso de los pueblos
asháninka, pues comparten con los kakinte, nomatsigenga y yanesha raíces históricas y
culturales similares, en gran medida porque están ubicados geográficamente en la misma
región del país: en la selva central. Además, estos pueblos comparten afinidad lingüística,
ya que sus idiomas pertenecen a un mismo tronco: la familia lingüística Arawak (o
Arahuaca).

Así como los pueblos asháninka, kakinte, nomatsigenga y yanesha, existen otros
ocho pueblos indígenas de la Amazonía peruana cuyos idiomas originarios pertenecen a la
familia lingüística Arawak, familia que, además de ser una de las más extendidas en nuestro
continente, concentra a más de la tercera parte de la población indígena en el Perú. Si bien
cada uno de estos pueblos tienen una identidad y tradiciones culturales propias, por sus
rasgos comunes, algunos investigadores los agrupan también bajo la denominación de
“Gran Pueblo Arawak.

Se puede agregar que hoy en día, el fenómeno globalizador hace que muchas de las
tradiciones y costumbres del pueblo Asháninka hayan desaparecido o perdido su fuerza
frente a las costumbres importadas, para la Sociología, las costumbres son componentes de
la cultura que se transmiten de generación en generación y que, por lo tanto, están
relacionadas con la adaptación del individuo al grupo social. Siendo así, es importante
asegurar la transmisión de sus costumbres y tradiciones a las generaciones jóvenes de
asháninkas para que den continuidad a los conocimientos, valores e intereses que los
distinguen como grupo y los hace diferentes a otros.

Las costumbres y tradiciones asháninkas se vinculan siempre con la identidad y el


sentimiento de pertenencia de los individuos que conforman esta comunidad, son formas,
actitudes, valores, acciones y sentimientos muchas de las cuáles tienen su raíz en tiempos
inmemoriales y que, en muchos casos, no tienen explicación lógica o racional sino, que
simplemente se fueron estableciendo con el tiempo hasta volverse casi irrevocables.

La tradición asháninca no es un concepto igual a costumbre, la tradición trata sobre


los conocimientos y sobre los principios o fundamentos socioculturales selectos. Que esta
comunidad considera valiosas o acertadas, por lo cual, las generaciones las adoptan y las
transmiten a las siguientes. Conservar las tradiciones de una comunidad o de un país
significa practicar las costumbres, hábitos, formas de ser y modos de comportamiento de
las personas.

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Para un Asháninka, su identidad está fuertemente vinculada a una cosmovisión en


la que las relaciones con la naturaleza son fuertes y se reconoce que todo lo que les rodea
tiene vida.

En este trabajo, realizado para el curso de Taller de Asháninka, presentaremos


aspectos comunes y propios de la identidad del pueblo asháninca, de su cosmovisión, de
su historia, de sus tradiciones y de las costumbres que han heredado de sus antepasados,
pero también de aquellas que nacen a partir de la interacción con otros pueblos.

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Capítulo I: Cosmovisión Asháninka

Es propio del ser humano inquirir acerca de su propia existencia respecto al


mundo que lo rodea: ¿De dónde viene?, ¿cuál es el origen del mundo?, ¿cómo surgieron el
cielo y la tierra?, son algunas de las preguntas que se formula.
Dilthey introdujo el concepto de cosmovisión para describir las diversas
representaciones del mundo que producen las sociedades humanas. Cada pueblo, —según
Dilthey—trata de imponer como absoluta y válida la “estructura de mitos”, que supone su
cosmovisión particular. La lucha entre las cosmovisiones da lugar a la supremacía de unas
sobre otras, también a la generación de nuevas cosmovisiones a partir de las primeras
(Dilthey, 1978, p. 119).
Los conceptos de la visión del mundo, de las representaciones del cosmos y la
naturaleza, es la manera en que la sociedad asháninka entiende y explica la organización
de la realidad, y su influencia en el comportamiento y acción sobre el ambiente.
El asháninca para explicar el mundo, no se ha limitado a pensar en la realidad
objetiva, sino que ha creado otros espacios paralelos, que le permiten establecer
mediaciones con las grandes fuerzas de la naturaleza, que no le es posible dominar.
En el mundo asháninca, los relatos míticos afirman la existencia de espíritus y
fuerzas superiores que controlan y determinan, de alguna manera, la vida de las personas.
La tradición oral, muestra repetidamente afinidades y vínculos entre los seres de poder y
los seres humanos. Los seres de poder, astrales, terrenales o subterráneos y subacuáticos
son considerados sociales, ya que establecen alianzas con los humanos, otorgan dones,
castigan, combaten y experimentan necesidades diversas.
Conforme al pensamiento amazónico, el universo asháninca, presenta vitalidad y
está animado. En este universo los seres humanos perciben solo las manifestaciones
aparentes de la realidad material como si apreciaran un paquete, pero no la diversidad de
seres invisibles que actúan e interactúan por detrás o dentro de él.
El asháninca no se concibe a sí mismo como amo o señor de la naturaleza, sino,
como una parte o un componente más de ella, esto implica la existencia de una relación de
identificación y un profundo respeto al ambiente en el que se reconocen inmersos. En esta
visión, el bienestar de los individuos y de la colectividad, está ligado a la relación
armoniosa entre el mundo visible de los humanos y los mundos invisibles de los espíritus
o seres de poder: divinidades, “madres”, “dueños” o protectores de las especies, espíritus
de los muertos, entre otros.
Se sabe que los espacios invisibles, así como los seres primordiales que los habitan,
son poseedores de fuerzas y saberes considerados indispensables para el bienestar de los
humanos y el buen funcionamiento de su sociedad:

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“En nuestra cosmovisión, el conocimiento es uno solo, no existe separación


entre ideología y ciencia, porque ambas explican a la realidad. Los occidentales
han parcelado la realidad entre «seres vivos» y «seres inertes» y suponen que las
montañas o las cochas no tienen vida. Nosotros no la hemos parcelado, seguimos
creyendo que todo el universo tiene vida y participa activamente en los procesos
sociales. Los occidentales también han separado a la «naturaleza» y la llaman
«recursos naturales», mientras que nosotros nos consideramos parte de ella.
Nosotros reconocemos esta manera de pensar el mundo como un pensamiento
holístico, integral” (Revista AIDESEP N.° 24, 2003).

Los mitos, son narrados en la intimidad del hogar y confirmados en la solemnidad


del rito. Escucharlos, invita a observar el entorno, incluso más allá de lo visible. El relato
transporta en el tiempo y el espacio, establece y reafirma el vínculo social con los
antepasados, conecta al individuo con las tradiciones y, en muchas formas, lo vincula con
el presente.
Los relatos que narran los mayores, ingresan al sueño de las niñas y los niños, así
los acompañan durante toda la vida. Estos relatos los enfrentan a seres maravillosos,
poderosos, magníficos, atemorizantes, benévolos, y a sus dominios, demuestran también,
que es posible hablar con los demás seres que pueblan el universo y permiten entender sus
mensajes cotidianos, los actos de los héroes dan razón del porqué de las cosas.

Ilustración 1- “Los Mundos y sus espacios”

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Ilustración 2 – “La tierra y sus espacios”

Ilustración 3 – “El Agua y sus espacios”

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Tradiciones antiguas:

El relato sobre el Sol


Vamos a contar cómo, antiguamente, el Sol y su esposa, la Luna, fueron personas
iguales a nosotros. Dicen que, en esos tiempos, el Sol fue un gran rey y la gente le tenía
mucho respeto. Cuando lo veían salir, se arrodillaban ante él y le saludaban dándole la
mano y diciéndole: “¡Buenos días, rey!” Las mujeres también respetaban y adoraban
mucho a la Luna, y siempre le pedían que les enseñara a hacer los trabajos de la casa.
Así, la Luna enseñó a las mujeres asháninkas a sembrar las plantas, cuidar a los
niños, hilar el algodón, utilizar el telar y hacer tejidos, como la cushma (kitsarentzi), el
morral (tsarato), el cargador de bebé (chebatakitentzi) y las coronas (chobinarontsi).
Después les dijo cómo debían fabricar las ollas de barro, cocinar y preparar el masato de
la yuca y la chicha de maíz, entre otras cosas. Como el Sol quería mucho a la Luna, no la
dejaba trabajar, sino tan solo que enseñara a las mujeres a ser buenas esposas.
Cierto día, la Luna fue con sus criadas al monte a cosechar yuca, sin que el Sol lo
supiera. Cuando el Sol regresó a su casa, la Luna ya se había ido. Entonces, muy molesto,
se preguntó: “¿Qué ha pasado con mi esposa? “¿Por qué me ha desobedecido?”. La Luna
había salido a traer yuca, porque estaba enamorada de un ser invisible llamado Maninkarite,
y quería prepararle masato para emborracharse con él.
El Sol, enterado del engaño, estaba enfurecido, pero disimulaba porque no quería
que otros lo supieran. La Luna, sin tener vergüenza, fue a emborracharse con el
Maninkarite, sin importarle que sus criados la vieran. Pero el Sol quería recuperar a su
esposa, y salió a luchar cuerpo a cuerpo con el Maninkarite. Este Maninkarite era también
un hombre muy poderoso y convirtió al Sol en un astro del cielo.
El Sol, entonces, para llevarse junto con él a la Luna, la convirtió en un satélite, y
luego hizo que el Maninkarite se convirtiera en una piedra, dejándolo así en la tierra. Así
fue como el Sol y la Luna se convirtieron en astros, y ahora podemos verlos arriba, en el
cielo. Cuando el Sol está molesto, calienta mucho la tierra; pero si está triste, todo se nubla
y si llora por su esposa, nos caen sus lágrimas como lluvia.

“El relato sobre la Luna”


Cuentan nuestros abuelos que antes la Luna era una mujer alta, blanca y simpática.
Ella era hija de Oitasati. Sus virtudes eran enseñar a las mujeres cómo atender a un buen
esposo, cómo sembrar, cómo hilar el algodón, cómo preparar el masato y cómo criar a los
hijos. También se dice que ella hizo crecer el algodón por primera vez de su cushma blanca
y de allí se multiplicó por toda la tierra.
La historia cuenta que un día la mujer Luna se fue a bañar y dejó su cushma blanca
brillosa en la orilla de un río, pero en esa playa estaba una especie de hormiga llamada
coki, que, enamorada de la cushma, quiso robársela y empezó a picotearla, hasta que la

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Luna se dio cuenta y la espantó. La mujer Luna no sabía lo que coki había logrado hacer
con su cushma. Al salir del río, encontró su vestido tan picoteado que ya no podía vestirse.
Entonces enterró la cushma y le ordenó a la tierra que reprodujera las semillas y germinara
mucho algodón blanco, para que las mujeres nativas pudieran tejer cushmas para sus
esposos e hijos.
Así fue como creció por primera vez el algodón. También nos cuentan que de los
pedazos de la cushma enterrada, la Luna hizo crecer muchas variedades de frutos y
tubérculos de carne blanca, como la yuca, sachapapa, dale-dale, plátanos y otros, y a su vez
hizo poblar los cielos de la tierra con aves llamadas shirintsi, panaba, sonkaari,
charampabatsi y shoronchatsi, todas ellas de carne blanca, para que, en adelante, el nativo
no padeciera frío ni hambre.

“La formación del Mundo y los primeros Asháninkas”


“El dios Sol vivo, estaba siempre arriba antes que fuera este mundo. desprendió una
partícula de su corona acá en este espacio y así esta partícula se asentó en las densas
tinieblas y poco a poco formó este mundo. De ahí crecieron las plantas, crecieron todas las
cosas que hemos visto. De ahí salimos nosotros, los asháninka; hasta este día creemos que
su partícula es finita, así como chispitas. Había chispitas menuditas, pequeñitas, que se
apagan ahicito, otra, que es capaz de convertirse en fuego. Por eso vemos que un niñito,
moría antes de su edad y los viejos llegaban a tener edades. Tal vez, antiguamente se ha
desprendido una partícula, un poco más grandecita y por eso algunas mujeres viven más
allá y también se ve que otras mujeres de pocos días mueren…” (Eusebio Laos Ríos, 2004,
pp. 57-58).

En un tiempo inmemorial, los antiguos asháninkas fueron creados por el Dios


Ooriatsiri, Padre o Dios creador, luego que éste creara a los animales y las plantas. En el
inicio, los asháninka eran seres invisibles y tenían la misión de cuidar todos los seres
creados y tenían la orden de no comerlos; su alimentación se basaba en los frutos de los
árboles, los hongos y los palmitos.
Conforme crecía la población y crecían las necesidades de alimentación, la
destrucción de la naturaleza (el bosque) se hacía cada vez más grande; Ooriatsiri viendo
esto “maldijo” a los asháninkas haciendo que comieran animales, peces y aves, siempre y
cuando no se excedieran en la caza. Sin embargo, los hombres volvieron a excederse
depredando los recursos que el Dios había puesto a su disposición por lo que Ooriatsiri,
designó un “dueño” de cada especie para evitar su extinción. Por ello, cuando un asháninka
se excede en la caza o la pesca el “dueño” de la especie le llama la atención hasta en tres
oportunidades; de reiterar su comportamiento depredador lo convierte en un venado malo
o en animal de la especie que estaba cazando o pescando.

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Finalmente, el dios Sol creo a los Tabaqueros (Sheripiari), personas con poder para
controlar y curar las enfermedades por medio del tabaco: las sobrenaturales causadas por
los espíritus; las causadas por las personas (daños) y las naturales”.

“El Sheripiari”
El acceso a estos espacios Invisibles en el mundo asháninka, es logrado por el
chamán, sheripyari o tabaquero a través de los sueños:
“Cuando yo duermo me convierto en tigre, mi cuerpo sale a
caminar por todas partes, solo queda mi corazón en el lugar donde duermo
con mi cushma; mi cuerpo sale, sale todo” (entrevista realizada al fallecido
Caminirio Pitoriano Ampona, en el Gran Pajonal).

Mediador entre los espacios del cosmos y bajo los efectos del tabaco que mastica e
ingiere, o como dicen los asháninka “chupa”, el sheripyari alcanza un estado amplio de
conciencia denominado “sueño”. En este estado observa los recursos que abundan en su
territorio y sus características y puede encontrarse con otro tabaquero y conversar sobre los
lugares de donde proceden. Cuando despierta el sheripyari cuenta su sueño a las personas
más allegadas.
El Sheripiari puede ser hombre o mujer, debe recibir los conocimientos de un
sheripiari viejo y experto a lo largo de un proceso de entrenamiento que puede durar
muchos años y durante el cual debe observar una rigurosa dieta a base de verduras,
especialmente yuca fría y pescado boquichico. Debe evitar el consumo de carne, sal, ají y
bebidas alcohólicas y abstenerse de las relaciones sexuales durante todo el periodo.
Durante el proceso de aprendizaje, aprenderá a chupar pasta de tabaco para entrar
en trance y trascender el mundo real, hasta que logre verse así mismo “en vuelo” convertido
en tigre unido al espíritu femenino del tabaco. Cuando haya alcanzado la capacidad de
transformarse en tigre, de formar pareja con el espíritu del tabaco y sea capaz de recorrer
el bosque, habrá concluido su proceso de aprendizaje.
El nuevo sheripiari, se convertirá de esta forma en un intermediario entre lo natural
y lo sobrenatural, lo humano y sobrehumano, lo real y lo trascendente, lo visible y lo
invisible, es decir, la realidad no percibida por el común de los mortales, siendo capaz de
relacionarse con los padres de los animales y los espíritus femeninos de las “plantas
maestro”, además de los espíritus de los cerros.
Actuará como guardián encargado de la preservación de los animales y mediante la
ingestión del sumo del tabaco (sheri) identificará a los cazadores depredadores para su
sanción. Actuará como intermediario para la restitución del equilibrio alterado que pidan
disculpas a los dueños de los animales y restituyan el equilibrio alterado. De reincidir, éstos
serán convertidos por las divinidades en animales.

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El sheripiari es el único que puede encontrar a las almas que se extravían o que han
sido robadas o “agarradas”. Cura sacando del cuerpo del enfermo las flechas (elementos
espirituales dañinos) que otro chamán o los espíritus malos le han disparado (inyectado) a
la víctima. Contrarresta la los daños de los brujos (matsi), sean éstos personas o animales
(hormigas o abejas) demoníacas.
Para curar entran en trance, ingiriendo una mezcla de jugo de tabaco y ayahuasca.
La bebida libera el espíritu del chamán y viaja con la finalidad de aprender de los buenos
espíritus la manera cómo debe curar la enfermedad. Se dice que la golondrina (etsoni,
achaonti, shameiriquite) es un espíritu mensajero de los chamanes.
Existen cuatro clases de sheripyari que regulan el comportamiento del aire:
sheripyari shintsitatsiriri, sheripyari kariperori, sheripyari kametsa y sheripyari kiritonki.
El aire se clasifica en dos: aire malo (mal aire) y aire bueno (buen aire).
Los sheripyari defensores son del aire bueno: shintsitatsiriri y kametsa, mientras
que los asesinos son kariperori y kiritonki.
“El sheripyari puede acompañar para ir a cazar, nos puede acompañar a mitayar, a
montear, como se dice, cazar, porque los sheripyari siempre llevan su tabaco, su cigarrito,
a veces también su coca, su chamairo, su ishko…, eso son especiales para sheripyari. A
veces, ellos llegan y hacemos campamento, digamos, a nosotros nos dice: ¡sabes qué!
tranquilo ustedes, y yo acá estoy sentado, y voy a ver cómo es este sitio donde estamos
llegando. Entonces, comienza a mascar su chamairo, a bolear su coca, su ishko y, de ahí,
recién comienza a chupar su tabaco. Al chupar su tabaco, comienza a mascar, sentarse
tranquilo y soplan por todo alrededor de ese campamento… lo que ha hecho soplar su
tabaco, pa’ acá, pa’ allá, sopla pa’ acá, y sopla ahí y ahí… está tranquilo y ahí sí ya no hace,
ya ni nos hace mal el monte; o el peyari ya no fastidia, porque siente el olor del tabaco…
es fuerte”
(Sergio Horacio Camañari, 22 años, junio del 2009).

Es importante señalar, que el cazador, que va a montear, puede ser acompañado por
un sheripyari, con la finalidad de mantener el equilibrio del espacio donde descansan
durante el mitayo. Este sheripyari realiza su ritual de curación del lugar, para la protección
del espacio de monte, donde el cazador realizará el mitayo; de este modo, previene el
fastidio de los seres invisibles malos.

“El Antiaviri, El Matsi, El Alma”


En la cosmovisión asháninka las relaciones con la naturaleza son fuertes y se
reconoce que todo lo que les rodea tiene vida. Todos los asháninkas poseen un alma (ishire)
que sobrevive a la muerte de la persona y que puede convertirse en un espíritu malo
(shiretsi).

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Las enfermedades naturales como la gripe (camaantsi) o el sarampión (Inchojenca),


producto de la interacción con la naturaleza (frío, humedad, calor, sequedad, etc.) las cura
el Antiaviri o curandero a través de remedios (avintarontsi, Ivini, Jampi) naturales,
generalmente vegetales. Los brujos (matsi) pueden ser humanos y no humanos,
Los brujos humanos son generalmente niños que han sido inducidos por algún
insecto o ave maligna o han sido contaminados por un brujo. Los brujos no humanos son
diferentes especies de hormigas y abejas. Todos los asháninkas poseen un alma (ishire)
que sobrevive a la muerte de la persona y que puede convertirse en un espíritu malo
(shiretsi).

“Las plantas mágicas”


Al igual que otros grupos étnicos, los asháninkas hacen uso de la planta piri piri
(Cyperus piripiri), al que denominan iwenki, para procurarse una magia accesible a todos
los miembros de la comunidad, sin distingo de sexo ni edad. Dicha planta, a la que le
reconocen poderes mágicos se emplea en un número significativo de actividades.
Por otra parte, un buen cazador es el que conoce la mayor cantidad de iwenki
(piripiri) o pinitsi (puzanga) de todos los animales grandes y chicos que existen en el monte.
Estas dos clases de plantas están relacionadas íntimamente con la naturaleza y con los
dueños de estos animales, aves y peces. Los mejores cazadores poseen diferentes plantas
de los animales que desean cazar y conocen cómo utilizarlas en la caza. Si son buenos
mitayeros, llevarán mucha carne de monte para la familia.
Las aves, forman parte de la alimentación de los asháninka. Estas aves,
dependiendo del tamaño se cazan con flechas y escopetas. Dentro de este grupo de aves,
está prohibido matar al gran caracara o atatawo, abo. La razón principal es que esta ave es
considerada shamán en su fase de transformación. Matarla y consumirla implica una falta
y puede ser peligroso.
El sheripyari practica los ritos y curaciones a los kayetsi, que no tienen puntería
para cazar. Todo inicia con la preparación del tabaco, kamampi, joroba, chamairo y la coca
en una olla. Los ponen en recipientes, a fin de hacer la curación-ritual para cazar a
diferentes animales, aves y peces.
Existen tres tipos de pesca: individual familiar y comunal. Los tipos de
instrumentos y las técnicas que se utilizan son: manatantsi, kachatantsi, kamorentsi,
shimperitantsi y ashtakorentsi. También, existe la forma kitsaripaeni, que se utiliza en la
actualidad.
Otro tipo de pesca se realiza con pesticidas naturales, como las raíces (barbasco,
cube), las hojas (bakoshi, kobinirishi, koñapishi, atsimirikishi), las cortezas (catahua,
nogal, tornillo rojo, sheriki, tabaritsa) y los tallos (kotsibetsa, jenitsa, shonkishi). Dentro de
los más conocidos están el nogal y konaritsa (cortezas), el cube (raíz) y el bakoshi (hoja).

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La pesca, a comparación de la caza, es menos practicada por los asháninka del Gran
Pajonal. Sin embargo, los que sí la realizan, se van al río Unini y al Pauti; también a las
quebradas Opokiari o Aporokiari.
Los miembros de la familia planifican la pesca kamotantsi ‘colectiva’ o ‘comunal’.
Todos cooperan en las diferentes tareas, pues todos y todas se benefician. Inician sus
actividades con la búsqueda del barbasco, denominado koñapi y bakashi. Estas, son
especies que se recolectan en el monte. Una es raíz (koñapi) y la otra es hoja (waca). Ambas
son trituradas con piedra. La hoja se prepara con un mortero, de modo que se hace una
masa verde; con ello se dirigen a pescar.
Los peces son un producto alimenticio, que el grupo asháninka tiene como base de
su alimentación, después de la yuca y la carne de monte
Los brujos (matsi) pueden ser humanos y no humanos. Los brujos humanos son
generalmente niños que han sido inducidos por algún insecto o ave maligna o han sido
contaminados por un brujo. Los brujos no humanos son diferentes especies de hormigas y
abejas.
La medicina originaria concibe el organismo como una totalidad, cuyos
componentes están en interacción dinámica y continua. Los sheripyari son los que dominan
la concepción global de la enfermedad, que es considerada como el desequilibrio dentro
del cosmos. Por eso, la enfermedad es tratada en referencia a todo el cuerpo, y se toma en
cuenta la relación de la mujer y el hombre, con la naturaleza y sus espíritus.
Existen espacios, lugares sagrados, para el aprendizaje acerca de la medicina.
Además, ocurre en momentos adecuados, pues todo está en interrelación con el universo.
A continuación, se resume las diferentes enfermedades y su respectiva curación

Ilustración 4-"Principales enfermedades"

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Narraciones actuales de pobladores de la comunidad nativa de Mariscal Cáceres:

“Los antiguos adoraban la candela”


«Los antiguos adoraban a la candela, mis abuelos contaban que ellos juntaban toda
la leña y formaban una fogata, deban vuelta sobre la fogata, y la ceniza que quedaba se
amontonaba como si se formara un cerro en una casa especial. Un día mi mamá Lea
Michari empezó a jugar como todos los niños, la abuelita les decía no jueguen en la ceniza
les va a pasar algo, pero ellos como todos los niños traviesos seguían jugando, hasta que
mi tía Eulogia se cayó y mi mamá empezó a reírse, la abuela les dijo no jueguen en las
cenizas porqué sus abuelos adoraban al fuego. Allí la rezondraron para que no jugara en
ese lugar, mi mamá se empezó a reír porque salió toda empolvada.»

“Mi abuelo Manuel Michari”


«Mi abuelo Manuel Michari cuando llegó a Mariscal Cáceres agarro todos los
terrenos del inca, él era el dueño y es uno de los fundadores de la comunidad. Vinieron
poco a poco los colonos de peones como el Sr. Cornelio, como mi abuelo era bueno, él
tenía cultivos, chacras de yuca y plátanos.
Antes todo era monte virgen, allí no más cazaban venados y paujiles, en ese cerro
frente a Mariscal Cáceres que ahora está lleno de piñas.
Mi mamá me cuenta cuando era de mañana o en el atardecer, la zona se envolvía
de nubes, y empezaba a gritar el tigre. Cuenta mi mamá que en las tardes venía a gritar el
tigre Y como tenían ganado, venía a comer el ganado. Las vacas empezaban a correr y los
asháninkas empezaban a espantar. En la mañana el tigre se peinaba, le llamaban Kishtariki.
Por eso antes la comunidad de Mariscal Cáceres se llamaba Kishtariki, que significa
tigre que se peinaba y ellos veían como se peinaba el tigre, y cuenta mi abuelita que tanto
daño hacia el tigre que lo mataron.»

“En el cerro hay una campana”


«En el cerro hay una campana, mi abuelita me contaba que había ollas enteradas
nos cuenta que en el cerro Palmatambo es un cerro, que si divisas hacia atrás; allí hacían
ollas, donde está el Joselito. Me contaron que los gringos venían a buscar ollas enteradas
de oro, me imagino que habrán sacado. Como nosotros no sabíamos, no nos importaba,
pero se dieron cuenta que había señores que venían a escarbar, no sabemos si habrán
sacado.
En la espalda del panteón, mi mamá cuenta que habían enterradas ollas, que ellos
no tomaban importancia, que por eso es que los colonos agarraron esa parte, eran ollas de
oro, hachas, a nosotros no nos importaba pues solo vivíamos allí, y nos dedicábamos a la
chacra en la comunidad de Mariscal Cáceres.»

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“Había un horno”
«Acá había un horno (ahora es el panteón de la comunidad nativa Mariscal
Cáceres), de allí han elaborado herramientas de trabajo. De los túneles de allí sacaban los
materiales para poder curtir el cuero, los minerales para fundir.
En ese horno está enterrado el Joselito (colono) allí a él lo han enterrado con todas
sus riquezas. Antes hubo una guerra entre los colonos y los nativos una guerra por sus
terrenos (los de Joselito). Joselito es tarmeño, era un niñito, los nativos lo agarraron como
un rehén, el creció entre nosotros, la familia Asháninka. Creció y comenzó hablar en
nuestro idioma. Llego a mandar como jefe de los Asháninkas, tuvo su familia. Hasta ahora
lo vienen a ver y no lo hallan.
Vienen gente de afuera, los buscadores de tesoros, han dejado varios huecos.
Porque Joselito se enterró con sus riquezas. En otro sector hay un túnel, han sacado vasitos,
toritos, elaborados con piedritas. Ahora allí hay una escuelita, en el sector de Pampa Inca.
El Horno que funde las herramientas, él es quien ha enseñado a la comunidad hacer
ese trabajo y hacían trueque, le daban pescado y yucas por una herramienta. Y esas
herramientas se ven en la campana de la iglesia en La Merced, y de aquí la han sacado, del
horno nuestro.»

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Capítulo II: Identidad “Ser asháninka en la actualidad”

Para comprender las costumbres actuales de los asháninkas, debemos entender que
junto con sus tradiciones se vinculan siempre con la identidad y el sentimiento de
pertenencia de los individuos que conforman esta comunidad.

Ser asháninka está muy relacionado con el territorio y con la lucha por defenderlo
a lo largo de la historia. Los hombres asháninka deben saber “…mantener su territorio
intacto, saber estar en relación a su modo de vida sin sufrir cambios dentro de su territorio,
pues este modo de vida implica la reciprocidad entre el ser humano y la naturaleza” (Pablo
Jacinto, asháninka).
Asimismo, de acuerdo a la tradición asháninka, las mujeres deben ser sinceras,
leales a sus propias convicciones y a su identidad; tienen que saber participar activamente
en su comunidad y desarrollar algunas labores como el hilado, además de adquirir los
conocimientos sobre las plantas medicinales.
Un aspecto importante de la identidad asháninka se expresa a través del uso del
idioma o de la vestimenta, elementos que los distinguen en el campo y en la ciudad también.
Su sentido de pertenencia se reafirma a través de diversos aspectos y
manifestaciones culturales, como el uso de instrumentos como las flechas para cazar y para
representaciones simbólicas.
A pesar de la existencia de algunas diferencias culturales, los asháninka reconocen
que hay aspectos que comparten con los distintos pueblos de la selva central, como una
vestimenta similar —por el uso de la cushma— o la alimentación. Esta vestimenta refuerza
también su identidad, sobre todo en ceremonias oficiales o en las relaciones con personas
no indígenas.
Sin embargo, muchos aspectos de la tradición cultural ya no conservan sus
características iniciales, debido a la presencia de personas foráneas o colonos en territorio
asháninka:
“Una identidad, por ejemplo, en la vestimenta ya ha ido cambiando, se ha
ido perdiendo en los colores. Se ha perdido porque entra el comercio de la gente
foránea. Las abuelas son las que enseñaban a las niñas a hacer el hilado, los
tejidos, y eso se ha perdido” (Enrique Casanto, asháninka).

La vestimenta "Cushma", consta de una sola pieza cuyo largo es desde el cuello
hasta el talón. La diferencia de la vestimenta del varón y la mujer está en la forma del
cuello, la cushma del varón en el pecho termina en punta o en forma de triángulo, mientras
que en la mujer es ovalado, lo cual le facilita sacar el seno para dar de lactar.
La cushma es fabricada en casa de hilo de algodón, aunque actualmente tambien la
fabrican de to cuyo tiñendolas de diversos colores.

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Otros adornos utilizados son las pulseras de cintas de hilo sobre el brazo, también
usan una franja de tela de hilo adornado con huesos de tapir, venado, sajino, llamado
"sombirentsi" que sirve para cargar a sus hijos.
Además, acostumbran pintarse la cara con achiote procesado que lo colocan en caña
de bambú con tapa de panca.
Al levantarse por la mañana lo primero que hacen es pintarse frotando la masa entre
las manos para pasarse por la cara; otras con espejo y palitos, hacen figuras especiales,
mientras que algunos con sellos ya preparados de madera dura, se estampan la cara con
figuras.
El ser asháninka también es reconocido en el vivenciar las distintas actividades
como pescar, cazar o cultivar alimentos, y también en la relación con la naturaleza, las
plantas y los animales. Por ejemplo:

“…el título del libro de Enrique Rojas Zolezzi ‘Los asháninka: un pueblo
tras el bosque’ es un título que ejemplifica lo que es ser asháninka, porque vivimos
del árbol, porque la planta me da vida cuando estoy enfermo o cuando el aire está
contaminado” (Pablo Jacinto, asháninka).

Los asháninka salen de su territorio para vender su producto principal: el café. Lo


venden a los acopiadores, que se encuentran mayormente en Satipo. Con el dinero
obtenido, compran productos de primera necesidad para sus hijas, hijos y su familia.
Otras actividades que se realizan en la casa son cocinar, lavar, limpiar los
alrededores, tendalear café, desgranar maíz, preparar masato y descansar. Estas actividades
significativas refuerzan los compromisos del cuidado familiar, es decir, las y los miembros
de la familia (padre, madre, hijos e hijas) participan para realizar las acciones del día.
En cuanto a las relaciones sociales, es frecuente tomar masato actividad que está
fuertemente aliada con el recibimiento al vecino. Por otro lado, la acción de visitar a
diferentes personas, como a los sheripyari, para consultar, conversar e intercambiar sus
ocupaciones individuales, o visitar a un familiar, refuerza los lazos de unidad familiar y
comunal, conocidos también como lazos de integración.
Antes de construir la casa, el hombre y la mujer asháninka, comprueban si el terreno
es apropiado, es decir, si se encuentra en la planicie o en la altura necesaria. Asimismo,
buscan un lugar donde exista agua en abundancia, porque es indispensable para la
subsistencia de su familia.
La ubicación de las casas está asociada a la forma de agruparse en la comunidad.
Está vinculada a la relación de parentesco o filiación amical.
El asháninka, para sembrar, busca un buen terreno o lugar donde la producción no
falle. Asimismo, diferencia dos tipos de chacra: seca y aguajal. Después de dos meses, se

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observa el desarrollo de las plantas, se curan, para que obtenga abundante producción y no
se pudra.
Pasada esta etapa, viene el último paso: la cosecha y abandono del terreno, en esta
etapa, el hombre y la mujer, cosechan toda la producción, pero antes de consumirla, los
primeros frutos son dejados, como pago al dueño de la planta, quien autoriza su cosecha.
Aparentemente, los primeros frutos, se dejan o se botan en el terreno; pero es todo lo
contrario, se cumple con los ritos de espiritualidad y de respeto, a las funciones adquiridas
por el dueño del espacio y de la planta que se sembró.
Dentro de la cosmovisión asháninka, los animales son considerados parientes o
aliados, lo que constituye una evidencia más de la interrelación que establece el hombre y
la mujer asháninka con su entorno. Por ejemplo, existen animales sagrados a los que está
prohibido matar, como el jaguar o maniti y el puma o chanari, ya que, en su momento,
fueron seres invisibles, que los protegían de los peligros de la naturaleza. No obstante, en
estos tiempos, algunos, debido a la escasez de carne y a la necesidad, los cazan.
Es importante conocer las reglas de reciprocidad y convivencia. De igual modo, se
debe conocer, qué parientes pueden participar en la elaboración de una trampa, y el rol que
cumplen. El compartir un animal cazado es relevante dentro de la cultura asháninka y es
normado culturalmente. Existen, en muchos casos, indicaciones específicas sobre la forma
en que se compartirá el animal, es decir, cocido o crudo. Se determina, además, las partes
del animal que deberán ser repartidas, de acuerdo a la proximidad en el parentesco.
La forma tradicional de caza, usando los instrumentos como el arco y la flecha, ha
cambiado paulatinamente, desde el contacto con otras culturas. Ahora, la mayoría,
utiliza escopeta de calibre 12 o 16 para cazar.

Precisamente por ello, los asháninka reconocen la importancia de revalorar su


cultura, pero, sobre todo, de transmitir a las nuevas generaciones los conocimientos y
saberes tradicionales que poseen los ancianos, de quienes se aprende el idioma o el uso de
plantas medicinales. Hay que transmitir:
“nuestra riqueza cultural y no solo en las formas como las artesanías que
lo puedan vender, sino lo simbólico, el contenido de nuestros conocimientos”
(Pablo Jacinto, asháninka).

Son estos conocimientos y el uso de su lengua lo que “no olvidan” los asháninka
que viven en ciudades. Además de los saberes que se transmiten de generación en
generación, los asháninkas también valoran los conocimientos que pueden aportar al resto
del país, como los valores de la honestidad, sinceridad y reciprocidad, y un saber milenario
de cuidado del bosque y del medio ambiente:

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La lengua asháninka

La lengua asháninka pertenece a la familia lingüística Arawak y es hablada en la


cuenca de los ríos, Ucayali, Tambo, Cohengua, Perené, Pachitea, Yura, Chinchihuani, Ene,
y Apurímac, en las regiones de Junín, Cusco, Lima, Ayacucho, Apurímac, Pasco, Ucayali
y Huánuco por los pueblos asháninka y asheninka. Según el Ministerio de Educación
(2013), existen siete variedades geográficas de esta lengua: asháninka del Ene, Tambo y
Satipo (bajo Perené); asheninka del Apurucayali; asheninka del Pajonal; asháninka del alto
Perené; asheninka del Pichis; asheninka del sur de Ucayali; y asheninka del Ucayali-Yurúa.
También se reporta población asháninka en Brasil. La mayoría de las variedades son
vitales, a excepción de la variedad del Alto Perené que se encuentra seriamente en peligro
(Ministerio de Educación, 2013).

El pueblo asháninka

El pueblo asháninka ha sido conocido antiguamente como campa o campa


asháninka, denominación que muchos han rechazado por estar asociada a connotaciones
peyorativas o despectivas. En su lugar, hoy se prefiere el nombre asháninka, que puede
traducirse como ‘gente’, ‘paisano’ o ‘familiar’. Cabe mencionar que la palabra asháninka
tiene un sentido inclusivo y puede entenderse como ‘nosotros los paisanos’ o ‘nuestra
familia’.
Los asháninka son el pueblo indígena amazónico demográficamente más numeroso
del Perú y también de toda la cuenca amazónica. De acuerdo con los resultados del II Censo
de Comunidades Indígenas de la Amazonía Peruana del 2007, se calcula que las
comunidades que se autoidentifican como parte del pueblo asháninka sumaban más de 97
mil personas, lo que corresponde a casi la tercera parte de la población indígena amazónica
del Perú.
También existen familias en situación de aislamiento voluntario y contacto
esporádico dentro del Parque Nacional Otishi y dentro de la Reserva Comunal asháninka,
en la zona limítrofe entre los departamentos de Junín, Ucayali y Cusco.
Es importante señalar que también hay comunidades asháninkas que viven en el
Brasil, cercanas a la frontera con el Perú.

Breve historia de los pueblos asháninka en el territorio peruano

La historia de los pueblos asháninka es muy antigua y se caracteriza por la lucha


permanente de sus antepasados por defender sus territorios, desde la época prehispánica
hasta la actualidad, pasando por la época colonial, la llegada de los colonos y caucheros en
el siglo XIX, de los hacendados, de los colonos andinos y de las misiones adventistas y
evangélicas en el siglo XX, hasta sufrir la violencia inhumana de Sendero Luminoso y del

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MRTA. Aún hoy estos pueblos continúan denunciando amenazas sobre sus territorios y
recursos.
En el Pronunciamiento publicado en los principales diarios del país por los
integrantes del Ejército Arawak de la Selva Central, en julio del 2013, los Arawak
manifiestan estar “en pie de lucha, en legítima defensa de sus territorios e iniciará las
acciones para la recuperación y control de sus territorios invadidos por colonos, traficantes
de tierras, madereros y mineros informales”.

Los antiguos
Los antepasados más antiguos, aquellos que primero hablaron las lenguas arawak,
vivieron originalmente en la zona media del río Amazonas hace más de 3000 años, en
medio del actual territorio brasileño. Según diversos especialistas, los antepasados arawak
tuvieron una historia de conflictos y divisiones, lo que promovió la migración de varios de
ellos hacia el Ucayali y la vertiente oriental de los Andes, hasta asentarse en la Selva
Central del Perú. Al parecer, estos antepasados llegaron a la región de Ucayali hacia el año
200 a.C. Se considera que provenían de una cultura llamada Hupa-iya, cuyo territorio se
ubicaba en el medio Amazonas, cerca de donde hoy está la ciudad

La relación con las sociedades andinas


Desde épocas preincaicas ha existido fuertes vínculos con el territorio y con las
poblaciones andinas. Según Fernando Santos Granero, las hachas de bronce que se han
encontrado en la región donde se ubican las comunidades actuales refuerzan la idea de que
los antepasados arawak tenían relaciones de intercambio comercial con poblaciones
andinas mucho antes de la época incaica.
Durante este período, el intercambio comercial y cultural entre distintos pueblos de
la familia Arawak y el mundo andino fue común. Por ejemplo, de la selva se llevaba a los
Andes plumas, plantas medicinales, carne de mamíferos y pescado, mientras que de los
Andes se llevaba a la selva algunas hachas y herramientas.
Probablemente, dichas relaciones se habrían intensificado a inicios del mandato del
inca Pachacútec, entre los años 1438 y 1463.
Parece ser, pues, que la relación entre los incas y los antepasados arawak se
caracterizó por la hostilidad que hubo entre andinos y amazónicos, pero también por un
fluido intercambio comercial.
La llegada de los españoles y los misioneros Durante la época colonial ingresaron
a la selva central, por las ciudades de Tarma, La Merced y Satipo, misioneros franciscanos
y algunos encomenderos, soldados y aventureros españoles.
Los misioneros realizaron varios intentos para establecerse en la zona del Cerro de
la Sal, lugar de confluencia y de intercambio de productos de los antiguos asháninka,

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nomatsigenga, yanesha y otros que venían de regiones más lejanas, entre ellos los
matsigenka y otros que llegaban desde territorio hoy boliviano.
La presencia de los españoles durante el periodo misional ocasionó una
disminución importante en la población, debido principalmente a las epidemias, a las
cuales se sumaron la presión de los misioneros y la explotación de otros conquistadores.
Todo esto motivó la rebelión de los indígenas, que en diversas ocasiones se levantaron y
destruyeron pueblos de españoles y misiones franciscanas.

Los pueblos asháninkas en la actualidad

El proceso de colonización de la Selva Central ha sido tan intenso, que hoy en día
las comunidades asháninka, constituyen, prácticamente, islas indígenas entre una gran
cantidad de asentamientos de migrantes y colonos andinos. Esto ha ocasionado que algunas
de las actividades y costumbres desaparezcan, otras se mantengan, algunas se transformen,
y también costumbres ajenas sean incorporadas como propias. Actualmente son
importantes productores de café:

“Tienen muchas tierras tituladas, pero en los últimos años se han visto
afectados por la plaga de la roya, También venden frutas como la papaya, piñas y
plátanos. Incluso han incursionado en el ecoturismo para “dar a conocer a los
peruanos su entorno y tradiciones”, dice el funcionario del Ministerio de Cultura.
Danny Nugkuag, asesor del Viceministerio de Interculturalidad del Ministerio de
Cultura.

Además, este territorio también ha sido fuertemente depredado, habiendo


desaparecido gran parte del bosque, lo que ha dejado pocos espacios para la vida tradicional
indígena:

“El asháninka si mata un venado mata para un consumo, no lo ve en el


sistema de negocio. Lo que pasa es que entra la carretera, entra el turismo y mucha
gente utiliza el restaurant y mucha gente pide guiso de venado, un asado de venado,
un chicharrón de venado, y el pobre animal ya no existe. Pero el asháninka nunca
ha sido un criminal de exterminar los animales para el negocio, no lo ven en el
sistema económico, sino para el consumo. En cambio, la gente foránea ya lo ve
como un sistema negociado y dice ‘esta gente no sabe hacer negocio, mejor lo hago
yo’, agarra la red y barre con todo. El asháninka siempre lo ha considerado un
sistema ecológico de su propia naturaleza”. (Enrique Casanto, asháninka)

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Frente a esta presión colonizadora, muchas familias asháninka optaron por migrar
hacia territorios más lejanos e inaccesibles para los colonos mestizos. Por ello, durante la
segunda mitad del siglo XX se puede apreciar un importante flujo migratorio desde el valle
del río Perené hacia el nororiente, en dirección hacia el valle del río Pichis, del Ucayali y
sus afluentes, así como hacia el este, a los ríos Ene, Tambo, Urubamba y Purús. Esta
situación ha influido en la transformación de las formas de vida que tradicionalmente
caracterizaban a estos pueblos, en la aparición de nuevas necesidades, así como en los retos
pendientes para garantizar el ejercicio de los derechos colectivos de estos pueblos.

Viviendo en la ciudad

Actualmente, muchos jóvenes asháninkas migran hacia distintas ciudades como


Satipo, La Merced, Huancayo o Lima, buscando nuevas oportunidades de trabajo, así como
mejores servicios de salud y educación.

“Uno viene a la ciudad por la educación. Yo vivo en Chanchamayo, en


Chanchamayo cuando yo estudié hasta el año 80 recién se creó el colegio
secundario. Hasta el año 80 yo tenía solamente 5to de primaria. Yo decía no puedo
quedarme así, tengo que estudiar”. (Enrique Casanto, asháninka)

Este proceso se ve motivado por la insuficiencia que todavía presentan las políticas
en educación y salud, a pesar de la inclusión de un enfoque intercultural transversal a dichas
políticas.
Cabe resaltar que, en todos estos pueblos, la desigualdad de género se manifiesta
en el hecho de que la tasa de analfabetismo de las mujeres es siempre superior a la de los
hombres, siendo también más acentuada en el caso de las mujeres asháninka (30.1%),
frente al 16.8% de los varones.

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Conclusiones

1. El trabajo que hemos realizado para el curso Taller de asháninka, nos ha permitido
comprender la riqueza cultural del pueblo asháninka muchas veces, subestimado,
postergado y abusado a lo largo de la historia.

2. El pueblo asháninka es poseedor de una cosmovisión ancestral, que le ha permitido


interactuar y adaptarse exitosamente a su ambiente, siendo que ha logrado dominar el arte
de convivir con la naturaleza, sin agotar sus recursos ni depredarla.

3. Esta cosmovisión implica reconocerse como parte del ecosistema amazónico y deja de lado
el pensamiento capitalista de lucrar con los recursos naturales. Por el contrario, limita la
utilización a la satisfacción de las necesidades primordiales.

4. La manera en que el asháninca ha explicado su realidad se refleja en la riqueza de su


tradición oral, En la abundancia de personajes mitológicos, poderosos, que interactúan con
él, y que vigilan que actúe éticamente en el ambiente.

5. La identidad y el sentido de pertenencia que el asháninca valora, se refleja en sus


costumbres y constituyen la forma en que este pueblo enfrenta la permanente arremetida
de otras culturas nacionales, y en un mundo globalizado, hasta extranjeras.

6. La vestimenta tradicional, la lengua, el respeto a las costumbres y los roles, pero, sobre
todo, la importancia de transmitir a las nuevas generaciones los conocimientos y saberes
tradicionales que poseen los ancianos, son parte de la lucha de este pueblo por revalorar su
cultura.

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Bibliografía

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