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Y esto fue evidente a finales del año pasado cuando una fuerte sequía (la más

intensa de los últimos 20 y 30 años en la sierra norte y en la sierra centro


occidental, respectivamente) azotó 17 regiones del país dejando grandes pérdidas.

A inicios de este mes, por ejemplo, se calculaba que en Puno la ausencia de lluvias
había dañado entre el 30% al 40% de los cultivos en trece provincias de la región y
sus distritos. Mientras tanto, en Piura hasta la semana pasada se contabilizaban
S/200 millones en mermas y un 50% del área cultivada afectada.

Si bien las lluvias regresaron a gran parte del país y se incrementa el volumen de
agua en los reservorios de la costa, todavía la sequía sigue preocupando a los
agricultores.
“Las pérdidas se dan anualmente. En los últimos dos o tres meses del año ya no hay
agua. Y las lluvias que comienzan en la quincena de enero –como sucede ahora– no
son la solución para este problema”, señala Donald Lecarnaqué, ex presidente de la
Central Peruana de Pequeños Productores de Banano Orgánico.

Cabe decir que este gremio está exportando 50 contenedores menos al mes y han
perdido 1.500 hectáreas, lo que se traduce en una merma de US$12 millones.
Según los cálculos de Joel Siancas, presidente del consejo directivo de la Cámara de
Comercio de Sullana, a menos que se tomen las medidas necesarias, las pérdidas
para la agroexportación en la región Piura podrían alcanzar los S/540 millones.

EL REMEDIO, PERO NO LA CURA


Pero, ¿cómo están enfrentando los agroexportadores este escenario? De acuerdo a
Ádex, un grupo de exportadores del norte del país han construido pozos de agua
para almacenarla, a fin de no verse afectados en el corto y mediano plazo.

En el caso de algunos pequeños productores, cuyos cultivos se encuentran cercanos


a los ríos (que son el 1% de las empresas del norte) –explica Lecarnaqué– la
solución ha sido comprar motores para acercar el agua.

Adicionalmente a estas acciones, todas las compañías vienen aplicando esquemas


de optimización del agua en sus tierras y –en algunos casos– han reducido sus
áreas de cultivo.

Sin embargo, como lo menciona Sergio Salinas, profesor de la Escuela de Gestión


Pública de la Universidad del Pacífico (UP), estos esfuerzos no atacan el problema
principal: una mejor gestión del agua.

EL MOMENTO: AHORA
Uno de los grandes problemas dentro de la gestión del agua en el país es el estado
de los reservorios. Un caso claro es el de Poechos (Piura) con más de cuarenta años
de operación, este proyecto ya no almacena los 800 mil metros cúbicos anuales
para los que fue construido, sino 50% menos debido a la poca preocupación de las
autoridades locales y al impacto de tres fenómenos de El Niño.
A esto se suma que en los últimos años –y pese a la situación de Poechos– se han
seguido otorgando licencias para la ampliación del área agrícola en la zona. En
pocas palabras: la menor cantidad agua que hay se está repartiendo entre más
cultivos.
Pero, como remarcan Siancas y Salinas, no solo hay que mejorar las obras que ya
están funcionando, sino sumar nuevas.

En esa línea, el catedrático de la UP remarca la necesidad de que Ica, una de las


provincias que vienen impulsando el ‘boom’ agroexportador, cuente con un
almacén hídrico, ya que la falta de mayor abastecimiento de agua está frenando un
mayor crecimiento.

Por su parte, Siancas agrega que si en su región se optimizara la administración del


agua, la producción se podría incrementar en 20% aproximadamente.
Y estas mejoras no solo contribuirían a aumentar la producción, sino también a que
nuestros alimentos sean más competitivos.

Por ejemplo, Ádex indicó que en el primer semestre del 2016 la poca disposición
del agua desencadenó en una menor calidad de la oferta de menestras y en
consecuencia, en sus menores precios en el exterior.

Pero para alcanzar estas metas no solo basta con grandes y modernas obras, gran
parte de la ecuación es mejorar la administración. Y esta es la parte más delicada.
Hoy en día, esta tarea recae en manos de gobiernos regionales y autoridades
locales. Cabe recordar, en este punto, que actualmente las empresas
administradoras de agua tienen pérdidas por encima del 50% de este bien.

Es por ello que el economista Alberto Pascó-Font comenta que estas instituciones
deben buscar una forma sostenible de gestión de infraestructura de riego que
beneficie tanto a la zona urbana como a la industrial. Y en este esquema
recomienda trabajar de la mano del sector privado, que se debe encargar de la
gestión –claro está– bajo fiscalización.

Otro tema a revisar es el de los precios del agua. Para Salinas se tienen que
sincerar los costos para la agricultura. Una buena noticia dentro de este río ha sido
las intensiones del Gobierno por mejorar el acceso al agua y asegurar una mejor
infraestructura hídrica en el país.

Y sobre esto último, Abelardo de la Torre Villanueva, jefe de la Autoridad Nacional


del Agua (ANA), anunció la construcción de pequeños reservorios en las zonas
afectadas por la pasada sequía y la elaboración de un programa nacional de gestión
de recursos hídricos con el que se desea resolver el problema integral de los
próximos 30 años con una inversión de S/150,000 millones.

En los próximos cinco años se espera la construcción de presas, zanjas de


infiltración y ejecutar una forestación. Todos los actores involucrados esperan que
estas medidas estén puestas en la dirección correcta ya que, con el calentamiento
global, el Perú será uno de los más grandes afectados con la escasez de este oro
líquido. El momento de tomar acciones es ahora.

Los efectos del cambio climático, la desglaciación de los nevados y la forma como está distribuida la
población, así como las actividades productivas e industriales en nuestro territorio, está generando un
estrés hídrico en el país, así como una redistribución inequitativa del agua, recurso que cada vez se
hace más escaso. Y del otro lado, tenemos una respuesta débil de las instancias gubernamentales, que
debería generar preocupación en la ciudadanía. Al respecto Noticias SER conversó con Beatriz Salazar,
investigadora del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), miembro del proyecto Gesaam y
Coordinadora del Observatorio de Cambio

¿Cuál es la situación del Perú con respecto al estrés hídrico?, ¿es alta la diferencia entre el agua
que requiere la población con respecto a la disposición del recurso?

Ahí debemos aclarar algunas creencias, porque creo que se repiten dos cosas. Por un lado, se dice que el
Perú es uno de los países más vulnerables al estrés hídrico y también se dice que nuestro país cuenta con
mayores recursos hídricos en el mundo. Ambas afirmaciones tienen algo de verdad, porque
efectivamente el país tiene disponibilidad de agua; pero si vemos en qué regiones hay más agua dulce y,
donde es más escasa, encontramos que en todo lo que es la vertiente oriental, todo lo que es la sierra, el
agua discurre a la amazonia. Esta zona tiene más del 95% de agua dulce disponible del país, pero allí hay
relativamente poca población. Mientras que en lo que corresponde a la vertiente del Pacífico solo hay un
2% de agua dulce disponible en el Perú, pero ahí se asienta más del 50% de la población del país.

Esta situación de estrés hídrico, ¿se puede explicar en la poca planificación en la ocupación del
territorio y la priorización de ciertas actividades?

Claro, hemos planeado nuestra ocupación del territorio de forma bastante desordenada. Entonces en la
costa tenemos una mega ciudad que es Lima, así como centros urbanos que concentran pobladores que
se cuentan por millones. Y además en la costa están concentradas actividades altamente consumidoras de
agua, como la agroexportación. Y eso tiene que ver con el modelo de desarrollo que tiene el Perú, donde
se considera que la costa debe ser una gran franja verde, con cultivos de agro exportación, pero
justamente el esparrago, la vid y algunos otros cultivos como la caña de azúcar son grandes
consumidores de agua. Eso provoca situaciones donde se busca aumentar agua para la agricultura para la
costa y el asunto se hace insostenible, ya que el recurso no alcanza ni para las necesidades de la
población no para las diversas actividades de producción. Así en la costa el agua ya no alcanza ni para la
población ni para la producción.

¿En qué medida los efectos del cambio climático, que han provocado la tardía llegada de lluvias,
complican la situación?

Cada vez se manifiestan más los efectos del cambio climático, eso provoca que los glaciares que
amortiguaban un poco la escasez de agua en la época seca en la costa y sierra, estén retrocediendo y
reduciendo su extensión. Entonces, contamos con menos glaciares y en el futuro vamos a contar con
menos agua. Lo que va causar esta situación es que será más difícil desarrollar la pequeña agricultura en
la sierra, especialmente en la vertiente occidental y, lo mismo sucederá en la costa misma. La otra
situación es que cada vez se están haciendo más irregulares los fenómenos climatológicos, por eso se
registran lluvias intensas, sequias intensas, heladas y granizadas que afectan a la pequeña agricultura y
consecuentemente a la seguridad alimentaria, porque buena parte de los productos que van al mercado se
produce en la zona donde se hace más difícil tener agua.

Considerando el diagnóstico que hace, ¿la intervención estatal ha sido la más adecuada en estos
últimos años para poder reducir los riesgos del estrés hídrico?

La respuesta es no, porque hemos visto que desde hace muchos años que se ha priorizado el crecimiento
económico y se ha facilitado y promovido los cultivos de agro exportación en la costa. Por ello se está
buscando asegurar el agua para estos cultivos trayendo de la vertiente oriental a la occidental a través de
trasvases. El problema de esos trasvases, los que se ejecutaron con anterioridad, es que no han estado
basados en estudios donde se considerara los efectos del cambio climático o el aumento de la población
en la costa, así como el crecimiento de la agroexportación y eso ha hecho que no sea sostenible en el
tiempo. Y siempre se está buscando hacer trasvases para traer agua para la costa.

La forma como se viene gestionando el agua está conllevando a un inequitativo acceso al agua
¿cómo se debería replantear esta situación?

Se debe replantear esta lógica desde dos puntos de vista. Uno, no solo es ver las posibilidades de la
costa, sino ver el asunto desde un enfoque de cuenca, porque no se puede planificar en aumentar la
disponibilidad del agua en la costa sin considerar obras de recarga hídrica en las cabeceras de cuenca,
asunto que no se ha hecho hasta ahora. Si se quiere dar sostenibilidad a la población y a la producción
agrícola se debe manejar la cuenca con un enfoque integral para hacer recarga hídrica a partir de
proyectos como siembra y cosecha de agua. Y no solo hay que pensar en mega obras, porque cuando se
habla de represas y reservorios, se piensa en mega obras; pero eso hay que complementarlo con obras
más pequeñas con microreservorios que pueda servir a las poblaciones campesinas y pequeños
agricultores que son los más afectados. La otra dimensión que debemos tomar en cuenta es la gestión
social del agua, porque para que la obra sea sostenible económica, socialmente y ecológicamente, es
necesario involucrar a las poblaciones que trabajan en todas las áreas de las microcuencas y subcuencas
y eso es lo que menos se ha trabajado, porque el enfoque tradicional es diseñar las políticas de agua
desde Lima y a las regiones sólo las ejecutan y no hay suficiente participación de las poblaciones rurales
y de las ciudades de la sierra, porque además se debe buscar que las poblaciones ejerzan sus derechos
entorno al agua.

¿El gobierno de PPK tiene claro sobre lo que se tiene que hacer ante esta situación donde hay un
desequilibrio entre el agua que se necesita y la disponibilidad de la misma y del acceso equitativo
de las poblaciones al agua?

Creo que por lo menos hay voluntad. Por ejemplo, hay que reconocer que el gobierno actual está
empezando a dar importancia a las obras en cabecera de cuenca; pero hay indicios preocupantes, porque
sierra azul es muy centralizado y eso se ve en el presupuesto público y al parecer se va gestionar desde
Lima, lo cual no garantizará el suficiente involucramiento de las poblaciones y no se garantiza los
resultados. Entonces, los proyectos de siembra y cosecha de agua no se ven de forma articulada entre
gobierno nacional, regional y local, así como el involucramiento de la población, porque debería hacerse
de forma participativa y eso hay que vigilarlo. Y de otro lado, la ciudadanía debería reclamar al gobierno
como va a garantizar su derecho de acceder al agua.

La Autoridad Nacional del Agua (ANA) realizará en las próximas horas la declaratoria de emergencia
hídrica en algunas regiones del norte y sur del país, ante el crítico déficit de lluvias que se enfrenta,
informó el ministro de Agricultura y Riego, José Hernández.

"De acuerdo a la información técnica de la ANA, se han detectado condiciones climáticas muy severas
de falta de lluvias en algunas regiones, debido principalmente al cambio climático", dijo.

Indicó que se trata de zonas críticas de la costa, sierra y selva que han pasado de la situación de sequía a
estrés hídrico, por lo que "debemos actuar de inmediato ante la falta de agua".

"De allí la necesidad de hacer esta declaratoria de emergencia", expresó el titular del Ministerio de
Agricultura y Riego ( Minagri).

Ante ello, agregó que se propondrá una serie de medidas que permitan resolver la dotación de agua, no
solo para el consumo humano, sino para la agricultura.

Hoy entra en vigencia la disposición de Sedapal para disminuir la presión del servicio de agua
potable en Lima y Callao, en horario nocturno. El bajo caudal de los ríos Chillón y Rímac,
principales abastecedores de una población de más de 9 millones de habitantes, anuncian el
impacto de la sequía de la sierra central en la capital. Al margen de las molestias que podría
causar esta medida de contingencia en pleno verano, es una oportunidad para tomar
conciencia que Lima es una ciudad construida sobre un desierto, donde 1 millón y medio de
personas no tiene acceso a agua potable y más aún, que el estrés hídrico es una
consecuencia del cambio climático que ya se siente con mayor intensidad en otras regiones
de nuestro país.

Hace aproximadamente un mes los noticieros daban cuenta de una seguidilla de incendios
forestales desatados en diferentes provincias de la sierra del país: La Libertad, Lambayeque,
Huancavelica, Cajamarca y Ayacucho, se encuentran entre las más afectadas. Cientos de
hectáreas de pastizales y bosque seco fueron arrasados y con ellos la fauna y flora del lugar,
dejando cuantiosas pérdidas materiales, humanas y un severo daño medioambiental que hay
que revertir.

Disminución de la huella hídrica y plan de reforestación

En la provincia de Santa Cruz, que también fue afectada por los incendios forestales, se está
desarrollando un intenso trabajo de recuperación de los recursos naturales. Se ha conformado
el Comité de Gestión Agraria, con el respaldo del Gobierno Regional de Cajamarca. La
finalidad de este colectivo liderado por CDCIP -socio local de Ayuda en Acción- es tomar
acciones organizadas y estratégicas para el uso eficiente y sustentable del agua. Se pretende
disminuir la huella hídrica de la agricultura, capacitando a los pequeños agricultores, pero
también dotar de tecnologías de riego, para que no se desperdicie y se aproveche cada gota
de agua, recurso natural en riesgo ante los efectos del cambio climático.

Mientras la incidencia y las decisiones políticas siguen su curso, se viene ejecutando un Plan
de Reforestación en los cuatro distritos que abarca el proyecto: Chancaybaños, Catache, La
Esperanza y Santa Cruz. Durante el año 2016 se ha sembrado 16,000 plantones de pino.
¿Cómo ayuda la forestación a frenar el cambio climático? La ecuación es simple, un suelo
reforestado absorbe cuatro veces más agua de lluvia que un suelo cubierto de pastizales, y 18
veces más que un suelo erosionado o desnudo.

Ocurre además, que al caer la lluvia en un territorio cubierto de vegetación, una parte del agua
es captada por los copos y ramas de los árboles, esta se evapora y nuevamente forma nubes
para asegurar próximas lluvias; otra parte desciende, se escurre por la superficie y el
subsuelo, y da origen a ríos, arroyos, lagos, lagunas, bofedales y mantos acuíferos.

Acción frente al cambio climático reconocida por el MINAN

En Ayacucho la falta de agua ha llegado a niveles críticos. El sector Abra Ritipata a


4,900msnm, ubicado en el distrito de Paras -provincia de Cangallo- hace décadas lucía un
espesor de dos metros de nieve, hoy es un completo desierto. Sobre sus cumbres
descansaba la reserva de agua más importante de toda la región Ayacucho, de sus laderas se
desprenden los afluentes de la presa Cuchoquesera, con una capacidad de almacenamiento
de 80 millones metros cúbicos de agua, destinados al consumo humano y a la agricultura. En
la actualidad esta planta apenas llega al 10% de su capacidad.

Una de las líneas de trabajo de la fundación tiene por finalidad la preservación de las
cabeceras de cuenca, lugar donde nacen las corrientes de agua. A través de la tecnología
ancestral “Siembra y Cosecha de Agua” se está ampliando la capacidad de lagos y lagunas
situados en las partes más altas de la región. Esta práctica heredada de los Incas consiste en
el almacenamiento del agua de lluvia en vasos naturales, protegidos con diques de piedra y
núcleos de arcilla para la filtración del suelo y subsuelo. De esta manera se originan los
acuíferos que formarán ojos de agua o puquiales, y estos a su vez surtirán a los humedales.

Son 16 cochas o lagunas intervenidas en el distrito de Paras. Además, se les ha colocado una
válvula reguladora de salida del caudal para que los comuneros puedan utilizar el recurso de
manera eficiente y responsable en la conservación de pastos naturales y asociados que
cultivan para la alimentación de sus alpacas, principal sustento familiar. Asimismo, la
captación de agua de lluvia es parte de un sistema integrado que contempla el manejo de
suelos, forestación y pastos; rotación de canchas de pastoreo, instalación de zanjas de
infiltración, control de cárcavas y andenerías, todo como parte de un plan participativo de la
comunidad.

Este proceso ha significado el aumento de la capacidad conjunta de las 16 lagunas de


279,500 a un total de 749,500 metros cúbicos. Esta contribución a la mitigación de los efectos
del cambio climático ha sido valorada por el Ministerio del Ambiente que ha otorgado el
Premio Nacional Ambiental Antonio Brack Egg 2016 al Centro de Desarrollo Agropecuario –
CEDAP, socia estratégica de la Fundación Ayuda en Acción en Ayacucho.

Evidentemente este reconocimiento nos anima a continuar con mayor compromiso en


nuestros objetivos colectivos de la mano de nuestros socios locales en ocho regiones del país.
También motiva a la reflexión para que cada uno en sus hogares, a propósito del
racionamiento del agua en Lima y El Callao nos preocupemos un poquito más por saber de
dónde proviene el agua que consumimos, cómo la naturaleza nos provee del líquido elemento
y sobre todo cómo podemos cuidarla, quererla y protegerla.

La costa peruana esta a punto de


ingresar al estrés hídrico
Cuando la demanda por agua es mayor a la que se dispone se denomina estrés hídrico, un estándar
internacional que es un paso previo a la escasez de agua. El Perú si bien posee el cinco por ciento de toda al agua
dulce del planeta y tiene más de 77 mil 500 metros cúbicos por habitante año, tiene a la costa del país al borde del
estrés hídrico.

“De acuerdo a los indicadores internacionales, un país ingresa a estrés hídrico cuando tiene menos de dos mil metros
cúbicos por habitante año, y en la costa peruana estamos con 2,025 metros cúbicos por habitante año, es decir
estamos a punto de ingresar a estrés hídrico” sostuvo en el programa Por Nuestra Gente de RPP, Francisco Soto,
Director Ejecutivo del Instituto de Promoción para la Gestión del Agua, IPROGA.

¿Entonces se preguntará dónde está el resto del agua que posee el Perú y por qué hace falta?. La respuesta es
simple, tenemos una mala distribución de la población. Nuestro país tiene tres vertientes: La del Pacífico, la del
Atlántico y la del Titicaca. La primera que corresponde a la costa, posee solo el 1,8% de la disponibilidad hídrica, sin
embargo, en esta zona se asienta más del 70% de la población y se concentra la mayor parte de la actividad económica
del país.

¿Qué hacer?
El especialista señala que se necesita un manejo integral de las cuencas desde las partes altas hasta las partes bajas,
con una mayor dotación de recursos para los consejos que se harán cargo de su administración.

Además sugiere definir el establecimiento de los yacimientos mineros, la mayoría de los cuales se asientan en las
cabeceras de cuencas, contaminando las fuentes de agua.
Una campaña de reforestación de las partes altas, así como el establecimiento de una cuota para el mantenimiento
de las cuencas.
Mejorar los sistemas de riego en el sector agroindustriales y apoyo a los agricultores pobres para mejorar sus técnicas
de riego.

En tanto en las casas, Soto recomienda a la población ser más responsables con el consumo en el uso doméstico.
Asimismo, tomar conciencia que contar con agua en las casas cuesta no solo al entrar sino también al salir de la
misma.

REGLAMENTACION DE LA LEY DE RECURSOS HIDRICOS

Francisco Soto adelantó que este martes 23 se realizará en Palacio de Gobierno la ceremonia de Reglamentación de
la Ley de Recursos Hídricos, un instrumento que se espera pueda mejorar la gestión del agua en el país.
imagine que en el Perú se llegaran a aplicar cortes del servicio de agua potable de
hasta 12 horas de forma periódica debido a la falta de este recurso. Pues bien, esa
situación está ocurriendo ahora en Bolivia y nuestro país está cerca de vivir similar
panorama si no se actúa pronto.

“Estamos en emergencia. Ya llevamos cinco años con déficit de lluvias porque el cambio
climático es un hecho. Cada vez tenemos menos precipitaciones. La situación es crítica si
analizamos el estado actual de los reservorios en el país; y las proyecciones nos dicen que
los años siguientes seguirán siendo así”, asegura Abelardo de la Torre, jefe de la Autoridad
Nacional del Agua (ANA).
De la Torre hace hincapié en que el problema de falta de agua es real, que no es un mito, y
que se necesita conciencia sobre este problema para no llegar a la situación de la vecina
Bolivia.

Déficit en el ande
Al consultar al Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), esta entidad
informa que a la fecha toda la sierra del Perú ya sufre los efectos del déficit hídrico.
Waldo Lavado, especialista de Hidrología del citado ente, explica que las zonas
altoandinas de 19 regiones se están viendo perjudicadas con sequías de intensidad leve,
moderada, severa y hasta extrema, según el periodo de medición que se elija (corto,
mediano o largo plazo).
En la parte alta de Piura, Lambayeque, La Libertad, Áncash, Lima, Arequipa y Moquegua
no se recibieron lluvias suficientes.
También Tacna, Cajamarca, Amazonas, San Martín y Huánuco. Incluso Pasco, Junín,
Huancavelica, Ayacucho, Apurímac, Cusco y Puno recibieron en octubre último menor
cantidad de lluvia de la que solían recibir para esas fechas. En la sierra norte y sur se
obtuvo entre un 15% y 100% menos de precipitaciones normales (ver gráfico).

Crisis en reservorios
Los reportes del Senamhi se confirman con los bajos niveles de reserva de agua que
presentan en este momento los reservorios de los departamentos de Lambayeque, Piura y
Moquegua (solo 12%, 24% y 29,2% en Tinajones, Poechos y Pasto Grande,
respectivamente).
Al no llover en la sierra, los embalses de la costa disminuyen. De los 700 embalses que
tiene el Perú, los 60 más importantes se ubican en la costa del país.
“Ahora los agricultores son los más preocupados porque es tiempo del inicio de la campaña
agrícola y resulta que el agua que hay es para atender el consumo humano”, señala De
la Torre.
El funcionario agrega que si bien en esta época los reservorios no deben estar llenos, sí
debería haber agua almacenada lo suficiente para el riego agrícola, pero no es el caso.
“Si las lluvias llegan a fines de diciembre, los reservorios empezarán a llenarse con las
precipitaciones de temporada, pero ¿se imagina si se retrasaran?”, advierte el jefe de
la ANA.
Si eso llegara a ocurrir, en definitiva ya no solo la actividad agrícola estaría en riesgo,
también lo estaría la entrega del agua para consumo humano. Las empresas de
saneamiento básico empezarían a aplicar restricciones en el servicio.

Hay mal uso del agua


En Bolivia, el presidente Evo Morales atribuyó públicamente la crisis actual al cambio
climático; sin embargo, se supo que la principal causa de la emergencia en el país
altiplánico radicó en el mal manejo que se le dio al recurso hídrico.
También influyó la ausencia de un plan de respuesta al problemaque los registros
técnicos anunciaron con anticipación.
Actualmente, los gobiernos regionales de Moquegua y Piura demandan al Gobierno
Nacional atender su declaratoria de emergencia, pero la ANA ha detectado mal manejo del
recurso.
“Existe un proceso sancionador en curso contra los administradores del agua de
Moquegua. El siguiente departamento en ser sancionado sería Piura. Hemos detectado que
fue descargada más agua de la que la autoridad recomendó. Eso no puede ocurrir”, señala
Abelardo de la Torre.
La sanción será evaluada y puede ser de tipo económica, administrativa o penal, según
amerite el caso.
Cabe indicar que recién desde el año pasado a la Autoridad Nacional del Agua se le
concedió la facultad de sancionar a todo aquel actor que demuestre una irresponsable
administración en la distribución del agua, ya sea funcionario de la ANAdescentralizado
u operador de sistema hidráulico, entre otros.

Proyecciones
Aún con la situación antes descrita, la ANA tomará en cuenta el pedido de Moquegua y
Piura para atender con un plan de emergencia su crisis de estrés hídrico, más aún porque
desde el punto de vista meteorológico, los pronósticos del Senamhi para los siguientes
meses anuncian que no habrá mayor variante.
“Es probable que las condiciones secas se mantengan todavía durante el mes de
diciembre. Si bien van a presentarse periodos de humedad, estos serán muy localizados y
deficientes para revertir la situación”, señaló el director de Meteorología Sinóptica del
Senamhi, Nelson Quispe.
Incluso, el último boletín de monitoreo de condiciones secas y húmedas de esta misma
institución señala que, para enero de 2017, la lluvia seguirá siendo deficitaria en la
sierra de Piura, Lambayeque, Cajamarca y La Libertad, así como para algunas zonas de la
sierra de Arequipa, Tacna, Moquegua y parte de Puno.
Y aunque las circunstancias actuales todavía no superan los límites históricos, el director de
Hidrología Aplicada del Senamhi, Waldo Lavado, asegura que “existen las condiciones
para hacerlo”.
“No podemos decir todavía que afrontamos una sequía pero sí que toda la sierra del
Perú sufre por un déficit hídrico que se agravaría si es que continúan las condiciones secas
durante enero, febrero y marzo, meses en los que la lluvia llega a sus picos más altos”,
explica Lavado.
Por otro lado, la situación obliga a plantear si el Perú requiere construir más reservorios
para embalsar el agua que llega en las épocas de lluvia y aprovecharlas al máximo, de tal
manera que evitemos que millones de metros cúbicos terminen en el mar.
“Sí, el Perú necesita que se construyan por lo menos diez nuevos reservorios que estarían
distribuidos a lo largo de la Costa. El Estado no puede permitirse seguir retrasando la
ejecución de esos proyectos”, enfatiza De la Torre.
También se requerirá que todos los peruanos empiecen a cuidar el agua, porque su ausencia
afecta la sanidad, la economía, el bienestar en general.

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