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Ser Educador
Entre Pedagogía
y Nomadismo
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Ser Educador
Entre Pedagogía
y Nomadismo
Jordi Planella Ribera
ISBN: 978-84-9788-798-4
Depósito legal B.
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Autor
Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Capítulo IX. Narrare necesse est: por una pedagogía del relato . 205
1. Mitorelatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
2. La revisión de los temas de salvación: una mirada a la exclusión . . . . . . 209
3. Los microrelatos como actos de resistencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
4. Re-escrituras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
Prólogo
no sucedan hechos y experiencias de todo tipo. Son un buen ejemplo del slow
life, un término y un proyecto de vida construidos en las sociedades comple-
jas después de que algunos colectivos hayan tomado conciencia de que vivi-
mos a un ritmo superior respecto a lo que nuestro cuerpo y mente pueden
soportar.
También me impresionó el estilo de vida: se vive de una forma muy sencilla
y austera (no necesariamente pobre), con muy pocas cosas para favorecer su
movilidad continua. Los mongoles, a diferencia de las sociedades basadas en el
consumo desenfrenado –revelador de un supuesto estatus y generador de una
felicidad altamente caduca– se fundamentan en la cultura del “menos”: cuantas
menos cosas tienen en el ger, cuantas menos posesiones tienen, más fácil y pla-
centera es su vida.
Me cautivó la importancia que dan a sus héroes, a su familia, a su historia…
expresada a través de relatos orales y de fiestas colectivas en las que se narran sus
orígenes, sus hazañas y también sus desgracias; y me despertó un interés parti-
cular, tal vez por deformación profesional, su proceso de socialización: la educa-
ción de los niños y niñas transcurre en el seno familiar, en campo abierto, en un
ambiente informal altamente efectivo por las “competencias” sociales y instru-
mentales que adquieren y, sobre todo, por la autonomía que éstos incorporan en
edades tempranas. El objetivo de la educación es, para los mongoles, sin propo-
nérselo, formar hombres y mujeres para que se puedan desenvolver plenamen-
te en la estepa, dentro de una cultura y en el seno de un tejido de relaciones
humanas que son el eje vertebrador de su existencia.
También me impresionó el nomadismo –tanto del pastor al que aludía ante-
riormente como de las familias que se trasladaban en grupo y que me encontré
posteriormente–, porque se desplazaban de un lugar a otro con toda seguridad hasta
bien entrada la noche. Y lo hacían por la inmensa estepa, por una geografía sin
carreteras ni pistas, muchas veces sin referentes geográficos que guiaran sus pasos,
donde la intuición, el sol y las estrellas eran sus únicos referentes, sus verdade-
ros guías. Y es que el nomadismo implica ir de un lado a otro, vivir la vida en con-
tinuo movimiento, en un espacio abierto y libre donde el sujeto se desplaza con
tranquilidad, sin prisa pero sin pausa, al margen de los condicionamientos tem-
porales y estando atento a las necesidades de su ser, de su familia y del rebaño.
Y todo eso se realiza escuchándose a uno mismo.
Termino esta primera parte, a priori muy alejada del contenido de este libro,
para retomarla al final del prólogo, justo después de haber presentado algunas
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impresiones sobre el autor y su obra. Les pido disculpas por la licencia que me
he tomado en esta dilatada introducción.
* * *
El que tienen en sus manos es, sin duda, un libro relevante fruto de un traba-
jo de recogida de información, análisis, reflexión, introspección e investigación
personal –y a veces colectiva– bastante atípica en libros de este tipo. Se trata,
como intentaré explicar a continuación, de una aportación especial en el campo
de la educación en general, y de la pedagogía y la educación social en particular.
En este trabajo el autor reelabora artículos publicados con anterioridad, los com-
plementa y añade nuevos capítulos con el objetivo de abastecer a los profesiona-
les de la educación de un documento suficientemente amplio que se inicia con
la historia de la educación social y termina con la presentación, por desgracia cada
vez más inusual, de unos principios pedagógicos que, como si fueran referentes
que hay que considerar, orientan –o pueden orientar– la práctica educativa y, de
forma especial, la práctica del educador social.
Me resulta particularmente atractivo encontrarme con un libro concebido
como un cajonero –no precisamente rectangular ni simétrico– de donde salen múl-
tiples cajones que, al abrirlos, nos proporcionan conocimientos “abiertos” sobre
distintos aspectos referidos al campo de la educación social. Digo que se trata de
conocimientos “abiertos” porque la mayoría de capítulos están acompañados de
referencias bibliográficas y experiencias a las que el lector puede acudir en caso
de querer saber más.
Yo diría que Ser educador: entre pedagogía y nomadismo es un compendio gene-
ral –aunque, insisto, atípico– sobre la pedagogía y la educación social. Es por eso
que no hay un objeto de estudio específico, sino que hay unos cuantos objetos de
interés para los educadores sociales y para el resto de profesionales de la educación.
Decía que el libro es particular en tanto que es un reflejo bastante fiel de cómo
es el autor. Jordi Planella es un ser curioso en el sentido más sociológico del tér-
mino: se interroga a partir de lo que ve, de lo que oye y de aquello con lo que se
encuentra. Es un ser que observa a su alrededor y se observa a sí mismo; es una
persona preocupada por todo lo que afecta a la educación y a sus profesionales.
Por otra parte, es una persona enormemente disciplinada y metódica, vivencial,
comprometida, crítica y dialogadora. Es una persona viajada y leída, que siente
la imperiosa necesidad de narrar, de sistematizar sus ideas y pensamientos… “que
siente la necesidad de escribir”.
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No hace mucho tiempo que unas maestras comprometidas y que aún no han
abandonado los propósitos de la pedagogía activa –ni creo que lo hagan en el futu-
ro porque su acción educativa parte de una reflexión crítica muy sólida– me
comentaban con gran asombro el sentido de ridículo que sintieron cuando par-
ticiparon como acompañantes de unos profesores universitarios a un congreso
internacional de didáctica. En dicho congreso se supone que se presentaban los
avances más importantes en el campo de la didáctica, los proyectos más nove-
dosos y aún desconocidos…, pero la realidad fue otra. En estos términos me lo
explicaban: “Nuestra gran sorpresa fue ver cómo se explicaban cosas que noso-
tras hacíamos hace ya 20 años, algunas ya superadas y mejoradas... Eso sí, lo
explicaban con una gran parafernalia y con palabras técnicas y abstractas para darle
un mayor relieve…” Se sintieron engañadas por distintos motivos: porque la
novedad brillaba por su ausencia, porque lo viejo se presentaba como nuevo,
porque todos se avenían a hacer el cumplido aplaudiendo cuantas ponencias se
presentaban sin hacer ninguna distinción. Y lo más grave: sintieron vergüenza
ajena porque se daban cuenta de que explicaban algo no vivido –y yo añadiría:
algo dudosamente sentido–. Así se expresaban: “Muchas de las cosas que expli-
caban aquellos señores y señoras las podíamos haber explicado nosotras mis-
mas… es más, ya las habíamos explicado en nuestras sesiones de formación sin
que hubiera tenido más trascendencia que haberlas comunicado a nuestros com-
pañeros y compañeras”. Pero, claro, no las habían escrito. Era lógico que sintie-
ran, en cierta medida, como si les hubieran expropiado su conocimiento. Por
eso es tan importante escribir lo que uno ha vivido.
* * *
Cambio radicalmente de punto de mira para centrarme en otra idea que me
ha sugerido el libro y que tiene que ver con el proceso de Bolonia y, más concre-
tamente, con la modificación de la estructura universitaria, de las titulaciones y
de los nuevos perfiles profesionales que se vislumbran.
Considerándome partidario de cuantas reformas educativas hagan falta –eso
sí, para transformar y mejorar la educación, y no para aparentar– y declarándo-
me incluso eufórico con los documentos iniciales de la reforma de Bolonia, con-
sidero escandaloso y socialmente fraudulento cómo se está llevando dicha refor-
ma en nuestro país. En mi breve recorrido universitario nunca había visto una cosa
semejante. Preguntando a profesores y a profesoras de más edad, y por lo tanto
con más experiencia universitaria, parece ser que tampoco ellos lo han visto
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antes: comisiones de trabajo voluntarias para redactar los nuevos títulos sin tener
éstas las directrices claras para llevar a cabo la labor; sumisión a unas fichas de
trabajo de cumplimiento obligatorio que dejan poco espacio a la imaginación, apa-
rición de indicaciones y contraindicaciones continuamente que entorpecen la labor
de las comisiones de trabajo, decisiones ministeriales y de los equipos de gobier-
no de las universidades contradictorias y sin coherencia, órdenes y contraórde-
nes de todo tipo, desorientación en lo más elemental, etc., por no hablar de las
presiones corporativas de un profesorado enrocado en propuestas formativas
caducadas ya en el momento en que se implementaron… Total, incertidumbre
máxima, caos casi absoluto… Y mientras tanto se dice a la sociedad que se están
reformando los estudios universitarios con el objetivo de hacer unas titulaciones
más competitivas, homologadas en toda Europa y adaptadas a las necesidades rea-
les del mundo exterior (¡como si la universidad no formara parte de la socie-
dad!).
Lo que acabo de comentar me preocupa, pero aún me inquieta más la tecni-
ficación, la burocratización y el encasillamiento que presiden los nuevos títulos
y el perfil profesional del educador social, entre otros. Me parece absurdo, por no
decir ridículo, que lo más importante de los nuevos títulos se centre en una lista
de competencias genéricas y específicas supuestamente imputable a unas mate-
rias que, por no llamarlas así, hay quien prefiere llamar módulos. En cualquier caso,
lo que me indigna es que, al menos en mi entorno universitario más próximo,
se opte por un modelo de educador social más parecido a un expendedor de rece-
tas que a un profesional global con una formación intelectual sólida, que le per-
mita tomar cuantas decisiones sean oportunas, incluso en las situaciones más
adversas e imprevistas.
Es justamente la lectura atenta de este de libro lo que me ha permitido pro-
fundizar en la crítica que acabo de exponer, al mismo tiempo que me ha ayuda-
do a sistematizar aspectos y dimensiones que, a mi entender, tienen que contem-
plar la formación de cualquier profesional de la educación. Jordi Planella nos
invita a pensar en un profesional de la educación que como mínimo tiene que
tener tres dimensiones básicas: una dimensión histórica, una hermenéutica y
una dimensión teórico-práctica de la profesión.
La formación y la profesión del educador social, del maestro, del pedagogo,
etc., en el siglo XXI no parten de cero. Es de pura lógica afirmar que ambos aspec-
tos están condicionados por un legado histórico que solamente cuando uno
conoce está en condición de cambiar. En este contexto, el conocimiento de la his-
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* * *
Y hablando de modas presuntamente pasadas, me ha resultado especialmen-
te atractiva la conexión que establece el autor entre las aportaciones de los peda-
gogos y pedagogas que en su momento plantearon cuestiones técnicas y filosó-
ficas sobre la pedagogía activa y la educación no formal. No voy a abordar dicha
relación porque sería desvelar lo que nos presenta Jordi en el libro, pero sí que
voy a plantear una cuestión que ya hace tiempo me suscita interés: el descrédi-
to manifiesto en que se encuentra la pedagogía activa.
Ya llevamos unos cuantos años que cuando empieza el curso escolar, los perió-
dicos de todas las tendencias se ven inundados por artículos –escritos por perso-
nas de tendencias políticas variadas– que de una forma latente cargan contra
este tipo de pedagogías. Estos artículos se han visto reforzados por la publica-
ción de libros divulgativos escritos por intelectuales de referencia. La tesis siem-
pre es la misma: la nueva era en que vivimos necesita de una educación compe-
titiva, bien organizada y eficaz. Se nos dice que es necesario dotarnos de una
educación que fomente la cultura del esfuerzo, la evaluación y, sobre todo, una
disciplina que ponga orden al desmadre actual. Hay incluso quien va más allá y
afirma que se tiene que terminar con esa visión ilusa que nos hace entender la
educación como una actividad placentera y donde el acto de aprender se puede
realizar con gozo, con libertad y escuchando las distintas voces, incluidas las de
los alumnos.
¿Cómo se sostienen estas tesis que desprenden olor a chamuscado? Pues muy
fácil, apelando al desastre de las reformas educativas que en su día se presenta-
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sacar nota en un examen, sino que tiene un fin mucho más noble y trascenden-
te: el de aprender. Y aún añadiría: aprender para ser. Para ser yo, y para ser con
los otros.
La segunda gran mentira vertida por cuantos critican la pedagogía activa es
pensar que el desastre educativo actual en el que se encuentra nuestro sistema
educativo se debe, entre otras cosas, a la implantación generalizada de este
método. Pensar esto es una gran aberración o, peor aún, es desconocer por
completo la metodología real que se ha implantado en nuestras escuelas e ins-
titutos.
Es cierto que las pedagogías activas, desde que surgieron hasta nuestros días,
se han expandido. Pero lo han hecho de una forma limitada y, como voy a expli-
car, de una forma muy diluida.
Buena parte de las recomendaciones de la pedagogía activa se han trasladado
a las aulas de educación infantil, pero son muy pocos los centros de primaria
que las han incorporado y prefiero no hablar de lo que ha sucedido en secunda-
ria. Pero aún cabe decir más: buena parte de los centros que las han implemen-
tado lo han hecho de forma discontinua (solamente en las clases donde el maes-
tro o maestra cree en dicha pedagogía o la domina), y raramente llegando hasta
la parte más honda de la propuesta.
Dicho esto, creo que es necesario encontrar otros chivos expiatorios para expli-
car el mal andar de nuestra educación.
* * *
Querría terminar este prólogo haciendo referencia a la última parte del libro,
en la que se exponen 27 principios para una pedagogía nómada, principios que
me permitirán retomar la primera parte del prólogo.
El autor del libro sella su libro mostrándonos un magnífico presente: 27 prin-
cipios para pensar (de nuevo) la educación social. No voy a comentar estos pun-
tos… y aún menos los voy a juzgar. Me basta con resaltar la valentía y el coraje
del autor presentando públicamente lo que podríamos considerar su “credo”
educativo.
Cierto es que la presentación de un credo no es una hazaña ni una aventura
desproporcionada. Pero aun así me parece digno de resaltar porque en nuestra socie-
dad contemporánea –altamente líquida y en muchos aspectos arbitraria y relati-
vista– es bastante raro exponer públicamente los principios sobre los cuales se sus-
tentan el pensamiento y la práctica educativa de uno mismo.
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Debo admitir que el interés por dicho credo también se debe a lo que me ha
recordado de Mongolia. La pedagogía nómada y la socialización de los nómadas
comparten, entre otras cosas, este bello estilo educador en el que la acción de edu-
car se materializa a partir de un acompañamiento discreto, para que el sujeto
asuma una autonomía personal sin que ésta se contraponga a un compromiso
colectivo. Esto imprime una manera de ser, una forma de vida y una manera de
ver el mundo.
Muy al principio del libro, Jordi nos dice: “Este libro quiere ser un modesto
homenaje a aquellas personas que a través de la educación creen que es posible
provocar algún tipo de cambio en la sociedad, en las personas, en las estructuras y las
instituciones. Y entre ellos no puedo dejar de recordar a todos los que desde la pra-
xis profesional hacen esfuerzos por pensar (y divulgar) otras formas de entender la
palabra educación”. Con toda la humildad, felicito al autor del libro por haber con-
seguido cambios en mi reflexión personal, y espero que también los suscite en los
futuros lectores.
Jordi Feu
Sociólogo y profesor de la Universitat de Girona
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Introducción
1. Homero, La Odisea, libro XII. No se sabe a ciencia cierta si se trata de un lugar fabuloso o del estre-
cho de Mesina (dónde hay un remolino que forman las corrientes que se encuentran en la zona,
a pesar de que es muy poco peligroso). Otras investigaciones lo ubican cerca del cabo Skilla, al
noroeste de Grecia.
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Deligny. Un maestro que abrió (no podía ser de otra manera) una brecha en mi
forma de pensar y actuar, casi de ser. Deligny, en palabras de Jean-François Gomez
representa un «planeta», un espacio donde acurrucarse en momentos de debili-
dad (de los cuales siempre he salido reconfortado) y donde buscar respuestas a
muchas de las preguntas que van abriéndose. La trashumancia, como el noma-
dismo, es una metáfora que encaja perfectamente con la definición de educador.
No asentarse en «territorios metodológicos» ni en categorías que nos impidan des-
cubrir a la persona; no quedarse pasivo frente a determinadas políticas de cosifi-
cación de los sujetos; acompañar al «otro» por caminos y veredas insospechadas;
aparecer allí donde la humanidad corre el riesgo de fracturarse, etc.
Ser educador nace de las entrañas, de la rabia, de la fuerza y de la opresión de
estar ahí, presente, consciente y atento a lo que sucede (y me sucede). Tal vez se
trate de un libro de esos que la «academia» mire de reojo y que le de la espalda.
No pretendo conectar con los discursos oficiales de la pedagogía, pero si preten-
do dialogar con aquellos que se sienten, en cierta forma, inconformes con los dis-
cursos pedagógicos vigentes. Al empezar este libro me hice algunas preguntas
que me han acompañado a lo largo del proceso de escritura: ¿Qué es la pedago-
gía? ¿Existe por ella misma? ¿Subsiste en las cavernas de los usos tecnologizados
–con nombres confusos que resuenan a didáctica o currículum– que no piensan
en la posibilidad de mirarse desde otras ópticas? ¿Qué papel juegan los educan-
dos en la relación educativa? ¿La relación educativa es opresora e inhabilitadora?
¿La pedagogía se construye desde la cúpula del pensar –la Universidad– o tam-
bién participan en su creación los actores de lo social –educadores– y los sujetos
de la educación social?
Ya sé que muchas veces la escisión entre miradas tecnologizadas o psicologi-
zadas a la educación chocan de frente con posturas como la nuestra, que tienen
la osadía de apoyarse en la antropología, la filosofía, la historia la sociología, la
literatura y la pedagogía, para decir y pensar «algunas variaciones» sobre la edu-
cación. He tenido la suerte (por lo menos eso creo) de moverme durante muchos
años en terrenos no académicos y cuando mis movimientos se han hecho en las
entrañas de la Academia, esta ha sido de pequeño formato o en «formato libera-
lizado». Lo que sigue arranca de la rabia que me produjeron las palabras de un
charlatán que pretendía vender «ungüentos psicopedagógicos», y que anunció algo
así como: «Ya sabemos que todos los niños problemáticos se llaman…». El estig-
ma por delante y la psicopedagogía (por lo menos una determinada concepción
de la misma) deja impune y aplaude dichas afirmaciones. Se trata, como algunos
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puesta se dirige a que pudiendo o no, se construye de dicha forma. Tuve la suer-
te (una suerte que recupero y recuerdo desde la añoranza) de compartir mi traba-
jo de profesor universitario con otros profesores, que igual que yo, se encontraban
a caballo de la praxis profesional y las aulas universitarias. Otros ya no lo estaban
pero habían trabajado durante muchos años como educadores sociales, y seguían
siendo «educadores». Algunos de ellos son Jesús Vilar, Eduard Sala, Oscar Martínez,
Angels Sogas, Asun Pie, Tomàs Llompart, Sergi Bota, Araceli Lázaro, Manel Capdevila,
Tomás Gamarra, Mar Galcerán, Quico Mañós, y Maite Marzo. Gracias a sus bio-
grafías de educadores trasladadas a las aulas universitarias se ha conseguido dar algu-
nos procesos rituales en el orden del SER educador y no solo del SABER educador.
Recuerdo cuando compré mi primer póster del Che Guevara, más o menos
cuando tenía 15 años. Me impresionaba aquella imagen y ya intuía entonces
que aquello era algo más que un fetiche, que una simple forma simbólica de
ritualizar un cierto esnobismo intelectual. Pocos años después empezaron mis expe-
riencias como educador en un barrio «oprimido» cerca de la población dónde vivía.
Entonces seguía llevando en la solapa de mi abrigo una imagen del Che. En aque-
llos momentos no conectaba directamente mi acción educadora con aquellos
niños con algunos de los textos del Che y su política revolucionaria. Lo cierto es
que la imagen de lucha pedagógica empezaba a envolver muchas de mis reflexio-
nes en torno a la educación. Veinte años después de la compra del póster, el Che
Guevara sigue presente en mi ideología y lo hace cada vez con más fuerza y con-
tundencia pedagógicas. Ahora que me encuentro en la posición de académico sería
muy fácil dejar de lado las ideologías de juventud y abrirse a miradas menos
involucradas, menos comprometidas y tal vez «serias» (en relación a los temas y
objetos de estudio). Tal vez mi testarudez y esas ganas irreprimibles de seguir tra-
bajando para un mundo mejor, a favor de los sujetos oprimidos me lleva a revi-
sar los puntales que configuran mis ideas pedagógicas, más allá de las tecnologí-
as, los discursos posmodernos y las miradas psicológicas. Seguir pensando de
forma radical en la universidad es, todavía, un nadar a contracorriente, un sumer-
girse en una poza de agua helada, profunda y poco clara. Las primeras impresio-
nes de los colegas que entran en mi despacho (al divisar en la mesa una imagen
del Che o un libro de Pedagogía radical) son de miedo, risa o sorpresa. Pocas
veces se toman en serio el potencial de la pedagogía como herramienta revolu-
cionaria, más allá de las tecnologías reproduccionistas. Pero no por ello debe-
mos dejar de lado esta dimensión central de la pedagogía: transformar la socie-
dad para resituar al otro más allá de los espacios de opresión.
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Es cierto que en nuestro contexto han aparecido muy pocas (por no decir
casi ninguna) publicaciones relacionadas con lo que en el contexto de los Estados
Unidos de América se conoce como Radical Pedagogy. Entre ellas prácticamente
la obra de Paulo Freire ha sido la única que nos ha llegado completa. Pero más
allá de centrarnos en su obra (sobradamente conocida, estudiada y divulgada) que-
remos revisar diferentes autores que desde una perspectiva u otra han hecho
aportaciones a lo que designamos como pedagogía radical. Entre otras encontra-
mos al Che Guevara, Vanier, Deligny y algunos de los discursos mexicanos del
EZLN. Al inicio del siglo XXI y auspiciada por fervores, epítomes y otras formas
de «distorsionar» las relaciones que producen espacios, prácticas y discursos de
subjetividad, la pedagogía ha olvidado (a menudo como forma desmemorizada
de subsistencia) aquellos autores que en algún momento han marcado sus formas
y modelos, sus praxis y sus pensamientos.
Sigo pensando que ese es uno de los grandes problemas de la formación uni-
versitaria de los educadores y profesionales de la educación: situar una formación
en el saber y no en el ser. El problema se agudiza cuando el saber se traduce en un
saber instrumental que busca proporcionar una técnica aplicable a todos los suje-
tos con diagnósticos y necesidades parecidas (y en los cuáles casi siempre es el pro-
fesional el que decide qué diagnóstico y qué necesidad tiene esa persona). Pero una
y otra vez (como buenos representantes de la especie humana) seguimos tropezan-
do con la misma piedra. Es por eso que Ser Educador se propone estudiar las for-
mas históricas de constitución de la alteridad a través de un método concreto: la
historia y la hermenéutica. Este proyecto es el resultado de diferentes trabajos par-
ciales desarrollados entre 1995 y 2007. En el presente libro ofrecemos una mira-
da de conjunto, amplia y ordenada, que permite comprender y situar parte de los
procesos sociohistóricos que han configurado el perfil actual del educador social.
Nacido de las problemáticas socioeconómicas derivadas de la II Guerra Mundial,
en la Europa de 1945 surge la necesidad de la intervención de un nuevo profesio-
nal que acompañe y eduque a los menores huérfanos que deambulan y vagabun-
dean por diferentes regiones francesas. Al situar al educador en ese contexto y ese
momento concreto, no queremos obviar que anteriormente existían figuras de
educadores, especialmente en el campo de la protección de menores y que en su
momento fueran reclamadas (como figuras profesionales con una formación com-
pleta y reconocida) por Pedregosa, Albó, Piquer, Montessori, Moragas, Tosquelles,
Bettelheim o el mismo Deligny. Pero por diferentes motivos, 1945 se erige como
símbolo del arranque de esta nueva profesión de lo social.
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Algunos países como Francia o Suiza, han mostrado una especial atención y
curiosidad por desvelar y preservar su historia socioeducativa. En nuestro contex-
to todavía nos encontramos excesivamente alejados de lo que ha sucedido en
dichos países en relación con su pasado socioeducativo. Decía Iñaki Rodríguez en
1999: «Una de las dificultades con la que se encontraba este educador era la falta
de un modelo propio de reflexión y de intevención […] A finales de los años
sesenta se va imponiendo el modelo comunitario basado en las teorías de Paulo
Freire, Carl Rogers o Celestín Freinet…». Creemos que estar desprovistos de mode-
los propios para la acción tiene mucho que ver con el desconocimiento el pasa-
do de una determinada profesión.
Detrás de Pedagogía y Nomadismo están Paulo Freire, Fernand Deligny, Leonardo
Boff, Pere Casaldàliga (y toda la Teología de la Liberación), Peter McLaren, Enrique
Martínez Reguera (y los cachorros de nadie), Januz Korczak, el Che Guevara, el
EZLN y el movimiento indígena insurgente de Chiapas, Antonio Gramsci y la fuer-
za de Zotikos con los leprosos. Pero también están todas aquellas personas que
me han permitido acompañarlas y me han trasmitido algún tipo de enseñanza
sobre la opresión, la marginación, la alteridad y todas las formas posibles de
lucha contra sus opresores. También todos los educadores y educadoras que han
compartido trayectos formativos y/o equipos de trabajo socioeducativo en algún
momento de nuestras vidas. Ellas y ellos han forjado las formas de romper con
el régimen instituido.
Este libro quiere ser un modesto homenaje a aquellas personas que a través
de la educación creen que es posible provocar algun tipo de cambio en la socie-
dad, en las personas, en las estructuras y las instituciones. Y entre ellos no puedo
dejar de recordar a todos lo que desde la praxis profesional hacen esfuerzos por
pensar (y divulgar) otras formas de entender la palabra educación.
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Capítulo I
1. Introducción
«Hay una aportación nueva y genuina. La mayor parte de trabajos tienden a tapar los vacios
del documento o a llamar nuestra atención sobre géneros o temas que han sido desaten-
didos… Debates que surgieron de golpe sobre asuntos contemporáneos como la religión
en el aula, la enseñanza de la teoría de la evolución, la acción afirmativa, el acoso sexual,
las guerras culturales y la corrección parecen anticuados y superficiales, excepto para las
personas directamente implicadas. El saber realmente creativo e innovador, con excep-
ción de la historia de la mujer, ha desaparecido de la escena. El impulso innovador, sea
tradicional o radical, se ha agotado… Contínuamente repetimos los viejos mantras –clase,
raza y género son los más escuchados–, pero ya no estamos seguros de hacia dónde y como
los aplicamos»3.
3. J. HERBST, «The History of education: state of the art at he turn of the century and North
America», Paedagogica Historia, 1999, 35 (3), 737-747.
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4. En estos casos deberemos preguntarnos seriamente si es posible que un maestro tenga una for-
mación descontextualizada de su pasado, y ejerza su profesión –por ejemplo– de espaldas a
Freinet, Montessori, Milani, Dewey, Freire o Decroly.
5. En algunas universidades (la verdad es que muy pocas) ha sido hasta el momento una asignatu-
ra obligatoria, y en muchas otras optativa. El caso más paradigmático es el de la Universidad de
Girona que ha pasado de un modelo a otro, hasta hacerla desaparecer de las asignaturas oferta-
das. Todo parece indicar que en la mayoría de los nuevos grados en Educación Social, existirá una
asignatura de Historia de la Educación Social.
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6. M. BLOCH, Apologia de la història, Barcelona, Empúries, 1984, p. 34. Sobre esta temática es inte-
resante el trabajo de José Manuel CUENCA, Cartas a un joven historiador. Estudios historiográficos.
Madrid, Encuentro, 2005.
7. Sobre este tema nos remitimos a nuestro trabajo Los hijos de Zotikos: Una antropología de la edu-
cación social, Valencia, Nau Llibres, 2006.
8. Son relevantes los trabajos de Julien Fuchs, «Sources et archives des mouvements de Jeunesse»,
¿Interrogations? Revue pluridisciplinaire en sciences de l’homme et de la societé, 6, 2008, 172-182, y
el de G. Cholvy, «Les organisations de jeunesse entrent dans l’histoire», Revue d’histoire de l’Eglise
de France, 217, 2000, 347-361.
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Durante mucho tiempo, los archivos del sector han sido ignorados, casi abandonados,
destruidos, quemados… Estaban formados de importantes tesoros en términos de tes-
timonios, de instantáneas de la vida cotidiana de las instituciones, de escritos diver-
sos, de fotografías y de películas. Para poner fin a esta situación, algunos «diplodocus»
de educadores que habían empezado su carrera en los años cuarenta, han tenido la feliz
idea de crear el Conservatorio nacional de los archivos y de la historia de la educación
especializada (CNAHES). Esta asociación, nacida el 28 de mayo de 1994 en Burdeus,
creó el año siguiente el centro de archivos de protección a la infancia y a la adoles-
cencia (CAPEA). Dinamizado por historiadores, el CAPEA recoge e inventaria los archi-
vos de asociaciones, de federaciones, de centros de investigación, de institutos de for-
mación o de particulares, que rápidamente son puestos a disposición de investigadores
o de formadores. Los archivos están organizados por fondos personalizados y la tarea
es colosal: la ex-asociación nacional de educadores de jóvenes inadaptados (ANEJI),
por ejemplo, a enviado 560 documentos, esto se traduce en una longitud de 17 metros
lineales (los archivos se miden en metros lineales). Más modestas son las trece unida-
des documentales de Pierre Mercier (1904-1974, antiguo magistrado y Presidente de
una asociación regional de protección de la infancia y la adolescencia) que se eleva-
ron a 0,60 ml. Con los archivos de la educación especializada, por lo menos los fon-
dos hasta el momento indexados superan el kilómetro! Algunas exposiciones a veces
valorizan estos distintos fondos: Asociaciones y un Ministerio. De la protección de la
infancia a los encierros de lo público y de lo privado, en el Tribunal de Justicia parisiense,
en 1998; Niños de justicia. La rehabilitación en Bretaña en los años cuarenta, en el museo
de Bretaña en Rennes, entre 1999 y 2002; Niños en justicia en los Siglos XIX y XX, en
el centro de acción educativa de la Ferme de Champagne, en Savigny-sur-Orge, en cola-
boración con la protección judicial de juventud (2001). Regularmente, algunos colo-
quios tratan estos temas, o recuerdan la importancia de la memoria: se refieren a la
transmisión de la historia de la educación especializada, sobre las esposas de educa-
dores o las mujeres educadoras, o sobre los acuerdos de trabajo ARSEA-ANEJI de 1958.
Agrupando los archivos del sector social, educativo y médicosocial «con el fin de garan-
tizar su conservación y una comunicación más amplia posible», el conservatorio firma, en
2002, un convenio tripartito con los Ministerios de Cultura, Justicia y Asuntos socia-
les, y traslada el conjunto de sus fondos, el famoso kilómetro de archivos, de la biblio-
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teca universitaria de Angers en el Centro de los archivos del mundo del trabajo (CAMT)
de Roubaix. Instalado en una antigua hiladura, el CAMT forma parte de los estable-
cimientos de conservación oficiales, con el mismo concepto que el centro histórico
de los archivos nacionales (París), el centro de los archivos contemporáneos
(Fontainebleau), el de los archivos de ultramar (Aix-en-Provence) y el centro nacional
del microfilm (Espeyran).
«Le Temps de l’histoire, revue d’histoire de l’enfance «irrégulière» es una publicación consa-
grada al campo de la infancia y juventud marginales o marginalizadas. Se interesa por
el niño de la justicia (delincuente), y también por el niño víctima, por el huérfano, por
el vagabundo, así como por las políticas legislativas e institucionales y por las prácticas
pedagógicas destinadas a acompañar a esta juventud e infancia «irregular» en Francia y
fuera de Francia. La Revue, con comité científico de lectura, es el fruto de una colabora-
ción entre el Centro nacional de formación y estudios de la protección judicial de juven-
tud (CNFE-PJJ) y la Asociación para la historia de la educación supervisada y la protec-
ción judicial de los menores (AHES-PJM). La revista también se concibe como un lugar
de diálogo y encuentro entre el mundo de la investigación histórica y el medio profe-
sional de la educación especializada. (http://rhei.revues.org/).
Pero a pesar de ello si que alguna revista (como es el caso del monográfico de
la revista Historia de la Educación) se preocupa por publicar artículos y/o mono-
gráficos sobre el tema. Es posible reconstruir prácticas y sobretodo discursos gene-
rados a partir de ellas, algunos en nuestro país y otros más allá de nuestras fron-
teras. Lo que ofrecemos en este capítulo son las reflexiones sobre la relevancia de
plantearse con urgencia y con cierta seriedad, el trabajo de recuperación históri-
ca de las bases que sustentan las prácticas socioducativas.
9. Algunos de los títulos de los trabajos publicados en dicha revista són: «Le statut de 1956 des édu-
cateurs de l’Éducation surveillée à la lecture des publications syndicales (SNPES)», Marc Brzegowy;
«Quelques éléments pour l’histoire du ‘Conseil technique de l’enfance déficiente et en danger
moral’ de 1943 Approche sociolinguistique et historique», Christian Rossignol; «Rééduquer la jeu-
nesse délinquante sous Vichy: l’exemple du ‘Carrefour des enfants perdus’, Léo Joannon y
Gabrielle Hombre; «Archives et historiographie», Françoise Banat-Berger et Jean-Claude Farcy;
«Figures de l’arriéré scolaire et caricatures d’Edouard Claparède : Genève, 1908» Martine Ruchat;
«Ker Goat/Belle-Île: deux centres mythiques», Mathias Gardet.
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Esta situación ha evolucionado después de 1980: a partir del momento en que las
preguntas sobre el pasado han pasado a ser una necesidad colectiva, casi un deber de
la memoria, la relación con los archivos se modifica. De forma menos superflua, al archi-
vo se le «convoca» en tanto que es susceptible de clarificar a través del peso del pasa-
do las singularidades (y dificultades) del presente. Es desde esta perspectiva que fue-
ron creadas diversas instituciones encargadas de favorecer su valorización (como
podría ser el caso de le Pôle de conservation des archives des associations de jeunes-
se et d’éducation populaire (PAJEP). A nivel regional, algunas organizaciones, de forma
paciente han iniciado el trabajo de clasificación y de archivo, bajo el impulso de per-
sonas conscienciadas de la necesidad de hacer accesibles sus documentos (la Fédération
française des éclaireuses, por ejemplo, ha depositado una parte de sus fondos en la
Bibliothèque nationale universitaire de Strasbourg).
A pesar de que algunos responsables de asociaciones han constatado esa absen-
cia de memoria en su movimiento, no siempre es posible recuperarla por entero. En
el periodo anterior a 1945 (listas de socios, cartas de miembros, memorias de activi-
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dades) fueron destruidas para evitar el control de los jóvenes por parte de las autori-
dades colaboracionistas o nazis.
Tal y como algunos autores apuntan (Vilanou 2002; Laspalas, 2002; Aguirre,
2000) el giro que existió en la historiografía y en especial en los objetos de estu-
dio de la historia ha permitido poder ofrecer otros puntos de vista, y otras mira-
das a los sujetos de la historia11. Hablar de una historia más de tipo social nos invi-
ta a pensar, especialmente, en el giro historiográfico que marcó la nueva
10. K. ROUSMANIERE, «Fresh thinking: recent work in the history of education –a response to
Jurgen Herbst’s state oh the article», Paedagogica Historica, 2001, 37 (3).
11. Nos referimos a los trabajos siguientes de dichos autores: C. VILANOU, «Jordi Monés i el
Seminari d’Història de l’Ensenyament: quan la història de la pedagogia esdevé història de l’e-
ducació social», Educació i Història, 2002, 5, 13-59; J.LASPALAS, Introducción a la historiografía de
la educación, Pamplona, EUNSA, 2002; C.A. AGUIRRE, «Los efectos de 1968 sobre la historio-
grafía occidental», Pensamiento historiográfico e historiografía del siglo XX, Rosario, Protohistoria,
2000.
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12. Para darnos cuenta de la relevancia de las aportaciones de Braudel, creo que son más que ilus-
trativas las palabras de Pierre VILAR: «Jueves, 28 de noviembre de 1985. Cinco de la tarde. En
el moderno edifico del bulevar Raspail que ha reemplazado a la vieja prisión de Cherche-Midi,
y que alberga a la Maison des Sciences de l’Homme y a la École des Hautes Études en Sciences
Sociales, terminaba el seminario en el que me sigue gustando reunir, en la libertad y por placer,
a algunos aprendices de historiador. Una voz nos llega del pasillo: Braudel ha muerto. No me
sorprendió emocionarme. Pero lo hice por la sensación de vacío, de ausencia que me invadió
al conocer la noticia, a pesar de que nunca he sido un íntimo de Fernand Braudel (…)», Memoria,
historia e historiadores. València/Granada, Universidad de València y Universidad de Granada, 2005,
p. 11.
13. M.A. CABRERA «La crisis de la modernidad y la renovación de los estudios históricos», en M. Ferraz
(Ed.) Repensar la historia de la educación. Nuevos desafíos, nuevas propuestas, Madrid, Biblioteca
Nueva, 2005, p. 22.
14. RUIZ BERRIO, J «El método histórico en la investigación histórico-educativa», en N. De GABRIEL
y A. VIÑAO (Eds). La investigación histórico-educativa. Tendencias actuales, Barcelona, Methodika,1998,
p. 14.
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Está claro que la investigación histórica (si se quiere de forma más o menos
informal) juega un papel más que relevante en la proyección de ideas para inter-
venir sobre determinadas problemáticas existentes en la sociedad. Pero también
es bien cierto que la práctica cotidiana de los profesionales de la intervención socioe-
ducativa pasa más bien por actuar que por visitar espacios y territorios donde
quedan custodiadas estas experiencias entrañables. Sobre este tema Vilà nos
anuncia que: «La situación actual tiene que ver, en parte, con las manifestacio-
nes, las instituciones y los debates precedentes que contribuyeron a modelarlos.
No osbtante, no se trata de ningún examen exhaustivo, sinó simplemente de
dejar constancia de algunos de los precedentes de los servicios sociales actuales
a través de la descripción de las principales manifestaciones, personajes e insti-
tuciones15. Pero a pesar de la propuesta de Vilà de reconstruir la interesante his-
toria de los servicios sociales en Cataluña, se trata de un tipo de perspectiva (la
histórica) muy poco presente. Esta idea es reforzada por lo que nos dice Lascoumes:
«El trabajo social y especialmente el sector de la prevención especializada, en
movilización constante por la immediatez de la realidad, de sus urgencias, de
sus dramas, se queda encerrado en él mismo. Su pasado se limita a algunas expe-
15. A. VILÀ, Els serveis socials a Catalunya. Una visió històrica, Girona, Tesi doctoral, Universitat de
Girona, 2004, p. 103.
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SANTOLARIA (1997)17 El objeto de este libro es ofrecer una visión general de la historia de
la educación social en España a lo largo de los siglos modernos y con-
temporáneos, procurando enmarcarla en el contexto europeo y occi-
dental (…) El texto ha sido escrito con la esperanza que pueda ser
útil a estudiosos y profesionales de la educación, de los historia y de
los problemas sociales, de la pobreza, la marginación, y la asisten-
cia social, especialmente para estudiantes universitarios de estas dis-
ciplinas (p. 1)
DELGADO (1998)18 La preocupación por el niño al que sus padres no sonrieron ha sido
el motor de esta investigación. Mirar atrás en el pasado para ver la
historia de la infancia equivale a abrir la caja de Pandora, no para dejar
libres los males que han afligido a lo largo de los siglos a la infan-
cia, sino para poder conocerlos y evitarlos (p. 9)
GUTIÉRREZ Y De ahí que a través de este estudio pretendamos ver la correlación
PERNIL (2004)19 de estos dos términos HISTORIA – INFANCIA en primer lugar y dán-
dole la categoría que le debemos; en segundo lugar a la propia his-
toria en que buscaremos a ese niño que existe y que apenas ha sido
un sujeto valorado; y por último cual ha sido el pensamiento y la inter-
acción de esos agentes: sociedad, familia, escuela, como base de la
dimensión no sólo del niño como sujeto de derechos, sino como
proyección del hombre que llegará a ser actor y autor de su propia
vida (p. 10)
Con un ejemplo podemos ver mejor lo que Lascoumes nos propone: si nos dis-
ponemos a redactar las bases de un proyecto residencial para menores en situación
de riesgo social, es probable que las directrices marquen aspectos como la vida coti-
diana, la integración en la comunidad, la inserción laboral de los adolescentes que
se encuentran en edad laboral, el trabajo entre la institución y las familias, etc. Y si
éstas son las directrices temáticas que se erigirán en pilares de nuestro proyecto,
también es muy probable que los libros que utilizemos para documentarnos no
sean los de Albó o de Aichhon. Estas narraciones de experiencias pasadas, suelen ser
16. P. LASCOUMES, Prévention et contrôle social. Les contradictions du travail social, Ginebra, Médecine
et higiene, Masson, 1977, p. 73.
17. F. SANTOLARIA. Marginación y educación. Historia de la educación social en la España contemporá-
nea. Barcelona, Ariel, 1997.
18. B. DELGADO, Historia de la infancia. Barcelona, Ariel, 1998.
19. A. GUTIÉRREZ y P. PERNIL, Historia de la infancia. Itinerarios educativos. Madrid, UNED, 2004.
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Los historiadores nos ocupamos exclusivamente del pasado, y no es en absoluto verdad. Nos ocu-
pamos de la trayectoria del hombre y de las sociedades humanas, y la sola manera de hacerlo,
la sola manera de poder estudiar la evolución, es examinarlos en un arco temporal que, para
que tenga bastante grueso, hace falta que arranque del pasado. Aquello que nos proponemos,
sin embargo, es entender el presente en qué vivimos y ayudar a otros a entenderlo, lo cual expli-
ca que bajo los hechos del pasado en qué se nos ve trabajar haya unos problemas que son de
hoy y, unas preocupaciones que compartimos con el resto de los hombres y las mujeres20.
23. J. CASANOVA, «Història local, història social i microhistòria», Taller d’història, 1995, 6.
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24. Una versión previa de este texto (más reducida) ha sido publicada con el título «Pedagogía y her-
menéutica. Más allá de los datos en la educación», Revista Iberoamericana de Educación, 36 (12),
2005, 1-11.
25. R. PAGANO, Educazione e intrepretazione. Linee di una pedagogia ermeneutica, Brescia, La Scuola,
2001.
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más a veces lo hacen –y lo hacen bien– los propios psicólogos, filósofos, sociólo-
gos, etc: es cuando estos se ponen a hacer Pedagogía, aunque no quieran reco-
nocerlo o no quieran ponerse esta etiqueta»26. Y una de las formas de hacer
Pedagogía hoy es hacerlo desde la interpretación de lo que pasa, de los que nos
pasa, de lo que les pasa a los educandos, etc. La interpretación posibilita, entre
otros, situarse, dialogar y reflexionar sobre la educación. Lo mismo pasa al estu-
diar la historia de la educación social: nos podemos quedar en meras descripcio-
nes (literales de los hechos sucedidos y guardados en los archivos) o podemos aden-
trarnos en la dimensión interpretativa para buscar qué se esconde detrás de esas
«apariencias iniciales».
Método y metodología
El término método procede del latín methodus que a su vez se formó del griego métho-
dos. Esta palabra era ya empleada entre los griegos en el sentido de modo de hacer o
de decir una cosa. Se trata de una palabra compuesta a partir de metá y ódós camino,
semejante a otros términos castellanos formados por el mismo término griego con una
preposición antepuesta: «episodio», «éxodo», «periódico», «sínodo». Con la palabra
«método» se alude al modo de obrar o de proceder en un área determinada, y también
el hábito o costumbre que cada uno tiene y observa. Con metodología nos referimos
a la ciencia del método, al conjunto de métodos que se siguen en una investigación.
26. J. TRILLA, «Hacer pedagogía hoy», en J. RUÍZ BERRIO (Edit.) Pedagogía y educación ante el siglo
XXI. Departamento de Teoría e Historia de la Educación, Universidad Complutense de Madrid,
2005, p. 287.
27. J. I. RUIZ OLABUÉNAGA, Metodología de la investigación cualitativa,Bilbao, Universidad de Deusto,
2003.
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5. La temporalidad hermenéutica
debido a que la verdad no existe de por sí, pero puede interpretarse»33. Uno de
los elementos clave del círculo hermenéutico es el sujeto que interpreta y que se
encuentra inmerso directamente en el proceso interpretativo, siendo parte inte-
grante y, por lo tanto, sin partir de la intencionalidad de aproximarse a la obje-
tividad.
6. La lingüisticidad hermenéutica
33. R. PAGANO, Educazione e intrepretazione. Linee di una pedagogia ermeneutica, Brescia, La Scuola, 2001,
p. 134.
34. R. PALMER, ¿Qué es la hermenéutica? Teoría de la interpretación en Schleiermacher, Dilthey, Heidegger
y Gadamer, Madrid, Arco Libros, 2002, p. 257.
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7. La esteticidad hermenéutica
35. Tal como apunta Collelldemont, «si revivimos nuestro proceso formativo realizado a través de
las experiencias estéticas, a buen seguro que todos podremos mencionar algunas de las que
han tenido lugar en el marco de la experiencia artística. Probablemente, el arte nos ha enseña-
do a todos a mirar más detenidamente, a descubrir lo insospechado o a presentir nuevas per-
cepciones de la realidad», E. COLLELLDEMONT, Educació i experiència estètica, Vic, EUMO, 2001,
p. 7.
36. R. PAGANO Educazione e intrepretazione. Linee di una pedagogia ermeneutica, Brescia, La Scuola, 2001,
p. 80.
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8. El significado de la hermenéutica
37. El término aparece en diferentes autores desde la antigüedad. Los más relevantes son: Platón,
Aristóteles, Jenofonte, Plutarco, Eurípides, Epicureo y Lucrecio.
39. Tal como afirma Palmer: «los griegos atribuyeron a Hermes el descubrimiento del lenguaje y la
escritura, herramientas que la inteligencia humana utiliza para captar el significado y transferir-
lo a otros», R. PALMER, ¿Qué es la hermenéutica? Teoría de la interpretación en Schleiermacher,
Dilthey, Heidegger y Gadamer, Madrid, Arco Libros, 2002, p, 30.
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39. El análisis desarrollado por Heidegger en Ser y tiempo es denominado por él «hermenéutica del
Dasein».
40. L. GARAGALZA, Introducción a la hermenéutica contemporánea. Cultura, simbolismo y sociedad.
Barcelona: Anthropos, 2002, p. 26.
41. H. G. GADAMER, El giro hermenéutico, Madrid, Cátedra, 1998.
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9. El círculo hermenéutico
Todos Parte
Interacción dialéctica
Uno da significado
al otro
Es así como la acción de comprender pasa por un proceso circular que la lógi-
ca no puede explicar a través de que mecanismos se lleva a cabo el proceso. Si segui-
mos lo que anunció Scheleirmacher, es una cuestión comparativa y en parte
intuitiva43. La parte de intuición es un elemento clave del círculo hermenéutico.
Si lo analizamos desde una perspectiva espacial, el círculo hermenéutico supone
44. Ruiz coincide, desde una perspectiva diferente, con esta misma propuesta del trabajo circular: «el
análisis cualitativo de contenido, como cualquier otro análisis cualitativo, procede de forma
cíclica y circular, y no de forma secuencial y lineal. Concluido un primer paso, se pasa al siguien-
te para, con frecuencia, volver de nuevo a la fase primera y reiniciarla con una información más
rica y completa», J.I. RUIZ OLABUÉNAGA, Metodología de la investigación cualitativa, Bilbao,
Universidad de Deusto, 2003, p. 201.
45. Palmer hace referencia a ello diciendo que «a esto se le puede llamar preconocimiento mínimo
necesario para comprender, sin el cual no se puede saltar al círculo hermenéutico», R. PALMER,
¿Qué es la hermenéutica? Teoría de la interpretación en Schleiermacher, Dilthey, Heidegger y Gadamer,
Madrid, Arco Libros, 2002, p. 115.
46. P.J. ÖDMAN, «Hermeneutics», J.P. KEEVES (Ed.) Educational Research Methodology, and measure-
ment. An International Handbook, Londres, Pergamon Press, 1990, p. 64.
47. P. MAYKUT, y R. MOREHOUSE, R. Begining qualitative research: a philosophic and practical Guide,
Londres, The Falmer Press, 1994.
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48. Sobre este aspecto concreto Vilanou apunta que «queda claro que para la pedagogía hermenéutica la
formación tiene algo de personal e individual, es decir, de autoformación, actitud que se canaliza a
través de un proceso de autointerpretación abierto a nuevas comprensiones», c. VILANOU, «Formación,
cultura y hermenéutica: de Hegel a Gadamer», Revista de Educación, 2002, 328, 205-223.
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Es en sí un profundo acto creativo; tenemos entonces por un lado, la persona que sabe y por-
que sabe hace. Hay gente que sabe hacer poesía, hay otros que son poetas; hay gente que
sabe hacer música, hay otros que son músicos; hay gente que hace ciencia y hay otros que
son científicos; esa es en el fondo la profunda diferencia. Ahora, no hay nada malo en hacer
poesía, música o ciencia, lo que es malo es quedarnos solamente en el hacer, si nunca se llega
a ser, y sólo se puede llegar a ser cuando dejamos o por lo menos hacemos un esfuerzo por
dejar de ser fragmentados y nos integramos en aquello con quién o con qué queremos poten-
ciarnos como seres humanos, es allí entonces donde podríamos decir que el que comprende
es aquel que hace y que es, porque comprender es ser parte de, es penetrar la realidad49.
49. M.M. NEEF, El acto creativo, (Documento no publicado), Bogotá, 1996, p. 63.
50. E. GUBA. y Y. LINCOLN, El constructivismo, Cali, Universidad de Santiago de Cali, 1994, p. 23.
51. F. LAPLANTINE, La description ethnographique, París, Nathan, 1996.
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52. P. MAYKUT y R. MOREHOUSE Begining qualitative research: a philosophic and practical Guide,
Londres, The Falmer Press, 1994.
53. J. Ma MARDONES, Filosofía de la ciencias humanas y sociales, Barcelona, Anthropos, p. 117.
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AUTORES DEFINICIÓN
Aquello que nos interesa del discurso son las ideas que los autores dicen,
como las dicen, pero también aquéllas que no dicen, porque como Ruiz
nos adelanta: «del contenido del texto, se puede inferir información relativa
a las características, personales o sociales del autor del mensaje»57. El autor
nos sitúa en su contexto, pero también con su vivencia personal de la peda-
gogía. Y estos textos situados en sus contextos nos hablan del sentido simbó-
lico, de su no unicidad literal de lectura, de las posibilidades de no coinciden-
cia en su interpretación, etc. Pero trabajar circularmente con los textos y
los discursos nos exige que ambos sean sometidos a múltiples lecturas y mani-
pulaciones, sin que con la lectura y/o categorizaciones iniciales sean suficien-
tes. Por ello requiere un ejercicio de retorno a los textos y a las ideas, para
extraer otras ideas que a pesar de encontrarse en el texto, no habían sido com-
prendidas o no habían sido interpretadas en sus primeras lecturas en esta
dirección.
54. J. POTTER y M. WETHERELL, Discourse and social psychology: beyond attitudes and behaviour,
Londres, Sage, 1987.
55. V. BURR, Introducció al construccionisme social, Barcelona, UOC-Proa, 1996.
56. I. PARKER y E. BURMAN. (Edit.) Discourse Analytic Research, Londres, Routledge, 1993.
57. J.I. RUIZ OLABUÉNAGA, Metodología de la investigación cualitativa, Bilbao, Universidad de Deusto,
2003, p. 195.
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11. Conclusión
58. BURR, V., Introducció al construccionisme social. Barcelona, UOC-Proa, 1996, p. 57.
59. Para Bur: «cada componente es construido a partir de los discursos que nuestra cultura nos
pone al alcance (sexo, formación, etcétera), y nosotros somos el producto final que resulta de
la combinación de determinadas versiones de los elementos disponibles. Las materias primas
a partir de las cuales se construye la identidad de un joven desempleado de raza negra, por
ejemplo, son los discursos relacionados con la edad, la raza, el trabajo y la masculinidad» (Op.
Cit, p.57).
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Capítulo II
61. En otros idiomas podemos encontrar bastantes publicaciones sobre historia de la discapacidad
desde la segunda mitad del siglo XX. El libro de Leo KANNER, En History of the Care and Study of
the Mentally Retarded. Sprinfield, Charles C. Thomas, 1964; K. DÖRMER, Bürger und Irre. Sur
Sozialgeschichte und Wissenschaftsoziologie der Psychiatrie. Frankfurt am Main, Europaïsche
Verlagsanstalt, 1969; G, WOODILL, Bibliographie signalétique, Histoire des handicaps et inadapta-
tions // Thematic Bibliography on the history of disabilities and social problems. París, CTNERHI,
1988; H.F. ELENBERGER, Histoire de la découverte de l’insconcient, París, Fayard, 1994.
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62. El padre de la paleopatología es Ruffer (1859-1917) y tal como afirma Laín Entralgo «es la cien-
cia de las enfermedades que pueden ser demostradas en restos humanos procedentes de épocas
remotas» (1988:4). Laín utiliza también la expresión medicina prehistórica, que se trata de la «des-
cripción de las consecuencias que tuvieron o pudieron tener las enfermedades constatadas por
la investigación paleopatológica», Historia de la medicina, Barcelona, Salvat, 1988, p. 5..
63. F. MARTÍ-IBÁÑEZ, The epic of medicine. Nova York, Clarkson N. Potter, 1959.
64. Según Lorenzo y González «chamanes y curanderos intentarían aliviar el dolor de su paciente a
base de ritos y remedios naturales en partes iguales (…) Es aquí dónde debió comenzar el matri-
monio entre la mágia y la ciencia para combatir juntas las enfermedades» Sana que sana culito
de rana. Historia de la medicina. Madrid, De la Torre, 1999, p. 9
65. Él pone especial énfasis en los trabajos hechos por Adolf Bastian (1826-1905), pues fue uno de
los primeros en comprender el interés científico de los métodos curativos primitivos. Bastian había
llevado a cabo los trabajos de campo en la Guyana británica.
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66. Se trata de Laín Entralgo. Esta temática es tratada en los dos libros siguientes: (1988) Historia de
la medicina. Barcelona, Salvat y también en Enfermedad y pecado. Barcelona, Toray, 1961. Para Laín
se trata de prácticas de medicina pre-técnica situada entre la magia y el empirismo. Uno de los
otros libros de este mismo autor que trata sobre las prácticas curativas a la antigüedad es La cura-
ción por la palabra en la Antigüedad Clásica. Barcelona, Anthropos, 1987.
67. AGUADO, L. Historia de las deficiencias. Madrid, Escuela Libre Editorial, 1995, p. 36.
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Shanidar I (Nancy)
68. Se cree que Shanidar I era un individuo de cerca de 40 años. Fue encontrado descansando en posi-
ción fetal rodeado de esporas de polen que marcan las flores que había a su alrededor. El descu-
bridor de los restos, Ralph Solecki, apunta que se tratarían de plantas medicinales con finalida-
des curativas. Incluso Solecki apunta la posibilidad de que Shanidar I hubiera sido un chamán.
Eso contrasta con los datos aportados en posteriores investigaciones hechas por Erick TRIN-
KAUS, donde constata que en realidad era un individuo severamente incapacitado. SOLECKI publi-
có los datos en su libro Shanidar. Nueva York, Knopf, 1971. Sobre este tema nos diran Carbonell
y Sala: «El individuo Shanidar I, el primero descubiero, tenía trazas de heridas en la parte dere-
cha frontal y una fractura en la órbita izquierda. Son heridas claras que pueden tener orígenes
diversos, ya sean propias de la vida en las cuevas o de la violencia con animales o con otros
humanos. Stewart defensó, que se trataba de heridas de combate. Le faltaban también los hue-
sos del antebrazo derecho y extremidad distal del húmero del mismo brazo. Finalmente la cla-
vícula, la escápula y el húmero, todos del lado derecho, presentaban carácteres patológicos, por-
qué no se habían desarrollado con normalidad. Stewart pensó que este individuo había sufrido
una amputación terapéutica», CARBONELL, E i SALA, R., Planeta humà. Barcelona, Empúries, 2002,
p. 310.
69. Se descubrieron restos de Neanderthal de hace 45.000 años, denominados «restos de Shanidar
I», y que tal como Sheerenberger afirma «parece que la tribu de Shanidar I lo favoreció, lo pro-
tegió de males indebidos y encontró para él un puesto productivo en la sociedad», R. SHEEREN-
BERGER, Historia del retraso mental. San Sebastián, SIIS, 1984, p.8.
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70. Según Gómez Hernández «se trata de una prótesis tibial confeccionada cono una pata de
morueco, utilizando la piel del animal como elemento de encaje y su esqueleto como elemen-
to de soporte… unos restos óseos femeninos, cuyo estudio demostró que la mujer vivió varios
años utilizando la ingeniosa prótesis con lo que suplía la ausencia de su pie izquierdo»,
«Introducción a la medicina ortopédica», J. GÓMEZ, Boletín de estudios y documentación del
SEREM, 1977,7, 7-20.
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71. F.E. CLEMENTS, «Primitive Concepts of Disease», Universty of California Publications in American
Archeology and Ethnology, 1932, XXXII, 185-252.
72. Sobre este tema es interesante la consulta del trabajo de J. KLEINMAN, «El curso social del sufri-
miento: esquizofrenia, epilepsia y otras enfermedades crónicas en la cultura china», E. GONZÁLEZ
y J. Ma. COMELLES (Comp), Psiquiatría transcultural, Madrid, Asociación Española de
Neuropsiquiatría, 2000.
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rey ciego, que a pesar de su ceguera llegó al trono. Son conocidos algunos Vedas
(cantos sagrados), que explican como alargar la vida a través de ejercicios reha-
bilitadores, masajes terapéuticos y baños calientes. En Mesopotamia y Babilonia,
cuna del futuro cristianismo, entienden el origen de la discapacidad desde una
concepción demoníaca y la tratan con remedios mágico-religiosos. Ven la dis-
capacidad como un castigo de los dioses porque quien la sufría había cometido
algún pecado. De todas formas, el Código de Hammurabi73 hablaba ya de la defen-
sa de los niños y de la necesidad de proteger a aquellos que eran más débiles.
Aunque en el código no se encuentran referencias concretas a las personas con
discapacidad tenemos que pensar que seguramente en aquel contexto se tenía
en cuenta a las personas con discapacidad.
En la tumba de Tutankamon se encuentra una figura de una mujer con ena-
nitis. En un bajorrelieve, se refleja la imagen de un príncipe con el pie derecho atro-
fiado, que podría ser causa de una poliomielitis (enfermedad vírica que afecta al
Sistema Nervioso y acaba provocando la parálisis de los miembros), y va acompa-
ñado de una muleta para ayudarse a andar. En Egipto se encuentra la que es la pri-
mera mano artificial conocida. Pero uno de los hallazgos más relevante de las que
se hicieron a Egipto es el que menciona Courtine cuando dice que «al principio
del año 1826, un arqueólogo italiano llevó a París una rica colección de antigüe-
dades egipcias. Entre las cuales había una momia de un interés especial»74. Parecía
que era un chimpancé que había sido embalsamado, pero con un estudio profun-
dizado se pudo determinar que era el cuerpo de un ser humano, a pesar de que sus
dimensiones corporales e incluso la forma del mismo hacían pensar más en un ani-
mal que en un hombre. En realidad, tal como se afirmó en la sesión de presenta-
ción del caso estudiado en la Académie des sciences de París, se trataba del cuerpo
de un monstruo que estaba ubicado a la categoría de los anancéfalos (aquéllos a
los que les faltaba un trozo del cerebro). Tal como Martin manifiesta, «lo habían
asimilado a un animal, pero a una especie que en la simbología egipcia se encon-
traba ubicada en el rango más elevado, del cual la religión prescribía de conservar
esmeradamente sus restos; lo habían honrado como un animal sagrado»75.
73. Tal como afirma Sheerenberger «la preocupación de Hammurabi por la situación de los niños puede
haber reflejado las tradiciones de los babilonios, reputados asimismo por su delicadeza en el
trato con los pequeños» op. cit. p. 12. Para este autor es bastante probable que los seres más gra-
vemente afectados recibieran un tratamiento amable, o que al menos no fueran asesinados.
74. J.J. COURTINE, «Le désenchantement des monstres», en E. MARTIN, Histoire des monstres,.
Grenoble, Jerôme Millon, 2002, p. 7.
75. E. MARTIN, Histoire des monstres,. Grenoble, Jerôme Millon, 2002, p. 31.
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76. En concreto se trata del papel quirúrgico de Edwin Smith, egiptólogo americano que lo descu-
bre en 1862. Parece ser que fue redactado en el tercer milenio y fue copiado en torno al 1600 aC.
Para ampliar el tema se puede consultar el trabajo de J.J. LÓPEZ PIÑERO, Medicina, historia, socie-
dad. Antología de clásicos médicos, Barcelona, Ariel, 1969.
77. HANKS, Th. D., «Poor, Poverty», Anchor Bible Dictionary Vol. 5:403–24. New York, Doubleday,
1992.
78. H.W. WOLFF, Anthropologie de l’Ancient Testament. París, Labor et Fides, 1974.
79. También en un texto de Qumrâm se hace referencia al tema. En concreto se dice que «gentes estú-
pidas, los locos, los sordos, los dementes, los ciegos, los descarriados, los menores, ninguno de
ellos podrá entrar en el si de la Comunidad, porque sólo ángeles y santos pueden entrar», G. M.
PHILONENKO, «Une règle essénienne dans le Coran», Semitica, vol. 22, 1972 (la cita en la pági-
na 22).
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Ninguno de tus descendientes en sus generaciones, si tiene un defecto corporal, podrá acer-
carse a ofrecer el alimento de su Dios; pues ningún hombre que tenga un defecto corporal tiene
que acercarse: ni ciego, ni cojo, ni monstruoso, ni el que tenga el pie roto, ni el jorobado, ni
el raquítico, ni el enfermo de los ojos, ni quien tenga sarna o tiña, ni el eunuco» (Levítico 21,
17-20).
Pero como siempre, las ideas del A.T. no se dirigirán sólo en una dirección;
en el mismo Levítico se nos dice qué «no insultes a un sordo, y no pongas obstácu-
los a un ciego; si lo haces Dios te castigará» (Lev. 21, 16-22).80 La hermenéutica que
se desprende es que el judaísmo bíblico, a pesar de tener todavía un sentimien-
to de sacrificio, abre las puertas a la comprensión de los pobres, de los atrofiados,
de los anormales. Se fundamenta la idea de que son inocentes, y que no los pode-
mos tomar como individuos peligrosos.
Grecia, y el pensamiento de los griegos son los pilares de nuestra cultura occi-
dental y europea. Es de destacar, en el tema que nos ocupa, el papel desarrolla-
do por el médico y padre de la medicina, Hipócrates. Es el primero en incluir la
epilepsia, que hasta entonces había estado ligada a lo sagrado en su inventario
de enfermedades curables, remarcando su origen biofísico. Propone masajes,
baños, dietas y medicamentos para cuidar la epilepsia. La enfermedad mental y
el retraso mental, empiezan a ser atribuidos a la bilis negra y ya no a causas como
el castigo de los dioses. Hacen descripciones de microcefalia y de paraplejia. Crea
el banco de extensiones, para el uso y rehabilitación en las lesiones de la colum-
na vertebral (estamos hablando del siglo V e IV a. Cristo). Las aportaciones de
Hipócrates81 son aportaciones activas con respecto a las personas con discapaci-
dades, pero en Grecia existieron prácticas pasivas ante la discapacidad. El prime-
ro es el caso del infanticidio82; un infanticidio de los niños deformes y de aqué-
llos que podían llegar a tener alguna dificultad. Es una práctica del pueblo griego,
80. El trabajo de Becker está enfocado en esta misma dirección: BECKER, Adam H., «Anti-Judaism
and Care for the Poor in Aphrahat’s Demonstration 20,» JECS, 10, 2002, 305-327.
81. El Corpus Hippocraticum recoge su pensamiento médico. Allí se hace referencia a la epilepsia infan-
til, que parece ser que desaparecía con la llegada de la adolescencia. En concreto dice que la epi-
lepsia no es ni mágica ni sagrada sino que responde a causas naturales.
82. Marie Delcourt será de los primeros investigadores del mundo clásico que ponga en evidencia,
con mucho de acierto, la práctica del infanticidio. Se trataba de exponer a los niños nacidos
con deformidades; niños que en la percepción griega eran próximos al estado de terata. La auto-
ra dice en su libro: si los exponían era porque les daban miedo: eran el signo de la cólera de los
dioses y les daban la razón. El síntoma era una concomitancia o un espíritu que había distingui-
do mal la causa y el efecto», M. DELCOURT, Oedipe ou la Légende du Conquerant, París, Les Belles
Lettres, 1944.
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apoyada y recomendada por los filósofos. Así, Platón considera que hay que eli-
minar a los débiles y a los discapacitados; Aristóteles, llega a plantear en la Política:
«sobre el abandono y la crianza de los hijos, una ley tendría que impedir que no se cria-
ra ninguno que extendido lisiado».
El mismo Platón, en Las Leyes, fija en 5.040 el número de personas de un esta-
do ideal; los discapacitados no tienen cabida, sólo hay lugar para las personas
reconocidas como ciudadanos. El Estado tiene que velar por el mantenimiento
de este número de personas en su comunidad. Su función será la de favorecer
la reproducción en caso de que disminuya la natalidad o bien eliminando a
aquellos sujetos «sobrantes» en caso de que aumente. Los niños en Esparta, des-
pués de nacer eran lavados por las mujeres con vino, con la finalidad de ver si
al contacto con la bebida alcohólica eran presa de las convulsiones de la epilep-
sia. Así podían descubrir las anormalidades de los niños. Un consejo de ancia-
nos de la ciudad tenía la función de examinar a los niños; si éstos presentaban
alguna deformidad debían ser expuestos a las afueras de la ciudad, donde pro-
bablemente nadie los recogería. En una sociedad donde los niños eran sumer-
gidos en agua helada para hacerles fuertes, tener una discapacidad se convertía
en un obstáculo social. Algunos autores hablan de situación de eugenesia (elimi-
nación globalizada de los individuos con deformidades, con la finalidad de la
mejora de la especie o de la etnia). Tener una tara en Grecia, era sinónimo de
una obra inacabada, de un alejamiento del niño del ideal de hombre griego, fuer-
te y con la mente despierta. Los niños estaban expuestos, entre otros motivos
porque los que nacían con deformidades daban miedo. Existen dos categorías
diferentes de exposición de niños. La apothesis que era la exposición reservada
a los niños que habían nacido con algún tipo de deformidad, y la ekthesis que
estaba reservada a los padres que por variados motivos decidían abandonar a sus
niños83.
La situación de las personas con discapacidad en Roma es diferente de la de
Grecia. Desde la fundación del Imperio (800 a.C.) hasta la su caída (476 d.c.) se
darán variantes en las concepciones sociales de la discapacidad y a los tratamien-
tos que dan. La mitología atribuye la fundación de la ciudad a Rómulo y Remo,
dos niños que habían sido abandonados y una loba les había criado (cómo pasa-
rá más adelante con el pequeño salvaje del Aveyron). A Rómulo se le atribuye una
ley, según la cual los padres pueden abandonar a un niño inválido o monstruo-
83. M. DELCOURT, Oedipe ou la Légende du Conquerant, París, Les Belles Lettres, 1944.
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so, siempre que lo muestren a cinco vecinos y éstos lo validen. Más adelante
sigue existiendo el infanticidio, aunque quedará limitado sólo durante los prime-
ros ocho días de vida. En el siglo I d.C. se empieza a dar el fenómeno de la muti-
lación de los niños y jóvenes para obligarlos a mendicar. Son prácticas de extre-
ma brutalidad, quizás las primeras prácticas tan brutales. Vemos que se da un
fenómeno que es el de la conexión entre maltratos infantiles y discapacidad. Un
siglo más tarde, ya es habitual la compra de hombres cojos, sin manos, gigantes,
enanos, con deformidades faciales, hermafroditas, para la diversión de los hom-
bres ricos. A los niños nacidos con deformidades les esperan dos caminos: la
exposición o la muerte (infanticidio) o bien los trabajos como bufones, esclavos
o pedigüeños. Igual que los filósofos griegos, algunos de los pensadores del
Imperio romano también escribieron con respecto a las discapacidades. Lucio
Anneo Séneca (4.a.c.-65d.c.), dice en Carta en Lucilio: «sabrás que Herpaste, la
idiota propiedad de mí mujer, me fue cedida como carga hereditaria, puesto que
tengo una aversión natural contra esos monstruos. …Esta idiota perdió brusca-
mente la vista. La historia que te relato es asombrosa pero cierta. No tiene con-
ciencia de estar ciega, por lo que constantemente insta a su custodio a que la saque,
alegando que mí casa está a oscuras».
Existen ejemplos de aceptación de la discapacidad en el Emperador Claudio84.
Parece ser que era un personaje con poca salud, apariencia física poco atractiva,
con poca destreza de la movilidad, etc. Aunque otras personas si que lo trataban
mal. Es el caso de Séneca también, que ridiculiza su apariencia física y las difi-
cultades del habla. Cornelio, el médico romano, hace uso del término Imbecilis,
para calificar cualquier forma de debilidad o de deficiencia mental. Como tra-
tamiento de las personas con imbecilidad, propone la hipótesis del miedo, con-
sistente en aplicar castigos con privación de alimentos, cadenas, grilletes, etc.,
que de hecho se ha aplicado hasta llegar a mediados de S. XX. Galeano descu-
bre que la lesión en un lado del cerebro, provoca trastornos corporales en el
lado opuesto. Escribe un tratado sobre el uso de la pelota en la rehabilitación de
la mano.
El Cristianismo primitivo ejerce una influencia positiva hacia los niños, los dis-
capacitados y los enfermos, que se encuentran, a diferencia del A.T., más próximos
84. Tal como se dice a la Enciclopedia Británica «de la mala salud, apariencia poco atractiva, torpeza
de modales y tosquedad de saboreo… la familia imperial parece haberle considerado un estor-
bo y haberle dejado en sus estudios y diversiones privadas… sus errores son atribuidos a su debi-
lidad de carácter»
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a Dios. En el Nuevo Testamento, tenemos una visión muy diferenciada, así como
muchas más referencias a las discapacidades. El cristianismo, el evangelio, aportan
una nueva concepción de las personas con discapacidad, un nuevo aire integrador
y reconciliador. El papel del cristianismo es el apoyo y la acogida del próximo; el
próximo son, entre de otros, las personas con discapacidad. Así, el renombre de Jesús
predicando por Siria fue tal que todo el mundo le enviaba los demoníacos, los
lunáticos y los paralíticos, para que que los curara85. Son algunas ideas que marca-
rán el futuro de la concepción social de las personas con discapacidad, hasta la
actualidad. Un modelo benéfico-asistencial, que podría tener en este periodo su ori-
gen. Se propone la igualdad de los hombres frente Dios, y aquí tenemos que incluir
a todos los hombres sin hacer diferencia por tener discapacidades o no. En el NT
encontramos la expresión: «Vio pasar a un ciego de nacimiento. Y le preguntaron
sus discípulos: ¿Rabbi, quien a pecado, él o a sus padres? Ni él, ni sus padres; es para
que se manifiesten en ellos las obras de Dios» (Juan, 9: 1-3). Está claro que empie-
za a desaparecer esta concepción de demonización de la discapacidad.
4. Acoger la discapacidad
85. FRIESEN, Steven J. «Poverty in Pauline Studies: Beyond the So-called New Consensus,» Journal
for the Study of the New Testament, 26 (3), 2004, P. 323-361.
86. J. MALINA, «Eleós y la ayuda social: la utilización de las ciencias sociales en la interpetación del
Nuevo Testamento», en C. BERNABÉ y C. GIL (eds.) Reimaginando los orígenes del cristianismo. Estella,
Verbo Divino, p. 133-134.
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87. Es un tratado sobre brujería, que según Boring habla «sobre la forma de aprehender a las brujas
y los procedimientos para examinarlas por medio de torturas… Identificaba brujería con here-
jía y desde nuestro punto de vista identificaba brujería con enfermedad mental, muchos de
cuyos síntomas la obra describe cuidadosamente. Durante 300 años, en 19 ediciones, este malé-
volo compendio fue la autoridad y guía de la inquisición en su búsqueda de herejías y posesio-
nes diabólicas entre la gente», E.G. BORING, Historia de la psicología experimental. Mexico, Trillas,
1978, p.p. 716-717.
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Constantino) controla más o menos el mundo de los ricos y se hace cargo del
mundo de los pobres; articula en un mismo sistema esta situación económica y
el problema social»88. El texto de la biografía de Zotikos, ubicado en este con-
texto dicotómico del cual Dagron nos habla, hace referencia a la leprosería que
funda y su lucha contra el edicto de Constantino que pretende que todos aqué-
llos, el cuerpo de los cuales es abrumado por la lepra y que luchan contra esta
enfermedad que se llama sagrada, deben marcharse fuera de la ciudad o inclu-
so tienen que ser arrojados al fondo del mar89. Zotikos hace exactamente el con-
trario de lo que Constantino pretende y en el monte de Olivette erige la lepro-
sería para ofrecerles todos los cuidados necesarios. Se trataba, no de dejar morir
a los enfermos, sino de hacerles el bien, tener cuidado de ellos, tratarlos como
personas y no como monstruos o animales. Pero dado que la realidad de la socie-
dad medieval es diversa y son muchos los sujetos abandonados y maltratados
por sus condiciones, también empiezan a llegar personas deformes y con disca-
pacidades. A partir de este planteamiento y de lo que propone Stiker se puede
afirmar que Zotikos «inagura el sistema de caridad»90. Se trata, en definitiva, del
testimonio de una nueva actitud frente al padecimiento, a la discapacidad, a la
enfermedad que se fundamenta en la compasión (entendida como compartir el
padecimiento con el otro) que parte ya de la idea de compromiso con los más
necesitados.
El renacimiento supone un cambio general en la concepción de la vida, si lo
comparamos con el periodo antecedente. Se inicia con un cierto debilitamiento
del feudalismo y de la fuerza del poder papal. Junto con el debilitamiento del papa-
do tendrá lugar un debilitamiento de las prácticas del santo Tribunal de la
Inquisición. Por contra asistimos al nacimiento de la burguesía en las ciudades,
así como a la creación del Estado moderno. La filosofía que imperará durante el
Renacimiento será fundamentalmente el humanismo. Este giro ayudará a la
imposición de un modelo antropocentrista frente al modelo teocentrista de la Edad
Media.
El culto a la belleza se convierte en uno de los ideales del hombre. El arte del
Renacimiento queda impregnado de estas ideas, el máximo exponente del cual
88. G. DAGRON, Naisance d’une capitale. Constantinople et ses institutions de 330 à 451, París, PUF, 1974,
p. 509.
89. G. DAGRON, Naisance d’une capitale. Constantinople et ses institutions de 330 à 451, París, PUF, 1974,
p. 514.
90. H.J. STIKER, Corps infirmes et sociéte, París, Dunod, 1982, p. 80.
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5. El encierro de la alteridad
91. M. FOUCAULT, Historia de la locura en la era clásica. Madrid, FCE, 1991, p. 75.
92. Foucault dice que «el Hôpital Général no es un establecimiento médico, es una especie de enti-
dad semijurídica, una especie de entidad administrativa, que al lado de los poderes de antema-
no constituidos y fuera de los tribunales, decide, juzga y ejecuta», Historia de la locura en la época
clásica, (1991: 81-82). Con esta finalidad estaba previsto que los directores de estos establecimien-
tos tuvieran argollas de suplicio, estacas, prisiones y mazmorras dentro del hospital.
93. Desgraciadamente estos últimos meses hemos podido leer en la prensa que bandas organizadas
de países del Este vuelven a practicar la mutilación con finalidades lucrativas a niños y personas
adultas (noticia fechada del año 2.002).
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Capítulo III
94. M. FRISCHEISEN-KÖHLER, M., Bildung und Weltanschauung. Eine Einführung in die pädagogischen
Theorien. Charlottenburg: Mundus, 1921 (Citado por C, VILANOU, 2003).
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nal educativo muy poco calificado y muy mal remunerado (muchos de los edu-
cadores eran guardias civiles retirados). Y sobre este modelo no profesional y no
formado de educador Pique y Jover dirá que «sin un personal pedagógico que se
mueva bajo poderosos estímulos vocacionales, sólidamente formado y bien retri-
buido, no es posible que ninguna insititución prospere»97.
Las condiciones sociopolíticas de la época afectaron directamente a los cen-
tros tutelares debido a la dureza en el trato con los menores, al autoritarismo
como pedagogía de referencia, a la discriminación por motivos políticos a los
menores y al paternalismo. Las prácticas y la formación religiosa eran una parte
muy importante de todo el sistema reeducativo. No se concebía otra forma de moral
que no fuera la del catolicismo. La mayoría de instituciones, que recibían el nom-
bre genérico de asilos, eran dirigidas por religiosos o seglares pertenecientes a la
Falange o a la Sección Femenina. De estas características se desprende que la teo-
ría pedagógica utilizada se fundamentara en los tres puntos siguientes:
1. El educador transmite al niño, de forma muy elaborada, sus valores y
conocimientos.
2. La jerarquía educador-niño es preferible a las relaciones horizontales entre
los niños.
3. La relación educativa es unívoca y jerárquica, yendo del educador hacia el
niño.
97. PIQUER y JOVER, J.J., «Antecedentes para el estudio del personal educador», Pro Infancia y
Juventud, 34, 1954. Sobre este tema añade «El nombre de vigilantes, celadores o auxiliares con
que se les ha querido denominar en alguna parte, indica un funesto menosprecio de las funcio-
nes pedagógicas confiadas a esta categoría del personal educador; con esto se descuida su apres-
to científico, sino que además se les reduce a la mera condición de ayos o custodios» (Ibid.).
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El tipo de educación que día a día van recibiendo estos niños y los sistemas adopta-
dos para impornerla tiene como consecuencia que se les prive de su condición de
niños ya que a veces no se comportan como tales. Son adultos tarados, náufragos en
un estado de semiconciencia; obedecen por el miedo al castigo, actúan como autóma-
tas o se expresan con un lenguaje estirado y burocrático a la hora de escribir cartas a
la familia. Cartas que antes de ser entregadas al correo son supervisadas y censuradas
con el propósito de que no salga al exterior ninguna información que pueda manchar
el prestigio que Auxilio Social luce ante la opinión pública.
La palabra asilo fue tomada del latín, asylum, y ésta del griego asilos (adje-
tivo que significa inviolable y sustantivo que significa lugar de refugio)99. Otra
forma griega que nos será de gran utilidad es silaein, que significa sacar,
desnudar. En catalán encontramos la primera referencia el año 1495 en
un escrito de Roís de Corella que utiliza la forma asile. Es evidente que
las prácticas orientadas a proteger a los niños en situación de desamparo
que habían empezado con anterioridad a la fecha que nos indica la mencio-
nada Enciclopedia, pero no obstante, creemos que no se debieron parecer
demasiado al modelo asilar. Hasta el momento de surgir los asilos, las institu-
ciones que acogían a los niños, recibían nombres como Padre Òrfens, Casa de
Caridad, Casa de Beneficencia, etc. y tenían como característica la no separa-
ción de los destinatarios a quienes iba dirigido el servicio. Así, podíamos encon-
trar dentro de la misma institución a niños, adultos delincuentes, enfermos men-
tales, prostitutas, viejos, etc. Su función principal era la de protección, pero
también el ejercicio del control social de una población que preocupaba al
gobierno, pero también al bienestar de la sociedad. Ésta se sentía amenazada
por los individuos mencionados y buscaba formas de separarlos de la vida
social.
99. Nos remitimos a nuestro trabajo Los hijos de Zotikos. Una antropología de la educación social.
Valencia, Nau Llibres, 2006.
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De la forma asilo derivan el verbo asilar y la forma asilado. En el tema que estu-
diamos, la forma que nos insteresa es el verbo asilar, pues entendemos que ésta
es la acción primera que se hacía con los niños que la sociedad quería proteger:
es decir, asilarlos. Por lo tanto, la acción implicaría un primer paso que sería el
de protección, el de recoger en una institución (asilo) a aquellas personas que estén
en situación de desamparo (en el caso de los niños) o aquéllos que se encuentren
desvalidos por ellos mismos y necesiten ser atendidos por otros. El control social
del asilo parte de la concepción del verbo griego silaein; las personas que entra-
ban eran despojadas de su identidad y eran convertidas en un miembro más de
la gran masa que se encontraba allí dentro. Les era privado el derecho de poder
estar inmersos en el conjunto de la sociedad y tenían que conformarse con estar
aislados de ésta, detrás de los muros, generalmente bastante altos, del asilo.
La extensión de las instituciones asilares desde su concepción en las postri-
merías del siglo XVIII, fue debida, en parte, a Owen, el fundador de las coopera-
tivas obreras. Él había promovido la instalación de un asilo para niños en sus talle-
res de New-Lamark. Más adelante y con la ayuda de Lord Brougham, lord Macaulay
y lord Lansdowne se propagan los asilos por toda Inglaterra. En Francia la inicia-
tiva parte de Madame Mallet que creó las primeras salas de Asilo en París. La ley
de 1836 reconoció y regularizó la institución asilar en este país. En el Estado
español, Amadeo I fundó un asilo para las lavanderas de la orilla del río Manzanares
en Madrid. A lo largo del siglo XIX surgen en Inglaterra, Francia y Alemania una
serie de estudios destinados a dar a conocer la práctica asilar y el gobierno de estas
instituciones. Algunas de ellas son:
– Snell (1881) Charitable and parochial establishments, Londres.
– Brehnke (1902) Handbuch der Architekten, Darmstadt.
– Cochin (1844) Manuel des Salles d’Asile, París.
– Cany (1845) De l’influence des salles d’Asile sur la santé des enfants, Toulouse.
– Lambruscini (1845) Des écoles et salles d’Asile en Italie, París
– Péclet (1852) Instructions pour l’assainissement es salles d’Asile, París.
– Chevreau-Lemerein (1853) Essai sur l’inspection des salles d’Asile, París.
– Julie de la Perrelle (1859) Guide des salles d’Asile, París.
– Malarce (1857) Histoire des salles d’Asile, París.
Otro nombre que han recibido las instituciones que estamos estudiando es el
de Hospicio. Según Santolaria el hospicio se presentaba a ojos de los ilustrados
como la institución reeducadora por excelencia. El hospicio forma parte del plan
general de asistencia y reeducación, y él era el engranaje principal101. Hasta este
punto hemos analizado la etimología y el significado del concepto asilo y del verbo
asilar, extrayendo de ello algunas características del modelo y de la acción ver-
bal que el hecho implicaba. El asilamiento se ha llevado a cabo, como hemos indi-
cado, en los asilos, pero no obstante el nombre de esta institución ha ido cam-
biando, restando como muy común el de internado.
100. J. PALACIOS, Menores marginados. Perspectiva histórica de su educación e integración social, Madrid,
CCS, 1997, p. 384.
101. F. SANTOLARIA, Marginación y educación. Historia de la educación social en la España moderna con-
temporánea, Barcelona, Ariel, 1997, p. 191.
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102. Sobre las relaciones entre Escuela Nueva (o Pedagogía Activa) y Educación Social, nos remitimos
al trabajo de COQUOZ, J., De l‘éducation nouvelle à l’éducation spécialisée. Lausanne, Loisirs et
Pédagogie, 1998.
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7. La carpintería ocupa el primer lugar entre estos trabajos. Son recomendables tam-
bién la jardinería y la crianza de ganado.
8. Deben ser posibles los trabajos libres.
9. La educación física se realiza por medio de la gimnasia natural, los juegos y los depor-
tes.
10. Excursiones al campo.
11. Desarrollar el juicio más que la memoria.
12. Especialización espontánea al lado de la cultura general.
13. La enseñanza está basada sobre hechos y experiencias.
14. La EN se apoya en la actividad personal del niño
15. La enseñanza está basada en el interés espontáneo de los niños.
16. El trabajo individual consiste en una investigación, sea entre los hechos, sea en los
libros, periódicos, etc. y después en una clasificación según un cuadro lógico.
17. El trabajo colectivo consiste en una ordenación o elaboración lógica en común de
documentos particulares.
18. La enseñanza propiamente dicha se limita a la mañana.
19. Tratar solamente una o dos materias por día; la variedad surgirá del modo de ense-
ñarlas.
20. Tratar pocas materias por mes y por semestre.
21. La educación moral se realiza por dentro y por fuera, es decir, por medio de la
práctica gradual del sentido crítico y de la libertad.
22. El sistema representativo democrático se aplica para la organización administrati-
va y disciplinaria.
23. No se conciben las recompensas y sanciones positivas más que como motivos para
desarrollar la iniciativa.
24. Los castigos y sanciones negativas consisten en poner al alumno en condiciones
de alcanzar mejor el fin considerado como bueno.
25. Autoemulación.
26. La EN debe presentar una admósfera estética y acogedora.
27. Música colectiva, cantos a coro y orquesta.
28. La educación de la conciencia consiste principalmente en los niños recitados mora-
lizadores.
29. La mayor parte de las escuelas observan una actitud religiosa sin sectarismos y
practican la neutralidad confesional.
30. La EN prepara al futuro ciudadano no solamente con vistas a la nación, sino tam-
bién a la Humanidad.
Concepción Arenal:
El visitador del pobre nació de la necesidad de formar a las señoras que pertenecían
a las Conferencias de San Vicente de Paul, ofreciéndoles orientaciones y consejos a seguir
en sus visitas a los pobres. Lo más importabte de este libro queda recogido en la pre-
gunta que se plantea en el primer capítulo «¿Los pobres serían lo que son si nosotros
fuéramos lo que deberíamos ser?». Este interrogante resume la idea central del pen-
samiento de C. Arenal respeto a la pobreza: ésta no es fruto de la condición natural
de aquellos que son pobres, sino que es consecuencia de circunstancias en las que
interviene toda la sociedad.
104. Lezioni di antropologia pedagogica, Roma, Sabbadini, 1906. Existe una reedición del año 1910 con
el título Antropologia pedagogica publicada en Milán por Vallardi. También pueden ser de inte-
rés su trabajo “M. Montessori, L’importanza della etnologia regionale nell’antropologia pedago-
gica”, in Ricerche di Psichiatria e Nevrologia, Antropologia e Filosofia dedicate al prof. Enrico
Morselli nel XXV anno del suo insegnamento universitario, Milano, Vallardi, 1907. Sobre la
influencia de Montessori en la enseñanza de la Antropología pedagógica es relevante el trabajo
de. V. VRAM, L’insegnamento dell’antropologia pedagogica nella R. Università di Roma, Rivista
Pedagogica, 1920, 12 (1-2), 91-94.
105. Dicha conferencia se publicó el mismo año 1903 en Milán por Vallardi; se trata de un folleto de
22 páginas.
106. Este trabajo fue publicado en 1905 como «Caratteri fisici delle giovanni donne del Lazio», Atti
della Società Roma di Antropologia, 1905, vol. XII, fasc. 1, 3-86.
107. BRUGUÉS, G., Historia de la Casa de la Caridad. Barcelona 1362-1957. GERSA, Barcelona, 1996,
p. 147.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 91
«Además de las Colonias temporales que se organizan en verano para los niños y adultos de
los Establecimientos de Asistencia Social de qué se tiene que hablar al tratar de Cultura
Física, resolvió esta Comisaría, por acuerdo del día 10 del mes de marzo último, la creación
dentro de las Comarcas Gerundenses, de dos Colonias permanentes, una de Mar y una de
Montaña, para los internados en la Casa de Asistencia y Enseñanza, convalecientes, y para
los de nuevo ingreso, entregados en estado adelantado de depauperación. Nadie, expertos y
profanos, dejará de reconocer la inmensa trascendencia de esta obra social, los beneficios de
la cual hasta ahora solo podían abarcarlos los hijos de los ricos. No es suficiente con acoger
y asistir en las Casas Benéficas a tantos niños pobres abandonados, huérfanos o hijos de padres
faltos de recursos; es preciso también que les sean abiertos caminos que la puericultura con
sus avances ha trazado con el fin de alcanzar el recobro de una pérdida de energías físicas o
la necesaria reacción ante un retroceso biológico, mediante un tratamiento en la naturaleza
en un lugar adecuado a las necesidades fisiológicas de cada uno. A los efectos del mencio-
nado proyecto, se abrió un concurso público, que fue enunciado en el Boletín Oficial corres-
pondiente al día 26 del mencionado mes, a fin de que los propietarios de edificios y terrenos
enclavados dentro de las Comarcas Gerundenses, que reunieran las condiciones a propósito,
pudiera hacer, en un terminio de treinta días, oferta de venta o arrendamiento, por tiempo
no menor de veinte años. Las condiciones que tienen que reunir las edificaciones y terrenos
donde tienen que estar ubicadas las Colonias, son las siguientes:
La de Mar:
En playa no demasiado abierta ni demasiado cerrada; que tenga pocas montañas por la
parte S. y N., ni ninguna proximidad en desembocadura de ríos, por pequeños que sean, que
en torno al edificio haya pinar o sea de esta clase de arbolado el terreno que se ofrezca; que
la superficie del mismo disponible no sea inferior a cinco hectáreas, alejada de todo centro
urbano, y se disponga de agua potable; el edificio tiene que tener capacidad, al menos, para
treinta plazas y la playa tiene que ser arenal.
108.L. GRIMAUD, Education thérapeutique. Pratiques institutionnelles, Érès, Toulousse, 1998, p. 32-
33.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 92
La de Montaña:
La edificación y terrenos para ubicar esta Colonia tienen que estar situados en el regazo de
una montaña, de cara a Mediodía y protegida de los vientos del N. y de capacidad mínima
de diez hectáreas, siendo la casa capaz para 30 plazas; de insolación diaria, al menos de cinco
horas y cielo sereno, al menos veinte días al mes, por término medio; el edificio tiene que estar
alejado de todo centro urbano, situado en una pequeña pendiente, con terrazas abrigadas, y
tiene que tener un campo al lado, abovedado todo él de arboledas, con preferencia pinos, y
por ningún concepto hayedos, castaños ni otro arbolado de hoja ancha; es también condición
precisa disponer de buena agua potable»
109. Algunos de los trabajos de Ferrière sobre el Home Chez Nous son: (1942) Nos enfants et l’avenir
du pays. Neuchâtel: Delachaux et Niestlé; (1945) Maison d’enfants après-guerre. Neuchatel, Éditions
de la Baconnière; (1948) L’École active à travers l’Europe. Lille, Victor Michon; (1951) Brève initia-
tion à l’Éducation nouvelle. París, Bourrelier; (1953) Le Home Chez Nous, la Clochatte sur Lausanne.
París: Presses de l’Ile de France.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 93
3. Repúblicas de niños
La pedagogía en el guetto
En la piedra de su nicho, al pie hay un simple epitafio: «Los amó con esa ternura imper-
sonal que tienen quienes, por no haber sido padres, parecen capaces de derramarla sobre
todos los niños de la tierra.»
(De alguien que visitó su tumba)
* El niño tiene derecho a morir prematuramente: «El amor profundo de la madre por
su hijo debe dejarle el derecho a morir prematuramente, a tener un ciclo de vida de
una o dos primaveras solamente. No todos los arbolillos se convierten en árboles».
Korczak trata de hacernos comprender como amar a un niño si queremos que viva, respire y
crezca; no da consejos, no razona a la manera universitaria ni dogmàtica. Transmite en su
saber pequeñas frases, con breves metáforas insinuantes y poéticas (…) Korczak demuestra
la necesidad de amar e insiste en que el amor no es suficiente, que es necesario saber y sen-
tir como amar a un niño para permitirle ejercer el acto más doloroso para nosotros: la liber-
tad112.
Otro de los países que acogerá iniciativas ligadas a este modelo será Italia.
Experiencias como las de la República de Civitavecchia, relacionada con la demo-
cracia cristiana, y, la Città de la Razza, ligada al partido comunista italiano, que
se iniciarán durante la década de los 40. En el Estado español existe todavía la expe-
riencia de la Ciudad de los Muchachos. Se trata de una institución basada en un mode-
lo de los EEUU y organizada como una república en la cual el gobierno lo llevan
los mismos chicos acogidos. Las «ciudades» son:
– Ciudad de los Muchachos de Sevilla: fundada por el padre Trenas en 1952
– C.M. de Bemposta: fundada por el padre Silva en 1956 en Orense
– C.M. de Leganés surge de la CM de Bemposta y es creada por el «Tío Alberto»
– Circo del Masnou, Barcelona
Tal como nos dice Froufe (1999): «cualquier niño desde los 3 años, sin distin-
ción de razas, clase social, ideas religiosas o políticas, puede ser miembro de esta
ciudad». Los principios pedagógicos con los cuales se rigen son los siguientes:
– educar al niño para el cambio
– integración del niño en la nueva comunidad
– importancia del papel de la comunidad
– el trabajo y su función social
– la práctica de la democracia
Otra institución más que significativa ha sido Pioneros, que fue un movimien-
to fundado por Julián Rezola en 1968 en Yagüe, un suburbio de Logroño. Rezola,
después de haber vivido en Francia y conociendo los proyectos de trabajo edu-
cativo con los chicos inadaptados sociales que en ese país se llevaban a cabo,
fundó el nuevo proyecto a su regreso. En 1975 trasladan la experiencia de Logroño
a Pamplona. Su planteamiento de la educación era el siguiente:
Educar no consiste en pegar, mandar y prohibir al niño una serie de cosas para que piense
como los mayores, sino en ayudarle a que se conozca mejor, a desarrollar su personalidad y
facilitarle el camino para que pueda integrarse en el mundo del que vive totalmente desco-
nectado (1985:14).
PERIODO CARACTERÍSTICAS
4. Escultimo y reeducación
(1984:249). Si ésta fue una experiencia clave, hubo que esperar al final de la
Segunda Guerra Mundial para recuperar una mirada escucha en el mundo de la
reeducación.
Los primeros años de posguerra mundial son años de reconstrucción de los
países que han sido devastados por los bombardeos. Los niños son los más per-
judicados en estas deplorables situaciones y hace falta que alguien se haga cargo
de su situación. Durante los años de guerra el número de niños en situación de
delincuencia son los que figuran en la tabla siguiente:
Existían urgencias para educar a estos menores y había que cubrirlas con
mucha inmediatez. Los refugiados todavía no habían sido devueltos a sus casas
y el contexto social de caos era significativo. Niños perdidos o en camino de
estarlo era lo que pensaba buena parte de la ciudadanía sobre la infancia de pos-
guerra. Una vez finalizada la guerra hacía falta «reparar» y la sociedad se sentía
culpable y responsable de estos niños. Es justamente en este punto que la reedu-
cación de menores y el escultismo tienen su encuentro113.
Para Henri Bouchet se trata de una forma paradójica de escultismo. ¿Qué sig-
nifica la expresión«escultismo social» nos podríamos preguntar? En el conjunto
del movimiento se trata de un tema muy poco discutido y sólo se hace de forma
marginal. Originariamente estaba pensado para trabajar de forma educativa con
niños provenientes de ambientes «upper-middle class», pero no con niños y ado-
lescentes en situación de riesgo o delincuentes. En este marco de educación en
el tiempo de ocio de las familias burguesas, la acción social scout aparece como
113.En relación al escultimos puden ser de interés los trabajos siguientes: E. VALLORY y J. Q.
QUERA, Excursionisme i escoltisme, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1994; G.
SAMPER, 50 anys d’escoltisme català, 1927-1978, Barcelona, Fundació jaue Bofill-Federació
Catalana d’Escoltisme i Guiatge, 1992; M. FRANCH, R. RIAL I J.M. RIBA, Escoltisme i educació,
Vic, EUMO, 1991; J.I. CRUZ, Escultismo, educación y tiempo libro. Historia del asociacionismo
scout en Valencia, Valencia, Generalitat Valencia, Institut de la Joventut, 1995; D. SORRENTI-
NO, Storia dello scautismo nel mondo: Fatti, protagoniste, avventure. 1907-1957, Roma, Nuova
Fiordaliso, 1997.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 101
una tarea de carácter apostólico. Para Bourquin es también evidente esta relación
entre los primeros monitores educadores de 1945 y el escultismo. En concreto afir-
ma que los monitores educadores de principios de 1945 ejercen una praxis que
oscila entre la vigilancia, la enseñanza y la animación (1981). En un trabajo sobre
los primeros educadores en el campo de la justicia juvenil, Bourquin deja bien claro
que «algunos pioneros, a partir del escultimso en 1937, después de un proyecto
de formación profesional en 1938, contribuyen a la reforma de dos casa de edu-
cación vigilada, antiguas colonias penitenciarias: San Maurice y San Hilaire»
(1988:8)114.
Esta acción se empieza a llevar a cabo porque algunos miembros del movimien-
to, a nivel personal, empiezan a participar activamente en experiencias de reedu-
cación. De estos educadores scouts infiltrados en las filas de la reeducación de pos-
guerra, algunos intentan crear patrullas scouts en las instituciones reeducadoras
y otros sencillamente ejercen su tarea como educadores, pero basándose en lo que
el modelo pedagógico scout les había enseñado. En todo este intento de funda-
mentar experiencias reeducadoras en la pedagogía scout el tema de la «promesa»
entra en confrontación con otros elementos. Aun así, es cierto que llegaron a
funcionar aunque en ningún momento crearon escuela y quedaron como expe-
riencias pedagógicas marginales.
Esta mirada social del escultismo también tiene lugar en los EEUU, aproxima-
damente en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Tal y como Mallory
nos anuncia «hay una larga tradición de investigaciones en torno al escultismo
en los EEUU, en especial de tipo socio-educativo y alrededor de los American
Studies, algunas de las cuales impulsadas por la propia asociación Boy Scouts of
America. En la década de los 40 encontramos artículos que analizan el efecto, las
potencialidades y las limitaciones del movimiento scout norteamericano (…) o
las problemáticas de identidad nacional cuando el escultismo acoge a refugiados
o inmigrantes115.
Curiosamente y siguiendo un mimetismo parecido a lo que sucedió en Francia,
en los años sesenta en Barcelona se crean agrupamientos scout para chicos y chi-
114. Es importante remarcar que en Francia, a partir de 1927, las colonies pénitentiaires toman el nom-
bre de maisons d’éducation surveillée. Los vigilantes pasan a llamarse monitores y los colonos
pupilos.
115. E. VALLORY, L’educació en la ciutadania global. Estudi sobre els fonaments ideològics, el desenvolupa-
ment històric, la dimensió internacional i els valors i pràctiques de l’escoltisme mundial, Barcelona, tesi
doctoral, Universitat Pompeu Fabra, 2008, p. 48.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 102
En el movimiento scout hemos fundado secciones para los chicos físicamente disminuïdos los
cuáles se sienten orgullosos de formar parte de la asociación extendida por todo el mundo y
se esfuerzan por ayudar a los otros en su trabajo.
(Citado por Minyons Escoltes i Guies Sant Jordi (1990) Integració. Barcelona).
August Aichhorn
los EEUU hacia los años 40 y que en muchas escuelas de formación de profesio-
nales del campo social se ha convertido en un clásico de las lecturas formativas.
Utiliza el psicoanálisis para reorganizar el medio educativo de los hogares para niños
y adolescentes que dirige. Forma a los educadores en psicoanálisis, enseñándo-
les sus principios fundamentales y supervisando su práctica»116.
En este sentido, algunas de las ideas que Aichhorn propone a fin de que fun-
cione una institución son:
– condiciones materiales de la propia institución (que sean positivas)
– cierto clima o cultura institucional, en el sentido de un ambiente de inte-
rés y afecto por parte de los educadores
– respeto a la intimidad del sujeto
– dar más prioridad a los sujetos que a la imagen del educador
– saber que el código ético pasa per el estómago
– prohibición absoluta de cualquier castigo físico o coacción
– establecer un número de normas pequeño (solamente aquellas inevitables)
– dar lugar, pero también crédito, a la palabra del sujeto
116. Florian HOUSSIER, «Un pionnier dans l’histoire de la psychanalyse: August Aicchorn et le trai-
tement de la délinquance dans la première moitié du XXème siècle», Revue d’histoire de l’enfan-
ce irrégulière, 6, 2004. También se pueden consultar los trabajos siguientes: Anna FREUD, «Notice
nécrologique August Aichhorn (27 juillet 1878-17 octobre 1949)», Adolescence, 14, 2, pp. 267-277;
A. PERNER, «Man muss für dir Jugendlichen interessant sein. Ein Interview mit Peter Blos über
August Aichhoen», Arbeitschefte Hinderpsychoanalyse, 17, 1993, pp. 89-95; Ernts FEDERN, «La
personnalité psychothérapeutique telle que l’illustrent Paul federn et August Aichhorn», Témoin
de la psychonalyse. París, PUF, 1994, p. 218-231; Florian HOUSSIER, «L’adolescent, un sujet récal-
citrant dans la pratique psychanalytique. L’originalité de l’approche d’August Aicchorn», Dialogue,
162, 2003, p. 35-45.
117. J. ROUZEL, Le travail de l’éducateur spécialisé. Éthique et pratique. París, Dunod, 2000.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 104
Bruno Bettelheim.
118. CAPUL, M. (1972) Los grupos reeducativos. Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1972, p. 65.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 105
Bettelheim
119. AAVV, «El educador social en el centro de rehabilitación Manu Ene», Zerbitzuan, 14, 1991, 82-
85
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 106
Pioners House
Redl, funda en Detroit en 1942 Pioners House (Casa de los Pioneros). Publica
conjuntamente con Wineman el libro Children who hate (Niños que odian.
Desorganización y desequilibrio de los controles de conducta) donde explican su expe-
riencia. Lector de los trabajos de Aichhorn (tal como expone en el prefacio del
libro), hizo uso de sus ideas para su trabajo educativo. En el citado prefacio los
autores dicen: «La inspiración original para la realización del trabajo a que nos
referimos en este libro surgió, como es natural, de August Aichhorn. Su incom-
parable habilidad para manejar niños descarriados y agresivos es inolvidable; su
búsqueda de las motivaciones de su conducta y su esfuerzo por crear para ellos
nuevos métodos terapéuticos se reconocen en la actualidad como una contribu-
ción clásica en este campo»120.
Otros proyectos que llevaron a cabo Redl y Wineman fueron el Proyecto del
Grupo de Detroit y el campamento de verano Chiel Noonday en Michigan, ambos
previos a la experiencia de Pioners House. Este campamento acogió a 80 niños, y
los educadores eran estudiantes acabados de graduar en trabajo social, psicolo-
gía y educación. Parten de la idea que los niños que «odian», se acaban convir-
tiendo en los que nadie quiere. Es en esta línea que los dos autores piensan que
es necesario idear contenidos y actividades a fin de que proporcionen una satis-
facción inmediata al impulso y se puedan alcanzar de forma rápida algunos cam-
bios. El educador investiga nuevos medios que permitan inducir al niño condu-
cir su agresividad a través de vías constructivas, y nuevas formas de hacer entender
al adulto no profesional que no hay en este hecho nada malo121. Los autores nos
describen su método de tratamiento total en una institución. A partir de la com-
probación que un buen internado con servicios psiquiátricos asociados no era sufi-
ciente, crean su nuevo proyecto. Para él, un medio terapéutico de tratamiento,
tendría que tener en cuenta éste aspectos: carecer de influencias perjudiciales al
niño internado en la institución, atención dada a las necesidades básicas de los
niños, de forma apropiada a sus perturbaciones y a los estadios de desarrollo por
los cuales atraviesa, flexibilidad clínica, es decir, capacidad del medio para absor-
120. WINEMAN, D. i REDL, F. Niños que odian. Desorganización y desequilibrio de los controles de la con-
ducta. Paidós, Buenos Aires, 1970, p. 11.
121. WINEMAN, D. y REDL, F. Niños que odian. Desorganización y desequilibrio de los controles de la con-
ducta. Paidós, Buenos Aires, 1970, p. 20
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George Amado
Con respecto a la relación y el papel del educador respecto del niño, Amado
plantea lo siguiente:
El educador se esfuerza, antes de cualquier otra cosa, por tener una actitud profunda de sim-
patia a priori hacia cada niño, considerado como caso particular, con su drama personal. Pero
debe demostrarla con discreción, sin imponerla, y, sobre todo, sin intentar suscitar la del
niño. En general, el educador mantendrá cierta distancia con los niños. Paradójicamente, esta-
rá tanto más disponible en el plano afectivo, participará más, cuanto menos implicado esté,
o, más exactamente, cuanto menos implicado se sienta a título personal, ya sea frente a las
manifestaciones de afecto como a las oposiciones de agresividad. Esta actitud se acompaña
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 108
de cierta neutralidad: se acepta al niño tal y como es, sin juzgarle y con voluntad de ayudar-
le. Esto implica cierto nivel de tolerancia razonada con provocar los peores Disgustos si no
se inscribe en un conjunto metodológico coherente122.
Vera Schmidt entre los años 1921 y 1924 llevó a cabo la experiencia de intro-
ducir la psicoanálisis en el Laboratorio-Hogar de la Infancia de Moscú. Su obje-
tivo era facilitar a los niños posibilidades de sublimación adecuadas a cada fase
de su desarrollo. Será a través de posibilitar al niño la elección que se podrá fun-
damentar una verdadera autonomía del YO. Es interesante lo que nos explica
Wilhem Reich sobre esta experiencia:
Se enseñaba a las educadoras que no debía infligirse ningún tipo de castigo, que no debían
ni tan siquiera hablar duramente a los niños; el elogio y el reproche eran considerados como
juicios incomprensibles para el niño y que tenían solo sentido para el adulto. El principio de
la moral autoritaria quedaba, de este modo, eliminado. […] las educadoras debían abstener-
se de formular juicio alguno sobre la conducta o las particularidades del niño. No estaban
autorizadas las demostraciones exageradas de afecto, besos y abrazos. Como destaca Vera
Schmidt muy acertadamente, esas demostraciones están siempre destinadas a satisfacer al
adulto mucho más que al niño» (1973: 23-25).
122. AMADO, G.; ROY, J. La observación de los niños dificiles. Narcea, S.A., Madrid, 1971, p. 75.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 109
el seminario. Al final del año recogen los materiales escritos de forma interna o
bien publicándolos. Este mismo autor estuvo llevando a cabo una experiencia de
trabajo socio-educativo con adolescentes en una Comunidad Terapéutica en Maçanet
de Cabrenys (Alto Ampurdán, Cataluña) a finales de los años 70, donde partían
del enfoque psicoanalítico para plantear el trabajo educativo y las relaciones edu-
cador-educando.
rebeldías, que son deberes y sentimientos propios de los adultos (…) que apren-
dan los niños a ser hombres, y cuando lo sean que se declaren en rebeldía…». Las
principales ideas de la Escuela Moderna se fundamentan en los 9 puntos que
recopila Fullat: «racionalismo naturalista, cientificismo ilustrado y positivista,
antidgomatismo, antiestatismo anarquista, la sociabilidad corrige el individualis-
mo, escuela sin premios ni castigos, coeducación, asistencia libre a clase y edu-
cación manual e intelectual al mismo tiempo123. De éstas pensamos que vale la
penar señalar la confianza depositada en las capacidades de los niños para alcan-
zar un alto grado de autonomía; una autonomía que les tiene que permitir, en pala-
bras del propio Ferrer: «no esperar nada de ningún ser privilegiado (ficticio o
real); y que puedan esperar todo aquello racional de ellos mismos y de la solida-
ridad libremente organizada y aceptada»124.
A.S. Neill (1883-1973): Crea su escuela moderna el año 1921 (todavía en fun-
cionamiento) en Uffock (Reino Unido). Se muestra muy próximo a las ideas de
Wilhelm Reich. Plantea una Pedagogía antiautoritaria y no represiva a partir de
la contestación de la sociedad y de su sistema educativo. En la base de las ideas
pedagógicas del autor se encuentra una crítica a la sociedad existente. Las ideas
que proceden de la religión o del progreso, limitan la expresión de la vida: «Estar
a favor de la vida es amar la diversión (dirá Nelly), los juegos, el amor, el trabajo
interesante, la risa, la música, la danza, la consideración de los otros y la fe en el
hombre». Piensa que es al niño a quien le toca decidir sobre las cosas que quie-
re hacer y no a los adultos que históricamente son los que han decidido e impues-
to al niño aquello a lo que piensan que le interesa en éste.
Fernand Deligny (1913-1996): Vivió con niños con discapacidad, caracteriales,
irrecuperables, delincuentes, psicóticos,…Deligny se basa en una distancia críti-
ca de los poderes establecidos (administración e iglesia), rehúsa los saberes aca-
démicos, es un no conformista pedagógico, practica de forma sistemática la estra-
tegia de la ruptura y lucha contra cualquier riesgo de institucionalización. Deligny
parte de una definición de educación que nos sitúa en la línea de las pedagogías
participativas. Para él, educar es crear este espacio donde el otro pueda crecer, equi-
vocarse, soñar, rehusar, escoger… Educar no es someter, pero sí permitir. No es ser el mode-
lo, pero sí el referente. No es una lección, pero sí un encuentro. Educar no es cerrar, es
abrir«. Nacido en 1913 en Bergues (Francia) muy joven ya entra en contacto con
el mundo de la educación, la reeducación y las estructuras terapéuticas; prácti-
cas e instituciones que rápidamente empezará a cuestionar. Su primera relación
con el mundo educativo la tiene en 1928, cuando decide crear un grupo de explo-
radores sin distintivo y sin jefe. Después entra en el Hospital Psiquiátrico de
Armentieres donde trabaja de educador en el pabellón de niños psicóticos. Más
tarde en Lille, en 1945, crea el Centro de Observación donde acoge a aquellos ado-
lescentes que habían fracasado en otras instituciones educativas. Cinco años más
tarde emprende el proyecto de la Grande Cordée, un centro de vida para chicos
difíciles que estaba conectado con la red de albergues franceses y con familias y
personas que les quisieran acoger. A través de esta experiencia podemos afirmar
que Deligny es el precursor de lo que más adelante se denominará trabajo en el
medio abierto. En su etapa profesional encontramos un periodo inicial que abar-
caría de 1940 a 1960, en el que centró sus intervenciones en personas que eran
calificadas de excluidas sociales; y un segundo periodo, que tiene lugar después
de 1967 y hasta su muerte en 1996, en que dedicó sus esfuerzos al acompañamien-
to de niños y adolescentes con autismo y psicosis.
Podemos resumir la filosofía de las relaciones educativas de Deligny -aunque
el mismo niega que tenga una pedagogía o un método de trabajo socioeducati-
vo- con los puntos siguientes:
– Defiende la idea que los adultos que acompañan a los niños y adolescen-
tes con psicosis y autismo tienen que dar mucha importancia al lenguaje;
tienen que estar muy atentos al lenguaje que los niños utilizan.
– Crea el concepto de red (reseau) y lo entiende como un espacio de creci-
miento para los niños autistas. Lo define como un conjunto de personas
que comparten un proyecto común, unas vivencias comunes. Este proyec-
to, sin embargo, no tiene que ser un milagro sino que se tiene que enten-
der como un punto de apoyo temporal.
– Apoya la lucha constante contra cualquier indicio de institucionalización
y de estancamiento educativo. Deligny entiende la institución como un
lugar de artificios, donde innovar, crecer y romper con los esquemas exis-
tentes (Deligny, 1980:43). Lo define como esquivar el poder de muerte de
la institución con el fin de poder vivir en libertad.
– Se opone frontalmente al hecho que el adulto sea investido del poder de
la persona que «sabe» que necesidades tiene el niño. No tiene voluntad de
influir o de modificar los comportamientos de los niños autistas.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 112
125. GRIMAUD, L. Education thérapeutique. Pratiques institutionnelles. Toulouse, Érès, 1998, p. 44.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 113
Oury en 1958 en un congreso del movimiento Freinet y tuvo muy buena acogi-
da entre los educadores especializados. El trabajo educativo se desarrolla a partir
de instituciones creadas con el usuario del servicio: clubes, reuniones, reglamen-
tos, diarios,… Crean el Grupo de Educación Terapéutica (G.E.T.). Se trataba de un
grupo de profesionales que se encontraban en diferentes ocasiones a lo largo del
año en sesiones de tres días y hablaban de cómo les iba su práctica social y tera-
péutica (compartían vivencias, saberes, etc. La pedagogía institucional es una
corriente de técnicas, de organizaciones, de métodos de trabajo, de instituciones
internas nacidas de la praxis de las clases activas que coloca a niños y adultos en
nuevas y variadas situaciones que piden de cada uno compromiso personal, ini-
ciativa, acción, continuidad…
El trabajo y la vida social no aparecen ya como objetivos sino como medios
que bien pronto se revelaron coma eficaces agentes de profilaxis y de terapia.
Esta es quizás la característica de la psicoterapia: tender a reemplazar la acción per-
manente y la intervención del educador por un sistema de actividades, de media-
ciones diversas, de instituciones que aseguran de forma continuada la obliga-
ción y la reciprocidad de los intercambios, dentro de y fuera del grupo Jean Oury,
1967.
Por su parte, Francesc Tosquelles desarrolla en el contexto de la psicoterapia
institucional, la expresión de pedagogía de la vida cotidiana. Su formación en psi-
quiatría bebió de las fuentes de sus maestros, Mira y Strauss, con los que trabajó
en el centro la Sageta de Barcelona. En Barcelona también, en la Casa de la
Caridad, trabaja con Ganigué aportando nuevas ideas en la educación de los
menores allí acogido, en especial de aquellos que eran deficientes mentales. Más
tarde, entre los años 1934 y 1937, en Reus trabaja con personas con retraso men-
tal y enfermedad mental. Un trabajo que quedará roto con su exilio a Francia,
pasando por los campos de internamiento de los Pirineos. Es justamente en uno
de estos campos que es recogido por un psiquiatra, Balvet, que le abrirá el campo
de trabajo en este nuevo país.
Lin Grimaud, uno de los discípulos franceses directos de Tosquelles, nos dice
de los trabajos sobre la vida cotidiana que desarrolló el psiquiatra: «Tosquelles ha
explicado de forma muy clara, muy viva, que el cotidiano, tomado de forma
terapéutica, permite muchas implicaciones en la relación con el otro y de la
mobilización de los procesos de desarrollo»126 (1998:29). El mismo Tosquelles ha
127. GOMEZ, J-F. Un éducateur dans les murs. Témoignage sur un métier impossible. Privat, Toulouse,
1978.
128. TOSQUELLES, F.Entrevista hecha por T. Angosto en la Revista de la Asociación Española de
Neuropsicología. 43, 1993.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 115
8. El movimiento de Antipsiquiatría
y su influencia en la educación social
9. La Comunidad Terapéutica
Pikler, en 1970, dirige en Loczy (Hungría) un centro para niños de 0-3 años
sin familia. Si bien cree que no es posible reproducir la situación maternal, pien-
sa que una pedagogía adecuada favorece su pleno desarrollo. Fundamenta el tra-
bajo educativo en la autonomía, la relación afectiva privilegiada y la toma de
conciencia de uno mismo y de su entorno como aspectos a tener en cuenta al
mismo tiempo de relacionarse con los niños.
En Toronto (Canadá) entre los años 50 y 60, Brown pone en práctica casas tera-
péuticas descentralizadas para recibir niños y adolescentes perturbados, con edu-
cadores y educadoras. Los educadores se convierten en el eje vertebrador del tra-
bajo terapéutico, pero pueden pedir ayuda a otros profesionales cuando les sea
plenamente necesario. Lo esencial del trabajo del educador se desarrolla a partir
de los actos de la vida cotidiana. En Montreal (Québec), en los años 50 Janine
Guindon funda la escuela de psicoeducación (en el Canadá existe una categoría
profesional de trabajador social, entre muchos otros, nombrada psicoeducador).
Se fundamenta en los modelos teóricos de Piaget, Redl, Erikson; en centros des-
tinados a jóvenes con dificultades (el más conocidos de ellos es el de Boscoville);
una metodología de intervención rigurosa y un buen sistema de formación del
personal educativo. Dentro de esta perspectiva, el educador se convierte en tera-
peuta en y los acontecimientos cotidianos.
En Canadá, Guindón se inspira en las ideas aportadas por Redl y plantea una
nueva concepción de la reeducación total en el internado. De hecho, hay que otor-
gar un importante papel en el nuevo diseño y concepción del profesional que acom-
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 118
pañará a estos niños dentro del internado: el educador especializado. Para Guindón,
reeducación total significa integrar todo aquello cotidiano en el proceso reedu-
cativo. Eso supone una planificación óptima del contexto institucional. «…. La
posición del educador especializado, precisa y limitada, en el equipo de un cen-
tro de reeducación, es valiosa junto con la del psicólogo, el psiquiatra y cual-
quier otro terapeuta. El educador especializado es terapeuta en y por lo cotidia-
no…… Su papel consiste en hacer vivir al joven un cierto número de situaciones
significativas para actualizar su capacidad de adaptación, teniendo en cuenta sus
dificultades». De aquí surgirá el concepto de Comunidad Terapéutica, aplicada en
muchos casos al trabajo con personas toxico dependientes, pero también al tra-
bajo con menores en riesgo en las Comunidades Infantiles. Otros ejemplos de esta
corriente son las Aldeas SOS, los Hogares Familiares y las Comunidades Arca (cre-
adas por Jean Vanier).
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 119
Capítulo IV
Algunos trabajos sitúan el inicio de la educación social siglos atrás; otros ubi-
can dicho nacimiento en el traspaso del siglo XIX al XX. Es cierto que dependien-
do del enfoque que tomemos ambas posturas pueden ser perfectamente válidas.
Para nosotros es relevante partir de la formalización de la figura del educador
especializado primero y social después. Ello nos lleva necesariamente a 1945. El
final de la II Guerra Mundial, con sus problemas económicos y sociales. Sin duda,
el origen geográfico del educador social (allí todavía es denominado éducateur
especialisé) se encuentra en Francia y en los países de habla francesa europeos
(Suiza, Bélgica, etc.). Los modelos profesionales y de formación de este país han
influido considerablemente en la manera de concebir al educador social que
tenemos en el Estado español.
Es evidente que la palabra educador a menudo es imprecisa y se aplica a otros
profesionales más o menos ligados al mundo de la educación social y a personas
que tienen relación con niños y adolescentes (padres, familiares, etc.). Sí que los
maestros, padres, hermanos, son educadores, pero no lo son en el sentido profe-
sional que nosotros le damos. Nuestro objetivo será descifrar el nacimiento de una
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 120
figura profesional mucho más concreta y precisa que éstas que hemos comenta-
do: el educador especializado, primero, y actualmente educador social130. Hay
diferentes estudios que enfocan esta temática y que se encuentran referenciados
constantemente (Fustier, Bourquin, Muel-Dreyfus, etc.). A través de la revisión de
sus textos se deduce que mayoritariamente todos los autores centran como punto
de partida del educador la II Guerra Mundial. Durante y a partir de ella, se recon-
vertirán y crearán profesiones que confluirán en la figura del educador especia-
lizado. Un número importante de autores se ponen de acuerdo en qué los prime-
ros educadores surgen de las filas del escultismo y de otros movimientos de
ocio131. Si bien es cierto que encontramos profesionales que con anterioridad
han trabajado en diferentes internados y reformatorios para menores o bien en
centros especiales para personas con discapacidad, hay que especificar que no tení-
an la formación adecuada, ni seguramente una vocación demasiado vivenciada.
De hecho, los primeros de estos educadores eran un cruce entre la vigilancia
correctiva, la enseñanza y las técnicas de animación extraídas del padre del escul-
tismo, Baden Powell. Estos primeros educadores eran algunos de los jóvenes que
huían del Servicio de Trabajo Obligatorio en Alemania y se apuntaron como
Monitores-Educadores al servicio de Educación Vigilada en la vecina Francia.
Estos educadores nuevos, aterrizan en un marco de trabajo todavía excesivamen-
te penitenciario, pero empiezan a aportar ideas nuevas. Parten del encuentro,
del descubrimiento conjunto de las necesidades del niño y de la participación de
éstos en el funcionamiento de la colonia (Bourquin, 1984-1985). Fue clave la
publicación de la Ley de 1945 (final de la II G.M.) en materia de menores, ya que
con la finalización de la II Guerra Mundial el número de niños huérfanos y de
jóvenes vagabundos que recorren Francia es muy importante. Este hecho permi-
tió:
1. Iniciar el largo camino hacia la profesionalización de los agentes de la
educación social, desmarcándolos de la imprecisión propia del voluntaria-
do y perfilando sus tareas y funciones
130. Para tener una visión de la temporalidad y para pasar de lo local a lo universal, podéis consul-
tar el libro de Pierre AVVANZINO, Histoire de l’Éducation Spécialisée (1827-1970). Les arcans du pla-
cement institutionnel. Éditions du EESP, Lausanne,1993; así como el libro de Geneviève SÉLLER,
Claude PAHUD, Pierre Brossy y Pierre AVVANZINO, La passion d’éduquer. Genese de l’éducation spe-
cialisée en Suisse Romande, 1954-1965. Lausanne, EESP editores, 2004.
131. Sobre los orígenes del escultismo en la reeducación social nos remitimos a nuestro trabajo
«Escultismo y reeducación» dentro del capítulo «Historias de la Pedagogía social», Planella, J. y
Vilar. J. La pedagogía social en la sociedad de la información. Barcelona, UOC, 2006.
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El surgimiento de esta ley hay que entenderlo como una forma de respues-
ta a los millares de adolescentes y niños huérfanos, víctimas de guerra, que
vagabundeaban a lo largo y ancho del país. Entre el periodo de 1940 a 1944 la
delincuencia juvenil se triplica en Francia y algunas de las causas que se apun-
tan son el auge del mercado negro, la ausencia del padre, la ausencia de gobier-
no, etc. Mientras que en 1939 los tribunales para niños habían juzgado a 12165
menores, en 1943 las cifras aumentan hasta 34127. Tal y como afirma René
Hebert se trataba de jóvenes «a menudo procedentes del escultismo, que acep-
taban compartir su vida con los adolescentes internados en los centros de aco-
gida. El sistema de equipos estaba inspirado en el de Baden-Powell. La fraterni-
dad de estos jóvenes adultos, que todavía no recibían el nombre de educadores,
era una forma de supervivencia en las condiciones de vida que compartían con
los niños (guerra, ocupación, racionamiento y deportación de algunos de
ellos)»132. En 1945 el país recupera su libertad y unas condiciones de existencia
más normales. Los pioneros de la época no pueden hacer carrera, están ahí
–dicen– para afrontar una situación social pero después regresarán a la vida
civil, aunque muy rápidamente aprendieron que la inadaptación social no era
un fenómeno pasajero. Hacia falta instalarse en un oficio que hasta el momen-
to no lo era de forma verdadera.
La Asociación Nacional de Educadores de Jóvenes Inadaptados se crea el año
1947 (ANEJI) como una de las formas de ordenar el trabajo socio-educativo con
dichos menores. Cinco años antes se había creado el primer centro oficial de for-
mación de educadores especializados: Montessori, que agrupaba Montpellier,
Toulousse y Lyon. No obstante, el reconocimiento del Diploma de Estado de
Educador Especializado (en Francia es una formación no universitaria, pero de un
alto nivel) no será hasta el año 1967. Para poder mostrar una visión de la evolu-
ción de la profesión en el Estado francés ofrecemos el cuadro siguiente del núme-
ro de educadores formados en diferentes periodos:
132. René HEBERT, Le métier d’éducateur specialié. París, Jean-Pierre Delarge, 1971, p. 21.
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El año 1948 se constata que en Europa los profesionales que trabajan como
educadores en instituciones de menores provienen, en un porcentaje muy alto,
del mundo del escultismo. El sistema de Trabajo en Equipo parece ser que habría
salido de las Patrullas scout, creadas por Baden Powel. Por lo tanto, es evidente
que este primer periodo estuvo muy marcado por las ideas provenientes del escul-
tismo. El año 1950-51 se hace la primera definición de educador especializado,
que lo presenta de la siguiente forma:
«El Educador Especializado está encargado (fuera de las horas de clase y taller) de la
vigilancia y educación de los niños y adolescentes que presentan deficiencias físicas,
problemas de comportamiento, de carácter, de delincuencia o bien riesgo de ella, con-
fiados por las autoridades judiciales o administrativas de educación o reeducación»
(Union National des Associations Régionales, Sauvegarde de l’Enfance, nº 2).
Desde su nacimiento, la profesión del educador lleva las huellas muy defini-
das de tres corrientes generales:
a) El internado pedagógico influenciado por el modelo de internado salesia-
no
b) La educación activa, con la influencia de las obras de Rousseau, Montessory,
Decroly, Pestalozzi, Makarenko y Freinet
c) Los movimientos de juventud: escultismo, albergues de juventud, y los que
se agrupaban entorno a las siglas del CEMEA y UFCV133.
133. René HEBERT, Le métier d’éducateur specialié. París, Jean-Pierre Delarge, 1971, p. 22.
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134. Existe un libro que a través de historias de vida nos explica cómo era el trabajo que llevaban a
cabo estos primeros educadores. Se trata del libro escrito por Claude PAHUD, Yves de SAUSSU-
RE y Georges ROCHAT, Aux sources de la formation des éducateurs spécialisées. Las éditions IES y
EESP, Ginebra, 1992. Los tres autores nos presentan su experiencia como educadores y como pro-
fesores y directores de las escuelas de educadores de Lausanne, Ginebra y Fribourg respectivamen-
te. Igualmente podéis consultar el libro escrito desde el Conservatoire National des Archives, Elles
ont epousé l’éducation specialisée. Educatrices et femmes d’éducateurs il y a cinquante ans. París,
L’Harmattan, 1999.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 125
135. René HEBERT, Le métier d’éducateur specialié. París, Jean-Pierre Delarge, 1971, p. 23.
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Era una contradicción demasiado fuerte y demasiado clara para poder aguan-
tarla. El educador se había creído que trabajaba para el niño, pero descubre que
para quien trabaja en realidad es para el Estado y para tranquilizar y cubrir las nece-
sidades de la comunidad. Descubre su rol de naturaleza represiva y no puede
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 129
aceptarlo. Alain Boss dijo medio en broma que: Los educadores son gente de izquier-
das que trabajamos para gente de derechas! Los años que siguen al Mayo del 68 son
años en los cuales el educador se definirá como un educador militante. Los auto-
res de referencia serán Michel Foucault, Félix Guattari, Gilles Deleuze, Francesc
Tosquelles, etc. En los últimos años se da una tecnificación de la tarea del edu-
cador. Empieza a entrar, aunque muy poco, el modelo sistémico, la pedagogía ins-
titucional, la pedagogía por objetivos, etc. Unos pocos años más tarde empiezan
a aparecer nuevas precupaciones en relación a los educadores: motivaciones de
acceso a la profesión, itinerarios profesionales, jubiliación de los educadores,
estabilidad profesional del colectivo, la personalidad del educador, ideología de
los educadores137.
En estos últimos años, el número de educadores en el Estado francés es muy
elevado y va en aumento. La realidad es que la demanda es más alta que el núme-
ro de educadores existente.
137. Agunas de las publicaciones del momento muestran estos cambio de intereses en relación a la
profesión de educador: C. DUBAR, «Idéologie et choi professionnel des éducateurs spécialisés»,
Bulletin du CREAI de Lorraine, Informations Techniques, 3, 1977, 7-18; Ph. LECORNE, «Educateurs….
vivement la retraite», ANEJI informations, 53, 1980, 1; H. BOITEUX, «La retraite des éducateurs»,
Les Trajes, 73-74, 1980, 5; M, BONNICHON y C. RAVELET, «Que deviennent les éducateurs après
la formation», Action éducative spécialisée, 58, 1974, 8-13; R. SLUTZKY, «La personalité de l’édu-
cateur d’enfants inadaptés», Médicine et Hygiène, Ginebra, 1966; A. CADOUX, «Le recroutement
des éducateurs spécialisés», Liaisons ANEJI, 70; R. CASTEL, Intérêt, condition, moyens de la stabili-
té des éducateurs spécialisés: mémoire de la section sciences et techniques sociales. Rennes, ENSP, 1971;
B. RIVY, Une certaine réalité et l’avenir de la profession d’éducateurs spécialisée. Mémoire de la sec-
tion des sciences et techniques sociales. Rennes, ENSP, 1976.
138. ALBÓ, R. Cuatro colonias agrícolas para menores moralmente abandonados. Barcelona, Horta Impr.,
1942.
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notas al pie de fotografía) que el adulto que acompaña a los niños es un edu-
cador. Aparte de estas experiencias iniciales, hay que destacar el trabajo de
reivindicación que se llevó a cabo en Barcelona. Desde el año 1939, Piquer, direc-
tor del laboratorio Psicotécnico del Tribunal Tutelado de Menores de Barcelona
marcará los acontecimientos que tienen que ver con el mundo de la educación
social de posguerra. Piquer reclama que hay que establecer una nueva profe-
sión en el campo social: el educador especializado. Antes de él, otros protago-
nistas de la protección a la infancia habían reclamado figuras profesionales y
formadas adecuadamente para llevar a cabo esta tarea. Entre ellos podemos des-
tacar Josep Pedragosa, que insistía en estas necesidades. Josep Piquer cree que
el punto flaco en las instituciones de protección de menores es la formación
específica del personal, o mejor dicho, la no formación específica del perso-
nal.
El educador especializado vendrá a sustituir las antiguas figuras del celador,
el vigilante, el carcelero, (en castellano se utiliza el término ayo). Piquer plantea
como requisito para trabajar en estas instituciones la capacidad de poder ejercer
la paternidad (modelo paternalista). El método que se seguía en las instituciones
vigentes del momento era sencillo: ejercer en el niño una fuerte entrega, amor,
ejemplo y comunidad de vida (estos aspectos recuerdan el modelo familiar-caris-
mático explicado anteriormente). En 1955 ya reclama el establecimiento de
Escuelas para Educadores Especializados, pero tendrá que seguir insistiendo hasta
las finales de los años sesenta. Para este mismo autor, «la palabra educador (…)
ya venía siendo de general uso en la Obra a partir de la creación y funcionamien-
to de los primeros establecimientos en propiedad, en Barcelona, desde el año
1914. El concepto de educador (debe entenderse) como persona que hace a veces
de padre, cumpliendo sus funciones formativas y domésticas»139. De todas formas,
Piquer no es la única persona que trabaja para exigir la instauración de un nuevo
profesional, con las funciones y la formación definidas. Hace falta destacar a
Isabel Díaz Arnal, que desde Madrid llevó a cabo su tarea en el campo de la inves-
tigación y la introducción de la figura profesional de los educadores sociales.
Entre sus trabajos pensamos que merece la pena de poder destacar los estudios
que llevó a cabo de la figura del educador en diferentes países. Algunos de ellos
son:
139. PIQUER y JOVER, J.J., «Antecedentes para el estudio del personal educador», Pro-Infancia y
Juventud, 34, 1954, p. 360.
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143. Algunos de los centros que ofrecieron prácticas eran: Centro Piloto San Gabriel, Instituto de
Sordomudos y ciegos de la Caja de Pensiones, Colegio Paideia, Escuela Municipal Vilajoana,
Clínica psicológica de la infancia, Instituto de Pedagogía Terapéutica, Hospital San Rafael, Taller-
escuela San José de Calasanz, Escuela y Talleres Virgen de Fátima, etc.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 134
fluye, años más tarde, en el primer centro de formación de educadores. Éste abre
sus puertas el curso 1969/70 y consigue ser avalado por el AIEJI (Asociación
Internacional de Educadores de Jóvenes Inadaptados) quedando vinculado al
ICE de la UAB. El director fue Toni Julià, educador especializado barcelonés for-
mado en la Escuela de educadores de la ciudad francesa de Toulousse.
144. DE GUZMAN, M., Los profesores de pedagogía terapéutica en Barcelona. Barcelona, Escuela de
Magisterio, 1982, p. 41.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 136
práctica profesional145.La supervisión técnica del centro era llevada a cabo por el
Centro de Formación de Educadores Especializados de Toulousse y por la Escuela
de Educadores de Versailles, cuyo director era Maurice Capul. En 1975 se integra
en la escuela Faustino Guerau (uno de los personajes clave de nuestra historia).
El año 1977 el Ayuntamiento de Barcelona encarga en el Centro la reforma de los
Asilos Municipales de Infancia de la ciudad y se firma el convenio de donde nace-
rán los Colectivos Infantiles. La Escuela misma gestionará los diferentes colecti-
vos (más de 400 niños/as y 100 profesionales) hasta que al cabo de pocos años
dejan de hacerlo. Antes había sido creada la Asociación Profesional de Educadores
Especializados de Cataluña, con fecha de de 1972 y que estará en marcha hasta
finales de los años noventa, cuándo se crea el Colegio de Educadoras y Educadores
Sociales de Cataluña146. Igualmente en Madrid, en 1978 se crea la Escuela de
Educadores Especializados en Marginación con el fin de formar a los trabajadores de
los Hogares Promesa. Los contenidos del curso 1974-75 estaban organizados en tres
grandes bloques (sector teórico, sector clínico y sector práctico) y eran los siguien-
tes147:
Sector teórico:
– Sociología,
– Comunicación
– Derecho
– Sociología aplicada
– Antropología cultural
– Evolución afectiva
– Evolución somática
– Evolución intelectual
– Evolución psicomotriz
– Psiocosociología de la inadaptación
– Psicopedagogía
145. Juli SABATÉ, Sociologia de la marginació: un cas de Barcelona. Tesi Doctoral, Facultat de Geografia
i Història. Universitat de Barcelona, 1982, p. 397.
146. En este periodo, especialmente entre los años setenta y ochenta empiezan a publicarse libros -
muchos de ellos eran traducciones de obras francesas. Entre éstas, hay que destacar el libro de
Jacques Salomé, Educadores Especializados publicado en Barcelona en 1975; y el libro de BRAVO,
JULIÀ y RENAU, La praxis de la educación especial. (Conceptos, instrumentos e instituciones:
apuntes críticos) publicado en 1976. Podemos considerar que estos dos textos son todavía cla-
ves en la concepción del trabajo del educador social.
147. Según aparece en el programa del curso 1974/75 y reproduce Sabater, 1982: 405.
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Sector Clínico:
– Análisis institucional
– Grupo de análisis de observaciones
– Grupo de sensibilización dinámica
– Grupo de comunicación no verbal
– Análisis de la convivencia
Sector Práctico:
– Técnicas de expresión plásticas
– Técnicas de expresión corporal y animación
– Técnicas de talleres diversos
– Técnicas psicodramáticas
– Técnicas de socorrismo
Fernand Deligny «¿Educadores…? ¿Quiénes sois? Formados, como se suele decir, en ayu-
(1946) dantías o en cursos nacionales o internacionales instruidos sin ninguna pre-
ocupación previa de saber si tenéis en la barriga un mínimo de intuición, de
imaginación creadora y de simpatía hacia el hombre, alimentados de voca-
bulario médico-científico y de técnicas apenas esbozadas, os dan suelta,
cuando todavía no habéis salido de vuestro cascarón de niños burgueses,
en medio de la miseria humana.»
Toni Julià, Dolors «Los educadores, sin esquemas propios de trabajo, se han visto rodeados
Renau y Isidre de «sabios» que sí tenían esquemas pretendidamente adecuados. Y así,
Bravo (1971) en estos momentos, parecen coexistir en las instituciones personas «insti-
tuidas» (que transmiten simplemente los modelos segregados por la socie-
dad), y los «científicos» (que pretenden aplicar modelos abstractos univer-
salmente válidos, sin que esta validez llegue a cuestionarse ni mucho menos
a demostrarse
Toni Julià, Dolors «Porque el rol que en el fondo tiende a atribuirle el sistema social al
Renau y Isidre educador, lo que se espera de la educación especial es que «cuide»,
Bravo (1971) «guarde» al inadaptado, que le cree unos, hábitos (de manipulación, de
acción o de pensamiento), le adapte, pero nunca que le ayude a crecer
dentro de sus verdaderas posibilidades como individuo lúcido, activo, crítico
y dotado de instrumentos ante el mismo sistema social del que (en parte o
en el todo, en un plano o en el otro o en varios, no importa…), es fruto.»
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 138
148. El tema de la pedagogía de la vida cotidiana ha estado muy desarrollado, también, por César Muñoz
en sus numerosos cursos y en variadas publicaciones.
149. Para entender bien este periodo, podéis consultar el trabajo de A. MARTINELL, «El educador
especializado: uno de los antecedentes históricos del educador social», Educación Social 1, 1995,
26-42.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 140
150. PLANELLA, J. y VILAR, J., (Edits.) L’educació social: projectes, perspectives i camins. Barcelona,
Pleniluni, 2003, p. 45.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 141
Capítulo V
Mitmensch y Mensch
156. Para un desarrollo detallado de este tema nos remitimos al texto de Octavi FULLAT, Teories i ins-
titucions contemporànies de l’educació. Barcelona, Ediuoc, 1996. Allí el autor nos propone una
tabla donde se recogen todas estas posibles taxonomías y algunas formas de interpretarlas. Para
el autor es significativo agruparlas en saberes tecnológicos (organización escolar, higiene esco-
lar, investigación educativa, pedagogía terapéutica, dinámica de grupos, etc.), saberes científicos
(psicología de la educación, historia de la educación, pedagogía comparada, economía de la edu-
cación, etnografía de la educación, etc.) y saberes sisntéticos (teoría de la educación, pedagogía
general o fundamental, teología de la educación y filosofía de la educación).
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 143
Pero a pesar de que este podría ser un enfoque perfectamente válido para un
capítulo como este, hemos optado por partir de un enfoque histórico para pasar
posteriormente a analizar las condiciones de posibilidad de la antropología de la
educación. Buena parte del trabajo realizado en antropología de la educación se
sustenta en la filosofía (en su dimensión específica de filosofía antropológica de
la educación), en la antropología (poniendo de manifiesto aspectos ligados a la
etnografía, la enculturación, etc.) y finalmente de la pedagogía (enfatizando
aquellos aspectos ligados a la transmisión cultural). Cabría la posibilidad de ale-
jarnos del tema y disgregar nuestro objeto de estudio en lo que podemos deno-
minar antropologías parciales de la educación; fruto de ello serían la antropolo-
gía de la educación social, la antropología de la educación física, la antropología
de la educación artística, la antropología de la educación a distancia y el e-lear-
ning, la antropología de la educación de adultos, la antropología de la educación
multicultural, la antropología de la educación sexual, etc. Ello nos llevaría a pen-
sar y concebir la educación, y por descontado la mirada antropológica a la misma,
como un disgregado de saberes, tal vez demasiado excesivo153. Al pensarlo con
detalle, nos damos cuenta que realmente estos subconjuntos antropológicos nos
aportan poco a nuestra mirada hermenéutica a la educación, y desde la sensatez
de nuestra mirada interpretativa, tal vez lo mejor sea buscar una forma integra-
dora y global de entender la disciplina. Pero tal vez sea la propuesta de Duch la
que más nos seduzca, ya que «la posible justificación del hecho de que un antro-
pólogo se dirija a pedagogos es que la antropología –o, tal vez mejor, las antro-
pologías– siempre de una manera u otra, ha sido –y es- una praxis pedagógica; siem-
pre, directa u oblicuamente, las pedagogías y las antropologías se han constituido
a partir de la respuesta explícita o implícita del pedagogo o del antropólogo al inte-
rrogante pedagógico y antropológico por excelencia: ¿qué es el ser humano?
Tanto la pedagogía como la antropología instituyen –o deberían instituir– trayec-
tos que posibiliten que el hombre o la mujer concretos en el transcurso de su
vida cotidiana puedan colocarse, contextualizarse e identificarse a tenor de los cam-
bios incesantes que se producen en su espacio y tiempo individual y social158».
153. Sobre la disgregación de saberes en el campo de la educación es relevante lo que nos propone
VILANOU, C. «En cualquier caso, si existe o no una Pedagogía Sistemática, no parece preocupar
demasiado a las diferentes Ciencias de la Educación que, con sus aportes y contribuciones, coad-
yuvan eficazmente al aumento de la producción bibliográfica con lo cual crece la posibilidad de
resolver los problemas prácticos», Memoria de cátedra. Barcelona, Universitat de Barcelona, 2003,
p.27.
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La perspectiva del texto que presentamos sigue un recorrido peregrino por las dife-
rentes posibilidades de enfocar la praxis educativa. En este sentido y dado que nos
disponemos a estudiar el fenómeno educativo desde la perspectiva antropológi-
ca vamos a detenernos en el análisis de aspectos genealógicos y conceptuales.
Así, desde una dimensión genealógica nos damos cuenta que la antropología
de la educación forma parte de la nueva mirada hacia la educación como cien-
cia que ha sido desarrollada por pensadores del campo educativo y antropológi-
co. La perspectiva más genérica, denominada Antropología Pedagógica, deja paso
a la Antropología de la Educación. Para algunos autores como Fullat, se sitúa en la
idea central que el hombre es fundamentalmente, educación. En uno de sus tex-
tos afirma que sin educación no hay humanidad, y para ser más exactos nos dice
que «la pregunta por el ser humano no es una pregunta añadida, como si nos inte-
resáramos por el átomo o la célula, sino una cuestión sui generis y original. No es
posible separar el hecho educativo del hecho humano»155. Desde esta perspecti-
va nos es fácil entender el porqué de la mirada antropológica a la educación. La
educación se convierte en una de las estructuras fundamentales de la humanidad.
Una estructura que forma parte de la esencia misma de la humanidad nos dirá
Jaeger: «Todo pueblo que alcanza un cierto grado de desarrollo se halla natural-
mente inclinado a practicar la educación. La educación es el principio median-
te el cual la comunidad humana conserva y transmite su peculiaridad física y espi-
ritual. Con el cambio de las cosas cambian los individuos. El tipo permanece
idéntico. Animales y hombres, en su calidad de criaturas físicas, afirman su espe-
cie mediante la procreación natural. El hombre sólo puede propagar y conservar
154.L. DUCH, Estaciones del laberinto. Ensayos de antropología, Barcelona, Herder, 2004, pp. 159-
160.
155. O. FULLAT, 1996, vol. I. p. 9. En otro texto más reciente Octavi Fullat nos brinda una interesan-
te reflexión sobre la Antropología de los valores. Nos referimos al libro Valores y Narrativa.
Axiología educativa de Occidente. Barcelona: Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona,
2005.
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su forma de existencia social y espiritual mediante las fuerzas por la cuales las ha
creado, es decir, mediante la voluntad consciente y la razón… La naturaleza del
hombre, en su doble estructura corporal y espiritual, crea condiciones especiales
para el mantenimiento y la transmisión de su forma peculiar y exige organiza-
ciones físicas y espirituales cuyo conjunto denominamos educación»156.
En este mismo sentido se manifiesta Lluís Duch cuando nos invita a pensar
la educación desde la antropología, guiándonos por caminos un tanto diferen-
tes a los habituales: «Proponer una antropología de las transmisiones sólo tendrá
sentido si se conciben las distintas fases de la existencia del ser humano, y ésa es
nuestra convicción más profunda, como un aprendizaje, que nunca consigue
adiestrarlo convenientemente y de una vez por todas en el dificilísimo arte de domi-
nar la contingencia. Mantenemos la opinión de que, en la actualidad, se impo-
ne la consideración de toda la vida del hombre como un proceso discente inin-
terrumpido, porque su instintividad natural le resulta totalmente insuficiente
para vivir con plenitud el presente y para plantearse el futuro con unas ciertas garan-
tías de éxito» (Duch, 1997:87). Visto desde la perspectiva de la antropología físi-
ca nos encontramos con lo que algunos autores han denominado «neotonía» y
que nos lleva a concebir al hombre como un ser «biológicamente inacabado». La
teoría del ser inacabado, forjada en los inicios de los años 40, ha sido aceptada y
rechazada por biólogos, antropólogos y filósofos157. En palabras de Dortier se tra-
taría que «al nacer el ser humano, parece desprovisto de cualquier programa de
conducta. Nace sin instinto. Y desde ese momento es la educación y el aprendi-
zaje que deben contribuir a su supervivencia» (2004:23). La neotonía se refiere a
un retraso en el desarrollo, Fue Arnold Gehler quien en su trabajo Der Mensh
(1940) (El Hombre) que impulsó y explotó dichas ideas. Más adelante, y después
de pasar por etapas con mayor o menor aceptación, las ideas «neotonistas» las pode-
mos encontrar en autores como Clifford Geertz, Edgar Morin o Jacques Ruffié.
Analizada con cierta perspectiva, nos damos cuenta que dicha teoría es insuficien-
te, pero que nos sirve como punto de arranque para «pensar al hombre». La pre-
gunta que queda en el aire requiere de diferentes aproximaciones que, desde una
mirada abierta, debe ofrecer posibles interpretaciones a la configuración de la
humanidad.
156. W. JAEGER, Paideia. Los ideales de la cultura griega. Madrid, FCE, 1962, p. 3.
157 De especial interés es el trabajo de Donna HARAWAY, Primate Visions. Gender, Race, and Nature
in the World of Modern Science. Londres, Routledge, 1989. En dicho trabajo, Haraway explica las
metáforas y narrativas que dirigen la ciencia de la primatología.
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158. Se trata del siguiente trabajo: HEWELTT, E.L. «Anthropology and Education», American
Anthropologist, 5, 1904, 574-575
159. Lezioni di antropologia pedagogica. Roma: Sabbadini, 1906. Existe una reedición del año 1910 con
el título Antropologia pedagogica publicada en Milán por Vallardi. También pueden ser de inte-
rés su trabajo M. Montessori, L’importanza della etnologia regionale nell’antropologia pedago-
gica, in Ricerche di Psichiatria e Nevrologia, Antropologia e Filosofia dedicate al prof. Enrico Morselli
nel XXV anno del suo insegnamento universitario, Milano, Vallardi, 1907. Sobre la influencia
de Montessori en la enseñanza de la Antropología pedagógica es relevante el trabajo de. V. VRAM,
L’insegnamento dell’antropologia pedagogica nella R. Università di Roma, Rivista Pedagogica, 12
(1-2), 1920, 91-94.
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160. Dicha conferencia se publicó el mismo año 1903 en Milán por Vallardi; se trata de un folleto de
22 páginas.
161. Este trabajo fue publicado en 1905 como «Caratteri fisici delle giovanni donne del Lazio», Atti
della Società Roma di Antropologia, vol. XII, fasc. 1, 1905,3-86.
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162. Cuando Margared Mead redacta su libro Coming of age in Samoa tiene 24 años. El estudio de los
adolescentes en Samoa lo realiza bajo la tutela de dos antropólogos de la Columbia University,
Franz Boas y Ruth Benedict.
163. La relación de Mead con la educación no se limita a ver a esta como un simple objeto de estu-
dio, sino que cuando gana su plaza de conservadora de la etnografía del Pacífico en el American
Museum of Natural History, la combina con una plaza de profesora adjunta en el Teachers
College de la Columbia University.
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3. El Congreso de Antropología
de la Educación de Stanford (1954)
164. SPINDLER, G. D., «Roots Revisited: Three Decades of Perspective», Anthropology and Education
Quarterly, 15, 1984, 3-10.
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166. FULLAT «Teleología de la educación», VVAA, Filosofía de la educación. Conceptos, autores, temas.
Madrid, Dykinson, 1991, p. 713.
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167. En este sentido me remito al trabajo de M. DESJARDINS, Le jardin d’hombres. La poétique et poli-
tique de la rééducation sociale. Montreal, Presses de l’Université de Montreal, 2002.
168. He trabajado este tema en J. PLANELLA, «Alternativas a la institucionalización de las personas
con discapacidad», Educación Social, nº 12, 1999.
169. R. B. EDGERTON, The Cloack of Competence: Stigma in de Lives of Mentally Retarded. Los Ángeles
y Berkeley, University of California Press, 1967, p. 207-208.
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Corporeidad
170. Una de las prácticas habituales en el campo de la discapacidad es convertir a los sujetos de dere-
cho en sujetos de derecho pasivos a través de procesos legales como la incapacitación
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Intelecto
Este aspecto nos permite abrir los ojos a la conexión cuerpo-mente en los suje-
tos con discapacidad.
Emociones
Sociabilidad
173. BRUSCO, A, Humanización de la asistencia al enfermo. Madrid, Cuadernos del Centro para la
Humanización de la Salud, 1998, p. 72.
178. BUBER, M., Jo i Tu. Barcelona, Claret, 1994, p. 67.
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Espiritualidad
Compartimos con Sartre la idea que «el hombre es un ser de proyecto» y que,
por lo tanto, lo podemos interpretar y comprender desde su condición proyecti-
va y/o performativa. El término proyecto proviene del latín projicere, especialmen-
te su participio projectum, que indica la acción de tirar adelante. Para Dortier el pro-
yecto tiene uno claro significado de predicción y de precisión, pues entiende que
«un proyecto se distingue de una esperanza de una simple aspiración»176. Desde
una doble perspectiva el proyecto es el que posibilita que esté el sujeto, pero al
175. PANGRAZZI, A., Sii un girasole accanto ai salici piagenti. Torino, Edizioni Camilliane, 1999, p.
206.
176. DORTIER, J.F., «Du rêve à l’action», Art in Sciences Humaines, 39, 1994, 12-28.
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SUJETO
Es el protagonista del proyecto; el que –Autores,
tendrá que interrogarse sobre las –Actores (facilitantes,
proyecciones. indiferentes, confrontadores,
conflictivos, etc.)
–Sometidos
OBJETO
El proyecto es el objeto que el actor –existente para rehabilitar
proyecta delante suyo, situado en el –existente para atender
exterior del sujeto. –existente para elaborar
RECHAZO179
Mientras que privilegia el objeto –de algunas oportunidades
deseado, el actor rechaza otros. consideradas no significativas
PROYECTO –momentáneo: de actores,
oportunidades, objetos
–diferido: proyecto innovando que
se ha convertido en obsoleto y
obstruido
TRAYECTO
Todo proyecto se inscribe en una –conjunto de oportunidades que se
trama histórica hecha de experiencias han cumplido hacia arriba (historia
vividas por el sujeto. personal del sujeto)
–1 o 2 trayectorias proyectadas
hacia abajo
VÍNCULO180
El sujeto no puede desarrollar su –negociación
proyecto sin los vínculos con otros –validación
sujetos. –vínculo social
(Boutinet, 1998181)
La conducta por proyectos nos invita a mirar nuestro futuro desde una pers-
pectiva multidimensional, teniendo en cuenta diferentes parámetros. Estos pará-
metros no se centran sólo en los profesionales de la acción social «que saben lo
que le conviene a su usuario». Desde la antropología del proyecto es el sujeto el
protagonista de proyectar adelante sus deseos, de su arquitectónica personal. El
179. En la versión francesa Boutinet lo designa como rejet. Yo lo he traducido como rechazo, aunque
después no permite jugar estéticamente con las palabras haciendo que acaben todas en la ter-
minación et.
180. Lo mismo sucede con el término surjet, que puede ser traducido de diferentes formas, aunque de
forma contextual entiendo que la mejor es «vínculo».
181. BOUTINET, J.P. «Tensions et paradoxes dans les conduites à projets», Les Cahiers de l’Actif, 266-
267, 1998, 5-18.
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Capítulo VI
182. BAUMGARTNER, I., Handbuch der Pastoralpsychologie. [Psicología pastoral]. Bilbao: Desclée de
Brouwer, 1997, p. 254.
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La perspectiva del trabajo de Paul está centrada en revisar las formas episte-
mológicas que constituyen el acompañamiento como praxis profesional. Esta
aproximación etimológica sitúa la acción del acompañamiento en la línea de
«caminar al lado de alguien» que se dirige hacia un objetivo, y generalmente
tenemos marcado como objetivo la autonomía de los sujetos. Esta idea de «mar-
char al lado de» cómo uno de los fundamentos metafóricos del acompañamien-
to nos remite a la tarea que ejercía el pedagogo en la Grecia antigua. El paidago-
gos era el sirviente encargado de acompañar al niño en sus cotidianos trayectos
entre la casa y la escuela. Su función, en uno inicio, es modesta: se trata de un
simple esclavo encargado de llevar el reducido equipaje de su joven amo y la lin-
terna para alumbrarle el camino. El pedagogo, a través del contacto cotidiano que
tenía lugar en éste andar del acompañamiento, ejercerá la educación más allá de
la instrucción que el niño recibe en la escuela. La esencia de la función del pai-
dagogos será recogida en los replanteamientos de la educación como acompaña-
miento y de su vinculación en la praxis socioeducativa.
183. PAUL, M. L’accompagnement: une posture professionnelle spécifique. París, L’Harmattan, 2004, p.
61.
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Estilos de acompañamiento
184. GAY, B; STEPHENSON, J. «The mentoring dilemma: guidance and/or direction?», Mentoring and
Tutoring, 6 (1), 1998, 43-54.
185. COULOUBARITSIS, L, La proximité et la question de la souffrance humaine. En quête de nouveaux rap-
ports de l’homme a vec soi-même, les autres, les choses et le monde. Bruselas, Ousia, 2005, p. 30
186. UNIOPPS, Guide pratique de l’accompagnement social. París, Syros, 1995,p. 21.
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las iniciativas, los métodos y las prácticas con el objetivo de ayudar a las per-
sonas sin capacidades de seguir adelante por sus propios medios»183. El solo
hecho de denominar determinadas prácticas como prácticas de acompaña-
miento ya posibilita otra hermenéutica de la función de los profesionales de la
educación social.184
2. Acompañamiento y pluridimensionalidad:
manifiesto por una pedagogía social poscartesiana
183. BENATTIG, R. «L’accompagnement social: éléments de analyse sur las réalités te le devenir de pra-
tiques professionnelles sociales actuelles». Migrations Études, 89, 1999, 1-12.
184. Hablar de acompañamiento reubica, de entrada, el rol del que acompaña y el rol del que es
acompañado; ello se lleva a cabo reconstituyendo las posiciones de poder y control que habían
sido creadas desde modelos de intervención paternalistas.
185. HAYEZ, J-Y. «L’accompagnement des autres: le changement ou le mantien du statu quo». Sauvegarde
de l’Enfance, 97/1, 1997, 27-37.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 166
Aprender a escuchar: aquello más importante para poder escuchar al otro, es empe-
zar a aprender a estar en silencio. Es silenciar nuestras ideas, nuestros recuerdos, nues-
tras emociones, nuestros consejos, nuestros prejuicios, nuestras convicciones. Escuchar
es salir del rol que la vida nos ha dado, la de psicopedagogo, trabajador social, médi-
co, psicólogo, educador, etc. para intentar recibir al otro en total plenitud, en todas
sus dimensiones. Escuchar es desligarse, por lo menos momentáneamente, de todo deseo
de cambiar, de consolar de tomar de la mano la vida del otro.
190. Sobre este mismo enfoque es interasante la perspectiva que se ofrece en A. GRÜN y W. MÜLLER
(dirs), Qué enferma y qué sana a los hombres. Verbo Divino, Estella, 2000.
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pias necesidades, sus iniciativas, con la finalidad de conseguir los objetivos que se
ha marcado en su proyecto de vida. Las etiquetas hacen que el grupo vea a la per-
sona de forma exclusiva con lo que la etiqueta la marca, la presenta y la define.
Acompañar a una persona con necesidades sociales lleva consigo la idea de
recorrido, de camino, de trayectoria, de desplazamiento desde y hacia, de esfuer-
zo, de horizonte hacia el cual avanzamos. Estas son, en definitiva, algunas de las
metáforas que pueden ilustrar de forma poética el sentido del A.S. Para que el acom-
pañamiento tenga el sentido que intentamos plantear a través de estas páginas, es
necesario «vivir el camino, sentir cada piedra, cada paisaje, cada rama y cada arbus-
to (…) y es necesario también, sentir el cuerpo que se queja al ritmo de la tierra que
va pisando»195. Porque precisamente es en este sentir (el darse cuenta, en definiti-
va, que uno está vivo) que las personas pueden incorporarse en el espacio social.
Aunque también es cierto que el camino no siempre es un camino real, una
carretera, sino que a menudo el A.S. deambula por caminos que nos descubren
nuestro propio interior. Es lo que Durrel decía, hablando del viaje, cuando afir-
ma que éste «es solamente una especie de travesía metafórica, un símbolo exte-
rior de una marcha interior sobre la realidad» (Durrell, 1979: 158). Este viaje de
descubrimiento interior es especialmente importante en las personas con nece-
sidades sociales, pues de forma habitual se las ha tenido como personas sujetas
a actividades instrumentales y reproductivas, que difícilmente podían permitir-
les llevar a cabo un crecimiento personal. La perspectiva del crecimiento perso-
nal o del camino interior en el A.S. queda reafirmada por el planteamiento de
Maslow al decir que cada hombre posee una estructura interior, que en parte es
natural, innata e inalterable.
La sociedad del riesgo, de los riesgos y de las realidades está ahí, acechándo-
nos a la vuelta de la esquina. Lo que creíamos que estaba consolidado termina
por desmoronarse y caerse, chocar y romperse. Ello conlleva resituar muchas de
las dimensiones y de los marcos que entendíamos servían para «organizar» nues-
tras prácticas profesionales. Cuestionarnos el riesgo y las construcciones de las nece-
sidades, pueden ofrecernos un posible camino para repensarlas.
Las formas de encierro, sin huida posible hacia el mundo, la sociedad o la comu-
nidad, las encontramos todavía (a pesar de que con otras palabras y otras prácti-
cas) de forma más o menos activa en proyectos, políticas, leyes y discursos que
195. UCAR, X. «Las virtudes pedagógicas del Camino de Santiago» en PANTOJA, J. (Coord.) Nuevos
espacios de la educación social. Bilbao, ICE Universidad de Deusto, 1997.
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194. R. LLAMAS, «La reconstrucción del cuerpo homosexual en tiempos de sida», LLAMAS, R. (Comp)
Construyendo sidentidades. Madrid, S. XXI, 1995, p. 53.
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195. PLANELLA, J. Cuerpo, cultura y educación. Bilbao, Desclée de Brouwer, 2006, p. 287. Igualmente
nos remitimos a nuestro reciente trabajo Cultura somática y control social. Universidad del
Valle, (Colombia), 2008.
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196. GARCÍA ROCA, J. Exclusión social y contracultura de la solidaridad. Prácticas, discursos y narracio-
nes. Madrid, HOAC, 1998, p. 95.
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este sentido nos sigue atrayendo que «aquellos que presienten esta vida nueva y
la ven emerger a través del desorden, a menudo son considerados como revolu-
cionarios; se les considera demasiado modernos y demasiado liberales. Aquellos
que presienten nada nuevo y sólo perciben que sus puntos de referencia habitua-
les tambalean, tienen miedo y se aferran a lo que conocen. En cuanto a los que
gobiernan, a menudo creen que, manteniendo el poder, evitarán así la anarquía.
En realidad, los responsables, tienen miedo de compartir o de perder el poder. Ellos
también temen el cambio»198. Se trata de escuchar la voz del otro, la alteridad de
las otras voces, que no son sino aquellos que tenemos cerca (muchas veces más
cerca de los que podemos imaginar). Mientras el otro se encuentre en situación
de opresión, hará falta que ejerzamos la «disidencia» como herramienta y méto-
do para liberarlo. Y es en esta dirección que compartimos con Freire que «la libe-
ración es un parto. Es un parto doloroso. El hombre que nace de él es un hom-
bre nuevo, hombre que solo es viable por la superación de la contradicción
opresores-oprimidos que, en última instancia es la liberación de todos»199. Liberar
a los sujetos de los brazos que los oprimen deben formar parte de las utopías que
dibujamos, aunque sea para no confundir a la educación con la educastración.
Llegados a este punto, no pretendemos haber resuelto el tema ni el proble-
ma; nuestro objetivo no era otro que el de presentar formas reales de repensar y
reconstruir lo que podemos denominar como «psicopedagogía de las alterida-
des», porqué es precisamente «alterando» la diferencia de los sujetos (de la cons-
trucción negativa hacia posiciones positivas) que es posible recorrer algunos
pasos (pocos pero estamos convencidos que seguros) hacia una forma de convi-
vencia más consolidada.
Capítulo VII
200. También Michel LEMAY y Maurice CAPUL, en un libro que se ha convertido en el manual de refe-
rencia para los educadores franceses, proponen a estos tres autores, entre otros, como fundamen-
tales en la historia de la educación social De l’éducation spécialisée. Toulouse, Érès, 1997.
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Por una parte, Fernand Deligny201 –polémico, contestario y entregado a las per-
sonas con las que convivía–, por la otra Bruno Bettelheim202 –ex-deportado a
Buchenwald, psicoanalista e innovador pedagógico–, y finalmente Francesc
Tosquelles203 –exiliado republicano e impulsor de la figura del educador especia-
lizado en Francia. Estas tres trayectorias, con sus aportaciones al campo de la
educación social, nos sirven para vertebrar una parte importante de la historia de
los educadores sociales.
Delingy nos atrapó hace más de diez años y seguimos atrapados en su rade-
au (red) como si no pudiéramos superar esa forma de lectura, escritura y subsis-
tencia. Años más tarde sigue siendo un autor que «atrapa» pero con una obra casi
completamente desconocida en nuestro país. Sus libros no se encuentran y úni-
camente está traducido un texto de 1976. La animación puede ser entendida de
muchas formas y bajo múltiples miradas disciplinares, pero creo que una forma
–senzilla y natural- es entenderla como una propuesta de movilización frente a
posiciones estáticas de las sociedades contemporáneas. Es desde esta perspectiva
que entendemos el nexo entre animación y nomadismo, a través del autor que
vértebra nuestra propuesta reflexiva. Se trata de presentar la pedagogía de Fernand
201. En el citado libro se dice del autor «Deligny concibe al educador no como a un especialista tec-
nificado y aséptico, sino como un hombre o una mujer, con toda la plenitud de la palabra, que
viven sus compromisos y sus proyectos en la vida simultáneamente a una relación profunda con
los muchachos». Centro de Formación de Educadores Especializados. Las intervenciones del edu-
cador en la vida cotidiana, Barcelona, ICE-UAB, 1976, p. 28.
202. En el libro se hace referencia a la institución que dirigió durante muchos años diciendo qué «la
labor que esta intitución realiza revelando como las actividades cotidianas del niño pueden ser
utilizadas de un modo concreto, cómo pueden ser convertidas en portadoras de relaciones per-
sonales y como se realiza la experiencia de dominar las tareas que previamente eran soslayadas,
o aquellas en las que el niño solía experimentar una sensación de derrota», Centro de Formación
de Educadores Especializados. Las intervenciones del educador en la vida cotidiana, Barcelona, ICE-
UAB, 1976, p. 23.
203. Del trabajo de Tosquelles se dice que «el autor, además de dar orientaciones pedagógicas utiliza-
das inmédiatamente por las educadoras, las apoya sobre unas bases médicas, psiquiátricas neu-
rológicas que hacen de todo lo expuesto un conjunto coherente y armómico», Centro de
Formación de Educadores Especializados. Las intervenciones del educador en la vida cotidiana,
Barcelona, ICE-UAB, 1976, p. 24.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 177
Este grupo se ha fijado como misión elaborar un lenguaje no verbal para poder ofrecer
a los niños marginados (retrasados, esquizofrénicos,…) Esta búsqueda concreta acome-
te la revisión, de forma realmente vivida en lo cotidiano, de las estructuras profundas y
aparentes del medio en el cual viven y construyen al mismo tiempo, en la medida en que
es elaborado por ellos mismos. A medida que las vueltas celestes vayan cediendo e ilu-
sorias de sus conductas inseguras, se irá haciendo posible y hasta necesaria la utilización
de un lenguaje diferente a la palabra, de un lenguaje que tiende a ser imagen a través de
los gestos y de trazados de los actos previsibles de la realidad no presente. En este momen-
to se convierte en una representación o imagen perceptible, que es percibida por otros
y que provoca la participación de una y otras, no sólo en la realización, sino también y
sobretodo, en el descubrimiento de los gestos y de los trazados menores que constitui-
rán el lenguaje «primario» que se debe convertir en el lenguaje de uso corriente.
Todo debe ser considerado, encontrado, reelaborado, incluido los objetos familia-
res, bien sean objetos-utiliario u objetos de juego o simplemente objetos-cosa. Si son
instrumentos muy elementales ya son, en cierta forma, lenguaje. No obstante esto, como
que lo cotidiano es fértil en sucesos imprevistos, desconcertantes, el recurso a la expre-
sión encontrada debe estar latente. Ha de ser arrastrada hacia otros medios muy pró-
ximos, marginales, necesarios para el lenguaje «primario». Medios dotados exclusiva-
mente de la palabra verbal, unidos a la realidad social tal y como se presenta, entre
los cuales se encuentran los medios de procedencia de los niños o adolescentes que
forman parte de estos centros. Estos han de mantener el contacto con su medio fami-
liar, con el cual a menudo les queda alguna cuestión pendiente de clarificar. Se debe
evitar en la medida que sea posible la espuma de la palabra gratuita de la que galar-
dea, en faltarle otra cosa, números débiles, -para no hablar sólo de ellos.
Paralelamente a esta búsqueda llevada a cabo en un «medio próximo», es intere-
sante estudiar el proceso por el cual el medio próximo habitual, tanto familiar como
escolar, acepta y emprende su reivindicación, su «recreación», según un niño (o de unos
niños) retrasados, marginados, anormales, difíciles…
208. Se trata del Centro de Observation le Triage (COT) en la Région Norte, situado también en la ciu-
dad de Lille. El centro acogía a niños y adolescentes enviados por la Justicia, para ser observa-
dos antes de ser juzgados e internados. Su proyecto, sin embargo, no parte ni de las sanciones,
ni de los chantajes emocionales, ni de las novatadas (muy frecuentes en los internados). Tal y
como afirma Houssaye, cuando la administración le quiera imponer a un gerente, se marchará»,
HOUSSAYE, J., Deligny, éducateur de l’extrême. Toulouse, Érès, 1998, p. 10.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 179
cionalización. Deligny nos dice sobre los niños que acoge en el COT «heme aquí
desde hace diez años entre los que prenden fuego a las granjas, roban el carbón
en las gabarras, estafan y vagabundean, esa chusma de menos de dieciocho años
que dilinque, desagradece, asistencia-publiquea, y se masturba la existencia». El
dilema tantas veces discutido sobre el rol y el encargo por parte de los educado-
res, estaba desterrado de la pedagogía delignyana. De la experiencia del COT pasa-
rá, el año 1947, a crear la Grande Cordée en París209. A partir del teatro de Dullin
y de los albergues de juventud ya existentes, permitirá que jóvenes que tenían pro-
blemas con la justicia pudieran salir de su entorno familiar y social con el fin de
elaborar un proyecto de inserción laboral y social. A través de esta experiencia,
Deligny se convierte en el precursor de lo que más adelante se denominará inter-
vención comunitaria o trabajo en el medio abierto. La Grande Cordée se convier-
te en una experiencia pionera todavía en la actualidad, que se fundamenta,
siguiendo al mismo Deligny, en un método sencillo, «dejar que entre en juego
lo imprevisto, que pueda suceder lo que sea»210. Deligny, poco amigo de las gran-
des programaciones, y en cambio, firme defensor del «dejar fluir», acabará afir-
mando que el educador es un profesional de «presencia ligera».
Esta experiencia211 finaliza en 1953 y Deligny y un grupo de chicos se mar-
chan hacia la región de Vercors en busca de nuevas experiencias. Con este acom-
pañamiento de los chicos empieza un periodo de vagabundeo por diferentes regio-
nes francesas, que servirá, en la más fiel tradición del bildungsroman, de experiencia
formativa y de crecimiento personal. De Le Vercors pasan en Haute-Loire, y de allí
al Allier212, para llegar finalmente al bosque de Cévennes en 1963. Allí se quedará,
a excepción de algunas estancias exteriores213, hasta su muerte214 el año 1996.
209. Tal como afirma Houssaye, esta experiencia se fundamenta en el trabajo realizado por Deligny
-como maestro de educación especial- en el laboratorio de psicología de Henri Wallon y en las
redes creadas por los grupos comunistas, Op. Cit.
210. Fernand DELIGNY, Vagabundos eficaces. Barcelona, Estela, 1971, p. 202.
211. Deligny, sobre el cierre y la marcha hacia el Vercors dice: «yo seguía allí, persuadido de que aque-
llo no podía durar mucho. En el propio Consejo de Aministración las campanas tocaban a muer-
to (…) Hubo que mudarse y puedo decir que volver al maquis, puesto que estábamos en la región
de Le Vercors. Diecisiete inadaptados sociales, tres de ellos casos especiales, fueron un buen día
en el tren nocturno, cono una gran tienda blanca, y eso es todo. Ellos y la tienda blanca».
212. Durante la estancia en el Allier Deligny escribe su libro Adrien Lomme (1958).
213. Pasa un tiempo en la clínica de La Borde invitado por Jean Oury y se dedica a trabajar con per-
sonas que el resto de profesionales habían calificado como «incurables». Allí es donde conoce
Janmari, un niño de 12 años autista que provocará que Deligny se haga múltiples preguntas
sobre éste síndrome, entonces desconocido.
214. Actualmente la experiencia sigue abierta, coordinada por discípulos, seguidores y amigos de Fernand
Deligny. Podéis consultar la web que recoge toda la experiencia: http://perso.club-internet.fr/jlin/.
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«Y comprenderéis por qué he preferido ver el Centro cerrar a aceptar la entronización diplo-
mática de un director administrativo salido de un Colegio San Lo Que Sea y dotado sin duda,
a los ojos de la administración, de todas las garantías morales. […]
Siguen llegando… se van.
La mayoría de ellos son vagabundos que, para escapar a la privación de libertad del traba-
jo cotidiano, se ven una y otra vez entre gendarmes, entre las paredes de una celda.
Mucho más buscadores de lo absoluto de lo que los jueces son capaces de concebir.
Vagabundos tenaces… comedores de remolachas, tan vivos que ninguna asistente social
podría soportar…; unos desechos de hombres, indiscutiblemente, y los otros esperanza de un
mundo que sigue corriendo el riesgo de reventar de docilidad…»
En Cévennes el grupo se instala en una casa que había comprado Felix Guattari
en medio de la montaña con un objetivo muy conciso: «ser y estar próximo de
los niños autistas y sin habla, sin demasiadas ideas preconcebidas, sino sólo con
el proyecto de alejarse del que los saberes de los que estando con el agua al cue-
llo elaboran, difunden, editan y vulgarizan a propósito de los niños autistas: gra-
vemente psicópatas, ineducables, irrecuperables»215. Un conflicto con Guattari hará
que Deligny y Janmari se instalen en una casa en el pueblo de Graniers. Otros niños
y jóvenes lo harán en casas y granjas próximas. Organiza de nuevo una gran red
que llegará a acoger en los diferentes espacios a unas treinta personas autistas. La
red funciona de forma independiente de los circuitos de consumo216 y ellos mis-
mos se proveen de lo que necesitan para vivir. Muchos de los niños que Deligny
recibirá en Cévennes serán enviados por Françoise Dolto o por Maud Mannoni.
La vida cotidiana se organiza en la naturaleza (la mayoría de las actividades pasan
en el exterior), al ritmo de lo que ellos habitualmente hacen y regidos por la
necesidad imperiosa que marca el autismo de la inmutabilidad.
De todas las experiencias, Deligny y muchos de sus seguidores han escrito una
cantidad incontable de libros y artículos que permiten ir reconstruyendo las bases
de la pedagogía (Deligny diría antipedagogía) que han guiado y construido sus
proyectos. Deligny parte de una definición de educación que nos sitúa en la línea
de las pedagogías participativas: educar «es crear este espacio donde el otro pueda
crecer, equivocarse, soñar, rehusar, escoger… Educar no es someter, pero sí per-
mitir. No es ser el modelo, pero sí el referente. No es una lección, pero sí un
encuentro. Educar no es cerrar, es abrir». Y esta educación hace falta hacerla en
lugares muy concretos, para que tal como afirma en Les vagabonds efficaces: «el
contexto hace falta tenerlo presente». Vivir en plena naturaleza no es una mues-
tra de esnobismo, de retorno a posiciones naturalistas; es la esencia misma de lo
que estructura y da sentido a la red «de vida». Deligny dirigía una «guerrilla», en
palabras de Gómez, que nos mostraba una forma de estar en relación, de escu-
char el silencio y de descubrir las cosas que eran esenciales217.
La pedagogía subversiva de Deligny nos invita a impensar218 nuestras maneras
de conducir, de intervenir, de manipular, de resistir, de decidir por el otro desde
la educación social. Deligny nos conduce a una pedagogía de la transgresión que
nos propone actuar de forma educativa sin imponer ni comprender, sin dirigir ni
castigar219, sin hacer uso de nuestra condición de autoridad. En Graine de crapule
dirá sobre los castigos y las imposiciones: «si cortas la lengua del que ha mentido
y la mano del que ha robado, en poco tiempo serás el maestro de un pequeño grupo
de mudos y mancos». Deligny apuesta por rodearse de personas salidas de los mis-
mos entornos sociales que los chicos, y a ser posible sin haber pasado por las
escuelas de formación220. No se trata ni de método pedagógico, ni de técnicas; tal
y como él mismo afirmará, «se trata de una posición a mantener», pero Deligny
no podrá mantenerla más de dos o tres años. No busca «normalizar» al otro221; el
217. Gómez, J-F., «Chant profond dans Les Cévennes», VTS, 59, 1998.
218. En palabras de Santamaría «impensar no es repensar o revisar una cuestión que ya había sido pen-
sada de alguna forma y por alguien, sino que supone un rechazo de los supuestos sobre los que
ha sido pensada», SANTAMARÍA, E., «El conocimiento de propios y extraños. (disquisiciones
sociológicas)», LARROSA, J. y PÉREZ de LARA, N. (Edit.) Imágenes del otro. Barcelona, Virus edi-
torial, 1997, p. 53.
219. Para Deligny, la educación no puede empezar hasta el momento en que todas las acciones san-
cionadoras desaparezcan de la praxis «educativa» (1960: 47). DELIGNY, F., Graine de crapule.
París: Scarabée, 1960, p. 47.
220. En Vagabundos eficaces dirá en relación a los educadores y sus orígenes sociales: «¿Educadores…?
¿Quiénes sois? Formados, como se suele decir, en ayudantías o en cursos nacionales o interna-
cionales, instruidos sin ninguna preocupación prevía de saber si tenéis en la barriga un mínimo
de intuición, de imaginación creadora y de simpatía hacia el hombre, alimentados de vocabu-
lario médico-científico y de técnicas apenas esbozadas, os dan suelta, cuando todavía no habéis
salido de vuestro caparazón de niños burgueses»,Vagabundos eficaces, 1971, p. 110.
221. Deligny dirá de Janmari: «es justamente porque ha escapado a la domesticación simbólica que
no se pregunta cuál es su rol, si es hombre o mujer, amo o esclavo…» LOURAU, R., «La critique
du symbolique chez Fernand Deligny», La Lettre du Grape, 27, 1997, 131-140.
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222. GRIMAUD, L. Education thérapeutique. Pratiques institutionnelles. Toulouse, Érès, 1998, p. 44.
223. Algunas de las asignaturas que cursó eran: latín, literatura alemana, literatura moderna, litera-
tura teatral, arte oriental, historia de la música, historia y crítica de socialismo, estudios genera-
les de las razas, etc
224. La tesis de doctorado que presentó se titulaba: El problema de la Belleza a la naturaleza y estética
modernas (Das Problem des Naturschönen und die moderne Aesthetik).
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225. Los seminarios tenían lugar en la Haus der Kinder, traducción alemana de la Casa dei Bambini
de Montessori.
226. Anna Freud juzgará a Patsy como «muy perturbada y demasiado grande para el hogar de niños
que estaba organizando en los locales de la Escuela Montessori de Viena».
227. Es el nombre que se dio a la anexión austríaca con Alemania por parte de Hitler.
228. En una carta del primero de septiembre de 1954 afirma que «el año que pasé en campos de con-
centración me ha hecho mucho bien» (Sutton 1996: 201). Este tema lo marcará profundamen-
te. En 1947 publica en la Modern Review el artículo «The Concentration Camp as en Class
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portamiento229 con el fin de asegurarse de que era normal»230. Será durante la estan-
cia en los campos que empezará a realizar estudios que reutilizará a su llegada a la
Universidad de Chicago. Se fija en sus compañeros y los estudia, dándose cuenta
de que ya no son los hombres que eran antes de entrar, pues ahora empiezan a tener
conductas patológicas, no saben controlar sus emociones y han perdido las capa-
cidades de evaluar objetivamente la situación en la cual se encuentran.
Después de múltiples gestiones de Gina y de otros parientes y conocidos,
Bettelheim es liberado231 y puede huir hacia América, a Chicago exactamente. Allí
se reencontrará con Fritz Redl232 y muchos otros vieneses que viven en el cam-
pus de la Universidad de Chicago. Pero sus inicios en los EEUU no serán fáciles
y tendrá que subsistir con trabajos variados. La Universidad de Chicago tenía
una escuela, mitad escuela mitad asilo de niños, que estaba ligada en la Facultad
de Medicina y nadie sabía demasiado bien qué hacer con ella. La escuela tenía un
nombre extraño que destacaba la vertiente de laboratorio de investigación: Escuela
0rtogenèsica233. Bettelheim entró para asumir la dirección y reorientar las prácti-
cas pedagógicas que se llevaban a cabo hasta entonces. Se trataba de un centro
State». Éste será un tema que irá retomando a lo largo de su vida, a través de sus libros y artícu-
los. De hecho, su primer artículo publicado, a pesar de no tratar exclusivamente el tema de los
campos, se fundamentaba ya en su experiencia allí vivida. Se trata de «Invidual and Mass Behavior
in Extreme Situations» y que publicó en el Journal of Abnormal and Social Psychology. Sobre su viven-
cia de la experiencia extrema existe un claro paralelismo con Victor Frankl (El hombre busca sen-
tido); los dos aprovecharán la experiencia en los campos para aplicarla al tratamiento de pacien-
tes y al campo de la educación.
229. El tema clave era como protegerse ante la degradación humana a la cual los prisioneros de los
campos estaban sometidos. Bettelheim se da cuenta de que sólo le queda su espíritu, y, tal como
afirma en Surviving and Other Essays, «consagré todos mis pensamientos rápidamente, toda mi
energía a luchar desesperadamente por sobrevivir día a día, a superar mis estados anímicos depre-
sivos, a mantener mi voluntad de resistir».
230. SUTTON, N. Bruno Bettelheim. Une vie. París, Hachette, 1996, p. 217.
231. Los primeros años en los campos fueron muy diferentes de la llegada de prisioneros posterior a
1940. Bettelheim tuvo la suerte de poder salir del campo de concentración. Jewish Social Service
jugará un papel clave en la liberación de Bettelheim.
232. Bettelheim dirá en El amor no basta, que «mi larga amistad con Fritz Redl me ha ayudado enor-
memente a desarrollar la filosofía de trabajo de la Escuela y a ponerla en práctica. Nuestras múl-
tiples conversaciones e intercambios constantes han hecho que yo no sepa dónde finalizan sus
ideas y dónde empiezan las mías». La gran experiencia de Fritz Redl, después de las colonias de
1932 con niños de Viena, será la puesta en práctica de su modelo pedagógico en la Pioneer
House. David Wineman y Fritz Redl recogen esta experiencia en su libro Niños que odian.
Desorganización y desequilibrio de los controlas de conducta. Buenos Aires, Paidós, 1970. Se trataba
de una residencia experimental, con muy pocos niños para llevar a término terapia grupal. Duró
19 meses y se cerró en 1949. Se encontraba ubicada en la ciudad de Detroit.
233. Etimológicamente proviene del término griego orthos (derecho) y genos (origen). Nosotros hemos
optado por traducir el término como ortogenésica, aunque podría ser traducido como ortogéni-
ca o ortogenética.
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ra mediatizada ni estigmatizada por los informes médicos que llevaban con ellos
cuando llegaban. Ninguna etiqueta, ninguna categoría; sólo se hablaba de nom-
bres concretos, a fin de que la escuela se pareciera lo máximo posible al ambien-
te familiar y no a una institución psiquiátrica.
El trabajo de la Escuela Ortogenésica se fundamenta en la pedagogía de Dewey,
Colleve, Aichhorn, Pestalozzi, Korczak, Montessori y Piaget así como en la obra de
Freud. Para Bettelheim, el psicoanálisis posibilita la verdadera reforma de la edu-
cación238. Las aportaciones de éstos autores, desarrolladas en el contexto concre-
to de Chicago, lo conducen a algunos aspectos muy concretos que fundamentan
su modelo pedagógico. Bettelheim denuncia las instituciones y los padres que
proyectan en sus hijos sus propios deseos y proyectos nunca alcanzados, e instau-
ra en su institución la participación activa de los niños. Esta proyección de los padres
se puede ver agravada por el hecho de que los niños tienen mucho miedo a ser aban-
donados y como en la comunidad terapéutica el educador juega un rol central239,
hace falta tener mucho cuidado de quien son y como son estos educadores240. Él
mismo hacía la selección de los educadores que trabajaban en su escuela, convir-
tiéndose en una especie de súper-madre de su equipo educativo, ya que era al
mismo tiempo director, psicólogo, supervisor y psicoanalista del servicio.
El trabajo de dirección de la escuela lo combinará con la redacción de múlti-
ples libros (todos prácticamente traducidos al castellano) y las clases en la uni-
versidad. La mayoría de libros se centraban en el trabajo que se llevaba a cabo en
la escuela y los fundamentaba en los casos presentados y discutidos en las reu-
niones de equipo educativo, en las entrevistas y en el trabajo directo que él mismo
hacía con los niños. A pesar del gran volumen de material que escribió sobre la
intervención de los educadores en medio residencial, después de haber sido estu-
238. Sobre la aplicación del psicoanálisis a la educación, Bettelheim conocía los trabajos previos de
Aichhorn donde afirma que «de todos los usos del psicoanálisis, no hay ninguno que tenga
tanto interés, que haya suscitado tantas esperanzas, y haya atraído a tantos colaboradores como
su aplicación a la teoría y la praxis de la educación de niños. Es normal que se espere de estos
trabajos psiconalíticos una ayuda por la práctica educativa el objetivo de los cuales es justamen-
te de dirigir al niño, de estimularlo, de protegerlo contra los errores en su acceso a la vida adul-
ta». August AICCHORN, Jeunesse à l’abandon. París,Privat, 1973, p. 9.
239. Este tema ha sido desarrollado por Fratini (1993) con aportaciones significativas. FRATINI, C.,
Bruno Bettelheim. Tra psicoanalisi e pedagogia. Napoli, Ligori, 1993.
240. Con el fin de reclutar a los educadores, Bettelheim combinaba los objetivos de la Universidad -
la escuela era considerada un centro de aprendizaje y al mismo tiempo un servicio de tratamien-
to, con su deseo de asegurar él mismo la formación de los profesionales que trabajaban con él.
Prefería contratar educadores sin experiencias previas en el campo educativo. A menudo eran jóve-
nes estudiantes de la Universidad de Chicago.
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diado, haber sido leído y haber sido discutido con una cierta asiduidad en las anti-
guas escuelas de educadores especializados, Bettelheim ha prácticamente desapa-
recido de los programas universitarios. Quizás uno de los libros más conocidos
y significativos sigue siendo Psicoanálisis de los cuentos de hadas, donde el autor
afirma que «los cuentos de hadas llevan al niño a descubrir su identidad y voca-
ción (…) Estas historias insinúan que existe una vida buena y gratificadora al
alcance de cada uno, a pesar de las adversidades»241.
241. BETTELHEIM, B., Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas. Barcelona, Grijalbo, 1977, p. 30.
242. El Centro de Lectura de Reus jugó un papel relevante en esta formación. Tosquelles nació en la
calle Mayor, calle dónde en 1859 se fundó el Centro de Lectura y donde sus padres regentaban
la tienda El Chic de París.
243. Tal como dice él mismo «Tosquelles fue durante su juventud un atento lector de Marx, casi un
militante, habiendo hecho de este hecho una práctica de grupos de vanguardia» TOSQUELLES,
F., «Biographie d’un psychiste», Traces de Faires. Revue de l’institutionnel, 1, 1985, 29-31.
244. Tosquelles trabajará durante diferentes periodos. El primero es el año 1929 con trabajos varia-
dos y en 1934 ya como médico.
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cación de los niños allí acogidos, en especial de aquéllos que eran deficientes
mentales. Barcelona acogerá245 a partir de 1931 a muchos judíos alemanes y aus-
tríacos, que con la subida al poder del partido nacionalsocialista buscan refugio,
en previsión de los conflictos en Austria y Alemania. Esta llegada de intelectua-
les formados en el psicoanálisis hará que Cataluña sea, en los años treinta, un cen-
tro de renovación de las prácticas psiquiátricas y del trabajo socieducativo.
Más tarde, entre los años 1934 y 1937, retorna a Reus para trabajar con per-
sonas con retraso mental y enfermedad mental en el Instituto Pere Mata246, aun-
que colaborará también con el Instituto de Puericultura. Con el Dr. Frías, pedia-
tra del Instituto, creará una casa de caridad, para niños y adolescentes, que a
partir de 1936 acogerá a un grupo de niños psicóticos247. La Guerra Civil españo-
la hará que Tosquelles se marche al frente alistado en las milicias obreras para ejer-
cer de psiquiatra. En el frente de Aragón y en los frentes del Sur español, donde
fue jefe de los servicios de psiquiatría del ejército republicano248 el 1938 y 1939,
desarrolló muchas de sus ideas, especialmente en la Comunidad Terapéutica249que
creó en 1938 en Almodóvar del Campo. Un trabajo que quedará perturbado con
su exilio a Francia en 1939, pasando por el campo de internamiento de los Pirineos
de Septfonds. Es justamente en uno de estos campos que es recogido por un psi-
quiatra, Pierre Balvet, que le abrirá el campo de trabajo en este nuevo país en el
hospital psiquiátrico de Saint Alban250. Durante el tiempo que Tosquelles es inter-
nado organiza un servicio de psiquiatría para ayudar a sus compañeros, ante el
gran número de suicidios de las personas internadas. En Saint Alban251 empieza
245. Uno de los impulsores de la acogida de intelectuales alemanes será Emili Mira. Entre muchos otros
llegan a Barcelona Strauss, Bühler, Wolf y Eiminder. Éste último se convertirá en el psicoanalis-
ta de Tosquelles.
246. Tal como plantea Grimaud «desde los años treinta, Tosquelles se embarca en la transformación
de la psiquiatría que se acercó a la población, trabajando en pequeñas unidades en un espíritu
de proximidad, de contacto directo y de investigación de comunicación con las personas en
situación de dificultad» OP. Cit, 1998, p. 67.
247. Para Hortoneda, se trata de la primera institución paidopsiquiátrica (1994). El trabajo que hací-
an giraba en torno al juego infantil.
248. Tosquelles llegó a ser jefe de los servicios médicos del Estado-Mayor de Extremadura.
249. El trabajo que desarrolló en la Comunidad Terapéutica se centraba en la salud mental del ejér-
cito, pero también en la selección y orientación, sin dejar de ayudar a la población civil en los
casos urgentes que lo requerían.
250. Hortoneda explica que Tosquelles llega a Saint Alban con sólo dos documentos: la tesis docto-
ral de medicina de Jacques Lacan de 1932 (en francés) y un trabajo de Herman Simon de 1929
en alemán titulado Una terapéutica más activa en el hospital psiquiátrico.
251. Aparte del trabajo psicoterapéutico, Saint Alban jugará un importante papel político como espa-
cio de resistencia y como soporte a los maquis. Entre otros, acogió a Elouard, Canguilhem (autor
de Le normal et le pathologique) y Tzara.
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252. Tal como dice Rouzel, «Saint Alban en 1940 acoge a 600 enfermos en malas condiciones físicas.
La mayoría sufren malnutrición y falta de cuidados. Los edificios son vetustos y mal acondicio-
nados», ROUZEL, J., «Rencontre avec François Tosquelles», Lien Social, 16, 1989, 8-10.
253. Se trata de una comunicación que se realizó en un congreso de psiquiatría en Portugal, en el cual
se hacía referencia a los trabajos que Tosquelles desarrollaba a Saint Alban.
254. Entre otros, hay que destacar a Jean Oury y Roger Gentis, que aplicarán las ideas en institucio-
nes muy innovadoras.
255. GRIMAUD, 1998, Op. Cit.
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256. Autores como Gomez, Rouzel, Grimaud, Wacjman, Muchielli, Marty hacen referencia constan-
te en sus obras a los trabajos de Francesc Tosquelles.
257. TOSQUELLES, F. L’enseignement de la follie. Tolouse, Privat, 1992.
258. P. FOUGERAS, L’ombre portée de François Tosquelles. Ramonville Saint-Agne, Érès, 2007, p. 16.
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Tal como afirma Grimaud, la tarea del educador pasa por «andar de un paso
al otro, de reencontrar, de ser testigo de transformación, de buscar las transfor-
maciones, de transformarse uno mismo»261. Una transformación, añadimos nos-
otros, que podrá ser mucho más efectiva si al inicio del siglo XXI no giramos la
cara a aquéllos que han trazado caminos, que han narrado sus historias a través
de dulces metáforas educativas.
259. GÓMEZ, J-F., L’éducateur et son autre histoire ou Mort d’un pédagogue. Ontario: Éditions des Deux
Continents, 1994, p. 39.
260 SKLIAR, C., ¿Y si el otro no estuviera ahí? Notas para una pedagogía (improbable) de la diferencia. Buenos
Aires, Miño y Dávila, 2002, p. 20-21
261 GRIMAUD, L., Education thérapeutique. Pratiques institutionnelles. Toulouse, Érès, 1998, p. 15.
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Capítulo VIII
262. DELGADO, M. Sociedades movedizas. Pasos hacia una antropología de las calles. Barcelona: Anagrama,
2007.
263. Sobre estos conflictos y su relevancia para afrontar el tema que estamos estudiando ente remi-
tiendo al trabajo de Loïc WACQUANT, Parias urbanas. Guetos, banlieues, Estado. Barcelona:
Ediciones de 1984, 2007.
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264. PLANELLA, J. Los monstruos. Barcelona, Ediuoc, 2007. Sobre esta temática también nos remiti-
mos al trabajo de R.G. THOMSON (ed.) Freakery, Cultural Spectacles of the Extraordinary Body.
Nueva York, New York University Press, 1996.
265. ESPOSITO, R. Bíos. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires, Amorrortu, 2007, pág. 20.
266. Para una revisión profundizada sobre el tema nos remitimos a S. SLEMON, The Scramble precio
Post-Colonialism», dentro de C. TIFFIN & A. LAWSON (eds.) De-scribing Empire: Post-Colonialism
and Textuality. Londres, Routledge, 1994, pp. 15-32.
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267. VILANOU, C. «Memoria y hermenéutica del cuerpo humano en el contexto cultural postmoder-
no», en A. ESCOLANO y J.M. HERNÁNDEZ, La memoria y el deseo. Cultura de la escuela y educa-
ción deseada. Valencia, Tirant lo Blanch, 2002, pág. 375.
268. Al igual que ha pasado con otros aspectos pedagógicos con los cuerpos de las otras culturas, -que
pueden ser cuerpos que presentan otros colores-, la pedagogía ha dejado de lado el cuerpo del
otro como espacio de reflexión y de acción. El problema tiene lugar, porque es justamente a
partir de su presencia corporal (por tener un cuerpo diferente) que tienen lugar los actos de
rechazo, marginación y opresión.
269. F. LAPLANTINE, Le métissage, París, Flammarion, 1997.
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te con otros cuerpos, se conjuga con la propuesta de romper con las ontologías
que los separan. No es posible (por suerte), al menos en nuestro contexto, un con-
trol biopolítico de la natalidad y, por lo tanto, del mestizaje. Eso se traduce en que
las relaciones entre sujetos de diferentes culturas, con cuerpos externamente dife-
rentes, dan lugar a nuevas expresividades corporales. Esta reconfiguración corpo-
ral es un punto de partida para repensar el cuerpo y la educación. Vilanou lo
expresa de la manera siguiente:
270. VILANOU, C. «Memoria y hermenéutica del cuerpo humano en el contexto cultural postmoder-
no», en A. ESCOLANO I J.M. HERNÁNDEZ, La memoria y el deseo. Cultura de la escuela y educa-
ción deseada. Valencia, Tirat lo Blanch, 2002, pág. 373.
271. McLAREN, P. Pedagogía crítica y cultura depredadora. Barcelona, Paidós, 1997, págs. 132.
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Paulo Freire afirma, con una cierta rotundidad al inicio de Pedagogía del opri-
mido que: «La Pedagogía del Oprimido, aquélla que deber ser elaborada con él y
no para él, en tanto hombres o pueblos en la lucha permanente de la recupera-
ción de su humanidad»272. La pedagogía del oprimido hace referencia también a
la imposición de las políticas en los cuerpos de los sujetos que buscan su sumi-
sión o docilización. La lectura de los cuerpos oprimidos se puede hacer en un sen-
tido amplio, y podemos dar cabida a los cuerpos de los inmigrantes, de los enfer-
mos mentales, de las personas con discapacidad, de las mujeres víctimas de
violencia doméstica, de los transexuales obligados a prostituirse, de los menores
indocumentados no acompañados que habitan en las ciudades europeas, de la gente
con problemas de autonomía, de los jóvenes infectados con HIV, etc. Son casos
extremos de opresión corporal, pero entre estos cuerpos y los cuerpos modélicos
propuestos por los medios de comunicación, y a veces instigados desde determi-
nadas pedagogías, hay muchos otros que, aunque las apariencias puedan disimu-
lar o engañar, se encuentran igualmente en situación de opresión. Es así como
la pedagogía tiene que poder abrirse a todos aquellos cuerpos que tienen sínto-
272. FREIRE, P. Pedagogía del oprimido. Madrid, Siglo XXI, 1995, págs. 40.
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mas de opresión, ya sea porque han sido sujetos hipercorporeïzados, ya sea por-
que han sido sujetos descorporeïzados. McLaren insiste en esta idea:
Dicha praxis pedagógica rechaza la sujeción clasista del cuerpo proletario mediante su
estetización estéril por parte de las categorías burguesas de la carne. También recha-
za la imposición del patriarcado sobe el cuerpo femenino y la intextuación de las ide-
ologías masculinas. Debemos proporcionar a los marginados y a los que se han visto
conducidos a la miseria el poder necesario en la línea de sus deseos273.
273. McLAREN, P. Pedagogía crítica y cultura depredadora. Barcelona, Paidós, 1997, págs. 104.
274. ESCOLANO, A. y HERNÁNDEZ, J.Ma. Presentación» de La memoria y el deseo. Cultura de la escue-
la y educación deseada. Valencia, Tirant Lo Blanch, 2002, págs. 13.
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Sin embargo, ¿como tienen que resistir estos cuerpos formados en su autocon-
ciencia? Son muchas las respuestas que se pueden dar a una pregunta como la que
nos formulamos, aunque pensamos que lo que es importante es resistir a la impo-
sición, sobre todo, de lo que hemos construido críticamente y designado como
cuerpos ortodoxos. Los cuerpos ortodoxos son cuerpos que vienen dados, que son
constituidos por los otros, que sitúan a los sujetos en espacios donde el deseo se
encuentra aplacado; espacios donde el cuerpo ya ha vuelto a perder la posibili-
dad de desarrollar su narratividad275. Se trata, en definitiva, de resistir al ejerci-
cio de la biopolítica, que entiende los cuerpos de los sujetos como espacios de gober-
nabilidad, de inscripción del poder, de materialización de los deseos de los otros.
Y resistir pasa por aprender a habitar el cuerpo y hacerlo de forma consciente
y activa, a través de la propia narración, como una tecnología del yo corporal. Una
tecnología que debe permitir al sujeto actuar sobre él mismo para constituirse así
en sujeto corporeizado; un ejercicio que Foucault ya definió como crearnos a nos-
otros mismos como una obra de arte y que De Diego también describía: «No hay
cuerpo sin lenguaje, y al explicar la causa de esas cicatrices se obligaba a la mira-
da del espectador a enfrentarse con otro cuerpo diferente de aquellos que confor-
man el cuerpo social sin cuerpo que oculta y reduce sus cuerpos del delito»276.
275. Es interesante la reflexión que hace De Diego sobre el trabajo sobre de los cuerpos para borrar su
diferencia: «Borre usted el dolor y con él borrará también la diferencia que lo perturba, porque
para la sociedad dominante cuidar es homologar: se cuida a los locos, se cuida a las mujeres, a
los enfermos, a aquellos que, en una palabra, son diferentes, que se desmarcan del ideal norma-
tivo», DE DIEGO, E. «Cuerpos colonizados» Revista de Occidente, 134-135, 1992, pp. 155-163.
276. DE DIEGO, E. «Cuerpos colonizados» Revista de Occidente, 134-135, pp. 155-163.
277. LABAYLE, H. «El informe Stasi: Origen y contenido», I. LAGABASTER (Dir.) Multiculturalidad y lai-
cidad: en propósito del informe Stasi. Aportaciones en el debate sobre lo velo islámico. Pamplona, Lete,
2004, pág. 19.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 201
278. MONNET, J. A Creil. «L’origine del affaire des foulards», Herodote, 56, 1990, pp. 45-54. Sobre el
origen de este conflicto también se pueden consultar: FELDBLUM, M. «Paradoxes of Ethics
Politics: Tha Case of Franco-Magrebis in France», Ethic and Racial Studies, 16 (1), 52-74; GALE-
OTTI, A.E. «Citizenship and Equality: Tha Place of Toleration», Political Theory, 21 (4), 1993, pp.
585-605.
279. Sobre éste hecho puede consultarse el artículo de BADINTER y otros, “Profs ne capitulons pas”
Le Nouvel Observateur, 2 de agosto de 1989, pp.
280. Esta Comisión estaba formada por veinte personas entre los cuales podíamos encontrar profe-
sores universitarios, religiosos, dignatarios, altos funcionarios del Estado, magistrados, técnicos
del Ministerio de Educación y de Sanidad y filósofos. Trabajaron a través de diferentes entrevis-
tas a alumnos de instituto, profesores, enfermeras y médicos, sindicalistas, responsables de par-
tidos políticos, etc
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Pero más allá de lo que el informe pueda describir y de lo que la ley preten-
de regularizar, detrás de los cuerpos no podemos encontrar lo que el Estado fran-
cés (y por extensión los otros estados) pretende ordenar y sistematizar. Si parti-
mos de la idea de que el cuerpo no es neutral sino que se trata de un cuerpo
cultural y político, éste comportará una determinada posición y visión. En el
mismo uso de la Hiyab podemos encontrar muchas lecturas en función de una
posición política, cultural y religiosa. Tal como el mismo informe Stasi anuncia:
«Para las que lo llevan, el velo puede revestir distintos significados. Puede ser
una elección personal o una obligación, especialmente dificil de tolerar para las
más jóvenes (…) Para las que no lo llevan, el velo islámico estigmatiza a la joven
púber a la mujer como única responsable del deseo del hombre, visión que infrin-
ge en su fundamento la igualdad entre hombres y mujeres. Para el conjunto de
la comunidad escolar, el velo se a menudo como motivo de conflictos, de divi-
siones y de sufrimientos. El carácter visible de un símbolo religioso es percibido
para muchos como contrario a la misión de la escuela que debe ser un espacio
para la neutralidad y el lugar de despertar de la conciencia crítica»283.
Pero la presencia y prohibición de lo simbólico en la escuela puede respon-
der a un modelo de control de las sociedades desbordantes. En palabras de
Donzelot «se trata que la exhibición del velo perturba la relación educativa con
281. Nosotros seguimos la traducción castellana del Informe Stasi aparecida en el libro de Iñaki LASA-
GABASTER (decir.) Multiculturalidad y laicidad. A propósito del informe Stasi. Pamplona, LETE,
2004, págs. 369.
282. Ibid, pág. 369.
283. Comisión de reflexión sobre la aplicación del inicio de laicidad en la República. Informe para el
Presidente de la República. Enviado el 11 de diciembre de 2003. Reproducido en LASAGABAS-
TER, 2004, pág. 359.
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288. DONZELOT, J. «La ciudad de tres velocidades», AAVV, La fragilización de las relaciones sociales. Madrid,
Círculo de Bellas Artes, 2006, pàg.42
289.BAUMAN, Z. Los retos de la educación en la modernidad líquida. Barcelona, Arcadia, 2007, págs.
11.
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corporal, nos ofrece una geografía de corporeidades con muchos matices. Esta
apuesta por la multiculturalidad corporal tiene pleno sentido en la reflexión que
hace McLaren: «El pluralismo muerto es el que mantiene a raya la necesidad de
historizar la diferencia»286. Hacer diferente al diferente o alterar la alteridad, sim-
ples mecanismos de defensa de los actores de la pedagogía para poder preservar
la diferencia en territorios especialmente concebidos. Contra este modelo, la
reconfiguración del cuerpo inmigrante, permite abrir horizontes en un marco
pedagógico postcastersià.
© Editorial UOC 205 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
Capítulo IX
1. Mitorelatos
Los mitorelatos son los que nos hablan de las narrativas de salvación. Hablar
de narrativas286 de salvación288 nos sitúa en una perspectiva teleológica de la peda-
287. En este sentido, son significativos los trabajos que se llevan a cabo desde la pedagogía, pero tam-
bién desde la psicoterapia sistémica. Algunos ejemplos son: Jaume TRILLA «Pedagogías narrati-
vas», en J. LARROSA (Ed.) Trayectos, escrituras, metamorfosis (La idea de formación en la novela).
Barcelona, PPU, 1994, pp. 107-128; Josep PUIG, «Notas para un estudio sobre los usos de la escri-
tura autobiográfica en educación». XI Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación.
Salamanca, 1992; Joan Carles MÈLICH y Fernando BÁRCENA, La educación como acontecimiento
ético. Natalidad, narración y hospitalidad. Paidós, Barcelona, 2000; Juan Luís LINARES, Identidad y
narrativa. La terapia familiar en la práctica clínica. Paidós, Barcelona, 1996; Jorge LARROSA, La expe-
riencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. Laertes, Barcelona, 1996, en el cual dedi-
ca el capítulo 16: «Narrativa, identidad y desidentificación» pp. 461- 482. Con anterioridad tam-
bién el libro coordinado por el mismo autor Déjame que té cuente. Ensayos sobre narrativa y
educación, Laertes, Barcelona, 1995. En cierta forma tambien es interesante el esmerado trabajo
de Lluís DUCH, La educación y la crisis de la modernidad, Paidós, Barcelona, 1997 donde en el punto
2.4. 2 nos habla del testimonio como categoría didáctica.
288. El uso del término «salvación» nos remite al libro de Anthony M. PLATT, The Child Savers, the
invention of delinquency (1969) y traducido al castellano como Los salvadores del niño o la inven-
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gogía; una teleología que tal vez busque salvar, mejorar, (en palabras de Freire: trans-
formar) la sociedad, el mundo a través de la pedagogía. A pesar de esta sensación
de realizar una mirada teológica a la pedagogía, el uso de la unidad léxica «narra-
tivas de salvación,» Popkewitz lo sitúa en una sustitución de las «cosmologías reli-
giosas»289. Es lo que permite explicar que la pedagogía contemporánea se haya con-
vertido en un proyecto secularizado, pero creado y organizado a imagen de las
pedagogías teológicas. Entendemos, por narrativa las historias que nos explicamos
nosotros mismos, historias que dan forma al éxtasis y al terror de nuestro mundo,
enferman nuestros valores, descolocan nuestros absolutos y nos dan esperanza, ins-
piración y marcos de referencia290. Y esta acción de narrar las historias tiene mucho
que ver con la tarea que los profesionales de los diferentes campos educativos des-
arrollan a lo largo de la vida. Tanto es así, que Mèlich y Bárcena nos dicen al res-
pecto que «en el sentido arendtiano del término «acción», el educador que actúa
no sabe lo que hace hasta que esa acción ha finalizado y puede construir un rela-
to o narración, a través de una especie de recuerdo reflexivo291. Es evidente, a la
luz de este párrafo, que educar no tiene sentido sin narrar.
El Estado del Bienestar se propone ofrecer a todos los ciudadanos un conjun-
to de servicios que han sido establecidos como mínimos, comunes y deseables con
la finalidad que la población viva con un nivel de calidad de vida compartido.
Los estados han firmado un «pacto» con la sociedad civil con el fin de proveer los
servicios, entre los cuales encontramos -como una de las conquistas del Estado
de Bienestar- la educación al alcance de todo el mundo292. Un problema, en éste
ción de la delincuencia, Siglo XXI, Mexico, D.F. 1982. El autor dice al respecto de la acción salva-
dora: Los salvadores del niño es asimismo una crítica de los reformadores que ayudaron a cons-
truir el sistema de tribunales para menores. Por implicación cuando menos, sugiere que los sal-
vadores del niño fueron los únicos responsables de las desastrosas consecuencias del sistema de
tribunales para menores y que reformadores más ilustrados podrían hacer un sistema mejor
(1982: 15).
289. POPKEWITZ, Th. S., Sociología política de las reformas educativas. Morata-Fundación Paideia,
Madrid, 1994.
290. McLAREN, P., Pedagogía crítica y cultura depredadora. Políticas de oposición en la era posmoderna. Paidós,
Barcelona, 1997, p. 113.
291. MÈLICH, J.C. y BÁRCENA, F., La educación como acontecimiento ético. Natalidad, narración y hos-
pitalidad. Paidós, Barcelona, 2000, p. 91.
292. Si bien es cierto que el Estado del Bienestar ha hecho importantes conquistas, esta frase del
periodista Riszard Kapuscinski (1998) nos turba la ilusión de conquista social: «… Hay cosas que
deberían provocar una auténtica conmoción. En uno de mis reportajes subrayé que en los paí-
ses del Tercer Mundo la enseñanza como tal desaparece porque los padres de los alumnos no tie-
nen dinero para comprarles bolígrafos que cuestan cinco centavos. En África encontré a cientos
de niños que no me pidieron pan, chocolate o juguetes, sino bolígrafos, porque no tenían con
qué escribir en la escuela».
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© Editorial UOC 207 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
momento evidente, es lo que ocurre (lo podemos comparar con muchos países
del mundo y encontraremos unos resultados similares) como consecuencia de las
políticas neoliberales en los países occidentales. Se trata de privatizar todos aque-
llos servicios que hasta entonces habían sido del Estado. Eso es lo que está pasan-
do con toda la red de Servicios Sociales (de primer, segundo o tercer nivel) y lo
que también pasa con la enseñanza obligatoria.
Si la educación (y la pedagogía como reflexión, análisis y filosofía de la
praxis docente) tenía que ser la gran dinamizadora con el fin de ofrecer igual-
dad de oportunidades, justicia y progreso a los ciudadanos, otra vez acabamos
creando ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda (categoría). Eso empe-
zó a pasar con la política de Margaret Thatcher y actualmente pasa en el Estado
español, con respecto a la distribución de niños y niñas de origen inmigrante
(o de familias de origen inmigrante) que habitualmente quedan concentrados
en determinadas escuelas públicas. Las escuelas concertadas y las privadas,
intentan no ofertar ninguna plaza a estos niños. Ésta es la paradoja (y la per-
plejidad pedagógica) del Estado del Bienestar entendido en un sentido que no
es el que tendría que ser. Si hablamos de pacto y asociación en las acciones de
los gobiernos, pienso que es clave retomar el discurso de Anthony Giddens293
el cual sitúa la existencia de los gobiernos (entre muchas otras cuestiones)
para:
– suministrar una variedad de bienes públicos, incluyendo formas de segu-
ridad y bienestar colectivos
– promover el desarrollo activo del capital humano a través del papel esen-
cial del sistema educativo
293. GIDDENS, A., La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia. Taurus, Madrid, 1999, p. 61-
62.
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294. Lluís DUCH, La educación y la crisis de la modernidad. Paidós, Barcelona, 1997, p. 21.
295. Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos.
296. SHÖN, D., La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la enseñanza y el apren-
dizaje de las profesiones. Paidós-MEC, Madrid, 1992.
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© Editorial UOC 209 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
Así, por ejemplo, plantea que en los EEUU la comunidad se convierte en una
forma de revivir los conceptos de pacto y asociación. La base del trabajo del maes-
tro -en el si de la comunidad- implica un trabajo desde el pragmatismo y éste se
encuentra ligado otra vez a la idea de salvación. En la nueva fundamentación de
las pedagogías teleológicas encontramos la idea propuesta en el último informe
sobre la educación, coordinado por Jacques Delors (1996) en el cual se anuncia
que las pedagogías del futuro deben tener un objetivo claro: potenciar y estimu-
lar a los ciudadanos a fin de que aprendan a aprender. Un aprender a aprender
que tiene al mismo tiempo las funciones (metafóricas, y también reales) de con-
vertirse en un pasaporte hacia el futuro, en un pasaporte hacia la era virtual. Un
aprender, el de aprender a aprender, que se convierte en la narrativa de salvación
de los nuevos ciudadanos. Han desaparecido los aprendizajes centrados en depó-
sitos de saberes para el momento actual y eso con la caducidad y la fragilidad de
las informaciones elaboradas, hace que si no nos podemos poner al día nos que-
demos fuera de la prometedora perspectiva de la salvación».
Las historias han de ser narradas. No son predecibles como procesos reguladores por
leyes naturales o como acciones planificadas, porque solo se convierten en historias
cuando sucede algo imprevisto. Mientras no sucede nada imprevisto son predecibles,
y narrarlas carecería de interés: si Colón hubiera llegado a la India sin descubrir
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297. GIDDENS, A., La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia. Taurus, Madrid, 1999, p. 125.
298. PLANELLA, J., «El rapte de l’espai simbòlic en les persones amb disminució», Educació Social, 16,
2000, pp. 23-35.
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© Editorial UOC 211 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
299. R. MURPHY, The Body Silent. Nueva York, Henry Holt and Co, 1987, p. 101.
300. R. Mantegazza (2003) Pedagogia della resistenza. Tracce utopiche per educare a resistirse. Troina, Città
Aperta Edizioni, p. 25.
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© Editorial UOC 213 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
varias direcciones, entre las cuáles es necesario citar sus piercings y tatua-
jes (sorprendidos, de entrada, que un profesor estuviera interesado por
estos temas) como espacios de encarnación e inscripción subjetiva. También
y sobre todo dialogamos sobre las identidades sexuales. ¿Como nos debí-
amos definir? ¿Heteronormativos? ¿Qué podía significar y donde debíamos
situar nuestros cuerpos desde esta perspectiva? Empezaron a circular ideas,
prácticas y vivencias de los cuerpos no heteronormativos. Términos como
Gay y Lesbiana nos condujeron a la Queer Theory que pudimos discutir con
algunos de ellos.
con teorías, modelos y centenares de autores que han dicho algo sobre la
educación (y que habitualmente forman parte de los típicos cánones que
uno deber saber para ejercer alguno de los oficios relacionados con la prác-
tica educativa) sino únicamente unas pinceladas (de autores y teorías) para
que después ellos pasaran a narrar sus vidas pedagógicas. Para ello había
empezado la primera sesión de trabajo con la cita de Barlow del magnífi-
co libro Diario de un profesor novato: «Actualmente me gustaría encontrar
simplemente el tono de aquel profesor de literatura que me sacó de entre
los malos estudiantes. Quizá porque en vez de censurar, daba confianza;
quizá por su paciencia de pescador de caña y su acogedora bondad. Hay
dos clases de maestros, como es sabido: los que a base de darte la impre-
sión de que eres inteligente, capaz y esforzado, terminan por convertirte
en tal, y los que te cortan las alas»303. Este era el punto de arranque de una
especie de trabajo introspectivo que tenía por objetivo sistematizar algu-
nas formas de «hacer educación» que sin saberlo ya eran de sobras cono-
cidas.
Igualmente tenía presente una reflexión de Jorge Larrosa que decía «la fun-
ción del profesor es mantener viva la biblioteca como espacio de formación.
Y eso no significa producir eruditos, o prosélitos o, en general, personas
que saben, sino mantener abierto un espacio en qle que cada uno pueda encon-
trar su propia inquietud»304. Uno de los ejercicios que proponía planteba lo
siguiente:
Querría que cada uno explicase alguna experiencia suya (como estudiante, alumno, etc.)
relacionada con la educación des del punto de vista de una Educación Tradicional y de una
Educación Moderna. Y en relación a ello las siguientes preguntas pueden servir de guía:
– ¿Qué nos ha marcado?
– ¿Podemos recuperar algunas experiencias vividas que utilizaríamos como profesor?
– ¿Qué valores nos ha transmitido dicha experiencia?
– ¿Han usado las tácticas o bien el tacto?
– Realmente, ¿les interesaba la persona del estudiante?, ¿o lo más importante era su lec-
ción?305
303. Michel BARLOW, Diario de un profesor novato. Salamanca, Sígueme, 2000, p. 31.
304. Jorge LARROSA, La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. Barcelona. Laertes,
1996, p. 33.
305. Una técnica parecida la utilicé en 1999 en los trabajos de seminario en Irapuato (México) en dife-
rentes comunidades al plantear temas relacionados con la violencia contra los niños.
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© Editorial UOC 215 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
Este ejercicio nos ha llevado, durante tres cursos, a hacer Teoría de la Educación
desde la propia narración. Para ello era necesario (de forma paralela) leer algunos
textos de autores306. Entre algunas respuestas encontramos esta: «Me atraían los
profesores más alternativos, que rompían las normas, que desafiaban a los alum-
nos (…) Me obligaban a crecer emocionalmente, ser mejor persona» (Ch. A).
Otro ejercicio se ha fundamentado en la propuesta de definir la educación desde
nuestra posición de «sujetos de la educación». Ello obligaba a revisar nuestra
experiencia, nuestras posturas (o impusturas) que estaban relacionadas con la
educación. Algunas de las definiciones propuestas en el seminario fueron:
– «Al concepto de educación podemos acercarnos desde dos dimensiones dis-
tintas, aunque relacionadas y dependientes entre sí. Por un lado, la edu-
cación de una persona se puede medir en cuánto a la formación en cono-
cimientos y habilidades que haya recibido; y, por otro lado, la educación
de una persona también se puede medir en cuánto al respeto y tolerancia
que presente respecto a las demás personas, comunidades y culturas»
(Sonia N, 2007).
– «Desde mi punto de vista, la educación es un proceso que tiene lugar a lo
largo de la vida –desde el nacimiento hasta la edad adulta- y en el cual se
adquieren no sólo conocimientos intelectuales o válidos para una futura
vida profesional, sino también los valores necesarios para vivir en armo-
nía con nuestro entorno social, como pueden ser la tolerancia, el respeto
o la solidaridad. No veo como educadores solamente a padres y profeso-
res; incluiría también a los medios de comunicación. Creo que todos ellos
deben contribuir al desarrollo de la personalidad del que es educado, ayu-
darle a extraer sus propias ideas, a ser crítico, a tomar decisiones de mane-
ra responsable, a pensar» (Sara N, 2007).
– «El «buen educador» no se marca unos objetivos académicos, sinó unos valo-
res que querrá transmitir. Como bien dices, «no siempre es fácil ser con-
4. Re-escrituras
307. Sobre esta temática se pueden consultar: DELCAMBRE, P., «Journal de bord et commis aux écri-
tures, je vous écris d’ailleurs». EMPAN, 11, 1993,14-19; –FUSTIER, P., Le travail d’équipe en insti-
tution. Dunod, Paris, 1999; NEGRE. P., L’écriture en situation professionnelle dans le travail social et
l’éducation spécialisée.
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© Editorial UOC 217 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
malmente urgentes (no en vano, decimos que el educador se dedica mucho a «apa-
gar fuegos» y poco a hacer prevención). El otro nivel se centra en la construcción
de la profesión. Esta última vía tiene un planteamiento mucho más a largo plazo
y que tendrá que servir para dotar a la profesión de un saber compartido entre
todos los educadores sociales. En esta misma línea es destacable lo que dice Vilar:
«el modelo-crítico reflexivo considera al educador como un agente activo den-
tro de la construcción del saber pedagógico. Su trabajo no es sólo conseguir obje-
tivos prefijados por el equipo y solucionar problemas sino también trabajar cre-
ativamente e investigar cada uno de los momentos en el proceso de
intervención»308.
Escritura y experiencia
308. VILAR, J., "Las instituciones de prácticas como agentes formadores de profesionales reflexivos",
en VVAA El Prácticum en la Formación de Educadores Sociales. XIV Seminario Interuniversitario
de Pedagogía Social. Burgos, Universidad de Burgos, 1999.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 218
corporal y de instauración del poder en los cuerpos de los sujetos que las administra-
ciones pretendían ejecutar a través de instituciones como las nuestras. Desde esta
doble perspectiva de cuerpo vivido en la praxis como educando y de cuerpo vivido en la
praxis como educador he podido contrastar buena parte de los textos y discursos inter-
pretados y comprendidos en la mirada hermenéutica de la pedagogía del cuerpo sim-
bólico.
309. RIFFAULT, J., L'écriture en situation professionnelle dans le travail social et l'éducation spéciali-
sée. Sauvegarde de l'Enfance des Yvelines-BUC Resources. Versailles, 1999.
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© Editorial UOC 219 Narrare necesse est: por una pedagogía del relato
En otros colectivos profesionales este saber circula con mucha más fluidez. Un
ejemplo es el de los médicos. Cuando un profesional de la medicina descubre una
nueva forma de curar una determinada enfermedad o bien una técnica novedo-
sa para llevar a cabo una difícil operación, el saber correspondiente a estos avan-
ces circula a una velocidad considerable. Esta circulación tiene lugar a través de
las sesiones clínicas, los congresos y seminarios, las revistas especializadas y las
miles de planas webs que existen en internet sobre aspectos generales y específi-
cos de la medicina y sus saberes.
¿Qué pasa con el colectivo profesional de los educadores/se sociales que no
facilitan, no permiten, no posibilitan y no estimulan la circulación de su saber?
Aunque en estos últimos años hemos tenido congresos importantes que han
agrupado a muchos educadores/se en ejercicio (Murcia, Madrid, Barcelona,
Santiago, etc.), no es todavía suficiente para decir que tenemos un corpus de
conocimientos y saberes destacable sobre nuestra profesión. Todos los educado-
res poseen un saber sobre su tarea; las dificultades se dan cuando es un saber par-
ticular, individual y no circulado. La actividad de construcción del saber particu-
lar es un acto de recuperación de aquello que el sujeto sabe de su experiencia, pero
que no siempre es bastante consciente y no es necesariamente compartido. En el
preciso momento en qué la comprende, la interpreta y la comunica, pasa a pro-
ducir el saber y es entonces que se puede compartir, generando así un saber colec-
tivo o un uso colectivo del saber.
Cuando un centro, servicio o profesional encuentra una metodología, por
ejemplo, como intervenir ante la violencia entre los jóvenes, no es demasiado habi-
tual que lo publique, que lo exclame, que hagan circular el saber que ha genera-
do. El saber, la técnica se guarda para el centro, para la institución. Incluso esta
individualización estancada del saber pasa por no ser compartida con el resto de
compañeros del equipo. En este mismo sentido, Faustino Guerau de Arellano
plantea que existen dos dificultades diferentes en la generación de saber por parte
de los educadores: saber teorizar sobre aquello que hacemos y saber teorizar en
equipo, haciendo de aquello que hacemos una construcción colectiva de saber310.
Analizando con más detalle el porque no se da la circulación de saber, dos son
las respuestas que podemos encontrar a la pregunta inicial:
• La primera sería la inseguridad del conocimiento que hemos desarrollado
o adquirido con nuestra práctica reflexiva. Poseemos una intuición de un
310. F. GUERAU de ARELLANO, La vida pedagógica. Barcelona, Rosselló impressions, 1985, p. 223.
Ser educador 24/2/09 10:02 Página 220
método, de una manera propia de hacer las cosas que hemos descubierto
que es efectiva y funciona, pero no nos atrevemos a cuestionárnoslo. Eso
se da sobre todo si el profesional que elabora el saber duda de la importan-
cia y la validez del mismo. No lo contrastamos con otras realidades, con
otros educadores. Poner en discusión o debate aquello que pensamos que
es útil que es un boceto de saber, nos permitirá poder construirlo con más
coherencia. Pensamos que a fin de que este saber pueda ser puesto en cir-
culación tendría que ser consciente, organizado, extrapolable de aquello
concreto y específico en un contexto determinado a otros contextos dife-
rentes, comunicable y evidentemente socialitzable, cosa ésta detrás, que per-
mitirá la circulación y el debate sobre las ideas elaboradas.
• La segunda es la mezquindad. Existe todavía una cierta visión mítica de la
tarea profesional de educador/a social. Algunos educadores han descu-
bierto el «secreto», el elixir de la vida que nos tiene que permitir ejercer de
educadores con mucha más seguridad, con mucha más facilidad. Este
secreto puede no quererse compartir con los compañeros de profesión.
Este último punto puede tener que ver con la liberalización y privatización
de la gestión de servicios del campo socioeducativo. Una entidad puede
ganar la gestión de un servicio determinado porque tiene un buen proyec-
to educativo (que recoge su saber particular) y un método de trabajo que
da unos muy bueno resultados. Y, por lo tanto, la no circulación de este
saber se fundamenta en el «peligro» de perder las posibilidades de ganar
la gestión de determinados servicios.
Capítulo X
Nomadismos y pedagogías
vez sea lo más esencial) reconocernos como habitantes de los márgenes, como suje-
tos débiles y vulnerables, como nómadas y transeúntes de mundos paralelos,
como militantes transfronterizos de los territorios de la normalidad y la anorma-
lidad, como enfermos en proceso –tal vez de curación (aunque reconocidos, eso
sí, como enfermos), como habitantes de la provincia de la Autonomía y proce-
dentes del territorio ocupado de la Dependencia.
Ser educador es haber bajado a alguno de los pozos profundos de los que se
supone que «ayudaremos» a salir a otros. Pero ¿Estamos dispuestos a mirarnos,
a buscar en nuestras entrañas el lugar exacto en el cual se esconden (y esconde-
mos nostros mismos) esos pozos profundos? Lo más fácil es mantenerse en las ori-
llas de todo, en no mojarse, no entrar de lleno en el mundo de la vida. No se puede
observar desde la barrera, desde cualquier barrera, protegidos por nuestro capa-
razón de niños burgueses (como criticaría Deligny). Ser educador consiste en
mostrarse sin máscaras ni tabúes, en llorar cuando convenga, en abrazar y ser abra-
zado, en hablar flojo al oido y también en gritar; en acariciar y sonreir (¿Realmente
se puede ser educador sin el tacto?); en confiar más en el tacto que en las tácti-
cas; en romper barreras que lo sitúan, descaradamente, en el bando del control;
en dejar aflorar los deseos y no tenerlos por más tiempo en las cavernas de la «pro-
fesionalidad»; en ser más persona que profesional.
Tal vez, ser educador –entre la pedagogía y el nomadismo- consiste en lo que
Barry Stevens nos decía: «yo era un pez pugnando por nadar contra la corriente,
pero aún era incapaz de hacerlo. Sin embargo, tuve ocasión de aprender a nadar
contra la corriente (o sea, a seguir mi propio camino) porque dos personajes
borrosos parados en un puente me habían pescado con sus anzuelos y me rete-
nían en ese lugar, evitando que me llevara la corriente y me arrastrara»311. Estos
anclajes somos nosotros mismos, pero también son los otros (educadores, perso-
nas que acompañamos, otros proyectos, otros momentos históricos, etc.). No
somos individuos aislados sino sujetos nómadas en el ágora de la comunidad.
311. Barry STEVENS, “De mi vida III”, en Carl ROGERS, Barry STEVENS y Cols., Persona a persona. El
problema del ser humano. Una nueva tendencia en psicología. Buenos Aires, Amorrortu, 1980, p. 71.
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Sin el afán de crear Pedagogía sino de situar algunas formas nómadas de educar, pro-
ponemos 27 principios para pensar (de nuevo) la educación social: