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La historia como apropiación y actualización de posibilidades.

Esquema:
1. Qué es lo real en tanto que de suyo.
1. 2. El dinamismo de lo real: dar de sí en respectividad.
1. 3. La base material de lo real como fundamento de lo histórico: espacio y tiempo.
2. Nuevas formas de realidad: el hombre y la historia.
3. Realidad histórica: historia como liberación de nuevas formas de realidad a través de la
apropiación y actualización de posibilidades.

1. Qué es la realidad
Para hacer una consideración de la historia, es necesario que partamos de una
conceptualización metafísica de qué es lo real, y como estamos analizando qué es lo
histórico en tanto que apropiación y actualización de posibilidades en el pensamiento
filosófico de Ignacio Ellacuría, nos remitiremos al concepto de realidad, tal y como lo
desarrolla X. Zubiri en trabajos tales como Estructura Dinámica de la Realidad. La realidad,
según Zubiri, se caracteriza por ser fundamentalmente una unidad sistémica, dinámica y
estructural.

¿Qué implica que la realidad sea unitaria?


Que todo lo real, en tanto que real, es un sistema de notas que se encuentran en
respectividad, esto es, que cada nota lo es en virtud de ser momento del sistema total y no
es una entidad que se encuentre divorciada de las otras notas, sino que es lo que es por las
demás notas y por ser parte constitutiva de la unidad de la cosa real. La unidad de sistema
es en este sentido, anterior a las notas, pero no sería tal si sus notas no fueran a su vez
constitutiva respectividad: cambiar una nota en un sistema, en una cosa real, equivaldría a
estar ante una nueva forma de realidad o ante otra esencia.

Es este carácter de unidad lo que constituye a lo real como formalmente de suyo, es decir,
como algo cuyas notas le pertenecen en propio y no es mera adición relacional. Es el ser de
suyo lo que da a la cosa real el carácter de suficiencia lo que le hace diferenciarse de las

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cosas cosas, lo que le hace ser ella y no otra. Si las notas fueran una adición, implicaría que
la realidad estaría escindida y ya no sería unitaria, sino que alguna suerte de exterioridad
ultramundana se encargaría de ir colocando las notas en la cosa. Esto es lo que Zubiri
denomina como esencia, como “sistema básico y constitutivo de todas las notas necesarias
y suficientes para que una realidad sustantiva sea lo que es”1. La índole de la esencia en
este sentido no es de carácter formal en términos aristotélicos, sino que es física y momento
primordial de la dimensión material de lo real.

La “suidad” de lo real se hace manifiesta en el “de suyo”, en ser autoposesión, o


autopertenecerse, y en la medida que una forma de realidad es más suya, se pertenece más a
sí misma, es más real y también más sustantiva. De ahí que formas de realidad como la vida
humana y la sociedad posean grados mayores de realidad, por cuanto están abiertas, que las
realidades intramundanas de tipo cerrado o estrictamente naturales.

A esta anterioridad de la totalidad sobre cada una de las cosas reales, en respectividad, es lo
que Zubiri llamará Cosmos, y por Mundo, se comprenderá a la respectividad de todas las
cosas reales en tanto que reales dentro de esta unidad anterior que es el Cosmos. El
dinamismo que compete a lo real como sistema respectivo se funda en el dar de sí, es decir,
en el despliegue de las notas constitutivas en las funciones que de suyo le competen a cada
cosa por tener tal estructura y ser unitaria: la cosa es sí misma en su despliegue. Este
dinamismo se hace patente en las dimensiones materiales y temporales de la cosa.
Brevemente las abordaremos, antes de entrar en la materia que nos compete.

La materia y el espacio
La materia es el principio por el cual la estructura de la cosa real se encuentra en el
Cosmos, las cosas reales y la realidad son “de suyo” materiales, aunque no debemos caer en
el equívoco de equiparar materia con corporalidad. El cuerpo es una de las tantas
modalidades en las que se manifiesta la materia. Asimismo, el dinamismo del dar de sí se
funda en esta dimensión material, manifestándose en una estructura externa, en que las
cosas sean externidad y son externidad porque son físicas. Por ello están vertidas las unas a

1 Zubiri, Xavier, Estructura Dinámica de la Realidad, p. 35

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las otras y entran en respectividad, y por esta misma razón es que la unidad de lo real en el
Cosmos y cada cosa real como momento del primero, son esencialmente estructura. Es en
virtud de la dimensión material de lo real que las cosas se pueden hacer presentes en la
inteligencia sentiente del hombre, y actualizarse físicamente en formalidad de realidad: si la
inteligencia actualiza la cosa real en tanto que real, en formalidad de realidad, es porque la
realidad es en sí misma estructura formal real y dinámica.

El espacio juega un papel crucial en el despliegue dinámico de lo real. Las cosas pueden
dar de sí porque son materiales y por tanto, ocupan un lugar en el sistema unitario que es el
Cosmos, porque son espaciosas, es un momento del “de suyo” de la cosa real, como
momento del Cosmos. El ocupar un lugar y la posición de la cosa en el Cosmos o la nota en
la cosa real, es lo que funda el espacio y las cosas pueden entrar en respectividad, donde el
dinamismo respectivo toma forma de tensidad, porque cada cosa está fuera de las demás,
pero vertida a ellas. Es decir que son un “ex de”, es el momento del fuera de las otras, que
en respectividad se hace patente como ex‒tensidad en el momento de su constitutivo dar de
sí. El espacio es estructura pero solo en virtud de que las cosas materiales ocupen una
posición, un lugar, y sean dinámicas.

Si no existieran las cosas reales, no habría espacio, y de la índole de la estructura de cada


cosa real, de su sustantividad y de su tipo de materia, dependerá el modo de ocupar el
espacio, como será el caso del hombre como esencia abierta.

El tiempo, por su parte, se funda también en la dimensión material de lo real, pero su


despliegue no se funda en extensión, sino en distensión, manifestándose en aquellas
realidades donde en su dinamismo formal, unas notas van después de otras, es decir que su
exterioridad en el dar de sí no es espacial sino sucesiva. La temporalidad de lo real es lo
que funda el que el respectivo dar de sí o la manifestación de la unidad de la cosa real no se
dé de una, sino que se vaya dando.

Por ocupar las cosas un espacio es que deben ser procesuales para seguir siendo sí mismas,
la procesualidad se da, entonces en el tiempo, haciendo de éste un “pasar” que se presenta

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en una unidad de “ahoras” que se despliegan en la forma de un antes-ahora-después, por el
cual el tiempo es continuo, abierto, aperiódico y ordenado. Dicho de otra forma, el tiempo
es indefinido, y es de índole distinta en función del tipo de realidad: en el caso del hombre
y lo histórico, a partir del cristianismo, Occidente ha concebido el tiempo como una línea
recta indefinida, cuyas periodicidades quedan dadas por cada pueblo. La medición del
tiempo, en este sentido, no es independiente de la estructura real que tiene el tiempo,
aunque éste último no tenga un carácter sustantivo en sí mismo, sino que se funda en cada
cosa real.

¿Qué es la historia?
La historia debe ser comprendida no como una contraposición de lo natural, sino más bien
como una realidad que se encuentra subtensionada en la naturaleza, por cuanto es una
modalidad de realidad que posee una estructura material y temporal que le vienen por la
presencia de la naturaleza en lo histórico. Puede existir naturaleza sin historia, pero no
historia sin naturaleza. Anular lo que hay de natural en lo histórico equivaldría a destruir la
base a partir de la cual la historia tiene su existencia.

La subtensión dinámica a partir de la cual emerge lo histórico, tiene su raíz en el carácter


material de lo real: lo real por ser material es tensidad que se despliega en un ex, como ya
habíamos mencionado previamente, donde el tiempo también transcurre en función de un
tipo de realidad que tiene una estructura determinada. Por ello, la temporalidad que emerge
de lo histórico no es la misma que la temporalidad natural, sino que se funda en la
estructura abierta que es el hombre.

El hombre, al ser una esencia abierta de tipo biológico, tiene el esencial rasgo de ser una
realidad inconclusa. A diferencia del resto de los animales y de otras formas no biológicas
de realidad, su actividad no es cerrada, porque su enfrentamiento con la realidad no es de
tipo estimúlico, sino real: el hombre se enfrenta a las cosas en tanto que reales, por lo cual
su respuesta no se encuentra asegurada, de ahí que busque responder a la situación por
opción. El hombre en este sentido, es un ser volente porque está necesitado de solucionar su
situación ante lo real, su voluntad es tendente hacia múltiples cosas (por lo cual es libre) y

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las cosas se le presentan como posibilidades de la realización de su propia vida, y es
volente porque su enfrentamiento con lo real es de tipo intelectivo sentiente. Si el hombre
no tuviera inteligencia sentiente, no tendría voluntad porque las cosas solo se le
“aparecerían” como estímulos, y muy probablemente su respuesta a la situación sería de
tipo instintivo y cerrado.

El acto intelectivo sentiente es una unidad estructural que posee dos momentos, el
sentiente, que hacen presentes las cosas al hombre en impresión de realidad, donde las
cosas afectan al hombre realmente (se siente afectado), presentándose en alteridad de
realidad, para mantener la apertura en el momento de respuesta. El momento intelectivo es
a aquel por el cual las cosas que se hacen presentes en impresión sensible quedan
actualizadas en formalidad de realidad. Por ello es posible encontrarnos con un
enfrentamiento real de realidad, cuya respuesta ante el medio garantice la supervivencia
biológica de la especie humana, y esta última, al ser abierta, posibilita real y efectivamente
la transformación del medio como momento de respuesta.

Así pues, la esencia abierta que es el hombre como animal de realidades que posee una
inteligencia sentiente, una voluntad tendente y un sentimiento afectante, le dan una forma
especial de ser un dinamismo inconcluso que ocupa un espacio. El hombre es abierto
porque posee una constitutiva intimidad, es un intus que se funda en un ex, su dar de sí es la
exteriorización física de la configuración de su intus en el enfrentamiento con la alteridad,
sea ésta la cosa real como esencia cerrada o sean otras esencias abiertas. En este punto es
que podemos afirmar que el espacio histórico se funda en este modo de ocupar el espacio
que le compete al hombre, porque es aquí donde se funda el hacer real de realidad, por
medio de la apropiación de posibilidades en virtud de su inconclusión biológica.

Por tanto, la historia es el ámbito que emerge de lo natural cuando el hombre entra en la
realidad en tanto que animal de realidades, o esencia abierta. Lo histórico es así el lugar
donde la vida humana, en tanto que social, se va realizando en tanto que su dinamismo, su
dar de sí, por su exceso de apertura, se da como forma de actualización de posibilidades
entregadas en tradición, pero apoyadas en la transmisión genética de la especie.

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Nuevas formas de realidad. La historia como lugar de apertura de lo real.
El pensamiento ellacuriano al respecto de la historia se encuentra en íntima
conexión con Zubiri, Marx y Hegel, por cuanto estos tres filósofos hacen la consideración
de la realidad como unitaria y dinámica. No obstante, es con Zubiri con quien Ellacuría
tendrá más puntos de continuidad, en tanto que las reflexiones zubirianas en torno al
problema de qué es la historia, la historicidad humana, así como la íntima y radical relación
entre el ámbito histórico y la estructura intelectiva humana, llevarán al filósofo vasco a
considerar la historia como realidad2.

Pero la historia no es una realidad más, sino como el summum de la misma que
comprende a las demás, como ámbito donde la realidad es más real porque las otras
realidades dan más de sí, y ella misma también da más de sí 3. Es en la historia donde la
realidad es más abierta, de ahí que en Ellacuría pueda encontrarse una ruptura definitiva
con los determinismos históricos; asimismo, son estas consideraciones las que le
conducirán a formular a la «realidad histórica» como objeto de la filosofía4.

Cuando Ellacuría hace uso de la categoría de «realidad histórica», y no «historia»,


se refiere al ámbito donde la realidad da más de sí, es más suya y más abierta:

“Así, por ‘realidad histórica’ se entiende la totalidad de la realidad tal como se da


unitariamente en su forma cualitativa más alta y esa forma específica de realidad es la
historia, donde se nos da no sólo la forma más alta de realidad, sino el campo abierto de
las máximas posibilidades de lo real. No la historia simplemente, sino la realidad
histórica, lo cual significa que se toma lo histórico como ámbito de lo histórico más que
como contenidos históricos y que en ese ámbito la pregunta es por su realidad, por lo que
la realidad da de sí y se muestra en él” 5.

2 Según Antonio González, Sobre la esencia definirá el interés de Ellacuría por el estudio estructural de la
historia y la sociedad humana, dado que Zubiri hace una proporciona una imagen dinámica de la realidad. Por
otro lado, Dimensión Dinámica de la Realidad es un texto decisivo para entender el pensamiento filosófico de
Ellacuría, ya que muestra que la íntima ligazón entre realidad e inteligencia, hombre y mundo, es
precisamente la historia. Cfr. González, Antonio, “Aproximación a la obra filosófica de Ignacio Ellacuría”,
visto en http://www.uca.edu.sv/filosofia/admin/files/1204158757.pdf pp. 5-7
3 Cfr. Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., pp. 43-44
4 Cfr. Ibid, 45-46
5 Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit, pp. 43-44

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La realidad histórica como objeto de la filosofía, propuesto por Ellacuría, se sustenta en
las siguientes tesis, expuestas en su artículo de 1981, “El objeto de la filosofía”6:

“1. La realidad intramundana constituye una totalidad dinámica, estructural y dialéctica; 2. Esa
totalidad ha ido haciéndose de modo que hay un incremento cualitativo de la realidad; 3. La realidad
superior, el más de realidad, no se da separada de todos los momentos anteriores del proceso real; 4.
Se da, pues, un más dinámico de la realidad, desde, en y por la realidad inferior, de modo que ésta se
hace presente de muchos modos y siempre necesariamente en la realidad superior; 5. Ese estadio
último de la realidad, en el cual se hacen presentes todos los demás, es al que se llama realidad
histórica; 6. La realidad histórica es la realidad entera asumida en el reino social de la libertad; es la
realidad mostrando sus más ricas virtualidades y posibilidades desde el subsuelo de la realidad
histórica”7.

En la historia como modalidad superior de realidad, quedan implícitos todos los


dinamismos de todas y cada una de las realidades –el hombre y la sociedad incluidos– que
se constituyen por respectividad y que competen a cada una en función de su estructura
interna8. La estructura de lo real es dinámica e innovadora en tanto que realidad, es un
proceso de constitución de un alter, de un «dar de sí» desde sí misma 9; de ahí que la
constitución de la dimensión histórica por el hombre, como se abordará en breve, altere la
estructura de la realidad completa, porque implica la entrada de una realidad con un
dinamismo propio que abre la realidad de un modo radicalmente distinto:
“Desde el momento en que la vida humana aparece como siendo la totalidad de la
realidad en su última realización y en su más concreta expresión, lo que sea la realidad y
el conocimiento metafísico que se pueda producir de ella están ligados a la situación del
hombre como aprehensor sentiente de realidad. Y como esa realización es
inexorablemente histórica, resulta que la realidad y la revelación de esa realidad queda
afectada por la realidad histórica del animal de realidades” 10.

En este sentido, la «realidad histórica» es un ámbito de liberación de algo nuevo, y


este eje de liberación es la praxis como totalidad del proceso social en cuanto transformador
6 Véase: Ellacuría, Ignacio, “El objeto de la filosofía”, Revista ECA, no. 386-397, San Salvador, 1981, pp.
963-980. Este artículo aparece como primer capítulo, en la edición de Antonio González de Filosofía de la
Realidad Histórica.
7 Cfr. Samour, Héctor, “Historia, praxis y liberación en el pensamiento de Ignacio Ellacuría”, en op. cit., p. 6
8 Cfr. Ibid, pp. 584-86
9 Cfr. Ibid, p. 585
10 Samour, Héctor, Voluntad de Liberación: el pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría, op. cit., p. 161

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de la realidad natural y la historia; es el ámbito donde interactúan el hombre y el mundo, y
donde puede liberarse el plus de la realidad por medio del proceso de posibilitación y
capacitación11. En este punto es menester pasar al abordaje de la categoría de «posibilidad»
como dinamismo formalmente histórico12.

En un primer momento, para dar cuenta de la categoría de «posibilidad» en Ignacio


Ellacuría, hay que comprender la relación entre el ámbito intelectivo y la historia:
1) El hombre y su estructura intelectiva: el hombre como animal de realidades se
encuentra ya instalado en lo real en virtud de su estructura intelectiva sentiente, la cual es
unidad radical de dos momentos: el intelectivo y el sentiente 13, cuya función primaria es la
aprehensión de realidad14 En este sentido, la realidad no es algo allende del hombre ni es un
constructo intelectual, es una instalación y es también una modalidad de aprehensión 15,
encaminada en su forma más básica a lograr la supervivencia de la especie, en tanto que el
hombre no podría mantener su existencia biológica si no aprehendiese las cosas como
realidades16.
2) El hombre y la historia: En tanto que el hombre es un ser también biológico tiene
una realidad a una individual y específica, es decir que pertenece a una especie y es a través
de ésta que recibe la estructura psico-orgánica que lo constituyen en animal de realidades,
al poseer una inteligencia sentiente17. Así, pues, siguiendo a Zubiri, Ellacuría señala que es
el phylum18 el sujeto de la historia, por cuanto la historia para Ellacuría requiere de una base
material a partir de la cual constituirse y para el caso del hombre, la unidad física y real que

11 Cfr. Samour, Héctor, “Filosofía y libertad”, en Sobrino, Jon y Alvarado, Rolando (eds.), Ignacio
Ellacuría, «aquella libertad esclarecida», San Salvador, UCA editores, 1999, pp. 115-116
12 Cfr. Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., p. 530
13 Cfr. Zubiri, X., Inteligencia sentiente/Inteligencia y realidad, Madrid: Alianza Editorial, Fundación
Xavier
Zubiri, 2006, pp. 22-24
14 Cfr. Ibid, pp. 64-65
15 Cfr. Ibid, pp. 58-59
16 Cfr. Ellacuría, I., “Biología e Inteligencia”, en Ellacuría, I., Escritos Filosóficos. Tomo III, UCA Editores,
San Salvador, 1996-2001, pp. 137-138, 168
17 Cfr. Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., pp. 198-200
18 El phylum es una realidad físicamente una: "el phylum debe concebirse, más bien, como una estricta
realidad física sin que por ello la unidad física anule la realidad individual d las sustantividades que lo
constituyen. Y es que cada individuo emerge de la realidad desde y en un phylum determinado; aparentemente
cada individuo surge sólo desde una determinada pareja, pero a través de ella no es solamente hijo de
determinados progenitores, sino físicamente alguien perteneciente al phylum, participante de él y comunicable
filéticamente dentro de él y sólo dentro de él". Ibid, p. 186

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le constituye como tal es la especie19. La historia entonces se constituye como un proceso
de transmisión tradente, puesto que dentro de la especie a partir de la cual se funda lo
social20, se da una transmisión de la estructura psico-orgánica entregada al generado por vía
genética y junto con esta estructura se le entregan al hombre modos de estar en la realidad,
se entrega una «tradición»21. En este sentido, solo hay historia por transmisión tradente 22,
puesto que la historia es entrega de formas de estar realmente en la realidad 23. Dicho de otra
manera, la historia y lo social emergen a partir del dinamismo de la realidad humana
específica, porque a nivel social se da la actualización de un sistema de posibilidades por
apropiación24, en función del modo de estar en la realidad que haya sido recibido por
tradición25:
“el hombre es una realidad esencialmente histórica, no porque su esencia haga la
historia, sino porque él mismo, como realidad personal, es principio necesario de que su
vida personal sea histórica en la actualización, por decisión de las posibilidades que le son
ofrecidas o que él crea”26.

La historia es actualidad de posibilidades para el cuerpo social 27, primero porque en


virtud de su inteligencia el hombre es libre: está “liberado” del estímulo y de las cosas al
aprehenderlas como distantes, como reales28 y por ello tiene el poder de optar; y segundo
porque los modos de estar en realidad le dan al hombre una situación, una gama de
posibilidades a partir de la cual se condiciona su trato con las cosas de acuerdo a la opción
de la cual se apropie29. De ahí que en la historia se constituya la apertura última y

19 Cfr. Ibid, p. 492


20 Cfr. Ibid, p. 200 En este punto, Ellacuría es muy enfático al señalar que sociedad en sentido estricto solo
es la humana.
21 Cfr. Ibid, pp. 494-501
22 Cfr. Ibid, p. 514
23 Cfr. Ibid, p. 519
24 Cfr. Ellacuría, Ignacio, “La idea de filosofía en Xavier Zubiri”, en Ellacuría, Ignacio, Escritos Filosóficos
II, UCA Editores, San Salvador, 1996-2001, p. 435
25 La tradición tiene dos aspectos: a) posibilita el estar en la realidad; b) no obliga a estar en la realidad de la
misma forma que ha sido recibida, es decir que esta entrega de modos de estar en la realidad es una entrega
de posibilidades, que deriva del poder para optar que el hombre recibe en transmisión genética. Cfr.
Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., p. 521
26 Ellacuría, Ignacio, “La historicidad del hombre en Xavier Zubiri”, en Escritos Filosóficos II, op. cit., p.
238
27 Cfr. Ellacuría, Ignacio, “La idea de filosofía en Xavier Zubiri”, en Escritos Filosóficos II, op. cit., p. 428
28 Cfr. Ellacuría, Ignacio, “La historicidad del hombre en Xavier Zubiri”, en Escritos Filosóficos II, op. cit.,
p. 227
29 Cfr. Ibid, pp. 204-241

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realización trascendental de la realidad, donde la misma se juega por medio de la
apropiación y actualización optativa de posibilidades30.

Ahora, habiendo hecho las aclaraciones pertinentes que ligan la dimensión


intelectiva del hombre con la historia, es necesario dar cuenta propiamente de la categoría
de «posibilidad» dentro de la «realidad histórica» en el pensamiento de Ellacuría:
La realidad histórica posee un dinamismo formal, las «posibilidades» 31: lo
formalmente histórico se da cuando los momentos y dinamismo sociales se convierten en
posibilidades32 y éstas quedan actualizadas por apropiación optativa. Es en la opción y
apropiación de una posibilidad donde se ponen en marcha las «capacidades», en tanto que
éstas últimas están fundadas en una apropiación y naturalización de un «sistema de
posibilidades» ya asumido por el cuerpo social33. Por tanto, lo formalmente histórico es un
proceso de actualización de «sistemas de posibilidades», que da paso a la creación de
«capacidades», haciendo de la historia un proceso trascendental de capacitación 34 por
medio de la transmisión tradente de los modos de estar en la realidad. Por ello, la historia
implica un aumento, enriquecimiento y complicación del sistema de posibilidades, que dan
paso a la producción verdadera de cosas y de la historia misma, con el aparecimiento de
niveles nuevos y más elevados de realidad35.

La historia, de acuerdo con lo postulado previamente, es “un proceso de lo que el


hombre puede o no puede hacer”36, aquí el «poder» hace referencia a la capacidad de poder

30 Cf. Samour, Héctor, “Filosofía y libertad”, en Sobrino, Jon y Alvarado, Rolando (eds.), Ignacio Ellacuría,
«aquella libertad esclarecida», op. cit., p. 105
31 Cfr. Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., p. 530 Siguiendo a Zubiri, las
posibilidades están referidas a lo que el hombre puede hacer respecto de las cosas-sentido, y por tanto, no
existe tal cosa como “la” posibilidad. A lo que se enfrenta el hombre como animal de realidades es a una gama
de múltiples posibilidades, por cuanto la posibilidad envuelve en sí misma un momento plural. Solo hay
posibilidad de hacer algo en tanto que real, en tanto que al elegirla se pasa a definir una realidad. Las
posibilidades, entonces, tienen que ver con la situación concreta en la cual el hombre se encuentra inserto, así
como los recursos con los cuales puede contar para llevar a cabo una acción. Cfr. Zubiri, Xavier, Estructura
dinámica de la realidad, Alianza Editorial, Madrid, 1989, pp. 229-230
32 Cfr. Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., p. 530
33 Cfr. Ibid, pp. 547-548
34 Cfr. Ellacuría, Ignacio, “El sentido del hacer histórico”, en Ellacuría, Ignacio, Cursos Universitarios,
UCA Editores, San Salvador, 2009, pp. 127, 132
35 Cfr. Ellacuría, Ignacio, Filosofía de la Realidad Histórica, op. cit., pp. 552-553
36 Ibid, p. 536

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hacer algo que previamente no existía37. En este sentido el «poder» se funda sobre la
«capacidad» como ámbito de «posibilidades» a partir del cual el hombre puede optar y
realizar algo por opción. La capacidad determina lo que el hombre puede o no puede hacer,
así como el sistema de posibilidades ante el cual se enfrenta el cuerpo social en función de
lo que puede hacer, y es el elenco de posibilidades de las cuales se dispone para apropiación
optativa, las que configuran una época o edad histórica38.

37 Cfr. Ibid, p. 560


38 Cfr. Ibid, p. 529

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