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EL DISCURSO POSMODERNO
Crítica de la razón escéptica
Colección estudios:
1. Posmodernismo
2. Ciencias sociales – Filosofía
3. Razón
Tapa delantera Tapa trasera
La posmodernidad es un fenómeno cultural que suscita
variadísimos comportamientos de la gente. En el
mundo intelectual lo posmoderno ha operado como
dispositivo que apalanca los nuevos pensamientos.
PRIMERA PARTE
UNA TÓNICA POSMODERNA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Nota del editor digital: Hemos decidido no digitalizar la bibliografía pues en verdad era algo excesiva
(ocupaba más de la cuarta parte del total del libro físico…) y los más importantes de los autores que
estaban incluidos en ella aparecen citados en el propio libro. Además, hoy en internet es fácil hallar
una extensa bibliografía, tanto de estos autores como de otros relacionados. Pedimos las disculpas del
caso, pero era demasiado trabajo digitalizar algo que tal vez tuviera valor sólo para unas muy escasas
personas. El resto del libro está íntegro y editado con especial minuciosidad y atención. Después de
todo es lo menos que el maestro Rigoberto Lanz se merece.
Prólogo a la segunda edición
POSMODERNIDADES:
NUEVAS VOCES
DESDE AMÉRICA LATINA
F. NIETZSCHE:
Crepúsculo de los ídolos, p. 45
La oportunidad de una nueva edición del libro El Discurso Posmoderno1 puede servir para
establecer un balance del trayecto del debate en estos últimos años. Toda discusión tiene un tiempo que
refiere principalmente a las tradiciones teóricas en juego, a la naturaleza de la agenda en una cierta
coyuntura, al clima cultural donde se escenifica la controversia. Ello sería muy claro, por ejemplo, si
nos tocara caracterizar el debate latinoamericano de los años sesenta, sus temas, los compromisos
implicados, la cadencia de la polémica.
1 Este libro fue escrito entre 1989 y 1990 en el marco de una investigación que me permitió una estadía en los Centros de
documentación en el Colegio de México y la Universidad de Montreal. Han transcurrido cinco años caracterizados por
dos notas: una intensa polémica que ha ido despejando los prejuicios y una refocalización del interés teórico de los
temas posmodernos en América Latina. En este breve tiempo hemos desarrollado un amplio registro de experiencias de
diálogo con colegas de distinta procedencia intelectual. Pero el más fructífero de esos espacios ha sido sin duda el
escenario del CENTRO DE INVESTIGACIONES POSTDOCTORALES (CIPOST) con cuyos miembros he podido
compartir buena parte de las reflexiones que continúan ocupándome.
de la civilización occidental. Hay demasiadas evidencias de nuestra pertenencia a la Modernidad
europea, independientemente del modo singular en que esa Modernidad se residencia en América.
En todo caso, me parece una visión equívoca atribuir a esta región del mundo unos rasgos
antropológicos tan especiales que disuelva su articulación cultural con la matriz civilizatoria con el
Occidente Moderno. Creo que el pensamiento ilustrado encontró entre nosotros todas las resonancias
necesarias para instalarse como la racionalidad dominante que luego cristalizaría en los tejidos
institucionales del Estado y todas las prácticas que se derivan de ese modelo de organización social.
Que no hemos sido Modernos como Inglaterra o Alemania es cosa que se explica sin mayores
misterios. Que no está a la vista que seamos "desarrollados" como Japón o Estados Unidos, es un
asunto que puede ser entendido sin grandes complicaciones. ¿Entonces? Parece más bien una retórica
de última hora echar manos de la modernidad sui generis de América Latina para intentar escabullirse
del debate que plantea hoy el pensamiento Posmoderno. Usted no puede evadir la discusión con el
cuento de declarar: "no somos Modernos, ¿como vamos a estar hablando de posmodernidad?" Esta
trivial exclamación ha sido rechillada con histeria por algunos académicos que leen poco y entienden
menos. Me parece obvio que desde allí no puede esperarse mucho.
El intelectual Julio Ortega ha planteado con toda claridad —sin complejos y sin snobismos— la
urgente necesidad de entender el giro posmoderno del tiempo latinoamericano, la ventaja teórica
enorme que se deriva de la ruptura de los modelos de interpretación lineales, la estupenda posibilidad
abierta con la emergencia de una nueva sensibilidad a partir de la cual la pregunta por lo que somos no
tenga ya el sello traumático de una "identidad" impuesta. Ese mismo tono intelectual se observa en los
trabajos de autores tan disímiles en sus perfiles tribales como M. Hopenhayn, N. García Canclini, N.
Richard, B. Arditi, R. Follari, H. Zemelman, H.C.F. Mansilla, J. Echeverría, M. Barbero, D. Mato, A.
Martínez, N. Lechner, M.A. Garretón. Este brevísimo mapa de autores pertenecientes tanto a la tribu
Moderna como a la Posmoderna, sirve para ilustrar la sintonía intelectual básica sobre la problemática
de la Modernidad. Manteniendo una apreciable distancia teórica en muchos tópicos, puede registrarse,
no obstante, una zona común de preocupaciones que testimonian la presencia de otro modo de pensar la
problemática de América Latina. Este perfil de formulaciones teóricas tiene como elemento definidor
una clara asunción de los nuevos problemas que está planteando el fenómeno de la posmodernidad. Allí
no hay excusas para anteponer la ausencia de una "Modernidad pura" como requisito previo para
poder plantear los temas de la Posmodernidad. Tal posición teórica es insostenible; carece de
fundamento histórico y afortunadamente está fuera de la producción más interesante que está haciendo
presencia en el continente (libros, revistas, eventos de todo género) 2.
2 Sería suficiente muestra de lo dicho consultar con atención el reporte bibliográfico contenido en este libro para darse
cuenta de por dónde anda hoy la producción teórica que pauta la agenda de lo que de discute.
De tanto insistir parece que va quedando clara la distinción entre Posmodernidad y
Posmodernización (lo mismo que la distinción entre Modernidad y Modernización). Este
contraste es sumamente útil para intentar comprender lo que ocurre en el universo de la cultura
académica.
Inicialmente puede constatarse la aparente paradoja de un pensamiento social que en Europa está
en visible decadencia y sin embargo se instala en la academia latinoamericana a finales de los años
cincuenta con aires renovadores y críticos. El pensamiento académico ocupó un lugar hegemónico en
las décadas de los sesenta y setenta como lógica de la cultura oficial, como regla de inteligibilidad de los
saberes dominantes, como gramática de un cierto modo de pensar a la misma entidad de "América
Latina"3. Este espíritu de vanguardia que puede percibirse a lo largo de esos veinte años de
producción cultural contrasta abiertamente con todos los síntomas de crisis epistemológica profunda
que está siendo evidenciada en el corazón mismo de la razón Moderna. ¿Cómo fue posible que ese
pensamiento social agotado y decadente prendiera con tanto fervor en la cultura académica
latinoamericana? ¿Cuál es la naturaleza del proceso cultural que revitaliza durante dos décadas a las
disciplinas sociales hasta convertirlas en la matriz de pensamiento que regula el desenvolvimiento de
los modos de leer la realidad del continente? (revísese el impacto del marxismo, el estructuralismo, las
teorías de la dependencia, las distintas teorías de la cultura, etc.).
El trabajo intelectual en los medios académicos transcurre hoy como si no pasara nada 4. La
agenda de discusión que ha ocupado la mayor parte de las investigaciones en la década de los ochenta
ha pasado casi inadvertida en la vida universitaria. La impresionante producción teórica que se registra
en estos cinco años de la década de ¡os noventa es completamente ignorada en la actividad académica
normal. ¿Cómo puede incidir nuestra cultura académica en el curso de este debate decisivo? ¿Cuál
puede ser la repercusión del quehacer universitario en la profundización de esta discusión central?
Por ahora no parece claro cuál puede ser el destino de este complejo proceso intelectual. Los datos
que manejamos son en principio muy desalentadores. No hay signos visibles que nos aproximen a un
dinamismo teórico de alguna significación.
Asistimos a una posmodernización de hecho de las prácticas más características del mundo
académico. Esta posmodernidad pasiva no hace sino traducir las señales tantas veces anunciadas de la
crisis: desbarajuste epistemológico, oportunismo intelectual, repliegue de los viejos paradigmas,
desencanto generalizado, clausura del activismo de otros tiempos, apatía globalizada, sincretismo/
pragmatismo en la actividad docente, escasa o nula producción intelectual.
Este clima de repliegue coloca a los actores de la escena académica en situación defensiva y
refractaria. Los circuitos intelectuales se desplazan. En la vida universitaria resuena muy poco el eco
del debate público. La efervescencia de ideas que se observa en muchos lados no penetra al mundo
académico. ¿Resultado? Un paralelismo muy curioso en donde la universidad juega el papel de
retaguardia, reproduciendo inercialmente los distintos matices del neoconservadurismo. ¿Puede ser
3 Son estos precisamente los problemas que caracterizan los distintos proyectos de investigación que se conducen en el
"Área de Estudios Culturales", a cargo del colega Agustín Martínez en el CIPOST.
4 Hemos venido desarrollando un trabajo sistemático de investigación con distintos equipos que ha logrado evidenciar de
modo preciso y puntual la terrible ignorancia que se respira en el desempeño universitario de las ciencias sociales.
revertida esta tendencia? ¿Puede la cultura académica jugar de nuevo un rol propulsor del
pensamiento del siglo XXI?
LA MODERNIZACIÓN POSMODERNA
Se ha dicho en un tono a veces irónico que América Latina es el mejor laboratorio para
experimentar el fenómeno posmoderno. Lo que son para ciertas concepciones aristocratizantes del
desarrollo las "taras" de estos pueblos, aparece para los posmodernos como los signos de una "identidad
cultural" sui generis: mestizaje, ambigüedad, simultaneidad de tiempos, multiculturalidad. lógicas
efímeras en la constitución de las intersubjetividades, secreta resistencia (entre andaluza y caribe) a los
modelos civilizatorios concentrados en la cápsula sacrosanta del "desarrollo" (valdría la pena evaluar la
línea de reflexión que en los últimos treinta años va de D. Ribeiro a G. Canclini, por ejemplo, pasando
por el monumental trabajo de Carlos Fuentes en el Espejo Enterrado, para juntar las piezas del
rompecabezas de nuestra esquizoide "identidad").
Es más o menos obvio que la cultura de la "modernización" ha rellenado los espacios discursivos
de las élites dominantes durante todo el siglo XX. Pero también ha sido el ideal subyacente de la
mayoría de las ideologías progresistas que están en la base de tantas plataformas de cambio en la región
(incluidas las diversas variantes de "liberación nacional" propulsadas al amparo de un "marxismo"
heredado de las rudas lecciones del stalinismo y los salpicamientos tropicales de la "dependencia" y
otros insumos intelectuales).
Las teorías de la modernización asumieron casi siempre acríticamente los modelos de desarrollo
instaurados en Europa y Estados Unidos, estableciendo sin muchos miramientos un continuum
universal entre "atraso" y "progreso". En esta visión aplanada y homogénea resultaba fácil medir los
grados de "atraso" de cada sociedad y pronosticar las recetas económicas para salir del "subdesarrollo".
La cultura toda de América Latina se impregnó de este discurso modernizador (desde las agencias
gubernamentales de planificación hasta los programas económicos de una izquierda frecuentemente a la
retaguardia de una crítica epistemológica consistente frente al desarrollismo).
La década de los años sesenta fue un paréntesis muy interesante en este camino. La "teoría de la
dependencia" intentó contestar aquel modelo con relativo éxito. Una rara coincidencia entre contexto
socio-político y elaboración teórica colocó a las tendencias dependentológicas en una situación
coyuntural privilegiada. De esta difusa combinación vinieron diferentes lineas de configuración
cultural: 1. Una crítica muy severa al positivismo-funcionalismo que había hegemonizado el
pensamiento académico hasta entonces; 2. Una crítica al dogmatismo del marxismo tradicional que
predominaba en el mapa de la izquierda latinoamericana; 3. Una crítica a las teorías de la cultura
prevalecientes, con el resultado de la emergencia de nuevos patrones de lectura del hecho estético; 4. Un
cuestionamiento a los modelos políticos en juego que hicieron inviable cualquier "proyecto nacional"
durante el siglo XX.
En adelante asistimos a distintas formas de declive que van vaciando paulatinamente las viejas
maneras de pensar a América Latina. La crisis epistemológica en otras latitudes resonará entre
nosotros como colapso: clausura de todos los paradigmas que pretendieron habitar el lecho teórico de
una realidad "inventada"G por la Modernidad y vivida dramáticamente por los pensadores más
diversos.
El derrumbe de los modelos teóricos conjuntamente con la decadencia de las distintas ideologías
heredadas de la Modernidad, han abierto definitivamente las compuertas para las nuevas búsquedas.
Sabemos que ese camino está lleno de complicaciones. Los viejos y nuevos oportunismos intelectuales
reaparecen insistentemente recubiertos de ocasionales vestimentas. El ambiente de confusión teórica
predominará por algún tiempo, pues ha sido muy corto el lapso entre el derrumbe y la potencial
emergencia de algo nuevo. Este clima de incertidumbre y desencanto no debe inhibir la voluntad
crítica. Poder transitar esta turbulencia manteniendo un espíritu de contestación frente a los distintos
simulacros del poder, es uno de los retos.
El debate reciente sobre la crisis de la razón pone en evidencia la persistente recaída en las
tradiciones filosóficas cientificistas. Resulta sumamente costoso para el conservadurismo académico
admitir lo que por todos lados es noticia: la Razón sujetocéntrica de la Modernidad hace aguas. Todas
las energías de la vieja filosofía están volcadas a disimular el impacto devastador de la crítica
posmoderna del logocentrismo. La resistencia neoconservadora se expresa de varios modos: como
minimización de la gravedad de las crisis de Episteme; como trivialización de los problemas en juego;
como satanización de autores y conceptos vinculados al horizonte intelectual de la posmodernidad.
Veamos:
En primer lugar, destácase la crisis objetiva de la Episteme Moderna, crisis ésta que no puede ser
atribuida al fervor posmoderno ni a una contingencia de los climas académicos. La crisis civilizacional
de todos los prototipos racionales de la Modernidad no deja lugar para los disimulos. Lo que colapsa
hoy es una lógica de sentido, la gramática fundacional del gran relato Moderno. En el centro de este
estremecimiento se encuentra el modelo cognitivo básico con el que se pensó en Occidente a partir del
siglo XVIII No se trata de un cuestionamiento ingenuo a la razón como función constituyente del
cerebro y de lo humano. De lo que sí se trata es de un desmontaje radical (arqueológico-genealógico-
deconstructivo) de un modelo de Razón (con "R" mayúscula), de un dispositivo cognitivo, de una
legalidad epistémica, de un sistema de claves de inteligibilidad, de una configuración de saberes, de una
lógica de las representaciones, del cemento de las prácticas discursivas, de una cierta racionalidad para
el funcionamiento cultural, de los contenidos involucrados en determinados modos de subjetivación. La
Razón que está en crisis es ésa. No se hagan los distraídos los amigos de la tribu Moderna. Su Razón
está quebrada. Sus pretensiones universalistas en el suelo, su régimen de verdad colapsado, su ética
hecha añicos; su estética devino vulgaridad; su progreso es un asco; su historia llegó al fin; su sujeto
causa pena; su antropocentrismo está maltrecho. Les va quedando su técnica, su democracia y su
mercado (¿De qué se quejan?).
Abogamos por una razón posmoderna que apele resueltamente a la dialogicidad del pensamiento,
a la racionalidad (nueva) de la reflexión crítica, a la consistencia (otra) de las construcciones teóricas, a
la complejidad del pensar mismo, a la fecundidad de una cierta lógica argumentativa. Sería un
disparatado extravío esperar que una cierta lógica del pensamiento sea sustituida por el centelleo
pulsional de la poesía. Una estetización del pensamiento, mucha falta hace; una alta dosis de vuelo
poético, convendría sin duda a los fines de la comprensión, una sensibilidad proliferante y de recursos
múltiples en el lenguaje es deuda de nuestras famélicas ciencias humanas. Pero en ningún caso ha de
confundirse la naturaleza del pensamiento teóricamente constituido con la inspiración estética (por
muy fecunda que ésta sea).
Creo que podemos ser moderadamente optimistas en relación con los aportes intelectuales de los
que ya disponemos, y sobre manera, de las contribuciones teóricas que muchas investigaciones en curso
deben deparamos. Me parece que la gracia del asunto es saber cómo contagiarse de esta atmósfera de
construcción, cómo incorporarse a este torrente intelectual que está abriendo una enorme ventana de
cara al siglo XXI.
Debe haber variados modos de sentirse parte del colectivo virtual que está pariendo un nuevo
pensamiento. Variadas son también las intensidades con las que vivimos este tiempo. Lo que sería
imperdonable es que los intelectuales sean arrastrados por la inercia de las mareas y amanezcan un
buen día en una solitaria playa donde reza un cartelito: ¡Sólo para damnificados de la razón!
Rigoberto Lanz
Caracas, junio 1995
Prólogo a la tercera edición
PREGUNTAS
A LA POSMODERNIDAD
La ocasión de una vuelta al mundo del lector con este texto, me sirve para retomar cuestiones
pendientes que han ido apareciendo en el trayecto que va desde su primera edición en 1995. En estos
años se ha intensificado el debate sobre estos tópicos; se han normalizado los quebrantos de espíritu
originados con la simple palabra "posmodernidad se han abierto nuevas rutas para la investigación
(también para el diálogo entre las tribus más activas).
El balance hasta hoy parece bueno. En algunos campos, incluso muy bueno. El trabajo de
clarificación está rindiendo sus frutos. El desconocimiento alarmante cede el paso a opiniones cada vez
mejor informadas. El prejuicio trivial ya no se exhibe con la misma negligencia de una década atrás.
Todo ello es ganancia neta para ambientar un nuevo clima de debate.
¿ POSMODERNIDADES?
Sí. En varios sentidos: en la desigual experiencia cultural del mundo que se posmoderniza; en el
diferente sentido de las posturas teóricas que se reclaman de la posmodernidad; en el efecto político
diferenciado que puede derivarse de lo posmoderno en cada coyuntura. Al igual que en el"Experimento
Moderno", en la posmodernidad se diseminan heterogéneamente los contenidos culturales, los
dispositivos de subjetividad, los tejidos relaciónales de todo tipo.
Por otro lado, el pensamiento posmoderno aparece como un gran mapa de teorías, conceptos e
interpretaciones desiguales y contradictorias (coherentemente disímiles). Dependiendo del campo
teórico de que se trate, podemos encontrar enfoques diametralmente opuestos que son vehiculados en
clave posmoderna. Ello está alentado por la brutal disolución de criterios que acompaña a esta
transición epocal. Pero además por la expresa disposición intelectual a afincarse en los modos de
pensar, más que en los pensamientos que cristalizan.
En fin, el impacto socio-político de lo posmoderno puede ir, desde los más pasivos
conservacionismos, hasta los más atrevidos arrebatos anarquistas (todos ellos con igual derecho a una
apelación posmoderna).
Hay pues distintas posmodernidades (en Europa o en América Latina, por ejemplo) y diferentes
posmodernismos (de un autor a otro, de una tribu a otra). Ello plantea complicaciones adicionales a la
hora de establecer con claridad las reglas del debate teórico, pero no debería inquietamos demasiado.
Conviene sí que en cada caso sepamos con precisión de qué estamos hablando cuando recurrimos a una
caracterización de procesos posmodernos o a qué pensamiento (o pensador) nos referimos cuando
apelamos al posmodernismo.
¿UN PARADIGMA POSMODERNO?
La crisis de paradigmas de la que todo el mundo se hace eco en estos tiempos tiene al menos dos
lecturas: una, la constatación de hecho de un colapso generalizado de aquellas matrices epistemológicas
donde se residenciaron las teorías, conceptos y categorías. Otra, la suposición según la cual asistimos al
cierre de una época en donde sólo podía pensarse a partir de paradigmas. Para la primera lectura,
estaríamos en camino de reeditar nuevos paradigmas que sustituyan a los caídos. Para la segunda
lectura, estaríamos en un período en el que ya no hacen falta paradigmas para pensar, su crisis en la
Modernidad anunciaría la emergencia de otro modo de pensar: la posmodernidad.
Cabe todavía un matiz: si por paradigma entendemos los grandes presupuestos que sirven de
telón de fondo a cualquier acción cognitiva (no hay conocimiento sin presupuestos), entonces
estaríamos obligados a reconocer que la crisis de los grandes presupuestos epistemológicos de la
Modernidad no supone erradicación del papel mismo de los presupuestos: por tanto, la cuestión de hoy
sería saber ¿cuáles son los presupuestos posmodernos del conocimiento? 1 En esta línea estaría el
pensamiento de Edgar Morin, por ejemplo, o la postura de Miguel Martínez. En ambos casos es posible
compartir la tesis básica que se sustenta: el proceso de producción de conocimiento no ocurre a ciegas.
Aunque carecemos hoy de "grandes teorías" que pretendan explicarlo todo, ello no significa que no
estén operando multitud de supuestos en las prácticas teóricas realmente existentes.
En distintos espacios hemos insistido en las relaciones que están presentes entre pensamiento
complejo y pensamiento posmoderno2. Hay allí distintas matizaciones que deben ser recuperadas
críticamente para una mejor comprensión de lo que está en juego.
Me parece que hay al menos dos enormes implicaciones entre posmodernidad y complejidad: una,
proveniente de la consustanciación cultural entre una época posmoderna y la emergencia de la
recomprensión de los procesos complejos. Otra, la explícita postulación de la complejidad como una
condición constitutiva del nuevo modo de pensar.
1 He consagrado un nuevo ensayo a este especifico problema: «Las condiciones posmodernas del pensamiento». Tuve la
ocasión de compartir esta reflexión con un interesante grupo de cursantes del Doctorado Ciencias Sociales de la UCV
en el semestre académico 1998-1999. Allí dicté el Seminario «¿Existe un modo posmoderno de pensar?».
2 Tengo en mente eventos muy calificados donde he polemizado sobre este tema: "Congreso interlatino para un
pensamiento complejo" (Río de Janeiro, Septiembre 1998); Seminario "¿Fin de la Ciencia?" (Maracaibo, Mayo 1999).
Independientemente de la mayor o menor cercanía con esta o aquella tradición intelectual, más
allá del peso que los autores consagrados puedan ejercer sobre este debate, convendría asumir, sin
mayores tributos a pagar, la enorme potencialidad que se dispara con la formulación de la complejidad
como pivote epistemológico (sobre manera, de cara a los estragos del "pensamiento único" en todas las
esferas de la actividad intelectual).
Me parece que un pensamiento posmoderno es complejo en todas las acepciones de este concepto.
Más aún: desde una óptica posmoderna es como puede ser hoy potenciado el papel de la complejidad,
sea como paradigma (conjunto de presupuestos que dotan de significación a las distintas operaciones
intelectuales), sea como categorías epistemológicas que circulan en distintos planos de conocimientos,
saberes y discursos.
El mundo académico empieza a inundarse con las buenas nuevas de la transdisciplina. Falta
mucho camino para que se establezcan con seriedad los parámetros epistemológicos de este debate. Por
ahora funciona el espíritu de la "novedad", de lo que recién llega en ambientes más bien lánguidos y
pesados. Pasado el alboroto inicial, la gente podrá ocuparse con detenimiento de limpiar esta agenda
hasta delinear los verdaderos problemas, los aportes auténticos.
Lo transdisciplinario tiene una versión en clave posmoderna (como también hay versiones que se
originan en el seno de las epistemologías tradicionales). Lo que debería ser retenido es básicamente esta
tesis: la gracia de un enfoque transdisciplinario es su distanciamiento radical con la lógica disciplinaria
del pensamiento Moderno3.
Desde una crítica epistemológica al mapa disciplinario de la ciencia puede recrearse toda una
plataforma de dispositivos intelectuales que impacta deforma inmediata al programa de investigación.
El efecto liberador que tiene zafarse del disciplinamiento cognitivo impuesto terroristamente durante
siglos, es el mayor aporte que puede hacer lo transdisciplinario para un nuevo modo de pensar.
El mundo académico es impactado de variada forma por lo posmoderno. El más evidente de estos
impactos es la erosión incontenible del viejo suelo epistémico donde se anidaron las concepciones, las
teorías, los conceptos. Lo universidad como expresión privilegiada de la Modernidad sufre de modo
peculiar el síndrome del fin. La cultura académica toda está irreversiblemente colapsada, no sólo por su
implosión "natural", sino por la incontenible presencia de los nuevos tiempos. El recurso de blindarse
3 Este asunto está desarrollado en un texto reciente presentado en un seminario organizado por el CIPOST ("Un
Paradigma transdisciplinario para Repensar la Educación", Maturín, Junio, 1999). Este texto se titula "Educación: una
mirada desde la posmodernidad, la complejidad y la transdisciplina". Recuerdo el debate que sostuvimos sobre este
asunto en el seminario "Globalización, Subjetividad y Poder" (Pto. Ordaz, Marzo, 1999).
4 En el libro El Pensamiento Social Hoy (Caracas, Edit. Trópyikos, 1992) tuve ocasión de plantear la tesis de una posmo-
dernización más o menos ciega de la cultura académica.
como fortaleza interior (frente un mundo "externo" rada vez más ajeno) resultó un fiasco. La majadería
de tomarse lo posmoderno como "moda", tampoco funcionó. Hoy todo está al descubierto. La única
resistencia que se mantiene viva es la ignorancia. Con este tipo de obstáculo es muy difícil luchar. Hay
que dejar al tiempo la dura tarea de cambiar una mentalidad.
Tal vez llegue el momento en que la inmensa producción intelectual que circula en el mundo
habite críticamente los espacios académicos de nuestras universidades. Mejor que eso: llegará el día en
que la universidad toda se vuelque masivamente a la comprensión de los fenómenos socioculturales de
hoy, a la pregunta crucial por el presente, a las grandes interrogantes con fas que se inicia el nuevo
milenio. No digo que la academia marcha espontáneamente en esa dirección. Digo simplemente que una
pequeña revolución cultural podría colocar a este portentoso espacio de recursos intelectuales en
condiciones de pensar la sociedad. Tal como hoy se encuentra no puede cumplir esta tarea. Pero
fuerzas hay que están pugnando por transfigurar este espacio cultural en otra cosa: una universidad
posmoderna.
¿ De qué se trata ahora ? En buena parte de resituar la cuestión del individuo a la luz de nuevos
agenciamientos colectivos. Las personas no están físicamente paralizadas, ni psíquicamente
inhabilitados. De lo que se trata es de arbitrar los nuevos cursos de las prácticas sociales donde lo
colectivo se reencuentre con otra socialidad, con otra racionalidad, con otra lógica del sentido. Hay que
comenzar por repensar el espacio de lo colectivo prescindiendo de nociones falaces como "nación",
"sociedad", o "identidad". Es posible propiciar un nuevo tipo de práctica social fundada en la
experiencia inmediata, en la negociación directa, en los lazos provistos por la experiencia misma.
Desde allí puede construirse otra experiencia de la libertad, referida no al poder metafísico del
Estado, sino a la trama infinita de la dominación que está en todos lados. La cuestión del poder sigue
siendo el límite de toda experiencia emancipatoria. Es en el juego micrológico frente a las tramas de
poder donde las apuestas vitales adquieren de nuevo su sentido. Ese individuo que apuesta, en los
tejidos complejos de las relaciones sociales, es el nuevo actor de la sociedad posmoderna.
Hay una base material que hace posible la emergencia de lo posmoderno. De ello no debe quedar
la menor duda. Aquí y ahora los procesos objetivos de posmodernización de la sociedad ocurren al
interior de un modelo económico que se encuentren en un tránsito: del capitalismo a la sociedad post-
industrial.
No es este un camino al paraíso. El postcapitalismo es una mezcla de realidades donde las viejas
lacras de la explotación, la coerción y la hegemonía perviven contradictoriamente con los nuevos
espacios de libertad.
En este post-capitalismo sobreviven todavía muchas experiencias del siglo XVIII y XIX. Las
plataformas institucionales en el mundo entero son un híbrido de distintas temporalidades que están
lejos de adquirir una fisonomía claramente posmoderna. El mundo de las organizaciones en las esferas
de la sociedad, expresan bien este tejido contradictorio entre viejo y lo nuevo.
Mientras tanto, existen países, gobiernos, Estados, iglesias, familias, ejércitos, parlamentos,
fábricas, que están a mitad de camino entre la agonística de una civilización colapsada y los tímidos
alumbramientos de otro tipo de civilización.
La posmodernidad es de algún modo la gran puerta entrada hacia una nueva civilización. Como
experiencia y como pensamiento, apunta hacia ese horizonte. En esa perspectiva no tienen nada que ver
los conceptos de posmodernidad y neoliberalismo.
Aquí y ahora el pensamiento posmoderno opera conmo una crítica permanente a todas las
modalidades del status quo. Pero no es una "ideología" de la cual pudieran esperarse consejos y
soluciones. De nuevo en este punto resulta una arbitrariedad mezclar gratuitamente posmodernidad
y neoliberalismo.
No. En general no existe "metodología" de nada. Lo que hay es una convención (cada vez más
desacreditada) según la cual el conocimiento se adquiere de una determinada manera ("científica") y
para ello hay unos pasos y procedimientos que deben ser cumplidos.
Mi primera recomendación es que todo investigador debe conocer bien el amplio repertorio
metodológico disponibles5.
A partir de allí queda claro para qué sirve cada una de las prescripciones de esa metodología. Más
allá de las simplificaciones manualescas que tanto abundan, o de las contribuciones valiosas que
también se encuentran, lo importante es retener esta lección capital: todo proceso de producción de
conocimiento supone la resolución de problemas técnicos y procedimentales que pueden adquirir gran
relevancia al interior de la investigación. El abordaje de esos problemas dependen exclusivamente de
sus propuestas epistemológicas, de su "caja de herramientas", de su mapa cognitivo, de las matrices
teóricas con las que trabaja el investigador. Todo consejo externo es más o menos inútil.
Así pues, una "metodología posmoderna" no es otra cosa que una majadería o un artificio para
mercadear manuales. Pregúntele a Jacques Derrida sobre la "metodología deconstruccionista".
¿DESPUÉS DE LA POSMODERNIDAD?
De tal manera que el afán de proteger la figura de un "ser" posmoderno es sencillamente ridículo.
Claro que la fragilidad de lo posmoderno puede durar muchos siglos. Todo es posible; pero me inclino
más bien por la metáfora de un estadio breve donde un par de generaciones habrá dejado su huella.
Ello indica que las apuestas de hoy deben ser hechas por sí mismas. El pensamiento posmoderno
que hoy se difunde por todos lados, está allí para transformarse inmediatamente. La sensibilidad
posmoderna que está en juego no es una sustancia sino un tablero de juego, una carta de navegación.
Así, los nuevos torrentes culturales que emergerán después de la posmodernidad, encontrarán un
suelo esponjoso y dúctil, porque lo posmoderno no habrá construido solideces; habrá pocas cosas por
borrar pues lo posmoderno se escribe tenuemente en la arena.
5 Esa fue la razón por la cual en el período de la renovación universitaria (1969) nos empeñamos en enseñar lógica a los
estudiantes de sociología. Recuerdo que en mis cursos de lógica los estudiantes comenzaban y terminaban el semestre
analizando esta brutal sentencia de Wigestein: "Todas las proposiciones de la lógica dicen lo mismo, es decir: nada"
(Tractatus Logico-Philosophicus).
INTRODUCCIÓN
… Y de pronto,
todo se hizo transparente
1
Este libro es en cierto modo el resultado de un trabajo de investigación transdiscipli-
nario y multi-institucional que viene desarrollándose desde hace algunos años en el marco
del Proyecto "IMPACTO DE LAS CORRIENTES POSMODERNAS EN LAS CIENCIAS SOCIALES ".
De allí se derivan distintos alcances teóricos y empíricos que irán siendo publicados según
sus autores y demás circunstancias que rodean la labor de investigación. En este tiempo
hemos privilegiado la indagación teórica y la compleja tarea de sistematizar una documenta-
ción especialmente dispersa. En la medida en que este Proyecto ha estado concebido como
una investigación permanente, en esa misma medida hemos visto justificado el esfuerzo
inicial por situar y caracterizar el fenómeno posmoderno en la dimensión de su discursividad.
2
¿Qué es la posmodernidad? Esta trivial interrogante está en el origen de la reflexión que
sigue. La enorme disparidad de criterios, la ausencia de referentes empíricos que suministren
un patrón analítico para asegurar la consistencia de las proposiciones, la naturaleza misma
del fenómeno posmoderno (especie de psicología social que habita los frágiles territorios del
espíritu), nos condujo a justificar explícitamente los criterios a partir de los cuales se podrían
producir los recortes históricos y teóricos. En esa dirección resulta absolutamente esencial
volver un paso atrás: caracterizar con precisión el fenómeno de la Modernidad.
3
¿Por qué la Modernidad? No tanto porque en ese terreno haya algún consenso
intelectual, sino por una premisa teórica sustantiva: la posmodernidad no se entiende si el
análisis prescinde de la crisis de la Modernidad. Esta articulación es tan decisiva que podría
afirmarse sin esquematizar en exceso: la posmodernidad es la cristalización socio-cultural de
la decadencia de la Ilustración. Como fenómeno objetivo la posmodernidad se nutre de los
signos de la crisis de la Modernidad. Es obvio entonces que el punto de partida del análisis
sea precisamente un intento de delimitación del significado cultural de la Ilustración. En este
punto encontraremos nuevamente grandes disparidades de criterios para evaluar lo que cada
quien está entendiendo por "Modernidad" Hemos procurado sintéticamente aportar una base
consistente para situar con cierto énfasis el fenómeno de la Modernidad en la Europa del siglo
XVIII. El pensamiento de la Ilustración, con todos sus nexos sociológicos al interior de las
redes de poder de esa época, marca claramente el horizonte civilizacional de la humanidad
hasta nuestros días. No estamos hablando pues de cualquier anecdótico detalle de
antropología cultural, sino de la marca civilizacional más importante de los últimos tres siglos
de nuestra flamante cultura occidental. En lo que sigue, el lector encontrará una propuesta de
demarcación del pensamiento de la Modernidad a partir de la cual puede disponerse de las
claves de inteligibilidad para una lectura apropiada del fenómeno posmoderno.
4
Para una mejor comprensión del punto de vista a partir del cual enfocamos esta
problemática hemos creído conveniente distinguir la dimensión objetiva de la
posmodernidad del discurso posmodernista. Así, podemos examinar en momentos distintos,
tanto la posmodernidad pasiva (fin de la historia, muerte del sujeto, crisis del progreso, fin
del socialismo, etc.), como la positividad del discurso posmoderno (la tónica intelectual que como
propuesta plantea: pluralidad de paradigmas, pensamiento abierto, vocación intertextual,
diferencialidad, diseminación, postura intercultural, estrategia deconstructiva, etc.). Este libro
se plantea librar una discusión al interior de esos dos momentos, intentando en cada caso
extraer las implicaciones que ello tiene para una caracterización del tiempo en que vivimos.
5
Nos hemos esforzado por situar la cobertura social del fenómeno posmoderno, así como
su significación real para la dinámica intelectual en esta coyuntura. En este punto hemos
querido desarrollar una tesis que recorre el libro: la crisis de la Ilustración ha dado lugar a
una cristalización subcultural que predomina en el conjunto de esta civilización: la nueva
Modernidad. Esta racionalidad dominante —portada y reproducida en el discurso mass-
mediático— coexiste con un epifenómeno localizado en los circuitos de la intelligentsia: la
posmodernidad. Hemos querido mostrar esta dialéctica particular porque pensamos que allí
se juega en buena medida el peso específico de la tónica posmoderna.
6
El discurso posmoderno está de hecho matizado. Las lecturas sobre la tónica
posmodernista pueden ser muy distintas en atención al ámbito de que se trate. Lo que ocurre
en el campo de la arquitectura no es idéntico a lo que está aconteciendo en el terreno
filosófico. Lo mismo podría decirse si comparamos el arte posmodernista con la discusión en
sociología, por ejemplo. Esta posibilidad de diversas lecturas empalman con las distintas
significaciones que pueden ser atribuidas a ciertas propuestas desde la posmodernidad. Este
libro se ha esforzado en mostrar los vínculos entre determinados rasgos del neoconservadu-
rismo con alguna tónica posmodernidad. De igual manera, hemos intentado recuperar la
dimensión crítica que puede ser leída en ciertos planteamientos focalizados del discurso
posmoderno.
7
Este texto pretende polarizar la confrontación ético-intelectual de este tiempo entre una
tónica posmoderna neoconservadora que se repliega de la escena y un pensamiento crítico
que se bate contra la dominación. Ello nos ha conducido a una puesta al día de discusiones
epistemológicas centrales alrededor de tres tópicos concomitantes: la cuestión del sujeto y la
ética, el problema del cambio social, la cuestión del desencanto y la utopía. A partir de ciertos
legados de la "Escuela de Frankfurt" hemos intentado reelaborar algunos presupuestos
teóricos que engarzan en la coyuntura de hoy. ¿Es posible confrontar el discurso posmoderno
neoconservador desde una postura crítica que radicalice los cuestionamientos a la
Modernidad?
8
En las líneas que siguen el lector encontrará una reflexión que intenta situarse
—problemáticamente— en el centro de un discurso de la emancipación. Habida cuenta de la
atmósfera intelectual reinante, semejante postura no parece obvia automáticamente. De allí
nuestro esfuerzo por rescatar y revalorizar el papel del debate teórico, la necesidad imperiosa
del diálogo diferenciado. Este texto testimonia con mucha fuerza la vitalidad de la voluntad
teórica que acompaña nuestro esfuerzo. Sin otra pretensión que una oportunidad de
interacción. Sin complacencias de ocasión, pero también con un cierto sentido de las
proporciones.
Este libro puede ser leído como una entusiasta celebración frente al derrumbe de casi
todo. El lector no encontrará fórmulas, soluciones, ni consejos. Pero tampoco hallará esta
lacrimosa quejadumbre ante "la crisis" que tan útil ha sido para alimentar el oportunismo y la
incompetencia simple y llana para pensar el futuro. Tras la caída de muchos mitos se produce
un natural repliegue de la voluntad y un comprensible escepticismo del espíritu. Estos son
datos brutales de la realidad con los cuales hay que lidiar en el trabajo cotidiano. Este libro
quiere ser un espacio para indagar algún camino. Nada más que eso.
CHARLES BAUDELAIRE
Oeuvres Complètes, p. 553
CAPÍTULO I
Es muy importante retener que la Modernidad de la cual hablamos en este texto nada
tiene que ver con los significados que acabamos de referir. Es absolutamente clave para un
1 "La verdadera revolución del siglo XIX, de la Modernidad, es la destrucción radical de las apariencias, el desencanta-
miento del mundo y su abandono a la violencia de la interpretación y de la historia". JEAN BAUDRILLARD:
Simulacres et Simulation, p. 231.
2 "La modernidad es un tópico usado por tan diferentes protagonistas y con contenidos tan dispersos que acaba siendo un
término equívoco". REYES MATE: Modernidad, religión, razón, p. 13.
FRANÇOIS LAPLANTINE en su libro Mesianismo, Posesión y Utopía: Las tres voces de la imaginación colectiva
(Cap. IV, "El arcaísmo y la modernidad"), utiliza de manera equívoca "modernidad" por modernización.
debate "sin ruidos" que deslindemos de un modo tajante la idea mass-mediática de
"modernización" del concepto histórico de Modernidad. Sólo así podremos evaluar
adecuadamente el significado cultural del fenómeno posmoderno.
MODERNIDAD/MODERNIZACIÓN:
UNA CONFUSIÓN DEMASIADO ÚTIL3
En sentido casi figurado podría afirmarse que toda la ideología modernizante tiene su
origen en la Ilustración del siglo XVIII. Pero esta postulación genética no ayuda mucho a la
comprensión de un fenómeno histórico cuya denominación —Modernidad— se confunde con
lo que contemporáneamente se entiende como "modernización".
3 La polémica MARSHALL BERMAN vs. PERRY ANDERSON puede ser seguida en revista Plural, N° 236, México,
mayo 1991.
4 J. HABERMAS en su comentado ensayo: "La modernidad, un proyecto incompleto" (En Varios: La posmodernidad),
hace un largo recorrido rastreando los sentidos atribuidos al término "modernidad".
5 "...el fenómeno cultural moderno de las vanguardias ha perdido toda energía y toda sustancia radical". EDUARDO
SUBIRATS: La crisis de las vanguardias y la cultura moderna, p. 18.
Obsérvese el desparpajo con el que D. Bell interpreta este fenómeno: "La observación común de que hoy ya no hay
vanguardia significativa —de que ya no hay una tensión radical entre un nuevo acto que escandaliza y una sociedad
escandalizada— sólo quiere decir que la vanguardia ha obtenido la victoria"(???). DANIEL BELL: Las contradicciones
culturales del capitalismo,p. 47. Ver: IRIS M. ZAVALA: La posmodernidad y Mikhail Bajtin. Madrid, Edit. Espasa
Calpe, 1991.
"¿Ha muerto la modernidad? ¿Han muerto los sueños y las esperanzas, las utopías, la
voluntad de ser y la rebeldía, el anhelo de lo nuevo, la voluptuosidad de la crítica que todo lo
devora y renueva, los misterios del amor, la libertad y la creación?" 6.
Esta perspectiva tiene una indiscutible importancia en todo lo que concierne al debate
en el seno de la literatura, arquitectura y demás manifestaciones artísticas. Buena parte del
potencial emancipador de la estética comprometida tiene un fuerte anclaje en la cultura de la
Ilustración. Por ello, el abordaje teórico que sugiere la postura que adelanta este tipo de
investigación tiene la mayor relevancia intelectual.
¿Qué relación existe entre el proyecto de la Ilustración y la poética de Rubén Darío? ¿En
qué sentido la Modernidad del siglo XVIII es asimilable al modernismo literario de
Latinoamérica?9
6 EDUARDO SUBIRATS: La flor y el cristal, p. 231. Ver igualmente Utopía y subversión: y La Ilustración insuficiente,
del mismo autor. Sobre manera, el libro La crisis de la vanguardia y la cultura moderna.
7 El libro de PETER BURGER, Teoría de la vanguardia, es un proyecto frustrado para dar cuenta del fenómeno estético-
político de la vanguardia. "Las intenciones de los movimientos históricos de vanguardia se cumplen en la sociedad del
capitalismo tardío con una advertencia funesta". PETER BURGER: Teoría de la vanguardia, p. 110.
8 Existe una abundante documentación sobre este tema. A los efectos de nuestro particular interés convendría revisar el
libro de JEAN FRANCO: La cultura moderna en América Latina. México, Edit. Grijalbo, 1986.
9 "Se trata de ver cómo, dentro de la modernidad occidental —de la que América Latina es parte—, se transforman las
relaciones entre tradición, modernismo cultural y modernización socioeconómica". NÉSTOR GARCÍA C.: Culturas
híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, p. 19.
"Después de algunos éxitos (escasos) y múltiples fracasos, se impone una reflexión acerca de qué queda, tanto del
Proyecto de la modernidad como de los intentos de superación de la modernidad capitalista en América Latina". LIDIA
GIROLA: "Particularismo y Posmodernidad", en revista Sociológica, Nos. 7 y 8. México, mayo-diciembre 1988, p.
266.
Estamos nuevamente frente a los equívocos de las denominaciones. Pero por fortuna,
hay un hecho sustantivo que resiste el debate de las caracterizaciones. Ese dato básico es la
importante producción literaria que invade el siglo XIX latinoamericano. Es probable que
toda esta efervescencia literaria pueda ser coherentemente conectada con la Ilustración. Pero
es un tipo de articulación que no hace a la propia dinámica de la modernidad europea.
Del mismo modo puede evidenciarse una presencia muy ostensible del gran ideario de
la Ilustración en el pensamiento independentista del siglo XIX en América Latina. Sobre
manera, toda la herencia sociopolítica de la Revolución Francesa. En esta dirección podría
avanzarse una hipótesis un poco eufemística: con el pensamiento político de las luchas
independentistas en Latinoamérica comienza nuestra Modernidad. Con una curiosa
especificidad: el imperio colonial español no conoció de modo idéntico el fenómeno de la
Ilustración. Por tanto, ni el enclave colonial en América Latina, ni la dinámica socio-cultural
de la metrópoli, tuvieron la connotación filosófica y ética de la Ilustración francesa. Tal como
lo plantea Eduardo Subirats:
LA MODERNIDAD EN BREVE
Cualquier muestreo intelectual sobre "El Siglo de las Luces" —una "arqueología del
saber", una "genética del pensamiento", una "morfología de la episteme del siglo", etc. —, que
encontrará un arquetipo ético-cognitivo en el cual concurren: una apoteosis de la razón, el
optimismo del progreso13 y una confianza ilimitada en el sentido de la historia14.
12 El libro de SERGIO RABADE: Método y pensamiento en la modernidad, Madrid, Edit. Narcea, 1981, es un típico ejemplo de
las dificultades que representa la caracterización del período y la tónica intelectual llamada "Ilustración". Este autor da por
sentado con gran convicción que la "Modernidad" nace con el "Renacimiento". De igual manera puede apreciarse esta
dificultad en ensayos como el de ABELARDO VILLEGAS: "Otredad y Modernidad" (en revista Universidad de México, Nº
482, México, marzo 1991), donde el autor plantea la "modernidad" como pensamiento del siglo XVII.
13 "Apenas si siglo alguno está impregnado tan hondamente y ha sido movido con tanto entusiasmo por la idea de progreso
espiritual como el Siglo de las Luces". ERNST CASSIRER: Filosofía de la Ilustración, p. 19.
Existe una amplia bibliografía relacionada con la descripción del contexto cultural del siglo XVIII. Véase: E. CASSIRER:
Filosofía de la Ilustración, México, Edit. FCE, 1973. ALFREDO COBBAN (comp.): El Siglo XVIII, México, Edit. Alianza,
1989. GEORGE CLARR: La Europa Moderna, México, Edit. FCE, 1980.
Puede constatarse también toda una orientación teórica que se ocupa del problema modernidad/posmodernidad desde la
perspectiva teológica. Véase: A. MOLLER-ARMACK: El siglo sin Dios, México, Edit. FCE, 1968. REYES MATE:
Modernidad, religión, razón. Barcelona, Edit. Anthropos, 1986. R. J. ZWIWERBLOWSKY: Más allá de la tradición y la
modernidad, México, Edit. FCE, 1981. CLAUDE TRESMONTANT: La crisis modernista, Barcelona, Edit. Herder, 1985.
HANS KHUN: La posmodernidad teológica, Madrid, Edit. Alianza, 1990.
"Somos modernos o, mejor, nos estamos haciendo modernos permanentemente; el predominio de lo moderno es un hecho
consumado, y un hecho decisivo". BOLÍVAR ECHEVERRÍA: "Modernidad y capitalismo", en revista Nariz del diablo, N°
15. Quito, S.F., p. 5.2.
Ver: ALAIN TOURAINE: Critique de la Modernité, París, Edit. Feyard, 1992.
Toda la atmósfera cultural del siglo XVIII, desde la herencia que dejó Fontenelle 15, hasta
los jacobinos de la Revolución Francesa, pasando por el escepticismo académico de
Montesquieu, el espíritu de "casandra" de Rousseau (a decir de Ferenc Fehér: "Rousseau fue la
casandra de la Ilustración")16, está marcada por el entrecruzamiento de razón, progreso, historia.
La Modernidad es la apoteosis de la razón y el proyecto histórico convertido en contestación
radical a lo que el Renacimiento no había podido abolir: el nada metafórico poder del clero y
el oscurantismo monárquico. La Ilustración no se entiende sin ese contenido reactivo que es
fundamental en la animación intelectual que se da en Londres, París y Nápoles. La
modernidad es un proceso de contraposición ideo-político contra todo lo que significaba —
ética e intelectualmente— el imperio monárquico-eclesiástico. De allí el elan revolucionario
que adquieren sus ejecutores en todos los terrenos, desde el concepto mismo de vanguardia
estética, hasta el significado socio-político de la accidentada Revolución Francesa. La síntesis
filosófica que realiza Kant es en cierto modo la cumbre de esa concepción.
14 "De todas las virtudes, la más abierta e insistentemente promocionada por la Ilustración es sin duda la Tolerancia".
FERNANDO SAVATER: "La tolerancia, institución pública y virtud privada", en revista Claves, N° 5. Madrid,
septiembre 1990, p. 30.
15 Ya en los años 1680, el célebre intelectual francés FONTENELLE escribió un sugestivo libro (Divagaciones sobre lo
Antiguo y lo Moderno), que bien podría formar parte hoy de los debates con los posmodernos.
16 FERENC FEHER: La revolución congelada, p. 71.
17 "A menudo, una era marca con su sello a aquellos que menos se vieron influenciados por ella, aquellos que más remotos
estuvieron...". HANNAH ARENDT: Hombres en tiempos de oscuridad, p. 158.
18 "Desde la Ilustración, el progreso se ha transformado, de la noción meramente descriptiva y sustancialmente anodina
que era, en un concepto orientador... de la filosofía de la historia". GIACOMO MARRAMAO: Poder y secularización,
pp. 199-200.
discurso político de la libertad. Del mismo modo, la revalorización del sentido histórico va a
insuflar el optimismo con el que es liderado todo el movimiento de la Modernidad. 19
19 El distinguido L. Kolakowski nos sugiere que vayamos al grano: "Así las cosas, aceptemos nuestra incurable ignorancia
de nuestro propio fundamento espiritual y contentémonos con repasar la superficie de nuestra 'modernidad', sin importar
qué significa esta palabra" LESZEK KOLAKOWSKI: La modernidad siempre a prueba, p. 9.
20 Recomiendo muy especialmente la lectura del libro de FERNANDO SAVATER: Humanismo impenitente, Barcelona,
Edit. Anagrama, 1990.
En relación con la incidencia del pensamiento de la Ilustración francesa en el seno de su sociedad, baste con recordar
que para 1746 la venerable Corte tenía el récord de incineración pública de tres obras maestras: Cartas filosóficas, de
Voltaire; Pensamientos filosóficos, de Diderot, y De las costumbres, de Tousseint. No por casualidad la obra
fundamental de Montesquieu (El espíritu de las leyes) fue incluida en el tenebroso índice de "Libros Prohibidos"
instituido por el clero.
"Asistimos al crepúsculo del futuro,
la baja de la idea de Modernidad,
y la boga de una noción tan dudosa
como posmodernidad..."
OCTAVIO PAZ:
"La búsqueda del presente". Revista Vuelta.
N° 70. México, enero 1991
CAPÍTULO II
1 "La modernidad se escribe y se inscribe sobre sí misma en una perpetua re-escritura" LYOTARD: L'Inhuman, p. 37.
"Históricamente, fue es la confianza excesiva en el poder de la razón la que justificó, para la modernidad, la completa
ruptura con los 'antiguos'...". MARCELO DASCAL: "Reflexiones sobre la crisis de la modernidad", en revista Crítica,
N° 58, México, abril 1988, p. 14.
2 "El Siglo XIX puede verse como el apogeo de la modernidad". OCTAVIO PAZ: "El Romanticismo y la poesía
contemporánea", en revista Vuelta, Nº 127. México, junio 1987.
Buena parte del pensamiento revolucionario del siglo XIX (Marx incluido) está anclado
poderosamente en el sueño de la razón ilustrada. Es posible leer la utopía marxista como una
entusiasta reivindicación de la razón científica, como una festiva invitación al futuro, fundada
además en la sólida convicción de un sujeto más o menos predestinado a colmar a la historia
de sentidos. Esta es, inequívocamente, la versión oficial del marxismo realmente existente 3.
Desde luego, también es cierto que cabe una lectura menos cándida donde el acento de
la crítica radical de la civilización burguesa tiene un peso sustantivo. Sólo que esta lectura no
ha sido nunca un componente decisivo del juego de fuerzas: ni en el escenario de la política,
ni en el campo del pensamiento. El marxismo crítico que existió siempre a un costado del
marxismo oficial puede reclamarse legítimamente como resonancia epistemológica anti-
moderna, pero a sabiendas de su precariedad teórica y su probada impotencia para liderar
una poderosa corriente contracultural.
Por su lado, la marcha triunfal de la razón devino lógica perversa de los medios, la
ilusión humanista del progreso devino civilización de la barbarie, el sueño de la realización
libre de los ciudadanos devino idiotización funcional de la humanidad. En suma, la racionali-
dad burocrático-instrumental se instaló poderosamente donde dos siglos atrás moraba la
esperanza iluminista del progreso6.
En las últimas contorsiones del siglo XX asistimos al ocaso de los sueños. La historia no
marcha a ningún lado y los actores sociales van y vienen como "trajes ambulantes" (Miguel
Hernández). ¿Un colapso civilizacional? Me parece una impresión demasiado epidérmica.
3 "¿Es posible escribir sin un proyecto?". EDUARDO MILÁN, en revista Textual, BE 24. México, abril 1991.
5 "...aceptar la crisis de la modernidad significa apuntar la radicalidad de una situación límite que el hombre moderno
vive a la vez como condición existencial e histórica". EDUARDO SUBIRATS: La crisis de las vanguardias y la cultura
moderna, p. 40.
6 "La crisis de la idea de historia entraña la de la idea de progreso...". G. VATTIMO: La sociedad transparente, p. 76.
"Si existe una referencia común de todas estas formulaciones, ella se resume en la idea de progreso que hace de la
modernidad un concepto historicista". PHILIBERT, SECRETAN: "Elements pour une theorie de la Modemité" en
revista Diogéne, N° 126. París, 1984, p. 84.
Estamos confundiendo el "malestar de la cultura" en el seno de ciertas élites intelectuales con
el alborozado júbilo de las multitudes. No creo en absoluto que la crisis de la Modernidad
toque a los pobladores del globo. Todo lo contrario, para los miles de millones de masas
amorfas que habitan el planeta, el "proyecto" del progreso fundado en la tecnología, no sólo
está vigente, sino que es la única alternativa. Toda la subcultura mass-mediática a nivel
mundial se funda en la exacerbación de la tecnología como recurso salvacionista frente a
todas las crisis que aparecen y reaparecen.
7 La última es esta perorata que nos vende F. FUKUYAMA, especie de hegelianismo para amas de casa norteamericanas.
Ver: "¿El fin de la historia?", en revista Estudios Públicos, N° 33. Santiago de Chile, 1990. Igualmente: "Debate sobre
¿El fin de la historia?...", en revista Facetas, N° 89. USA, 1990. El fin de la Historia y el último hombre. Bogotá, Edit.
Planeta, 1992.
8 "No existe otra cosa... que este horror detrás de la ideología filantrópica de la misión civilizadora...". MARC RICHIR:
"Au cceur des Ténébres", en revista Esprit. París, mayo 1984, p. 1.383.
9 Ver: J. HABERMAS: "La Modernidad inconclusa", en revista Vuelta. México, 1981. Le discour philosophique de la
modernité, París, Edit. Gallimard, 1988. "Conciencia histórica e identidad postradicional", en revista Letras. Madrid,
Primavera, 1988. VARIOS: Habermas y la modernidad. Madrid, Edit. Cátedra, 1988.
10 "...no es posible negar que a nivel de los conceptos fundamentales (en particular el de la verdad) Habermas se devuelve
al más clásico concepto de la lógica proposicional". DOMINIQUE JANICAUD: "La technique: la question de l'avenir",
en revista Magazine litteraire, N° 235. París, noviembre 1986, p. 50.
en abierta contraposición al estilo intelectual de Habermas, M. Foucault representó uno de los
mejores ejemplos de consistente compromiso —teórico y político— contra todas las formas de
dominación)11.
Desvanecida la ilusión del socialismo como "antítesis" del capitalismo queda mucho más
claro que la mundialización de la lógica del capital no es un juego geo-político, sino la
resultante histórico-estructural de un único proceso civilizatorio.
11 "Pero la conciencia contemporánea no es ya la que intentan resucitar los abogados de la modernidad". JACQUES
POULAIN: "L'entretien de l'hermeneutique avec la modernité", en revista Les Etudes philosophiques, París, abril-junio
1982, p. 220.
12 Me parece que un buen ejemplo del entusiasmo por este tipo de teorización lo encontramos en textos como el de
FERRAN REQUEJO, Coll: Teoría crítica y Estado social, Barcelona, Edit. Anthropos, 1991. El autor está persuadido
de haberse topado con "una de las pocas concepciones que da pie a que podamos hablar de esta tercera actitud", p. 14.
15 "Existe una última tendencia fuerte que puede contribuir a la disecación de la imaginación: la banalización cultural".
GEORGES BALANDIER: Modernidad y poder, p. 238.
LA NUEVA MODERNIDAD
El último gran intento de un proyecto modernista con vocación de poder —el marxismo
positivista— ha desembocado en la más completa bancarrota: económica, ideológica, socio-
política. Un marxismo-socialismo que vendió la idea-fuerza del sujeto social de la historia,
afincado clásicamente en el optimismo de la famosa "revolución científico-técnica"; un
marxismo-stalinismo engreído con el "desarrollo de las fuerzas productivas", llenó con ello los
circuitos ideológicos del sentido colectivo de los actores sociales. Este último gran intento
Moderno de conquistar la "felicidad" ha hecho aguas. Razón de sobra para que los
intelectuales desencantados refuercen la idea de una crisis de la Modernidad 17.
Por su lado, los signos exteriores del estado de cosas en el mundo entero indican sin
equívocos que un desarrollo espontáneo de la lógica social conduce a la barbarie. No tanto al
holocausto de la destrucción nuclear por la vía de las guerras, sino peor aún, por el camino
viejo de un modelo tecnológico que hace inviable —a largo plazo— al propio globo terráqueo.
16 "En este acabamiento filosófico de la historia, Dios, la sustancia divina del hombre, se ha hecho perfectamente visible.
Ya nada está oculto". VICENZO VITIELLO: Los confines de la modernidad, p. 28.
"¿Qué es lo divino sino el hecho de que hay muchos dioses y un Dios solo?". PIERRE KLOSSOWSKI: Tan funesto
deseo, p. 170.
17 El texto de FÉLIX OVEJERO LUCAS: Intereses de todos, acciones de cada uno, Madrid, Edit. Siglo XXI, 1989;
representa un valioso esfuerzo por pensar los signos de la presente coyuntura (en especial, la crisis del socialismo).
Lástima que el autor se deje llevar demasiado ostensiblemente por un amargo ajuste de cuentas con un "marxismo"
fabricado al gusto para facilitar los cuestionamientos.
Esto no es ya una mera elucubración de las élites intelectuales. Se trata de constataciones
demasiado brutales que fundan casi espontáneamente los movimientos reactivos del ecologis-
mo a nivel mundial. Este malestar toca a amplias capas de las clases medias en todas partes y
crea movimientos de oposición que no son desdeñables en el escenario político de cada país 18.
Más allá de esos dos síntomas, el resto de la humanidad no se da por enterada. Fuera del
estrecho círculo de intelectuales y ecologistas, el mundo gira plácidamente hacia niveles
incesantes de "confort"19.
Lo que estoy sugiriendo es que los valores de la Modernidad están hoy transustanciados
en el arquetipo de esta civilización: el progreso técnico. La nueva Modernidad sigue siendo el
horizonte de inteligibilidad para la gente de este mundo. La racionalidad burócrático-instru-
mental construye la discursividad de los actores que resultan hablados por efecto perverso de
su inevitable dialogicidad. La nueva Modernidad está gramaticalmente en todos los pliegues
discursivos de la sociedad. Espacios, actores y discursos forman la trama constitutiva donde
se despliegan todas las relaciones de dominación. La reproducción de estos tejidos de poder
no está en juego por la crisis de la Modernidad. El viejo paradigma de la Ilustración se
transmuta sin grandes traumas en los nuevos arquetipos de la Modernidad. El viejo sueño de
la razón se hace apoteosis en el arrollador modelo de desarrollo tecnológico constitutivo de la
civilización occidental.
Aparente paradoja la de una "crisis" que potencia de un modo tan inusitado a una
civilización que no parece tambalearse por los desplantes posmodernos. La desesperanza no
es inmediatamente una conciencia secularizada. Los arquetipos del mercado, la democracia y
la técnica funcionan hoy como palancas universalizantes del neoconservadurismo.
18 "Nuestra violencia, esa producida por la hipermodernidad, es el terror". BAUDRILLARD: La transparence du mal, p.
83.
19 "Es realmente sorprendente... ver cómo millones y millones de hombres son sometidos y sojuzgados, la cabeza gacha, a
un deplorable yugo, no porque se ven obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están
fascinados...". ETIENNE DE LA BOETIE: El discurso de la servidumbre voluntaria, pp. 52-53.
20 "Las categorías socio-cognitivas del mundo social y de interacción guiadas por normas se forman pues en el marco de
una comprehensión descentrada del mundo, debido a la diferenciación de las perspectivas del locutor y de éstas sobre el
mundo". JÜRGEN HABERMAS: Morale et Comntunication, p. 155.
"Estos últimos años se han caracterizado
por un milenarismo invertido en el que,
en vez de hacer premoniciones catastróficas
o redentoras sobre el futuro, se emiten juicios
sobre el fin de una u otra cosa: fin de la ideología,
del arte o de las clases sociales... Todo esto, junto,
podría constituir lo que se denomina, cada vez más,
posmodernismo"
FEDRIC JAMESON:
"Posmodernismo: lógica cultural del capitalismo tardío".
En revista Zona abierta, N° 38.
Madrid, enero-marzo 1986, p. 71.
CAPÍTULO III
UN PENSAMIENTO POSMODERNO.
LOS SIMULACROS
DEL NEOCONSERVADURISMO1
RICHARD RORTY:
"La primacía de la democracia frente a la filosofía".
En revista Sociológica, N° 3.
México, Invierno, 1986-1987
POSMODERNIDAD Y POSMODERNISMO:
SUTILEZAS EN TIEMPOS BORROSOS2
La discusión de un asunto tan difuso como la posmodernidad tiene que echar mano de
recursos intelectuales poco ortodoxos si queremos dar cuenta del "état d'esprit" 3 de esta
época. El pensamiento social —a diferencia de la "ingeniería social" que se propaga en los
medios académicos— no dispone de un marco empírico confiable como para hacer
formulaciones contundentes en esta materia. No contamos con un universo de correlaciones
estadísticas que nos mida el "desencanto", "la crisis de paradigmas" o el sincretismo
epistemológico. Sin embargo, el pensamiento social no debe abstenerse de su responsabilidad
de explicar y comprender los diversos subproductos en los que desemboca la crisis de la
Modernidad.
1 El texto de ANDREAS HUYSSEN ("Guía del Posmodernismo", en Varios: El Debate Modernidad / Posmodernidad,
Buenos Aires, Edit. Puntosur, 1989, págs. 206-318), constituye un hábil alegato contra la versión habermasiana del
"neo-conservadurismo". Pero faltaría saber si existe otra lectura de las corrientes neoconservadoras.
2 "La imagen de la posmodernidad es, en la palabra misma que le nombra, una yuxtaposición: 'postmodernidad' no hace
referencia a un más allá de la modernidad...". RAYMUNDO MIER: "Posmodernidad: la frase y su finitud", en revista
Sociológica, Nº 7. México, mayo-diciembre 1988, p. 239.
3 Creo muy útil referir el concepto de "ambiente", empleado por MICHEL MAFFESOLI: El tiempo de las Tribus,
Barcelona, Edit. Icaria, 1990.
Hemos visto que uno de los rasgos gruesos que predomina a nivel de la sociedad global
es esta especie de nueva Modernidad fundada en la hipóstasis de la racionalidad tecnológica.
La otra vertiente que de forma contradictoria domina la escena intelectual en este tiempo es,
precisamente, el desvanecimiento de la gran convocatoria ideológica, la decadencia de los
proyectos humanistas, el escepticismo hacia la esperanza de "un mañana feliz" (progreso), la
masiva desafiliación de las identidades colectivas, la disolvente sospecha sobre la razón y el
descentra-miento de la idea de sujeto, la desconfianza hecha religión sobre todo discurso
político, el desvanecimiento de la idea-fuerza de vanguardia, el cuestionamiento del modelo
tecnológico imperante4. Este registro sintomatológico está ampliamente avalado por todos los
focos intelectuales que en cualquier parte del mundo realizan algún diagnóstico de la
situación. Una y otra vez se insiste sobre las mismas señales. No hay analista que no aporte
algún rastro singular sobre idénticas manifestaciones de la cultura.
Tenemos nuevamente una posmodernidad "a deux vitesses": por un lado, la descripción
morfológica de unos ciertos contornos culturales que parecen estar allí sin apelaciones. Se
trata de algo así como la posmodernidad pasiva: tejido epifenoménico que impregna la reflexión
teórica, la producción estética y las elecciones éticas de ciertas élites en todo el mundo. Por
otra parte, una cierta postura intelectual que sintoniza con ese estado de cosas produciendo
una relativa tónica teórico-existencial. Es ésta una especie de posmodernismo activo que intenta
capitalizar —como corriente de pensamiento— los síntomas más o menos evidentes del
agotamiento de la razón ilustrada, advirtiendo que en su seno se mueven pensamientos
contradictorios.
Tenemos así dos momentos que conviene distinguir y matizar para evitar un doble
equívoco: uno, suponer que el fenómeno posmoderno es una pura manipulación del
"enemigo". Otra, creer ingenuamente que la postura posmodernista es una inocente
emanación de los hechos5.
4 "Delante de ese malestar de la Modernidad, frente a sus impases, las escapatorias son múltiples: tradicionalismo, neo-
iluminismo, vértigo tecnológico, catastrofismo" JEAN CHESNEAUX: "A propos de la modernité", en revista NRS.
París, 1983.
5 "El Post-modernismo... es mucho más que una moda intelectual". A. TOURAINE: Critique de la modernité, p. 218.
requisito sustantivo del análisis. Hacer la distinción de estos dos planos permite que cada
formulación se someta a los requisitos de consistencia de cada nivel.
Independientemente del efecto ideológico que tiene la manipulación de la idea del "fin
de las ideologías", hay un componente sicosocial demasiado obvio como para reducirlo al
simple juego de adversarios7. Es relativamente visible que la legitimidad del discurso
ideológico está en cuestión. La capacidad de convocatoria de esta discursividad es
prácticamente nula (siempre en comparación con esa misma legitimidad medida en otros
momentos históricos). La ideología como proyecto ha colapsado.
Las construcciones ideológicas que se despliegan en el espacio político, así como las
grandes confrontaciones axiológicas en los ámbitos académicos, resienten una fuerte
contracción, cuando no un colapso definitivo. Por tanto, hoy, esta figura del "fin de las
ideologías" ya ha dejado de ser el único recurso de la derecha para escamotear su propia
genética axiológica. Se trata, en esta coyuntura, de un dato de facto: la apelación ideológica ha
quedado circunscrita a los reductos de un dogmatismo decimonónico. Arcaísmo intelectual
que no interpela a nadie y que acaso permite una identificación residual de sobrevivencia
política. El discurso ideológico ya no puede fundarse en la idea de sujeto Moderno.
De Nietzsche para acá, para fijar una referencia extática, está más que anunciada la
"muerte de Dios", es decir, la desmitificación de un discurso demasiado ingenuo respecto a la
"destructividad humana" (E. Fromm). La caída del gran relato humanista es parte del
desplome de toda una visión del mundo.
6 "El carácter imperativo de la moral... se impone no sólo a los débiles y a los oprimidos, sino a todos, confirmando que
no hay ningún tipo de hombre actual y pasado que se sustraiga a la lógica deformante del dominio, ya sea esclavo o
amo". GIANNI VATTIMO: El sujeto y la máscara, p. 235.
7 "También las ideologías parecen haber perdido en nuestros días la capacidad de imaginar un porvenir a la vez factible y
atractivo". KRZYSZTOF POMIAN: "El fin del futuro", en revista Vuelta, Nº 55. México, julio 1981, p. 19.
9 "El único peligro para la humanidad proviene del hombre". FRANCESCO ALBERONI: Las razones del Bien y del
Mal. México, Edit. Gedisa, 1988, p. 170.
10 "¿De qué compulsiones debía ser librada la humanidad (todos los individuos humanos) para ser absolutamente libres?".
AGNES HELLER: Crítica de la Ilustración, p. 323.
"Todos los filósofos tienen en su activo esta falla común: partir del hombre actual y pensar que en virtud del análisis
pueden llegar hasta el fin propuesto". F. NIETZSCHE: Humano demasiado humano, p. 17.
La crisis de la Modernidad es en cierto modo la declinación del optimismo en el hombre.
Es el descreimiento de esta vieja centralidad que pretende fundar el estatuto de la ética y,
desde luego, toda gramática del conocimiento. Tal pretensión ha sido puesta fenomenoló-
gicamente entre paréntesis, abriendo con ello un nuevo espacio para pensar el devenir de la
humanidad. La promesa Moderna de un mundo feliz desembocó en el holocausto.
EL FIN DE LA HISTORIA11
La razón ilustrada se caracterizó por una potente impulsión intelectual hacia los
proyectos de futuro. La lógica del sentido instalada se resolvía en esa peculiar representación
del tiempo y la vida de los hombres. El sentido de la acción sólo se recuperaba en conexión con
el devenir, pensado y vivido como componente esencial de la existencia, de las identidades
colectivas, de la racionalidad global de la cultura 12. En efecto, la lógica cultural de la
Modernidad apunta con mucha fuerza hacia el futuro (sea en la versión marxista-historicista
de una lógica compulsiva expresada en las famosas "leyes del desarrollo histórico", sea en la
versión hegeliana-racionalista de un hombre hecho historia por imperativo de su conciencia).
11 "El mundo fue desmentido en su origen, por ello es imposible que se verifique jamás". JEAN BAUDRILLARD: Les
stratégies fatales, p. 262.
12 "Al final del siglo, el progreso de la ciencia y la civilización técnica, permiten reencontrar la seguridad del ineluctable
progreso histórico". EDGAR MORIN: Penser Europe, p. 115.
"La creencia en una historia unitaria, dirigida hacia un fin, ha sido sustituida por la perturbadora experiencia de la
multiplicación indefinida de los sistemas de valores y de los criterios de legitimación". JÓSEP PICO: Introducción al
libro Modernidad y posmodernidad, p. 45.
"La historia progresiva fue 'descubierta' en el siglo XVIII. La idea de que el hombre podía cambiar la naturaleza
humana, de que ésta no era una 'esencia' y consecuentemente fija, paradójicamente estaba acompañada por un énfasis
precisamente en esa entidad metafísica". MIGUEL RON PEDRIQUE: Los orígenes del liberalismo, p. 23.
"...la historia no es sino un modo inesencial del ser, la forma más eficaz de nuestra infidelidad a nosotros mismos". E.
M. CIORAN: La tentation d'exister, p. 227.
"...la modernidad, de acuerdo con la hipótesis que propongo, se acaba... cuando deje de ser posible hablar de la historia
como algo unitario". GIANNI VATTIMO: La sociedad transparente, pp. 74-75.
ECLIPSE DEL PROGRESO13
Es tal vez éste uno de los signos más sensibles en el panorama intelectual del presente 14.
No sólo porque la desconfianza hacia las promesas de "progreso" da lugar a movimientos
sociales de importancia (los ecologistas, por ejemplo) 15, sino porque la reflexión crítica de
todos los matices ha prestado especial atención al papel de esta voluptuosa categoría 16.
Las élites intelectuales de todo el mundo se sienten profundamente consternadas por los
desastres de esta humanidad que no parece dispuesta a dejarse guiar por "El Bien". El
"progreso" se convirtió en una entelequia mass-mediática de uso preferentemente ideológico.
La promesa modernista del "progreso" de la humanidad ha sido rudamente desmentida por
las miserias de la civilización occidental. Tal "progreso" fue siempre un dispositivo valórico.
13 "...una irreversible tendencia, llamada progreso, lleva a desposeer el cuerpo y al espíritu humanos de sus sistemas de
iniciativas y defensa, para trasladarlos a unos artefactos técnicos". JEAN BAUDRILLARD: El otro por sí mismo, p. 32.
14 "El ámbito de lo simbólico se despuebla. Las ideologías que lo configuran entran en crisis. La idea de progreso también,
y arrastra toda noción de proyecto". JOSEP RAMONEDA: Apología del presente, p. 44.
15 "La idea de progreso ha desaparecido, pero el progreso continúa". J. BAUDRILLARD: La transparence du mal, p. 11.
"No existe progreso en la historia, el progreso se suelda siempre por el retomo de sí mismo". MARC SAGNOL:
"Théorie de l'historie et de la Modernité chez Benjamin", en revista L'Homme et la Société, N° 69-70. París, julio-
diciembre 1983, p. 87. "¿Puede el progreso histórico seguir su camino de sacrificios humanos? ¿Tiene la historia —y la
vida en aquellos aspectos que dependen de ella— algún sentido?". EDUARDO SUBIRATS: Metamorforsis de la
cultura moderna, p. 34.
16 Para una mayor información sobre mi punto de vista, ver R. LANZ: Razón y Dominación. Caracas, Edit. UCV, 1988.
17 "La animación de la escena histórica por los actores de la sociedad industrial parece liquidada. La escena está vacía...".
ALAIN TOURAINE: Mouvements sociaux d'au-jourd'hui, p. 18.
"Lo social mismo está muerto antes de haber revelado su secreto". JEAN BAUDRILLARD: A l'Ombre des majorités
silencieuses, p. 123.
18 "Los discursos sobre la muerte del hombre y el fin del sujeto jamás han sido otra cosa que cobertura pseudo-teórica de
una evasión frente a la responsabilidad... del psicoanalista, del pensador, del ciudadano". CORNELIUS
CASTORIADIS: Le Monde Morcelé, p. 189.
"Todos los observadores están de acuerdo en el hecho de que las formas de organización a través de las cuales se
expresan los movimientos de la sociedad han entrado en una fase de replanteamiento, cuyo resultado todavía es
ampliamente desconocido. Esta vuelta a la discusión es general, y concierne al Occidente, al Oriente y al Sur". SAMIR
su lugar reapareció un renovado interés por lo local, una cierta nostalgia por "lo micro", lo
puntual, lo inmediatamente allí (no mediado por la discursividad del orden representativo) 19.
Este instantaneísmo molecular se inscribe en una nueva socialidad.
La identificación con perfiles sociales de cualquier género (clases, grupos, estratos, etc.)
corresponde hoy al orden de la pragmática. Ciertos automatismos sociales son suficientes
para asegurar el mínimo de coherencia macro sistémica. Una totalidad social −el país, la
región, el poblado, el sector−, sin atributos propios no puede propagar con facilidad la
antigua aura del sentido iluminista. Ese papel lo cumple hoy la sub-cultura mass-mediática.
La gente se reconoce con el exterior a través de la televisión y demás formatos de la industria
cultural (a sabiendas que esa visualidad del afuera no es neutra: el discurso mass-mediático
termina imponiendo su propia gramática de representación, recortes, valores, etc.) 22. El sujeto
ha muerto, su trascendencia metafísica terminó.
AMIN: "Las nuevas formas del movimiento social", en Varios: El juicio al sujeto, p. 104.
Ver: Varios: Aprés le sujet qui vient? París, Edit. Auber, 1989.
19 Ver la optimista y apasionada defensa de esta óptica epistemológico-sociológica en MICHEL MAFFESOLI: El tiempo
de las tribus. Barcelona, Edit. Icaria, 1990.
20 "Desprovistos del Gran Proyecto, lo cotidiano se convierte en lo que es: la vida de cada día y de todos los días".
MARTIN HOPENHAYN: "El día después de la muerte de una revolución", en revista Estudios Públicos, N° 37, p. 37.
21 "La crisis del sujeto trascendental sigue a la imposibilidad de un discurso de la totalidad". FRANCISCO JARAUTA:
"Fragmento y totalidad", en Varios: Los confines de la modernidad, p. 60.
"Toda una generación que no había vivido más que para la política, ha hecho esfuerzos para volverse a apropiar del
amor, la pasión, el gozo". UMBERTO ECO: "El intelectual en la discoteca", en Revista de Occidente, N° 265.
Noviembre 1983, p. 43.
"...el re-encantamiento del mundo no es sino otra manera de decir el politeísmo de los valores". MICHEL
MAFFESOLI: Au Creux des Apparences, p. 180.
22 Ver: Varios: El juicio al sujeto. México. Edit. Flacso, 1990.
FDO CALDERÓN (Comp.): Los movimientos sociales ante la crisis, Buenos Aires. Edit. UNU/CLACSO, 1986.
Ver igualmente el libro de LOUIS DUMONT: Essais sur Vindividualisme. París, Edit. Seuil, 1984, pp. 68-114.
"Esta duda escéptica con respecto a la razón
y los sentidos es una enfermedad que no puede
curarse nunca..."
Buena parte del malestar posmoderno de las élites en el mundo entero proviene del
inocultable desastre al que conduce el modelo tecnológico imperante. El estado de cosas es
suficientemente aterrador para andar con eufemismos. A tal punto que podría pensarse sin
necesidad de escandalizar que el globo terráqueo marcha ineluctablemente a un colapso
ecológico. Un modelo tecnológico eco-depredador que está estructuralmente articulado a la
esencia de la civilización occidental, impera hoy impávidamente en todos los confines de la
23 "...el concepto ético-político incompleto de justicia se mantiene por promesa de la Ilustración, que no ha fracasado,
aunque puede fracasar". AGNES HELLER: Más allá de la justicia, p. 407.
24 "La crítica radical de la razón paga un alto precio por su Adiós a la Modernidad". JÜRGEN HABERMAS: El discurso
filosófico de la Modernidad, p. 397.
"...en el debate posmoderno la idea misma de razón resulta un concepto sospechoso del que se puede prescindir".
FERNANDO CASTAÑEDA: "Razón y dominación en Habermas". Ponencia presentada al VI Seminario de CLACSO.
Santiago de Chile, marzo 1990.
25 "Si el 'progreso' es un mal tan grande, ¿cómo es posible que nosotros no emprendamos nada para deshacernos sin más
tardanza?". E. M. CIORAN: La Chute dans le temps.
"Debemos damos cuenta de que todo lo que nace tiene que estar dispuesto a un ocaso doloroso, nos vemos forzados a
penetrar con la mirada en los horrores de la existencia individual y, sin embargo, no debemos quedar helados de
espanto: un consuelo metafísico nos arranca momentáneamente del engranaje de las figuras mudables". FRIEDRICH
NIETZSCHE: El nacimiento de la tragedia, p. 138.
tierra. Sólo la sensibilidad ecologista, logra aquí y allá ciertas restricciones al proceso de
degradación ambiental.
Los más cándidos sostienen que el asunto consiste en "corregir" los excesos en las
aplicaciones inadecuadas. Los más pérfidos sospechan que tal modelo de desarrollo
tecnológico no es "corregible" puesto que su sola existencia revela la quintaesencia de esta
civilización26. ¿Puede cambiarse de rumbo sin alterar la lógica de un modo de vida?
Las élites ilustradas han logrado un cierto espacio de opinión en las últimas décadas
levantando ciertas banderas conservacionistas e impulsando algunas luchas puntuales en
tomo a episodios de alta sensibilidad (la lucha antinuclear, por ejemplo). Ello ha facilitado
una relativa movilidad de concepciones en el terreno del binomio ciencia-tecnología. Podría
decirse que existe hoy un interesante cuerpo de pensamiento crítico moderado sobre el
impacto y las implicaciones de la tecnología. Es indudable que esa reflexión es hoy día un
punto de partida básico para la fundamentación de una crítica radical de la racionalidad
técnica en cuanto tal.
La desilusión posmoderna frente a las tecnologías duras es una clara constatación del fin
de aquellos viejos tiempos en los que el "progreso" se fundaba automáticamente en el
desarrollo tecnológico. La crisis de la razón es también el eclipse del cientificismo que está en
su base.
Tal como lo hemos referido en capítulos anteriores, la Ilustración está asociada a una
irrupción estética que cristaliza en los movimientos de vanguardia (literaria, pictórica,
musical, etc.). Hasta el surrealismo, por lo menos, la idea de vanguardia traducía una
impugnación severa del discurso estético tradicional; pero también implicaba un abierto
desafío a los tejidos del poder en la sociedad misma. El impulso socio-político de la
vanguardia Moderna es inseparable de la efervescencia creativa en el terreno estético. Detrás
de intelectuales y artistas se prefiguraba el compromiso con el ideario de la libertad. Esta
impulsión estético-política condujo en todo momento a una confrontación −a veces escanda-
losa− con los códigos oficiales. Una vanguardia retadora, con una proclama encendida en
cada esquina, fue siempre inseparable de los grandes estremecimientos internos del modo de
crear. Por eso la vanguardia modernista sintetiza, como ningún otro movimiento cultural, la
visión estética y humana de su tiempo.
¿Qué queda hoy de esa inmensa fuerza estético-social? Podría decirse, nada.
26 "Este descontento deriva del hecho de que la mayor parte de las acciones que nosotros desarrollamos dentro de nuestros
roles profesionales o en las actividades del tiempo libre o de consumo, no sólo no está orientada hacia los fines últimos
sino, más aún, se encuadra dentro de un catastrófico proceso de destrucción y disipación". FRANCESCO ALBERONI:
Las razones del Bien y del Mal, p. 190.
"La misión llamada civilizatoria tenía por objetivo proclamado sustraer a los pueblos conquistados del imperio de los
mitos haciéndolos acceder a las luces de la razón triunfante... de allí, la consagración de un componente fundamental
del mito del progreso..." MAMADOU BALLA TRAORE: "Le développement-modemisation: Miroir et écran", en
revista Ifda Dossier, N° 80. Ginebra, enero-marzo 1991, p. 30.
Ver: JEAN-JACQUES SALOMON, Le destin technologique, París, Edit. Balland, 1992.
La estética posmoderna vuelve a ser la decadencia de lo bello nacido de la Modernidad.
A pesar de la intención contestataria de algunas manifestaciones estéticas, no hay nada que se
parezca a la noción de vanguardia. Ni en las propuestas formales, ni en la percepción del
mundo, ni en la fuerza de irrupción frente al poder. ¿Y la función crítica del arte?
Ello no excluye que en algunos casos el trabajo de un artista o un pensador exprese una
liberación de límites, un aporte creativo o una búsqueda de alguna trascendencia. No se trata
ahora de evaluar el estatuto de esta gramática de lo bello, ni de examinar en cada caso su
articulación socio-política. Sabemos de suyo de lo controversial que resulta este tipo de
aproximación. Sin evitar la confrontación teórica, nos limitamos a constatar los grandes trazos
que como movimiento cultural perfilan a la estética posmoderna. El "collage" como
propuesta, el sincretismo de las formas, la negativa a todo presupuesto, la renuncia a
cualquier significado externo de la obra, la reivindicación horizontal de todos los lenguajes,
son algunos de los rasgos que tipifican a la belleza de este tiempo. No puede descalificársele
en bloque por su laxitud conceptual o por su intrascendencia socio-política. Lo que sí parece
inequívocamente visible es que la estética posmoderna está muy lejos de parecerse a la
configuración de la vanguardia moderna. ¿Significa que uno u otro contexto cultural es
"superior"?
Desde luego, ninguna lectura es inocente y no pretendo que la mía sea la excepción.
Importaría tal vez que el lector no perdiera de vista el marco de análisis que precede. Las
claves para leer los testimonios que recogemos a continuación pueden ser sintetizados como
sigue: 1. El fenómeno de la Ilustración está hoy transustanciado en una nueva Modernidad
cristalizada en la lógica de la civilización tecnológica. 2. La crisis de la Modernidad refiere a
un epifenómeno que toca a las élites intelectuales mientras "las masas" parecen como nunca
obnubiladas por la idea del "progreso técnico". 3. El fenómeno posmoderno traduce los signos
decadentes del paradigma de la Ilustración, sin la potencia ético-política ni la fuerza estética
de la vanguardia de la Modernidad. De ese modo, la posmodernidad aparece como un
subproducto cultural que coexiste con la tendencia predominante de la nueva Modernidad. 4.
Los testimonios de la tónica posmoderna deben ser leídos en ese marco para evitar
extrapolaciones del tipo de "una nueva era" o la fantasía de una nueva civilización.
Hemos querido dar cuenta del fenómeno posmoderno utilizando también el recurso de
dejar hablar a sus actores y comentaristas. Sin la ingenuidad de creer que el discurso del actor
porta la verdad (después de Foucault semejante candidez sería imperdonable). Es acaso una
estratagema para mostrar los pliegues intertextuales donde se anidan las colonias de
representación. Tal vez por este camino podamos recuperar las imágenes propias de
testimonios intelectuales que no siempre están jugados al espectáculo.
−•••−
"Son los ejes de la racionalidad terrorista de Occidente los que están en crisis".
27 "La moda es sin duda el índice histórico de la modernidad...". CRISTINE BUCI-GLUKS MANN: La raison baroque,
p. 233.
Ver además el interesante análisis de G. LIPOVETSKY: El imperio de lo efímero, Barcelona, Edit. Anagrama, 1990.
"Lo que queda entonces, después que todo lo que es sólido se ha evaporado, es la
imagen de una gran pantalla donde los signos de cambio, de intrascendencia, de
velocidad, de fluidez, circulan y rotan incesantemente".
"Viajamos en un tren que está adquiriendo velocidad, deslizándose por una vía donde
un número ignorado de agujas conducen a puntos de destino desconocidos. No hay un
solo científico en la locomotora, y puede haber demonios en las agujas. La mayor parte
de la sociedad va en el furgón de cola, mirando hacia atrás".
"Este tiempo será el del pensamiento desarmado, deshecho, impotente para hacer
inteligible un mundo donde la única certeza es la del movimiento, donde todo orden
parece disolverse en la sucesión de los cambios, donde lo real parece ocultarse en
transformaciones o simulaciones múltiples y escapar a toda tentativa de investigación".
"El paisaje está nublado, agitado; sus puntos de referencia son inciertos. Las apariencias
resultan aquello que sería necesario ver. No hay más que una regla en tal circunstancia,
tomar distancia".
"La idea de que todo se muere con uno es, realmente, lo que imperceptiblemente
destruye el espíritu y la voluntad de creación".
"La Historia, este primor de Hegel y de Marx, esta encarnación de la razón que nos
juzga y que nos arbitra, es la Historia de los vencedores".
MILAN KUNDERA: "Un Occident Kidnappé", en revista Le Débat, N° 27. París, noviembre 1983.
"Lucifer tiene sin duda necesidad de Dios... él no está en la búsqueda del mal... sino más
tradicional, casi académico, incluso escolar, él busca la verdad".
"No hay más que determinismos locales, no hay más que pequeños relatos".
"No creo en absoluto que toda la producción cultural de hoy día sea 'posmoderna'...".
"¿Qué tienes posmodernidad, que haces estragos en aquellos que deberían superarte?".
"Hay, nos parece, en la modernidad como proyecto histórico, una serie de paradojas
irresolubles de las que resultan los problemas más agudos de las sociedades capitalistas
contemporáneas y que han llevado hoy a una crisis de 'fin de siglo' semejante a la del
anterior".
"La muerte hará que el hombre reconozca su soledad esencial, acentuada por la
degradación de todo cuanto existe, individual y pluralmente".
"Basta con negar al mundo para afirmar la palabra. El poeta niega al mundo, el poeta se
infecta en la historia y hace su crítica".
" 'La Defense' debería ser zona prohibida, porque allí quedan al descubierto de forma
descarada, los secretos tecnocráticos. Le corresponderían alambradas alrededor y
carteles de 'prohibido fotografiar'...".
PETER HANDKE: Cuando desear todavía era útil, p. 37.
"La vida está en nuestras manos. Hace ya mucho tiempo que ella está vacía de todo
contenido".
ERNST BLOCH: L'esprit de l'utopie, p. 275.
"La modernidad está inacabada sólo si se entiende por esta descripción que no ha vivido
de acuerdo con su promesa".
"Una vez más una crisis del orden de vida segrega un misterioso reencuentro entre un
saber y un poder nacientes: después de la vigilancia y la denuncia del mal, la
negociación y la separación devienen ellas mismas mercancías producidas en serie, bajo
la forma de prótesis codificadas".
JACQUES ATTALI: L'ordre cannibale, p. 282.
"¿Qué relación hay entre sociedad postindustrial y cultura postmodema? ¿Cuánto hay
de ruptura y cuánto de refuerzo respecto de la articulación entre sociedad industrial y
cultura Moderna?"
MARTIN HOPENHAYN: "Ruptura o refuerzo: una ambigüedad vigente".
En varios: Modernismo y postmodemismo, pp. 8-321.
"La izquierda subsiste... porque habrá una afinidad... entre esa izquierda ideológi-
camente difunta y una sociedad políticamente indiferente, entre una izquierda
transparente y una sociedad sin secretos, entre la resignación de esa izquierda a todo
objetivo histórico y la resignación de la sociedad civil a toda voluntad política".
"Yo no estoy seguro que nosotros, países occidentales, seremos todavía capaces de tener
nuestra historia".
ALAIN TOURAINE: "Somems-nous déjá les grecs de Rome",
en revista Autrement, N° 29. París, febrero 1981.
"En un cierto sentido, la polémica entre Lyotard y Habermas es una lucha por la
modernidad y su herencia...".
PABLO OYARZUN: "Lo moderno en dos miradas".
En varios: Modernismo y postmodemismo, p. 341
"Hoy día uno no sabe muy bien en dónde está".
"No sólo el sueño de la razón engendra monstruos, como escribió Goya en uno de sus
aguafuertes. También la razón lúcida, en plena vigilia, puede, discurriendo sin frenos,
formular impecables teorías sobre la desigualdad de las razas humanas, justificar la
esclavitud, demostrar la inferioridad de la mujer, del negro o del amarillo, la maldad
congénita del judío, legitimar el exterminio del hereje y el infiel, la conquista, el
colonialismo, la guerra entre naciones o entre clases...".
"La utopía de la sociedad sin conflictos es muchísimo menos peligrosa que la idea de
que puede organizarse una sociedad de estas características imponiendo por decreto la
opinión 'justa'...".
LESZEK KOLAKOWSKI: Intelectuales contra el intelecto, p. 127.
"Es como si hubiéramos creído toda la vida en Dios y, de pronto, un día despertamos y
descubrimos que Dios no existe"
Reportaje realizado en Cuba por MEDEA BENJAMIN, en Semanal, N° 91. México, marzo 1991.
"Existen hoy por lo menos dos posturas sobre la posmodernidad en la política cultural
americana: una, alineada con una política neoconservadora; la otra derivada de la teoría
post-estructuralista".
HAL FOSTER: "Polémicas (post) modernas". En varios: Modernidad y posmodernidad, p. 249.
"Uno no cree más en grandes cosas y se compensa con una suerte de utilitarismo
cotidiano. Es el 'bricolage' como reacción al malestar ambiental, al sentimiento de estar
profundamente en crisis".
BERNARD CATHELAT: "Systéme D. repli tribal... une explosion de centres d'intérét", en revista
Autrement, N° 29. París, febrero 1981.
"...como en religión, los recién conversos son con frecuencia los más ardientes en su fe".
"Si uno se pregunta a dónde va 'el progreso científico y técnico', no podemos dejar de
preguntamos también de dónde viene. Pues sería demasiado simple (incluso simplista)
creer que ello es sólo el fruto del amor por el conocimiento y la insaciable curiosidad
humana".
MARCEL BLANC: L'etat des sciences et des techniques, p. 6.
"Consumir es entonces, comer, pero no sólo por la boca, ni alimentos solamente, sino
ropa, vivienda, educación, salud; comer es usar, destruir un sentido para producir otro...
Este consumo necesario al funcionamiento de la máquina no es sino una nueva metáfora
global de orden caníbal: las ganas y la necesidad de comer, lo mismo para vivir; para
reproducirse, para perpetuarse. El deseo de consumo económico remite al recuerdo de
comer lo mismo; no de imitar al otro sino de comerlo por el temor de que el otro se lo
coma y para alejar un nuevo mal: la incapacidad de la máquina para funcionar por falta
o debilidad".
JACQUES ATTALI: L’ordre cannibale, p. 167.
"Uno se las arregla como puede, pero cada quien sabe que los discursos de los grandes
líderes no son acogidos".
RENE BARBIER: "Soi comme projet ou la métamorphose militante",
en revista Autrement, Nw 29. París, febrero 1981
"La crisis de las ciencias modernas se produjo, vía Nietzsche y Wittgenstein, a través de
la autorreflexividad de las propias ciencias".
SCOTT LASH: "Postmodernité et souci", en revista
Débats, N° 14, París, diciembre 1985.
"...si el posmodernismo es más un anti que un pro, si es más una actitud que una
doctrina, si es más una promesa (o una amenaza) que una realidad, pecado es,
repitámoslo, dar un paso más".
JAVIER SADABA: "La posmodernidad existe", en varios:
La polémica de la posmodernidad, p. 165.
"Creo que esto se resume en aquella frase lanzada al viento por una barda mexicana,
escrita sobre ésta por alguna mano popular: 'estamos cansados de realidades: exigimos
una promesa'...".
CARLOS CASTILLA PERERA: "De los presos políticos, a los políticos presos",
en revista Nexos, N° 161. México, mayo 1991.
"Hoy día cuando toda radicalidad crítica ha devenido inútil, toda negatividad resuelta
en un mundo que simula realizarse, donde el t espíritu crítico ha encontrado su
residencia secundaria en el socialismo, donde el efecto del deseo está depasado, ¿qué es
lo que queda sino restituir las cosas al enigmático punto cero?".
"El problema es entonces desmontar la manera mediante la cual se constituye hoy esta
identidad individual y colectiva y definir el campo de interacción en el cual se
constituye el sujeto...".
PIERRE ERIC TEXIER: "Quelle identité cherchent-ils?", en revista
Autrement, N° 29. París, febrero 1981.
"El carácter demagógico y el designio de influir sobre las masas, es actualmente común a
todos los partidos políticos; todos se hallan en la necesidad, en vista de ese designio, de
transformar sus principios en grandes majaderías pintadas al fresco sobre las murallas.
Es inútil protestar contra esto".
FRIEDRICH NIETZSCHE: Humano, demasiado humano, p. 245.
"En aquellos que la vieron por primera vez, las multitudes de las grandes ciudades no
suscita sino depresión, repugnancia y horror".
WALTER BENJAMIN: Essais, p. 168.
"Quien sólo sueña, de algún modo está muerto; quien despierta, al menos sabe que vive.
En un mundo cruel y difícil, real y miserable, pero vive. Sin intermediarios, sin
creertcias, sin ensoñaciones. Sólo vive, que no es poco para los tiempos que corren... hay
que tener la temeridad de no creer en nada".
JUAN ÑUÑO: La escuela de la sospecha, p. 20.
"Escúchame
Pobre mundo, insoportable mundo
Es demasiado, tú has caído demasiado bajo
Tú eres demasiado gris, demasiado pesado
Abominable mundo".
JACQUES BREL: Oeuvre intégrale, p. 17.
"Puede decirse sin temor a exagerar que la historia de los hombres se edifica sobre las
ruinas de los versos".
"La ideología occidental del capitalismo, la cual quiere que se elimine sin rastro a
cualquier otro 'ismo' ideológico, habla como si estuviera amagando al interlocutor con
una pistola: si no aceptas la economía de mercado, ya verás...".
"No más pasado, ningún porvenir, los siglos se disuelven, la materia abdica, las tinieblas
están agotadas, la muerte parece ridícula y ridícula la misma vida".
"¿Quién es un buen moderno? El que se interroga sobre el mundo y escribe cosas sobre
postmodernidad. ¿Quién es un buen postmoderno? El que vive su vida y nos deja en
paz. Ni yo ni tú, querido lector".
"Hoy somos testigos, según todos los signos, de otro gran cambio. No sabemos si
vivimos el fin o la renovación de la modernidad".
OCTAVIO PAZ: La otra voz, p. 135.
"¿Por qué está tan difundido el malestar en el bienestar de la modernidad y dónde están
las fuentes de esos aspectos de la modernidad que tornan particularmente doloroso este
malestar?".
LESZEK KOLAKOWSKI: La modernidad siempre a prueba, p. 14.
"He de manifestar como conclusión algo que acaso se haya deducido de mis
afirmaciones anteriores. Soy platónico de corazón, tanto en la retórica como en otras
cuestiones...".
PAUL OSKAR KRISTELLER: El pensamiento
renacentista y sus fuentes, p. 343.
"La razón, aquella razón de las auroras, ya no parece garantizar tan anheladas libertades
en el recinto urbano, y el progreso envuelve la felicidad en etiquetados paquetes de
plástico".
ANTONIO FERNÁNDEZ ALBA: La metrópoli inicia, p. 90.
"Nuestra sociedad ha puesto a punto el medio de segregar 'esclavos' satisfechos".
"Sobre todo en el siglo XVIII se extendió la percepción del futuro como 'horizonte
matinal'...".
HEINZ R. SONNTAG: Duda/Certeza/Crisis, p. 51.
"Veo tantas razones para negar que la vida tiene un sentido que sería inútil
enumerarlas...".
E. M. CIORÁN: En las cimas de la desesperación, p. 128.
"Del claroscuro de la razón ilustrada puede brotar la utopía cerrada y predefinid ora,
mas también la utopía abierta y real...".
JOSÉ E. RODRÍGUEZ-IBÁÑEZ: El sueño de la razón.
La modernidad a la luz de la Teoría Social, p. 25.
"Contra la catástrofe que cada cual lleva en la cabeza, poco hay que decir...".
"Porque la burocracia es la más predominante forma de poder en todos los países de las
chimeneas".
ALVIN TOFFLER: El cambio del poder, p. 301.
"Creo que en esta situación se debe hablar de una 'ontología débil' como la única
posibilidad de salir de la metafísica por el camino de una aceptación-convalecencia-
distorsión que ya nada tiene de la superación crítica de la modernidad. Podría ser que
en esto consista, para el pensamiento posmoderno, el chance de un nuevo, débilmente
nuevo, comienzo".
GIANNI VATTIMO: El fin de la modernidad, p. 159.
"...la misión es una idiotez. No tengo ninguna misión. Nadie tiene ninguna misión y es
un gran alivio sentir que eres libre, que no tienes una misión".
"¿Ha muerto la modernidad? ¿Han muerto los sueños y las esperanzas, las utopías, la
voluntad de ser y la rebeldía, el anhelo de lo nuevo, la voluptuosidad de la crítica que
todo lo devora y renueva, los misterios del amor, la libertad y la creación?".
"La discusión vacía sobre el espectáculo, es decir, sobre lo que hacen los propietarios del
mundo, está pues organizada por el espectáculo mismo...".
"Tal vez la responsabilidad reflexiva sea hoy también discernir, respetar y hacer respetar
los diferentes pareceres, establecer la inconmensurabilidad de las exigencias trascenden-
tales propias de las familias de proposiciones heterogéneas y encontrar otros lenguajes
para expresar lo que no se puede expresar en los lenguajes que hoy existen".
"Un fantasma recorre al mundo, de Berlín a Nueva York, de París a Londres, de Moscú a
Pekín: la desesperanza en los valores de la modernidad".
"¿Por qué, entonces, repetir la narración maestra? Sólo por una razón teórica: con el fin
de demostrar que no fue la fuerza de la necesidad la que determinó el comienzo de la
modernidad...".
FERENC FEHER: La revolución congelada, p. 200.
"La crisis de fundamentos del conocimiento social aparece claramente vinculada con la
crisis de los proyectos de sociedad, con el fracaso en la construcción de modelos de
organización social".
"La única parte del planeta donde la existencia pareciera tener alguna justificación está
derrotada por la gangrena".
E. M. CIORÁN: La tentation d'exister, p. 41.
"El hombre moderno y, en primerísimo lugar, el científico sabe que no puede colocarse
más allá del bien y del mal, porque el bien y el mal son de factura humana".
"...se trata de saber cómo puede uno preservar un lugar para la libertad del otro en el
control que uno ejerce sobre sí mismo y en el verdadero amor que se profesa...".
"En ausencia de profecías a largo plazo lo que provoca la adhesión a una nueva
estrategia es la práctica de la resistencia y la lucha contra la institucionalización".
"Para todo espíritu enamorado del saber y del vivir, todo conocimiento es un principio
falible y toda vida ausencia".
GASTÓN BACHELARD: L'intuition de l'instant, p. 151.
"...cuando paso junto a los hombres contentos y felices como un Dios y ellos envidian mi
suerte, yo me río, porque yo desprecio a los hombres y me vengo".
S. KIERKEGAARD: Diapsalmata, p. 59.
"Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro, pero sin decir una sola
palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un
montón de piedras".
JUAN RULFO: Pedro Páramo, p. 194.
"...la vida termina por volverlo a uno cada vez menos inocente".
"...los derechos estaban más allá de la existencia, como los objetos matemáticos y los
dogmas religiosos".
JEAN-PAUL SARTRE: Le mur, p. 190.
"La condición humana es la condición de criatura que impone el destino del hombre,
como la enfermedad mortal impone el destino del individuo".
"La 'masa' como tal (cualesquiera que sean en un caso particular las capas sociales que la
formen) sólo piensa hasta pasado mañana...".
M. WEBER: Economía y sociedad, p. 1116.
"En la alegre nueva de que este cuerpo maniatado bajo la hegemonía de la razón
instrumental y de la conciencia personal, el cuerpo de la moral y el trabajo, deforme
hasta la monstruosidad, todavía recuerda la música de las sirenas".
"Lo único que yo quisiera insistir es que el interés moral del filósofo ha de ser que se
mantenga la conservación del Occidente, más que el exigir un lugar dentro de esta
conservación, para los problemas tradicionales de la filosofía moderna".
"¿En virtud de qué proceso nos hallamos ahora, luego de tantos siglos tranquilizantes, a
las puertas de una realidad que sólo el sarcasmo hace tolerable?".
E. M. CIORÁN: Ecartélement, p. 51.
"Porque no hay poesía festiva, alguien había dicho, pues quizá sólo del tiempo y de lo
irreparable puede hablar".
ERNESTO SÁBATO: Abagdón el exterminador, p. 528.
"...y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, lo que no tiene
límites".
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: El amor en los tiempos del cólera, p. 473.
"...los intelectuales modernos, con ayuda de una sociedad que es democrática sólo de
palabra, ordeñan la vaca sin haberla alimentado...".
"Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias
conceptuales; de sus manos no salió nada real".
"Actualmente sólo se puede pensar en el vacío del hombre desaparecido. Pues este vacío
no profundiza una carencia; no prescribe una laguna que haya que llenar, no es nada
más, ni nada menos, que el despliegue de un espacio en el que por fin es posible pensar
de nuevo".
M. FOUCAULT: Las palabras y las cosas, p. 333.
"La crisis barrió con los últimos sueños de progreso homogéneo y constante".
"En estos años de crisis, violencia y miseria, la cultura será el último territorio habitable;
o el primero, si de comenzar desde tierra firme se trata".
ROBERTO FOLLARI: Modernidad y posmodernidad, una óptica desde América Latina, p. 15.
"Es frente a este 'impasse' de la modernidad que las rupturas posmodernas, en sus
distintas fuentes de constitución, han erosionado y eliminado cualquier fundamento
para la noción de 'conciencia' ".
JULIO ECHEVERRÍA: Debates sobre
modernidad y posmodernidad, p. 134.
"El ideal del sacrificio está marchito, la fe en el radiante porvenir de la historia, agotado:
¿qué nos queda sino las aventuras del saber y las promesas de la inteligencia pragmática
del justo medio?".
GILLES LIPOVETSKY: Le crépuscule du devoir, p. 21.
"Pocas veces el acontecer social hierve con tantos proyectos como hoy. Pocas veces se ha
visto tanto Orden dentro del caos. No obstante, el Orden Final no lo alcanzaremos
nunca. Quizás en el cielo, o en el infierno. Pero no fue hecho para nosotros".
FERNANDO MIRES: El orden del caos, p. 120.
"No estamos viviendo una época de crisis, sino más bien de una mutación que
podríamos llamar sin grandilocuencias, civilizatoria, en lasque están en disputa los
sentidos de la modernidad y los nuevos modelos de modernidad".
"Sin duda no hemos conocido un vacío ideológico como el actual desde hace muchos
siglos, quizá, una vez más, desde la Edad Media".
−•••−
Cada texto, cada testimonio, suscita interrogaciones muy diversas. Muchas de ellas
angustiantes, otras llenas de sugestiones teóricas. Mi lectura no puede —ni quiere—
renunciar a la percepción epistemológica, ética y estética que de este tiempo me he formado.
Como he insistido, el marco de análisis que precede no es un puro ornamento intelectual
puesto allí para dar muestras de erudición académica. Si no fuese mucho pedir, lo que
pretendo es poner en sintonía la percepción del fenómeno Modernidad/posmodernidad con
la "lectura sintomática" de estos testimonios. Cada quien lee, recorta, clasifica, interpreta,
escoge, vibra, en función de una cierta gramática de representaciones (implícita o declarada, a
los efectos es lo mismo). Allí no caben lecturas mejores o peores. Importa sí, que cada quien
cargue con sus muertos. Lo que no vale es el oportunismo de decretar que "todo está bien" y
sigamos adelante. Me parece que un mínimo de consistencia intelectual obliga consiguien-
temente a fundamentar cada lectura, a comprometerse con sus implicaciones, a correr el
riesgo de fijar un punto de vista crítico. Ese es el límite mínimo para preservar, un chance de
"acuerdo racional" (Habermas) en esta materia. Usted lo toma o lo deja, pero no puede
hacerse el distraído.
En lo que concierne a mi propia lectura de este rico mapa de testimonios intelectuales,
parece demasiado obvio su contenido a juzgar por las propuestas que han sido establecidas a
lo largo de este libro. Preferiría que el lector extraiga todas las consecuencias teóricas que su
propio olfato intelectual le sugiere. Los textos están allí, el mundo no ha concluido.
Sin embargo, en la década de los años ochenta se han producido reflexiones teóricas que
no son un simple testimonio reactivo frente al vacío posmoderno. Es cierto que buena parte
de esa reflexión está volcada al "diagnóstico" del estado de cosas (Lyotard, Vattimo, Ha-
bermas). No obstante, observamos también una cierta consolidación de postulados teóricos
que van adquiriendo la entidad de un pensamiento. Con una dificultad adicional: raramente
un intelectual admite que está formulando una proposición teórica desde una posición
abiertamente posmoderna. Eso explica la frecuente arbitrariedad de clasificaciones de autores
a todas luces discutibles2. Esto de poner en el mismo "saco", por ejemplo, a Derrida, Lyotard y
Foucault, es un despropósito. Lo mismo podría decirse de Ciorán, Vattimo o Savater.
1 "La juventud y el periodismo, especialmente cuando van juntos, no son las mejores protecciones contra la confusión".
JACQUES DERRIDA: Memorias para Paul de Man, p. 171.
2 ALFONSO DE TORO tiene la audacia de ofrecemos una entusiasta clasificación de la posmodernidad literaria en
América Latina, lo que es tal vez una buena muestra en contrario. Ver "Posmodernidad y Latino América", en revista
Plural, N1’ 233. México, febrero 1991.
POSITIVIDAD DEL DISCURSO POSMODERNO:
LA PLURALIDAD DE PARADIGMAS
Al final, podemos registrar una tónica un tanto más beligerante que entonces sí postula
una opción metodológica que consistiría en un nuevo enfoque inter-paradigmático. La
confrontación con esta perspectiva intelectual la he plasmado en diversas publicaciones. En
este momento nos limitamos a señalar estos matices como eventual emergencia de un
pensamiento posmoderno afincado en la postulación del intercambio plural de paradigmas
(no sólo epistemológicos, por cierto). Un pensamiento transdisciplinario supone postulaciones
paradigmáticas de algún tipo. ¿Cuáles?
EL PENSAMIENTO ABIERTO
El pensamiento abierto es —una vez más— la justificada reacción crítica frente a los
dogmatismos de modelos herméticos y pretendidamente auto-suficientes. En ese plano
parece haber un amplio consenso entre corrientes y posturas, lo cual le resta alguna licencia
epistemológica privada a los pensadores posmodernos. La ruptura de los viejos linderos
paradigmáticos sugiere de inmediato la idea de apertura. No tanto como una cuestión de
estilo opcional sino como una condición constituyente de las nuevas búsquedas intelectuales.
Podría decirse que en este punto existe una extendida coincidencia con ópticas teóricas
colocadas en campos contradictorios. Las corrientes aperturistas tocan hoy campos de
investigación que van desde la ética a la biología molecular. Tras esta bandera podemos
encontrar una gran variedad de resultados: desde el recurrente oportunismo sincrético, hasta
verdaderos aportes a los dilemas epistemológicos de las ciencias sociales. Un pensamiento
abierto es el más claro testimonio del colapso de los viejos paradigmas.
LA VOCACIÓN INTERTEXTUAL
Con los posmodernos —no sólo con ellos— aprendimos a leer sin inocencia. El texto
terminó de revelar sus secretos. La mirada ya no está gobernada por la linealidad de los
significados. Con Foucault (quien es equívocamente listado como uno de los posmodernos
franceses) fue definitivamente recuperada la majestad de las condiciones de enunciación. A
partir de allí, buena parte de la tradición lingüística queda trastocada. Por esta vía, la
textualidad gramatical fue suspendida para descubrir en los silencios, en la gestualidad y en
la geografía semiótica de los actores, la otra cara del significante. La intertextualidad es en
cierto modo la disipación de los rigores del texto.
ELOGIO DE LA DIFERENCIA33
De nuevo estamos en presencia de un concepto a "deux viteses": por un lado, la
comprensible reacción a la brutalidad de las identidades compulsivas (el proletariado, la
patria, etc.); por otra parte, la refundación de un lugar sustantivo para vivir y pensar la
diversidad. Esta célebre recuperación de la diferencia ha permitido legitimar cierta toma de
distancia en relación a los procesos mass-mediáticos de uniformización. De igual manera, ha
conducido a la exacerbación del nihilismo intelectual con los consabidos resultados prácticos
de este tipo de reclusión: renuncia a la interpelación dialógica sin la cual el pensamiento
termina premiándose a sí mismo.
LA FUGA / LA DISEMINACIÓN
¿Se trata de una tónica exterior al contenido sustantivo del discurso? ¿Pueden otros
discursos apropiarse esta onda intelectual? ¿A qué tipo de coherencia responde el
pensamiento posmoderno? ¿Se trata sólo de un estilo de pensamiento?
Para las viejas tradiciones monolitistas y para el funcionalismo a ultranzas, esta óptica
resulta impertinente y hasta subversiva. En varios escenarios de legitimación del régimen
social del saber la crítica posmoderna puede escandalizar. El rubor académico invade el
ambiente ante la lectura en voz alta de un texto de Baudrillard, digamos. Los mandarines de
la ciencia levantarán su voz airada al tribunal superior si Ud. comete la travesura de abrir un
texto de Ciorán en un congreso de biotecnología. Su reputación puede resultar gravemente
trastornada si comete el extravío de mencionar a Lyotard en un simposium de alta gerencia.
La apuesta por el disenso es de hecho un desafío a los modos normalizados del pensar.
Es una manera francamente arriesgada de retar a los circuitos ordinarios de reproducción de
los discursos dominantes. En este punto específico, ciertas posturas posmodernas han
cumplido un importante papel de crítica y remozamiento de las tradiciones cientificistas. Allí
es posible intensificar el encuentro para explorar zonas de interacción y reciprocidad
intelectuales con diversas tendencias epistemológicas. Es del mismo modo un pivote ético
que podría cumplir algún papel frente a la deriva de todos los valores.
ESTRATEGIA DE LA DECONSTRUCCIÓN4
POSMODERNIDAD Y NEOCONSERVADURISMO
En el análisis que precede hemos querido matizar en todo momento los contornos de
tesis, conceptos y propuestas con el propósito deliberado de preservar la apertura al diálogo,
con la expresa intención de sobreponemos a los juicios sumarios y la calificación en bloque.
4 "El hombre, determinado en primer término y sobre todo como sujeto, como ente-sujeto, se encuentra a su vez
interpretado de parte a parte según la estructura de la representación". JACQUES DERRIDA: La deconstrucción en las
fronteras de la filosofía, p. 98.
Nos hemos tomado la molestia de especificar con algún detalle nuestra propia concepción de
la Modernidad para salvar el equívoco harto frecuente de atribuirle a la posmodernidad los más
arbitrarios significados. Hemos querido caracterizar los rasgos predominantes de la atmósfera
objetiva de la crisis de la Modernidad para situar con precisión la emergencia del discurso
posmoderno. Los caracteres de la posmodernidad pasiva que fueron explicitados más arriba
enmarcan, a nuestro juicio, los linderos culturales de la posmodernidad realmente existente.
De igual manera, quisimos testimoniar un amplio registro de opiniones sobre este controver-
tido asunto para problematizar en todas sus variantes el concepto y la sensibilidad
posmodernos. Ello no prueba nada. Se trata de una estrategia argumentativa que apuesta a su
propia lógica.
También intentamos recuperar los perfiles teóricos de eso que provisoriamente podría
llamarse un pensamiento posmoderno. Para ello quisimos presentar distintas facetas de la
positividad del discurso posmoderno. Puesta en relieve de contornos necesariamente dispersos y
ambivalentes que informen, empero, el cuerpo teórico de lo que aún pugna por configurarse
como un pensamiento.
Interesa remarcar en este punto que la nueva Modernidad es una dimensión ideo-cultural
predominante en las grandes masas del globo terráqueo. Mientras que el desencanto
posmoderno es un microclima que sólo toca a ciertas élites intelectuales.
Esta precisión es clave para ponderar el alcance real del fenómeno posmoderno (como
pensamiento y como atmósfera cultural). Ello nos permite calibrar el impacto de este tipo de
fenómeno en el curso de la historia realmente existente.
En este punto conviene introducir una nueva distinción: una cosa es el aura crítica y el
efecto reconstructivo de ciertas posturas posmodernistas y otra cosa es la tónica abiertamente
retardataria que también arrastran los diversos matices de esta posición. Una vez más es
preciso evitar las calificaciones sumarias y las condenas de principio. En distintos pasajes de
esta obra hemos marcado sin ambivalencia la importancia de aportes teóricos genuinos en el
debate contemporáneo. La percepción de un efecto socio-político neoconservador, la
impresión de una estética vacua e intrascendente, la lectura de un eclecticismo oportunista,
etc., no son simples prejuicios intelectuales alimentados por el calor de la controversia
epistemológica.
Me parece mucho más productivo admitir con toda tranquilidad que en los
planteamientos posmodernistas hay dos tónicas (por lo menos): una onda abiertamente
contestataria e impertinente (aunque muy lejos de la idea de vanguardia) y una tónica
distraídamente fofa que sirve objetiva y funcionalmente a las ideologías retrógradas 5.
Me parece mucho más enriquecedor aceptar el reto de una interacción sin prejuicios y
caer en todas las provocaciones. En este juego nadie es inocente, nada es neutro.
Así como nos ha parecido especialmente fecundo el encuentro con planteamientos con
un gran potencial crítico y creador, también nos permitimos tomar distancia —sin ambigüe-
dades— de toda esa tónica reverberante de la retórica del nihilismo de sábado por la noche.
5 "Entendiendo por democracia la disposición sobre las condiciones materiales de vida y» por ende, sobre el mercado, los
neoconservadores son antidemocráticos". NORBERT LECHNER: "El proyecto neoconservador y la democracia", en
Varios: Los nuevos procesos sociales y la teoría política contemporánea, p. 243.
SEGUNDA PARTE
De allí surge una primera diferencia muy neta con el desparpajo posmodernista frente a
la investigación teórica y el debate. Hacemos lo que hacemos comprometidos con una
reflexión con destino. Nuestro "amor" por el conocimiento no es tan desinteresado como para
trabajar en cualquier dirección y para cualquier postor. Aquí la noción de compromiso marca el
ritmo, a pesar de todo lo problemático que resulta medir, comparar, seleccionar, juzgar. Aún
así, creo que una investigación epistemológica centrada y un debate teórico con destino,
garantizan que la lógica interna del trabajo intelectual no se convierta en juez y parte de todo
cuanto hacemos. En medio de la deriva de criterios echamos mano a la única regla que nos
justifica: construir un espacio colectivo para pensar la emancipación. Dicho en términos de la
dialéctica negativa adorniana: deconstruir la gramática de la dominación en todos los espacios
donde aparezca. ¿Es esta perspectiva un proyecto? ¿Es una reminiscencia iluminista? Vayamos
poco a poco, que el camino es largo.
1 "¿Si nosotros los inmoralistas hacemos daño a la virtud? Tan poco como los anarquistas a los principes. Sólo que se
dispare contra éstos vuelven a estar firmemente asentados en su trono. Moraleja: hay que disparar contra la moral".
FRIEDRICH NIETZSCHE: Crepúsculo de los dioses, p. 35.
LA PARADÓJICA RESURGENCIA DE LA ÉTICA2
En varios pasajes de este libro hemos evocado las curiosas paradojas a las que da lugar
la atmósfera posmoderna de este tiempo. Podía ser leída como jugarreta de la historia esta
rara resurgencia del tema de la ética cuando todo parecía indicar que era ésa precisamente
una de las víctimas predilectas del cementerio posmodernista.
Rara forma de expedir acta de defunción ésta de los sepultureros posmodernistas. Acaso
una muerte puede comparársele: la de la filosofía. Tantas veces decretada, tantas o más veces
resucitada.
El fin de la ética no viene solo. Suele acompañarse con otras defunciones no menos
dramáticas: fin de la historia, muerte del sujeto, fin del futuro, muerte del progreso. En
verdad, para hacer justicia, la Muerte que encadena a todas las demás es la mismísima muerte
de Dios en las manos infragantis del implacable Nietzsche. Después todo vino por
antonomasia3.
¿De dónde entonces este renovado interés por la ética? ¿Será acaso una reflexión
prestada del campo de la nueva Modernidad? Es indudable que la crisis y el descrédito
generalizado del discurso político plantea de rebote un cierto estímulo a la reflexión ética 4.
Fuertemente presionada por conveniencias circunstanciales, desde luego, pero inserta de
todas formas en esta preocupación que se extiende a distintas esferas.
Del lado del status tecnocrático también se observa un interés —de cuya legitimidad se
pueden tener todas las dudas— por temas tenidos con frecuencia como tabú: los límites éticos
de la ciencia, las fronteras éticas de la tecnología (sobre manera, en relación con la
2 "Es la alegre nueva de que este cuerpo maniatado bajo la hegemonía de la razón instrumental y de la conciencia
personal, el cuerpo de la moral y el trabajo, deforme hasta la monstruosidad, todavía recuerda la música de las sirenas".
EDUARDO SUBIRATS: Utopía y subversión, p. 152.
Ver el número especial de la revista Esprit, N° 9, París, septiembre 1981, dedicado al debate de la ética.
3 "Por Dios entiendo la causa inmanente de la pululación de padecimientos personales que producen, por amasamiento,
mallas de hábito y de costumbre y, como efecto de esa labor de la lanzadera que es la memoria común, realidades,
cosas. Dios es, pues, todo../'. EUGENIO TRÍAS: Tratado de la pasión, p. 113. Desde luego con esta exuberante idea de
Dios, el amigo E. Trías puede resistir todos los embates.
4 "...creo que ... los principios éticos pueden, no ya sustituir a la acción política, sino otorgarle un sentido y a la vez un
complemento indispensable". TZVETAN TODOROV: "Autonomía y tradición", en revista Vuelta, N° 174. México,
mayo 1991.
manipulación genética. Es sintomático a este respecto, por ejemplo, la solemnidad con la cual
el Presidente Miterrand, en su tiempo, asume la cuestión designando una comisión de
notables para orientar la reflexión de la sociedad sobre este delicado asunto).
En el seno de las "ciencias duras" esta reflexión ocupa un lugar inusualmente importa-
nte. (El gobierno francés, en la misma onda orientada a dar respuestas a preocupaciones que
van mucho más lejos que los círculos de especialistas, reunió en París en 1984 a veinte
Premios Nobel para solicitarles una reflexión sobre estos tópicos. El tenor de estas discusiones
refleja claramente el tipo de problemas donde la ética se coloca inevitablemente en el centro
de la controversia).
Del lado del neoconservadurismo puede observarse una ofensiva en varios frentes. Con
el auxilio de algunas perversidades de la civilización industrial como el SIDA, esta ideología
levanta con éxito anacrónicos valores que ya parecían sepultados. Cierto puritanismo
combinado pérfidamente con sus contrarios —ninguna moral es coherente hasta el final—
circulan hoy con gran popularidad en los tejidos discursivos de la religión y la "moral
pública"5.
Incluso los neoliberales más fanáticos no descuidan este terreno. Su apogeo ideológico
en los escenarios de la planificación económica se combina hábilmente con toda una perorata
axiológica que no deja de tener pretensiones éticas 6.
Desde el ángulo de las corrientes críticas la reflexión sobre la ética tiene un ámbito de
pertinencia no sólo asegurado sino también privilegiado. En los escenarios de este debate
fundamental el pensamiento crítico se enfrenta con todo lo que tiene. En su matizado
espectro, el pensamiento crítico procura reivindicar un espacio para refundar, no sólo la
legitimidad de esta temática, sino la opción misma de apostar a una elección en el terreno
cognitivo, estético y político. ¿Desde dónde fundar la legitimidad y consistencia de la crítica?
En este punto crucial, una posición crítica radical no puede correr el riesgo de hacerse
ambigua por culto de la cortesía y la diplomacia intelectuales. Afirmar una perspectiva,
5 "Hoy, con el marxismo... muerto y enterrado, pareciera que las únicas posiciones teóricas radicalmente antimodernas
son las inspiradas en la tradición religiosa". GIANNI VATTIMO: "El Dios moderno", en revista Examen, N° 22.
México, marzo 1991.
6 "En mi peregrinación a través de las numerosas morales, más delicadas y más generosas, que hasta ahora han dominado
o continúan dominando en la tierra, he encontrado ciertos rasgos que se repiten juntos y que se colocan entre sí de modo
regular: hasta que por fin se me han revelado dos tipos sabios y se ha puesto de relieve una diferencia fundamental. Hay
una moral de señores y una moral de esclavos...". FRIEDRICH NIETZSCHE: Más allá del bien y del mal, pp. 260-261.
comprometerse con lo que se hace, apostar a la revuelta del espíritu (por la revuelta misma),
afincarse con fuerza en los antagonismos que genera la sola presencia de la dominación (tanto
en los campos de fuerzas como en sus efectos perversos), optar por la belleza y la
emancipación radical (del cuerpo y la palabra) no puede ser una vía que se toma o se deja al
son de domingo por la tarde. La tónica que ello supone contrasta brutalmente con la
atmósfera posmoderna. Ello implica, precisamente, desafiar la inercia del solipsismo
epistemológico, el sentido común del sin sentido social y el "laisser faire" de las opciones
éticas. Una afirmación sin pretensiones, pero sin ambigüedades.
Todas las promesas de un paraíso gobernado por "el bien" han terminado en catástrofes.
Nada es más sospechoso que un predicamento —epistemológico, ético o estético— hecho en
nombre del "bien". El último reducto donde este recurso pudiera encontrar algún eco es en el
mundo teológico. Se entiende que sólo Dios, o en su defecto, los portavoces autorizados de su
omnisapiencia, pueden discurrir pertinentemente sobre "el bien", pues para eso existen los
dioses: para propagar "el bien" entre los mortales.
7 "Yo te acepto y te tomo: encarnación del mal, devastación del alma". HENRY MILLER: Tropique du capricorne, p.
505.
"Será una cultura de resistencia, incluso de resistencia ante la facilonería del posmodernismo del 'todo vale'...".
ANDREAS HUYSSEN: "Guía del posmoderno", en Varios: El debate modernidad/posmodernidad, p. 312.
8 "La afirmación de que la ciencia, la moral y la cultura humana en general son relativas no pasa... de constituir una
trivialidad". JAVIER MUGUERZA: La razón sin esperanzas, p. 206.
9 "Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento". LUDWIG WITTGENSTEIN:
Conferencia sobre ética, p. 45.
Pero ocurre que por un efecto perverso anunciado, hasta Dios ha renunciado a su reino
(sea por muerte natural, sea por inoperancia de su gobierno celestial). Entonces los mandari-
nes de la moral se han quedado sin empleo. Su discurso devino radicalmente vacío. Su
efectividad social es estrictamente retórica.
Instalado el demoníaco circuito del "eterno retomo", la monserga moral es, además de
inútil, contraproducente (sobre todo, porque la moral como discurso requiere imperativamen-
te un punto de origen bien focalizado, y esto el poder prefiere evitarlo. Aprendizajes de la
Ilustración)10.
En el fondo "el bien" nunca ha podido ganarle a su enemigo ontológico: "el mal".
Curiosa guerra ésta en donde el "enemigo" ha sido milenariamente un minoritario reducto
impopular, y sin embargo, ha logrado misteriosamente mantener en constante jaque a los
"buenos" del mundo.
Los expertos en discurso publicitario saben que toda reiteración no controlada genera
un efecto perverso calculable. Los encantos que han alimentado en todas las épocas las
prohibiciones, las censuras, las regulaciones compulsivas, vienen de esa secreta criptológica.
De allí que los atractivos y seducciones que ejerce el principio del "mal" provengan en parte
de esta proscripción secular11.
Todo el arsenal terapéutico de Occidente para combatir "el mal" (psicoanálisis incluido)
termina convertido en chatarra cultural una vez que desde el infierno se habilitan las
respuestas inmunológicas de rigor. ¿Una vacuna contra "el mal"? Se han ensayado todas.
¿Resultado? Indefectiblemente el mismo: ninguno.
10 "El primer y más fundamental error de la moral es creer que puedan existir acciones morales: esto presupone, ante todo,
que el sujeto pueda tener un conocimiento exhaustivo de qué es una acción". GIANNI VAT11MO: Introducción a
Nietzsche, p. 63.
"Y, sin embargo, la serpiente sigue ofreciendo su manzana envenenadora: el Mal existe y subsiste junto al Bien".
FERNANDO SAVATER: Invitación a la ética, p. 82.
11 Ver el sugestivo y provocador capítulo: "Pour un principe du Mal", en el libro de JEAN BAUDRILLARD, Les
stratégies fatales. París, Edit. Grasset, 1983.
SUJETO Y TOTALIDAD12
Uno de los problemas más agudos con los que tropieza la corriente metodológica de las
"historias de vida" es el aparente impasse entre la recuperación del actor (sujeto de habla) y las
determinaciones estructurales que hacen que dicho sujeto se desplace socialmente en los
límites —y sólo en los límites— de su tejido socio-económico. ¿Determinismo? ¿Economicis-
mo? Palabrejas. Espantapájaros teóricos que sirven más para ocultar debilidades que para
develar lo denunciado.
El debate epistemológico con los investigadores que se mueven con los protocolos de las
"historias de vida" puede progresar a condición de saltar el maniqueísmo de etiqueta. Ese
camino fácil llevaría a una adjetivación sumaria y asunto resuelto. El enfoque de las "historias
de vida" quedaría confinado a una ilusión óptica que confunde la discursividad de los actores
con las relaciones sociales de estructura (relaciones éstas que nunca son transparentes en los
actos de habla, no sólo por la malévola distorsión de los efectos perlocucionarios, sino por la
opacidad constitutiva del poder). ¿Neopsicologismo?, ¿Localismo?, ¿Descriptivismo ingenuo?
A su vez, una perspectiva epistemológica que apuesta a la dialéctica radical, sería vista
como reduccionismo marxista incapaz de captar los fenómenos intersticiales de las represen-
taciones. Conclusión: un juego teórico trancado.
Un ecléctico punto medio no lleva a ningún lado. No queda más remedio que transitar
el filo de la navaja intentando recuperar consistentemente aportes de varios lados.
12 Leer muy especialmente la compilación hecha por MARIFLOR AGUILAR, Crítica del sujeto. México, Edit. UÑAM,
1990.
investigación segunda donde aparecen los verdaderos problemas de una teoría de la sociedad
(o preferiblemente: de una teoría de los espacios societales)13.
Una falsa pregunta podría paralizamos: ¿qué es primero: las narraciones experienciales
o la lógica de las determinaciones estructurales? Falsa cuestión que debe ser soslayada a
tiempo. Los puntos de entrada a esta problemática son múltiples. Las áreas de interés no se
jerarquizan a priori. Los ámbitos de investigaciones puntuales son todos importantes. Allí no
está el problema. Se trata de saber en qué condiciones —semióticas, políticas, sociológicas,
etc.— los actores reproducen en su discursividad los complejos tejidos de dominación que les
preceden estructuralmente. Cualquiera sea el foco de interés de una reflexión, no puede
escapar a esta cuestión central. Las redes semióticas son también estrategias de poder. El
método biográfico no puede escaparse.
Comparto con Alain Badiou que la problemática del sujeto está de algún modo asida a
la cuestión de la totalidad. Por ello conviene estimular ambas discusiones y sacar provecho de
los avances en uno y otro lado.
Hemos sostenido que el marxismo positivista es tal vez uno de los últimos intentos para
salvar el proyecto de la Modernidad. Desde el marxismo oficial que se instaló en el poder con
la revolución rusa, el proyecto de una ética estuvo indisolublemente ligado al pragmatismo
de aparato. Toda la retórica revolucionaria devino moral de Estado. Las sociedades del
socialismo burocrático cristalizaron esta axiología "proletaria" en todos los aparatos institucio-
nales. Ritos, símbolos, roles, intereses y expectativas, conformaron durante todo el siglo XX la
13 "Es indudable que la organización social global de los sujetos puede enfrentar problemas que tienen que ver con la
identidad cultural, con su carácter espontáneo, fragmentarios y coyunturales, con sus preocupaciones ligadas a la
cotidianidad y/o a la obtención o expansión de derechos sistémicos". RAFAEL G. BEJAR / OTTO F. ROJAS: "El juicio
al sujeto. Un análisis de los movimientos sociales en América Latina", en Varios: El juicio al sujeto, p. 109.
14 En varias publicaciones he tratado este problema. En especial recomendaría: R. i LANZ, Razón y dominación. Caracas,
Edit. UCV, 1988.
15 "Las nuevas formas de alienación y degradación culturales fuerzan y forzarán en el futuro formas asimismo nuevas de
resistencia y disidencia". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, p. 137.
gramática de una forma de representación social resumida en la escatología de la "moral
socialista".
Esta izquierda realista nunca exhibió una faz contestataria que la hiciese solidaria de
proclamas éticas muy ruidosas. Quizá el resorte axiológico que más identifica a estas
corrientes políticas es el clásico ideario de la "ética democrática". Reververancia semántica que
quiere decir cualquier cosa, pero que, por eso mismo, permite el juego de las ambivalencias
cínicas de estos tiempos posmodernos.
No es fácil encontrar una proposición política que se arriesgue a postular una radical
dialéctica negativa, entendida no sólo como violencia del rechazo, sino como impugnación
intransigente de todas las relaciones de dominación.
16 "...es susceptible de contribuir a explicar por qué los discursos revolucionarios contemporáneos se hallan a tal grado
presos de la lógica de las fronteras . MICHEL PECHEUX: "Delimitaciones, inversiones y desplazamientos”, en Varios.
Los nuevos procesos sociales y la teoría política contemporánea, p. 113.
Una tal formulación es muy escasa, sobre todo, porque presupone una teoría crítica
radical que lleve hasta sus últimas consecuencias el tenor epistemológico y estético de la idea
misma de emancipación. ¿Qué ética se deriva de una tal postura teórica y existencial? Está
por verse17.
En la larga lista de paradojas reveladoras destaca esta doble vertiente de los tiempos
posmodernos: un rutilante desparpajo frente a cualquier compromiso ético y una emergencia
inusitada del neokantismo en varios de sus componentes 19.
Es probable que muy atrás, en el más profundo centro, esta aparente paradoja guarde su
secreta coherencia. Pero en la superficie, a la luz de los movimientos visibles de la razón,
lucen propósitos dispares resucitar la ética kantiana y al mismo tiempo decretar que "todo
vale"20.
Las peripecias del pensamiento para acomodarse al tono de cada tiempo son
sorprendentes. En pleno apogeo de la atmósfera posmoderna, en momentos en que la
Modernidad se desvanece y el posmodernismo como discurso ocupa terreno, un símbolo del
pensamiento ilustrado como Kant hace de las suyas. El título de esta comedia podría ser: "de
cómo la Ilustración asusta, incluso desde el cementerio".
Autores de todos los matices regresan solícitos a los viejos predios del kantismo. No ya
en plan de reeditar la querella filosófica con los neohegelianos o con los neomarxistas, sino
con la veneración de quien busca la sabiduría que está más allá del bien y del mal. Este
retomo a la ética kantiana es parte del enigma de la crisis de la razón. La retórica
posmodernista anuncia el fin de la razón o su puesta entre paréntesis (fenomenológicamente)
hasta nuevo aviso. Pero la ética kantiana está fundada precisamente en una entusiasta
confianza en que la razón es el único ámbito donde los conflictos pueden ser atemperados
(entre otras cosas, porque la propia idea de hombre-ciudadano está centrada en la
apropiación de esa razón).
18 Ver el texto de J. F. LYOTARD: El entusiasmo. Barcelona, Edit. Gedisa, 1987, consagrado al debate filosófico-político
con el kantismo. Igualmente el texto de FERRÁN REQUERO COLL, Teoría crítica y Estado social, pp. 101-103.
19 "...yo alegaría que se trata de un problema creado por tomarse a Kant demasiado en serio...". RICHARD RORTY:
"Habermas y Lyotard sobre la posmodernidad", en Varios: Habermas y la modernidad, p. 264.
20 Una buena muestra de las peripecias de la razón en este punto es el artículo de XAVIER RUBERT DE VENTOS: "Kant
responde a Habermas", en revista El viejo topo, N° 64. Madrid, enero 1982. Ver igualmente, Varios: Kant después de
Kant. Madrid, Edit. Tecnos, 1989. Del mismo modo, el número especial de Teoría, N° 3. México, 1982-1983, Edit.
UNAM.
No es en absoluto casual este tipo de retomo a fuentes tenidas como canceladas por el
peso de la lucha ideológica, la guerra de guerrillas estética o los grandes combates
epistemológicos21. Mención especial habría de hacerse sobre la recuperación del
weberianismo desde casi todos los focos intelectuales de hoy. No se extrañe Ud. si en
cualquier momento se topa con esta consigna en las paredes de alguna escuela de filosofía:
"Kant/Weber, unidos jamás seréis vencidos" 22.
En el imperio del cinismo radical, cuando todo se banaliza por el simple contacto de la
subcultura mass-mediática, los actores sociales que circulan ordinariamente por estos tejidos
normalizados no pueden darse el lujo de distraerse en devaneos éticos. En el reino del
mercado las elecciones están hechas por anticipado (contra la tramposa suposición neoliberal
según la cual el mercado es un lugar de "concurrencia") 23. Las angustias existenciales por el
sentido de la acción hace tiempo fueron evacuadas por el devastador peso del pragmatismo.
Las energías iluministas volcadas hacia un ideal de correspondencia entre conductas
observables y patrones axiológicos, han sido reconducidas hacia el destino universal de la
civilización industrial: el éxito24.
21 Ver ALAIN RENAUT, L'ére de l'individu, París, Edit. Gallimard, 1989. (En especial: "Kant humaniste ou
'inhumaniste'..., pp. 279-299).
22 "...parece que la cultura del siglo XX asistió a la extinción de todo proyecto de 'reapropiación'...". GIANNI VATTIMO:
El fin de la modernidad, p. 27.
"(Para Kant)... La experiencia de que se trata bajo el nombre de Ilustración es la del sujeto intelectual, no la del hombre
común...". EDUARDO SUBIRAT5: La Ilustración insuficiente, p. 134.
23 "...el mercado es una extática de la circulación de los bienes, así como la prostitución y la pornografía son formas
extáticas de la circulación del sexo". JEAN BAUDRILLARD: El otro por sí mismo, p. 19.
24 "El tecnócrata tiene una posición ambivalente con respecto a la cultura. Está sujeto a una atracción y a una repulsión a
la vez". DARYUSH SHAYEGAN: La mirada mutilada, p. 188.
"Las arquitecturas apócrifas de nuestro tiempo generan con inusitada rapidez postulados permisivos, también apócrifos,
que carecen de estructura moral y no se configuran bajo ninguna formalidad ética". ANTONIO FERNÁNDEZ ALBA:
La metrópoli vacía, p. 131.
gico, la reflexión estética, los refinamientos culturales y otras pequeñeces, son distorsiones de
los "enemigos del sistema" o simples divertimientos de gente sin oficio 25.
Allí no hay lugar para veleidades éticas. La racionalidad del éxito no las necesita. La
subcultura mass-mediática tiene a mano todos los tranquilizantes para eventuales y poco
probables estallidos de mala conciencia27.
25 "En defecto de actuar por actitud de Éxito, nosotros actuamos por convicción del deber". ALAIN MINC: La machine
égalitaire, p. 316.
"Es verdad que el mundo desencantado por la ciencia y la tecnología priva a la gente de las sociedades industriales de
todo valor supremo". JEAN-JACQUES SALOMON: Le destin technologique, p. 310.
26 "Con la aparición de ambivalencias estafadoras, en la modernidad se modifica la economía de la inteligencia. Casi
imperceptiblemente y, sin embargo, de una manera dramática se desplaza la relación de inteligencia y estupidez".
PETER SLOTERDIJK: Crítica de la razón cínica (Tomo II), p. 328.
27 "Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea".
EMMANUEL KANT: Filosofía de la historia, p. 26.
"...el destinatario y el emisor de la comunicación publicitaria no son sujetos exteriores, sino constructos derivados de
ella...". JOSÉ LUIS PARDO: La banalidad, p. 125.
Es interesante hacer un seguimiento a expresiones sub-culturales como el "New Age" en California y otras partes del
mundo. Movimientos algo esotéricos que parecen emerger del inmenso hueco de la posmodernidad. Ver: MARILYN
FERGUSON, Les enfants du Verseau, París, Edit. Calman-Lévy, 1980. JEAN VERNETTE, Le nouvel âge á l'aube de
l'ere du Verseau, París, Edit. Tequi, 1983. Igualmente la revista Le nouvel âge París (revista mensual).
28
una de las partes "domina" a la otra por derivación intrínseca). Las relaciones de dominación
(cuya materialidad ocupa redes infinitamente diversas y complejas) se constituyen en marcos
de resonancia semiótica desde donde se van estructurando las gramáticas con las cuales los
actores balbucean sus intereses y aspiraciones. Esta racionalidad —registros cognitivos,
criterios clasificatorios, engramas mentales, esquema, perceptual, performance discursiva,
etc.— habita todos los lugares de la sociedad.
Que Ud. prefiera al Estado respecto a las relaciones de pareja o que Ud. releve la fábrica
respecto a la escuela, no varía un ápice la naturaleza de la dominación. Esos espacios están
habitados por las tensiones de fuerzas en conflicto y en ellos opera el doble movimiento por el
cual se reproducen las relaciones dominantes: la inercia de un sistema de representación que
suelda el sentido de cada actor a su "mundo de vida" y el peso factual de relaciones de poder
en acto: intereses y prácticas desenvolviéndose en choques, transacciones, avances y
retrocesos.
Esta segunda vestimenta del poder como materialidad de las prácticas (en la familia, la
escuela, el hospital, la cárcel, la fábrica, etc.), supone un constante recubrimiento ideológico
que no es un puro automatismo. El poder político, por ejemplo, se ejerce y se despliega en
escenarios de tensión que difícilmente pueden imaginarse por anticipado. El poder —tanto el
invisible como el que muestra su faz— sólo obedece a un principio regulador: reproducirse.
Todo lo demás sobra.
En el espectáculo de la realidad cotidiana esta lógica segrega una moral de facto: "lo
bueno es que las cosas se desenvuelven como Dios manda". Si algún ocioso neoliberal quiere
ponerle música a este sacrosanto principio, bien puede hacer un tratado de ética, es decir, la
ética del poder.
Búsquedas tras las cuales puede olfatearse el llamado desesperado de la ética, aun
cuando se convenga de buena gana que tales llamados son sospechosos por definición;
mucho más en los tiempos que corren, donde el discurso posmoderno parece reclamarse de la
tónica de "todo vale", la tónica "cualquier cosa da lo mismo", la tónica "no hay mañana"
("mañana es hoy"), la tónica "sálvese quien pueda", la tónica "nada me interesa", la tónica
"cada quien en lo suyo", la tónica de los "adioses". Es más que obvio que en tal atmósfera
cualquier invocación ética es más bien un ruido.
Sin embargo, desde perspectivas críticas (muy matizadas según el espesor de la
impregnación política que las acompaña: por ejemplo, es bien diferente la posición de F.
Guattari y la de R. Rorty para ilustrar sólo un caso), se siente un legítimo esfuerzo intelectual
por encontrar un rumbo que ponga de nuevo en sintonía ética y política29. Ese esfuerzo es muy
importante a la hora actual, él desafía la pastosidad del ambiente posmoderno y el grosero
cinismo del pragmatismo de la tecnocracia. No hay suficientes insumos como para garantizar
un nuevo proyecto. Pero sí hay pistas para transitar un cierto trecho de investigación riguro-
sa, de diálogo franco, de legítima diferenciación en los modos de intervención.
Una postura crítica radical tiene mucho que ganar en esa búsqueda común. Sin
disimular las divergencias. Sin atenuar el disenso. Con la simple disposición de dialogar
realmente30.
29 Ver el libro de AGAPITO MAESTRE, El poder en vilo, Madrid, Edit. Tecnos, 1994.
30 "Los filósofos edificantes no pueden terminar la filosofía, pero pueden ayudar a impedir que llegue al sendero seguro de
la ciencia". RICHARD RORTY: La filosofía y el espejo de la naturaleza, p. 336.
"Los nuevos movimientos... no han ofrecido una estrategia alternativa totalmente coherente. Una estrategia alternativa
coherente está todavía, en la actualidad, por ser trabajada. Posiblemente tomará de 10 a 20 años hacerla. Esto no es
motivo para desanimarse; mejor que eso, es la ocasión para realizar un duro trabajo político e intelectual colectivo".
IMMANUEL WALLERSTEIN: "1968: revolución en el sistema-mundo/tesis e interrogantes", en Varios: El juicio al
sujeto, p. 41.
"Hubo un tiempo acaso en que ser
hombre era un drama. Ahora es, más
bien, una telenovela, hecho que habla
positivamente de nuestras posibilidades
de inmortalizamos: para qué morir si se tiene
la desgracia de existir"
HÉCTOR SUBIRATS:
El escepticismo feliz, p. 44.
CAPÍTULO II
El discurso posmoderno tiene sus propias claves para leer las ideas y las señales
culturales del cambio. Me parece altamente ilustrativo una confrontación teórica en este
plano. Creo que allí se juegan gruesas implicaciones que luego se esparcen hacia ámbitos de
la sociedad y del espíritu que apenas alcanzamos a identificar.
Desde el desencanto desesperado del inefable Ciorán ("todo esfuerzo por el cambio es
inútil") hasta el discreto y atemperado realismo de Vattimo ("pudiera ser que... tal vez si..."),
1 "En estos días en que todo se tambalea y tiembla toda tierra. Vosotros, en cambio, a juzgar por las caras que ponéis,
parece que buscáis más incertidumbre...". FRIEDRICH NIETZSCHE: Así hablaba Zaratustra, p. 261.
la noción de cambio social aparece explícitamente desdibujada. Sin paradigmas que
alberguen a modelos ideológicos (ellos mismos aporreados), sin ideas-fuerza que convoquen
a grandes acontecimientos, sin historia y sin ética que aporten alguna justificación y algún
sentido a la acción social, sin sujeto y sin proyecto que aseguren la dirección de la voluntad
colectiva, sin razón y sin progreso que sugieran un fundamento societal a las empresas de
cambio, en suma, sin tantas cosas por delante que la sensación de vacío es una constatación
de desequipamiento ostensible y brutal para las élites intelectuales, es comprensible entonces
que la sola mención de palabrejas como "revolución", "cambio", "transformación", cause en el
receptor una sensación de sopor y aburrimiento que los posmodernos conocen bien 2.
El texto anterior ha sido traducido en todos los idiomas y ha sido difundido por los
medios técnicos más sofisticados. El aparece en el intertexto del sermón dominical en las
iglesias, en las cursilerías de la televisión, en los artículos de la prensa seria, en las aulas de
clase, en las vitrinas de todas las librerías, en los conciertos al aire libre, en los silencios de la
gente.
La izquierda realmente existente se debate en este escenario un poco a tientas. Hay que
reconocer la enormidad de los obstáculos que confronta. A veces la mejor terapéutica es fingir
2 "La condición posmoderna surge... de la encrucijada entre una crítica y una expectativa social de izquierdas que se
sienten obsoletas, tanto teóricas como políticamente, frente a las nuevas tecnologías, sus efectos sociales y las formas de
dominación social que presiden". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, p. 133.
que no ha pasado nada. Eso hacen muchísimos partidos y grupos (no sé si por astucia
profiláctica o por simple ignorancia).
Podría aspirarse que la izquierda oficial produzca una reflexión a tono con los tiempos
que corren. En parte lo está haciendo, pero en su gran mayoría permanece teóricamente
enmudecida y políticamente postrada3. Peor que eso: lo poco que hace opera como contra-
ejemplo para los escasos sectores que aún ponen atención a su discurso.
LESZEK KOLAKOWSKI:
La modernidad siempre a prueba, p. 228
Uno de los lugares donde habitó con más pretensiones la concepción de la historia con
arreglo a "leyes" fue el marxismo-positivista. Específicamente, la idea de que el cambio social
era el resultado de la puesta en escena de unas presuntas "leyes del cambio social". La
preeminencia de esta concepción tenía poco de querella filosófica y mucho de soporte
ideológico de políticas e intereses de los partidos comunistas en todo el mundo. Esta
ideología, en plan de cultura oficial, no es una sutileza epistemológica que forme parte, entre
3 "¿La izquierda existe? A la espera de nuevas ideas, es necesario, por lo menos, observar los viejos principios". JEAN
DANIEL: En revista Le Nouvel Observateur, N.º 1,830. París, abril 1991.
4 "...en nuestra época comienza a perfilarse una imagen armónica de las leyes históricas y del cosmos humano...".
NORBERT ELÍAS: El proceso de la civilización, p. 520. Obsérvese la imagen que nos propone el autor para
contrastarla con otra visión donde esa "armonía" y esas "leyes" son puestas en entredicho.
otras, de las ideas en debate. Se trató siempre de "la línea" de aparatos políticos con poder, es
decir, con capacidad brutal para hacer pasar sus intereses ideológicos por la fuerza.
Ese entorno, en lo que respecta al debate teórico, fue lo que caracterizó por muchas
décadas al estilo intelectual del stalinismo. Allí prosperaron todas las aberraciones epistemo-
lógicas que el mundo conoce. Desde allí —sobre manera, desde las "academias de ciencias" de
las burocracias del Este— se irradió para toda la izquierda mundial las peroratas ideológicas
del marxismo-leninismo (indigestos enlatados que adquirieron celebridad para millones de
militantes políticos a través de la conocidísima fórmula de los "manuales de la URSS").
A través del comodín de las "leyes del cambio social", el pensamiento marxista tradicio-
nal se aseguraba una doble ventaja: respondía al debate ideológico con el "idealismo" y
tranquilizaba políticamente al funcionariado de partido que veía así garantizado el triunfo
inevitable del socialismo. Pues el sentido de estas metafísicas "leyes del cambio social" no era
sino la traducción al terreno de la "sociología marxista" de la marcha triunfal del socialismo.
Toda la acción política que se orienta por la visión según la cual los cambios sociales
están sujetos a "leyes" resultó históricamente característica, tanto en lo que fue la experiencia
del socialismo burocrático, como en lo tocante a algunas formaciones políticas sobrevivientes
de este modelo en América Latina, Asia y África.
¿El colapso del socialismo burocrático supone la extinción de esta concepción del
cambio?
Grosso modo, las famosas "leyes del cambio social" han pasado a mejor vida, dejando un
campo abierto para restituir la investigación y el debate sobre las cadencias de los fenómenos
5 El insigne luchador RUDOLF BAHRO se interroga con patética ingenuidad: "Vuelve a plantearse así, una vez más, la
pregunta de cómo la humanidad va a lograr salir del capitalismo. En este sentido sería posible afirmar: 'regresemos otra
vez a Marx'...". RUDOLF BAHRO: "La ecología política como alternativa", en revista Casa del Tiempo, Nos. 98-99.
México, noviembre-febrero, 1990-1991.
sociales, su temporalidad, su dialéctica con relaciones de estructura, su historicidad, sus
modos de reproducción y, por tanto, sus posibles modos de transformación. El
establecimiento de algún tipo de regularidad en la mecánica del cambio es asunto a discutir
puntual y discretamente. La historiografía nos da ciertas pistas de cómo se han movido
algunas instancias de las sociedades precedentes. Pero no mucho más que eso (el concepto de
"evolución" que tantos rodeos epistemológicos ha costado a la óptica habermasiana es uno de
los ejemplos de estas dificultades mayores).
En ese sentido la idea de "cambio" hace mucho tiempo que fue banalizada por el
discurso mass-mediático hasta convertirse en una inocua figura psico-social que media el
tránsito entre lo viejo y lo nuevo7.
6 "Lo que prevalece y abruma es lo secundario y lo parasitario". GEORGE STEINER: Réels présences, p. 154.
7 "Es sabido que aun la más simple y gratuita inversión del sentido de un término o de un problema nos lleva a
reorganizar su contexto de un modo nuevo; nos obliga, sobre todo, a romper y cambiar los esquemas en los que la
inercia del planteo o del lenguaje mismo nos permitían vivir acolchados, repitiendo los términos en lugar de pensarlos".
XAVIER RUBERT DE VENTOS: Ensayos sobre el desorden, p. 49.
Este mecanismo está íntimamente asociado a las expectativas —también inducidas— del
mejoramiento permanente. Cualquiera sea la situación económica de una sociedad en un
momento dado —de crisis o de crecimiento— el discurso mass-mediático manipula los psico-
comportamientos como si cada ciudadano estuviera en un concurso de prosperidad. Esto es
muy claro en el clásico comportamiento de los sectores medios, manipulados de todas las
formas imaginables con el estereotipo de ascenso social. Sea cual fuere la movilidad vertical
efectiva de la población, el discurso publicitario se funda en la prefiguración de "status mejor"
como expectativa de cada consumidor: "cambiar de situación" es tal vez el último resorte que
moviliza la precaria existencia de millones de habitantes en todos lados 8.
9 "El perro hipócrita le habla a usted al oído a través de esos aparatos escolares que son máquinas acústicas...".
JACQUES DERRIDA: Otobiograpfhies, p. 107.
humanidad esté debidamente contagiada (no falta mucho), entonces sí podrá afirmarse con
propiedad: "¡El mundo está feliz!" ¿Y el cambio?
Es tal vez culpa del amigo M. Foucault el haber insistido con tanta vehemencia sobre el
lugar "micro" donde habita el poder. Como se sabe, este énfasis tiene una justificación
coyuntural —además del estatuto sustantivo que lo funda— en relación con el predominio
ejercido por una concepción del poder fijado en la centralidad del Estado ("poder político",
por ejemplo).
Evidenciar las relaciones de poder en esos lugares insospechados de los tejidos sociales
constituyó una especie de revolución teórica para la época ¿Qué vino después?
Por fortuna ese no es el único ingrediente de las múltiples experiencias locales que se
desarrollan hoy en todo el mundo. El problema crucial para estos experimentos sigue siendo
el mismo al que se enfrentaba Foucault: ¿cómo se articula una lucha puntual con un
"proyecto" nacional-intemacional? ¿Cómo se generaliza una confrontación molecular hacia el
resto de la sociedad? ¿Cómo se supera el límite político de lo contingente y puntual sin caer
de nuevo en una globalización metafísica? ¿En qué punto estratégico del tejido social la
multiplicidad de poderes condensan el poder?
Desde los lugares más eufóricos de la sociedad, asistidos de la más angelical visión de
este momento histórico, poniendo por delante la positividad de los procesos subterráneos de
esta civilización, y sin embargo, no se observa un solo impulso objetivo, una sola señal desde
10 "El esfuerzo de cerrar la brecha micro/macro es pues un oficio de relacionar la acción individual y la interacción con la
teorización sobre la estructura social". JEFREY C. ALEXANDER: Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra
Mundial, p. 297.
11 "Sin un macrosujeto capaz de referirse a sí mismo, ni es pensable algo así como un conocimiento autorreflexivo de la
totalidad social, ni tampoco una actuación de la sociedad sobre sí misma". JÜRGEN HABERMAS: El discurso
filosófico de la modernidad, p. 422.
los micro-mundos de vida, aunque fuera una modesta tendencia silenciosa, que apunte a una
transformación sustancial de la lógica de la dominación 12.
El colmo del entusiasmo revolucionario nos llevaría a interpretar el cambio sin atributos,
esta babosada mass-mediática inducida psico-socialmente para ensanchar el universo del
mercado cultural, como parte integral del futuro "cambio cualitativo" (recuérdese el viejo
debate sobre: "conciencia en sí/conciencia para sí"; "cantidad/calidad", "reforma/revolución",
"lucha reivindicativa/lucha política", "programa mínimo/programa máximo", "crisis políti-
ca/crisis revolucionaria"). De ese modo, gracias a la magia de la metafísica, todo cuanto
acontece en el marasmo posmoderno se incorpora al "proyecto revolucionario".
Salvo este paroxismo ideológico que nadie tomaría en serio (espero yo, quién sabe), lo
que se constata, apelando al olfato realista de la más fina estirpe, es que todo, absolutamente
todo lo que se mueve en la sociedad, se mueve precisamente en el sentido de la reproducción
(incluidas las energías intelectuales y socio-políticas de las más variadas modalidades de
oposición).
Desde los tejidos sociales contradictorios donde la dominación habita y se reproduce (no
existe un solo espacio social identificable donde no ocurra lo mismo) no tenemos indicios
visibles de fuerzas o tendencias que estén operando espontáneamente como cuestionamiento
profundo de la racionalidad burocrático-instrumental. No se observan impulsos o fuerzas
instintivas que se dirijan inequívocamente a una impugnación radical de los sistemas de
representación (lugar privilegiado donde se juega efectivamente la continuidad de la
civilización). No hay señales de movimientos sociales que naturalmente asuman una crítica
esencial de la dominación como categoría civilizatoria.
¿Podríamos esperar algo mejor del lado de las propuestas? Si bien no existen fuerzas
espontáneas en la sociedad, al menos sí deberían existir voluntades y propuestas nacidas de
la reflexión teórica. ¿En dónde estamos?
12 "...nosotros no podemos enunciar ninguna proposición destructiva que no haya debido deslizarse en la forma, en la
lógica y en las postulaciones implícitas de aquello que quiere contestar". JACQUES DERRIDA: L'ecriture et la
differénce, p. 412.
13 "Es sólo posible como teoría cuando es comunicativa, consciente, vital y, por último físicamente posible". NOCLAS
LUHMANN: "¿Por qué ágil?", en revista Sociológica, N° 5, México, Enero-Abril 1990.
El desmoronamiento de las viejas fronteras epistemológicas ayuda en el camino de abrir
nuevas posibilidades de diálogo. La cuestión es ¿desde dónde? 14 Este libro ha intentado
mostrar un cierto mapa de lugares desde los cuales se produce hoy el ejercicio del
pensamiento. Es obvio que una posición crítica define un espacio diferente desde el cual
interpelar el estado de cosas. Un lugar problemático, sin dudas. Pero asumido plenamente, en
sus implicaciones teóricas y políticas, define una regla transparente para el debate. El resto
provendrá del contenido sustantivo de las propuestas y perfiles de lo que postulamos
(incluida nuestra propia lectura de la coyuntura cultural de este tiempo). Allí no debería
haber equívocos. Somos tan interesados y parciales como cualquier otra posición. Nuestra
falta de inocencia nos delata línea a línea. Así que el lector no se llevaría ninguna sorpresa
respecto al compromiso declarado y visible de la lectura que hacemos y del discurso
sugerido. Con semejante transparencia uno puede dormir tranquilo, espero.
¿Puede una teoría crítica potenciar algún patrimonio intelectual reconocible? 15. Mi
respuesta es sí. Habría varios puntos de encuentro —pasados y presentes— con intelectuales
y corrientes que han anticipado en varios planos las condiciones epistemológicas para una
crítica de la sociedad16. En este variado espectro destaca por su envergadura y contundencia
la tradición teórica de la dialéctica negativa17.
Para ello puedo recurrir a un expediente que me facilite el trabajo: leer al revés la
interpretación del amigo Femando Savater sobre lo que él considera "lo mejor" y "lo peor" de
14 "...una figura de 'sociedad' que permita percibir y valorar el potencial emancipa torio existen en el terreno de lo
'social'...". BENJAMÍN ARDITI: "Una gramática posmoderna para pensar lo social", en revista Zona Abierta, Nos. 41-
42. Madrid, octubre 86/ marzo 87.
15 "Mi perspectiva consiste en hacer transitar a las ciencias humanas y a las ciencias sociales de los paradigmas cientistas
hacia los paradigmas ético-estéticos". FÉLIX GUATTARI: Chaosmose, p. 24.
16 "No es posible una ruptura innovadora con las formas de saber acreditadas y las costumbres científicas sin innovación
lingüística: tal conexión apenas se pone hoy en duda". JÜRGEN HABERMAS: Pensamiento postmetafísico, p. 240.
17 Hago míos los sugestivos comentarios y las provocadoras afirmaciones del amigo MARTÍN HOPENHAYN en: "¿Qué
queda de positivo del pensamiento negativo?", del libro Ni apocalípticos ni integrados. Santiago, Edit. FCE, 1994. Ello
me exonera momentáneamente del análisis de estos problemas a la luz del debate latinoamericano.
18 Por mi parte, he puntualizado mi posición en varios momentos. Ver: RIGOBERTO LANZ, Marxismo y sociología.
Barcelona, Edit. Fontamara, 1989. Discusión sobre ideología (coll.). Caracas, Edit. UCV, 1981. Razón y dominación,
Caracas, Edit. UCV, 1988.
la tradición de la "teoría crítica" (Ver. Prólogo de F. Savater al libro de Peter Sloterdijk: Crítica
de la razón cínica, Madrid, Edit. Taurus, 1989).
Despejemos de entrada un equívoco: es cierto que la obra de F. Savater puede ser leída
en distintas claves según su acercamiento o distancia con la tradición intelectual de la
"Escuela de Frankfurt"19. De todos modos, no podemos postular a partir de allí un paralizante
relativismo que deja en suspenso cualquier interpretación 20. Paso por alto, entonces, este
refinamiento hermenéutico para situarnos sin más en las propias palabras del autor. Según
Savater serían tres los "resabios menos defendibles" de la tradición de Frankfurt: 1.
Puritanismo estético. 2. Condena a toda positividad. 3. Mártir de la dialéctica marxista. Frente
a esta triada indeseable, el amigo Savater levanta otras tres "mejores características" (las paso
por alto para concentramos en lo que interesa).
Estimo, a contrapelo de la idea de Savater, que la "teoría crítica" aporta una decisiva
contribución para refundar una perspectiva estética radicalmente negativa, y por ello,
radicalmente emancipatoria. Si me tocara escoger, seleccionaría este rasgo como una de las
palancas centrales del pensamiento crítico21.
¿Rechazo a toda positividad? Es ésta una impresión equívoca. ¿De qué estamos
hablando?22 ¿De la necesidad de reconocer en toda circunstancia "el lado bueno"? En efecto,
en los escenarios más adversos siempre es posible descubrir la otredad. La cuestión es saber si
19 "La Escuela de Frankfurt había marcado además la separación reemplazando la crítica de la economía política por la
'crítica de la razón instrumental' y considerando sobre todo esta perversión del orden que toma en el universo de la
modernidad la forma de la barbarie totalitaria". GEORGE BALANDIER: El desorden, p. 146.
20 "Una interpretación verdadera es la que desenmascara su objeto, lo libera, lo pone en evidencia y reproduce/genera su
tensión". MARTÍN HOPENHAYN: ¿Por qué Kafka?, p. 253.
21 "La grandeza moral, el impresionante radicalismo ético, la sensibilidad humanista y la aspiración revolucionaria de la
Teoría Crítica... son innegables". MICHAEL LOWY: "Le marxisme rationaliste de l'Ecole de Frankfurt...", en revista
L'Homme et la Société, Nos. 65-66. París, julio-diciembre 1982.
22 "El interés teórico de la Teoría Crítica clásica se centra en el análisis del dominio y en los mecanismos a partir de los
cuales se reproducen las relaciones de subyugación". HELMUT DUBIEL: "Debate sobre la teoría crítica: la Escuela de
Frankfurt y Habermas". en revista Estudios. N° 24. México, Primavera 1991. d. 51.
esta operación táctica debe ser hecha en detrimento de los contenidos radicales. Yo digo no.
Todos los reconocimientos y matizaciones pueden —y deben— ser incorporados sin dismi-
nuir el contenido crítico, sin hipotecar la capacidad de tomar distancia, sin sacrificar la
contundencia del rechazo. Todas las habilidades para la maniobra, las sutilezas de
concertación y las transacciones están incluidas. La cuestión vuelve a ser: ¿desde qué tónica? 23
La pregunta no es inocente, pues en nombre del i realismo y sucedáneos, tenemos hoy este
cuadro deplorable de una j izquierda cortesana, inocua políticamente y completamente
disminuida j en su vitalidad teórica.
Creo que la negatividad de la crítica debe ser radicalizada hasta el j final. Una vez más,
ella puede ser expandida y profundizada en ámbitos hasta ahora intocados por el discurso
cuestionador: los sistemas de representación, la lógica de su reproducción.
Desde una posición crítica así entendida, se trata no sólo de reconocer positividades,
sino más que eso: es preciso construir positividades. Desde las posturas iconoclastas más
ruidosamente irresponsables como las del inefable Ciorán, por ejemplo, hasta los perfiles
radicales que se juegan en el terreno político (por tanto, obligados a transitar reglas mínimas
de interacción), en todos los casos, siempre hay un tráfico entre la negación y lo negado, entre
la existencialidad de la revuelta y la existencia bruta, entre el adentro y el afuera. Necio sería
no reconocer esa dialéctica. Sólo que de ese reconocimiento no se sigue ninguna regla. Ni para
el pragmatismo político, ni para el nihilismo intelectual. Una razonable dosis de cínica
esquizofrenia ("las estrategias fatales" de Baudrillard) sería una terapéutica del alma nada
deleznable.
¿Dijo Ud. "dialéctica marxista"? En oídos posmodernistas debe sonar a demonio. En los
corazones del viejo stalinismo debe resonar como himno de combate. Pero, ¿qué hay detrás
de esta fulana "dialéctica marxista"? Echando un vistazo hacia atrás constato que de eso
precisamente me he ocupado en todos estos años. ¿Qué podrá aportar entonces?
La más elemental de todas las evidencias: "dialéctica marxista" es una notación vacía,
carente de todo significado sustantivo. Ud. puede utilizar esta expresión como concepto
portátil donde va depositando todo lo que huela a "marxismo". Es luego de un largo y penoso
proceso de profilaxis semiótica, al final del arduo recorrido de desbrozamiento epistemoló-
gico, que Ud. puede identificar con mucha discreción uno que otro elemento a postular como
pensamiento dialéctico, como método dialéctico, como categoría de análisis dialéctica,
eventualmente, como paradigma epistemológico dialéctico. Todo ello a fundar. En todos los
casos, operaciones que requieren ser producidas en cada ámbito de pertinencia. Sólo así
podría hablarse con alguna propiedad de los elementos a recuperar de una tradición
intelectual24.
En esa "viña del Señor" que es la "dialéctica marxista" cada autor o corriente acude con
licencias teóricas ad hoc. A la luz de los acontecimientos ideológico-políticos más recientes,
23 "...una teoría que quiera asegurarse las estructuras generales del mundo de la vida no puede proceder en términos
trascendentales...". JÜRGEN HABERMAS: Teoría de la acción comunicativa (Tomo II), p. 569.
24 "La calidad y fecundidad de un discurso se miden quizás por el rigor crítico con el cual es pensada su relación con la
historia de la metafísica y con los conceptos heredados". JACQUES DERRIDA: L'ecriture et la difference, p. 414.
este supermercado de la "dialéctica marxista" ha sido saqueado por turbas histéricas. No es
descartable que en medio de la típica confusión de los escenarios de poblada, más de un
científico social se tropiece por allí con algún hallazgo útil dejado en la carrera: un concepto,
una teoría, una noción, o tal vez, un "marco teórico de referencia".
Así las cosas, no queda más remedio que interpretar lo que tiene en mente el amigo
Savater cuando nos dice que la Escuela de Frankfurt es "mártir de la dialéctica marxista".
Metáfora que puede ser contrastada con el venenoso método de la deconstrucción semioló-
gica. Pero abreviando camino, podríamos simplemente insinuar lo que sería central en el
estatuto epistemológico de un cierto pensamiento post-dialéctico (sin apellido).
Creo que hay suficientes elementos sustantivos para identificar el tenor discursivo de un
pensamiento que se distingue por el modo como aborda la propia naturaleza del
conocimiento, por el tipo de prescripción metódica a la que se atiene, por el espacio teórico
que delimita para su construcción, por la distancia crítica que establece con otros módulos de
pensamiento, por la sensibilidad intelectual que le es intrínseca, por el contenido básico de
sus tesis frente a la realidad, por el modo como aborda la cuestión cardinal de la dominación,
por la lectura que hace de la racionalidad civilizatoria del capital, por la tónica ética a la cual
se remite, por la fuerza emancipatoria que sustantiva todo su perfil, por la propia semiosis en
la que finalmente se recrea su discurso. Allí hay una dialéctica intencional que puede
cristalizar de diferentes maneras en investigaciones y propuestas de índole diversa. "¿Una
escuela de pensamiento?"25 Depende de lo que se entienda por tal cosa. En todo caso sí un
punto de vista. Un determinado "regard" estético y epistemológico frente a la posmoderni-
dad. Creo que no sería mucho pretender si éste se reclama de una crítica radical frente a la
dominación. ¿Suena a "proyecto"? No necesariamente. Digamos más bien, una voluntad
intelectual que se bate por construir un espacio colectivo para pensar y vivir la emancipación:
como impulsión estética, como revulsión socio-política, como pasión teórica. ¿Reminiscencia
iluminista? Algo de eso hay, pero no tanto.
¿Nuevo ropaje de la Ilustración? Eso dirían los posmodernistas por pura envidia
intelectual.
Tengo la impresión que si uno extirpa de la teoría crítica su negatividad radical (en el
plano estético, político u otro) y su entonación dialéctica, como ha sido expresamente plantea-
do por el amigo Savater, le queda en sus manos un vacío cascarón filosófico, muy dúctil para
ser rellenado con ingredientes al gusto, pero completamente extraño al pensamiento y a la
vida de gente como Benjamin, Adorno, Horkheimer o Marcuse26.
La lectura que propone Savater no tiene nada de irreverente, ella no debe ser juzgada
como "sacrilegio" frente a la fidelidad de la sagrada escritura. Pongámosla en buena ley como
una posibilidad de interpretación, tan legítima como la nuestra. Tan arbitraria o menos que la
25 "Una formación discursiva no se unifica ni en la coherencia lógica de sus elementos, ni en el a priori de un sujeto
trascendente, ni en un sujeto que es fuente de sentido... ni en la unidad de una experiencia". ERNESTO LACLAU -
CHANTAL MOUFFE: Hegemonía y estrategia socialista, p. 119.
26 Un buen ejemplo de lectura ecléctica y desprovista de estos elementos esenciales es la interpretación de AXEL
HONNETH, "Teoría crítica", en Varios: La teoría social hoy, pp. 445-514.
mía. Esta cortesía de príncipe es sólo para resguardar un lugar para el diálogo en el expreso
reconocimiento de una diferencia de monta en uno de tantos otros puntos de encuentro 27.
27 "Sólo un pensamiento complejo produce contradicciones productivas". JÜRGEN HABERMAS: "Apuntar al corazón
del presente", en Varios: Foucault, p. 124.
"La plena humanidad pertenece a
aquel que sepa utilizar oportunamente
todos los medios: golpear, decir,
hacer silencio".
JEAN STAROBINSKI:
Le remede dans le mal, p. 278.
CAPÍTULO III
Para una amplia porción de la sociedad este problema sencillamente "no existe", es
decir, no es percibido, no es pensado, no es vivido. No obstante que la posmodernidad puede
ser registrada como fenómeno cultural objetivo, las amplias masas del globo no parecen estar
conmovidas por semejante malestar. Hemos señalado, al contrario, que la nueva Modernidad
ha logrado cohesionar a la mayoría de la población tras las banderas de la racionalidad
técnica. Lo inédito, en comparación con la época de la Ilustración, es que la subcultura mass-
mediática ha sustituido progresivamente todos los resortes —éticos, intelectuales y políticos—
de la Modernidad. En su lugar, actores sociales normalizados encuentran novedosas
satisfacciones a los viejos requerimientos de identidad colectiva, de sentido de la historia, de
ética de la conducta, de trascendencia. El discurso mass-mediático, como suprema
cristalización de la racionalidad burocrático-instrumental, ha ocupado esos espacios creando
la mentalidad promedio del ciudadano de fin de siglo: el espectador/consumidor.
Pero la intelligentsia está impactada severamente por el estado de cosas. En todos los
círculos se discute con angustia la atmósfera cultural del momento. Ese no es un dato
psicosocial anecdótico, sino la clave de los tiempos que corren. El desencanto, ya se sabe, es
tal vez una de las tónicas más reveladoras de lo que se denomina genéricamente:
posmodernidad.
Las fantasías surgidas de todas las ingenierías sociales puestas en práctica (desde la
sociobiología, pasando por la ingeniería genética, hasta la biotecnología alimentaria),
desembocaron en el fatídico pantano de un poco más de lo mismo.
El espíritu posmoderno es un poco el resultado ciego de todo ese proceso. Es por ello
que a primera vista la cultura íntegra aparece como una misma cosa. Hace falta una
penetración más aguda para percibir matices, distinciones, especificaciones culturales
cualitativamente diferentes. Es la "realidad" la que devino posmoderna. Sólo después se ha
querido exhibir, con tremendas limitaciones como hemos visto, una suerte de pensamiento
posmodernista. Pensamiento éste que nace con un pecado original: el posmodernismo es
inicialmente el discurso de la decadencia.
ELOGIO DE LO BLANDO
El desencanto tocó fondo anunciando el fin de casi todo. La apelación de este matiz del
pensamiento posmodernista es en cierto modo una temeridad. Es más que entendible el tono
elaboradamente sutil e insinuado con el que se avanzan algunas metafóricas sugestiones. Este
discurso temeroso y conjetural no proviene del estilo literario sino del centro mismo del
marasmo intelectual de este tiempo.
1 "No basta, en efecto, con cambiar las palabras, las metáforas, las imputaciones (el consumo, el tiempo libre, las nuevas
técnicas, la comunicación, las simulaciones y otras novedades) para ponerse en situación de comprender menos mal este
mundo en conmoción". GEORGE BALANDIER: El desorden, p. 146.
2 "La crisis del intelectual en el mundo contemporáneo es la condición escindida y profundamente esquizofrénica de una
inteligencia que define, que está íntegramente identificada con una dominación tecno-científica universal y que, al
mismo tiempo, no puede confrontar como conciencia reflexiva los fenómenos socialmente regresivos y físicamente
destructivos que su propio proceso entraña". EDUARDO SUBIRATS: Metamorfosis de la cultura moderna, pp. 155-
156.
El pesimismo intelectual no es necesariamente un "freno" para la fecundidad teórica. Así
como la Ilustración está asociada a una cierta efervescencia del espíritu, el período tardo-
moderno está signado por una búsqueda teórica en la oscuridad. La calidad sustantiva de las
grandes reflexiones no parece estar demasiado influida por las emanaciones del "optimismo"
o el "pesimismo" en el plano de la cultura3.
La nueva Modernidad cristaliza de ese modo un perfil cultural cada vez más
homogéneo y aplanado donde el pensamiento no pasa de ser una segregación natural
administrada por la burocracia científica5.
3 "En nuestra conciencia y nuestra memoria histórica no queda ya lugar para las concepciones optimistas de un progreso
de la humanidad en un sentido ético y social, como imaginaron los filósofos de la Ilustración...". EDUARDO
SUBIRATS: La cultura como espectáculo, p. 203.
"Estamos en la imposibilidad de soñar un estado pasado o futuro de las cosas". BAUDRILLARD: l'illusion de la fin.
4 "Hay problemas enteros que son engendrados por la ingenuidad en virtud de la cual la ciencia objetivista toma lo que
ella llama mundo objetivo por el sistema total del ser...". EDMUND HUSSERL: La crise de l'humanité européenne et
la philosophie, pp. 83-85.
5 "Uno desprecia a quienes alcanzaron una gloria falsa, pero así mismo desprecia el combatirlos con sus propias armas".
ELÍ AS CANETTI: Masa y poder (Tomo I), p. 272.
El desencanto encuentra alivio en esta suerte de cultura secundaria en la que se
transformó todo el quehacer intelectual de la posmoderni-dad. Tranquilizante profesional
para las viejas aspiraciones del pensamiento ilustrado, analgésico existencial para el viejo
sueño de la voluntad trascendente: he allí la terapéutica de la nueva Modernidad frente al
desencanto del intelecto desvelado6.
El desencanto político (uno entre tantos otros espacios donde prevalece la desesperanza)
ha producido una masiva disponibilidad de "agentes libres". En América Latina, por ejemplo,
buena parte de los cuadros técnicos en los que se soporta el esquema neoliberal de
reestructuración económica, provienen de la intelectualidad de izquierda. El desencanto
opera aquí como indoloro pasamanos que facilita el tránsito de un lado a otro. La desbandada
ideológica justifica sin tantos traumas existenciales la mudanza política de enormes
contingentes de antiguos militantes abandonados a su suerte por estas peripecias de la
historia.
Los tejidos sociales delimitados en otros tiempos por una topología ideológica
demasiado severa (demarcación ésta que facilitó siempre la precisa ubicación del "enemigo")
han devenido campos abiertos de intercambio ("mercado"). Las borrosas fronteras entre "el
bien" y "el mal" son los mismos inciertos linderos entre la izquierda y la derecha, entre
capitalismo y socialismo.
6 El inquieto Jacques Attali ha encontrado una metodología contra el desencanto mucho más original: dadas las recientes
dificultades para construir un mundo nuevo, nuestro venerable hipercrítico ha optado por construir un banco nuevo
("Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo", BERD, del cual ha sido Presidente). No es que un nuevo
mundo y un nuevo banco sean la misma cosa, pero en tiempos posmodernos vale mucho más el desencanto con dólares
que el desencanto con dolores.
Por otro lado, Ud. puede recurrir a entusiastas proyectos filosóficos como los de HILARY PUTNAM (Representación y
realidad, Barcelona, Edit. Gedisa, 1990), en donde el autor muestra su convicción de que el cerebro se comporta como
un ordenador digital, por tanto, el progreso científico (y otros) consistiría en aplicar correctamente las computadoras a
la vida del hombre.
En aquellos países donde agrupaciones políticas "socialistas" y afines controlan el
gobierno, los perfiles ideológicos son aún más imprecisos y fugaces. Es claro que en todos los
casos estos partidos socialistas no tienen el menor chance de transformar sus sociedades. Pero
es aun más claro que tampoco tienen ni la voluntad y el pensamiento para una acción
emancipatoria de algún grado. Se trata de modelos de acción confinados de manera patética a
la administración de lo existente7.
Así como hemos podido apreciar una curiosa resurgencia del debate ético, y con él una
inusitada recuperación de Kant (recuérdese, entre otras mudanzas teóricas anecdóticas, al
escándalo de la despedida de Lucio Coletti del "marxismo-hegelianismo" para abrazar con
gran fervor el camino del maestro Kant), del mismo modo, el descontento posmoderno mira
con especial fruición hacia la obra de Nietzsche. Abundan las lecturas, versiones y acomodos
al gusto. A estas alturas tenemos un espectro tan nutrido y matizado que uno puede suponer
dos premisas extremas: sea que el pensamiento de Nietzsche cubrió una inmensidad de
campos y tonos teóricos; sea que los usos de Nietzsche obedecen al clásico oportunismo
intelectual de recortar aquí, agregar allá y así sucesivamente.
Como quiera que sea, desde la izquierda tradicional (variedad un tanto particular del
desencanto ideológico), la lectura de Nietzsche se divide en dos: antes y después de Lukács.
Hasta El asalto a la razón, el marxismo oficial contó con una versión suficientemente eficaz
como para condenar sin apelaciones a este maléfico autor "al servicio de los más oscuros
intereses". Luego vinieron las matizaciones. H. Lefebvre, con su heterodoxia característica, se
atrevió a una relectura, aunque tímida, donde Nietzsche no salía tan mal parado. Ya en la
década de los setenta se destapó una profusa inquietud por la obra de Nietzsche que
desemboca hoy en una verdadera fiebre por su pensamiento. En ese camino destacan las
aportaciones de Deleuze y su particular registro del pensamiento nietzscheano; tenemos el
8 "Considero que los conceptos de sujeto individual y colectivo supuestos en las teorías y en las prácticas políticas
determinan en buena medida el sentido y la eficacia de las mismas, y es desde esta perspectiva que Nietzsche puede
sugerir formas alternativas de acción social". MARIFLOR AGUILAR: "Nietzsche: orden individual, orden colectivo",
en Varios: Filosofía política, razón y poder, p. 75.
sendero que conduce a Ciorán (sendero éste delineado en varias oportunidades por F.
Savater); existe igualmente una amplia tematización hecha desde el ámbito de la filosofía
especializada, y desde luego, contamos con una ingeniosa relectura posmoderna hecha por G.
Vattimo, G. Bataille, G. Morel. Estos son solamente ilustraciones escogidas de un fenómeno
mucho más envolvente cuya evaluación resulta todavía incierta. Pero sí parece evidente que
toda la onda del desencanto posmoderno encuentra una fuente especialmente contagiante en
las posturas intelectuales de Nietzsche: sea que se tomen sus tesis como impugnación de la
Modernidad, sea que se asuman como repliegue nihilista de la existencia 9.
LA UTOPÍA EN EL DESENCANTO:
SUJETOS MÓVILES/PODERES MÚLTIPLES
La voluntad que supone una tal orientación teórica no parece concordar con ninguno de
los signos exteriores de la condición posmoderna. A los ojos de la ideología de la nueva
Modernidad, una perspectiva crítica será leída como puro "irracionalismo". Frente a la
izquierda neo-moderna esta línea de pensamiento aparece como "desviación ultra-
izquierdista". Ante la mirada de los posmodernos "blandos", la naturaleza epistemológica de
un pensamiento radical y su voluntad teórica, no logran sino reproducir los supuestos de la
Modernidad tardía (al estilo de Habermas, por ejemplo). En fin, no parece muy evidente que
una crítica radical sea bienvenida a la distribución actual de los espacios intelectuales. Al
menos no es obvio el lugar reconocible desde el cual las "competencias comunicativas"
encontrarían un "acuerdo racional".
Este no-lugar de la crítica es precisamente uno de los principales rasgos que caracterizan
a la nueva topología de la dominación. El poder —uno y múltiple— logró el milagro de
9 "Hoy el nietzscheano practicaría la discreción tanto como la prudencia. Se abstendría de hablar demasiado y, especial-
mente, de escribir". HENRI LEFEBVRE: Hegel, Marx, Nietzsche, p. 287.
10 "Es una utopía, sin duda, pero la utopía es con frecuencia eso que guía la búsqueda de la vanguardia". ROLAND
BARTHES: Le bruissement de la langue, p. 45.
reproducirse solo en la panóptica dominantes-dominados. La movilidad de actores sociales
en permanente proceso de constitución, su capacidad desestructuradora, es lo que puede
abrir una posibilidad distinta para un nuevo espacio de emancipación. Si la crítica no está
portada en sujetos sociales definidos y con simetrías visibles frente al poder, entonces la
estrategia intersticial foucaultiana puede traducirse en un umbral posible para la constitución
de la nueva subjetividad.
Este hipotético camino pasa por una búsqueda paralela de interacciones múltiples,
desiguales, polirrítmicas, en el plano de la teoría. Ya no es posible aspirar que el pensamiento
"represente" la voluntad de los sujetos; tanto porque esa inteligibilidad racional es puramente
ideológica, como porque la presunta voluntad de los actores no existe como premisa ya
establecida (ella se constituye, si acaso, en la recíproca interpelación sujeto-realidad). El
pensamiento no habla en nombre de nadie (¿Es entonces puramente tautológico?).
Para la vieja tradición de la razón ilustrada la sola figura del no-lugar resulta un
traumatismo intelectual. Es preciso reconocer las enormes dificultades de inteligibilidad que
este tipo de formulación confronta, tanto por el lado de la herencia de la Modernidad, como
en lo que concierne a la condición posmoderna.
Una crítica desde ninguna parte puede parecer un arrebato pulsional sin implicaciones
epistemológicas, sin consecuencias socio-políticas. Pero ésta es sólo una primera impresión.
Con más detenimiento puede rastrearse toda una fundamentación teórica en sus antecedentes
y también es posible prefigurar escenarios en el campo de la intervención socio-política.
Desde luego, tales desarrollos exceden el propósito de este texto, amén de constituir el
aspecto más complejo de abordar en la investigación que nos anima. Por ello es preferible
abrir las conjeturas y las dudas, más que apresurarse a reportar resultados que de todos
modos están impregnados de la fragilidad de los tiempos que corren 11.
11 Ver JEAN BAUDRILLARD, L'llusion de la fin ou la gréve des événements. París Edil Galilèe, 1992.
LO MÁS PARECIDO
A UNAS CONCLUSIONES
1
Tal como fue indicado en la Introducción de este libro, las reflexiones y confrontaciones
teóricas que han sido adelantadas a lo largo del texto provienen de un trabajo de
investigación que involucra a muchas personas e instituciones 1. Esta constatación busca no
sólo colectivizar los aportes y compromisos que de allí se derivan, sino marcar un rasgo del
trabajo intelectual que no pueda ser reducido a un mero asunto administrativo. Poder
registrar esta interacción de grupos de trabajo, de investigadores y espacios académicos
heterogéneos y de perspectivas analíticas distintas, es un privilegio con el que está
expresamente en deuda todo lo que pueda haber de aportación intelectual en este libro. Ese
camino continúa abierto. El trabajo de investigación prosigue. La perspectiva inmediata es
hacia una ampliación significativa del marco institucional de estos proyectos y,
consecuentemente, hacia una expansión de los equipos de investigación involucrados.
El espacio de concertación que estos proyectos suscitan debe facilitar diversas publica-
ciones en el tiempo que viene. Es de esperarse que muchas de las áreas de estudio —teóricas
y empíricas— den lugar a trabajos publicados. Ello será ocasión para que el debate
epistemológico se explicite, para que las distintas interpretaciones del fenómeno pos-
moderno se expresen abiertamente.
En lo que respecta al estado en que quedan planteadas las cosas en este libro, puede
esperarse un enriquecimiento de muchas de sus hipótesis y sugestiones en el curso del trabajo
de investigación que prosigue. En este sentido, puede dársele un carácter provisorio a
muchos planteamientos que no pueden avanzar sin una interpelación sistemática del estado
de cosas.
2
Este libro se ha beneficiado, de igual modo, de un arduo y minucioso trabajo de
documentación que tiene un doble impacto: uno, el insumo insustituible de la visión global
que permite un manejo exhaustivo de la producción intelectual sobre la problemática
Modernidad/posmodernidad. Otro, las facilidades de acceso a una base documental para
1 El proyecto de investigación: "Impacto de las corrientes posmodernas en las ciencias sociales", ha sido el marco donde
este trabajo intelectual se desarrolla. Del mismo modo, el proyecto "Sujeto y posmodernidad" que actualmente se
adelanta en el CIPOST.
investigadores que pueden abreviar camino a partir del reporte bibliográfico contenido en
este libro. Este último elemento es especialmente significativo en relación con la dispersión y
fragmentación del debate reciente sobre esta temática.
3
Este libro ha querido articular —no sin dificultades, desde luego— una severa
intolerancia a la ambigüedad calculada con una abierta y plural interpelación a los más
variados matices y sensibilidades intelectuales. En ello va parte de nuestro propio estilo de
trabajo, pero estimo que también se juega allí una buena porción de las proposiciones
sustantivas con las cuales se compromete este texto. Creo haber mostrado que es posible
sostener consistentemente un punto de vista —autónomo y beligerante— sin saltarse
alegremente la opinión de los otros (o lo que es igual: haciendo como si se discute cuando en
verdad no se conoce el planteamiento ajeno).
4
Una parte importante de este libro ha estado consagrada a delimitar en lo posible un
concepto menos portátil de Modernidad. Resulta harto complicado hacer avanzar la discusión
sobre la posmodernidad mientras subsista una polivalencia al gusto sobre lo que cada quien
entiende por Modernidad. Este texto se ha empeñado en justificar unos ciertos recortes y
perfiles sobre este concepto, no sólo por obvias ventajas metodológicas, sino en virtud de
elementos sustanciales que han sido explicitados oportunamente. Así, la idea de Modernidad
queda acotada en su inclusividad histórica, en los perfiles intelectuales que la definen, en los
elementos culturales que le son característicos. Para ello hemos debido realizar una cierta
"limpieza" semiológica del concepto de Modernidad, sobre manera en relación a nociones
parasitarias como "moderno", "modernización", "modernismo". Si este trabajo rinde sus
frutos, buena parte de las confusiones y dislates que evoca el término "posmodernidad"
quedan parcialmente disipados. A partir de allí la condición posmoderna alude directa y
expresamente a un momento de crisis de la Modernidad y no a otra cosa.
5
A lo largo de este texto nos hemos esforzado por destacar un doble componente del
fenómeno posmoderno: por un lado, los rasgos objetivos de una determinada cristalización
cultural de la crisis de la Modernidad. Por otro lado, los signos de una cierta forma de
discursividad que se deriva de la atmósfera posmoderna. En suma, hemos querido distinguir
lo que llamamos la posmodernidad pasiva (conjunto de rasgos sub-culturales de los tiempos que
corren) de la positividad del discurso posmoderno (conjunto de propuestas y reflexiones
asumidas desde las formas de subjetividad que han ido apareciendo). Esta doble clave tiene
distintas implicaciones, sea en el campo del análisis morfológico de la crisis de la Moderni-
dad, sea en el terreno de la confrontación con algunos planteamientos posmodernistas.
Destaco como ventajas comparativas de este enfoque dos consecuencias que me parecen
esenciales. La primera, nos permite sacudimos del subterfugio ideológico de cierta izquierda
perezosa e ignorante mediante el cual el fenómeno posmoderno se atribuye a un ardid del
imperialismo. La segunda, nos permite evidenciar el juego de este discurso posmodernista
que pretende la licencia de un estado de naturaleza: neutro, objetivo, espontáneo, etc.
6
En un corte transversal es clave también distinguir el espacio socio-intelectual que
recubre la posmodernidad de lo que sería el resto de la cultura dominante en el globo
terráqueo. Sería un error de enormes consecuencias suponer que la posmodernidad (y el
posmodernismo como discurso) está presente y asumido en el conjunto de la civilización del
capital. Al contrario, la tesis que recorre este libro es que el fenómeno posmoderno toca a una
restringida porción de la intelligentsia, la cual ha sido históricamente imbuida de la razón
ilustrada. Mientras tanto, la inmensa mayoría de la población es telecomandada por la
subcultura mass-mediática, la cual ha llenado el vacío originado por la crisis de la
Modernidad. Independientemente del modo como es sacudida la intelectualidad por la crisis
de la Modernidad (tanto en la izquierda como en la derecha), más allá del dramatismo del fin
de casi todas las ideas-fuerza que prevalecieron desde el siglo XVIII hasta ayer, es clave
separar esta terrible depresión existencial de lo que está ocurriendo en otras esferas de la
sociedad.
7
Se configura así lo que he llamado la nueva Modernidad: la racionalidad burocrático-
instrumental vehiculada —sin oposición— a través de la subcultura mass-mediática. En este
plano radicalmente achatado de la civilización siguen operando —más que nunca— los
estereotipos del "progreso técnico" y la "razón científica", sin entusiasmo y sin "proyectos",
pero con la suficiente capacidad de cohesión como para que el mundo entero marche a un
ritmo cada vez más uniforme y coherente. La nueva Modernidad se ve brutalmente apuntalada,
además, por la bancarrota del socialismo burocrático y la nueva geopolítica que de allí se
deriva.
Tanto la izquierda realmente existente (sea como forma de gobierno, sea bajo la
modalidad de partidos de oposición), como el amplio espectro de la tecnocracia, están
involucrados en la pragmática de la nueva Modernidad. En la mayoría de los casos con la
cobertura de un bajo perfil obligado por las circunstancias.
8
En el transcurso de esta reflexión sobre la posmodernidad hemos 9 intentado rastrear las
conexiones entre cierta discursividad y determinadas posturas socio-políticas. De manera más
global hemos procurado poner en relación una cierta tónica neoconservadora con postulacio-
nes posmodernistas. Este ejercicio ha sido realizado por diversos autores, aportando distintos
matices de los que nos hemos servido para puntualizar nuestra propia lectura (a cierta
distancia de la interpretación de Habermas y Rorty, pero a no menos distancia de
interpretaciones como las de Castoriadis y Subirats). Hay suficientes indicios en el ambiente
como para caracterizar el tono neoconservador de distintos perfiles políticos y sus nexos con
postulaciones posmodernistas. Hemos intentado trazar estos vínculos sin necesidad de
desembocar en grandes proclamas ideológicas y sin recurrir al expediente de satanizar las
interpretaciones de autores como Daniel Bell, por ejemplo.
9
En idéntica actitud hemos procurado leer un fino tejido de proposiciones mucho más
elaboradas y de signo diferente (como las de Vattimo, Lyotard, Lipovetsky, Berman)
procurando rescatar la trama de sutilezas y delicadas conjeturas que perfilan el frágil sendero
de un "pensamiento débil". Tanto por el lugar específico desde donde se impulsa este
pensamiento, como por el tenor de sus sugestiones teóricas, me ha parecido que este tipo de
postura representa la más fecunda y prometedora línea de reflexión desde la posmodernidad.
Se observa un interés explícito por afrontar los problemas teóricos, se constata un serio
esfuerzo intelectual por pensar la complejidad de esta coyuntura cultural. Esta tónica no es tal
vez suficiente para densificar una escuela de pensamiento, pero sí es condición suficiente para
el diálogo, para la interacción creadora, para la confrontación rigurosa. Hemos explicado con
toda franqueza nuestra distancia epistemológica con cierto discurso posmodernista. Pero
también hemos reafirmado con transparencia la importancia vital del debate, con todos estos
matices de pensamiento.
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Este libro ha querido testimoniar la doble trama donde se debate el pensamiento crítico:
inevitable imbricación con la atmósfera posmoderna (que nadie ha elegido, por lo demás) y
su constitutiva voluntad de contestación (lo cual remite inevitablemente al debate de la ética).
Hemos querido dar cuenta de las dificultades reales que enfrenta hoy una posición teórica
radical, sin disimular sus debilidades y sin embellecer el panorama que tiene por delante. Las
referencias a la "Escuela de Frankfurt" son un simple pretexto para intentar una reflexión que
lleve aún más lejos muchas de las tesis epistemológicas de Adorno, Horkheimer o Marcuse.
En esa perspectiva, sin descuidar el problema central del momento posmoderno donde nos
movemos, hemos intentado perfilar muy provisionalmente los contornos epistemológicos de
una teoría crítica de la sociedad frente al discurso posmoderno. Este desarrollo no ha hecho
sino abrir distintos problemas teóricos en curso, sin pretender ofrecer "soluciones" ni tranqui-
lizantes ideológicos a tantas angustiosas preguntas.
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Nos ha parecido de especial relevancia poder examinar con detenimiento el impacto que
ejerce la sub-cultura posmoderna en el seno de las distintas gramáticas del cambio social. Se
trata en verdad de un asunto que ha estado en el centro del debate de las ciencias sociales en
todas las épocas. Pero hoy esta discusión adquiere la tonalidad propia de la deriva
posmoderna, interviniendo de un modo muy característico, tanto el espacio de las viejas
teorías del cambio, como las tradicionales formas de intervención social. Las distintas
concepciones del cambio —sobre manera, aquellas fuertemente inducidas por ideologías
salvacionistas— han visto oscurecer su horizonte como palancas movilizadoras, como axiolo-
gías justificadoras de aparatos de Estado o de partido. Desvanecida la propia idea de
"proyecto", las visiones historicistas-humanistas se han venido en picada.
Surge sobre estas ruinas teóricas una embrionaria posibilidad intelectual alrededor del
espacio de los nuevos movimientos sociales. Con mucha precaución hemos insinuado un
camino de exploración epistemológica que resitúa la problemática del sujeto fuera de los
viejos preceptos del "progreso", de la "marcha triunfal de la historia", del "derrumbe inevita-
ble del capitalismo", del "sujeto revolucionario" (mesiánico y predestinado), y de tantas otras
figuras escatológicas de ideologías en decadencia. A partir de un replanteamiento a fondo de
estos problemas sustantivos es posible redimensionar el alcance epistemológico (y eventual-
mente político) de una teoría crítica.
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La investigación teórica (y el debate que le es inherente) puede despejar algún camino
en medio de la bruma posmoderna. Sólo que ya no es posible contentarse con una apelación
ontológica sobre los explotados del mundo, entre otras cosas, porque los actores sociales
víctimas de la dominación son el principal obstáculo para soñar siquiera la idea de la
emancipación total. Tampoco es viable convocar a la gente en nombre del "socialismo" y
entelequias parecidas. Los "tiempos nublados" de la posmodernidad han permitido abreviar
camino en eso de desmitificar los nichos ideológicos que hasta ayer dificultaron la reflexión
libre sobre los problemas de la transformación cualitativa de la sociedad. Ese panorama sigue
oscurecido por todos los signos de decadencia de la cultura imperante. El estado de cosas
(incluidos epifenómenos como el derrumbe de las burocracias socialistas y el delirio imperial
que sigue al conflicto del Golfo Pérsico), no apunta, de ningún modo, a optimismo alguno en
el terreno socio-político.
Las modestas indicaciones sobre el papel de una investigación teórica como la que
alimentó a este libro es sólo el indicio de una posibilidad a construir.
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La caracterización que ha sido hecha del discurso posmoderno se sitúa en el debate
global que tiene lugar en diferentes escenarios intelectuales del mundo. Conscientes estamos
de las especificidades que estas y otras discusiones adquieren en el ámbito latinoamericano.
Hemos tocado muy esquemáticamente las implicaciones que tiene este fenómeno en el seno
de las ciencias sociales en esta región. Hay evidencias de una confrontación de
interpretaciones sobre la naturaleza misma de este debate en distintos países latinoameri-
canos. Creo que esta especificidad requiere de un abordaje más autónomo y extenso. Sólo en
parte he podido dar cuenta de algunas implicaciones teóricas de esta faceta de la discusión.
Ello indica que buena parte de esta problemática ha quedado inevitablemente en suspenso.
Apenas una nota de consolación: es de esperarse que el desarrollo del proyecto de
investigación en el cual se inscribe toda esta reflexión ("Impacto de las corrientes
posmodernas en las ciencias sociales") empiece a producir resultados tangibles en lo que
concierne a la evaluación de situaciones específicas en América Latina. Sólo entonces
podríamos avanzar con más energía algunas hipótesis sobre este debate.