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El títere y el enano
El núcleo perverso del cristianismo
ISBN 950-12-6546-3
JD edición, 2005
ISBN 950-12-6546-3
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Indice
4. Íd.
5. Íd.
El encuentro de Oriente y Occidente 25
árbol? ¿No será que aquello fue parte de su estrategia perversa
para seducir primero a Adán y a Eva y poder salvarlos después
de la Caída? Es decir, ¿no deberíamos aplicar incluso a esta
primera prohibición la idea de Pablo de que la ley prohibitiva
crea el pecado? Una oscura ambigüedad similar caracteriza
el papel que desempeña Judas en la muerte de Cristo: puesto
que su traición era necesaria para que se cumpliera la misión
de Cristo (redimir a la humanidad mediante su muerte en la
cruz), ¿no necesitaba Cristo esa traición? Aquellas ominosas
palabras que pronunció durante la última cena, ¿no eran una
ORDEN secreta para que Judas lo traicionara? Judas, quien lo
traicionó, dijo: "¿Soy quizás yo, maestro?". Y Jesús replicó:
"Tú lo has dicho" (Mateo 26, 25). La figura retórica de la
réplica de Cristo es, por supuesto, la de la orden negada:
Judas es interpelado, no directamente ("Tú eres quien me
entregará"), como el que entregará a Cristo a las autoridades,
pero de este modo la responsabilidad se deposita en el otro.
¿No es, pues, Judas el último héroe del Nuevo Testamento,
el único que estuvo dispuesto a perder su alma y a asumir la
condena eterna para que pudiera cumplirse el plan divino? 6
En otras religiones, Dios les pide a sus seguidores que
permanezcan fieles a él; sólo Cristo les pide a sus seguidores
que lo TRAICIONEN para que él pueda cumplir su misión. Aquí
uno se siente tentado a decir que todo el destino del
cristianismo, su núcleo más íntimo, depende de la posibilidad
de interpretar este acto en una perspectiva no perversa. Vale
decir, la lectura obvia que se impone es perversa: mientras se
quejaba de que alguien fuera a traicionarlo, Cristo le estaba
dando a Judas, entre líneas, la orden de traicionarlo, pidién-
dole el sacrificio más elevado, no sólo el sacrificio de su vida,
sino también el de su "segunda vida", el de su reputación
9. Darian Leader, Stealing the Mona Lisa: What Art Stops Us from Seeing,
Londres, Faber and Faber, 2002, págs. 38-39.
1O. "Luego, fueron abiertos los ojos de ambos y conocieron que estaban
32 Slavoj Zizek
desnudos" (Génesis 3, 7). ¿Qué puede significar esto sino que los ojos de
Adán y Eva descubrieron que sus cuerpos eran observados? Cuando sé que
estoy desnudo, eso significa que sé que estoy expuesto a la mirada de los
Otros.
El encuentro de Oriente y Occidente 33
12. Citado en Orville Schell, Virtual Tibet, Nueva York, Henry Holt &
Company, 2000.
36 Slavoj Zizek
14. Shaku Soen, citado por Victoria, oh. cit., pág. 29.
El encuentro de Oriente y Occidente 41
& Littlefield Publishers, 2000. [Ed. cast.: Che Guevara, Paulo Freire y la
pedagogía de la revolución, México, Siglo XXI, 2001.]
25. Citado en MeLaren, oh. cit., pág. 27.
26. Recuérdese aquí la observación hecha por Fred Jameson (en una
conversación privada) de que, en un proceso revolucionario, la violencia
desempeña una función análoga a la de la riqueza en la legitimación protes-
tante del capitalismo: aunque no tiene ningún valor intrínseco (y en
consecuencia no debería convertírsela en objeto de fetichismo ni celebrár-
sela por sí misma), sirve como una señal de nuestro esfuerzo revolucionario.
Cuando el enemigo se resiste y nos compromete en un conflicto violento,
ello significa que realmente lo herimos en sus fibras más íntimas.
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fuera, a un tercer punto (la causa por la cual los dos luchan,
con la cual los dos están comprometidos).
El resultado último de la subjetivización globalizada no
es que desaparezca la "realidad objetiva", sino que desapa..;
rezca nuestra subjetividad misma, que se transforme en un
insignificante capricho, mientras la realidad social continúa
su marcha. Aquí uno se siente tentado a parafrasear la famosa
respuesta del interrogador a \Vinston Smith, quien duda de
la existencia del Gran Hermano ("¡Usted es quien no existe!"):
la respuesta adecuada a la duda posmoderna acerca de la exis-
tencia del gran Otro ideológico es que el sujeto mismo es
quien no existe ...
No debe asombrarnos pues que en nuestra era, cuya pos-
tura básica aparece claramente condensada en el título de un
reciente best-seller de Phillip McGraw, Self Matters, que nos
enseña cómo "crear la propia vida desde adentro hacia fuera",
encuentre su complemento lógico en libros titulados, por
ejemplo, Cómo desaparecer por completo, manuales sobre cómo
borrar toda huella de la propia existencia anterior y "rein-
ventarse" por entero.? Aquí es donde conviene trazar una
línea divisoria entre el zen propiamente dicho y su versión
occidental: la grandeza propia del zen consiste en que no
puede reducirse a un "viaje interior" al "verdadero sí-mismo".
La meditación zen apunta, muy por el contrario, a una total
anulación del sí-mismo, a la aceptación de que no existe
ningún sí-mismo, ninguna "verdad interior" por descubrir.
Lo que el budismo occidental no está dispuesto a aceptar es,
14. Véase Matt Ridley, Genome, Nueva York, Perennial, 2000, pág.
64. [Ed. cast.: Genoma, Buenos Aires, Santillana, 2004.]
66 Slavoj Zizek
Real ... Esta urgencia por '~ir hasta el final", hasta la expe-
riencia extrema de lo Imposible como el único modo de ser
auténtico, es lo que convierte a Bataille en el filósofo de la
pasión por lo real; no ha de sorprendemos pues que estu-
viera obsesionado con el comunismo y el fascismo, esos dos
excesos de la vida contra la democracia, que era "un mundo
de apariencias y de viejos que estaban perdiendo los dientes". 27
Bataille advertía plenamente hasta qué punto esa "pasión
transgresora de lo Real" se basa en la prohibición y es por ello
que se oponía explícitamente a la "revolución sexual", al in-
cremento de la permisividad sexual que había comenzado en
sus últimos años: "En mi opinión, el desorden sexual es una
maldición. En este sentido y a pesar de las apariencias, me
opongo a la tendencia que hoy parece extenderlo por todas
partes. No me cuento entre quienes consideran que el des-
precio de las prohibiciones sexuales es una solución. Hasta
creo que el potencial humano depende de estas prohibiciones:
no podemos imaginar este potencial sin esas interdicciones". 28
Bataille llevó pues hasta su clímax la interdependencia
dialéctica entre la ley y su transgresión. "El sistema es nece-
sario y también lo es el exceso", como le gustaba repetir. "A
menudo el criminal mismo desea la muerte como la respuesta
al crimen, para finalmente poder impartir la sanción, sin la
cual el crimen sería posible, en lugar de ser lo que es, lo que el
criminal quería." 29 Y ésta fue también la razón última por la
que se opuso al comunismo: estaba a favor del exceso del co-
munismo, pero temía que el espíritu revolucionario del
derroche excesivo se incorporara después en el nuevo orden,
aún más "homogéneo" que el orden capitalista: "La idea de
una revolución es embriagadora, pero ¿qué pasa después? El
amo, pero hay algo en ti más que tú mismo que amo, objet
petit a, por lo tanto te destruyo", la fórmula elemental de la
pasión destructiva de lo Real como el empeño por extraer de
ti el núcleo real de tu ser. Esto es lo que hace aparecer la
ansiedad en el encuentro con el deseo del Otro: lo que el
Otro busca no es sencillamente a mí, sino a ese núcleo real,
eso que es en mí más que yo mismo, y ese otro está pronto a
destruirme para poder extraer ese núcleo ... ¿No es la última
representación cinemática del carácter ex-timo del objeta que
está en mí, la del "alien" de la película del mismo nombre que
es, de manera completamente literal, aquello que "está en mí
que es más que yo mismo", "un cuerpo extraño en mi interior"
que sólo puede extraérseme pagando el precio de mi des-
trucción?
Por lo tanto, uno debería invertir la constelación estándar:
el verdadero problema es la Madre que goza de mí (su hijo) y
lo que está verdaderamente en juego es escapar de esa clau-
sura. La verdadera ansiedad es ese "estar atrapado" en la
jouissance del Otro. Por lo tanto, no se trata de que, angustiado
por perder a mi madre, yo trate de dominar su partida/re-
greso; lo que ocurre es que, angustiado por su presencia abru-
madora, trato desesperadamente de construirme un espacio
en el que pueda ganar distancia y así volverme capaz de
sustentar mi propio deseo. De este modo obtenemos un cua-
dro por completo diferente: en lugar del niño que domina el
juego y maneja así el trauma de la ausencia de la madre, vemos
al niño tratando de escapar del sofocante abrazo de la madre
y construyéndose un espacio abierto para su deseo; en lugar
del divertido intercambio de fort y da, lo que obtenemos es
una desesperada oscilación entre los dos polos, ninguno de
los cuales ofrece satisfacción. Ahora bien, como escribió
Kafka: "No puedo vivir contigo y no puedo vivir sin ti". Y
ésta es la dimensión más elemental del juego del fort-da, que
fue pasada por alto en la ciencia cognitivista de la mente. Un
reciente libro cognitivista nos dice: "Si alguien fuera a sostener
que, en defensa de su deseo por un objeto, se apartó de ese objeto,
El desvío de lo real 85
15. Íd.
16. Suzanne Barnard, "Tongues of Angels", en Barnard y Fink, oh.
cit., pág. 178.
El desvío de lo real 97
18. Todas las citas sin marcar que siguen proceden del ensayo "Give
Dora a Break! A Tale of Eros and Emotional Disruption" incluido en
Erotikon. Essays on Eros, Ancient and Modern, compilado por Shadi Bartsch
y Thomas Bartscherer, Chicago, Chicago University Press (en prensa).
El desvío de lo real 99
miento del universo, su, por así decirlo, falla ontológica queda
transformada así en uno de los dos principios cósmicos posi-
tivos, con lo cual se reestablece la visión armoniosa pacifica-
dora del universo como el campo de batalla de los dos prin-
cipios opuestos. (Y aquí las implicaciones teológicas son
sustanciales: en lugar de seguir hasta el final la reflexión sobre
el dilema subversivo del monoteísmo, Freud retrocede a una
sabiduría pagana.) Lear introduce aquí la noción de "términos
enigmáticos", términos que parecen designar una entidad
determinada, cuando en realidad sólo sustituyen la incapaci-
dad de nuestra comprensión: cuando habla de Tánatos, Freud
"cree que está nombrando una cosa real del mundo pero en
realidad está inyectando un término enigmático en nuestro
discurso. No hay ninguna denominación, puesto que no se
ha aislado genuinamente nada que pueda ser nombrado.
Freud abriga la esperanza de ofrecer una explicación y lo
único que provoca es la ilusión de una explicación".
En la historia de la ciencia abundan los ejemplos de este
tipo de proceso, desde el flogiston (un pseudoconcepto que
sólo reflejaba la ignorancia de los hombres de ciencia sobre
el modo como viaja efectivamente la luz) hasta el "modo de pro-
ducción asiático" de Marx (que es una especie de continente
negativo: el único contenido verdadero de este concepto es
"todos los modos de producción que no se ajustan a la catego-
rización estándar de Marx de los modos de producción". Sin
embargo, ¿no se toma Lear demasiado en solfa los términos
enigmáticos? ¿Son en verdad únicamente índices de nuestra
incapacidad y nuestra ignorancia? ¿No cumplen acaso una fun-
ción estructural clave? El "término enigmático" se ajusta exac-
tamente a lo que Lacan llama el Significante Amo (el falo
como significante). El significante "vacío", sin significado:
este significante (la metáfora paterna) es el sustituto del deseo
de la madre y el encuentro con el deseo de la madre, con su
enigma (che vuoi?, ¿qué desea ella?), es el encuentro primordial
con la opacidad del Otro. El hecho de que el falo sea un
significante, no el significado, desempeña aquí un papel clave:
El desvío de lo real 101
30. Tim Kendall, Sylvia Plath. A critica! Study, Londres, Faber & Faber,
2001, pág. 95.
El desvío de lo real 125
8. Véase Giorgio Agamben, Le temps qui reste, París, Éditions Payot &
Rivages, 2000.
Del amor a la ley y viceversa 149
11. Es por ello que hasta un gran juez representa la figura del Amo:
siempre tuerce de algún modo la ley al aplicarla mediante su interpretación
creativa.
Del amor a la ley y viceversa 153
12. Una observación pasajera pero esencial hecha por Adorno estaría
señalando el vínculo entre la política y las emociones. Según Adorno, el
amor es el modo apropiado de legitimación del régimen totalitario y
autoritario: precisamente porque -y en la medida en que- estos regímenes
no pueden ofrecer una legitimación ideológica "racional" para ejercer el
poder, sólo pueden apelar a la emoción "irracional" del amor que no está
unida a su objeto por determinadas cualidades de éste, sino por su existencia
misma.
156 Slavoj Zizek
14. Véase Jacques Lacan, Seminar XX: Encare, Nueva York, Norton,
1998. [Ed. cast.: El Seminario. Libro 20, Aun, Barcelona, Paidós, 1988.]
Del amor a la ley y vice·versa 159
nunca qué puede esperar de los demás y acosado por miedos internos y
por resentimientos externos; cuando uno debe luchar todo el tiempo con
una sensación que termina siendo un sentimiento de no ser nadie; sólo
entonces comprende por qué nos resulta difícil esperar. Llega un momento
en que la copa de la paciencia se desborda y en que los hombres ya no
están dispuestos a dejarse sumergir en un abismo de injusticia donde sólo
experimentan la desolación de la desesperanza que los corroe. Espero,
señores, que puedan comprender nuestra legítima e inevitable impaciencia."
Sustracción, judía y cristiana 185
eran más negras aún que las máscaras, como para dar testimonio de que el
hecho de ennegrecerse las caras es una estrategia de su asimilación en la
cultura blanca.
Apéndice:
La ideología hoy
22. Bernard Brodie, Wár and Politics, Nueva York, Macmillan, 1973,
págs. 430-431, citado en Dupuy, oh. cit., págs. 208-209. [Ed. cast.: Guerra
y política, México, FCE, 1978.]
Apéndice: La ideología hoy 223