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COLEGIO DE ESCRIBANOS DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA

REVISTA NOTARIAL 1970 Nros 19 y 20

BIBLIOGRAFIA

LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL

de Acdeel E. Salas,

en Revista del Colegio de Abogados de La Plata, julio-diciembre de 1968, año X, Nº 21, p. 281·301.

Comienza Salas criticando la defectuosa técnica utilizada por la ley


17.711, que provoca desajustes en el sistema del Código, pues aunque se ha
logrado solucionar algunos de los problemas existentes, por desgracia se han
creado nuevos.

Señala que dentro de nuestro Código se distinguía la responsabilidad civil


contractual de la extracontractual, dualidad de regímenes claramente esta-
blecido por el art 1107; este sistema ha caído en descrédito en la doctrina, que
propicia la unidad, tal como advertimos que se ha logrado en muchos cuerpos
legales, si recorremos el derecho comparado. En nuestro país el Tercer
Congreso Nacional de Derecho Civil recomendó se unificase el régimen de la
responsabilidad, pero la ley 17.711 ha mantenido la dualidad, que
encontramos, por ejemplo, en la extensión del resarcimiento (en materia de
actos ilícitos se extiende hasta las consecuencias mediatas, mientras que en el
campo contractual se responde sólo por las inmediatas, salvo que haya
mediado malicia); y en el distinto plazo de prescripción (para los actos ilícitos
dos años y en la responsabilidad contractual, diez).

Muestra que en el código existen: 1) normas generales de


responsabilidad, aplicables a todos los actos; 2) normas especiales para los
actos ilícitos o para las obligaciones contractuales, en general; y 3) normas
específicas de determinados actos ilícitos, y de cada contrato. Para aplicadas,
debe comenzar a la inversa, por las normas específicas y terminar con las
normas generales.

Entiende que en todas las hipótesis los requisitos de la responsabilidad


civil son los mismos: a) infracción de un deber jurídico; b) imputabilidad; c)
daño; y d) relación causal entre el daño y la infracción del deber jurídico.

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a) En la responsabilidad extracontractual el deber de conducta nace de


una norma, y en la contractual, de la convención. En este último campo
distingue entre obligaciones de medio, y obligaciones de resultados o de fines.
En las primeras debe examinarse la conducta del deudor para ver si se ajusta o
no al programa de cooperación que exige la obligación, mientras que en las
otras basta simplemente la no obtención del resultado propuesto. Una tercera
categoría serían las obligaciones de garantía, cuando el deudor ha tomado a su
cargo el caso fortuito e la fuerza mayor.

Considera que también en materia de actos ilícitos encontramos deberes


de medios (art. 1109); de fines (arts. 1124 y 1126), y de garantía, como en el
caso de animales feroces que no reporten utilidad (art. 1129).

b) Se refiere luego a la imputación del acto, tratando de la ilicitud subjetiva


y de la ilicitud objetiva, para afirmar que en el sistema del Código la ilicitud era
anormalmente subjetiva, porque nunca había imputabilidad sin discernimiento.
Afirma, entonces, que aún en las obligaciones de resultado la imputación era
subjetiva, porque era necesario examinar la conducta del sujeto, ya que si no
tenía discernimiento se consideraba el caso como de fuerza mayor

Entiende que el agregado que la la ley 17.711 efectúa al art. 907,


estableciendo la responsabilidad de las personas sin discernimiento, se refiere
a casos de ilicitud objetivo, lo que -a su entender- ha traído como consecuencia
un cambio de sistema

Nosotros pensamos que aquí hay una confusión entre "ilicitud" y


"responsabilidad civil". La ilicitud genera responsabilidad, pero también hay ca-
sos de responsabilidad, sin que medio acto ilícito de quien debe responder. La
ilicitud, en el sistema del código continúa teniendo como base la imputabilidad
del acto al agente, en razón de la voluntariedad, y de su obrar doloso o
culposo; pero, insistimos, la responsabilidad no tiene sólo como causa el acto
ilícito, sino que ahora debe también responder por las consecuencias dañosas
del hecho propio, aunque no sea ilícito, cuando se reúnen otras circunstancias
que la ley toma en cuenta para sancionar esta responsabilidad, por conside-
rarla equitativa. Simplemente, frente a la conducta de dos personas, que actua-

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ron ambas sin culpa -el agente del hecho (no ilícito), y la víctima- el Código
había optado por el no resarcimiento del daño, y la ley 17.711 (junto con la
mayoría de la doctrina moderna) considera disvaliosa esa resolución, y atiende
de manera conjunta a la situación de ambos sujetos, para hacer parcial o
totalmente responsable al agente. A nuestro entender, pues, hay aquí
responsabilidad que no se funda en la ilicitud (ni objetiva, ni subjetiva). Por ello,
pese a la autoridad que reconocemos a Salas, creemos que no se ha alterado
el concepto de culpa en el Código.

Da luego la noción de culpa contractual y extracontractual, refiriéndose a


la culpa "lato sensu", es decir da la culpa propiamente dicha, y del dolo.
Destaca que este último no ha sido definido en materia contractual, y nos dice
que a su entender existe dolo cuando "el deudor obra con el propósito de que
la obligación quede incumplida", aunque no raya tenido el propósito de dañar al
acreedor, y agrega luego que en este concepto debemos incluir la no ción de
dolo eventual, es decir cuando el deudor se representa como consecuencia
necesaria de su conducta el incumplimiento de la obligación, aunque no haya
perseguido esa finalidad. En definitivas, 'habría dolo cuando se tuvo
conocimiento y conciencia del acto y de sus consecuencias, aunque se afirme
que no se las quería.

Procura diferenciar el dolo en el campo delictual del dolo contractual, y


nos dice, con el art. 1072 que aquí el dolo consiste en la intención de dañar "es
decir en la voluntad dirigida a causar un daño"; pero más adelante, admite la
"teoría de la representación de las consecuencias", es decir incluye el concepto
del dolo eventual, y esto trae como resultado -aunque el autor afirme lo
contrario- la equiparación de ambos conceptos de dolo (contractual y delictual),
máxime si tenemos en cuenta que el vocablo "intención" debería interpretarse
en el sentido técnico que Vélez Sarsfield le da, como elemento del acto vo-
luntario, y que no es el de "propósito deliberado", sino simplemente el "cono-
cimiento y conciencia del acto y de sus consecuencias". Precisamente esto úl-
timo es lo que permite englobar en el concepto de dolo al dolo eventual, porque
en tal hipótesis el agente ha conocido o previsto las consecuencias de su
conducta.

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Refiriéndose a la culpa en sentido propio -dentro del campo contractual-


nos dice que su distinción con el dolo se da por la previsión (en el texto se
habla de prevención, pero indudablemente se trata de un error tipográfico); hay
culpa cuando no se ha previsto el incumplimiento, o se espera poder evitarlo.
Señala entonces que en las obligaciones de fines el concepto de culpa
subjetiva resulta inaplicable, y es exclusivo de las obligaciones de medio.

Hace una breve reseña histórica de las categorías romanas de culpa, y su


ampliación por la Glosa. Elogia la eliminación de las graduaciones de la culpa
por el art. 512, y nos manifiesta que esa norma, al hacer referencia a las con-
diciones de la persona, no sigue el sistema de la apreciación en concreto, ya
que tal referencia hace alusión a circunstancias objetivas y no subjetivas.

Advierte que la consecuencia más importante de la distinción entre dolo y


culpa radica en la extensión de la responsabilidad contractual, ya que la culpa
en esta materia hace responder únicamente por las consecuencias inmediatas,
mientras que cuando hay dolo se responde también por el daño mediato.

Se ocupa luego de la distinción entre delitos y cuasidelitos, en punto a la


solidaridad, si han sido varios los autores del hecho, problema superado por la
ley 17.711, aunque subsiste una diferencia, porque en los delitos no se admitirá
la acción recursoria, y en los cuasidelitos sí.

En el capítulo quinto se ocupa de la existencia del daño, concepto que no


ha sido modificado por la ley 17.711, aunque se ha introducido como novedad
importante la ampliación en el resarcimiento del daño moral, que alcanza tanto
el ámbito contractual, como extracontractual por cualquier acto ilícito.
Puntualiza algunas diferencias respecto a las personas legitimadas para
solicitar la reparación, según se trate de un caso de responsabilidad contractual
(art 522) o extracontractual (art. 1078).

Con relación al problema de la causalidad hace una breve reseña de las


distintas teorías, para concluir que ya el código había consagrado la teoría de
la causalidad adecuada, aspecto que ha quedado bien en' claro con la reforma,
pero más que por decirlo expresamente, por lo que ha suprimido. los
problemas surgen no por el hecho de que la ley consagre la teoría de la

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causalidad adecuada, sino porque dispone que el autor no responde por las
consecuencias "remotas", lo que podría hacer pensar que se incorpora la teoría
de la "causa próxima". Piensa Salas que en realidad las consecuencias re-
motas no pueden identificarse con las consecuencias me di atas, sino con las
casuales, es decir que son aquellas muy alejadas.

Pasa a ocuparse del art. 1113, y de los problemas que originaba a la


doctrina, a saber: 1) concepto de dependencia; 2) alcance de la responsabili-
dad del comitente; y 3) relación entre función y hecho ilícito. Considera que les
dos primeros no han sido tocados por la reforma, y respecto al tercero cree que
se ha adoptado la teoría más amplia, comprendiendo incluso el daño causado
por el dependiente "en ocasión" de las funciones. Se refiere, para justificar este
aserto, a las modificaciones introducidas al art. 43 relativas a la responsabilidad
de las personas jurídicas, donde al tratar de la responsabilidad de los
administradores y directores se hace ésta extensiva incluso a los daños
causados en ocasión de las funciones, y piensa que el art. 1113 debe ser
interpretado en concordancia con lo dispuesto por el art. 43, es decir que el
principal responderá por los daños causados por el dependiente en ejercicio o
con ocasión de sus funciones.

Pero, a continuación, opina que la teoría de la "ocasión" ha llevado a


consecuencias absurdas, e ilustra esta afirmación con ejemplos, por lo que
piensa que debe interpretarse el concepto de "ocasión" reducido al caso de
abuso de las funciones.

Nos parece que hay una contradicción en el pensamiento de Salas al


sostener que en el art 1113 debe aplicarse también el concepto de "ocasión",
no utilizado por el texto sino por el art. 43, para luego afirmar que este concepto
debe entenderse restrictiva mente. ¿Por qué no se interpreta, más bien, que
sólo se responde "en ocasión" cuando se trata de una persona jurídica, a quien
se le imputen los hechos ejecutados por sus administradores o directores, es
decir por los órganos de expresión de esa persona? Además, ¿qué sentido
tendría la diferencia que establece el art. 43 entre "administradores y directo-
res", por una parte, y "dependientes", por otra, permitiendo en este último caso

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al art. 1113, si la solución del art. 1113 fuera la misma que la dada por la
primera parte del art. 43?

Trata luego de los daños causados por cosas inanimadas, donde se han
derogado los arts. 1133 y 1134; y la modificación del art. 1113, donde con
manifiesta impropiedad la ley habla del daño causado "con" la cosa.

Se ocupa de la cuestión relativa a la determinación del responsable, pues


considera confuso el empleo de la conjunción o (dueño o guardián), que puede
dar lugar a cuatro interpretaciones: 1) que las dos palabras son empleadas
como sinónimas; 2) obligación solidaria de ambos; 3) obligación subjetivamente
disyunta; de manera que demandado uno, quede eliminado el otro; y 4) que se
trate de dos responsabilidades independientes, solución por la que se inclina.

Termina su conferencia refiriéndose a las causas de exención de


responsabilidad en el art. 1113, y menciona la culpa de la víctima -que debió
ser calificada de "exclusiva"-; la culpa de un tercero; y el caso fortuito, que a su
entender tiene fuerza liberatoria, aunque no haya un texto expreso en tal
sentido. Frente a todas las dificultades interpretativas que puede originar esta
reforma, defectuosa en muchos aspectos, manifiesta su esperanza de que los
problemas sean allanados por una prudente labor de la jurisprudencia.

LUIS MOISSET DE SPANES

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