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El periodo Amarna
Junio, 2015
Juan Adolfo de la Torre Contreras
Contenido
Resumen:.................................................................................................................................................2
Palabras clave:.........................................................................................................................................2
Introducción: ...........................................................................................................................................2
Objetivos: ................................................................................................................................................4
Materiales y métodos: ..........................................................................................................................4
1. Introducción al periodo Amarna.........................................................................................................4
1.1 El Reino Nuevo (expansión y fronteras) ......................................................................................4
1.2 El reinado de Amenhotep III. Egipto como potencia e importador de personas e ideas...............9
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Resumen:
Este trabajo aborda de manera detallada las principales características del periodo Amarna
(1353-1323). A partir de la presentación de sus antecesores, estudiaremos las reformas
llevadas a cabo por el faraón Akhenaton, y se prestará atención a las causas y a las
consecuencias que tuvieron estas para el conjunto la sociedad egipcia así como para sus
estados vecinos. Prestaremos atención especial al desarrollo de la nueva ciudad real,
Akhetaton, para contemplar su estructura urbana y social. Finalmente nos detendremos en el
final de esta etapa y en la vuelta a la ortodoxia que se vivió posteriormente.
Abstrac:
This work studies the main features of the so-called Amarna period. It starts describing the
reign of his predecessors, turning then into the study of the reforms that the pharaoh
Akhenaton carried out, stressing on the causes and the consequences which affected the
Egyptian society together with the neighboring states as well. We will especially pay attention
to the development of the new Royal City, Akhetaton, studying its urban and social structure.
Finally, we will analyze the end of this period and the return to the orthodoxy that occurred
afterwards.
Palabras clave:
Antiguo Egipto, Reino Nuevo, periodo Amarna, Akhenaton, Akhetaton, Atón, Amarna
Key words:
Ancient Egypt, New Kingdom, Amarna period, Akhenaton, Akhetaton, Atón, Amarna
Introducción:
La decisión de escoger el periodo Amarna y no otro tema para elaborar este trabajo, se debe a
que resulta un magnífico caso de estudio en el que poder poner a prueba los conocimientos y
capacidades adquiridos en el grado de Geografía e Historia.
Antes de tomar contacto con la materia que nos ocupa hemos de realizar ciertas aclaraciones
sobre la parcialidad de las fuentes con las que los historiadores han abordado el periodo
Amarna, es decir, el marco temporal que se abre con el faraón Amenhotep IV y que concluye
con el ascenso de Tutankhamon (1953-1923). Y es que estas fuentes provienen en su mayor
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parte de Tebas, exceptuando las procedentes de los templos egipcios en Nubia, el yacimiento
de Amarna o los asentamientos mineros de Serabit el Khadim. Además hemos de tener en
cuenta que todos los documentos son oficiales, y reflejan por tanto la ideología del poder,
siendo los escribas los encargados de plasmar esta.
También hemos de contar con las peculiaridades de las fuentes egipcias, elaboradas por una
minoría letrada inmersa en una sociedad analfabeta, y que por tanto pertenecía a la misma
élite sobre la que escribía. En el antiguo Egipto no existía, como es de esperar, una distinción
entre distintos géneros literarios, por lo que es frecuente encontrarnos con relatos de ficción
que son expresados como si de una realidad se tratase y relatos históricos que incluyen
elementos literarios1.
El Reino Nuevo (1539-1077) comienza con la dinastía XVIII (1539-1292), cuyo primer rey
es Ahmosis (1570-1546 a.C.), sucesor, y probablemente sobrino, del legendario Kamose,
precursor de las guerras de reunificación de Egipto según las estelas halladas en el templo de
Amón en Karnak. Dichos grabados reflejan además la importancia de Tebas en dicho periodo.
El último faraón de la dinastía XVIII es Horemheb (1319-1292).
A comienzos del Reino Nuevo, Tebas se erigía como la capital del sur de Egipto 2, y su
gobernador controlaba un vasto territorio que se extendía desde la Primera Catarata, situada
en Asuán, hasta la provincia de Hermópolis, lo que suponía un territorio de casi quinientos
kilómetros3.
Ya en el Reino Nuevo, la ciudad retoma su importancia gracias al auge de su dios local entre
otras cuestiones. Esta divinidad a la que aludimos es Amón, que asociada con Ra en la figura
de Amon-Ra, pasa a ser considerada como la divinidad creadora. Esta cuestión explica que
Tebas se convirtiera nuevamente en un auténtico centro del poder político y económico,
destacando el papel de su clero.
Más adelante veremos cómo la ciudad perdió su rango de capital por las reformas llevadas a
cabo por Akhenaton, quien concedió la capitalidad a la ciudad de Akhetaton, construida bajo
sus órdenes y dedicada al dios Atón. La nueva capital constituye un interesante objeto de
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GALÁN (2002, 18)
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GALÁN (2011,300)
3
Para saber por qué Tebas había alcanzado esta importancia hemos de remontarnos al imperio medio, cuando ya
en la dinastía XI, bajo el reinado de Mentuhotep Nebhepetra, Tebas desempeñaba el papel de capital. Sin
embargo, el poder de Tebas no se consolida en estos momentos, y la capitalidad se traslada del Alto Egipto a las
cercanías de delta, concretamente a Itji-Tawi/Lisht, en la dinastía XII (1319+16-1760).
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estudio por diferentes cuestiones. En primer lugar y debido a su carácter efímero, ésta
constituye un magnífico ejemplo para el estudio de las ciudades antiguas, a la vez que nos
permite observar de cerca la topografía del poder y el uso simbólico del espacio. En segundo
lugar, el estudio de Akhetaton nos ofrece la posibilidad de estudiar la sociedad del periodo
Amarna en su más amplio concepto, más allá del tradicional estudio de la élite.
Es por ello que hemos decidido dedicar una buena parte de estas páginas al estudio de esta
ciudad, adjuntando numerosas imágenes que permitan comprender mejor cómo pudo
organizarse, al menos a grandes rasgos, Akhetaton y cuál fue la distribución de sus principales
elementos.
Objetivos:
La idea original del presente trabajo consiste en analizar la Historia de un periodo concreto y
los aspectos geográficos del yacimiento de Amarna a través de un análisis espacial y urbano y
gracias siempre a los conocimientos adquiridos durante el grado de Geografía e Historia.
La interdiscipinariedad propia de las ciencias que conforman nuestro grado, nos permite
abordar en un único trabajo los principales rasgos historiográficos y geográficos del periodo
Amarna y de su capital, Akhetaton.
Materiales y métodos:
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
El Reino Nuevo es el periodo del antiguo Egipto que va desde 1540 hasta 1070, abarcando
desde la dinastía XVIII hasta la XX.
Siguiendo esta línea hemos de destacar el papel de los templos, como centros religiosos pero
también económicos. Estos lugares constituían el hogar de las imágenes divinas y los dioses
que éstas representaban, pero además de ello se encargaban de administrar diferentes recursos
económicos, entre los que podemos citar por ejemplo las propias ofrendas que se ofrecían a
las distintas divinidades egipcias y que iban desde alimentos a valiosas joyas. Los templos
llegaban incluso a administrar tierras y yacimientos minerales que podían encontrarse a
cientos de kilómetros de distancia, incluso en territorios nubios. Por otra parte, su gran
capacidad de almacenamiento, hizo de los templos los bancos de reserva del estado egipcio 4.
Los templos constituyeron pues, una fuente de poder paralela al faraón, paralela y no
necesariamente enfrentada, sino que ambas actuarían de manera complementaria, y es que se
ha probado que algunas de las tierras del faraón fueron administradas por templos. Y de
hecho, la construcción y mantenimiento de éstos, eran responsabilidades propias del monarca.
Una vez vistas las principales fuentes de poder a nivel interior en el transcurso del Reino
Nuevo, detengámonos en el poder efectivo que Egipto fue alcanzando en el plano
internacional desde el comienzo de este periodo hasta el periodo Amarna. Es necesario que
señalemos que el poder del estado egipcio en el exterior no se mantuvo homogéneamente ni
en el espacio ni en el tiempo, observándose notables diferencias entre Nubia y la actual Siria-
Palestina. Mientras que en la región nubia la administración egipcia se dedicó a explotar
directamente sus recursos y a construir templos para hacer patente su presencia, en Siria-
Palestina la situación debió ser muy diferente, limitándose Egipto a recaudar tributos y a
castigar a los gobernantes que no aceptaban la autoridad egipcia5.
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KEMP (1996, 243-248)
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GALÁN (2002, 27)
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Hicsos: poblaciones de origen cananeo que se asentaron a comienzos del segundo milenio en el norte de Egipto
y que terminaron dominando esta región asumiendo muchos elementos de la cultura local
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PRESEDO (1989,193)
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GALÁN (2011, 312)
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El término egipcio que se traduce por frontera se refiere al lugar más lejano sobre el que el faraón mantiene
algún tipo de influencia, es decir, se trata del límite geográfico de su autoridad. GALÁN (2002, 25)
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GALÁN (2011,314)
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GALÁN (2011,315)
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GALÁN (2011,316)
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En cuanto a la estructura social del Estado en estos momentos, hemos de destacar una cierta
movilidad, ya que los funcionarios eran capaces de ascender gracias a su talento y obras
personales.
A Tutmosis I le sucede su hijo, Tutmosis II. Este sería el encargado de reprimir serias
revueltas en Nubia, cuyas élites intentaron aprovechar el cambio de rey y la juventud de éste
para liberarse del control egipcio13.
Tras la muerte de Tutmosis II, su único hijo varón, (engendrado con una esposa secundaria)
era demasiado joven para reinar, por lo que fue la esposa principal de Tutmosis II,
Hatshepsut, la encargada de velar el poder desde 1479 hasta 1458. En un primer momento, la
reina actúa como regente y aparece representada como mujer. Posteriormente y de forma
gradual, Hatshepsut fue adoptando la imagen masculina que todo gobernante egipcio debía
mostrar. Paralelamente, la monarca fue legitimándose como rey, llegando a recurrir a su
propio padre, Tutmosis I, e incluso a la voluntad divina del dios Amón. En cualquier caso,
Hatshepsut se coronó como faraón en el séptimo año del reinado de su hijastro, formalizando
de este modo la corregencia que se perpetuaría hasta el momento en el que dejamos de tener
constancia de ella14. Hatshepsut dedicó su reinado a actividades relacionadas con el comercio
y la reconstrucción de zonas abandonadas durante el periodo de los hicsos, dejando de lado,
según algunos autores, las campañas de conquista, que pudieran afectar a los progresos del
país. Sin embargo, también se ha hablado de que esta visión se debe en exceso al hecho de
que fuese mujer, aludiendo a las diferentes campañas bélicas protagonizadas por la reina
recogidas por la iconografía15. En cualquier caso, hemos de resaltar el esplendor de su
reinado, con importantes logros como el fomento de las relaciones comerciales con Nubia y
Punt o la reconstrucción del templo de la fortaleza de Buhen16.
Antes de morir Hatshepsut ya se venía produciendo una cierta egipcianización de las élites
nubias, y que en cualquier caso permitió el mantenimiento de las influencias políticas y
culturales egipcias en la zona. Del mismo modo, Egipto reforzó su autoridad en la región a
través de la construcción de diferentes templos dedicados a divinidades egipcias en Nubia 17,
con lo que esto supone en los planos religioso, cultural y económico.
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GALÁN (2011,319)
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DIEGO(2011, 310)
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DIEGO(2011, 319)
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GALÁN (2011, 320-334)
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DIEGO(2011, 312)
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Tutmosis III (1479-1425), gobernó en solitario a partir de 1458, fecha en la que Hatshepsut
desaparece de las fuentes. Desde el momento en el que el monarca accede al trono se da un
profundo viraje hacia la senda militar y conquistadora que caracterizó el reinado de su abuelo.
Su capacidad como estratega y su continuidad le valieron para extender las fronteras del
imperio, que se extendía desde el Éufrates hasta la Cuarta Catarata, lo que supone el mayor
alcance territorial de Egipto en toda su historia. Tutmosis III ocupó el final de su reinado con
un intenso programa de damnatio memoriae en contra de su antecesora, lo que explica que el
nombre de ésta aparezca martilleado en gran parte de las ocasiones. Este hecho ha llamado
poderosamente la atención de los historiadores, ya que no se tiene constancia de ningún tipo
de rivalidad o tensión entre Hatshepsut y Tutmosis III durante la corregencia de ambos, y
sobre todo les hace preguntarse por qué este programa se lleva a cabo al final de su reinado y
no al principio de éste. El fin de esta campaña debió ser en cualquier caso el de eliminar
cualquier prueba de una corregencia que a pesar de ser habitual chocaba con la concepción
egipcia de la monarquía18.
Nubia continúa en estos momentos bajo el férreo control del Estado egipcio, debiendo
presentar tributos una vez al año. Tal debió ser la estabilidad de la región en tiempos de
Tutmosis III que éste pudo llevar a cabo reformas en sus templos, los cuales fueron
embellecidos e incluso ampliados en determinadas ocasiones. No podemos olvidar que
además de cumplir una función religiosa, los templos eran importantes centros económicos de
almacenamiento y redistribución de productos en los estados de la antigüedad, razón que
explica su emplazamiento al lado de rutas comerciales o zonas productoras20.
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DIEGO(2011, 311)
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GALÁN (2011, 340)
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GALÁN (2011,340)
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El sucesor e hijo de Tutmosis III, Amenhotep II (1425-1400), pasó los dos primeros años de
su reinado como corregente de su padre, una fórmula que se venía utilizando en el antiguo
Egipto para legitimar al nuevo rey en vida de su predecesor, tratando de evitar así que se
produjeran luchas dinásticas21. Amenhotep II se vio obligado a reforzar su presencia militar
en Asia para asegurar las conquistas de sus antecesores, ya que este territorio ofrecía una gran
resistencia. En este sentido, el faraón trató de llevar a cabo una política continuista tratando de
mejorar las hazañas de su padre, un rasgo de identidad de la ideología de la monarquía
egipcia. Según palabras del propio rey, sus intenciones eran las de “extender las fronteras y
dar cosas a los que le eran leales22.”
Su descendiente, Tutmosis IV (1400-1390), solo reinó durante diez años, en los que no
necesitó realizar más que algunas modestas campañas en Nubia y Siria23, puesto que el poder
de Egipto en estos momentos solo puede ser calificado como incontestable. La influencia del
imperio egipcio se manifiesta en el matrimonio del faraón con la princesa mitánnica
Mutemuia de Mitanni, madre de Amenhotep III (1390-1353)24.
Para contrastar mejor la imagen del monarca, hemos de contextualizar su reinado. Este
comienza en un momento de hegemonía para el imperio egipcio, especialmente para su
economía y en que asistimos a cierta dinamización social reflejada en la aparición de una
clase de profesionales que no dependían directamente del aparato estatal26.
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GALÁN (2011,346)
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GALÁN (2011,348-349)
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PRESEDO (1989,199)
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GALÁN (2011, 349)
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PRESEDO (1989,199)
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PRESEDO (1989,199)
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Fruto de este periodo es la creación de un nuevo método para publicar los hechos memorables
utilizando escarbeos gigantes. Sin embargo, son las tablillas de Amarna las que nos ofrecen
una mayor cantidad de información de este periodo, al ser el verdadero archivo del estado y
registrar entre otras cuestiones las relaciones exteriores del estado egipcio28.
Este es un hecho es muy importante para nuestro estudio, al constituir una ruptura con los
faraones anteriores, cuyas madres gozaban de mayor protagonismo que las esposas reales, y
sentar un precedente que seguirá el propio Akhenaton30, al adquirir su esposa un papel clave a
lo largo del periodo Amarna.
El matrimonio real tuvo cuatro hijas, quienes al igual que su madre, gozarían de un papel
destacado en la monarquía egipcia. Dos de estas llegaron incluso a copar el importante cargo
de gran esposa real en los momentos finales del reinado de Amenhotep III31.
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PRESEDO (1989,199)
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PRESEDO (1989,199)
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GALÁN (2011,358)
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GALÁN (2011,358-359)
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GALÁN (2011,359)
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A pesar de la importancia de su figura, Teye no fue la única esposa del faraón, sino que éste
contrajo matrimonio con dos princesas procedentes de Mitanni, siguiendo así los pasos de su
padre. Sus nombres eran Gilukhepa y Tadukhepa y llegaron a Egipto en momentos diferentes,
ya que no encontramos evidencias de la presencia de Tadukhepa en la corte hasta el final del
reinado de Amenhotep III. Ambas princesas llegaron acompañadas por un séquito compuesto
por mujeres y hombres de Mitanni, con lo que la presencia de extranjeros en el Imperio
aumentaba nuevamente. El padre de Tadukhepa, Tushrata, agasajó además a la corte egipcia
con una estatua de la diosa Ishtar de Nínive, dejando de manifiesto la alianza entre Egipto y
Mitanni32.
Las ricas relaciones exteriores de Egipto durante el reinado de Amenhotep III se completan,
según los indicios que nos arroja la arqueología, con los contactos económicos mantenidos
con el Egeo. Y es que se han encontrado objetos de cerámica provenientes de Micenas, tanto
en lugares bajo el control egipcio (Siria-Palestina), así como en el interior de los confines del
propio imperio34.
El faraón respondió cumplió con una de las tradiciones de la monarquía egipcia acabando con
una revuelta en Nubia, cuyo triunfo se conmemoró, como era ya habitual con la construcción
de una estela en la región de Semna, cerca de la Segunda Catarata. Por aquel entonces, Nubia
no era solo una región más de la que Egipto obtenía beneficios económicos, sino que se había
convertido en un centro religioso de enorme interés, al ser la región que más influía al credo
egipcio al ser el lugar en el que este podía desarrollarse con mayor libertad35.
Uno de los acontecimientos más importantes en el transcurso del reinado de Amenhotep III es
la celebración del Festival Sed. Esta festividad nace en los albores de la monarquía egipcia y,
según la mentalidad egipcia, permitía la renovación de las capacidades del monarca,
destacando su autoridad y su fortaleza. Por este motivo, el Festival Sed era convocado por los
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GALÁN (2011,359)
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GALÁN (2011,360)
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GALÁN (2011,361)
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GALÁN (2011,361)
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faraones de manera tradicional a los 30 años de reinado, si bien era habitual que los faraones
no esperaran tanto para celebrarlos. Amenhotep III llegó a celebrar tres Festivales Sed, todos
ellos en su palacio de Malqata donde no reparó en gastos, llegando a construir un edificio
cuyo fin era ser utilizado únicamente en estas ocasiones.
Amenhotep III destaca asimismo por su labor constructiva, tanto en Egipto como en Nubia,
con estatuas colosales y grandes edificios en los que cuidó concienzudamente la proporción,
el estilo y el detalle. El templo de Luxor, obra iniciada por la reina Hatshepsut, se eleva a un
nuevo exponente en estos momentos gracias a una ambiciosa ampliación presidida por un
magnífico patio solar. Pero sin duda alguna, la construcción más apabullante relacionada con
este faraón no es otra que su templo funerario, levantado en la orilla occidental de Tebas, en el
actual Kom el-Hetan. En el momento en el que dicho templo se erigió pasaba por ser el más
grande de todos cuantos habían sido levantados. Su imagen actual, nos ofrece sin embargo,
unas ruinas donde solo resisten dos de las enormes estatuas sedentes del rey, conocidas como
los “colosos de Memmon” que en su día flanquearon la puerta de entrada al templo. Esta
situación se debe en buena medida al expolio al que fue sometido este templo para satisfacer
la necesidad de material para otras construcciones36.
A estas alturas del Reino Nuevo, la religión solar, presidida por la figura Amón-Ra gozaba de
una gran importancia en el conjunto de la sociedad egipcia. De hecho, los vínculos entre dicha
divinidad y el monarca se habían estrechado enormemente desde el reinado de Hatshepsut.
Amenhotep III siguió esta senda e incluso llegó a considerarse a sí mismo como hijo del
propio Amón-Ra, quien habría adoptado la forma de su padre y tras colarse en los aposentos
de la reina la habría fecundado, tal y como se cuenta en las nuevas salas del sanctasanctórum
del templo de Luxor que el mismo Amenhotep III mandó construir.
Es importante que destaquemos el auge del credo de Amón-Ra y de su clero para que
podamos apreciar el carácter radical de la reforma religiosa llevada a cabo por Akhenaton en
los años venideros, pero debemos tener en cuenta también que sus predecesores más próximos
ya rendían culto a Atón como una de las formas de la divinidad solar.
Los últimos años de Amenhotep III se encuentran sometidos a debate pues desconocemos si
su sucesor, Amenhotep IV, fue nombrado corregente antes de la muerte de su predecesor. En
cualquier caso no contamos con pruebas definitivas de esta teoría, y los indicios con los que
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GALÁN (2011,363-364)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
De lo que sí podemos estar seguros es de que Amenhotep III fue enterrado en el Valle de los
Reyes, más concretamente en su parte occidental. Su tumba (WV 22) fue explorada y
dibujada en 1915 por dos ingenieros de la expedición de Napoleón. Actualmente se encuentra
en un proceso de restauración a cargo de la universidad japonesa de Waseda, que se está
encargando de la decoración de las paredes38.
Entendemos por periodo Amarna el tiempo en el que Akhenaton reinó como faraón del alto y
el bajo Egipto, es decir desde el 1352-1336 a.C. pudiendo incluir también el breve reinado de
Ay.
Se trata de un periodo para el que disponemos de una gran cantidad de fuentes, como ya
hicimos referencia brevemente (véase página 2). Estas se encuentran, en gran parte, en el
archivo diplomático de Tell Amarna y nos ayudan a desentrañar algunas de las cuestiones de
un periodo considerado como la época del antiguo Egipto sobre la que más se ha escrito en
relación a su duración. A pesar de ello, hemos de apresurarnos en reconocer que existen
numerosos aspectos del periodo que aun no han sido discernidos, lo que explica la aparición
de numerosas teorías que intentan llenar los huecos que se nos presentan39.
A lo largo de los 30 años que dura el periodo Amarna se produjeron hechos de suma
importancia, tanto para Egipto como para sus estados vecinos. Tanto es así, que se ha llegado
a considerar al periodo Amarna como el final del clasicismo egipcio, entendiendo el reinado
de Amenhotep III como el auge de la civilización egipcia y el de su sucesor como el inicio de
la decadencia. Los que aluden al periodo Amarna como el inicio de la decadencia del imperio
egipcio se basan a menudo en el carácter pasivo del faraón ante los asuntos terrenales y a su
supuesta incapacidad para hacer frente a las amenazas del estado.
En cualquier caso debemos estudiar este periodo con un especial cuidado, teniendo en cuenta
sus peculiaridades y el carácter excepcional de las reformas emprendidas en estos años, más
allá del escaso éxito que tuvieran posteriormente.
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GALÁN (2011,366)
38
GALÁN (2011,366-367)
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PADRÓ (2014,248)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
3. El reinado de Akhenaton
Amenhotep IV, nombre con el que Akhenaton accede al trono, fue engendrado Amenhotep
III, y por la princesa Teye. El faraón tuvo un hermano mayor que él, sin embargo éste debió
morir joven. Lo que no podemos afirmar con seguridad, como ya hemos hecho referencia
anteriormente, es si Amenhotep IV fue nombrado corregente antes de fallecer su padre o por
el contrario su reinado comenzó tras la muerte de éste.
La reina proyectó desde un primer momento la imagen femenina del rey, repitiendo uno tras
uno los pasos de su marido, al que acompañaba allá donde fuera y destacando tanto en el
plano político como en el religioso.
Se sabe que Nefertiti fue la madre de seis princesas según las representaciones, que sin
embargo no especifican que Akhenaton sea el padre de estas, dando así lugar a numerosas
teorías sobre el padre de las princesas. Lo más probable es que estas representaciones trataran
únicamente de hacer hincapié en el componente femenino de la monarquía, sin tener por tanto
necesidad de manifestar que Akhenaton era el padre de las princesas.
La mayor de las hijas era Meritatón, destinada a alcanzar el trono, y que por consiguiente fue
ganando cada vez más protagonismo durante el reinado de su padre. Tras ella hemos de hablar
40
KEMP (1996, 335)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
de Meketatón, de quien únicamente sabemos que falleció a una temprana edad y que fue
enterrada en una cámara propia en la tumba real de Akhetaton. La tercera princesa era
Anjesenpa-atón, quien llegó a ser reina de Egipto tras su matrimonio con Tutankhamon. De
las tres últimas princesas solo sabemos sus nombres: Nefernefruatón la joven, Nefernefrure y
Setepenre41.
Una de las primeras acciones que Amenhotep IV lleva a cabo tras acceder al trono, es
desposarse con la princesa Tadu-Jeba, proveniente de Mitanni, país con el que, como ya
hemos visto, Egipto mantenía estrechas relaciones. Amenhotep IV comenzó de este modo su
reinado, siguiendo los pasos de su padre y renovando la alianza de Egipto con Mitanni43.
También hemos de destacar que el joven faraón se hizo coronar en Karnak44, como marcaba
la tradición, por lo que en estos momentos podemos hablar de una cierta política continuista a
todos los niveles. Este modo de actuar al inicio de su reinado se observa incluso en el
mantenimiento de la tradicional concepción ideológica de la monarquía y en el respeto a la
religión oficial, presidida hasta entonces por Amón-Ra. Sin embargo es cierto que ya se
realizaban menciones al Atón, al que se le representaba entonces de manera muy diferente, a
partir de un cuerpo humano con cabeza de halcón coronada por el disco solar.
41
KEMP (1996,337)
42
GALÁN (2011,367-368)
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PADRÓ (2014,248)
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PADRÓ (2014,249)
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GALÁN (2011,368)
Página 15
Juan Adolfo de la Torre Contreras
En el Reino Nuevo, los teólogos otorgarían a la divinidad principal una apariencia totalmente
humana, pasando a ser conocida como Amón, cuyo origen concreto se encuentra en la ciudad
de Tebas. Amón heredó asimismo el mito de la paternidad del faraón y de este modo, la
divinidad solar continuó siendo bajo su nuevo aspecto la principal divinidad del panteón
egipcio.
La manera de entender la religión en el antiguo Egipto eludía lo que para nosotros son
contradicciones y a la vez posibilitaba la existencia de numerosas divinidades que por otra
parte reflejaban un poder divino unánime bajo la presencia del sol46.
Desde el reinado de Tutmosis IV, el culto a Amón-Ra en su forma de disco solar (Atón) se
encontraba en un proceso de institucionalización, en el que una reducida y poderosa élite
cercana al faraón, se relacionaba de una manera cada vez más estrecha con esta divinidad.
Podemos hablar por lo tanto de los orígenes elitistas del credo de Atón.
46
KEMP (1996, 333)
Página 16
Juan Adolfo de la Torre Contreras
También se ha hecho referencia en otras ocasiones a la posible influencia que hubieran tenido
en su día las poblaciones venidas de fuera en el desarrollo del credo de Atón, si bien es cierto
que debemos tratar este tema con prudencia.
En cualquier caso, es imposible entender el origen del credo de Atón y su consolidación, sin
la figura de Amenhotep IV, quien a pesar de su juventud en el momento de acceder al trono,
contaba ya con una personalidad muy marcada. La imagen que se tiene del rey al inicio de su
reinado es la de un idealista obsesionado con sus propios pensamientos filosóficos y
teológicos y poseedor de una enorme fe en un dios único, bondadoso y creador en solitario de
todo lo existente.
Es entonces, en Karnak, cuando se lleva a cabo una de las primeras acciones encaminadas a
establecer el nuevo culto. Se trata de la construcción de diversos templos que incluyen el
trazado abierto47 propio del culto a Atón, quien comienza a representarse desde este momento
con la que hoy consideramos como su forma característica, y que constituye el emblema de
uno del periodo Amarna: un disco que irradia sus rayos sobre la tierra en forma de alargados
brazos acabados en manos.
Si bien es cierto que la religión solar se había convertido en el epicentro religioso y político
desde la época de Hatshepsut, como ya hemos mencionado en más de una ocasión (veáse
página 15), es con la llegada de Amenhotep IV cuando ésta cobra una nueva dimensión. En
estos momentos comienza a cobrar importancia el concepto del “shu”, es decir, el aspecto
luminoso de la divinidad, que no tiene representación antropomorfa y que es omnipresente,
características que posteriormente se le atribuyeron a Atón. Las ofrendas comienzan a
realizarse entonces y hasta que se produjera la restauración religiosa de manos de
Tutankhamon, en amplios patios, lo que supone una notable diferencia respecto al culto
47
KEMP (1996, 338)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
tradicional de Amón-Ra, cuyas ofrendas se llevaban a cabo de un modo mucho más intimista
y oculto48.
Antes de abordar con mayor profundidad las reformas religiosas llevadas a cabo por
Akhenaton, es necesario hacer una serie de aclaraciones sobre el concepto “monoteísmo”.
Éste hace alusión, como pudimos aprender en la asignatura “historia de las religiones” del
grado de Geografía e Historia, a los credos religiosos basados en una única divinidad. Sin
embargo, hoy día somos conscientes de que la religión constituye en sí misma un fenómeno
demasiado complejo para encorsetarlo en estos términos. Y es que, el cristianismo, una de las
principales religiones monoteístas de la historia, adquiere un aspecto muy diferente si se
estudia desde fuera. En este sentido, los numerosos santos a los que se le rinde culto de una u
otra manera, y lo que es más importante, la presencia de un dios con “tres personalidades” son
aspectos más propios de un credo politeísta que de uno monoteísta.
Del mismo modo que los cristianos han solventado estos dilemas gracias al concepto del
“misterio”, los egipcios se dedicaron a transmitir las sensaciones religiosas que albergaban a
partir de los términos lingüísticos de los que disponían, dando así lugar a un juego lingüístico
religioso extremadamente rico, y cuyas concepciones escapan a nuestro pensamiento racional.
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GALÁN (2011,368)
49
PADRÓ (2014,248-249)
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PADRÓ (2014,249)
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Las reformas de Akhenaton atentaron en este sentido contra la tradicional riqueza semántica
de la cultura egipcia, apostando por la simplicidad de la religión solar51.
En un primer momento, Amenhotep IV, continuó con un modelo henoteísta, en el que Atón
relegaba a Amón como principal divinidad (veáse página 15). De hecho tenemos constancia
de que existió sincretismo entre Atón y otras divinidades, tal y como ocurriera tiempo atrás, lo
que refleja una mayor tolerancia al resto de cultos en los primeros años de reinado de
Amenhotep IV. Así, Atón llegó a unirse en una figura con cabeza de halcón llamada Re-
Harakhti-Atón52.
No será hasta el quinto año de su reinado, cuando Amenhotep IV inicie sus reformas. En
primer lugar, Amenhotep IV ya no respondería nunca más a este nombre, si no que adoptó
uno que le ligaba más al dios Atón: Akh-en-aton, lo que se traduce como espíritu de Atón53.
Esta persecución se llevó a cabo de diversas formas. Para empezar, los esfuerzos del faraón se
centraron en dañar la imagen física de estos dioses, destrozando las estatuas y relieves en los
que éstos eran representados. Paralelamente sus nombres eran borrados allá donde aparecían,
ya fuese en los templos oficiales o en los monumentos funerarios privados. Sabemos también
que los diferentes cleros fueron muy perjudicados, en especial el credo de Amón, cuyo sumo
sacerdote llegó a ser enviado a las canteras como manera de mantenerlo alejado 54.
El culto a los restantes dioses fue abolido progresivamente, al tiempo que se dedicaban
grandes fiestas en honor a Atón, para tratar así de conseguir la mayor cantidad de fieles
posibles. Paralelamente, las pertenencias de los antiguos templos eran requisadas y la clase
sacerdotal suprimida, la oligarquía tradicional era apartada del poder y el rey continuaba con
su política de beneficio a los hombres nuevos55.
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KEMP (1996, 333-334)
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HORNUNG (1999, 225)
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GALÁN (2011,369)
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HORNUNG (1999, 225)
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Es entonces cuando podemos hablar de la desaparición, aunque solo por un breve periodo de
tiempo, del henoteísmo en el antiguo Egipto. Atón se convierte de este modo en la única
divinidad del panteón egipcio, y Akhenaton pasa a ser su profeta, el único capaz de entender
su naturaleza56.
Observamos pues que las reformas emprendidas en el periodo Amarna fueron llevadas a cabo
de manera bastante más progresiva de lo que en ocasiones se considera. Se trata de un modo
de operar premeditado que nos acercan a una imagen de Akhetaton más reflexiva y racional 57.
A la hora de estudiar la teología del nuevo credo, contamos con un documento fundamental.
Se trata de “El Gran Himno a Atón” que se encuentra en la tumba de Ay, comandante de las
tropas egipcias bajo el reinado de Akhenaton. El texto sagrado aborda la cuestión de la
creación, entendida como una acción divina que se repite cada día y que se encuentra
relacionada con las fuerzas de la luz, la vida y el orden, todas ellas sometidas al gran dios
Atón58.
Las ideas religiosas que se destacan en el himno a Atón no tienen nada de revolucionario,
pues podemos encontrar precedentes similares en textos anteriores dedicados a Amón-Ra. Del
mismo modo, tampoco es nueva la idea de un único dios creador en la teología egipcia.
56
HORNUNG (1999, 226-228)
57
HORNUNG (1999, 224-225)
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GALÁN (2011,374)
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GALÁN (2011,375)
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KEMP (1996, 333)
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KEMP (1996, 333)
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Con el nuevo credo, a los egipcios les fue arrebatada su tradicional forma de explicar los
fenómenos del universo a través de un sistema extremadamente rico. En este sentido,
Akhenaton fue culpado de tratar de acabar con la vida intelectual de la sociedad egipcia. Y es
que el faraón se dio cuenta del carácter prescindible de gran parte del pensamiento de su
época, pero fue incapaz de reemplazarlo por algo que satisficiera las necesidades espirituales
de su gente, dejando por consiguiente un enorme vacío62.
Muy pronto el rey se autoproclamó como el único nexo posible entre la divinidad y el resto de
los mortales; la única manera de conocer su voluntad, y, junto con la reina Nefertiti y sus
hijas, los únicos capaces para realizar ofrendas de modo directo al dios creador. Así el culto a
Atón se convirtió en una suerte de culto a la propia familia real. No es de extrañar, por lo
tanto, la presencia de altares en las viviendas de los principales cortesanos destinados al culto
a la familia real. Akhenaton es considerado de hecho como el profeta de Atón y el hijo del
dios hecho hombre, y junto con Nefertiti y Atón, forma parte de la triada divina 63. Éstos son
conceptos que nos recuerdan inevitablemente a la teología cristiana.
En cuanto al resto de elementos de la teología del nuevo credo, Atón se considera exterior y
anterior al mundo, único y universal, por lo que todo lo que existe ha sido creado por él y es
esencialmente bueno. El dios creador es el encargado pues, de dar lugar a todos los seres
vivos permitiéndoles respirar a través de su aliento. Cada uno de estos seres es protegido por
el dios y ocupa un lugar específico en este mundo, como si se tratara de los engranajes de una
compleja y enorme máquina. Lugar especial es el que encuentran los seres humanos dentro de
la creación de Atón, al ser considerados como los hijos de éste sin importar su procedencia o
raza. Atón era considerado como un ente que regía el universo con actitud benigna, pero sin
intención de intervenir en los asuntos del hombre, puesto que no le interesaba ni su destino ni
su condición.64
La moral, había sido separada de la teología en Egipto hacía ya mucho tiempo 65. El nuevo
credo sentó las bases de la moral en el concepto de “maat”, el cual se traduce como verdad.
En este sentido cabe destacar el uso regular que dio Akhetaton a dicho concepto, usando a
62
HORNUNG (1999, 224)
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GALÁN (2011,375)
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KEMP (1996, 334)
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menudo la fórmula “el que vive de maat” para referirse a sí mismo y dando a entender que la
“verdad” era la sustancia de la que se nutría66.
Tras haber examinado cuál fue el desarrollo de la religión oficial en el periodo Amarna,
hemos de reparar en las manifestaciones religiosas del conjunto de la sociedad. Y es que, un
contexto tan particular como el de dicho periodo, en el que se producen cambios tan
reseñables en la religión oficial, es muy útil para estudiar las auténticas creencias del grueso
de la sociedad.
En primer lugar, hemos de destacar la continuidad del culto al faraón67. Este tipo de culto se
practicaba en los jardines traseros de las casas, mediante pequeños santuarios que se
dedicaban a la familia real. En este sentido destaca también la adoración de las estatuas reales,
que al parecer era un gesto sincero y no promovido por el interés.
La escasez de datos sumada al fracaso que finalmente tuvo el culto al Atón, puede llevarnos a
pensar que éste tenía pocos seguidores en el pueblo llano. Sin embargo contamos con algunos
argumentos desmienten, al menos parcialmente, esta idea. Uno de ellos es la correspondencia
privada de un funcionario en la que manifiesta abiertamente su devoción al disco solar.
Observamos pues, como los dioses tradicionales no fueron ni mucho menos olvidados por el
pueblo llano, que continuó adorándolos de manera clandestina como otras tantas veces en la
historia de la humanidad. Entre estos, podemos citar, además de los anteriores, a Horus,
Hathor, Osiris o Bes. En el caso de Amón, éste empezó a ganarse el título de “protector de los
humildes” al ser considerado como la divinidad que velaba por los desprotegidos, carácter del
que ya gozaba antes del periodo Amarna.
66
KEMP (1996, 338)
67
KEMP (1996, 382)
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Hemos de mencionar asimismo que las creencias populares nos muestran además, una
devoción a multitud de divinidades menores y asociadas con actividades cotidianas como es
el caso del dios babuino Tot, patrón de la escritura68.
Tal y como explicaremos más tarde bajo un punto de vista diferente, Akhenaton desarrolló
una cierta política interior de beneficio social, tratando de redistribuir la riqueza del expoliado
clero de Amón entre los ciudadanos.
Esta política se llevó a cabo con especial hincapié en la nueva capital, donde el faraón
impulsó una serie de medidas cuya aplicación debió suponer un gran esfuerzo para el estado.
En primer lugar, hemos de destacar que en Akhetaton todas las viviendas se encontraban
decoradas hasta el más mínimo detalle. Los techos interiores se pintaban de azul y ricos
murales llenaban las paredes de las distintas habitaciones. Pero no es solo la decoración lo que
hacía de las viviendas de Akhetaton unas residencias de gran calidad, si no que además éstas
eran amplias, ventiladas y contaban con drenaje y letrinas que las dotaban de mayor
salubridad70.
Otra de las acciones emprendidas por Akhenaton en cuanto a política interior se refiere es la
promoción de los “hombres nuevos” que ya explicamos anteriormente. Ésta acabó siendo un
fracaso en la práctica, ya que los “hombres nuevos” caracterizados por su lealtad al faraón se
encontraban, sin embargo, faltos de la experiencia que caracterizaba a la vieja élite y en
ningún caso supieron estar a la altura de las circunstancias.
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KEMP (1996, 385)
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CASTAÑEDA (2003,314)
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CASTAÑEDA (2003,315)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Como consecuencia de todos estos desmanes pronto aparecería la figura de la corrupción, que
logró asentarse rápidamente en todas las esferas del estado, y que constituyó una de las peores
herencias que dejó el periodo amárnico, y que no fue posible de eliminar en el tiempo que se
mantuvo el imperio egipcio71.
Diferentes textos elaborados tras la muerte de Akhenaton nos hablan de cuáles fueron los
principales errores cometidos por el monarca interiormente, y por qué sus reformas no
tuvieron continuidad. No debemos olvidar que estos documentos fueron elaborados por
personalidades afines a la restauración del credo tradicional y contrarios a las reformas de
Akhenaton. Para empezar, se alude en líneas generales al escaso sentido común que
caracterizó al monarca, incapaz de darse cuenta de su responsabilidad para con el pueblo
egipcio. A partir de esta premisa los ataques al faraón se basan en su reforma religiosa,
considerándose que al atacar a las tradicionales divinidades egipcias, se atacaba al conjunto de
la sociedad, que entendía a través de estas el mundo que las rodeaba. En definitiva, el giro al
monoteísmo fue entendido como un órdago contra las necesidades espirituales de Egipto.
Además, el dios en el que se basaba el nuevo credo, Atón, no llegó a ser popular entre el
grueso de la sociedad, lo que se debe sin duda a su carácter excesivamente abstracto y a su
falta de mitología. El propio Akhenaton decía que solo él era capaz de entender la naturaleza
del nuevo credo. La sociedad egipcia no veía con malos ojos las reinterpretaciones religiosas
o filosóficas, si no que estas eran toleradas bajo el carácter de moderación egipcio, sin
embargo, la persecución que se hace por parte del monarca a lo tradicional, atenta en contra
de este principio. Es por ello que la sociedad egipcia no podía aceptar a largo plazo un dios
que se mostraba como impersonal, intolerante y exclusivo, erigiéndose como el fin de las
demás divinidades72.
Un texto de la época de Tutankhamon (estela del Museo del Cairo 34.183) nos resume este
sentir: “Los recursos [de los templos] estaban prohibidos. La tierra se hallaba como en el
tiempo del caos. Los templos de los dioses desde Elefantina [hasta el Delta], abandonados,
caían en la hora aciaga; los almacenes estaban como si no existieran; los edificios se
transformaban en caminos. El país estaba en decadencia. Los dioses desviaban la cabeza de
esta tierra… si se invocaba a un dios para recibir un consejo, no respondía; si se imploraba a
una diosa, tampoco ella acudía; sus corazones estaban disgustados de sus cuerpos, ellos
dejaban perecer la creación.”
71
PADRÓ (2014,251)
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CASTAÑEDA (2003,305)
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Poco antes de fallecer, Amenhotep III había visto conveniente la renovación de las alianzas
con Mitanni, que cristalizó a través del matrimonio entre el propio faraón y una de las hijas
del rey mitánnico Tushrata. Desconocemos si esta princesa era Tadu-Jeba, quien finalmente
llegó a contraer matrimonio con Amenhotep IV (veáse página 15). Lo que sí sabemos es que
mediante esta alianza, el joven rey trataba de seguir los pasos de su padre, al menos en
asuntos exteriores.
En tiempos de Akhenaton, el rey hitita dedicó gran parte de sus esfuerzos a organizar su
estado y pacificar sus fronteras en Anatolia. A través de una exitosa combinación de
diplomacia y belicismo, Suppiluliuma consiguió ejercer su influencia sobre una serie de
pequeños estados como lo son Kizzuwadna, Alshe y Hurri, encontrando sus intereses con los
de Mitanni, aliado de Egipto.
Egipto asistió impasible, entre otras cuestiones a causa de sus graves problemas interiores, a
la gran expansión del imperio hitita, que invadió Siria y alcanzó rápidamente el Éufrates y el
Líbano. El estado hitita llegaba así hasta la frontera egipcia, sin bien no tenían ningún interés
a corto plazo de enfrentarse directamente con el estado egipcio74. Por su parte, la reacción de
Tushrata fue tardía e insuficiente.
73
PADRÓ (2014,252)
74
PADRÓ (2014,253)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
sin éxito la ayuda del estado faraónico. Entre estos vasallos cabe ser destacada la presencia de
Biblo, que pasaba por ser un gran informador de Egipto y uno de sus estados más fieles. Las
misivas dirigidas por parte de Egipto al rey de Amurru eran contestadas con la negación de
todos los hechos, persistiendo en sus aspiraciones expansionistas.
Es así, como el estado dirigido por Abdi-Ashirta se dispuso a atacar Biblo, comenzando por
bloquear la ciudad, hecho que Egipto entendió, esta vez sí, como inadmisible, por lo que se
dispuso a actuar enviando tropas a Biblo, con la intención de contribuir al desbloqueo de la
ciudad. Abdi-Ashirta falleció en el transcurso de la contienda y fue sucedido por su hijo
Aziru75.
Akhenaton continuó instando a Aziru a comparecer en Egipto, como si esta fuese la única
medida que pudiera llevarse a cabo, a lo que éste, tras haber cerrado un pacto de alianza con
los hititas, decidió personarse finalmente ante el faraón. Increíblemente, Aziru resultó bien
parado de las acusaciones de infidelidad vertidas por el faraón, gracias a la defensa de ciertos
funcionarios egipcios que pudieron ser sobornados por el rey de Amurru.
Como era de esperar, al regreso de Aziru a su tierra, el estado amorrita y el hitita consolidaron
su alianza, pasando Amurru a ser formalmente un aliado hitita, y alejándose definitivamente
de la órbita de Egipto76.
Los ataques hititas se dejaron sentir entonces en los dominios del imperio egipcio, lo que
sumado a las intrigas protagonizadas por el estado hitita, Amurru y Qadesh, obligó por fin a
Egipto a enviar un ejército a Qadesh. Al mismo tiempo, las hostilidades entre mitánnicos e
hititas se reanudaban, completando de esta manera el caldo de cultivo de la 3ª Guerra Siria.
75
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PADRÓ (2014,255)
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Por suerte para Egipto, el general Horemheb supo repeler de manera hábil la invasión hitita,
derrotando a su ejército que, para colmo de males pudo haberse visto afectado por la peste en
el transcurso de esta campaña, expandiéndola por su territorio al fin de la contienda.
La llegada de Aziru al trono nos ofrece un buen ejemplo de cómo los vasallos de Egipto,
enfrentados a menudo entre sí, trataban de influir en el rey para obtener su favor en
detrimento de sus enemigos. En el caso de Siria-Palestina se han documentado unas 300
cartas enviadas a Egipto. Estos documentos nos ofrecen además relevante información acerca
de cómo se organizaban las relaciones entre Egipto y sus vasallos en el ámbito internacional,
reflejando cuáles eran los deberes de cada una de las partes y en qué modo estos se cumplían.
En este caso podemos apreciar la labor de Tutu en la comunicación fluida que éste mantuvo
con Aziru, quien le pedía que intercediese por él ante el rey, a cambio, este le premiaría
generosamente78.
Tutu había alcanzado el cargo de primer sirviente del rey en el templo de Atón, y es en su
tumba donde podemos contemplar sus acciones como mediador de las regiones sirio-
palestinas en otra ceremonia oficial, esta vez presidida únicamente por el propio Akhenaton.
Además de esto, Tutu hizo las veces de portavoz de los jefes extranjeros en la corte egipcia, lo
que ha quedado de manifiesto en la correspondencia diplomática encontrada en la ciudad real.
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PADRÓ (2014,255)
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GALÁN (2011,377)
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constancia, gracias a documentos como las misivas enviadas al monarca egipcio por el
gobernador de Tiro, de la lealtad profesada al rey por los jefes locales. En la correspondencia
a la que antes hacíamos referencia, el gobernador de Tiro comienza comparando al faraón
hereje con su padre, el dios Atón. Acto seguido lo equipara a Baal, y destaca cómo el aliento
del rey le ha procurado la felicidad79. Esta es la tesis que sigue también J.M. Galán, quien
señala que las protestas de los vasallos egipcios durante el periodo Amarna ante las distintas
tensiones políticas, reflejan indirectamente lo extraordinario de estas, y el gran control que
mantenía Egipto en estos momentos80.
A través de importantes fuentes historiográficas, como lo son las tumbas de Huya y de Meryra
II, la historiografía ha sido capaz de desentrañar algunas de las cuestiones políticas del
periodo Amarna. Huya y Meryra fueron detentores del puesto de supervisor del Tesoro y
supervisor del harén de las reinas Teye (en el caso de Huya) y Nefertiti (en el caso de
Meryra). En las paredes de sus enterramientos se hallan algunas escenas que representan un
acontecimiento ocurrido en el duodécimo año del reinado de Akhenaton. Se trata de la
recepción de tributo extranjero, en la que tomaron parte delegaciones del norte y del sur,
presentándose ante la familia real. Hemos de destacar la presencia de nubios cautivos en este
evento, lo que puede deberse al enésimo castigo de los egipcios a Nubia, concretamente a la
región de Ikayta.
Se ha especulado con la posibilidad de que este acto oficial fuera además una ceremonia
llevada a cabo para inaugurar internacionalmente la nueva capital, al igual que el nuevo credo.
En este sentido, el rey se equiparaba públicamente al dios Atón, y la figura de la reina se unía
a la de su esposo. La unión simbólica de la pareja real se observa en las representaciones de la
tumba de Mery II, donde apreciamos una sola figura formada tras la unión del rey y la reina.
79
GALÁN (2011,379)
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GALÁN (2002, 28)
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En los últimos años de su reinado, el monarca había asistido impasible a una sucesión de
acontecimientos que explican su pérdida de poder en Asia frente al auge del estado hitita,
quienes controlaban cada vez una mayor extensión de territorio y trazaban alianzas con
algunos de los tradicionales vasallos de Egipto, que para colmo, atentaban contra los vasallos
que aun se mantenían en la órbita egipcia82. También es cierto que se ha especulado con la
idea de que la peste hubiese afectado a la población egipcia, y que las bajas que ésta provocó
en su ejército fuesen determinantes para explicar el declive egipcio en el plano internacional.
Estas durísimas circunstancias debieron tener mucho que ver en la posible ruptura entre
Akhenaton y Nefertiti, la cual no abandonó la capital en ningún caso. Es entonces cuando la
hija de ambos, Meritatón debió asumir oficialmente las funciones de reina. Es probable que
Meritatón llegase a contraer matrimonio con su propio padre83.
81
GALÁN (2011,379)
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Desconocemos si Nefertiti llegó a ser enterrada en la tumba real de Akhetaton, la cual estaba
dispuesta para albergar tanto su cuerpo como su equipamiento funerario, o si por el contrario
acabó siendo enterrada en el Valle de los Reyes de la ciudad de Tebas.84
Actualmente contamos con escasos datos sobre el origen de Tutankhamon, el último faraón
que residió en la ciudad real de Akhetaton. Si bien es cierto que lo más probable es que
Tutankhamon fuese engendrado por Akhenaton y su segunda esposa, Kiya87, no contamos con
pruebas lo suficientemente consistentes como para confirmar esta teoría.
En el momento en el que accedió al trono, Tutankhamon contaba solo con 9 años de edad y
su nombre era el de Tutankhaton. Nada más llegar al trono, el joven rey contrajo matrimonio
con la princesa Anjesenpaatón, hija de Akhenaton y Nefertiti y quien le transmitió los
derechos al trono88.
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Al igual que ocurrió al comienzo del reinado de Akhenaton (veáse página 15), Tutankhaton,
no trató en un primer momento de llevar a cabo una ruptura con los principios de su
predecesor. Sin embargo, al tercer o quizás cuarto año del reinado de Tutankhaton, éste
decretó una vuelta a los principios que regían la vida política y religiosa de Egipto antes de la
llegada de su predecesor, momento que aprovechó del mismo modo, para adoptar el nombre
de Tutankhamon, con el que se le conoce en nuestros días. Este decreto ha llegado a nuestros
días inscrito en dos estelas (de las cuales una se encuentra en un estado de conservación
deplorable) situadas en el templo de Karnak y que posteriormente fueron bautizadas como las
estelas de la restauración89. El decreto se hizo oficial desde la ciudad de Menfis, y restablecía
a los dioses tradicionales su antigua dignidad. Del mismo modo reinstauraba su credo,
rituales, ofrendas y quizás lo más importante, sus ingresos. Desde este momento las imágenes
de estos dioses volvieron a ser esculpidas de nuevo.
No sería de extrañar que en esta coyuntura se produjera, al igual que sucedió con el propio
faraón y con el resto de la corte, un abandono masivo de la fe en Atón por parte del resto de la
sociedad de Akhetaton, de manera que estos cambiarían sus nombres, abandonarían sus casas
y tumbas y contribuirían al caos en el que la ciudad de Atón se sumiría previamente a su
abandono90.
Como ya hemos referido en alguna ocasión, el faraón no era más que un niño en estos
momentos, por lo que debemos de considerar el grado de responsabilidad que éste tuvo en los
actos de gobierno, y destacar las figuras de Ay y Horemheb como los auténticos detentores
del poder efectivo. Con el ascenso al trono de Horemheb, el templo de Atón fue totalmente
destruido poniendo punto y final a una de las ciudades reales más efímeras de la historia.
Sin embargo, la restauración se produjo de manera progresiva, puesto que no era tarea fácil
olvidar unos planteamientos que, al menos en teoría, ofrecían una cierta igualdad para los
habitantes de Egipto91. De hecho, el propio faraón siguió adorando a Atón tal y como
demuestran diferentes objetos encontrados en su tumba. Es pues improbable, que se produjese
una persecución al credo de Atón, por lo que consideramos que la situación del imperio
89
GALÁN (2011,381)
90
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egipcio tras la muerte de Tutankhamon, supuso una vuelta a la situación vivida en tiempos de
Amenhotep III92.
Lo que sí sabemos es que la no haber tenido descendencia, le sucedió Ay, quien pudo haber
obtenido sus derechos al trono al haber estado casado con la reina Tiy II, si bien es cierto que
se ha considerado la posibilidad de que estos derechos le viniesen de su matrimonio con la
reina viuda Anjesenamón93.
5. La ciudad de Akhetaton94.
El lugar que actualmente conocemos como Amarna, constituyó durante un breve periodo de
tiempo la capital del imperio egipcio. Ésta fue erigida por mandato del faraón Akhenaton, y
abandonada un tiempo después de su muerte y fue en este lugar, donde el faraón persiguió su
visión de una sociedad dedicada al culto de un solo dios, encarnado en el disco solar y
conocido como Atón. Además del interés histórico que dicha ciudad representa, Amarna
destaca por su tamaño y accesibilidad. En definitiva, se trata pues de un lugar necesario para
entender este capítulo de la historia.
Las razones que llevaron al monarca a abandonar Tebas, la hasta entonces ciudad real, para
embarcarse en la construcción de una nueva, han dado lugar a numerosas hipótesis. Una de
92
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93
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94
La información relativa a la antigua ciudad de Akhetaton que se incluye en estas páginas ha sido extraída
casi en su totalidad de la web del proyecto Amarna, pues es la fuente que mejor combina la bibliografía clásica
elaborada sobre dicha ciudad con los proyectos actuales de investigación. Es por ello que llegados a este punto
no se han incluido tantas referencias a las fuentes de información, como en otros apartados del trabajo.
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ellas alude al creciente poder del clero de Amón, y que, con la reforma religiosa se vería
reducido para tranquilidad de Akhenaton. En este sentido, al trasladar la capitalidad, el faraón
se alejaría en todos los sentidos de este influyente grupo.
Otra teoría más reciente es la que explica el traslado de la ciudad real por razones de
salubridad, y es que existe la posibilidad de que desde finales del reinado de Amenhotep III,
Tebas se hubiese visto afectada por una plaga o enfermedad que las fuentes llaman “peste
cananea”, lo que además explicaría la proliferación de estatuas dedicadas a la diosa Sekhmet,
patrona de la guerra y la peste, en este periodo. Amenhotep III situó el palacio de Malqata en
la orilla occidental de Tebas, con lo que el río actuaría como flanco entre el palacio y la mayor
parte de la población, situada en la otra orilla. Este hecho que puede encontrar su explicación,
en la presencia de la ya citada presencia de una enfermedad contagiosa o una plaga. De este
modo, es posible que Akhenaton buscara un nuevo emplazamiento para la ciudad real
huyendo de las hipotéticas condiciones de insalubridad de Tebas95.
Lo que es cierto, es que estas teorías no han podido ser confirmadas en ningún caso, puesto
que remitiéndonos a las fuentes, las razones que movieron a Akhenaton en su toma de
decisiones son de carácter divino y no terrenal. Si hacemos caso a estas fuentes, Akhetaton
respondería a la necesidad de construir una ciudad real que sirviese al mismo tiempo de sede
al culto oficial de Atón. En esta nueva ciudad, una nueva cultura podría erigirse ajena a la
sombra del pasado.
El emplazamiento de Akhetaton consistía en una considerable porción del Valle del Nilo que
incluía una parte apropiada para la labranza, pero también una sección desértica. Los límites
antiguos de la ciudad ocupaban una extensión de 16 x 13 km. Esta distancia se ha conseguido
medir gracias a dos estelas de demarcación situadas en los extremos de la ciudad. El área de la
ciudad consistía en un rectángulo de unos 200 km2 de superficie atravesados por el río Nilo.
De este modo, los asentamientos quedarían enmarcados en la orilla oriental, como se puede
comprobar en el mapa del plano urbano de la ciudad en la ilustración número 1.
95
GALÁN (2011,371)
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En la actualidad, Amarna ocupa una larga bahía semidesértica, que se encuentra rodeada casi
en su totalidad por diferentes acantilados que pueden alcanzar una altura de 100 metros
aproximadamente. Desde el cabo norte hasta el sur, los cuales se encuentran muy cerca del
Nilo, hay una distancia de 10 km. La mayor extensión que existe entre el río y los acantilados
no alcanza los 5 km. Alrededor de este complejo de acantilados, encontramos la presencia de
valles secos y cauces de diferentes torrentes (wadis) que conducen al interior del desierto. En
el sudeste, los acantilados forman un extenso valle de alrededor de 3 km de ancho que se
origina sobre la orilla de una terraza muy irregular.
El lugar por aquel entonces virgen, que el mismo faraón bautizaría con el nombre de
Akhetaton (horizonte de Atón), y que hoy conocemos como Amarna, se encontraba por aquel
entonces virgen, con lo que el faraón descartaba incomodar a ningún hombre ni dios.
La razón por la que Akhenaton eligió este entorno para la fundación de una nueva capital
continua siendo un misterio, pero es posible que la presencia del Valle Real, interrumpiendo
el centro de las colinas circundantes, cautivase al faraón, al ser la viva imagen del jeroglífico
Akhet (horizonte) en el momento del amanecer. Esta visión pudo sugerir el nombre de la
ciudad: “Akhetaton, el horizonte del Atón”.
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Ilustración 1: Mapa del plano de la antigua ciudad y su correspondiente leyenda. Traducción de la leyenda: 1. Gran
Templo de Atón; 2. Pequeño Templo de Atón; 3. Gran Palacio; 4. La casa del Rey; 5. Casa de Correspondencia; 6.
Barracones militares; 7. Suburbio Sur; 8. Taller de Thutmose. Traducción de las leyendas asignadas a un color de
arriba abajo, empezando por la columna izquierda: Templos y Terrenos de Altares: rituales de ofrenda a Atón;
Almacenes del templo y panadería: preparación de la ofrenda y almacenamiento; Palacios reales y corte:
administración real de la corte; Almacenes del palacio y oficinas: administración del gobierno; Camino Real: Ruta de
carretillas ceremoniales; Barracones militares: patrulla de los límites de la ciudad; Casas, pozos y talleres: residencia,
recogida de agua y manufactura; Compuestos del gobierno: almacenamiento de bienes y manufactura; Mercados
locales y campos: venta de comida y agricultura; Muelles, barcos y fábricas de ladrillo: embarcación, intercambio y
fabricación del ladrillo.
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del territorio bajo ninguna premisa, lo que fue respaldado al poco tiempo con la creación de
quince inscripciones en los límites montañosos de la ciudad. Por último, Akhenaton deja
constancia de algunas de las construcciones que se han de realizar, como su propia tumba, que
debía situarse en la colina este de la ciudad, lugar donde también debían ser enterradas la
reina y la princesa Meritatón. También debía levantarse una necrópolis en la misma colina en
la que se incluirían el resto de enterramientos de la familia real96.
Akhetaton fue construida en un corto periodo de tiempo y ocupada por una gran cantidad de
personas (entre veinte mil y cincuenta mil) 97que además debieron trasladarse con una rapidez
reseñable. De este modo, pensamos que a finales del octavo año del reinado de Akhenaton, la
ciudad ya estaría dispuesta para convertirse en la residencia del faraón, si bien aún se
encontraría sujeta a cambios de planes y esquemas menores de reconstrucción.
A día de hoy, Amarna nos ofrece únicamente la vista de algunos edificios en ruinas. Un
aspecto muy diferente al que debió tener la ciudad en los días de Akhenaton. Por suerte,
contamos con pinturas de la ciudad que reflejan cómo la contemplaban los artistas
contemporáneos. Estas pinturas deben ser interpretadas con cautela, al no contar con ninguna
precisión topográfica. El propósito de los artistas del momento no era otro que el de reflejar la
sensación visual de encontrarse en un lugar determinado. En cualquier caso, estas pinturas
entre las que podemos destacar los frescos de los templos nuevos y el Gran Palacio98, nos
muestran numerosos edificios que de otro modo no podríamos conocer, además de una gran
afición por árboles y jardines, que contrasta considerablemente con la aridez actual.
La ilustración 1 también nos sirve para estudiar el plano de Akhetaton, que puede ser
considerado irregular, al no obedecer a ningún criterio preconcebido. Este se explica
principalmente a las necesidades que van surgiendo al crecer la ciudad. Estos son
conocimientos que hemos ido adquiriendo en el grado de Geografía e Historia, tanto en
Geografía Humana, como en Urbanismo y Ordenación del Territorio.
96
GALÁN (2011,369)
97
GALÁN (2011,371)
98
KEMP (1996, 344)
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La primera de estas partes es la conocida como línea de los acantilados. Ésta se encuentra
presidida por tres conjuntos de monumentos rocosos del Periodo Amarna. Uno de ellos está
formado por las Estelas Fronterizas, mientras que los otros comprenden dos grupos de tumbas
rocosas (las Tumbas Norte y las Tumbas Sur), que pertenecieron a los cortesanos de
Akhenaton y a altos oficiales. Éstas se encuentran decoradas con escenas talladas y pinturas.
Un tercer grupo de tumbas rocosas descansa en uno de los wadis, alejado de los conjuntos
anteriormente citados. Estas tumbas fueron construidas para la familia real, y entre ellas se
encuentra la Tumba Real. La superficie de la meseta desértica sobre la que se asienta la línea
de los acantilados fue utilizada para la extracción de piedra caliza, destinada a la construcción
de los edificios reales, columnas y entradas en casas privadas. Muchas canteras antiguas se
conservan hoy en día, situadas en su mayoría al norte. La caliza se presenta en capas
aproximadamente horizontales, encontrándose fracturada en gran parte o albergando duros
nódulos que dificultan su extracción. Sin embargo, existen capas en las que la roca se
encuentra bastante bien granulada y homogénea. Estas eran las capas utilizadas en años de
Akhenaton, para abastecer a la ciudad. La extracción continuó en periodos posteriores,
llegando incluso a nuestros días.
La segunda parte de la ciudad es la constituida por los Altares Desérticos. Éstos se encuentran
a lo largo de la zona intermedia del bajo desierto, concretamente entre el Suburbio Norte y las
Tumbas del Norte por un lado, y entre el Pueblo de los Trabajadores y el Pueblo de Piedra por
otro.
La ciudad se encuentra cubierta de arena en su mayor parte, además de haber sido fuertemente
erosionada. Estas cuestiones explican que ninguna de las esculturas realizadas en piedra, que
debieron decorar el interior de los templos o los palacios, haya sobrevivido. Además de esto,
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hemos de recordar que muchas de estas esculturas fueron eliminadas tras la Restauración. Los
muros de adobe secados al sol, a partir de los cuales se habían construido las casas y gran
parte de los palacios de Akhetaton, han sido reducidos a ruinas por la acción del viento, las
lluvias ocasionales, y la reutilización de materiales para llevar a cabo otras obras, por lo que
en el presente se encuentran en su mayor parte reducidos a arena. Un continuo programa de
limpieza y reparación está haciendo de la ciudad un lugar más accesible gradualmente.
Ilustración 2: Fotografía aérea de la Ciudad Central cuando fue excavada en marzo de 1932. El Pequeño Templo de
Atón se encuentra en primer plano. La mayor parte del Gran Palacio continúa sin excavarse por la expedición
Pendlebury.
El Gran Palacio: el Gran Palacio se extendía 580 metros a lo largo del lado oeste de la
Carretera Real, ocupando el espacio entre esta y la ribera del río. Su aspecto pudo ser el de
una larga columnata de cara a una playa con vegetación y barcos amarrados con sus pasarelas
descansando en la parte posterior (ver ilustración 3).
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Ilustración 3: Lugar donde se encontraba el Gran Palacio, visto en dirección sur desde el extremo norte del barrio de
Harem. Fotografía tomada en 2003.
El “Barrio de Harem” contenía un jardín hundido flanqueado por una fila de pequeñas
cámaras a cada lado, y un área con columnas en el sur, que incluía a su vez un pórtico abierto
al jardín, como se observa en la ilustración número 4. Los pavimentos de estas partes estaban
cubiertos con emplasto de yeso pintado con brillantes escenas de la naturaleza y con figuras
de cautivos extranjeros. En la parte posterior probablemente se encontraba un trono real. La
parte sur consistía en un grupo de pequeñas habitaciones que conducían a un pórtico abierto a
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un jardín en el lado este. Un grupo similar de suelos de yeso pintados rellenaba las
habitaciones.
Ilustración 4: Fotografía tomada en 1934 del jardín hundido en la sección norte del Barrio de Harem del Gran
Palacio. Las pequeñas cámaras que se encontraban tras un pórtico con columnas se situarían a la derecha de la
fotografía.
Los apartamentos este presentan una prolongación hacia el norte que es conocida como “Los
barrios de los sirvientes”. Esta sección contenía una serie de grandes y pequeños almacenes y
casas de mediano tamaño.
La Sala de Coronación: Añadida al extremo sur del Gran Palacio al final del periodo de
Amarna, este edificio rectangular de 130 x 135 metros, destaca por su gran número de pilares
de ladrillo. Durante un nuevo examen en 1935, se encontraron ladrillos estampados que
llevaban el cartucho de Ankhkeperura entre los restos, al igual que mosaicos y azulejos de los
que se piensa que decoraron las paredes. Aunque han surgido distintas teorías que hablan de
la función de esta sala, como la que habla de ella como un gran viñedo, la interpretación más
plausible es la de un lugar destinado a la celebración de banquetes.
El puente: Un camino de 9 metros de ancho unía el Gran Palacio con la Casa del Rey. Dentro
de ambos edificios, una rampa empezaba a ascender orientada a la Carretera Real, y tras
ascender varios metros de altura, recorría el camino a través de dos inmensos pilares de
ladrillo. Para prevenir que las paredes que soportaban el peso del puente se hundieran, varias
bigas y maderos fueron insertados en el trabajo de ladrillo. Algunas partes del puente
contenían escenas pintadas, retratando a la pareja real, un estanque y un jardín.
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La Casa del faraón: Este emplazamiento de 138 x 120 metros pudo constituir el lugar de
trabajo del monarca. Llama la atención la presencia de la conocida “ventana de la aparición”,
a la cual se asomaba el faraón para conceder ascensos a determinados funcionarios. Entre los
elementos que constituyen esta construcción podemos hablar de tres zonas diferenciadas.
En primer lugar advertimos la presencia de un patio abierto con numerosos árboles dispuestos
en filas, formando una avenida que se dirigía al sur desde una entrada de pilones. Era en este
patio donde el puente descendía.
Por último haremos referencia a un grupo sustancial de almacenes dividido en dos bloques.
Algunos contenían soportes de pequeños ladrillos como estanterías y podrían haber servido de
graneros, entre otras cuestiones.
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dos teorías acerca del abandono de la ciudad. En primer lugar, el hecho de que estos
documentos fuesen abandonados significaría que la marcha de la ciudad se produjo de forma
precipitada, sin embargo, también podemos pensar que estos documentos ya no eran del
interés de Tutankhamon.
Con la llegada al poder de Tutankhaton, tiene lugar un periodo confuso que propicia una
nueva fase de actividad constructora. En cualquier caso, el material utilizado en estos edificios
públicos, así como en los anteriores, será reutilizado en el programa arquitectónico de Ramsés
II.
El Gran Templo a Atón: con unas dimensiones de 229 metros de ancho por 730 de largo, el
recinto del gran templo a Atón debió de permanecer inacabado al no incluir nunca la mayor
parte de edificios que lo hubieran completado. Sí que advertimos, sin embargo, los restos de
dos edificios de piedra: se tratan del Templo largo, al frente, y el Santuario, hacia la parte
posterior.
El Templo Largo tenía las dimensiones de 190 x 33 metros y se organizaba alrededor del
largo eje central del gran cercado y detrás de un par de pilones de ladrillo. En primer lugar
encontramos un pórtico externo de columnas monumentales que precedía una progresión de 6
patios abiertos, separados por portadas monumentales. Cada uno de estos patios estaba
ocupado por casi 800 mesas de ofrendas hechas de piedra (como se observa en la ilustración
7).
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Ilustración 7: Fotografía tomada en 1932 que muestra el frente del Templo Largo, donde los cimientos de arios de los
altares de ofrenda estaban preservados.
Para hacernos una idea de la apariencia del interior del Templo Largo, hemos de prestar
atención a las imágenes de los templos de Atón, las cuales apuntan a la presencia de tres
centros importantes de interés ritual situados en el eje del templo. El primero, en el patio
norte, consiste en una plataforma a la que se accede por medio de escaleras. En esta parte del
Templo Largo, Akhenaton, acompañado de su familia, ofrecía plegarias y comida a Atón.
En el caso del Santuario, este se encuentra en la parte posterior del complejo. Se trataba de un
edificio rectangular hecho de piedra y con unas dimensiones de 48 x 32 metros, y subdividido
por un pilón de piedra. Las dos partes en las que el pilón dividía el Santuario permanecieron
descubiertas y llenas de mesas de ofrendas, en un número superior a 150 y que reemplazaban
a una originaria plantación de árboles en macetas hechas de barro y a lo que pudo ser un altar
o pedestal para algún objeto a juzgar por la base cuadrada que hoy día podemos observar
(ilustración número 8).
Ilustración 8: Fotografía tomada en 1932 de la parte trasera del Santuario del Gran Templo de Atón que muestra los
restos de los cimientos de yeso.
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Hemos de destacar además, la presencia de un segundo eje que se unía en ángulos rectos con
el eje principal, y que incluía diferentes elementos arquitectónicos. Entre ellos podemos
apreciar los restos de un edificio cuadrado de ladrillo asentado sobre el muro norte del cerco.
Este edificio ha sido bautizado con el nombre de “la Casa del obsequio extranjero”. El
edificio debió organizarse en cuatro habitaciones separadas, abastecidas con láminas de piedra
que probablemente fueran robadas. El segundo elemento consiste en una construcción de
piedra a corta distancia del punto en el que ambos ejes se cruzaban. El último elemento es una
plaza rodeada de un muro de ladrillo que se identifica por los excavadores como un patio de
sacrificio.
El gran espacio rectangular que albergaba al Gran Templo de Atón, además del Gran Palacio
y la Casa del Rey, contenía también varios edificios que pueden haber servido al templo en su
papel de proveedor de alimentos, a través de las ofrendas a Atón. Estos edificios incluyen:
La casa del alto sacerdote (Primer servidor del Atón), Paneshy. Este personaje es el dueño de
la tumba de roca número 6, y también de una gran casa en la Ciudad Principal. Además,
ostentaba el título de “Superintendente del rebaño de Atón”. Sobre este edificio se construyó
posteriormente una magnífica capilla de piedra caliza grabada, ahora lucida en el Museo de el
Cairo en Egipto.
Un edificio que contiene varias entradas presididas con columnas, pavimentadas con piedra y
provistas de piedras en la parte baja de las paredes, abrevaderos de piedra y hornos. El diseño
completo, su localización y la presencia de “huesos de buey” apuntan al probable uso del
edificio como lugar para la preparación de la carne, aunque los excavadores interpretaron el
edificio como una “zona purificadora para los sacerdotes”.
Tres largas filas de cámaras paralelas, muchas de las cuales contienen hornos en la parte
posterior. Los hallazgos de un gran número de moldes de pan hechos de alfarería encontrados
en lugares cercanos dejan pocas dudas de que estas cámaras eran panaderías. En el Nuevo
Reino, el pan horneado en moldes de alfarería estaba reservado para su uso en templos y
capillas.
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contenido y una igualmente notable cantidad de piedras con un agujero en medio, aunque no
se sabe dónde eran utilizadas.
La Mansión del Atón: se trataba de una versión reducida del Gran Templo de unos 191 x
111 metros, que se encontraba amurallada para dar la impresión de estar dentro de una
fortaleza. Objeto de numerosas reformas durante el periodo Amarna, su posición central en la
ciudad fue responsable de que La Mansión del Atón fuese utilizada por el faraón para muchos
de los actos semi-públicos de culto. Es posible entonces, que este sea un templo funerario,
teoría apoyada por la presencia de un pequeño edificio que podría haber sido utilizado como
vestidor, además de una ventana de la aparición. El templo contaba con unos pilonos en su
acceso, cada uno de los cuales estaba provisto con dos nichos donde podrían haber existido
astas de madera. La entrada al templo se orientaba hacia la tumba real. Por último cabe decir
que el templo se encontraba divido en tres patios.
El primer patio debió albergar una gran plataforma rectangular de bloques de barro alcanzada
por una escalera y flanqueada por 106 mesas de ofrenda hechas de bloques de barro ordenadas
en filas a cada lado. La plataforma central habría sido destruida posteriormente.
El segundo patio, más pequeño que los otros, contenía una pequeña estructura en forma de
casa en el lado sur del eje del templo. Estaba provisto con una tarima muy pequeña hecha de
bloques de barro alcanzada por escaleras, como si hubiese actuado de base para un trono. Los
excavadores interpretaron trazas de ladrillo y cimientos de emplasto en el medio del patio,
como posibles restos de una estela.
El tercer patio estaba presidido por el Santuario de piedra, muy similar en diseño al de la parte
posterior del Gran Templo de Atón, incluyendo también mesas de ofrendas, como podemos
comprobar en la ilustración 10. Una doble línea de árboles en macetas rodeaba el Santuario
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por sus tres lados, y un número de edificios de pequeños ladrillos, dotaban el terreno en su
parte exterior.
Ilustración 10: Reconstrucción del antiguo trazado del Santuario dibujado con bloques de piedra caliza.
Conocemos como los Altares del Desierto a un grupo de edificaciones de barro que se
encuentran cerca de la carretera que conduce a las Tumbas del Norte. Fueron excavados por la
Sociedad de Exploración Egipcia entre 1931 y 1932 y constan de tres elementos principales,
percibidos muy claramente en la ilustración 11, construidos a lo largo de un alineamiento
común. De norte a sur, estos son:
Una plataforma cuadrada a la que le alcanzaba una rampa por cada uno de sus cuatro lados.
Un profundo agujero en el centro de la plataforma podría apuntar a la existencia original de
una piedra fija. Seguidamente, un grupo de tres plataformas alcanzadas por rampas, dos de
ellas flanqueando el acercamiento a la rampa de la plataforma más grande, que fue
reconstruida durante el Periodo Amárnico en piedra. Finalmente una gran plataforma
rectangular, alcanzada por rampas en cada uno de sus cuatro lados. El complejo diseño de sus
cimientos sugiere que varias habitaciones con columnas se sostenían encima de la plataforma,
rodeadas de una columnata abierta.
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Ilustración 11: Fotografía que muestra los tres elementos de los que se componían los Altares del Desierto.
El conjunto entero se erigió en un lugar que había sido limpiado de piedras previamente. Estas
fueron utilizadas en una tenue cresta que rodea el área por el norte, sur y este. Este perímetro
se rompe en el lado este debido a varios cruces con dos de las carreteras del desierto que
también pertenecen al Periodo Amarna. Esta conexión, y la ausencia de un claro perímetro al
oeste, sugieren que en esta zona concurría el cruce de las Tumbas Norte y de los altos
oficiales. Por último, destacar la existencia de un pequeño santuario de piedra perteneciente a
un grupo de santuarios remotos, ejemplos de templos del sol que pertenecieron a algunas de
las mujeres de la familia de Akhenaton.
Kom El-Nana: Este nombre local se asigna a un recinto al sur de la ciudad principal y al este
del poblado actual de el-Hagg Qandil. Fue el propio Akhenaton quien mandaría construir este
recinto como templo dedicado al sol. Entre 1988 y 2000, la Sociedad de Exploración Egipcia
excavó algunas de sus zonas clave como parte de un intento (hasta ahora exitoso) de prevenir
el derrumbamiento del lugar.
Kom El-Nana pasa por ser un gran recinto de ladrillo de unos 228 x 213 metros, cuyos muros
estaban reforzados con gruesos contrafuertes exteriores. Este recinto fue dividido en dos
partes desiguales por un muro levantado de este a oeste, y se encontraba atravesado por
puertas flanqueadas por pilones en cada uno de sus cuatro lados. La porción del norte contenía
un grupo de cámaras paralelas de ladrillo provistas de hornos. Algunas evidencias excavadas
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Ilustración 12: Hornos en la parte posterior de una de las cámaras utilizadas como panadería/cervecería.
Pero esta parte fue, sin embargo, reemplazada por un monasterio cristiano, cuyo origen lo
encontramos en los siglos V y VI d.C. que reutilizó en parte los muros originales, destruyendo
o disfrazando la naturaleza de los edificios primarios. Una porción del monasterio, incluyendo
la iglesia y los departamentos domésticos/industriales, se encuentra excavado en la actualidad.
La porción sur permaneció en gran parte en el exterior del perímetro del monasterio, y los
edificios del Periodo Amarna sobrevivieron mejor, aunque permanecen significativamente
desnudos y también afectados por la posterior extracción de ladrillos. Una serie de edificios
permanecieron en un eje sur-norte, entre ellos citamos los siguientes:
Un gran pilón en el muro del emplazamiento, con el suelo del gran espacio de entrada de
piedra; el Pabellón Sur, un estrecho edificio rectangular con entradas escalonadas en el sur,
oeste y este; finalmente un edificio central con columnas que se abría a unos jardines
hundidos en los lados este y oeste. Las plantas de los jardines estaban organizadas en
cuadrículas del tamaño de un codo.
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El Santuario Sur, cuya posición y trazado están indicados por una plataforma de estrato de
yeso, en la que permanecen muchas marcas del trazado de los ladrillos. Parece haber
consistido en una serie de cámaras en el este y un pórtico de columnas en el oeste.
También en la porción sur había un grupo de casas en la esquina sudeste, ordenadas en dos
grupos separados por un patio; un grupo de parcelas de jardín del tamaño de un codo se
extendía al nivel del suelo en la esquina nordeste.
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Todo el conjunto tiene un gran parecido con Maru-Atón. El reciente trabajo en los fragmentos
del relieve del lugar (Williamson 2008) confirmó una propuesta anterior (Kemp 2005: 457-
61) de que el complejo contenía un santuario solar del tipo que los egipcios llamaban una
“sombra del sol”, y que probablemente estaba dedicado a la Reina Nefertiti.
Ciudad Principal y Suburbio Sur: con el término “Ciudad Principal”, aludimos a la zona de
la ciudad, mayormente destinada a uso residencial, que se extiende hacia el sur desde la
Ciudad Central a lo largo de 2,7 km. Antes de alcanzar el límite sur, a una distancia de 1,8
km, en el lugar en el que actualmente encontramos una pequeña depresión, el carácter de la
zona parece cambiar aumentando la dispersión entre las viviendas a la vez que disminuye la
presencia de ruinas arqueológicas. Estas cuestiones sirven para dar a esta parte una
designación propia, llamada Suburbio Sur.
Ciudad Principal: se encuentra dividida por un wadi que ha cubierto gran parte de las casas
de la zona. Las exhaustivas excavaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en la
Ciudad Principal desde la primera parte del S.XX, se han concentrado en el sector este, la
parte menos afectada por las extracciones de ladrillos y los cazadores de tesoros. Cuanto más
avanzamos al oeste, más evidente es el desnudo y el desorden del territorio. El lugar siempre
ha estado visible, con grandes edificios marcados por montículos de escombros, lo que se
relaciona con su nivel de degradación.
Los indicios que obtenemos a partir de la superficie visible, indican que la Ciudad Principal se
ordenaba a lo largo de tres pasajes de norte a sur que la conectaban con la Ciudad Central.
Estos caminos no presentaban una forma recta, por lo que probablemente se formaron
espontáneamente a medida que la ciudad crecía, si bien es cierto que conserva un curso
general paralelo al río. La terminología moderna ha bautizado el primero de estos caminos
como “carretera este hacia el sur”, conocida en tiempos de Akhenaton como “Calle del Alto
Sacerdote”. El segundo camino es conocido como “carretera del oeste al sur”, cuyo nombre
antiguo era el de “Carretera principal”. Quizá este camino fuese una continuación de la
Carretera Real, ahora perdidos bajo el terreno actual. La manera en la que se agrupaban las
casas variaba según el lugar. Algunas veces estas se establecían en calles o callejones bien
definidos, y otras veces constituían espacios irregulares.
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Ilustración 15: La casa del escultor Thutmose se puede observar en el centro de la imagen.
Se ha discutido mucho acerca de la altura original de las viviendas. Se conservan pocos restos
de viviendas que superen una altura mayor a 1,5 metros si bien es cierto que contamos con
pruebas de que algunas de estas viviendas tenían plantas superiores. Estas casas constituyen
una muestra única de la arquitectura y economía domésticas.
Pero no todos los edificios de la Ciudad Central tuvieron una función residencial, si no que
gracias a su plano sabemos que algunos servían para almacenar determinados enseres, otros
constituían lugares donde los obreros trabajaban, e incluso hay edificios de los que aún no
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conocemos su función. Estos últimos son parte de una investigación continua sobre la base
económica de la ciudad, que se encarga, entre otras cuestiones, de determinar dónde se
manufacturaban los objetos y cómo eran distribuidos.
Entre los edificios no residenciales de la Ciudad Principal destacamos unos enormes bloques
rectangulares situados al oeste de la carretera oeste hacia el sur. Se trata de edificios desnudos
que se están perdiendo progresivamente bajo el terreno actual. Solo algunas pequeñas partes
de estos han sido excavadas. El almacenaje a gran escala fue claramente una de sus funciones.
Su emplazamiento debió encontrarse cerca de la orilla del río, por lo que se supone que
albergaban mercancías traídas hasta Akhetaton a través del río. Otra de las dependencias de la
zona incluía hornos de vidrio y azulejos y manufacturas de alfarería, aunque posteriormente
estas instalaciones fueran reemplazadas por edificios destinados al almacenaje. Esta parte,
explorada en primer lugar por Petrie, fue excavada con posterioridad bajo la dirección de P.
Nicholson. Para finalizar, hemos de destacar que este emplazamiento fue posteriormente
utilizado como un lugar de enterramiento, y no solo para humanos, sino también para perros.
Maru-Atón: La ciudad terminaba a mitad de camino entre dos estelas de demarcación, por lo
que existía un gran espacio que podía ser ocupado con edificios sueltos. El más célebre de
estos edificios es el conocido como Maru-Atón, situado en el desierto al sur de la Ciudad
Principal, cerca del poblado moderno de El-Hawata. Este fue explorado por la Sociedad de
Exploración Egipcia en 1922. Consistía en dos recintos similares rodeados por muros de
ladrillo sostenidos con contrafuertes, siendo uno de los recintos más grande que el otro.
Ambos parecen haber sido ocupados por piscinas o lagos poco profundos además de albergar
jardines plantados de árboles y pequeños pabellones de varios tipos alrededor de los bordes,
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algunos de ladrillo y otros de piedra. Una larga y estrecha calzada de piedra y un muelle, con
un quiosco decorado al final, se proyectaban desde Maru-Atón hacia al gran lago.
Ilustración 16: Fotografía aérea del emplazamiento de Maru-Atón, tomada el 10 de marzo de 1932.
Las inscripciones en piedra del lugar preservaban el nombre de Maru-Atón, identificado como
un ejemplo de un templo solar, además de grabar el nombre de la hija mayor de Akhenaton y
heredera, Meritatón. Su nombre, sin embargo, fue grabado sobre uno anterior,
correspondiente a otra mujer de origen real. Primero, se pensó que este había sido el de
Nefertiti. Sin embargo, actualmente se considera que el nombre original era el de Kiya,
segunda esposa de Akhenaton.
La Ciudad Norte: La Ciudad Norte ocupa un espacio triangular de terreno entre el río y una
baja pendiente del acantilado próximo que alcanza la orilla del río y se aproxima a la llanura
de Amarna por el norte. La extensión de esta zona ocupa una distancia de 800 metros de sur a
norte, y 250 metros en su punto más ancho a lo largo del margen sur.
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Ilustración 17: Vista general del Edificio Administrativo Norte. Fotografía tomada en 1977.
Alejándonos un poco más encontramos la esquina de otro gran edificio del que no queda
mucho en pie, y al que se ha aludido como El Palacio de la Ribera Norte.
A través del otro lado de la carretera yace una serie de casas muy grandes y complejos
habitacionales. La más grande de todas las casas, se levantaba en el lado inmediatamente
opuesto al portón y posiblemente pertenecía a alguien muy cercano al rey. Este edificio
compartía con la casa del gran sacerdote Paneshy la distinción de poseer una capilla privada
construida en piedra. En 1924 la Sociedad de Exploración Egipcia empezó a construir una
casa de expedición en las ruinas de este edificio, ensanchándolo y realzándolo, convirtiéndose
posteriormente en la base de John Pendlebury, quien dirigiría las excavaciones en la década
de 1930. Sin duda hoy en día se trata de unas ruinas muy pintorescas, tal y como se puede
comprobar en la ilustración 18.
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Ilustración 18: La primera casa de expedición construida sobre parte de los cimientos de la antigua casa U21.1 en la
Ciudad Norte.
En el límite norte las características del lugar cambian. Un solo edificio ocupa la pendiente en
una serie de terrazas. Este es conocido como el Edificio Administrativo Norte, siendo el
almacenaje y la administración sus principales. En el centro había un gran patio reducido en la
pendiente de rocas, dejando una plataforma de piedra. La numerosa cantidad de productos que
debió contener el edificio nos lleva a pensar que la Ciudad Norte pudo haber sido
autosuficiente.
El Palacio de la ribera norte: Este gran recinto fue interpretado como la residencia principal
para la familia real. Este gran complejo se construyó en el límite norte de La Carretera Real,
la ancha y recta calle que recorría la Ciudad Central, encontrándose por lo tanto separado del
resto de la ciudad. El recinto se encontraba protegido por una impresionante muralla
fortificada con una entrada inmensa.
Cuando comenzaron las excavaciones de este edificio, entre 1930 y 1932, muchos fragmentos
de emplasto de barro pintado fueron encontrados entre los escombros que bloqueaban un gran
portón. El excavador, John Pendlebury, pensaba que estos se habrían caído de una habitación
que se encontraba encima del portón y que correspondían a los restos de una ventana por la
cual el rey hacía presencia.
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Los restos de las pinturas representaban una escena que incluía un carro real, adornos florales,
un soporte de madera con flores cayendo de él, y zonas de paneles imitando la madera.
Algunos de estos fragmentos contenían partes de nombres de cartucho en los que parecen
haber incluido el nombre de Akhenaton y el de una consorte: “Amada Ankhkeperura de
Neferkheperura” y “Nefernefruaten amada de su marido”.
Las distintas partes del Palacio de La Ribera Norte, las cuales se pueden diferenciar
claramente en la imagen 19, son las siguientes:
Ilustración 19: Fotografía aérea de las diferentes partes del Palacio Norte.
Una entrada en la fachada oeste situada entre dos pilones cortos que comunicaba el Palacio
con un patio abierto.
En el lado norte del patio encontramos un gran espacio que conducía a un grupo de tres
plataformas con escalones, originalmente construida en piedra sobre una base de yeso, y que
se encontraban orientadas al norte. La central y más grande de estas plataformas permanecía
flanqueada por dos filas de cuatro mesas de ofrenda. Los lados este y oeste del espacio
estaban a su vez ocupados por una fila de cámaras paralelas, quizá almacenes.
En el lado sur del patio, un espacio más estrecho aparecía rodeado por los cimientos de
edificios de ladrillo que parecen haber incluido almacenes rodeados por columnatas.
Los restos de una entrada monumental al patio principal interior, que constaba de dos
estructuras de ladrillo, flanqueando un área de cimientos de yeso que podría haber soportado
originalmente columnas y pavimento de piedra. Dos entradas más estrechas, también con
pavimento de piedra, flanqueaban los límites exteriores de los pilones. En frente de cada uno
de ellos había un par de cimientos de yeso cuadrados pensados para un objeto que se
encontraba de pie, quizá estatuas.
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El patio principal interior destaca por la presencia de una gran depresión que parece haber
tenido un trazado rectangular, y que presenta una fila de tres fosos o pozos en el lado norte.
No se ha conseguido saber con exactitud el nivel al que llegan los escombros en la depresión.
Los pozos de dicha depresión pudieron constituir la fuente de agua para el jardín hundido de
la esquina nordeste del palacio. Un conducto de piedra caliza enterrado unía ambos espacios.
La cara norte de este patio interior se encuentra dividida en tres edificios similares destinados
a alojar a diferentes animales y que combinaban un espacio central abierto y zonas techadas
soportadas en pilares de ladrillos cúbicos. La parte este incluye dos grupos de comederos de
piedra caliza para animales, combinados con piedras con un agujero en medio, como se ve en
la ilustración 20.
Ilustración 20: Fotografía tomada en 1923 que muestra los comederos de piedra caliza con rebaños retratados.
En el lado sur, el espacio estaba ocupado con lo que parece ser edificios de servicio: casas,
probablemente una panadería, y hornos donde quizá se produjera joyería de cerámica.
La parte posterior del palacio presentaba una continua fila de edificios. En la parte posterior
se encontraba una diminuta sala del trono en el eje central. Frente a esta había una entrada de
columnas transversal que conducía a otra entrada con muchas columnas, cuya presencia es la
característica principal del palacio. Las posiciones de estas bases de columnas se encuentran
actualmente marcadas en el cemento moderno, pudiendo apreciarse su disposición inusual,
puesto que las columnas de la última fila estaban menos espaciadas entre ellas que las del
centro, lo que puede reflejar que la parte central del techo se levantaba más y era más ancha,
por lo que las columnas debían estar más separadas entre sí en esta parte.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Frente a esta entrada había una terraza de piedra que soportaba un dosel en columnas de
piedra. Le alcanzaban unas escaleras o una rampa que se extendía por la entrada. Las
posiciones de la rampa y la terraza se encuentran marcadas actualmente con bloques de piedra
modernos, siguiendo las líneas de los cimientos originales. Inmediatamente al sur de la
entrada estaba el dormitorio y el baño principal. Otros espacios se ocupaban con almacenes y
quizá con acomodamiento para los miembros del séquito.
La sección norte de la parte posterior estaba ocupada por un jardín. Cuando se excavó, las
paredes de las cámaras que lo rodeaban todavía conservaban zonas de emplasto pintado. La
habitación central en el lado norte, conocida como la “Habitación Verde”, estaba pintada con
un friso continuo retratando la vida natural de los pantanos. Cada cámara en el este poseía una
ventana a través de la cual podía ser visto el jardín central, hundido bajo el nivel del
pavimento. Estas cámaras son claramente visibles en la imagen 21.
Ilustración 21: Fila de cámaras con ventanas en el lado este del jardín.
La esquina sudeste estaba en un primer lugar ocupada por almacenes y por un gran espacio
techado soportado en pilares de ladrillo. Los almacenes fueron convertidos en casas y el
espacio con pilares subdividido por muros de partición.
Se construyeron algunas escaleras para acceder a la parte posterior del palacio, aumentando la
posibilidad de que un segundo almacén estuviera presente, incluyendo las habitaciones que
rodean el jardín.
El camino real: partiendo de la ciudad norte, el camino real llegaba al sur, hasta la ciudad
central, siendo este el recorrido que seguía el paseo real en carro. Presidido por el faraón y el
resto de la familia real, y seguido por el ejército, este paseo cargado de solemnidad haría que
los ciudadanos contemplaran arrodillados semejante poderío militar.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
El Suburbio Norte: El nombre de Suburbio Norte se le otorga a una gran zona residencial
que se encontraba separada por el desierto de la Ciudad Central en el sur, y del Palacio Norte
al norte. Tiene la distinción de haber sido completamente excavada, entre 1926 y 1932, por la
Sociedad de Exploración Egipcia.
Ilustración 22: Fotografía aérea del Suburbio Norte tomada en marzo de 1932.
En tiempos modernos, la zona ha sido dividida en dos sectores por un wadi. Posiblemente, las
casas que se encuentran en el límite sur convivieran, tal y como parece, con este wadi,
situándose frente a él. Y es que estas casas estaban provistas de escaleras que descendían al
suelo, que por entonces se encontraba unos metros más abajo.
Las casas se organizaban en anchas calles que parecían seguir la estructura de las calles de la
Ciudad Principal. A juzgar por la cantidad de escombros arqueológicos asociados con las
diferentes partes del Suburbio Norte, estas fueron ocupadas en diferentes espacios de tiempo.
Las casas que se encontraban cercanas al río, estuvieron ocupadas durante más tiempo que el
resto, mientras que otras parecen no haber llegado a terminarse. La parte este del Suburbio
Norte se encontraba en proceso de extensión antes de que la ciudad fuera abandonada.
No todos los edificios eran casas, si no que hemos de destacar la existencia de un gran recinto
al norte del wadi que parece haber sido, debido a su plano, un edificio administrativo.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Este es el más grande de los dos grupos de tumbas, ya que contiene una cantidad de 19
tumbas, que además se encuentran numeradas (de la número 7 a la 25). Estas se interrumpen
con la falda de una meseta frente al límite de los acantilados. Las tumbas pertenecían a un
rango más amplio de oficiales que las tumbas del norte: desde un jefe de policía (número 9) al
“Padre de Dios” Ay, quien posteriormente se convertiría en rey (número 25). El diseño de las
tumbas es también más variado, y aunque a menudo no es tan imponente como en las del
norte, posee un gran encanto. Muchas de las tumbas fueron usadas para enterramientos en
tiempos posteriores. Grandes cantidades de fragmentos de recipientes ocupaban el lugar, la
mayoría data del periodo entre las Dinastías 25 y 30.
Inmediatamente frente a las tumbas, sobreviven trazos visibles de viejas carreteras. Muchas
de las Tumbas del Sur contienen poca decoración e incluso nula, y algunas apenas fueron
empezadas antes de que la ciudad fuera abandonada.
A diferencia del clásico valle de los Reyes, que buscaban unirse al sol en el horizonte
occidental para acompañar al faraón en su viaje nocturno a través del subsuelo y renacer con
él a la llegada de un nuevo día, el nuevo valle de los Reyes se situaba en el punto exacto por
el que los egipcios veían salir el sol, de modo que este acompañaba al faraón en su viaje por el
cielo.
La Tumba Real:
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
La Tumba Real fue descubierta en la década de 1880 por la gente local. Dañada desde hace
mucho tiempo, tras su descubrimiento, esta ha sufrido aún más daños. Muchos objetos de la
tumba se encuentran en museos, siendo los más importantes diversos fragmentos de dos
sarcófagos de granito y sus tapas que pertenecían a Akhenaton y a Meketatón, fragmentos de
un cofre de alabastro para Akhenaton, y alrededor de 200 figuras shabti del mismo rey. A
partir de este material podemos estar seguros de que Akhenaton fue enterrado en su tumba
tras su muerte en su año 17 de reinado. Sin embargo, esta fue posteriormente profanada, por
lo que el paradero del cuerpo del rey es desconocido.
La roca de la Tumba Real es, como ya hemos afirmado, de una calidad pobre, por lo que el
grueso de la decoración que ha resistido se encuentra total o parcialmente trazada en un fino
estrato de emplasto de yeso extendido en las paredes. En cualquier caso, es importante reseñar
que la mayor parte de la decoración ha sido destruida, tal y como se observa en la ilustración
23. El lugar en el que mejor ha sobrevivido la decoración es en el interior de las enormes
cámaras de la princesa Meketatón.
Ilustración 23: Escena de la familia real lamentándose en frente de una efigie de la princesa Meketatón.
En cuanto a la temática, podemos observar otra diferencia notable que marca diferencias entre
Akhenaton y sus predecesores. Y es que mientras estos solían incluir imágenes que hablaban
de la noche y del encuentro del faraón con diversas divinidades, la tumba de Akhenaton se
encuentra decorada con escenas de temáticas terrenales que se centran en los miembros de la
familia real y en las ofrendas al dios Atón.
La tumba real es entendida como una fuente de luz, que del mismo modo que Atón irradiaba
con sus rayos a la humanidad, iluminaría la ciudad real.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
El grupo norte de tumbas de roca se situó en el lado nordeste de la llanura desértica, donde el
acantilado alcanza una altura de hasta 85 metros, como apreciamos en la imagen 24. Los
enterramientos permanecen en la base de la parte abrupta de la cara del acantilado, pero en la
cima de una pronunciada pendiente de rocas sueltas. El acantilado se interrumpe con un
barranco que divide las tumbas en dos grupos. En esta zona se encontraban las dieciocho
tumbas de las personalidades que en vida habían copado los altos cargos de la administración,
de las cuales cabe decir que ninguna llegó a ser terminada y casi ninguna ocupada, así que
cuando la capitalidad se traslada a Tebas nuevamente, estas quedaron totalmente
abandonadas. Es por ello que en estas tumbas encontramos muy poca presencia de objetos
funerarios. Como decíamos antes, el complejo se encuentra dividido en dos partes, una más al
norte y otra al sur, siendo estas últimas las de mayor valor.
Ilustración 24: Vista aérea del emplazamiento de las Tumbas del Norte.
Las tumbas que están numeradas y decoradas pertenecieron a algunos de los principales
hombres de la corte de Akhenaton, quienes incluían a los dos sacerdotes más antiguos
(Meryra y Panehsy). Es posible que el lugar donde se emplazan los Altares del Desierto fuera
un centro ceremonial relacionado con el culto a sus tumbas. En cuanto al resto, hemos de
destacar su tamaño más reducido y el desconocimiento que tenemos sobre la identidad de sus
propietarios.
Decoración en las tumbas de la corte: Al igual que sucede con la tumba del rey, la
decoración de las tumbas de la corte presenta diferencias notables respecto a la decoración
vista anteriormente en la ciudad de Tebas. En primer lugar, es notable la desaparición de las
referencias a Osiris y al mundo funerario para desarrollar escenas centradas en la propia
Página 62
Juan Adolfo de la Torre Contreras
ciudad de Akhetaton, destacando las imágenes de la pareja real realizando ofrendas al disco
solar o encabezando actos oficiales, si bien es cierto que también se incluyen otras escenas de
Akhenaton y Nefertiti en actitudes más cotidianas.
Este tipo de decoración es muy valiosa para el historiador, ya que nos arroja una gran
cantidad de información referente al papel de la pareja real como representantes de Atón en la
tierra, así como de otras cuestiones más mundanas que nos ayudan a entender el desarrollo de
los acontecimientos políticos, sociales y religiosos del periodo Amarna.
Se trata de un asentamiento aislado que se encuentra en un valle de la baja meseta que recorre
en dirección oeste los acantilados y que divide la parte este de la llanura de Amarna en dos. El
Poblado de los trabajadores fue parcialmente excavado entre 1921 y 1922, continuando con
dicho trabajo entre 1979 y 1986.
El poblado amurallado: en efecto, esta parte de Akhetaton se contenía dentro de una pared de
ladrillo de aproximadamente 69 metros cuadrados. El poblado se extendió progresivamente
hacia el oeste durante su existencia, por lo que llegó hasta el límite del lado oeste del valle. El
poblado llegó a albergar un total de 72 casas de un diseño similar, distribuidas a lo largo de
una serie de calles paralelas. Destacamos la presencia de una casa más grande en la esquina
sudeste, que probablemente pertenecía al oficial a cargo. En un primer momento el poblado
solo disponía de una única entrada muy estrecha, puesto que la segunda entrada fue añadida
posteriormente. Dentro de la entrada hallamos un pedestal rectangular que podría haber sido
un santuario.
Una zona de pozos y depósitos de basura al sur y al este, uno de los cuales es lo
suficientemente grande como para ser considerado una cantera.
La zona “zir”. Al sur de los pozos y de los desechos existe un área abandonada donde grandes
recipientes de cerámica (del tipo llamado “zir” en árabe egipcio) fueron conservados en
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
montones de piedras unidos por argamasa. Dos patios de ladrillo los acompañaban. El
poblado no parece haber poseído un pozo propio (la capa freática habría estado en esos
momentos a una profundidad considerable). Este se abastecía pues, con agua de uno de los
pozos de la Ciudad Principal, transportada probablemente en ánforas de cerámica. Los “zirs”
podrían haber sido los recipientes donde este agua se almacenase.
Corrales de animales. El espacio abierto al sur y este del poblado servía de sustento a un
número de pequeños edificios hechos de ladrillo y piedras mezclados para formar paredes. Su
plano característico consistía en un patio con una de sus equinas vallada con un muro
curvado, como se aprecia en la ilustración 26. Las entradas a este recinto eran estrechas y
estaban flanqueadas con paredes ligeramente protuberantes que soportaban palos de madera
justo encima del umbral, actuando así como barrera. Algunos abrevaderos de piedra eran otra
de sus piezas características, colocados en los patios exteriores. Por su tamaño parecen ser
apropiados solamente para el acorralamiento de animales. En este lugar han sido encontrados
numerosos huesos de cerdo, los cuales también eran característicos de los depósitos de
desechos (al igual que los de ovejas o cabras). El cuidado que muestran estos corrales, y el
alto requerimiento de agua por parte de los cerdos, nos muestran la importancia que esta
industria tenía para los habitantes de la zona. A pesar de la ya citada presencia de huesos de
cerdo, no se han encontrado restos de instalaciones especialmente construidas para ellos.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Las capillas. Tras los corrales se construyeron unas 23 capillas de ladrillos de pequeño
tamaño. Sus habitaciones estaban techadas, provistas con bancos que parecen haber sido
destinados a reuniones comunitarias, y algunas habitaciones que a su vez contaban con hornos
y restos de comida. Los santuarios de estas capillas consistían en plataformas de ladrillo,
evidentemente ideadas para el soporte de imágenes. Las capillas estaban decoradas con
diseños y escenas pintadas, y con una cierta cantidad de piedra grabada. Las menciones a
Atón son notablemente ausentes. En su lugar había diseños tradicionales y referencias a
deidades familiares, y es que las capillas pudieron ser utilizadas como lugar de culto a los
ancestros. La explicación inicial que se da a este hecho fue que las capillas permanecieron
útiles únicamente durante un corto intervalo de tiempo tras la muerte de Akhenaton. Sin
embargo, su emplazamiento implica que las capillas se integraron en la disposición de la
ciudad y que fueron utilizadas durante el reinado de Akhenaton.
Enterramientos del pueblo llano: En cuanto a los enterramientos del pueblo llano, se
desconoce si llegaron si quiera a llevarse a cabo, ya que estos no se han encontrado. No sería
de extrañar que estos no llegaran a aparecer en la ciudad de Akhetaton, al no contar esta con
el suficiente tiempo material para generar en sus gentes el sentimiento de arraigo necesario.
Cerca de la cantera de la Reina Tiy, la cual podemos observar en la ilustración número 27,
encontramos la presencia de innumerables canteras superficiales de menor entidad de las que
solo fueron extraídos algunos bloques. En algunos de estos bloques, el trabajo de separación y
extracción quedó sin finalizar, lo que se debe a las propiedades de la piedra caliza: en un
primer momento es bastante suave y fácil de tallar, pero su superficie se endurece con el
tiempo. Muchas de las pequeñas canteras se conservan gracias a políticas estatales de
explotación por parte de los propios ciudadanos. Es posible que la construcción de los
templos y palacios de Akhetaton se llevasen a cabo en parte gracias a los aportes de bloques
como un tipo de impuesto más.
También hemos de hablar de la presencia de otras canteras superficiales del Periodo Amarna
situadas en el desierto posterior, así como de cavernas no muy lejanas a la estela límite norte,
en el lugar conocido como Sheikh Said, que también satisfarían esta necesidad.
Cada una de estas estelas presenta una forma rectangular, cuya parte superior adquiere un
carácter redondeado. La parte central rectangular se encontraba grabada con numerosas líneas
horizontales de texto jeroglífico; una imagen de la familia real idolatrando al Atón rellenaba
el panel superior circular. La mayoría de las estelas estaban acompañadas por estatuas de
Akhenaton, Nefertiti y algunas de sus hijas. Podemos ver el ejemplo de una estela en la
ilustración 28.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
El texto principal de cada estela se compone de las proclamaciones hechas por Akhenaton. La
primera se lleva a cabo en el quinto año de su reinado y la segunda en su sexto año (con una
reafirmación añadida en su octavo año). Es muy probable que las estelas constituyeran en su
día lugares de visita, ya que advertimos la presencia de anchos senderos delimitados por
piedras claras a cada lado.
Los textos de ambas proclamaciones son largos, repetitivos y también hemos de decir que se
encuentran dañados, especialmente hacia el final de los mismos, lo que explica que solo
hayan podido ser traducidos en parte. En su primera proclamación, Akhenaton pone en
evidencia sus intenciones. La segunda proclamación versa sobre la fijación precisa de los
límites de Akhetaton y su dedicación al dios Atón. Las estelas han sido erróneamente
interpretadas en algunas ocasiones, pues se ha llegado a decir en base a ellas que Akhenaton
pretendía no traspasar nunca los límites de Akhetaton. Sin embargo, la disposición consignada
para su enterramiento demuestra lo contrario.
Las estelas y las estatuas que las acompañan han sufrido varios grados de erosión natural y
daño humano, algunos muy recientes. Davies anotó en su publicación de 1908 (p. 25): “La
estela P fue derruida por dinamita unos años atrás por los Coptos quienes esperaban, al
igual que todos los egipcios, encontrar que la estela era una puerta a una cámara del tesoro
escondida”. La mejor preservada en tiempos de Davies era la Estela S, de la que remarcó
(p.26): “Los escultores se aventuraron en un filón de piedra caliza tan duro como el
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
alabastro, por lo que la mayor parte del monumento está maravillosamente conservado, a
pesar de que ataques malévolos se han llevado a cabo en su contra recientemente.”
Partes de la Estela R fueron vendidas en los años 40 por el Louvre de París. En 2004, la
mayoría de las estelas y sus estatuas fueron destruidas con explosivos de extracción para
desintegrarlas de la roca. Muchas de las piezas de estas fueron posteriormente apropiadas por
el inspectorado local del Consejo Supremo de Antigüedades con vistas a restaurarlo.
Para los visitantes, el acceso a la mayoría de las estelas se encuentra denegado. La más
accesible es la estela U, con una altura de 7,6 metros, y que ocupa parte de la cara del
acantilado en una pequeña bahía al norte de la entrada al Wadi Real. En ambos lados de la
base permanecen grupos de estatuas grabadas de la familia real. Los visitantes al
emplazamiento de Tuna el-Gebel a través del río también pasan muy cerca de una estela bien
conservada con restos de estatuas, la estela A.
Es evidente que la creación de una ciudad requiere, entre otras cuestiones, de la mano de obra
de obreros y artistas. Sin embargo, a partir del registro se deduce que este grupo no debió ser
numeroso ni estar organizado de forma disciplinada, de hecho es posible que la mayoría de
estos trabajadores fuesen futuros habitantes de Akhetaton, a excepción, claro está, de los
habitantes de la aldea de los obreros, situada junto al grupo de tumbas meridional (véase
página 62).
Contamos con al menos dos ejemplos que nos ilustran sobre la poca preocupación por la
eficiencia del trabajo durante la construcción de la nueva ciudad real y mientras ésta se
mantuvo ocupada. El primero de ellos lo encontramos en la cocción del pan, tarea que se
realizaba con la participación de numerosos trabajadores a pequeño sueldo repartidos en
equipos a cargo de un supervisor y bajo la responsabilidad de un funcionario. Este tipo de
organización es eficaz ya que se alcanzaban los objetivos previstos, pero no era ni mucho
menos eficiente, ya que utilizando hornos más grandes se podrían haber ahorrado horas de
trabajo y personal99.
La otra tarea que se llevó a cabo sin buscar un sistema eficiente fue el abastecimiento de agua.
La construcción de pozos en Akhetaton parte de la iniciativa del faraón para contar con una
fuente de suministro de agua independiente al río Nilo. Al igual que en el caso anterior,
99
KEMP (1996, 368)
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fueron numerosos aguadores, los encargados de realizar esta tarea a través de un gran esfuerzo
físico, ya que tenían que subir el agua en vasijas de cerámica cargadas sobre sus hombros.
Además, estos pozos albergaban un problema técnico, y es que la capa de arena que se
encuentra antes de llegar a la superficie acuífera era demasiado débil y se derrumbaba con
facilidad antes de llegar a los 7 metros necesarios.
El principal foco económico de la ciudad de Akhetaton debió ser sin duda el sector agrícola,
como no puede ser de otra manera en una ciudad de la antigüedad. En su mayor parte, la
población de la ciudad real, así como la de las aldeas cercanas se componía de labriegos. El
papel de Akhetaton como centro agrícola se encuentra muy bien documentado, ya que las
casas más grandes parecen granjas (véanse páginas 70 y 71), reflejando de este modo la base
de la economía100. Y es que el ideal general de estas poblaciones era el de acumular todos los
excedentes posibles. Esta presencia de Stock se pudo destinar a complementar el producto
local.
Hemos de aludir también a las rentas que se destinaban desde otras ciudades a Akhetaton,
aunque tal y como sugieren las estelas de demarcación, desde que estas fueron levantadas la
ciudad se abasteció con sus propios recursos.
Tras estudiar la capital del imperio egipcio en el periodo Amarna, donde hemos podido
acercarnos a los auténticos centros de poder egipcios del momento, entre otros aspectos,
hemos de ocuparnos del conjunto de la sociedad de Akhetaton, pues consideramos que es en
este marco inigualable donde el pueblo llano vivió las reformas del momento de un modo más
directo. La brevedad del periodo es responsable de que el grueso de la sociedad egipcia
apenas llegase a ser consciente del carácter revolucionario de dichas reformas.
Página 69
Juan Adolfo de la Torre Contreras
atravesada por el río Nilo, además de otra corriente de agua llamada Bahr Yusuf. Al este de
esta corriente debió situarse la porción de tierra arable de la ciudad, con una superficie de 162
km2, que podría haber mantenido a una población de 45.000 habitantes101.
En cualquier caso, el grueso de la población fija de Akhetaton debió repartirse entre el norte y
sur de la ciudad central, es decir, en el barrio norte y en la ciudad principal. La planificación
del territorio se puede calificar como inexistente (véase página 32), exceptuando como es
lógico, los edificios destinados a las instituciones. Nos encontramos por consiguiente, ante
calles más o menos rectas y paralelas al río Nilo, que servían para comunicar los diferentes
barrios con el centro. Estas son cruzadas por callejuelas estrechas en ángulo recto 102.
Gracias los datos obtenidos a través de la arqueología, podemos conocer cuáles eran los
elementos básicos de una vivienda de Akhetaton104. En primer lugar, las plantas de las casas
de la ciudad real son considerablemente uniformes, diferenciándose más por el tamaño que
por otras cuestiones. El centro de la vivienda se ocupaba con una sala de estar, que incluía una
tarima baja de ladrillo y el asiento del propietario y de su esposa. Esta era la dependencia
sobre la que se articulaban todas las demás. Entre éstas podemos citar una sala de recibir
101
KEMP (1996, 343)
102
KEMP (1996, 373)
103
KEMP (1996, 373)
104
KEMP (1996, 376)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
exterior, despensas y cuartos personales. Llegados a este punto hemos de hacer alusión al
hecho de que el propietario de la vivienda se reservaba el mayor cuarto, que albergaba además
una cama de madera. Se especula con la presencia de una segunda planta, que haría las veces
de almacén y/o dormitorio de verano, y que podría relacionarse además de algún modo con el
mundo femenino.
En casos aislados, las viviendas podían presentar una capilla y dependencias separadas que
podían llegar a constituir pequeñas casas independientes105.
105
KEMP (1996, 373)
106
CASTAÑEDA (2003,315)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
se reservaban a las personas con mejor posición social, y las que no habrían de incluir tal sala,
destinadas al resto de la población de Akhetaton.
Los ciudadanos eminentes solían además distinguirse por grabar su nombre y títulos oficiales
en el marco de las puertas de sus viviendas, sin embargo, tras el abandono de la ciudad real,
las gentes de Akhetaton se llevaron consigo la mayor parte de sus pertenencias de valor,
incluyéndose entre éstas los marcos de las puertas. La escasa presencia de objetos de valor
encontrados en la actual Amarna, constituyen además un argumento más que apoya la teoría
de que Akhetaton no fue desalojada a toda prisa.
Hemos de mencionar la presencia de altos funcionarios con una vida llena de comodidades
gracias a las ganancias obtenidas por su profesión, entre las que destaca la posibilidad de
disponer de una segunda residencia en otras provincias, con las que mantenían contacto por
correspondencia. Entre estos funcionarios surgió lo que parece ser una nueva nobleza que
desplazó a las tradicionales familias poderosas, lo que se encuentra en relación con el apoyo
del faraón a los “hombres nuevos” ya tratado en estas páginas.
Entre los ciudadanos más destacados de la ciudad real, y cuyo ejemplo nos ilustra las
diferencias sociales anteriormente citadas, encontramos al visir. Najt. Este individuo era
dueño de una espaciosa residencia con numerosas dependencias, si bien es cierto que ésta era
minúscula en comparación con cualquiera de los palacios de la ciudad.
En cualquier caso, ni los altos funcionarios ni el ejemplo del visir Najt, representan la norma
general de las personalidades notables de Akhetaton, ya que entre los sacerdotes, oficiales del
ejército y demás miembros de la administración era común poseer una vivienda discreta que
no tenía porqué situarse en ningún lugar concreto de la ciudad.
Akhetaton nos muestra pues, una sociedad en la que una élite muy reducida disponía de todas
las comunidades posibles, mientras que la población restante llevaba una vida mucho más
discreta y sin demasiadas diferencias internas. Sin embargo, las reformas políticas llevadas a
cabo en tiempos de Akhetaton conllevaron una cierta movilidad social, ya que un importante
sector de la anterior administración fue relegado al no comulgar con éstas. De este modo se
produjo un “relevo generacional” en determinados puestos, como pudo ser el de los escribas,
sustituidos por “hombres nuevos” (véase página 18) que accederían a sus nuevos puestos
gracias a la confianza que el rey depositó en ellos. Akhenaton trataba así de crear una
Página 72
Juan Adolfo de la Torre Contreras
burocracia estatal que le guardase una auténtica fidelidad, dejando a un lado a gran parte de la
vieja élite.
El apoyo que Akhenaton dio a los “hombres nuevos” lo encarna mejor que nadie el oficial
May, quien dejó constancia de su situación en estas palabras: “Yo era un hombre de humilde
origen, tanto del lado de mi padre como del lado de mi madre, pero el rey me ha fortalecido,
me estableció… Él me ha hecho prosperar… por su bondad en el momento en que yo era un
hombre desprovisto de bienes… él me ha dado alimentación y provisiones cada día a mí que
yo había sido un (hombre) que mendigaba su pan”.
Sin embargo, Akhenaton fue cuestionado también por su beneficio a los “nuevos hombres”
tras el final de su reinado. De hecho, en una de las líneas de la estela de la restauración de
Tutankhamon podemos leer lo siguiente: “las masas caminaban en los patios de los
templos”108. Los templos constituían zonas prohibidas para el pueblo llano, por lo que desde
esta estela, Akhenaton era tachado de populista.
Es por ello, que autores como José Carlos Castañeda Reyes hablan de una sociedad
caracterizada por el paternalismo de Akhenaton hacia sus súbditos, al tiempo que éste
protagonizaba una “revolución desde arriba”. Este concepto alude a una sociedad en la que el
gobernante trata de contentar al pueblo promoviendo medidas que les benefician, pero en las
que estos participan poco o nada, y que en definitiva se encuentran encaminadas a consolidar
el poder de dicho gobernante109. Siguiendo esta misma línea, podemos reconocer un cierto
patronazgo llevado a cabo por el faraón mediante la protección a algunos discapacitados,
entre los que podemos citar cantantes y músicos ciegos.
Si bien conocemos casos concretos en los que “hombres nuevos”, favorecidos en gran medida
por el monarca, dejaron constancia del fervor que sentían por este, no es posible determinar
107
CASTAÑEDA (2003,311)
108
CASTAÑEDA (2003,313)
109
CASTAÑEDA (2003,309-311)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
cuál fue el auténtico alcance de sus medidas ni el apoyo que Akhenaton consiguió a través de
éstas. Es probable que un primer momento, el faraón contase con el beneplácito de una parte
de la sociedad que no veía con buenos ojos al clero de Amón, pero tampoco sabemos si este
sector fue verdaderamente representativo.
En definitiva, los apoyos del monarca se encontraron en un grupo de nobles que formaban su
núcleo más cercano; el ejército, institución de la que hablaremos próximamente explicando
las razones de su apoyo al rey; una “nueva” administración favorecida directamente por el
propio faraón; y un sector del pueblo descontento con el clero de Amón110. Al mismo tiempo,
una gran cantidad del pueblo llano permanecía ajeno a las reformas, tanto religiosas como
políticas, que su faraón ponía en práctica.
110
CASTAÑEDA (2003,313)
111
CASTAÑEDA (2003,308)
112
CASTAÑEDA (2003,317-318)
113
CASTAÑEDA (2003,318)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
A la hora de abordar el papel de las instituciones del estado egipcio durante el periodo
Amarna, hemos fijado la ciudad de Akhetaton, al igual que en otros apartados, como nuestro
principal objeto de estudio, ya que al ser la ciudad real en este tiempo, es el lugar más
apropiado para estudiar el desarrollo de dichas instituciones.
Lo primero que debemos considerar en el estudio de las instituciones del estado egipcio en el
transcurso del periodo Amarna es la separación entre la familia real y el resto de la sociedad.
Como vimos anteriormente, el faraón residía junto al resto de la familia real, en el Palacio de
la ribera norte, lejos de los lugares residenciales del barrio norte y la ciudad central.
La casa del Faraón era considerada como el centro de trabajo de Akhenaton en su papel de
jefe del estado egipcio (véase página 41). Hasta ahí acudía para reunirse con sus ministros y
para tratar asuntos de carácter terrenal, labor a la que contribuía el gran archivo del
departamento de la correspondencia del Faraón114. Era también en La casa del Faraón, más
concretamente a través de la ventana de la aparición, donde se realizaba la importante
ceremonia de entrega de recompensas, a través de la que se reforzaba la figura de los
principales funcionarios mediante la entrega de diferentes obsequios y el ascenso a un cargo
superior. Es posible que también a través de esta ventana se realizase el reparto de las
raciones115. En cualquier caso, las ceremonias de este tipo servían para recordar al pueblo su
dependencia respecto al faraón116.
El granero donde se almacenaban las raciones que posteriormente se repartían entre el pueblo,
se encontraba también en la Casa del Faraón y constaba de unos 2.000 metros cuadrados. La
presencia de dicho granero en la Casa del Faraón nos da una idea de hasta qué punto
controlaban los recursos las diferentes instituciones en Akhetaton y por consiguiente cuál era
la dependencia del resto de la población respecto a éstas117. Sin embargo, el aparato técnico
del gobierno se localizaba en unos modestos locales lejos de la casa del Faraón118.
En este apartado que versa sobre el papel de las principales instituciones en el periodo
Amarna, no podemos obviar el fuerte carácter militar de la ciudad real, que se enmarca de este
modo perfectamente en el contexto del Reino Nuevo. Este carácter se observa en muchas de
las representaciones de la vida cotidiana del monarca. En éstas, Akhenaton aparece
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KEMP (1996, 363)
115
KEMP (1996, 363-364)
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KEMP (1996, 364)
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KEMP (1996, 364-365)
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KEMP (1996, 364)
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El Reino Nuevo trajo consigo el desarrollo del ejército, que hasta ese momento se había
abastecido con armas considerablemente rudimentarias, pero que ante las contiendas contra
los bien formados ejércitos de Asia occidental, tuvo la imperiosa necesidad de innovr
tecnológica y tácticamente. Del mismo modo, no será hasta el Reino Nuevo cuando el estado
egipcio cuente con un cuerpo militar profesional y permanente120.
En cualquier caso, la clase militar había salido muy reforzada tras las reformas llevadas a
cabo por Akhenaton. Este hecho se consolidó en los años posteriores con el ascenso al trono
de tres de los generales de Akhenaton. Uno de estos generales era Ay, el comandante más leal
al faraón.
El ejército tenía en primer lugar, el papel de separar al monarca del mundo exterior. Sin
embargo, la sociedad tenía un contacto diario con los miembros del ejército, siendo posible
que un campesino tuviese como vecino a un militar121. Esto no nos debe de extrañar si
reparamos en que en el transcurso del Reino Nuevo no existía una especialización de los
cargos militares y administrativos, de modo que un simple escriba podía acabar copando un
puesto en el ejército o en cualquier otra institución.
Para acabar hemos de hablar de la presencia de un cuerpo de policía dotado con carros y sin
relación alguna con el ejército regular. A este cuerpo se le atribuye la tarea de velar por el
orden interno de la ciudad.
119
KEMP (1996, 372)
120
KEMP (1996, 285-288)
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KEMP (1996, 373)
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Las figuras se nos presentan en estos momentos de manera más estilizada, especialmente en
brazos y manos, mientras que las caderas se exageran, al igual que el vientre y la parte
posterior del cráneo. En cuanto a los rasgos faciales hemos de destacar labios y pómulos, que
aparecen mucho más marcados que en épocas anteriores122.
Estas cuestiones son importantes y deben ser tenidas en cuenta, ya que a través del arte, los
egipcios trataban de mostrar la esencia de las personas que representaban, una esencia que se
manifestaba sobre en la cabeza, el rostro, o los objetos que éstos portaban, como lo pueden ser
tocados, diademas o coronas.
De este modo, el estilo Amarna, trataba de reflejar un mayor realismo en la realeza, y de este
modo, acercar el nuevo credo al resto del pueblo. También hay que apelar en este sentido, a la
introducción del nombre del dios dentro de cartuchos reales, acercando así la figura del dios a
la realeza. En definitiva, el nuevo estilo artístico trataba de acercar a Atón a la familia real, y a
ésta al resto del pueblo, estrechando de este modo los vínculos entre los tres factores de la
nueva religión.
También es posible que al representar a la familia real de esta forma, los artistas del momento
trataran de manifestar su carácter real y divino hasta en los momentos más íntimos, alejados
del protocolo. Los artistas entendían, o así lo manifestaban, que estas condiciones formaban
parte de la verdadera esencia de la familia real123.
A través de la simbología del arte egipcio, podemos entender algunas de las metáforas
incluidas en las representaciones artísticas del periodo Amarna. En el caso del vientre, por
ejemplo, éste se encuentra ligado a la capacidad de crear vida, por lo que al representar a los
reyes con esta parte del cuerpo exagerada, los artistas harían hincapié en dicha virtud.
Si bien es cierto que se ha llegado a barajar la existencia de una enfermedad que afectase a los
miembros de la familia real, como decíamos antes, y que explicase los particulares rasgos con
los que estos fueron representados, hemos de tener en cuenta que el resto de personas
representadas en este periodo adopta en mayor o menor medida las características propias del
estilo Amarna, por lo que al no existir pruebas de la existencia de dicha enfermedad, esta
hipótesis ha ido perdiendo consistencia historiográfica.
122
GALÁN (2011,368)
123
GALÁN (2011,375)
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Contamos con dos excelentes ejemplos del estilo Amarna en los primeros años del reinado de
Amenhotep IV. Se tratan de dos colosos que representan a Akhenaton (ilustración 31) y a su
esposa Nefertiti. En su día, estas gigantescas estatuas debieron deslumbrar a los habitantes de
Karnak. Actualmente podemos encontrarlas en el museo del Cairo.
Conclusiones:
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GALÁN (2011,369)
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Y es que la “revolución desde arriba” que el faraón impuso no contó en ningún momento con
los apoyos suficientes para poder triunfar y perpetuarse en el tiempo. Ni siquiera su apuesta
por los “hombres nuevos”, a los que benefició en buena medida a través de sus políticas, ni la
lealtad del ejército, que alcanzó un gran poder político en el transcurso de su reinado, le
valieron a Akhenaton para imponerse ante sus enemigos.
Estos eran principalmente el poderoso clero de Amón-Ra, al que el faraón había despojado de
su poder religioso y económico; su pasividad en el plano exterior, dando en ocasiones imagen
de ser un rey tan preocupado por los asuntos divinos que era incapaz de bajar un segundo la
vista del disco solar; y por último, el escaso apoyo de una sociedad que jamás llegó a
comprender ni compartir, las reformas acometidas en este periodo.
Bibliografía
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